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LA RELACIÓN HOMBRE – MEDIO AMBIENTE

Gilberth Vargas Ulate


Departamento de Geografía
Universidad de Costa Rica

PAISAJE, MEDIO, MEDIO AMBIENTE Y ECOSISTEMA

Paisaje, medio, medio ambiente y ecosistema son expresiones más o menos


equivalentes que designan al conjunto de seres y cosas que constituyen el espacio vital
del hombre, sobre el que actúa, pero que recíprocamente puede actuar sobre él y
determinar total o parcialmente su existencia y modos de vida (Giolitto, 1984: 3).

Los términos de paisaje, medio y medio ambiente son de uso común y se


reducen estrictamente a la naturaleza misma, (ríos, bosques, plantas y animales). Una
naturaleza al estilo de Juan Jacobo Rosseau que valoraría lo natural e ignoraría lo
cultural. Para los científicos y pedagogos los términos mencionados, más el de
ecosistema, no sólo comprenden el medio ambiente natural o biológico, sino también el
medio ambiente histórico, cultural, socioeconómico y tecnológico.

El ecosistema o medio ambiente es el mismo para todos los hombres, pero se


dan actitudes muy diferentes frente a él. Dos actitudes contrastadas son las del hombre
común y la del científico. En el primer caso, el hombre puede pertenecer a una sociedad
tradicional o a una tecnológicamente avanzada, pero en ambos casos se tiene un
contacto directo con el medio natural, sus medios de conocimiento son empíricos,
intuitivos y apoyados en una larga tradición, pero no en medios de investigación
particular. El científico por su parte cuenta con una bagaje de conocimientos teóricos y
aplica el método de investigación (Chatelín y Riou, 1986: 6).

El medio ambiente o ecosistema tiene un espacio o territorio que se caracteriza


por un funcionamiento específico en un tiempo dado, con estructuras naturales que todo
hombre percibe como pendientes, parcelas, litoral, valles, lagos o montañas. Pierre
Georges (1972: 5) lo sintetiza diciendo que el medio ambiente es al mismo tiempo un
espacio y un sistema de relaciones.

LOS RECURSOS NATURALES

El hombre como parte integrante de la naturaleza establece un conjunto de


interrelaciones y utiliza elementos vivos y no vivos para satisfacer sus necesidades, es
en este momento en que los elementos del ecosistema se convierten en un recurso
natural. Los recursos naturales de un espacio determinado tienen valor únicamente en
función de una sociedad, de una época, de las técnicas de producción y con relación a
cierto nivel de desarrollo. Así por ejemplo el uranio utilizado en la actualidad como
fuente de energía atómica no constituyó un recurso para las sociedades de hace un siglo,
también un recurso puede perder o disminuir su utilidad y significado, como fue el caso
del carbón mineral, muy utilizado en el desarrollo ferrocarrilero e industrial a finales del
siglo XIX, pero hoy sustituido por la electricidad.
Un mismo recurso ofrece distintas posibilidades de utilización según las épocas
y las técnicas. Un río puede girar las ruedas de un trapiche, suministrar agua potable a
una comunidad, ser utilizado para riego, producir energía hidroeléctrica, servir como
medio de transporte o contribuir al enfriamiento de una central atómica.

Existen muchas formas de utilizar un mismo recurso, pero uno de los problemas
es darle el mejor uso en función de las necesidades de la sociedad sin alterarlo.

Los recursos naturales se clasifican en renovables e irrenovables. Los recursos


renovables son los que se mantienen en el tiempo por medio de la reproducción o por
medio de movimientos cíclicos, entre ellos el agua, las plantas y los animales. El
principal problema de los recursos renovables no es el de extraerlos, sino utilizarlos
racionalmente para que puedan regenerarse. Los recursos irrenovables se caracterizan
por agotarse durante un proceso de extracción. Técnicamente algunos recursos
irrenovables son renovables dentro de una escala de tiempo geológico, es decir, de miles
de millones de años. Los recursos naturales irrenovables se clasifican en metálicos y no
metálicos. Entre los metálicos hay minerales de gran abundancia como el hierro,
aluminio y manganeso, otros son escasos como el oro, uranio, cobre, estaño y uranio.
Los no metálicos incluyen los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón), los
materiales de construcción (gravas, arenas y piedra) y los fertilizantes químicos (nitratos
y fosfatos).

LA CULTURA Y LOS PERÍODOS ECOLÓGICOS DEL HOMBRE

La relación hombre – medio ambiente puede dividirse en cuatro períodos o


etapas:
1. Recolectores y cazadores primitivos.
2. Recolectores y cazadores avanzados.
3. El hombre como pastor y agricultor.
4. El hombre en la sociedad industrial.

Recolectores y cazadores primitivos: Desde el momento mismo de la aparición


del hombre, hace dos millones de años, cambia la faz de la tierra. En sus inicios el
impacto del hombre fue mínimo, a causa de la escasa población y por utilizar
únicamente la fuerza muscular para transformar el medio ambiente. El hombre
primitivo tuvo un problema fundamental –la supervivencia -, y para sobrevivir tuvo que
enfrentarse a un medio hostil sin garras, sin colmillos y sin rapidez en sus movimientos;
no obstante, pudo sobrevivir y multiplicarse por medio de tres adaptaciones:
1. Usando herramientas para cazar, recolectar, preparar alimentos y abrigo.
2. Efectuando una organización social efectiva y estableciendo una cooperación
con los otros seres humanos.
3. Practicando un lenguaje, lo que le permitió intercambiar sus conductas y
conocimientos. Mucho de este conocimiento fue ecológico y se refería a
donde y como conseguir agua, donde encontrar las plantas comestibles y
animales para cazar (Dubois, 1971: 76).

Nuestros primeros ancestros vivían en pequeñas tribus de grupos familiares, no


tenían un hábitat fijo y viajaban alrededor de ciertos espacios geográficos o territorios
donde ya había indentificado plantas y animales útiles. Estas características se dan en
tribus más recientes como los Arawak en el bosque amazónico y los pigneos en África
(Tiller Miller, 1975: 24).

Estas tribus dependían completamente de su medio y el tamaño de la población


estaba directamente limitado por la disponibilidad de alimentos y si el grupo aumentaba
en población, este se dividía y se dirigía hacia un nuevo territorio. El hombre primitivo
produjo indudablemente pequeños desequilibrios que fueron fácilmente controlados por
el dinamismo de la naturaleza que los cicatrizaba. El grupo de recolectores y cazadores
primitivos aprendieron y adaptaron prácticas ecológicas para mantener el equilibrio con
el medio ambiente y el hombre responde al ejemplo del hombre en la naturaleza y no el
hombre frente a la naturale za.

Recolectores y cazadores avanzados. En este período el hombre mejora sus


instrumentos, utiliza el fuego, mejora la comunicación por medio del lenguaje y se
produce un aumento de la población con lo que se ejerce una mayor presión en el medio
ambiente. En la cacería utilizaban puntas de piedra las que amarraban a ramas y
empleaban lanzas y flechas, también crearon cuchillos con lo que cazaban animales de
mayor tamaño.

La vivienda era la cueva, en cuyo interior pintaban motivos de cacería y


recolección; su dieta mejoró sustancialmente en el aspecto cualitativo y cuantitativo, en
especial por practicarse la cacería de animales de gran tamaño en manadas y por
recolectar mayor cantidad de granos, semillas, tallos y raíces.

Durante el período glaciar en el pleistoceno superior (100 000 años a. C.) se


redujo el número de grandes mamíferos como los mamuts, mastodontes y búfalos,
aunque los cambios climatológicos no son la única causa de su diminución, sino que el
hombre realizó también una cacería excesiva de las grandes especies. Existe una
estrecha correspondencia entre la desaparición de la megafauna y la migración del homo
sapiens por todo el globo, lo que coincide con grandes hallazgos fósiles de estos
animales junto con puntas de lanzas y flechas.

El cazador utilizó el fuego para espantar las manadas de animales a las que
dirigían a barrancos o depresiones cerradas donde los cazaban posteriormente. El
fuego utilizado por el hombre originó las praderas de pastos en América del Norte, el
matorral mediterráneo y las sabanas africanas (Sauer, 1952: 37). Con el uso del fuego,
el hombre inició las primeras transformaciones a gran escala en el medio ambiente y se
da el paso gradual del hombre en la naturaleza por el hombre frente a la naturaleza.

El hombre como pastor y agricultor: Hace 10 000 a 12 000 años el hombre


inició uno de los cambios más importantes de la historia al pasar de recolector a
productor de alimentos. El hombre domesticó las plantas y los animales y descubrió
nuevos instrumentos de trabajo (macana, hazadon) y dio un uso diferente a los
conocidos. En primera instancia el hombre fue pastor y se dedicó a cuidar y domesticar
animales, los primeros fueron las obejas, perros silvestres, cabras y cerdos,
seguidamente el ganado y el caballo.
Los pastores realizaron un impacto mayor en el medio ambiente al talar y
quemar el bosque para luego introducir los pastos y cultivos anuales para su propio
alimento y el de los animales.

Este paso de bosque a pastizal produjo e primer desequilibrio en el ciclo del


agua, ya que los pastos y cultivos proveen menor cantidad de vapor de agua a la
atmósfera y protegen menor el suelo, iniciándose los procesos de erosión hídrica y
eólica, se aumenta la escorrentía y disminuye el nivel freático del agua.

El hombre por medio de la horticultura seleccionó las plantas comestibles, raíces


y tallos favoritos (tubérculos y rizomas). En la actualidad, en la mayoría de las áreas
tropicales se practica la roza y quema en la horticultura. La roza y quema, conocida
como agricultura de milpa o agricultura migratoria se inicia con la tala del bosque y su
posterior quema, utilizando las cenizas como fertilizante. Este terreno es cultivado por
dos o tres años para luego ser dejado en barbecho para volver a iniciar el ciclo con una
nueva tala del bosque.

En los actuales frentes pioneros campesinos de Costa Rica, los terrenos que
fueron cultivados por tres años, producen un empobrecimiento de los suelos,
utilizándolos de inmediato para pastos, sin dejarlos en barbecho (Vargas, 1986: 96). Lo
ideal en estos casos es que el barbecho sea de 7 años por 2 cultivos y de 10 años por 3
cultivos (FAO, 1985: 96), lo que no se cumple en nuestro país, ni en la mayoría de
países de América Tropical.

La agricultura tiene un gran progreso cuando en las fértiles llanuras de


Mesopotamia se producen las primeras plantaciones de trigo y cebada, luego
continuaron con el arroz, maíz, papas, y lentejas. La verdadera agricultura se inició con
el invento del arado y el empleo de la fuerza animal, el uso del riego, la creación de
cultivos de terraza y en contorno, con estas nuevas técnicas se generó un excedente en la
producción que provocó un aumento en la población y el surgimiento de las primeras
aldeas, pueblos y ciudades agrícolas.

En Mesopotamia, cerca del año 5 500 a.C. aparecen las primeras ciudades
agrícolas. La primera ciudad con características urbanas fue Sumer en el año 6000 a.C.
con cerca de 20 000 habitantes (Tilen Miller, 1975: 37). El período comprendido entre
el año 5000 a.C. y 200 d.C. es importante por el gran aporte en las civilizaciones
sumeria, babilónica, fenicia, egipcia, asiria, griega y romana en las artes, literatura,
ciencia y gobierno, pero igualmente estas civilizaciones originaron una devastadora
transformación del medio ambiente, que provoca en el 3 000 a.C. una erosión acelerada
por parte de los ríos Tigris y Eufrates, causando una saturación de sedimentos en los
canales de riego y una disminución del agua en el suelo y en la productividad, factores
que ayudaron a la caída del imperio Babilónico (Monford, 1962: 98).

El hombre en la sociedad industrial. La historia del hombre por controlar su


medio ambiente es básicamente la historia de ampliar el uso de la energía. El hombre
primitivo tenía únicamente su fuerza muscular, el hombre agrícola adhirió la fuerza
animal y el hombre de la sociedad industrial descubre y aplica la energía química del
carbón, petróleo y gas natural almacenado en el interior de la tierra y la energía atómica.
Desde finales del siglo XIX con la revolución industrial y en especial a partir de
1945 se produjo un crecimiento en el nivel de vida de los países desarrollados como
producto de la industrialización.

Durante muchos años prevaleció la opinión que el crecimiento económico


podía ser un proceso limitado, sin embargo, la industrialización intensiva exige el
consumo creciente de materias primas y recursos no renovables que provocan desechos
químicos altamente tóxicos no biodegradables como los plaguicidas, fungicidas,
plásticos, aerosoles y gases que dañan la capa de ozono y afectan la salud humana.

Este proceso de contaminación que nace en los países desarrollados se extiende


a los países subdesarrollados debido a que las industrias más contaminantes de los
países desarrollados, llamadas “industrias sucias” son transferidas al tercer mundo a
partir de la década de 1950 (Pérez Agote, 1979: 27). En nuestro país, la cuenca de
mayor contaminación es la del río Grande de Tárcoles, considerada biológicamente
muerta por la gran contaminación química, orgánica y de desechos sólidos, lo cuál
eliminó toda clase de vida en sus aguas (Fournier, 1984: 127). Las fuentes principales
que vierten estos desechos son las industrias, cuyo asentamiento e instalación no ha
sido planificado, de ahí que el 95% de las industrias del Valle Central evacuan sus
aguas sin ningún tratamiento por las alcantarillas y de estas van directamente a los ríos
(INVU, 1983: 147).

El hombre de la era industrial intenta imponer sus estructuras en el medio


ambiente y trabaja cada vez más preservando sus ganancias y no dedicando parte de
ellas a la recuperación del medio ambiente. Por lo anterior cobran cada día más
importancia las palabras del indio piel roja Seatle, “Contaminen sus lechos y una noche
perecerán ahogados en sus aguas”.

Actualmente, casi todo el mundo es consciente de la crisis ecológica y que esta


no se resuelve con recetas tecnocráticas. Se debe seguir un cambio en los modelos
educativos, tendientes a fomentar actitudes positivas hacia el medio ambiente que
puedan contribuir a transformar gradualmente la actitud del hombre hacia su entorno.

EL ECOSISTEMA Y SU ESTRUCTURA

Toda la vida del planeta existe en una pequeña capa de aire, agua y suelo apenas
13.5 Km. Esta envoltura esférica es conocida como biosfera o ecosfera y es el resultado
de la interrelación de la atmósfera o capa de aire, la hidrósfera o capa de agua y la
litosfera o capa sólida de tierra que contienen todo el agua, minerales, oxígeno,
nitrógeno, fósforo y otros componentes químicos que constituyen el soporte de la vida.

En la tierra todos los elementos están interrelacionados e interdependientes y


forman un sistema natural. El aire ayuda a purificar el agua, el agua mantiene a las
plantas y los animales y las plantas a su vez mantienen a los animales y ayudan a
renovar el aire, ya que constituyen la base del funcionamiento del sistema, al ser las
plantas, los únicos seres vivos capaces de transformar la energía calórica del sol en
energía alimenticia.

La fuente de toda la vida es el sol que es realmente un reactor termonuclear que


da energía radiante. De los rayos emitidos por el sol solo los infrarrojos cercanos, los
visibles y una parte de los ultravioleta sirven para mantener la vida en el planeta. Estos
rayos calientan el planeta y proveen energía para la fotosíntesis de las plantas con lo que
se inicia la cadena alimenticia, base de nuestra existencia.

El concepto de ecosistema fue creado por A.G. Tansley en 1935 (Odum,


1988: 9). Esta constituido por dos categorías de elementos que se interrelacionan entre
si, los vivientes o bióticos como las plantas, animales y los no vivientes o abióticos
como el suelo, el agua, la energía solar, el viento y la temperatura. El ecosistema ocupa
un espacio geográfico. Es en este espacio donde se producen las interrelaciones: puede
ser en el planeta, un continente, un país, un bosque, una sabana, un matorral, un tronco
caído, una laguna o un simple charco que se formó después de un aguacero. El
ecosistema busca siempre su equilibrio, no obstante ocurren interrupciones, rupturas a
menudo imprevistas o indeseables que ocasionan grandes transformaciones; muchas
veces las sociedades no consideran más que los resultados inmediatos, los más tangibles
de las formas de producción, y después nos asombramos de que las consecuencias
posteriores de las acciones sean bien distintas de las previstas, sobre ello F. Engels
(1974: 20) decía “no hay que vanagloriarse demasiado de las victorias sobre la
naturaleza, ya que ella por cada victoria, se toma una venganza contra nosotros”.

LOS ENFOQUES HOMBRE – MEDIO

La relación hombre – medio ambiente ha tenido históricamente diferentes


enfoques, entre los cuales están el conservacionista, el economicista, el neomalthusino,
el institucionalista, el político, el tecnocrático y el ecologista.

Enfoque conservacionista: Los consevacionistas manifiestan que la destrucción


del medio está tomando proporciones alarmantes y caóticas. Su acción parte de que se
debe conservar la naturaleza por el solo hecho de conservarla, sin considerar las
características sociales, económicas y políticas de la sociedad, siendo su lenguaje de
carácter tétrico.

Enfoque economicista: Es la posición contraria al anterior y en el se siguen dos


posiciones; la primera considera que la naturaleza es dinámica y en constante
renovación y equilibrio por lo que puede realizarse una extracción continua de ella, sin
problemas de agotamiento. Se desconoce, por tanto la limitación insoslayable de los
recursos; la segunda toma una posición mercantilista y ve n en la lucha
anticontaminación, antidegradación un nuevo mercado para incrementar los recursos
privados, este es el llamado “big bussiness” o gran negocio (Pérez Agote, 1979: 25).

Enfoque neomalthusiano: Es conocido como el crecimiento cero, porque su


objetivo principal es frenar el crecimiento demográfico en los países subdesarrollados
para poder lograr su desarrollo y llegan a extremas cuando mencionan que los países
subdesarrollados deben conservar la naturaleza para que actúen como centros de reposo
y rehabilitación para la gente de las naciones industrializadas (Ehrlich, 1970: 14).

Enfoque institucionalista: Para los institucionalistas el problema ambiental se


resuelve creando leyes e instituciones; no obstante su creación origina muchas veces
duplicidad de funciones a nivel de las instituciones y un aumento inoperante del aparato
burocrático.
Enfoque tecnocrático: Es muy utilizado por minorías profesionales y
tecnócratas que enfrentan la problemática ambiental con simples estudios de impacto
ambiental, incluyendo solo este aspecto dentro de las estrategias de desarrollo. La
problemática ambiental no puede reducirse a simples estudios de impacto ambiental que
dan a conocer los impactos negativos, muchas veces conocidos de antemano y que
encubren las verdaderas causas de la situación ambiental, disfrazándola de una imagen
científica y técnica que genera grandes ingresos a empresas consultoras extranjeras y
nacionales.

Enfoque ecologista: Fue iniciado por Maurice Strong, director del Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) utilizando el término de
ecodesarrollo para referirse a una forma de desarrollo económico y social en cuya
planificación se consideraba la variable del medio ambiente. En 1987 el PNUMA y la
Unión para la Conservación de la Naturaleza (UICN) presentan la estrategia mundial
para la conservación, donde el concepto de ecodesarrollo evoluciona hacia el concepto
de desarrollo sostenido.

El desarrollo sostenido supone el uso de los recursos naturales para la


satisfacción de las necesidades de la población, asegurando un mejoramiento en la
calidad de vida de las actuales y futuras generaciones, pero también, implica la
aceptación de que los niveles de consumo deben ceñirse a los límites de las
posibilidades ecológicas de la naturaleza.

Independientemente del enfoque que se le quiera dar a la situación ambiental,


esta debe ser explicada en función de los sistemas de desarrollo impuestos
históricamente y de las difíciles y complejas relaciones de dependencia de los países
subdesarrollados, donde la marginalidad, el analfabetismo, la tenencia de la tierra, el
empobrecimiento social, el campesino sin tierras y sin apoyo económico, la baja
producción agrícola tradicional son algunas de sus características.

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