Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cuando un individuo pasa a ser adulto, sus comportamientos infantiles desaparecen y la persona
se vuelve más madura en todos los sentidos. Esto es en realidad una de las características
fundamentales del desarrollo humano.
A medida que crecemos nuestra forma de interpretar y por tanto manejar la vida cambia por
completo. Durante el curso de este desarrollo, habrá momentos en los que nos
sentiremos emocionalmente angustiados. Estas perturbaciones emocionales se encuentran en su
nivel más alto en los años de adolescencia. La mayoría de las personas evolucionan con la
capacidad de hacer frente a todos estos factores emocionales. Como resultado, se vuelven
capaces de asumir responsabilidades de adultos. Ellos aprenden cómo manejar los problemas
en su vida. Algunas personas, sin embargo, no serán capaces de hacer frente a las dificultades
de la vida, no adquieren la capacidad de afrontar y superar los obstáculos y seguir exhibir
comportamientos claramente infantiles.
No nos equivoquemos, actuar por impulso de vez en cuando es una característica normal del
comportamiento humano, lo que ocurre es que no es algo que se produce de forma habitual ni
en cualquier ambiente por una personalidad madura.
7. Ausencia de objetivos y planteamientos realistas
La mayoría de los niños son caprichosos, impacientes y pretenden lograr sus objetivos de forma
rápida, casi inmediata. Les resulta tremendamente difícil mantener la serenidad que requiere el
poder posponer las gratificaciones para más tarde, por lo que suelen actuar de un modo
primario, guiados casi exclusivamente por antojos, instintos y deseos del presente, sin
reparar en las consecuencias que pueden implicar tales comportamientos. Esto les impide hacer
planteamientos realistas para lograr sus objeticos, pues ven el presente con mucha más claridad
que el futuro debido a su falta de equilibrio emocional, de criterios éticos sólidos y de valores
estables.
8. Dificultad para aceptar los propios fallos y limitaciones
Ya hemos visto en el punto 3 que as personas inmaduras tiene poco conocimiento de ellos
mismos. Por este mismo motivo, son incapaces de aceptar con suficiente madurez y
responsabilidad sus propios fallos y limitaciones. Les es mucho más fácil ver la paja en el ojo
ajeno que la viga en el mismo, como manda el dicho, exactamente igual que le ocurre a un niño
pequeño. La intolerancia e inflexibilidad que mantienen hacia los demás contrasta con la
condescendencia que pueden mostrar consigo mismos, lo que no es más que otra
manifestación de su incoherencia interna.
9. Narcisismo
Los niños son narcisistas y egocéntricos por naturaleza. Una personalidad narcisista presenta
una abrumadora necesidad de admiración y, por lo general, una falta total de empatía hacia los
demás, pero a la vez son personalidades emocionalmente muy frágiles. Todo gira entorno a
ellos, nadie más cuenta, y si no se salen con la suya, buscan intimidar al otro con ira, llanto y
todo lo que pueda ser mostrado para que le hagan caso y se lleven a cabo sus caprichos de
forma inmediata.
Las actitudes narcisistas pueden parecer inicialmente propias de personas fuertes, pero en el
fondo reflejan rigidez de carácter, poca confianza en uno mismo y necesidad de reconocimiento
a toda costa. Es un signo de poca confianza en la propia valía y una muy limitada capacidad
de aceptación de la frustración.
10. Relaciones afectivas superficiales, rígidas y exigentes
Las personas emocionalmente inmaduras tienden a idealizar a los demás en un primer
momento, pero poco después se sienten defraudados por cualquier nimiedad y responden
con actitudes rígidas y exigentes. A nivel emocional les cuesta involucrarse de forma sincera y
profunda con otra persona, pues para ellos lo primero son ellos mismos y sus demandas. Esto es
lo que comúnmente se entiende por «falta de personalidad».
11. Defensas inmaduras
Freud acuñó el término mecanismos de defensa para definir las formas en que las personas se
protegen y / o consiguen lo que quieren. Los adultos utilizan estos mecanismos de defensa para
entender las preocupaciones de los demás, así como las suyas propias y poder resolver los
problemas de la vida. Estas respuestas a las dificultades son una señal de madurez psicológica.
Los niños, como las personas emocionalmente inmaduras, tienden a considerar que la
mejor defensa que un buen ataque. Esta estrategia defensiva de atacar a cualquiera se trata en
realidad de un mecanismo de defensa primitivo y poco racional.
Otro tipo de defensa primitiva es la negación, como por ejemplo decir: «¡No he dicho eso!»
«¡Nunca hice aquello!» “¡No es culpa mía!”, cuando en realidad todos hacemos o decimos
cosas inapropiadas en alguna ocasión.