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Docente de Biología
Primer Semestre
Poner en la mesa comida más asequible, que la cena del día anterior ha sido uno de los
objetivos de la experimentación agrícola. El cultivo selectivo de plantas (que se
desarrolla por medio de biotecnología), se ha convertido en una fuente de alimentos y
de acumulación de capital para quien lo ejerce con eficiencia. En las reconstrucciones
históricas de la agricultura, la mejora de semillas ha quedado oculta tras el
protagonismo de las innovaciones técnicas introducidas por los tractores y los
herbicidas. Sin embargo, los campos agrícolas no se parecen a las fábricas y los
agricultores están más cerca de los artesanos que de los fabricantes industriales. El
proceso biológico de transformación vegetal sigue en el centro de la actividad agrícola.
Pues bien, todo cultivo agrícola está formado por plantas y las plantas son seres vivos
porque nacen, crecen, se reproducen y mueren.
El ciclo biológico más utilizado en los cultivos es el siguiente: Las plántulas nacen de
semillas y a diferencia de los animales crecen en altura durante toda su vida, por lo
tanto, por medio de los conocimientos aprendidos en la ingeniería agropecuaria
buscamos que dichas plántulas vivan en un medio ambiente donde pueden desarrollar
las etapas del ciclo de vida de manera eficiente, es decir, nos encargamos de
entregarles los nutrientes necesarios, además, de prevenir las plagas, virus y
enfermedades que las puedan afectar.
Aquí debemos hacer énfasis en algo muy importante y es la forma de aplicar los
conocimientos de biología en el desarrollo de la producción agropecuaria, ejemplo de
ello, es el tipo de producción que manejamos: producción industrial (desarrollada de
material genéticamente modificado, aplicando agroquímicos que afecta en el desarrollo
de microrganismo y esterilizan el suelo y que contaminan y enferman a los demás seres
vivos incluyendo a los seres humanos), y la producción biológica o mejor conocida
como producción orgánica o sostenible (en esta podemos utilizar materiales
genéticamente modificados o materiales criollos, pero su importancia más relevante es
que permite el ciclo correcto de vida de las planta y demás microorganismos que
rodean su entorno, pues no utiliza agroquímicos, es una agricultura limpia y no
envenena).
Los transgénicos son los organismos genéticamente modificados a los que se les han
añadido genes de otra especie. Los OGM a los que simplemente se les inhibe o
potencia la expresión de uno de sus genes son OGM a secas (no transgénicos).
Por medio de la biología podemos entender de qué manera los cambios climáticos
afectan los cultivos. Por ejemplo, la temperatura juega un papel importante en los
diferentes procesos biológicos que son críticos para el desarrollo de la planta.
Pero ambos organismos tienen depredadores que regulan sus poblaciones e influyen
sobre la composición de sus comunidades: los protistas. Estos últimos son seres
diminutos, constituidos por una sola célula, y extremadamente diversos: en una pizca
de suelo pueden vivir hasta cien mil individuos, representando más especies que
insectos en una hectárea de bosque tropical.
Y, como en la selva, cada una tiene su función: las más pequeñas, de apenas unos
milésimos de milímetro, utilizan sus flagelos para capturar cientos de bacterias antes de
dividirse, lo que hacen hasta una vez por hora. O introducen sus pseudopodios
(extensiones del citoplasma) en micro-grietas para capturar las bacterias que allí
encuentran refugio.
Otras especies comen presas mayores como hongos, y practican unos agujeros en sus
paredes celulares desde donde “chupan” el contenido de las hifas. Algunas especies
son capaces de depredar hasta animales como nematodos (pequeños gusanos del
suelo) cien veces mayores, y practican una suerte de “caza en grupo”, llamando a otros
congéneres con señales químicas para participar en la matanza.
Los protistas son depredadores especializados con dietas diferentes, y hasta los
bacterívoros tienen sus preferencias, comiendo algunas y despreciando otras. De esta
forma, modifican las comunidades y, por lo tanto, los procesos bioquímicos en el suelo.
Uno de estos procesos es la liberación de nutrientes disponibles para que las plantas
puedan crecer. En efecto, las plantas necesitan nitrógeno y fosfatos para fabricar
proteínas y ácidos nucleicos, constituyentes fundamentales de la materia viva.
En eso intervienen los protistas: depredan las bacterias, excretando el amonio y los
fosfatos que necesitan las plantas. Por lo tanto, influyen directamente sobre el
crecimiento de las plantas, y fertilizan el suelo. Pero su papel no se para ahí.
Hemos visto que los protistas bacterívoros suelen tener dietas especializadas; se han
aislado especies de protistas que preservan bacterias que favorecen el crecimiento de
las plantas gracias a su producción de fitohormonas (llamadas PGPR, Plant Growth
Promoting Rhizobacteria, bacterias asociadas a las raíces que promueven el
crecimiento de las plantas). Concretamente, estos protistas evitan las cepas PGPR y
devoran las demás, ayudándolas a ganar la competencia por los nutrientes.
Pero los protistas pueden jugar también el papel del malo. Phytophthora infestans, el
mildiú de la patata, es un oomycete (protista morfológicamente similar a un hongo)
parásito procedente de América que fue responsable de la hambruna histórica que
ocurrió en Irlanda entre los años 1845–1849 y que forzó millones de familias a tomar el
camino del exilio.
Estos organismos se esparcen por los suelos húmedos a través de sus zoosporas e
infectan raíces y tubérculos. Hoy en día, se favorecen métodos de lucha basados en la
aplicación de distintos pesticidas. Sin embargo, una solución más sostenible podría
consistir en favorecer comunidades bacterianas que impidan el paso al parásito (por los
compuestos químicos específicos que producen), controladas por protistas
“guardaespaldas”. También se han aislado protistas que luchan directamente contra
hongos y oomycetes patógenos en suelos, fagocitando estos últimos. Estos organismos
se están empezando a utilizar comercialmente, como la ameba Willaertia magna.
LOS CULTIVOS: EL DESARROLLO DE LAS PLANTAS.
Dentro del desarrollo de las plantas, existirá la fecundación de las 2 células polares que
están al interior del estigma y allí se formará el endospermo que será la reserva
nutricional para el embrión; sin embargo, las plantas dicotiledóneas (2 cotiledones)
como A. thaliana, tienden a reabsorber el endospermo y fomentar la acumulación de
lípidos, proteínas y almidones en los cotiledones. De manera general, el zigoto ya
presenta una polaridad que vendrá acompañada por múltiples divisiones celulares, los
cuales fomentan diferentes estados de diferenciación del embrión, conocidos
comúnmente como estado globular, estado de corazón, estado de torpedo y estado de
maduración.
Seguido de la cofia está una región meristemática y una zona madura. La zona
meristemática provee de células indiferenciadas que se alargaran, y posteriormente se
diferenciaran para disponerse en la zona madura, en la cual, se pueden generar raíces
laterales para aumentar la superficie de absorción; así mismo, en la zona madura, se
generan elementos celulares de absorción como estructuras traqueales.
De manera general, las plantas utilizan la luz como aceptor energético de protones y
electrones, los cuales, se involucrarán en procesos anabólicos para producir sustancias
de reserva o macromoléculas energéticamente disponibles, que se forman partiendo de
nutrientes asimilados del suelo sirviendo como base o esqueleto para formar dichas
macromoléculas o sustancias de reserva.
Los nutrientes utilizados por las plantas tienden a ser clasificados como
macronutrientes y micronutrientes.
Morfología y taxonomía
Familia: Esterculiáceas.
Especie: Theobroma cacao L.
Origen: Trópicos húmedos de América, noroeste de América del Sur, zona amazónica.
Planta: Árbol de tamaño mediano (5-8 m) aunque puede alcanzar alturas de hasta 20
m cuando crece libremente bajo sombra intensa. Su corona es densa, redondeada y
con un diámetro de 7 a 9 m. Tronco recto que se puede desarrollar en formas muy
variadas, según las condiciones ambientales.
Hojas: Simples, enteras y de color verde bastante variable (color café claro, morado o
rojizo, verde pálido) y de pecíolo corto.
Flores: Son pequeñas y se producen, al igual que los frutos, en racimos pequeños
sobre el tejido maduro mayor de un año del tronco y de las ramas, alrededor en los
sitios donde antes hubo hojas. Las flores son pequeñas, se abren durante las tardes y
pueden ser fecundadas durante todo el día siguiente. El cáliz es de color rosa con
segmentos puntiagudos; la corola es de color blancuzco, amarillo o rosa. Los pétalos
son largos. La polinización es entomófila destacando una mosquita del género
Forcipomya.
Fruto: De tamaño, color y formas variables, pero generalmente tienen forma de baya,
de 30 cm de largo y 10 cm de diámetro, siendo lisos o acostillados, de forma elíptica y
de color rojo, amarillo, morado o café. La pared del fruto es gruesa, dura o suave y de
consistencia como de cuero. Los frutos se dividen interiormente en cinco celdas. La
pulpa es blanca, rosada o café, de sabor ácido a dulce y aromática. El contenido de
semillas por baya es de 20 a 40 y son planas o redondeadas, de color blanco, café o
morado, de sabor dulce o amargo.
b) Injerto con yemas. Es una de las técnicas más empleadas. Las yemas se deben
tomar de aquellos brotes que se encuentren en árboles sanos y vigorosos. Las varetas
de yemas deben ser aproximadamente de la misma edad que los patrones, pero las
yemas deben ser firmes, rechonchas y listas para entrar en desarrollo activo. El injerto
en yema no debe hacerse en época de lluvias, ya que, se puede favorecer el desarrollo
de enfermedades fúngicas.
Variedades comerciales
Exigencias en clima:
Los factores climáticos críticos para el desarrollo del cacao son la temperatura y la
lluvia. A estos se le unen el viento y la luz o radiación solar. El cacao es una planta que
se desarrolla bajo sombra. La humedad relativa también es importante, ya que, puede
contribuir a la propagación de algunas enfermedades del fruto. Estas exigencias
climáticas han hecho que el cultivo de cacao se concentre en las tierras bajas
tropicales.
Las necesidades de agua oscilan entre 1500 y 2500 mm en las zonas bajas más
cálidas y entre 1200 y 1500 mm en las zonas más frescas o los valles altos.
Para el sombreo del cultivo se emplean las llamadas especies para sombra, que
generalmente son otros árboles frutales intercalados en el cultivo con marcos de
plantación regulares. Las especies más empleadas son las musáceas (plátano,
topochos y cambures) para sombras temporales y de leguminosas como el poró o
bucare (Eritrina sp.) y las guabas (Ingas) para sombras permanentes. En nuevas
plantaciones de cacao se están empezando a emplear otras especies de sombreo que
otorgan un mayor beneficio económico como son especies maderables (laurel, cedro,
cenízaro y terminalia) y/o frutales (cítricos, aguacate, zapote, árbol del pan, palmera
datilera, etc.).
Las plantaciones están localizadas en suelos que varían desde arcillas pesadas muy
erosionadas hasta arenas volcánicas recién formadas y limos, con pH que oscilan entre
4,0 y 7,0. Se puede decir que el cacao es una planta que prospera en una amplia
diversidad de tipos de suelo.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
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