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ORÍGENES ATLÁNTICOS DE LOS ANTIGUOS EGIPCIOS

Marcelle Weissen-Szumlanska
2
PREFACIO

Doctor M. Martiny,
Profesor de la Escuela de Antropología
Ed. Des Champs Elysées. Omnium Littéraire, 1965. París.

Este libro sobre los orígenes atlánticos de la civilización prefaraónica de


Egipto retoma, sobre bases arqueológicas y otras totalmente diferentes, el
gran pensamiento de Platón sobre la Atlántida.

De este continente perdido, este archipiélago, esta gran isla que siempre
hizo soñar a los pueblos occidentales sobre su propio origen, la tradición
nos dice que el filósofo griego recibió la revelación de su bisabuelo, que él
mismo la había recibido de Solón, uno de los Siete Sabios de la antigua
Hélade, y éste a su vez de eruditas conversaciones con hierofantes saítas.

Cuando la autora, la condesa Marcelle Weissen-Szumlanska, me pidió


prologar su obra, sentí que ella no deseaba mi ayuda, sino que se la
comprendiera; ante todo quería que el primer lector que hablara a los otros
compartiese su convicción. Sin duda, algunos más especializados en este
ámbito que yo hubiesen dado más fama, más prestigio a esta presentación.
Sin embargo, he aceptado voluntariamente estimando que las prudentes
abstenciones de algunos hombres que se dicen de ciencia y en el fondo no
son más que pequeños traidores.

La audacia intelectual, el entusiasmo de Marcelle Weissen-Szumlanska dan


evidencias incontestables a una tesis grandiosa que ella fue a verificar en
las fuentes, realizando varios viajes, ella vio, observó, comparó, indujo y
dedujo. Numerosos antropologistas conocen ya sus trabajos anteriores,
entre ellos, el profesor Falkenburger de Mayence que presidió en 1956, en
su ciudad, el tercer Congreso Internacional de Antropología Diferencial, y la
presentó a la asistencia de los congresistas, ella ya había escrito un libro
sobre los Hombres Rojos y la raza de cromañón con sus esqueletos
fosilizados bañados en ocre rojo.

El Abad Henri Breuil, miembro del Instituto, profesor honorario en el Collège


de France, facilitó la explicación de nuestra heroína con una recomendación
instando al director de la Oficina de Marruecos con estas palabras: “Ella ya
posee interesantes investigaciones sobre las rutas de la remota antigüedad
entre Egipto y el África atlántica y además posee sobre este tema una
erudición remarcable”.

Algunos sabios cualificados serán severos hacia la teoría de la autora. ¿Pero


es que en ciencias exactas, tales como la geometría, las propiedades válidas
de la esfera real no fueron conocidas por el mero cálculo de la esfera
imaginaria? Si Newton no hubiese hecho caer, con un sabor a paradoja, la
manzana redonda a la tierra redonda, sin ello, no se hubiera descubierto la

3
gravitación universal. Si Pasteur hubiera seguido, como Davaine,
considerando las bacterias microscópicas descubiertas en las secreciones
del carbón como la consecuencia y no como la causa de la enfermedad,
nunca se hubiera creado la microbiología.

Numerosos historiadores consideran aún que la civilización prefaraónica, si


no pudo venir de Asia, podría provenir del sur de África, tesis que ninguna
investigación ha podido confirmar. Aún admitiéndose el hábito de pensar,
sería difícil a alguien de opinión suponer un origen occidental a esta
civilización, porque debería entonces combatir en él mismo un
condicionamiento que confunde las costumbres con las realidades del saber.

Sin embargo, a medida que avanzamos en la lectura del libro, vemos surgir
argumentos cada vez más convincentes. Debemos, por supuesto, seguir
adelante y profundizar en las investigaciones del autor.

Conociendo su personalidad, se comprenderá mejor la importancia de lo


que asegura haber descubierto a fuerza de audacia y coraje.

Los ascendientes paternos de los Weissen residieron en el valle del Rhône


desde el siglo XIV. Familla a la que se unieron frecuentemente helvéticos y
alóbroges, ésta dio a lo largo de seis siglos gobernantes, clérigos, oficiales
de la noble guardia del Vaticano y todo un conjunto de notables cuyo lema
fue ante todo "Creer y Servir".

Su familia materna está compuesta de “Avernes1 Les Delchet des Essats” de


los que podemos seguir su huella desde el siglo XII. Su abuela se esposó
con un ingeniero jefe “des Ponts et Chaussées de Clermont-Ferrand”, a su
vez polacos y húngaros por sus orígenes, el Conde Léopold Szumlanski,
marqués de Korczak.

Los Szumlanski se mezclaron, como los Rasdiziwil, los Zamoyski, los


Poniatowski, con los que realizaron alianzas en toda la historia de Polonia,
también han servido en Francia, desde Enrique III de Valois y uno de los
suyos, Julien Szumlanski, apodado “gueule cassée2”, 1914-1918, que es el
director y el seguidor de la obra del coronel Picot.

Marcelle Weissen-Szumlanska, nacida en Annecy, se educó en


Constantinopla, donde su padre estaba en misión. Estudió con los
profesores del “Lycée Impérial” de niños, de Galata-Sérail, después de las
pruebas de bachillerato se perfeccionó en francés, alemán, italiano, griego,
turco e inglés. A continuación siguió estudiando en París a lo largo de cuatro
años en la Sorbona, en el “Collège de France”, en la Escuela del Louvre.

Casada con el director de Agricultura en Madagascar, estudió geología con


Grandidier, botánica con Henri Perrier de la Bathie y otros maestros, estudió
la etnografía de África, su geografía, su pasado, por decirlo de alguna
forma, más allá del tiempo y del espacio. Pocos años después, ella siguió la
enseñanza de la prehistoria con Stéphane Gsell y arqueología con el

1
Región de Francia. N del T: (nota de la traductora/o del corrector).
2
Expresión referida a un rasgo facial: “Hocico roto”. N del T.

4
especialista del mundo fenicio Joseph Boseo durante diez años hasta muerte
de este sabio, continuó su obra, y le sucedió en el Archivo de la Sociedad
Arqueológica de Constantina; practicó numerosas excavaciones en las zonas
funerarias dolménicas de Nubia.

En el Congreso sobre los Adelantos de las Ciencias celebrado en esa ciudad,


en una memoria sobre las trashumancias de la época neolítica, describió su
recorrido a través de las altas mesetas de África por la “Ruta del Atlas”,
término que preconizó y que se adoptó para determinar la segunda ruta de
Herodoto: Desde Abydos a las Columnas de Hércules. En 1936, publicó en
Nuevas Ediciones Latinas, un primer libro que corona la Academia francesa:
“El alma arcaica de África del Norte”. Expuso sus trabajos en diferentes
congresos: en el de la Prehistoria, en Foix; en 1937 en el de Antropología
de Bruselas, y en 1938 en París.

Ella colaboró a lo largo de varios años en las publicaciones de la Sociedad


Geográfica de Alger, en la Sociedad Arqueológica de Constantina con sus
numerosos trabajos sobre los Maya-Quiché, sobre la población en África del
Norte antes de la ocupación romana, sobre las trashumancias humanas en
África septentrional, y sobre la etnografía de África occidental del Sur
magrebí.

Realizó numerosos estudios, no todos publicados, sobre Egipto Khedevial3,


donde vivió con su familia y, por fin, también en otros lugares del
continente negro, donde vivió con su marido. En 1953 escribió un segundo
tomo, “Los hombres Rojos”, ed. Adyar, sobre la investigación de los
orígenes de los hombres prehistóricos cubiertos por ocre rojo en Europa, en
el Paleolítico superior, luego en el Neolítico, en Egipto y en América Central.

De 1954 a 1956 profundizó en sus investigaciones a la luz de los trabajos


de los profesores R. Verneau, E. Falkenburger, Wölfel, Dr. Chil, estudió las
razas autóctonas de cromañón y tuvo largas estancias en los archipiélagos
atlánticos estudiando los esqueletos y los supervivientes del más puro
prototipo.

Pasando por el continente africano, frente a las Islas Canarias, acometió


una penosa exploración de seis semanas, sola y mal equipada, viajando a
pie, en jeep, a caballo y camello, sólo ayudada oficialmente por Asuntos
Indígenas, gracias a la amabilidad continua de la Oficina de Marruecos en
París.

Ella restablece el tramo inexplorado, pero señalado por Herodoto como la


realización de la “tercera ruta” edificada y recorrida por los antiguos
egipcios a través del continente, desde "Abydos hasta la otra punta de la
Libia, ahí donde el sol se pone".

Este tramo se dirige hacia el Hoggar, saliendo del cabo Juby. Consigue
identificarlo, con serios argumentos, en el antiguo cabo Soloéis, el
“Teurfaya” de los Peuls, “la Espuela” de los Ancianos. Por fin, realiza una
última estancia de cuatro meses en el Valle del Nilo donde estudia de forma

3
Estado tributario autónomo del Imperio Otomano. N del T.

5
profunda estos vestigios elocuentes que son los templos, las tumbas, los
textos. Viaja de Alejandría hasta el corazón de Sudán, visita Beni-Hasan,
Sakkara, Edfú, Kom-Ombo, Luxor, Karnak, Medinet Habú, Deir el Bahari, los
valles de los Reyes y de las Reinas, Filé, Asuán, la primera catarata rosa,
Elefantina, la segunda catarata azul en la entrada a Sudán, Buheb, Abu-
Simbel, todos los templos inundados y por fin Khartoum (Djartun).

De todas estas exploraciones nació este tercer libro con, al fin, las
conclusiones que se imponían sobre los orígenes atlánticos, no sólo de los
antiguos egipcios, sino de lo que es aún más conmovedor para nosotros, de
toda la gran Raza Blanca de los Homo-Sapiens del Paleolítico superior, del
que procedemos, y del que los esqueletos, en sus cuevas volcánicas, yacen
por miles en el corazón de los Archipiélagos.

Tal y como ya dijo un biógrafo distinguido de Marcelle Weissen-Szumlanska,


el Dr. A. Ratié, este libro es un trabajo “objetivo” con base científica o
simplemente lógica. Bajo la luz de ciertos hechos constituye una
investigación válida de los orígenes del Egipto prefaraónico, remontando a
lo largo de la civilización occidental hasta la prehistoria y hasta los hombres
fósiles de Dordoña, es decir, de cromañón.

La reconstitución de los orígenes raciales está realizada siguiendo estos


esqueletos y las analogías antropológicas constatadas en regiones alejadas
las unas de las otras, en resumen, siguiendo los documentos arqueológicos
dispersos sobre las rutas de la trashumancia humana.

Su relación con los vestigios legados por el Valle del Nilo, en una época
muerta anterior a que nazca en Europa civilización alguna, es presentada
bajo vivos colores, siguiendo las efigies pintadas o grabadas.

Marcelle Weissen-Szumlanska nos revela la identidad de dos civilizaciones:


La del gran pueblo guanche de las Islas Canarias, y la de los prefaraónicos,
la primera se borra cuando la segunda se eleva en el fabuloso valle. Las
analogías se ven grabadas sobre las losas de rocas, sobre las estelas y las
laderas de las montañas, talladas, pulidas, enlucidas, iluminadas como los
libros de las horas, a todo lo largo del Magreb.

Además, la autora hace resaltar los golpes al Egipto dinástico por las
sucesivas invasiones asiáticas y semíticas, de los cuales, los últimos, los
árabes, fueron especialmente destructores. Pero el objetivo de esta obra es
y permanece arqueológico o, mejor aún, antropológico: nos muestra el
mayor número de reliquias que se encuentran en los archipiélagos
atlánticos de las Azores y de las Canarias.

A pesar de que el prototipo de la gran raza, el primer espécimen de homo


sapiens y el primer artista conocido haya sido descubierto en el suroeste de
Francia, en un estrato geológico que data de cerca de 40.000 años, no hay
duda de que los esqueletos guanches datan de la época neolítica,
descubriendo, pues, una inmensa duración entre el paleolítico y el neolítico
que abarca la hipótesis de la Atlántida precediendo al Egipto predinástico.

6
Descubriendo y recorriendo la "Ruta de los Grandes Nómadas", la autora
reconstituye el último tramo occidental, desde las islas Atlánticas hasta las
puertas del Hoggar, basándose en los nombres antiguos, las supervivencias
étnicas, los grandes pasillos naturales entre las cadenas de montañas y las
barreras rocosas de las mesetas saharianas, etc. Es toda una
transformación climática del Sahara que resucita a través de este periplo.

Un capítulo en particular conmovedor es el que trata de la esfinge de Giza,


la autora nos da una interpretación muy personal bajo la luz de un
documento iniciático. Bien, como dijo el biólogo Dr. Ratié: “Será quizá
necesario decidir con la últimas páginas, si sería oportuno insertar en
nuestros manuales de enseñanza una nueva página sobre los orígenes del
hombre, y en cualquier caso, sobre los de la civilización occidental”.

En este prefacio, sin embargo, no nos dejaremos tentar por la amable


facilidad que consistiría en resumir los argumentos del mismo, y en
reproducir la tan interesante y extraña conclusión sobre la raza superior y
altamente civilizada que hubieran sido la de los “atlantes”.

Nos parece más interesante añadir algunas reflexiones personales, sobre


todo algunos datos científicos que confirman el sentido del estudio. En
primer lugar, los hombre de cromañón, los dolicocéfalos, bañados en rojo y
de gran talla4 (1,93 m. y aún más) con hombros anchos, brazos cortos en
relación a sus piernas, signo de un desarrollo racial evolucionado, y cuyo
arte de las cuevas está tan perfeccionado; estos hombres de Cromañón no
tienen, en Europa del suroeste y del centro, más que unos pocos
representantes, cuando, sin embargo, su arte y su cultura atlántica se
encuentran en cantidad impresionante en los guanches de las Islas
Canarias, cuyo cráneo y esqueleto son similares a los de las momias reales
predinásticas.

Pero las mismas formas de cráneo se encuentran en los hombres fósiles de


Lagoa Santa, en Brasil, y sobre todo en los Maya-Quiché.

Además, algunos lectores, a los que les interesa, saben quizás que una
misión oceanográfica sueca dirigida por del Dr. Malaise, realizó en el
Atlántico, en el oeste de África, un descubrimiento de interés considerable5,
chimeneas submarinas han atrapado algunas algas microscópicas que son
diatomeas de agua dulce.

Estos sabios han podido deducir que estos organismos vegetales habían
formado parte de forma obligatoria de un lago, la parte meridional de los
altos fondos marinos de la actual cavidad atlántica se elevaban antaño por
encima del nivel del mar. Por consiguiente, la corriente del Golfo estaba
entonces alejada de Europa del Norte por esta barrera. Su proximidad daba
a África del norte un clima húmedo y una vegetación abundante. Cuando
esta barrera se hundió, el Sahara se transformó progresivamente en
desierto. Herodoto tenía razón.

4
Dr. Malaise, Océanis Bottom investigations and their bearings on Geology,
Stoeckholm, abril 1957.
5
Dr. Malaise, Atlantis, en Geologisk Verklighet, Stoekholm 1951.

7
Es también al hundimiento en el Atlántico que Jacques de Morgan atribuye
la suavidad climática de estas costas, a pesar de que él soñaba con un
origen oriental de la civilización. Podemos también recordar que en 1898,
durante la inmersión de un cable que unía Brest al cabo Cod, un ovillo se
rompió a 800 Km. al norte de las Azores, a una profundidad de 3.100 m.
durante las tentativas realizadas para izar ese ovillo sacaron trozos de lava
hasta la superficie. Su vitrificación demostraba que la erupción volcánica
había tenido lugar por encima de la superficie del océano6.

A 250 Km. aproximadamente del estrecho de Gibraltar, se ha constatado de


igual forma que la profundidad del mar pasaba de 4.900 a 2.900m. y que el
suelo submarino era volcánico.

Pruebas biológicas también aportan interés: la foca de vientre blanco,


siempre vive cerca de las costas, sin embargo una misma especie se
encuentra en el Mediterráneo y en las Antillas. Mariposas, lombrices,
hormigas de tipo particular, viven de una y otra parte del Atlántico, no
pudieron cruzar el océano. Donnelly se preguntó: ¿por qué, si los Atlantes
existieron y si cultivaban el maíz y el trigo, encontramos culturas residuales
del primero al este, y del segundo al oeste, cuando las calabazas flotantes
están en ambos lados? La hipótesis de un lago anterior al archipiélago
puede explicar sin embargo aparentes contradicciones.

Otra pregunta correlativa: cuando Marcelle Weissen-Szumlanska realizaba,


sola, su exploración, Henri Lhote y su misión, que salió poco después de las
palmeras de Djanet hacia los acantilados azulados del Tassili de los Adjers,
descubrieron, ellos también, una nueva huella en el Sahara, quizás de los
atlantes, lo que confirmaría de forma sorprendente la tesis del autor.

Franqueando el cuello de Assaki, estos exploradores descubrieron extrañas


obras de arte como las ubicadas en Tan-Zoumaitak y Jabbearen, con la
representación de hombres prehistóricos y dibujos de jirafas, hipopótamos,
cocodrilos, peces, vestigios de una sabana húmeda y verde, parecidos a los
grabados del extremo sur del Magreb "moghrebino".7

¿Qué representaba esta civilización neolítica, que se afirma a base de


sorprendentes y soberbias construcciones faraónicas?

¿Qué recordar de los pretendidos secretos de las pirámide de Giza, sobre


todo de la de Keops, que van de la distancia de la tierra al sol hasta la
pulgada inglesa, qué son para el número y otros datos iniciáticos de las
matemáticas, de la física según el Abad Th. Moreux, el arqueólogo Piazzi
Smith, y muchos más desde el Dr. F. Lefebure hasta el egiptólogo Enel?

¿No hay más que coincidencias, o bien debemos admitir un conocimiento en


esta materia diferente al nuestro? Hemos hablado de forma especial de la
utilización de la energía para explicar estas construcciones ciclópeas sin
trazas de alumbramientos las salas mortuorias. Pero hemos observado que

6
Cf. La mission océanique, Pierre Termier.
7
Cf. Notas a continuación en el prefacio.

8
el carro de oro de Tutankamón no era más que una mala carroza y que los
egipcios, después de todo, quizás construían sus pirámides para enterrarse,
que los esclavos eran quizás numerosos, etc. Creemos en una civilización
pro científica y en una cosmogonía basada sobre la analogía figurativa y
rítmica del simbolismo como el ciclo solar, con más facilidad que en
cualquier tecnicidad inferior y diferente a la nuestra.

No estamos en el país de los sueños, pero en el de lo irreal. Los hombres


del neolítico africano sabían observar admirablemente pero eran pro-
científicos que triangulaban los fenómenos según se tratase, por ejemplo,
de nieve o agua corriente, extraían la noción del blanco sobre negro, pero
no conocían sin duda por ello la existencia de las moléculas de hidrógeno o
de oxígeno.

Sintéticos, ellos creían en la unidad dentro de la diversidad, pero ellos no


eran ni podían ser científicos puros si entendemos por ciencia el
racionalismo analítico, nacido ulteriormente del pensamiento griego.
Únicamente el racionalismo ha sido capaz de especificar los fenómenos
observados en unidades limitadas y también, por desgracia, de mantenerse
en ello.

Marcelle Weissen-Szumlanska habla del espacio temporal para explicar las


contradicciones del saber. Ella tiene razón: esta dialéctica de las dialécticas
es la única que permite conciliar, en este primer nivel de la primera
civilización, lo real y lo imaginario y comprender los aspectos característicos
del antiguo saber y las ciencias modernas.

Sin hablar de revelación, el nivel de un pensamiento humano metafísico,


quizás incluso parasicológico en sus poderes, podría quizás explicar por si
sólo la similitud entre las grandes civilizaciones desaparecidas, ya se trate
de los colosos de la Isla de Pascua, de las civilizaciones preincaicas del lago
Titicaca, de los mayas o de los aztecas. El culto solar está presente en
todas.

La Atlántida puede sin duda explicar en las diferentes civilizaciones


primitivas la presencia, como jefes ancestrales, de hombres claros y
barbudos, creyendo en la inmortalidad del alma e hijos del Sol, llegando a
América por donde el sol se alza8 y a Egipto, por donde se pone. Sin
embargo, las analogías sobre el aspecto que existe entre las grandes
civilizaciones también pueden explicarse por una era común a un grupo de
humanidad, donde el pensamiento era esencialmente simbólico y de
síntesis.

La hipótesis de la Atlántida, por supuesto no es indispensable para explicar


los acercamientos entre las civilizaciones maya y las de Egipto, pero
entonces sería bueno explicar sus estrechas dependencias que van hasta el
simbolismo más refinado y alcanzado por el espíritu y el sufrimiento de los
hombres.

8
Un tipo de “Grandes Antillas” igualmente reducidas por traumatismo telúrico, sólo
algunos siglos a.C.

9
Otro problema: ¿Estas grandes civilizaciones tenían tal plenitud por facilidad
o al contrario, una reacción a una hostilidad relativa a los lugares para los
portadores de un mismo nivel de civilización? ¿También sería posible que
Egipto se haya visto superada por la Atlántida civilizadora ya que el desierto
que rodeaba el Nilo sería la única fuente de fecundación?

Marcelle Weissen-Szumlanska se sitúa con sabiduría en el problema de los


archipiélagos atlánticos y en el neolítico egipcio. Concluiremos diciendo que
es una obra apasionante, sólida; la autora indujo, no sólo fiándose a su rica
intuición, sino explorando como arqueóloga avisada.

De oeste a este, ella fue para verificar in situ los testimonios geográficos y
prehistóricos, después los principios perdidos de la gran pista africana
donde los Hombres Rojos dejaron tantas huellas; ella escudriñó al fin el
corazón mismo de la civilización neolítica prefaraónica, ahí donde esta
grabó, para nosotros, su huella primordial, la cronología de ocho a diez
veces milenaria de los primeros “instructores”, transmitida por la piedra de
Palermo.

Desde ahora, los sabios deberán discutir la admirable tesis. No podrán


volver a ignorar esta pregunta de los orígenes occidentales del antiguo
Egipto. Los egiptólogos e historiadores deberán contar con estos
“Servidores de Horus” llegados después de la derrota de Osiris, desde el
país bien amado, de la “inmensa Isla” perdida en “Occidente”, su “Primer
País de Pount” o de “Ponant9”.

Después de la disección de su morfología, sería bueno sondear igualmente


el espíritu –tan poderoso- de estos grandes y únicos ancestros de nuestra
raza blanca; a través de una increíble síntesis, éstos, con ritmo alterno pero
continuo, supieron manifestar tendencias morales, científicas, civilizadoras,
que desde entonces, y después de ellos, han permanecido lentamente en
todo el universo entero.

Constataremos, pues, que esta influencia humana, hasta donde sabemos,


floreció principalmente en occidente, por su genio (por el que, entre otras
cosas, la composición del espectro solar fue considerada más extendida y
expresiva que por los actuales físicos) poseía en potencia los elementos
absolutos de nuestras especulaciones abstractas.

La obra que presentamos hoy podría ser un prefacio al estudio de los


problemas aún más apasionantes y profundos. Es lo que deseamos de todo
corazón a esta pionera de nuestros “orígenes atlánticos”.

9
Ponant: Poniente.

10
NOTA

A su regreso del extremo sur magrebí, Marcelle Weissen-Szumlanska tuvo


una larga entrevista con Henri Lhote. Todos los expertos o interesados en
las cosas del Sahara han mantenido el recuerdo de la preciosa exposición
que hizo este explorador después de su misión oficial en el norte del
Hoggar.

Este lugar geográfico, según Marcelle Weissen-Szumlanska, corresponde al


trazado de la “tercera ruta” designada por Herodoto como siendo la vía de
comunicación entre Egipto y Etiopía occidental. A lo largo de la entrevista
con el abad Breuil, poco tiempo antes de su muerte, muy interesado porque
este "gran sur" marroquí poseía los mismos grabados, los mismos signos,
los mismos vestigios, solicitó la comunicación del inventario realizado por
Marcelle, quién los cedió agradecida.

Es importante subrayar la extensión y la analogía gráfica y cronológica de


estos vestigios, que atestiguan una misma influencia desde el valle del Nilo
hasta las orillas atlánticas de Libia, remontando de ocho a diez mil años.
También veremos igualmente en la obra de la autora que estas
inscripciones y grabados rupestres existen, perfectamente idénticos, hasta
en los archipiélagos.

11
NOTA DE LA AUTORA

Desde el día en el que se redactó este prefacio por Dr. M. Martiny, un


periódico de África del Norte, con fecha de 29-30 marzo 1959 “l´Echo d’
Alger”, publicó el párrafo siguiente:

"Descubrimientos prehistóricos. El ministro (M.J. Soustelle) mantuvo en


Djanet una entrevista con H. Lhote, reconocido especialista de prehistoria.
Lhote anunció al ministro haber descubierto más de cuatro mil grabados
que representaban elefantes, rinocerontes, jirafas, numerosos bóvidos y
también escenas sexuales muy curiosas. Sin poder estar absolutamente
afirmativo, Lhote estimó que los nuevos grabados remontaban al paleolítico,
lo que llevaba a clasificar todos estos descubrimientos realizados en el
Tassili en unas épocas mucho más anteriores a lo que hasta hoy se hubiera
podido pensar”.

Sacando las consecuencias de estas modernas constataciones técnicas,


debemos en efecto poner como demostradas las bases cronológicas y
geográficas de estos orígenes, gracias a la extraordinaria abundancia de
obras rupestres escalonadas sobre largos y sucesivos períodos, índices de
una afluencia de población trashumante, tan densa como variada en el
tiempo y el espacio (habiendo precedido el estadio desértico y despoblado
de veinticinco a treinta siglos del Sahara).

Además, situándose cerca de a medio camino entre la costa atlántica y sus


orillas del Nilo, en el eje “cabo Soloéis-Abydos”, estos innumerables
vestigios ¿no son el testimonio, sobre la gran ruta, de un relevo continental
Oeste-Este entre los Archipiélagos con sorprendentes presencias
cromañoides y de la civilización egipcia, y que sus "Instructores" son de
esta raza occidental?

12
INTRODUCCIÓN

Marcelle Weissen-Szumlanska.

Parece que las corrientes de ideas que cruzan periódicamente el mundo


imprimen a las obras de los hombres tendencias, direcciones especiales. Es
por ello, que desde hace unos veinte o treinta años muchos espíritus,
incluso serios, se han ocupado de la Atlántida.

Cierto es que los escritos de Platón han bañado mis dieciséis años, pero
debo reconocer que no vi, ni busqué ninguna intención encriptada relativa a
un acontecimiento tan extraordinario como el engullimiento de toda una
civilización. Sin embargo, si la antigüedad sabia habló de ello, fue siempre
bajo cuerda. ¿Por qué tantas reticencias?

Este “Hogar”, en ausencia de cualquier otro conocido, ¿no habría sido una
realidad? ¿Los grandes clásicos serían unos burlones contando cuentos de
hadas? ¿Homero, Solón, Herodoto, Platón, Estrabón, Diodoro relatando
ficciones? A propósito de este continente, los Ramsés y los Tutmosis
hicieron grabar unos informes concordantes sobre los muros de sus templos
y de sus tumbas. Ello debería dar qué pensar, incitarnos en la búsqueda de
los métodos de expresión que no son los nuestros pero que utilizaron estos
grandes civilizadores, ya que sus obras permanecen y nos petrifican de
sorpresa.

¿Podríamos suponer que ninguno de ellos se hubiera tomado la molestia de


nombrar o de situar exactamente estos territorios y estos pueblos
desaparecidos? ¿Todos estos pensadores, estos historiadores y estos
geógrafos hubieran deseado mitificar la posteridad, o reservar un trampolín
a alguna de sus teorías favoritas? ¿No es mejor reconocer en esta
coyuntura que los que niegan demuestran una lamentable imaginación, o
son culpables de negligencia?

Estas revelaciones, viniendo de tales hombres, ¿no habrían tenido alguna


base real? Es impensable que sean puramente imaginarias. Pero sólo
elementos serios de apreciación podrán dar la consistencia que requieren
los autores y el tema; únicamente éstos permitirán apoyar o refutar estas
afirmaciones, de juzgarlas exactas o imaginadas y, en cualquier caso, de
discernir su motivo de ser.

¿Los personajes doctos saítas que realizaron sus importantes revelaciones a


Solón hubieran pues omitido instruirle que sólo se trataba de una ficción? O,
¿en caso contrario le hubieran ocultado cualquier indicación sobre la
posición ocupada en el mundo por un centro, un pueblo y una civilización
madre de tal importancia?

O ¿dudaremos de que estas confidencias no hubieran tenido lugar? Esto es


lo que como unos cuantos más me he preguntado desde hace más de

13
veinte años. Dejando aparte los filósofos, los poetas e incluso una parte de
los historiadores. Me he aferrado al aspecto geológico, geográfico y
antropológico del inmenso problema.

Esto me ha llevado al corazón mismo de la prehistoria, más allá del


cataclismo eruptivo que se hubiera tragado la isla encantada de la edad de
oro, sueño nostálgico de nuestra humanidad. Al cabo de este largo viaje
hasta la noche de los tiempos prehistóricos, la existencia de un lugar, de
una raza, de una civilización, de la cual derivan los elementos constitutivos
de nuestro Occidente se ha desvelado innegable en gente aún
superviviente.

Todos los trabajos, sean cuales sean sus conclusiones, han sido mimados, e
igualmente todas las hipótesis. Hemos situado esta cuna en las regiones
más diversas, y las más opuestas, yendo del Hoggar a la isla de Helgoland e
incluso hasta las de Ceilán, en cualquier lugar donde pudiese sobrevivir las
huellas de una influencia colonizadora única.

Spanuth cree descubrir su “origen” en el mar del Norte, hace apenas 3.000
años de ello, cuando Egipto ya estaba con los Ramsés, después de los
Amenofis y Touth-Ankh-Amón. La ciudad de Basilea10, la capital según
Spanuth, es quizás una fundación colonial de la raza atlántica, borrada del
mapa desde los inicios del Neolítico.

Es posible que ello sea una supervivencia; no puede ser un origen. El


descubrimiento es magnífico, pero la pregunta primordial, la de la cuna, de
un pueblo llamado Atlántico, no se resuelve con ello. Además ¿cómo sería
su origen atlántico si su cuna está situada en el mar del Norte?

Para justificar esta hipótesis de un origen nórdico, el autor se ve obligado a


contradecir algunos datos de Platón, cuando afirma además, la veracidad de
las que les convienen a su tesis. ¡Esto es ser arbitrario!

Entre los errores atribuidos a Platón, y a todos los sabios que trataron la
cuestión, uno de los más importantes sería haber confundido los meses con
los años. Cuando, en lugar de situar la desaparición de la Atlántida en una
época que es claramente prehistórica, lejos en la memoria de los hombres,
sólo dejando sobrevivir las impresiones y ninguna certeza, Spanuth la sitúa
en 1.200 a.C., sin más.

Confundiendo a la vez las invasiones nórdicas, los empujes periódicos de los


bárbaros, los desbordamientos del Báltico y las fluctuaciones de sus orillas
al igual que de sus islas, él asimila los bárbaros del Norte a los Atlantes. 11

Para disfrazar tal confusión de fechas y razas, el autor añadió a la


denominación clásica de “pueblos del Mar” las palabras: “y del Océano”.
Estas palabras, que no figuran en ningún texto griego, aparecen sin

10
Spanuth, L’Atlantide retrouvée, Plon. 1955.
11
Confusos son también sus “ensayos de colonizadores instalados en Francia entre
1.400 y 1.200 a.C.” cf. Trabajos de J. Hatt, en Chronique de Protohistoire, in Bull.
S.P.F., enero-febrero 1955.

14
embargo en los más antiguos anales referentes a África, hablando todos de
un horizonte atlántico, oceánico, exclusivamente.

Las crónicas prefaraónicas, los comentarios de Manetón, los relatos de


Herodoto y hasta las primeras líneas de la Odisea, fijan desde el inicio la
posición del gran país desaparecido: “En el otro extremo de Libia, ahí donde
se pone el sol”. No hay error alguno, y no nos harán tomar el mar del Norte
por el del Oeste ni el Báltico o el mar del Norte por el océano Atlántico.

Una vez más, la ciudad redescubierta es quizás el resurgir de un pasado


aún más remoto, una marcha realizada en los países donde los antiguos
civilizadores de Occidente iban a por ámbar y estaño. Era probablemente
una “colonia”, pero de ningún modo podría ser el “origen”, el centro de lo
que se ha llamado la “Atlántida”. Además invasiones, guerras, revueltas
han sido semejantes en el mundo mediterráneo, y aún más remotos en el
tiempo en la inmensa Libia, a lo largo de diferentes períodos muy anteriores
al elegido por este autor para cuadrar su era con su descubrimiento.

En fin, para intentar discernir en estos movimientos de la poblaciones


prehistóricas, es necesario, a través del estudio de sus restos, establecer su
pertenencia racial respectiva. Sólo así podremos no confundir los miembros
de un mismo pueblo con sus enemigos, y no interpolar los lugares ni
amputar los textos.

Debemos también ampliar la mira sobre el estudio de los hombres y de su


prehistoria para no enturbiar arbitrariamente las fechas, para que podamos
datar los documentos gracias a la geología y a las diversas disciplinas
objetivas. Cada postulado nos ha conducido a confrontaciones y, poco a
poco, nos permitió establecer algunos hechos que destacan, a pesar de
todo, por encima de las leyendas.

En largos periplos dificultosos, primero hemos serpenteado las regiones


atlánticas y africanas, las más específicas ya citadas, nos hemos detenido
sobre todo en aquellas que indicaban datos antropológicos más densos,
presentando restos arqueológicos, analogías arquitectónicas, persistencias
lingüísticas y étnicas. Además hemos reconstituido en parte la más ignorada
de las tres rutas descritas por Herodoto. Ella desemboca, a través de toda
África septentrional, en Abydos, esta ciudad santa, la más arcaica del
antiguo Egipto, y cuyo templo es único en el mundo.

A lo largo de la prospección, nunca debíamos olvidar que no se trataba de


descubrir un “país” (ya que desaparecen y aparecen en algún punto del
globo cada día) sino las “supervivencias”, de las actividades humanas, de
las que podemos constatar algunos efectos, y encontrar, si es posible, la
dirección geográfica inicial.

Por fin, no nos hemos preguntado si la Atlántida había existido o no;


nuestro propósito ha sido simplemente intentar detectar y fijar el
nacimiento de la mayor civilización antigua del mundo occidental. Ello,
sobre todo, porque es de esta civilización de la que el mundo actual ha
recibido sus bases constructivas.

15
Esta búsqueda nos ha permitido cotejar todo lo que, durante largos
milenios, la prehistoria, la antigüedad sabia, las especulaciones
contemporáneas más fecundas, nos han demostrado; la cuna civilizadora
desaparecida.

Por otra parte, ni la prehistoria ni ninguna de nuestras disciplinas actuales


están aún al nivel para resolver algunos problemas planteados por la
cuestión del origen: ¿Dónde estuvo el hogar del tipo de cromañón? ¿Qué
relación puede haber en la conservación del rito de pintar los cuerpos con
ocre rojo entre los cromañones, los egipcios y los actuales pieles rojas,
estos grandes mayas? ¿Estamos frente a diferentes razas con tendencias
mentales idénticas o frente a pueblos sin contactos conocidos, pero de
similar origen? O bien ¿frente a algún tipo de poligénesis, que la industria
paleolítica en el mundo entero contradice por la homogeneidad de sus
técnicas?

Parece que además de los hechos geográficos y geológicos, las


constataciones basadas sobre el estudio antropológico de los tipos de fósiles
(o los más arcaicos de cada espécimen) sean indispensables a la trama de
esta reconstitución.

Es esta vía la que hemos desarrollado en el último libro los “Hombres


Rojos”, intentando descubrir si había algún tipo de unidad original en este
rito con el ocre. Éste desapareció con el primer homo sapiens que se
expandió de una punta a la otra del mundo occidental. Nos proponemos en
este nuevo trabajo delimitar las conexiones y aportar algunos argumentos
nuevos a las investigaciones, no tenemos la ilusión de resolver tales
problemas, únicamente aportar esclarecimiento.

Explorando los archipiélagos volcánicos, los oasis, los desiertos, las


ciudades antiguas, los grabados rupestres y los textos grabados, hemos
constatado como, en todo el mundo, las similitudes entre lo egipcio y unos
individuos más o menos desconocidos que algunos llaman atlantes. Algunos
vestigios osteológicos han permitido comparar sus morfologías con la ayuda
de los trabajos de antropología de algunos profesores maestros en la
materia, los trabajos relativos a la edad, para nosotros originales, de los
primeros ritos funerarios, que pensamos poder aportar en un solo tronco
algunas ramas dispersas de nuestra genealogía occidental.

Este estudio podría contribuir a la direccionalidad hacia el conocimiento de


las fuentes, a la identificación del genio de la raza a través de las diferentes
familias, e incluso a una apreciación imparcial, a pesar de relativa, de la
perennidad de la especie.

16
PRIMERA PARTE

Primer Capítulo

ORÍGENES ATLÁNTICOS

I. Investigaciones de origen racial.


II. Uso de los colorantes epidérmicos desde la prehistoria.
III. Los colorantes rojos en la civilización egipcia.
IV. La Piedra de Palermo, la posición de Manetón.
V. Algunos datos de la cronología y etnología egipcia.
VI. Dispersión geográfica del prototipo de Cromañón.
VII. Complejidad demográfica.
VIII. Centro racial atlántico y espacio delimitado.
IX. Población de algunas islas.

17
ORÍGENES ATLÁNTICOS

I. Investigaciones de origen racial

Entre los problemas que asaltan el espíritu en cuanto se le solicita, domina


sin duda alguna el de nuestros orígenes. El del hombre en sí sería aún más
revelador; pero he ahí la dificultad se presenta, por decirlo, insuperable si
no se basa la investigación sobre algunos documentos tangibles.

El argumento más indiscutible nos lo ofreció la antropología y sus análisis


de las osamentas fósiles. Su edad fue evaluada según el lugar, según la
formación geológica en la cual yacía. Nada impide que en otro lugar haya
osamentas más antiguas aún, pero aún no han sido investigados.12

Desde el advenimiento oficial de la prehistoria, y varias veces desde


entonces, los descubrimientos de Boucher de Perthes, entregaron una
sucesión de hallazgos, proveyendo unas bases excepcionalmente sólidas a
este tipo de conocimiento. En efecto, en tema de prehistoria no se puede
mantener nada sin tener algún vestigio claramente determinado que lo
demuestre: un fragmento de esqueleto, un huella indubitable, un material
con una huella de trabajo intencional, todas las cosas atestiguan la
existencia, la presencia del Hombre.

Es a menudo, con escepticismo o con algo de ironía, como el público poco


informado acoge una alusión a la Prehistoria. Esta actitud es abusiva,
porque nociones más precisas a esta ciencia aportan de inmediato la prueba
de su formación documentada, su base es siempre el estudio del fósil, del
objeto labrado encontrado en un medio determinado, y el testimonio de
técnicas actualmente conocidas en el mundo entero. Cada una de estas
técnicas tiene sus propias características específicas, sus rasgos, su
cronología.

En cuanto a las osamentas, el estudio geológico del lugar del enterramiento


permitió datarlas con cierta proximidad, al igual que su grado de
fosilización, su pátina, su asociación a una fauna y flora determinada
contemporánea, y según la técnica más reciente del Carbono 14. La
morfología, por su parte, fue establecida por especialistas siguiendo los
métodos más modernos.

Es este conjunto de disciplinas el que se ha aplicado a los sujetos o a los


objetos albergados en las cuevas que no tuvieron salida exterior durante
milenios; son las obras de construcción de una carretera, de una vía de

12
Los descubrimientos de Fontechevade y de Tilloux son una clara demostración,
ellos entregaron cráneos con características cromañoides, yaciendo en capas
geológicas muy anteriores en las que descansan los cuerpos prototipo, y de los
neandertales.

18
tren, y algunas veces el surco de una carreta, lo que pone al descubierto
estos preciosos vestigios.

En Eyzies, en el lugar nombrado Cromañón, los constructores de una vía


férrea reventaron una pared de una cueva en cuyo fondo, en una fosa
intencionadamente delimitada, se encontró un esqueleto fósil, humano, de
cerca de 1,90 m. bañado en ocre rojo.13

Fue un descubrimiento sensacional desde muchos puntos de vista


especializados, a pesar de que muchos sabios modernos prefieren detenerse
en el estudio de los neandertales, estos tristes bastardos vuelven a recordar
al hombre lo que tienen de común con el animal, sin ofrecer jamás el
término de paso de un prototipo al otro, ni resolver el problema que más
importa: el de su cerebro y su descendencia.

Este descubrimiento pone la ciencia en presencia del prototipo homo


sapiens que es semejante al hombre más civilizado de nuestros días 14, se
le concede un retroceso en el tiempo de 30.000 a 40.000 años, y se añaden
casi los mismos milenios para los últimos cromañones descubiertos en
Charente.

De forma que esta teoría de ”evolución” no es aplicable a la morfología más


avanzada y perfecta de las especies. Los progresos realizados en todos los
ámbitos por esta misma especie serían únicamente debidos a la evolución
de su espíritu, a las adquisiciones conseguidas por él. Debido a la puesta al
día de los nuevos hogares con vestigios idénticos, se le ha dado el nombre
de auriñacienses15 a los hombres de esta grande y bella raza que fue la
primera que manifestó una inquietud moral en su preocupación por enterrar
a los muertos en unas fosas intencionalmente realizadas y siguiendo unos
ritos funerarios.

Además, ellos son testigos, y esta es la primera preocupación humana de


este tipo, de mantener una creencia de supervivencia post-mortem a través
de estos ritos que aparecen con ellos al mismo tiempo que las primeras
obras de arte.

II. Uso de los colorantes epidérmicos desde la prehistoria

Esta costumbre de enterrar a los muertos en una masa de ocre rojo es


conocida en la prehistoria por ser las únicas sepulturas intencionales:
Herodoto señala que algunas tribus de África occidental del norte se aplican,

13
Las medidas de los tres sujetos adultos de Baousse Roussé, establecidos por el
Dr. Verneau, medían de 1,85 m. a 1,97 m.
14
Prof, R. Verneau, cité par M. Boule et H. Vallois en “Les hommes fossiles” pág.
311, ed. París 1946.
15
Los auriñacienses son sapiens, hombres anatómicamente modernos, su llegada a
Europa antes de 40.000 años los hace coexistir con los Neandertales, en particular
en el suroeste de Europa. N del T.

19
estando vivos, capas de este colorante. Los Maxyes autóctonos, dijo él, se
pintan el cuerpo con bermellón (IV. excit.) se trata de los poblados más
occidentales de Libia.

Este rito mortuorio es ejecutado son sumo cuidado, hasta tal punto que no
sólo los cadáveres, sino la tumba entera es coloreada, la tierra circundante
también lo está cuando la fosa no ha sido excavada en la roca, entonces el
suelo es impregnado en la coloración ritual conseguida pulverizando los
minerales: ocre, manganeso, hierro oligisto, etc.

No sé si se ha intentado comprender a fondo la causa o la razón que había


establecido tal tradición y le había dedicado tal atadura, una fidelidad tan
infatigable que no desapareció de las tierra occidentales ya que, en efecto,
aún tiene sus adeptos en extremo oriente.

No encontramos, sin embargo, tentativas serias en este sentido en los


manuales de arqueología prehistórica, aún menos en los libros o las revistas
de antropología prehistórica que tratan de los hombres fósiles. Descubrir los
motivos que incitaron a los hombre de hace 30 a 40.000 años, de la misma
raza que “las de los blancos más evolucionados”, 16 a observar hacia sus
muertos un uso tan particular sería de relevante importancia capital.

Importancia debida a la demostración aún por hacer del nacimiento del arte
en el alma humana y de su expresión en obras excepcionales llegadas a
nuestros días. Importancia, igualmente capital, por la identificación de los
orígenes de esta raza, de la cual procedemos y que no se inició sobre el
suelo de Europa. Y sin embargo, es en el suroeste de Francia donde fueron
descubiertos los especímenes más arcaicos.

Importancia, en fin, de esta costumbre en sí, que saliendo del sepulcro del
Gran Anciano de cromañón, no desaparece en absoluto con la primera
dominación, sino que nos lleva al final del paleolítico a través de los
magdalenienses, que lo adoptaron. Después fue transmitido al mesolítico
por los azalienses; de ellos como de los cromañones sólo tenemos
rescatados unos raros esqueletos entre las piedras rodadas a su nivel. Este
utillaje (algunos signos pintados sobre guijarros) está tan desperdigado
como los individuos.

III. Los colorantes rojos en la civilización egipcia

Llegamos de esta forma a la época neolítica, donde vemos el ocre rojo


empleado como pintura corporal por los vivos, los fundadores de la más
vasta civilización del mundo antiguo: los egipcios predinásticos.

Sin más importancia, este hábito, del cual el hombre de cromañón ofreció
las primeras manifestaciones del arte en las obras actualmente conocidas,
se ha mantenido a través de la eras, y especialmente en zonas de influencia

16
Profesor R. Verneau, op.cit, p- 311

20
muy bien delimitadas: del Valle del Nilo a América central, pasando por los
dólmenes de Nubia con losas cubiertas interiormente de ocre.

En las regiones de extremo oriente, el uso se mantiene en poblados


autóctonos, se pinta con algún colorante rojo las partes del cuerpo libres de
indumentaria. En Egipto, tal práctica permaneció largo tiempo entre los que
pertenecían a la raza dominante; su significado profundo aparece en la zona
o ámbito en la que se perpetúan.

En efecto, los últimos en observarla fueron los reyes, y al final los


hierofantes. Al igual que los ornamentos sacerdotales revestidos por los
practicantes del cristianismo a la hora del culto y lo mismo vemos en los
grandes sacerdotes del Imperio Nuevo que ya no practicaban la aplicación
del color ocre en la vida ordinaria, pero se recubrían de él en el tiempo de
las ceremonias, los oficios populares, durante los días de fiesta17. Hemos
estudiado el origen y las consecuencias de este uso en una obra anterior18,
simplemente hemos recordado la génesis de las investigaciones sobre este
punto, una débil luz en la noche de nuestros inicios, que suscitó nuestras
investigaciones. Se trata desde ahora establecer si la adopción de este rito
tenaz es el hecho de diferentes pueblos tocados por una influencia análoga,
o de individuos de una única y misma raza.

Se habló mucho, hace algunos lustros, de un “pueblo de los Dólmenes”,


hipótesis nacida de la dispersión geográfica y de la analogía universal de
esta forma de sepultura; y, por otra parte, el concepto y la ejecución de
este tipo es demasiado específico, característico, para haber sido imaginado
por unas poblaciones tan diferentes como múltiples.

Sin embargo, no se ha renunciado a esta suposición más que por haber


hallado en los dólmenes, dependiendo de las regiones, unos esqueletos de
tipo local. Existiendo algunas veces, a pesar de ello y numerosas ciudades
funerarias de este tipo sobre las altas planicies de Nubia, algunas
excepciones significativas: en Bou-Nouara, en Sigus, en Bou-Merzoug (sólo
para nombrar las más grandes), algunos dólmenes aislados en el medio de
una nube de tumbas más pequeñas, que han desafiado a los antropólogos
por sus esqueletos identificados como egipcios de las primeras dinastías
según Bourguignat.

Entre los autóctonos había, pues, unos jefes, algún elemento dominador,
civilizador, que ofrecía o imponía algunas de sus costumbres.

Pensamos más bien en una elección más que en una obligación, ya que en
las ciudades funerarias que hemos explorado, en particular en Bou-
Merzoug, junto a un gran número de dólmenes, representando un culto
solar, en el mismo perímetro se hallaron unas tumbas excavadas bajo la
roca con la inscripción interior de algún símbolo lunar demostrando la
coexistencia de dos cultos antagonistas.

17
Cf. Er. Erman, “La religion des Egyptiens” donde el autor, en cada ocasión,
ridiculiza las costumbres, sin buscar comprender su significado.
18
Les Hommes Rouges, ed. Adyar, 4, square Rapp, París. 1953.

21
El origen racial de la población entrevista es menos cómodo de establecer,
pero ello permite afirmar, cosa que nos pareció evidente, que los hombres
de cromañón, lejos de ser aquí los únicos especímenes de homo sapiens,
son al contrario menos numerosos. Se encuentran como individuos aislados,
muy raros, por aquí y por allí, en el mismo lugar de su último descanso,
para que podamos así determinar en ellos el hogar inicial de esta gran raza
de los auriñacienses.

El profesor R. Verneau puso su ciencia y su tiempo, convencido, al servicio


de la antigua raza de los guanches de los archipiélagos canarios y de las
Azores; ya que estos ofrecen, por miles, en una continuidad notable, puros
sujetos cromañoides. A lo largo de cinco años, Verneau escrutó más de dos
mil esqueletos de la era neolítica. Luego vinieron los análisis, las
mediciones, las clasificaciones apoyadas por el Dr. Wolfel de Viena, y, sobre
todo, por el profesor F. Falkenburger, de la Universidad de Mayence y del
Museo del Hombre.

A través de un método moderno, minucioso y personal de este profesor, los


resultados de sus trabajos concluyeron el establecimiento de una unidad
racial cromañoide de los guanches y de los más antiguos predinásticos,
éstos en proporción de un diez por ciento sobre los sujetos estudiados entre
los más antiguos.

¿Qué decir si no que estos predinásticos cuentan como portadores iniciales


de esta civilización?, que los hombres de la raza de cromañón estuvieron en
Europa e incluso en África septentrional, en número restringido, y ¿no
corresponden a las numerosas poblaciones atestiguadas por los talleres
paleo-meso-neololíticos?

Este número limitado se redujo lentamente hasta desaparecer de las clases


dirigentes del valle del Nilo. Las facciones tipológicas se mantienen en una
parte de la población rural, artesanal, figurando en numerosos frisos
individuos más o menos privilegiados: sacerdotes, escribas, artistas,
oficiales. En medio de los vecinos libios, de los semitas mercaderes y
nómadas, así como de los etíopes del sur, los poseedores de estas pocas
castas evocan bastante bien a los colonizadores, y ello hasta la XVIII
dinastía.

¿Por qué se establecieron en este nuevo país, por qué no se mantuvieron y


cuales son nuestras fuentes de información?

IV. La Piedra de Palermo, la postura de Manetón

Los más preciados monumentos que poseemos para establecer la historia


de Egipto son evidentemente estos “anales sacerdotales” a los que nos
referimos sin cesar. Están representados, desde la prehistoria, por la Piedra
de Palermo, a la que se han adjuntado, mucho tiempo después de su
descubrimiento, algunas piezas sueltas de la más alta importancia
cronológica.

22
Su parte principal es una enorme losa de grandes dimensiones (según
Driotón, p157) en diorita, grabada sobre sus dos caras: ella menciona la
historia desde los “Servidores de Horus” hasta la VI dinastía, está rota por
algunos puntos. Porciones de textos semejantes han sido descubiertos, se
dice, entre el Cairo y Minieh, otros en el Cairo mismo. Estos incomparables
documentos han permitido completar y reformar también algunos datos
anteriores.

Escrito en la época más tardía y bajo la dominación extranjera, los errores


contenidos en el texto de Manetón eran inevitables. No por ello se le debe
tratar de fantasioso, ya que no tenía esos famosos textos bajos sus ojos.
Únicamente el recuerdo de la enseñanza recibida, transmitida desde
milenios por la jerarquía, le concedía el conocimiento de las genealogías
reales y de los hechos los más notables de la historia nacional.

Cierto, algunos errores se habrán deslizado, algunas interpolaciones debidas


a las sucesivas transmisiones orales, nada más factible sin que por ello
debamos sospechar de la conciencia, incluso de la competencia del último
de los grandes hierofantes. Además, sus escritos mismos no nos han
llegado, sólo tenemos lo que fue salvado por el historiador judío Flavio
Josefo, además de citas más o menos documentadas; el Epitomé arreglado
por Julio el Africano y por Eusebio, él mismo sujeto en el punto de mira; y
todo ello de dos a tres siglos después de Jesucristo, es decir, seiscientos
años después de Manetón.

Los hechos referentes a los orígenes, las reglas de las dinastías llamadas
“divinas” sólo parecían haber sido transmitidos únicamente de forma oral
desde el origen de los tiempos. Fueron grabados en el predinástico, tal y
como confirma la piedra de Palermo y sus importantes restos. Estos nos
han permitido completar la lista de los servidores de Horus que también
reinaron en el Alto Egipto, sin que sea mencionada guerra alguna entre las
dos zonas del país. ¿Esto no significaría que únicamente una división de
influencias, de responsabilidades administrativas, controlaban estos
sectores entre los Shemsu Hor? Excepto, por supuesto, cuando se trataba
de luchar contra el enemigo tradicional (representado por Set), siempre
dispuesto a inmiscuirse en la vida del rico valle.

Además de los archivos grabados, el conocimiento de los hechos nacionales


se había conservado y transmitido de una generación sacerdotal a otra. Por
ello pudieron ser mostradas a Herodoto, a Pitágoras, a Diodoro de Sicilia, a
Platón, varias centenas de estatuas de hierofantes que se sucedieron sin
interrupción.

Varias veces reproducidos, a menudo perdidos pero jamás olvidados, estos


anales fueron oficialmente acreditados en la corte de Tolomeo II Filadelfo.
Bajo la pluma de Manetón, con el título de “Guardián de los Archivos
Sagrados”, por su carácter de sabio, adquirían un valor de autenticidad
reconocido por los eruditos del mundo clásico. Esta consagración nació de la
fama de la grandeza egipcia en su legado de forma extraordinariamente
brillante en el corazón de todos los versados, entre otros los de la escuela
de Alejandría, y aún desde mucho tiempo antes de ellos. Por esto debemos

23
informar del tiempo, varias veces milenario, que separaba Manetón y sus
contemporáneos fundadores de la civilización nilótica.

La mayoría de los egiptólogos hasta ahora han negado a esta pregunta el


punto de vista normal, poniendo en duda demasiado a menudo la veracidad
y la objetividad, por el hecho de que sus “genealogías reales” parecían
superar la duración posible de su reinado.

Por ello es más cómodo reducir esta duración a nuestra escala, a la de


nuestras cronologías cada vez más aceleradas, es más fácil acortarla que
trasponerla en el medio de una lenta vida ascensional, en su atmósfera
clemente impregnada de feliz religiosidad, donde se implantó y se desarrolló
esta civilización ejemplar. Por su divergencia, su excentricidad a cualquier
materialismo de hoy, y a pesar de los serios progresos realizados en el
conocimiento de su genialidad, no alcanzamos a interpretarla y sólo hemos
rozado su naturaleza, su esencia se nos escapa.

¿Qué decir oficialmente de las causas de su origen? ¿De las causas de su


amplitud en su increíble perennidad?

Para conseguir un estudio retrospectivo de tantos milenios, deberíamos


intentar despojarnos de todo lo que pesa sobre nosotros a causa de un
tiempo de transiciones desmesuradas. También deberíamos, más aún,
evitar juzgar con la mentalidad que se genera en este agrio fin de siglo,
atormentado, desilusionado, sólo preocupado de ahorrarse cualquier
esfuerzo interior.

En una generación, dos guerras mundiales han condensado en toda su


atrocidad lo que milenios acumulados habían implacablemente permitido a
la crueldad del corazón humano en Egipto, en Siria, en Caldea, bajo los
hititas, los elamitas, los Pueblos del Mar. Sin distinción de raza ni de
tendencias. Hasta el punto que, si deseamos aclarar la situación, nos vemos
obligados a realizar una abstracción de más de 2.000 años de
transformaciones sociales, de las diferencias de los lugares, de todo lo que
hoy iguala en apariencia a las “clases”.

Y esto se sitúa en oposición en sus dos niveles extremos en el antiguo


Egipto.

1º. El pueblo ignorante pero cariñoso, laborioso, apacible, creyente.


2º. La aristocracia, religiosa, letrada, aislada en su espiritualismo ilimitado,
sus refinamientos culturales, artísticos, sus lujos y su ciencia.

He ahí los dos extremos de la condición humana que se unían


armoniosamente en el momento de las ceremonias populares, en las
grandiosas manifestaciones. Mientras que el pueblo se complacía en sus
alegrías más puras y el clero por la observación de sus ritos, la nación
entera encontraba la glorificación de una fe, de una esperanza ardiente,
profunda, alegre, y evidentemente reconfortante.

24
V. Algunos datos de la cronología y etnología egipcia,
orientación primitiva

Ya hemos hablado de esta casta de Instructores, los Servidores de Horus,


que nombran los textos antiguos asimilándolos como portadores de la
civilización en el valle del Nilo. Lo que vamos a recordar aquí es su llegada
por pequeños grupos en la aurora de los tiempos predinásticos. Pequeños
grupos sucesivos que se establecieron principalmente en Egipto, pero que
parecen también haber visitado e influenciado Siria, Caldea, Elam, y quizás
otras regiones más remotas aún.

Estas regiones poseen inicios análogos en la historia más o menos


mitológica, y la era de sus primeras influencias con 2 o 3 siglos de
diferencia es sensiblemente igual. A pesar que los orientalistas modernos se
las ingenian para minimizar la duración de las civilizaciones arcaicas
(porque parecen demasiado sorprendentes para la velocidad de nuestro
siglo), la cronología egipcia se beneficia, en general, en sus minuciosos
cálculos, de algunos siglos de anterioridad.

Con esto, sería suficiente para dejar a los servidores de Horus, esos
Shemsu Hor, el papel de iniciadores que le concedieron los textos egipcios.
Los Shemsu Hor venían de otro lugar, eran portadores de la civilización que
se estableció a las orillas del Nilo, lo que confirman todas las
investigaciones, incluidas las de otros autores como Jacques de Morgan19
que fue un día partidario de un origen asiático, pero la integridad científica
de este autor no le permitió omitir algunas constataciones que afirmaron su
opinión preconcebida; hablando del obrero egipcio, apuntó en sus notas:

…“su espíritu como su mano, son de una incomparable precisión; sea cual
sea la materia que trata, la somete a obedecerle con una maestría que
jamás y en ningún país ha sido superada. Bajo el impulso de un clero todo
poderoso, este pueblo creyente somete el arte a las fórmulas religiosas, y
por tendencia natural busca la perfección en el resultado”… 20

Ello recuerda extrañamente al artesano francés de antes de los últimos


acontecimientos mundiales.

Pero volvamos a los testimonios del gran prehistoriados francés (en general
contrario a nuestra tesis) sobre el tema de la introducción en Egipto de su
propia civilización, diciendo:

"Permanezco convencido de que Egipto recibió desde fuera y en un período


de tiempo relativamente muy corto, todos los conocimientos necesarios
para su desarrollo. Además, la tradición indígena ha realizado el mismo
juicio sobre las páginas de los “Anales Nacionales”, atribuyendo a unos
extranjeros, esos Shemsu Hor o servidores de Horus la introducción de

19
Les Hommes Rouges, p.227. Ed. Adyar, 4, square Rapp, París. 1953.
20
J. de Morgan, “Préhistoire Orientale” t.II. p.259.

25
todos estos bienes en el Valle. Es pues en otro lugar y no en Egipto donde
se produjo la incubación de la cultura faraónica". 21

Este autor entrevió todos los horizontes posibles, excepto el que estaba
claramente indicado en todos estos Anales locales que no dejaban de
invocar “el Occidente”, la “extremidad de Libia”, “ahí donde el sol se pone”,
etc. Desde donde habría llegado también una parte de la población egipcia,
la que parece haber ocupado un rango de superioridad y que se reclamó del
Primer País, ese País de Pount situado en Occidente (el de la reina
Hapshepsout, no era más que una réplica oriental) evocada con nostalgia
como parte perdida.

Esto es lo que Jacques de Morgan nos presenta:

«Pount es para los Egipcios, la Tierra divina por la cual profesan una cierta
veneración, mientras que no tienen términos suficientemente despreciables
para designar a las otras naciones. Varios de los grandes dioses egipcios se
sentían honrados de ser originarios del país de Pount. Los más notables de
esos dioses son Min y Hator, que pertenecían a la “montaña” o el
“desierto”».

(Subrayamos estas palabras, para observar que nadie ha pensado en las


altas montañas de Occidente, como el Toubkal (4.165 m.), en el Atlas, o el
pico volcánico de Tenerife, ni incluso en el centro del Sahara que hasta
mediados del neolítico fue una región aún en parte tropical y poseía una
región montañosa: el Hoggar).

Seguimos con su preciada descripción:

"En las representaciones etnográficas, que siempre son extremadamente


fieles, la gente del Pount es difícil de distinguir de los egipcios, tanto se
parecen en su carácter étnico; mientras que los semitas, los libios, los
egeos, etc., son distinguibles a primera vista. Su vestimenta incluso es casi
similar a la de los faraones y llevan igualmente una barba postiza, el único
carácter que permite distinguirlos es una arruga oblicua a través de las
mejillas (marca que caracteriza a los jefes)22.”

El autor declara, sin embargo, un poco más adelante:

…"no es la etnografía lo que entretendrá al lector"...

En oposición a este postulado y según los sabios estudios de los egiptólogos


europeos sobre los monumentos, el arte, los textos, pensamos que la
exposición sobre los orígenes étnicos es indispensable en la precisa cuestión
sobre la investigación de los orígenes de estos civilizadores.

21
J. de Morgan, op, cit, p.248 (todo lo señalado sigue así, y fue hecho por nuestro
jefe).
22
J. De Morgan, op, cit. p.52. “Hacemos observar que la palabra arruga es
impropia, ya que se trata de un trazo artificial, deseado, una incisión intencionada
en la piel, una cicatriz como la que distinguía los jefes de los Mayas y también hoy
en día, algunos pueblos africanos, en sus nobles, en Sudán, por ejemplo.”

26
Retomemos, pues, el problema en su base y veamos aquí unos cuantos
datos suplementarios:

Los “Instructores” llegaron del oeste, y está varias veces especificado del
suroeste, por la ruta del cabo Soloéis hasta Abydos.

A tres kilómetros al norte de esta antigua capital teocrática, aún existe hoy
una “cabeza de puente”; ella es, en estos altos lugares del antiguo
esplendor de Egipto, la “Ruta de los Nómadas” hacia el oasis de Karguesh,
Dakhel, Koufra y Merzoug, en las puertas del Hoggar oriental.

Después ya no vino nadie: los gérmenes civilizadores traidos de tal modo se


instalaron y se propagaron lentamente en la masa extremadamente poblada
del abundante valle. En esta masa se encuentran numerosos elementos,
venidos también y desde hace mucho tiempo, del país de origen, y cuyo
tipo occidental aún se conserva actualmente. Eran los “colonos”, los que
ejecutaron y continuaron los trabajos indicados por los grandes jefes23 y
que, en los frisos o pinturas, “se parecen como hermanos” (J. de Morgan,
op.cit.).

Sobre las murallas de los templos, sobre las tumbas, sobre las pendientes
mismas de las montañas, en rocas pacientemente alisadas, su historia
empieza a inscribirse en detalle, escrupulosamente, como en ningún otro
lugar lo fue. Cada contacto, con cualquier población, ha sido grabado o
pintado por los dirigentes y sin duda por innumerables artistas.

Se reconocen y se plasman los tipos más diversos: ningún pintor, ningún


antropólogo del siglo XX ha conseguido con más exactitud, lo sabemos bien,
los signos distintivos entre los individuos. Gracias a ello, podemos distinguir
a primera vista los mínimos detalles y matices en los cabellos largos rizados
representados en los trabajos de los campos, los metales, los edificios; o
también los relatos de guerra que durante milenios rechazaban las
invasiones de los vecinos que deseaban la riqueza, la belleza y la dulzura
del clima nilótico.

Estos vecinos fueron en su mayoría los beduinos de Arabia, los nómadas de


Palestina, de Mesopotamia, que acabaron, después de las invasiones
persas, de los macedonios y de los romanos, ocupando el Valle Sagrado y
reduciendo a la nada su civilización, su pueblo y hasta su pasado.

Hemos dicho que la Historia era un perpetuo comienzo. He aquí que la


prehistoria viene a confirmar esta observación de forma positiva,
extrañamente instructiva y algo desconsoladora.

23
Teniendo en cuenta una aberración debida a la incomprensión de unos y a la
decadencia de otros, no nos atrevemos en 1960, escribir “colonizadores”, que es la
única palabra que conviene aquí, sinónimo de “portadores de la civilización”.

27
VI. Dispersión geográfica del prototipo de Cromañón

Hemos estudiado que las “Crónicas” han apuntado la llegada de pequeños


grupos, de sus Instructores en tiempos predinásticos, salvados felizmente
de la mezquindad cronológica de los tiempos modernos.

¿Cuál sería la raza de estos “portadores” de la civilización nilótica? ¿A qué


familia humana se le podría unir? Los trabajos recientes más completos
ejecutados por el Prof. Fred. Falkenburger, de la universidad de Mayence,
han aportado una confirmación a las diferentes memorias de antropología.

Dos de ellas han sido principalmente interesantes sobre la cuestión:

1º. Un Ensayo de la nueva clasificación craneológica de los antiguos


habitantes de las Islas Canarias, publicado en “L’Antropologie, t.49, nº 3-4.
1939.
2º. La “craneología egipcia” estudio comparado de 1.787 cráneos egipcios
desde el tiempo predinástico hasta nuestro días, Mayence, 1946.

El método de análisis es nuevo, además de múltiples tomas de medidas


extremadamente minuciosas. El autor lo expone brevemente a lo largo de
este considerable trabajo, que inicia con el nombre de “Cien años de
antropología Canaria”.

Podemos adelantar aquí que su segundo estudio consigue determinar que


los análisis osteológicos predinásticos han revelado su pertenencia a la raza
cromañón. Su aportación aparece en la base más antigua y se reduce
lentamente hasta desaparecer, al menos de las esferas dirigentes, y ello
después de la XVII dinastía.

El primer estudio confirma y amplifica los del profesor R. Verneau que había
identificado a la raza de cromañón, la antigua raza de los guanches
atlánticos. Pero el prototipo fósil, encontrado en Francia en un yacimiento
geológico datado de 20.000 a 25.000 años más que los civilizadores del
badariense24, siendo los individuos mucho menos numerosos en el suroeste
de Europa que en Egipto.

Frente a tales hechos, dispersos en el tiempo y en el espacio, debemos


coordinar lógicamente la sucesión cronológica y el reparto territorial. Es lo
que vamos a intentar establecer bajos el amparo más docto.25

24
Badariense es la denominación de una cultura del período neolítico que surge en
el Alto Egipto en torno a 4400 a.C., hasta 3800 a.C. y cuyo nombre se tomó de los
arcaicos asentamientos y necrópolis de El-Badari, en las inmediaciones de Asiut, en
la margen derecha del río Nilo.
25
Restos humanos descubiertos por Leakey, L. descritos en el “The stone age of
Kenya” datan del auriñaciense superior, estaban cubiertos de ocre rojo: …"eran del
mismo tipo que el Hommo d’Oldoqay de alta estatura y comparables a los
nilóticos"... escribe el Prof. H.C. Vallois en “Les Hommes Fossiles” última. Ed. pág.
470. (Los hombres fósiles).

28
El profesor Verneau ha tenido en los archipiélagos atlánticos unos
elementos de estudio de varios miles de sujetos: éstos llenaban sólo con
sus cráneos cuatro salas del Museo Canario en las Palmas, capital de la
Gran Canaria. Además de los estudios de Verneau, la biblioteca del Museo
contiene los de algunos sabios internacionales y locales.

Quedamos confundidos por la fundamental mayoría y aplastante presencia


del tipo de cromañón en la aurora de lo que para nosotros, parece ser parte
de la historia del pueblo guanche; y esta mayoría constituye un argumento
de peso a favor de la proximidad al origen del “Hogar de la Raza”.

A través de las eras, a través de las invasiones, de los mestizajes,


permanecen supervivencias múltiples que atestiguan de forma aún más
precisa la importancia testimonial de esta región.

¿Cuáles son estos mestizajes? Casi siempre son todos debidos a unas
inmigraciones semíticas, más escasas entre los esqueletos más antiguos,
que se hacen más frecuentes a medida que los individuos pertenecen a una
época más cercana. Esto hasta llegar a cierta predominancia del tipo
africano-árabe-semítico, sabiendo que esta aportación proviene sobre todo
del sur de África septentrional, y que un débil canal separa el archipiélago
del continente negro.

Pero esta predominancia no es más que numérica; ella demuestra una débil
resistencia en los casos de mestizaje, donde sus características propias se
alteran, debilitándose frente al tipo cromañón, frente a la solidez adquirida,
inmutable, de una especie que “resiste, desde el inicio como si estuviera
fijada a su punto de perfección” (Verneau).

VII. Complejidad demográfica

Alrededor de la gran raza de los autóctonos, aparecen cada vez en más


número los invasores extranjeros en el archipiélago.

Creyendo sin duda simplificar el problema o reducirlo para una imagen de


nuestras mentalidades actuales, primero se supuso que el dominio insular
no había variado de forma alguna en superficie desde la presencia humana
del tipo cromañón. Después se emitió el pensamiento de que las tribus
“atrasadas” y “miserables” que la habitaron debían haber llegado del gran
hogar de los cromañones de la Dordorña, por la expansión de algunas
ramas bereberes, y, cuando no, se ha buscado por parte del lado negroide o
asiático.

La presencia de algunos elementos lingüísticos y antropológicos acordaban


una posibilidad de verosimilitud a estas hipótesis, las más pobres de todas.
Surgió una fuerte objeción a este aspecto de las explicaciones, ya que no se
veía ni se entendía ni cómo ni por qué los libios, los bereberes o los
kushitas hubieran dejado sus territorios tan vastos como eran en la época,

29
húmedos y florecientes para ir a instalarse sobre unas islas volcánicas
perpetuamente alzadas o hundidas.

Además, si no hubieran sido nada más que lo que son, es decir, pobres
territorios áridos sin desembocaduras comerciales, sin industrias, sin minas
algunas u otros tipos de elementos por explotar o por hallar, si sólo
hubieran sido eso, las invasiones no hubieran tenido lugar.

Pero ningún interés puede justificar estas presencias en las poblaciones de


los dos archipiélagos, en las Azores, y sobre todo en Tenerife, en la
Gomera, al igual que los guiatecas de Gran Canaria, son de la más
auténtica raza de cromañón. Incluso todos los días encontramos en medio
de una masa abigarrada, unos tipos muy puros, cuyas características
captan la atención de los menos avisados por su gran talla, su frente alta,
sus trazos finos, sus órbitas profundas y rectangulares, su mentón saliente,
su tinte claro, evocan, incluso a los ojos profanos, unas siluetas familiares a
los nórdicos, y también a los indígenas de la Dordoña, el última hábitat del
gran viejo prototipo del homo sapiens.

Pero en los archipiélagos atlánticos, a pesar de una mayor y más pura


persistencia racial, es por miles que se cuentan los esqueletos, desde fósiles
hasta los más recientes.

¿Ello no presenta las condiciones de un hogar de la Raza? ¿Y no sería a este


hogar que convendría unir esta rama principal que hizo cepa y tocón en el
suroeste europeo? Esto hubiera tenido lugar en el tiempo de una extensión
tanto territorial como demográfica de Europa del paleolítico superior aún en
un período frío y las islas atlánticas en un período tropical lluvioso.

Las más grandes erupciones volcánicas han sido infinitamente posteriores, y


sucesivamente han modificado las superficies y los perfiles de las costas.
Volveremos a estos aspectos geológicos.

Sabemos que las analogías étnicas, geográficas, folclóricas se encuentran


de forma uniforme desde las Azores hasta las Canarias con la misma
abundancia del tipo primitivo de homo sapiens. El mismo fenómeno se da
en los mestizajes de una superposición y de una conservación de unos
caracteres específicos cromañoides a pesar del aporte relativamente
considerable árabe-asiático; y encontramos el mismo estado singular en la
fauna y flora.

Todo ocurre como si estuviéramos ahí en presencia dos ramales de un


mismo lugar artificial o accidentalmente compartido, o bien ante dos
territorios antaño mucho más amplios y por consecuencia bastante cercanos
el uno del otro.

En los dos campos, una única raza autóctona, fijada desde largo tiempo con
una morfología superior, dicho de otro modo, que ha alcanzado su último
grado de desarrollo: el de la raza occidental del cromañón.

A tal enseña se puede añadir diversas aportaciones sin alterar las leyes
biológicas de su constitución genética. Es de esta forma que se discierne la

30
aportación extranjera, en un principio muy claramente por aquí y por allí,
pero remontando a la época la más remota con algunos sujetos semitas y
algunos bereberes.

Éstas son incursiones de los vecinos inmediatos a la costa africana desde su


punto más avanzado en el oeste, como explicó Herodoto hablando del Cabo
Soloéis. Este punto es el más avanzado en el extremo oeste de Libia, y es el
actual cabo Juby; "este cabo se sitúa, además, a cien kilómetros apenas
entre esta Etiopía occidental y la primera de las islas, antaño llamadas
Afortunadas: Fuerteventura".

El número de los esqueletos semitas aumenta sin cesar, crece


sensiblemente a medida que nos alejamos de los primeros vestigios,
acusando las mezclas adquiridas y su número; tanto que llegamos a una
preponderancia numérica de estos invasores de la era neolítica.

¿Cómo un país tan empobrecido, tan tosco a toda cultura, con montañas
áridas y una población en parte aún troglodita, -a la que, hoy en día, no
interesa en absoluto las solicitudes de la industria ni las del comercio-;
cómo hubieran podido motivar la llegada en progresión masiva a sus costas
de estas de tribus semitas?

No hay más que una explicación adecuada; el país no era, en tiempos


anteriores, lo que es actualmente. Tendría dimensiones más amplias,
también riquezas naturales, además de un grado de civilización más
elevado que en otros lugares, motivos que hubieran podido atraer de Libia y
Asia Menor, a seres de aspecto vagabundo buscando el beneficio, hábiles
traficantes y que podían vivir de la opulencia de los demás.

Tales condiciones existían evidentemente y la antigüedad entera las cantó


incansablemente. Existían ya antes de la eclosión del esplendor predinástico
en las orillas del Nilo sin que nadie las hubiera fundado desertando o
huyendo del “Jardín de las Hespérides”.

La afirmación de que, con la ausencia de documentos paleolíticos, ningún


hogar civilizador pudo prosperar en estos páramos, no resiste frente a la
multitud de los vestigios osteológicos que atestiguan la base cromañoides
de los insulares y las invasiones masivas semitas.

VIII. Centro racial atlántico y delimitación de la especie

Con el fin de localizar lo mejor posible la unión geográfica generadora,


debemos recordar, aunque brevemente, los diversos trabajos de los que en
el propio lugar han estudiado estos problemas siendo pioneros de la
prehistoria: De Quatrefages y Hamy habían insistido sobre las analogías que
presentaban con la raza de cromañón, los sujetos descubiertos en las
tumbas megalíticas de Roknia, en las Altas mesetas de Nubia. Bourguinat
las atribuyó, como ya hemos dicho, a los antiguos egipcios. Tales resultados

31
atrajeron a antropólogos a dirigirse cada vez más hacia occidente, y algunos
de ellos llegaron hasta los Archipiélagos atlánticos.

Chantre retomó todos los trabajos, después Bertholot26 y, por fin, Verneau.
La asimilación a la raza de cromañón fue confirmada en una misión que
duró cinco años, mientras que este sabio entregó a la cuestión planteada
una documentación considerable.27

Él estableció con numerosos ejemplos la enorme capacidad craneal de los


guanches, su alta estatura y una deformación específica post coronal
característica cromañoide …"que no es debida a una deformación ritual
(como en el caso de los semitas), pero siempre está en un punto preciso y
se encuentra entre los pueblos donde no existe este rito, notablemente en
los egipcios". (Verneau).

En los tiempos de Broga e incluso de Verneau, el material osteológico era


escaso, y los estudios comparados bastantes reducidos para que unas
conclusiones sobre los orígenes fuesen precisas. Eran difíciles, arriesgadas,
y por consiguiente, sucintas. Sin embargo, la pertenencia cromañoide de los
guanches fue claramente establecida.

Después se constató, sobre las momias canarias conservadas en pieles de


cabra, los auténticos mestizajes, los trazos característicos de esta
aportación extranjera que pertenecía al tipo semita, Verneau decía:
“venidos de África septentrional desde todos los tiempos prehistóricos”.

Ahí donde hay mezcla, el guanche siempre domina; al fin la más antigua y
la más frecuente de las aportaciones extranjeras siempre es semita. Los
caracteres antropológicos de estas mezclas están pues superpuestas, y no
mezcladas; hay muchos ejemplos que ilustran esta particularidad, he aquí
uno de ellos:

“Ellos (los guanches) poseen la línea rasposa, áspera del fémur como el
cromañón, y en algunas islas, incluso cruzados con los semitas mantienen
este carácter y la superioridad numérica”.

En la provincia de Guayateca, (¿esta palabra no evoca algún parentesco con


los Guatemaltecas?), casi todos los individuos que tienen una enorme
capacidad craneal (1.790 c.c. de media) forman parte de una población de
lo más heterogéneo, sin embargo, al igual que el prototipo, todos son de
talla muy alta; una momia del museo Canario, fechada en el siglo VII d.C.
mide dos metros y diez centímetros.

26
"No hay duda alguna; los antiguos habitantes de las Afortunadas que, en su
aislamiento, se ignoraban entre ellos faltando comunicación de una isla a otra,
tenían sin embargo, un origen común y constituían un pueblo de una misma raza,
cuyos ancestros vivieron en el tiempo de la gran nación de Lybia extendiéndose en
el África septentrional, de oriente a occidente." (Berthelot). N del T.
27
R. Verneau, Rapport sur une Mission scientifique dans l’Archipel Canarien”, París,
1882-1886.

32
Sobre una decena de individuos originarios de Fuerteventura, fechados
simplemente de “antes de la conquista española”, Verneau apuntó:

“la conformación "micosème" de la órbita28 es una de las profundas


características que demuestran la afinidad de la raza guanche con la de
cromañón. Igualmente, posee una gran anchura en la parte superior del
rostro, que se estrecha en la región maxilar”. (Recalcemos este trozo, “este
detalle” si me atrevo a decirlo, ya que separa de una forma tan absoluta,
típica, los homo sapiens de los neandertales.

El profesor añade después de una larga comparación de diagnóstico: “Entre


los guanches, el tipo cromañón es exagerado algunas veces”. ¿No sería esto
una indicación de que estamos asomándonos al inicio de la cuna?

Otros han escrito que el “tipo” se habría conservado, al contrario, de forma


más particular en este país por culpa de su aislamiento; que habría sido
sometido, sólo entonces, a hibridaciones de menor importancia, con
caracteres afirmados aunque menos resistentes, de base menos pura y por
consiguiente frágil, en dos palabras: ¿menos antigua? En cualquier caso
sería establecer la inferioridad morfológica de la raza invasora; pero el
aislamiento invocado es un argumento inexacto, ya que este aislamiento no
fecha de la durísima condición de las islas, devastadas por las series de
antidiluvianas e incluso periódicas erupciones volcánicas, y también los
movimientos progresivos y consecutivos que aniquilaron sus riquezas,
provocando los éxodos de su élite hacia un continente más sólido, aún libre,
fácil de defender hasta el día que los traumatismos detuvieron igualmente
las invasiones arábigo-palestinas.

Porque desde finales del neolítico no se trata de invasiones, sino de


infiltraciones periódicas de estos pueblos, esencialmente nómadas y
acostumbrados a ello. ¿La causa de esta trashumancia? Está inscrita en el
suelo mismo: fue forzosamente el cataclismo telúrico que redujo el Gran
País del Poniente en trozos de archipiélagos de riquezas perdidas.

Estas riquezas de la antigüedad entera, desde la India a América central, a


lo largo de todo el Mediterráneo, no cesaron de ser cantadas. El tipo
cromañón siguió reproduciéndose en el reducto genésico, superando los
antiguos mestizajes, yuxtaponiéndose a ellos mismos desde la conquista
española, a pesar de las exterminaciones en masa sobre las que asentó su
dominación.

28
Del grupo chamaeconque: Término específico de antropología: que tiene un
pequeño índice refiriéndose al cráneo. El cráneo tiene como índice cefálico 72; (es
decir cuya amplitud máxima es a la longitud como 72 es a 100) en un cráneo:
crâne microsème por ejemplo el cráneo de los esquimales. Cuando se trata de la
clasificación en tres categorías, las razas humanas, según su más o menos fuerte
índice orbitario, se ha aplicado “crâne microsème” a las poblaciones que tienen un
pequeño índice orbitario. N del T.

33
IX. Población de algunas islas

En Lanzarote hemos observado cromañones, semitas, braquicéfalos y un


cuarto tipo mal identificado. Junto a los análisis antropológicos, cuya
importancia sobre el tema de los orígenes no podría escapársenos, notamos
una simple observación realizada en esta isla: se trata de una extraña y
bella industria cerámica. Son las "pintaderas", o sellos, hallados en gran
número y que no se encuentran en las otras islas, ni en el viejo mundo.

Estas tierras cocidas son de base cuadrada o triangular, algunas veces


también son rectangulares, pero nunca redondas como en cualquier otro
sitio. Los dibujos que los decoran son geométricos, sirvieron para imprimir
sobre el cuerpo humano esas mismas figuras elegantes, encontradas
abundantemente por doquier en México y entre los yucatecas. 29

En una magnífica cueva situada en Gomera, fueron descubiertos


innumerables vestigios entre otras muchas osamentas. La isla entera
entregó en masa prototipos cromañones y bastantes semitas. Es, sin
embargo, en esta región donde el tipo guanche se conservó más puro.

En los mestizajes, los caracteres autóctonos no se ven alterados como en


todos los demás sitios, lo que, una vez más, demuestra la robustez de una
población aborigen, adaptada, poco o difícilmente alcanzada por el
mestizaje y denotando, por consiguiente, caracteres raciales de inferioridad.
Verneau escribe como conclusión:

"De la cohabitación de estas dos razas resulta un tipo mixto bastante


común. Sin embargo, el mestizaje no ha sido general; un gran número de
guanches se ha mantenido puro. A pesar de la infusión de sangre semita,
no se ha hecho desaparecer del tipo mixto la mayoría de las características
de la raza de cromañón."

Vamos a terminar este rápido examen antropológico de las islas, incluyendo


las dos más relevantes: "la Gran Canaria y la isla de Tenerife. Ahí también
hemos constatado el volumen considerable de la caja craneal de los
autóctonos y la talla superior a la del conjunto de las poblaciones humanas.
Sobre cien esqueletos medidos, ochenta y cuatro superaban esta media
general [...] un tercio de los individuos dan un índice facial que supera el
máximo de la raza de cromañón".30

Por fin, abordamos la isla de Tenerife en su elegante pequeño puerto


gratamente sombreado, dominado por sus salvajes y pintorescas montañas
volcánicas. La isla, nos da, sin contrariedad alguna, los elementos más
concluyentes de esta primicia atlántica. Cuando la capacidad craneal del
cromañón es de 1.590 c.c., casi todos los guanches de la isla superan este
número. Su capacidad numérica más grande conocida es de 1.900 cc.; el
índice cefálico es de 77.77; capacidad y desarrollo igualmente grande en las

29
G. Margy “El auténtico propósito de las pintaderas de las islas Canarias”, extraído
del periódico des Africanistes, T. X, 1946.
30
R. Verneau, Informe citado, p. 83-84 y siguientes.

34
mujeres, con 1.530 cc. de capacidad, 79.77 de índice cefálico. Todos los
otros caracteres, entre los más puros, estaban muy desarrollados: alta
estatura, de "gigantes" dicen las crónicas, como los vemos dibujados en
Nubia, los que erigieron los dólmenes: los Djoals.

Hemos examinado varias momias guanches, aún envueltas en sus pieles de


cabra, finamente cosidas, medían dos metros de media, talla corriente
hasta la llegada de la conquista española, según Verneau, estaban “por
encima de la media de todas las poblaciones del Globo”. Varias de estas
momias tenían aún sus cabellos con grandes mechas doradas, onduladas.

Entre los dos mil cráneos alineados en los escaparates del museo: “la
mayoría de estos presenta la curva antero-posterior del prototipo de
cromañón. Otro rasgo demuestra su robustez y son las amplias suturas
naturales de las lesiones traumáticas. En toda la isla, pero sobre todo en el
sur, donde la población ha sido homogénea” (id. op. cit.)

Hay otro hecho que también tiene el valor de un test, por decir, “histórico”:
es la constatación de las invasiones semíticas desde la época neolítica a lo
largo de la cual las encontramos en los dos archipiélagos, pero éstas son
anteriores a esta época. Estos individuos son los descendientes de las
primeras oleadas de asaltantes, trashumantes, no mezclados y
desaparecidos, lo que está registrado en los anales egipcios.

El origen, la presencia, la clasificación de estos elementos invasores en los


dos archipiélagos, no es complicado establecer: Verneau se desquita
escribiendo de esta forma:

...“la historia, nos dice, ha conservado el recuerdo de numerosas


incursiones de “moros”, hasta en nuestro siglo, ellos venían aún a robar a
las islas Canarias, algunas veces hacían prisioneros (p. 257 y más …. Las
Azores, actualmente demasiadas alejadas del continente, se han vieron
libres de estas incursiones que hubieran tenido que padecer en la época
neolítica con tanta frecuencia y violencia como el archipiélago canario”...

¿No es esto prueba de que hubo un tiempo en el que el territorio de las


Azores, siendo mucho más amplio, estaba igualmente más cerca de las
tierras africanas? ¿La repetición esporádica de la invasión de los moros es
uno de los numerosos hechos de trashumancia humana corroborando el
lugar de los hechos?

¿Las inmersiones sucesivas en el tiempo de los problemas que trajeron el


final del paleolítico superior, no habrán hundido un día en las profundidades
abisales, periódicamente removidas, a la mayor parte de la población, esas
riquezas, esa “ciudad solar”, adorada y llorada por todas las tradiciones
egipcias y cantada por Platón, según los relatos de uno de los siete sabios
de Grecia?

¿Se habría brindado éste en escuchar y, más adelante aún en transmitir


cuentos de niñera? Los sacerdotes egipcios, de los que nadie ha podido
poner en duda su erudición, ¿se habrían divertido en contar tales fábulas a
Solón, a Herodoto?…

35
En definitiva, el hecho preponderante y quizás más conmovedor es la
persistencia inalterada del rasgo primordial. En ningún otro lugar del mundo
se afirma como en los archipiélagos atlánticos, esta perennidad, esta
homogeneidad perfecta, esta abundancia natural del prototipo de la raza
blanca, antigua de al menos cuarenta mil años.

¿Frente a la pobreza numérica de “estos testigos” en Europa, lo que vemos


en África, no nos hace pensar que estamos sobre una parcela del “Hogar en
sí”, en el centro original de esta gran raza prehistórica?

36
PRIMERA PARTE

Segundo Capítulo

INFORMACIÓN GEOLÓGICA DE LAS PRINCIPALES ISLAS DE LAS CANARIAS.

I. Territorios del apocalipsis.


II. Supervivencia en la flora.
III. Sentido, dirección de las migraciones.
IV. Lo que los egipcios dicen en sus crónicas de sus orígenes
occidentales.
V. Primera y segunda parte de las predinastías.

37
I. Territorios del apocalipsis.

Después de haber descrito un poco esta extraña y tan instructiva población


de los guanches, nos queda por dar unos datos sobre la estructura
geológica de los Archipiélagos y, por fin, de su flora. El proceso de la
evolución orográfica, de las estratificaciones sucesivas, de su naturaleza
mineralógica, he aquí los datos que deberían bastar para iniciar más
amplias informaciones sobre el grado de antigüedad y el valor (desde el
punto de vista histórico) de estos territorios.

Tan humildes como son, y a pesar de que su mayor superficie es casi hostil
a la vida, sin embargo, han conocido los testigos de la “Historia”, y albergan
así en mayor número que en cualquier otro lugar los sujetos salidos del
prototipo de la raza blanca.

Surgidos de un suelo volcánico en ebullición desde la época terciaria y


esporádicamente hasta el último siglo, los archipiélagos atlánticos 31 son los
últimos vestigios de los cataclismos titánicos que diezmaron lentamente
toda una raza, y de la cual la tierra ha guardado su huella alucinante. En los
intervalos de los cataclismos, las invasiones destructoras exterminaron las
élites que aún no habían huido hacia otros cielos.

Estas resurgencias, estas huellas, son página innegable del libro cósmico de
la Historia de los Hombres. Durante nuestra estancia en Las Palmas de Gran
Canaria, hemos tenido la alegría de documentarnos sobre la estratigrafía del
archipiélago con un geólogo tan cortés como sabio modesto. Contestó a
nuestro requerimiento, nuestro interlocutor se decidió en escribir estas
pocas líneas que hemos traducido aquí con su locuaz brevedad:32

Fuerteventura: ahí existen rocas de tipo continental en algunas zonas de la


isla, especialmente en Batencuna. Sobre estas rocas de base se sitúan las
rocas volcánicas más recientes que las erupciones del terciario, también
vemos rocas más modernas del último ciclo volcánico, cuaternario basáltico.

Podemos decir que estas islas eran aún de pertenencia continental después
de los inicios del cuaternario (paleolítico), lo que confirma la observación:

"La zona de Batencuan, de rocas continentales, es la más extendida del


archipiélago"

Lanzarote: excepto que existen fragmentos de rocas profundas, eyectadas


por los volcanes, las rocas más antiguas son basálticas con dos núcleos: "en
Farama y en los Ajaches estos dos núcleos presentan grandes fallas que
demuestran que gran parte de la isla se ha hundido en el mar durante el
terciario."

31
Incluidos la Gran Antilla, de la cual no nos ocupamos aquí.
32
El geólogo español escribió en su idioma nativo, se trata del señor don Telesforo
Bravo.

38
Ahí ya existía una superficie continental durante el terciario (continente bien
conocido), pero las actuales islas serían los últimos elementos y no
recientemente "emergidas"; estos territorios continentales se han
desmoronado en varios períodos, y "no de un sólo golpe" según la facultad
de Alger en prehistoria, las erupciones se han producido en el Plioceno y
durante el Cuaternario, esporádicamente repetidas hasta los tiempos
modernos.

Gran Canaria: "la zona más arcaica está situada en el noroeste, el pueblo
de San Nicolás, con una base de rocas antiguas, atravesadas por unas vetas
de sienita. Diferentes ciclos volcánicos se han superpuesto, los unos
después de los otros, existiendo desde las rocas más básicas hasta las más
ácidas (riolitas), estos ciclos se han repetido varias veces".

En dos puntos de la isla, Arguinezia y las Palmas, existen unos terreros del
mioceno, elevados por encima del mar hasta doscientos metros y que
fueron durante mucho tiempo ocupados por las aguas, sus fósiles son
típicos del mioceno.

"En algunos puntos, entre los escarpados marinos de las fallas,


especialmente frente a Agaete y las Abolladuras, los mantos de lava se han
orientado hacia los bajos fondos, lo que demuestra los hundimientos de las
orillas en la era del terciario. Otras zonas marginales han sido cubiertas de
capas de lava a partir del Mioceno, el mar se retiró a unos kilómetros". 33

En esta breve exposición reside una nueva certeza de lo que ya se ha


comentado. En primer lugar, y principalmente, frente al surgimiento
mioceno, la antigüedad geológica de estos territorios está demostrada a
pesar de que no subsista huella alguna de presencia animal (mamíferos del
terciario) ni ninguna supervivencia humana del tiempo del paleolítico
superior.

Esta carencia sería en sí una anomalía, frente a los numerosos esqueletos


neolíticos de la raza cromañón, estos prototipos de homo sapiens, pero la
observación de zonas cubiertas de mantos de lava sucesivos, repetidos,
explicarían justamente el proceso de desaparición de cualquier huella de
hábitat en esta periferia, desde el centro continental hundido, entre las
Azores y las Canarias.

Por ello se evitan las investigaciones sobre las porciones restringidas que
han permanecido exhaustas de la mayoría de los vestigios paleontológicos y
prehistóricos. Además, estas capas de lava y los movimientos sísmicos que
los anuncian y acompañan no fueron por largo tiempo interrumpidos. Las
poblaciones han vivido y siguen aún en muchos de los lugares, viviendo en
cuevas, a menudo totalmente amuebladas, situándose en los flancos y casi
en la cima de las montañas, donde en el origen se podía estar más
protegido que en las terrazas bajas donde se acumulaban las lavas y batían
las olas.

33
Sobre estas rocas basálticas, las inscripciones sorprenden por su claridad,
algunas prefiguraciones son africanas, pero siempre dominan las reminiscencias pre
célticas en la espiral y la cruz rodeada.

39
Pero sólo el hundimiento de una amplia zona de territorio ha podido
provocar la subida y mantener el mar a una altitud de doscientos metros
por encima del nivel actual. Esta elevación primitiva de la superficie del
océano es el testigo evidente de una configuración topográfica que ha
variado después debido a las transformaciones, sucesivas o masivas, que
finalmente han llevado a 4.000 metros de profundidad amplias porciones de
territorio y ha provocado las fallas aparecidas en la corteza terrestre.

Las tierras que permanecieron emergidas no son más que pequeños islotes
de perfil trágico, tierras labradas por las corrientes de lava fósil, erizadas
como monolitos, invulnerables, ariscas, desafiando todas las fuerzas del
mundo.

A lo largo de los milenios, el océano se ha retirado, se ha estabilizado


alrededor de las islas desafortunadas; en Gran Canaria dejó el testimonio
de su antigua y tumultuosa exaltación mientras que Madeira se hunde
lentamente y progresivamente diez centímetros por año.

Tenerife: "Las rocas más antiguas, las de Teno y Anaga, son basaltos
atribuidos al inicio del terciario con la inclusión de potentes bloques de
fonolita que sobresalen de las aguas bajo forma de rocas.

Posteriormente, este viejo suelo se vio rejuvenecido por nuevas erupciones


volcánicas en diferentes ciclos, desde los bancos de la superficie hasta los
más profundos (traguita, riolita). No existe terreno alguno del mioceno,
pero durante esta época se han producido hundimientos que son el origen
de Oratova. Las Cañadas era un gran cráter hundido, esta depresión se
llenó desde entonces con erupciones de tragui-fonolita. Posteriormente, un
ciclo volcánico de basalto se mantuvo hasta los tiempos actuales."

De forma que no necesitamos hipótesis alguna para adelantar que las


erupciones sucesivas en la superficie reducida y el alargamiento en el
tiempo, han cubierto las huellas de la flora y de la fauna, tanto como de la
industria y de la vida humana, especialmente al finales del paleolítico
superior.

Gomera: Isla de gran antigüedad, con rocas basálticas de tipo continental,


en pequeñas zonas costeras. Los basaltos antiguos, terciarios, que cubren
las rocas de base, han sido perforados por la potencia de diques fonolíticos.
El ciclo volcánico actual basáltico no manifiesta ya actividad alguna.

"La Gomera presenta, de forma muy desarrollada, un sistema de diques;


algunos atraviesan la isla de parte a parte."

Aquí la antigüedad que aflora del suelo insular y su estructura continental


están tan documentadas por el apoyo de la existencia de la prehistoria de
una tierra atlántica, de dimensiones aún considerables al inicio del
cuaternario.

Estos argumentos bastarían para demostrar la realidad de las dos islas, de


amplias dimensiones, tal como describió Platón, y autentificar de igual

40
forma el relato de autor egipcio, "el Relato del Naúfrago", pero por encima
de todo, encontramos antiguas huellas de una etnia olvidada, de
inscripciones rituales incomprensibles y también de grafitis líbicos,
recuerdos de las últimas invasiones, mezcladas con símbolos extranjeros,
réplicas de un simbolismo occidental.

Pero sigamos nuestra rápida exploración:

"Geológicamente, esta isla está considerada como un gran bloque de


basalto antiguo, con unas fracturas marginales que lo han reducido a la
dimensión de un islote. Las grandes profundidades se sitúan muy cerca de
la costa, el ciclo volcánico fonolítico fue poco desarrollado."

La Palma: "Esta isla presenta una gran depresión central, llamada la


Caldera, su zócalo incluye unas rocas de tipo continental. Sobre estas rocas
se cimentan potentes basaltos, atravesados por diques. Los litófonos,
únicos, se encuentran en el sur de la isla (Fuencaliente). Actualmente la isla
se ve afectada por erupciones".

Es en esta isla de la Palma donde también se encuentran grabados sobre las


rocas, estas famosas espirales y largos trazos entrelazados, estos
simbólicos cuernos de carnero, ¿quizás vistos en el extremo norte
prehistórico?, recuerdan a los de Málaga y a algunos techos prehistóricos, al
igual que los grabados de las paredes y algunas cuevas paleolíticas de
Ariège. 34

Sin embargo, los de la Palma están en el rango más antiguo del estado
actual de nuestros conocimientos, los más occidentales. Pero fue en Egipto
donde alcanzó esta representación espiral su apogeo elevándose hasta una
concepción de la Unidad de Energía Creadora, y de su Eternidad.

II. Supervivencia en la flora

La introducción general sobre la formación geológica del archipiélago


Canario confirma que, sobre las rocas volcánicas más primitivas, capas
sucesivas se han superpuesto, luego hubo otro ciclo basáltico mayor del
cuaternario que cubrió casi en todos los lugares las capas anteriores.

¿Qué decir sino que, después de haber padecido los derrumbamientos del
plioceno35, grandes superficies se mantuvieron casi intactas hasta finales
del paleolítico?

34
Ariège (en occitano Arièja) es un departamento francés, situado en la frontera
con España, que forma parte, desde el 1 de enero de 2016, de la región de
Occitania.
35
Plioceno es una división de la escala temporal geológica que pertenece al período
Neogeno; dentro de este, el Plioceno sigue al Mioceno. Comienza hace 5,33
millones de años y termina hace 2,59 millones de años.

41
Las islas de maravilloso clima hubieran podido, pues, antes de este último
período, conservar los representantes de la raza arcaica, sus ciudades, sus
riquezas que atrajeron ineludiblemente los grupos de invasores venidos de
África y del Medio Oriente.

Tal superficie, evidentemente considerable, sigue acercando las Azores y las


Canarias; de este modo se puede explicar sus estrechas y numerosas
similitudes. A pesar de su formación geológica y de su identidad racial, su
flora y fauna ofrecen unas supervivencias específicamente atlánticas al
mismo tiempo que continentales.

Daremos algunos ejemplos de ello por la obligatoriedad de la comunicación


de don Francisco P. Naranjo, director de la Oficina de Turismo de las Palmas
de Gran Canaria.

La primera que citaremos es el drago36 árbol gigante y de longevidad


milenaria; las ramas se constituían por troncos yuxtapuestos, hinchadas, en
cadenas, vientres y nudos, como unas cuerdas de una arpa en vibración.

Cada uno de sus elementos representa un año de crecimiento: estos árboles


contienen además una savia que durante toda la antigüedad se supo tenía
la virtud de preservar el cuerpo de la corrupción física, ya se usaba desde la
era neolítica en las preparaciones de los embalsamientos y se empleaba, sin
duda alguna, también a lo largo de la vida, ya que esta savia de los
insulares fue célebre, desde la remota antigüedad clásica, por su larga
duración37.

A la gran masa de dragos de Icod, en la parte trasera del país de las


Palmas, le atribuyeron más de mil años de edad. Pero, sobre todo, están las
especies que no vemos en ningún otro lugar más que en los dos
archipiélagos atlánticos; el número alcanzado por este grupo es de 83.

Pero las plantas que se encuentran exclusivamente en las Islas Canarias


alcanzan un número de 478 especies: son del género monotipo y sólo en
algunos lugares, ya que su zona de extensión es puramente local.

Muchas especies son mundialmente conocidas por su belleza y se cultivan


como plantas de decoración de primera opción,38 por su gran rareza
citaremos las "euphorbes39 gigantes".

El período glacial del cuaternario europeo correspondía en las Islas, como


en Etiopía occidental, a un período lluvioso. Lo que permitió en su tiempo, y
a pesar de las devastaciones de los seísmos y las erupciones volcánicas,
una extensión poderosa de la flora silvestre. Las innumerables pendientes

36
Dracaena draco, el drago, es una especie de planta arbórea típica del clima
subtropical de Macaronesia, particularmente de las Islas Canarias, pero cuya mayor
población se encuentra en el oeste de Marruecos.
37
Herodoto, liv. III. CXIV, "L'occident du lac Tritonis, où les hommes ne sont plus
des Nomades".
38
Según E.R.S. Von Sventenius.
39
En las zonas más bajas se desarrollan jarales, cardones y tabaibas.

42
montañosas de estas regiones pintorescas fueron cubiertas de "Lauraceas-
canariensis", esta Lauri-sylva que hoy aún exhala el exceso de humedad
que absorbió antes.

De este mismo período data la extensión de los amplios pinares locales. Las
coníferas fósiles del pinus canariensis descubiertas en la isla de Tenerife,
indican que esta especie, absolutamente autóctona, estaba muy extendida
en la parte central de la isla, y su actual supervivencia apunta que podía
crecer en pendientes abruptas como en las islas de Gran Canaria, La Palma,
el Hierro...

El pinus canariensis, único sujeto de la familla, no pudo aclimatarse en


ningún otro ambiente. Sus agujas largas, en manojos espesos, le dan una
apariencia de gran ramillete claro y suave de espuma o de borlas,
desgraciadamente, las copas serían cortadas para la confección de balcones
muy bellos, tejados, suelos y ebanisterías, obrados en las villas españolas
que han acabado prácticamente con las magníficas coníferas.

Por ello, y desde entonces, las pendientes desforestadas sometidas a la


erosión eólica, aquí como sobre toda la superficie tocada por la civilización,
y por la presencia de los nómadas, lleva hacia el mar las tierras cultivables;
el suelo se ha venido abajo, las fuentes han desaparecido, los bajos fondos
que estaban libres de lava, se rellenaron y se empedraron. Pero la
administración española conmovida por la eventual desaparición total de
este conjunto local de riqueza inestimable, se emplea desde hace pocos
años a la reforestación con ardor y sagacidad.

Los cultivadores de plátanos y tomates, únicos cultivos actuales rentables,


conscientes, han debido realizar un nuevo suelo arable sin desbrozar,
construyendo profundas y amplias cubetas, único recurso en caso de la
eventual desaparición de las fuentes.

Depósitos escalonados en las pendientes de las colinas delimitan, por


decirlo de algún modo, los "cuadros" de la agricultura; sus aguas tranquilas
reflejan el cielo como grandes espejos serenos descansando sobre unas
tierras atormentadas.

III. Sentido, dirección de las migraciones.

Cuando Verneau creyó poder adelantar que los guanches descendían del
hombre de cromañón, no se estaba equivocando. Pero cuando sugirió que
los de la Dordoña sin duda habían emigrado por España y África del norte
hasta los Archipiélagos, cometió un contrasentido estricto. Como paréntesis,
las Azores, estudiadas en su configuración actual, hubieran sido por este
hecho prácticamente inabordables y su población cromañoide sería entonces
inexplicable.

Lo más grave ha sido presuponer en Dordoña la existencia posible de una


masa de migradores, contemporáneos de estos auriñacienses que han

43
dejado tan pocos testigos osteológicos en la región, la mejor prospectada
del mundo.

También habría que suponer que, partiendo de ese hogar sur europeo tan
limitado, las olas de migraciones hayan podido realizar tal trayecto y utilizar
durante una o dos decenas de milenios, sin poblar con sus esqueletos los
caminos recorridos, los lugares habitados. Por fin, presuponer, que estos
raros sujetos hayan podido dar a luz a los miles de guanches de la era
neolítica... en una palabra, es grave extraer de tan pequeño número tan
gran numeración.

Parece menos temerario observar en la población de los Archipiélagos la


persistencia de la raza primordial, limítrofe de un centro desaparecido. Los
descendientes que hayan podido sobrevivir a estos traumatismos tectónicos
(que aún se producen actualmente) son los únicos que se han mantenido
étnicamente puros, conservando los caracteres más representativos de la
especie.

Pero dos lagunas han impedido hasta aquí la unión entre el prototipo de la
Vézère40 única época accesible en la observación documental de los
Archipiélagos. La primera es la ausencia en los rastros arqueológicos de
cualquier objeto anterior al neolítico; la segunda es la pobreza de los
elementos civilizadores, la inexistencia de obras del pasado, de recuerdos
heroicos de una historia original de cualquier tipo de relevancia.

Es como si los primeros guanches no fueron más que pobres guardianes de


cabras, refugiados en el fondo de las cuevas volcánicas donde vivían
miserablemente. A ellos les debemos la perpetuación de la raza, ya que
fueron, por supuesto, aislados de los rescatados, humildes especímenes, los
más puros, que no soñaron con el exilio y que a pesar de ello fueron incluso
protegidos por los acontecimientos. Son los descendientes más directos y
manteniéndose fiel a su tierra original, la del "Gran Ancestro" muerto en
Dordoña. En fin, ¿cómo ver en ellos unos ancestros o unos
contemporáneos, unos grandes "Instructores" del valle del Nilo?

La primera carencia nos viene lógicamente de las "migraciones" realizadas


por los jefes, los grandes, los técnicos, los afortunados, en busca de la
conquista y del emplazamiento de su país por elementos invasores, este
éxodo ha privado el país de la mejor parte de sus habitantes.

La segunda carencia se rellena. por decirlo de alguna forma, por mantos de


lava que han hecho desaparecer bajo sus pliegues lo que el éxodo y el
océano no habían borrado.

Los esqueletos de los rescatados son abundante, contemporáneos de los


dramas milenarios. y he aquí otro testimonio, y éste histórico, ya que el
hecho está consignado en Egipto: "Después de la derrota de Osiris, la
llegada al Primer País por pequeños grupos sucesivos, entre los primeros,

40
El río Vézère es un río de Francia, afluente por la derecha del río Dordoña.

44
los Servidores de Horus, venidos de Occidente, de la otra punta de la
Lybia." 41

Estos grupos elegidos, a la larga, se han dispersado en el mundo y


especialmente en los lugares donde se sitúan las analogías raciales y
étnicas. El Gran Anciano de cromañón era el ancestro, era el que venía de
otro lugar, del suroeste, apuntan todas las investigaciones. Venía de un país
que, en su siglo, no estaba limitado en la expansión de la vida por los hielos
del norte de Europa e incluso del centro, tal y como fue a finales de la
glaciación Würterniana.

Incluso se ha nombrado, pero sin resultado, esa Rusia meridional, que sólo
fue un centro generador de la raza occidental. Sin embargo, en dirección al
suroeste, la intensidad de los vestigios osteológicos y de las obras de
Aurignac, van en aumento desde España hasta las altas mesetas de Algeria
y Numidia. Superando el sur de Marruecos escasean. Es del oeste, y sin
interrupción desde la nueva era, donde se han sucedido hasta nuestros días
estos innumerables sujetos de la raza original. El punto central de tal
población no puede ser situado con más veracidad que entre los dos
Archipiélagos Atlánticos.

IV. Lo que los egipcios dicen en sus crónicas de sus orígenes


occidentales.

Para acabar el contenido de la historia de los guanches, que permanece


inagotable, debemos hacer un tipo de paréntesis porque en este punto
preciso nuestras investigaciones nos encontramos con los datos raciales, las
alusiones originales de los textos faraónicos. Y es la relación de
acontecimientos dolorosos, sin duda extremadamente dolorosos, que están
en la base del mito de Osiris. Éste se confunde con un acontecimiento
mayor de la historia de este pueblo: el abandono de su Primer País después
de la derrota de Osiris, rey vencido por Set-Typhon, su hermano de sangre
real.

Vemos en general en estos relatos el reflejo de mitos religiosos e


imaginarios; ellos definían por entonces comentarios tan sabios y profundos
como los que usan los predicadores para conseguir la interpretación de los
textos sagrados. Estos comentarios, en cualquier caso, estarían ciertamente
más cerca de la verdad histórica que la presentación burlesca de esta teoría
simbólica de la que la mayoría de los libros modernos expone sobre
egiptología.

Si permanecemos imparciales, sentiremos sin embargo cuán humana es


esta alusión sacada del Libro de los Muertos a favor del demasiado joven
Horus, después de la muerte de su padre. Es sólo después que llegaron al

41
Libro de los Muertos, Cap. XIX, y Homero, la Odisea, donde las innumerables
alusiones a los viajes a occidente, con raíces lingüísticas de esencia occidental,
frente a los problemas no resueltos, giran hacia Asia.

45
Valle del Nilo ..."grandes jefes divinos del horizonte del oeste por el camino
de los muertos, después de la Noche trágica de los que ya no son"...42

La vida y el papel de Osiris, al igual que la de todos aquellos seguidores de


Horus, "el Retoño Rojo", tienen raíces profundas en la instalación, en la
organización de la primitiva potencia de Egipto. Es una toma de posesión,
un renacimiento de la historia bajo la égida de la religión nacional, que se
introduce en Abydos, consagrada como Ciudad Santa, en esta hora en la
que Horus tomó posesión del lugar donde renacieron los dioses y los gran
refugiados se proclamaron Herederos y vengadores de su padre." 43

Un relato objetivo, muy vivo y más detallado de lo que exponen estas


leyendas, explica estos roles en numerosos textos que grabaron según la
perfección del arte jeroglífico y de sus efigies. En primer lugar, hemos visto
la estela del Louvre, (nº C. 286) donde se dice que: ..."Osiris gobernó la
tierra en calidad de rey y enseñó a los hombres todos lo que era bueno
saber... era justo, y consolidó la enseñanza de la Verdad en Egipto... portó
como rey el título del que "hace que cese la matanza"...

Nada en los textos nos permite pensar que sólo reflejaban una noción
mística, o religiosa, más bien se trataba de vidas y de destinos humanos
que sin duda fueron tan beneficiosos como para que se acordasen de ello
eternamente, motivándolos a transmitir el recuerdo de éstos héroes,
pintándolos y grabándolos sobre sus monumentos, a fin que la vida
manifestada por estos grandes jefes divinos no desapareciese totalmente de
la tierra. Más tarde los divinizaron siguiendo una costumbre muy humana y
universal.

Un conjunto importante de estas crónicas ha llegado hasta nuestros días,


aún estamos intentando interpretarlo. Sin embargo, frente a esta dificultad,
sólo aportamos nuestras mentes y espíritus escépticos, desorientados y
ateos.

Si hay en algo de místico en el reinado terrestre de Osiris, se realizó en


algún otro lugar, ¿en ese Primer país, dónde se supone que regresó
después de su muerte, en Amenti, la montaña de Occidente, la estancia
feliz entre todos?

Los antiguos egipcios no han dejado de pensar en ese primer país, de


echarlo de menos, de desear regresar. Si es verdad que ese país se hundió
en el oeste en el otro extremos de la Lybia, ahí donde el sol se pone44, la
desaparición de la cuna de su civilización con lo que quedó ahí, sus élites y
sus hermanos de raza, les habrá inspirado la esperanza de que esas almas
se hubieran reunidos en la estancia de los bienaventurados, su único deseo
fue y sigue siendo reunirse con ellos, cuando les llegue la hora, volver a
Amenti en el "Campo de Ialou".

42
Libro de los Muertos, de los antiguos egipcios, Cap. XX.
43
Libro de los Muertos, de los antiguos egipcios, Cap. XIX, 8-9-10.
44
Cf. L'Odyssée, I. a.

46
Después de la derrota y la muerte de Osiris, Horus fue designado para
sucederle, a pesar de su corta edad, le sucedió en un nuevo país, donde se
habían refugiado su madre, Isis y algunos de los dirigentes que pudieron
huir de las invasiones después de la derrota de su soberano, matado por
Seth. Con tales acontecimientos se inicia los tiempos heroicos de la Historia.

La muerte de Osiris, el advenimiento de Horus, la regencia de Isis son la


páginas más conmovedoras, y las menos objetivas que se hayan comentado
de lo que fue, sin embargo, una tragedia nacional, incluyendo la llegada de
los ..."grandes jefes divinos del horizonte del oeste, por el camino de los
muertos"... y sólo Dios sabe cuántos tuvieron que morir, sobre esta ruta de
los grandes nómadas para que, incluso en el lenguaje medido por los
Servidores de Horus, esta vía de comunicación aún se evoca bajo el nombre
del "Camino de los Muertos".

El texto del libro sigue de esta forma ..."en esta noche del juicio de los que
ya no son, frente a los grandes jefes divinos de Sékhem, Horus ha sido
constituido heredero de los atributos de su padre del que era el ojo...
Horus, el Retoño Rojo, enteramente liberado, que nada hiere"... es decir:
"iniciado" 45.

Debemos constantemente llamar la atención sobre estas líneas, ya que han


sido extraídas de la sabiduría y de la ciencia de un pueblo que nos ha
dejado una amplia variedad de obras demostrando su grado de madurez,
deberían haber sido consideradas no como fábulas, sino como eslabones de
la vía que conduce a los orígenes de una raza.

La antropología nos autoriza a calificarla de raza atlántica, la de los


incontables cromañones. En fin, junto al título que ampara a Horus con un
sentido genésico, "Retoño Rojo", es una indicación concluyente del origen
del rito casi inexplicable de pintarse el cuerpo con pintura roja; ¿no sería
que por ese rito original los hombre de cromañón recordasen una raza de
sangre aún más pura y, en memoria de los muertos, su descendencia
también se pintaba con ocre rojo?

V. Primera y segunda partes de las predinastías

Cada frase de estos textos del pasado contiene un significado fundamental.


Plutarco fue uno de los autores clásicos que supo penetrar mejor en el
sentido de cierto número de textos por haber buscado su alcance histórico y
filosófico46.

Además, hoy debemos intentar representarnos en el tiempo y en el espacio


de los acontecimientos de los que él mismo contaba como si los hubiera
vivido. Para colmo, el relato de esa "noche en que las cosas que son ya no

45
Libro de los Muertos, de los antiguos egipcios, chap. XIX, De la couronne de
Vérité de Parole.
46
Plutarco: De Isis y Osiris.

47
son", sobre el altar de Sekhem, atajo estremecedor de un sacrificio que
alcanzó a la nación entera. Sekhem era una ciudad santa que se nombra a
menudo en el "Libro de los Muertos". Era quizás la capital del lejano primer
país, la raíz "Khem" es la de "Khemé", kemet, el Aegyptos de los griegos.47

Sekhem desapareció de las cartas geográficas, no pareciendo haber poseído


un altar de sacrificios donde fueran consumados, aniquilados, entre otros,
"las cosas", todas las "cosas", y las almas de los hijos de la rebelión. El
escriba explicó que, antaño, la masa de extranjeros proveniente de no se
sabía dónde, habían invadido poco a poco el país, siempre más numerosos,
más activos, más exigentes, más potentes, más depravados... estos son los
"Hijos de la rebelión".48 Tanto que las grandes familias de técnicos,
ilustrados, artistas, sacerdotes, habían dejado tiempo atrás la Gran Isla. El
éxodo ya llevaba tiempo realizándose porque los textos aluden a ello y a los
frecuentes acontecimientos, tan antiguos que sólo encontramos su
recuerdo, pero tenaz y repetido.

El conocimiento de estos hechos llegó a nosotros con otras nociones de


cosmogonía y de teogonía, a las que las religiones modernas no han
cambiado gran cosa.

Primitivamente, se notó la llegada por pequeños grupos de los que se


denominaron los "Servidores de Horus" o "shemsuhor",49 los que habiendo
abandonado la patria de los ancestros llegaban a Abydos y "no se hallaban
como extraños”. Los bajos relieves, de un arte consumado, han ofrecido
unas reproducciones de estos Shemsou-Hor.

"Se parecen como hermanos" dijo J. de Morgan, comparándolos a una parte


de los habitantes del Valle que figuran entre otros tipos raciales grabados
sobre los muros de los templos. Este valle ya era, pues, una colonia
organizada por estos hombres cromañoides, portadores de una grandiosa
civilización, refinada, llegando al dominio en el desarrollo científico y de los
valores mentales en un grado al que ningún otro pueblo ha superado. Ellos
aportaron también, evidentemente, su idioma.

Y aquí aparece un problema totalmente diferente, extremadamente grave.


Las semejanzas con Elam, observadas por Ed. Pottier50, al igual que sus
similitudes con el arte Suso y de Sumer, apuntados por J. Capart51 aportan
pruebas suplementarias de una unidad de origen, y de un origen más
remoto que estos dos hogares.

47
Aegyptos (fonetización griega) viene de "HA-KOU-PTAH": ciudad de Ptah.
48
"Livre I" cap XVII, XVIII, 12-18, LXIV, 15: LXXXVI.4; CXXV, 17 A 20; CLII, 3;
LXIV, 29; LXXIX, 2; CXLIV, 18 donde se ve el "misterioso de cara"; XVIII, cuyos
jefes son Horus y Toth.
49
Cf. Sethe, Beiträge zur älteste Geschichte AEgyptens (Untersuchung zur
Geschichte und Altertumskunde AEgytens, III).
50
Ed. Pottier. Mémoire. Délégation en Perse, T. XIII, P 82 (L.912)./ Delegación en
Persia.
51
Jean Capar, Les débuts de l'art en Egypte, Bruxelles 1904./ Los inicios del arte
en Egipto, Bruselas.

48
..."de pronto, un día, ya no vino nadie de la otra punta de Lybia"... El país
caído en manos de los semitas invasores, ¿se olvidó de sus propios hijos?

El porcentaje establecido por el profesor Falkenburger demuestra una


presencia en Egipto del 10% de cromañón en eras más remotas del
predinástico. Sería una aportación débil, en relación con la presunta
extensión de este primer país, excepto si sólo se realizó el éxodo de la élite.
Lo que parece probable, normal.

Porque primero vinieron sobre todo y únicamente los “Portadores de la


civilización”; de la civilización que se acabó instalando en las orillas del Nilo,
con toda su perfección desde el inicio de los cuatro períodos, muy largos, de
los pre thibutes52.

La ausencia de relaciones comerciales y culturales con este país, el silencio


de los textos sobre su destino, después los innumerables rumores de
catástrofes que hizo temblar a toda la antigüedad, reconocen efectivamente
unos hechos que alcanzaron a las civilizaciones clásicas, a los orígenes de
su evolución. Estos hechos han sido transmitidos oralmente por los
instruídos hasta la inscripción sobre la piedra de Palermo, al menos así es
según los documentos actualmente conocidos o cronológicas sacerdotales,
que son de un valor incontestable y superior.

Por fin, hubo la escultura de la roca representando la Esfinge, cuyo misterio


no debía ser descubierto por el profano; intentaremos estudiarlo más
adelante en relación con este pasado oscuro y terrible. La maldición en la
cual estaban sujetos los enemigos en manos de los que habían derrumbado
el primer país, era un sentimiento sagrado como medio de autodefensa
expresada en detalle en este proceso de ochenta años, entre Horus y Seth,
frente al tribunal de dos enéadas de Heliópolis.

Dominando una larga serie de otros relatos, cuentos o leyendas, vemos que
se confirma la importancia histórica, nacional, que tuvo la llegada del primer
maestro en el Egipto hierático, Horus hijo de Osiris. Estos dos nombres
dominaron durante más de ocho mil años53 la historia de este pueblo y este
valle. Llegaron con el cortejo de los portadores de una civilización
abandonada, la que desapareció en las aguas oceánicas, afirmado por la
memoria humana, confirmado por la geología, la antropología, después por
la Odisea, el Critias, el Timeo.

Para nosotros más que todo ello, importó las presencias de los tipos
raciales, unas se sitúan al inicio de la vida predinástica, siendo idénticas al
fondo específico de los más antiguos guanches, sin duda alguna los
autóctonos, unos representantes fieles de la primitiva raza del homo
sapiens; las otras de los invasores semitas con esqueletos más recientes y
cada vez más numerosos en los archipiélagos, demuestran la autenticidad
de las invasiones de las que se quejan las crónicas egipcias, apoyadas por
los datos de la antropología.

52
Cf. Dioton, Egipto; Notas bibliográficas, últimas páginas del libro.
53
En el punto de vista de la cronología, cf. Newberry-Sethe, en Dioton, Egipto,
notas, época pre thinité, pág 161.

49
Después de haber estudiado detenidamente los archipiélagos atlánticos y
los testimonios que contienen, fósiles arcaicos y vivos, se da con toda lógica
que un centro hundido encuentra su lugar entre lo que queda de las Azores,
con forma de islas hechas trizas, y las islas Canarias. Esta convicción nos
hizo tomar la resolución de salir nosotros también hacia las islas
Afortunadas, y luego ir en línea recta al punto más avanzado de Libia, hacia
su oeste, para encontrar y recorrer el tramo de la Vía Imperial entre
occidente y Egipto, tramo que no pudo recorrer Herodoto para llevar a cabo
su tercera ruta hasta llegar al cabo Soloéïs.

50
SEGUNDA PARTE

Primer Capítulo

LA AETHIOPIA OCCIDENTAL.

I. Hacia las rutas de invasión prehistóricas.


II. Algunos datos geográficos.
III. La cuestión de los Cabos.
IV. Aethiopia occidental.
V. De Etiopía occidental a Egipto
VI. Vía de acceso intermedio.
VII. El cabo Juby.

51
I. Hacia las rutas de las invasiones prehistóricas

Los escritos de los antiguos han sido comentados de todas las formas,
incluso de las más doctas; parecería que en el nivel actual de nuestros
conocimientos ya no hubiera nada más que decir, nada que cambiar a los
textos sobre los que tanto se ha epilogado. Jérôme Carcopino publicó en
1.943 un bello libro del Antiguo Marruecos, basó su documentación en
textos clásicos y los comentó con toda su sagacidad, aunque algunas veces
con ideas preconcebidas: las de la supremacía fenicia.

Esta preponderancia es incontestable en materia de comercio, de


navegación y algunos aspectos de carácter nacional, que nadie niega.
Desgraciadamente, nada en la historia antigua es más reciente que la
civilización de los fenicios, ya que es la última en entrar en la vida de la
cuenca mediterránea: su período brillante se inicia hacia el siglo XI a.C.

Si se habla del periplo de Hannon, no es la historia de Marruecos antiguo,


sino el fin de las dominaciones de Medio Oriente, y no en su inicio ni incluso
en su apogeo. Mucho antes de los fenicios, amplias supremacías
civilizadoras habían ocupado las orillas del Mediterráneo y considerables
hinterländer.54

Para África septentrional, mencionaremos en este orden de ideas, que la


potencia egipcia, cuyo resplandor ya era inmenso 2.000 años antes de que
aparezca entre los cananeos, las primeras menciones de Israel (Lakish IV).

En el relato de su periplo, Hannon no habla más que de él mismo y de los


mostradores fenicios escalonados sobre su ruta marítima. Todos los datos
consignados sólo son con miras a su negocio y no tienen importancia más
que para ese propósito. Nadie esperaba, además, que Hannon nombrara las
actuaciones, singulares y frecuentes, de las poderosas caravanas de
grandes nómadas que cruzaban África sahariana de parte a parte, del cabo
Juby a las orillas del Nilo.

Sin embargo, Herodoto, sí las mencionó, con jornadas de caminata de diez


en diez días nombró todas la tribus encontradas, dibujando la línea de
recorrido, exceptuando las últimas páginas etapas entre Hoggar y el
océano.55

En la actualidad, esta vía horizontal aún es recorrida por el mismo itinerario,


como lo fue en el tiempo olvidado de los predinásticos. Pero tampoco
esperamos que el fenicio Hannon hiciese elogios de los Djéser, de los
inmortales constructores de Sakara. De los Néfer Ka-Rë, de los Snéfrou,
que brillaban en el firmamento del Imperio Antiguo antes incluso que el
nombre de estos semitas entrase en la historia general más que como

54
El hinterland es la zona de influencia terrestre de un puerto, o la existente
alrededor de una ciudad o de una infraestructura logística.
55
Gsell, Herodoto, texto relativo a la Historia de África del Norte, pág. 254.

52
saqueadores de beduinos,56 ni que glorificase el Imperio Medio, que había
resplandecido en el Valle del Nilo con sus Amenemhat, sus Sesostris, sus
Mentouhotep y sus Amosis, o que indicase la magnificencia del Nuevo
Imperio.

Estábamos en Egipto, en su baja época, lo que explica quizás la notoriedad


de Hannon. Pero la dominación nilótica se había extendido de este a oeste
hasta Aethiopie57 occidental, es decir desde el Mar Rojo hasta las orillas del
Océano Atlántico, sin hablar del Mar Egeo, desde La Butte de Suse, del Valle
del Indo.58 Los que hablan de los orígenes, de cualquier zona de África
septentrional, no debería perderlo de vista; ya que tal potencia constructora
(en todos los sentidos del término) y de tal sabiduría, nos dejan
maravillados, a nosotros, que ya nada conmueve ni sorprende, testigos de
guerras mundiales y de la desintegración atómica.

No sabiendo vivir más que en un equilibrio inestable, ¿seremos incapaces


de realizar la amplitud del desarrollo al que pudieron efectivamente llegar
los que, hace de 7 a 8.000 años, organizaron su sostenibilidad nacional y
vivieron milenios bajo la el amparo perfecto de esta estabilidad? La élite del
Nilo penetró muy profundamente en el mundo, por las manifestaciones de
su valor ejerció su influencia y se extendió armoniosamente en numerosas
direcciones geográficas.

Ya hemos nombrado a Susa que fue una de sus extensiones, Herodoto la


identificó en Cólquida (II.CIV.CV). ÉL vio las columnas edificadas por
Sesostris en Palestina y Siria (II.001); mencionó por sus nombres las tribus
líbico-africanas que comunicaban la mayor vía de penetración que hubieran
trazado los pueblos hasta el acontecimiento del motor.59 Es la ruta de los
oasis: Dakhel, Koufra, Kargueh, Merzoug, el Hoggar, las altas mesetas del
Drâa, hasta el Atlántico.

II. Algunos datos geográficos

En este punto preciso del inmenso recorrido, las pistas se multiplican, se


diversifican siguiendo las pendientes del Anti-Atlas y de la enmarañada
Bâni. Más allá, la carta de Herodoto se detuvo sobre un punto de
interrogación, frente a los Ergs entremezclados y caminos demasiados
áridos. La perspicacia íntegra del Padre de la Historia se ha abstenido de

56
Bed= casa; o-ein = sin. Sin hogar.
57
El término actual en castellano es Etiopía. Se ha respetado en el texto la
denominación antigua empleada por la autora. N. del T.
58
La cultura del valle del Indo fue una civilización de la Edad del Bronce que se
desarrolló desde 3.300 hasta 1.300 a.C., a lo largo del valle del río Indo, en
Afganistán, Pakistán y el noroeste de la India.
59
Cf. Libia septentrional, según Herodoto, en St. Gsell, op. cit., he aquí los nombres
de las tribus: “Amoneos, Augilas, Garamantes, Atarantes, Atlantes” (seguido de un
punto de interrogación) pág. 255. Herodoto añade: “He podido enumerar hasta
estos Atlantes los habitantes de esta orilla límite del desierto; no puedo más allá, a
pesar de que se extiende hasta las Columnas de Hércules y más allá”.

53
hablar de los lugares que no pudo visitar personalmente, llegando hasta
rechazar las descripciones de los que habían conseguido alguna
información. Es por ello que la posición de cabo Soloéïs, punto terminal de
la travesía africana, sólo se sitúa de forma aproximada en un punto de la
costa cualquiera, y claramente equivocado.

Este fin de la Ruta, en un último punto sin nombre de tribu alguna, esta
forma triangular del cabo, su propia ubicación en una carta inacabada y
más al norte que el final de la Ruta, con ausencia total de trazado, de
cualquier precisión excepto su forma; una punta triangular se adentraba en
el mar, todo ello hubiera podido dirigir mejor la trigonometría topográfica de
ese lugar magistral. Ya que esta importancia continental no data
únicamente de la época de Hannon, lo que no deja de afirmar y de
demostrar J. Carcopino a lo largo de su obra.

Como nota, sobre la importancia, ya clásica de este nombre, este autor


explica ..."tomo prestado aquí, como siempre, la traducción de Gsell
(Historia antigua de África del Norte O., pág. 479, pero la modifico “en
dicho lugar”, delante de Soloéïs, ya que “endicholugar” no se dice en el
texto de Hannon; siendo Soloéïs un nombre que no bastaría por sí sólo"...

Pero, entonces ¿por qué limitarse a la posición nórdica, insignificante, de


esta carta inacabada, a este pequeño cabo Cantin, ya que desde este lugar
ninguna penetración interior fue permitida? Entre otras muchas objeciones,
podemos observar que no ofrece envergadura alguna, más que la de una
cabeza de puente entre la costa oceánica y el interior de Libia.

¿Cual podía ser la razón mayor de este elevado lugar, cuyo delgado
hinterlander viene a chocar en la enorme cadena del Atlas? Sólo pudo tener
un significado real para los navegantes fenicios: servirles de barra, de
depósito de mercancías, sin tener nunca fama ya que era muy antigua en
época del gran Soloéïs, el que se había enfrentado a la Ruta del trazado
inacabado; el que tiene la forma de un triángulo cuyo ángulo obtuso se
adentra en las aguas y su línea sur se desvía fuertemente hacia el sureste,
que es el cabo Juby.

Ofrece efectivamente la punta la más avanzada, en el oeste de toda Libia


septentrional. En cuanto al cabo Cantin, está a tres grados hacia el este, y
si su aspecto es ligeramente triangular, su litoral es casi seis veces menos
extenso que la costa del cabo Juby. En fin, el templo de Poseidón, de uno
de los cabos se encuentra en el otro.

En cuanto a la pertenencia del nombre que tiene relación con el Caballo,


veremos un el próximo párrafo la precisión que aporta la toponimia local. Es
hacia una proa continental que nos hemos orientado para buscar la ruta
antigua de comunicación. Dos motivos nos han llevado a ello:

1.º Ahí se sitúa el fin natural de las grandes vías transversales de


trashumancia sahariana.
2.º Es el umbral, la base de acceso hacia las islas atlánticas, camino
incontestado de las invasiones.

54
Aún hoy, la Vía Imperial entre el Atlántico y el Nilo, es seguida por todos
estos seres impávidos del desierto a los que no afecta las variaciones más o
menos aceleradas de las dominaciones políticas del norte. Es la pista de los
grandes nómadas camelleros, tal y como se denomina actualmente, en las
cartas del servicio geográfico del ejército, conocida por todos las tribus
nómadas o sedentarias. Es tan antigua como la presencia del homo sapiens
en tierra norteafricana.

Aunque sólo se trata del periplo de Hannon, hay algunas dificultades en


hacer cuadrar sus estrechas proporciones geográficas y cronológicas a lo
largo de las costas marroquíes, la definición y la celebridad del cabo Soloéïs,
de Lixus y de las tribus circundantes descritas por Herodoto, Pausanias,
Pseudo Scylas, Strabón... ninguno de estos comentadores pudo finalizar el
trazado de Herodoto, ni situarlo en el gran Cabo.

Antaño se habó de incompetencia, de error, de engaño sobre las


autoridades clásicas.60

Gsell, que fue nuestro honorable maestro, reconoció, después de muchas


reconsideraciones, La Oued Drâa en Lixus. Pero también debemos admitir
los errores (probablemente voluntarios) del héroe de la obra de J.
Carcopino, Hannon, estando convencido de “mentiras, irregularidades,
errores flagrantes”, su texto se ve lleno de lagunas 61” que son
incontestables.

Lo que permite pues:

1º Reconsiderar la duración de las jornadas de navegación, desde las


Columnas de Hércules al cabo Soloéïs.
2º Admitir como auténtica autoridad, en los etíopes occidentales, el culto de
Poseidón.
3º Asimilar la posición del cabo Soloéïs a la del actual cabo Juby.

III. La cuestión de los Cabos

Nos habíamos llevado hacia el Río de Oro el extracto de los textos de


Herodoto que publicó Stéphane Gsell en la universidad de Alger, para su
uso especial en la Historia de África del Norte, al final del volumen había
una carta geográfica.

Dibujada por el historiador griego, las costas nórdicas, desde Egipto hasta
las Columnas de Hércules, es el gráfico más aproximado; un solo punto es
muy claro, muy preciso, semejante a la descripción que figura en el texto:
es el cabo Soloéïs.

60
J. Carcopino, Marruecos antiguo, pág. 92.
61
J. Carcopino, Marruecos antiguo, pág. 97.

55
El trazado de la carretera que llega de Abydos se ve interrumpido
bruscamente hoy hacia el Maghreh, extremo sur. La silueta del cabo figura
en la costa oeste, pero más al norte. Ello marca la incertidumbre donde se
vio el historiador en relación a la ruta del cabo, punto normal de su
conclusión, y de los datos en días de navegación desde las Columnas de
Hércules hasta Soloéïs.

Adoptando esta situación nórdica como rigurosamente exacta, la mayoría


de los autores, desde entonces, lo han identificado como el cabo Cantin,
buscando cuadrar los errores del entorno con las descripciones de los textos
griegos. Hasta hemos encontrado un especialista en prehistoria marroquí,
convencido de la identidad del cabo Soloéïs con el cabo Spartel ¡A pocos
kilómetros de las Columnas!

A pesar de otras muchas extrañezas, esta situación hubiera hecho


incomprensible el doble uso de la segunda ruta antigua: Abydos-Columnas
de Hércules, llevando hacia el norte el estaño, el ámbar del mar Báltico, a
las islas Casitérides….

En la carta de Herodoto, el trazado del cabo Soloéïs se presenta bajo la


forma de un triángulo, enorme en relación a las proporciones de la carta y a
pesar de que efectivamente se inicie en la Columnas, tiene un ángulo
obtuso, potente, el cabo se hunde lejos en el océano.

Desde la punta de este ángulo sale una recta, noroeste-sureste; el texto


dice: “que habiendo franqueado las Columnas de Hércules y habiendo pues
doblado el Promontorio de Libia, que se llama Soloéïs, Staspes avanzó hacia
el centro, pero como el viaje no dejaba de alargarse, volvió para Egipto.”
(XLIII).

La desazón del aqueménida (que se jugaba la vida) no le vino del cabo


Cantin: la costa ondulada estaba sembrada de puntos habitados, no se
hunde en este lugar hacia el sur, sino que sigue hacia el oeste siempre más
profundamente, con unas orillas que fueron más acogedoras cuanto más se
remonta en el pasado hacia el último período lluvioso.

Es mucho más hacia el centro, y después del cabo Juby, que la costa
rígidamente inclinada hacia el sur parece no tener fin a lo largo de este
terrible desierto de ergs y dunas movedizas. En cuanto a la palabra fenicia
que significa Roca pudo ser, según Gsell, un nombre dado a varios salientes
del litoral.

Para no perdernos demasiado, no hemos querido perder de vista que se


trataba, en la antigüedad de África, de una vía de comunicación uniendo
Egipto al océano para viajar al país “más allá de las columnas de Hércules”
(IV.CXCVI) en casa de los hombres con los que los “cartagineses traficaban”
(id.).

Así que hemos intentado reconstruir este tramo del recorrido que no está
inscrito en la carta de Herodoto. Los exploradores griegos no superaron las
orillas del gran lago alrededor del que vivían los Machytes, no lejos los
Auses, estos pueblos muy alejados de los Syrtes, “a una gran distancia del

56
Sinyps, al oeste”. No se adentraron en “el poniente del lago Tritonis, donde
los libios ya no son nómadas y no tienen las mismas costumbres”. (IX.
CLXXXVII).

¿Qué decir? Más que “esos libios, no lo eran”, y que si los exploradores no
fueron más allá de este lago, no penetraron en las poblaciones residentes
fuera de las columnas de Hércules.

Cogimos un avión para salir de Gran Canaria, no sin tener que superar
numerosas dificultades aterrizamos en un puesto francés en el extremo sur
de Marruecos, ahí donde las órdenes del Office du Maroc, en París y la
cortesía del general comandante de la región de Agadir nos aseguraban ser
recibidos y disponer de jeeps militares a lo largo del recorrido que les
habíamos propuesto.

Alcanzamos al fin el puesto de Goulimine, e iniciamos el camino que debía


permitirnos encontrar la gran vía prehistórica. Antes de lanzarnos por pistas
estériles en el corazón de espacios informes de esta amplia tierra sahariana
irrevocablemente destinada a una lenta descomposición, antes de llevar ahí
a los valientes lectores que me leerán, debo aclarar para siempre la
pregunta sobre el cabo Soloéïs.

No es porque la verdad sea laboriosa de establecer, sobre todo cuando se


está en el propio lugar. Son las diferentes opiniones de las eminentes
personalidades que han enturbiado esta pregunta que sin embargo es
sencilla y lógica.

Después de los griegos, Stéphane Gsell en persona situó el cabo Soléïs en el


cabo Cantin, este pequeño promontorio que limita la costa entre dos
oueds62 menores: el Tensift y el Oum-er-Rébia algo más importante. Pero
los que lo sitúan en función del periplo, son estudiosos de los fenicios o
latinistas. Se preocupan principalmente de las épocas romana y
cartaginense. Ello explica y excusa quizás tal confusión.

Las tierras de Libia después del cabo Cantin se adentran hacia el oeste
hasta el cabo Juby, que aparentemente es el más occidental, teniendo en
cuenta el alejamiento de cabo Verde, verdadero giro más hacia el Este de la
orilla africana; y en ese paralelo, ya no estamos en África septentrional.

Pero esta orientación es bastante pronunciada para que un barco o


navegantes costeros de entonces hubiesen podido creer que estuviera
orientada hacia el Este. No es más que el cabo Juby que la ilusión de la
inclinación hacia el este, sin retorno, es posible; es lo que confirman
Herodoto, Plinio, Pseudo Scylax, Estrabón (que quizás estuvo ahí) y también
Pausanias, Píndaro, por sólo nombrar algunos de los antiguos
incontestables, los que eran poseedores de los conocimientos y de las
tradiciones.

62
Oued o wadi, de origen árabe ‫( وادي‬ouādī), significa «valle, lecho de río, río»,
término genérico que designa un curso de agua intermitente del norte de África. (lo
más parecido a las ramblas).

57
Llegados al cabo Juby, estamos frente a un inmenso triángulo aplastado,
trazado sobre la carta del siglo V. El maestro Carcopino se detuvo
largamente en la investigación de esta posición geográfica, sin embargo,
sólo se baso el único periplo de Hannon, que fue su propósito. Los fenicios
siendo los últimos llegados en la historia gloriosa de África septentrional,
ello no le permite integrar el periplo en la verdadera historia de Marruecos
antiguo.

Este incluyó toda Etiopía occidental, y dependía estrechamente de los


maestros del valle del Nilo. En una búsqueda de los orígenes civilizadores
nilóticos, el cabo Soloéïs es un elemento primordial de importancia, porque
contiene un testimonio a la vez geográfico, étnico, antropológico, político y
religioso.

J. Carcopino, no trató el lugar que tenía Egipto anteriormente a Hannon. No


evocó el dominio de la civilización faraónica en esta Libia interior, y que
hasta la ocupación romana no fue nada en su relación con Egipto. Es por
esta abstención que sustrae al examen de este sabio algunos puntos de
vista sobre la identificación del gran Soloéïs.

IV. Etiopía occidental

Las regiones profundas, actualmente en gran parte desérticas, que escapan


al poblado tráfico de las costas (entregadas a los fenicios, a los griegos, a
los elementos cosmopolitas de las orillas mediterráneas, estas regiones
durante largos siglos no recibieron influencias de otros civilizadores más que
de los del Valle del Nilo. Hubo a su alrededor guerras, invasiones, porque se
codiciaba el esplendor del muy fértil Egipto, pero su potencia era tal que
pudo rechazarlos y conservar la autonomía en su suelo a lo largo de
milenios, hecho único en la vida de las naciones.

Los territorios que ha cruzado, influenciado, ocupado e incluso poblado


guardaron vivo su incomparable huella hasta su desaparición de la
Historia.63

Sin embargo, numerosas manifestaciones, y muestras, persistieron a través


de las vicisitudes de todo tipo. Herodoto constató la extraordinaria vitalidad
de estos pueblos y el dominio de la virtud de esta influencia civilizadora.
Después de algunos comentarios sobre las tribus de Libia, concluye:

“Esas son las de nuestros pueblos indígenas que podemos nombrar (II.c) y
la mayoría de ellos ni tienen, ni tenían entonces cuenta alguna del rey de
Mèdes (II.CXCVI.)”.

63
Cf. Boletín de la Sociedad Prehistórica francesa, n.º 3, marzo 1953, pág 95-97;
notas magrebíes de Weissen- Szumlanska, rectificando en pág 97, “Cabo Noun” por
“Cabo Juby”. Receuil du Congrès de Strasbourg, 1954, del mismo autor.

58
No podríamos mofarnos mejor de los conquistadores asiáticos, ni informar
mejor de la independencia, de la superioridad moral y después de la
homogeneidad racial que conservaron estas poblaciones del cabo Soloéïs
hasta el Alto Egipto.

Esta inmensa África septentrional vivió bajo la misma ley predinástica hasta
la sequía, cada vez más acentuada en este trágico país. No fueron los
conquistadores nórdicos los que los redujeron, ni los invasores infiltrados
como virus mortales los que sometieron o diezmaron y luego aniquilaron a
estos hombre de raza pura, de los que los tuaregs del Hoggar son una
conmovedora expresión.

A medida que Europa se alejaba de la glaciación post Würmien,64 el Sahara


perdió el ambiente tropical de su cuarto período fluvial. Por Sébilien III,65 se
encaminaba, con imperceptible ritmo geológico, hacia la esterilidad. Las
tribus anotadas por Herodoto se dirigían hacia el norte, o hacia el oeste,
hacia las islas aún Afortunadas. Los de Etiopía occidental se reabsorbían
poco a poco en los Peulhs, los Chleuhs, los Touaregs... y hasta en los
vascos. Los que eran más vecinos al Nilo se acercaban también, ya que este
río fue el único de África septentrional que no se secó en el tiempo meso y
neolítico.

Sólo una disminución excesiva de su abundancia paradisíaca llevó a la fauna


terrestre y acuática a su casi extinción, al igual que su vegetación y la
muerte lenta de los innombrables pájaros y peces exóticos, y de sus
antílopes.

Las pinturas murales, los bajos relieves ricos en tantas variedades de


especias, evocan lo que fue el lujo tropical del antiguo Egipto, hablaremos
de ello cuando lleguemos a la esfera de los templos faraónicos.

Hubo, pues, en el gran sur del Magreb, de Mauritania, del norte sahariano,
una existencia particular, se vivía separado de las poblaciones que
frecuentaban los traficantes fenicios y los ribereños del mar interior:
ninguna comunicación existía entre el Tell y el Desierto, a causa de la
interposición de la cadena montañosa del Atlas, de los Ergs y de las
Hamadas, con fama de infranqueables.66

Son estos pueblos del gran sur norafricano los que constituyen la
antigüedad autóctona de estos territorios, Etiopía occidental es el auténtico
rostro del antiguo Marruecos. La trashumancia de estas tribus se ejerció, en
el inicio de su historia, de oeste a este; es lo que proclaman las
inscripciones acumuladas desde el océano hasta Abydos, a lo largo de estos

64
Época de formación de terrazas glaciares durante el deshielo de 12.000 a 15.000
a.C.
65
Una estación de Sébilien III, en Reggan-Taourirt, en el Tanezrouft, Sahara
central. Bull.
66
El Atlas fue franqueado por primera vez por el romano Suetonius Paulinus,
contemporáneo del emperador Vespasiano.

59
territorios de los Ajjer, cubiertos de grabados sobre más de 25 kilómetros
de rocas.67

Sobre esta vía transcontinental, entre los paralelos 25 y 28, caminaron, no


se sabe cuánto tiempo, los jefes desposeídos, los personajes, las familias
con suerte hacia la colonia africana, donde buen número de los suyos ya
residían ahí. Eran los que valoraban bien el valle más fértil del mundo, ya
que eran colonos agricultores, y después los mensitiou, los artesanos del
metal.

En esta colonia, poco a poco, las llegadas de los grupos se ralentizaron, y


luego cesaron. Desde los pretinitas esto fue consignado, grabado, sobre las
piedras de rocas duras consagradas a estos portadores de todos los
conocimientos necesarios para el desarrollo de una civilización.68 Las
inscripciones relativas a este gigantesco pasado se han extendido hasta la V
dinastía.

Por otra parte, las características raciales de esta aportación civilizadora


fueron determinadas a continuación de los trabajos del profesor
Falkenburger:69 sus análisis de un gran número de esqueletos predinásticos
acusaron una proporción del 10% del tipo cromañón, puras réplicas y
sujetos contemporáneos de los guanches del horizonte atlántico.

Esta aportación fue totalmente interrumpida desde la misma época


predinástica. Pero la raza se ha conservado esporádicamente pura hasta
finales de la XVIII dinastía; su aportación fue bastante considerable para
que no se haya apagado ni en las capas populares ni en las altas esferas
sociales.

V. De Etiopía occidental a Egipto

La civilización nilótica remonta a la “aparición de los dioses Mîn y Hathor,


que tuvo lugar durante dichas dinastías Divinas, estando ya en un bello
momento de su desarrollo70”, es decir, en época predinástica.

A pesar de esta constatación, no se ha podido poner fecha a la “bella


época”; la cronología oficial se inicia por Menes, primer rey que se dice
histórico. Cada año incluso podemos ver una tentativa seria de arañar un
siglo o dos para fijar este inicio y, sin embargo, estamos en la imposibilidad
de poder fecharlo comparativamente. En cuanto al punto geográfico inicial,
cuna eventual de esta civilización, nos vemos limitados a buscarlo en los
entornos inmediatos del valle del Nilo, y ello era un error cuya constatación
hubiera debido motivar la búsqueda en un horizonte más amplio y más
conforme a las sugerencias documentales locales.

67
Cf. Henri Lhote y sus últimos datos tomados en Tassili-N-Ajjer.
68
J. de Morgan, Prehistoria Oriental, t, II, pág 246.
69
Fr. Falkenburger, Craneología Egipcia, Mayence, 1946.
70
J. de Morgan, Prehistoria Oriental, pág 253.

60
Se adquiere, sin embargo, una precisión: las inscripciones que han sido
descubiertas se refieren a unos hechos muy remotos; mencionan una lista
de sucesiones de soberanos, los servidores de Horus, del Bajo y Alto Egipto,
“en 4.245 antes de nuestra era” fecha muy aproximada, que testimonia
sobre la unidad de Egipto.71

Gracias a la antropología y a la prehistoria,podemos seguir la dirección


original de estos servidores de Horus. Si Etiopía occidental no presenta más
que poco interés para el estudio de las actividades fenicias, ofrece uno
fundamental cuando tenemos en miras la reconstitución de una Ruta de
comunicación entre Egipto y el otro extremo de Libia. Desprovista de toda
ambigüedad, el tercer párrafo de la Odisea muestra este argumento conciso
que necesitamos: “Dios había ido a visitar a los Etíopes en sus regiones
lejanas, los Etíopes que, situados en los límites del mundo, son divididos en
dos pueblos, uno mirando el poniente y el otro la aurora”.

Dicho de otro modo, Etiopía meridional, en el este, a los pies de Egipto;


Etiopía occidental en el oeste, en los límites sur del Magreb, frente al
Océano, en el Poniente.

Herodoto da algunas indicaciones muy claras sobre este tipo de poblaciones


de este segunda Etiopía; son ante todo trogloditas (II. 35-64) al igual que
los hombres del paleolítico y también como los aborígenes de una región
más accidentada, plagada de cuevas y de grutas: los guanches de los
archipiélagos atlánticos.

“Los garamantes les dan caza en unos carros de cuatro caballos, pero los
etíopes son más rápidos en la carrera que todos los hombres de los que
hemos oído hablar. (IV. CLXXXIII) …al atardecer en el lago Tritonis, los
libios ya no son nómadas, y no tienen las mismas costumbres que los libios.
A decir verdad, estos libios son los hombres más sanos que conocemos. (IV.
CLXXXVII)”.

En fin, para comprender bien la diferencia étnica total que existía entre
estos etíopes, ribereños de la Atlántida, y los indígenas de África o de Asia,
recordemos este párrafo CXIV, del libro III: “del lado donde la región
meridional del cielo se inclina hacia el sol poniente, Etiopía es la última zona
habitada; posee igualmente mucho oro, rica, produce elefantes enormes,72
árboles salvajes de todo tipo, ébano, y los hombres son los más grandes,
los más bellos de todos los humanos, los que además viven el mayor
tiempo.”

71
Schafer, Ein Bauchstück altaegyptischer Annale, Berlín, 1902. Gauthier, Cuatro
nuevos fragmentos de la piedra de Palermo en el museo del Cairo (Academia de
Inser y Bellas Letras, C.R.,1914. Flinders Petrie, Nuevas partes de los Anales
(Ancient Egypt, 1916, pág 114 y siguientes).
72
A propósito de los elefantes, cf. Pomel, en Paleontología, Monografía, Págs. 42 a
67, Elephas atlanticus, Alger, 1895.

61
Quién no vería en estos individuos los descendientes étnicos de los
cromañones, gran raza en el desarrollo definido, no alterado ya que estaba
fijado.

Además, la antigüedad prehistórica de este extremo sur magrebí está


inscrito bajo cada paso gracias a las piedras talladas, innumerables
vestigios de un pasado más remoto aún, luego semejante al que perdura en
Europa en las industrias del paleolítico superior.

Hay de igual modo en las tribus, junto a los tipos negroides, semitas,
hartitos, el que se denomina berebere en el norte, tauguí en el sur y que es
un mediterráneo aparentado cromañoide.

Las inscripciones sobre las rocas son idénticas desde las islas Canarias
hasta los límites del valle del Nilo, a todo lo largo de este Etiopía occidental,
del Hoggar y de los cuatro oasis apalancados en el lugar de Abydos. Son
unos eslabones dignos de reconstruir el otro periplo, el del camino de los
muertos… por donde se transplantó la civilización occidental de los hombres
de cromañón

VI. Vía de acceso intermedio

El primer problema en resolver era pues identificar en el lugar mismo, entre


Egipto y Canarias, ese famoso cabo Soloéïs, hacerlo coincidir con todos los
datos transmitidos por los antiguos, sin estar constreñido a cada página, de
valorarlos como graciosos, astutos, engañosos o equivocados. Admitiendo la
analogía Cantin-Soloéïs, J. Carcopino no dudó en decirnos que varios
promontorios llevaron ese gran nombre,73 tal y como los residentes le
indicaron.

Además no acuerda gran credibilidad ni a la explicación fenicia del Sul-waï,


basada frágilmente sobre casi traduciendo Soloéïs por “proyección sobre la
roca del casco del caballo”, ni a ninguna otra alusión a caballo contenida en
el nombre de Soléïs.

El mismo autor procederá con tanta circunspección cuando se tratará de


determinar el emplazamiento exacto de algunas barras fenicias, a las que ni
Hannon, ni alguno de los historiadores especialista, asignó posición precisa
alguna.

Esta actitud nos autoriza la misma libertad de interpretación. La esperanza


nos permite admitir que el más antiguo de los Soloéïs estaba situado en un
punto en el que, al igual que el de Hannon en tiempos de los fenicios, había
sido nombrado bajo una dominación anterior, jugando un papel
preponderante.

La mayoría de los autores han estado de acuerdo en reconocer que este


nombre, más bien indicador de una “punta avanzada en el océano”, había

73
J. Carcopino, op. cit., pág-51 (nota 6) pág 52, 87, 88, 92.

62
sido dado a numerosos cabos de la costa atlántica. Todos los de las orillas
nórdicas estaban excluidos, y teniendo en cuenta la importancia específica
del río y de las altas mesetas del Drâa en la antigüedad, es en esta región
donde hemos querido empezar las investigaciones.

La auténtica importancia de los lugares se impone a los más incrédulos. En


la zona pedregosa, cada vez más árida, de Tafnidilt se erige el bordj militar
francés, último puesto frente a la zona española. Se eleva sobre un
montículo en el paralelo 32, apenas aislado de las tribus y de los animales
que, a pesar de ser invisibles, pueblan los alrededores.

Un suboficial francés reside ahí, sólo, desde hace muchos años. Es tan
silencioso como los espacios que tiene ante los ojos, acogedor sin frases,
pero con una naturalidad indiferente e ilimitada como su horizonte.

La orilla oceánica, a 27 kilómetros de ahí, sólo es accesible por una pista


que domina el río que sigue a lo largo de la meseta de roca en
descomposición. Unas paredes graníticas, en cada orilla, se elevan
gradualmente hasta alcanzar una centena de metros frente al océano.
Cantos rodados ocupan el espacio entero que limitan estas altas márgenes
y, como trozos de terreno costero, están separados de su formación por la
invasión de las aguas o la transformación de las orillas.

Estos lugares ya no son accesibles actualmente si es que alguna vez lo


fueron, el atraque hacia el interior de las tierras no se pudo hacer más que
a través del río; tampoco hay camino entre estas dos murallas abruptas.

El cabo Drâa, más al norte, tiene un promontorio aún más modesto que el
cabo Cantin, y la costa después de la desembocadura del oued Drâa,
prosigue su senda hacia el oeste. Ello no corresponde pues en nada a las
descripciones y los trazados de los antiguos.

La continuación de nuestras investigaciones nos ha llevado hasta los límites


de un territorio desértico que no hemos podido cruzar, ya que no estaba
bajo dominio francés. Pero gracias a pacientes viajes en los jeep a las altas
mesetas con vertientes saharianas del Drâa, en un lugar excepcional propio
para la observación topográfica, hemos descubierto un horizonte de más de
200 km. de radio.

Estaba sobre la líneas de las dunas, no lejos de donde se formaron las dos
barreras naturales que encuadran las altas mesetas, con una monotonía de
dirección impresionante: la interminable cadena de Ouarkziz, lado norte, y
la Hammada de Kerkala al sur.

Esta barrera rocosa, abrupta sobre las altas mesetas a las que domina, es
tortuosa, enorme, franqueable sólo hacia el este por una temeraria calzada
transitable, encaramada en los flancos de rocas por los ingenieros
franceses.

Extraño espectáculo en esta dirección rectilínea, natural, inclinada, como el


Atlas de noreste a suroeste, y estas dos cadenas protegen los altos valles a
la vez vecinos del tumultuosos río y la mortal influencia sahariana.

63
Permaneciendo en el eje de los valles, teníamos al oeste la extensión de los
valles áridos que se hunden por grados hasta el nivel del océano, en fin, al
final de esta misma línea axial, en el centro de un nuevo desierto, se
elevaba el promontorio el más avanzado en occidente de Libia
septentrional, el actual cabo Juby.

Sobre unos 20 km. al noroeste, esta línea se adentra hacia el ángulo obtuso
que forman casi cien kilómetros de costas rectilíneas hacia el sureste.
Desde el mar, en cualquier embarcación, la constatación de una disminución
de la costa hacia el este se impone a todo observador.

Todos los antiguos exploradores, y principalmente los egipcios, han


atribuido a este montículo el título de: “Puesto más avanzado de Libia en el
Oeste, ahí donde el sol se pone”. No podemos dejar de proclamar esta
evidencia.

VII. El cabo Juby

Le preguntamos al goumier74 que nos conducía qué nombre tenía en el


dialecto aquel Cabo. Se llama Teurfaya, nos dijo, después tomó en su mano
el estribo de mi caballo, un objeto de hierro de forma antigua, pesado, con
cuatro puntas ensanchadas hacia el exterior de la placa metálica donde se
pone el pie, como una proyección del juguete llamado “diábolo”. Dos de
estas puntas sirven de espolones; los jinetes peuhs, bereberes, no tienen
otro. Este tipo de espolón se llama Teurfaya, ¡La punta del caballo!

He aquí la alusión al contenido de caballo, el cabo Juby proyecta una


verdadera punta de espolón etíope en las aguas atlánticas; en todos los
tiempos, los hombres observaron esta forma. La palabra Soloéïs, traducida
de un idioma púnico, si contenía alguna alusión a la ”caballería”, no es más
que por el recuerdo de esta punta de espolón, y más evidentemente al
espolón mismo, Sul-waïs, el Soloéïs de los griegos.

El trazado de Herodoto, incluyendo toda la costa desde las columnas de


Hércules hasta el gran sur magrebí, tiene como propósito fijar esta
configuración. En cuanto al periplo de Hannon, prosiguió en otros lugares y
no pudo ignorar el gran adelantamiento, en el Atlántico, este punto de la
costa africana.

Pero según todos los autores, Hannon no daba información precisa verídica
sobre sus viajes, sus recorridos, y aún menos sobre los puestos de amarre.
Como su historia no nos interesa en especial, no buscaremos si existe o no
huellas de su ocupación pasajera en las cercanías de los amarres españoles
actuales de Villa Cisneros o de cualquier otra.

74
Los "goumiers" marroquíes, eran soldados indígenas que prestaron servicio en las
unidades auxiliares adscritas al ejército francés de África, entre 1908 y 1956.

64
Hay también otros indicios que nos demuestran que el cabo Juby es el más
arcaico, el más importante de los Soloéïs, y sólo está a cien kilómetros de la
gran isla canaria de Fuerteventura; si no fue utilizado como mostrador por
los fenicios nos sorprendería mucho, ya que es el puerto más cercano, el
más favorable, el único utilizable por todos los invasores que quisieron
alcanzar los archipiélagos de Canarias.

Deseando reconstruir la ruta de la cabeza de puente que permitía penetrar


en el interior de Libia, y ello precisamente por el tramo que no pudo
explorar Herodoto, nosotros la seguimos durante varias semanas, por los
altos valles post-saharianos; hoy están abandonados, salvajes, estériles,
entre Ouarkziz y los Hammada.

En cada parada para acampar, el jefe del puesto francés, normalmente un


suboficial, nos ofrecía una carta geográfica de su sector, un don preciado
que a nuestro regreso hicimos pegar en un cuadro; de esta forma
conseguimos la fisionomía de nuestra ruta sobre un documento de tres
metros de largo que se extendía desde los confines del Río de Oro, hasta los
ergs pre-hoggarianos. Nombre clave: Ruta de los grandes nómadas.

Sentimos un pensamiento de gratitud conmovida cuando consultamos los


que nos han ayudado, su recuerdo se unió a la alegría que permanece
después de que un proyecto difícil ha sido conseguido. También hemos
sentido admiración por esos hombres que han dedicado su juventud, y
algunas veces su vida, a una vocación exigente, pesada como el clima y que
los ha forjado: Saben ser corteses, curiosos de conocimientos nuevos y
felices de ofrecer ayuda.

Los soldados de los puestos más avanzados de la tierra de Francia en África


me parecieron la imagen la más pura de las fraternidades humanas.
Respetados por los goumiers, que saben ordenar y comprender, y por las
familias indígenas de las que se informan y a las que alivian y enseñan si es
necesario. Son en su gran mayoría amados por sus hombres y por los que
tienen contacto con ellos.

He visto un capitán interrumpir su siesta para intermediar en unas


tormentosas discusiones entre algunos árabes; ellos no querían ni deseaban
entenderse, pero aceptaban el veredicto del capitán. El sentido que
dominaba en los franceses del extremo sur, tan poco conocido por el gran
público, era el de la equidad en la firmeza y la bondad desinteresada. Es el
más puro genio racial de Francia, realizado sin ostentación ni escándalo, a
la sombra de este estado de cosas único en el mundo: “La paz y la cultura”
francesa.

65
SEGUNDA PARTE

Segundo Capítulo

LA GRAN PISTA

I. Ruta de la Civilización y de la muerte.


II. Influencia semítica y presencia cristiana.
III. Inscripciones en el extremo sur magrebí.
IV. Foum-el-Hassane- L’Oryx.
V. Akka y los pasos de Ouarkziz.
VI. Últimos eslabones.
VII. Presencia circunscrita y determinante de los elementos
cromañones.

66
I. Ruta de la Civilización y de la muerte

Ente las dos cadenas montañosas paralelas, indicando de forma majestuosa


la gran Vía de las trashumancias humanas de un pasado tan glorioso como
olvidado, hemos avanzado a ciegas.

A ciegas, porque sola con los viejos textos, la topografía de los lugares, la
intuición y la buena voluntad de los A.I.75 pudimos leer en algunas sesiones
de la carta geográfica, entre Ouarkziz y Hammada, las palabras “Pista de
los grandes nómadas”.

Los grandes nómadas son los herederos de las costumbres antiguas, las
han mantenido hasta los tiempos más recientes, con otros medios de
transporte; se llamaron entonces los grandes nómadas camelleros. Pero el
recorrido es el mismo: les sucedieron a los colonizadores que iban de las
islas atlánticas al país de Khémée.76 Sucedieron a los grupos de los
Instructores huyendo de una patria invadida en la que habían perdido el
poder. Sucedieron también en la gran pista, a estos invasores que en
sentido contrario llegaban desde el este, hace unos 12 o 15.000 años, para
colmarse en el jardín de las Hespérides del jugo de esta tierra afortunada.

La ruta de los grandes nómadas fue una Vía Imperial de amplio recorrido
del cual hoy únicamente quedan briznas de una humanidad fuera de un
lugar del que se ha guardado la costumbre, la nostalgia y el recuerdo
inconsciente. Podemos adelantarlo aunque supere la Historia convencional,
por dos motivos: el primero es la sucesión de excavaciones y de análisis
antropológicos en los dos archipiélagos atlánticos reveló la presencia de una
cantidad considerable de tipo cromañón,77 y otra masa de tipo semítico, los
primeros conservaban, a pesar de los mestizajes, sus características más
típicas, los segundos las perdieron hasta tener alteraciones específicas.

El segundo de estos motivos está contenido en los relatos que nos


transmiten loa Anales, incluso del pueblo nilótico, Anales redactados por los
que formaban la élite de la sociedad en el valle del Nilo. Y pocos países han
podido completar tal número de sabios pensadores, de artistas, en una
palabra, de genios.

El pueblo, amaba, comprendía el valor de lo esencial de su élite, lo que es


una cualidad extraordinaria a añadir a su crédito. Es por ello que entre
otros, fue venerado por los monumentos que realizó, el arquitecto Imhotep
del que aún no hemos descifrado toda su increíble virtuosidad. La lenta
regresión del régimen pluvial, hacia finales del período neolítico, trajo los
éxodos populares en dirección a los grandes cursos de agua; después vino

75
Oficiales de los Asuntos Indígenas.
76
Khémée, Kemet, Kemi, transcripción de distintas fonetizaciones con las que se
nombra a Egipto, y más raramente alusión su posible origen. N. del T.
77
Unos descubrimientos análogos han sido hechos estos últimos años en algunos
puntos de Sahara.

67
la sequía y las tribus errantes, poco a poco diezmadas, convergieron al
norte y sobre todo en el este, hacia ese Nilo inagotable, caracterizado por el
aumento periódico de su caudal. El desierto se amplió, y pudimos observar
que, a lo largo de estos períodos, continúa la desintegración de las rocas y
del suelo, degeneración geológica con consecuencias mortales.

Las tribus más resistentes se fijaron en el Hoggar montañoso, más alejado


del avance del desierto. Otros se asentaron en Nubia, en Cirenaica, en la
actual y muy disminuida Libia, invadiendo regularmente Egipto donde el
régimen de las inundaciones aseguraba la subsistencia de sus habitantes.

Asaltada por todos los costados, después de cinco a seis mil años, esta
civilización resplandeciente y de defensa a menudo victoriosa, la civilización
egipcia se desmoronó a lo largo de las numerosas invasiones de los pueblos
más variados. Después de las de los pueblos del Mar, de los hititas, de los
persas, las heridas inflingidas al genio ya eran incurables. El decaimiento se
acentuó con la ocupación macedónica, luego romana, y también, sin duda,
por el exceso de las riquezas del suelo y del clima, en la exultante
atmósfera del valle nilótico.

Los invasores árabes no tuvieron más que instalarse para acabar el


derrumbe de la más antigua, la más amplia, la más luminosa civilización
humana; la que se hundió en el olvido total e incluso en su propia
ignorancia de los valores civilizadores que debían ya a la erudita Egipto,
Asia Menor, el Medio Oriente, Grecia y más tarde todo el mundo occidental.

II. Influencia semítica y presencia cristiana

En efecto, la devastación fue tan completa que el mundo entero iba a


olvidar hasta el nombre de esos Instructores del mundo antiguo; iba a
perder el sentido del beneficio inagotable traído por los predinásticos y
mantenido por las dinastías hasta este desastroso aplastamiento. Tanto que
en Europa, al inicio del despertar de la consciencia del clasicismo y bajo
influencias extranjeras se hizo remontar a los fenicios todas las obras
prehistóricas de los primeros descubrimientos.

René Dussau pudo escribir en su obra maestra que “estos últimos, los
fenicios, se habían convertido en lo mejor de los historiadores de la
antigüedad".78

Las opiniones evolucionaron con la búsqueda en profundidad de todas las


ruinas arqueológicas y, desde Champollion, gracias a la lectura de los
textos. Durante los cinco primeros siglos de su ocupación, bajo el cuchillo
conversor de Mahoma, los árabes habían aniquilado, o transformado en
adeptos obligados, a las nueve décimas parte de la población local.

78
René Dussau. Las civilizaciones pre-helénicas en la cuenca del Mar Egeo, París,
1914, pág. 198.

68
Al inicio de su conquista, una mayoría de casi 300.000 individuos estaba
constituida por los coptos, antiguos terratenientes supervivientes de los
tiempos gloriosos, convertidos al cristianismo desde su aparición y que, en
general, han permanecido profundamente unido a él.

Hoy, Egipto consta de más de 20 millones de habitantes79 y sólo quedan


3.000 coptos80; trabajadores moldeados por 2.000 años de cristianismo,
fieles y ardientes, constituyen una élite que el gobierno egipcio se esmera
en despreciar, sin poder, sin embargo, ignorar su inteligencia.

Los turcos, mucho más que los árabes, construyeron mezquitas y algunas
fortalezas. Se sirvieron para ello de las piedras talladas tomadas a los
innumerables monumentos faraónicos erigidos en la tierra conquistada.
Arrancaron a las pirámides sus enormes bloques de revestimiento, de lo que
muchos aún están dispersados a los pies de estas extrañas
construcciones81. Simples elementos del revestimiento de la Gran Obra,
estos bloques eran de granito rosa de Assuán, o azul de Wadi-halfa, o bien
de arenisca de Mokkatam.

Por ser nómadas, los árabes marcaron para la historia la huella de los
antiguos recorridos, cuando sus ancestros, yendo hacia otros países
opulentos, invadieron las islas atlánticas.

Hoy, los técnicos de la construcción mecánica están ahogando los oasis y


los templos antiguos ante kilómetros de agua embalsada con unos diques
gigantes edificados en el Nilo. Periódicamente, a medida que aumenta la
población y las exigencias del confort, estos embalses sobreelevados harán
subir el próximo nivel de agua 60 metros, y la colina esculpida con un
templo único en el mundo, Abu Simbel,82 desaparecerá totalmente bajo las
aguas; las formas generales de esta obra de arte tallada en la montaña
misma, realizado sin aporte alguno de piedras, cimientos o material alguno,
ya no se podrán ver.83

Desde las fronteras de Egipto al corazón de Sudán, muchos otros templos


entre los más extraños, los más reveladores de un inmenso pasado, serán
condenados al olvido en el fondo acuático, con sus columnas, sus colosales
estatuas, sus retratos, sus textos y sus bajorelieves.

No sabemos decir hoy cuál de nuestros contemporáneos es el más hostil al


pensamiento desinteresado, a las obras del espíritu, a las profundas

79
En 2.018 la población de Egipto superaba los 87 millones de habitantes. N. del T.
80
Como fieles de la Iglesia Ortodoxa, en Egipto hay más de 12.000.000. N. del T.
81
Hoy todos los guías que están en los alrededores de los monumentos egipcios,
afirman que son los romanos los que lo destruyeron todo, martilleando y
saqueando, ¿Los romanos? ¿Esos constructores? Fueron los árabes, que con el
saqueo han superado a todos los conquistadores.
82
Este templo se recuperó y en la actualidad se puede visitar.
83
De la misma forma se tallaron en las laderas volcánicas de las Canarias
profundas cuevas, unos guanartems antiguos. Los guanches inscribieron en la rocas
más duras unos símbolos rituales, grabados en las salas y en celdas de tal modo
que inspiran enseñanzas iniciáticas y el culto solar.

69
exigencias de los sentimientos, todos los valores que ya no existen en los
gobiernos basados sobre la soberanía de la masa. Para morir de igual
forma, volvamos pues a ese pasado que aún nos permite ser escrutado por
los deseos ardientes del hombre, de este homo sapiens que como cada uno
sabe, apenas empieza a pensar.

III. Inscripciones en el extremo sur magrebí

Después de realizar más de 500 km. en varias etapas en el Ayoun del Drâa,
Tortoz, Mouilah, y las incursiones en las tierras del norte y del sur, en los
alrededores de la pista, hicimos un descanso en Assa, donde nos esperaban
con una gran y reconfortante amabilidad, numerosos grabados rupestres
sobre las rocas que dominaban el pueblo en la linde del oasis.

Son efigies neolíticas como vemos en toda África septentrional, pero son
semejantes a las que hemos podido fotografiar en las Gran Canarias, en la
isla de la Palma, en el Hierro, en Tenerife, etc.

Aquí son, sobre todo, signos líbicos, recuerdo de las invasiones semíticas
correspondientes a cualquier período final del mesolítico europeo. ¿Qué
podemos deducir, sino la existencia de una vía de comunicación que iba
desde los Archipiélagos atlánticos hasta Egipto, cruzando lo que es hoy el
Sahara y algunos pequeños oasis?

Pero sigamos esta senda, desconocida por Herodoto, luego perdida para los
descendientes de África septentrional, después seguiremos la pista de los
grandes nómadas para señalar mejor esta unión intercontinental y la
homogeneidad de las razas y de las comunicaciones.

Una penillanura enmarañada se extiende alrededor de Assa y, lejos hacia el


sur, hasta el lecho actual de lo que es después de un día de lluvia el oued
Drâa. Esto no es más que una fosa suficientemente húmeda para mantener
las plantas toscas y molestos mosquitos.

A unos 20 km. a vuelo de pájaro, la terrible y triste cadena del Ouarkziz


sigue prolongándose en dirección este-norte-este, prolongándose, más allá,
las altas mesetas de las inundaciones, cuando, aparte de ello, se
encuentran a cada paso las huellas de la ocupación fluvial antigua. Es por lo
que las inscripciones y los dibujos se sitúan en el norte, en los cerros
aislados y las pendientes del Bâni.

En la llanura, antiguo lecho del río, los cultivos indígenas han tomado
posesión del aluvión del suelo, último recurso agrícola de un país desolado.
Numerosas herramientas en piedra tallada, a lo largo del recorrido, muy
penoso, atestigua la presencia prehistórica de importantes poblados de
humanos, en un clima dicho lluvioso, favorable a este tipo de agrupaciones.
Los de aquí, de esta esquina del sur, han admitido mi pretensión de
descubrir las revelaciones históricas y han tenido, además, la gentileza de
interesarse por las piedras de cuarcita o de sílex del Bâni.

70
Los meharistas84 recogían ellos mismos todo tipo de piedras heteróclitas
para entregarlas por la noche a su examen por el jefe del puesto. La
acogida divertida de éste, hablaba de la fraternidad que unía a todos estos
hombres, y el clima espiritual de entendimiento para tales preocupaciones.

A la hora del regreso al bordj, alrededor de la mesa acogedora de este


mismo jefe, se sitúan dos geómetras, un geólogo, el puesto de radio y un
ingeniero explorador de los terrenos mineros. Todos jóvenes, pero hechos a
las durezas y a los esplendores de la vida en el desierto; el más joven era
quizás el más curioso de los hechos graves y tan complicados de esta
historia de los pueblos que ya no son.

Después de un día bajo un aplastante sol de plomo, después de una penosa


caminata entre las piedras o los torbellinos de arena, y además un largo
camino a caballo, cada uno deseó cuidar su aspecto debido a la presencia
de una mujer. Ella también, para gustarles, deseó atenuar su aspecto
salvaje de vagabunda sahariana. Y ahí, alrededor de esa mesa, en ese
pequeño puesto perdido en el corazón del desierto, los temas más
variopintos, pero siempre amplios y profundos, permitieron cada noche al
espíritu y al pensamiento brillar, apasionarse y llenarse.

IV. Foum-el-Hassane- L’Oryx

A 82 kilómetros en el fondo de la llanura, y como adosado a los


contrafuertes de la cadena del Bâni, hay un grupo de construcciones claras:
el puesto de Foum-el-Hassane. El titular de este puesto está de vacaciones,
pero, por atención hacia mi persona, o por simple costumbre de
hospitalidad señorial; su casa personal fue abierta, y los criados dispuestos;
el frigorífico funciona, hay muchas bebidas variadas, manjares apetecibles.
El pequeño salón es coqueto, el bar confortable, y en el sector vecino una
habitación de hotel nos espera, su confort es aún más apreciado por lo
hosco de la región.

Para acabar, el poblado tenía algunos goumiers: un viejo indígena que no


comprendía más que el bereber manipula un tipo de aparato telefónico tan
destartalado como él, dos o tres fellahs son los servidores domésticos. Y
también están los caballos, fogosos caballos de los oficiales con sillas de
montar. Justo lo que hacía falta para ir a las colinas de las Inscripciones.

Al principio cada uno decía ignorar el emplazamiento de las colinas y la


pista que llevaba a ellas, entonces decidí que deseaba salir sola. Resultó tan
escabroso que el jefe goumier acabó por reconocer que creía recordar
algunas rocas grabadas, allí en el noroeste, por los desfiles del Djebel Bâni.

84
Soldado a caballo de las tropas coloniales africanas cuya montura es el meharí.

71
Dos caballos, dos hombres, uno de ellos a pie, armados de fusiles y de
boussaâdis (puñales) se adentraron en las pendientes pedregosas para
conseguir llegar, después de dos horas de cabalgata, a la caótica meseta
cubierta de losas grabadas.

Guiados por el goumier, observé en varios lugares carros con conductor


esquematizados, guerreros cuyos escudos eran rectangulares, ruedas
aisladas como para marcar su primera aparición, avestruces, y un inmenso
rinoceronte para cuyo plano tuve que usar cuatro folios, prueba evidente de
un clima tropical en Etiopía occidental que estaba tan bien asentada en el
período de los grandes cursos de agua, los pantanos, la jungla enmarañada
que nos imaginamos difícilmente hoy en esta implacable aridez del extremo
sur marroquí.

Por fin el guía declaró que no quedaba nada por ver y se tumbó en el suelo
cerca de los caballos, paciente, resignado, dispuesto a esperar.

Salí en busca de otras huellas que tenía ante mis ojos, en la extremidad de
estos parajes apuntó por fin la silueta del Oryx, ese animal prehistórico de
la fauna sahariana que sobrevivió en Egipto y aún vive en algunos parques
zoológicos y en las reservas sudanesas. El friso del Louvre representando
un fellah sujetando a un oryx por una correa pasada por las fosas nasales
no está mejor representado.

Era una pequeña obra de arte grabada, tomada en directo por un maestro
artista, del animal en la época en la que éste vivía en la flora exuberante
norteafricana. El bello perfil, perdido en el caos, es impecable, con sus
proporciones expresa totalmente el mejor período del estilo paleolítico, que
casi siempre elimina la reproducción de las pezuñas para detenerse en las
características de la cabeza.

Este grabado está recostado sobre una roca pegada al suelo, a ello
probablemente se deba su conservación. Y aquí más adelante, en el dédalo
de los bloques desprendidos de la roca, con unas dimensiones más
reducidas y más finas que todo lo que hemos visto en este perímetro: una
ceremonia de encantamiento con bailes y gestos rituales.

Nuestro goumier, que volvimos a llamar, aceptó con buen talante levantar
la enorme piedra para que pudiésemos fotografiar esta representación
extrañamente mística, de una ideología de primitivos frente a las fases de la
sexualidad humana. La escena obvia no necesitó comentario alguno, y sólo
indicamos con atención una evocación semejante inscrita en las paredes de
una cámara real de Luxor; allí, el artista empleó su genialidad en reproducir
actitudes consagradas de siluetas divinas y faraónicas con posición ritual y
magnética de las manos. Vemos, además, a Toth-Hermes, dios del
conocimiento, e Isis, principio femenino; la ascensión de un adepto al
control de sí mismo, por el dominio de los instintos, maestría que conduce a
la realización de las facultades supremas.

El completo significado de este punto culminando con la perfección


individual para los egipcios, fue transmitido por Pitágoras, por su escuela y
sus discípulos. Por la versión gráfica muy abstracta de los Versos Dorados,

72
el prodigioso filósofo permitió comprender mejor el alcance que tenían tales
conocimientos. Para imaginarse la potencia alcanzada por el hombre que
pudiera asimilarlos totalmente, basta, sin iniciación especial, considerar el
entrenamiento actual del Dalai Lama.

Estando hoy convencida de la ascendencia atlántica de la civilización


nilótica, estoy segura de que el acercamiento ritual de la piedra de Foum-el-
Hassane y el bajorelieve de Abydos constituyen un eslabón que expresa, al
mismo tiempo que la dirección de nuestros orígenes, la Historia de este
dominio del Hombre sobre él mismo.85

Las pendientes y múltiples barrancos del Djebel Bâni guardan una infinidad
de otros testimonios de una circulación densa y prolongada. La uniformidad
de los grabados, desde las Canarias hasta el oasis frente al Alto Egipto,
confirma la existencia de relaciones de gran influencia hasta después de la
época badariense86 demostrando por fin la existencia de la vía directa de
comunicación, tercera ruta de Herodoto: Archipiélagos atlánticos, Cabo
Juby, Norte del Hoggar, los cuatro oasis de Abydos.

V. Akka y los pasos de Ouarkziz

El puesto de Akka está rodeado de todo tipo de vestigios prehistóricos de


todos los períodos, como lo está el conjunto de Etiopía occidental, a todo lo
largo de la gran ruta. Aquí, desgraciadamente pasa lejos del puesto actual
más al sur, y no era fácil llegar. Pero comprensivo e independiente, el jefe
del puesto organizó una salida de unos días que nos permitió franquearlo y
hallar en el Ouarkziz, dos pasos más aún no utilizados. Por ello fue posible,
a través de increíbles desfiladeros, penetrar en las altas mesetas, en el sur
del oued Drâa, incluso pudimos alcanzar su extremidad, a 150 km. hacia el
oeste, ahí donde Hammada de Teklala, guardiana implacable del gran
desierto, parece aislarlo del mundo vivo.

Encajado entre dos pendientes de rocas que se desprendían, el primer paso


desapareció bajo enmarañados espinos, entrecruzados, plagados de
insectos y cortado por fosas fangosas entre montículos de arenas
movedizas. El paso de esta parte del Khreneg Tafagount duró varias horas.
Nos hundíamos en el barro, luego en la arena, bajamos del coche, lo
empujábamos, patinábamos; y en medio de la noche aún nos esforzábamos
como mosquitos en el pegamento.

Pero una vez superado, nos vimos en un valle abierto al oeste, bastante
amplio y sin final hacia el este, protegido de las aguas fluviales por la

85
Fabre d’Olivet, Versos Dorados de Pitágoras, con comentarios. La lengua
hebraíca restituída. Charcornac, Vol.I, II. París 1922.
86
Badariense es la denominación de una cultura del período neolítico que surge en
el Alto Egipto en torno a 4400 a.C., hasta 3800 a.C. y cuyo nombre se tomó de los
arcaicos asentamientos y necrópolis de El-Badari, en las inmediaciones de Asiut, en
la margen derecha del río Nilo.

73
cadena montañosa rectilínea, y del desierto por los meandros de rocas altas
de la Hamada.

En este lugar de una tranquilidad inesperada, supervivencia anacrónica de


las épocas templadas, pasamos una noche corta bajo el amparo de las
estrellas, brillantes como faros, reflejadas en las miradas ardientes de
algunos chacales mantenidos a distancia por un débil fuego de ramas
arrancadas al desfiladero nauseabundo.

Por la mañana temprano, seguimos el pequeño valle hacia el oeste,


entrando en el lado desconocido del Ouarkziz y las cercanías de la Hamada.
Es ahí, en ese recorrido ignorado por los europeos, y algunas veces invadido
por una maleza hostil, infernal, el que parecía la ruta transcontinental que
mencionó Herodoto, aunque no pudo seguirla, ya que los habitantes por
entonces tenían fama de ser xenófobos y feroces al mismo tiempo según la
leyenda: “los más grandes y los más bellos de todos los hombres”87. El
temor y el respeto tenían alejados todos los viajeros.

Entre las dos barreras naturales, este tramo de la famosa pista siempre se
ha designado por el mismo nombre: Ruta de los grandes nómadas, y
siempre fue seguida por los saharianos, supervivientes de las razas
antiguas.

Mucho más lejos, esta pista está cruzada, de norte a sur, por una amplia
carretera de piedras, rectilínea en varios kilómetros, construida por el genio
francés, y que finalmente por unas curvas reviradas superpuestas a las
pendientes de la Hammada, con barrancos de cien metros, conduce a la
cúspide de la impresionante muralla que son estos acantilados.

Esta carretera, verdadera obra imperial, ahorra unos días completos de un


recorrido penoso a los nómadas del desierto, a los indígenas de Tindouf y a
los raros habitantes de este Gharb sahariano.

Tras la escalada a la cima de la Torre de Merkala, que constituye el único


punto de referencia de la inmensa Hamada donde tantos viajeros han
sucumbido antaño, no sólo por esta escasez de referencias, sino también
por ausencia de cualquier posta estable, sin olvidar los ataques mortales del
viento del desierto, Haboub sudanés, Khamsin egipcio, Siroco argelino,
Chergui marroquí; es terrible en los cuatro puntos cardinales, borra las
pistas y rodea al viajero como un sudario de arena arremolinada.

Actualmente los traficantes, nómadas y mercaderes, no se satisfacen con


recorrer la pista de los grandes nómadas, sino que la atraviesan en
diferentes puntos a causa de la influencia de la civilización cuyo comercio y
administración se propagan de forma vertical de norte a sur. En el tiempo
del poderoso y resplandeciente Egipto, dicha influencia se establecía
horizontalmente de este a oeste.

Observando el derrumbe progresivo de las dos barreras que encuadran las


altas mesetas de los antiguos Daradae, dirección suroeste, hemos

87
Herodoto, libro III, XX.

74
prolongado tan lejos como nos fue posible el recorrido de nuestro camino
siguiendo ese eje N-E, S-O. Es ahí, al final, donde se erige el cabo Juby,
frente a las islas atlánticas canarias.

El punto más avanzado de Libia, ahí donde el sol se pone, el cabo con forma
de amplio triángulo obtuso, el ¡gran Soloéïs, en el eje de la gran ruta!

VI. Últimos eslabones

Volviendo a salir en dirección hacia el interior africano, la vía de los grandes


nómadas siempre sigue el Gjebel y la Hamada. Se aleja por el Khreneg-el-
M’har y, deslizándose hacia el norte para evitar la muralla sahariana,
siguiendo la meseta de Béhtana, se dirige hacia los M’hamid, rodeada de
puros paisajes nilóticos donde, de reprente, volvemos a encontrar el mismo
clima, la misma suavidad del aire y la misma vegetación exuberante como
en los palmerales acodados en el río Drâa.

Después la pista se dirige hacia Tindouf, Chamba, Ras-el-Ma-Tavelbata.


Siempre con vistas a la Hamada que se desarrolla jalonada hoy por campos
cultivados en pleno desierto, refugios providenciales que acogen a todos,
realizaciones heroicas de la presencia francesa.

A lo largo de la pista, los vestigios son cada vez más escasos, rotos por los
progresos de la invasora aridez: oasis encogidos, grupos de míseros
nohalas, antiguas supervivencias que están llamadas a fosilizarse antes de
desaparecer como polvo esparcido, perdido en los rayos de un sol
devorador.

La pista vuelve a descender bordeando los Ergs, hacia el sur, hasta la actual
Reggane. Ahí encontramos un puro vestigio del arte egipcio, un
cynocephalus88 tallado finamente en marfil; todos sabíamos que la raza de
los babuinos tiene instintivamente el gusto de montar guardia cerca de los
grupos que forman un clan, viven por familias separadas. El padre en
primer lugar, luego todos los machos en edad adulta, aseguran una guardia
extremadamente efectiva alrederor de los lugares donde el grupo mora,
aunque sea por poco tiempo. Siempre hay unos babuinos montando
guardia, representados de forma más erguida, vigilando cerca de los
objetos de valor, en las puertas de las tumbas o sobre las preciosas
cerámicas, como las tapas de los vasos canopes.

Esta especie no ha sobrevivido en África del norte, la sequía del país, el


retroceso de la vegetación, la eliminación de sus líderes son los principales
motivos.

88
Cynocephalus literalmente significa "cabeza de perro". Se aplica a varios
personajes mitológicos basados en seres reales, como Papio cynocephalus, babuino
sagrado de Egipto con la cara de perro. En la Iglesia ortodoxa oriental, algunos
iconos insinúan representaciones de San Cristóbal con cabeza de perro. Wikipedia

75
Este marfil tallado, tan cerca de Etiopía occidental, confirma a la vez el
clima tropical contemporáneo de las transacciones nilóticas en el país y la
influencia civilizadora de esta presencia egipcia.

VII. Presencia circunscrita y determinante de los elementos


cromañones

Habiendo alcanzado los límites de una circunscripción designada, no


pudimos penetrar más allá. Pero la región que estudiamos a continuación
también lo ha sido por muchos exploradores. Grabados, inscripciones ya
han sito tomadas en el Hoggar. En el Tassili-N-Ajjer, se suceden en más de
25 kilómetros de rocas.89 Son réplicas incontestables de los signos grabados
en cada isla de los archipiélagos canarios y de las Azores.

Así que todo lo que sobrevivió en el extremo sur magrebí o argelino, en


Numidia o en Fresan…

Esta vista de conjunto por sí misma es una enseñanza de la cual sacar


partido. Estos tipos de analogía no pueden ser solamente señalados como
tales; la deducción impone que una identidad de raza, o al menos de una
civilización, corresponde a esta identidad como medio de expresión, de
estilo, de tentativas gráficas y de representación de objetos, de hombres y
sobre todo de animales. Al igual que de algunos modus vivendi idénticos
observados en el mundo entero, entre los paralelos 25º y 28º.

La cuna antropológica se sitúa en los archipiélagos Canarias-Azores, el


hogar civilizador fue transplantado al Alto Egipto por los Instructores
Shemsou-Hor, pequeños grupos cromañones en la base de los
predinásticos.

El hemisferio occidental, ante todo, ha sido poblado por estos seres


humanos, su número, si creemos la cantidad de esqueletos, dominó hasta
el neolítico en la Islas Afortunadas; se propagaron a continuación por toda
la extensión de África septentrional, haciendo notar su influencia, de una
parte, hasta la extremidad sur del continente negro y, por otra parte, hacia
este imperio rojo cuyas ruinas fueron descubiertas por Ram90 y cuyo camino
pasó por la Butte de Susa.

A pesar de que sus hombres habían vivido en regiones muy distintas y a


través de inmensas extensiones, incluyendo América central, conocemos su
historia gracia a los grabados y a sus características étnicas; y esta historia

89
Cf. Henri Lhote. Los Touaregs, Payot, París. 1994. F de Chasseloup-Laurat. Arte
rupestre en el Hoggar, Pío, 1935. Taymond Vaufrey, El arte rupestre norteafricano,
Archivos del Instituto de Paleontología Humana, pág. 128, n.º 20, París Masson Ed.
Y en la última expedición de Henri Lhote, las analogías que hemos señalado con los
confines sahariano atlánticos.
90
Ram vio lo que quedaba del Imperio Rojo, y lo describió bellamente en el noveno
Ha del Ramayana.

76
es el inicio de la nuestra, al menos en lo que se refiere a los territorios
actualmente existentes. Sin duda es más exacta, está mejor fundamentada
y será seguramente más indicadora para nuestros descendientes, la Historia
escrita (aunque sea desde la Revolución de 1789) por aquellos de nuestros
grandes hombres cuyas opiniones se dividen.

Es por lo que nos esforzamos en restituir su aspecto homogéneo a estos


pueblo de misma ascendencia, en restablecer el ritmo de sus vidas
armoniosas, orientada hacia el arte y la espiritualidad, en esos tiempos
olvidados.

Por fin, la raza blanca de cromañón aparece en Europa, esporádicamente,


en el paleolítico superior, laureada de sus perfecciones étnicas y artísticas.
Quedaba por establecer de esta forma la ruta que nos ha conducido a este
origen atlántico de la raza que un terrible hiatus interrumpió la Historia en
los tiempos de devastadores de la época mesolítica.

77
TERCERA PARTE

Primer Capítulo

ORÍGENES PRIMORDIALES EGIPCIOS

I. Orígenes primordiales.
II. Posible cuna de los neandertales.
III. Hor-em-Akhet.
IV. Significado universal.
V. Problema egipcio preadámico.
VI. Lección de los hierofantes.
VII. Concepción egipcia del llamado hombre de neandertal.

78
I. Orígenes primordiales

Conociendo las constataciones contenidas en los capítulos anteriores y


antes de seguir adelante, hemos retomado los últimos trabajos de los
maestros de la craneología egipcia, trabajos que demostraron la
pertenencia de los más antiguos predinásticos a la raza de cromañón.

Intentando penetrar la naturaleza psicológica que imprime en el individuo


su condición étnica, hemos comparado estos textos llamados sagrados,
reflejos de la moral y de la fe de los Servidores de Horus, primeros
instructores.

Nadie antes que ellos fue más hostil a la licencia de los usos y costumbres.
Aparecen milenios atrás, armados de leyes morales estrictas, favorables al
bienestar de la persona humana y, sobre, todo al desarrollo de sus
facultades manuales, intelectuales, espirituales, según la tendencia de los
individuos. Se diría que estos antiguos fundadores de imperios habían
soñado con reconstruir un paraíso terrestre a las orillas del Nilo.

Así, para conseguir después de la muerte la entrada a la estancia de los


Bienaventurados,91 era necesario que el difunto pudiese afirmar no haber
cometido jamás algo reprensible, y la lista de las cosas que no se debía
hacer era muy larga.92

Por encima de todo se enseñaba que el desorden de los apetitos conlleva la


disminución, el deterioro del individuo y elimina la supremacía espiritual
inherente al Hombre.

Parecía ser que estos Servidores de Horus hubiesen conocido los Hombres
derrotados, numerosos son los propósitos que lo atestiguan, así como por
otra parte, la más importante, la más arcaica de las obras extraídas de tales
enseñanzas: la Esfinge de Giza.

Para los Instructores, el hombre fue primitivamente concebido y constituido


como criatura divina. El paso del tiempo erosiona cualquier materia y toda
reproducción, el organismo se alteró, el hombre dio nacimiento a seres semi
divinos, después aún menos elevados.

91
Bienheureux: Bien = bien; heureux = felices. Bienaventurados.
92
Libro de los Muertos, Cáp. CXXV “…de entrar en la sala de la Verdad y separar el
hombre de sus pecados, a fin que vea el rostro de los dioses” en el tribunal de
Osiris, bajo el gran juez Toth. El rey mismo, para acceder a sus moradas solares y
ser admitido entre el número de dioses, debía someterse a un juicio semejante al
que había tenido Horus para ser legitimado en Heliópolis y debía ser declarado justo
en sus actos, Et. Driotón, op, cit, pág. 100, Capítulo CLVIII: “Salir con la Verdad de
la Palabra” o “hacer la Palabra ser Verdad” era adquirir un atributo divino por su
única Palabra, semejante a la de Dios, que prevalece contra todo desorden. Y Cap.
CXXX: “Libro que hace vivir al alma para la eternidad”, después de innumerables
actos de depuración indicados en estos 130 capítulos y seguidos aún de
instrucciones hasta el capítulo 165.

79
Pitágoras, en sus Versos Dorados, transcritos por Lysis, inicia un homenaje
a lo que parece una jerarquía primordial,93 lo que implicaría necesariamente
la creencia en una entidad, completa en sí, auto reproductora ,libre ,ya que
fue animada por el “Pneuma” del Mundo, para espiritualizar su vida formal o
de arriesgar la oscuridad por la atracción de la materia sensible.

A pesar de todos los avatares (si no fuese por su ayuda) la Meta sería
moldear la materia hasta hacerla propia para manifestar a Dios, con la
eternidad frente a la obra por realizar. En la aurora de las edades, unas
alteraciones sucesivas habrían llevado a la reducción del ser: los actos en
contra de la naturaleza humana ocurrieron por atracción animal innata al
fondo de la estructura psicológica de los cuerpos vivos.

La envoltura en sí de la criatura, adaptada a la manifestación del espíritu,


fue puesta en peligro; la decadencia de la forma y del mental humano
introdujo unas necesidades de defensa, de levantamiento, y aniquilación de
ciertos instintos.

La raza cromañón, que quizás recordó la transcendencia adámica como deja


suponer su rito del ocre rojo, hubiera intentado mantener el ideal de la
especie a pesar de que en la prehistoria se la califica de exterminadora de
los Musterienses.94

En su hogar Atlántico, estos grandes cromañoides, los Hombres rojos,


debieron transmitir la hazaña heroica a los servidores de Horus, ya que fue
en su tiempo cuando se vio la lucha de Osiris, rey solar, adorador de la Luz,
apóstol de la ascensión continua y de la recuperación de los poderes del
individuo, contra Seth-Typhon, rey lunar, adorador de la Sombra, los cultos
orgiásticos, los sacrificios sangrientos, los placeres sin condiciones….

Los servidores de Horus, o Shemsu-Hor, nunca hubieran dejado su


Occidente original si los desbordamientos de la invasión, numérica y
moralmente, no les hubiera obligado.

Ellos, los insulares, veían disminuir constantemente su número en los


combates y no podían renovarse bajo la presión de los invasores que venían
del continente negro. Empezaron por exilarse por pequeños grupos, antes
de que la actividad volcánica y sísmica acabara tragándose en gran parte el
Imperio Afortunado, la mayoría de sus habitantes y el centro corruptor de
sus conquistadores.

Estas migraciones, fueron escalonadas en un espacio de tiempo bastante


largo, ya que Egipto señala su llegada en varias ocasiones. Es al principio de
estas migraciones ,y en uno de esos grupos, aparecieron los Mesentiou,

93
El Génesis, escrito por Moisés, no procede de otra forma, y el propio Moisés fue
instruido por los maestros egipcios, en su ciencia, en su lengua, hasta sus 40 años.
94
Musteriense: Moustier, situado en el valle de Vézère en Dordoña. Es una
industria lítica prehistórica del Paleolítico medio, en Europa, en Asia, y en África del
Norte, en períodos que varían según las regiones, con una extensión global de
300.000 a 38.000 años a.C. según algunos autores con variaciones importantes
entre ellos.

80
esos técnicos de los metales, cuyo arte en la forja aseguró la supremacía de
Egipto sobre los países africanos y asiáticos.

Transportando sus principios civilizadores, su idioma, su tecnología, su


ciencia, su conocimiento del pasado, a lo largo de la ruta de los grandes
nómadas, sin duda sembrada de sufrimientos y de pruebas que se seguirán
ignorando, estos grupos de élite salvaron el genio y la humanidad del
hemisferio occidental.95

De esta forma han sido conservadas las virtudes civilizadoras engendradas,


luego desarrolladas por los hombres de cromañón; por ellos nos llegó la
cosmogonía que los servidores de Horus introdujeron en el valle del Nilo y
de la que se ha inspirado todo Medio Oriente. Es gracias a este refugio de
los Shemsou-Hor, a las inscripciones que grabaron a lo largo de la ruta
transahariana, que podemos restituir a nuestra raza la historia de decenas
de milenios y el conocimiento de las tragedias cósmicas que ha engendrado,
cruzado, superado.

Porque estos primeros estuvieron frente a la competitividad de los peores


adversarios de su raza y de sus conceptos. Su principio de base era el
origen divino del hombre, oponiéndose a su ascendencia animal y a su
finalidad material. Es para elevarse contra esta última teoría, tan vieja
como la raza humana, y para demostrar para siempre sus peligrosas
consecuencias por lo que el Egipto arcaico esculpió, en una colina rocosa, la
esfinge de Giza.

Estos datos antiguos no han sido rebatidosos por los trabajos modernos,
excavaciones relevaron una documentación diferente que podría suscitar un
cambio de orientación y permitir a un sabio afirmar que se ha dado un paso
que justifica la teoría de una evolución de los neandertales hacia los homo
sapiens, teoría que no admite ningún colega nilótico, y que ningún término
intermedio entre las especies, permite demostrar.

Sin embargo, hay un hecho incontestable: descubrimos, de vez en cuando,


esqueletos de individuos con características pitecoides, y no poseemos
ningún sujeto que pueda ser considerado como intermediario real entre
simiens y homo sapiens, un continuador de esta raza de transición, un
phylum.

Esto únicamente demostraría que hubo, de tiempo en tiempo, suficientes


mestizajes para dejar prueba de esos esqueletos en el suelo.

Pero más que una evolución hacia la estructura puramente humana, en


ningún otro lugar se ha podido determinar una verdadera descendencia, es
decir, una raza de Homo-Pithecantrhropus-Erectus; los neandertales
aparecen como avatares en la vida humana, no son en absoluto
generadores de la Especie en ningún punto del globo.

95
Champollion-Figeac, cf. L’Egypte. Pág. 33, añadiendo occidental, después de
Etiopía. J. Capart. Histoire ancienne de l’Egypte de Pharaons, pág. 52.

81
II. Posible cuna de los neandertales

Aunque este libro no sea lugar para tratar esta cuestión, me permitiré
atraer la atención simplemente sobre el hecho siguiente: Los individuos de
este tipo, son poco numerosos y sólo en esas regiones alejadas de las de
los homo sapiens de cromañón.

Al parecer éstos no tenían en su entorno a esos semi-humanos, los


exterminaban incluso en los países templados de occidente. Los
neandertaleses se habrían entonces refugiado en algunas tierras no
pobladas del homo sapiens: en África central y del sur, en Australia, en
China y Palestina, único lugar donde, alcanzando una cierta proporción, el
mestizaje con los cromañones aparece como un modus vivendi, socialmente
reconocido, una costumbre por decirlo de algún modo oficialmente
reconocida. El resto de estos seres híbridos habrían tenido una existencia
reducida a las junglas, los bosques, las cuevas.

De esta forma descubrimos, algunas veces y en cualquier lugar, esqueletos


fósiles, homo, degenerados por haber vivido la vida de las bestias con las
que compartían su espacio vital.

Tales conjeturas debieron presentarse a menudo en los hombres primitivos,


e incluso repetirse a lo largo de las eras; pero sea cual sea la hipótesis que
intentemos adelantar para apoyar un transformismo natural, de una
evolución o alguna mutación súbita, la estructura osteológica de estos
hombres no se ha modificado.

Fueron, desde el hombre de la Chapelle-aux-Saints, unos sujetos


degradados, no constituyeron una rama específica. Lo que demuestra que
se trata por supuesto de anomalías, es como si todo ocurriera en sentido de
autodefensa contra el resultado de un cruce anormal. La naturaleza,
primero, había suprimido en tal retoño, el frontal humano. Recordemos de
paso que sólo con la expresión del pensamiento se inicia el Hombre
verdadero.

Los especímenes llamados neandertales fueron llamados así en recuerdo de


un pequeño chimpancé encontrado, no en una cueva, fuese la de Teldhofe,
pero simplemente en las orillas del río Dussel96. Es, hasta ahora, el único
fósil de primate del Pleistoceno Medio.

He sostenido esta bóveda craneal en el hueco de mi mano, donde la


depositó el profesor O. Kleemann, de la Universidad de Bonn: es una
pequeña osamenta plana, terminado por arcos de cejas prominentes,
llamados en balcón, sin ningún otro documento de su esqueleto.

96
Este terreno está lejos de ser un refugio más o menos habitable, está tan poco
encajado que para señalizar el emplazamiento del descubrimiento, sólo se pudo
grabar algunas palabras en una gran roca transportada hasta el arcén de la
carretera, frente al río que fluye del otro lado.

82
Evidentemente, no tenía nada de humano ese trozo de cráneo de
chimpancé, nada de la mezcla en su pequeño sombrero cerebral, único e
ínfimo vestigio de su individuo. Fueron, más adelante, los que nombramos
los hombres híbridos los verdaderos hombres, pero privados de su especie,
que, ofreciendo unos esqueletos con características pithecoides97 que
inspiran, si me atrevo a decirlo, al acercamiento y el nombre entre Homo y
Simiens.

La estructura humana estuvo poco afectada por estos crecimientos, la


cabeza, único punto capital, tiene de por sí lo que diremos por eufemismos,
la culpa de Adán, ya que es sin duda tan vieja como la primera raza
humana.

Con sus raros elementos no se ha dudado en crear y erigir sobre la


plataforma rocosa del museo Eyzies, que domina el valle de Vézère, el
individuo enorme y monstruoso, el hombre de neandertal, el Musteriense-
tipo, al que el resto de los esqueletos "musterienses" tan poco le parecen.98

En el libro de los Hombres fósiles, se ha escrito que el hombre se vio


obligado a protegerse contra las inclemencias climáticas, tuvo que modificar
su hábitat y se refugió en las cuevas, vivió y murió dejando sus
osamentas.99 Pero los neandertales son de todos los climas.100

A pesar de que la morfología de los neandertales nos aleja algo de nuestro


estudio, no podemos omitir nombrar estas líneas a propósito de la
dentadura humana prehistórica, extraída del mismo libro: Las dentaduras
humanas son mucho más homogéneas que los cráneos humanos. Parece
que los caracteres generales de estas dentaduras son muy antiguos, que la
rama humana los haya tenido, por decirlo así, desde su origen; o mejor,
que estén ligados al origen mismo de este ramal. ¿Siendo el Hombre una
Especie o una rama?

Estos autores prosiguen:

…"ello está de acuerdo con lo que nos enseña la paleontología sobre otros
grupos de mamíferos, pero con el descubrimiento de Mauer, que nos puso
en presencia de una morfología dental absolutamente humana y asociada a
una mandíbula muy diferente de las demás mandíbulas humanas conocidas.

97
Que hace pensar en un mono.
98
Esta efigie fantasiosa ha sido ataviada, entre otros, con largos y gruesos brazos
que descendían hasta las rodillas…. Sin embargo, nunca hemos encontrado entre
cubitus, radius y humerus fósiles humanos, ningún miembro de tales dimensiones,
ni de neandertal.
99
Boule y Vallois, op. Cit. p-201, 3ª edición.
100
Por ello existen el Sinanthrope de Chou-Kou-tien, el Australopiteco, el Hombre
de Rabat, sin hablar de los Africanthropes de era reciente cuyos cráneos de
Brooken Hill y Boskop, no fosilizados, son dos especímenes a meditar. En cuanto al
Pithécanthropus-Erectus de Java (en Trinil) le ocurrió lo mismo que al Homo, de
Piltdown, en el primer caso, había dos individuos presentes (y sin duda luchando);
un gran chimpancé y un Homo; en el segundo caso estábamos, simplemente, en
posesión de uno falso.

83
La dentición del Hombre de neandertal es también claramente humana, las
pocas características secundarias más específicas que posee son de una
naturaleza primitiva, pero no tendrían valor específico alguno"...

¿Se trataría de algún mestizaje que, degradando algunos individuos de la


familia humana, habrían destruido en ella lo que presentaba de
exclusivamente humano: el cerebro?

Entonces no hubiera habido evolución del Animal al Hombre, ya que estos


autores tuvieron que declarar que éste, como todo el grupo homogéneo,
había recibido desde el origen sus características básicas específicas.

Los cromañones son una demostración que, hasta mayor información,


justificarían tal aserción.

Si concedemos a África el derecho de ser la matriz de los negros, a Asia la


de los amarillos, y a Occidente la de los blancos, nadie sabría designar,
circunscribir, una región revindicando el horizonte generador de los
neandertales. Se les encuentra dispersos por todos los continentes del
mundo antiguo y, repitámoslo, en todas las épocas.

Pero a causa de la trágica efigie de Giza, también por las alusiones


contenidas en los más antiguos anales de la historia humana, ¿no
deberíamos igualmente pensar en encontrar un hogar atlántico a estos
fenómenos? Porque la época que conservó y transmitió las momias
guanches, también entregó un número impresionante de esqueletos de los
invasores de tipo y características antropológicamente menos fuertes en su
fijación, y sus particularidades se redujeron a continuación a lo largo del
mestizaje con los cromañones, siendo que las características de éstos
permanecieron dominantes.

Las licencias, al igual que la tiranía de los conquistadores, habrían


provocado las salidas sucesivas, por pequeños grupos, de la élite de los
autóctonos, depositarios de los conocimientos y de los principios de la
civilización de los Hombres Rojos.

La llegada de estos grupos fue anotada en la cronología de los sacerdotes


de los tempos egipcios, bajo el nombre de Servidores de Horus, fueron ellos
los que han aportados al valle del Nilo, la ciencia, las directrices, los
recursos intelectuales, técnicos y que se desarrollaron en poco tiempo a las
orillas del privilegiado río.

Siguiendo las mismas tradiciones, la implantación de los Shemsou-Hor en el


nuevo país tuvo lugar algunos lustros antes de las catástrofes volcánicas
que engulleron la mayor parte del primer país, sus conquistadores, sus
riquezas y casi todo su pueblo.

Proveniente de los invasores, propagadores de despotismo y de usos y


costumbres especiales, provocaron el repliegue de los antiguos maestros de
las Hespérides hacia el valle del Nilo, no llevando consigo el recuerdo de sus
malos actos en el hundimiento que provocó el Diluvium parcial, del inicio del
neolítico.

84
El secreto de las atroces inconsecuencias de algunos hombres, era conocido
por todos los primeros hierofantes; habría inspirado la escultura de la forma
de esfinge que insufló un terror sin igual en toda la antigüedad.

III. Hor-Em-Akhet

Esto nos devuelve a la tierra de Egipto, frente a la estatua única en el


mundo de la gran esfinge de Giza. Aún no aceptamos sobre este tema, las
explicaciones oficiales, por ingenuas que fueran, del egiptólogo árabe Selim
Hassan.

Este concienzudo arqueólogo, realizador de numerosas excavaciones, refleja


en gran parte sobre esta efigie ambivalente, la opinión de los dirigentes
actuales de la arqueología prehistórica; incluso si esta opinión no responde
a la de los Antiguos, o incluso al objeto estudiado, además, es un adepto de
los ingleses cuyo espíritu materialista está tan alejado del genio egipcio.
(Por supuesto, no aplicamos este calificativo más que a la antigua población
del valle del Nilo).

Aparte de algunos miles de sujetos escapados al mahometanismo y algunos


más que no son de raza ismaelita, la antigua población desapareció por
completo. Incluso desapareció de forma más categórica que en las islas
Canarias donde subsistieron, para la continuación de la bella especie y los
milagros del conocimiento, innumerables aspectos pertenecientes al tipo
autóctono, muy a menudo muy puros, los guanches.

Pero las islas no eran un valle de paso, eran muy poco accesibles a la
infiltración desde que el fuego, las aguas y la lava las habían privado de sus
riquezas. ¿Qué no hubiera quedado de esta raza primitiva homogénea, si el
centro mismo del gran país, con la mayoría de sus invasores, no se hubiera
hundido de modo sísmico a 4.000 metros de profundidad, desmotivando
cualquier empresa de búsqueda?… ¿qué no nos entregarían sobre la
presencia humana? Los territorios que aún permanecen, si las lenguas de
lava de cien erupciones infernales no las hubieran rodeado por todas partes,
salvo excepción de alguna orilla oceánica, testigo discreto pero tenaz de su
emergencia terciaria en una delgada porción del suelo del mioceno.

Volvamos por un momento al Egipto de hoy. Este país está actualmente


poblado de árabes de diferentes regiones de Medio Oriente; son sus
tendencias y, por encima de todo, la influencia islámica las que regulan la
vida y el comportamiento de sus ciudadanos. Hay sin embargo cristianos
entre los sujetos y son ellos los que serían susceptibles de acercarse más al
genio nilótico; sabrían comprenderlo, y quizás hacerlo revivir si tuvieran
mayor acceso a las altas funciones.

Pero estamos frente a la cara destrozada de Hor-em-Akhet, el Harmakis de


los griegos, el Sheshep-ankh, la estatua viva. Hor-em-Akhhet significa
Horus en el horizonte, que estaba en el oeste lejano del que había huido
para siempre, y que un día se hundió. Horus, hijo de Osiris, salido de este

85
primer país. En su nombre fue tallado, en la misma colina, el emblema de
las calamidades que se habían abatido sobre su patria.

El Pasado secreto lo designó para reinar en la nación, para salvarla,


reconstruirla, y preservarla de las influencias nefastas de los adeptos de
Seth, que fueron representados por el hipopótamo, el animal impuro por
definición, y también, más antiguamente, por el rinoceronte.

Estos Khemenes101 huidos de la isla original, habían vivido lo suficiente bajo


la ocupación semítica para saber en qué consistía, y constatar el vicio
mortal introducido en la ciudad divina (la ciudad de Poseidón) por sus
insaciables conquistadores.102

Nuestros arqueólogos modernos han rechazado investigar las intenciones de


tantas representaciones de la esfinge en la estatuaria y los grabados
nilóticos; simplemente propusieron tomar en el sentido propio el epíteto de
“león” discernido como acto de valor. La esfinge, con su cabeza de hombre
y su cuerpo de león, sería la imagen del faraón en la exaltación de su valor
como conductor, o incluso únicamente como instigador de guerras. Hemos
llegado hasta ver el retrato de Kephren, encargado por él mismo.

Sin embargo, nada permite fechar la esfinge, o designar su autor, y aún


menos atribuirla a la IV dinastía, en tanto que la necrópolis que la rodea
contiene amplias mastaba (tumbas) de la primera dinastía.103

Nos preguntamos cómo un rey, simple mortal, podría aparecer como


"glorificado" cuando se le ha amputado la mitad de su cuerpo, y está en la
imposibilidad de andar e incluso usar sus manos. Si, por otra parte, nos
refiriésemos a numerosos grabados egipcios que vanaglorian la fuerza
masculina, comprenderíamos la anomalía de tal símbolo: el león, sin garras
ni crin, agazapado y como llevado con correa; El Hombre truncado, privado
de las prerrogativas de la posición vertical y con la suprema mutilación de
sus manos.

En ningún otro lugar las manos tienen un papel tan preponderante como en
Egipto. Ni un solo representante del arte egipcio hubiera aceptado utilizar
tales medios de expresión para honrar a los suyos. Jamás ninguno pudo
soñar en reducir de tal forma la silueta de su Divino jefe. Para representar
su valor y todas las virtudes que se le atribuían, los textos eran más
explícitos que los acertijos (jeroglíficos); pero bien, un león de pie junto al
soberano hubiera sido mejor asociado al valor del Rey de los animales, al
del faraón.

Además, al mismo tiempo que se apoya esta idea de una figura real,
diferentes autores recuerdan que la esfinge era una personalidad del culto
solar, honrado en el tiempo de la IV dinastía. Ello no implica que la

101
Los primeros colonizadores del valle del Nilo.
102
El cabo Soloéis está denominado por Hannon y otros griegos como Promontorio
de Poseidón. Se sitúa en el archipiélago Canario “en la extremidad de la Libia, ahí
donde el sol se pone”. Homero, en la Odisea.
103
Flinders Petrie, Ghizeh and Rifeh.

86
realización de esta obra date de esta época, aún más cuando las mastabas
de la primera dinastía, como ya hemos señalado, hacían de la planicie de
Giza, desde los predinásticos, un lugar funerario y sagrado.104

IV. Significado Universal

Ninguna inscripción sobre la esfinge de Giza, ni en los monumentos


funerarios o los templos que la rodean, nos ha llegado. Quizás es porque no
hubo referente a este zócalo divino o infernal, el cual, en cualquier caso,
supera toda representación de lo humano. Ninguna de los centenares de
tumbas alrededor de las pirámides transmitió nombre faraónico a la
Esfinge; ninguno de esos nombres fue nombrado en la XVIII dinastía.

Sólo fue en la época del renacimiento de Egipto cuando hemos tenido una
nueva certeza: la de un culto hacia este emblema, sólo a él, y de ninguna
forma a la persona del faraón de la IV dinastía. En ningún lugar se hace
mención a tal pertenencia. Se considera la esfinge como el dios de los
muertos.

Siempre una divinidad, nunca el retrato de un rey.

Fue por un fragmento de piedra grabada, fechada de los primeros años de


Tuthmosis primero, el tercer rey de la XVIII dinastía, que se reconoció el
nombre dado entonces a la esfinge: Hor-em-Akhet. En el texto de las
Pirámides, se la llama Routy.105

Sobre la estela de granito de Tutmosis IV, se dice: “Horem-Akhet-Khepera-


Rë-Atoum”. Lo que representa, en el sentido estricto, todas las fases del
sol. Dejaremos a la sagacidad de los egiptólogos, que conocen la gran
importancia alcanzada en el sentido figurado y profundo de los textos, el
esmero en establecerlo.

En contra de esta interpretación como simple retrato, se erige envolvente la


efigie del desierto, de carácter cruel, malsano, implacable, que toda la
antigüedad le adjudicó; esta reputación se extendió a todas las réplicas,
todas las imitaciones, las copias, las menores alusiones al monstruo,
recogidos en el antiguo mundo. Los que hemos descubierto en Irán, en Asia
Menor, en Mycene, en Siria, fueron en época tardía calificados de retratos

104
Hemos debido suponer para la duración de los tiempos predinásticos relatados
en las Crónicas de las Dinastías Divinas, “cuatro períodos, de los que los dos
primeros fueron muy largos”. Drioton y Vandier, L’Egypte. Pág. 161. Estos autores
precisan: “Los historiadores están generalmente de acuerdo para situar a Mîn
(primer rey mortal), o a Menes entre 3.300 y 3.100, al igual que 3.200 a.C. es
comúnmente adoptada como fecha media.” Op. Cit. p. 162.
105
Textos de las Pirámides, línea 2082. Esto representa más un nombre de lugar.
En la leyenda, “Routa” era el nombre de la mayor de las dos islas de la Atlántida,
con la ciudad de Poseidón, como capital.

87
del rey, de la reina o de algunos personajes importantes; pero más a
menudo son retratos de Demonios, incluso de la muerte misma.106

No describiré algunas esfinges del tiempo de los hicsos, a pesar de que ello
no le guste a Selim-Hassan que la valora mucho más que las obras
faraónicas; no es más que una monstruosa caricatura, desproporcionada
tanto en el cuerpo como en su rostro bestial. La reproducción más horrible
es esta obra de los hicsos: un cuerpo menudo de animal deforme,
soportando una enorme cabeza humana con rictus diabólico. Ya no estamos
en tierra de Egipto, sino en el fango de Tiro, de Sidón o de Babilonia…

Futwangler identifica estas esculturas al “Demonio de la muerte”. Para Jeff,


la esfinge era el símbolo del “poder demoníaco a la vez físico y mental”, lo
que está más cerca de la verdad. En Egipto, después de milenios de
mutismo sobre este extraordinario prototipo, nunca fue cuestión de
asimilarlo a Keops o a Kefren.

Lo que definitivamente nos convenció, es que en la gloriosa época de la


XVIII dinastía, los faraones que contribuyeron al despertar providencial de
la civilización parecen ignorar, o mejor, desean mantener como
“desconocido” el origen y el significado exactos de esta obra de arte.

No es porque no lo nombran, tal y como dicen los maestros actuales, que


los que han transmitido tales elementos civilizadores no conocían todas las
fases opuestas.

Hor-em-Ahket-Kepera-Rë-Atoum, el primer texto auténtico que poseemos


sobre el tema, emana de la gran estela de arenisca de Amenhotep II, unos
1.450 años a.C. El faraón se refiere a la pirámide de Hor-em-Akhet, actitud
que demuestra que consideraba la esfinge como anterior a la gran pirámide.
Los modernos, entre los más cualificados de los egiptólogos, fechan esta
efigie como predinástica.107

V. Problema egipcio pre-adámico

Las innumerables esfinges de toda índole, de diversos centros de la cuenca


mediterránea, representaban algunas veces retratos, pero lo más frecuente
eran leyendas. Así una de las que datan de la época romana, está
compuesta por una cabeza de mujer sobre un cuerpo de león macho. Podría

106
Echler, Thebanische Sphinx, Jaresheft des Oesterreichen Aerchaeologischen
Institut, in Wien, Vol. XXX, pág. 75-110. cf. Jeb. Weilker, Futwangler. Comparten la
misma opinión.
107
Aportan algunas veces dudas, a pesar de que la clasifican como de las más
antiguas producciones. Flinders-Petrie, en History of Egypt, 1923, pág. 68.
Maspero, El fin de una civilización, pág. 247. Brugsch, Recueil des Travaux, vol. XX.
Pág. 2-10. Budge, The Mummy. Pág. 32. Las opiniones fueron muy influenciadas
por la inscripción de la estela descubierta por Mariette, llena de alusiones a la
montaña de Occidente, etc.

88
ser una alusión al andrógino, el que, según las escrituras, sugiere a dios
que: “no es bueno para el Hombre estar a solas con él mismo108…”.

Y para que esta soledad haya sido probada como “no buena”, ha sido
necesario que una experiencia más o menos larga haya sido realizada y que
su malignidad haya sido demostrada….

Semejantes frases en las escrituras, cobran un sentido profundo y bastante


inquietante, estando registradas en los libros de Moisés.

Moisés, criado en Egipto, instruido en los colegios sacerdotales,


naturalmente dio crédito a las lecciones que había recibido. Reprodujo en
sus discursos, como en su obra escrita, los conocimientos legados por la
erudición egipcia, la más elevada en su tiempo.

Los documentos de Tell-el-Amarna, después de los de Narmer, de Djet, del


rey Escorpión, de más de 4.000 años de antigüedad en la historia, hablan
detenidamente sobre la identidad de las fuentes y sobre su homogeneidad
desde los primeros capítulos de la famosa cosmogonía; la analogía de los
conceptos se encuentra también en la Tabla Esmeralda, de Hermes
Trismegisto.

Podríamos ver en estos hechos originales la antigua preexistencia del


andrógino, después, para la necesidad de la preservación de la especie,
hubo una separación de sexos.109

Si por ventura un espíritu totalmente neutro se detuviera un momento en


estos textos, quizá soñaría en situar en este estadio de la existencia
humana lo que nosotros hemos llamado el “pecado de Adán".110 Los
antropólogos deberían quizás dejar la invariable anatomía de los primates y
volcarse en estos dos avatares primitivos de la genealogía humana.

De cualquier forma, Hor-em-Akhet formaba parte de un conjunto teológico


cuya transcendencia se nos ha escapado totalmente. Sin embargo, una
ideología susceptible de inspirar y de realizar tales obras de arte
gigantescas, superiores a todo lo que los hombres han podido producir a
través de las eras, mentalmente sólo puede estar al mismo nivel.

108
Génesis, II. 18.
109
Cf. Poimandres, Tratado, I, 12-16.
110
Génesis, II, 18,23: El eterno Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo;
le daré una ayuda semejante a él”. El Eterno Dios formó de la tierra todos los
animales de los campos y todos los pájaros del cielo, y los hizo venir hacia el
hombre para ver cómo los llamaría… pero para el hombre no encontró ayuda
semejante a él.
Y sin duda ello no fue mejor con nuestro andrógino, porque solamente entonces, El
Eterno Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió; tomó
una de sus costillas y reformó la carne: “El Eterno Dios formó una mujer de la
costilla que había cogido del hombre, etc.”
¿La mujer sacada del Hombre?... era evidentemente un tipo nuevo de
reproducción, una verdadera partogénesis, marcando, si le damos crédito, el inicio
que caracteriza la raza actual de los hombres. No fue un gran progreso, ya que fue
necesario, para no destruirlos, expulsar del Edén estos nuevos sujetos.

89
Nadie hasta ahora, se ha comprometido en entrever una solución a estos
enigmas bajo tal dimensión. Será por ello que nadie jamás ha podido
explicar teniendo en cuenta a la vez la colosal realización, de la atrofia
humana y animal, y el carácter cruel y desesperado del misterio que lo
rodea.

Si los faraones y los colegas del Nuevo Impero no dijeron nada es que
conocían el peligroso alcance, y eran temerosos de tal divulgación. La
sabiduría egipcia prohibía la profanación del conocimiento. Sus
representantes desde los Shemsou-Hor, decidieron no dar a las masas
incultas más que el temor saludable del peligro demoníaco. Lo importante
es que ningún bajorelieve, papiros, o texto alguno; ningún rito funerario o
social, asimila la cara de la esfinge de Giza a la de un faraón.

En cuanto al clasicismo griego, heredero en múltiples disciplinas de la


cultura egipcia, cada uno sabe el carácter y el papel que tuvieron a través
de esta figuración conmovedora.

¿Sófocles hubiese escrito solamente dos de sus inmortales tragedias, si la


esfinge reprodujese únicamente la cabeza de Kefren?

El aspecto de este monstruo con el rostro dolorido, la mirada sin párpados


pérdida por encima del horizonte con una fijación aturdida en alguna cosa
estremecedora.

La expresión es, sin duda, buscada, porque sabemos de algunas precisiones


etnológicas, el arte representativo egipcio se ha mostrado capaz desde el
predinástico.

En definitiva, lo que domina en esta efigie,es la impresión de un poder del


Hombre paralizado en el Animal, horrorizado, pero domado, resignado,
aniquilado...

Los Servidores de Horus, beneficiarios y dispensadores de la más estable,


de la mejor organizada de las dominaciones, han deseado, en su concepción
de la Persona Humana, encarcelar para siempre la Animalidad...

VI. Lección de los hierofantes

Las enseñanzas herméticas tendían a desarrollar a propósito, prudente pero


intensamente, al hombre nacido libre frente a su responsabilidad. El primer
instructor, el mayor de los servidores de Horus, cuyo nombre nos ha
llegado, se llamaba Trismegisto por los griegos, Toth por los egipcios. Hubo
un segundo Toth, sucesor del primero, o Toth Hermes, cuyas lecciones
fueron recogidas después de generaciones de tradición oral en un Corpus

90
Hermeticum bastante alterado por los copistas alejandrinos y sus sucesivos
intérpretes.

Han permanecido, sin embargo, muy bellas sobre una base de las
irrefutables enseñanzas egipcias,111 desde la era del predinástico, las
paletas que han representado la silueta de la esfinge, ello bastaría para
indicar el lejano origen que debemos atribuirle112. ¿Quizás hay salido el
símbolo del primer país? En cualquier caso, fue introducido por los primeros
Instructores, los Shemsu Hor, que rodearon este inicio y este significado del
misterio más implacable, y seguramente no lo hubiesen hecho de no ser por
un motivo igualmente implacable.

Frente a esta fatalidad, un culto fue instituido, fue sobre todo funerario:
Hor-em-Akhet fue principalmente el dios de los muertos. El-pecado-del-
primer-hombre tuvo por consecuencia la necesidad de la muerte; en efecto,
estaba indicado que la efigie simbólica tomase, en el panteón de las
divinidades egipcias que llevan hasta la Luz-suprema, el rango del dios de
las tinieblas y de la muerte.

Es también Hor-Akhty o el Residente del horizonte, de aquel que fue testigo


del mortal combate entre Osiris y Seth, incansablemente evocado en todos
los textos y refiriéndose siempre a las mismas causas.

La esfinge fue, además el ejemplo más trágico que representaba un hecho,


una advertencia, la expresión de una eventualidad mayor que la naturaleza.
Es por ello que el motivo que la hizo erigirse en medio de las tumbas,
frente a las grandes pirámides; este motivo no ha sido entregado a la
tendencia mórbida o depravada de las masas.

Nada en el pasado autoriza o incluso sugiere, bajo pretexto de


simplificación, de las explicaciones que no son más que simplistas y
adaptadas al gusto del día… El gran egiptólogo Sethe afirma que el hecho
de representar a los egipcios en leones fue una innovación de los últimos
faraones que lo extendieron entonces a toda la historia egipcia.113 La
impresión que se desprende de esta anormal presencia, y que se pierde en
la noche de los orígenes, es la gravedad e incluso el terror que la han
rodeado.

Desde el Imperio Antiguo, la esfinge estaba enterrada bajo las arenas,


cubierta hasta el cráneo en el foso en el que se encuentra; permaneció
desconocida durante numerosas generaciones y ello, evidentemente,
siguiendo la voluntad de los Jefes, que no podían ignorar este monumento
ni su significado.

111
Existen varios documentos sobre la cuestión, entre otros: Texto establecido por
A.-D. Nock, traducido por A.-J. Festugieres, París, 1945 L. Ménard, Hermes
Trismegisto, en el estudio sobre el Origen de los libros herméticos, París, 1910, p.
VI.
112
Algunas de estas paletas están en el British Museum. J. Morgan describió una en
Recherches sur l’origine de l’Egypte, vol II.
113
Sethe, Urgeschichte und alteste Religion der Egypter. P-191.

91
Las primeras excavaciones profundas solo se fechan en Tutmosis IV. Este
faraón hizo desenterrar la estatua y entonces se constató que sus miembros
inferiores habían sido restaurados desde las primeras dinastías.

¿Qué antigüedad le concede esto?

Ello también demuestra que los maestros de los inicios no subestimaban ni


el valor de esta personificación ni la necesidad esencial de su enseñanza. Ya
que es para que sirvan de enseñanza por lo que se erigen las estatuas a
ciertos personajes, ¿No deberíamos buscar comprender? Ya que sólo por su
dimensión es obra única, más amplia que cualquier bloque esculpido en la
piedra y transportado, ha sido única en su estilo, moldeada en la corteza
terrestre. ¿No debía estar incrustada en el suelo la réplica del que,
desobedeciendo a las leyes de la Creación, había desequilibrado y luego
puesto en riesgo el motivo de ser de esta creación? Que por el abandono de
su peculiaridad se había precipitado, como sus partisanos, en la decadencia,
arrastrando con ellos toda la descendencia humana… es lo que recuerdan
cada día todas las religiones.

VII. Concepción egipcia del llamado hombre neandertal

Queda por demostrar que tal interpretación no se ha revelado al mundo


más que largo tiempo después de la talla de la forma monstruosa de la fosa
de Giza; se acreditó lentamente, después de las sugestiones repetidas de
los filósofos, poetas, artistas, discípulos, frente a la imposibilidad
persistente de formular los motivos de tal realización.

Los servidores de Horus habían conseguido preservar su pueblo del contagio


de lo que hoy llamaríamos neandertalismo. La vida sana, laboriosa y
fecunda del Valle Solar, la admiración de los egipcios puros por sus
ancestros, el carácter de misericordia y de amor de su gran Dios, Osiris (o
Amon, o Ra), la certeza para cada uno de acceder a la beatitud celeste,
certeza que suprimía todas las angustias de la muerte, todo este conjunto
que aparece como una prefiguración de las promesas del cristianismo, había
excluido de la vida nacional nilótica hasta la sombra del posible alcance a la
delicadeza de su ideal.

Podemos lamentar que las nuevas generaciones se satisfacen casi siempre


de las explicaciones más sencillas, y estén más convencidos de su veracidad
cuánto más vulgares sean.

¿Sería ello la causa de la nivelación por lo bajo que no deja de progresar


por causa del entusiasmo popular hacia los actos destructores de las
revoluciones? ¿Se trata simplemente de la adopción del punto de vista
científico oficial que precisa, (a propósito de temas filosóficos que traten de

92
religión egipcia por Maspero, Moret, Gerbaud, Virey), que tales
explicaciones de este orden están hoy abandonadas?114

No comprendemos, sin embargo, como se podría estudiar y traducir la vida


y la civilización del antiguo Egipto bajo el único ángulo del materialismo.
Sería bueno que los sabios modernos no sean todos negadores.

La esfinge de Giza es, pues, una obra única por su concepto, su forma, su
técnica; obra única en el mundo ya que único es su significado.115 Cargada
de los pensamientos de los que dirigieron su realización, expresa bien lo
que sus radiaciones emitieron a su alrededor en toda la antigüedad: la
angustia, el espanto, la fatalidad, la decadencia, la sumisión inevitable a las
consecuencias de los actos. Más que un rey, ella fue para los sabios
egipcios, la evocación de un avatar terrible de los inicios de nuestra
humanidad.

En su edad de oro y de su instalación en el valle del Nilo, recortaron en una


colina rocosa, la esfinge: un cuerpo de bestia bajo una cabeza humana.

El Homo neandertal de los eyzies es aún más bestia con su cabeza que con
sus miembros. Pero no es un simiens, y en lugar de inspirarse el hombre de
la Chapelle-aux-Saints, se ha falsificado sus miembros: no va hacia el
humano sino que cae de él; ha perdido su rostro. Mientras que éste se nos
ofrece como un ancestro, la esfinge de Giza siempre representó en el
pensamiento de las sucesivas generaciones, una evocación infernal.

El deterioro sería más terrible acerca de la esfinge, cuya caja craneal


parecería normal si se hubiera quedado en los seres híbridos que
representa, una cierta consciencia de su humanidad. Esto en contra de los
esqueletos fósiles o no, que se descubren por el mundo, lejanos unos de
otros, providencialmente carentes de cerebros.

Para identificar estos sujetos, unos se han basado sobre osamentas de


mestizos, sobre analogías encefálicas, en la existencia de una industria de
la piedra extraordinariamente desgastada, tosca de estos Homo
neandertales. Su técnica está aún a falta de recursos que son propias a las
organizaciones y las construcciones de las termitas, de las abejas, de los
castores.

Frente a algún resto humano alterado, o según algunas tradiciones orales,


la representación de esta anomalía ha inmovilizado, en la roca de Menfis, la
grupa animal bajo el busto del hombre desesperado.

En todos los tiempos, los grandes egipcios prohibieron a sus sujetos, bajo
pena de muerte, comprender más allá del valor nefasto y lo que se debía
evitar bajo condena de miseria sobrehumana.

114
Et. Drioton y Vandier, op. Cit. p-127, en las notas bibliográficas.
115
¿Qué pensará nuestra posteridad dentro de cinco o seis mil años frente a la
reconstitución fantástica del Hombre de Neandertal? Eregido como soberano en la
plataforma del museo de Eyzies, dominando el valle de Vézère, ahí mismo donde
fue descubierto el gran abuelo de cromañón, y en una capa geológica idéntica.

93
La fatalidad, en caso de transgresión a la ley del equilibrio de las especies,
fue representada por Hor-em-Akhet, del horizonte de Horus, desde donde
vino Horus vengador de Osiris y del país perdido.

94
TERCERA PARTE

Segundo Capítulo

LA MÁS EXTENSA Y OCCIDENTAL DE LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS.

I. Comparación de la población nilótica.


II. Los coptos.
III. Los conquistadores árabes.
IV. Estado de la conquista árabe.
V. Técnica faraónica.

95
I. Estado comparado de la población nilótica

El desarrollo material y técnico es actualmente sorprendente, de modo que


el interés inspirado por los especuladores del espíritu se ve infinitamente
reducido. Ya no son más que soñadores los que aún se preocupan por las
cuestiones abstractas, porque esta especialidad está fuera de la lucha por la
vida y no beneficia en nada a sus autores.

Quizás dentro de algunos milenios, y si la raza Homo aún perdura, se


llegará a una nueva especie de la rama neandertal, definitivamente liberada
de la caja craneal, que sustituirá al Homo sapiens de Europa o de California.

Mientras tanto, volvamos al pasado y veamos como fue aniquilada en sus


hogares, la más grande, la más bella, la más sabia raza del mundo antiguo.

Este país fértil, cuya puesta en valor es cómoda y cuyos habitantes deben
en parte su facilidad a la dulzura del clima, este valle del Nilo conoció en
todos los tiempos las invasiones. Dominadas con más o menos eficacia, los
faraones pudieron conservar la autonomía de su territorio durante
numerosos milenios: su reinados trajeron y mantuvieron la tranquilidad, la
abundancia, el desarrollo de un pueblo laborioso e inteligente. Para su
seguridad, frente al serio peligro, juntos rechazaban a los invasores más
allá de las fronteras del Sinaí. No había nada inestable, odioso o confuso en
el corazón de los antiguos egipcios.

Las avanzadas de Sesostris en Asia Menor y hasta Cólquida fueron


consagradas por estelas que transmitieron los periplos.

Una imaginería importante grabada o pintada, definió con fidelidad las razas
de los diferentes antagonistas, sus costumbres regionales, la naturaleza de
sus armas, su tipo étnico. Todo ello, con más exactitud que cualquier
trascripción de historiador, sobre todo en aquellos tiempos.

No se trata de una interpretación sino de hechos.

La invasión más nefasta, unos 5 a 6.000 años después de las que marcaron
el final del magnífico primer país, fue del mismo tipo que la de los beduinos
de Palestina, entre la XV y la XVII dinastía. Se infiltró, por así decirlo, a
espaldas del poder demasiado confiado que, por supuesto, se había
relajado.

Los pastores semitas tardaron mucho en ponerse a nivel para llegar a los
puestos de mando. Pero la ambición, la astucia, la lucha enmascarada e
inflexible, en una palabra la perseverancia que desarrollaron para la toma
del poder y de sus riquezas, probarían que ya se trataba de elementos
semitas hebraicos, porque los hijos de Ismael eran menos diestros en el
cometido, menos sutiles, menos aptos también para asimilar los
conocimientos y las costumbres exteriores de los pueblos de diferentes
civilizaciones.

96
Se nombró a estos invasores los hicsos debido a un impropio eufemismo,
esta palabra se traduce generalmente por reyes pastores. Pero De Rougé
estableció el significado lingüístico exacto en su Memoria sobre el origen
egipcio del alfabeto fenicio. El autor analiza de esta forma, esta
denominación:

“El único monumento en el que la guerra contra los Pastores es recordada


(la inscripción de la tumba de Ahmés) los nombra Mena, palabra que
Champollion relaciona con certeza al copto pascere. En cuanto a su
nacionalidad, la palabra sos nos ofrece también una información preciosa,
es imposible no compararla a la étnica sasu que designa a los beduinos
repartidos por Siria y, sobre todo, en toda la frontera oriental de los
dominios egipcios.

La palabra copta pastor, viene probablemente de la antigua raíz sas que


significa cruzar, recorrer; sos habría sido nómada. Conocemos esos “sos”:
son los beduinos, semitas de todas las épocas. El papiro Anastasi distingue
entre ellos, bajo la XIX dinastía, los Sasu de Edom vecinos de Egipto.

“Esta palabra Sasu es pues una apelación general y si ha sido relacionada


por los egipcios con su palabra pastor, creo sin embargo, que tiene un
origen semita. No sería otra cosa, a mi parecer, más que hebreo voleur
derivada de prædatus est, término del que se sirve el libro de Josué para
designar a los mismos beduinos.116

Si fuese necesario, tendríamos ahí una indicación concluyente de estos


“enemigos heredados” del valle del Nilo. Después de varias generaciones de
verdaderas rapiñas en el Bajo Egipto, que acabaron por ocupar y gobernar,
los hicsos fueron al fin cazados por una lenta y paciente recuperación
obtenida gracias al sacerdocio tebano, que se mantuvo inviolado; entonces
vino el ascenso al poder de la XVIII dinastía, que marca la aurora de la más
resplandeciente época de Egipto como un renacimiento.

Extremadamente bella, amplia, rica, esta región padecería más adelante,


hasta ser devorada, los asaltos de sus vecinos hambrientos del este. En
efecto, es casi siempre desde Asia Menor, incluyendo Persia, de donde
llegaban los conquistadores ávidos de su fecundidad, envidiosos de su
capacidad cayeron sobre el país hasta el punto de aniquilarlo
definitivamente.

II. Los coptos

Veremos en estos hechos de infiltración, después de invasiones repetidas,


hasta la ocupación, prueba suplementaria de que el origen egipcio es
absolutamente extranjero a todos los pueblos que le sobrevivieron;

116
Em. De Rougé. Mémoire sur l’origine égipcienne de l’Alphabet phénicien, Imp-
Nat., París, 1874, pág. 105-106.

97
consiguieron conquistarlo a fuerza de invadirlo, y, expulsados, volvieron a
hacerse humildes, incapaces de provocar ellos mismos un impulso
civilizador más allá, dentro de sus propias fronteras.

Los romanos también tenían mucho por aprender, tanto desde el punto de
vista científico, artístico y religioso como en el punto de vista moral, ellos lo
sabían y no intentaban aplastar, ya que, como en tiempo de la dominación
macedonia, los romanos, como los alumnos que fluían en los colegios
saitas, fueron ante todo aspirantes a los múltiples conocimientos que la
fama atribuía a los egipcios.

Desde el primer siglo del cristianismo el valle se había entregado a una


nueva doctrina: hoy, sus adeptos siguen siendo viejos autóctonos, más o
menos degradados, los coptos, ortodoxos o católicos. La doctrina cristiana
ya había aparecido a los ojos de todos teniendo estremecedoras analogías
con los dogmas monoteístas de Osiris, ya que Osiris, como Cristo, se había
sacrificado únicamente por el bien de todos.

Osiris, desmembrado a trozos por Seth, sus miembros esparcidos en el


mundo se convirtieron en representaciones populares cuyo sentido hierático
era la idea de un sacrificio total de uno solo para la redención universal. Los
autóctonos que habían conservado el alma religiosa, admiraba abiertamente
la autenticidad profética e incluso la divinidad de Jesús: la nueva fe
descubría en ellos las raíces de las antiguas creencias, altruistas,
individualistas, occidentales.

Otras analogías llamaban la atención de los últimos poseedores del antiguo


imperio, entre otros la experiencia de Akhenatón; lo que tenía de
demasiado puro, demasiado exigente para los hombres de entonces, los
que vivieron la aurora del cristianismo lo comprendieron. El clero debilitado,
diezmado, había sido despojado de su dominio por la imposición de la
dureza de los tiempos.

La nueva religión ofrecía también su dulzura, la posibilidad para los


humildes de alcanzar el conocimiento, el consuelo, porque ponía a su
alcance las verdades antaño escondidas.

Egipto fue la primera tierra en atarse al Evangelio. También se benefició del


hecho único de haber albergado los fugitivos del reino de Herodes.
Diferentes lugares han conservado la historia, las huellas y las tradiciones
de esta larga estancia.

El principal refugio donde vivieron María y su Hijo está hoy en el viejo Cairo,
la iglesia la más antigua del mundo cristiano es el santuario de Abou-Sarga,
construido más tarde encima de la cripta (no nos atrevemos a escribir del
panteón) donde se refugiaron, dejada tal cual estaba hace 2.000 años.

Sobre el suelo de tierra batida está depositado como un zócalo de piedra,


ligeramente ahuecado en su centro, éste hubiera servido de cuna al niño,
amenazado por el edicto de Herodes y se puede rozar con los labios el lugar
donde el niño durmió, donde María puso sus pies.

98
Este lugar está extraordinariamente inviolado, inmóvil y sin embargo vivo,
parece aún más expresivo, a pesar de su desnudez, que las cuevas
prehistóricas que las masas visitan por curiosidad, sin captar el soplo de
adoración y de creencia en una presencia mayor que la nuestra.

La edificación que está sobre el subterráneo es un santuario, modesto pero


venerado, en cuyos muros están colgados inestimables restos de los
primeros siglos: pinturas, retratos de apóstoles, encajes naïf, esculturas de
madera, pergaminos preciosos.

En este barrio del viejo Cairo existen varios edificios arcaicos mantenidos
con una fe tan conmovedora como ejemplar. Esta piedad no siempre se
ejercitó en la paz y la libertad… las infiltraciones árabes que se sucedieron
ahí a lo largo de los siglos, conocieron un empuje febril con la aparición del
profeta Mahoma.

III. Los conquistadores árabes

La agitación religiosa apoderándose de los individuos, incluso los más


indolentes, hizo de los árabes, de naturaleza belicosa, unos conquistadores
fanáticos; los invasores, cegados por el proselitismo, llegaban armados de
una fe absoluta y de una espada corta despiadada. Rompiendo a través del
valle franquearon las millas, las cataratas, convirtiendo con cuchillo lo que
sobrevivía a su paso sin detenerse frente a los obstáculos, después de
haber convertido las poblaciones de los desiertos del norte y de la jungla de
Sudán.

Por otra parte, Sido Okba, uno de los jefes célebres de África del norte, y
sus escasas tropas devastaron Numidia, el Tell y las altas mesetas del Atlas.
Añadiendo a la acción de las armas, la llamada práctica de tierra quemada.
De esta manera convirtieron a los bereberes, los de Mauritania. No
pudiendo ir más allá de las costas oceánicas del Maghreb, Sido Okba dirigió
su caballo algunas zancadas en las aguas para “delimitar el fin de la tierra,
de su entera posesión por los Árabes y la sumisión de todos al verdadero
Dios”.

No evocaremos, ni en pocas palabras, ni la estancia de los árabes en este


Imperio, que se desvaneció entre sus peleas intestinales, sangrientas,
despiadadas; desde de 1.415, ni las reacciones de los portugueses, ni las de
los españoles hasta la conquista turca de África del norte, ni siquiera la de
los franceses.

Ya que fue a los turcos a los que Francia conquistó África del norte y no a lo
árabes, hacía tiempo que estos conquistadores estuvieron vencidos,
subyugados y sometidos a los Otomanos.

La presencia de Francia puso fin a la piratería en sus costas, al secuestro de


la población cristiana, saqueada en las orillas europeas del Mediterráneo

99
para ser reducidas a la esclavitud. Los árabes, desde hacía ya más de 400
años, estaban reducidos a la nada.

Pero la presencia francesa, aunque no le guste a la propaganda actual del


Cairo y de otros lugares, siempre ha hecho el bien bien. Cuando los turcos
regresaron a sus hogares, los árabes, de cualquier origen que fuesen
contaban entonces con unos dos millones máximo; miserables, patéticos,
analfabetos e inconscientes, son hoy, únicamente en Argelia, más de ocho
millones.

No debo recordar aquí la magnífica obra realizada en este país por Francia;
ninguna otra obra colonial fue tan humana y no puede serle comparada.
Todos los autores, incluso musulmanes, que abundantemente escribieron la
Historia de esta conquista del colonialismo mahometano (que nunca fue de
la colonización) lo expusieron con una elocuente unidad: la documentación
local sólo puede realzar la excepcional obra civilizadora de la colonización
francesa.117

IV. Estado de la conquista árabe

En Egipto, el número ya muy reducido de los autóctonos sobrevivientes de


los antiguos egipcios, sin duda ya muy mezclados, disminuyó hasta el punto
de borrarse en los descendientes el tipo étnico y el recuerdo.

Los que no sabemos es por qué milagro consiguieron conservar su fe


cristiana a lo largo de mil trescientos y pocos años más de islamización
desmesurada, son considerados como parias, despreciados
manifiestamente, mantenidos lo más apartados de los altos cargos. Los
árabes acabaron diciéndose y quizás creyéndose egipcios.

Sin embargo, nada autoriza a los hijos de Ismael, simples conquistadores y


más destructores que edificadores, hacer alarde de tal nacionalidad.
Podemos darnos cuenta con sólo observar el nivel de los jefes que han
sustituido a los maestros franceses, incluso ingleses, de la arqueología. La
República egipcia es aún joven, puede que antes de declinar, unos hombres
de valor puedan devolverle el orden, el conocimiento, las virtudes
civilizadoras que habían abordado bajo las ocupaciones occidentales.

Deseamos que a pesar de los errores de su propaganda, se apague su


xenofobia y su rencor, impulsos excusables después de 70 años de
aprendizaje de civilización bajo la paleta británica. También deseamos que
la población consiga el desarrollo moral, científico, administrativo, social,
liberal, en una palabra: el nivel que es el objetivo de los pueblos modernos.

Los últimos conquistadores sustituyeron a los grandes civilizadores


lentamente, pero de forma cómoda ya que el país estaba debilitado a fuerza

117
Fiel reflejo del pensamiento de la época. N. del T.

100
de invasiones; los más puros poseedores de la raza, muy disminuidos
después de la XXV dinastía sobrevivieron a tantas invasiones y mestizajes.

La Historia, el drama del Primer País, “la inmensa isla de Occidente”, se ha


repetido aquí idénticamente, más o menos, con los descendientes de los
mismos antagonistas. Lo que además explica las similitudes semíticas de las
dos lenguas, desde sus orígenes.118

Los egipcios, fueron buenos colonizadores, portadores de grandes beneficios


que pudieron ofrecer a los vivos y a los muertos. Por su sagacidad, su
ciencia, su elevación espiritual, su generosidad, la dulzura legendaria de su
pueblo laborioso y fiable, la civilización egipcia domina el mundo antiguo
entero. Esta grandeza está escrita en su historia, sobrevive a su pasado con
las obras que el tiempo y los conquistadores han respetado. Esto está
confirmado en todo tiempo, a lo largo de miles de años. La técnica general
se ha revelado como perfecta en los procedimientos de Imhotep; los
recursos de este hombre genial cuando se trata de que la naturaleza sirva
al bien estar de la colectividad, son tan sutiles como grandiosos, ingeniosos,
complejos. Las siguientes generaciones que disfrutaron de esta ciencia
poniendo en valor la construcción, divinizaron al maravilloso arquitecto.119

Más de 2.000 años después de la extinción de la civilización egipcia, aún


maravilla a través de sus ruinas monumentales, incomparables. Pero
todavía hay más.

V. Técnica faraónica

Si deseamos examinar todo lo que sigue siendo enigmático en las obras


egipcias que han llegado hasta nosotros, deberíamos escribir unos cuantos
volúmenes. ¿Y cómo no nombrar en el activo de esta civilización la maestría
de los artesanos nilóticos?

Todos los egiptólogos, incluido J. Morgan, le reconocieron tal superioridad,


demostrando no sólo el alto grado de evolución de los artistas, sino, aún
más, la competencia de los dirigentes y de las instituciones. La perfecta
capacidad artesanal no aclara acerca de las directrices seguidas, y menos
aún sobre las leyes: leyes de ejecución sin duda, pero ante todo leyes
inspiradoras y guías.

118
Es a Moisés, que asesinó uno de sus numerosos benefactores egipcios, al que
debemos, sin embargo, la conservación del antiguo lenguaje nilótico en el que fue
el criado e instruido. Es en esa lengua perdida (ya que los jeroglíficos no nos
permiten restituir los sonidos) que este legislador de los hebreos escribió, habló y
transmitió su mensaje para la posteridad, más aún que para el pueblo judío que no
lo comprendía. (Cf. Fabre d’Olivet. Disertación en la Langue hébraique restituée,
XXVII, t.I.)
119
Et. Drioton y Vandier, op. Cit. pág. 168-169.

101
Otro fenómeno intriga al buscador, el de la técnica de los grabados:
inscripciones jeroglíficas grabadas sobre interminables paredes de templos y
de tumbas, o sobre edificios especiales como los que albergaban los “Textos
de las pirámides”. También está esta famosa “Piedra de Palermo” que
contiene las listas cronológicas de las dinastías divinas del Bajo y Alto
Egipto.

Millones des signos incrustados en pórfído,120 basalto, jaspe, diorita,


esteatita121 coloreada, cornalina, turquesa, cuarzo, granito, obsidiana y la
más rara y más dura de todas, la giobertita,122 son igualmente obras de arte
en miniatura. Su ejecución es un problema. No existe broca alguna conocida
actualmente que haya podido alcanzar esta perfección, exceptuando a
algunos famosos escultores. Aquí estas obras existen en hermosa profusión
que parecen deberse a innumerables artistas a lo largo de un tiempo no
menos extraordinario.

Por otra parte ¿qué instrumentos poseían entre sus manos expertas? ¿De
qué material estaban hechas estas herramientas? Nada ha sido hallado, y
sin embargo el museo Mariette, en el Cairo, alberga miles de objetos
llegados de yacimientos diferentes, sin nombrar los demás museos del
mundo entero. Enumeraremos algunas series de estas maravillas locales, y
nos forzamos a ello con el propósito de dar una evocación real de la
extensión y de las extraordinarias reliquias legadas por este pueblo de
impresionante origen.

Entre los objetos los más expresivos, nombremos las ostracas y sobre todo
la placa del rey Escorpión, con su paleta votiva encontrada en
Hierakómpolis: se trata de todo un capítulo de historia pre-tinita.

La vajilla en alabastro abunda en Abydos y en los tinitas; miríadas de


escarabajos de todos los tamaños, en tierra esmaltada o en piedras
preciosas; las estatuas chaouabti (los que responden), figuritas funerarias,
completando indecibles miles de tesoros, incluso entre los de Tout-Ankh-
Amon y los de Psousenes.123

Son más de 8.000 años de creación artística. En los primeros tiempos se


usaban sarcófagos de madera, evidentemente conseguida en una región
silvestre y rica en coníferas. Luego, siempre de dimensiones colosales,
fueron cofres en plata cincelada para contener las momias envueltas en
lino; metales preciosos acompañados de una profusión de objetos raros,
mobiliario en oro, o contrachapado en oro, y para terminar el sarcófago de
granito, pórfido, basalto...

120
El pórfido es un tipo de roca ígnea. Su nombre se deriva del latín y el griego
antiguo πορφύρα, que significan 'púrpura', debido a su color. El pórfido ha sido
utilizado en la construcción desde la antigüedad por su dureza y aspecto
decorativo. Wikipedia. N del T.
121
La esteatita es una roca muy suave, compuesta principalmente de talco. N del T.
122
f. MINERAL. Carbonato de magnesio, llamado también magnesita. N del T.
123
P. Montet, Khémi, I,II,III,IV,V,VI, 1926. Id. Fouilles à Tanis. ET: Nouvelles
fouilles à Tanis, París. 1936.
También se llaman oushebti las pequeñas efigies magnéticas protectores de las
tumbas.

102
Aparte del sílex paleolítico, ninguna herramienta de dicha época dinástica
puede explicar tales obras de arte, ni siquiera entre los que se encuentran
datados en los inicios del reinado de Menes, llamado el primer rey humano.

Pero ¿fue realmente el primero, o el sucesor del rey Aha, o bien Narmer? o
incluso él mismo bajo esos tres nombres; por extensión podría ser que su
reinado fuera asimilado a unos períodos de desarrollo técnico. Esos nombres
también hubieran podido ser el calificativo de un pabellón real; o de forma
más precisa, el kiosko donde se desarrollaban las ceremonias de la
festividad del Sed.124

Hablando de esta precisiones, diremos que la mayoría de los egiptólogos no


dudan en absoluto en imponer una fecha a estos inicios, que vemos
perfectamente no lo son. Pero si se añaden algunas creencias a las
sugestiones de los que fueron los sabios del pasado, competentes en el
idioma, del mismo origen de los que se trata, veríamos con menos temor
los milenios. Sabiendo que el gran antepasado cromañón contaba entre sus
ancestros, se trata, para la historia, de rellenar el vacío cronológico que hay
desde hace cerca de 40.000 años, y las civilizaciones que siguieron. Por la
observación de las obras egipcias, sentimos que tanto arte y conocimiento
aplicado no puede ser más que el resultado de una prodigiosa duración.

Es al principio del neolítico africano cuando conviene fechar la llegada o,


mejor, la instalación definitiva de la civilización, la del primer cultivo, y la de
los pueblos situados en las orillas de un valle cuya parte fértil estaba más
abajo y era más estrecha que actualmente, pensemos que después hubo al
menos doce milenios de depósitos de limo, con pueblos que hoy no existen
tragados por la espesa capa de aluviones que siglo tras siglo no dejan de
aumentar y ampliarse.125

En cuanto al hueco por rellenar, es y sigue estando en el Atlántico. Del


horizonte occidental llegó, ya evolucionada, la llamada civilización egipcia;
este origen, y el tiempo sin límite del que había dispuesto, por sí pueden
explicar el grado de perfección y de conocimientos aplicados, contenidos en
las obras y las enseñanzas del tiempo y de los servidores de Horus,
implantados directamente con ellos desde el inicio, sin transición,126 en las
orillas del Nilo.

A falta de ello, sólo quedaba la creencia ciega en los milagros, ya que no se


podía comprender el secreto de tanta grandeza. En cuanto a los procesos de
construcción, la mayor parte se nos escapa. La explicación a través de
planos inclinados, relleno de tierra, rodillos de troncos de árboles, resultan
en la mayoría de los casos insostenible: difíciles son igualmente los ajustes
(por el propio equilibrio) de los bloques ciclópeos en los muros, pórticos,
pirámides...

124
Et. Drioton, op. cit. pág. 162-163.
125
Et. Drioton, op. cit. pág. 25. Brunton, The beginnings of Egyptian civil.
Antiquity, vol.III. pág. 458-467. 1929.
126
Morgan, Préhistoire Orientale, vol II, chap. VI, pág. 248.

103
En fin, un problema entre mucho más: ¿Cómo se realizaron los grabados
geométricos en las rocas las más duras, sin dejar huella de pulido ni de
instrumento cortante, y sin la sombra de una duda?

Y esto es, sin embargo, lo que todos los edificios nos ofrecen. Las obras
más diversas presentan unos ángulos rectos de "vuelta de pared" formados
por un único bloque tallado en diferentes lugares, como por azar, de dicha
pared,127 a menudo en cualquier lugar, unas finas colas de golondrina,
múltiples o aisladas, afectan las posiciones que no las necesitan, y algunas
son repetidas en cualquier longitud.

Un motivo perdido, o que se nos escapa, concibió y dirigió la suntuosa


construcción de los edificios con propósito real o religioso, estatuas,
mobiliario de alabastro, sarcófagos de granito o de basalto, lisos como
espejos, luego cubiertos de jeroglíficos parecidos a miniaturas; sin olvidar
las aristas de los muros tan afiladas y preparadas como filos de espada, y
de la forma redondeada de los colosos, como la cáscara del huevo.

Un obelisco inacabado yace en Assuán, en el corazón de una colina de


granito está tallado en tres de sus caras y por la cuarta sujeto al cuerpo
mismo de la montaña. Ninguna huella de martillos, ni de pulido, ningún
error en la desviación de toda la longitud del gigante monolito. Podemos
interrogarnos sobre los procesos que se deben haber utilizado en el
momento de extraerlo de la base rocosa...

Los colosos, los más magníficamente pulidos, no muestran ningún artificio


de manipulación... ¡son una talla de apariencia mecánica!

Los bloques ciclópeos de los altos muros de Karnak, por ejemplo, más
fácilmente verificable, el obelisco de Hatsepsout, muestran en el filo de sus
aristas a primera vista, medio centímetro de anchura mateado, siendo el
resto de la superficie brillante de tal elegancia, regularidad y diferenciación
de matiz sobre el mismo material que sigue siendo un enigma.

Los constructores egipcios no habiendo dispuesto, en apariencia, de ningún


medio a motor, nos incitan a pensar que, quizás, y para fines constructivos,
utilizasen algún tipo de energía nuclear.

Algunos calificativos del Gran Sacerdote de Keops, ¿no indicarían que


algunos de los constructores tenían consciencia de las radiaciones extremas
del espectro solar, más allá de las vibraciones infra, ultra, y que sabían
captarlas?

Este conocimiento nos permitiría abordar mejor el terreno de la


espiritualidad. O bien esta fuerza (junto a otras múltiples posibilidades)
hubiera sido puesta al servicio de los edificios religiosos, reales, de los
monumentos conmemorativos.

127
En el templo de Karnak y el de Kom-Ombo, entre otros, atestiguan la perfección
arquitectónica y del valor filosófico de la Piedra Angular.

104
El uso de ciertos poderes de la naturaleza, y de alcance hoy desconocidos,
ya fue atribuía a los druidas celtas, a los constructores de los dólmenes,
sobre todo en África del norte son de talla colosal erigidos en pendientes de
45º desde hace más de 3.000 años.128

En cuanto a la erudición de los antiguo egipcios, podemos observar unos


dispositivos característicos de ciertas palabras, de sus determinativos, que
son testimonios no solo de la precisión de la ciencia de los maestros de
Kheme, sino también de su experimentación con fines transcendentes; lo
que requiere un contacto del intelecto humano con un rayo cósmico yendo
hasta una confluencia con la naturaleza esencial del espíritu.

128
Época del capsien o neolítico africano. Cf. también Weissen, L'âme archaïque de
l'Afrique du Nord. Nouvelles Editions latines.

105
TERCERA PARTE

Tercer Capítulo

HACIA EL ALTO EGIPTO

I. Introducción al mensaje de las efigies.


II. Desarrollos particulares de ciertos elementos civilizadores.
III. Valor artístico del oro.
IV. El arte y las costumbres importados.
V. Orígenes badarienses.
VI. Obras de los servidores de Horus.
VII. Parada de Badari.

106
I. Introducción al mensaje de las efigies

Los célebres templos del valle ya no necesitan ser descritos, y sería bueno
que fuesen mejor interpretados para el gran público. Este público de
turistas, simpático por el mero interés que demuestran en estas
inaccesibles bellezas, en general debe contentarse con una mediocre
documentación de los guías locales. Muchos visitantes han leído libros
antes de aventurarse en el Alto Egipto, otros hacen el recorrido
desgraciadamente con demasiada prisa, a pesar de llevar en la mano un
ejemplar del "Guide-bleu" que sólo sirve para dispersar la atención visual.

Habría que leer durante un año antes de realizar el viaje, algunos


volúmenes sobre los orígenes y el desarrollo de la grandeza egipcia si se
desea percibir al menos algunas briznas de la inspiración que creó lo que
sigue siendo su entidad. El motivo de ser, las supervivencias cristalizadas
ante nuestros ojos siguen impenetrables a los que no han podido, al
menos, atravesar de un vistazo estas distancias abusivas de tiempo; un
tiempo, sin embargo, sin dimensión ni duración frente a la presencia
continua del pensamiento.

Entonces deberíamos aplicar todo el placer del que se dispone para mirar,
únicamente con todas las fuerzas, con toda la voluntad de comprender;
ya que se trata de traducir, frente a las pendientes murales decoradas de
inscripciones y de imágenes, el significado de los emblemas, de los gestos
sagrados, de las actitudes convencionales, de los intereses extrañamente
agenciados en contradicciones y en perspectivas tan armoniosas como
inesperadas.

Quizás incluso los más sabios de los libros oficiales no explicarían


suficientemente un pasado del que, además, descifran perfectamente las
escrituras, pero no sacan sin embargo más que el significado literal, que es
el que está menos cargado de sentido.

El punto capital sería conseguir dilucidar al menos el segundo sentido, el


que transmitieron los evangelios con sus parábolas, traducir la elocuencia
de tantos gestos de las manos de los que muchos no dejan de invocar los
de los magnetizadores, o bien los que bendicen, de los que rezan: las
manos juntas, como las del cristiano, manos ofrecientes como las de los
musulmanes, vemos al fin manos extendidas como las de Jesús que
curaban.

Descifrar estas causas, estos objetivos, nos parece indispensable, porque


hay infinitos significados en estas actitudes aunque todas nos parezcan casi
semejantes y que, regularmente se traducen por la misma frase fácil: "Dios
protege al faraón, el Dios guía la barca solar hacia los campos de Iarou", y
otras interpretaciones simplistas que no exigen ser comentadas.

Además, estas obras exponen unas intenciones que no podrían ser


exclusivamente artísticas. Todo el genio de los milenios faraónicos se ha

107
llevado hacia la esencia de las fuerzas constituyentes y equilibradoras del
universo, accesible únicamente a los capacitados que constituían
esencialmente el espíritu humano.

Esto ha llevado naturalmente a este genio a la noción de indestructividad de


la energía, que se tradujo, para la enseñanza popular, por la momificación
de los cuerpos, en la convicción de la supervivencia de los individuos. Es lo
que el Credo del cristiano traduce por su fe "en la resurrección de la carne
en la vida eterna".

Es una prefiguración muy pura además para los Iniciados de la inmortalidad


del alma y de los seres formados en la luz cuya fuente es invisible, para
nosotros, es el sol. Pero el sol, Ra, no es Dios en él mismo, al contrario de
lo que han escrito varios egiptólogos. El sol no es más que la suprema
pantalla "situada entre los hombres y la divinidad, a fin de que su visión no
pulverice ni venza a la Criatura".129 Nos parece que nada pude situar más
cerca la posibilidad material de acercarse a la desconocida substancia
divina.

Todo el estatuario y toda la imaginería egipcia dan prueba de este concepto,


el más elevado que haya sido expresado antes del cristianismo; parece ser
una introducción brillante, aunque aún restringido.

El Panteón egipcio, que los griegos y después los exégetas cristianos


tradujeron por una población de divinidades, no corresponde sin embargo
más que al séquito de los semidioses, héroes y santos que estos mismos
exégetas rodearon de idea divina. Ello testimonia quizás la lógica de los
pensadores y los sabios, después de sus constataciones siempre puestas al
día, confirmadas, que "Natura non facit saltus".130

La unión entre las manifestaciones de la materia y las del espíritu debe


evidentemente incluir una serie ininterrumpida de temas, que iban desde lo
más grosero a lo imponderable, desde el átomo (con destino efímero) hasta
el que realiza la duración infinita, hasta llegar a la Unidad.

II. Desarrollos particulares de algunos elementos


civilizadores

Poner apunto esta noción de transcendente verdad contenida en los textos


egipcios desde la aurora de nuestro viejo mundo, es una simple tarea de
historiador. Esta puesta al día ha refutado la pretensión de que los fenicios

129
Cf. Texto Pyr. 285; id. 1026, 1027, Papyrus Harris: 1, 44, 7, etc.
130
Natura non facit saltus (del latín: «la naturaleza no procede por saltos») es un
principio que expresa la idea de que la naturaleza varía de manera continua y no de
manera abrupta. El principio aparece en mecánica clásica, biología evolutiva y
economía entre otras disciplinas. Al parecer la idea ha sido aplicada en diferentes
circunstancias por numerosos científicos y pensadores desde que Aristóteles
formulara la idea de manera aproximada. N del T.

108
hubieran sido los inventores de la escritura, cuando las mismas fuentes de
su cultura surgieron de los colegas egipcios y los signos gráficos de su
disciplina.131

Al mismo tiempo, esto permite medir la importancia de esta simplificación


ingeniosa que realizaron los fenicios reduciéndola a pocos signos, y
codificándolos, partiendo de 700 a 800 representaciones jeroglíficas difíciles
de comprender, además, éstas no eran aptas para expresar las precisas
fórmulas de los intercambios comerciales; fueron reducidas, pues, a unos
veinte seis signos alfabéticos.

A lo largo de los siglos, siguiendo combinando estas letras, se consiguió


realizar un instrumento capaz de expresar igualmente ideas. Pero ya no
poseemos los recursos innumerables, los medios sutiles que la riqueza de
los jeroglíficos habían puesto a disposición de los grandes instructores.

Venidos a menos en nuestras expresiones, como en nuestros impulsos


interiores, después de dos mil años de despegue sobrehumano, apenas nos
tomamos en serio las pruebas de gran desigualdad transmitidas por los
papiros, los monumentos, los textos grabados sobre kilómetros de murallas.
Es casi sin realizar los refinamientos ni las intenciones que admiramos el
mobiliario en metal, madera preciosa, las baratijas y las obras de arte, la
decoración, los mínimos detalles así como los más imponentes.

No distinguimos el motivo directriz de esta diversidad infinita en la


interpretación de las formas ofrecidas por la naturaleza con su fauna y su
flora admirablemente estilizadas en tantas obras de arte. Estas
reproducciones son los testimonios de una inagotable meditación sobre las
leyes universales cuyos significados profundos nos son desconocidos.

Para terminar y por encima de todo, las estatuas o grabados, (que expresan
mejor los caracteres divinos que las manifestaciones humanas), nos
deslumbran en cuanto a su realizaciones, sin que podamos representarnos
la idea que simbolizaban, la amplitud de los conceptos que contienen.

¿Conseguimos captar siquiera con claridad lo que es una continuación de


milenios de tal grandeza? ¿Comprendemos la atmósfera de un país donde el
ideal de cada uno era la belleza en el equilibrio y en la armonía de las
formas y de las fuerzas? ¿El amor de la Verdad y de la Justicia, dos divinas
potencias representadas por una única efigie y un solo nombre: Maat?

Erman, que ridiculiza las costumbres de los egipcios más a menudo que las
vanagloria, escribió sin embargo ..."es ahí lo que forma un Estado civilizado,
de hecho, tan lejos como se remonta en el tiempo, los egipcios aparecen
como un pueblo viviendo en unas relaciones sociales donde reina el
orden"132... y un poco más adelante, ..."los apacibles habitantes del valle

131
E. De Rougé, op. cit. pág. 102-108.
132
H.Erman, La rel. egyp. pág. 189. Trad. Payot, París. 1937.

109
del Nilo no sienten más que desprecio por las guerras y los combates en los
que se complacen la fantasía de otros pueblos"133...

III. Valor artístico del oro

No debemos omitir y representarnos el oro más que como objeto de recurso


decorativo; la belleza inalterable de este metal no fue jamás envilecida
hasta hacer de él un instrumento de trueque sin más valor que el de su
peso. El oro durante más de cinco mil años (cronología corta, oficial...),
sirvió para forrar la madera de las camas, de los asientos; para decorar
sandalias, bien para el interior de las ruedas de los carros reales, para
cubrir la extremidad de los dedos femeninos; para realzar la ornamentación
suntuosa de los últimos sarcófagos incrustados de oro, los primeros que
recibían la momia en sí, eran a menudo de plata maciza o de oro.

Acompañando los objetos de uso cotidiano, encontramos una infinidad de


pequeños objetos de lujo, todos en oro. Entre todos los que llenan las
vitrinas del gran museo Mariette, figuran unas máscaras en oro
perpetuando los rasgos faciales de los que estaban antaño vivos. En las
mastabas también se encuentran manos enteras de oro, y a menudos
paños rígidos que llevaban los sacerdotes;134 dos estatuas de ébano de
Tout-Ankh-Amón, de tamaño natural, los llevan, ceñidos en su delantal de
oro, evocando a los guardianes de la entrada.

Añadiremos a los tesoros de este faraón, tan joven y magnífico, las


excavaciones de la misión Pierre Montet que dotaron al museo de
espléndidas maravillas, entre otras el sarcófago de Sheshonk en plata
maciza, el de Takelot primero, de Tanis, la máscara de oro, más grande que
el tamaño natural, de Amenothep; y también unos dedos y dedos de pies
en oro, y luego unos estribos, entre copas, trípodes, vasijas, cofres, paletas
(siempre en oro macizo) tan anchas como una mano grande afiladas en
todos sus bordes, y que fueron afeitadoras; y aún unos bastones, ya que
estos señores de la antigüedad en Egipto, a pesar de llevar pocas prendas,
gracias a su maravilloso clima, bastones de madera tan finos como
preciosos recubiertos de espesas capas de hojas de oro.

El ataúd en plata de rey Psousennes contenía su momia totalmente


elaborada, decorada de placas de oro macizo. No se acaba de hablar de la
suntuosidad de estos períodos llamados "atrasados" en relación al nuestro.
Sin hablar de las joyas de oro y de piedras preciosas, enormes collares,
pendientes, pectorales, cadenas, anillos, pulseras, anillos tobilleros,
cinturones, tejidos brillantes, tocados... Ningún otro pueblo del mundo

133
Estamos lejos de las pasiones sanguinarias, y otras, de los dioses fenicios, del
cruel Baal, del insaciable devorador Moloch. Estos dioses que dejaron huellas en las
tierras egipcias, fueron dioses semíticos que fueron introducidos por los Hicsos, y
adorados únicamente por ellos, que eran coléricos y vengativos de Jahveh.
134
Posiblemente la autora se refiera al faldellín. N. del T.

110
conservó, desde siglos tan lejanos, unos vestigios de arte de tal riqueza.
Seguimos asombrados, confundidos, frente a esta perfección.

Si consideramos la lentitud de nuestra propia evolución (cuyo origen se


remonta a los griegos) antes de la ayuda mecánica de este medio siglo, nos
vemos forzados a atribuir una larga duración a la evolución egipcia aunque
sólo hubiese sido manual, artesanal. De otro modo, debemos reconocer que
no disponemos de otro medio de comparación entre los pueblos en tanto
que, sin embargo, una comparación exacta de los diferentes grados de
evolución permitiría establecer estas comparaciones.

Pero al menos se debería reconocer la exactitud de lo que los antiguos


afirman y no contestar a los letrados, herederos directos de la prestigiosa
historia, de la veracidad de sus testimonios. Deseamos que el uso del
carbono 14 para fechar las reliquias más antiguas, fijara algunos de los
puntos contestados. La pena es que la ingeniosa operación no pueda captar
las ondas cerebrales que surgieron de las primeras cajas craneales de
carácter específicamente cromañoide. Y aún así, se dejará escapar los
significados prudentemente expresados en los Textos de las Pirámides, en
los papiros (llamados mágicos, porque no se comprenden); tampoco
revelará la duración de los reinadoss, su sucesión, los orígenes y los
conocimientos de los que ignoramos todo, y que debían sin embargo
conocer muy bien los autores de estos textos.

IV. El arte y las costumbres importadas

La ciencia ha desarrollado el saber del hombre y su ingeniosidad, sobre todo


en el terreno material donde le aporta la fórmula de la rueda dentada, luego
la del motor. De ahí surge una prodigiosa civilización: parece que la
humanidad, desde que existe, nunca haya alcanzado tal desarrollo.

Sin embargo, muchas civilizaciones se han sucedido desde el inicio del


cuaternario, siendo esta casi la única época de nuestras investigaciones
documentadas que han permitido oficialmente poder desarrollarnos. Todas
estas civilizaciones han seguido la misma curva geométrica: crecimiento,
desarrollo, decadencia; y si las examinamos bien observamos que cada una
de ellas ha desarrollado un aspecto diferente de las posibilidades humanas:
cada una ha recorrido la vía útil para la expresión total de este aspecto, lo
que nos quita el derecho de juzgar ninguna de ellas como "inferior" a la
nuestra.

Tomemos por ejemplo esta civilización nilótica de la que intentamos


penetrar el origen y su primer grado de desarrollo, su papel parece haber
sido efectivamente, el de llevar tan alto como posible el desarrollo, el poder
de expresión del espíritu.

111
No encontramos en ningún lugar la conexión inicial ni la causa de este
desarrollo. En algunos lugares prehistóricos, como Tasa, de Helouan,135 en
el Bajo Egipto, de Merinde-Beni-Salamé (este último con habitaciones doce
veces milenarias, excavadas por Junker, y el joven arqueólogo Cotevielle-
Giraudet); en estos lugares dichas excavaciones indicaron algunas fechas
cercanas al doceavo milenio.

Fernand Debono, que no deja de sondear el Helouan136 cree igualmente en


la alta antigüedad de la civilización predinástica. En este límite que nos
introduce a la neolítica137 hemos puesto al día cerca de seis mil tumbas.

En el número 592 de Mostagada, hemos reconocido el esmaltado de la


esteatita, introducida por los badarienses. En la tumba 5.793 se descubrió
una corona compuesta de varias filas de conchas de Mérita. Sobre algunas
cabezas, hemos revelado unas plumas que habían decorado el cabello,
como en los yucatecas...

Se habían empleado cruces a modo de decoración en el corazón de algunos


sujetos: su sentido, naturalmente se nos escapa. Ya se hacía uso, en esta
época, de un mobiliario opulento funerario: la presencia es constante en
cada tumba e incluye objetos de los más variados, algunas veces en
número considerable.

En este período, los sílex finamente tallados conviven con los utensilios de
cuero.

Es al Bajo Egipto al que hasta ahora se le ha concedido mayor importancia e


incluso se le ha fechado con prioridad, quizás debido a la facilidad de su
prospección. Sin embargo, una gran carencia se instala entre el neolítico de
Mérimdé y el de Méadi, inmediatamente anterior a la época dinástica.

Los autores deben pues acordar que: "es más conocida la civilización
eneolítica del Alto Egipto. Se inicia por el Badariense, que sucede
directamente al Tasiense, -siendo Badari, como Tasa, un yacimiento
descubierto por la escuela arqueológica inglesa en la región de Assiout-, y
abre aproximadamente el tiempo entre las fechas de sucesión 20 a 29,138
Testimonios de la cultura de badariense han sido extraídos hasta en Nubia".

Este lugar ha entregado maravillas del arte muy refinado: minúsculas


vasijas de maquillaje, sombras, colorete, talladas en jaspe, en esteatita.
Pero más en alabastro en el que se han encontrado innumerables vasijas,

135
12.000 años, por lo menos. Et. Drioton, Vandier, op. cit. pág. 25.
136
F. Debono, Le Paléolithique final et le Mésolithique in Ann. du Serv. des
Antiquités de l'Egypte. 1948, vol. XLVIII et id. Expéd. archéol. Royale au Désert
oriental, in. id, XLI. 1951.
137
La Edad del Cobre, también llamada Calcolítico o Eneolítico, es un período de la
prehistoria ubicado entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Wikipedia.
138
Recordemos que estas fechas de sucesión han sido establecidas por sir Flinders-
Pétrie, por medio de observaciones realizadas en la tumbas eneolíticas bien
conservadas, con todo el material intacto, y que además escalonó los diferentes
tipos de cerámica en unas categorías, del 1 al 80. Este número corresponde al inicio
de la Historia. Los objetos conocidos empezaron en el número 60.

112
pequeños cofres, piezas de vajilla, etc. Luego apareció la cerámica
decorada, que aquí no da sus primeros pasos, ya que no estaría decorada
con tal perfección.

Para terminar, deseamos apuntar una particularidad de este período: era


costumbre enterrar sus muertos envueltos en pieles de animales.
Recordemos que los guanches metían los difuntos en varias pieles de cabra,
finamente preparadas y aún más finamente cosidas. Esta práctica, de la que
no podemos distinguir el origen por la devastación de los archipiélagos,
estaba profundamente anclada.

Nada fue más tenaz ni más preciado para el corazón humano que sus ritos
funerarios; los de los archipiélagos sobrevivieron allí hasta nuestra época.
Mientras que en Egipto la misma costumbre, visiblemente importada, se
disipó con las nuevas generaciones, étnicamente diversificadas.

También reconocemos como "importada de occidente" el lugar que tuvo la


industria de la madera en la época de Badari. En las islas Canarias, el suelo
montañoso producía bosque con plenitud, el autóctono "Pinus Canariensis",
su abundancia y su bella textura había suscitadp un enorme desarrollo de la
construcción y obras en madera.

En Egipto, valle interminablemente llano, patria de las plantas tropicales, el


uso de la construcción en madera, entre otros las camas, surgió con los
badarienses.139

Una industria, quizás más desarrollada de lo que sugieren los vestigios que
llegaron hasta nosotros, floreció en los tiempos de los portadores de esta
civilización, se perpetuó, reduciéndose hasta el predinástico, donde
sobrevivió sobre todo en la construcción de sarcófagos, es decir, mora en lo
que ese tiene como más sagrado de las costumbres.

Luego desapareció con los que la habían importado y ante la imposibilidad


de conseguir fácilmente madera para la construcción cotidiana en esta
región de palmerales.

VI. Orígenes Badarienses

Todo esto nos lleva a examinar de más cerca, aunque de forma breve, una
de las más curiosas y antiguas manifestaciones de la civilización del valle
del Nilo.

Las excavaciones del sitio de Badari han entregado numerosos documentos


de todo tipo. Pero para nosotros, su propia situación geográfica es
determinante de sus orígenes, estaba en el centro de Egipto, situada en la
costa occidental, bastante lejos del río, como los más viejos lugares

139
Nombre derivado del lugar nilótico donde fueron descubiertos sus vestigios.

113
predinásticos: Toukh, Ballas, Naggada. Fue como un último eslabón entre
los países recorridos a través de toda África septentrional y el nuevo país.
Intentaremos demostrarlo.

Fue en Badari donde se introdujo, sin referencia a su nacimiento, el arte


figurado: el hombre pintado o grabado, lo es junto a grandes detalles sobre
la civilización, y se transmitió de esta forma a los siglos venideros con los
primeros testimonios sobre su vida, su tiempo, sus obras.

Pero entre esos incontestables documentos, hay datos que a la vez que
suscitan revuelos en las opiniones oficiales, hubieran debido aclararlos más,
ya que las anotaciones modernas sobre la vida social, religiosa, política
traducida por estos documentos indican otras conclusiones que las que
hemos deducido.

Sobre este tema leemos en el libro: "L'Egypte": "Ellas son pues (las
costumbres), el testimonio transmitido por la tradición oral y, a
continuación por la escritura, de hechos o de pensamientos de una época
anterior, es decir, indudablemente, de la época eneolítica".140

"Estos testimonios se extraen de Badari y de una civilización ya en posesión


de casi todos los elementos de cultura que, generalmente en los otros
países, sólo se ven sucesivamente".141

¿Qué decir si no que todo ello fue elaborado en otro lugar y que ese hogar
debe ser buscado sin idea preconcebida, siempre hipotéticamente asiático,
o bien limitado en cualquier aspecto?

Podemos leer ciertas suposiciones (que fueron rechazadas como demasiado


atrevidas), en varios grandes egiptólogos como Ebers, Dümichen, H.
Brugsch, que atribuían tales conceptos y tantos conocimientos adquiridos a
una invasión de Egipto por los pueblos que venían del sur, o mejor dicho del
suroeste por la ruta indicada por Herodoto y que aún hoy se denomina:
"Pista de los Grandes Nómadas".

Los autores modernos citan el país de Pount (pero el segundo de este


nombre) que habría sido poblado de tribus no semíticas. Morgan rechaza
estas sugerencias por el simple motivo que ello "implicaría un grado de
desarrollo avanzado del País de Pount"...142

Sin embargo eso fue manifiestamente así, pero en el Primer País, en el


Pount... de occidente.

Reconocemos estar en presencia de un hecho perfeccionado, que ha


suscitado "en otro lugar" una evolución normalmente muy larga; a pesar de
ello, rechazamos verlo en un nombre entregado por los textos (tipo país de
Pount), pero difícilmente localizable en nuestras cartas, ya que se trataría,

140
Et. Drioton, Vandier, op. cit. pág. 34.
141
J. Morgan, Préhistoire orientale, vol. II, pág 248.
142
J. Morgan, Préhistoire orientale, vol. II, pág 251.

114
de unos diez a doce mil años, de un hogar de civilización muy lejana,
desaparecida sin duda, y en parte borrada evidentemente.

Está demostrado que la tierra vivía en una escala de tiempo mucho más
lento que el nuestro. También queda demostrado que no podemos recoger
en nuestro tiempo de hombre, ni incluso en varias generaciones nuestras,
algunas características dejadas por la presencia de la especie.

Pero el estudio antropológico de los esqueletos humanos fosilizados ha


demostrado la unidad original y la distribución en el espacio de una raza
blanca llegada a su grado de perfección anatómica cuando apareció para
nosotros en el horizonte de nuestra existencia. Esta raza, llamada cromañón
grabó en las roas prehistóricas la estancia de algunos de sus representantes
en diferentes regiones.

Pocos prototipos han sido descubiertos en el suroeste de Europa, en el


paleolítico superior; luego, una considerable cantidad en los archipiélagos
atlánticos, los rescatados (en la época neolítica) de unas erupciones
volcánicas que han sido registradas; en fin en las lejanas edades de las
predinastías apareció en el valle del Nilo, en pequeños grupos sucesivos, un
pequeño número de ellos, llamados: Servidores de Horus, o Instructores.

La antropología, gracias a los trabajos del profesor Frédéric Falkenburger,


valora en un 10% la proporción de estos cromañones como base de los
análisis de las momias más antiguas. El prototipo puro se encuentra hasta
la vigésima dinastía (de Abydos a Dendera) y, esporádicamente, hasta la
época moderna (el Cairo).

Otras analogías preponderantes deben ser consideradas ya que hasta


prueba de lo contrario, ratifican nuestro punto de vista; el resultado más
importante de estos trabajos de medición es sin embargo aportar unas
soluciones a varios problemas graves.

Seguiremos citando la mayoría de las citaciones del gran egiptólogo Etienne


Drioton:

"Los vestigios recogidos en Badari indican un notable progreso en el


confort: el mobiliario se ha enriquecido con esteras e incluso con camas de
madera sobre las que disponían cojines de tela o de cuero rellenos de paja"
(Op. cit. pág. 35).

La introducción de la madera y del cuero fue en Egipto una aportación


absolutamente extraña, no ha dejado ninguna huella contemporánea
excepto en los antiguos guanches. De ello podemos convencernos en el
museo Canario, donde abundan las esteras antiguas de una regularidad
admirable, y esos trabajos en piel de cabra: ropas, envoltura para los
difuntos, cojines para los vivos que no existían en todos los lugares en esa
época.

Por fin, en todas estas islas, vemos vistosos balcones, rampas de escaleras,
suelos, techos, etc., de madera tallada.

115
La opinión que, expresada a continuación de este texto, desea localizar el
origen en el Bajo Egipto, aparece contraria a sus propios términos, a la
topografía de los lugares, a su población: comparando el sur a un desierto
que lo aislaba del resto del mundo, el autor califica al mismo tiempo ese
desierto de: "Lugar de fieras y de jabalíes, dedicados a las necesidades de
las tradiciones y de la caza".

Todas estas cosas, para nosotros, dependen de los bosques tropicales


poblados, y no de desiertos, ni de semidesiertos.

Una segunda hipótesis contradictoria asimila estos sudistas de los desiertos


a los montañeses. Parece evidente que debemos buscar en otro lugar el
más avanzado desarrollo del norte sobre el sur, en cierto momento.

VI. Obras de los Servidores de Horus

Este tiempo es, en efecto, muy antiguo, ya que opone Horus a Seth. Se
trataría pues del conflicto inicial que hizo de Set el vencedordor de Osiris.
Después de ello, Horus fue designado como "vengador de su padre", lo que
fue en "esa noche del Juicio de los que ya no están".143

Horus, heredero de su padre, consiguió instalarse en el nuevo país, el valle


del Nilo, donde los elementos de la población eran idénticos a los recién
llegados, llamados servidores de Horus, o Shemsou-Hor.

El enemigo, ya tradicional, representado por Seth se replegará más


adelante hacia el Alto Egipto. Es sin duda la primera fase de la instalación
de los instructores egipcios, trayendo elementos civilizadores elaborados
fuera, es decir, del primer país de Pount, en el oeste, ahí donde el sol se
pone, en el atlántico.

Por la misma pista de los grandes nómadas, el enemigo es el semita, como


en las Canarias, por una parte llegará hasta el Alto Egipto, donde se
infiltrará.144 A continuación y sin interrupción, las incursiones se realizarán
por la casi isla del Sinaí.

La lucha prosigue desde los primeros años del más remoto predinástico. Ella
acaba con la victoria de Horus, y es la primera reunificación del Alto y Bajo
Egipto, que por conjetura y de forma totalmente esquemática podemos
intentar reconstituir la historia de la época eneolítica.

Cualquier reconstrucción de este tipo debe tener en cuenta, a grandes


líneas, unos hechos atribuibles con certeza al período prehistórico:

143
Livre des Morts, chap. XXIX, 1,8,9.
144
Como residuos o rescatados de los invasores periódicos, en los archipiélagos.

116
1º. La existencia inmediatamente anterior a la historia de los reinados
cuyos monarcas eran igualmente los representantes de Horus, hijo de
Osiris, uno reinaba en El-Kab y el otro en Bouto.
2º. La existencia del sur en la época más remota de un reino bajo el
patrocinio del dios Set.
3º. La formación en un momento dado, en el Delta, de una reagrupación de
los nomos de occidente, frente a un grupo de nomos de oriente.

El enemigo tradicional, el dios Seth, es un soberano semita, tal y como se


estableció por el estudio antropológico de las poblaciones canarias y los
relatos de los anales sacerdotales o lo anales de los ancestros, inscripciones
del tiempo de los Shemsou-Hor.145

Ello confirma una nueva infiltración en Egipto por la vía de acceso sur, cuya
importancia está reconocida por todos los investigadores de documentos, y
que estas inscripciones hayan sido trazadas sobre las murallas rodeando el
tiempo de Karnak, en la maravillosa sala escrita de Unas, o sobre todo en la
piedra de Palermo.146

Al fin demuestran que fue para echar a Seth de este refugio, en pleno valle
del Nilo, por lo que se hizo una penetración al sur por la influencia del norte,
sin duda acompañado por un tipo de colonización bastante fuerte para
implantar los dioses del Delta junto, o mejor, en lugar de los dioses propios,
al Alto Egipto.

Esta conquista del sur por el norte hubiera tenido lugar, según A. Moret, en
la fecha de la sucesión 40. El egiptólogo alemán Sethe informa que hubiera
ocurrido bajo la hegemonía de Heliópolis y coincidiría con la institución del
calendario solar, lo que nos daría la fecha de 4.245 a.C.147, es decir
exactamente en el corazón del período eneolítico. Esta fue la victoria de
occidente sobre oriente, de Horus (retoño rojo occidental), sobre Seth (dios
lunar, semítico, asiático), sea cual fuere la posición de salida de los dos
antagonistas.

Para poner fin a estas evocaciones que los descubrimientos en tierra egipcia
hacen inagotables, no citaremos más que los trabajos de organización
hidráulica, que remontan también a este mismo período.

145
Los anales están conservados en el museo del Cairo y llevan los nombres de los
siete reyes "horus" (HORIANOS o HORIES. La población palestina más
antigua, según los israelitas. Vivieron antes de los edomitas, del país de
Seir o Edom) que llevaron el "pshent" o corona del Doble país; otros tres nombres
han sido borrados. Según Breasted, esta unidad del doble país puede situarse en
4.236 a.C.
146
Los últimos fragmentos descubiertos de la piedra de Palermo, confirman la
primitiva unificación del Doble-país, y su exactitud cronológica, en este sentido, de
la "cronología sacerdotal, citada por Manetón".
147
Et. Drioton y Vandier, op. cit. pág. 47. Se debe hacer observar que los trabajos
de la misión inglesa en Badari, por su descubrimiento personal, situaron claramente
esta civilización predinástica en el inicio y no al final del neolítico local, es decir,
según el cuadro mismo de Boule y Vallois, en los Hombres fósiles, pág. 349; de 7 a
8.000 años antes de Cristo.

117
De esta forma, el desbrozamiento y la puesta en valor del valle del Nilo, que
se inició en la época neolítica, se remontaría, según nuestras deducciones,
al tiempo de una primera colonización por la influencia occidental atlántica,
ya que hemos visto en los archipiélagos, al grado de dificultad, de
importancia y de necesitad vital que se considera actualmente, el problema
de abastecimiento de agua, y la ciencia con la que estos problemas se
resolvieron desde la antigüedad en el valle del Nilo.

"Ocurrió en Egipto la gran obra de la era eneolítica. Frente al flujo de


población que se refugiaba en las orillas del Nilo, debido a un cambio
progresivo de las condiciones climáticas, los pastos naturales pronto fueron
insuficientes. Por fuerza se tuvo que trabajar la tierra dura y el fértil del
valle. Pero como periódicamente se veía desvastada por las inundaciones
que dejaban aguas estancadas en el fondo, mientras que las partes altas se
secaban en pocas semanas, fue necesario nivelar el suelo; también se tuvo
que regular el régimen del Nilo por unos canales dobles y diques, que
enviaban a todos los lugares la crecida de forma igualada, y servían de
drenaje en el momento del descenso, permitiendo establecer un sistema de
irrigación artificial que prolongaba el beneficio de la inundación y mitigaba
la sequía brutal para la vegetación.

Esta gigantesca empresa, que conquistó la tierra de Egipto sobre las fuerzas
devastadoras de la naturaleza, las disciplinó y las usó para servir la
industria agrícola del hombre, estaba ya terminada al inicio de los tiempos
predinásticos.148

"Por lo que se debe remontar su coronamiento y sin duda su gran obra, a la


actividad de generaciones anónimas de la edad neolítica."

Ello de nuevo nos remonta a la época contemporánea de la instalación de


los habitantes de Badari en Egipto y de la de los seguidores de Horus. (íd.,
pág. 47-48).

VII. Parada de Badari

Esta civilización badariense llegó al valle del Nilo por la gran pista del oeste
y de los oasis, Merzoug, Kargueh, Koufrah, Dakhet. Lo hemos evocado
detenidamente siguiendo a Herodoto y hemos confirmado su trazado con el
sudor de nuestras frentes, como una de las tres rutas imperiales recorridas
por los egipcios llegando al cabo Juby, después de haber seguido a lo largo
del norte del Hoggar, donde subsisten muchas huellas del recorrido como
un concurrido cruce, la ruta que desembocaba a las inmediaciones de las
orillas occidentales del Nilo, al igual que las dos otras rutas.149

148
Drioton, op. cit. pág. 47.48.
149
La de los Syrtes y la de las Columnas de Hércules.

118
El maestro venerado del que hemos tomado tantos apuntes, sugiere un
origen situado en el Fayoum. Por supuesto no es una afirmación, y esta
búsqueda no fue especialmente su propósito, ya que la extensión de su
obra sobre la vida egipcia es totalmente considerable. Pero de cualquier
modo, es igualmente, bien que muy limitado, un horizonte occidental.

Miss Canton Thompson, que excavó en los oasis del desierto de Libia, no
amplia sus adquisiciones más allá del límite actual de las arenas; sin
embargo, en los tiempos neolíticos y eneolíticos, estas extensiones
desérticas eran valles tropicales, poblados, recorridos en todas las
direcciones, bulliciosas, llenas de vida, de expansión y expresión.150

Thompson sugiere además que el hogar era el extremo sur del Alto Egipto,
Nubia incluida. Scharf, por su parte apunta no variar, en nada que Asia es la
proveedora del mundo entero. Sir Flinders Petrie ha hecho igual, pero
ignoró numerosos documentos en su tiempo y al final de su vida modificó
su opinión.

A pesar de que ninguna solución esté solidamente fundada, parece


sorprendente que se hayan descuidado los textos antropológicos tan
escrupulosamente realizados por los trabajos del profesor R. Verneau.

Un hecho permanece, y es que Badari es uno de los centros más antiguos


en contacto con el predinástico. La superioridad de sus expresiones, a pesar
de grandes diversidades étnicas, nos obliga a concluir que Badari es el
producto de una civilización influyente, y no su cuna.

Llegando hasta el final, la constatación nos lleva a no situar su cuna de


cualquier forma en cualquier lugar, por lo que hemos basado nuestros
propósitos en las analogías raciales primitivas del cromañón, entre:

1º. El prototipo.
2º. Los guanches.
3º. Los primerísimos predinásticos.

También es normal que debamos tener en cuenta múltiples textos egipcios


indicando el "oeste" como lugar de origen, con una predilección
extraordinaria, una aspiración sagrada en volver a encontrar este horizonte,
al menos después de la muerte. Este deseo fue alimentado por cada
individuo e inscrito sobre un rollo de papiro, más o menos importante,
depositado sobre el pecho de todas las momias.

Para esta investigación son igualmente necesarios, además de los estudios


de los usos y costumbres, la persistencia de los topónimos, la de las
afinidades y oposiciones raciales entre los pueblos de una misma época y
un mismo horizonte, de sus tendencias y de sus influencias típicas en toda
África, en Asia Menor y en Asia central, del sur y del sureste.

150
J. Capart, L'Egypte des Pharaons, en la Histoire ancienne de l'Orient. pág. 48.
Hachette, 1936.

119
Un lugar importante debe ser reservado en la topografía, al igual que en la
geología y la historia antigua de África septentrional entera.

Estos son los pocos elementos y las únicas medidas que pueden permitir
entrever, sin deformar ni restringir demasiado la envergadura original de la
cultura faraónica.

Y esta aparece, indubitablemente, de inspiración occidental; sus promotores


son de raza atlántica, o de raza blanca, la de los hombres del cromañón.

120
TERCERA PARTE

Cuarto Capítulo

BENI-HASSAN Y ABYDOS

I. Sepulturas de monarcas y escenas de atletismo.


II. Atletas egipcios y atletas atlánticos.
III. Estrecho parentesco.
IV. Abydos.
V. Definiciones hieráticas.

121
I. Sepulturas de monarcas y escenas de atletismo

Después de largos meses errando entre las reliquias de este espléndido


pasado, nos parece que cada ruina, cada tumba, cada templo, para no decir
cada inscripción, nos cuenta enteramente la prestigiosa historia de Egipto.

Los hechos modestos ciertamente no sobrevivieron a los pillajes llevados a


cabo en el valle por los invasores sucesivos y los saqueadores de tumbas
(quizás los mismos). Pero están impregnadas de significados mentales que
inspiran las imágenes que las cubren, imágenes cuya observación con
paciencia recoge lo que tuvieron por destino transmitir, perpetuar, en la
profusión de las obras de arte que podemos observar.

Es decir, que si suprimimos cualquier solución de continuidad entre las


trascripciones surgidas del pensamiento y de la mano de los artistas
nilóticos, y las interrogaciones de nuestro propio pensamiento, debe
producirse un tipo de conjunción; podemos al menos atribuirlo a las
radiaciones cerebrales que se encuentran sobre un mismo objeto, a la
misma longitud de onda, la cual es indestructible por definición, al igual que
la onda eléctrica.

Sin poder ser ambiciosos, simplemente hemos esperado captar algunas


veces, aunque solo sea una imprecisa indicación de la idea inspiradora.
Cuando con paciencia escrutamos el conjunto y el detalle, los gestos, las
máscaras indicadoras, los emblemas, las invocaciones, y hasta los colores,
poco variados, de las pinturas murales, todo vuelve a cobrar vida. Los
hipogeos,151 los textos, los dioses, los reyes, el pueblo en su labor o en la
alegría del baile y de la música, los prisioneros, las plantas, los animales
exóticos desaparecidos con la exuberante vegetación tropical, y las tumbas
mismas cuentan su historia con intensidad.

Nada es más conmovedor que pasar largas horas en las salas y en el dédalo
de los templos, en Abydos sobre todo, al regreso de la exploración del Alto
Egipto y Sudán, fue ahí donde terminamos este estudio sobre los problemas
de la civilización egipcia.

Anteriormente, para observar las particularidades de uno de ellos, se debía


examinar las cuevas funerarias de la XII dinastía excavadas en mitad de la
costa del Gabel arábico, cerca de la bella ciudad de Minieh.

El gobernador de la ciudad, con la simple exposición de nuestro objetivo,


nos acogió y ofreció numerosas ayudas necesarias para el difícil y lejano
acceso de las cuevas y de otros lugares prehistóricos de la región.152

151
Hipogeo (del griego ὑπόγαιον, cámara subterránea) es el nombre dado a galerías
subterráneas o a pasajes excavados con funciones funerarias (sepulcros). N del T.
152
Tuvimos el honor y la alegría de montar un magnífico pura sangre árabe, un
caballo de un oficial. Tuvimos en este territorio de Minieh, una protección a la vez
benefactora y muy discreta, por lo que nos es muy querido aquí agradecerlo al
gobernador y a los que nos tuvieron bajo su cargo.

122
Después de veinte y siete kilómetros de ruta, un coche de policía turística
nos acompañó hasta un punto de la ribera del Nilo donde nos esperaba una
faluca. La travesía del río se hizo durante una cierta longitud, y después
cabalgamos por el monte para alcanzar el nivel de las cuevas sepulcrales,
excavadas en las dos terceras partes de la altitud y a lo largo de un
kilómetro de fachada; todo ello bajo un sol de plomo, más duro que el que
habían debido soportar los perforadores de la montaña y sus decoradores.

Una puerta, antaño amurallada, aísla cada grupo; las paredes internas son
lisas como el cristal, y los ángulos tan rectos y regulares como si estuviesen
dibujados sobre papel. Más allá de la gran sala principal, donde el lugar de
un sarcófago está señalado, hay, comunicando con ella, varias salas
secundarias. La gran sala está cubierta de grabados pintados, donde desfila
todo el panteón egipcio desde la supremacía de Osiris hasta la de la
Enéada. Es la sala donde se reunían las ofrendas, quizás los objetos y
mobiliario del difunto, testigos que hace tiempo desaparecieron.

Hacia el medio de la necrópolis se abre la más grande de las cámaras: mide


cerca de quince metros de largo sobre diez de ancho y ofrece un aspecto
diferente. La mirada se ve atraída por la pared del fondo, que nada tiene de
mortuorio. Describiríamos exactamente esta habitación denominándola
como sala de espectáculo...

¿Quizás se ejecutaron juegos sagrados, o justas en honor de los dioses?


Porque en la gran cara del fondo, sobre ocho líneas de diez metros de largo
y cinco de altura, divididas en franjas iguales, pintadas del suelo hasta la
bóveda, unas figuraciones de lucha con las manos desnudas, entre hombres
de tipo egipcio auténtico, y otros de tipo guanche más estricto, es decir,
todos cromañoides. El refinamiento, lo delicado y la sutileza dan lugar a una
diversidad de los movimientos y a su ingeniosidad; el dibujo minucioso de
cada uno de los gestos representados ha necesitado tanta presencia de
espíritu, tanta destreza y pureza en la intención como dominio de la fuerza,
tranquilidad, resistencia, voluntad dominada.

Parece que la naturaleza humana, en la totalidad de sus caracteres físicos y


morales, haya sido aquí puesta en valor para la realización de una entidad
perfecta.

Estos atletas obedecían unas reglas precisas de cortesía, agilidad,


resistencia, planificación con conocimiento del sistema nervioso y de
anatomía. Las situaciones son innumerables y testimonian un verdadero
genio de los recursos de la fuerza puesta al servicio de la defensa.

Estos combates representados en tal lugar, lo fueron quizás por la gloria del
desarrollo de la conservación estética de la belleza corporal del hombre,
belleza realzada por la raza cromañón en el mundo antiguo y, luego, en
diferentes países, es lo que vamos a examinar.

123
II. Atletas egipcios y atletas atlánticos

Hubiéramos admirado la obra, sin más, como en tantas regiones, si la obras


de un profesor de la universidad de Tenerife no nos hubiera vuelto a la
memoria. Este trabajo del lingüista Juan Álvarez Delgado se titula "Teide" 153
con el subtítulo de "Ensayo de Filología Tinerfeña", expresando lo que
resulta en una sola palabra, sencilla pero profunda.

En efecto, parece que el archipiélago entero, los vestigios de su raza, la


historia de su pasado y, sobre todo, el destino de Tenerife, están contenidos
en el nombre de este inmenso volcán con el cono cubierto de nieve. Terrible
en su grandeza, su misterio ,y está hoy tan dormido e inmóvil con la
esfinge.

Nos gustaría reproducir numerosos pasajes de la obra del profesor Delgado:


las pruebas lingüísticas que aporta a la antigüedad del lenguaje guanche,
las de sus creencias monoteístas solares, en un mundo de múltiples
fantasías y, además, otra prueba: encontramos huellas del culto lunar,
debidas a las invasiones semíticas.

El profesor estudia también el embalsamiento:

"Los guanches practicaban la momificación como los egipcios, por un


proceso algo oscuro aún en la práctica de los medicamentos empleados, lo
cierto es que utilizaban grasa de cordero, hierbas aromáticas y otros
extractos vegetales como la sangre del Drago, la semilla de la orijama y,
como secante el sol... envolvían los cuerpos en pieles delicadamente
cosidas y a continuación situaban estas momias en las cuevas adosadas en
la parte superior de la pared, extendidas sobre el suelo, o también
enterradas, situadas en un ataúd especial, o depositadas sobre las rocas
constituidas en pequeños túmulos de piedras secas de los volcanes".154

Lo que conmueve en Beni Hassan, más que cualquier otra evocación, es la


analogía de las luchas con las que aún tienen lugar en los archipiélagos
atlánticos.

Según el texto de Maspero (Egypte, pág. 111), el profesor Álvarez Delgado


publica en su obra una fotografía que contiene dos líneas de las ocho que
hay el panel mural; ahí están reproducidas las vistas de la Lucha Canaria,
aún honradas durante las fiestas locales.

La identidad de los movimientos es total, y es aún más notable ya que estos


provienen de leyes muy precisas y de una técnica especial desarrollada.155

153
J.A. Delgado, op. cit. publicado por Studium Canariensium Institutum, en la
Laguna de Tenerife, 1945.
154
J.A. Delgado, op. cit. Tenerife, 1945.
155
Brunner, Die Texte aus den Gräbern der Herakleopolitenzeit von Siut, Glücktadt,
1937. Newberry and Griffith-Beni-Hassan, London, 1900.

124
Estas leyes han sido fundamentalmente transformadas o abandonadas, en
diferentes países, nada nos recuerda la más mínima antigüedad; sin
embargo, en las Canarias la tradición se ha mantenido; fue transmitida a la
historia por una de las más gloriosas y de las mejores conocidas entre las
dinastías egipcias, la de los Amenenhat, la de los Sesostris, cuarto y tercero
de nombre.

Todo el mundo sabe que la estatura de los egipcios testimoniaba de su


fuerza y su armonía muscular, de un equilibrio perfecto. Pocos individuos y
aún menos pueblos, han llegado a tal grado de realización sin caer en la
exageración y en lo desmesurado como la que nuestra época inflige a todos
sus campeones.

A propósito de esta lucha sabia y cortés, J. A. Delgado expone la


conformidad que une las Canarias a la tierra de los faraones, y escribe:

"Fuera de algunas relaciones legendarias y de unas analogías raciales,


onomásticas y lingüísticas, indicadas por algunos autores, aunque no estén
totalmente verificadas, debemos señalar además algo importante que se
denomina Lucha Canaria; este ejercicio de fuerza, este espectáculo, esta
diversión, no podemos dudar de la esencia primitiva, ya que desde el inicio,
captó la atención de los conquistadores españoles y porque estaba
practicado con las mismas formas que los antiguos egipcios. Los que sólo
han visto una vez la lucha canaria, reconocerán inmediatamente los
diferentes pasos y las peripecias de estos duelos o luchas entre dos
personas que están representada a lo largo de más de ciento vente grupos,
en los murales de Beni-Hassan".

Este autor concluye:

"Actualmente menospreciamos el Juego de bastón,156 conservado en el


folklore de Tenerife y que recuerda esos juegos de banotes 157 y magodos"
de los indígenas, consignados por las crónicas Misceláneas Guanches, pág.
149. Además puede haber similitudes entre muchos otros pueblos; pero el

156
La tradición de la esgrima con palos sigue viva, practicándose igualmente en el
actual Egipto, se llama tahtib. Sus antecedentes están grabados, por ejemplo, en la
necrópolis de Abusir, ostracas y otros donde se ilustra la esgrima con palo incluso a
dos manos. N.del T.

157
Armas de madera: se utilizan bastones y garrotes quemados y endurecidos en la
lucha cuerpo a cuerpo, así como dardos y jabalinas para lanzar a distancia. Entre
las jabalinas, la más conocida es el banot en Tenerife que adopta diferentes
nombres y variaciones en otras islas. Lo que caracteriza al banot es el abultamiento
o doble abultamiento en el tercio superior para ser agarrado y que presenta gran
semejanza con el soliferreum romano, lo que parece demostrar las relaciones entre
la España romana (S. VIII a. C.) y el Norte de África. Algunos banotes, parece que
tenían unas muesquecillas que se rompían después de dar el golpe quedar dentro
de la herida. En Gran Canaria está el magado que es una especie de banot, con
incrustaciones de obsidiana, para lograr un mayor desparramiento. Torriani, L.
1978 (1590). Descripción e historia del reino de las Islas Canarias. Santa Cruz de
Tenerife. Goya Ediciones. N del T.

125
embalsamiento y la lucha son sin duda dos elementos culturales que
demuestran un estrecho contacto primitivo del pueblo guanche con el de
Egipto. (Op. cit. pág. 31.)".

En la nota número 93, el profesor precisa:

"Nos gustaría hacer observar el origen primitivo del empleo del banote o
bastón de lanzamiento y el boomerang de los pueblos primitivos, los
egipcios lo usaron más remotamente; la "falaris" de los íberos no es otra
cosa que una arma de lanzamiento. Y es otro punto de contacto con estas
antiguas culturas".

III. Estrecho parentesco

Frente al panel de las cuevas de Beni-Hassan, con la obra de J. A. Delgado


en las manos comparamos las idénticas peripecias de estas luchas que
separan miles de años. La existencia del boomerang en las islas atlánticas
atestigua la vida de los hombres del paleolítico en estas reliquias de islas
continentales que no ofrecen más que supervivencias neolíticas.

A pesar de la emoción que ello suscita, un sentimiento más fuerte domina lo


que el pensamiento individual es susceptible de grabar; es la consciencia de
la abolición del tiempo. Nada separa las dos representaciones de la que
tenemos un aspecto comparable a lo que ofrece el cine: nos vemos en esta
cuarta dimensión que hace abstracción de nuestros dos mayores límites: el
tiempo y el espacio. Y es como si nos hubiéramos acercado de forma
providencial a la energía creadora en su presente continuo.

Este soplo de permanencia anima frente a nuestros ojos el testimonio de las


imágenes mantenidas en suspense en estas cuevas desde hace más de
cuatro mil años, con el fin de transmitir a los poseedores y los recibidores
de su parentesco occidental.

La analogía sólo puede ser el hecho de una lejana expansión de la influencia


civilizadora; la influencia del antiguo imperio fue disminuyendo en
intensidad y en extensión a medida que su destino se acercaba a los siglos
modernos para, definitivamente, apagarse bajo las invasiones árabes.

No fue en los períodos de la instalación, ni en los que eran acechados por el


sur y el norte, Nubia o los hicsos, cuando pudieron expandirse hacia el
lejano occidente africano y atlántico; los contactos tuvieron lugar antes de
las dinastías históricas.

Ya que además no sería hacia las islas devastadas en el mesolítico, excepto


por su clima paradisiaco, que los constructores de pirámides hubieran
aportado unos métodos de atletismo y de ritos funerarios. Sin olvidar que
esos ritos, empleados en el humilde país, remontan en sí a la era neolítica.

126
¿Cómo la tierra más despojada del mundo hubiera dado al valle más
prodigioso, los elementos de una alta civilización, sino porque su élite, en
las personas de los servidores de Horus y su séquito, formaba parte de ello,
vencida por las invasiones semitas? Ella formaba parte, empleando
solamente su saber, su inmensa sabiduría, de un hogar ya conocido,
adquirido, abandonando el verdadero Pount, o país del poniente.158

Habían huido de la dominación de un pueblo extranjero. Manetón, traducido


por Maspero, escribió: "gente de raza ruin", cuando nombró la conquista del
Bajo Egipto por los hicsos, bajo la dinastía saita, la XIV.159

Así, seis u ocho mil años después las disciplinas de Seth, los poseedores de
Salatis (Saïtès, Satán) hundieron igualmente el nuevo país.

De nuevo debemos observar que la historia es un perpetuo reinicio. Lo que


no se ha reproducido es el hundimiento bajo las aguas de casi toda una
región de dimensiones continentales; hay pocos territorios conocidos en el
globo donde el suelo es como en el Atlántico, lleno de volcanes, agitado por
sacudidas telúricas perpetuas. Las erupciones fueron tan frecuentes y
violentas que lo más extraño no es que la mayor de un gran reino se haya
hundido, sino que una parte haya permanecido sobre las islas de lava. Tal
cantidad de individuos, directamente salidos de la raza primera de los homo
sapiens, imprescriptibles eslabones ente los orígenes y la continuidad de los
tiempos.

Estas réplicas puras de los hombres de cromañón son como mallas, que por
su número y la conexión a su hábitat, permiten reconstituir la cadena que
une el prototipo a los servidores de Horus. Ya que sin duda, fijan en estos
páramos la cuna original de esta gran raza y los inicios de la civilización del
África septentrional.

IV. Abydos

Llegados a las puertas de la ciudad santa de las primeras dinastías y de los


grandes recuerdos de la vida faraónica, resumimos en ella la multitud de
reliquias repartidas desde las orillas mediterráneas hasta el corazón de
Sudán, ya que es ella la que contiene los más completos y mejores
significado de la inspiración civilizadora egipcia.

Es suficiente con evocar las figuras admirables de los frisos cuyos relieves
cubren los muros, rozar su simbolismo tenaz y siempre flotando sobre cada
pared grabada, para que la filiación de los predinásticos y el origen
occidental de su cultura parezca suficientemente establecida. Ella lo fue por

158
La etimología de esta palabra es provenzal. Poniente es el atardecer en el país
celta, patria, antes de la conquista romana, de tribus gaelicas: Vulgientes, Salyes,
Deceates, Suetris, etc, pueblos de origen occidental, herederos de la lengua de los
Druidas.
159
G. Maspero, Historia antigua de los pueblos de Oriente, pág. 162.

127
los sabios trabajos de nuestros contemporáneos, un poco a fuerza de
observación de punta a otra del sendero Archipiélago-Nilo, un mundo
troceado, una tierra que se seca, la ruta que siguieron los portadores de la
civilización justifica la especial naturaleza de su ingenio.

Abydos era la plenitud total de esta cultura, nos detuvimos largamente para
descansar nuestro espíritu y nuestro cuerpo de la aspereza de estos
recorridos, del agotamiento causado por las distancias, el clima, los
desiertos, la hospitalidad, de los hombres y de las cosas....

Abydos representa lo que había permanecido en el pensamiento de los


egipcios hasta su desaparición; la esperanza de volver un día en este
mundo o en el otro, descansar felizmente en la patria perdida, eternamente
sobre la Montaña de la Vida, en Amenti, en Occidente.

Las representaciones gráficas llenas de alusiones históricas o místicas son


unos fragmentos de la época nacional y de testimonios del desarrollo de las
ideas a las que había llegado la élite del país.

En lugar de hacer como la mayoría de los traductores y atenerse al pie de la


letra, al sentido estricto, popular, por doquier igual, debemos realizar un
esfuerzo mental en el sentido llamado oculto que tanto gustaba para no
decir que lo utilizaban exclusivamente para las inspiradas parábolas,
respetuosas del conocimiento.

Es indispensable interpretar los gestos delicados de las manos en todos los


personajes evocados. Los santuarios del Alto y medio Egipto fueron la cuna
de las directrices espirituales desde la realización original de la casta
sacerdotal; fue en ese día cuando se revelaron, mucho antes de las
primeras fuentes escritas.160

Ningún ensayo ha sido encontrado en la elaboración de esta potente


doctrina. E. Drioton, citando los textos sagrados más antiguos, los de las
Pirámides, de los sarcófagos, El libro de los muertos (compilación a menudo
retocada) puede afirmar: "Su importancia secundaria en relación a la
esencia de la religión egipcia está suficientemente demostrada por el hecho
que aparecieron y desaparecieron sucesivamente sin que esta religión
tuviese la más mínima alteración".

La religión ofrece pues, desde sus primeras manifestaciones, un fondo


invariable al que nadie toca.

"Las fórmulas y los usos obsoletos, convertidos en inútiles, o incluso


rebatidos por unas especulaciones o instituciones más recientes,
persistieron a menudo por su propia singularidad,161 tanto en los textos
como en las costumbres... Pero al mismo tiempo, estos restos, guardados

160
Et. Drioton, cf. Pyr. op. cit. pág. 66. 1458.
161
Los grandes sacerdotes llevaban una máscara de animal simbolizando una
fuerza de la naturaleza, un dios, a fin de evitar cualquier fricción de transición en el
cambio del oficiante principal, y también para que éste no se vea alcanzado por una
impresión de gloria personal.

128
con devoción documental, son testigos auténticos y llegan a menudo hasta
muy lejos en los niveles superados del pensamiento religioso egipcio, del
que permiten reconstituir la historia". (Pág. 64-66).

Esta fe de los iniciados se basa en la trinidad, como la nuestra, pero según


Drioton, esta Tríada no sería primitiva, anterior sin embargo al culto de Ra y
de Osiris, los dos idénticos en el fondo: culto solar, incluso si sus
interpretaciones en los respectivos nomos difería de la aplicación ritual. Por
doquier el primer dios es único, Path, y creó por medio de su lengua.162

Nosotros hubiéramos traducido por medio de su "palabra" o de su "verbo",


lo que lleva al punto álgido frente a una solución idéntica de sus problemas.
En varios casos, se trata bien –siempre- de una vibración: la lengua, la
palabra, el verbo... Es la manifestación primordial creadora... es la energía
que crea la masa, la materia.

El panteón egipcio contiene, aparentemente, numerosos dioses que no


deben ser clasificados como santos que el cristianismo honra.163
Confirmando que todo ya estaba organizado en esta religión desde su
introducción en el valle del Nilo, el mismo autor dice: "... tal y como los
conocemos, ellos (los dioses) representaban substancialmente el nivel de la
religión más antiguo que se pudiese alcanzar, correspondiente a la época
que siguió al establecimiento de las poblaciones neolíticas en el valle del
Nilo, y a este título, podemos considerarlos como los elementos primarios
de la religión egipcia."

Examinaremos ahora algunas representaciones de estos héroes en el


santuario de Abydos.

V. Definiciones Hieráticas

Seti primero está arrodillado frente al sicómoro o árbol de la ciencia del bien
y del mal, el rey recibe su título real después de su título de adepto; le es
confiado por un hierofante de rasgos disimulados por una máscara de ibis;
tiende una mano con el gesto de recoger, mientra que la otra mano hace el
gesto de enviar. El gran sacerdote con la cabeza de ibis es Toth,
personificando los conocimientos accesibles a los humanos.164 Toth habría
vivido en la tierra en las primeras eras de la creación y, como un dios por la
belleza de su alma, de su intelecto, de su cuerpo, hubiera enseñado a los
hombres de las siguientes generaciones todo lo que les era necesario saber.
Cuando los egipcios aparecieron en el valle del Nilo, estaban en posesión del
conjunto de sus conocimientos y tuvieron la ambición de comunicarlos a los
más dignos y aplicarlos.

162
Pyr. 1146.
163
Pyr. 1248, 1652, todos salieron de un solo y mismo dios.
164
Et. Drioton, cf. Pyr. op. cit. pág 123 en las notas. El pontife supremo de
Heliopolis llevaba el título de "el Mayor de los Videntes".

129
Alrededor de la efigie de Seti primero, hemos seguido el proceso de estos
logros por el que investiga; el adepto ha superado los obstáculos, las
dificultades hacia él mismo, las exigencias que lo fortalecieron, lo
equilibraron y permitieron dominar todas las veleidades tiránicas corporales.

A la hora de la coronación de un soberano, el ascesis165 de la iniciación nos


enseñó que el faraón consiguió el dominio de sí mismo, y puede ser
declarado dominador o mejor dicho, regente de otros hombres; puede
afirmarse como rey de derecho divino. La reducción al mínimo de las
necesidades materiales lo ha acercado a su creador infinito, a la creación
limitada; limitada por el único lado animal de su personalidad.

Los dioses representados en la tierra por los hombres, o por una estatua,
son provisto pues de una cabeza de fiera o de pájaro; ya hemos dicho que
esto no era más que una precaución de los más sabios, por la cual los
instructores pretendían alejar cualquier posibilidad de identificar al individuo
representando el sujeto evocado, único, sin forma, sin definición.

Siguiendo los gestos consagrados, el oficiante transmitía al adepto las


radiaciones captadas por el pensamiento y comunicadas por intermedio de
las manos. Las manos son en el arte egipcio los instrumentos de
transmisión visiblemente sensibles; se las considera como antenas, siempre
al acecho de contactos, más estables que las miradas, más ávidas que el
oído, menos frágiles que el gusto, menos superficiales que el olfato;
aparecen como prolongaciones del sentido investigador del hombre, cuando
saben operar, por el valor del pensamiento, de la unión con las radiaciones
invisibles que constituye el espacio.

En el arte de los escultores nilóticos, las manos siempre están tendidas


delante del cuerpo, implicando el hecho de recibir o transmitir, o bien como
en los colosos donde están puestas sobre las rodillas, la obra está realizada,
en una actitud de completo reposo bajo la serenidad del rostro.

Las manos son las que mandan, apaciguan, bendicen, curan. Todo ello
sometido a la voluntad y dirigido por ella, ya que dicen los textos: "La
Palabra crea todas las cosas antes que las manos las realicen"166

Observamos en todas las reproducciones humanas el papel transmisor


jugado por las manos. La comunicación sensible de los poderes divinos se
hace con ayuda de las manos.

Según las perspectivas espirituales de los hierofantes, otra fuente, pero de


orden secundario, es confirmada en el hombre con ayuda de los ojos, estas
luces interiores conscientes y curiosas, abiertas sobre los misterios de la
existencia y de la muerte.

165
Conjunto de prácticas y hábitos que sigue el asceta para conseguir la perfección
moral y espiritual.
166
Pyr. 1146.

130
Uno de los prodigios del arte faraónico es haber sabido plasmar el diferente
grado de poder de estos intermediarios. La diosa Bastet, doble, amable y
buena de la temida Sekhmet, sobre uno de los grandes murales de Abydos,
expresa el sentido hierático apoyado por la mirada. Llevando el sistro de las
bailarinas, ella lo presenta a la cara del adepto; ella confirma de esta forma
la elección de la vida, bajo un ángulo de apreciación también benefactor e
incluso alegre que permite la fuerza moral del sujeto, lo preserva de las
pruebas infligidas por Sekhmet, de la que sujeta una efigie; esta elección le
valdrá la serenidad que se traducirá en propósitos reconfortantes y dará a
su corazón la paz y la alegría de los elegidos.

La diosa lo fija con una de mirada infinita calma, a pesar de su "jefe"


leontocéfalo. El adepto no aparta la mirada de la de las divinidades,
mientras que sus manos se encuentran y se cruzan en algunos puntos del
collar en semicírculo, el adepto por este gesto, se compromete a aceptar las
condiciones inherentes a la condición humana. Es una aceptación, y no una
resignación que podría intentar romper los intermitentes esfuerzos.

El tronco de la cadena transmitido por Sekhmet-Bastet es el recuerdo de la


restricción de libertad, arriesgada por el hombre primitivo que había
abusado, pero que su recta actitud apoyada por la divinidad ayudaría a
reconquistar...

Sólo faltó a los egipcios faraónicos haber recibido el sacrificio de un Cristo


para ver abrirse las vías de la redención definitiva.

Sin embargo, sus conceptos habían alcanzado un dios único, solar,


dispensador de las virtudes reales, es decir de las que están en el límite
superior al humano y se mantienen en un nivel accesible al espíritu. El
asceta del hirofante lo llevaba más allá de lo medible, en ese estado
universal, sin duración, al que se refieren las sobrias lecciones de Toth a su
hijo Tat...

Entonces era el acceso, prometido al adepto por toda religión como su


culmen, o la admisión de su presencia, a la contemplación divina, a
compartir lo ilimitado, el cara a cara.

Pienso que ninguna disciplina de los pueblos más civilizados haya trazado
mejor ni más profundamente la vía de la salvación.

Es en el centro de esta Luz, -reflejada por el disco solar, llamado la Tabla


Esmeralda- donde surgió la vida, manifestando lo que el pensamiento
concibe a través de unas formas, colores, sonidos, en unas radiaciones
contenidas íntegramente en el espectro solar; los grandes Shemsou-Hor
habían traído de su colonia de Khemet, el conocimiento, la enseñanza e
incomparables beneficios.

Las especulaciones cientificas actuales parecen dirigirnos hacia esta unión


de la técnica exprerimental y de la intuición espiritual, llevando a la misma
fuente, única y trascendente en el poder y la conservación de la Energía
consciente, esta primera manifestación del Creador.

131
TERCERA PARTE

Quinto Capítulo

EXPOSICIÓN GENERAL

I. Homogeneidad civilizadora religiosa y tradiciona


II. Estado nilótico organizado y continuidad de la defensa anti-
nómada anterior a toda cronología.
III. Conocimientos y valores importados.
IV. Área de dispersión.
V. Centro de origen.

132
I. Homogeneidad civilizadora religiosa y tradicional

Los puntos más importantes de estas pocas investigaciones han sido:

1º. Establecer las características antropológicas de todos los primeros


predinásticos.
2º. Determinar el grado de desarrollo ya adquirido por su civilización en el
momento de instalación en el valle del Nilo.
3º. Seguir el camino eventual efectuado desde el presunto punto de partida.

Todo ello fue indicado por los datos antropológicos rituales, cronológicos,
artísticos, arqueológicos, las particularidades étnicas, las doctrinas más
antiguas.167

Y también por las alusiones a hechos sociales que están en buena critica, el
testimonio transmitido por la tradición oral y fijada después por la escritura,
hechos o de pensamientos de una época anterior, es decir indubitablemente
de la época eneolítica.168 Simultáneamente a esta precisión, todos los libros
acuerdan dar como nebulosos, enturbiados, incluso disparatados, sino
contradictorios, los aspectos en diferentes períodos de la religión egipcia.

Por supuesto que estas investigaciones pueden profundizarse, desarrollarse,


ser aumentadas en numerosos capítulos. Pero con las páginas que preceden
parece que hay reunidas suficientes indicaciones para asentar una sólida
opinión sobre nuestros orígenes atlánticos.

En cuanto al aspecto heterogéneo de la religión egipcia, no diremos más


que algunas palabras, admitiendo que tal aspecto les haya podido parecer a
los que están encerrados en su complejo moderno, o aún a los que,
desprovistos de fe o poco comprensivos hacia los que lo fueron, no pueden
comprender que haya existido una fuerza capaz de unir y de guiar masas de
individuos, masas que eran dispares.

Cada religión, dependiendo de la orientación de sus sujetos, abordaba las


creencias bajo un ángulo particular, las practicaba con variantes, lo que
introducía, según los nomos, unos cambios más o menos superficiales en
esta estructura religiosa. Este fenómeno se vuelve a ver actualmente, y de
una forma más acusada en algunas sectas cristianas disidentes, por
ejemplo, en múltiples cultos protestantes, yendo hasta la alteración o
incluso la supresión de artículos de fe históricos.

No volveremos sobre el principio monoteísta y el fundamento de la religión


egipcia, simbolizado por el culto solar, el que aparece con los primeros
homo sapiens de cromañón y su rito con el ocre rojo.

167
Erman, Religion des Égypciens, pág. 94. Et. Drioton: L'Egypte, pág. 25-26.
168
Et. Drioton: L'Egypte, pág. 34 y también pág. 42, 44, 48, 52, 97, etc.

133
La sustitución del disco solar en sí169, no fue más que una variante de un
ideal más sutil y más puro; demasiado puro para las masas y para el
mayoritario clérigo subalterno que lo padeció: la reforma se derrumbó con
el reformador.

El cortejo de los dioses, habiendo acompañado el concepto occidental de la


unidad divina según las épocas, es el equivalente de los valores intermedios
entre dios y los hombres, lo que es común a todas las religiones.

El carácter divino concedido –sensu stricto- a los reyes, es más delicado en


comprender y, también, los privilegios espirituales muy elevados adquiridos
por los hierofantes. Todos los egiptólogos han observado hasta qué punto
era importante que el faraón fuera de sangre, no solamente real, sino
divina. ¿Mito, o reflejo de ley cósmica de tradición pre-edénica?

Pero esta tradición sobrevivió en todos los pueblos.

Cuando sabemos el grado de ciencia y de sabiduría manifestada por los


primeros instructores de Egipto, buscamos identificar esta genealogía a algo
accesible a la razón humana, ya que esta, en sus reglas fundamentales, es
muy parecida para todos los hombre llegados a cierta evolución. Grandes
inteligencias aceptan, por ejemplo, en el cristianismo, el misterio de la
Encarnación.

Ninguna imagen le es más parecida que la fecundación de Isis por Osiris-


muerto; ¿el soplo supremo de vida no es un imponderable que escapó a
todas nuestras condiciones físicas como a los más sutiles análisis? ¿Los
cálculos matemáticos no permitieron, por ellos solos, acercar técnicamente
el movimiento de lo invisible?

El pensador siente demasiado los límites impuestos a las especulaciones de


su cerebro. Sin embargo, nadie apoyará haber sentido una energía creadora
indestructible, y sobre todo consciente, aunque sea una aberración, un
concepto de orden inferior. No sabríamos qué contestar, desde el
descubrimiento de la fisión nuclear el universo está bajo el mando de
fuerzas con capacidades tan diversas que para nosotros son aún
inalcanzables.

Observamos unos fenómenos que nos son desconocidos en su esencia;


únicamente sus efectos indican su presencia y sus prerrogativas. Estas
fuerzas parecen llenar el espacio, siguiendo valores diferentes que van de la
electricidad, simple onda portadora, a la que confiere al ser humano la
faculta de tener y expresar sus ideas.

Todas las facultades han sido manifestadas por los instructores de Egipto,
esos servidores de Horus. En cuanto a su antigüedad, la piedra de Palermo
transmitió sus Anales de sucesión; los elementos rotos, reencontrados, han
puesto en duda toda la cronología pretinita. Lo que notoriamente es oficial e
indiscutible, es que la duración no les faltó, tiempo que escapa a todas las
fijaciones cronológicas actuales.

169
Por Akhenatón.

134
En el transcurso de los largos siglos que precedieron al reinado de Menes,
Egipto fue gobernado sucesivamente durante cuatro períodos por unos
soberanos del Alto y Bajo Egipto; los dos primeros fueron ambos muy
largos.170

II. Estado nilótico organizado y continuidad de la defensa


anti-nómada anterior a toda cronología

Toth, uno de los primeros servidores de Horus en establecerse en el Valle,


enseñó que las facultades cerebrales del hombre tenían como papel unir su
fragilidad a la fuerza consciente productora de Vida. Según esta enseñanza,
traducido al lenguaje moderno, las manifestaciones del Espíritu se
comunicarían a través de emisiones de ondas a las vibraciones
extremadamente frecuentes, extra sensibles. Estas ondas ultracortas
mantendrían el contacto del ser creado con la Energía cósmica, sin la que
no habría nada y nada sería.

Quizás valga la pena, para verdaderos civilizadores, ampliar hacia tales


dimensiones los límites impuestos por su escepticismo voluntario. Este
esfuerzo parece haber sido mantenido por los grandes nilóticos en una
estabilidad jerárquica excepcional cuando reinaban igualmente en Bouto, en
el norte, y en Nekhen, en el sur.

La separación de las dos zonas aparece normalmente como un hecho de


decentralización para la armonía y la administración regional. Este período,
reconocido por haber sido muy largo, fue seguido por un segundo período,
también muy largo, en el que se realizó la primera unificación de las dos
regiones hacia 4.245 a.C.171 Esto ocurría "dos períodos" antes Menes.

Es Breasted mismo quien restableció de esta forma la gran antigüedad de la


cronología histórica según la piedra de Palermo.

Cuando esta civilización desapareció, no fue en una progresiva


degeneración, ni incluso ofreciendo un espectáculo de decadencia y de
podredumbre como en Grecia a lo largo de los últimos siglos a.C., o como el
Bajo Imperio romano, Byzancio en su declive, y quizás Europa actual.

La civilización de Egipto murió con los últimos jefes egipcios debido a las
frecuentes y sangrientas invasiones. Los conquistadores sucesivos, que
copiaron sus costumbres, sus ceremonias religiosas, sus escritura
jeroglífica, su santuario, sus actos religiosos y sus fórmulas filosóficas
(tomadas en su sentido propio) no consiguieron, ni pudieron llegar a su
control psíquico; este control estaba cristalizado en la sangre de estos
veteranos de la prehistoria, adoradores del saber y de la espiritualidad
humana.

170
Et. Drioton y Vandier, op. cit. pág. 50-161.
171
Et. Drioton, op. cit. pág. 161.

135
Frente a la exposición de los hechos, los especialistas se ven obligados a
referirse a algo "anterior de origen desconocido".

Únicamente los sacerdotes muy antiguos, como los de Heliopolis, tenían un


título honorífico, anterior ciertamente a la institución faraónica,172 etc.

Otra particularidad determina la divergencia fundamental entre semitas y


egipcios: es la hostilidad de éstos a los ritos de sangre, frecuentes y
apreciados en Asia Menor.173

Por el contrario los ritos en las orillas del Nilo tendían a la dulzura, a la
pureza de la ceremonia; incluso el de los oficiantes, aunque sólo fuese en su
aspecto: no llevaban el pelo largo, ni la barba de los beduinos; tenía la
cabeza totalmente rasurada, no tocaban las ofrendas.

"No más que los grande señores miraban abatir las bestias y cocer las
carnes de sus almuerzos, el dios no se interesaba en los sacrificios
sangrientos ni en los holocaustos. Los manjares, dispuestos en bello orden
le eran servidos, todos preparados sobre bandejas, como ocurría en los
palacios.

Únicamente el oficiante levantaba sobre ello un rompecabezas pronunciando


unas palabras de oblación y operaba de esta forma su inmolación mística,
gesto que era quizás testimonio de un rito más antiguo".174

Cuán lejos estamos de las orgías de matadero que fueron los sacrificios y
las leyes descritas en el Levítico, en el Éxodo y sobre todo en los Números y
el Deuteronomio. Qué abismo entre la mentalidad que expresan con
complaciencia los cuatro libros históricos de los hebreos, y la que revela el
culto transcendente del antiguo Egipto.

Sin embargo, numerosas analogías lingüísticas demuestran la raíz de los


dos idiomas. Y es porque los dos pueblos vivieron en contacto, tan lejos
como podamos remontar en el tiempo, como lo demuestran sus esqueletos
mezclados, a pesar de no estar mestizados (vestigios, evidentemente de
invasiones anteriores) y que encontramos en los archipiélagos Atlánticos.
Decimos evidentemente, porque estos invasores no invadían más que los
países ricos y no los despojados de todo, como están los archipiélagos
desde la era neolítica.

Es pues durante los siglos de opulencia que uno, el Nómada, el traficante,


se transformó en parásito del otro, del sedentario, del agricultor, del
poseedor de la tierra, y sus lenguas más o menos se confundieron. Quizás
incluso los nómadas hayan abandonado poco a poco sus diversos dialectos
para adoptar totalmente la lengua de los autóctonos. Sería de cualquier
forma hasta ese tipo de cohabitación al que deberíamos llegar para extraer

172
Et. Drioton y Vandier, op. cit. pág. 96.
173
Et. Drioton y Vandier, op. cit. pág. 97.
174
Et. Drioton y Vandier, op. cit. pág. 96.

136
el origen de sus analogías, cuya anterioridad pertenece sin duda, a los
Sabios del antiguo Egipto.

III. Conocimientos y valores importados

El tan famoso rito del embalsamiento tampoco remonta a un tiempo


conocido, ni a un punto determinado del famoso valle. Es anterior al
establecimiento del culto a Osiris y viene, como él, de otro horizonte:

..."en realidad los ritos osiríacos de la momificación no hicieron más que


utilizar una creencia y servir una idea mucho más antigua que ellos"...175

Estas afirmaciones del competente doctor nos garantizan que no nos hemos
dirigido hacia el error. Si se considera el predinástico como mundo de
informaciones convergentes hacia el occidente, constatamos hasta qué
punto Egipto se diferenciaba de todos su vecinos inmediatos. Recordaremos
que su culto a la belleza, se traducía por el cincelado inaudito de las rocas,
de los metales raros, de piedras preciosas, a un nivel que ningún pueblo del
mundo llegó a tal perfección, escribió J. De Morgan, que era gran conocedor
de la mineralogía.176

El oro era uno de sus elementos decorativos, que no envilecía su valor de


trueque. Actualmente, la orfebrería está tan desprovista de su belleza
intrínseca que una joya de oro no vale en la venta más que su peso en
metal.

Los filósofos helénicos, que participaron de manera eficaz a la propagación


de la civilización occidental, se habían perfeccionado bajo la influencia de
Egipto.177

Aristóteles, filósofo positivista y matemático, llegó a reconocer la


intervención en el hombre de una facultad superior que calificó de divina y
sin la cual la inducción sería imposible. Es únicamente el entendimiento,
dijo, el que alcanza las verdades generales, mientas que la sensación no da
más que verdades particulares.

Unas especulaciones de este tipo que, según Platón, envolvían todas las
ideas, tenían curso desde milenios entre los sabios del Valle. Lo mismo en lo
referente a las artes.178 La influencia fue egipcia antes de que el arte griego
llegase al esplendor de las formas sencillamente humanas, a la expresión
perfecta de un Fidias o de un Praxísteles. El cortejo de artitas que siguieron
a estos puros genios acabó por subyugar a sus vencedores romanos.

175
Et. Drioton, op. cit. pág. 97.
176
J. De Morgan, Préhistoire Orientale, t. II, pág. 256-259.
177
René Dussaud, Les civilisations préhelléniques dans le bassin de la Mer Egée,
pág. 6, 22, 35, 40, 46, 48.
178
René Dussaud, op. cit. pág. 41, 57, 58, 59.

137
Pero todo ello se perdió en Egipto bajo la conquista musulmana. Ya que
ésta, no solo aniquiló los impulsos artísticos, poéticos, industriales, sino
además, imponiendo su armadura de plomo coránica, ahogó sin remisión
las mínimas aspiraciones del espíritu.

Sin embargo, la civilización helénica se expandió hacia occidente: fructiferó


gracia a las tendencias filosóficas que sobrevivieron allí, legadas por los
Semnotées gaélicos y que la conquista romana no había borrado. Despertó
a su paso los elementos espirituales de los pueblos itálicos e importó de
esta forma, por segunda vez, la civilización en Europa.

¿No diríamos que la naturaleza esencial de nuestras bases civilizadoras


occidentales está ligada a estos textos, a estos frescos de los colegios y de
los templos del valle del Nilo, a sus significados abstractos?

Estos principios fueron estudiados en la escuela de Alejandría, en Rodas, en


Atenas, en Roma y hasta el siglo VIII. Todos remontan a fuentes faraónicas.
Poco a poco se olvidó este origen tan remoto, totalmente borrado por las
invasiones y las conquistas árabes.

¿Si su vitalidad se afirmó en occidente sin tan siquiera revelar su verdadero


origen, no sería porque respondía a las mismas tendencias, a una misma
complejidad étnica y espiritual de estas poblaciones occidentales,
descendientes de los grandes auriñacienses?

Estos auriñacienses eran los detentores del rito del ocre rojo, rito
fundamental y característico del genio faraónico.

IV. Área de dispersión

Los elementos cromañoídes prehistóricos, según los documentos actuales,


están repartido en un área de distribución racial que podemos fácilmente
circunscribir:

1º. Cada vez menos numerosos en Europa a medida que prospectamos


regiones nórdicas.
2º. Más numerosos en las altas planicies de África septentrional.
3º. Sin ninguna otra huella de ocupación más allá de las altas mesetas del
Oued Drâa, desiertos saharianos que, en la edad neolítica, gozaban aún de
clima tropical.

En revancha, si nos adentramos hacia el oeste hasta los archipiélagos


Atlánticos, es por miles que contamos esqueletos cromañoides. Lejos de
desaparecer a lo largo de los innumerables traumas que escalonaron los
archipiélagos, el pueblo de los guanches resistió a todos los mestizajes,
como un phylum fijado en su fuerza y en su perfección. Además, por
encima de todo, se ha perpetuado a través de los tiempos en una

138
reproducción continua, conservando sus particularidades. En los casos de
cruce, es la morfología del cromañón la que dominó o persistió.

Al este, en la aurora de la cultura nilótica, es aún la misma raza la que se


afirma en una proporción del 10 % sobre los sujetos estudiados; esta
proporción es la de los jefes en el centro del poblado, del cual, además
faltan algunas partes, no habiendo sido preservadas con tantos cuidados.
Sin embargo, el número de los que llegaban del país de los servidores de
Horus ha sido bastante considerable como para que se haya hablado de las
cohortes de metalúrgicos que los acompañaban. Estos, los Mesentiou, eran
los inventores del metal, el Mensent, y de su utilización. De ellos hablamos
en el primer capítulo, al igual que nombramos que el carácter único para
poder distinguir los servidores de Horus de los trabajadores egipcios era
una cicatriz oblicua cruzando las mejillas.

Esta cicatriz voluntaria sobre el rostro es la única marca de los jefes de


estos tiempos pasados. Se ha perpetuado entre los pueblos de la tierra que
están al final o al inicio mismo de su ciclo vital: los pieles rojas de América
Central, y en grandes tribus de África.

V. Centro de origen

Las vías de comunicación de la época prehistórica africana (mientras que el


viejo mundo acababa su último período glaciar y el Sahara su sistema
pluvial) han sido de tres tipos. Los tres llevan a Abydos, ciudad santa del
Nilo desde la aurora de su historia.

La primera comunicaba la gran Syrte hacia las islas del Egeo, y poseemos
las ruinas de Ptolémais.

La segunda, o Ruta del Atlas, entre Asia Menor y las tierras nórdicas del
ámbar, del estaño, recorría las altas mesetas númidas y de Mauritania
llegando hasta las Columnas de Hércules.

La tercera, la más antigua, y por cierto la más frecuentada durante el


paleolítico superior hasta el badariense, fue la Ruta Tropical, entre el
Poniente y Egipto. Esta pasaba por los cuatro oasis (Merzoug, Koufra,
Kargueh, Dakhel) mucho más grandes que hoy, después por los Amonitas,
Augiles, Garamantes, y bordeaban el norte del Hoggar, el sur de Etiopía
occidental hasta el cabo Soléïs, frente a las islas Canarias.

En estos lugares oceánicos, y en ellos exclusivamente se encuentran desde


los inicios de la vida occidental, identificables sin interrupción, las
supervivencias masivas, arcaicas y siempre actuales de la raza primera de
los homo sapiens, llamada cromañón, la raza atlántica.

En el paleolítico superior y hasta el inicio del neolítico, los cromañónes se


habían propagado:

139
1º. En el sur de Europa.
2º. A lo largo de la ruta nórdica del Atlas.
3º. En la ruta del sur, desde el cabo Soloéis hasta las orillas del Nilo.

Huyendo de un centro derrumbado en el último Diluvium, estos hombres,


de los que no encontramos evidencia en ningún lugar de su infancia,
llegaron al valle feliz. ¿Después de cuántas paradas a lo largo de la
emigración y cuántas estaciones de caminata y cuánto tiempo?

Fue de todos modos: "mucho antes de las primeras fuentes escritas" (Et.
Drioton, p66)... en el corazón mismo, sin duda, del largo período,
totalmente desconocido, que separa el Merimdien del Predinástico (idem. p.
166) etc.179

Nosotros decimos con toda objetividad que son de 4 a 5 milenios antes de


la Historia, la que corresponde a la constatación de la existencia del
calendario sotíaco; además es en esa época borrosa cuando caminaron los
fundadores de una civilización hacia el Valle acogedor cuyas primicias se
pierden igualmente en el tiempo y en el espacio.

¿Por qué decimos que vienen del oeste? Porque, a fin de cuentas, hemos
seguido esta vía real, esmaltada por sus vestigios, las huellas de sus
conmovedoras estancias... y los exploradores descubrieron aún más.

¿Por qué emigraron? Los viejos "libros" nilóticos dejan unos eslabones que
permiten reconstituir los hechos: apartados del Poder, perseguidos por los
invasores, vencidos y sumergidos, los jefes de Occidente, después de la
derrota final llamada de "Osiris", se alejaron de su país por pequeños
grupos. Lo hicieron durante todo el tiempo que hubo fieles y medios para
irse.

La llegada de estos grupos nos ha sido transmitida por el grabado y la


apelación nominal. Egipto lo apuntó y su pueblo magnificó y más tarde
divinizó esos jefes, esos Instructores, los servidores de Horus, que habían
llegado del País bien-amado, la inmensa isla perdida en Occidente, el primer
país de Pount.180

Después de la conmoción del Mesolítico, época diluviana, no quedan huellas


del invasor en los archipiélagos: tal miseria se instaló en el territorio
devastado, cubierto de lava, y la indigencia de los habitantes, refugiados en

179
La época predinástica se refiere al período anterior al nacimiento de la historia
egipcia propiamente dicha. Las culturas de este período se dividen en dos
categorías principales: la antigua Predinástica, que varía entre -5500 y -4000 y se
subdivide en diferentes fases (Badarien, Amratian o Nagada I, Merimdian, Omratian
y Shamarkian) y el Predinastyc reciente (Gerzéen o Nagada II, Méadien y Post-
Shamarian) (-4000, y -3500). El final de Predinástico se llama Protodinástico o
Nagada III,. Estas diferentes culturas se caracterizan, en particular, por un tipo de
cerámica propia. N. del T.

180
G. Maspero, Le conte du Naufragré. (el cuento del naúfrago).

140
las cuevas de las cimas, fueron tan absolutas que ya no había nada que
temer de los invasores clásicos...181

De manera que la raza original habría sobrevivido...

Resistió a las calamidades tectónicas, a las depredaciones humanas, por el


camino de los servidores de Horus, transmitió a una nueva configuración del
mundo, el tipo racial más determinado en su estructura étnica, el más
cincelado en cuanto a los conceptos del espíritu, a las facultades de
expansión civilizadora.

Un tema recurrente impregna sus primeras relaciones: es el occidente.

Al igual que su nombre es venerado, amado, llorado: Osiris, gran rey, luego
dios de occidente. Y también: Iarou, los campos del reposo, que están en el
sol poniente; el Amenti, o Montaña-de-Vida, que se eleva en el Oeste; Isis,
que es la rectora del Poniente.

Todas las primeras obras de los egipcios cantan y glorifican este origen
occidental, grabado más adelante en el Libro de los Muertos.

Las pintura y los grabados murales, los frescos de todo tipo, las paletas
votivas, la tabletas de marfil, las ostracas sin omitir la cabeza de maza del
rey Escorpión, en todo están reproducidos unos rasgos que no son más
asiáticos que negroides o dravidianos: su nariz aguileña y su barbilla
prominente, su rostro estrecho y largo, su gran estatura armoniosa, estos
rasgos generales caracterizan la raza atlántica, la nuestra.

El recuerdo aplastante de esta ascendencia era tan poderosamente


apreciado en la tierra nilótica que fue para conservar las particularidades
físicas y morales por lo que fueron instituidas desde la aurora de los
tiempos, dos de las más extraordinarias leyes de la tradición faraónica:

1º El soberano esposa a su hermana.

181
La radiodifusión francesa ofreció hace algún tiempo a sus auditores un debate
entre algunos sabios sobre el tema de un "Hogar de la Humanidad". Todos estos
personajes discutieron, según sus competencias, puntos de vista paleontológicos,
étnicos, arqueológicos; todos excepto el más joven que no tenía idea original ni
personal por exponer, sin embargo era uno de los sabios convocados. Ninguno de
esos señores consideró el problema de la transformación de los suelos, a lo largo de
las eras, nuevos afloramientos en algunas regiones de los océanos, hundimientos
por otros, traumatismos volcánicos, desprendimientos de las orillas a amplia escala,
como los de las orillas atlánticas del viejo mundo, que son esencialmente las orillas
del hundimiento según la definición de nuestro gran Pierre Termier. Los geólogos
observaron la desaparición en la era Terciaria de la mayor parte de un continente
atlántico, ¿no sería prudente pensar la suposición (entre otras tantas que son
estériles) de que esa oculta cuna de los Primeros hombres; del homo sapiens en
particular, pudo situarse en las últimas extensiones centrales (y pues en diversos
puntos de estas diferentes persistencias territoriales) de este antiguo continente,
no por completo sumergidas? En cualquier caso, en los últimos vestigios de los
archipiélagos atlánticos (con frecuentes afloramientos de la base terciaria) estos
esqueletos cromañones se encuentran en tal cantidad que no se puede explicar tal
abundancia en esta región más que situando ahí la Cuna de la raza blanca.

141
2º El rey, de los grandes sacerdotes y todos los puros descendientes
varones de la raza original, se pintan el cuerpo con ocre rojo,
conmovedor testimonio de la condición humana primordial, o quizás,
simple pero poderoso rito, ya legado en su tumba intencionada por el
Gran Ancestrono de Dordoña, hace unos 40.000 años.

Las costumbres fueron desapareciendo, como la raza y la noción de los


orígenes. Hacia las últimas dinastías, sólo el faraón y el hierofante se
recubrirán de pintura roja.182

Recordemos que es en una masa de ocre rojo donde yacían en Europa todos
los fósiles cromañoides: incluso aún en la prehistoria, los poseedores de la
raza Madre, y, algunas veces, los que habían colonizado o influenciado.

Si este calificativo de atlántico en relación con algunos orígenes occidentales


no fuese adoptado, parece que la lógica perdería sus derechos.

En contra, adoptarlo sería poner término a la denominación de cromañón,


algo ridícula cuando se trata de los guanches de los archipiélagos, o de los
egipcios prefaraónicos.

Serían, al fin, clasificados en el cuadro que fue el suyo, y con el vocablo que
pertenece a su cuna, los sujetos típicos que responden a la diagnosis de
esta gran raza.

Esta apelación tendrá el mérito de borrar nuestras incertidumbres actuales


sobre la existencia, la persistencia en el Mioceno, de un continente a través
del cual hubo transhumancia de los grandes mamíferos entre el nuevo y el
antiguo mundo. Este continente no dejó desde entonces de dislocarse,
mantuvo contacto durante mucho tiempo, por el Labrador, con Asia y
América del norte; estaba también cerca de Europa por los territorios que
son ahora insulares, situados en su centro.

Las transhumancias tribales se efectuaban de este modo de oeste hacia el


este, a finales del pleistoceno medio, ya que es de este horizonte que
pudieron venir a vivir y morir en Francia, a los que llamamos los
Chancelades (tipo extremo-asiático) y los Grimaldi (tipo negroide).

...A menos que todos los antropólogos se hayan equivocado en su


clasificación de las razas, lo que no se puede plantear...

Estos territorios se desmoronan aún hoy y casi por completo en la época de


transición del Holoceno, aurora de la nuestra... Esta era intermedia (y hasta
su último nivel) fue probablemente el Hogar de la Razas Occidentales –sin
duda la del cromañón- que tiene su aparición en el sur de Europa.

Hace 30 o 40.000 años, ya tenían unos artistas consumados: Fond de


Gaume, Altamira, Castillo, Niauc, Cargas, Lascau, Santimanmiñe, La
Pasiega, Pindal,...

182
Lo incomprensible de esta costumbre permitió a Erman ironizar, una vez más,
sobre un pasado que se había encargado de penetrar y de hacer comprender.

142
Este arte también nació en otro lugar. ¿Quizá proveniente de otro horizonte
en el que prosperaron estos miles de esqueletos idénticos, de las cuevas de
Europa a las cuevas de las atlánticas?

Pero estos últimos parajes han padecido tantos trastornos sísmicos que han
roto los lazos entre estos hermanos de raza. Sería incluso extraño, si su
puerto de amarre no hubiese sido en Atlántida, que hubiera un número tan
restringido de esqueletos en las regiones donde sus obras persistían en
gran cantidad; y tantos de estos mismos sujetos ahí donde los
traumatismos únicamente dejaron sus terribles huellas.

Así, según las topografías actuales, no podemos situar su medio generador.


Excepto, sin embargo, cuando se consideran los grupos de las islas
atlánticas donde perduran, en número igualmente elevado, estos
testimonios osteológicos étnicos, sin hablar de las cuevas, talladas en sus
rocas volcánicas.

Por otra parte, sea cual sea el centro evolucionado considerado,


exceptuando el del antiguo Egipto, no estamos en mayor medida de reunir
los elementos fundamentales de tal desarrollo racial. Y no hemos podido
explicar la aparición ni la plenitud de esta raza blanca sin acercarnos al
único punto del mundo donde la superioridad numérica, en la
homogeneidad de sus representantes, aporte el argumento probablemente
decisivo.

Porque la solución de este problema de los orígenes (de su valor intrínseco),


¿no está expresada por estos prehistóricos instructores, -cromañones-, que
dieron desde su aparición en la historia la medida de esta universalidad de
la raza?

¿No es este fermento que legó la humana, la sed de conocer la vitalidad de


sus investigaciones a través los recursos inagotables de la civilización
nilótica? Y no es paralelamente del fondo de este crisol donde surgieron
lentamente las manifestaciones mediterráneas de la sabiduría, del saber
antiguo, recogidos y mantenidos hasta nosotros por el Genio de occidente?

Alger, 23 noviembre 1960.

Traducido en enero 2.019.

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