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El creador de la terapia gestalt (TG) fue Fritz Perls, quien primero fue psicoanalista y, luego de
separarse de la doctrina de Freud, comenzó a desarrollar su propio sistema.
La necesidad central persiste hasta que se satisface y luego desaparece para dar lugar a otra.
En cada momento, tal necesidad organiza la relación entre la persona y su ambiente.
La palabra gestalt puede significar muchas cosas; así, por ejemplo, puede ser: “conjunto,
continente, tamaño, configuración, forma, figura, integración, una totalidad mayor que la
suma de las partes”. De una manera práctica, se reconoce a la gestáltica como la escuela
psicoterapéutica que emplea los conocimientos de la teoría psicológica de la gestalt y que se
identifica con la obra de Perls. En el mundo entero ocupa aproximadamente el sexto lugar
dentro de las escuelas terapéuticas.
La experiencia actual no requiere ser explicada o interpretada, sino que debe ser contactada,
sentida, descrita en el aquí y ahora, basándose en la concienciación de lo obvio.
Darse cuenta en gestáltica implica percatarse del mundo exterior, del mundo interior y de la
fantasía. Toda fantasía tiene una realidad encubierta y toda idea del futuro puede ser,
también, ficción irreal.
El punto central de su acción está en la experiencia de los nuevos modelos de reacción, que
ejercitan el “aquí y ahora”. Para poder conseguir la propia responsabilidad del paciente, se
trabajará su tendencia a usar el “pero”, a través del uso del: “yo”, “yo no puedo”, “yo no
quiero”.
Banquillo de los acusados. Alguien se ofrece como voluntario para trabajar con el
facilitador; esta persona es figura contra el fondo del grupo. Se trata de una
experiencia en comunidad.
Banquillo flotante. Estando seguro el facilitador de las características de relación de los
integrantes del grupo, expone los dos lados de todas las historias, atacando
resistencias.
Impasse infantil. Se resuelve volviendo a actuar la situación, haciendo presente la falta
de satisfacciones positivas y la de recursos propios que llevan a la manipulación del
ambiente.
Observación de los signos de conducta. Se observan las partes cerradas y abiertas del
cuerpo: inferior (apoyo), superior (contacto).
Concienciación en la pareja. Se aportan estímulos verbales, físicos y gestuales,
estableciendo y restableciendo el contacto.
Zonas de la conciencia. Se observan las tres partes: zona interna (yo niño), zona
intermedia (padre-adulto-niño), y zona externa (modales).
Implosión. Se trabaja la desesperación, los duelos, la auto compasión, el
autodesprecio, los temores y las dudas.
Explosión. Se liberan las energías no usadas, encapsuladas o polarizadas, consecuencia
de las proyecciones.
Acompañamiento. Se trabaja el contenido y el proceso de la conducta; es similar a la
identificación.
Diálogo. Los diálogos pueden ser internos, imaginarios y externos. Es importante
encontrar quién determina lo bueno y lo malo.
Transferencia. La transferencia y la proyección son similares. El trabajo se hace con los
circuitos de conducta.
Asuntos no resueltos. Se practica el contactarse y decir adiós o resolverlos con los
ejercicios anteriores.
Ejercicios de comunicación. Pueden ser: a) imaginación de estímulos, problemas u
objetos, y b) expresión no verbal e imitación.
Trabajo con sueños. Los sueños se practican relatándolos en el presente; se usa la
primera persona incorporando verbos y evitando sustantivos y adjetivos. Se establecen
diálogos entre las partes del sueño, sobre todo entre las polarizaciones.
Despedidas. Aquí, es importante señalar las partes de la despedida que ha estipulado
el norteamericano-colombiano Brendson a raíz del desastre de Armero. Algunos de los
40 ejercicios son: reconocimiento, valorización del tiempo y del ser, entre otros
La TG no tiene metas terapéuticas muy precisas, no usa exámenes mentales muy estrictos y no
sigue un procedimiento sistemático. Su éxito está garantizado principalmente en las personas
intelectualizadas o en pacientes psicosomáticos. Los cambios terapéuticos se consiguen de
manera directa a través de la experimentación de las sensaciones y de la posición optimista
que puede llegar a alcanzar el paciente, librándose de su atadura al pasado. Al mismo tiempo,
a éste se le brinda la posibilidad de elegir bajo su propia responsabilidad la nueva personalidad
que desea asumir. Comparado con el psicoanálisis, lo valioso de esta técnica es el énfasis que
aporta a lo emocional y a lo no verbal. Si tuviera metas terapéuticas más precisas, sería mucho
más efectiva. En los últimos años, se ha presentado asociada a la terapia conductual, el análisis
transaccional y a otros grupos de encuentro; está viviendo una etapa de transición que
esperamos sea para su progreso.