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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE querétaro
ISBN: 978-607-513-020-0
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Antropología y consultoría.
Una vertiente para el ejercicio profesional de los antropólogos.
Índice.
1. Presentación.
Alberto García Espejel. 5
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9. Legislación y antropología: una experiencia profesional.
Oscar Banda González. 175
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PRESENTACIÓN
Alfonso Caso
La antropología no sólo es una ciencia muy vasta, sino que es una disciplina
inmensamente generosa con los que la ejercemos: se adapta a las circunstancias
que se transforman socialmente en el devenir temporal. Dentro de esta
vastedad y capacidad de adaptación han surgido de un tiempo a la fecha,
una diversidad de temáticas y nuevas posturas teóricas, pero también ámbitos
de aplicación de la ciencia y espacios laborales asociados. Uno de ellos es
la consultoría, ejercicio profesional que demanda habilidades diferentes por
parte de los antropólogos. Justamente el tema central de este volumen es la
consultoría, pero antes de abordarla a partir de los textos que se presentan,
debemos situarla dentro de la esfera de la antropología y el desarrollo pues
con ambos está íntimamente relacionada.
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Es posible reconocer en el desarrollo de la antropología a nivel nacional,
una serie de discusiones paradigmáticas con sus referentes teóricos, los
cuales son resultado del sostenimiento de diversas posturas con respecto no
tan sólo a “x” o “y” teoría, sino a la propia acción práctica que se desprende
tanto de las instituciones como de los propios antropólogos. En todas estas
discusiones están inmersos obviamente los grupos sociales, quienes se
convierten en el objeto de las investigaciones y por lo tanto son uno de los
puntos centrales en dichos debates. Así, la antropología ha transitado por el
indigenismo teórico y práctico, descriptivo y aplicado, todos ellos basados en
el relativismo, el difusionismo cultural y el funcionalismo a decir de Nahmad
(1988), o ha tenido tintes del estructuralismo histórico, el ecologismo cultural,
el dependentismo y el marxismo a decir de Hewitt (1988); se le ha dado
también un enfoque culturalista, debido a que subraya los rasgos culturales
de los grupos indígenas, según señala Stavenhagen (1978); posteriormente
se ha visto influenciada por diversas corrientes marxistas que hablan de
indigenismo de participación y etnodesarrollo, y más recientemente por las
teorías de globalización, multiculturalismo y diversidad, cuyos enfoques han
sido posmodernos. El grupo social que era el eje articulador inicial de los
estudios que se llevan a cabo, fueron los diversos grupos étnicos del país,
posteriormente los antropólogos encontraron que también valía la pena
estudiar a otro grupo importante y más vasto: los campesinos. Ello dio pie al
surgimiento de corrientes campesinistas basadas en la ecología cultural y su
contraparte dicotómica, las descampesinistas con un sustento marxista más
acentuado. Se llegó a hablar incluso de la antropología crítica y se manejaron
corrientes teóricas variadas como el dependetismo, el materialismo histórico,
el evolucionismo multilateral y el neorelativismo, donde se manifiestan
también enfoques clasistas y colonialistas a decir de Stavenhagen (op.cit.).
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El estudio de los campesinos llevó a su vez, al darles seguimiento en su
tránsito migratorio a las ciudades, a estudios de una multiculturalidad de
grupos sociales, así, los obreros se convirtieron en nuevos sujetos de análisis
y posteriormente cualquier otro grupo social: chavos banda, comerciantes,
familias, clases medias, trabajadoras sexuales, etc.
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Medrano, V. García, etc.); antropología del desarrollo con temas como
reubicaciones por presas, programas de alimentación, megaproyectos, combate
a la pobreza, etc. (Melville, Greaves, Robinsson, García Espejel, etc.); y más
recientemente la cibercultura (Castells, Subirats, etc.), movimientos sociales
emergentes y toda una gama muy amplia de nuevos temas. Vuelvo a señalar
que este recuento ni con mucho es exhaustivo y que sólo pretende mostrar
algunos de los temas que más frecuentemente son abordados en publicaciones
o discusiones antropológicas.
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que los sujetos más importantes son siempre los actores sociales, es decir, el
desarrollo debe centrarse en la gente. Debe también reconocer que no hay una
sola dirección para el cambio y que es un proceso de continua adaptación.
Asimismo, es importante destacar que la causalidad es compleja y circular,
no simple y lineal; que es fundamental aprovechar la potencialidad de los
actores sociales para la autoorganización y atención de sus problemas; que es
indispensable dimensionar el simbolismo abstracto para llegar a lo concreto,
enfatizando la acción práctica.
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T Grandes Ejemplos
Espacio Sujeto
I problemas de objeto
E Qué es cultura Urbano Obreros, indíge- Relaciones de
M nacional, qué nas en la ciudad, poder, subordinaje,
P la caracteriza, movimientos sobrevivencia,
O cómo se integra urbano-populares, cultura
actualmente y sectores informa- organizacional, etc.
D cómo debiera les, multidiver-
I
integrarse la sidad de grupos,
pluriculturali- etc.
N
dad; cómo se Rural Campesinos, Sobrevivencia,
Á
puede conseguir indígenas, grupos interacciones,
M
el desarrollo de poder, etc. medio ambiente,
I
sustentable, etc. desarrollo, etc.
C
O
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siempre van a existir). Cuando uno trabaja de esta forma, por lo menos es
consciente de a quién y qué posibilidades de servicio puede brindar.
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hace tiempo en el trabajo de la consultoría antropológica, quienes plantean
sugerencias y hacen también críticas a la formación académica que se lleva
a cabo de manera tradicional, mostrando la posibilidad de nuevos escenarios
para la práctica profesional y señalando las condiciones que estos implican.
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laborales y las características formativas que se demandan en
cada uno de ellos.
De hecho, varios de los textos que conforman este libro fueron parte de esas
conferencias, por lo que le estamos doblemente agradecidos a los conferencistas;
y aunque otras no fueron incluidas por corresponder a distintos ámbitos
laborales, de cualquier forma resultaron sumamente aleccionadoras como se
podrá percibir en algunos de los textos de los alumnos que se incluyeron.
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Actualmente los mercados tradicionales de investigación-
docencia en el ámbito académico y el ejercicio laboral en
dependencias gubernamentales ya no se da abasto para dar
cabida a la multitud de egresados de las diferentes escuelas
formadoras de antropología. Cada vez hay menos plazas en
ambos espacios y hay más oferta de egresados. (…) Ante este
panorama desalentador, las consultorías tanto para organismos
públicos como privados, se están manifestando como una de las
más factibles posibilidades laborales para esa “mano de obra
académica” que no encuentra oportunidad de desarrollo en los
ámbitos tradicionales. Sin embargo, esta praxis de la antropología
presenta condiciones, retos y problemas de diversa índole sobre
los que hay que reflexionar: la competencia que se establece
entre académicos “reconvertidos” recientemente en consultores
contra consultores reales; las implicaciones éticas de quienes
participan y de quienes hacen uso de los servicios; la necesidad de
aprehender realmente a trabajar en equipos multidisciplinarios;
la preparación que se requiere para incidir en los muy variados
ámbitos laborales en donde se demanda su participación; las
nuevas características formativas que deberán enseñarse en
las escuelas de antropología que tienen que ver a su vez, entre
otras cosas, con el desarrollo de habilidades particulares para
el diseño y realización de proyectos aplicados de consultoría y
con el manejo de muy diversos instrumentos metodológicos que
se demandan en dicho ejercicio. En este contexto el presente
simposio pretende, a partir de la participación de consultores
y académicos-consultores, iniciar un diálogo reflexivo sobre
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éstas y otras implicaciones del ejercicio laboral de la praxis
antropológica en consultoría.
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antropología. ¿Cuándo la antropología será más tomada en
cuenta y al antropólogo se le verá como un sujeto realmente
importante? Considero que cuando el propio antropólogo
comience a valorar su disciplina. Es necesario también que
cambiemos ciertas formas de comportamiento y ciertas actitudes
que supuestamente nos identifican como antropólogos: ser
fachosos, desadaptados, “desmadrosos” y promiscuos, entre
otras.
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Por otro lado estudiantes más recientemente egresadas pero ya con una
experiencia práctica en procesos de desarrollo comunitario, las antropólogas
María José Lazcano Vázquez-Mellado y Adriana Ruiz Durán nos hablan
en “¿Qué nos corresponde hacer como antropólogos? Reflexiones y
debates en torno a la antropología y la consultoría” de la subjetividad, los
intereses y las posturas que intervienen en el trabajo antropológico. Partiendo
de la cultura como la base medular de este, señalan que no sólo se trata de
interpretarla sino de participar en su transformación pero desde una postura
crítica y comprometida socialmente. Ven en la consultoría un ejercicio que
concreta la capacidad de innovar, de intervenir y de trabajar en relación con
otras disciplinas para atender los problemas sociales. Dentro de las críticas
que enuncian a su formación, indican que no se les enseña a vincular la teoría
con la práctica, lo que las lleva a señalar:
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generando teorías que eran respuesta a dicha realidad. Es este un
gran error de la academia que nos forma, querer aplicar como
fórmulas exactas e invariables al estudio de las sociedades, las
cuales son altamente dinámicas para acabarla de amolar, teorías
que tienen un siglo que se construyeron junto a algunas más
recientes de otros lugares del mundo.
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ámbito destaca que los antropólogos deben integrarse a procesos de desarrollo
y reconoce que es a través de la consultoría que esto se puede lograr. Desde
su posición laboral en un organismo público en el que interactúa con diversos
actores (instituciones y centros de investigación; organizaciones de la
sociedad civil tanto nacionales como internacionales y empresas privadas de
consultoría), y sin olvidar su experiencia en diversas instancias incluso de
consultoría, plantea distintas características de cada uno de ellos, destacando
tanto sus contradicciones y fallas, como los aciertos y potencialidades que
poseen para la realización de consultorías, e incluso llega a señalar algunas
sugerencias para hacer más provechosos estos servicios. Como corolario en la
búsqueda de un desarrollo que realmente beneficie a la sociedad y sobre todo
a los más desprotegidos señala:
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se quiere lograr un desarrollo sostenible, se debe considerar la
cultura de los grupos con los que se pretende trabajar, de ahí la
importancia de la participación del antropólogo.
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hace observaciones y críticas al actuar de la antropología dentro de los
muros universitarios que suelen ser tradicionalistas, dando un vistazo a las
características formativas que se están moldeando en Europa, lo que entre
otras cosas significa que “…compañías y fundaciones privadas tendrán luz
verde para dirigir y financiar cursos, postgrados, programas de prácticas,
disponiendo en la universidad de una cantera de mentes afines disponibles
y potencialmente ‘empleables’…” Es justamente en este contexto de crisis,
donde José Luis ve la oportunidad para transformar la labor del antropólogo
y con ello, volver la mirada hacia la consultoría, aunque sin obnubilarse
pues se puede caer en una posición negativa: “¿Serán los antropólogos los
nuevos abogados del diablo en el campo del desarrollo tal como lo han sido
ingenieros y economistas? Llegados a este punto es donde el antropólogo
ha de hacer gala de un posicionamiento ético basado en la buena práctica y
en principios científicos sólidamente argumentados”. De manera interesante,
Sánchez Muñoz nos presenta un breve recuento desde su conocimiento de
posibles espacios donde el antropólogo consultor puede especializarse.
Así, destaca el medio industrial, la mediación intercultural, la promoción y
la conservación y gestión del patrimonio etnológico y cultural, entre otras.
Dentro de las reflexiones finales que realiza considerando el mercado laboral
incierto, destaca el que la consultoría antropológica es un camino en el que
debe prevalecer la ética y la emisión de juicios de valor sólida y científicamente
argumentados.
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su transitar por la antropología, desde la decisión de estudiar esta carrera
hasta el incipiente pero valioso ejercicio profesional que ha realizado. Este
proceso le permite realizar una reflexión sobre la toma de decisiones que guía
muchas veces a los estudiantes, para definirse profesionalmente, destacando
las actitudes y aptitudes con las que se debe de contar para avanzar dentro de
un ámbito laboral como es la consultoría
Por más que busqué en los programas de todas las materias que
se me impartieron a lo largo de tres años, no encontré ni un solo
elemento que me diera alguna pista sobre lo que un antropólogo
podría hacer en este tipo de trabajos. Incluso los textos de la
materia de antropología aplicada parecían anticuados, en todo
caso, versaban sobre estudios clásicos acerca la reubicación de
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comunidades para la construcción de presas, o sobre proyectos
productivos en zonas rurales implementados durante los años
setenta. Pero, ¿dónde estaba mi comunidad?, ¿cómo emplear
mi adorada etnografía, si ni siquiera tenía un grupo humano
con el cual trabajar?, ¿cómo hacer una infalible observación
participante del hábito de ir al baño? Me sentía desarmado.
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presenta un primer artículo franco, provocativo y aleccionador como ella
suele ser: “¿Por qué vale la pena ser antropóloga?”. Desprendido de
una conferencia dictada en nuestra Facultad de Filosofía en el año 2005,
nos habla de su experiencia formativa, de las inquietudes que tuvo cuando
era estudiante de antropología en torno a la aplicabilidad del conocimiento
que estaba recibiendo, de la imagen del antropólogo en la sociedad, y de
la posición de la propia disciplina en el contexto social. Sus observaciones
al respecto la llevan a catalogarla como una “profesión de tercera”, no de
manera despectiva, sino porque es así como la perciben las otras disciplinas y
los tomadores de decisiones. Sin embargo plantea que esto se debe en buena
medida, a que los propios antropólogos no hemos sabido valorarla y darle su
lugar. “Quienes hemos llegado a la antropología buscamos entender nuestra
propia marginación. Por eso hay empatía con grupos marginados. No obstante,
ahí reside la trampa: nos sentimos jodidos, buscamos el ser “diferentes”, ser
parte de una minoría. Sin embargo, no podremos ayudar a los jodidos a salir
de la jodidez desde la jodidez”. Ella asume una postura de revaloración de la
disciplina a través de las aportaciones que esta puede brindar. En forma amena
nos platica sobre sus primeras experiencias como consultora, y da cuenta de
que ese no saber valorar nuestra ciencia, se refleja en que tampoco sabemos
cuánto cobrar por un servicio. Por otra parte expone algunos de los ejercicios
laborales de consultoría que ha coordinado, demostrando la utilidad y el valor
de la antropología para la resolución de problemas sociales, rescatando de
ellos algunas valiosas enseñanzas.
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en esa conferencia, la cual no había sido publicada hasta ahora, le agrego
reflexiones actuales a partir de algunos comentarios de colegas y alumnos
a quienes les estoy profundamente agradecido. Haciendo un recuento
general sobre el desarrollo de la antropología aplicada en México, llego a
la conclusión de que hay tres ámbitos principales del ejercicio de ésta: la
que denomino “aplicada institucional”, que tiene que ver con dependencias
gubernamentales; la “académica”, desarrollada en centros de investigación y
universidades y la de “consultoría”, llevada a cabo en la iniciativa privada.
Trato de presentar de cada una de ellas las características principales que
poseen, de las cuales asimismo derivan tanto sus debilidades como fortalezas.
Esto me lleva a hacer una comparación de un total de 22 categorías. Sin
embargo he de señalar que como toda clasificación, por momentos parecen
muy subjetivas y generalizables algunos de las condiciones que marco, pero
el sentido es dar una idea comparativa de esos tres ámbitos.
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y aleccionadora identifica las condiciones que distinguen a un asesor
parlamentario, situación que tiene que ver con la conformación de iniciativas,
minutas y proposiciones legislativas, pero que no se queda en la sola
perspectiva del derecho constitucional, sino que aporta al debate considerando
las especificidades y características de las comunidades indígenas, así como
la diversidad pluriétnica de nuestro país, teniendo además como condición,
el que se trabaja de manera estrecha con otros profesionistas. Marca así
derroteros posibles para el ejercicio profesional:
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reconocimiento de los antropólogos como los expertos en las
culturas indígenas que auxiliarían a la nación mexicana en su
propia construcción, a través de la política indigenista; pasando
por el rechazo de los propios antropólogos a la tarea aplicada
por motivos éticos e ideológicos, hasta la sobrevaloración de la
práctica académica como la única pertinente y la consecuente
descalificación y aislamiento de otras prácticas profesionales.
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en la promoción cultural, y he dirigido una institución”. Con base en esa
amplia experiencia nos brinda una clasificación de las situaciones entorno a la
práctica profesional del antropólogo en dichas dependencias. Posteriormente
reflexiona sobre el grado de incidencia y contribución del antropólogo en los
proyectos. Por último, cuestiona las razones del por qué, desde su experiencia,
la participación de los antropólogos en las dependencias ha decrecido y, fiel
a su forma de ser, plantea algunas propuestas en lo social, lo gremial y lo
individual para atender esta problemática.
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Desde su óptica la antropología en la consultoría se ha desarrollado en
tres vías: una en donde los antropólogos trabajando asociados en consultoras
establecidas por grupos de profesionistas de las ciencias sociales; otra a partir
de la subcontratación de antropólogos como especialistas del área cultural y
social para proyectos en consultoras diversas; y la última que cataloga como
más constante: la subcontratación de antropólogos en proyectos adjudicados
a instituciones educativas “de prestigio”. En cada una de ellas trata ciertas
características generales, sin embargo se centra en la segunda, donde aborda
el papel de los antropólogos consultores en la búsqueda de declaratorias de
patrimonio de la UNESCO. Este tipo de declaratorias posibilita, según su
decir, una relación bidireccional entre la academia y la aplicación de los
conocimientos mediada por la consultoría. Entre otras características coincide
con otros autores de esta obra, en que este tipo de ejercicio laboral demanda
el saber trabajar en equipo, el saber manejar los tiempos, el determinar
parámetros de valoración de los elementos culturales, el conocer y utilizar las
normatividades internacionales, el saber argumentar y sobre todo, el valorar
el posible impacto, positivo o negativo, que sobre las comunidades originarias
existirá de conseguirse una declaratoria.
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Porque URGEN antropólogos que hagan propuestas para
orientar las políticas públicas de diversas instituciones
con los conocimientos de la antropología, para atender los
problemas que competen a los antropólogos; porque URGEN
antropólogos como agentes de apoyo, de acompañamiento,
que sirvan de vínculo, de enlace, de correa de transmisión
entre las comunidades, ejidos y organizaciones sociales y las
instituciones, las agencias financiadoras de proyectos, las
instancias de capacitación y transferencia de tecnología. Esa es
una labor que no hacen nuestros académicos y en la que como
gremio hemos estado ausentes.
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esa escuela vinculado a programas que estén desarrollando
Organismos No Gubernamentales? ¿Cuántos proyectos de esa
escuela están vinculados a programas de agencias financieras
nacionales o internacionales? La respuesta a estas preguntas
nos va a permitir saber que tan vinculada está esa escuela,
departamento o facultad de antropología con las necesidades
del país.
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Esto es, considerando los ámbitos antes enunciados como
espacios para el ejercicio laboral, la lógica implicaría que
hay que preparar a los jóvenes para lo que les espera, sin
embargo, en la enseñanza actual prevalece la formación social
científica, es decir, preparar a los jóvenes antropólogos para
que sean investigadores académicos, cuando la realidad es que
difícilmente lo serán.
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aprendiz de herramientas prácticas y de sustentos teóricos
para fundamentar propuestas de cambio, lo cual se traduce en
desgaste y frustración cuando sale del aula.
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Francisco Peña en su artículo “Encuentro de disciplinas y profesiones:
El antropólogo en otros campos de trabajo”, nos hace partícipes de sus
reflexiones e interrogantes éticas, teniendo como base su experiencia al
ejercer la disciplina en proyectos multidisciplinarios. Inicia resaltando la
heterogeneidad del ejercicio profesional antropológico, la cual contrasta con
la perdida de espacios laborales en donde señala como ejemplo la CDI. Para
él hay tres modalidades de ejercicio profesional que tienen que ver con la
posición que guarda el antropólogo, es decir: “…antropólogos que trabajan
solos como investigadores o consultores; aquellos que dirigen investigaciones
con un grupo de colaboradores principalmente antropólogos, y aquellos que
dirigen a profesionales de otras disciplinas o campos”. Sin embargo reconoce
que hay un cuarto sector muy amplio, el de los antropólogos que trabajan bajo
el mando de otros profesionistas. Esta posición del antropólogo frente a otras
disciplinas, le permite abordar la discusión sobre los dilemas éticos a que se
suele enfrentar este profesionista. A partir de su experiencia laboral aborda
la conformación de identidades profesionales en las que hay oposiciones
y dicotomías: “…la oposición de prácticos frente a especulativos; críticos
frente a propositivos y modernos ante tradicionalistas”, que no son las únicas,
pero si las que más aluden a los antropólogos. El imperativo de la búsqueda
por soluciones prácticas parece marcar el ejercicio cuando se trabaja con otros
profesionistas, sobre todo, como fue su caso, con ingenieros agrónomos, ello
lo lleva a preguntarse: “¿Cómo pueden construirse ámbitos de colaboración
entre las profesiones que difieren en el alcance de sus obligaciones?”.
Reflexionando a partir de las relaciones laborales con otros profesionistas y a
su vez con los sujetos de estudio, Peña señala que
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Los dilemas éticos de los antropólogos no se agotan en la relación
con los grupos a los que pretenden estudiar. Una buena parte
del ejercicio profesional se tiene que realizar en colaboración
con otras profesiones que cuentan con sus propias prioridades,
marcos de referencia e imperativos éticos. Esa situación vuelve
más complejo el problema, pues demanda un tipo de relaciones
entre profesionales que significan obligaciones recíprocas. El
antropólogo debe someter a la crítica no solo su comportamiento,
sino el de los otros profesionales con los que trabaja. Pero,
¿cómo hacerlo considerando la naturaleza específica de esas
otras disciplinas?
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llegar a la implementación; la cual le corresponde llevar a cabo
a otra instancia. En cambio, en los procesos de intervención
comunitaria, como su nombre lo dice, se trata de coordinar
las acciones que lleven a la atención práctica de los problemas
sociales con un alto contenido cultural. De hecho, en ocasiones
la consultoría y la intervención social van asociadas y por ello
comparten ciertas cualidades y condiciones.
Teniendo como base esta distinción, aborda algunas condiciones que son
necesarias enseñar a los estudiantes que se quieran preparar en el campo de
la consultoría y la intervención social. Así, nos habla de la conformación de
equipos, de considerar los tiempos de realización, de la importancia de la
gestión y las relaciones públicas, de aspectos administrativos y de la dificultad
que la labor de consultoría conlleva en el mundo globalizado actual.
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por la inestabilidad y la precariedad. Dada esa doble condición negativa,
planteo la consultoría como una opción laboral, aunque señalo algunas de
las características formativas básicas que demanda y que resumo en una
formación diferente sobre todo en aspectos metodológicos, así como en el
manejo competitivo de las circunstancias laborales. En la última parte doy
cuenta de las propuestas para la enseñanza que ya se están llevando a cabo en
el área de antropología de la UAQ.
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Gracias también a los muy gentiles dictaminadores Dr. Juan Luis Sariego,
Dra. Sulima Falconí, Dr. José Luis Castilla, Dr. Jaime Nieto, Mtra. Claudia
Lucía Villegas, Mtro. José Ignacio Urquiola y Antrop. Diego Prieto, quienes
con sus lecturas críticas y propositivas hicieron posible que los artículos
mejoraran. Gracias también a los estudiantes de antropología de la UAQ, con
quienes he compartido a lo largo ya de varias generaciones que han pasado
por las aulas, aprendizajes y enseñanzas, críticas y anhelos, sueños y fracasos.
Espero que este texto responda en algo a sus expectativas.
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Bibliografía
----- (1978). “La integración Regional”, en: México Indígena: INI. 30 años
después. Revisión crítica. México: INI.
39
----- (1995). “La crisis permanente de la antropología mexicana”, en: Nueva
Antropología. Vol. XIV. Núm. 48, julio. México.
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Cómo llegar a ser consultor sin morir en el intento
de ser antropólogo
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Este camino de 4 años inició con el deseo de ser alguien, de hacer algo y
también por la presión social de estudiar, aunque fuera cualquier cosa. Muchas
de las historias que a lo largo de estos años escuché de mis compañeros y
amigos del por qué estudiaron antropología me sorprendieron bastante.
Llegué a conocer personas que vinieron de lugares lejanos muchas veces
rurales, con el sueño de ser antropólogos. Sin embargo algunos de ellos no
lograron concluir los estudios por diferentes situaciones, desde económicas
hasta personales. Debido a estas historias, me interesó indagar entre mis
compañeros ¿Por qué antropología? Así que se lo pregunté a tres de ellos y
esto fue lo que me dijeron:
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Παλλάς Αθηνά: yo al principio no sabía lo que era antropología,
la confundía con arqueología y pues como no entré con ustedes
porque si hubiera entrado antes me hubiera tocado en su salón,
pero bueno en ese año que no estudié me dediqué a buscar que
era o que significaba y pues ya que me enteré pues me interesó
los temas que se manejan, además que no quería llevar una
carrera que llevara matemáticas; pero bueno ahora que ya
estoy adentro me ha gustado mucho porque siento que es la
carrera que he buscado toda la vida y que es la que me puede
llegar a llenar mis expectativas que tengo en la vida.
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por qué aún así y a pesar de que es una licenciatura con poca demanda ya tiene
en Querétaro 10 generaciones y 20 más en maestría. ¿Qué está impulsando
a los jóvenes queretanos a estudiar antropología si no saben siquiera en un
principio qué es?, ¿será que la antropología se entiende como algo exótico y
por lo mismo atrayente?...
Los antropólogos podremos decir que allá afuera nos necesitan en todo,
desde en una escuelita oculta en un rancho, en las universidades públicas
y privadas hasta en los grandes proyectos de desarrollo auspiciados por el
Banco mundial, la ONU, la FAO, etc. Pero la percepción de los de afuera,
aquellos que alguna vez escuché ser descritos por un colega como los simples
mortales o la gente común, es completamente diferente a la que muchas veces
imaginamos, ¿cómo es posible que nosotros que trabajamos con esa gente no
nos demos cuenta que percepción tienen de nosotros?
La percepción más común que hay sobre nuestra disciplina, de los mismos
alumnos o egresados, surge desde cómo nos vestimos hasta de los lugares
en los que andamos, más allá de nuestro trabajo o de los alcances de nuestra
disciplina. De hecho, nosotros mismos podemos tener muchas veces una idea
falsa, debido a la falta de conocimiento sobre quiénes somos y qué hacemos.
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es una de las que menos exigen en puntaje junto con otras carreras del área
humanística como Bellas Artes y Filosofía entre otras (por lo menos esto
ocurre en la UAQ). La realidad es que muchos que ingresan a la licenciatura
llegaron a ella por el boleto de “segunda opción”.
La percepción que se tiene allá afuera de nosotros es que: “si fue tu segunda o
tercera opción ¡qué importa!... entraste muy fácil, la antropología cualquiera
la hace y ¡está fácil!”. Aseveraciones con las que no estoy de acuerdo pues
no cualquiera puede hacer antropología. ¿Cuándo la antropología será más
tomada en cuenta y al antropólogo se le verá como un sujeto realmente
importante? Considero que cuando el propio antropólogo comience a valorar
su disciplina. Es necesario que cambiemos ciertas formas de comportamiento
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y ciertas actitudes que supuestamente nos identifican como antropólogos: ser
fachosos, desadaptados, “desmadrosos” y promiscuos, entre otras.
El antropólogo en el aula
Muchas historias se pueden relatar en las aulas de clases del por qué
se decidió ser antropólogo, por qué a pesar de todas las criticas externas,
muchos de nosotros felizmente permanecemos 4 años en la escuela, leemos
entusiasmados historias sobre tribus lejanas, etnografías de pueblos que quizás
nunca visitaremos y nos apasionamos en debates sobre multiculturalidad,
identidades, diversidad o cualquier fenómeno social. Querer ser antropólogo
no radica en tener un título que diga “Licenciado en Antropología Social” o
que te llamen “antropólogo” al lugar al que fueres, cuando realmente eso es
lo de menos. En el proceso para ser antropólogo se aprenden muchas cosas
que terminan cambiándonos la vida; se aprende a mirar el mundo con otros
ojos, a ver al otro como alguien diferente pero que no es menos ni más que
tú, aquel al que llamamos otredad; se aprenden muchas cosas que a la larga
vemos como naturales y obvias para entender al otro.
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Pero en el aula donde se forman antropólogos, se leen caras y sueños
diferentes a los que en un futuro se harán realidad. En una ocasión pregunte a
un colega ¿seré buena antropóloga cuando salga de la escuela?, él me contestó
que antes que me catalogara cualitativamente, me preguntara qué tipo de
antropóloga pretendía ser: ¿contestataria?, ¿comprometida con la realidad
social?, ¿utilitaria?, ¿o solamente interesada en conseguir una chamba
cualquiera para poder sostenerme económicamente?
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teorías que amplíen nuestra comprensión sobre cómo funcionan los sistemas
sociales y culturales.
El antropólogo y la consultoría
Después del camino largo que se vive para poder ser antropólogo, podemos
llegar a hablar ampliamente del trabajo aplicado de nuestra disciplina que se
desarrolla en nuestro país, desde una perspectiva de la antropología mexicana.
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¿Qué ventajas tiene el trabajo de consultoría para un antropólogo?.
Realmente considero que el trabajo aplicado es muy subjetivo puesto
que, para comenzar, aquellos que fueron formados con la idea de que el
antropólogo debe hacer el bien para el pueblo y no venderse, verán esta forma
de investigación poco digna y ética. Sin pretender adentrarnos dentro de la
discusión de la ética antropológica, que dicho sea de paso, por momentos
raya más en una postura política, entiendo que el trabajo del antropólogo
en las consultorías es una de las respuestas al mercado laboral global que se
está comiendo a la antropología “romántica”, la que, al mismo tiempo, deja
a muchos egresados sin saber qué hacer con su conocimiento aprendido en el
aula. En la mayoría de los casos, el trabajo del antropólogo en la consultoría
busca dar una solución a un problema concreto, planteado por alguien que
está incluso dispuesto a pagar para que le ayuden. Por esta razón se debe ir
más allá de explicar, comprender o analizar, pues se deben llegar a proponer
alternativas para la construcción de puentes de diálogo, los cuales posibiliten
una relación más sana entre los actores sociales en conflicto. El antropólogo
consultor transita entre la identificación y elaboración de proyectos, hasta la
evaluación y el monitoreo de los mismos. De esta manera un antropólogo en
una consultoría diseña y formula herramientas necesarias para la elaboración
de proyectos, programas o lo equivalente a estos.
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antropológico de manera concreta. Cierto es que el trabajo de consultoría
necesita tiempo para consolidarse con buenos clientes y hacer una cartera
confiable, así como también se necesita tener una solvencia económica y
una buena administración que permita solventar las temporadas de “sequía
laboral”. Aunque para muchos el trabajo en consultoría parezca lo mejor en
la investigación antropológica, se debe aclarar que es una moneda de dos
caras, que si bien dará muchas satisfacciones, también puede enfrentar al
antropólogo a carencias económicas. Habría que hacer un análisis sobre las
consultoras en México para conocer cuántos puntos a favor tiene.
Reflexiones finales
Reconozco que no tengo un desarrollo laboral en ese ámbito y que sólo parto de
mi experiencia como alumna en un seminario, de la asistencia constante a un
ciclo de conferencias que al respecto se organizó en la facultad, cuando estaba
estudiando, y de mi interés que me llevó a revisar bibliografía al respecto y a
discutir con amigos, compañeros y egresados sobre las posibilidades laborales
del antropólogo. A través de esto pude ver que la realidad cotidiana para la
gran mayoría de los estudiantes, es la carencia que tenemos de experiencia
práctica. Sin embargo, aún así me atrevo a plantear algunas consideraciones
que, aunque subjetivas y parciales, considero aportan en la medida en que se
convierten en demandas sentidas por muchos de los estudiantes y egresados.
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no sólo está en lo académico sino en lo aplicativo, en conjunto con otras
disciplinas o ciencias y que está allá afuera donde se necesitan alternativas
diferentes. El antropólogo tiene a su favor que la formación que tenemos es
tan vasta, y que no es tan sólo de sentido común como parece serlo, que nos
permite tener una visión diferente de los hechos. La labor del antropólogo
no sólo se encuentra en la investigación, sino en el quehacer diario de la
humanidad: hemos llegado a un umbral donde la “modernidad y lo global”
han causado conflictos culturales que necesitan ser explicados, y donde
nosotros podemos ser esos mediadores e intérpretes.
51
claros y concretos de los ejercicios prácticos que hicimos en la clase optativa
de “Antropología y consultoría”, que enriquecieron mi conocimiento sobre la
practicidad de la antropología aplicada, más específicamente en el trabajo de
consultoría. Las evaluaciones, la identificación, la elaboración de proyectos
y el monitoreo que había oído mencionar en clase, se volvían realidad al ser
aplicadas por investigadores en distintas experiencias. En ese mismo tenor,
fue más gratificante en el momento que nosotros mismos las realizamos como
ejercicio práctico, cuando tuvimos que enfrentarnos a la tarea de elaborar
propuestas, gestionarlas y tratar de “venderlas” y, con esto, comprender que
como antropólogos podíamos hacerlo y aplicarlo cuando se requiriera en el
ejercicio laboral.
52
Bibliografía
----- (2005). ¿Por qué vale la pena ser antropóloga? Ponencia inédita. México.
53
54
¿Qué nos corresponde hacer como antropólogos?
Reflexiones y debates en torno a la antropología y la consultoría.
55
En este sentido proponemos que quienes dedicaremos nuestra vida
al ejercicio de las ciencias sociales, las humanidades y todos los estudios
que involucren a la gente y las comunidades, empecemos por asumir que
es inevitable la subjetividad y por tanto, que en todo momento debemos
tener como punto de partida la honestidad para con aquellos con los que
trabajaremos sobre una serie de situaciones: cuáles son los intereses que nos
mueven, qué postura tenemos ante la temática y problema que vamos a atender,
cuál es nuestro nivel de compromiso y qué objetivos perseguimos. De esta
forma, tanto en la práctica como en el análisis teórico dejaremos en claro los
alcances y las limitaciones de nuestro trabajo, para que a su vez otros tengan
la posibilidad de construir nuevas interpretaciones que les lleven a entender
las múltiples realidades y verdades que existen en el mundo. Esperamos guiar
al lector a lo largo de estas reflexiones, con la advertencia de que han nacido
desde el interés personal de dar respuesta a esa serie de preguntas, las cuales
hemos encontrado en las aulas y los escenarios locales.
56
Precisamente aquí la consultoría nos plantea una interrogante fundamental:
¿Cómo podemos transformar la cultura? ¿Cómo podemos incidir en ella?
La antropología aplicada es de esta manera el fin último de la consultoría,
desde ella se pretende reafirmar la utilidad del conocimiento, la incidencia
y pertinencia de nuestra ciencia en una sociedad que se ve atravesada por
una serie de problemáticas y escenarios de conflicto que le exigen y plantean
el cambio. Pero entonces, aquí entran en conflicto aquellos paradigmas que
durante años han rodeado a las ciencias sociales, sobre la idea de que nuestro
quehacer se reduce a la interpretación teórica de las culturas, los cuales han
dado por consecuencia la pasividad y el silencio ante los problemas que viven
cada una de las comunidades de nuestro país, junto al hecho de que no seamos
parte de las decisiones que sobre el presente y futuro de esas sociedades
se toman desde gobiernos y sectores privados. La consultoría nos permite
reafirmar nuestra creencia de que somos capaces de innovar, de intervenir en la
realidad, de trabajar en conjunto con otras disciplinas y de emprender acciones
rápidas y eficientes: somos una ciencia que es necesaria y útil en la actualidad.
57
las universidades en las que realizamos nuestros estudios. Sin embargo, ante
los vacíos que tiene la academia por la falta de un enfoque más práctico, es
importante que asumamos el compromiso de seguirnos preparando. Debemos
tener como fin último la aplicación de los conocimientos y el análisis
constante de la realidad que nos rodea y de la cual somos parte, ya que nunca
podremos solucionar una problemática si no la conocemos tanto de manera
teórica como práctica, en donde el conocimiento nos debe llevar a la acción.
Los problemas que enfrenta nuestro país hoy en día, no sólo pertenecen a las
comunidades rurales y los sectores desprotegidos, son parte de una realidad
común, en la que todos tenemos algo que hacer y decir.
La antropología, por medio del trabajo con una consultora, nos permite
ser partícipes en el cambio social y en la toma de decisiones. Nos sitúa en la
posibilidad de ser creativos con nuestras metodologías y estar en constante
construcción y remodelación de los conocimientos para atender, entender,
proponer y responder a los fenómenos que las culturas y las sociedades
enfrentan. Culturas y sociedades siempre dinámicas que plantean por tanto
a nuestra ciencia la necesidad de innovar y estar involucrada en dicho
dinamismo para dar respuesta a estas problemáticas.
58
Por otro lado es importante señalar que existen dos tipos de investigaciones
sociales y que por tanto éstas difieren en el tipo de finalidades que persiguen.
Las primeras son los estudios científicos- académicos, con los cuales se busca
hacer una aportación teórica a la disciplina, una documentación de hechos
y lograr el reconocimiento del gremio. Los segundos pretenden ser estudios
aplicados, los cuales también tienen una reflexión teórica pero su fin último
es la aplicabilidad del conocimiento. Siguiendo las reflexiones anteriores
entonces volvemos a preguntarnos: ¿qué tan preparados estamos para
hacernos presentes en la realidad a través de los conocimientos aprendidos
durante nuestra formación? Es necesario por tanto mirar y analizar sobre en
qué medida se nos enseña esto durante los cuatro años ó más de formación
académica en la ciencia antropológica. Desde nuestro punto de vista, podemos
asegurar que en la propia formación poco ha sido el acercamiento a estas
reflexiones, se nos enseña a salir a la práctica de campo y a elaborar un diario
de las experiencias vividas durante esta y otras técnicas, como la observación
participante. Sin embargo no se nos enseña que el conocimiento no debería
de conformarse sólo de la teoría, y como en este caso de una especie de
práctica – la cual muchas veces es una suerte de poner en práctica la teoría,
de practicar la teoría y en el mejor de los casos reconstruir la teoría con lo
aprendido en la práctica – sino de interrelación entre la teoría, la práctica y
la intervención, la cual de como resultado la transformación de la realidad,
formando así una cadena inseparable, integral y subsecuente.
59
exige atención y soluciones. Salimos pensando que somos especialistas para
ello y que para eso estamos formados, pero a la hora de la verdad nos damos
cuenta que no es del todo cierto. La realidad es que nos enseñaron a analizar
los fenómenos sociales desde las teorías más populares de nuestra disciplina,
aquellas que han dejado grandes legados epistémicos y conceptuales, sin
embargo, no pensamos que la mayoría de estos surgieron a partir de una
realidad específica y del contacto de los autores con esta, generando teorías
que eran respuestas a dicha realidad. Es este un gran error de la academia que
nos forma, querer aplicar como fórmulas exactas e invariables al estudio de
las sociedades, las cuales son altamente dinámicas para acabarla de amolar,
teorías que tienen un siglo que se construyeron junto a algunas más recientes
pero provenientes de otros lugares del mundo. Más aún, si pensamos que
América Latina posee una serie de condiciones históricas, políticas y culturales
complejas, es necesario el esfuerzo de formar científicos sociales capaces de
interpretarlas de manera más profunda y cercana, capaces de comprometerse
en la resolución de sus grandes problemas al estar inmersos en ellos y al tener
también, la posibilidad de participar en sus procesos de cambio de manera
directa.
Ahora, no se debe pensar por lo anterior que toda propuesta que salga
de la academia no es válida, por supuesto que lo es, pero en la medida en la
que se articula a la realidad y la transforma, en la medida en la que es puesta
a prueba aplicándola y midiendo su funcionalidad a través de la opinión de
la gente a la cual le puede ser útil. Por ello, una de las primeras cosas que
nos toca hacer como antropólogos, es exigir a las instituciones y personas
que nos preparan académicamente, que nos hagan conscientes de que somos
partícipes y responsables de la realidad en la que vivimos, y así evitar que
60
nuestra ciencia siga condenada al olvido y hoy más que nunca, a morir porque
no ha sido capaz de mostrar su utilidad y pertinencia.
61
que puede comprometerse con las realidades que estudia en la acción y que
está a la par de todas las otras ciencias que conocemos. Debemos abrirle paso
en gobiernos y sectores privados, a la convicción de que los problemas que
atraviesan las sociedades actuales no sólo tienen que ver con aspectos técnicos
y económicos, sino con procesos de cambio cimentados en la cultura, las
prácticas y los valores de los seres humanos que los viven.
62
La consultoría plantea el reto no sólo a la antropología, sino al grueso de
las disciplinas sociales de innovar, de cambiar los cánones establecidos en la
academia en cuanto al conocimiento y el método, porque a diferencia del fin
teórico que estos tienen, en una consultoría lo que se busca es la resolución de
problemas, la práctica de nuestras disciplinas para transformar. Se innova de
alguna manera en la búsqueda de resolución de un problema social en corto
tiempo, pues entre otras cosas se requiere el uso de técnicas, teorías y métodos
un tanto diferentes a los tradicionales. A esto se suma el hecho de que se deben
entregar resultados a quienes nos han contratado en los tiempos establecidos
y que se debe hacer un trabajo de calidad. De esta forma, innovación y calidad
se convierten en el nuevo canon que debemos lograr para insertarnos en el
mundo laboral de la consultoría.
63
Pero no debemos resignarnos como lo hemos hecho, sino que debemos
aprender a “vender” nuestro conocimiento como necesario y trascendente, con
la seguridad de que implica mejores resultados para los programas y acciones
de la iniciativa privada y el sector público, con la convicción de beneficiará
a las personas y sociedades involucradas. Precisamente este es el fin de la
consultoría. Debemos asumirnos como agentes de cambio en todas las áreas
que conforman a una sociedad, y no limitarnos a aquellas construcciones
de lo que se supone deberíamos estar haciendo los antropólogos, como las
etnografías de pueblos originarios. Hoy la antropología tiene la capacidad y
el deber de participar en estructuras complejas de la sociedad rural y urbana:
nos corresponde asumirnos como algo más que narradores de realidades
distintas a las nuestras.
64
la inter y la multidisciplinariedad, la cual es un tema que viene discutiéndose
en los últimos años, y en donde existen muchos prejuicios que han hecho de
la antropología, una ciencia a veces aislada, minando así sus alcances y su
participación en la actualidad. Impensable que la antropología tantas veces
peque de antropocéntrica.
65
Estas y otras reflexiones similares pudimos hacerlas de manera directa
durante el último año de la licenciatura, cuando tuvimos la oportunidad de
formar parte de un proyecto de desarrollo comunitario. En este convivimos con
estudiantes y especialistas de otras ramas de la ciencia, como las ingenierías
y el diseño, tan lejanas hasta el momento para nosotros, y otras como la
historia y la filosofía mucho más cercanas. Con la participación de todos los
integrantes, desde sus campos de conocimiento y sus perspectivas, vivimos
la posibilidad de construir metodologías para el trabajo multidisciplinario, así
como de interpretar y analizar las situaciones con miradas distintas a la propia
y ejecutar acciones que sobrepasarán la formación académica, entendiendo
que para lograr un proceso de desarrollo, no sólo era necesaria la aportación
de los antropólogos sino la de otros especialistas, que al igual que nosotros,
tienen un compromiso social con la realidad.
66
la teoría. Sin embargo, tendremos que hacer el esfuerzo de redefinir y fijar
una ética personal, tan indispensable en nuestro accionar porque trabajamos
con otros seres humanos que como nosotros, tienen el derecho a elegir y ser
tomados en cuenta, y en la cual la academia en esto nos ha dejado fórmulas
vagas, confusas y contradictorias.
67
políticas-económicas y sociales que reproducen la inequidad y que enmarcan
los problemas, para generar cambios más reales no sólo desde los estudios
académicos sino desde las poblaciones mismas, a partir de una crítica profunda
de las condiciones actuales.
68
Bibliografía
69
70
Por qué debe la antropología ser integrada
en los procesos de desarrollo
71
Esto último es el punto medular a reflexionar: el papel que los antropólogos
debemos desempeñar es esta crítica a los procesos de desarrollo actuales, de
acuerdo a las características de las poblaciones a las que se dirigen, pero la
crítica debe ir acompañada de una aportación, una propuesta de cambio.
72
región, estado o nación, el mejoramiento de los índices de seguridad laboral
y la promoción de los valores culturales. En este sentido podríamos decir que
el desarrollo tiene que ver con “una transición hacia la mejora integral de un
país”. Por lo que la cultura es determinante para lograr el desarrollo.
73
ó 30 años, en los que los proyectos se realizaban a través de la imposición y no
por la inclusión y participación de la sociedad en las decisiones.
74
Esta mezcla de “muchos desarrollos” nos trae graves consecuencias como
país “independiente” y frena nuestros intentos de escalar hacia el primer
mundo, ya que el país que no desarrolla tecnología y no abre mercados no
es capaz de autoabastecerse, pero tampoco puede garantizar la educación y
el empleo. Es un país que depende en gran medida de las cosas que producen
otros, incluidas la investigación científica y tecnológica, además, favorece los
intereses de los países de primer mundo mientras nosotros nos quedamos igual
o peor que como empezamos. Y entonces viene la rebatinga de la discusión
y la confrontación por el concepto de desarrollo, que cada quién desde su
trinchera se ha dedicado a desvirtuar.
Por ello, pienso que lo que nos toca hacer es replantear el concepto de
desarrollo y definir qué desarrollo es el que queremos para nuestro país, sin
dejar de lado que somos parte del sistema mundial y así es como funcionamos.
75
lugar, quizá partiendo de acciones particulares y no de todo un sector pues
sería muy complejo, podría empezarse en un organismo gubernamental con
acciones que impacten y que logren la reproducción de los nuevos patrones y
así, lograr a un plazo más largo la integración de todo el sector gubernamental.
Es indudable que los cambios en las normativas del país tendrían que darse de
esta forma en algún momento.
76
al máximo lo que se tiene, sin generar tantos desperdicios como sucede
actualmente. Definitivamente no estamos de acuerdo con el conservadurismo
sin razón, no es posible cerrarnos a decir que el desarrollo no puede darse
más a partir de este momento, y mantener intacta la naturaleza, de no ser
así podríamos proponer a todos aquellos que están absolutamente negados al
desarrollo que vayan eligiendo la cueva en la que quieren vivir, se despojen
de todo lo material que les ha rodeado hasta ahora, y vivan como cazadores
recolectores, es decir, vuelvan a empezar.
77
de una empresa consultora, o una universidad o un centro de investigación
especializado y por qué no, dentro de una Organización No Gubernamental.
La consultoría resulta ser bastante útil y los trabajos suelen servir de gran
ayuda para los tomadores de decisión, siempre y cuando se lleve a cabo por
personal especializado, que cuente realmente con la experiencia en el campo
para lo cual ha sido requerido, pero sobre todo que tenga grandes principios
éticos y profesionalismo.
78
disciplinas y ramas científicas, sin embargo, hay aquí un problema de fondo que
no debemos pasar por alto. La vinculación entre academia y las instituciones
que promueven el desarrollo es casi inexistente en nuestro país, es decir,
tenemos a los académicos encerrados en su mundo intelectual y por otro lado,
a los promotores del desarrollo hechos una maraña de confusiones porque
carecen de recursos humanos suficientes y especializados, que les permitan
cubrir cabalmente los objetivos de desarrollo planteados en sus políticas,
planes y programas, o siquiera formular planes adecuados de desarrollo.
Asimismo existe problema que ya comentamos, sobre el desconocimiento de
lo que significa en realidad “desarrollo”.
79
social, político, etc. Por esta razón, aparentemente es más sencillo que los
resultados sean aceptados por la sociedad, aunque esto no es de ninguna
manera una garantía de que los proyectos serán exitosos.
80
participantes manifiestan explícitamente su postura de rechazo hacia los
proyectos de desarrollo, o simplemente su desconfianza ante las instituciones
públicas que los promueven. Sin embargo, lejos de rechazar la realización de
los trabajos que se están solicitando los aceptan, ¿por qué? Me parece que
es por la entrada de recursos que significa para los centros de investigación,
dinero que tanta falta les hace; pero, ¿no es esto faltar a sus principios éticos,
según las ideologías que profesan?, ¿no es abusar de los recursos públicos
cuando están plenamente en contra de lo que van a realizar sólo para tener
entrada de recursos, en donde finalmente los resultados serán tendenciosos y
no servirán de mucho para los fines a los que la consultoría fue contratada?
81
Otra característica es que los investigadores que poseen conocimientos
científicos especializados, no están acostumbrados a escribir para un gremio
que no sea el científico, y por lo tanto, en sus resultados se presentan términos
técnicos y elevados, que convierten los reportes en densas descripciones.
Evidentemente estos no son adecuados para los tomadores de decisiones, por
lo que las más de las veces, lejos de ser herramientas que sirvan para mejorar
las decisiones, sólo servirán para guardarse en gavetas.
Otra condición negativa que hay que resaltar es que es común que las
instituciones académicas van aprendiendo sobre la marcha a elaborar
estos trabajos, es decir, como no tienen experiencias previas, el proceso de
aprendizaje es gradual, lo que suele ser una desventaja para las instituciones
públicas que contratan sus servicios, ya que tienen un cierto tiempo de
ejecución debido al ejercicio de los recursos. Una consultoría académica que
va aprendiendo sobre la marcha genera que: los trabajos no salgan a tiempo,
no tengan el grado de especialización que se requiere, los resultados suelen
estar incompletos, algunos investigadores se desvían hacia los temas que más
les interesan y en que más experiencia tienen, y, en definitiva, los resultados
desafortunadamente ya no corresponden con el objetivo real.
82
capacitarlos para que por lo menos, conozcan lo que se realiza y puedan hacer
mejores aportaciones en su consultoría. Con ello habría un doble beneficio,
pues sería mucho más sencillo para los contratantes conseguir trabajos de
calidad, dirigidos hacia la consecución de sus objetivos desde el inicio, y por
parte de las universidades consultoras se facilitaría conocer que es lo que
requiere la institución para una futura consultoría.
83
no profesionistas, se inclinaran hacia estas agencias como una posibilidad de
conseguir ingresos, lo cual es completamente válido.
A pesar de que existen ONG’S tanto nacionales como extranjeras con trabajos
excepcionales que merecen todo mi respeto y admiración, y que han trabajado
durante años para mejorar algunas situaciones e incidir verdaderamente en
las políticas públicas (generando con ello cambios significativos en beneficio
de la sociedad), también, desafortunadamente, encontramos ONG’S que han
desvirtuado fuertemente la labor benéfica para la que originalmente surgieron,
pero ¿porqué me refiero a esto y sobre todo en relación con la consultoría?
Porque estas organizaciones también están participando ya en la realización
de consultorías para los organismos públicos, por lo cual me es interesante
abordar algunas de sus características.
84
existen agencias financiadoras que pueden cubrir los gastos constitutivos,
así como también hay las que ofrecen financiamiento para la conservación
de recursos naturales, defensa de territorios, de recursos en zonas indígenas,
derechos humanos e indígenas, entre otros. Pero, ¿por qué hay tantas
instancias financiadoras principalmente europeas y norteamericanas?,
¿nunca nos hemos hecho estos cuestionamientos?, ¿será posible que estas
organizaciones con tan buenas intenciones nos “regalen” sus recursos
financieros para tan nobles causas sin nada a cambio? o ¿será más bien
que invierten sus recursos financieros para un futuro?, ¿no será que están
viendo de qué países extraer recursos naturales en un lapso de tiempo no tan
lejano? En México aún existen muchas zonas que conservan sus recursos
naturales, los cuales bien pueden ser o no aprovechados, pero aprovechados
¿por quién? Finalmente somos un país que ha dependido, desde la época
de la colonia de los europeos y actualmente de los estadounidenses, ¿acaso
sería raro que quisieran que sigamos dependiendo de ellos y que además se
lleven lo que nos queda en recursos naturales? Pero, ¿cómo lo harían? Pues
frenando nuestro propio desarrollo, manipulando acorde a sus intereses para
evitar cualquier intervención que tenga que ver con proyectos de desarrollo
endógeno y, por supuesto, aprovechando la desconfianza de la población
hacia las instituciones públicas. Para ello no es necesario que se manifieste
explícitamente un interés declarado, ¡no! Lo único que hace falta es tener
una visión de largo plazo, contar con recursos financieros para invertir en
los momentos actuales, guiándolos hacia sus intereses, y participar formando
líderes acorde a su visión.
85
cuestiones financieras sino fundamentalmente de las acciones que llevan a cabo
y los intereses que pretenden. Necesitamos de manera urgente un organismo
que regule su actuar, aunque no podría decir que un organismo público, quizá
uno que surja también de la propia sociedad civil. Finalmente, las instituciones
no gubernamentales tienen también el derecho de aprovechar los recursos
naturales para el desarrollo de la población que habita el país, pero de la mejor
manera, y eso es lo que nosotros como sociedad debemos exigir y vigilar.
Dentro de las ventajas que suelen tener, se puede mencionar el que algunas
de ellas tienen amplia experiencia de trabajo con la gente, así como un gran
conocimiento de los temas que trabajan y de las áreas donde desarrollan
sus actividades. Sin embargo, es común también que mantengan con cierto
recelo los datos que poseen y que por lo mismo, no se manifieste el pleno
conocimiento que manejan en los reportes que entregan.
86
Por todo lo que acabo de comentar, creo firmemente que debemos tener
mucho cuidado al hacer uso de estas consultorías, teniendo muy claro el
objetivo de lo que queremos obtener de ellas, y sobre todo conociendo el
perfil de cada una y analizando las tendencias ideológicas para hacer la mejor
selección.
Las primeras a las que me refiero son aquellas cuyos profesionistas se sienten
suficientemente capacitados para realizar cualquier tipo trabajo, llámese de
temáticas propias de las ciencias sociales, políticas, biológicas, técnicas,
etc., por ello me referí a “trabajos integrales”. En este sentido, hay que ser
muy cuidadoso para elegir empresas de este tipo, se debe revisar y analizar
perfectamente el perfil de cada uno de los integrantes de la consultora, es decir,
su formación profesional, la experiencia y los casos de éxito. Normalmente
este punto suele ser muy delicado porque resulta ser una desventaja o una
gran debilidad que la consultora no cuente con personal especializado, puesto
que entonces no existiría capacidad técnica para ofrecer resultados de calidad
de acuerdo con los objetivos planteados por los contratantes.
87
especialización a veces no les permite concursar por proyectos más amplios
e integrales, a menos que se asocien con alguna otra compañía, sacrificando
con ello algo de su independencia operativa.
88
Reflexiones finales
Desde mi punto de vista, para lograr incidir en los procesos de cambio sobre
todo en estas cuestiones de desarrollo, es necesario que existan antropólogos
en ambos frentes, es decir, que se encuentren inmersos en los procesos
de desarrollo desde las políticas, planes y programas en las instituciones
gubernamentales (esto con la intención de poder incidir más directamente en las
decisiones), así como en los organismos consultores, trátese de universidades,
ONG’s o consultoras privadas. ¿Y por qué es importante que el antropólogo
participe en esos frentes? Porque la noción de desarrollo, independientemente
de la visión y perspectiva que se tenga de ella, necesariamente tiene que ver
con la cultura, la organización y la estructura de la población a la que se dirigen
los proyectos, población que además constituye la materia de análisis de la
ciencia antropológica. Si realmente se quiere lograr un desarrollo sostenible,
se debe considerar la cultura de los grupos con los que se pretende trabajar, de
ahí la importancia de la participación del antropólogo.
89
basado en análisis fundamentados y reales, pues influirá adecuadamente en la
toma de mejores decisiones.
Sin embargo, hay que reconocer que existe el problema de que muchos de
los tomadores de decisiones son personas que no fácilmente están dispuestas
a cambiar su forma de pensar, lo que se trata de un problema de egocentrismo,
dónde sólo ellos tienen las respuestas y las mejores soluciones a los problemas.
Normalmente los tomadores de decisiones estratégicas llevan en sus cargos
más de 20 años por lo que están formados en “la vieja escuela”, o sea que,
como aprendieron a formarse es como continúan actuando. Por esta razón no
están en completa disposición para deshacerse de sus formas y sus prejuicios
respecto a cómo hacer las cosas, ni les interesa mucho la dinámica de la
sociedad, a pesar de que las situaciones actuales de oposición a los proyectos
de desarrollo son indicadores de que las formas de operar ya no son efectivas,
pero que si bien los cambios en este sentido son absolutamente necesarios.
Ante esto, debemos entender que estas personas ellos comenzaron a ejercer
en circunstancias sociales distintas y no se han detenido a reflexionar en
que las condiciones sociales actuales no son las mismas de hace 20 años y
por tanto, que las cosas no pueden hacerse de la misma manera en como
ellos se formaron y se acostumbraron. Por esa razón es que el quehacer del
antropólogo consultor se hace necesario, cuando está bien fundamentado,
tiene lógica y ante todo, es propositivo. Nadie dice que la lucha es fácil pero
debemos comenzar a retribuirle algo a la sociedad que contribuyó para que
pudiéramos formarnos profesionalmente. Los cambios siempre son graduales
y no debemos dejar de insistir y tratar de incidir en la mejor toma de las
decisiones encaminadas al verdadero desarrollo de la sociedad, en todos los
sentidos.
90
A pesar de que la antropología es hoy día un instrumento de crítica y
cuestionamiento, debemos ser muy cuidadosos, sobre todo cuando criticamos
“procesos”. Este es un tema complejo que debe ser analizado desde varias
aristas, es decir, no podemos criticar sin tomar en cuenta a los diversos
actores y partes interesadas en los procesos de desarrollo. En este sentido
no debemos criticar únicamente el actuar del promovente del desarrollo,
que normalmente suelen ser las instituciones públicas gubernamentales, sin
analizar la política nacional, estatal, regional y los antecedentes históricos
de cómo se han llevado a cabo sus procesos y y sobre todo, cuáles han sido
los elementos clave que han dado pie a estos cambios. Tampoco sería justo
hacer únicamente el análisis de aquellos actores a los cuáles van dirigidos los
procesos de desarrollo, esto representaría un error garrafal puesto que nuestro
análisis estaría sesgado y sería tendencioso y, lejos de ayudarnos a analizar,
nos haría perder la oportunidad de plantear propuestas objetivas. Si fuera así
este trabajo sería en vano, porque no serviría para ayudar a tomar mejores
decisiones.
91
92
El papel de la consultoría privada en la antropología social1
Introducción
1 Este artículo es fruto de la asistencia y de las ideas surgidas tras el Ciclo de Conferencias sobre el Desempeño
Laboral Contemporáneo de Antropólogos y Científicos Sociales, realizado del 29 de enero al 7 de mayo de 2010, en
el Aula Magna de la Facultad de Filosofía en la Universidad Autónoma de Querétaro.
93
Este escrito no pretende ser un ensayo sino un interruptor. Mi intención es
alentar a los jóvenes egresados de antropología y a los antropólogos alejados
de su vocación inicial, a que reconsideren tanto el papel que les corresponde
en la sociedad, como la oportunidad que les puede ofrecer un mercado laboral
global y en transformación. En la primera parte del artículo, se exponen los
puntos que permiten reconsiderar la vigencia de los marcos institucionales, en
los que se ha realizado la práctica antropológica hasta hoy. A continuación y
en función de los puntos anteriores, se describirán las condiciones que hacen
posible el surgimiento de la práctica antropológica privada en un contexto
marcado por el neoliberalismo. Por último se considerarán los inconvenientes
y los obstáculos a los que esta práctica necesariamente ha de enfrentarse.
94
En primer lugar, a pesar de enarbolar la bandera de la imparcialidad en
su interés por el otro, la historia demuestra que los estudios etnográficos
amparados por el Estado no han sido del todo desinteresados. Del mismo
modo, es más que improbable que las instituciones gubernamentales tengan
capacidad para ser la meta profesional de todos aquellos recién egresados.
La razón es sencilla: no hay presupuesto para mantener a un nutrido número
de funcionarios antropólogos, pese a si haberlo para otros turbios menesteres
tales como una burocracia pesada y del todo ineficiente.
95
Esta mencionada disposición del antropólogo al servicio de las instituciones
estatales, no viene más que a reflejar una forzada adaptación del científico
social a los problemas creados por el mismo Estado y no a los problemas
observados por el propio profesional. Sólo bajo una condición esta situación
puede dar lugar a un buen trabajo, a saber, que las inquietudes del antropólogo,
sean equivalentes a aquellos temas que el Estado considera como prioritarios
en su agenda. Esto se hace palpable en el trabajo de algunos antropólogos
indigenistas en el primer tercio del siglo XX, entre los que destaca
Manuel Gamio. Pionero de la práctica antropológica en México y sin duda
comprometido con el conocimiento de los pueblos indígenas, Gamio resultó
ser el precursor de las políticas indigenistas estatales cuyo fin era integrar
al Estado en construcción a los mismos sujetos que él estudiaba (Gamio,
1960; Warman, 1970). La aplicación de la llamada teoría de la aculturación
integrativa, fruto de una visión homogeneizadora para construir la nación
basada en el etnocidio y en la homogeneidad nacional, ha demostrado ser no
obstante un rotundo fracaso (Nahmad Sitton, 1988) además de constituir la
causa de las mayores catástrofes mundiales tenidas lugar en los últimos dos
siglos.
96
Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia2. A pesar de contados
logros, en la esfera pública aún pesa el carácter marginal de las dotaciones
financieras en materia antropológica al mismo tiempo del desgaste que supone
la losa de la burocracia para su puesta en práctica. Oscar Banda denuncia el
peso del Estado al afirmar que “…de las 53 iniciativas de Ley en torno al
desarrollo de los derechos de pueblos indígenas presentadas en la Legislatura
pasada, únicamente dos de ellas fueron dictaminadas en Comisiones y sólo
una se aprobó”3. El mensaje de Banda es, sin duda, desalentador para todo
antropólogo que pretenda depender de instituciones gubernamentales para
realizarse en su vida profesional.
97
A este respecto me cabe hacer una última observación de índole claramente
personal, respecto al ciclo de conferencias en el cual se basa este escrito. En
su transcurso, he de hacer una clara distinción entre el entusiasmo y la energía
que me transmitieron las experiencias de los ponentes que habían decidido
entregarse a la consultoría antropológica privada, que habían decidido
mojarse y hacer camino, y el aburrimiento y lo previsible de las aportaciones
de aquellos que habían tenido o siguen teniendo puestos de responsabilidad
en organismos públicos. Aun respetando su trabajo, sinceramente no puedo
evitar mostrarme escéptico entorno a sus verdaderos logros.
98
desconocedor, hacia la práctica profesional del antropólogo, considerándola
una carrera sin salidas. Incluso hemos llegado al punto de concebirnos a
nosotros mismos como profesionales de tercera (Vázquez Mellado, 2005). Es
posible hablar de toma de decisiones que por su índole claramente cultural,
debían estar en manos de científicos sociales, pero que sin embargo han sido
tomadas por burócratas o por los profesionales menos indicados para tal
menester, cuando no ignoradas o carentes de la atención debida.
En tercer lugar nos hemos percatado de que el papel desarrollado por las
instituciones académicas, si bien necesario, autónomo e imparcial por lo que
respecta a investigación y divulgación, no es suficiente para una adecuada
expansión más allá de este tradicional dominio de la antropología. Del mismo
modo que ocurre en la esfera pública, la universidad no puede esperar a dar
cabida a tan ingente volumen de trabajo o de inquietudes.
99
Pero a la vez, la universidad no se halla carente de cierto afán elitista, un
afán alejado de los problemas reales de la sociedad y que parece manifestarse
únicamente en los propios ámbitos académicos. Sin dudar en ningún momento
de su necesidad, las instituciones universitarias insisten en dificultar la libre
disposición del conocimiento a los sujetos de estudio en particular y a la
sociedad en general. Aunque también, habría que tomar en consideración hasta
qué punto una sociedad idiotizada y alienada, volcada en el materialismo, en
el crecimiento y en el entretenimiento, puede ser seducida por los libros y el
placer que proporciona el conocer más de si misma y de las otras.
Es sabido que tanto en México como en Europa existe una creciente y activa
participación de indígenas y no occidentales en estudios antropológicos,
así como un creciente número de antropólogos provenientes de áreas tales
como la administración, la psicología, la arquitectura e incluso las ingenierías
(Nahmad Sitton, 1988). Es posible que estos nuevos receptores y sujetos del
trabajo etnográfico, tengan mucho que decir sobre los resultados de diversos
100
estudios previos y de aquellos que se vienen desarrollando en la actualidad.
De este modo, es posible vislumbrar uno de los pilares de la antropología
hoy en día, a saber, el de considerar como destinatarios de la divulgación
científica social a una amplia variedad de usuarios, y no sólo a aquellos
sabios correctores acomodados en sus vetustas cátedras.
101
dirigir y financiar cursos, postgrados, programas de prácticas, disponiendo en
la universidad de una cantera de mentes afines potencialmente “empleables”.
Por un lado, supone una merma del carácter libre, neutral e independiente de
la universidad, a favor, según los mencionados detractores, de una corriente
dogmática y usurpadora por parte de los mercados. Sin embargo, al mismo
tiempo se soluciona un problema que últimamente se venía haciendo cada vez
más y más incómodo: la financiación (MEC, 2003).
102
Otra de las coyunturas presentes es el creciente endeudamiento del
Estado, a expensas del mantenimiento de una monstruosa e ineficiente
administración pública, y de una política de gastos inadecuada. Es este un
hecho patente a raíz de la reciente crisis económica, financiera y ante todo
moral que vive Europa. Una vez más, se cae en la tentación de contravenir
el muy respetable paradigma, sostenido por los defensores de derechos tan
duramente conseguidos, de afirmar que el único camino para conseguir un
estado eficiente y desarrollado, es deshacerse de los lastres que no vienen
más que a constituir un serio perjuicio a largo plazo para las cuentas públicas
y por ende, para la economía de cualquier nación. Me refiero aquí al peso
de la burocracia y de la administración, así como a los estragos producidos
por el despilfarro, al mal gobierno, a la política fiscal y a un largo etcétera, y
no necesariamente a la provisión de sanidad, educación y servicios sociales,
rúbricas necesarias, intocables y creadoras de riqueza en el largo plazo.
La contracción del Estado debería suplirse con una mayor intervención de
agentes privados, y una inevitable tendencia a la mercantilización de áreas
que hasta ahora estaban bajo el paraguas del primero.
103
La desregulación estatal y la falta de oportunidades como trabajadores
asalariados, como burócratas, como docentes o como becarios, evidentemente
conlleva una serie de problemas. Sin embargo, supone al mismo tiempo una
ruptura del orden establecido, un campo abonado para nuevas oportunidades y
maneras de desarrollar nuestras inquietudes profesionales. Este es sin duda un
buen comienzo para hacernos partícipes de la sociedad que nos ha tocado vivir.
Una vez que somos conscientes de esta realidad, debemos hallar la manera
mediante la cual nos pueda beneficiar en nuestra práctica profesional, y una de
esas maneras, posiblemente la más obvia, es la de convertirnos en empresarios.
Llegados a este punto, conviene referirse de una vez por todas a la incipiente
e inexplorada tercera vertiente de la antropología, la de la práctica autónoma
y profesional, aquella aplicada y adaptada a los requerimientos que impone
un capital cada vez más omnipresente en lo que atañe a la investigación en
ciencias sociales. La práctica de la antropología en el marco de la consultoría
privada, capaz de ofrecer productos específicos ante necesidades concretas,
presenta perspectivas alentadoras y supone sin duda un aliciente para que
aquellos antropólogos y antropólogas que opten por desarrollar sus carreras
en el mundo empresarial, se decidan a dar el salto fuera del lugar al que el
paradigma vigente les ha confinado.
104
como a la difusión final del producto, vendrán de fuera? ¿Contribuiremos
con ello a favorecer intereses opuestos a los pueblos y a la preservación
de la diversidad cultural? ¿Serán los antropólogos los nuevos abogados
del diablo en el campo del desarrollo, tal como lo han sido ingenieros y
economistas? Llegado a este punto es donde el antropólogo ha de hacer gala
de un posicionamiento ético, basado en la buena práctica y en principios
científicos sólidamente argumentados. Siempre podremos pensárnoslo dos
veces a la hora de adentrarnos en proyectos que no satisfacen un código ético
en menor o mayor medida consensuado4, aunque ello suponga renunciar a las
mieles ofrecidas por el mercado. Del mismo modo también es posible crear
una respuesta concreta, ambiental y socialmente respetuosa, y ofrecerla como
producto a una determinada organización.
4 Ante la falta de colegios profesionales o asociaciones de antropólogos en el mundo hispano, propongo como
referencia el código ético establecido por la American Anthropology Association.
105
Conviene por tanto, preguntarse acerca de las ventajas y los inconvenientes
de aceptar los hechos tal como son, así como empezar a considerar la opción
de vender nuestro trabajo. En primer lugar nos acecha la incertidumbre de si en
realidad existe ese mercado o aquellos contratantes, que al igual que nosotros,
hayan tenido la idea de considerar como vendible nuestro conocimiento. La
evidencia empírica nos demuestra que efectivamente dicho mercado existe,
aunque por un momento pueda parecer que está oculto o acaparado por las
instituciones académicas, en un tipo de competencia que bien podría ser
tachada de desleal desde un punto de vista económico, y que en absoluto
nos favorece. Por poner un ejemplo, la variable sociocultural debería ser un
requisito indispensable para la consecución de cualquier proyecto de desarrollo
(Cernea, 1995), y como tal viene incluida en la definición de Evaluación
de Impacto Medioambiental (o EIA en sus siglas en inglés), siendo un
requisito legal previo a la realización de cualquier obra, al menos en Europa.
Lamentablemente y en el caso de existir, los proyectos siempre se llevan a
cabo por profesionales que ni son antropólogos ni poseen las destrezas y los
conocimientos metodológicos para realizarlos. Del mismo modo también cabe
mencionar la fingida legitimidad que agencias gubernamentales y empresas,
han depositado en los estudios dirigidos desde las instituciones académicas.
La academia no sólo es entonces nuestro lugar de origen como profesionales.
A partir de ahora será también nuestra competencia más directa.
106
consultora independiente en proyectos de investigación cualitativa y evaluación
de programas públicos en materia indígena, en el tema de desarrollo social
y educativo. Su caso es sin duda ejemplo del hastío profesional que puede
producir en un antropólogo una atadura indefinida bajo la tutela del Estado.
Al mismo tiempo he aquí una facilidad que los viejos burócratas tienen y
los recién licenciados no: la disposición de una tupida red de contactos y
un volumen considerable de capital social5 que puede ser aprovechado en
beneficio propio.
5 Este concepto se interpreta, no en el sentido contable mercantil del importe monetario o el valor de los bienes
aportados por un número de socios, sino como variable que mide la colaboración social entre los diferentes grupos
de un colectivo humano.
107
en principio parece no haberlas o donde no tenemos la destreza de verlas.
Ello se da en virtud de un paradigma dominante que ignora la importancia
de los estudios sociales, incluso en los más insospechados rincones de la
sociedad. A este respecto, el profesional de las ciencias sociales debe adquirir
un papel activo como gestor, haciendo llegar a esas empresas o instituciones
gubernamentales la importancia de los estudios antropológicos, ya sea para
aumentar el éxito de sus proyectos o para mejorar la implantación de sus
políticas. Uno de los ámbitos en que esto está sucediendo es dentro de las
corporaciones. Precisamente entre las intervenciones más interesantes del ciclo
de conferencias referido, estuvo la del Ingeniero Antonio Vázquez Ferruzca,
pionero en un campo que vincula industria y cultura organizacional, en donde
la antropología aplicada independiente está dando sus primeros frutos. Sin
restar importancia a la labor de los psicólogos sociales o a los responsables
de los recursos humanos en las grandes compañías, se abre aquí un campo
de investigación multidisciplinar en el que los antropólogos tenemos mucho
que aportar. Patentes son los primeros trabajos en materia de antropología
industrial y cultura organizacional, que tanto en Europa como en América
Latina se han ido asentando dentro del campo de la consultoría privada.
Un pionero en este campo es sin duda Salomón Jorge Babor, reconocido
emprendedor que ha hecho de la colaboración con la empresa privada en los
más distintos ámbitos, desde la capacitación a la coordinación de grupos en
distintos contextos sociales hasta la comunicación, la cual es su verdadero
campo de investigación.
Tal vez este sea el campo donde los antropólogos tengamos un mayor
desempeño, debido al auge experimentado por la empresa transnacional y su
en principio aparente disponibilidad de recursos. Pero no conviene olvidar
108
otros campos en los que el antropólogo consultor puede especializarse. Tal es
el caso de la mediación intercultural y la resolución de conflictos en lugares
tan dispares como escuelas, centros de inserción, instituciones penitenciarias y
comunidades rurales, o de los desplazamientos de población, o asentamientos
involuntarios, en ámbitos sociales de migración, las relaciones interétnicas,
las políticas de igualdad de género, la conciliación de vida laboral y personal,
el riesgo de exclusión social, los proyectos de desarrollo, etcétera. Este tipo de
profesionales son cada vez más necesarios con el fin de solucionar problemas
antropológicos mediante una aproximación externa a la organización, y
por tanto independiente y autónoma. Para las organizaciones públicas,
sujetas a cada vez mayores recortes presupuestarios y a la imposibilidad de
contratar personal de plantilla, el medio más asequible de obtener este tipo de
asesoramiento a partir de la contratación de profesionales externos. Igualmente
aquí son varias las pequeñas empresas que se han formado bajo esta misión,
tanto en España como en el mundo anglosajón, pudiendo citar Magenta
Consultoría de Género y Mediación Social e Intercultural, JB Intercultural
Consulting, Dinamia Consultoría Social, Cross Cultural Consulting y Harnett
Tannam Consultancy. Una breve visita a sus sitios web permite obtener una
panorámica general de todos los servicios relacionados con la mediación
social e intercultural, y así conocer la labor de unos científicos sociales que, si
bien poseen vínculos con la esfera gubernamental o académica, permanecen
libres y autónomos en su práctica profesional.
109
este ámbito por los agentes federales y estatales, se ven complementados por
la financiación de fundaciones extranjeras y personalidades con vocación
filantrópica. Es aquí donde de un tiempo a esta parte, son varios los
antropólogos que han intervenido como consultores externos.
110
En último lugar conviene referirse a una de las consecuencias que se
derivan de la práctica profesional autónoma de la antropología, que no
es otra que la de vernos en condiciones de poder emitir juicios de valor,
de posicionarse a favor o en contra de nuestros sujetos de estudio o de la
actitud de nuestro empleadores. Si un antropólogo es contratado para algún
servicio en concreto, una vez que se ve respaldado por un trabajo de campo
exhaustivo y convenientemente documentado, una vez obtenidas una serie de
conclusiones sólidas, el antropólogo es el profesional más adecuado a la hora
de emitir juicios de valor o en el momento de definir políticas, recomendar
actuaciones o descartar programas, siempre sobre la base de un conocimiento
previo. ¿Acaso no ha sido contratado para ello? Si se le contrata, al fin y
al cabo se hace con el objetivo de que se pronuncie. Es su obligación dar
su aprobación sobre algo que está bien, así como también lo es denunciar
alguna actuación que en su opinión resulte una fechoría. Del mismo modo, un
antropólogo hará bien en pronunciarse sobre algún acto deleznable cometido
por las autoridades, al igual que puede verse en la postura de rechazar su
participación en un proyecto de desarrollo que suponga el desplazamiento
forzoso de una comunidad o ponga en peligro la subsistencia de la misma.
111
La diferencia entre el modo “tradicional” de hacer antropología y este
nuevo modo, radica en que esta última tiene en consideración las ventajas que
aporta tanto el posicionamiento como los juicios de valor del antropólogo.
Si la consultoría permite ser autónomos, la antropología debería ser un
instrumento que posibilitara reflejar los juicios propios de los profesionales
que la practican en los trabajos por los que se les contrata, siempre que
dichos juicios estén sólida y científicamente argumentados. A pesar de que en
ocasiones sean impuestos una serie de términos de referencia previos, o una
metodología específica para analizar un determinado problema o diagnosticar
las necesidades de una comunidad, el ejercicio autónomo de nuestra profesión
permitirá tomar una papel activo en el transcurso del trabajo etnográfico, será
posible darle un cariz propio, un reflejo del modo según el cual creemos que
deben hacerse las cosas. Dejar traslucir en nuestros estudios una voluntad de
cambio y transformar la realidad a través del convencimiento sutil de nuestros
empleadores.
112
Bibliografía
113
Vázquez-Mellado, Rosa María. La antropología: profesión de tercera.
Ponencia inédita. México.
114
No, la verdad es que no sé lo que hace un antropólogo
115
investigación. No sólo se trata de saber explicar lo que puede hacer un
antropólogo, sino de saber vender las habilidades y capacidades de este. Y
es que cuando se trata de ganarse la vida, de poco sirve presumir muchos
conocimientos, si éstos resultan de poca utilidad en el mercado laboral.
En este breve escrito describo mis andares y tropiezos por este camino que
recién comienzo en el estudio y la práctica de la antropología, desde el momento
en que decidí embarcarme en esta aventura ―hace casi cuatro años― hasta el
día de hoy, pocos meses antes de graduarme, momento en el que soy testigo
del marcado contraste entre lo aprendido a través de cientos de horas dentro del
aula y las exigencias del mundo laboral contemporáneo. Con ello, busco generar
un diálogo entre dos extremos: aquél caracterizado por el pragmatismo en
donde se ubican los que piensan que estudiar una carrera como la antropología
es, por de facto, una limitación futura para todo estudiante debido a que lo
aprendido dentro de esta área del conocimiento resulta inaplicable en el entorno
productivo actual; y aquél en donde se ubican quienes, por el contrario –y en el
otro extremo– estudian y enseñan la antropología haciendo de la academia una
isla que permanece ajena a la realidad y a las necesidades de la sociedad actual
y por ende, del mercado laboral.
116
educación superior es concebida únicamente como un medio para obtener un
empleo bien remunerado que posibilite satisfacer las necesidades económicas
básicas del individuo.
Tomar una decisión tan importante como esta, basada en lo anterior, supuso
algo insensato para gran parte de las personas que me rodeaban quienes no podían
dejar de concebir a la universidad como un medio cuyo principal beneficio se
obtiene una vez que los estudios se han finalizado, cuando se accede a un empleo
que permite la independencia económica y el ascenso en la escala social. Esta
concepción supone, como bien apunta Jesús Zúñiga García (2003: 14), que “…
la universidad debe subordinarse al ámbito económico y ponerse al servicio de
las reglas del mercado y, lo que es más grave, que el ser humano no es otra cosa
que un engranaje de la maquinaria económica que es nuestra sociedad”.
117
criterio para elegir mi carrera fuera el de disfrutar de cada minuto que le
dedicara a su estudio, sin sobrevalorar objetivos a largo plazo en detrimento
del gusto y la pasión por hacer las cosas día con día.
Enfrentar la realidad
«Se solicita un antropólogo»
118
periódico que diga “Se solicita un antropólogo”, a menos que se trate de un
puesto dentro de la academia. Sin embargo, para ejercer como docente en
una institución de educación superior, se requiere de al menos un grado de
maestría. ¿Qué hace entonces un estudiante que cursa los últimos semestres
de la licenciatura de antropología para conseguir trabajo? ¿Dónde buscar?
Llegado este momento, debo admitir que yo corrí con algo de suerte.
Inicié como voluntario en una organización de la sociedad civil poco después
de comenzar el quinto semestre de la carrera, lo cual ocurrió gracias a una
invitación que recibí de una antigua profesora de la preparatoria. Pero la suerte
nunca es suficiente si no se acompaña de trabajo responsable y habilidad para
saberse colocar. Como diría mi maestro Alberto García Espejel, sin aptitud y
actitud no se puede avanzar.
119
Finalmente, y aprovechando que se actualizaba el acta constitutiva de la
organización, me invitaron a formar parte de la misma, de manera oficial.
Así pues, fui nombrado Asociado Consultor de la organización. Poco tiempo
después de recibir mi nombramiento, y con más de seis meses de trabajo
no remunerado (económicamente), se me comunicó que el proyecto de
investigación que yo había ayudado a elaborar había sido seleccionado para su
financiamiento por el CONACYT, en cuya realización podría por fin aplicar,
hasta cierto punto, lo aprendido durante la universidad.
120
A lo anterior debo sumar otros aspectos de orden práctico. Mi dominio del
inglés fue esencial para el trabajo con fundaciones norteamericanas, las cuales
únicamente reciben proyectos en dicho idioma. Asimismo, mi capacidad de
síntesis y buena redacción constituyeron elementos fundamentales para la
elaboración de propuestas y solicitudes. Finalmente, fue el hecho de conocer
la metodología necesaria para realizar una investigación lo que me permitió
desenvolverme con relativa soltura durante la realización del proyecto.
121
las humanidades y las ciencias sociales, omiten por completo el adiestramiento
administrativo-fiscal que todo ciudadano trabajador debería tener.
Pero más allá de los aspectos técnicos como los mencionados, existió
otra limitante en mi formación como antropólogo, la cual se hizo patente
al momento de hacer una propuesta para el proyecto que mencioné en el
apartado anterior. Dicho proyecto consistía en la elaboración de una Unidad
Sanitaria Ecológica que sustituyera al WC tradicional, mediante el uso de un
sistema de almacenaje y descomposición especial, el cual permitiera procesar
las excretas humanas sin la necesidad de utilizar agua de por medio. Siendo
éste un proyecto de innovación tecnológica, mi jefe me preguntó “¿Cómo le
vas a hacer? ¡Si este proyecto no tiene nada de antropológico!”.
122
ha quedado atrás, adiestrando a los alumnos para el estudio de comunidades
rurales, cultos religiosos, tribus urbanas, y demás objetos (y sujetos) de estudio
que, en la práctica, y una vez fuera de la universidad, rara vez se tendrá la
oportunidad de estudiar por lo que ya he mencionado líneas arriba.
123
un estudiante se mueve a lo largo de su carrera, preocupado únicamente por
aprobar materia tras materia y dando gusto a cada profesor a lo largo de cuatro
años. Sin embargo esa incomodidad, por llamarla de algún modo, representa
tal vez la única forma de generar cierto grado de innovación en nuestra
disciplina, y tal vez, en cualquier otra.
En el mismo tenor, sería ingenuo pensar que cuatro años de estudio nos
proveerán la información y las herramientas suficientes para que seamos
capaces de enfrentarnos al mundo laboral y triunfar en el intento. Por el
contrario, la disciplina no se agota con la licenciatura y siempre es necesario
ir más allá. Y al decir esto, no me refiero únicamente a realizar estudios de
posgrado, sino a no conformarse con lo aprendido en las horas de clase, a
indagar por nuestra cuenta y así expandir, por interés o por necesidad (como
en mi caso), nuestra comprensión sobre aquellas áreas del conocimiento
que no dominemos. La carrera sólo representa, como bien dijo uno de mis
profesores, una embarradita, lo que en ningún caso será suficiente para hacer
frente a los retos y a las demandas del mercado laboral.
124
Así pues, inicié la lectura de autores contemporáneos que exponían el reto
de la antropología para abordar la complejidad del mundo actual. Un mundo
en el que, para explicarlo, era necesario problematizar las categorías teóricas
a partir de las cuales se analizaban los fenómenos sociales tradicionalmente,
mismas que, en el caso de la antropología, datan incluso de finales del siglo
XIX. Comprendí entonces la importancia de no casarse con ningún concepto
o teoría, pues éstos son válidos, afirmarían Popper y Kuhn, en la medida en
que son falsables.
Ahora bien, por mucho que una idea como la anterior pueda dar inicio a una
disertación teórica interesante y apreciada dentro de la academia, no representa
de ninguna manera, una forma de dialogar –y mucho menos de convencer– a
un interlocutor poco familiarizado con la disciplina o el trabajo académico.
Puede incluso ser contraproducente e interpretarse como una artimaña del
125
investigador quien, con palabrería y vaguedades, busca impresionar con un
discurso rebuscado pero vacío; léase: choro; o, en el mejor de los casos, un
dejo de presunción innecesario.
Vender la profesión
«Lo que haces no es representativo, no sirve.»
126
sobre la antropología aplicada parece estar hecha en un formato adecuado
para abundar en la reflexión académica sobre problemáticas sociales, pero
sin someter a examen quién hizo el estudio y cómo lo realizó” (Chagoyan,
2005: 81). En ese sentido y siguiendo lo propuesto por Marisol Pérez Lizaur
(2003), García Chagoyán (2005) supone que el hecho de que los consultores
antropólogos divulguen dicha información representaría una desventaja en un
mercado tan competido, en el mismo sentido en el que un laboratorio nunca
revelaría la metodología empleada para sintetizar cierto tipo de medicamento
patentable, pues esto supondría una desventaja competitiva.
127
Para ello, me di a la tarea de justificar mi investigación sin descartar por
completo su idea de realizar un estudio de mercado. De esta forma, le planteé
por escrito que gran parte del fracaso de la inserción de nuevas tecnologías
se debía precisamente a la poca o nula consideración que existe, durante su
desarrollo, de las verdaderas necesidades del sector poblacional en el cual se
pretende ubicar el producto innovador. Afirmé entonces que el conocimiento
profundo de la realidad social que se pretende impactar, es la clave para el
éxito de un proyecto como el que teníamos en manos, independientemente
del grado de innovación y de la calidad del producto. Asimismo propuse
que para la aprehensión de dicho conocimiento, era necesario ir más allá
de la investigación cuantitativa y el estudio de mercado tradicional, para
hacer indagaciones que permitieran “…contar con información profunda y
holística que revele el sentir, el pensar y el por qué […] de las acciones de los
diferentes segmentos poblacionales.” (Carballo y Riva, 2003).
128
Una vez aprobada la propuesta general, planteé un trabajo de varias etapas,
la primera de ellas empleaba como herramienta de investigación la entrevista
profunda no estructurada a jefes de familia, con el fin de conocer el perfil
general de los compradores potenciales del sanitario, así como la información
general sobre usos, costumbres y percepciones que los mismos tenían respecto
al agua y su escasez, así como respecto a las estrategias “amateur” para su
ahorro. También planteé como objetivo de esta etapa, conocer el grado de
familiarización de los entrevistados con las nuevas tecnologías pro-ecológicas.
En su conjunto, pretendía aportar las primeras nociones de la disposición que
existe para la compra y uso del prototipo que se desarrollaba.
129
Lo anterior ha sido una crítica recurrente al estudio antropológico. ¿Hasta
qué punto es útil una investigación que trabaja sobre muestras tan pequeñas?
Habiendo dicho esto, expliqué a mi jefe que el hecho de que el número de personas
entrevistadas fuera en apariencia pequeño, era precisamente lo que me permitía
hacer una investigación mucho más detallada y detectar elementos importantes
en la gente que, de otra forma, serían imposibles de analizar. Le convencí de que
a través de este método “microscópico”, obtendríamos información relevante que
una encuesta –con todo y su representatividad–nunca arrojaría.
A manera de conclusión
«…no pensé que esto de la antropología fuera así.»
130
Cuando fue mi turno, expuse los resultados, un poco intimidado por la
presencia de profesionales al ser yo el único estudiante de la reunión. Todos
miraban atentos hacia la pared blanca en donde se proyectaban las diapositivas
que había preparado con los resultados de la investigación antropológica.
131
Cuando hube finalizado mi exposición ante el resto del equipo de trabajo,
el director general del proyecto –un hombre mayor pero aún imponente– me
dijo: “Muy bien niño, te felicito. Está muy interesante lo que hiciste, no pensé
que esto de la antropología fuera así.”
132
Bibliografía
133
134
¿Por qué vale la pena ser antropóloga?1
Rosa Ma.Vázquez-Mellado C.
Soy antropóloga y me gusta ser antropóloga, eso no quiere decir que serlo
haya sido fácil y como antropóloga aplicada, menos. Sin embargo, no me
arrepiento de mi elección y estoy orgullosa de lo que hago.
135
punto: “Los antropólogos no podemos intervenir en procesos de cambio, solo
los estudiamos”. Sustentaban sus aseveraciones con historias de antropólogos
que habían participado en cambios y alteraron de tal manera la cultura original
que ese grupo había desaparecido, o casos de estudiantes de Antropología que
habían promovido movimientos políticos en comunidades campesinas que,
tiempo después de que ellos se hubieran marchado, habían sido arrasadas
por el ejército. ¡Quién no ha oído hablar del Plan Camelot en Chile, cuando
después del golpe militar de Pinochet fueron utilizados antropólogos para
identificar líderes comunitarios, que luego fueron asesinados, con lo que
desarticularon ¡cualquier levantamiento de la población!
136
Por otro lado, la mejor parte fue que aprendí a ver con otros ojos y a vivir
de otra manera: siempre he creído que la antropología me cambió hasta la
manera de caminar. Aprendí a mirar diferente. A pensar con otros esquemas
mas igualitarios al comprender la diversidad cultural, a entender “la otredad”.
Las sociedades por las que transitamos no creen en los antropólogos. No creen
que tengamos mucho que aportar. Los grupos con los que hacemos trabajo de
campo nos aprecian, nos hacen compadres, pero no creen que lo que fuimos a
hacer pueda servirles de algo. Solamente somos considerados, algunos, como
buenas personas, agradables, y por eso nos ayudan: “¡Ay hombre! Contéstale
a la güerita, no ves que es para la escuela.”
137
psicólogos, comunicólogos, actuarios y hasta ingenieros, quienes se convierten
en “expertos” para atender y “resolver” los problemas sociales.
138
En una ocasión alguien me dijo que cada persona que accedía a una
carrera, la escogía para resolver algo en su interior. Quienes hemos llegado a
la antropología buscamos entender nuestra propia marginación. Por eso hay
empatía con grupos marginados. No obstante, ahí reside la trampa: nos sentimos
jodidos, buscamos el ser “diferentes”, ser parte de una minoría. Sin embargo,
no podremos ayudar a los jodidos a salir de la jodidez desde la jodidez.
139
Estas son grandes aportaciones que hacemos al mundo, no solamente se trata
de teorías y una metodología científicas, sino de un acercamiento igualitario
con una base racional perfectamente bien estructurada y muy robusta.
Al inicio de la plática les dije que me gusta ser antropóloga y sobre todo
aplicada, pero no ha sido fácil. En efecto, las dificultades comenzaron cuando
me interné en un terreno para el que no me habían preparado en el aula, porque
permítanme anticiparles: a los antropólogos en este país nos enseñan a hacer
investigación académica lo que, en principio, solamente nos sirve para eso y
para la docencia. No nos muestran otros caminos principalmente porque los
profesores los desconocen y, en su mayoría no les interesa.
Así que retomando, como les decía, me hice sobre el camino, o más bien,
he ido haciendo el camino y así aprendí a elaborar propuestas, a cotizar, a
negociar, a obtener resultados rápidos y a entregar documentos en los códigos
del cliente. Espero que comprendan que aprender ha significado muchos, pero
muchos fracasos por el camino. Uno de los más fuertes fue cambiar mi forma
140
de acercamiento, de uno fuerte y contestatario, en constante pugna con la
figura de autoridad, a un discurso fuerte y firme pero conciliador, respetuoso y
maduro, con el fin de sensibilizar a los tomadores de decisiones para abrirlos
a un cambio en su concepción de la otredad, de su personal o de la población.
El Diagnóstico de Clima Laboral que entregué fue muy bueno, según yo,
pero para los ejecutivos trastocó el frágil equilibrio con el que mantenían
sus relaciones de poder: evidencié la ineficiencia del gerente de Recursos
Humanos y hostilicé su actitud hacia mí. Como resultado, no volví a ser
requerida para “apoyar” la resolución de problemas y mi trabajo fue guardado
en un cajón para después pasar a la basura. La búsqueda de la verdad sin
cuidar cómo decirla, se convirtió en mi primer gran fracaso.
141
y elaborando diagnósticos de cultura organizacional. Ha sido una larga
travesía, este es el aprendizaje que hoy quiero compartir con ustedes.
142
Como consecuencia de este estudio propusimos la necesidad de hacer
otro complementario al anterior, igualmente en Oaxaca: “La comunidad y
el personal del Programa de Control: dos visiones del paludismo” (2002).
Había por primera vez un reconocimiento de la necesidad de incorporar a
la cultura organizacional de los trabajadores, como elemento básico en la
definición de estrategias de acercamiento a la población, logrando que esta
participara en las estrategias de prevención.
143
Océano Pacífico”. Este ha sido el proyecto más importante que ha realizado
COMINCAP, mi empresa de consultoría. Su duración fue de 15 meses.
Hicimos trabajo de campo en tres estados de la República: Michoacán, Nayarit
y Chihuahua. Las aportaciones de esta investigación son:
Como pueden ver, la antropología sirve de puente entre las culturas: somos
traductores culturales de gran valor.
144
No obstante, hemos visto que nuestra profesión se encuentra en una baja
estima social. Mi invitación es a reconsiderar que lo que sabemos hacer es
de gran valor. Nos hemos sentado en la idea de que lo que hacemos es tan
agradable y “fácil” que cualquiera lo podría hacer, pero no es así.
145
3. Que instituciones y empresas han comenzado a reconocer la importancia
de lo social.
• Alta estima.
146
evidenciarse. Sé de una empresa de comunicólogos que ofrece, con bastante
éxito, la etnografía a la iniciativa privada. En Estados Unidos, una de las
empresas de consultoría más grandes en el mundo, Andersen Consulting,
contrata antropólogos año con año.
147
No obstante, podemos aprender. El antropólogo es un aventurero que sabe
cómo abrir puertas, lo único que requiere es identificarlas, saber en dónde
están, porque como dije antes, no sabe que lo que sabe es de gran utilidad para
la sociedad, y la sociedad no sabe que lo que sabemos hacer puede ayudar
enormemente.
Queda mucho por aprender, hay ahí un amplio horizonte, lleno de retos, de
sorpresas, y aceptarlos se convierte también en una manera de vivir la vida.
148
Tres vertientes de aplicación de la antropología1
1 El presente artículo se basa en una ponencia presentada en el Encuentro sobre Antropología Aplicada “Antropología
a la Mexicana”, llevado a cabo en Puebla, Puebla, en octubre de 2001. La versión que presento en esta ocasión
la realicé después de una revisión detallada, considerando los comentarios que han hecho algunos colegas, y
actualizando y reformulando algunas ideas como resultado de la experiencia acumulada.
149
la vida político-administrativa del país, consiguiendo la institucionalización
de esa praxis y de su enseñanza. En esta etapa intervienen antropólogos tan
destacados como Antonio Caso, Miguel Othón y Mendizabal, Moisés Sáenz,
Villa Rojas y Aguirre Beltrán, aunque muy especialmente en la noción
práctica el iniciador es Manuel Gamio. Posteriormente a esa primera praxis
social se afianza, siguiendo con la clasificación de Lameiras, la actividad
institucional hasta llegar a una crisis de la disciplina junto con otras ciencias,
en 1968. Esta periodicidad de la antropología, se lleva a cabo en consonancia
con las disputas paradigmáticas que se presentan en la teoría antropológica
nacional entre las corrientes culturalistas-particularistas, el estructuralismo
histórico, el funcionalismo, el indigenismo y el marxismo ortodoxo, y
posteriormente, entran en la disputa la ecología cultural y el marxismo
revisionista (Hewitt,1988).
150
Como decía, si bien la antropología aplicada surge en el ámbito político-
administrativo, participando en las políticas integracionistas y desarrollistas del
estado mexicano, posteriormente, a partir de la segunda mitad de los ochentas
y más claramente a partir del neoliberalismo salinista, se ha ido desligando
en parte de ese ámbito y ha pasado a desarrollarse en la iniciativa privada
por medio de consultoras. Esta situación es la que en cierta medida genera
la tercer posición, pues no es lo mismo hablar de la antropología «aplicada-
institucional», la cual se realiza en dependencias ligadas a los gobiernos
estatales o federales (Casas de Cultura, Culturas Populares, Secretarías de
Estado, sobre todo las de “desarrollo”, y en particular el ex- INI, actualmente
CDI, que es donde tiene su origen), que de la realizada en las consultoras
y luego de estas y la llamada antropología «académica» (desarrollada en
universidades y centros de investigación)2.
151
aunque no es lo único, sobre los más diversos aspectos de la superestructura,
no obstante, también le dedica mucha atención a los estudios estructurales de
economía y de relaciones sociales de producción. Este tipo de antropología
tiene como distintivo que en ella abunda la descripción detallada y las
discusiones conceptuales; ante todo pretende ser teórica y seguir un esquema
rígido de hacer ciencia, privilegiando el llamado método científico3.
Desafortunadamente, en la práctica esta manera de “hacer ciencia” se limita
las más de las veces, a copiar el modelo propuesto por algún autor de moda,
y a tratar de comprobar la existencia o aplicabilidad de este en el área que
el investigador escogió. No se aporta nada o casi nada a la generación de
conocimiento científico, sólo se busca comprobar lo que otros dicen.
3 Aunque se manifiesta casi siempre lo contrario, en la práctica se parte de la idea de que, cumpliendo con todos
los puntos que a manera de listado se enuncian como método científico, se está haciendo ciencia, es decir, con que
se ponga por lo menos una Enunciación y Definición del Tema a tratar, Objetivos, Hipótesis, Método, Desarrollo
o presentación de los datos (contenido), Resultados, Conclusiones y Bibliografía, ya se está cumpliendo con la
elaboración de un documento “científico”, aunque con ello se cae en una confusión entre lo que es el método y lo
que es meramente un esquema de presentación de resultados.
152
del huarache”, expresión relativa a “…ciertos estudios, caracterizados por
dedicar lustros de esfuerzos descriptivistas sobre temas que pueden parecer
exageradamente especializados [...]”. Esta antropología señala que la ciencia
sólo se elabora a partir de seguir los cánones establecidos ortodoxamente
en la labor antropológica. Es decir, se debe insertar el antropólogo en una
comunidad a estudiarla por lo menos durante un año, para poder comprender
la realidad analizada en su totalidad; debe, de ser posible, vivir con una familia
para apreciar la dinámica que se desarrolla en ésta y para poder describir y
comprender todas las actividades realizadas4.
153
con pequeños cambios en diversos foros. Justamente la tardanza en la
aparición de los resultados de una investigación realizada de esta manera,
hace que éstos se encuentren desfasados con respecto a la realidad estudiada,
pues ésta es dinámica, cambiante.
154
investigador y en todo caso por “su equipo”7, por lo que no hay una discusión
y/o participación multidisciplinaria, o por lo menos esta es mínima8.
7 Asociado a estas condiciones, se suele presentar en algunos profesores una especie de actitud que yo denominaría
de “caciquismo intelectual”, es decir, un maestro-investigador suele realizar “su investigación” en “su comunidad”,
pero curiosamente, después de un cierto tiempo, deja de asistir al trabajo de campo y solo envía a los estudiantes
de “su equipo” a que saquen información, bajo el pretexto de que de esa manera ellos van a ir aprendiendo. El
investigador utiliza la información que le traen los estudiantes sin darles, en la mayoría de los casos, los créditos. Me
ha tocado incluso observar investigadores que elaboran ponencias, o bien “ofertan su información” en dependencias,
como sí ellos hubieran obtenido los datos.
8 Aunque también aquí cabe aclarar que, de acuerdo a las normas que el CONACYT está pidiendo para aprobar
proyectos académicos, esta situación (conformación de equipos multidisciplinarios), junto con la elaboración de
investigaciones comunitarias y la no aplicabilidad de los resultados, está provocando que algunos investigadores
estén cambiando su forma de proceder si quieren acceder a los apoyos, aunque también se da el caso de que por
ello muchos investigadores en ciencias sociales no se atreven a solicitar estos apoyos o bien son rechazados en las
evaluaciones.
155
En descargo de estas situaciones manifestadas sobre la antropología
académica, podemos señalar la permanente carencia de recursos para realizar
sus investigaciones, así como la necesaria inserción del investigador en la
modalidad de acumulación de puntos (llámese SNI, escalafón o apoyo a la
investigación) para poder subsistir9. Sin embargo, es justo señalar que esta
antropología en cierto sentido está cambiando en varios aspectos, como
veremos líneas adelante.
9 Guillermo Sheridan en un ya añejo pero excelente artículo que mantiene su valor, titulado “Ganando puntos” (La
Jornada Semanal del domingo 23 de febrero de 1997), resume magistralmente la situación de los investigadores del
SNI (caso que es aplicable al sistema de puntos que se han adoptado en diversas instituciones educativas para apoyar
a sus investigadores) en esa carrera de “puntitis” en que se ha convertido la academia: “La impartición de cursos, el
merecimiento de grados, las publicaciones y los premios, han aumentado en proporción directa a los estímulos en
subasta. Y no es que haya una súbita bonanza del conocimiento: lo que hay es bonanza de puntos disponibles. En
una bolsa tan especulativa como la de valores aumenta la inversión en currícula, no necesariamente la producción
de inteligencia. Debido a los estímulos, un maestro comprime su seminario de 40 horas en un diplomado de cuatro
y/o en una conferencia de una hora. [...] Los puntos en disputa varían según la naturaleza de los eventos: un curso
de 40 horas da puntos y su versión conferenciada da otros. Si la misma conferencia se encoge a ponencia y entra
a un simposio, da más puntos; si al simposio se invita a alguien de Xalapa, aumentan porque es interinstitucional;
si se invita a un ictiólogo, aumentan porque es interdisciplinario; si viene un amigo de la University of Texas,
aumentan porque es internacional; si hay memorias -y siempre las hay-, aumentan porque hay publicación, etc. Los
coordinadores ganan con todo.” (el subrayado es mío).
156
o de “incorporación o asimilación a la sociedad mayor” para otros, de los
grupos indígenas y de los grupos marginados. Sería asimismo la que sirvió
de guía para la implementación de programas como Coplamar, Solidaridad o
más recientemente Oportunidades.
157
Dicha posición también se adentró cada vez más a nuevos campos de estudio
y nuevos espacios, lo cual le acarreó críticas por parte de los académicos
más ortodoxos, quienes no consideraban como antropológicos los estudios
de las ciudades, con temas sobre grupos populares-urbanos, chavos banda,
niños de la calle, o estudios sobre obreros, industria o del espacio urbano
mismo10. Posteriormente, y de una manera algo convenenciera, la antropología
académica ha ido cambiando como señalamos anteriormente, aceptando e
incorporando estos nuevos campos y espacios, en parte por la “comodidad”
que representan al investigador, pues ya no es necesario irse a meter a una
comunidad sin servicios.
10 Hay que recordar que la antropología tradicional tenía como campo de investigación casi exclusivo el espacio
rural y los grupos indígenas y campesinos; se llegó a la ciudad siguiendo a esos grupos, analizando como vivían y
se desenvolvían en ella. Posteriormente fue cuando se comenzaron a interesar en otros grupos de ese nuevo espacio
urbano.
158
en México a raíz de la crisis económica, de los mandatos de organismos
financieros internacionales, así como el acatamiento que de ellos hace nuestro
gobierno, los cuales implican adelgazamiento del aparato burocrático, por lo
que incluso las nuevas generaciones de “científicos sociales” ven reducida sus
posibilidades de fuentes de empleo.
11 Aunque por otro lado, hay que mencionar que en algunas dependencias gubernamentales sólo quieren que se
les valide el trabajo, como mero requisito, por lo que están prefiriendo contratar a “académicos”, los cuales se
encuentran “avalados” por la institución educativa, llámese universidad o centro de investigación, estableciendo
con ellos una relación diferente, donde no hay exigencia pues el estudio es sólo un requisito y se archivará, por lo
que se busca que tenga un menor costo. Esta idea se toca de nueva cuenta con otras implicaciones, líneas adelante.
12 Como ya señalé, en algunas dependencias gubernamentales sí se venía realizando una investigación aplicada e
incluso, ello permitió el impulso inicial de la antropología de este tipo.
159
pueden realizar cabalmente o bien, en el peor de los casos fracasan, si no se
considera el factor social. Esto es, los diferentes grupos sociales intervienen
siempre, contrariamente a la visión que se tenía de que eran seres pasivos.
Ahora, el pretender un cambio tecnológico en una empresa, el implementar
una tecnología moderna para incrementar la productividad; el tratar de llevar a
cabo un programa de construcción de vías de comunicación en general (llámese
metro, libramientos, carreteras, etc.) o de obras de infraestructura social o
privada (presas hidroeléctricas, aeropuertos, desarrollos turísticos, estadios,
etc.); el tratar de hacer viables programas de atención social en el terreno
educativo o médico; el diagnosticar las necesidades reales para implementar
programas sociales diversos; el realizar estudios físicos exploratorios con fines
mineros o petrolero, o el pretender cambiar sistemas productivos, constituyen
situaciones que necesariamente tienen una respuesta de las personas que se ven
o se sienten afectadas o alteradas, sean obreros, empleados, líderes, colonos,
vecinos, tianguistas o grupos de diversa índole, ya sea porque trabajan en
la empresa, porque realizan alguna actividad relacionada con el sistema o
simplemente porque viven en un espacio determinado, lo que los convierte en
actores sociales inmersos en el proceso.
- Tiempo. En todos los casos, las investigaciones que se contratan con una
consultora cuentan con un tiempo relativamente corto para realizarse (o por
lo menos más corto que en los dos casos anteriores) pues cuando se decide
160
contratarla, es porque se requieren respuestas inmediatas para un problema
que ya está afectando los intereses del empleador. En la gran mayoría de las
ocasiones, el consultor contará únicamente con uno a tres o cuando mucho
seis meses para realizar la propuesta, llevar a cabo la investigación y exponer
los resultados. Dependerá de su habilidad negociadora el poder explicar
al contratante, que algunos aspectos son aplicables en el mediano plazo y
requieren de un seguimiento. Además, es común que las más de las veces
durante el desarrollo de la investigación, el consultor social esté a expensas
del tiempo de los técnicos, de los supervisores, de los encargados de las obras,
a quienes les suele parecer poco importante el trabajo social, por lo que llegan
a retardar los trabajos de investigación. Por si esto fuera poco, es común
que si la consultoría no se puede llevar a cabo en los tiempos estipulados, el
contratante imponga multas, quitando con ello parte de las posibles ganancias,
cosa que no suele suceder cuando se establece el vínculo con una institución
académica.
161
empleador provienen de ámbitos académicos completamente ajenos a las
ciencias sociales y por tanto, se les dificulta incluso el manifestar que es lo que
pretenden con un estudio, no les es fácil a veces el indicar cuál es el problema
social que los afecta, o bien, no alcanzan a comprender los resultados por la
manera en que están manifestados e incluso, también hay confusiones por el
empleo de ciertos conceptos13. Los científicos sociales las más de las veces
tratamos de explicar la propuesta y sobre todo los resultados, con un lenguaje
sumamente descriptivo y casi siempre teórico, lo que lo vuelve confuso (o
“rollero”), para alguien que por su parte maneja un lenguaje más esquemático.
Esta situación provoca que el consultor tenga necesariamente que aprender
algunos elementos del lenguaje técnico, conocer conceptos y temporalidades
diferentes, es decir manejar un lenguaje que le permita comunicarse con esos
técnicos y con otros profesionistas.
13 Como ejemplo puedo citar discusiones que se han presentado en algunas consultorías que hemos brindado, por el
manejo de conceptos tales como “afectación”, “impacto”, “alteración”, “corrupción”, “beneficio”, etc.
162
no deslegitima a la ciencia antropológica sino que la nutre, revitalizando el
propio método antropológico. Además, otro problema para poder aplicar solo
el método antropológico y que tiene que ver con los lenguajes y concepciones
diferentes, es que la mayoría de las veces el contratante no entiende el método
y lo considera poco válido, por el tiempo que emplea, para brindar resultados
adecuados.
163
la investigación14. El investigador recibe un pago extra (aunque sea mínimo),
incrementa así su curriculum y tiene materiales para seguir acumulando puntos
en su carrera escalafonaria o para mantenerse en los sistemas de investigación
antes señalados, aunque para ello generalmente deba restarle tiempo a sus
actividades académicas normales e incluso, llegar a emplear mano de obra
de los propios estudiantes a cambio de una calificación. Todos salen ganado,
supuestamente.
Los “únicos” que salen perdiendo son el resto del gremio, es decir, la
inmensa mayoría que no labora en las universidades o centros de investigación
(pues sólo algunos cuantos trabajan en los centros académicos). Sin embargo,
hay que reconocer que los que más pierden son los consultores, y lo que es
peor: estamos convencidos que sale perdiendo la disciplina antropológica en
su conjunto, pues el trabajo que desarrolla seguirá viéndose por los mandos
directivos de las dependencias y empresas, como complementario y de costos
ínfimos, por lo que no se revaluará, y por lo que en muchas ocasiones, sólo se
encargará para cubrir un requisito15.
14 El porcentaje que reciben las universidades y centros en un proyecto llega a ser del 40%, el restante se distribuye
entre los investigadores.
15 Parece ser que parte de la cultura empresarial implica que “lo que no cuesta, no vale”. En proyectos globales de
consultoría conjunta con ingenieros, hemos tenido oportunidad de ver los altísimos costos que éstos marcan por sus
trabajos, donde el “componente social” es sólo una pequeña parte del costo global; en contraparte, también hemos
visto como algunos colegas “académicos”, sufren al momento de establecer los costos de un proyecto, por no saber
qué presupuestar.
164
conseguir participar en un concurso para obtenerlo y otro tanto en poder
adjudicárselo, además de que desconocen las dificultades que implica el ganar
un proyecto16; y los consultores por su parte, envidian la estabilidad laboral y
remunerativa de aquellos y critican su falta de productividad.
16 Las dificultades de hecho aparecen desde el conseguir entrar en los concursos, de los cuales a veces por carecer
de red de relaciones, no se tiene conocimiento. A diferencia del académico que, como ya señalamos, le puede llegar
el trabajo sin buscarlo, mediante los departamentos de vinculación de las instituciones, el consultor debe establecer
una serie de relaciones y alianzas para que lo inviten a los concursos, lo que implica incluso el contar con una
presencia, una presentación impecable y el manejo de un lenguaje adecuado y seguro para vender su producto: las
ciencias sociales.
165
sobre todo se debe tener recursos financieros para arriesgar, pues cuando se
gana un proyecto, en ocasiones es posible que se tenga que brindar una fianza,
lo que implica el dar como garantía propiedades inmobiliarias que se pueden
perder si el contratante considera inadecuados los servicios. En la antropología
académica aplicada, generalmente los investigadores hacen uso de los recursos
que la propia institución les brinda y nunca se arriesga una fianza.
17 De hecho, en los artículos de Garibay, Vázquez-Mellado y en otro escrito por un servidor, abordamos justamente
parte de estas implicaciones formativas.
166
Reflexiones finales
Es difícil hablar de una conclusión, pues cada una de las diferentes variantes
de la disciplina tiene sus pros y sus contras, mismos que hemos tratado de
mostrar. Creemos que lo indispensable en este momento, es hacer de las tres
visiones antropológicas una sola. No está peleada la aplicación práctica de
ninguna disciplina, pues de hecho la ciencia nace para explicar los fenómenos,
comprenderlos, dimensionarlos y transformarlos en beneficio de la sociedad.
Una ciencia que no se renueva mediante la solución práctica a problemas,
desaparece poco a poco, pasa del inicial empuje que le da sentido hacia una
etapa enciclopédica y hacia un desuso gradual de sus conocimientos generados.
La antropología es una ciencia que se ganó un espacio en el conocimiento
universal, pero que, desafortunadamente, todavía no puede competir con
otras carreras sociales que han venido recibiendo un fuerte impulso, lo que
las hace más conocidas para los directivos de dependencias y empresas, los
cuales prefieren contratar a esos profesionistas (sociólogos y psicólogos
sociales principalmente) que se han proyectado, pues desconocen la labor que
los antropólogos pueden hacer. Es el momento de cambiar la imagen general
de que el antropólogo es el sujeto extraño y exótico que descubre “huesitos”,
“tepalcates” y “pirámides”, por la del científico social que dimensiona y
propone acciones adecuadamente para atender la dinámica situación social.
167
Bibliografía
168
Lameiras, José. (1979). “La Antropología en México. Panorama de su
desarrollo en lo que va del siglo”, en: Las Ciencias Sociales en México.
México: El Colegio de México.
169
Antropología Antropología
Características Antropología “institucional”
“académica” “consultoras”
En dependencias ligadas
Empleador
a los gobiernos estatales o
variable y en
federales (Casas de Cultura,
En universidades expansión:
1. Lugar de Culturas Populares, Secretarías
y centros de iniciativa
trabajo de Estado, sobre todo las de
investigación. privada y
“desarrollo”, y en particular
dependencias
la CDI que es donde tiene su
públicas.
origen).
Supuestamente
dedicada en esencia
a preparar nuevas
generaciones de
Dedicada a atender problemas Negocio.
antropólogos.
sociales.
2. Fines
Aplicación del
explícitos Realizar investigación.
La investigación (si la hay) es conocimiento
para la acción. antropológico.
Difusión del
conocimiento
científico
antropológico.
Pretende
No pretende resolver Sirve de guía para la resolver
3. Fines
problemas sociales, implementación de programas problemas
implícitos
sino sólo explicarlos. sociales. existentes o
prevenirlos.
170
Antropología Antropología Antropología
Características
“académica” “institucional” “consultoras”
Propuestas prácticas a
“Mano de obra
problemas planteados.
intelectual”.
Ampliamente crítica Capacidad de
4. Condiciones No preparada para
y analítica, poco resolución, relación e
necesarias línea de mando y toma
propositiva. inventiva para proponer
de decisiones.
ideas claras, concretas
y factibles. Diseño de
Disponibilidad.
escenarios.
Temas más
Nuevos temas y Variedad de temas y
5. Temas tradicionales y que
espacios de estudio. áreas de estudio.
después se renuevan
Estudios se
circunscriben a Estudios comunales,
6. Espacios comunidades o Estudios comunales y regionales (los más
estudiados espacios limitados, o regionales. frecuentes) y/o
a grupos sociales muy nacionales.
reducidos.
171
Antropología Antropología Antropología
Características
“académica” “institucional” “consultoras”
Confusión entre ciencia y
política.
Esquema rígido Uso indiscriminado
de hacer ciencia, Carece de manera general de diversas
privilegiando el de una “metodología metodologías.
8. Metodología
llamado método científica” y hace uso de
científico y el método otros métodos. Baja elaboración
antropológico. teórica.
Bajo nivel de elaboración
teórica.
Escasa descripción,
poca discusión
Descripción detallada Escasa descripción,
conceptual,
9. Método junto con discusiones pocas discusiones
tratamiento de
conceptuales. conceptuales.
aspectos más
prácticos.
Estudios y aplicación
Estudios y aplicación
10. Método Estudios de gabinete en campo, aunque con
en campo intensivo.
lentitud.
11. Forma de Trabajos Equipos Equipos
trabajo individuales. multidisciplinarios. multidisciplinarios
12. Tiempo de Estudios de mucho Estudios de corta Trabajos de muy corta
trabajo tiempo. duración. duración.
Resultados muy
13. Tiempo de Resultados poco o nada Resultados
desfasados en el
resultados desfasados en el tiempo. inmediatos.
tiempo.
172
Antropología Antropología Antropología
Características
“académica” “institucional” “consultoras”
Resultados
Resultados
Resultados específicos específicos
presentados como
14. Fines de los para la realidad y para la realidad
realidades más
resultados espacio “estudiado” o y espacio
generales y similares
atendido. “estudiado” o
a otros espacios.
atendido.
Informe general,
resumen
ejecutivo y
Académicos: libros,
15. Presentación de Técnicos (reportes, presentación
ponencias, artículos
resultados folletos, manuales). ejecutiva.
(algunos repetitivos).
Frecuentemente
confidenciales.
Difusión mínima. Nula difusión.
Ampliamente
16. Difusión de difundida pues
Suele no haber No hay
resultados predomina en el
“traducción” “traducción
ámbito académico.
académica. académica”.
Escasez de recursos.
Recursos
Recursos financieros
Muchos “abundantes”
para aplicación (no
17. Recursos investigadores pero
para estudio), aunque
no saben o les da “condicionados”
insuficientes.
“flojera” conseguir (fianzas).
fondos.
173
Antropología Antropología Antropología
Características
“académica” “institucional” “consultoras”
“Consultorías”
Costos más elevados
en competencia
(infraestructura, mano
desleal. Bajos costos
de obra calificada y/o
18. Costos (infraestructura, mano No aplican.
capacitación, salarios
de obra estudiantil,
de investigadores, pago
compensaciones a
impuestos).
investigadores).
Salarios según
Buenos y estables más Salarios mínimos.
consultoría, aunque en
“Puntitis” curricular.
19. Salarios general altos.
Prestaciones
Prestaciones amplias. básicas.
Sin prestaciones.
Estabilidad y derechos
laborales. Inestabilidad y nulidad
Estabilidad y
de derechos laborales.
20. Estabilidad derechos laborales
Difícilmente hay
Laboral (aunque cada vez
exigencias (aunque Posibilidades de ser
menos).
la situación está demandados.
cambiando).
Folklórica, sumamente Innecesaria, costosa
21. Imagen al Mano de obra
“rollera”, poco práctica,
exterior buena y barata.
revoltosa. “snobismo”, “caché”.
174
Antropología Antropología Antropología
Características
“académica” “institucional” “consultoras”
“Estudios del
huarache”. “Antropología
grasienta”.
“Genocidio social”.
“Caciquismos
intelectuales”: los “Populista”, sirve
Sirve a los intereses de
22. Epítetos investigadores se a los intereses de
los que están en el poder
adueñan de temas y los gobernantes en
para explotar a las clases
áreas. turno para acallar
bajas.
algunas demandas
Explotación de sociales.
alumnos.
175
176
Legislación y antropología: Una experiencia profesional
La década de los años noventa del siglo pasado, como nunca antes se había
visto en la historia del país, estuvo marcada por una presencia inusitada de los
pueblos indígenas en las discusiones académicas y políticas. Esto se debió,
entre otros factores:
1 - Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales, adoptado
el 27 de junio de 1989; Declaración de la Organización de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas.
- Proyecto de Declaración de la Organización de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas (en julio de
1993, Naciones Unidas acordó el proyecto de declaración y lo presentó a la Subcomisión de Prevención de
Discriminaciones y Protección a las Minorías, el cual fue aprobado en 1994 por la Subcomisión y presentado
a la Comisión de Derechos Humanos para su examen, donde también fue aprobado en el año 2007).
- Proyecto de Declaración de la Organización Estados Americanos sobre Pueblos Indígenas, aprobado para su
análisis el 27 de Febrero de 1997 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
177
Estados Unidos Mexicanos, reconociendo la composición pluricultural de la
Nación mexicana sustentada en los pueblos indígenas2;
178
En la Cámara de Diputados, a partir de estas reformas, se han trazado tres
grandes líneas de trabajo legislativo:
Aquella que pugna por consolidar las reformas legislativas del 2001,
trasladando a las leyes secundarias los efectos de estas reformas.
179
del sujeto de la acción legislativa: los pueblos indígenas y sus comunidades y,
4) las materias sobre las que se han presentado acciones legislativas durante
el periodo 2006-2009, en el que me he desarrollado profesionalmente dentro
la Cámara de Diputados.
180
del presupuesto anual federal en la materia.
pueden recaer sobre cuestiones políticas o de orden interno, problemas coyunturales, que adquieren la característica
de un acuerdo y que hacen llegar a los órganos administrativos correspondientes”. Manual de procedimientos
legislativos y sus formatos”. Coordinación Jurídica del Grupo Parlamentario del PRD. (s/f). México. Pág. 2.
8 Conforme a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Cámara de Diputados tiene la obligación
de reunirse en sesión plenaria a fin de dos veces por año, la primera a partir del 1o. de septiembre de cada año y hasta
el 15 de diciembre; la segunda desde del 1o. de febrero hasta el 30 de abril de cada año. A cada uno de estos eventos
se les denomina periodo ordinario de sesiones.
9 El procedimiento legislativo, “…es la secuencia que sigue toda la iniciativa de ley o decreto en el Congreso
de la Unión desde su recepción, discusión, aprobación, promulgación y hasta su publicación. Puede concluir con
rechazo o aplazamiento…”. Martínez Morales, Rafael. (2006). Diccionario Jurídico General. Tomo III. México:
IURE Editores, UNAM.
181
Como sabemos, la nación mexicana tiene una composición pluricultural
y multiétnica expresada en la presencia de al menos 68 pueblos indígenas10,
hablantes de 364 variantes lingüísticas11, con un número indeterminado de
comunidades con diversas formas de organización social, sistemas jurídicos
y relaciones específicas establecidas con el Estado nacional de acuerdo a
circunstancias históricas propias. No es la misma la relación del Estado con
el pueblo yaqui, a la de los zapotecos del istmo o los ñhañhö del estado de
Querétaro, sólo por señalar algunos casos.
10 De acuerdo al Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), existen en el país 68 pueblos indígenas o
agrupaciones lingüísticas, además de un conjunto de variantes lingüísticas. http://www.inali.gob.mx/catalogo2007/,
consultado el 11 de agosto del 2010.
11 Diario Oficial de la Federación (DOF). Primera Sección. 14 de enero del 2008, México. Pág. 42.
182
En este periodo se presentaron 53 asuntos legislativos concernientes a
pueblos y comunidades indígenas. Estos fueron turnados a diversas Comisiones
Legislativas de la Cámara de Diputados para análisis y dictaminación: 24
iniciativas de ley, 13 minutas enviadas por la Cámara de Senadores y 16
proposiciones con Punto de Acuerdo. Las materias que tratan son:
a) Iniciativas
El número de iniciativas de ley y los temas que estas abordan son muy
diversos: cuatro iniciativas sobre la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas; cuatro sobre educación indígena; tres sobre lenguas
indígenas; representación política, tres; una iniciativa en los siguientes temas:
territorios indígenas, conocimientos tradicionales, presupuesto, sistemas
normativos, recursos fitogenéticos; pueblos indígenas como sujetos de
derechos y consentimiento previo, libre e informado, medios de comunicación
indígena, Centro de Estudios Legislativos en Pueblos Indígenas, instauración
del 12 de octubre como “Día de los pueblos indígenas y comunidades negras”
y una más que incluye diversas materias (territorio, educación y pueblos
indígenas como sujetos de derecho).
183
b) Minutas
184
institucionales como son: a) Consejo Nacional de Fomento a
la Lectura y del Libro; b) Consejo Consultivo Nacional para
la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vida
Silvestre.
185
Como se observa, en este listado de minutas presentadas a dictaminación
por la Cámara de Senadores, sólo una propone incorporar derechos de los
pueblos indígenas en el marco jurídico nacional: la consulta indígena en la
elaboración de las leyes.
c) Proposiciones
186
- Inclusión de programas en lenguas indígenas en el marco del
Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución
Mexicana.
187
es muy amplia. Por esta razón se requiere investigar de manera exhaustiva
cada uno de estos temas, a fin de atender adecuadamente las opiniones que
deben ser presentadas a los diputados para la toma de decisión legislativa, lo
cual precisamente es parte de mis funciones desarrolladas en la Cámara de
Diputados.
Consideraciones finales
188
Las consideraciones que aquí presento, surgen a partir de mi colaboración
en la Cámara de Diputados en calidad de especialista en derechos de los
pueblos indígenas. Para desempeñar esta labor ha sido necesario el trabajo
interdisciplinario con otros profesionistas, con quienes en lo cotidiano se
intercambian conocimientos y se realiza investigación permanente sobre la
realidad de los pueblos indígenas del país. Dicha investigación se hace en
torno a las temáticas que se requieren en un momento dado conocer y se
incursiona en el campo del derecho parlamentario, con la finalidad de obtener
un mejor desempeño profesional.
189
Bibliografía
Cal y Mayor, Araceli y Ruiz Hernández, Margarito. (1994). “Hacia una Carta
Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas”, en: Derechos Indígenas en
la Actualidad. México: UNAM.
190
(2002). Los Derechos Indígenas, La Reforma Constitucional en México.
Colección derechos indígenas. México: Ediciones Casa Vieja.
191
----- (2005). Legislación y Derechos Indígenas en México. México: Centro de
Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaría, LX
Legislatura, Cámara de Diputados.
192
Stavenhagen, Rodolfo. (1991). “Los Derechos Indígenas: Nuevos Enfoques
del Sistema Internacional”, en: Nuevos Enfoques para el estudio de las Etnias
Indígenas en México. México: Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Humanidades, UNAM y Miguel Ángel Porrúa Editores.
----- (1997). “El Marco Internacional del Derechos Indígena”, en: Derecho
Indígena. México: INI y AMNU.
----- (2008). Los Pueblos indígenas y sus Derechos. Informes Temáticos del
Relator Especial sobre la situación de los Derechos Humanos y las Libertades
Fundamentales de los Pueblos Indígenas del Consejo de Derechos Humanos
de la Organización de las Naciones Unidas. México: UNESCO.
193
194
Los antropólogos en las instituciones gubernamentales1
Preámbulo y contexto
1 Ponencia presentada en el Ciclo de Conferencias Antropología 2010: El desempeño laboral de los antropólogos
y científicos sociales. Febrero de 2010.
195
los antropólogos como los expertos en las culturas indígenas que auxiliarían
a la nación mexicana en su propia construcción, a través de la política
indigenista; pasando por el rechazo de los propios antropólogos a la tarea
aplicada por motivos éticos e ideológicos, hasta la sobrevaloración de la
práctica académica como la única pertinente y la consecuente descalificación
y aislamiento de otras prácticas profesionales.
Por supuesto que estos eventos están precedidos por los grandes debates de
la antropología en la década de los años setenta, después del movimiento del
68, cuando, según lo comenta Andrés Fábregas, con motivo del 30 aniversario
del Colegio, los antropólogos cuestionaban el sentido de su actividad y
su práctica profesional. Las confrontaciones inter-gremiales, ríspidas e
ideológicamente polarizadas, condujeron sin embargo, a que se ampliaran los
espacios de trabajo para los antropólogos, a través de la creación de nuevas
instituciones de investigación y docencia, tanto en el Distrito Federal como en
otras ciudades, así como la ampliación de campos temáticos y el nacimiento
del propio Colegio para la vigilancia del ejercicio de la disciplina.
196
los trabajadores de la industria y sus sindicatos, las organizaciones urbanas,
los empresarios y los pares institucionales.
En una síntesis de dicho Encuentro que se elaboró para el Boletín del Colegio
(Año 2-2, 3ª época, mayo de 1984), se concluyó que la antropología está
ligada al sujeto de estudio, a través de la relación que se establece en el trabajo
de campo, por lo que existen cuatro compromisos: 1) individual, que puede
ser personal, político, académico o económico; 2) social, que tiene que ver
con la organización o con los movimientos; 3) laboral, que tiene que ver con la
institución u organización que financia la investigación o que la contrató; y 4)
político, que llevaría a la reconstrucción de una conciencia histórica del grupo
estudiado, hasta llegar a la participación política con el mismo.
197
desempleo, en particular de los recién egresados de los centros de enseñanza
de la disciplina, que en ese momento eran 14. Con la idea de apoyar a los
centros de docencia y sobre todo a los campos profesionales en los que los
antropólogos participaban, se organizó una mesa redonda sobre el estado de la
docencia de la antropología (CEAS 30 aniversario, La antropología mexicana
y la práctica profesional a través de los Consejos Directivos del CEAS, 1976-
2006, septiembre de 2006).
198
como en las dependencias y entidades federales y estatales, por lo que la
cancelación de plazas de trabajo es especialmente preocupante cuando ésta
ocurre en las instituciones que contratan antropólogos tradicionalmente. Esto
afecta en mayor medida a las ramas de la antropología que se ocupan de
asuntos que por disposiciones legales o reglamentarias son exclusivos de
la federación, destacadamente la arqueología. Para los antropólogos sociales
esta situación ha significado de todo, desde innovación y diversificación de
campos profesionales, hasta desempleo y renuncia definitiva a la práctica de
la disciplina.
199
Mi experiencia
Me gustaría retomar más adelante los retos de la profesión para abrir nuevos
campos de trabajo, y concentrarme ahora en mi experiencia como antropóloga
y funcionaria pública en las instituciones gubernamentales.
Habría que comenzar con una pregunta que me hice y tengo la certeza,
se hacen todos los antropólogos que no se desempeñan en la investigación
académica: ¿estoy preparada(o) para una práctica profesional distinta?, ¿en
mi formación adquirí los elementos para ese desempeño profesional? La
pregunta hay que hacerla porque la formación del antropólogo no tiene esa
orientación. Se le prepara generalmente para la investigación básica, para
emprender el escrutinio de problemas y temas de manera directa, en contacto
con los grupos sociales y con el apoyo de teoría y método exclusivos de la
disciplina.
200
Mi experiencia en las instituciones gubernamentales ha sido afortunada
y puedo, a la luz de 35 años de práctica profesional, compartir con ustedes
reflexiones y sobre todo lecciones. Algunas de ellas que retomo las vertí en
un breve artículo que denominé “¿Antropología aplicada o antropólogos
aplicando?” (Boletín 4, CEAS, Nueva Época, Primer semestre del 2001).
En primer lugar les diré que tuve la fortuna de formarme con un grupo de
extraordinarios antropólogos en la Universidad Iberoamericana, allá por el
año de 1970, sólo por nombrar a algunos: Angel Palerm, Arturo Warman,
Andrés Fábregas, Luis Reyes, Pepe Lameiras, Shoko Doode, Mercedes
Olivera, Virginia Molina, Carmen Viqueira. Como les comenté antes, era una
época de efervescencia y debate, de apertura de nuevos campos temáticos
e instituciones. Nuestro programa de formación incluía intenso trabajo de
campo, dos meses cada año y un semestre de tesis y al crearse el CISINAH,
(hoy CIESAS), muchos de nosotros nos incorporamos como becarios y luego
como investigadores a la nueva institución.
Con ello quiero decirles que para mi generación fue sencillo el paso de
estudiantes de antropología a antropólogos profesionales, y que comencé
mi práctica profesional en la investigación académica. En esos primeros
años hice investigación básica en el Centro de Investigaciones Superiores
del Instituto Nacional de Antropología e Historia -CISINAH- (1974-1977 y
1981-1983), e investigación aplicada en el Centro de Investigaciones para
el Desarrollo Rural -CIDER- (1978-1980), en el que participamos varios
antropólogos convocados por Arturo Warman, quien fue nombrado director
por ser un experto en los problemas rurales y campesinos. Este Centro
pertenecía a la Secretaría de Programación y Presupuesto y tenía como tarea,
201
realizar investigaciones aplicadas sobre los procesos rurales y evaluaciones de
campo de los programas de desarrollo, destacadamente sobre el Programa de
Inversiones para el Desarrollo Rural (PIDER). Predominaban los agrónomos
y los economistas, los antropólogos éramos pocos, pero contábamos con la
ventaja de que nuestro director era un antropólogo y las tareas se desplegaban
en el campo, en distintas regiones.
202
Nacional (directora en jefe); en la Secretaría de Desarrollo Social (directora de
operación de delegaciones); FONAES (directora general de empresas pecuarias,
forestales y pesqueras); Presidencia de la República (secretaria técnica del
Consejo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas); Comisión Nacional para
el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (titular de la Unidad de Planeación y
Consulta) y CONACULTA (directora de Culturas Populares).
203
el número de participantes, etc. Aquí el antropólogo puede aportar
variables relevantes, combinación de técnicas, interpretación de datos
y recomendaciones para mejorar programas o nuevas propuestas de
política pública para ciertos grupos y regiones.
204
con la posición del antropólogo ante la toma de decisiones y con la presencia
y preeminencia de otros antropólogos o de otros profesionales. Dentro de
los personales influye la propia capacidad del profesional, tanto para detectar
cuál puede ser su contribución en ese ámbito, como si realmente cuenta con
la disposición y la preparación para realizarla.
205
El cuestionamiento es fuerte, por lo cual debemos preguntarnos en
las diversas dimensiones, social, gremial e individual, si es un valor ser
antropólogo, si hemos hecho lo necesario para que nuestra labor sea conocida
y valorada positivamente por sectores sociales específicos, y en el caso que
hoy tratamos, en los espacios públicos. Pero sobre todo ¿qué tendríamos que
hacer para que se abran más oportunidades de trabajo para los antropólogos
en las instituciones gubernamentales?
No pretendo aportar una lista exhaustiva de propuestas, pero sí algunas ideas, que
simplemente enumero y que corresponden a lo social, lo gremial y lo individual:
206
4. Analizar los diferentes puestos que se concursan, vía servicio
profesional de carrera en las Secretarías de Estado y otras
instituciones, para identificar en cuáles podría ser pertinente el perfil
profesional de un antropólogo.
207
Bibliografía
208
Trabajando por contrato.
La antropología social en la consultoría
209
Hasta ahora, la participación de antropólogos sociales específicamente
en trabajos de consultoría, no es un hecho que se conozca ampliamente ni
en nuestro propio gremio, a pesar de que constituye ya un espacio laboral
importante. Es de resaltarse que en el ámbito internacional la presencia de
antropólogos en diversas consultoras es cada día más cotidiana, no obstante,
en México ha sido un pesado camino a transitar.
210
que su labor es valiosa, esta suele ser minimizada, llegando a considerarse
en ocasiones sus aportes como simples requisitos a cubrir. Allí, la labor del
antropólogo consultor no es tan sólo convencer de la importancia de sus
contribuciones a los contratantes externos, sino incluso convencer al resto del
equipo, e irse ganando, por así decirlo, un espacio más específico.
211
A partir de la creación en el 2003 de la Convención de Salvaguarda del
Patrimonio Cultural Inmaterial en la UNESCO, se dio inicio a una lista de
aquellos bienes culturales que, por su valor cultural para toda la humanidad,
requieren ser protegidos. De hecho, actualmente este organismo en el plano
internacional, propone dos listas: la “lista representativa del patrimonio
cultural inmaterial de la humanidad”, y la “lista del patrimonio cultural
inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguarda”. La conformación
de ambas listas ha permitido a su vez que se incremente la participación de
antropólogos sociales y etnólogos, así como de diversos especialistas del arte
popular y la música, además de videastas, entre otros, para la realización de
los expedientes, antes dominio de arquitectos e historiadores. Hoy podemos
ver en cada uno de estos trabajos, que son principalmente antropólogos de
diversas especialidades quienes están generando los argumentos centrales de
las propuestas presentadas.
2 La UNESCO utiliza el concepto de “elemento cultural” para nombrar a las diversas expresiones culturales que
se proponen.
212
la existencia de proyectos impulsados por gobiernos estatales, que si bien
plantean el reconocimiento de las culturas regionales, en su mayoría están
ligados como dije, a intereses que buscan tener atractivos culturales para
incentivar el turismo en sus regiones. Actualmente más que la cultura, son los
intereses económicos y políticos los que más pesan. Es necesario revertir esta
tendencia, siendo una tarea en la que los antropólogos debemos de participar
más activamente.
213
sino que también se debe mostrar de manera clara, sintética y precisa, las
características que son valoradas por los organismos internacionales.
214
suficiente, es fundamental también estar informado sobre las normatividades
internacionales, los requisitos que esta institución solicita, los formatos,
lenguajes, fechas de convocatorias y procesos internacionales, y saber
argumentar de manera clara resaltando aquellos aspectos que se saben son
observados con mayor cuidado por los evaluadores internacionales.
215
de ser incorporado a la declaratoria, más aún, éste se siente orgulloso de
sus tradiciones. Sin embargo, sí he visto que hay detractores dentro de las
comunidades cuando no se realiza la consulta. Por ello, creo que en el ámbito
del patrimonio cultural esta debe ser la mayor exigencia de los antropólogos
participantes, es decir, que se cumpla de manera real la consulta a la población
y no sólo sea un trámite que se realice de manera tramposa o amañada.
216
El grupo de consultores invitados hicimos una primera valoración
bibliográfica y en campo. Debo aclarar que la consultoría antropológica,
implica utilizar desde el inicio nuestro método de investigación como es el
trabajo de campo, para definir el proyecto a realizar y hacer diagnóstico in situ
con algunos sectores de la población involucrada. En este caso la valoración
inicial de todos, fue que realizar el expediente para declarar la Fiesta Grande
era algo muy complejo, ya que esta festividad involucraba a una diversidad
importante de elementos culturales, lo que hacía imposible realizar un
expediente serio en seis meses. Pero lo fundamental de la valoración fue el
identificar que en todo ese complejo ritual que es la Fiesta Grande, el centro
y motor era la organización de Parachicos3, por lo que como especialistas
consideramos que ese era el elemento que habría que proponer, ya que es
el que aglutina e impulsa a los “chiapacorceños” a la reproducción de la
cultura local, no sólo en el momento de la fiesta, sino en toda la vida diaria.
Concordamos que si bien este elemento -la organización parachicos- no se
encuentra en riesgo, la intromisión cada día mayor de personas ajenas a las
cuadrillas de danzas el día de la fiesta, fenómeno en enorme crecimiento, está
ocasionando algunos problemas que alteran su sentido social y cultural, y que
sobre todo estos hechos preocupaban a la organización local. Otro aspecto
que justificaba plenamente la realización del expediente de los parachicos,
fue que la población de Chiapa de Corzo mantiene un enorme orgullo por
este elemento cultural, por lo que impulsarlo a entrar a la lista del patrimonio
inmaterial era un importante reconocimiento al esfuerzo y amor de una
población entera por su cultura.
217
En largas discusiones con los financiadores del trabajo (gobierno estatal),
por fin aceptaron que el expediente que debía y podía realizarse en tiempo y
forma, era el de Los parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa
de Corzo, como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y no la Fiesta
Grande de Enero.
218
del financiador considero es mejor retirarse o se correrá el riesgo de validar
procesos erróneos.
219
crédito en una publicación de lujo de muy escasa circulación. La satisfacción
o insatisfacción del consultor quedará en la intimidad de su hacer.
220
La utilidad de la antropología
y la inutilidad de los antropólogos
Mi intención con este trabajo es que sea de utilidad y provecho para los
alumnos de antropología. No estoy tratando de quedar bien para que me
den la constancia de participación y con ello aumentar los puntos para el
SNI. Tampoco pretendo ser “políticamente correcto”, así que voy a llevar al
extremo muchas de mis aseveraciones con el único objetivo de generar una
necesaria discusión, respondiendo a las expectativas de algunos estudiantes y
de quienes me invitaron por parte de la Universidad de Querétaro, por lo que
les estoy agradecido. Una última aclaración, lo que aquí presento está basado
en el conocimiento que tengo del Departamento de Antropología Social de la
UAM- Iztapalapa, de la cual soy egresado.
No hay peor alcohólico que el que no acepta su alcoholismo. Creo que algo
similar le sucede a la antropología en estos momentos, que no acepta que
está anquilosada, enquistada, refundida en su “academia”, “protegida” en su
academia, y con ello, aislada de la vida real y de los problemas que hay allá
afuera, los cuales necesitan que tratemos de aportar algo para solucionarlos, y
no sólo que los abordemos como “interesantes” temas de investigación.
Lo grave del asunto es que muchos “académicos” llevan años sin salir de
sus dorados cubículos, como decía Arturo Warman, están enfrascados en
221
discusiones en torno al tema que han trabajado y que no trasciende los muros
de la universidad o de los congresos, y cuya utilidad sólo se traduce en puntos
para aumentar sus salarios.
¿Por qué hay entonces que mirar a la que podríamos llamar “la otra
antropología”, la antropología aplicada? Porque URGEN antropólogos que
hagan propuestas para orientar las políticas públicas de diversas instituciones
con los conocimientos de la antropología, para atender los problemas que
competen a los antropólogos; porque URGEN antropólogos como agentes
de apoyo, de acompañamiento, que sirvan de vínculo, de enlace, de correa
de transmisión entre las comunidades, ejidos y organizaciones sociales y
las instituciones, las agencias financiadoras de proyectos, las instancias de
capacitación y transferencia de tecnología. Esa es una labor que no hacen
nuestros académicos y en la que como gremio hemos estado ausentes.
222
En este sentido, la responsabilidad de las escuelas de antropología resulta
obvia, ya que casi por definición el antropólogo trabaja con el sector más
desprotegido. Está bien estudiar a ese sector, de algún lado debe salir la
información si somos congruentes con el método de nuestra disciplina,
está bien hacer investigaciones, tesis y ponencias, pero en algún momento
estas investigaciones, tesis y ponencias tendrían que aportar algo a los
“informantes”, y no me refiero a una copia de la tesis recién salida del horno,
que dicho sea de paso, con trabajos la lee el mismo director.
223
¿Qué quiero decir con lo anterior? Que hay diferentes tipos de capacidades,
de inteligencias, y que también, hay múltiples necesidades en nuestro país
en las que puede incidir un antropólogo. Cada una es tan importante como la
otra.
3.- Es imprescindible que las escuelas de antropología tengan claro para qué
y para quién están formando antropólogos.
224
4.- Es imprescindible que a los académicos que forman parte de los
cuerpos docentes en las escuelas de antropología, les quede claro que la
antropología es mucho más que la academia.
5.- Para que esto suceda, es necesario que en las escuelas de antropología se
conozcan los diferentes programas que existen en las diversas Secretarías
de Estado: SEMARNAT, SAGARPA, SECRETARÍA DE SALUD, etc.,
es decir, que conozcan el mercado de trabajo, y que diseñen la currícula
profesional en función de las necesidades del país.
6.- Pero también deben saber los alumnos, que trabajar en una universidad
es tan importante como trabajar en una oficina gubernamental. Deben
saber que si bien es más glamoroso ser “académico”, también es muy
importante andarse metiendo con organizaciones de productores que lo
obliguen a uno a ir al campo, y lo comprometan más allá de sus cómodos
horarios y cubículos que les permiten dobletear en otros trabajos.
Pero sobre todo, los alumnos deben saber que la “academia” libra a sus
maestros de ensuciar sus pulcros curriculums con trabajos burocráticos en
administraciones priistas, panistas y hasta perredistas. Ellos no se queman,
sus funciones se limitan a analizar la suciedad de la sociedad, entiéndase, son
académicos.
225
Sólo a manera de ejemplo se presentan los siguientes datos: El Departamento
de Antropología de la UAM-I tiene 30 años de existencia, de él han egresado
alrededor de 400 antropólogos. ¿Saben cuántos exalumnos del Departamento
se han incorporado a la planta docente de la UAM como académicos? No
rebasan los cinco. Siguiendo por esa línea podríamos seguir preguntando
¿Cuántos exalumnos del Departamento hay trabajando como “académicos”
en otras instituciones? Con toda seguridad no pasan de diez.
226
sus aulas, el desconocimiento del mercado de trabajo al que me refiero, es
producto del desconocimiento que tienen los “académicos” sobre lo que
sucede en el mundo real, y esto se ha traducido en algo más grave que el
empleo o desempleo de los antropólogos egresados de estas escuelas. Se ha
traducido en una de las causas de la crisis de la antropología mexicana: quedar
rebasada por los movimientos sociales porque está rezagada con respecto a
las necesidades de las instituciones y organizaciones sociales, al dedicarse las
universidades a “formar” “investigadores” y “académicos” que no han podido
responder a las necesidades del vasto campo en el que se puede desarrollar
un antropólogo.
227
con los indígenas, ya que estaba de moda la “economía campesina” y la
“proletarización del campesinado”. Esto también ha tenido un costo: tal es
el descrédito de la antropología por sus escasas aportaciones en las últimas
décadas, que los cuatro o cinco últimos directores del INI y los tres que lleva
la CDI no fueron ni son antropólogos.
228
algún proyecto de esa escuela vinculado a programas que estén desarrollando
Organismos No Gubernamentales? ¿Cuántos proyectos de esa escuela están
vinculados a programas de agencias financieras nacionales o internacionales?
La respuesta a estas preguntas nos va a permitir saber que tan vinculada está esa
escuela, departamento o facultad de antropología con las necesidades del país.
229
Protección al Ambiente (PROFEPA), y 32 delegaciones de la Comisión
Nacional Forestal (CONAFOR), y la Comisión Nacional de Áreas Naturales
Protegidas (CONANP), con más de 150 ANP´s, más el Instituto Mexicano
de Tecnología de Agua (IMTA), la Comisión Nacional del Agua (CNA), la
Comisión Nacional de Biodiversidad (CONABIO) y el Instituto Nacional de
Ecología (INE).
230
• Planeación comunitaria.
• Ecoturismo.
231
recursos naturales? ¿Conocen algo sobre los procesos de recuperación del
territorio, de bosques, selvas y agua, a partir de propuestas ambientalistas?
¿Han oído hablar de los procesos de reconstitución étnica e identitaria a partir
del manejo de la fauna silvestre? Todos son procesos que están sucediendo
en diversos lugares del país y que abarcan temas en los que los antropólogos
podrían estar aportando mucho.
232
• Antropología jurídica.
• Antropología médica.
233
Curiosamente esto sí ha sucedido en algunas escuelas de antropología que
están en provincia, ya que la cercanía con el campo y sus problemas es mayor,
por lo cual hay una obligada vinculación con él. En el DF la relación es tan
distante que les permite a los antropólogos estudiar los problemas sociales
desde la “academia” solamente, manteniendo una prudente distancia del
compromiso ético que debe acompañar al quehacer antropológico.
234
La aplicación de la antropología.
Comentarios sobre su enseñanza
Ángel Palerm
235
impedía emitir juicios de valor que impedían la solución de problemas; que
manifestaba una imposibilidad de emitir leyes generales por lo que se mantenía
en particularismos. Catalogaba incluso que se trataba de una “antropología de
la miseria” ya que en realidad sólo la mejoraba pero no intenta acabar con ella;
y que la antropología se había convertido más en un instrumento de difusión
de proyectos de asistencia, que en buscar alternativas rápidas y concretas de
desarrollo. Obvio que fiel a su costumbre, junto con las criticas venían las
propuestas, así señalaba que la antropología aplicada debe ser dinámica y
progresista; que debe buscar el cambio inducido de forma radical, debe aprender
a trabajar bien y rápido; que debe tener la capacidad de generalizar, y debe
buscar su aplicabilidad en la realidad y no sólo repetir esquemas.
En mi caso, desde que leí autores como Bonfil y Palerm, dos clásicos de
la antropología mexicana, me identifiqué inmediatamente con esta visión de
lo que debería ser una parte del ejercicio profesional del antropólogo. Digo
una parte, pues me parece que la otra también debe ser la academica. Lo ideal
sería que una cosa no estuviera desligada de la otra. Considero que no hay
mejores formadores que aquellos que han llevado a la práctica el ejercicio
de atención y resolución de problemas sociales, y que posteriormente, han
tenido la oportunidad de transmitir esas experiencias, y sí fue de manera
reflexiva, ordenada, sistematizada e incluso crítica, entonces se logró no sólo
la educación sino la formación de los estudiantes1.
1 Por educación entiendo la mera transmisión de conocimientos, mientras que por formación planteo que se
transfieren además, valores, normas, hábitos, actitudes, es decir, aspectos más profundos.
236
hacer las siguientes reflexiones que tienen que ver con el ámbito laboral
aplicado de la antropología. Por ello, centraré buena parte de la crítica que
presento, en la investigación y la formación académica que actualmente se
está llevando a cabo en muchas escuelas de antropólogos, pues considero que
está preparando en las aulas y con su ejemplo, un enorme ejército de jóvenes
para el desempleo.
Ahora bien, las investigaciones sociales que se realizan pueden tener una
doble finalidad: ya sean estudios académicos científicos, o bien, estudios
237
aplicados; aunque es común que en un momento dado se confundan o se
mezclen ambos fines. Y aquí comienzan los primeros problemas que tienen
que ver con los mercados laborales, pues justamente la finalidad de esas
investigaciones sociales estará determinada por el contratante.
2 Aclaro que en este caso hablo de las posibilidades de acceso laboral a estas dependencias en los niveles operativos
por así decirlo, pues el acceso a puestos directivos contiene condiciones que pasan casi inexorablemente por la red
de relaciones políticas.
238
existen están muy ligadas, no a las capacidades y habilidades que adquirieron
durante su formación los antropólogos, sino a la red de relaciones que tengan
(compadrazgos y amiguismos tan comunes en nuestra vida laboral y que de una
vez menciono, se presentan como condiciones también en los otros ámbitos
laborales que abordaremos, aunque con intensidades diferenciadas). Además,
en este ámbito laboral cada día hay menos plazas fijas pues éstas implican
prestaciones que el estado ya no está dispuesto a brindar. Sin embargo, los
problemas se siguen presentando, la función de atención social del estado se
sigue manteniendo y con ello la necesidad de científicos sociales (entre ellos
antropólogos), aunque ahora el mecanismo que se ha implementado es el de
la contratación de servicios de especialistas sociales “por fuera” (asesorías,
consultorías, outsourcing)3; o bien trasladar el trabajo hacia las ONG’s.
3 Esta contratación de la que hablo, como señalé también implica amiguismos y compadrazgos aunque tiene un
elemento adicional: competencia, es decir, el competir contra otros en la búsqueda de contratos.
4 En una conferencia una destacada antropóloga señalaba a manera de chiste que se requería matar o esperar a que
se muriera el “titular C”, para poder competir por una de esas plazas.
239
Claro que lo que queda como “premio de consolación” para estos
profesionistas de excelencia, y para el resto de los antropólogos que no cuentan
con posgrados de calidad, es dedicarse no a la investigación académica sino a
la docencia, la cual sigue siendo el principal campo vigente del ámbito laboral
de los antropólogos. Aquí el pero (parece que en todo hay un pero) es que el
mercado preponderante se encuentra en nivel medio y medio superior, pues
existen muy pocas plazas en nivel universitario.
240
la están llevando a cabo primordialmente estos. Aquí el pero, es que es un
campo que se está saturando rápidamente, ya que cada vez más profesionistas
al no encontrar trabajo, deciden incursionar en este ámbito. Obvio que
también demanda la preparación de antropólogos con una visión de atención
y resolución de problemas.
241
les espera. Sin embargo, en la enseñanza actual prevalece la formación
social científica, es decir, preparar a los jóvenes antropólogos para que sean
investigadores académicos, cuando la realidad es que difícilmente lo serán.
242
investigadores las consulten y vean el devenir de la cultura y en ciertos casos,
la serie de errores y aciertos que se cometieron en aras de la búsqueda de
cierta visión de desarrollo o cambio cultural. Pero seamos sinceros: están
destinadas para un minúsculo núcleo que se podrá dedicar a la investigación
académica, ya que de manera muy desafortunada, son muy pocos los futuros
encargados de las obras y procesos de desarrollo (que generalmente no son
investigadores sino funcionarios o bien alguien recomendado de alguno de
ellos), que leerán esas descripciones y que sobre todo, intentaran rescatar
y estructurar una lógica de los procesos presentados por ellas, para poder
desarrollar las acciones pertinentes que minimicen el impacto social en el
proceso en que ellos son actores sociales.
243
irse al otro extremo inoperante, sino de preparar con ejemplos prácticos a los
estudiantes en el ejercicio que posiblemente les espera profesionalmente. Por
lo menos se debe propiciar la reflexión sobre este tópico.
244
interés de los organismos educativos oficiales de incrementar el número de
titulados y con ello también el nivel educativo del país, se han implementado
numerosas formas de titulación (en la UAQ contamos con 10), por lo que
muchos estudiantes nunca se enfrentan al requisito de hacer una investigación
sino que se titulan por otros mecanismos.
245
de gabinete” (porque no hay recursos para salir a campo), o “investigaciones
de nombre” (que están registradas pero en la práctica no se llevan a cabo por
carencia de recursos), o, como el investigador no consiguió financiamientos,
va realizándolas muy lenta y paulatinamente cuando tiene oportunidad, por
lo que se convierten en estudios interminables. Estas situaciones tienen como
resultado negativo asociado, el que exista una mínima preparación práctica de
los estudiantes, quienes podrían participar como asistentes o investigadores
en formación, por lo que se presenta una contradicción en el discurso de la
importancia de la enseñanza con la práctica.
Otras críticas muy vinculadas con la enseñanza tienen que ver con
algunos aspectos de la preparación de los estudiantes. Comúnmente al futuro
científico social lo “preparan” para buscar contribuciones a la teoría más que
en el ejercicio práctico o la resolución de problemas; si tiene oportunidad
de vincularse con proyectos operativos, contará con la fortuna de prepararse
para buscar apoyos institucionales, pero si no cuenta con ella, igual y no
aprenderá lo que implica la gestión de recursos. En teoría también se le
prepara para que busque contacto con colegas de intereses similares, aunque
en la realidad normalmente se mantiene aislado y no sabe trabajar en equipo.
Desafortunadamente, a pesar de que muchos estudiantes sólo tendrán como
expectativa de trabajo real la docencia, muchas veces ni siquiera para ella
se le preparará. De manera un tanto contradictoria, a pesar de que en el
ámbito académico se requiere redactar y publicar resultados, generalmente
los estudiantes no son preparados ni impulsados para ello, además de que
difícilmente reciben oportunidades de publicar. Una última condición es que
no se le prepara para buscar empleo y mucho menos para generárselo.
246
Vázquez-Mellado en alguna charla comentaba las contradicciones que
existen entre los empleadores y los investigadores, cuando se llevan a cabo
proyectos de investigación aplicados o de vinculación entre instituciones y
academia. Así, los primeros suelen manifestar las siguientes quejas (las cuales
se traducen en por qué no contratan a los científicos sociales): los tiempos
para investigación son muy largos; las investigaciones son muy amplias
y confusas, nada concretas; no se plantean resultados con información
accesible; son lentos en proporcionar información; generalmente se manifiesta
simpatía con el grupo objeto que los convierte en “defensores”, y, suelen ser
intolerantes con instituciones y con procesos innovadores. Por su parte, los
segundos recurrentemente se quejan de que no se les proporciona el tiempo
que se requiere para hacer adecuadamente una investigación; sólo se les
llama cuando ya está presente una crisis y en muchos casos para fungir como
mediadores, o bien, para “justificar socialmente” decisiones ya tomadas.
También se quejan de que el trabajo aplicado, limita la investigación.
247
desempleo y de la propia sociedad en su conjunto, debemos voltear un poco
más la mirada hacia la utilidad del conocimiento.
248
la llave metodológica que permitiría esta conversión es el moverse “…de la
naturaleza particular o individual del campo de trabajo encontrado hacia una
proposición general; de la descripción a la prescripción; y de la identificación
del problema y su análisis a la formulación de acercamientos para la solución
de problemas” (Cernea, 1990).
249
urbana, depósitos de residuos peligrosos, minas, plantas industriales, vías
férreas y carreteras, canales de la irrigación, aeropuertos, parques nacionales
y/o áreas protegidas. Los refugiados de desastres naturales, de guerra o de
disputa civil son también tareas que demandan atención social. En estos y
otros proyectos las tareas de los antropólogos van desde la elaboración de
Diagnósticos Sociales (que consiste en obtener una “radiografía” de la situación
para evitar o aminorar conflictos sociales); Estudios (describir condiciones
problemáticas existentes en algún proceso o programa, planteando alternativas
de solución pertinentes. Auxiliar en el diseño de planes y programas de
atención social gubernamentales); Evaluaciones (determinar si los programas
se realizan conforme a lo planeado. Sirve para corregir rumbos); Monitoreo
(dar seguimiento pertinente, permanente y puntual a planes y programas
de un proyecto. Determinar “desviaciones”); Asesorías (brindar soluciones
concretas realizables y viables, prácticas y oportunas a problemas sociales);
Capacitaciones (brindar adiestramientos sobre temas que le son relevantes
a las dependencias o instituciones. Pueden estar dirigidos al personal de la
dependencia para mejorar en su ámbito de atención, o bien directamente a la
población objetivo).
250
tecnología. También tiene que tener capacidades de: abstracción (capacidad
de descubrir procesos y significados); de pensamiento sistemático (lo que
propicia la habilidad para la toma de decisiones); generar y probar supuestos e
hipótesis; colaboración (el funcionar en equipo, en pro del nosotros; construir
con los otros).
251
Bibliografía
252
Vázquez-Mellado, Rosa María . (2003). Organización de la Empresa. Artículo
inédito. México.
253
254
El irreverente arte de la consultoría1
1 Ponencia presentada en el I Congreso Nacional de Antropología Social y Etnología. Ciudad de México, del 22 al
24 de septiembre de 2010.
2 Consultora, especialista Social Ambiental del Proyecto Servicios Integrales de Energía, electrificación con ener-
gías renovables para comunidades indígenas. Secretaría de Energía – Banco Mundial – GEF. laguzceltic@yahoo.
com, rmvazquez@energia.gob.mx.
255
decisiones que ya han sido tomadas. Aceptar ofertas de trabajo, así como
realizar proyectos ya diseñados, significa reaccionar para cubrir demandas
preexistentes, que no necesariamente parten de bases conceptuales robustas
ni buscan resolver, en términos reales, problemáticas sociales.
256
Nuestros formadores –docentes- se refugian en el salario cómodo y
“estímulos” gratificantes –Sistema Nacional de Investigadores- que provee
el sistema, para que puedan continuar reproduciendo los códigos del gremio
y solo “hablando” en contra de él, a través de la producción de conocimiento
científico, lo cual los torna en “inofensivos”, mientras que las masas de
egresados nos golpeamos de frente, desprovistos de herramientas para
generar cambios y desprotegidos ante los requerimientos de la sobrevivencia
inmediata.
257
Esto implica un proceso de venta de consultoría, el cual queda incompleto
si el consultor no logra que ese trabajo se convierta en el sustento para
un programa social o una política pública que apoye la resolución del
problema social, o de menos, lo aborde con base en premisas sustentadas
en investigación aplicada que incluya a la población, respete la diferencia
cultural, dignifique las relaciones humanas y busque soluciones, y que
además incorpore la manera de operar los cambios propuestos en términos
de factibilidad operativa, institucional, económica y política. Lograr esto
es, en suma, un verdadero arte, y como todo arte requiere de preparación,
trabajo, experiencia, disciplina, pero sobre todo convencimiento en que el
compromiso social da sentido al quehacer científico.
Artífices (“persona que tiene arte para conseguir lo que desea”, Diccionario
de la lengua española) de éstos, realmente hacen mucha falta en nuestro país,
en un México que se encuentra en plena crisis social. Lamentablemente
hay muy pocos antropólogos sociales que comprenden el irreverente arte
de la consultoría, y menos aún, quienes se aventuren a incursionar por
258
ahí. La principal razón, a mi parecer, tiene que ver con el compromiso, un
compromiso a prueba de fracasos y esfuerzos extremos, con un empeño que
lleva al consultor a reconocer el valor del saber y el “quehacer” antropológico,
porque responde a necesidades específicas para resolver problemas y hacer
aportaciones a la sociedad. Sin embargo, cada intento está lleno de retos que
le muestran las deficiencias de su formación y la necesidad del desarrollo
de capacidades para poder atender de manera más puntual y precisa, los
requerimientos de los ámbitos en los que ha decidido incidir. En principio,
abordaré tres que considero fundamentales:
259
a otras disciplinas en la comprensión de fenómenos sociales, así como a la
ausencia de propuestas de solución. Por lo general, el antropólogo es formado
exclusivamente para producir conocimiento y competir dentro del gremio,
pero que resulta ininteligible para los demás, este es uno de los motivos por
los que carecemos de credibilidad.
260
conflictivo, pero al que hay que contratar por que así lo indica alguna norma o
requerimiento; 2) instituciones que aprecian las aportaciones aunque muchas
veces no saben qué hacer con ellas y que dependerá de la habilidad del
antropólogo para guiar la aplicabilidad; 3) empresas de la iniciativa privada
que aceptan con gusto algo “nuevo” de “vanguardia”, que esperan les resuelva
lo que otras disciplinas no han podido, encuentran fascinante la observación
participante y la calidad de la información, pero desconocen la aplicabilidad
del conocimiento que les brindan, e 4) instituciones internacionales como
el Banco Mundial, que bien saben de lo que somos capaces y por ello nos
encierran en formularios y reglas para que nos mantengamos ahí, para que
controlemos las relaciones comunitarias y los proyectos cumplan con sus
especificaciones.
261
La venta de proyectos de consultoría requiere conocimientos de
mercadotecnia, pero más aún, implica comprender que ofrecer los servicios
como consultor es más que “venderse”, es comprometerse con la mayoría
de la población, y no usarla para beneficio personal. Eso no significa que el
consultor deba regalar su trabajo, todo lo contrario, deberá buscar la manera
de mostrar el valor de su quehacer y lograr que el tomador de decisiones
esté dispuesto a pagar sumas altas, dado que en su concepción de “valioso”
está que haya que pagar mucho, y si es aparejado a lo que cobran ingenieros
en sistemas o consultores de procesos de producción, por ejemplo, mucho
mejor, significará que el antropólogo ha logrado demostrar que lo que ofrece
puede ser útil y por lo mismo “valioso”. En el mercado laboral la profesión
está devaluada, así que con habilidad y precisión, el consultor cuando vende
requiere de todo su conocimiento y experiencia para analizar rápidamente las
relaciones de poder en las que se inserta su interlocutor, identificar el ámbito
en el que es débil y ofrecerle que su oferta de proyecto le dará mayor presencia
al ayudarle a resolver alguna problemática social que afecte su estatus. Lograr
la venta de un proyecto de consultoría de este tipo es un verdadero arte, un
irreverente arte.
262
necesario que una propuesta de política pública contemple costos y partidas
presupuestales, así como financiamientos y apoyos a la operación. Por otro
lado, todo antropólogo debería conocer principios fiscales para poder controlar
al contador en lo tocante a obligaciones, y no sea él quien controle y maneje
la situación.
263
evaluar y readecuar procesos de cambio. Por eso la antropología aplicada
suele apoyarse en algunas de ellas, como es el caso de la planeación y la
capacitación.
Estos, entre otros, son conocimientos y herramientas por los que puede
optar un consultor irreverente para apoyar su objetivo. El punto central es que
mantiene el enfoque porque ha podido constatar la necesidad del cambio en
un ámbito de la sociedad, y convencido del valor de su participación, no cejará
hasta haberlo logrado. Mirará en silencio, escuchará con avidez lo que sucede,
desarrollará su capacidad analítica con todos los recursos necesarios, cercanos
y distantes, aún pasando por encima de información confidencial, haciéndose
de relaciones y posiciones de poder, así como de alianzas estratégicas. Un
264
consultor irreverente es un baluarte indispensable en esta sociedad, que se
cae pero se levanta, que se dobla pero no se quiebra, y siempre, pero siempre,
busca la coherencia y consistencia entre lo que dice y hace, y sobre todo,
disfruta su quehacer.
265
266
Encuentro de disciplinas y profesiones:
el antropólogo en otros campos de trabajo1
Francisco Peña
1 Ponencia presentada en el Ciclo de Conferencias Antropología 2010: “El desempeño laboral de los antropólogos
y científicos sociales”. Febrero de 2010.
267
Lo sucedido en el ya extinto Instituto Nacional Indigenista (INI) en términos
de la disminución de sus funciones e importancia, así como el hecho de que
cuatro de sus últimos seis directores, antes de cambiar a Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) hayan sido profesionales
ajenos a la antropología, es solamente el ejemplo más evidente de esa pérdida
de algunos espacios profesionales. Como sabemos, en sus orígenes el INI
fue pensado como una agencia gubernamental que sería dirigida por los
antropólogos, quienes tendrían como responsabilidad coordinar a equipos
multidisciplinarios para la atención de lo que en aquel tiempo se consideró el
problema indígena.
268
profesionales que no son antropólogos y que incluso en muchos casos no son
científicos sociales. Es importante explorar esta posibilidad por tres razones:
una buena parte de los egresados de las escuelas de antropología trabajan en
instituciones en donde la disciplina hegemónica es otra; existe un creciente
número de antropólogos que trabajan aunque sea temporalmente bajo la dirección
de economistas, demógrafos, politólogos, historiadores, comunicadores u otros
profesionales; y finalmente, algunos de los casos recientes más controvertidos
sobre el desempeño ético de los antropólogos se han presentado precisamente
en el desarrollo de proyectos en donde el profesional de la antropología colabora
con un equipo más amplio bajo la dirección de médicos, epidemiólogos,
urbanistas o profesiones semejantes. Es el caso, por ejemplo, del escándalo
en torno al papel de los antropólogos en la investigación del genetista James
Neel entre los Yanomami en Venezuela. Chagnon y otros de sus colegas fueron
acusados, cuando menos, de solapar un conjunto de atropellos contra ese pueblo
de la Amazonía, incluyendo la expansión, por premeditación o descuido, de
epidemias graves. Otro caso semejante, aunque no con los mismos alcances, se
ha dado con las acusaciones de negligencia profesional contra los antropólogos
que evaluaron el impacto sobre la población local de la construcción de un
embalse, Ralco-Ralco, en el sur de Chile.
269
tres ideas sobre las que deseo insistir: el papel de la ética en la formación de la
identidad profesional; la relación entre ética profesional y perspectiva teórica,
y los retos que en ese campo enfrenta el antropólogo en la práctica de equipos
multiprofesionales en su propio país.
2 Aunque existen excepciones notorias y notables, la tendencia general es la que aquí mencionamos. Y no
necesariamente tiene relación con vivir o no fuera de México por un tiempo, pues existen casos de antropólogos que
aún estudiando en el extranjero, su investigación doctoral la realizan sobre alguna localidad mexicana.
270
que estudian. Sólo anoto que la pertenencia al mismo país da un carácter
distinto a esas diferencias que existen entre el investigador y el investigado.
Esa mayor cercanía funciona incluso como un atenuante de lo que podríamos
llamar la “angustia ética” de trabajar con otros, que se manifiesta para juzgar
a los antropólogos de las metrópolis. Se supone, implícita o explícitamente,
que compartir la nacionalidad con los grupos sociales que estudiamos,
puede eximirnos de tener hacia nuestros compatriotas las malas intenciones
o los comportamientos impropios que sospechamos o documentamos en el
antropólogo extranjero. Este es uno de los supuestos que estuvo en el ejercicio
profesional de los antropólogos mexicanos desde Manuel Gamio: no podrían
existir dilemas éticos significativos en el entendido que el ejercicio profesional
estaría animado por propósitos nobles y patrióticos. Recordemos la forma
airada en que algunos representantes del indigenismo mexicano respondieron
frente a la acusación de “colonialismo interno” (cfr. Aguirre Beltrán, 1976).
271
Además de ejercer en su propio país o de investigar temas de su propio
país, existen bastantes antropólogos que trabajamos en un contexto de
colaboración con otras profesiones, a menudo bajo la coordinación o
dirección de un profesional que no es antropólogo. En ese sentido, trabajamos
con profesiones que tienen enfoques, agendas de investigación, prioridades,
rutinas y rituales, diferentes. Estamos simultáneamente entre propios y
ajenos, tanto en contextos académicos como no académicos. Es un punto
sobre el que quizá no hemos reflexionado lo suficiente, ¿qué significan esas
circunstancias en el perfil profesional? En esa interacción, no sólo se evalúan
personas, sino que también se construyen relatos para valorar profesiones.
Por cierto que esas interacciones pueden explicar el tipo de incursión laboral
de los antropólogos en el sector público y privado, pues son contratados por
las expectativas que se tiene de su desempeño y en esto influye la imagen
que proyecta la antropología hacia otras profesiones. Llama la atención, por
ejemplo, que hoy un número creciente de antropólogos es demandado para
evaluar políticas públicas, bajo el supuesto de que son más sensibles y están
mejor capacitados para evaluar los impactos a escala humana (en la familia,
en los individuos) de la aplicación de los programas gubernamentales.
Los ejemplos
272
al calor de la revolución verde, y jugó un papel importante para formar a
los agrónomos especializados en cada una de las ramas vinculadas al
paquete tecnológico de aquellos años. El objetivo mismo de la institución y
la composición mayoritaria de su personal académico, hace que el espacio
institucional esté dominado académicamente por las distintas especialidades
agronómicas. Los profesores que provienen de otras carreras tienen un papel
auxiliar en los procesos de formación de recursos humanos e investigación.
3 En particular, dice Douglas, las instituciones se ocupan de los criterios clasificatorios (1996: 135-160)
273
años de su fundación, tendrá una posición profesional diferente que un
antropólogo, arqueólogo o etnólogo en las condiciones descritas para la
Universidad de Chapingo. Posición diferente también con respecto a colegas
que trabajan en instituciones como el CIESAS, donde la disciplina hegemónica
es la antropología. El contexto institucional otorga diferentes significados a la
profesión del antropólogo y le puede plantear también retos distintos.
274
que aluden más directamente a los antropólogos. Otras distinciones, como
la que opone al investigador de escritorio frente al investigador de campo,
pueden ser dirigidas hacia economistas o filósofos, de la que si bien el
antropólogo puede salvarse bajo el supuesto de que siempre estará dispuesto a
“ir al campo” (aunque esa premisa signifique algo diferente para unos y otros).
En las prácticas escolares, en los recorridos de campo o en otras actividades
de investigación, se hacen referencias frecuentes a esas diferencias, pero
no para explicarlas, sino para evidenciarlas, se trata de cosas sabidas, del
comportamiento “natural” y esperado de los otros profesionales.4
4 Seamos justos, no se trata de una diferenciación que solo acostumbran los agrónomos. También un antropólogo
puede ofrecer juicios sobre otros profesionales, considerándolos “cuadrados”, “empíricos”, “oficialistas”, u otros
calificativos semejantes. Un estudio antropológico de esas relaciones profesionales podría dar luz sobre varios
aspectos del ejercicio antropológico en las instituciones públicas y privadas.
275
al imperativo de los resultados “concretos” como el relato de justificación.
Pueden ir desde la entrega a la comunidad de un ejemplar del estudio realizado,
hasta el caso de un profesor que ofreció en una asamblea de ejidatarios a los
alumnos en calidad de ayudantes para la parcela, con el argumento de que
si no podían aportar nada como agrónomos, cuando menos no estorbarían y
podrían colaborar en la faena del día.
5 Categoría en la que incluían a todos los profesionales de ciencias sociales, alguno con muy buen sentido del
humor acuñó la diferenciación sociócratas versus tecnócratas.
276
medidas cuyas consecuencias a mediano y largo plazo desconocíamos. Uno
de mis amigos, con una mezcla de ironía, siempre dice “para qué preguntarle
tanto a la gente, sólo la pones a pensar sobre lo pobre que está y encima se
queda triste. Hay que darle soluciones”.
¿Se trata de que algunos poseen un alto sentido ético del que los otros carecen?
¿O es más bien que cada profesión construye de manera distinta los sentidos
de compromiso y responsabilidad con los otros, en un contexto de desempeño
profesional al que no son ajenos otros actores? ¿Cómo pueden construirse
ámbitos de colaboración entre las profesiones que difieren en el alcance de
sus obligaciones? No estamos hablando aquí de que unos profesionales se
propongan experimentar con un grupo social y otros se opongan a ese intento,
sino de cómo entienden sus compromisos y cómo pretenden cumplirlos, en un
contexto de estudios dentro del propio país. En esos niveles, el debate y sus
implicaciones éticas se vuelve más difícil porque los resultados son menos
obvios que si un grupo de médicos extranjeros decide probar una vacuna entre
nativos de la Amazonía o la península de Yucatán.
277
A mi juicio, la práctica de la antropología en el propio país en el contexto
de este tipo de grupos multi profesionales, hace que los dilemas éticos se
presenten en el tono de una gama casi imperceptible de grises, más que
en la evidencia del contraste rotundo. Se trata más bien de decisiones
éticas “menudas”, antes que de esas disyuntivas en las que la “ética queda
suspendida”, como ha dicho Nancy Scheper (1992) para referirse a eventos
“claramente brutales y antiéticos”. Las relaciones que aquí he relatado aluden
más bien a una discusión sobre las consecuencias en el largo y mediano plazo,
en donde los espacios de incertidumbre son mayores.
Ética y antropología
La visión de la historia como línea ascendente hacia el progreso tiene hoy muy
pocos adeptos en las ciencias sociales. Han desaparecido las certidumbres
teóricas y más bien dominan las variantes del relativismo. El periodo de
búsquedas en nuestra disciplina ha llegado incluso a favorecer relativismos
extremos que han provocado la reacción virulenta de autores como Llobera,
quien lanzó fuertes críticas contra la obsesión por la “corrección política” de
los antropólogos (1999). Esa situación de las ciencias sociales, no sólo de la
antropología, ha aumentado el escepticismo de la profesión hacia la propuesta
6 Aunque tampoco es sólo de perspectiva teórica. En los últimos años trabajé con colegas agrónomos “campesinistas”,
muy críticos de la revolución verde y que sin embargo también expresaban su interés por las soluciones prácticas, a
las que parecían muy lejanos “los sociólogos”.
278
de soluciones a problemas sociales definidos. En general, la antropología
puede identificar una pluralidad de posibilidades de acuerdo a la diversidad
cultural de los grupos sociales, aceptando la diversidad de criterios con las
que operan para juzgar lo apropiado en cada caso.
7 Decimos “ahora” porque también la antropología vivió un largo periodo como profesión de estado, con el
imperativo integracionista, que tenía bastante diluidas sus consideraciones de relativismo cultural.
279
en otra forma de irresponsabilidad ética? ¿Tenemos otros compromisos
que cumplir, que no necesariamente sean ir sugiriendo soluciones?, ¿cómo
cumplir con esos compromisos?
Palabras finales
280
preguntas, aunque es posible que eso no sea realmente posible. Dar a conocer
el nombre de nuestros informantes cuando su vida o su familia puede correr
peligro, callar y colaborar en casos de experimentación con seres humanos y
otros acontecimientos cada vez más graves, han sido piedras de toque para
juzgar la práctica de nuestra profesión en términos del comportamiento ético.
Pero qué hacer con esa antropología cotidiana, sin grandes dilemas, hecha en
el propio país. ¿No tiene también que resolver algunos dilemas que pasan por
el tipo de soluciones que puede proponer?
281
Bibliografía
282
La antropología aplicada frente
a los retos de la modernidad en méxico
283
En los “nuevos” tiempos marcados por la modernización dentro del contexto
de globalización, en el ejercicio profesional del antropólogo la antropología
aplicada se abre como una opción laboral que va más allá de los campos
“clásicos” y tradicionales, como son la docencia e investigación académica,
o bien la inserción en instituciones de gobierno, la cual hasta hace algunos
años era el espacio ideal de los antropólogos. Es decir, estamos viviendo en
momentos en que los horizontes laborales se amplían, pero ello demanda a su
vez, una formación diferente. Creo que es tiempo de que quienes estamos en
la academia demos un giro en la transmisión de conocimientos, y acerquemos
al estudiante a las posibilidades de inserción laboral real. Para ello, tal vez
sería pertinente el que nosotros mismos miremos hacia atrás y, de manera
crítica, retomemos lo que ha sido nuestro propio ejercicio, y que haciendo
una selección aleccionadora, transmitamos las enseñanzas plausibles para las
circunstancias actuales.
En ese sentido, tal vez valdría la pena señalar que mi ejercicio profesional
se inició en los campos de la iniciativa privada, lejos de la academia y
mucho más de la consultoría, como parte del staff en el área de recursos
humanos y selección de personal. Es quizá, por un llamado interno propio
de formación profesional y una vocación de carácter más social, que me
incorporé posteriormente a laborar en programas gubernamentales en áreas
de desarrollo comunitario, lo que implicaba además de un extenso e intenso
trabajo en comunidades rurales marginadas, una interrelación plena con los
sujetos de la intervención social para tratar de cambiar hábitos, y generar
mejoras en las condiciones de vida de los beneficiarios de estos programas.
A la par que laboralmente desarrollaba estas acciones, estudiaba un posgrado
en antropología y ello me permitió ir vinculándome con el mundo académico.
284
Recibí una invitación por parte de una investigadora para laborar como su
auxiliar de investigación y, posteriormente, para incorporarme ya como
investigador asociado y después como investigador titular a un centro de
investigaciones en una institución de educación superior.
Dentro del proceso personal que vengo platicado, fue a finales de los
90´s, más por afortunada casualidad que por interés personal, que inicié con
actividades vinculadas al trabajo de la antropología en diversas consultorías
no sólo para instancias de gobierno federal sino también para empresas
privadas. Estas experiencias me vincularon con un campo para el cual estaba,
285
profesionalmente hablando, escasamente preparado, pues en mi formación
académica ni siquiera había abordado sutil o superficialmente tópicos al
respecto. Es por ello, que la participación en ese tipo de labores demandó una
mayor atención de mi parte. Hubo que abandonar viejos esquemas de trabajo
y tratar de mantenerme abierto al aprendizaje de nuevos modelos, siempre
con el esfuerzo que ello requería. Tal vez la posibilidad previa de trabajar
en diversos ámbitos laborales, me auxilió a que el proceso de aprendizaje
fuese menos traumático, aunque no dejó de tener su dificultad. El romper
con viejas inercias, con la resistencia al cambio, debería de ser una premisa
profesional. Y aquí me permito manifestar una primera enseñanza desprendida
de mi ejercicio laboral, y sobre todo del trabajo en consultoría: hay que estar
dispuesto a romper con esquemas tradicionales y estar abierto a nuevas formas
de abordaje de la realidad, a nuevas formas de trabajo, a la interrelación entre
factores y actores, y hasta a nuevas formas de análisis de diversas realidades.
286
estudiada, pues en consultoría los tiempos son demasiado cortos. De igual
manera, la sistematización de la información debe de ser muy organizada a
fin de facilitar resultados a corto plazo. El análisis en sí de la problemática
debe de ser lo más preciso posible, interrelacionando los aspectos que son
los ejes de dificultad y/o conflicto social, con los elementos y componentes
principales de esa dificultad y con los actores que se encuentran inmersos,
proponiendo escenarios de atención plausibles.
287
con resultados tangibles y medibles. Se pretende que haya cambios en las
comunidades en corto y mediano plazo ya que las instituciones financiadoras
que participan en diferentes ordenes, requieren resultados de carácter técnico-
administrativo más allá de los resultados efectivos que se puedan obtener con
las poblaciones de impacto, o bien como coloquialmente se denominan, con
la “población beneficiada”, es decir con poblaciones a quienes va dirigido una
intervención social comunitaria efectiva.
288
los servicios. Los ingresos por consultoría son atractivos, se reciben buenas
remuneraciones cuando se logra obtener un contrato de esta naturaleza y, por
lo mismo, la competencia se hace alta. El buscar contratos y gestionarlos
es una cualidad indispensable. Son importantes las relaciones públicas que,
alguno o algunos de los integrantes del equipo consultor deben tener y/o
cultivar, a fin de contar con el mínimo deseable de relaciones para funcionar
de acuerdo a los objetivos que se deseen perseguir en el ofrecimiento sobre
todo, de los servicios de consultoría. Tal vez parecerá excesivo el comentario,
pero hay que destacar que en mi experiencia, las relaciones públicas que se
puedan tener determinan en buena medida el éxito laboral que se obtendrá.
La experiencia nos ha llevado a encontrar que más allá de las capacidades que
un equipo de consultores pueda tener sobre otro, están las relaciones que se
establecen con diferentes instancias, públicas o privadas. Tan es así que las
licitaciones para participar en un concurso de esta naturaleza y la posterior
asignación del contrato, quedan, y/o bien pueden estar, en función de este tipo
de relaciones.
289
Sin duda que esta alternativa de trabajo es muy noble en su perspectiva
como campo laboral, sin embargo, a través de la experiencia de trabajo
se han enfrentado también una serie de contratiempos y problemas en el
ejercicio de la misma, y por ello conviene mencionar también, por lo menos,
uno de los más importantes. Como ya se señaló, habría que destacar que la
competencia laboral en el medio es grande, desde hace años existen en el país
un considerable número de despachos de consultoría que ofrecen servicios
especializados. Tuve oportunidad de trabajar para despachos importantes. En
este sentido encontré que la inserción en el medio es un gran reto, competir
con empresas constituidas con una amplia experiencia en el campo de la
antropología a través de la consultoría, hace que el ejercicio de la misma sea
más demandante y por ende competitivo. Un camino cada vez más común, es el
que se presente la subcontratación de consultorías más pequeñas por empresas
de mayor alcance. Esta es una realidad frecuente que lleva a que los ingresos
no puedan ser tan sustanciosos como los que se llevan las firmas acreditadas.
No podemos dejar pasar por alto que estas firmas capitalizan y guardan un
determinado monopolio sobre el quehacer de la antropología aplicada, a través
de la consultoría como alternativa laboral en el mundo moderno.
Consideraciones finales
290
En este contexto, es innegable también que debe existir el compromiso de
las instituciones formadoras de antropólogos para incidir en una preparación
acorde a los tiempos, y en una formación que conlleve a la participación
en los diferentes campos de la antropología del desarrollo. Considero que
justamente ese debe de ser uno de los ejercicios profesionales del antropólogo.
El antropólogo aplicado puede y debe aportar al planteamiento de políticas
sociales de más largo alcance, al considerar la dimensión cultural del desarrollo.
291
Está claro que con las políticas neoliberales que implican una mayor apertura
del mercado laboral, se está presentando también la transformación plena del
ejercicio profesional. La antropología debe de responder, adecuándose a estas
circunstancias.
292
Bibliografía
293
294
La formación de jóvenes antropólogos consultores.
Un reto para las escuelas de antropología1
Breve aclaración
295
¿Es viable profesionalmente la formación académica actual?
296
o los enfoques recientes?, ¿se les trata de formar en técnicas, herramientas y
metodologías clásicas o actuales?; ¿se privilegia la enseñanza de contenidos
o se propicia la generación de habilidades?, e incluso, ¿se les lleva a prácticas
de campo desde el inicio o hasta el final de la carrera?
Otra arista de la problemática tiene que ver con lograr la confluencia de los
intereses de los profesores. Cuántos de ellos no abogan sólo por el privilegio de
que “sus materias”, las cuales dominan y ya tienen preparadas, se incorporen
y/o se mantengan en los renovados programas. Preparar nuevas clases e
incorporar nuevos contenidos demanda más tiempo, lo que implica que se
descuide la trascendencia de otra labor de mayor significación para muchos
colegas: la investigación. Son bastantes los profesores que no preparan sus
clases, que no actualizan contenidos, que incluso llegan al descaro para cubrir
su carga horaria, de impartir clases de materias que no dominan: “tengo unos
apuntitos” he escuchado decir en reuniones de profesores.
297
antropología. ¿Vale la pena incorporar y/o tan sólo considerar estas temáticas
y esos enfoques? No son pocos los profesores que se oponen.
Por último, y no menos importante para completar las aristas del análisis
que pretendemos, tenemos las demandas que potenciales usuarios hacen
de los estudios. A usuarios tanto del espectro de la iniciativa pública como
privada, suele interesarles el que los estudios tengan alguna aplicabilidad,
aporten a la resolución de problemas sociales, si no, no les interesa invertir.
Ello ha generado a su vez diversas situaciones: por un lado, una respuesta
inicial de grupos de investigadores que se oponen a que sus estudios sean
“contaminados” por la demanda, quieren seguir estudiando temáticas que a
ellos le son interesantes por su valor intrínseco al conocimiento cultural de la
sociedad. Desafortunadamente cada vez hay menos centros de investigación
que realmente tengan recursos para aportar a esos estudios, lo que implica
sumarse a la competencia por la consecución de fondos mixtos y/o sectoriales
de CONACYT, y/o gestionar y mantener una red de contactos en dependencias
e instituciones para conseguir asignación de proyectos. En nuestra universidad
claramente se nos ha manifestado que no hay fondos para investigar y que
los investigadores debemos conseguirlos. Tenemos el “honroso título” de
“profesores-investigadores” y en la carga horaria se señala nuestra obligación
de investigar, pero no hay fondos para ello. Si un investigador no compite por
estos en la única instancia nacional que los saca a concurso y además, no tiene
la capacidad para gestionar con potenciales usuarios de la iniciativa privada
o pública, ¿cuál es su función real?, ¿cómo hacer investigación sin dinero?
298
Ahora, además de profesores-investigadores, debemos ser gestores. El
problema es que muchas de esas instancias no sacan a real concurso proyectos
que les ayuden a atender sus problemas, sino que lo asignan directamente a
conocidos y/o a “instituciones de prestigio”. La trascendencia de manifestar
estos problemas, está en el hecho de que consideramos que no hay mejor
enseñanza que la práctica. Si un profesor-investigador tiene proyectos con
financiamiento público o privado, es lógico que incorporará a estudiantes, los
cuáles se irán formando y adquiriendo conocimientos no sólo teóricos sino
prácticos. Pero desafortunadamente son pocos los “privilegiados”.
Sostenemos que la suma de todas estas aristas hace cada día más claro,
que muchos de los contenidos teóricos y metodológicos que se imparten en
las escuelas, ya no responden plenamente a la dinámica laboral actual a la
que se enfrentan los jóvenes egresados antropólogos. ¿Qué hacer ante tal
circunstancia?
299
dirigidas y, si bien les va, como coordinadores operativos en campo de algún
proyecto. Incluso, en ocasiones, aprenden y se preparan sobre la marcha
para poder realizar estas actividades. Para ellos, conseguir como hasta
hace algunas generaciones, un trabajo estable (plaza o base), con salario y
prestaciones, es poco menos que mera ilusión. Ahora prevalecen procesos
laborales tales como: “outsorcing”, “freelancers”, “asesores”, subempleados,
subcontratados, nomadismo laboral y contratos por honorarios con nulidad
de prestaciones, pero con amplias implicaciones fiscales todas ellas para el
trabajador. La competencia laboral es cada vez más encarnizada por decirlo
de alguna manera, y demanda una mayor preparación.
300
costos, salarios, estabilidad laboral, imagen al exterior, hasta los epítetos con
los suelen descalificarse estas vertientes entre ellas mismas. Destacaba el tipo
de trabajo que se demandaba y las condiciones y exigencias académicas que
se requerían para su realización. Ahora, con el transcurso de casi una década,
reafirmo que esos cuatro ámbitos siguen siendo las posibilidades de encontrar
trabajo para nuestros egresados, pero que ahora hay más competencia y se
necesita una preparación más específica. Las exigencias académicas se han
ampliado.
301
Otra posibilidad que se ha abierto, es que los egresados se vuelvan gestores
de sus propios trabajos. Al no encontrar trabajo estable, se han creado
infinidad de ONG’s, OSC y otras formas similares. Intentan “jalar” recursos
de fundaciones nacionales e internacionales y de los propios gobiernos
estatales y federales, para realizar las acciones de filantropía y/o de atención
social que han sido desatendidas por el estado. Aunque desafortunadamente,
muchas de estas organizaciones suelen tener una corta duración al carecer
de la capacidad de gestión y de la indispensable red de relaciones que se
requiere. El panorama como vemos, es un tanto gris.
302
la cual abordar sobre todo aspectos de orden metodológico más amplios y
diferentes a los cuales había sido formado; por otro lado, implicaba el manejo
de muchas circunstancias laborales en las competencias por contratos,
formación de la cual carecía también. En ambos aspectos el aprendizaje fue
sobre la marcha, por momentos, muy complejo y desgastante, pero sin lugar
a dudas valió la pena.
303
Retomando el discurso, las consultorías son difíciles de desarrollar en
nuestro país pues, además de la desvaloración en general de los estudios
sociales, implican el tener la capacidad de gestión para mantener las relaciones
convenientes y para acceder incluso a la competencia en búsqueda de contratos.
Ya señalaba en el artículo antes referido, que este aspecto de competencia
se complica ante el proceso que denominaría de “reconversión”, por el cual
“académicos” que en su vida han realizado consultoría, y que incluso en
algún momento llegaron a criticarla, ahora la llevan a cabo respaldados por
el prestigio institucional y no necesariamente por su capacidad. Es decir,
es cada vez más frecuente que dependencias, sobre todo las públicas que
requieren estudios sociales, busquen “instituciones de prestigio” para que
hagan trabajos de consultoría y, dentro de estas instituciones se asigna el
proyecto a académicos que no están preparados y que en el mejor de los
casos, subcontratan a consultores o freelance para que hagan el trabajo. Como
vemos esta reconversión académica está asociada a lo que en ese artículo
denominaba competencia desleal de la propia academia.
Con el paso del tiempo yo mismo me volví académico, por lo que incluso
fui criticado al irme con “la competencia”, al convertirme en competencia
desleal para los que con gran esfuerzo han creado sus consultorías. En mi
caso personal la estabilidad ahora sí le gano al ánimo de aventura. Asumo la
crítica en cierta medida, pues a partir de esa nueva trinchera he intentado ser
congruente con mis ideas. Trato de enseñar a los jóvenes estudiantes lo que
sé, no me guardo nada, busco siempre la aplicabilidad y trato de inculcarles
que una posibilidad laboral en estos tiempos es la consultoría, pero que esta
implica nuevas vías y capacidades formativas, nuevos y mayores esfuerzos.
Obvio que también les aclaro que la consultoría no es la panacea, ni invalida
304
a las otras opciones sino que tan sólo es otra vía más. Que cada quien defina
su camino.
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consultorías. Participaron la Mtra. Guadalupe Escamilla por el CEAS; el Mtro
Diego Prieto del INAH-Qro; el Antrop. Oscar Banda, asesor en la cámara de
diputados; la Antrop. Antonieta Gallart, asesora en el CIESAS y con amplia
trayectoria como funcionaria; el Mtro. Ricardo Garibay, destacado consultor
en medio ambiente; el Dr. Héctor Robles, en ese momento coordinador de
un centro de investigación en la cámara de diputados; el Dr. Francisco Peña,
investigador del Colsan; el Mtro. José Antonio McGregor, ex funcionario,
consultor y gestor cultural; la Mtra. Patricia Greaves, asesora en programas
de desarrollo; la Dra. Carmen Icazuriaga, investigadora del CIESAS; el Ing.
Antonio Vázquez, gerente en industrias Harada; y la Antrop. Rosa María
Vásquez-Mellado, directora de la consultoría COMUNICAP. En este ciclo
se habló de las perspectivas laborales de los antropólogos, del papel de los
antropólogos en diversas instancias de gobierno, de la labor en la cámara de
diputados y su influencia en la toma de decisiones. Asimismo se cuestionó la
tradicional utilidad de la antropología y la inutilidad de los antropólogos, se
reflexionó sobre las implicaciones del trabajo de los antropólogos al laborar
con otras disciplinas, se habló de la práctica antropológica y de su incidencia
en el tercer sector, del papel en la gestión cultural, en la investigación en
centros del sistema Conacyt, en la industria y en el ámbito de las consultorías.
En general, en varias de las exposiciones, se reflexionó no sólo sobre las
condiciones que demanda el trabajo, sino sobre la ética de su realización.
Tratamos de allegarle a los alumnos las experiencias de viva voz de destacados
antropólogos y algunos otros profesionistas, que comprenden y valoran el
trabajo de nuestra ciencia, que ya han transitado por la practica laboral con
diversas perspectivas, actividades y ópticas, para que vieran la amplia variedad
de espacios a los que pueden acceder, siempre y cuando se preparen para ese
fin pues, si algo les quedó claro de esta variedad de temas y conferencias, es
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que se requería una sólida formación académica para poder incorporarse con
posibilidades de éxito al mercado laboral.
La segunda alternativa que propuse tuvo que ver con la conformación del
programa de la materia. ¿Qué enseñarle a los jóvenes que les fuera de utilidad
práctica, como demandaban? La materia se planteó a manera de seminario,
lo que ya implicaba un ejercicio práctico. Inicialmente se reflexionó sobre
las posibilidades de inserción de trabajo de la práctica antropológica en
ámbitos no académicos, dentro del sector público y privado. Posteriormente
se pensó en el abordaje de la descripción de las características del trabajo en
consultoría, iniciando en el análisis de los sujetos que interactúan, institución
o dependencia contratante, la conformación de equipos de investigación
destacando en este caso, la importancia de determinar las actitudes y aptitudes
de los integrantes, y la población sujeto de estudio. En cada uno de estos
actores o sujetos, se analizaron las características que los definen. Otra unidad
de análisis fue la descripción de los tipos de investigación, estudio o consulta
para los que se suele contratar a las consultorías (diagnósticos, estudios,
monitoreos, evaluaciones, capacitaciones). Se continuó reflexionando sobre
las condiciones y estructuras en la conformación de propuestas para competir
por un contrato. La siguiente unidad abordó el análisis de los diversos
instrumentos y herramientas metodológicas que se requieren en este tipo
de trabajo, pretendiendo reflexionar sobre la adaptación de la metodología
antropológica a las necesidades de la consultoría. Asimismo, en la parte
teórica, se discutió el planteamiento de las condiciones y características de los
resultados que se presentan. Finalmente, en esta parte, se realizó una discusión
analítica sobre las diferencias entre proyectos de desarrollo y proyectos de
investigación.
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Como ejercicio práctico del seminario se programó la conformación de
equipos que trabajaran desde el diseño de un plan de negocios y diseño de
imagen para constituirse como consultora, y se les proporcionó ejemplos de
consultorías realizadas para que como consultoras constituidas plantearan
todo el proceso para concursar por su asignación, desde concertar entrevistas
hasta la conformación de propuestas con los instrumentos requeridos. Es
decir, se definieron los pasos de promoción, negociación y venta de proyectos,
necesarios en la consultoría.
Por su parte, la propuesta que considero de más largo alcance tiene que
ver con la oportunidad de participar en la comisión de restructuración del
plan de estudios de nuestra licenciatura. En ella, afortunadamente tuvo
bastante receptividad la propuesta de generar una línea terminal de estudios
que denominamos “Planeación y Desarrollo” (las otras dos líneas terminales
son: Etnicidad y Cultura; y Diversidad Cultural) y que tiene que ver con
la aplicabilidad del conocimiento antropológico. En esta línea se pretende
en síntesis que el alumno conozca y analice los procesos socioculturales
que se generan a partir de políticas, programas y proyectos de desarrollo,
y sus particularidades en los ámbitos urbanos, rurales, medioambientales
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y de organización social; y que se generen las capacidades para que pueda
participar en su formulación. Para conseguirlo pretendemos que el alumno
desde su tercer semestre defina, apoyado en su tutor, materias de una batería
opcional que tratan tópicos de la línea, como: Cultura, sociedad y desarrollo;
Medio ambiente y cambio sociocultural; Intermediación sociocultural;
Turismo sociocultural y ecológico; Organizaciones sociales emergentes;
Políticas Públicas; Diagnósticos y evaluaciones cualitativas socioculturales;
Capital social y cultura; Cibercultura; Procesos de metropolización y ciudades
globales; Políticas de esarrollo urbano; Culturas emergentes en el espacio
urbano; Pobreza, equidad y estado de bienestar; Migración y desarrollo;
Megaproyectos y su impacto sociocultural; Organización, Tecnología y
cultura; Debates contemporáneos del desarrollo; Administración y gestión
pública e Implicaciones sociales de los desastres; entre otras.
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demandan resultados que den respuesta a problemáticas, en tiempos cortos.
Ya no se trata de hacer largos estudios que posteriormente no serán leídos
ni siquiera por los colegas, sino de participar en la solución de problemas
actuales. Se trata de dar respuestas operativas a problemas sociales. Por lo
menos, alguien, el que nos contrató y sus subalternos, leerán los estudios y
decidirán si los aplican o no. Es claro al revisar la historia de la antropología
en México, que ésta no es un área novedosa ni mucho menos, sino más bien
es el resurgir de una faceta que siempre ha estado latente en el corazón de la
antropología mexicana. Hace falta fortalecerla para que nuevas generaciones
de antropólogos encuentren mejores condiciones en su práctica laboral y
profesional. El reto está en nuestras escuelas.
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Este ejemplar se terminó de imprimir en los Talleres Gráficos
de la Universidad Autónoma de Querétaro.
(Prolongación Pino Suárez 467-E, Col. Ejido Modelo, Querétaro, Qro.),
con un tiraje de 1000 ejemplares, más sobrantes para reposición.
Julio de 2012
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