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TRABAJO FINAL DE ÉTICA | EL HOMBRE DESDE UNA VISIÓN INTEGRAL: BREVE ANÁLISIS DE
SU DIMENSIÓN ÉTICA, POLÍTICA, CIUDADANA, PARTICIPATIVA Y ORGANIZADA
El presente informe se enmarca como cierre del recorrido anual del espacio de Ética y
Construcción de Ciudadanía y pretende integrar los principales tópicos revisados durante el
ciclo lectivo, con el objetivo de visibilizar la unidad que supone ser el hombre, sin caer en
una mera parcialización y desfragmentación de las dimensiones constituyentes, ya que de lo
contrario el siguiente trabajo no sería más que un mero reservorio de síntesis inconexas.
El hombre a diferencia del resto de los seres vivientes se caracteriza por poseer
razonamiento, facultad que le permite resolver problemas partiendo de axiomas o hipótesis
para establecer conclusiones y aprender de manera consciente de los hechos, estableciendo
conexiones causales y lógicas entre ellos.
El hombre no se reduce sólo a una unidad pensante en términos singulares sino que
interactúa con la realidad y su contexto compartiendo su existencia con otros. Precisamente
el carácter social construye a la comunidad humana entendida como una célula en donde las
personas comparten costumbres, intereses y ciertos rasgos afines que le otorgan coherencia
y estabilidad. Contando además con la capacidad intrínseca de la libertad, el hombre puede
decidir cómo construir sus vínculos y su propia vida, lo que lo convierte en un ser político y
ético. Estos saberes prácticos se diferencian entre sí por su finalidad y su ámbito de
aplicación. La ética se construye como un arte, un cultivo interno que le permite elegir lo
que más le conviene y vivir lo mejor posible, mientras que la política pretende convocarlo
como ciudadano para organizar la convivencia social de modo que cada cual pueda elegir lo
que le conviene.
Claramente la ética surge como una perspectiva personal, mientras que la política busca un
acuerdo con los demás a fin de organizar la sociedad y el Estado. En el terreno de lo ético el
individuo resuelve su vida en puras acciones, mientras que en lo político crea instituciones,
leyes y formas de ordenar y administrar la cosa pública. Precisamente la organización social
pone de manifiesto la tendencia natural que impulsa a los seres humanos a asociarse con el
fin de alcanzar objetivos comunes que exceden sus capacidades individuales, motivo por el
cual la sociedad permite el desarrollo de las persona en sus distintas dimensiones y ayuda a
garantizar sus derechos.
Las personas, las familias y los diversos grupos sociales son los elementos constituyentes de
toda sociedad aunque insuficientes para organizar la vida política de los pueblos. Esta última
acción sumada al ejercicio de poder son precisamente las tareas relegadas al Estado; las
relaciones jurídicas otorgan consecuentemente mayor estabilidad a las relaciones sociales y
permiten la injerencia de la autoridad pública tanto en los conflictos privados como en los
sociales. Por tanto es el Estado quien detenta el monopolio de poder regido por leyes que
procuran el bien común y la garantía de justicia para todos. La Constitución Nacional
condensa las leyes fundamentales que rigen al país, estableciendo regímenes políticos,
derechos, obligaciones y garantías de los ciudadanos particulares.
Los derechos se inscriben como un conjunto de principios y reglas que están sujetas a las
relaciones humanas en toda sociedad civil y cuya tutela queda indicada al poder público.
Puntualmente en el apartado de derechos civiles de la Constitución Nacional encontramos
los referidos a la libertad (art. 15), la educación (art. 14), la circulación (art. 19), la expresión
(art. 32), la participación política (art. 37), al uso de la propiedad privada (art. 17), la libertad
Pese al carácter jurídico de los derechos que le confiere el corpus constitucional, los
llamados derechos positivos, existen otros que son los naturales, los que se le reconocen a
todos los seres humanos por el hecho de formar parte de la especie, independientemente
de su condición social, edad, sexo, religión, opción política, nacionalidad o cualquier otra
condición. Esta concepción de los derechos humanos adquiere expresión concreta no sólo
por las normas jurídicas estatales sino también por los tratados internacionales que fijan
como fundamento inalienable e intransferible los principios de la preservación a la vida, la
libertad, la igualdad, la libertad de expresión y conciencia, la seguridad, la sexualidad, la
ciudadanía y la educación, entre otros. El principio de la universalidad de los derechos
humanos es la piedra angular del derecho internacional destacado en la Declaración
Universal de Derechos Humanos, en donde se ha reiterado en numerosos convenios,
declaraciones y resoluciones internacionales sobre dichos preceptos. En la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena en 1993 se dispuso que todos los Estados
tuvieran el deber, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales,
de promover y proteger todos los derechos de las personas y las libertades fundamentales.
Para finalizar solo restaría establecer un lineamiento general a fin de resaltar las principales
peculiaridades de la Unitá humana, en este caso como condición esencial de la persona. El
hombre es un ser social por naturaleza y como ser comunicativo se entrega a la participación
con el objetivo de construir relaciones interpersonales para auto-realizarse en conjunto con
otros. Claramente en el camino por el desarrollo de la sociedad humana, las leyes establecen
un marco referencial para asegurar la participación, la organización y la preservación de los
principales derechos de todas las personas y el desempeño de la ciudadanía para la vida
democrática, fin prioritario de los Estados contemporáneos.
En un mundo donde se han consolidado las rutinas alienantes, los dispositivos institucionales
a la par de los poderes facticos, los aparatos ideológicos oficiales, monopolizadores de la
“realidad actual”, la ciudadanía en conjunto con la totalidad de las expresiones cívicas se
presentan como las únicas portadoras de los cambios posibles, cambios que deberán
dinamizar la historia hacia un futuro integrado y plural esgrimiendo la libertad y el derecho
como principales armas de la democracia y el mandato popular.