Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
desprendimiento
Cristo nació en la pobreza de Belén, y nos dió testimonio de pobreza y desprendimiento
con su vida y con su muerte en la Cruz: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Pues quien quisiera salvar su vida, la perderá;
mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará. Porque ¿de qué le sirve al
hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?”
Jesucristo no condena los bienes materiales. Alaba a los “pobres de espíritu” y enseña a
no poner el corazón en las riquezas.
Se lee en el Evangelio de Lucas: “A otro le dijo: Sígueme. Pero éste contestó: Señor,
permíteme ir primero a enterrar a mi padre. [60] Y Jesús le dijo: Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. [61] Y otro dijo: Te
seguiré, Señor, pero primero permíteme despedirme de los de mi casa. [62] Jesús le
dijo: Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de
Dios”.
Jesús llamó bienaventurados a los pobres y desprendidos. “Y él, alzando los ojos
hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de
Dios”. (Lucas, 20)
Catecismo de la Iglesia 2544: Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a todo y a todos
y les propone “renunciar a todos sus bienes” (Lc 14,33) por él y por el Evangelio (cf Mc
8,35). Poco antes de su Pasión les mostró como ejemplo la pobre viuda de Jerusalén
que, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir (cf Lc 21,4).
Para una persona que vive en medio del mundo la pobreza no le debe llevar a rechazar
por principio todos los bienes nobles del mundo, sino a usarlos con prudencia, sin
apegarse a ellos, viviendo desprendido, con espíritu de caridad, sobriedad y moderación.
El tema de las riquezas forma parte importante del acervo religioso. Y lo es,
porque el ser humano tiene la capacidad de poseer como elemento esencial
de su existencia. Después del pecado original, se da la tendencia a acaparar
más y más: parece que todas las posesiones del mundo son incapaces de
satisfacernos. El evangelio de Lucas presenta, justo después de la parábola de
los dos hermanos –el hijo pródigo y el que se quedó con el padre-, unas
palabras de Jesús acerca de las riquezas:
En esta meditación nos serviremos, además de esa homilía del Papa, de las
enseñanzas de San Josemaría en su libro Amigos de Dios . En concreto, dedica
una plática entera al tema del desprendimiento:
En esta actitud encuentra la clave para descubrir la paz del alma, que al
principio decíamos se pierde por el afán de poseer. Se trata de una lucha
diaria, que no se acaba en la formulación de un propósito general:
“Corazones generosos, con desprendimiento verdadero, pide el Señor. Lo
conseguiremos, si soltamos con entereza las amarras o los hilos sutiles
que nos atan a nuestro yo. No os oculto que esta determinación exige una
lucha constante, un saltar por encima del propio entendimiento y de la
propia voluntad, una renuncia —en pocas palabras— más ardua que el
abandono de los bienes materiales más codiciados”.
Terminamos con otros consejos concretos, que nos pueden ayudar a “ganar
amigos con el dinero injusto”: “Si tú deseas alcanzar ese espíritu, te
aconsejo que contigo seas parco, y muy generoso con los demás; evita los
gastos superfluos por lujo, por veleidad, por vanidad, por comodidad...;
no te crees necesidades. En una palabra, aprende con San Pablo a vivir
en pobreza y a vivir en abundancia, a tener hartura y a sufrir hambre, a
poseer de sobra y a padecer por necesidad: todo lo puedo en Aquel que
me conforta. Y como el Apóstol, también así saldremos vencedores de la
pelea espiritual, si mantenemos el corazón desasido, libre de ataduras”.