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Antipsicóticos
Antecedentes
Mecanismo de acción
JULIANNYS BRICEÑO
Farmacocinética
Antipsicóticos Típicos
Aunque con importantes diferencias entre ellos, todos los antipsicóticos clásicos, típicos o
tradicionales tienen una absorción muy importante, tanto por vía oral como por vía parenteral,
aunque la administración VO es siempre más impredecible. Del mismo modo, la
administración IM, alcanza picos plasmáticos eficaces antes que por VO, lo que se traduce
en un inicio de acción más rápido. En general, tras la administración IM, la mayoría alcanza
picos plasmáticos aproximadamente a los 30min, y los efectos clínicos se manifiestan a los
15-30 min. Tras la administración oral, se alcanzan picos plasmáticos a las 1-4 horas,
mientras que el estado de equilibrio se alcanza al cabo de 4-7 días. No obstante puede
observarse una respuesta clínica óptima en la primera semana, o retrasarse 5-6 semanas o
incluso más.
La biodisponibilidad es sustancialmente mejor cuando se administran por vía parenteral. La
diferencia entre las VO y parenteral, puede residir en la absorción incompleta del
antipsicótico en el aparato GI o de su metabolización en el primer paso hepático. Además, se
ha sugerido que diversos factores pueden intervenir, como antiácidos, café, tabaco o
determinados alimentos.
El metabolismo suele ser hepático y ocurre a través de la conjugación con ácido glugurónico,
hidroxilación, oxidación, desmetilación y formación de sulfóxidos.
La semivida de eliminación suele oscilar para la mayoría entre las 10-30 horas. Sin embargo,
esta eliminación es parcial, porque, debido a su alta liposolubilidad, gran cantidad se
acumula en tejidos como grasa, pulmón o cerebro. En este sentido, hay que tener en cuenta
que la actividad biológica de un antipsicótico puede prolongarse más tiempo del predecible a
partir de su semivida.
Antipsicóticos atípicos
Clozapina
Se absorbe rápidamente por VO y alcanza picos plasmáticos máximos al cabo de 1-6 horas.
Se une en un 95% a proteínas plasmáticas. Se metaboliza extensamente por el hígado y
genera tres metabolitos primarios, entre ellos, la desmetilclozapina, que es muy activa. La
semivida de eliminación es de 9-17 horas. No existe un criterio uniforme en cuanto a la “dosis
óptima” de clozapina, aunque se postula la utilización de dosis 200-900mg/día. Dosis
superiores a 550mg/día se han asociado a la aparición de convulsiones.
Risperidona
Se absorbe bien por vía oral. Es metabolizada en el hígado por citocromo P-450 CYP2D6, a
un metabolito, que también se presenta como fármaco (paliperidona). Las dosis media
oscilan entre 0,5 y 8mg/día. Dosis superiores a 6mg/día pueden provocar reacciones
extrapiramidales en pacientes sensibles. Después de su administración pueden alcanzarse
niveles plasmáticos máximos en 1 hora. La semivida global de la risperidona y su metabolito
de 20 horas.
Olanzapina
Es bien absorbida por VO y alcanza niveles plasmáticos máximo a las 5 horas. La semivida
de eliminación es de unas 27 horas. Su principal metabolito es Olanzapina-N-glucurónido y
sus otros dos metabolitos son olanzapina-N-óxido y N-desmetilolanzapina. Puede
administrarse una vez al día en dosis iniciales de 5-10mg/día, y puede incrementarse hasta
20mg/día con buena tolerancia.
Quetiapina
Después de la absorción oral, que es rápida, este fármaco puede alcanzar niveles
plasmáticos máximos al cabo de 1,2-1,8 horas. La semivida oscila entre 2,2, y 3,2 horas, por
lo que es necesario administrarla en dosis repetidas. Las dosis medias óptimas son de 400-
800mg/día.
Ziprasidona
Se absorbe bien por VO, tiene una farmacocinética lineal y las concentraciones máximas se
alcanzan a las 6-8 horas. La biodisponibilidad con alimentos está próxima al 100%, y sin
alimentos al 60%, por lo que se recomienda administrarla con las comidas. No son
necesarias los ajustes de dosis en ancianos ni en pacientes con insuficiencia renal o
hepática, leve a moderada. La dosis recomendadas son de 80-160mg/día, aunque pueden
utilizarse dosis superiores.
Aripiprazol
Se absorbe por VO, tiene una biodisponibilidad del 87% y sus picos plasmáticos se alcanzan
a las 3 horas. Las dosis son 15-30mg/día. Puede administrarse antes o después de las
comidas.
Amilsuprida
Existen varias formas de clasificar los antipsicóticos; la más simple es la que los distingue
entre antipsicóticos clásicos o tradicionales, o los de nueva generación o atípicos. Esta
clasificación responde a criterios farmacológicos y/o clínicos. Y la otra forma de clasificarlos
es según su estructura química.
Según su estructura química tenemos:
A. Derivados de fenotiazinas
Tres subfamilias de fenotiazinas, sobre todo aquellas con moléculas de cadena lateral,
alguna vez fueron las más utilizadas como antipsicóticos. Los derivados alifáticos (p. ej.,
clorpromazina) y los derivados de la piperidina (p. ej., tioridazina) son los menos potentes.
Estos fármacos producen más sedación y aumento de peso. Los derivados de la piperazina
son más potentes (eficaces a dosis menores),
pero no siempre más útiles. La perfenazina, un derivado de la piperazina, fue el fármaco
antipsicótico típico empleado en el estudio CATIE, descrito en el siguiente párrafo. Los
derivados de la piperazina son también más selectivos en sus efectos farmacológicos. En
fecha reciente, un estudio grande realizado en Estados Unidos
(CATIE) señaló que la perfenazina era tan eficaz como los fármacos atípicos, con excepción
de la olanzapina, y se concluyó que los fármacos antipsicóticos típicos constituyen el
tratamiento ideal de la esquizofrenia con base en su menor costo. Sin embargo, tiene
numerosos errores en el diseño, ejecución y análisis, por lo que su repercusión en la práctica
es mínima. En particular, no tomó en consideración diversos factores como la dosis de
olanzapina, la inclusión de individuos resistentes al tratamiento, el estímulo de los pacientes
para que cambiaran de fármacos inherente a este diseño, el riesgo de discinesia tardía
después del uso prolongado de dosis muy reducidas de antipsicóticos y la necesidad de una
muestra muy grande en estudios de equivalencia.
MOISES GARCIA
B. Derivados del tioxanteno
El tiotixeno es el fármaco prototípico de este grupo.
C. Derivados de la butirofenona
Este grupo, del cual el haloperidol es el más administrado, tiene una estructura muy
diferente respecto de los dos grupos precedentes. El haloperidol es una butirofenona y es el
fármaco más usado de los antipsicóticos típicos, a pesar de la elevada frecuencia de
síntomas extrapiramidales relacionada con este grupo. Las difenilbutilpiperidinas son
compuestos muy relacionados. Las butirofenonas y sus congéneres tienden a ser más
potentes y a causar menos efectos autónomos, pero mayores efectos extrapiramidales que
las fenotiazinas.
D. Estructuras diversas
La pimocida y la molindona son fármacos antipsicóticos típicos. No hay diferencia
significativa en la eficacia entre estos nuevos antipsicóticos típicos y los antiguos.
E. Antipsicóticos atípicos
Clozapina, asenapina, olanzapina, quetiapina, paliperidona, risperidona, sertindol,
ziprasidona, zotepina y aripiprazol son fármacos antipsicóticos atípicos. La clozapina es el
prototipo. La paliperidona es una 9-hidroxirrisperidona, el metabolito activo de la risperidona,
que se convierte con rapidez en 9-hidroxirrisperidona in vivo en la mayoría de los pacientes,
excepto en casi 10% de aquellos con metabolismo atenuado. El sertindol ya tiene aprobación
en algunos países europeos pero no en Estados Unidos. La farmacología de estos fármacos
es compleja pero comparten un mayor potencial para modificar la actividad de los receptores
de 5-HT2A que de interferir con la acción de los receptores D2. En la mayor parte de los
casos actúan como agonistas parciales en el receptor 5-HT1A y generan efectos sinérgicos
con el antagonismo de los receptores 5-HT2A. La mayor parte es antagonista de los
receptores de 5-HT6 o 5-HT7. La sulpirida y la sulprida constituyen otra clase de
antipsicóticos atípicos. Tienen potencia equivalente para los receptores D2 y D3, pero
también son antagonistas de 5-HT7. No tienen relación directa entre EPS y la eficacia
antipsicótica. Sin embargo, también producen aumentos notorios de la cifra de prolactina
sérica y no están exentos del riesgo de discinesia tardía, como la clozapina y la quetiapina.
Selección de los fármacos antipsicóticos
La selección de fármacos antipsicóticos se basa sobre todo en las diferencias en los efectos
adversos y las probables variaciones en cuanto a eficacia. Puesto que el uso de los fármacos
más antiguos es aún amplio, en especial en pacientes tratados en el sector público, todavía
es importante el conocimiento de fármacos como la clorpromazina y el haloperidol. En
consecuencia, el médico debe conocer a un miembro de cada una de las tres subfamilias de
fenotiazinas, un miembro del grupo de tioxanteno y butirofenona, y todos los compuestos
más recientes: clozapina, risperidona, olanzapina, quetiapina, ziprasidona y aripiprazol. Cada
uno puede tener beneficios especiales en pacientes selectos.
En casi 70% de los pacientes con esquizofrenia y tal vez en un porcentaje similar de aquellos
con trastorno bipolar y rasgos psicóticos, los fármacos antipsicóticos típicos e inusuales
tienen eficacia equivalente para tratar los síntomas positivos. Sin embargo, las pruebas están
a favor de los antipsicóticos atípicos para el tratamiento de los síntomas negativos de la
cognición, para disminuir el riesgo de discinesia tardía y otras formas de EPS y para menores
incrementos de la cifra de prolactina. Algunos de los fármacos antipsicóticos atípicos
producen más aumento de peso y de las concentraciones de lípidos que algunos
antipsicóticos típicos. Un pequeño porcentaje de sujetos presenta diabetes mellitus, más a
menudo con el uso de clozapina y olanzapina. La ziprasidona es el antipsicótico atípico que
causa la menor ganancia de peso. La risperidona, la paliperidona y el aripiprazol suelen
producir pequeños incrementos de peso y lípidos. La asenapina y la quetiapina tienen un
efecto intermedio. La clozapina y la olanzapina generan con frecuencia grandes aumentos de
peso y lípidos. Por lo tanto, estos fármacos deben considerarse un segundo recurso, a
menos que haya una indicación específica. Ese es el caso de la clozapina, que a dosis altas
(300 a 900 mg/día) es eficaz en la mayoría de los individuos con esquizofrenia resistente a
otros fármacos, considerando que el tratamiento se continúe hasta seis meses. Los informes
de casos y varios estudios clínicos sugieren que la olanzapina a dosis alta, como 30 a 45
mg/día, puede también ser eficaz en la esquizofrenia resistente al tratamiento cuando se
administra por un periodo de seis meses. La clozapina es el único antipsicótico atípico
indicado para reducir el riesgo de suicidio. Todos los pacientes con esquizofrenia que han
tenido intentos de suicidio que pone en riesgo la vida deben valorarse con gran cuidado para
el cambio a clozapina. Se ha demostrado en algunos estudios que los nuevos fármacos
antipsicóticos son más eficaces que los antiguos para tratar los síntomas negativos. La forma
psicótica florida de la enfermedad acompañada de una conducta incontrolable tal vez
responda igual de bien a todos los antipsicóticos potentes, pero aún se trata a menudo con
fármacos más antiguos que ofrecen preparados intramusculares para el tratamiento agudo y
crónico. Más aún, el bajo costo de los fármacos más antiguos contribuye a su uso amplio a
pesar del riesgo de producir efectos adversos de EPS. Varios de los antipsicóticos más
recientes, entre ellos clozapina, risperidona y olanzapina, muestran superioridad con
respecto al haloperidol en términos de respuesta global en algunos estudios controlados. Se
requieren más protocolos comparativos con aripiprazol para valorar su eficacia relativa. Más
todavía, el mejor perfil de efectos adversos de los fármacos más recientes y el riesgo bajo o
nulo de discinesia tardía sugieren que representarían el tratamiento ideal. La mejor guía para
seleccionar un fármaco para un paciente individual es su respuesta al compuesto. En la
actualidad, la clozapina se limita a aquellos pacientes que no han tenido respuesta a dosis
sustanciales de los fármacos antipsicóticos convencionales. La agranulocitosis y las
convulsiones vinculadas con este fármaco impiden su uso más amplio. El perfil superior de
efectos secundarios de la risperidona (en comparación con el del haloperidol) a dosis de 6
mg/día o menos, y el menor riesgo de discinesia tardía, han contribuido a su amplio uso. La
olanzapina y la quetiapina pueden tener incluso menor riesgo y también han alcanzado un
uso extendido.
Dosis
Las formas parenterales bien toleradas de alta potencia de los fármacos antiguos, haloperidol
y flufenazina, están disponibles para el inicio rápido del tratamiento, así como para el de
mantenimiento en personas con escasa observancia terapéutica. Puesto que los fármacos de
administración parenteral pueden tener mucha mayor biodisponibilidad que los preparados
orales, las dosis deben corresponder sólo a un porcentaje de la que se administra por vía
oral y deben consultarse las instrucciones del fabricante. Los decanoatos de flufenazina y de
haloperidol son adecuados para el tratamiento de mantenimiento parenteral a largo plazo en
sujetos que no pueden tomar compuestos orales o que no lo harán.
Horarios de dosificación
Los fármacos antipsicóticos se administran con frecuencia en dosis diarias divididas, con
ajuste de la dosis hasta una eficaz. Debe intentarse durante al menos varias semanas la
administración de la cantidad más baja dentro de los límites de dosis que se muestran en el
cuadro 29-4. Después de definir una dosis diaria eficaz para un paciente individual, ésta se
puede administrar con menor frecuencia. Las dosis de una vez al día, por lo general
administradas por la noche, son factibles para muchos individuos durante el tratamiento de
mantenimiento crónico. La simplificación de los esquemas posológicos favorece un mejor
cumplimiento.
Tratamiento de mantenimiento
Una minoría de los pacientes esquizofrénicos puede recuperarse de una crisis aguda y no
requerir tratamiento farmacológico adicional durante periodos prolongados. En casi todos los
casos, la selección fluctúa entre aumentar la dosis “según sea necesario” o agregar otros
fármacos para las exacerbaciones, en comparación con el tratamiento de mantenimiento
continuo con una dosis terapéutica completa. La selección depende de factores sociales
como la disponibilidad de familiares o amigos que conozcan los síntomas de una recaída
temprana y el acceso rápido a la atención profesional.
Combinaciones farmacológicas
Tratamiento de la Psicosis
VERONICA
Hipótesis del Glutamato para la Esquizofrenia: El glutamato es el principal
neurotransmisor excitador en el cerebro. La fenciclidina y la cetamina son inhibidores no
competitivos del receptor de NMDA que exacerban la alteración cognitiva y la psicosis en
pacientes con esquizofrenia. La fenciclidina (PCP) y el fármaco afín, MK-801, incrementan la
actividad locomotora y, de manera aguda o crónica, generan una variedad de deficiencias
cognitivas en los roedores y primates. Estos efectos se utilizan de forma amplia como
método para diseñar nuevos antipsicóticos y fármacos que refuerzan la actividad cognitiva.
Los antagonistas selectivos de 5-HT2A, así como los antipsicóticos atípicos, son mucho más
potentes que los antagonistas D2 para bloquear estos efectos de la PCP y MK-801. Este fue
el punto de inicio de la hipótesis según la cual la hipofunción de los receptores de NMDA
localizados en neuronas internunciales GABAérgicas, que reducían las influencias
inhibidoras sobre la función neuronal, contribuía a la esquizofrenia. La actividad GABAérgica
disminuida puede inducir desinhibición de la actividad glutamatérgica anterógrada que quizás
lleve a hiperestimulación de las neuronas corticales a través de receptores diferentes al del
NMDA. Pruebas preliminares sugieren que el LY2140023, un fármaco que actúa como
agonista del receptor de glutamato 2/3 estimulante del metabolismo (mGLuR2/3) puede ser
eficaz en la esquizofrenia. El receptor de NMDA es un conducto iónico que requiere glicina
para su activación completa. Se ha sugerido que en pacientes con esquizofrenia el sitio de
glicina del receptor de NMDA no está por completo saturado. Se han conducido varios
estudios con dosis altas de glicina para favorecer la actividad glutamatérgica, pero los
resultados están lejos de ser convincentes. En la actualidad, los inhibidores del transporte de
glicina están en desarrollo como posibles antipsicóticos. Las ampacinas son fármacos que
potencian corrientes mediadas por los receptores de glutamato de tipo AMPA. En pruebas
conductuales, las ampacinas son eficaces para corregir conductas en diversos modelos
animales de esquizofrenia y depresión. Protegen a las neuronas contra los procesos
neurotóxicos, en parte por movilización de factores de crecimiento, como el factor
neurotrópico derivado del cerebro (BDNF, brain-derived neurotrophic factor).
Las psicosis relacionadas con el delirio y la demencia, particularmente la demencia del tipo
Alzheimer, pueden compartir una etiología común: deficiencia en neurotransmisión
colinérgica muscarínica debido a medicamentos, pérdida neuronal relacionada con la edad o
la enfermedad (Koppel y Greenwald, 2014; Salahudeen et al., 2014). El delirio puede tener
precipitantes además de medicamentos, como infección, desequilibrio electrolítico, trastorno
metabólico, todos los cuales requieren un tratamiento específico, además de la eliminación
de medicamentos anticolinérgicos (Khan et al., 2012). El desarrollo de PDP se debe a la
pérdida asociada de cuerpos de Lewy de serotonina de las neuronas de rata y a la posterior
regulación positiva de los receptores 5HT2A corticales. El tratamiento específico para PDP
(Parkinson disease psychosis – Psicosis de la enfermedad de Parkinson) es pimavanserina,
un agonista inverso 5HT2A selectivo desprovisto de actividad del receptor DA (Cummings et
al., 2014).
Esquizofrenia
Común a todos los trastornos psicóticos son los síntomas positivos, que pueden incluir el
comportamiento alucinatorio, el pensamiento perturbado y el descontrol conductual. Común a
los tratamientos efectivos de la esquizofrenia es un impacto en la neurotransmisión
dopaminérgica (figura 16-1).
Para muchos trastornos psicóticos, los síntomas son transitorios y los medicamentos
antipsicóticos sólo se administran durante y poco después de los periodos de la
exacerbación de los síntomas. Los pacientes con delirio, demencia, trastorno depresivo
mayor o manía con características psicóticas, psicosis inducidas por sustancias y trastorno
psicótico breve generalmente recibirán tratamiento antipsicótico a corto plazo que se
suspenderá después de la resolución de los síntomas psicóticos, aunque la duración puede
variar considerablemente según la etiología. Los pacientes bipolares en particular pueden
tener un tratamiento antipsicótico extendido durante varios meses después de la resolución
de la manía y la psicosis debido a que los medicamentos antipsicóticos son efectivos para
reducir la recaída de la manía. Los síntomas psicóticos crónicos en pacientes con demencia
también pueden ser susceptible a la terapia con medicamentos, pero los beneficios
potenciales deben ser equilibrados con el riesgo documentado de mortalidad y eventos
cerebrovascular asociados con el uso de medicamentos antipsicóticos en esta población de
pacientes (Maust et al., 2015).
MARIBEL ZAVALA
Tratamiento antipsicótico a largo plazo
Los síntomas psicóticos de delirio o demencia generalmente se tratan con dosis bajas de
medicación, aunque las dosis pueden tener que repetirse a intervalos frecuentes inicialmente
para lograr un control conductual adecuado. A pesar del uso clínico generalizado, ningún
antipsicótico ha recibido aprobación para la psicosis relacionada con la demencia. Además,
todas las drogas antipsicóticas tienen advertencias de que pueden aumentar la mortalidad en
este escenario (Maust et al., 2015). Debido a que los efectos anticolinérgicos de los
medicamentos pueden empeorar el delirio y la demencia, los fármacos antipsicóticos típicos
de alta potencia (p. ej., haloperidol) o los agentes antipsicóticos atípicos con propiedades
antimuscarínicas limitadas (p. ej., risperidona) son a menudo los fármacos preferidos (Khan
et al., 2012).
Las dosis para pacientes con demencia son un cuarto de las dosis de esquizofrenia en
adultos (p. ej., risperidona 0.5-1.5 mg/d), como EPS (Síntoma extrapiramidal), ortostasis y
sedación son particularmente problemáticos en esta población de pacientes. En la psicosis
aguda, los beneficios antipsicóticos significativos generalmente se observan dentro de los 60-
120 minutos posteriores a la administración del fármaco. Los pacientes delirantes o con
demencia pueden ser reacios o incapaces de tragar tabletas, pero las preparaciones ODT
(Tableta de disolución oral) o las formas concentradas líquidas están disponibles. La
administración intramuscular de ziprasidona u olanzapina representa una opción para tratar
pacientes agitados y mínimamente cooperativos y presenta menos riesgo de parkinsonismo
inducido por fármacos que el haloperidol. Una forma inhalada de 10 mg de loxapina está
disponible en Estados Unidos, con una mediana Tmáx de menos de 2 min. Después de una
distribución rápida, los niveles caen un 75% durante los siguientes 10 minutos y luego siguen
una cinética típica con una t1/2 de 7.6 h. La loxapina inhalada sólo se puede administrar en
instalaciones de atención médica que pueden proporcionar un manejo avanzado de la vía
aérea en el raro caso de broncoespasmo agudo. La pimavanserina para PDP tiene una t1/2
de 57 h, y los efectos clínicos se observan durante 2-6 semanas.
Manía
Depresión mayor
Los pacientes con trastorno depresivo mayor con características psicóticas requieren dosis
de fármacos antipsicóticos inferiores a la media, administradas en combinación con un
antidepresivo. Por lo general, no se requiere tratamiento antipsicótico extendido, pero ciertos
agentes antipsicóticos atípicos proporcionan un beneficio antidepresivo complementario
(Farahani y Correll, 2012). La mayoría de los fármacos antipsicóticos muestran un beneficio
antidepresivo limitado cuando se usan como monoterapia, con la excepción de la
amisulprida, la loxapina, la lurasidona y la quetiapina. Algunos agentes antipsicóticos atípicos
son eficaces como terapia adjunta en la depresión unipolar resistente al tratamiento.
Esquizofrenia
Los objetivos inmediatos del tratamiento antipsicótico agudo son la reducción del
comportamiento agitado, desorganizado u hostil, disminuyendo el impacto de alucinaciones,
mejoría en la organización del pensamiento y la reducción de la retirada social. Las dosis
utilizadas de forma aguda pueden ser más altas que las requeridas para el tratamiento de
mantenimiento de pacientes estables. Aparte de la clozapina, que es excepcionalmente
eficaz en la esquizofrenia refractaria, los antipsicóticos atípicos no son más efectivos que los
agentes típicos, pero ofrecen un mejor perfil de efectos secundarios neurológicos que los
fármacos antipsicóticos típicos.
El bloqueo D2 excesivo, como suele ser el caso con agentes típicos de alta potencia (p. ej.,
haloperidol), no sólo aumenta el riesgo de efectos neurológicos (p. ej., rigidez muscular,
bradicinesia, temblor, acatisia) sino que también enlentece la actividad mental (bradifrenia) e
interfiere con las vías centrales de estímulo, dando como resultado quejas del paciente de
anhedonia (pérdida de la capacidad de experimentar placer). Los agentes típicos de baja
potencia como la clorpromazina no se usan comúnmente debido a las altas afinidades por los
receptores H1, M1 y α1 que resultan en efectos indeseables (sedación, propiedades
anticolinérgicas, ortostasis).
Las preocupaciones con respecto a la prolongación de QTc limitan aún más su utilidad
clínica. En la psicosis aguda, la sedación puede ser deseable, pero el uso de un fármaco
antipsicótico sedante puede interferir con la evaluación y la función cognitiva. Debido a que la
esquizofrenia requiere un tratamiento a largo plazo, se deben evitar los antipsicóticos con
mayores responsabilidades metabólicas, especialmente el aumento de peso (discutido más
adelante en este capítulo), como terapias de primera línea. La ziprasidona, el aripiprazol, la
iloperidona, el brexpiprazol, la cariprazina y la lurasidona son los agentes atípicos más
pesados y metabólicamente benignos (De Hert et al., 2012; Rummel-Kluge et al., 2010). La
ziprasidona está disponible en forma intramuscular aguda, lo que permite la continuación del
mismo tratamiento farmacológico iniciado por vía parenteral en la sala de urgencias.
Los pacientes con esquizofrenia tienen una prevalencia dos veces mayor de síndrome
metabólico y DM tipo 2 y tasas de mortalidad relacionadas con CV dos veces mayores que la
población general (Torniainen et al., 2015). Por esta razón, las directrices de consenso
recomiendan la determinación basal de la glucosa sérica, los lípidos, el peso, la presión
arterial y los antecedentes personales y familiares de enfermedad metabólica y CV.
Con el bajo riesgo de EPS entre los agentes antipsicóticos atípicos, no es necesario el uso
profiláctico de medicamentos antiparkinsonianos (p. ej., benztropina, trihexifenidilo). El
parkinsonismo inducido por fármacos puede ocurrir a dosis más altas o entre pacientes
ancianos expuestos a agentes antipsicóticos que tienen una mayor afinidad por D2; las dosis
recomendadas son aproximadamente 50% de las utilizadas en pacientes más jóvenes con
esquizofrenia.
Trastornos de ansiedad: Ensayos doble ciego controlados con placebo han demostrado el
beneficio del tratamiento adjunto con fármacos antipsicóticos para el trastorno obsesivo
compulsivo, con un metaanálisis reciente que muestra una eficacia significativa para
risperidona pero no para quetiapina y olanzapina (Dold et al., 2013). Para el trastorno de
ansiedad generalizado, los ensayos clínicos demostraron la eficacia de quetiapina como
monoterapia y de dosis bajas combinadas de risperidona. Los datos recientes no respaldan
el uso habitual de risperidona para el trastorno de estrés postraumático (Krystal et al., 2011).
En décadas anteriores, los agentes antipsicóticos típicos de alta potencia y baja dosis (p. ej.,
haloperidol, pimozida) fueron los tratamientos de elección, pero estos pacientes no psicóticos
son extremadamente sensibles al impacto del bloqueo DA en la velocidad de procesamiento
cognitivo y en los centros de recompensa. Por otra parte, preocupaciones de seguridad con
respecto a la prolongación del QTc de la pimozida y un mayor riesgo de las arritmias
ventriculares han terminado en gran medida su uso clínico.
Enfermedad de Huntington: La enfermedad de Huntington es otra condición
neuropsiquiátrica que, como los trastornos del tic, se asocia con la patología de los ganglios
basales. El bloqueo DA puede suprimir la gravedad de los movimientos coreotáticos pero no
es fuertemente respaldado debido a los riesgos asociados con el antagonismo DA excesivo
que superan el beneficio marginal. La inhibición del transportador de la monoamina vesicular
2 (VMAT2) con compuestos de tetrabenazina ha reemplazado al bloqueo del receptor DA en
el manejo de la corea.
MARIA BENAVENTA
Acatisia. A diferencia del parkinsonismo inducido por antipsicóticos y la distonía aguda, la
fenomenología y el tratamiento de la acatisia sugieren la participación de estructuras fuera de
la vía nigroestriada. A pesar de la asociación con el bloqueo D2, la acatisia no tiene una
respuesta tan sólida a los fármacos antiparkinsonianos, por lo que otras estrategias de
tratamiento actualmente son empleadas a menudo, incluidas las benzodiacepinas de alta
potencia (p. ej., clonazepam) y betabloqueadores no selectivos con buena penetración al
CNS (p. ej., propranolol). Con el tiempo, debería considerarse la reducción de la dosis o el
cambio a otro agente antipsicótico. Que el clonazepam y el propranolol tienen actividad
cortical significativa y son ineficaces para otras formas de EPS apuntan a un origen
extratriatal para los síntomas de acatisia.
WILIANNYS
El mecanismo por el cual los fármacos antipsicóticos interrumpen la homeostasis de glucosa-
insulina no se conoce, pero los experimentos en animales en vivo documentan los efectos
inmediatos dependientes de la dosis de clozapina y olanzapina en todo el cuerpo y la
sensibilidad a la insulina hepática (Meyer y Stahl, 2009).
Otros efectos adversos. En Estados Unidos, hay una clase de etiqueta deadvertencia de
riesgo de ataque convulsivo con todos los agentes antipsicóticos (excepto pimavanserina),
con reportes de incidencias muy por debajo del 1%. Entre los medicamentos antipsicóticos
más nuevos de uso común, sólo la clozapina tiene un riesgo convulsivo dependiente de la
dosis, con una prevalencia del 3 al 5%. La olanzapina relacionada estructuralmente tuvo una
incidencia de 0.9% en estudios previos a la comercialización. Los pacientes con trastorno
convulsivo que comienzan tratamiento antipsicótico deben recibir profilaxis adecuada, con
consideración para evitar la carbamazepina y la fenitoína debido a su capacidad para inducir
CYP y P-glucoproteína. La carbamazepina también está contraindicada durante el
tratamiento con clozapina debido a sus efectos en la médula ósea. Los derivados de
valproato (p. ej., divalproex sódico) se usan para convulsiones asociadas a clozapina ya que
cubren mejor el espectro de ataques mioclónicos generalizados (Meltzer, 2012). La clozapina
causa una serie de otros efectos adversos, los más preocupantes de los cuales es la
agranulocitosis, con una incidencia ligeramente inferior al 1%; el riesgo más alto ocurre
durante los primeros seis meses de tratamiento, con un pico en los meses 2-3 y
disminuyendo rápidamente a partir de entonces (Meltzer, 2012). El mecanismo es mediado
por inmunidad, y en los pacientes que tienen agranulocitosis relacionada con la clozapina
verificable, por lo general no se vuelve a estimular. Un algoritmo extenso guía la respuesta
clínica a la agranulocitosis y formas menores de neutropenia están disponible en los sitios
web del fabricante y deben ser seguidos, junto con la monitorización obligatoria de CBC.
Otros efectos adversos incluyen la retinopatía pigmentaria (tioridazina en dosis diarias × 800
mg/d), fotosensibilidad (fenotiazinas de baja potencia), y elevaciones de fosfatasa alcalina y,
raramente, transaminasas hepáticas (fenotiazinas).
Interacciones medicamentosas
Los agentes antipsicóticos no son inhibidores significativos de los CYP, con algunas
excepciones notables: clorpromazina, perfenazina y tioridazina inhiben CYP2D6. Las
semividas plasmáticas de varios de estos agentes se alteran por inducción o inhibición de los
CYP hepáticos y por polimorfismos genéticos que alteran las actividades específicas del CYP
(tabla 16-4). Aunque los fármacos antipsicóticos están muy unidos a proteínas, no hay
evidencia de desplazamiento significativo de otros medicamentos unidos a proteínas, por lo
que no es necesario ajustar la dosis para anticonvulsivos, warfarina u otros agentes con
índices terapéuticos estrechos.
Con respecto a las interacciones medicamentosas, es importante considerar los efectos de
las exposiciones ambientales (fumar, nutracéuticos, jugo de toronja) y los cambios en estos
comportamientos. Los cambios en el tabaquismo pueden ser especialmente problemáticos
para los pacientes tratados con clozapina y alterarán los niveles séricos en 50% o más
(Rostami-Hodjegan et al., 2004) debido a la capacidad de los hidrocarburos aromáticos en el
humo del tabaco para inducir CYP1A2, el principal metabolizador de clozapina.
Los pacientes de edad avanzada tienen un mayor riesgo de TD y parkinsonismo, con tasas
de TD aproximadamente cinco veces más altas que las observadas con pacientes más
jóvenes. Con los antipsicóticos típicos, la incidencia anual de TD informada entre los
pacientes ancianos es del 20 al 25% en comparación con 4 al 5% para pacientes más
jóvenes. Con los antipsicóticos atípicos, la tasa anual de TD en pacientes ancianos es mucho
más bajo (2-3%). El mayor riesgo de eventos cerebrovasculares y la mortalidad por todas las
causas también se observa en pacientes ancianos con demencia (véase Mortalidad
aumentada en pacientes con demencia). Comparado con pacientes más jóvenes, el aumento
de peso inducido por antipsicóticos es menor en pacientes de edad avanzada.
LUISALBA DIAZ
Uso durante el embarazo y la lactancia
Los datos humanos de las bases de datos de grandes estudios no muestran mayores tasas
de malformaciones congénitas mayores después de la exposición en el primer trimestre
(Huybrechts et al., 2016). No obstante, el uso de cualquier medicamento durante el
embarazo debe ser equilibrado por las preocupaciones sobre el impacto fetal y la salud
mental de la madre, especialmente en la exposición en el primer trimestre. Como las drogas
antipsicóticas están dise.adas para cruzar la barrera hematoencefálica, todos tienen altas
tasas de paso trasplacentario. Se estima que las tasas de paso placentario son más altas
para olanzapina (72%), seguidas de haloperidol (42%), risperidona (49%) y quetiapina (24%).
Los neonatos expuestos a la olanzapina, el agente atípico con mayor índice de paso
placentario, exhibe una tendencia hacia un mayor ingreso en la unidad de cuidados
intensivos neonatales. El uso en madres lactantes plantea un conjunto de preocupaciones
separadas debido a la capacidad reducida del recién nacido para metabolizar los
xenobióticos, lo que presenta un riesgo significativo de toxicidad por fármacos antipsicóticos.
Los datos disponibles no proporcionan una orientación adecuada sobre la elección del
agente.
Usos terapéuticos
Tratamiento farmacológico del trastorno bipolar. El tratamiento con Li+ idealmente es
conducido en pacientes con función cardiaca y renal normal. De vez en cuando, los
pacientes con enfermedades sistémicas graves se tratan con Li+, siempre que las
indicaciones sean convincentes, pero la necesidad de diuréticos, agentes antiinflamatorios no
esteroideos u otros medicamentos que posean problemas de potencial cinético a menudo
excluyen el uso de Li+ en aquellos con problemas médicos múltiples. El tratamiento de la
manía aguda y la prevención de las recurrencias del trastorno bipolar en adultos o
adolescentes son usos aprobados por la FDA. El Li+ es el estabilizador del estado de ánimo
con los datos más sólidos
sobre la reducción del suicidio en los pacientes bipolares; el Li+ también es eficaz para el
aumento del estado de ánimo en pacientes depresivos unipolares que responden
inadecuadamente a la terapia antidepresiva (Grandjean y Aubry, 2009a).
El Li+ es eficaz en la manía aguda y se puede cargar en aquellos con función renal normal
utilizando tres dosis individuales de 10 mg/kg de preparación de liberación prolongada
administrada a intervalos de 2 h. El formulario de liberación sostenida es usado para
minimizar los efectos adversos gastrointestinales (p. ej., náuseas, diarrea); el tratamiento
puede continuarse con carbonato de Li+. Los pacientes con manía aguda requieren dosis
más altas para alcanzar niveles séricos terapéuticos, y el ajuste hacia abajo puede ser
necesario una vez que el paciente es eutímico. La eficacia se puede lograr siguiendo una
carga en cinco días. Cuando la adherencia con cápsulas orales o tabletas es un problema, se
puede usar el citrato de Li+ líquido.
Las inquietudes que guían el tratamiento bipolar son la alta tasa de recurrencia y el alto
riesgo de suicidio. Las personas que experimentan manía tienen un 80-90% de riesgo en la
vida de episodios maníacos posteriores. Al igual que con la esquizofrenia, la falta de
conocimiento, el apoyo psicosocial deficiente y el abuso de sustancias interfieren con la
adherencia al tratamiento. Si bien los anticonvulsivos lamotrigina, Carbamazepina y
divalproex tienen datos que respaldan su uso en la profilaxis bipolar, sólo se ha demostrado
que el litio reduce el riesgo de suicidio en comparación con otros tratamientos,
específicamente cuando se comparan con derivados del ácido valproato (Goodwin et al.,
2003). Un reciente gran ensayo que comparó Li+ y valproato no encontró diferencias
significativas en el tiempo de recaída entre los dos agentes (Cipriani et al., 2013).
La lamotrigina ha demostrado ser efectiva para los pacientes bipolares cuyo episodio de
estado anímico más reciente fue maníaco o deprimido, con un mayor efecto sobre la recaída
depresiva (Selle et al., 2014). La capacidad de proporcionar profilaxis para episodios
depresivos futuros combinados con datos en la depresión bipolar aguda ha hecho que la
lamotrigina sea una opción útil para el tratamiento bipolar, dado que los pacientes con
trastorno bipolar I y II pasan grandes periodos en fases depresivas (Selle et al., 2014). El
trastorno bipolar es una enfermedad de por vida con altas tasas de recurrencia. Los
individuos que experimentan un episodio de manía deben ser educados sobre la probable
necesidad de tratamiento continuo. Detener la terapia estabilizadora del estado de ánimo
puede considerarse en pacientes que han experimentado sólo un episodio maníaco en la
vida, en particular cuando puede haber habido una farmacología precipitante (p. ej., uso de
sustancias o antidepresivos) y quienes han sido eutímicos por periodos prolongados. Para
los pacientes con trastorno bipolar II, el impacto de la hipomanía es relativamente limitada,
por lo que la decisión de recomendar el tratamiento de mantenimiento prolongado con un
estabilizador del estado de ánimo se basa en la respuesta clínica y la relación
riesgo:beneficio. La interrupción del mantenimiento del tratamiento con Li+ en pacientes con
trastorno bipolar I conlleva un alto riesgo de recurrencia temprana y de comportamiento
suicida durante un periodo de varios meses, incluso si el tratamiento había sido exitoso por
varios años. La recurrencia es mucho más rápida que lo predicho por la historia natural del
trastorno bipolar no tratado, en el que las duraciones de los ciclos son de aproximadamente
un año. Este riesgo puede ser moderado por eliminación gradual lenta de Li+; se debe evitar
la interrupción rápida a menos que sea dictado por emergencias médicas.
Otros usos del litio. El Li+ es eficaz como terapia adjunta en el tratamiento de la depresión
mayor resistente (Grandjean y Aubry, 2009a). Los datos clínicos también admiten el uso de
Li+ como monoterapia para la depresión unipolar. Un metaanálisis indicó que el beneficio del
litio en la reducción del suicidio se extiende a los pacientes con trastorno del estado de ánimo
unipolar (Baldessarini y Tondo, 2000). Mientras que el mantenimiento de los niveles de Li+
de 0.6-1.0 mEq/L se usan para la profilaxis bipolar, un rango inferior (0.4-0.8 mEq/L) se
recomienda para aumento
Antidepresivo.
Uso en poblaciones geriátricas. La mayoría de los pacientes mayores con terapia con Li+
son aquellos que se mantienen durante años con el medicamento. Los pacientes ancianos
con frecuencia toman numerosos fármacos para otras enfermedades, y el potencial para las
interacciones entre medicamentos es sustancial. Las reducciones relacionadas con la edad
en el agua corporal total y el aclaramiento de creatinina reducen el margen de seguridad para
el tratamiento con Li+ en pacientes mayores.
Dirigirse a niveles séricos de mantenimiento más bajos (0.6-0.8 mEq/L) puede reducir el
riesgo de toxicidad. A medida que la eGFR cae por debajo de 50 mL/min, se debe prestar
mucha atención al uso de agentes alternativos, a pesar de las ventajas terapéuticas del litio
(Morriss y Benjamin,2008). La toxicidad de Li+ ocurre con mayor frecuencia en pacientes de
edad avanzada, en parte como resultado del uso concurrente de diuréticos de asa y los ACEI
(Grandjean y Aubry, 2009c). Los anticonvulsivos, especialmente el divalproex de liberación
prolongada, son una alternativa razonable al Li+. Los pacientes de edad avanzada que están
sin tratamiento previo pueden ser más sensibles a los efectos adversos del CNS de todos los
tipos de medicamentos utilizados para la manía aguda, especialmente parkinsonismo y DT
del antagonismo D2, confusión de medicamentos antipsicóticos con propiedades
antimuscarínicas y ataxia o sedación de Li+ o anticonvulsivantes.