Dimensiones sociales y pedagógicas del aprendizaje a distancia.

El presente trabajo es una reflexión sobre el acercamiento de las personas y los lugares
geográficamente conocidos, hasta este momento que nos ha tocado vivir y participar en los
procesos de modificación de nuestro mundo doméstico.

Es importante considerar que, por lo cercano de las relaciones humanas, conocemos otras
culturas y poseemos la nuestra orgullosamente, sin embargo, cada cultura no existe como
entidades aisladas; están en continuo cambio e interrelación. Desde allí tendemos a mirar a los
demás.

Todo cambia, y desde hace tres décadas aproximadamente esos vientos de cambio empezaban
a esclarecer un nuevo y desafiante panorama relacionado con la educación. El avance
tecnológico empezaba a demandar acciones inimaginables para la transformación del proceso
de enseñanza y aprendizaje.

Vivimos en una época de cambios; de profundas transformaciones que acompañan a cierto

grupo social, a la acelerada carrera para poner en práctica el uso de la inteligencia artificial y las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Para tal efecto también la
aplicación de técnicas de una nueva etapa de la sociedad industrial. “Aldea global”, “sociedad
postindustrial”, o "sociedad de la información” y "sociedad del conocimiento" son algunos de
los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos
cambios.

Retomando el punto focal que es el proceso enseñanza aprendizaje, pensar que este se
pudiera realizar de manera tradicional ya no resulta adecuado, ni pertinente. En la actualidad,
la revolución tecnológica mundial, obliga al proceso educativo a sostenerse de la mano del
cambio, renovando constantemente sus acciones ante el cambio social y adecuando su
estrategia pedagógica. En atención a esto, ha surgido la educación a distancia dando
oportunidad de integrarse a grupos de estudiantes que por diversas razones no podían
continuar su formación o especialización profesional.

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Sin embargo, esta modalidad educativa, no ha tenido el mismo impacto de progreso en ciertos
países debido a sus particularidades. Además como afirma Escotet, el esfuerzo de la
investigación en EaD: “...se ha dirigido esencialmente al diseño, desarrollo y producción de
materiales didácticos, a los procesos de aprendizaje, a las estructuras administrativas y de
gestión [...] En mucha menor medida, se ha orientado a la médula del proceso de enseñanza-
aprendizaje: interacción de formación e instrucción” (Escotet, 1991:65).

Se entiende que esta desorientación del proceso educativo, esas limitaciones de carácter
pedagógico en dicha modalidad han complicado su adaptación al nuevo entorno y su
aprovechamiento real, sin ser significativas ante la instrucción tradicional. Inevitablemente ha
cambiado tanto el contexto, así como la forma en que debe enseñar del maestro y la forma de
aprender del alumno.

Por tal motivo, se ha concluido que esta modalidad de educación a distancia implica la
observación de diversas corrientes como el enfoque psicogenético piagetiano, la teoría de los
esquemas cognoscitivos, la teoría ausubeliana de la asimilación y el aprendizaje significativo, la
psicología sociocultural de Vigostky, entre otras, con el fin de integrar una metodología
adecuada.

César Coll (1989), uno de los principales representantes de esta corriente pedagógica, organiza
su propuesta en torno a tres ejes centrales donde: 1) el alumno es el responsable activo de su
propio proceso de aprendizaje, 2) la actividad mental constructiva y reconstructiva del alumno
se aplica a contenidos ya elaborados según su experiencia personal y 3) La función del maestro
como orientador o facilitador de los procesos de construcción.

Tomando esto en cuenta y en el entendido de que la realidad tecnológica ha permitido diversas

formas no solo de comunicación sino de interacción, deben aprovecharse estos recursos
educativos que permiten mejores niveles de retroalimentación, transmisión sincrónica y
trabajo en equipo. Así que en una nueva educación, el aprendizaje debe ser innovador, que
pueda aportar cambio y ser capaz de controlar los acontecimientos que dirigen el rumbo de
una sociedad. Así mismo, que este aprendizaje resulte significativo, implica la adaptación de
contenidos y métodos a las características del sujeto y sus avances. De manera que este
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aprendizaje innovador y significativo podrá ser posible en ambientes de aprendizaje donde se

compartan espacios sociales entre grupos que interactúen y compartan experiencias online,
cuya utilización ahora es posible.

A todo esto ha llevado el avance tecnológico, la modalidad de educación a distancia es la

opción para estudiantes de medio tiempo, trabajadores que desean certificaciones sin
abandonar su trabajo. Sin embargo incorporar la tecnología implica conocer desde un enfoque
pedagógico, a quienes van a utilizarla y en donde será utilizada. Como establece Casas
Armengol (1998:6),

“...Un programa no es utilizable sólo por lo que es en sí,

sino por lo que significa y representa en los contextos
en que va a ser aplicado, y lo que exige a los profesores
como agentes educativos”.

Lo anterior implica la necesidad de innovaciones pedagógicas para la EaD, que potencien

nuevas formas de cooperación y colaboración educativas. También requiere un ambiente de
aprendizaje adecuado y con recursos que permitan la interactividad entre los participantes de
este proceso educativo. Esta interactividad significa participación activa y requiere tanto
planeación como tiempo para los programas de Educación a Distancia y representa un
ambiente social basado en redes que constituyen comunidades de aprendizaje virtual o a
distancia que supera los límites de tiempo y espacio.

El momento crítico por el que la educación superior está pasando en nuestro país, demanda
cambios a fin de lograr mayores niveles de calidad. Y es también, este término de “calidad” que
propicia una reflexión particular, debido a que resulta complicado entender otro aspecto a
considerar: ¿cómo se lograría atender su formación académica y valoral a través de la EaD?,
teniendo en cuenta que el alumno, además de ser un eje central del proceso educativo, es un
ser humano. La respuesta parece estar de nuevo en la competencia del maestro.

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De acuerdo con Edgar Alonso Jiménez Soto,

“… un objetivo final del educador es ser un maestro humanizador

con sus estudiantes, independientemente de la modalidad en
la que este formando a su alumno: presencial o e-learning.
Partiendo de esta postura, el educador habrá logrado darle un
sentido humano a su alumno en todas las dimensiones en las
que este se desarrolle.” (Jiménez Soto, 2008:214)

De tal forma podría concluirse que la resistencia al conocimiento y manejo de las nuevas
tecnologías, así como el escepticismo ante su impacto en la formación integral de un alumno,
podría tener su origen en la falta de compromiso personal y profesional de los educadores.

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Referencias bibliográficas

Jiménez Soto Edgar Alonso, Los valores ante la fragilidad social de la educación. Centro de
Enseñanza Técnica y Superior. Texto en colectivo. Laredo Impresores 2008.

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