El suelo es la parte superficial de la corteza terrestre; en él
se desarrollan plantas, seres y otros organismos.
Estructura: en un suelo normal y apto para la agricultura se presentan los siguientes horizontes: Horizonte O: capa superficial rica en materia orgánica. En ella crecen la mayoría de raíces y millones de organismos. Horizonte A: […] El suelo es la parte superficial de la corteza terrestre; en él se desarrollan plantas, seres y otros organismos. Estructura: en un suelo normal y apto para la agricultura se presentan los siguientes horizontes: Horizonte O: capa superficial rica en materia orgánica. En ella crecen la mayoría de raíces y millones de organismos. Horizonte A: materia orgánica fina mezclada con materiales inorgánicos (arena, arcilla). En él crecen las raíces. Horizonte B: materiales inorgánicos (arena, arcilla y ascajo). Horizonte C: piedras y rocas. Allí no hay alimento, pero las raíces encuentran humedad. Horizonte D: roca madre. No tiene alimento, si el terreno se erosiona mucho esta capa queda expuesta y sobre ella no crecen las plantas. En algunos suelos no se encuentran todos los horizontes, esto es causado por la erosión y la falta de formación del suelo, como sucede en las zonas desérticas. La erosión es el desgaste y desprendimiento de partículas importantes del suelo. Es causada por el agua y el viento. Erosión eólica, causada por el viento. Erosión hídrica, causada por las gotas y las corrientes de agua. El agua, la temperatura, el tiempo, los seres vivos, la ubicación y los horizontes son factores que permiten la formación de diferentes tipos de suelos, entre ellos se pueden encontrar: Arenoso: mucha arena, se desmenuza con facilidad, el agua corre, el suelo no la retiene. Tiene poca materia orgánica, no es apto para agricultura. Arcilloso: mucha arcilla, cuando se humedece es pegajoso y forma charcos. Es difícil de labrar, cuando se seca, se agrieta. Si se le mezcla humus puede ser bueno para la agricultura. Colcáreo: abunda la cal (sales calcáreas), es de color blanco, seco, árido y no es bueno para agricultura. Humífero: abunda el humus, es de color oscuro. Retiene bien el agua, es bueno para el cultivo. Tierra franca: los elementos orgánicos e inorgánicos están en proporción adecuada. Es muy bueno para cultivar. ¿Qué está sucediendo? Sólo el 26.4% del suelo de Guatemala es apto para la agricultura; sin embargo se utiliza mucho más de ese porcentaje y esto ha causado su deterioro. Cuando se cultivan suelos no aptos para agricultura también se afloja la tierra y se crea susceptibilidad a la erosión. Las prácticas agrícolas inadecuadas provocan problemas en la conservación de los suelos, medio ambiente y contribuyen a agravar las tragedias causadas por fuertes lluvias y huracanes como sucedió con el huracán Stan. Los cultivos continuos provocan la pérdida de humus, el cual se convierte en un polvo sin nutrientes que produce malas cosechas y sensibilidad a la erosión. Los suelos contaminados por basura e insecticidas crean sustancias tóxicas y destruyen a los organismos que habitan en él. En algunos lugares se crean daños como sobreexplotación y contaminación, al extraer del suelo minerales y petróleo. ¿Qué puedes hacer? Luego de algunos años de cultivos consecutivos es necesario cambiar las siembras para reintegrar minerales y nutrientes al suelo. Antes de sembrar se debe preparar el suelo. Realizar estudios y pedir asesoría a instituciones como el INAB. Si el terreno cultivado da señales de erosión se pueden sembrar algunos arbustos o hierbas para evitarla. Seleccionar las plantas para sembrar de acuerdo a las características del suelo, de lo contrario no se desarrollarán. En suelos donde los horizontes O y A son poco profundos, es recomendable sembrar las plantas a mayor distancia. Si un suelo tiene mucha piedra, se pueden abrir hoyos grandes (1 m³), rellenarlos con tierra suelta y sembrar allí. No tirar basura ni líquidos tóxicos que destruyen los nutrientes del suelo. https://www.slideshare.net/janetbettyprincipe/el-perfil-del-suelo?nomobile=true