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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Serie Bitten Point 03 1


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Eve Langlais

El abrazo de la pitón

Serie Bitten Point 03

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Sinopsis
Bienvenidos a Bitten Point, donde los insectos del pantano son de
tamaño nuclear y a los residentes les gusta morder.

No te burles del perro de Constantine. Princess puede pesar solo


menos de tres kilos, pero es fuerte, así que cuídate los tobillos. Te lo
advierto, si no le gustas, entonces a Constantine tampoco lo harás.

Excepto que a él le gusta Aria, aunque Princess preferiría enterrarla


en un agujero.

¿Podría ser porque Aria tiene secretos? Muchos de ellos, y todos


tienen que ver con el peligro que acecha a Bitten Point. Hay gente
desaparecida, y algunos han aparecido muertos. Los monstruos vagan, y
no solo en el pantano por la noche, sino también por las calles. En el
corazón del misterio está una mujer del tamaño de un bocado, una mujer
que Constantine quiere abrazar con fuerza en sus espirales y… ¿guardar
para siempre?

Constantine, una serpiente de sangre fría, no puede evitar desear


el calor de Aria, pero, ¿puede mantenerla fuera del peligro de morir, el
tiempo suficiente para convertirla en su compañera?

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Capítulo Uno
Estúpido pantano. El agua hacía mucho tiempo que le había
quitado el calor de sus extremidades. Peor, sin embargo, era el barro.
Succionaba las extremidades de Aria cuando intentaba descansar. La
cubría como una segunda piel viscosa que apestaba tanto que incluso los
insectos no se atrevieron a hacer un banquete de ella. Pero al menos la
escondió de los rastreadores.

A pesar de que la fatiga drogaba sus sentidos, sabía que estaban


ahí fuera, buscando. Cazando…

Cazándome para que puedan arrastrarme de vuelta al instituto y


silenciarme para siempre… o peor.

Nunca.

La captura no era una opción. Desde que escapó, no había dejado


de correr. Había nadado hasta que sus brazos amenazaron con caerse.
Caminó encorvada a través de la espesa ciénaga hasta que sus piernas
se llenaron de plomo pesado. Quería recostarse y tomar una larga siesta,
pero eso significaría rendirse, y esa no era una opción.

Los monstruos de Bittech la persiguieron, y no se refería solo a


Merrill y a sus secuaces. Los monstruos verdaderos existían. Bestias sin
conciencia. Tan pronto la encontraran la matarían. Ningún lugar era
seguro, ni tierra, ni aire, ni agua.

Pero me niego a ser su próxima víctima. No se rendiría sin pelear.

Un chillido ululante llegó en la distancia, un extraño sonido que se


hizo eco, silenciando a las criaturas normales que vagaban en la noche.

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La quietud descendió incluso cuando los insectos detuvieron su zumbido,


y su respiración se congeló en sus pulmones.

Soltaron a los cazadores aéreos. Esperaba haber salido del pantano


antes de que eso sucediera. Demonios, había esperado salir de Bitten
Point antes del anochecer. Sin embargo, el pantano no había cooperado,
y ahora que la oscuridad había llegado, la persecución realmente estaba
en marcha.

Cuando el grito primitivo llenó el cielo oscuro otra vez, no se movió


por un momento, sino que permaneció agachada en el barro y en las
malas hierbas, esperando contra toda esperanza que el cazador no la
viera. No pudo evitar estirarse para mirar el cielo por encima, oscuro pero
brillando con miles de estrellas.

Por un momento, apareció una sombra, destacándose contra la


luna, una criatura de aspecto rapaz volando con alas de cuero.

¿La había visto? ¿Se zambulliría? Se agachó para que el blanco de


sus ojos no la delatara. Estaba acurrucada, quieta y apenas respirando.

Con un chillido de enfado, el cazador se inclinó y aleteó alejándose.

Unas pocas docenas de latidos del corazón más tarde, se atrevió a


aspirar una bocanada para llenar sus pulmones y mirar hacia adelante,
solo para parpadear ante su nuevo problema.

Grrr.

El perverso sonido provenía de una criatura de ojos brillantes, su


hocico peludo retirado hacia atrás para revelar unos diminutos dientes
puntiagudos.

Grrr.

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¿Pensaba en serio amenazarla? Había comido ardillas más grades


que eso como un tentempié.

Pero más preocupante que el agresivo aperitivo fue la sombra que


se alzaba sobre ambas. Una voz grave dijo:

—Bueno, bien, Princess, ¿qué tenemos aquí?

—Problemas si no te alejas de mi camino. —Aria miró al tipo grande


a través de una sucia mata de pelo. Incluso ella podía admitir que carecía
de un factor de intimidación, pero cuando él se atrevió a reírse, no lo
pensó dos veces antes de actuar.

El puñado de barro golpeó directamente en la cara del gigante, con


una satisfactoria salpicadura.

—¿Realmente acabas de hacer eso? —preguntó él con clara


molestia mientras se limpiaba el barro de la cara con una mano.

Una pregunta tonta, viendo cómo ella lo había hecho.

—Sal de mi camino.

—¿O qué?

Quizás lanzar un segundo puñado no fuera la respuesta más


madura. ¿Su excusa? Estoy agotada.

Antes de que pudiera explicar cómo se lo merecía, ¡Princess atacó!

La perrita se elevó por encima del hombro de Aria, y ella giró la


cabeza para ver como la pequeña enana clavaba sus dientes contra la
serpiente de coral que yacía en la roca junto a Aria. Princess sacudió la
cabeza malévolamente, sin soltar el agarre mientras la serpiente silbaba
y escupía su desagrado.

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La incongruente visión hizo que Aria parpadeara, pero no cambió


la escena. La perrita todavía aguantaba, y las espásticas sacudidas de la
serpiente se hicieron más lentas.

Aria agitó sus pestañas de nuevo cuando una gran mano se agitó
frente a sus ojos.

—Déjame ayudarte a salir del barro. —El sordo estruendo la hizo


levantar la vista, y más arriba, a la voz alta.

En la penumbra, no podía decir mucho del tipo, aparte de que era


grande, realmente muy grande, y que no le preocupaba que la perrita se
hubiera apoderado de una serpiente malvada venenosa.

—¿No deberías estar ayudando a tu perro?

Él resopló.

—Princess se ofendería si me meto. Es más que capaz de cuidar de


sí misma.

Sonaba familiar. Aria también tenía una vena independiente, y eso


significaba que evitó su oferta de una mano para salir del barro, porque
era mucho más impresionante cuando se deslizaba a través del lodo que
succionaba y se arrastraba sobre la hierba del matorral.

Pero ella lo hizo, al igual que había escapado de Merrill y Harold, y


de todos los demás que la perseguían.

Agotada, se dejó caer de espaldas, probablemente no fue su acción


más sabia, especialmente porque no conocía las intenciones del
grandullón. Por todo lo que sabía, él podía ser un psicópata montañés
que había desempeñado un papel en la realización de la película The Hills

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Have Eyes1… estúpida Cynthia por hacérsela ver. Buenas noticias, no


oyó un banjo. Y realmente, ¿qué tan peligroso podría ser un hombre que
llamaba a un pequeño chucho Princess?

Sus entrañas no se agitaron. Su águila interior no graznó, ni agitó


las plumas agresivamente. Confiando en sus instintos, permaneció
recostada en el suelo, dándole a su cuerpo cansado un necesario respiro.

Dado que el tipo grande seguramente no veía a mujeres saliendo


del pantano todos los días, esperaba un aluvión de preguntas. La gente
normal preguntaba cosas como: “¿Qué estás haciendo aquí?”, o “¿cuánto
tiempo pretendes vivir?”. A los hombres con mal genio no les gustaba que
las mujeres les tiraran barro en la cara.

El extraño, sin embargo, no dijo una palabra, pero se quitó la


camisa y la usó para secarse la cara. Las sombras no permitían tener una
vista clara, pero vio lo suficiente como para darse cuenta de que su masa
estaba compuesta de músculo, no de grasa. Un montón de músculo.

Deberíamos acariciarlo y apaciguar sus plumas erizadas, sugirió su


águila.

No habría caricias. Aria miró hacia otro lado y notó que su perrita
había terminado con la serpiente. La culebra venenosa yacía lacia sobre
la roca, y Princess se pavoneaba y chillaba, celebrando su muerte.

—Qué buena chica. ¿La princesa de Papá mató a la desagradable


víbora?

¿El grandullón de verdad habló con su perro?

Rodando sobre un codo, los miró boquiabierta.

1
The Hills Have Eyes: Película de terror que en España se tituló Las Colinas tienen
Ojos, y que las escenas de más miedo iban acompañadas de música de banjo.

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El tipo se había agachado para agarrar a su pequeña mascota en


el hueco de su brazo. La maldita cosa era apenas un bocado, pero el tipo
grande, que olía un poco a reptil, acariciaba a Princess como si estuviera
hecha de fino vidrio hilado mientras Aria yacía en el suelo, mirando y
oliendo como un montón de basura.

Tan injusto. Aunque por qué le importaba no podría haberlo dicho.


¿Qué importa si mima a su perro? ¿Y a quién le importa si estoy sucia? No
estoy buscando impresionarlo.

Necesitamos un baño, se quejó su lado aviar. Mientras que ella


podía manejar un poco de suciedad, su águila interior se encogía ante la
suciedad que las cubría. A las aves no les gustaba recubrir su cuerpo de
barro. Impedía su capacidad de volar.

Hablando de volar, era hora de salir del pantano. Ya había pasado


demasiado tiempo tumbada allí y necesitaba moverse antes de que el
cazador hiciera otra pasada.

Se puso de pie de un salto, pero se movió demasiado rápido. Su


visión vaciló, al igual que su cuerpo. Una mano la estabilizó.

—Ten cuidado. No me gustaría que plantaras la cara de frente aquí.

—Déjame adivinar, ¿tienes un lugar más blando para que pueda


plantarme?, ¿cómo tu cama o el asiento trasero de tu coche? —Ella había
oído todas las frases de acercamiento y ninguna de ellas la impresionó.

—Uh, no. Lo que quise decir es que Princess hace sus negocios en
esta zona. Es por eso por lo que estábamos aquí, de hecho. Ella tenía que
hacer sus negocios.

Chap. Los dedos de los pies de Aria presionaron el cálido pedazo de


cacas, y no pudo evitar que la risa histérica brotara de ella.

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—Mierda.

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Capítulo Dos
¿Qué pensar de la mujer que acababa de arrastrarse fuera del
pantano con solo un sostén y bragas? En todos sus años, esta fue la
primera vez que le ocurrió algo así, al menos a Constantine.

Mientras acunaba a Princess contra su cuerpo, no pudo evitar


catalogar el enigma que tenía ante sí.

Qué cosa tan pequeña, ni siquiera le llegaba a su barbilla, y delgada


también. Una capa de lodo la cubría. No podía oler si era humana o
Cambiaformas, pero por la forma en la que se movía, habría apostado
que Cambiaformas, un animal con gracia, dados sus fluidos
movimientos.

Las preguntas rebosaban en sus labios, la más importante, ¿Quién


eres? Sin embargo, se contuvo. Percibió una cierta cualidad asustadiza
en ella. No se necesitaría mucho para hacerla salir huyendo.

Ella no puede correr si la abrazamos. Apriétala. Sujétala fuerte.

Su serpiente interior solo tenía una solución para todo.

Tal vez, en lugar de aplastarla hasta la muerte, deberíamos tratar


de limpiarla y obtener algunas respuestas.

Porque apostaría que su historia tenía mucho que ver con lo que
él, su hermano y sus amigos habían estado investigando anteriormente.

Algo cazaba a la gente en Bitten Point. Algo los jodía, y ya era hora
de que ellos se volvieran para joderlos.

O joderla a ella.

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Serpiente mala, y no se refería a su Cambiaformas. Una cierta parte


de él mostró demasiado interés por la mujer cubierta de barro que tenía
delante. Qué perverso era codiciar a una criatura del pantano,
especialmente a una que había pisado caca y que poseía una boca muy
sucia.

Muy sucia…

Interrumpió su letanía de maldiciones.

—Escucha, mi casa no está lejos de aquí. Tengo una ducha al aire


libre si quieres darte un manguerazo fuera.

El rostro salpicado de barro lo miró con sospecha.

—No voy a desnudarme para tu entretenimiento.

—Mantén tu ropa puesta mientras te bañas, por lo que me importa,


pero puede que te resulte incómodo, y será más difícil enjuagar tus, um,
pedacitos de chica. —Constantine que no solía ser tímido, se mostró
reacio a mencionar sus partes más femeninas, sobre todo, porque se
encontraba más interesado en ellas de lo que era normal.

—No te preocupes por mis partes femeninas. En cuanto a


desnudarme, ¿qué se supone exactamente que debo usar después de la
ducha? Y si dices que tú, probablemente te haga daño.

La amenaza sacó una risita de él. Una pequeña dama, pero


luchadora. Le gustaba eso.

—Tengo algo de ropa de repuesto que te puedo prestar para que no


tengas que desfilar en ropa interior, o desnuda.

Sus brazos se cruzaron sobre su pecho, escondiendo sus pequeños


activos.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

—Señora, no sé con qué tipo de hombres te relacionas, pero puedo


asegurarte que no tengo ningún interés en comerte con los ojos o en
molestar a alguien que apenas es más grande que mi perro. Prefiero a
mis damas con más carne.

Las palabras estaban pensadas para tranquilizarla, pero sus ojos


brillaban.

—No hay nada malo en ser pequeña y de huesos finos.

—Lo es si quieres algo para masticar. —Constantine la oyó aspirar


un aliento y pudo haber gemido. No acabo de decir eso. Pero lo había
hecho. Qué raro, porque no solía ser muy grosero con las damas.

Dado que discutir en el pantano no los llevaría a ninguna parte, se


giró sobre sus talones. A pesar de la oscuridad, no tuvo problemas para
encontrar su camino. Vivía junto al pantano desde que tenía memoria. Y
podía recordar mucho tiempo. Casi lo único que no recordaba en su vida
era a su padre. Esa serpiente de corazón frío se había ido tan pronto como
la madre de Constantine anunció su embarazo, y el imbécil nunca había
regresado.

Pero como dijo Mamá en defensa de su padre, estaba en la


naturaleza de una serpiente irse una vez que había fertilizado a una
hembra.

La respuesta de Constantine cuando tuvo edad suficiente para


responder:

—Los hombres de verdad no huyen de sus responsabilidades.

Palabras que quiso decir y, sin embargo, el miedo a que se volviera


como su padre lo hizo ser tímido para las relaciones. No quiero ser mi

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padre. Ya que era un Cambiaformas pitón por naturaleza, no quería


añadir “el bastardo que abandonó a los que lo necesitaban” a esa
descripción.

Mientras se alejaba del borde del pantano, con el perro metido


debajo del brazo, no se molestó en mirar y ver si la mujer lo seguía.
Princess lo cuidaba. Su pequeña cabecita se volvió para espiar hacia
atrás, su cuerpo tenso en su agarre.

Tomó solo unos minutos de caminata antes de que se viera la luz


del porche, un faro en la oscuridad que atraía a todos los tipos de insectos
voladores. Cerca de los Everglades, veían una buena cantidad de
insectos, algunos con suficientes patas y mandíbulas mordedoras para
preocuparlo. Princess tenía una piel delicada.

Unos pasos más y la casa que compartía con su madre apareció a


la vista. Para la mayoría de los estándares, no era mucho. Un bungalow
compacto de tres habitaciones sobre pilotes de madera. Las fuertes
lluvias a veces hacían que la casa pareciera flotar como si fuera una isla.

Le disgustó darse cuenta de que se preguntaba qué pensaría la


mujer de su hogar. No me avergüenzo de dónde vengo. No se avergonzaba,
y sin embargo, siguió derramando dinero en proyectos de renovación.
También derramó un montón de sudor y maldiciones.

¿El resultado? La casa se veía mucho más presentable de lo que


solía ser. Tenía que ver que Constantine había gastado muchos de sus
cheques de pago desde que comenzó a trabajar para mejorar su lugar.
Un revestimiento nuevo, ventanas nuevas, junto con un techo que él y
Daryl, el mejor amigo de su hermano mayor, habían reemplazado.

En el interior, había destripado la cocina y puesto armarios nuevos


para su madre. Nada sofisticado. Había agarrado esos pre-fabricados
blancos en un stock en la ferretería de la ciudad más próxima. Pero a su

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madre le encantó. Al igual que a ella le encantaba el suelo laminado que


había colocado en todo el lugar.

Puede que no parezca mucho, pero es mi casa. Mi hogar. Tómalo o


déjalo.

Una vez más, por qué le importaba una mierda, no podría haberlo
dicho. Además, no era como si ella se fuera a quedar. La limpiaría y
seguiría su camino tan rápido como pudiera.

No dejarla. Nuesssstra.

No es nuestra y, diablos, sí, ella se iba. Constantine no dirigía un


hogar para niñas abandonadas fangosas. Incluso las más luchadoras que
lo intrigaban.

Se desvió de la casa cuando llegó al patio y se dirigió a la ducha


exterior. No tenía mucha privacidad, consistía en un simple poste
incrustado en una losa de hormigón. La manguera verde del jardín, que
había enterrado bajo la tierra desde la casa hasta esta ducha exterior, se
sujetaba al poste y terminaba en una ducha oxidada en la parte superior.

—Ahí está la ducha si quieres usarla. Iré a buscarte una toalla.


Mamá tiene un montón de ellas apiladas junto en la puerta trasera. —
Porque, a veces, a Constantine también le gustaba jugar en el barro.

La mujer no respondió. De hecho, no dijo una palabra en absoluto.


Lo que sea. No se detuvo a ver si abría el agua. Tampoco le importaba si
se iba. Menos problemas para él si lo hacía.

Un chirrido de una manija poniéndose en marcha y el sonido del


agua corriendo le hizo saber que se había quedado, pero, ¿por cuánto
tiempo?

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La mujer aún tenía que explicar por qué había salido arrastrándose
del pantano, y aunque no parecía muy entusiasmada con su presencia,
no se había despegado, ni exigido un teléfono.

¿Quién era ella?

La nuesssstra.

A pesar de la certeza de su reptil interior, estaba seguro de que


nunca la había visto antes. Por otra parte, dada la capa de suciedad en
su piel, podría haber sido su vecina de al lado por lo que él podía decir.
Excepto que el viejo Kenny de al lado pesaba alrededor de noventa kilos
más, y era un tío.

Todavía metida bajo su brazo, Princess se movió, y él la dejó en el


suelo a su lado. Su fiel compañera se pegó a sus talones mientras se
dirigía a la sala de la colada en la parte trasera de la casa que compartía
con su madre. Y, no, no era un niño de mamá. No demasiado.

Sin embargo, no vio ninguna razón para mudarse cuando su madre


tenía una casa del tamaño perfecto para que la compartieran. Él ayudaba
con las cuentas y el trabajo de hombre que se necesitaba hacer, mientras
ella cocinaba y lavaba su ropa. Pero había que tener en cuenta que él
lavaba los platos.

Dentro del cuarto de barro2, piensa en una caja de madera


contrachapada sobre cemento del patio, que básicamente servía de
refugio para la lavadora y secadora, enganchó una toalla limpia con un
patrón vívido. Su madre hacía mucho tiempo había renunciado a la ropa
del hogar blanca. Él y su hermano estaban demasiado sucios para eso.

2
Cuarto de barro: Cuarto a la entrada de la casa, normalmente en la trasera que tenía
la zona de colada para poder cambiarse de ropa y calzado y asearse y no ensuciar el
resto de la casa cuando se venía del trabajo o campo.

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Mientras estaba en el cuarto de barro, también abrió la secadora y


sacó una camiseta larga, pero no se molestó con unos pantalones.
Dudaba que encajara en su talla o en la de su madre. La mujer que
encontró poseía una cintura tan pequeña que estaba seguro de que sus
dos manos podían abarcarla con espacio de sobra.

Alguien tiene que alimentarla.

Tengo algo para alimentarla.

Joder, ¿qué diablos le pasaba esta noche? Desde el fiasco en los


túneles hace aproximadamente un día, se encontraba al límite. Saltando
en las sombras. Volviéndose para revisar cada ruido. Sin embargo, estar
vigilante no explicaba su extraño interés en las chicas abandonadas
fangosas. Excepto que probablemente ella no estaba tan embarrada
ahora.

Me pregunto cómo se verá.

Al salir del cuarto de barro, su mirada se dirigió hacia ella, y notó


que estaba de pie a un lado de la ducha al aire libre, la mano extendida
bajo el torrente que brotaba.

—Por lo general, funciona mejor si te metes bajo del spray —


comentó mientras se acercaba.

—Está fría.

—Bueno, duh. Es una ducha al aire libre. No esperarías que


canalizáramos agua caliente aquí.

La mirada malvada que le lanzó desde debajo de la madeja húmeda


de pelo casi le hizo sonreír.

—Agua caliente hubiera estado bien.

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—Entonces no tires barro a la gente que no conoces sin razón. Pero


supongo que los dos no podemos conseguir lo que queremos.

Sus labios se torcieron.

—Touché. Hipotermia entonces.

—Una vez que te quites el barro, entonces podremos meterte en


algo caliente.

—¿Qué? ¿No vas a ofrecerte a calentarme tú mismo? —Una


inclinación pícara de sus labios mostraba unos dientes de color blanco
nacarado. Dientes que le encantaría que le mordieran.

No, no lo hago.

—Ya te lo dije, señora. No eres de mi tipo. —Ahora, que alguien se


lo dijera a su libido, que no dejaba de hacer comentarios socarrones en
su cabeza.

—Es bueno saberlo. Entonces supongo que no hay necesidad de


decirte que des la vuelta mientras me quito estos harapos.

El sujetador fue lo primero en irse, y antes de que pudiera apartar


la mirada, Constantine pudo ver pequeños melocotones, con brotes
duros, apenas un bocado. Sin embargo, era muy tentador…

Rápidamente volvió la cabeza y escuchó su suave risa.

—Mojigato.

—La mayoría de las mujeres lo llamarían respeto.

Ella resopló.

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—Esa es una palabra que no oigo a menudo. La mayoría de los


hombres creen que el hecho de que tenga un agujero entre las piernas
me convierte en un blanco legítimo.

—Entonces siento pena por ti porque, en mi mundo, las mujeres


deben ser apreciadas y protegidas.

—Debe ser agradable.

¿Era él, o sus palabras tenían una nota melancólica? No se atrevía


a darse la vuelta para ver, pero quería hacerlo. Quería ver el agua cayendo
en cascada por su cuerpo, la humedad perlando las puntas de sus
pechos.

Contrólate. Dejó caer la cabeza y cerró los ojos. También apretó los
puños, mientras respiraba profundamente, preguntándose por el extraño
efecto que ella tenía en él.

Los pensamientos aburridos, como por ejemplo la hierba que


necesitaba cortar, lo ayudaron a resistir un poco su encanto. El
castañeteo de sus dientes mientras ella se escurría bajo el spray también
ayudó a ponerlo bajo control.

Tan pronto como el agua se cerró, extendió la toalla que colgaba en


su puño, todavía sin atreverse a darse la vuelta.

Ella se la arrebató.

—Eso estaba tan jodidamente frío —tartamudeó.

Yo te calentaré. Lo pensó, pero dijo:

—¿Estás decente?

Un sonido que no era el femenino de una dama emergió de ella.

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—No según la mayoría de las personas que me conocen.

—Quiero decir, ¿estás usando la toalla?

—Sí, ¿por qué?

Girando sobre sus talones, Constantine olvidó lo que quería decir


cuando vio su rostro. Una cara que reconoció.

—Santa mierda. Eres Aria. La chica que hemos estado buscando.


—La mujer por la que habían peinado la ciudad solo para llegar a puntos
muertos, literalmente. El recuento de cadáveres seguía creciendo.

La ironía de que ella prácticamente apareciera en la puerta de su


casa lo habría hecho reír, excepto que su serpiente eligió ese momento
para silbar.

Finalmente, hemos encontrado a la mujer que estábamos esperando.

Como el infierno.

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Capítulo Tres
Maldición y doble maldición. ¿Cómo la reconoció este tipo?

—No, no lo soy —respondió apresuradamente. Lo último que


necesitaba era que se corriera la voz de que había escapado y emergido.
La pandilla retorcida que trabajaba en el laboratorio subterráneo de
Bittech iría tras ella si se enteraban. Era mejor que pensaran que murió
en el pantano.

De hecho, no debía permitir que nadie supiera su paradero hasta


que hubiera hablado con su jefe y hubiera llevado su trasero a la casa
segura que le habían dicho que usara en caso de que las cosas se
pusieran peludas, o en este caso, correosas.

El grandullón resopló en respuesta a su refutación.

—Por supuesto que lo eres. No soy un maldito idiota. Cynthia nos


mostró suficientes fotos tuyas para que supiera cómo te ves,
especialmente ahora que tu cara está limpia.

—¿Conoces a Cynthia?

—Malditamente correcto, lo hago. Se unió a Daryl en cuanto llegó


a la ciudad y todos hemos estado buscándote.

Una mueca retorció sus labios.

—Se suponía que Cynthia debía irse a casa y olvidarse de


buscarme. —Pero debería haber sabido que su mejor amiga no aceptaría
su desaparición.

—No le des toda una mierda porque a ella le importaba.

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Un suspiro la dejó.

—No le voy a dar un infierno, pero su preocupación y venir a


buscarme complicaron las cosas. ¿Y cómo conociste a Thea de todos
modos? ¿Quién eres tú?

—Constantine Xavier Boudreaux.

Ella parpadeó.

—Guau, eso es un bocado3. —Demasiado tarde se dio cuenta de


cómo sonaba eso, y a juzgar por la sonrisa que estiraba sus labios, él
también lo hizo.

—Más que un bocado, y un puñado4.

Ella no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—Y ahí estás, probando mi punto de que los hombres solo tienen


un pensamiento en su cerebro.

—Pensé que habíamos comprobado que el mío era grande. —Su


sonrisa se ensanchó.

Un chillido desgarrador rompió el enfrentamiento entre ellos.

Inmediatamente, se puso tensa y se volvió para mirar al cielo.

—Tenemos que ponernos a cubierto.

3
Aquí con bocado ella quería que significara un trabalenguas, o una frase muy larga y
complicada para decir. Pero coloquialmente también se dice del acto de eyacular en la
boca de alguien.
4
Puñado, es una persona difícil de controlar, problemática. Pero también lo que cabe
en una mano, y en especial los pechos de una mujer.

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—Es solo un pájaro del pantano buscando algo de cenar —dijo el


hombre grande mientras se inclinaba para recoger a su perro del suelo.

—Lo sé. Ese es el problema. Creo que yo podría ser su cena —


murmuró la última parte, pero él aún así la oyó.

—No te preocupes. Sea lo que sea, no se atreverá a meterse con


nosotros.

—Muestra lo poco que sabes. Y si no estás preocupado, ¿por qué


estás recogiendo a tu perro?

—Porque le gusta que la abracen. —Lo dijo tan en serio.

Y ella casi responde, me gustaría que me abrazaran a mí también.


Excepto que no lo hizo. Normalmente, así era.

A Aria no le gustaba que la gente la tocara, pero por alguna razón


no pudo evitar preguntarse cómo se sentiría si ese tipo tan grande le
pusiera las manos encima.

Una locura. Tal vez como resultado del tiempo que pasó como
prisionera. ¿Me estoy volviendo loca?

Antes de perder la cabeza, necesitaba hablar con su jefe.

—Necesito un teléfono. —Y un lugar abierto. A pesar de la


seguridad de Constantine de que nadie atacaría, él no sabía lo que ella
sí.

Los cazadores no eran aves de presas comunes y corrientes, y


aunque era de gran tamaño, Constantine no podía competir con esas
bestias psicópatas.

—¿Por qué no te pones esto primero? —Extendió una mano en la


que agarraba una tela oscura—. Te traje una camiseta.

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—¿Es una camiseta especial que puedo usar para marcar el


número de alguien? —Fue su sarcástica respuesta. Sin embargo, se la
arrebató y se tiró de ella sobre su cabeza. Una vez que la cubrió, un tirón
en la toalla despegó el algodón húmedo de su cuerpo—. ¿Qué debo hacer
con esto? —Movió la toalla húmeda.

—Puedes dejarla en la lavandería.

—¿Dónde está? —preguntó.

—Por aquí. —Sin previo aviso, se inclinó y la obligo a quedar


tumbada sobre un ancho hombro antes de que él se volviera a poner de
pie de nuevo.

Conmocionada, le tomó un momento estando colgada de su


espalda antes de que le gritara.

—Bájame. ¿Qué crees que estás haciendo? —Su sorpresa por sus
acciones explicaba su corazón acelerado, pero lo que no entendía era la
falta de reacción de su águila. ¿Dónde estaba su indignación? ¿La ira?

Un macho debe demostrar su dominio.

Antes de que pudiera digerir ese extraño concepto, Constantine le


explicó su ilógica.

—Te estoy cargando para que tus pies no se llenen de barro. Y antes
de que enloquezcas un poco más, puedo añadir que estoy haciendo lo
mismo con Princess.

—¿Y esta es la única forma en la que pensaste llevarme? —Se las


arregló para decir, no sin mucha incredulidad.

—Solo tengo una mano libre, señora. ¿Qué otra cosa esperabas?

Serie Bitten Point 03 25


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Podrías haber dejado a tu perro en el suelo y llevarme en tus dos


brazos.

Un resoplido sacudió su cuerpo.

—Claro, no. No estoy dispuesto a tener mis manos ocupadas y mi


perra quedar vulnerable a lo que sea que haya en el cielo.

Como para añadir peso a su argumento, otro chillido atravesó la


noche, esta vez más cerca. Aria no pudo evitar temblar. Aunque él podía
imaginar una variedad normal de cazadores, ella lo sabía mejor.
Necesitaban salir de la intemperie.

Se mordió la lengua, para que él no cambiara de opinión sobre


dejarla usar su teléfono. Otra parte de ella, sin embargo, se preguntaba
por su confianza ciega en este gigante.

Así de cerca, podía oler su piel realmente. Había pasado suficiente


tiempo alrededor de los Cambiaformas últimamente para darse cuenta
de que era un reptil de algún tipo. ”Tipo” era la palabra clave.

—¿Qué eres? —dijo ella.

Él no dudó.

—Una serpiente. Una pitón para ser exactos.

—Nunca antes había conocido a un Cambiaformas serpiente.

—Eso es porque somos bastante raros. Tengo el gen de mi padre.


Y tú eres una para hablar de raros, ya que lo último que oí es que las
águilas Cambiaformas están justo a punto de extinguirse.

—¿Cómo sabes lo que soy? No sabía que las serpientes tuvieran


tan buen olfato —contestó a su propia pregunta de inmediato—. Cynthia.
—¿Había algo que su mejor amiga no hubiera divulgado?

Serie Bitten Point 03 26


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Nota mental para una misma: compra cinta adhesiva para tu mejor
amiga.

—¿Tus padres fueron dos águilas? —preguntó. Una pregunta


válida ya que los mismos tipos de razas tenían más facilidad para
procrear.

—No lo sé. Nunca los conocí. —Huérfana a una edad temprana,


Aria no solo no tenía recuerdos de sus padres. Tampoco tenía fotos, ni
nombres. No sabía nada en absoluto sobre quién y qué era.

Llegar a su herencia de Cambiaformas en su adolescencia había


resultado aterrador. El primer estallido de dolor cuando se transformó
por primera vez la llevó a un pánico ciego. Fue un milagro que
sobreviviera, dado que se estrelló contra la ventana de su dormitorio y
cayó al suelo, rompiéndose un brazo. Se metió en problemas por eso, sus
padres adoptivos no tomaron con amabilidad lo que pensaron que era un
intento de fuga.

En cierto sentido, tenían razón. Quería huir… lejos de sí misma.


Durante unos años, se creyó loca, un monstruo, hasta que conoció a
Thea.

En realidad, me estrellé contra ella. Golpeó a Thea contra un árbol


y exclamó: “Hueles diferente. Eres como yo. Excepto que más perruna”.

No era la presentación más auspiciosa y, sin embargo, a partir de


ese momento se convirtieron en las mejores amigas.

Ayudó a Aria a darse cuenta de que no estaba sola. Thea era como
ella, bueno, no exactamente igual, dado que Thea se transformaba en un
lobo, pero su amiga sabía de los cambios. Con su guía y las lecciones
aprendidas de los padres de Thea, llegó a entender lo que era. Nunca
había descubierto quién era.

Serie Bitten Point 03 27


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Cuando entraron en la casa, otro grito atravesó la noche, esta vez


más cerca. Constantine cerró la puerta trasera, protegiéndola de los ojos
del cazador. ¿O eran cazadores? Merrill y su pandilla tenían más de un
tipo de criatura a su disposición. Sin embargo, ¿se atrevería a liberarlos
a todos con la esperanza de que la trajeran viva o muerta?

Constantine se agachó, pero si ella pensaba que él quería dejarla,


estaba equivocada. Solo el perro tenía ese privilegio.

Parecía que a Princess no le gustó su pérdida de estatus.

Yip.

—Lo siento, Princess. Papá tiene que calentar a Aria antes de que
se desmorone tiritando.

—No me voy a romper. —Hubiera sonado más convincente si se las


hubiera arreglado para decirlo sin que sus dientes castañetearan.

—No, pero podrías enfermarte. Necesitamos calentarte.

¿Qué tal si me envuelves en esos grandes brazos tuyos?


Ciertamente se sentía muy cálido para un hombre que supuestamente
era de sangre fría.

Casi se ríe. Luego frunció el ceño. ¿Qué le estaba pasando? Aria no


se abrazaba. Tampoco quería que un hombre la abrazara o la calentara.

El mareo la asaltó cuando Constantine la levantó de su hombro


para acunarla en sus brazos. ¿Quién es la princesa ahora? Se mordió la
lengua antes de poder burlarse del perro en voz alta.

—Vamos a llevarte a la cama.

¿Cama con el tío bueno?

Serie Bitten Point 03 28


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No voy a dormir contigo —murmuró, apenas logrando la


coherencia, su temblor volviéndose muy severo.

—¿Podrías parar de suponer que voy a abusar de ti? No tengo


ningún interés en ti. Además de asegurarme de que no te enfermes y
mueras.

—Yo no me enfermo. —Realmente no lo hacía. Los Cambiaformas


tenían una habilidad asombrosa para curarse de las cosas.

—Puede que no te enfermes de las cosas normales, pero pasaste


bastante tiempo en el pantano, por tu aspecto. Hay cosas ahí fuera que
pueden hacer enfermar hasta a los más duros de nosotros. La fiebre del
pantano no es algo de lo que burlarse.

—No tengo fiebre. Tengo frío. —Mucho frío, hasta la médula de sus
delgados huesos.

—Dame un segundo y trabajaremos en eso. —La dejó en una cama


con un colchón tan duro que ella no hizo ni una mella.

—Necesito una manta. —Olvida el teléfono. Ahora mismo, solo


quería quitarse este entumecimiento de las extremidades.

Le puso una cubierta, una gruesa. Aún así, tembló.

—Tengo frío —se quejó con una voz quejumbrosa que no reconoció.

—Debería llamar a un médico.

Ante la mención, sus ojos se abrieron de par en par y dijo


frenéticamente:

—No, no llames a nadie. Nadie puede saber que estoy aquí.

—¿Qué está pasando, Aria? ¿De quién estás huyendo?

Serie Bitten Point 03 29


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—De los monstruos. —Se rió.

—¿Qué monstruos? ¿De qué estás hablando?

—No puedo decirlo. Es un secreto. Shhh —murmuró las palabras


mientras sus ojos se cerraban—. Tanto frío. —Los escalofríos no se
detuvieron hasta el punto que le dolían los huesos.

Un pesado suspiro llenó el silencio antes de que el colchón a su


lado se hundiera.

En un instante, ella abrió los ojos y miró a Constantine, que yacía


frente a ella.

—¿Qué estás haciendo?

—Calentándote. Date la vuelta.

—Pero…

—¿Tienes que discutir constantemente? Date la vuelta para que


pueda calentarte y marcharme.

El lado duro que ella había cultivado como una coraza contra el
mundo quería protestar por su ayuda, aunque la necesitara. Ignoró esa
voz y obedeció la profunda y estruendosa orden de Constantine. Se
inclinó hacia un lado, mirando en la otra dirección.

Un brazo la rodeó y tiró de ella hacia sí, empujándola contra la


enorme longitud de él. La intimidad de la posición le hizo tomar un
aliento. Acurrucada tan firmemente contra él, que podía sentir la dureza
de su cuerpo, pero aún mejor, el calor.

Él irradiaba un delicioso calor. Un suave suspiro salió de ella


mientras su cuerpo tembloroso se empapaba de ello.

Serie Bitten Point 03 30


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una gran mano se extendió por su vientre, extendiendo calor de un


tipo diferente a través de ella. Su trasero se movió, acercándose más a él.
Al sentir cierta dureza distintiva, se congeló.

—¿Qué pasó con eso de que no soy tu tipo? —preguntó cuando la


evidencia de una masiva erección presionaba contra su trasero.

—Todavía no eres mi tipo, pero soy un hombre normal y tú una


mujer. No puedo hacer mucho para cambiar eso. Pero no te preocupes.
No pienso hacer nada al respecto. Estoy cansado, así que si no te importa,
¿puedes dejar de discutir por un minuto y dormirte?

¿No discutir? Pero era lo que mejor hacía.

Excepto que, en este caso, realmente no quería convencerlo de que


se moviera. En este momento, disfrutaba de una calidez y paz... me siento
segura... que nunca había disfrutado antes.

Agotada por su escapada, y segura dentro del capullo de su cuerpo,


cayó en un sueño inquieto.

Serie Bitten Point 03 31


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Cuatro
Nada de sueño para mí esta noche.

Constantine, a pesar de sus afirmaciones en sentido contrario, se


sintió demasiado atraído por Aria para poder controlar de forma viable
cualquier tipo de sueño.

No tenía sentido. No había mentido cuando le dijo a Aria que


prefería a las chicas más grandes. Chicas más altas. Mujeres que podían
manejar a un hombre de su tamaño.

Aria no tenía una onza extra de grasa en ninguna parte. Por otro
lado, ya que pertenecía a la familia aviar de los Cambiaformas,
mantenerse delgada no era solo una necesidad, sino un hecho de la vida.
Para tener la capacidad de volar, las especies de aves necesitaban
permanecer ligeras.

Todo en ella era delgado, incluso su pequeño trasero. Poco pero no


desapercibido donde se apretó contra su ingle.

Ssssuya.

Hablando de pura tortura. Nunca antes una erección de esta


magnitud lo había atormentado, y sin que ella hiciera nada.

¿Qué clase de pervertido deseaba a una mujer cuando estaba


evidentemente tan exhausta y helada por su terrible experiencia? Claro,
se había metido en la cama con intenciones altruistas, pero el altruismo
no detuvo los sucios pensamientos en su cabeza.

Envuélvete a su alrededor. Apriétala.

Serie Bitten Point 03 32


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Su reptil realmente no veía el problema. El hombre, sin embargo,


no dejó que su yo primario dictara sus acciones.

Cuando el calor volvió a los miembros de ella, su cuerpo se relajó.

Escuchó más que vio cuando Princess saltó a la cama, una cama
con un somier más bajo para que pudiera dar el salto. Abrió los ojos y
notó que los grandes ojos de su perra estaban fijos en la cara de Aria.
Princess soltó un pequeño grr y yip.

—Shhh —dijo en voz baja—. Está durmiendo. No la despiertes.

A su perrita no parecía importarle. Gruñó de nuevo. A alguien no


le gustaba que su lugar fuera usurpado en su cama.

Qué lindo. Su cachorrita estaba celosa.

—Ven aquí, nena. Ven a acurrucarte con tu Papi.

Desde que había conseguido a Princess hace unos años, rescatada


en realidad de una tienda de mascotas que se incendió, muchas personas
los miraron a los dos con incredulidad. Pero eso era porque simplemente
no entendían. Desde el momento en que esos enormes ojos lo atraparon
desde donde estaba en su jaula, ladrando con la ferocidad de un pit bull
rabioso pero del tamaño de un hámster, se había enamorado.

Sus amigos se burlaron de su elección de mascota solo una vez, a


menos que tuvieran un buen plan dental. Algunos chicos amaban a sus
coches. Otros coleccionaban mierda. Constantine adoraba a su perro.

También vivía según el lema de una de sus camisetas que decía:


“Si a mi chihuahua no le gustas, a mí tampoco me gustas”.

Sin embargo, cuando Princess se arrastró debajo de las mantas y


se acurrucó contra su columna vertebral, no pudo evitar preguntarse si

Serie Bitten Point 03 33


Eve Langlais El abrazo de la pitón

tendría que revisar esa actitud, porque, mientras que a Princess no le


gustaba Aria, a él si le gustaba.

La atracción, sin embargo, no significaba que ignorara la rareza de


su reaparición. ¿De qué huyó? ¿Dónde había pasado esos días perdidos?

Él y sus amigos habían peinado la ciudad, pero nadie había visto


rastro alguno de Aria después de su última visita a Bitten Pint, el bar
local.

Al final encontraron sus cosas en Bedbug Bites, un bed and


breakfast que se creía cerrado. Dentro de ese B&B habían descubierto no
solo sus cosas personales abandonadas, sino también el cuerpo de la
dueña. Y lo que era más importante, encontraron unos viejos túneles de
contrabando bajo la casa.

Sin embargo, olvídate de cualquier pista o dirección de Aria, o de


los culpables que aterrorizaban a la ciudad.

Un sheriff corrupto prendió fuego al lugar, y los dejó de nuevo en


la casilla de salida.

Pero ahora podrían tener finalmente una ventaja. Encontré a Aria.


En realidad, ella lo encontró a él, pero de cualquier manera, apostaría
que muchas de las respuestas estaban dentro de la cabeza de ella.
Preguntas que tendrían que esperar hasta la mañana cuando se
despertara.

Olvida su fatiga. Debería despertarla y exigir respuestas. Mientras


ella descansaba, su pueblo estaba siendo acosado. Amigos y familiares
lucharon contra los ataques, y los que fracasaron desaparecieron.

¿Quién estaba detrás de eso? Dinoman y Dogman, criaturas


mutantes, estaban en el corazón de los conflictos, pero no habían salido
de la nada. Alguien los había creado.

Serie Bitten Point 03 34


Eve Langlais El abrazo de la pitón

El propietario de Bittech, un instituto médico que realizaba


experimentos con sangre y genes de los Cambiaformas, se declaró
inocente y dijo que todo su trabajo fue aprobado por el SHC... el Consejo
Superior de Cambiaformas5, el órgano rector de su especie.

¿Debería culpar al sheriff Pete, cuyo hijo, Merrill, parecía estar


involucrado?

¿A quién podrían señalar con el dedo? ¿A quién podrían castigar?

Cada rastro que seguían llevaba a un callejón sin salida. Hasta


ahora. No pudo evitar inhalar el aroma de Aria y se preguntó si, en sus
brazos, dormía la pieza faltante del rompecabezas.

¿Qué había visto Aria? ¿Qué sabía? Y la pregunta más importante,


¿podría protegerla de lo que huyó?

Ya, claro. Por supuesto que lo haría. Aplastaré a cualquiera que le


ponga una mano encima. Y, si fueran sabrosos, se los comería.

5
Shifter High Council.

Serie Bitten Point 03 35


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Cinco
Los cazadores la persiguieron, con gritos estridentes e intenciones
asesinas. A través del bosque, corrió, con los brazos alejando ramas,
escupiendo telarañas que se aferraban a su cara mientras corría a través
de ellas.

Pero no se atrevió a detenerse o a ir más despacio.

Me matarían si me atrapan. O, peor aún, le harían lo que les


hicieron a muchos otros. Convertirme en un monstruo.

Se liberó del follaje y se encontró tambaleándose al borde de un


acantilado. Haciendo molinos de viento con sus brazos, se esforzó por
mantener el equilibrio. Abajo no parecía una opción, con su pendiente
pronunciada y sus rocas afiladas. Detrás de ella, una criatura aullaba,
una cosa que una vez había sido un hombre pero que ahora era más baja
que un animal.

No puedo volver por ahí. Eso le dejó una sola opción.

Arriba.

Se lanzó al aire, con los brazos abiertos, llamando a su águila. El


dolor fue insoportable pero fugaz. Los brazos se convirtieron en alas. Los
pies en garras. Su cara terminaba en un pico, mientras que sus ojos
tenían una visión de gran nitidez.

Con un poderoso bombeo de sus alas, se elevó, emitiendo un


graznido de risa cuando los cazadores se derramaron sobre el acantilado
en el que acababa de posarse, aullando su decepción al aire.

Ja, ja, ja. Me perdisteis. Me perdisteis. Ahora tenéis que…

Serie Bitten Point 03 36


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Peso pesado se estrelló contra ella, sacudiendo el aliento fuera de


sus pulmones, y cayó en picado, abajo, abajo, en una espiral mortal. El
suelo subía para encontrarse con ella y…

—Despierta.

El temblor de su cuerpo y las palabras ladradas hicieron que sus


ojos se abrieran de par en par. Por un momento, la desorientación la
asaltó mientras miraba frenéticamente a su alrededor.

—¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

—Todo está bien, Aria. Estás segura. Soy yo, Constantine, ¿me
recuerdas? Te ayudé después de que te arrastraras fuera del pantano.

Ah, sí, el hombre serpiente grande con el perrito. Lo recordó, al


igual que recordaba que todavía no había llamado a nadie para avisar de
su paradero.

Luchó para sentarse, pero no llegó hasta el final antes de que el


mareo la hiciera cerrar los ojos con fuerza y volviera a caer.

—¿Qué está mal en mí? ¿Por qué hace tanto calor aquí? —Se las
arregló para patear con sus piernas y quitarse las sábanas.

Una fría mano se apretó contra su frente.

—Estás ardiendo.

Ardiendo de deseo. A través de ojos entrecerrados, miró a


Constantine. El hombre demostró ser muy atractivo a la luz del día.

—Eres lindo.

Sus cejas se alzaron.

Serie Bitten Point 03 37


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Perdóname?

—Y cortés. ¿Tienes novia? —Se retorcía en la cama mientras el


fuego corría por sus venas.

—Realmente no veo que sea asunto tuyo.

Los labios de Aria se curvaron mientras se estiraba.

—Espero que no, porque no le gustaría saber que estoy durmiendo


en tu cama.

—No tengo novia, así que no te preocupes.

—¿Yo, preocuparme? —Se rió, un sonido burbujeante que iba con


la sensación de flotar dentro de su cabeza—. Le patearía el trasero. No
comparto.

—Creo que estás delirando.

—Creo que tienes razón —murmuró. No se necesitó su comentario


para que se diera cuenta de que su pensamiento parecía fuera de lugar.

—Realmente deberíamos llamar a un médico.

—Ningún médico. Nadie puede saber dónde estoy. Ni siquiera Thea.


—Agitó sus manos y agarró su camiseta suelta—. Prométeme que no lo
dirás. Promételo.

Él dejó escapar un suspiro.

—Esto es una locura. Necesitas un médico. Tienes la fiebre del


pantano.

—Entonces dame algunas pastillas. Solo jura que no le dirás a


nadie que estoy aquí. Estarás en peligro. Todo el mundo está en peligro.

Serie Bitten Point 03 38


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Tengo algunos antibióticos de cuando me corté en el trabajo. No


los necesitaba, pero el médico de la sala de emergencias era un humano
normal y no lo sabía. Iré a buscarlos. No vayas a ninguna parte. Princess,
vigílala.

Como si Aria pudiera ir a cualquier parte. Sus miembros se sentían


pesados, el cemento llenaba sus huesos.

Algo sopló caliente en su cara, y abrió los ojos que no se dio cuenta
que había cerrado, para ver una pequeña cara peluda que la miraba con
ira.

—¿Qué quieres? —murmuró.

Grrr.

—No te preocupes, juguete chillón, el sentimiento es mutuo.

Y obviamente estaba más delirante de lo que se daba cuenta,


viendo como conversaba con un perro, si algo que ni siquiera podía
considerarse una comida podía ser llamado perro.

Algo húmedo y frío cayó en su frente.

—Abre la boca. —Unos dedos sondearon en sus labios, y ella los


abrió lo suficiente como para que él deslizara unas pastillas en su boca.
El sabor amargo le hizo hacer una mueca y quejarse.

—Oh, qué asco.

—Bebe. —La severa orden vino cuando él levantó la parte superior


de su cuerpo y presionó el borde de un vaso contra sus labios.

Se lo tragó. No tenía elección. Era eso o ahogarse.

—Eres malvado —murmuró.

Serie Bitten Point 03 39


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Dice la chica a la que no he hecho nada más que ayudar hasta


ahora.

—Necesito un teléfono. —Aunque su cuerpo parecía decidido a


fundirse en un charco de idiota inútil, su mente tenía momentos de
claridad.

Para su sorpresa, él sacó un teléfono móvil de su bolsillo. Ella lo


agarró con manos temblorosas que lo dejaron caer.

—Joder.

—Ahora no, estás un poco enferma —respondió Constantine.

—No eres gracioso. Pero sigues siendo lindo. —Ugh. Que alguien le
dispare. Parecía que no podía confiar en su boca para mantener en
secreto sus pensamientos internos.

—Tan lindo que te ayudaré a marcar. ¿Cuál es el número?

¿Número? Maldita sea. No se acordaba de memoria del número de


su jefe. Estaba programado en su teléfono, y ya no tenía a esa mierda. Lo
que de nuevo apestó porque solo tenía unos meses. Le costaría una
fortuna pagar el compromiso de permanencia de su estúpido contrato.

Unos dedos chasquearon frente a ella.

—Tierra a Aria, adelante, Aria.

Volvió la mirada hacia él, tratando de centrarse, pero teniendo


dificultades.

—¿Dejarías de moverte? —Se quejó.

—No lo estoy. Estás enferma y necesitas acostarte.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No hasta que llame a Thea. Necesito saber que está a salvo. La
preocupé la última vez que llamé, y no debí haberlo hecho. Pero tuve que
hacerlo. Por si acaso no volvía.

—Estás de vuelta ahora. Estás a salvo.

—¿A salvo? —Una vez más la risa histérica estalló libremente—.


Nadie está a salvo. Tengo que mantenerme alejada de ella. También
debería alejarme de ti. —Balanceó las piernas sobre el borde de la cama,
solo para que volvieran inmediatamente al colchón.

—Tú no vas a ninguna parte.

—No entiendes, me están buscando.

—¿Quién?

—Los monstruos. —Se dio una palmada en la boca. No debería


haber hablado sobre eso.

—Sé lo de los monstruos, Aria.

—¿En serio?

Él asintió.

—Los he estado buscando durante un tiempo, pero no he tenido


suerte. ¿Sabes dónde están?

—Sí. —Estaban en jaulas. Una fila entera de ellas.

—¿Dónde, Aria?

Abrió la boca, pero en vez de soltar palabras, soltó agua.

En otras circunstancias, podría haber estado horrorizaba por


haber lanzado el escaso contenido de su estómago sobre el hombre que

Serie Bitten Point 03 41


Eve Langlais El abrazo de la pitón

intentaba ayudarla, pero dado que sus extremidades eligieron ese


momento para volverse espasmódicas, se concentró más en no morderse
la lengua.

Pero los espasmos incontrolables no significaron que no


pronunciara un muy apropiado:

—¡Joder!

Serie Bitten Point 03 42


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Seis
Otro hombre podría haberse ofendido por el hecho de que la mujer
a la que prestó su cama vomitara en su camiseta favorita de “I <3
Chihuahuas”6. Sin embargo, Constantine no era imbécil.

Mientras los ojos de Aria se volvieron hacia atrás en su cabeza y su


cuerpo convulsionaba, él actuó. Arrancó el mando a distancia de su
televisor de la mesita de noche y lo puso entre los dientes de ella. Luego
se puso a horcajadas sobre su cintura, sujetando su cuerpo con el suyo,
sus manos alrededor de sus muñecas, sosteniéndolas sobre su cabeza
para que no se sacudiera de la cama.

En ese momento fue cuando su madre decidió entrar.

—Constantine Xavier Boudreaux. ¿Qué demonios le estás haciendo


a esa pobre chica? —gritó.

Oh-oh, había usado todos sus nombres.

—¿No ves que la estoy ayudando? Está teniendo un ataque. —Y


uno bueno, también. Vibraba todo su cuerpo.

—Llamaré al médico.

Pero eso es lo único que Aria no quiere.

Antes de que su madre pudiera girar y hacer exactamente eso,


ladró.

—No. No puedes llamar a nadie.

6
I <3 Chihuahuas: I <3 es un slang de Internet que significa amor (forma de corazón),
así sería yo amo a los chihuahuas.

Serie Bitten Point 03 43


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Estás loco? La mujer está obviamente enferma.

Sí, pero si fuera la fiebre del pantano, pasaría si la tratara con las
píldoras que tenía. Pero, ¿y si es otra cosa?

Él no era un profesional médico entrenado. No podía atenderla. Sin


embargo, recordó el terror en sus ojos, la súplica de no dejar que nadie
supiera que estaba allí.

Lo prometí.

Los temblores disminuyeron. El cuerpo de Aria se quedó flojo, y


mientras permaneció pálida, su respiración sopló dentro y fuera en una
cadencia uniforme

Se bajó de ella.

—Se detuvo.

—Ya lo veo. —Fue la sarcástica respuesta de su madre—. Pero esas


convulsiones podrían volver.

—Si lo hacen, o si empeora, entonces llamaré al médico. Mientras


tanto, me pidió que mantuviera su presencia en secreto.

—¿Por qué? ¿Qué hizo? ¿Es una criminal? ¿Quién es?

—Esta es Aria.

Las cejas de su madre se arquearon.

—¿No es la chica que habéis estado buscando?

—Sí. La encontré en el pantano anoche, exhausta y huyendo de


alguien. —O algo así.

—¿Tus amigos saben que la has encontrado?

Serie Bitten Point 03 44


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Agitó la cabeza y su madre frunció el ceño.

—No me mires así. Voy a decírselo, pero pensé en esperar a que


ella fuera la que lo dijera. —No una completa evasión. Ya lo sabrían si
Aria no hubiera tenido convulsiones.

—Esto no me gusta. —Los labios de su madre se fruncieron—. Hay


algo podrido en esta ciudad.

—Lo hay. Pero no te preocupes, Mamá, vamos a encontrarlo. —Y


aplastarlo.

Si tan solo pudiera aplastar lo que aquejaba a Aria. Llamó al trabajo


para decir que estaba enfermo para poder pasar el día cuidando de ella.
No es que hubiera mucho que atender. Ella yacía allí, inmóvil como un
cadáver, su piel mostrando una palidez cerosa. La poca profundidad de
su respiración parecía apenas suficiente para que su corazón siguiera
bombeando.

Mientras mantenía una vigilia junto a su cama, Princess ayudaba


estando en su regazo, navegó por la Web en su teléfono, buscando los
síntomas de la fiebre del pantano y como tratarla. Excepto que no estaba
seguro de que ella la sufriera.

Claro, presentaba muchos de los síntomas con la fiebre, los


escalofríos y los vómitos. Sin embargo, esas convulsiones no eran típicas.
Tampoco volvieron a presentarse. Sin embargo, la fiebre sí, y él pasó la
noche limpiándola con toallitas húmedas, luchando contra el calor
extremo que irradiaba de su piel.

Cuando se disparó a los cuarenta y un grados centígrados, justo


después del amanecer del día siguiente, estaba listo para llamar al
médico, excepto que, cuando empezó a marcar, Aria cobró vida.

Serie Bitten Point 03 45


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Aspiró un gran aliento. Sus ojos se abrieron de par en par. Se sentó


en la cama muy erguida en posición vertical.

Colgó el teléfono y se acercó lentamente a ella, notando que sus


pupilas parecían seguirlo, al igual que sus fosas nasales se ensanchaban
como si comprobaran su olor.

Aunque sutil, notó que los finos vellos de su brazo se erizaban y su


mirada se estrechó. Tenía la apariencia de un animal debatiendo sobre
pelear o huir.

—¿Dónde estoy?

—En mi cama.

—¿Dónde es eso? ¿Y quién eres tú? —preguntó, un poco de


impaciencia en su tono.

Un surco le arrugó la frente mientras le respondía.

—Estamos en mi casa en las afueras de Bitten Point. En cuanto a


quién soy, ¿no recuerdas que te encontré en el pantano?

—No —declaró de plano—. No recuerdo haber venido a esta ciudad.


O a ti. O a mí, para el caso —Las líneas en la frente de ella se hicieron
más profundas, y susurró las siguientes palabras—: ¿Quién soy yo?

Serie Bitten Point 03 46


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Siete
El pánico que había en ella amenazaba con abrumarla.
Dondequiera que miraba, se quedaba en blanco. No reconoció ni una sola
cosa. No la habitación con las paredes revestidas de paneles pintadas de
un gris medio. No la cómoda de madera con cicatrices y el pequeño
estéreo de encima. Especialmente no recordaba al tipo grande que se
erguía al pie de la cama, mirándola atentamente.

¿Es mi novio?

Ciertamente era lo suficientemente atractivo con una cara robusta


complementada por una mandíbula cuadrada, ojos penetrantes y una
nariz fuerte. Su tamaño resultaba impresionante. ¿Cómo se las arreglaba
para encontrar camisetas tan anchas?

¿Y quién demonios llevaba una camiseta que decía: “No te metas


entre un hombre y su chihuahua”? No pudo evitar una nota incrédula
mientras la leía en voz alta.

Una rata peluda eligió ese momento para saltar a la cama y mostrar
sus dientes.

Sin siquiera detenerse a pensar en ello, se inclinó hacia adelante y


devolvió el gruñido.

—No empieces esa mierda conmigo, Princess.

—¿Recuerdas el nombre del perro pero no el mío?

Qué ofendido sonaba. Se encogió de hombros.

—Tampoco recuerdo el mío. Supongo que estamos a la par.

Serie Bitten Point 03 47


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Eres Aria.

Su nariz se arrugó.

—Ese es un nombre terriblemente femenino.

—Tal vez a causa de que eres una chica.

Por alguna razón, eso la hizo resoplar.

—De acuerdo. Lo que sea. ¿Cuál es tu nombre entonces?

—Constantine.

—Ese nombre me resulta familiar. ¿No era un ángel de algún tipo?

—Apenas soy angelical.

Así lo afirmó él, pero ella no pudo evitar tener la sensación de que
podría asumir fácilmente el papel de protector.

Me mantiene a salvo.

Una extraña afirmación, pero se sentía bien.

—¿Eres mi novio? —Eso explicaría por qué estaba en su cama con


una camiseta y nada más, una camiseta que dudaba que le perteneciera
a ella, y no solo por la estupidez que decía del perro en la parte delantera.
La enorme carpa de tela colgaba de su delgado armazón.

—No, no estamos saliendo.

¿Fue ella o sintió un “todavía” en el aire?

—Si no estamos saliendo, ¿por qué estoy en tu cama, usando tu


camiseta y nada más? —Ni siquiera bragas, notó de repente—. Maldito

Serie Bitten Point 03 48


Eve Langlais El abrazo de la pitón

pervertido. ¿Me drogaste? ¿Es por eso que no puedo recordar nada? —
Sus ojos se abrieron de par en par mientras lo acusaba en voz alta.

—¿Qué? No. Claro que no. No haría tal cosa.

—Eso dices tú.

—Sí, lo digo yo, y no aprecio la maldita acusación, sobre todo


porque te llevé a mi casa después de encontrarte medio muerta en el
pantano, te di mi cama y pasé las últimas veinticuatro horas limpiándote
tu sudoroso trasero y obligándote a tragar líquidos, que, debo añadir, me
vomitaste, tratando de evitar que te murieras.

—Si estabas tan preocupado, ¿por qué no llamaste a un médico?

La miró fijamente.

—¿Por qué? Porque me rogaste malditamente que no lo hiciera.

—¿Y me hiciste caso?

—Ojalá no lo hubiera hecho, créeme, señora.

—No soy una señora. —Las palabras salieron de ella con


familiaridad, como si las hubiera dicho muchas veces antes.

—Tampoco eres una invitada gentil. ¿Vas a decir que olvidaste tus
modales con tu nombre?

—No. Creo que esa parte de mi deliciosa personalidad es toda mía


—respondió ella con una sonrisa de satisfacción.

Él se rió.

Serie Bitten Point 03 49


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Definitivamente eres muy directa. Y supongo que te mereces un


pase dada la situación. Pero dejemos una cosa clara. Solo estoy
intentando ayudarte. Así que trabaja conmigo.

¿Trabajar con él o solo llanamente trabajarlo? Jugar con ese cuerpo


requeriría algunas serias habilidades de escalada. Pero ahora no era ni
el momento, ni el lugar.

—Ahora que hemos averiguado que no eres un violador asesino —


O eso esperaba—, ¿puedes decirme un poco más sobre quién soy y cómo
llegué aquí?

Y así lo hizo. Le habló de una chica llamada Cynthia que había


venido a buscar a Aria cuando desapareció. Cómo la buscaron en la
ciudad en vano. Le contó de los ataques de criaturas imposibles. De las
personas desaparecidas. De los muertos también. Y, finalmente, su
llegada la noche anterior.

Cuando terminó, ella silbó.

—Maldita sea, ángel. Esa es una historia loca.

—¿Ángel?

Sus labios se curvaron.

—Por lo que parece, interpretaste el papel de mi ángel de la guardia.


Salvándome de los monstruos del pantano, y luego vigilándome mientras
luchaba contra cualquier bicho que atrapara ahí fuera.

—Solo haciendo lo correcto. Nosotros, los Cambiaformas, tenemos


que mantenernos unidos.

—¿Cambiaformas? —Arrugó la nariz—. ¿Qué se supone que


significa eso?

Serie Bitten Point 03 50


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Él la miró con una mirada fija.

—¿Cambiaformas? Ya sabes, al igual que tú convirtiéndote en un


águila. Yo me convierto en una serpiente. Aunque somos especies
diferentes, seguimos siendo básicamente del mismo tipo.

—Espera ahí, ángel. Escuché tu historia fantástica de monstruos


que van tras la gente porque eres guapo. Pero si crees que me voy a creer
por un segundo que eres una… —Su voz se apagó mientras el hombre
que estaba ante ella ondulaba. Como su piel ondulando y cambiando,
pasando de piel bronceada y lisa a algo más oscuro, moteado y escamoso.

—¡Joder! —gritó la palaba incluso mientras saltaba de la cama. Sus


pies, golpearon el suelo, pero sus piernas se tambalearon y se negaron a
sostenerla. Cayó, las rodillas golpeando fuerte, pero eso no le impidió
arrastrarse hacia la puerta, gateando antes de que esa cosa viniera tras
ella.

—Sssstop.

—¿O qué?

—O entoncessss te azuzaré a mi perro. —Fue la sibilante respuesta


del monstruo.

Como si hubiera sido convocada, la perrita del infierno pasó


volando por delante de Aria y se colocó ante la puerta. Su labio enroscado
en su hocico, mostrando unos dientes afilados mientras emitía un
gruñido feroz.

Aria apretó la frente contra el suelo y murmuró:

—Esto no está pasando. Todavía debo estar enferma. Alucinando.


Fuera de mi maldita cabeza.

Serie Bitten Point 03 51


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—O —retumbó una profunda voz detrás de ella—, podrías admitir


que tal vez estoy diciendo la verdad.

Dado que su voz sonaba normal otra vez, ella inclinó la cabeza
hacia un lado para mirarlo. Constantine la miraba con una expresión
seria. Una expresión humana.

—Se supone que la gente no debe convertirse en cosas.

—Los humanos no, pero nosotros sí.

¿Nosotros? Puede que Aria no recordara mucho, ni siquiera su


propia cara en este momento, pero seguramente no dijo la verdad. ¿No
sabría ella si fuera esa criatura cambiaformas que él dijo?

Parpadeó, y de repente, la habitación a su alrededor desapareció.


Ella se elevó, en lo alto de un cielo azul claro, el viento frío corriendo por
su cara.

Otro parpadeo y la habitación volvió. Pero no le devolvió la cordura.

Unos brazos musculosos rodearon la parte superior de su torso y


la sacaron del suelo como si no pesara más que una pluma.

Mis plumas son exuberantes y esponjosas.

Un pensamiento extraño para tener, sin embargo, se sentía bien.


Cierto. Pero jodido.

Aunque Constantine podría haberla maltratado en el suelo, no la


volvió a depositar en la cama. En vez de eso, salió del dormitorio y se
dirigió al pasillo.

—¿A dónde me llevas?

—Necesitas una ducha.

Serie Bitten Point 03 52


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una cierta cantidad de orgullo femenino alzó la cabeza.

—¿Estás diciendo que apesto?

—Sí.

Tal vez la verdadera ella, la de los recuerdos, se hubiera ofendido.


Esta Aria, sin embargo, se rió.

—Touché. Supongo que estoy bastante mal. —El amargo olor del
sudor impregnaba no solo su piel, sino también la camiseta que llevaba
puesta.

La dejó de pie en el baño, pero sus piernas no la sostenían.

Cayó al suelo. Él se movió más rápido, poniéndose de rodillas y


atrapándola. Para equilibrarse, ella le puso los brazos alrededor del
cuello.

—Buenos movimientos, ángel.

—Si alguien merece ese nombre, es la chica con alas de verdad.

Ella se rió.

—Puede que no recuerde mucho en este momento, pero estoy


bastante segura de que perdí mi oportunidad de ganarlas hace mucho
tiempo. —De ninguna manera tenía alas. Nunca jamás. ¿La idea de que
tuviera un águila dentro que podría estallar en cualquier momento?
Demasiado loca—. Así que si no eres un ángel que quiere salvarme, ¿qué
eres?

—La serpiente en el jardín, estoy empezando a pensar. —Se levantó


rápidamente mientras murmuraba las palabras, poniéndola erguida y
apoyada contra el lavabo.

Serie Bitten Point 03 53


Eve Langlais El abrazo de la pitón

La reconfortante fuerza de sus manos dejó su cintura, su pérdida


inmediatamente notada. No quiero que me toque. Una mentira total.
Puede que no se sintiera muy bien en este momento, pero no pudo evitar
notar que Constantine exudaba hombre. Se movía con una gracia extraña
y tenía el cuerpo más deliciosamente tonificado, aunque enorme. La trató
con guantes de seda, pero se atrevió a desafiarla con sus palabras… y sí,
incluso a burlarse de ella. Tentando sus sentidos y su piel.

¿Qué es lo que me pasa?

¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Tal vez si dejara de mirar
en su dirección?

Se miró los dedos de los pies, ¿de color rosa? Qué raro, no se habría
tomado como alguien que eligiera un color tan femenino. Diablos,
tampoco habría pensado en hacerme la pedicura.

Pero no fue su elección.

—Tienes que hacerte la pedicura en los pies —dijo Thea por enésima
vez, mientras se recostaba en el sillón de masaje de mierda, con los pies
apoyados frente a ella para que la asistenta pudiera refregar el infierno
fuera de ellos—. Quiero decir, piensa en ello. ¿Qué pasa si conoces a un
macho, y quieres bailar el tango travieso?

—En primer lugar, es follar, no bailar, y en segundo lugar, todavía


no entiendo qué tienen que ver mis dedos de los pies con esto. No es como
si se los fuera a meter en la boca para chuparlos.

Thea se agarró su pelo perfectamente alisado, un trabajo que


requería más de dos horas de extrema paciencia.

—¿Chupar dedos? Nunca. Eso haría demasiadas cosquillas. Estoy


hablando de que tus dedos se vean bien para cuando él te tenga de
espaldas y tus piernas estén levantadas con tus pies encima de sus

Serie Bitten Point 03 54


Eve Langlais El abrazo de la pitón

hombros. Lo que me recuerda que hoy también vamos a pasar a hacer la


cera, mi peluda amiga Sasquatch7.

Un fuerte gemido dejó a Aria.

—¿Por qué me haces esto?

—Porque si tú no te ves bien, yo no me veo bien. —Thea sonrió


mientras Aria agitaba la cabeza—. ¿Qué tal porque necesitas acostarte con
alguien muchísimo?

Sí, lo hacía, pero no era su culpa que la mayoría de los hombres que
Aria conoció, fueran herramientas, al igual que chicos que preferiría
abofetear antes que follar.

—De acuerdo. Nos haremos las piernas, pero mantente alejada de


mis partes femeninas.

—Estoy de acuerdo. Deja ese arbusto peludo. Todo lo retro de los


años setenta está de moda. Deberías ver lo rizado que se ha puesto el mío.

Poniéndose las manos sobre las orejas, Aria gritó.

—Demasiada información.

—…haciendo?

—Huhh. —Aria salió bruscamente del vívido video mental. Acababa


de tener un flash de un recuerdo. Eso era algo bueno. Quizás esta cosa
de la amnesia no fuera permanente.

7
Sasquatch: Pie Grande o Sasquatch es un supuesto animal de aspecto simiesco que
habitaría los bosques, principalmente en la región del noroeste del Pacífico en América
del Norte.

Serie Bitten Point 03 55


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Chas. Constantine chasqueó sus dedos delante de ella por segunda


vez.

—Me pregunto si deberías volver a la cama.

Con un poco de dificultad, centró su mirada en él. Antes de que se


diera cuenta, sus dedos rozaron la piel de su mejilla, una mejilla que
parecía completamente normal en este momento.

La quietud lo invadió, y podría haber jurado que incluso contuvo


la respiración. Podía entender esa reacción porque ella también contuvo
la respiración. El momento entre ellos se extendía, casi visible, una cosa
de conciencia, curiosidad, intimidad. Lo dejó entrar en su espacio.

¿Generalmente estoy cerrada?

Por lo general, sí, pero ahora… ahora quería tocar. Así que lo hizo.
Los dedos en su mejilla presionaron contra carne caliente. No es un
monstruo. No una serpiente. Su suave y flexible piel se encontró con su
ligera exploración de su rostro.

Su mano se movió hacia abajo, las puntas de sus dedos


encontraron cierta rugosidad erizada.

—Tienes una sombra de las cinco en punto8.

—Sí. ¿Por qué no la tendría?

Su mirada se elevó para encontrarse con la de él.

—Eres una serpiente. Te habría imaginado sin pelo.

8
Inicio de barba que aparece horas después de un afeitado.

Serie Bitten Point 03 56


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Unos dedos grandes agarraron los suyos y llevaron su mano a la


parte superior de su cabeza. El cabello suave se enhebró como la seda
entre sus dedos que rastrillaban.

—¿Te parece falso?

—Es tan fino en textura.

—Sí, y para darte crédito, probablemente no estás lejos de la marca


cuando mencionas lo de la falta de pelo. Mi pecho está bastante desnudo.
Pero la buena noticia es que mi espalda también.

Ella hizo una mueca.

—Demasiada información, ángel.

—No, demasiada información sería que tengo todo un arbusto ahí


abajo.

No fue necesario mirar hacia abajo cuando sus mejillas se


iluminaron ante la obviedad de su afirmación. Pero sus audaces palabras
sacaron una réplica contundente.

—¿Es esta tu forma de decir que tienes una serpiente en la hierba?

Ladró una carcajada, fuerte y genuina.

—Eso fue jodidamente gracioso. Pero más en serio, las serpientes


tenemos mala reputación. Solo porque la gente nos tenga miedo no nos
hace intrínsecamente malos. Me gusta pensar que soy un tipo decente
que ha nacido con una habilidad genial.

—¿Así que has nacido? No mordido o…

—¿O qué? ¿Si bebí sangre? ¿Puedo caminar de día? ¿Es verdad que
mi lengua puede hacerte gritar?

Serie Bitten Point 03 57


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Muy vanidoso?

Él le guiñó el ojo.

—No es vanidad, es verdad. —Se apartó de ella y se fue a la


puerta—. Dejaré la puerta abierta para poder oírte en caso de que tengas
problemas.

—¿No vas a quedarte a mirar? —No pudo evitar burlarse.

Por un segundo, podría haber jurado que sus ojos cambiaron un


poco. Un bajo brillo, casi amarillo, entró en ellos, las pupilas se
estrecharon y rajaron

Qué peligroso se veía en ese momento. Inhumano. Se estremeció,


pero no estaba asustada.

Mío.

Qué idea extraña, y ciertamente no porque extendió la mano y dijo:

—¿Puedes ayudarme a meterme en la ducha?

Vale, puede que todavía no se conociera demasiado bien, pero


apostaría un buen dinero a que no era el tipo de persona para pedir ayuda
a nadie. Especialmente a un chico. Un chico caliente.

Oh, Dios mío, creo que podría ser una puta.

Bueno, eso apestaría, pero explicaría por qué, a pesar de su dilema


mental actual, todavía se sentía enormemente atraída por él, atraída y
coqueteando totalmente con él.

Menos mal que él sabía resistirse.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Creo que estarás bien. Te dejaré en paz ahora. Grita cuando


termines. —Huyó del baño.

Gilipollas, pensó con una mirada en esa dirección.

Cobarde. Había desaparecido terriblemente rápido. A menos que…


La claridad ensanchó sus ojos. Ningún hombre normal y soltero
rechazaría la oportunidad de ayudar a una mujer a desnudarse y
ducharse.

—Mierda, es gay —murmuró en voz alta.

—No lo soy. —Constantine de repente enmarcó la puerta.

—¿Cómo diablos has oído eso? Pensé que te habías ido.

—Te dije que no iría lejos.

No muy lejos. Debió haber estado parado justo en el exterior de la


puerta. No sabía si debía llamarlo pervertido o halagador que él no podía
irse más lejos.

—Entonces, ¿te gustan las chicas?

—Sí.

Ella ladeó la cabeza.

—¿Qué hay de mí?

¿Parecía tan sorprendido como ella? Estaba ser franco, y luego


estaba poner las bolas sobre la mesa, preguntando directamente.

Mierda. ¿Qué está mal conmigo?

Parpadeó y el paisaje cambió. Ahora estaba en una celda, una celda


cuyas paredes había memorizado.

Serie Bitten Point 03 59


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué está mal conmigo? —preguntó de nuevo, sin que nadie se


molestara en responder.

Una mirada a su lado la hizo jadear.

La aguja se movió firmemente hacia su brazo, el vial de vidrio unido


a ella lleno de un líquido ámbar con toques de oscuridad.

No me toques con eso. Sin embargo, no podía moverse, ni una sola


extremidad, ni siquiera podía tirar. Las correas de la camilla la sujetaban
con fuerza.

La habían atado como a un animal porque la estaban tratando como


a un animal. No mejor que a una rata de laboratorio.

—Esto solo dolerá un poco —dijo el hombre. Llevaba una franja


blanca alrededor de su coronilla, y su piel facial sostenía las arrugas del
tiempo. Llevaba una larga bata blanca de médico, pero no llevaba un
estetoscopio alrededor de su cuello, ni a ella le gustaba su forma de tratar
con los pacientes. Después de todo, ¿qué tipo de médico ataba a su
paciente?

Un tipo de científico loco.

—No me toques —gruñó—. No te atrevas.

Otra cara apareció a la vista, luciendo una amplia sonrisa como la


puerta de un granero y suplicando por una bofetada.

—Esto es lo que le pasa a las niñitas que vienen a husmear.

—¿Qué temes que encuentre? —le preguntó.

—Nada ahora. Tendrás cosas más importantes de las que


preocuparte en un minuto, que si nuestra operación está en marcha o no.
Permanecer vivo es lo primero y más importante.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No puedes hacer esto —repitió, con los ojos congelados ante el
lento descenso de la aguja. Se sacudió tan fuerte como pudo, su ligero
cuerpo se retorció, pero ni siquiera estuvo a punto de aflojar las ataduras.

No hay escapatoria. Me han castigado. Estoy enjaulada. Su


respiración se aceleró y enfureció mientras su corazón latía con fuerza.

—No —gritó mientras la punta afilada de la aguja perforaba su piel.

Nadie escuchó.

El émbolo bajó, y el fuego líquido entró en sus venas.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Ocho
De pie en la puerta, un pervertido voyeurista. Constantine sabía
que debía irse. Tengo que irme. Y esta vez a más de un metro de la puerta
para que Aria pudiera ducharse. Realmente quería dejarla sola, excepto
que sus ojos estaban vidriosos y sabía que su mente estaba vagando de
nuevo, sin dejar a nadie en casa que pilotara el cuerpo.

Ya en movimiento, captó la forma en que su cuerpo se tensó y luego


relajó de golpe, dejando que la gravedad tirara de ella.

Una vez más, cayó, y una vez más, la atrapó, pero solo porque se
deslizó por el suelo estilo beisbol, así que ella aterrizó en sus brazos y su
regazo.

Evitó que se lastimara, todavía… Sin embargo, ella no se hubiera


desmayado en el baño si él no hubiera presionado para que se duchara.
Lo que realmente necesitaba más que un baño era más descanso, y algo
de comida.

—Eso es, pequeño pajarito, yendo de vuelta a la cama.

—Pequeño pajarito como nombre es totalmente ofensivo —dijo ella


con un toque de calor.

—Dice la dama que me llama ángel.

—¿Te gustaría que te llame pequeño pajarito? —Y, sí, la mocosa


apuntó su mirada hacia abajo.

—No hay nada pequeño en mí, chickadee9.

9
Chickadee: En España a este pájaro se llama carbonero.

Serie Bitten Point 03 62


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Su mirada se estrechó.

—¿De verdad estás tratando de antagonizarme?

—Yo nunca haría eso, estornino. —Tuvo que morderse la mejilla


por dentro.

La exasperación soplaba entre sus labios.

—Basta.

—¿O qué? —desafió él.

Una mirada astuta entró en su mirada.

—Veo lo que estás haciendo. Si quieres besarme, hazlo de una vez


—Se atrevió a responder—. Sé que quieres hacerlo.

Maldita sea, lo hizo.

—No lo hago. —Mintió.

—¿Por qué estoy tan absolutamente segura de que estás mintiendo


sobre eso? —reflexionó ella en voz alta.

—Tu instinto animal te guía, aunque no lo reconozcas.

—Debería guiarme hacia un poco de agua y jabón. Apesto.

—No hay agua. Cama.

—Voy a tomar una ducha definitivamente —insistió


obstinadamente mientras le empujaba el pecho y luchaba por salir de su
regazo.

—Como el infierno. Estás a punto de caerte de cara de nuevo.

Serie Bitten Point 03 63


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Al menos esta vez no hay caca.

—¿Recuerdas haberme conocido?

Ella sonrió.

—Supongo que así es. Así que verás, estoy bien. Cada minuto que
pasa más fuerte. Me desmayé porque recordé algo.

—¿Estás segura de que es un recuerdo?

—Bastante segura, eso o tengo una imaginación enfermiza. —


Mientras le contaba lo que recordaba, sus ojos se abrieron de par en par.

—Te inyectaron algo. Ahora realmente necesitamos llevarte a un


médico.

El pelo corto volaba y azotó sus mejillas, mientras ella agitaba la


cabeza.

—No. —Presionó lo suficiente para ponerse en pie—. No podemos


decírselo a nadie.

—Tenemos que decírselo a alguien —argumentó él—. Cynthia y mis


amigos todavía te están buscando.

—Bien. La llamaremos y le diremos que estoy viva y que deje de


buscar. Pero vamos a llamar después de mi ducha.

Ella parecía mucho más estable. También, conocía el efecto


revitalizante de una ducha después de una noche agotadora. Los
bomberos a menudo volvían a casa agotados, sucios y necesitados de un
momento para aclarar su mente y lavar el mundo de su piel.

—Como ordene mi paloma. —Levantándose también, Constantine


se inclinó y abrió la cortina de vinilo de la ducha, revelando el suave

Serie Bitten Point 03 64


Eve Langlais El abrazo de la pitón

protector de plástico sin costuras que había instalado durante un largo


fin de semana después de arrancar la baldosa agrietada y manchada.

—Te voy arrancar a picotazos los ojos —refunfuñó ella mientras


pasaba junto a él, levantando un pie para entrar en la bañera.

—Tengo algo mejor que puedes acariciar10.

Constantine no solía recurrir al coqueteo obsceno. De dónde


vinieron estas sucias insinuaciones no podría haberlo dicho.
Probablemente la mala influencia de Daryl. Sin embargo, conocía a Daryl
desde hace años, y nunca las había usado antes, así que, ¿por qué ahora?
¿Por qué ella?

La mayoría de las mujeres habrían respondido con asombro a sus


audaces palabras. El rechazo también era posible.

Lo que no esperaba era que Aria, con un brillo travieso en sus ojos,
mostrara una sonrisa de dientes nacarados.

—Eres el hombre con todas las palabras audaces. Bueno, veamos


cómo se apilan cuando estés bajo presión. —Se metió por completo en la
ducha y levantó los brazos—. Quita la camiseta. Te reto.

Ella simplemente no hizo eso.

Lo hizo.

Te reto. Esas dos palabras fueron la caída de muchos hombres. A


Constantine le gustaría decir que tenía fuerza para resistir. No lo hizo.
Mira, él creía en el club de los hombres, el que tiene un doble estándar,
un jodido sentido de las reglas. La tarjeta de membresía solo existe en las
mentes y pensamientos de los hombres, pero eso no la hace menos real

10
Juego de palabras entre to peck o picotear y to pet, acariciar.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

o potente. Y sabía que su maldita tarjeta sería destrozada si no le quitaba


la camiseta a la sexy mujer de la ducha.

Debo hacer esto por el bien de la humanidad.

Glup.

Sé fuerte.

Mientras su camiseta colgaba suelta en el cuerpo de Aria, no caía


mucho más allá de sus caderas. Prácticamente podía ver la V en la parte
superior de sus muslos

Nunca vi si ella se recorta o no.

Personalmente, le gustaba una chica que fuera natural. Algo para


acariciar.

El agua de la ducha comenzó a rociar el algodón blanco que llevaba


puesto, haciéndolo pegarse, especialmente alrededor de su pecho.

¿Cómo pudo pensar antes que sus pechos eran demasiado


pequeños? Nunca. Con mucho gusto admitió su error. Eran perfectos.
Dos cúpulas redondas perfectas con picos que sobresalían y que rogaban
por su boca.

—¿Vas a hacerlo, ángel? —Sus palabras bromearon roncamente


sobre su piel.

Hacer. Suya.

No, espera. Ella se refería a otra cosa. La camiseta. La camiseta


tenía que ser quitada.

Sobre unas piernas rígidas, trepó dentro de la ducha, colocándose


frente a ella. Dado el ajuste apretado, quedó cerca de ella.

Serie Bitten Point 03 66


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Lo miró.

—No te dejas mucho espacio para quitar la camiseta, grandullón.

Se inclinó hacia abajo, hasta que su boca se cernía sobre la de ella.

—Necesito estar cerca para hacer esto.

Rip.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Nueve
Vale, esto podría convertirla en una puta, pero era jodidamente
excitante. Cuando Constantine agarró esa camiseta y la rompió en dos
mientras sus palabras rozaban sus labios con aire caliente, fue como si
fuera de lo normal, sexy, caliente.

—Desafío superado —murmuró él, roznado ligeramente su boca


sobre la de ella—. Ahora ducha, mi pato apestoso.

Antes de que pudiera gritarle, huyó, dejando solo su suave risa


flotando tras él.

También dejó atrás a una mujer realmente excitada, una que


quería perseguirlo para vengarse, una mujer desnuda, pero también una
mujer que se encontró riéndose de su astucia.

—Un punto para la serpiente.

Y un gracias. Las cosas se pusieron muy intensas entre ellos por


un momento. Los eventos podían haber pasado de “ayúdame” a “fóllame”
con un solo beso. Incluso si hubiera sido una puta en su vida anterior,
eso no significaba que tenía que serlo ahora. Era hora de sacar su cabeza
del coño y volver a lo que pasaba a su alrededor.

Mientras estaba bajo el rocío, su calor revitalizante estimulando


cada parte de su cuerpo, repasó algunos hechos claves de lo que
Constantine le explicó.

Uno. Estoy en peligro. En y huyendo de ello por como sonó todo.

Dos. Alguien le había hecho algo. La inyectó con una droga extraña.
Como tal, no podía confiar necesariamente en sus instintos o incluso en

Serie Bitten Point 03 68


Eve Langlais El abrazo de la pitón

su racionalidad. ¿El fluido con el que la inyectaron causó algún tipo de


deterioro mental o físico aún desconocido?

Mientras levantaba la cara en el agua caliente, se preguntaba si su


amnesia estaba relacionada con esa inyección.

No tardó mucho en limpiarse. No quería perder el tiempo. Ahora


que parecía recuperada, al menos físicamente, tenía que encontrar
algunas respuestas.

Por ejemplo, ¿cómo me veo?

Hasta ahora, en sus visiones, había visto a otras personas. Por


extraño que parezca, aunque tenía un sentido de sí misma, no tenía una
imagen visual que lo acompañara.

Saliendo de la ducha, tomó una toalla y la envolvió alrededor de su


húmedo cuerpo. Metió la esquina entre sus pequeños pechos,
asegurándola.

Por encima del mostrador, vio un espejo. Se paró frente a ello, con
las manos apoyadas en la parte superior de vinilo que sostenía un lavabo
de cerámica rosa en forma de concha de mar. Muy retro.

Me estoy demorando.

El vapor de la ducha empañó el espejo, y se inclinó para limpiarlo


con la mano. No tardó mucho en despejar una franja y verse a sí misma.

Esta soy yo. Si bien no recordaba haber visto su imagen antes,


todavía le resultaba familiar. Aria era bastante baja, lo que ya sabía. Notó
dos hechos, como la estructura ósea fina, la barbilla puntiaguda. Las
cejas firmemente arqueadas. La nariz larga e inclinada. Los labios finos
con una mínima incisión en el superior. Su pelo, largo hasta los hombros
y un poco más largo por delante. Con un…

Serie Bitten Point 03 69


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¡Aaaaaah!

Su grito estridente hizo que Constantine corriera. Deslizándose


hacia el baño.

—¿Qué es esto? ¿Qué pasa?

—Mi pelo —jadeó.

—¿Qué pasa con eso? —contestó—. Está limpio. Mojado, sin


embargo, pero hay un secador bajo el lavabo si lo necesitas. No es una
gran emergencia.

—Eso no, idiota —refunfuñó—. Mira esto. —Tiró de un puñado


hacia arriba para que él lo inspeccionara.

—¿Sí? —Parpadeó hacia ella.

Se lo explicó lentamente, como si fuera un imbécil. Era eso o


golpearlo.

—Es blanco.

—Sí.

—¿No lo entiendes? —exclamó.

—No.

Un hombre, claro. Nunca se dieron cuenta de lo que tenían delante.

—No se supone que sea blanco.

—¿Cómo sabes eso? ¿Recordaste algo más?

—No, pero eso no significa que no recuerde que esto no debería ser
blanco. —Agitó el ofensivo mechón.

Serie Bitten Point 03 70


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Estás segura de eso? Porque ya estaba allí cuando te conocí.

Su respuesta la tomó por sorpresa.

—¿Qué quieres decir con que ya estaba allí?

—No lo vi cuando saliste del lodo por primera vez porque estabas
muy sucia. —Ella frunció el ceño ante su recordatorio—. Pero después de
que te enjuagaras, lo vi. Y lo has tenido desde entonces. Aunque —
Extendió la mano para tocar el mechón blanco—, parece más ancho que
antes.

—Eso es genial. Simplemente genial. Primero me persigue algo en


el pantano después de haber desaparecido por un tiempo. Luego
descubro que me han inyectado algún tipo de virus mutante.

—No lo sabemos con seguridad.

Lo fulminó con la mirada por su interrupción.

—Oh, por favor, no te lo crees ni por un minuto. Y ahora, mira esto,


pelo blanco. Está mal, te lo digo. Tan equivocado. Solo tengo veinticuatro
años.

—¿Recordaste tu edad?

Parpadeó mientras él la sacaba completamente del tema.

—Lo hice. Maldita sea. Es extraño que las cosas sigan filtrándose
para volver a entrar.

—Y recordarás más, estoy seguro, una vez que comas.

—¿Comida? —Ante la mera pregunta, su estómago retumbó—. Sí,


comida. Podría apuntarme a unos calamares fritos en este momento.

Serie Bitten Point 03 71


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Mariscos? ¿Dije que eras un águila? Más bien una gaviota.


Vístete y vamos a por algo.

Ella agitó la cabeza.

—Imposible. No me atrevo a salir hasta que recuerde más. Y,


además, dijiste que tenía que llamar a Thea.

—Llamar a Cynthia solo tomará unos minutos. Entonces podremos


salir.

—No tengo ropa.

—En realidad, encontré algunas cosas de Renny en la secadora. Mi


madre tiene el hábito de robar su ropa para lavar, y la de Caleb, y la de
mi sobrino y hacerlo.

—Eso es un hábito extraño.

—Tiene un fetiche por la lavandería. Es inofensiva. Ahora deja de


perder el tiempo.

Ante su suave tirón, lo siguió desde el baño a su habitación, donde


Princess estaba acostada en su cama, mirando a Aria.

—Te dejé un montón de ropa… —Se calló—. Eso es extraño. Podría


jurar que la dejé en la cama.

—¿Estás hablando de eso? —Aria señaló un charco de tela en el


suelo.

—Princess. ¿Arrastraste la ropa al suelo? —Lo dijo con una voz


severa, una destinada a castigarla.

Su perra rodó sobre su espalda, con sus cuatro patas en el aire, y


le puso ojos de cachorro.

Serie Bitten Point 03 72


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Fue estúpidamente lindo. Tan lindo. Aria se endureció contra ella.


Sin embargo, Constantine se derritió como un malvavisco sobre una
llama caliente.

—¿Quién necesita un masaje en la barriga? ¿La dulce niña de Papi


necesita uno?

Aria suspiró antes de murmurar.

—Eso es tan patético.

—Creo que alguien está celoso de que te estén dando un masaje en


la barriga, Princess —replicó el imbécil con suficiencia, con los dedos
haciendo cosquillas a alguien que no era Aria.

Oh, demonios, no. Él es mío. Él es…

Los celos vinieron rápidos y furiosos. Necesitaba contrarrestarlo.


Necesitaba que se fuera y dejara de rascar a esa maldita perra.

—No te estoy pidiendo un masaje en la barriga. —Se quitó la toalla


y la tiró al suelo—. Pero tengo un botón mágico al que le gusta que lo
acaricien. —Arqueó una ceja, y podría haberse reído cuando él huyó de
la habitación gritando:

—Juegas sucio.

Podría, pero maldición, es divertido. Sería aún más divertido si él se


quedara en vez de correr.

Rápidamente, se vistió. La ropa que él había encontrado para ella


le quedaba suelta, pero al menos cubría todos los pedazos importantes.

Con un paso tentativo, salió del dormitorio y se dirigió hacia el


vestíbulo. Apenas fuera de su vista, podía oír un armario cerrándose de
golpe, junto con un cajón.

Serie Bitten Point 03 73


Eve Langlais El abrazo de la pitón

La casa no tenía una planta abierta, por lo que pasó de un pasillo


a una cocina simple y encontró a Constantine. Le dio la espalda
parcialmente mientras vertía agua caliente de una tetera en tazas.

—No bebo té. —Prefería café. Negro. Y lo suficientemente fuerte


para hacer que sus plumas sobresalieran como púas. Otro hecho sobre
sí misma.

—Yo tampoco. No me gusta la cafeína, pero el chocolate, por otro


lado, es la bebida de los campeones.

¿Chocolate caliente? Levantó la taza hasta los labios y respiró


profundamente el rico aroma a cacao.

—Agradable. —En realidad, celestial. Se dejó caer en un taburete,


cerró los ojos y volvió a inhalar, provocando otra película mental.

Su dedo se retorció alrededor del asa de la fina taza de porcelana.


Una mirada sobre su borde mostró que tenía cacao caliente, con pequeños
malvaviscos moviéndose en la superficie. El vapor se elevó y le hizo
cosquillas en la nariz con el rico olor a chocolate.

Aria se lo llevó a los labios y tomó un sorbo, solo uno pequeño para
no quemarse la lengua. Sus papilas gustativas explotaron de placer con la
mezcla perfecta. Dulce, con un toque de amargor para exhibirlo.

Muy delicioso y qué amable la dama que dirigía el bed and breakfast
por hacerlo para ella. Mejor aún, la dueña del B&B lo había entregado en
su puerta.

Hablando de un servicio excelente.

—¿Tortitas y beicon suenan bien, querida? —preguntó la dueña del


B&B mientras colocaba un plato en forma de cúpula en una pequeña mesa
junto a la ventana que tenía un par de sillas, una frente a la otra.

Serie Bitten Point 03 74


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Suena increíble. —Aria tomó otro sorbo de chocolate caliente y


luego un largo trago del líquido. Un buen desayuno sonaba justo lo que
necesitaba antes de salir y comenzar su investigación en la ciudad y, más
específicamente, en Bittech. Había llegado el día anterior y había pasado
la tarde y la noche familiarizándose con la ciudad y el bar local.

Sentándose en la silla, sonrió mientras la dueña quitaba la tapa en


forma de cúpula y revelaba un plato lleno de tortitas esponjosas y beicon
crujiente. Dejó su taza, y fue rápidamente rellenada.

—Gracias. —Extraño cómo las palabras salieron lentamente. En


realidad, se sentía un poco lenta, tal vez porque el chocolate no tenía la tan
necesaria sacudida de cafeína matutina. Pero el azúcar era un buen
sustituto.

Aria tomó el contenido de la taza, solo para sentir que sus ojos se
sentían más pesados, los párpados bajando, tratando de cerrarse. Los
dedos que sostenían la taza se relajaron y se cayó, derramando chocolate
caliente por todas partes. La taza no fue lo único que cayó.

Las tortitas proporcionaron un suave aterrizaje a su cara.

—¡Me drogaron! —exclamó Aria mientras salía del camino de los


recuerdos.

—¿Quién lo hizo? —Constantine preguntó desde donde estaba


apoyado en el mostrador, con sus dos grandes manos alrededor de una
taza de gran tamaño.

—La señora del B&B. ¿Cómo se llamaba? —Se golpeó la barbilla.

—Bedbug Bites11 —proporcionó él

11
Bedbug Bites: Mordeduras de chinches.

Serie Bitten Point 03 75


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Sí. Eso es. La tía que lo dirige drogó mi cacao. —Qué agallas. Aria
golpeó su taza, derramando el contenido.

Él arqueó una ceja mientras tomaba otro sorbo de su taza antes de


decir:

—¿Es esta tu manera de decir que piensas que soy como ella y que
trato de drogarte con cacao?

Ella le frunció el ceño.

—Por supuesto que no. Confío en ti. —Realmente lo hacía. Qué


extraño—. Lo demostraré. —Agarró la taza y se tragó el contenido antes
de volver a bajarla de golpe—. Ta chan.

—Supongo que no recuerdas a nadie diciéndote que estás loca


como una gavia12.

—¿Podrías parar con los nombres de los pájaros?

—No.

—Tú chupas13.

—Cuando quieras.

Ella lo miró fijamente.

—No todo es motivo de insinuaciones sexuales.

—Eso es porque te falta la perspectiva de un hombre.

12
Gavia: Especie de pato.
13
Quiere decir que apestas, o que eres un asco, en sentido de malo. Se usa como doble
sentido.

Serie Bitten Point 03 76


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué significa eso? Pensándolo bien, no quiero saberlo. —Su


barriga retumbó, dándole la salida que necesitaba—. ¿Qué nos estás
haciendo para comer? Supongo que no tendrás algo de beicon.

—Nada de beicon, pero creo que tenemos algunas alitas de pollo


sobrantes.

Su nariz se arrugó.

—Caníbal.

Por un momento, una mirada de horror cruzó su rostro.

—Lo siento, no pensé que…

Ella se rió.

—Estoy bromeando. Por lo que recuerdo, como carne. —La


insinuación resultó ser demasiado descarada como para ignorarla, así
que se dejó llevar por ella—. Me encantan las salchichas. Del tipo largo y
grueso. —La mirada de él se calentó mientras ella se inclinaba hacia
adelante y susurraba—. Cuanto más largas, mejor, para que pueda
morder la punta. Crunch.

Él hizo una mueca de dolor.

—Supongo que me lo merecía.

Una risita brotó de ella.

—No es enteramente tu culpa. Creo que los dos somos culpables


de que el otro haya estallado. Antes de que hagamos esto totalmente
incómodo, ¿dónde está el teléfono para que pueda llamar a Thea?

—Usa mi móvil. —Se lo deslizó a través del mostrador. Ella lo tomó


y marcó. Luego se detuvo.

Serie Bitten Point 03 77


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué pasa? —preguntó él.

—¿Cómo sé que este es el número correcto?

—No lo haces, así que pulsa el botón de llamada y descubre quién


está al otro extremo.

Cierto. Lo peor que podría pasar es que marcara un número


equivocado. El teléfono sonó y sonó hasta que un tipo contestó.

—Hola, Constantine. ¿Qué haces llamando al móvil de Cyn?

Por un momento, Aria se quedó inmóvil ante la voz desconocida.

—¿Quién eres? ¿Dónde está Thea? —La preocupación por una


chica que apenas recordaba la puso tensa.

—Soy Daryl, su novio, y todavía estoy tratando de entenderlo, Cyn,


devuélveme eso. —El teléfono hizo unos cuantos ruidos al ser maltratado,
pero finalmente, la estática se calmó y una voz alegre dijo—. Soy Cynthia.
¿Con quién hablo?

—¿Thea?

—¡Aria! ¿Eres tú de verdad?

—Sí, soy yo. —Al menos en cuerpo. La mente era en la que todavía
tenía que trabajar.

—¿Dónde has estado? He estado muy preocupada por ti.

—He estado por aquí. Lidiando con las cosas. —Como un tipo
gigante y su perro malvado.

Como si sintiera su pensamiento descarriado, Princess ladró, justo


al lado de su tobillo. ¿Había alguna arteria ahí debajo de la que tuviera

Serie Bitten Point 03 78


Eve Langlais El abrazo de la pitón

que preocuparse? Por si acaso, metió los pies detrás del peldaño del
taburete.

—¿Dónde estás? Quiero verte. ¿Estás con Constantine? ¿Es por eso
por lo que llamas con su teléfono?

—Sí. No. Más o menos. Pero no se lo puedes decir a nadie. Lo digo


en serio, Thea. Nadie puede saberlo. Creo que estoy en problemas. —
Hablar con esta mujer resultaba fácil, incluso familiar.

—Creo que todos en la ciudad están en problemas —dijo Thea en


voz baja.

—Deberías irte.

—Eso es lo que todos siguen diciéndome. En realidad, Daryl, es el


mayor dolor en el culo al respecto, pero no voy a irme a ninguna parte.
Donde se queda Daryl, yo me quedo.

—Te dije que deberíamos habernos quedado en la cama. —Fue su


sutil grito de fondo.

—Te dije que mi madre iba a recibir la nueva entrega hoy.

¿La madre de Thea estaba aquí? Aria podía verla con el ojo de su
mente, con el pelo todavía más salvaje que el de Thea, sosteniendo una
bandeja de galletas de semillas de ajonjolí recién horneadas.

Tal vez Constantine tenía razón. Tal vez ver y hablar con la gente
seguiría haciendo brotar los recuerdos.

—¿Tu madre está en Bitten Point?

—Papá también.

Serie Bitten Point 03 79


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Por qué? ¿Qué está pasando? ¿Y desde cuando tienes novio? —


Porque, por lo que recordaba, Cynthia no tenía pareja. O eso pensaba
Aria. Era difícil de decir con lo de la memoria.

—Ahora sí, y nos hemos estado acostando. Es algo serio.

¿Cuántos días se había perdido Aria?

—¿Desde cuándo ha pasado eso?

—No mucho, lo sé. Totalmente loco, pero no puedo evitarlo, Aria.


Conocí a Daryl, y fue como un boom.

—Más como un ronquido. —Volvió a interrumpir él—. ¿O no vas a


explicarle que me drogaste para poder abusar de mí a tu antojo?

—No abusé de ti. Mucho. —Risa—. Lo siento, Aria. No necesitas oír


estas cosas. Porque espero que estés haciendo eso con un tipo que ambas
conocemos. Insinuación. Insinuación.

—No es así. —Se apresuró a explicar—. Él solo me está ayudando.


—Ayudando a quitarse la ropa, pero sin hacer nada sobre el incendio que
él inició. No es un muy buen bombero, obviamente.

—Estoy segura de que te está ayudando. Ayudándote tanto que no


tienes tiempo para vestirte y visitar a una amiga.

—Quiero que sepas que estoy completamente vestida.

—¿Por cuánto tiempo? —Thea se rió.

Buena pregunta, dado que el solo hecho de mirarlo hizo que ciertas
partes de ella se calentaran.

—De todos modos, la razón por la que te llamé fue para decirte que
no me buscaras. Estoy bien.

Serie Bitten Point 03 80


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Bien y aún así estás actuando muy raro y reservada.

—Tengo mis razones. Por favor, Thea. Confía en mí en esto.

Se oyó un gran suspiro en la línea.

—Supongo que si estás con Constantine, puedo dejar de


preocuparme.

—Por favor. Y además, no le digas a nadie que sabes que estoy viva.

—¿Por qué? ¿Sigues en problemas?

—Tengo que dejarte. Felicidades por el nuevo novio.

Antes de que Thea pudiera hacer más preguntas, Aria colgó. Su


frente se arrugó.

—¿Qué pasa, mi pequeño periquito?

—Estoy tratando de recordar si tengo novio.

Serie Bitten Point 03 81


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Diez
Vale, el siseante vehemente silbido de Constantine podría haber
sido un poco exagerado. Eso no justificó la sonrisa y las burlas de Aria:

—Alguien está celoso.

De hecho, lo estaba, lo que no tenía sentido. Ellos no estaban


saliendo.

Todavía.

Nunca.

Ja.

No hay nada peor que perder una discusión contigo mismo.

—¿Estás lista para irte? —preguntó, no sea que pasara demasiado


tiempo tratando de descifrar el confuso estado de su mente.

—No sé si marcharme ahora mismo es una buena idea.

—No estoy de acuerdo. Golpear algunos lugares que podrías haber


visitado podía desencadenar algunos recuerdos.

—O balas. ¿Y si alguien quiere matarme?

—Entonces será una primera cita que ambos recordaremos.

Las palabras colgaron en el aire, otra pista de que las cosas entre
ellos no se comportaban como debieran. Seguía diciendo y haciendo
cosas que nunca habría imaginado. Él tuvo la impresión de que ella
también lo hizo. Pero ambos lo disimularon.

Serie Bitten Point 03 82


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Vamos, no seas un periquito asustado. Mi camioneta está fuera.


Dentro de diez minutos, estaremos en la ciudad y sentados a comer. —
Vio la guerra de indecisión resplandecer en su rostro—. Vamos, sabes
que quieres ir. ¿Qué pasa si entras en el restaurante, y bam, recuperas
todos tus recuerdos?

—¿Exactamente qué tipo de menú tienen?

—Fríen la mayoría de sus mariscos y tienen las mejores patatas


fritas caseras y batidos espumosos que jamás hayas bebido.

La recomendación inclinó la balanza.

—Vámonos. Pero te lo digo en este momento, si me matan por un


error de cálculo, volveré para atormentarte.

—Si te sirve de consuelo, si te matan, te vengaré.

Ella arrugó la nariz.

—No es tranquilizador, ángel.

Pero su luchadora dama no protestó más, por lo que se


encontraron comiendo poco tiempo después.

O al menos él comía. Ella tomó la comida como un pájaro


quisquilloso.

—He terminado. —Ella apartó su plato.

No pudo evitar mirarlo.

—Solo te comiste la mitad.

—Lo sé. Normalmente como menos que eso, pero supongo que
tenía mucha hambre. Y estaba terriblemente bueno. Estoy tan llena que,

Serie Bitten Point 03 83


Eve Langlais El abrazo de la pitón

aunque pudiera hacer brotar alas y volar, dudo que pudiera levantarme
del suelo. —Se acarició su vientre.

—Eso no es una comida.

—Lo dice el tipo que tiene el doble de mi tamaño.

—Me la voy a comer. —De ninguna manera Constantine dejaría que


la buena comida se desperdiciara. No pudo evitar darse cuenta que ella
lo miraba, con una pizca de sonrisa en sus labios.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó una vez que despejó el plato de


ella.

—Tú lo eres. No sé por qué te quejabas de mis hábitos alimenticios


cuando parece que la comida sobrante era justo lo que necesitabas.

—Un hombre necesita su energía.

—¿Energía para hacer qué? —preguntó arqueando su frente.

Una lenta sonrisa apareció en los labios de él.

—Todo tipo de cosas. —Cosas que un hombre no debería pensar


en hacer con una mujer que apenas conocía, que ni siquiera se conocía
a sí misma.

—Hagamos una de esas cosas dando un paseo por el centro para


ver si algo me refresca la memoria.

Constantine pagó la cuenta, pero antes de que pudiera deslizarse


fuera de la cabina, se dio cuenta de que Aria se había puesto rígida.

—¿Qué pasa?

Ella se inclinó hacia adelante y bajó la voz.

Serie Bitten Point 03 84


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Ese tipo, el que está en el mostrador. Lo conozco. O al menos


reconozco su cara.

—¿Otro flash de memoria? —Asintió—. ¿Sabes quién es?

Sus hombros se alzaron y cayeron.

—Ni idea. Solo le vi tomar una cerveza.

La mirada de Constantine siguió al hombre mientras salía del


restaurante, con una bolsa marrón de comida para llevar en la mano.

—Nunca lo había visto antes. —Se puso de pie—. Vamos.

—¿Dónde?

—A saber a dónde va, por supuesto. Podría ser una pista para
desentrañar tus recuerdos.

Salieron del Bayou Bites a la luz del sol, justo a tiempo para ver un
coche Smart14 azul brillante salir del aparcamiento.

Ella no pudo evitar menear la cabeza.

—Oh, demonios, no, yo no me metería en eso.

—¿Por qué no? He oído que son buenos con la gasolina.

—Me gustan que las cosas en las que confío sean más grandes.

De ninguna manera podía evitar que se le hinchara el pecho


cuando ella lo miró.

—Lo grande siempre es mejor.

14
Smart: Marca de coches pequeños.

Serie Bitten Point 03 85


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Ella podría haber resoplado, pero sus mejillas también se volvieron


de un hermoso tono rosa.

—En el caso de los coches, tal vez. De ninguna manera voy a confiar
en que esa pequeña lata de hojalata me proteja. —Señaló mientras lo
seguía a su camioneta.

—Dice la chica que montaba en motocicleta.

—¿Monto en moto? —preguntó mientras él le abría la puerta de su


camioneta.

La agarró por la cintura y la alzó dentro.

—Sip. Y una buena también, mil dos cientos cc.

—Me pregunto qué se siente tener todo ese poder entre mis piernas
—musitó en voz alta.

¿Lo hizo a propósito? Se sintió como si le hubiera dado un puñetazo


y cerró la puerta de golpe antes de entrar por el otro lado.

Ella no lo miró, simplemente señaló.

—Muévete antes de que lo perdamos.

—Paciencia, ganso.

Le pegó en el brazo.

—Idiota.

Él se rió.

—Entonces, ¿cómo supiste que montaba en una moto? —


preguntó—. O déjame adivinar. Thea otra vez.

Serie Bitten Point 03 86


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—En realidad —comentó mientras salía del estacionamiento y


seguía al automóvil azul a cierta distancia—. Vi tu moto en el B&B antes
de que estallara el incendio.

—¿Viste a mi bebé? ¿Dónde está?

—¿Bebé? —preguntó con la frente arqueada.

—Tienes a tu perro. Yo tengo mi máquina.

—Supongo que has tenido un flash con tu moto.

—Él tiene un nombre.

—¿Él?

—Cualquier cosa que haga vibrar a mi chica tiene que ser de origen
masculino.

—Entonces, ¿cómo lo llamas? —preguntó.

Ella se agitó en el asiento.

—No me acuerdo.

Mentira. Pinchó.

—Sí, lo haces. ¿Cúal es? Dime.

—Ríete y te haré daño —aconsejó.

—Lastímame cuando quieras, oropéndola.

Ella puso los ojos en blanco, pero él notó el inicio de una sonrisa
que curvaba la comisura de sus labios.

—Es Fred.

Serie Bitten Point 03 87


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Fred? ¿Quién demonios llama Fred a una moto?

—Yo lo hago, y te haré saber que es la abreviatura de Sir Frederick


Full Throttle15.

No pudo evitarlo. Se rió. Resopló. Así que ella le dio un puñetazo,


tan fuerte como pudo en el espacio de la cabina de la camioneta. Como
si eso lo detuviera. Apenas lo sintió.

—He tenido mosquitos que me han hecho más daño —bromeó.

—Si quieres dolor, te daré dolor —murmuró.

Le puso una mano en el muslo.

Se puso tenso. Y no hablaba de sus músculos, sino de una cierta


parte de su cuerpo con mente propia.

Ella bailó sus dedos cerca de su paquete… su paquete


notablemente abultado.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, cambiando su mirada entre el


extremo trasero del coche que perseguía y Aria, que estaba sentada
mirándole fijamente, con los ojos brillantes.

—Lastimándote.

Mierda, iba a golpearle en las bolas. Su mano se movió, y él podría


haberse desviado mientras se preparaba para el dolor… ¿de placer?

Se quedó sin aliento cuando ella lo ahuecó, el calor de la palma de


su mano lo marcó incluso a través de su vaquero.

15Full Throttle es una aventura gráfica creada en 1995 por LucasArts para PC DOS y
Macintosh. En esta aventura el personaje principal es un duro motero
estadounidense. La traducción sería a toda marcha

Serie Bitten Point 03 88


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Dile que lo apriete.

Esta fue una vez que su otra mitad tuvo la idea correcta.

Sin embargo, Aria tenía la suya propia. Implicaba frotarlo, de un


lado a otro, una fricción acalorada que le hizo doler.

—Sssí —excitado, no pudo detener el siseante silbido.

Ella lo apretó. Lo sostuvo. Él respiraba en jadeos rápidos y…

—No te detengas —exclamó mientras vio su mano alejarse. Él le


lanzó una mirada y notó que estaba recatadamente doblada en su regazo.

—Oh, me estoy deteniendo. Pero déjame preguntarte, ¿cómo están


tus pelotas?

Pesadas y doloridas y… Abrió mucho los ojos.

—Eso fue muy cruel.

—Te dije que me las pagarías.

Girando la mirada hacia adelante, puso sus labios en una línea,


sin divertirse en absoluto con las risas de ella. ¿Cómo podría reírse
cuando podría morir porque sus pobres bolas y su polla no podían
soportar la desilusión?

—¿Estás enfurruñado, ángel?

—No, mi tucán.

—Mi nariz no es grande.

No, maldita sea, no lo era. Era linda y pequeña, con una inclinación
al final.

Serie Bitten Point 03 89


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Entonces, ¿qué le pasó a mi moto? —preguntó, fingiendo como si


casi no los hubiera matado en un accidente, al enviar toda la sangre de
su cerebro hacia el sur.

—No estoy seguro. No creo que fuera dañada con el incendio, pero
lo más probable es que alguien la remolcara. Podría averiguarlo, si
quieres. —Aunque por qué se ofreció, no podía decirlo, dada la crueldad
de ella.

—Me gustaría. —Se inclinó hacia adelante—. Oye, ¿a dónde va


nuestro amigo?

El pequeño coche salió de la carretera principal a una calle lateral.

—Parece que se está quedando en la localidad. —Interesante, dado


que Constantine no recordaba haber visto nunca a este tipo. La ciudad
no era enorme, no tomaba mucho tiempo recocer a la mayoría de la gente.
Por otra parte, a medida que el mundo se fue llenando de humanos,
también lo hizo su pueblo. No era como si Constantine saliera mucho.

—¿Qué hay en esa dirección?

—No mucho. Unas cuantas casas y Bittech. Podría ser un


empleado allí.

Excepto que el tipo pasó por delante del desvío de la instalación


médica y siguió adelante. Lo siguieron a varios kilómetros de Bitten Point
hasta que se detuvo en un motel de carretera.

Constantine pasó de largo, no muy lejos, antes de dar la vuelta. Los


llevó cerca del motel, antes de estacionar en el arcén. Debatió sobre su
próximo movimiento.

Rat-tat-tat. Tamborileó sus dedos en el volante.

Serie Bitten Point 03 90


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Aria—. Vamos a hablar con él.

—Si lo hacemos, estaremos enseñando nuestra mano sobre que no


solo estás viva, sino que estamos siguiendo las pistas de tu desaparición.

—¿No lo hicimos cuando fuimos al restaurante?

—Sí, pero tienes que admitir que esos camarones fritos valieron la
pena.

—Creo que deberíamos ir a hablar con él. Incluso si no me


recuerda, quizás pueda decirnos dónde nos conocimos.

Puntos válidos, pero Constantine no estaba seguro.

Dados los violentos sucesos que había encontrado, ¿se atrevía a


arriesgar a la recién descubierta Aria a una posible situación violenta?

¿O espero que, al no recordar, se quede aquí por un tiempo?

Le molestaba incluso contemplar que tenía un motivo oculto para


quedarse atrás. Aria merecía su ayuda.

—Está bien, iremos a hablar con él, pero quédate detrás de mí


hasta que sepamos que no está armado.

Poniendo en marcha la palanca de cambios, Constantine arrastró


su camioneta a través del estacionamiento que era paralelo a cada una
de las unidades del motel. Aparcó en la parte trasera del pequeño coche
azul, bloqueando su escape.

Con otra firme amonestación para que se quedara detrás de él, se


acercó a la puerta verde descascarillada para buscar el número de
habitación diecisiete. Llamó a la puerta.

Serie Bitten Point 03 91


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Mientras esperaba, olfateó el área y frunció el ceño ante lo que


encontró, o más bien ante lo que no encontró. Los gases de los tubos de
escape, el humo del cigarrillo persistente en el aire, el aceite de un coche
unas cuantas filas hacia abajo goteando de una junta suelta. También
olía a humanos, en su mayoría hombres, unos cuantos aromas a
mujeres. Lo que no olía era animales.

Ningún Cambiaformas había venido por aquí, lo que hizo que su


amigo estuviera entre los humanos.

Una cortina junto a la puerta se movió, pero la puerta seguía


cerrada. Alguien estaba tratando de vitarlo.

Bang. Bang. Bang.

—Abre la puerta. Sé que estás ahí dentro. No me hagas abrirla por


ti. —El endeble portal no detendría una patada determinada.

—¿Qué es lo que quieres? No te conozco. Vete.

Aria, metida detrás, habiendo escuchado sus instrucciones,


susurró:

—Solo patea la puerta, ¿quieres?

—¿Y que llamen a la policía? —murmuró él—. Abrirá. —Lo dijo con
más confianza de la que sentía. Más alto—. Solo quiero hacerte unas
cuantas preguntas sobre una chica que podrías haber conocido en un
bar hace unos días.

—¿Eres policía?

—No. Solo un amigo que busca respuestas.

Para su sorpresa, la puerta se abrió, solo unos centímetros, la


cadena de seguridad se tensó cuando el tipo asomó la cara por la grieta.

Serie Bitten Point 03 92


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Por qué crees que sé algo? Solo estoy en la ciudad haciendo


algunos trabajos para un laboratorio. Realmente no conozco a nadie.

Antes de que Constantine pudiera detenerla, Aria se insertó delante


de él.

—¿Me conoces?

—¡Tú! ¡Oh, demonios! —La puerta se cerró de golpe.

—Creo que eso responde a la pregunta —comentó secamente


Constantine.

Bang. Bang. Bang.

—Iros. No quiero tener nada que ver con ella. Por su culpa, me metí
en muchos problemas. Tuve suerte de no perder mi trabajo.

—¿Qué hice? —exclamó ella.

La puerta se abrió de nuevo mientras solo un ojo se asomaba.

—Como si no lo supieras.

—Ella no lo hace. —Y estaba cansado de que el tipo jugara con


ellos.

Boom. Si bien era posible que no quisiera la atención que patear


una puerta pudiera causar, ¿romper una débil cadena? Sin problemas.

Empujó la puerta, enviando al chico que la bloqueaba tropezando


hacia atrás, mientras avanzaba hacia la destartalada pero limpia
habitación.

—¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo conoces a Aria? ¿Para quién estás


trabajando?

Serie Bitten Point 03 93


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No tengo que decirte nada —insistió el terco hombre—. Voy a


llamar a la policía.

Un dedo apuñaló en dirección al tipo.

—¡Te recuerdo ahora! —exclamó Aria—. Eres el tipo al que besé


fuera del bar.

Wham. El puño de Constantine impidió que el tipo llamara al


911…, y tampoco estaría dando ningún maldito beso más en un futuro
cercano.

Serie Bitten Point 03 94


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Once
Aria no pudo evitar un parpadeo de perplejidad cuando
Constantine dejó a Jeffrey, ese es su nombre, fuera de combate.

—¿Por qué hiciste eso? —espetó, examinando el cuerpo


inconsciente con las manos en las caderas—. ¿Cómo se supone que va a
responder a nuestras preguntas?

—Iba a llamar a la policía.

—¿Y no se te ocurrió quitarle el teléfono?

—No, porque estaba demasiado ocupado preguntándome por qué


besaste a un gilipollas como él.

Lo miró boquiabierta.

—¿Estás celoso?

Sus fosas nasales se abrieron.

—Sssí. —La palabra salió siseando de él—. Pero no sé por qué.

Al igual que ella no sabía por qué le complacían sus celos. Otro
aspecto de la loca atracción entre ellos. Una atracción que necesitaba
negar, al menos por el momento.

—Su nombre es Jeffrey. Es técnico del laboratorio de Bittech.

—¿Te acuerdas de él?

—Un poco. Realmente no hablamos mucho.

Serie Bitten Point 03 95


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Demasiado ocupada haciendo otras cosas? —gruñó


Constantine.

—No, porque acababa de llegar a la ciudad ese día, y estaba


haciendo todo lo posible por conversar con todo el mundo en el bar.
Jeffrey estaba allí con unos cuantos tipos de Bittech, tomando unas
cervezas.

—Entonces, ¿cómo terminasteis besándoos?

Dado que dudaba que Jeffrey fuera su tipo, esperaba que no fuera
su temido lado de zorra conformándose con lo que tuviera a mano.

—Coqueteé con él. Nada serio. Coqueteé y charlé con todos los que
estaban allí. —O eso es lo que recordaba vagamente. El barman le hizo
un Martini delicioso—. Le hice hablar de su trabajo allí como técnico, iba
a moverme al siguiente. Excepto…

Jeffrey vio su oportunidad de impresionar a una chica que se iba,


por lo que soltó: “Sé de los niveles secretos”.

—¿Qué niveles secretos? —preguntó Constantine.

Aria se sobresaltó visiblemente, no habiéndose dado cuenta de que


había hablado en voz alta.

—No lo sé. Solo estoy repitiendo las partes que recuerdo del flash
de memoria. También dijo: “Está pasando mierda rara en Bittech, y no
estoy hablando solo de la pésima comida de la cafetería”.

—Wes Mercer, quien trabaja allí como guardia, está convencido de


que tampoco son de los buenos, pero nunca hemos logrado encontrar
nada en concreto. Pero Wes sigue convencido. Si hay niveles secretos, eso
explicaría la convicción de Wes de que las cosas suceden fuera de la vista.

Serie Bitten Point 03 96


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Las cosas que se hacen fuera de la vista, y en secreto,


generalmente son un signo de que la gente está tramando algo malo.
Recuerdo que esa noticia me entusiasmó. Pero no sé por qué. ¿Por qué
me importaría lo que hacen en un centro de investigación médica? —Su
nariz se arrugó.

—¿Eres periodista?

Ella agitó la cabeza.

—No lo creo. Y según Cynthia —Que había llamado durante el


almuerzo a pesar de que le había dicho que no lo hiciera—, soy un poco
imprecisa sobre lo que hago en el trabajo.

—Tal vez eres un agente secreto espía.

Lo dijo en broma, pero algo sobre sus palabras hizo sonar una
campana. Simplemente no provocó ningún recuerdo.

—Ojalá supiera por qué me interesa tanto Bittech.

—Podría ser porque son un instituto médico para Cambiaformas.


Los humanos piensan que están investigando los efectos de las plantas
del pantano en las células humanas, pero en realidad, se supone que
están investigando el genoma de los Cambiaformas, y también
proporcionan fertilización a las parejas de Cambiaformas que no son
fértiles. Pero lo digo porque hemos empezado a sospechar que no es solo
investigación, sino también experimentación.

—¿Crees que fueron ellos los que me atacaron? Pero, ¿por qué?
¿Por qué yo?

—Tal vez pensaron que serías un blanco fácil. Cynthia mencionó


que eras huérfana. Quizás asumieron que nadie vendría a buscarte.

Serie Bitten Point 03 97


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Qué triste que no tuviera una familia que cuidar. Tengo a Cynthia
y a su familia. El pensamiento y la certeza la calentaron.

Mientras Aria paseaba por la habitación del motel, notó que la


puerta permanecía entreabierta. La pateó cerrándola para evitar que
nadie que pasara por allí se quedara maravillado ante las extrañas
imágenes. Para aclarar su memoria, recitó en forma de puntos en voz
alta.

—Conocí a Jeffrey en un bar, donde se jactaba de su súper acceso.


Por alguna razón, necesitaba saber más. Recuerdo que quería entrar al
instituto, así que le robé su tarjeta de acceso.

Igual que una mujer fatal en una película, Aria había atraído al tipo
un poco achispado al estacionamiento. Una vez allí, fingió una súbita
pasión por él que implicaba mucha baba, por parte de él, mientras
machacaba su boca contra la de ella. Estremecimiento.

El pobre creía que estaba teniendo suerte. En realidad, Aria lo


manoseó para poder robarle su tarjeta de empleado. Una vez que cambió
la tarjeta a su propio bolsillo, mientras mantenía los labios apretados
para que no se le colara la lengua, se alejó de Jeffrey y, con una risa
aguda, dijo:

—Dios mío, pero eso fue caliente. Haces que una chica quiera
olvidar que se está guardando para el matrimonio.

Mientras se quedaba allí desconcertado, ella se subió a su moto y


se fue corriendo.

—¿Fuiste a Bittech esa noche?

Sus labios se retorcieron junto con su frente mientras se esforzaba


en recordar todo lo que había pasado después de su moto.

Serie Bitten Point 03 98


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No lo sé. Todo lo que sucedió después de que saliera del bar está
en blanco. —No del todo, recordó que también se había pasado el brazo
por la boca para limpiarse el baboseo de Jeffrey—. Ugh.

—¿Por qué ugh?

—¿Por qué el único beso que recuerdo es uno horrible? —Si era
una puta antes, ¿no debería tener un montón de recuerdos de besos
calientes?

—No podemos permitir eso.

Antes de que pudiera preguntarle qué quería decir, Constantine la


tomó en sus brazos y la besó.

Pero besar sonaba tan trillado. Esta fusión de sus labios, la chispa
eléctrica que se arqueó y el calor lánguido que invadía sus extremidades
era mucho más que un simple beso. Fue una explosión para sus sentidos.
Una incursión en la pasión que te dejaría sin aliento y con las rodillas
doblándose.

Mientras la boca de él acariciaba la de ella, no pudo evitar gemir y


separar sus labios. El acceso llevó a su lengua deslizándose en la boca
de ella sinuosamente para que pudiera enroscarse con la de ella.

No podría haber dicho cuando sus brazos se enrollaron alrededor


del cuello de él, o cuando las manos de él ahuecaron su culo. Demonios,
no estaba segura de su propio nombre en ese momento y no por la
amnesia. El infierno apasionado que le lamía las terminaciones nerviosas
hacía posible un solo pensamiento.

Más.

Su cuerpo se presionó firmemente contra el de él, pero todavía


quería estar más cerca. ¿Qué se sentiría al presionarse contra él, piel

Serie Bitten Point 03 99


Eve Langlais El abrazo de la pitón

contra piel? La ropa separaba su carne. Un tejido miserable. La altura de


él también le impedía frotarse contra él como deseaba.

Un maullido de frustración la dejó, pero él lo entendió, y sintió lo


mismo porque la levantó lo suficientemente alto como para que sus
piernas pudieran envolverse alrededor de su cintura, tirando de su
núcleo caliente contra él. Qué decadente, la sensación de su sensible sexo
frotándose y glorificándose en la dureza de su erección.

Su espalda golpeó la pared, y él dio un giro moliendo contra ella.


Su respiración era entrecortada mientras él presionaba su cuerpo contra
la parte de ella que anhelaba su toque.

Y entonces se separó. En un momento la abrazaba, la complacía,


la llevaba al borde del anhelo, y al siguiente la dejó en el suelo para que
se apoyara contra la pared.

¿Por qué?

Ella parpadeó con los ojos abiertos y llenos de pasión al notar que
la puerta del motel estaba abierta. La luz del sol entraba y la mostraba
completamente sola.

—¡Mierda! —¿Dónde estaba Jeffrey? Probablemente tratando de


mantenerse por delante de un Constantine persiguiéndole.

Volando hacia la puerta, se asomó a tiempo para notar que el fuerte


golpeteo de Constantine en la acera tenía casi al alcance de la mano a un
Jeffrey que corría a toda velocidad, gritando:

—¡Socorro! ¡Ayuda!

La ayuda vino del lugar más inesperado. Desde el cielo se abalanzó


un lagarto, o al menos eso era lo que parecía. El cuerpo tenía una
sensación de serpiente, incluso con sus dos brazos y piernas. La piel

Serie Bitten Point 03 100


Eve Langlais El abrazo de la pitón

parecía verde y escamosa, cada centímetro de ella estaba lleno de


músculos. Las alas de cuero se extendían más de lo que ella hubiera
creído posible fuera de un cuento de hadas con dragones.

El lagarto volador se zambulló, sus manos con garras extendidas.


Gritó un chillido ululante.

Jeffrey levantó la mirada, y lo vio palidecer. Tropezó mientras


levantaba sus brazos para cubrir su cabeza.

Los dedos con garras del monstruo volador agarraron los brazos de
Jeffrey.

—¡Argh! —El sangriento grito hizo que algunas personas se


asomaran a la calle. ¿Qué debían pensar al ver las piernas agitándose de
un hombre cuando era levantado en el aire por una criatura que no
debería existir, una criatura que les robó su pista y se burló de ellos con
un estridente graznido de triunfo?

Mientras Aria no recordaba a la bestia, el sonido le provocó un


profundo escalofrío. Y podría haber jurado que una voz susurraba en su
cabeza: Esconderse.

Ignoró la sugerencia mientras se subía a la camioneta de


Constantine. Él saltó un momento después y arrancó el motor.

—Salgamos de aquí antes de que llegue la policía y nos hagan


preguntas.

—¿No te gustaría explicar cómo un lagarto volador robó al tipo que


noqueamos?

—Con tantos testigos que lo afirmarán, les costará mucho no


escucharlo. Y eso es un problema. Este acto descarado va a llamar la
atención.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No es culpa nuestra.

—Es de alguien, sin embargo. ¿Viste el collar alrededor del cuello


de esa cosa?

Ella agitó la cabeza. Sobrecargada por el beso y aturdida por la


criatura, no se había dado cuenta de mucho.

—He oído hablar de esos collares antes. Daryl y Cynthia dijeron


que el par de híbridos con los que tuvieron que lidiar llevaban unos.
Creemos que son algún tipo de dispositivo para controlar a los
monstruos.

—Crees que alguien está haciendo que esas criaturas hagan estas
cosas. Pero, ¿por qué? Quiero decir, ¿por qué secuestrar a Jeffrey a plena
vista?

—Tal vez pensaron que se había convertido en una carga.

Ella juntó sus dedos.

—¿Soy una carga? ¿Me perseguirán a mí después?

—No.

—Eso no lo sabes. —No podía quitarse de encima una sensación


de temor.

—Tienes razón, no lo sé, pero no pienso perderte de vista, así que


si lo intenta, tendrá que pasar a través de mí.

La declaración la calentó, incluso cuando envió escalofríos. No


quiero que le hagan daño.

—Te estoy poniendo en peligro.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Él levantó la mirada de la carretera para mirarla fijamente.

—No me estás haciendo nada. Elegí ayudarte. Todavía planeo


hacerlo. Un pequeño peligro no me hará huir.

—Esto es más que un pequeño peligro.

—¿Qué puedo decir? Hago todo a lo grande —Le hizo un guiño.

Ella le devolvió la sonrisa.

—Así estoy empezando a ver. ¿Adónde vamos ahora?

—Creo que has tenido suficiente emoción para un día. Nos vamos
a casa. Princess me necesita.

Princess no era la única.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Doce
Cuando Constantine entró en el camino de grava prensado frente
a su casa, notó no solo el coche de su madre, sino también el de su
hermano. Curioso porque Caleb normalmente trabajaba durante el día.
¿Qué lo llevó de visita?

Al salir de su camioneta, Constantine apenas cerró la puerta


cuando su madre, su rotunda figura todavía vestida con el uniforme que
llevaba para su trabajo en la residencia de ancianos, salió volando de la
casa.

—¡Lo maté!

—¿Mataste qué? —preguntó mientras rodeaba el capó de su


camioneta para echarle una mano a Aria, excepto que ella no la
necesitaba, ya que había saltado ágilmente al suelo.

—Maté a un monstruo. Ven a ver. Está en el patio.

Agarrando la mano de Aria, Constantine siguió a su excitada madre


tambaleándose por la casa hasta que entraron al patio trasero.

Un olor extraño lo asaltó. Reptil, con un toque de mal. Enfermedad,


con un tinte dulce, pútrido. Y la muerte en forma de sangre, un charco
gigante bajo la criatura alada, pero no la misma que habían visto en el
motel.

Esta era más pequeña. Mucho más pequeña. El ligero marco estaba
cubierto de un suave pelaje gris, sin escamas, pero el olor a reptil lo
impregnaba.

—¿Qué es esa cosa? —preguntó Constantine cuando se acercó a


su hermano, que estaba arrodillado junto al cadáver.

Serie Bitten Point 03 104


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Princess se tomó ese momento para soltar un excitado gemido y


dejó su puesto al lado del cuerpo para volar hacia él en una marcha
lateral que parecía incómoda pero adorable.

Soltando la mano de Aria, arrastró a su perro a sus brazos.

—¿Cómo está mi princesita? —preguntó, dándole una buena


caricia a su cuerpo ondulado.

Yip. La acurrucó en su cara, su afecto por su perro no era algo que


escondiera.

—Me burlaría de ti y de tu momento de unión, pero tengo que decir


que tu perro está creciendo en estima para mí —anunció Caleb—. Es una
buena perra de vigilancia y la razón por la que mamá supo que esta cosa
estaba aquí.

—¿Mi princesita fue un cachorro valiente? —susurró, y ella casi


muere de felicidad.

—Más que valiente —contestó su madre—. Dejé salir a Princess


cuando llegué a casa del trabajo. Lo siguiente que sé es que estaba
ladrando como una loca, y miro para ver a esa cosa —Un gesto de
disgusto apuntando hacia ella—, tratando de atrapar a nuestro valiente
perro guardián. Así que agarré la escopeta y lo derribé.

De hecho, lo había derribado con un agujero del tamaño de un


puño a través de la parte superior de su cuerpo. Su madre no se andaba
con rodeos cuando se trataba de las municiones para su arma. Como
explicó, “Si tengo que protegerme de algo tan grande y estúpido como
para meterse conmigo, entonces me estoy asegurando de que no se vuelva
a levantar”.

—¿Quién es una buena chica? ¿Quién es ella? —canturreaba


Constantine mientras hacía cosquillas a su perro bajo la barbilla.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Meneo. Meneo. A Princess le encantaban los elogios. Aria, sin


embargo, no parecía muy impresionada con las impresionantes
habilidades de su perro. Ella puso los ojos en blanco antes de caminar
hacia el cadáver. Le dio crédito por no estremecerse ni vomitar. La cosa
estaba en el peldaño inferior de la escala bonita. Las extremidades eran
algo deformes, su cara una extraña fusión entre humana y algunas cosas,
al parecer. Mono y algo más. Los dedos estaban clavados en garras, como
los ganchos de un pájaro tipo rapaz.

—Se parece a un mono volador —comentó Aria mientras inclinaba


la cabeza hacia un lado para contemplarlo—. Ya sabes, como el de la
película El Mago de Oz.

—De nuevo, ¿recuerdas un viejo clásico pero no tu vida? —


Constantine no pudo evitar burlarse.

Ella sonrió.

—¿Qué puedo decir? Estoy siendo selectiva sobre lo que recuerdo.


Lo raro es que tengo problemas con mis recuerdos de hace media hora.
—Y, sí, le guiñó el ojo.

Lo lanzó a un bucle. ¿Está insinuando que quiere otro beso para


recordar?

—Nunca antes había visto algo así —comentó Caleb—. Sea lo que
sea, voy a apostar a que no es natural. ¿Ves sus alas? —Su hermano la
extendió, la membrana se desplegó y estiró tensa. El ala parecía cubierta
de piel de cuero, no de plumas ni de piel—. Las alas son como las de esa
criatura dinosaurio que matamos hace un tiempo. La que se llevó a Luke.

Un momento de miedo. El miedo por el que todos habían pasado


cuando el niño fue secuestrado por el monstruo no era algo que
Constantine quisiera revivir. Afortunadamente, su sobrino había salido

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

ileso, y el culpable estaba muerto. Sin embargo, lo celebraron demasiado


rápido, dado que la abominación no estaba sola.

—Similares y sin embargo no. Según recuerdo, esa cosa tenía


escamas, no piel, y era al menos el doble de grande que esta.

—Eso es porque creo que esta era un niño. Un adolescente, en


realidad.

Ante las suaves palabras de Aria, todos los ojos se volvieron hacia
ella.

—¿Qué te hace decir eso? —preguntó.

—Porque lo he visto antes.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Trece
El recuerdo la tomó por sorpresa.

El empujón en su espalda la llevó hacia adelante, y ella tropezó, su


mano agitándose y agarrando las barras de metal de la puerta de una
celda. En realidad, notó mientras miraba alrededor, eran jaulas. Tampoco
de las muy grandes, lo suficientemente profundas para que el ocupante
durmiera estirado.

Entre las jaulas había espacios lo suficientemente amplios, como


para que, a pesar de que los brazos se extendieran, no pudieran tocar a
nadie más.

El escarbar de garras atrajo su frenética mirada a la jaula a la que


se agarraba.

Dedos, mitad carne, mitad penachos de pelo gris pálido, aferrados a


los barrotes. Unos ojos grandes, azules y muy abiertos, con miedo y pánico,
la miraron. La boca, que sobresalía de la cara, redondeada en una O, y el
sonido más horrible emergió de esa boca.

Más espantoso que su apariencia fue el hecho de que era un niño,


un adolescente, apostaría, dada la camiseta de patinador y los shorts de
surfista que usaba.

—Estás mirando a la siguiente generación. —Una voz susurró en su


oído—. Y tú también serás parte de eso.

Desafortunadamente, no pudo decirles más que eso. La escena se


desarrolló en un abrir y cerrar de ojos, dejándola con el recuerdo de esos
ojos tan tristes detrás de las rejas que lo enjaulaban. A esa criatura

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

todavía le quedaba algo de humanidad, pero apenas. ¿Esta cosa, muerta


en el suelo? Todo un monstruo.

Se decidió mantener el cadáver en secreto por el momento, y no


porque temieran problemas si lo llevaban a las autoridades adecuadas.
Cualquier criatura que atacaba era un blanco legítimo. En el mundo de
los Cambiaformas, si alguien se había vuelto salvaje y representaba un
peligro para los demás, especialmente para los seres humanos y el amor
de ellos por el descubrimiento, entonces había que tomar medidas
rápidas. Por lo general, medidas permanentes. La justicia llegó con alas
rápidas.

Ella parpadeó cuando el conocimiento estuvo disponible.

—Digo que lo guardemos para nosotros por ahora. Daryl tiene un


amigo que tal vez pueda investigarlo —les dijo Caleb.

—Hazlo. Dárselo al amigo no puede ser peor que el que ocultamos


en Bittech. Tal vez este no desaparezca y no se nos informe de tonterías
de que lo que encontramos era un animal normal.

Bittech. Bittech. Bittech. Una vez que Caleb se fue con el cadáver,
con su madre a remolque para quedarse con Renny y Luke, Aria se
encontró a solas con Constantine. Y su perra, una Princess chaperona.

Los cinturones de castidad no eran nada para ese perro. Cada vez
que Aria se acercaba a Constantine, la perra se abría paso entre ellos.

Él siendo un hombre, era ajeno al juego que su perra jugaba, pero


Aria lo reconoció, y no dejó que se interpusiera en su camino.

¿Un camino de qué?

Reclamando a Constantine.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

¿Qué? Se negó a pensar en ello. No cuando necesitaba imponerse.

El nivel de madurez en la habitación cuando su gran ángel se fue


a usar el baño, bajó considerablemente cuando Aria se arrodilló para
gruñirle a Princess. En su defensa, la perrita empezó.

Cuando él regresó, fue para encontrar a Aria posada en un


taburete, con un aspecto perfectamente primoroso y con buen
comportamiento.

—¿He oído a Princess gruñendo a algo?

Su labio se contrajo.

—Creo que vio una ardilla.

La miró con recelo, pero no la presionó. Mientras tanto, Princess le


lanzó una mirada, una que Aria pensó que decía: “Gracias por no
delatarme”.

Como si fuera a hacerlo. Constantine probablemente se pondría del


lado de su perro si lo hiciera.

—¿Quieres una taza de cacao?

—Claro.

Mientras Constantine se ocupaba de poner a hervir una olla de


agua, ella se apoyó en el mostrador, moviendo sus brazos para poder
descansar su barbilla en sus manos. Miró a Constantine moverse por la
cocina, ligero para un hombre de su tamaño.

Reflexionó en voz alta:

—Así que, estaba pensando.

Serie Bitten Point 03 110


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Por qué siento que debería venir con una advertencia?

—No soy Cynthia. Estás a salvo. —La certeza de que su amiga era
la que plantaba las ideas alocadas. Al igual que la creencia de que Aria
siempre estuvo de acuerdo y, a veces, embelleció esos planes salvajes.

—Dudo mucho que esté a salvo —murmuró, dándole la espalda


mientras servía el chocolate caliente en las tazas.

—¿Qué se supone que significa eso? Si quieres que me vaya por el


peligro, solo dilo y me iré.

Él se giró bruscamente.

—No te atrevas a irte.

—Está bien, no lo haré. Pero acabas de decir que no te sientes


seguro cerca de mí. Y tienes razón. No lo estás. Parece que todo lo que
tiene que ver conmigo conduce a monstruos.

—Puedo manejar a los monstruos. De lo que no estoy tan seguro


es de cómo manejarte a ti. —Dicho esto, se giró hacia las tazas, sacando
la tetera que silbaba de la estufa.

Ella parpadeó unas cuantas veces mientras digería sus palabras.


¿Qué quiso decir con “manejarla”? Como no estaba segura de querer la
respuesta, reanudó la conversación.

—Estoy notando un tema común entre mis recuerdos y los


monstruos. ¿Te has dado cuenta de que todo sigue apuntando a Bittech?

—Lo hago, por eso me cuesta creerlo.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—La navaja de Occam16.

—Conozco el término, pero no lo que significa —dijo, removiendo la


bebida con una cuchara.

—La respuesta más sencilla es la que gana. En otras palabras, no


trates de complicar la verdad. Tal vez las cosas siguen apuntando a
Bittech porque se volvieron complacientes y, a su vez, perezosos para
cubrir sus propias huellas.

—Simplemente parece demasiado fácil —dijo mientras deslizaba


una taza frente a ella—. Piénsalo por un segundo. Considerando el tiempo
que estas cosas han estado sucediendo, incluso si se estuvieran volviendo
descuidados, me parece bastante extraño que todos los eventos
repentinos estén escalando hasta el punto de que ni siquiera están
tratando de permanecer ocultos. Monstruos a la luz del día. Cadáveres.
Gente desaparecida a diestra y siniestra. Y no sabrías que toda la culpa
parece estar centrada en la única compañía autorizada para hacer
investigaciones legítimas sobre los Cambiaformas.

—Creo que es un gran escaparate. Quiero decir, tienen acceso a


suministros médicos, personal, incluso análisis de sangre y otras
muestras de tejidos. ¿Es tan descabellado pensar que, por debajo de las
apariencias legales, también se están produciendo actividades nefastas?

Con las manos alrededor de su taza, él asintió.

—Cierto. Quiero decir, ¿quién sospecharía que una instalación


dirigida por Cambiaformas está tan torcida? Supongo que no quiero creer
que una compañía con nuestra gente trabajando en ella haría algo así.
Me refiero, por el amor de Dios, el cuñado de Daryl es el hijo del CEO17.

16
La navaja de Occam: En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser
la más probable.
17
CEO: Director ejecutivo.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Ha hablado Daryl con él al respecto?

—Sí. Y también lo hizo Wes, el guardia que trabaja allí. Andrew


afirma que no están haciendo nada que no haya sido aprobado por el
SHC.

—¿Aprobado? —Ella frunció el ceño. Había algo en eso que le


molestaba—. ¿Estás seguro de que han dado su aprobación y para qué
es esa aprobación?

La pregunta debería haber sido fácil, pero Constantine abrió la


boca y luego la cerró, tomándose un momento para pensar.

—¿Sabes qué? No sé si alguien alguna vez realmente les ha


preguntado. Quiero decir, Pete nos dijo que querían que nos retiráramos,
pero resulta que el hijo de Pete estaba involucrado, así que su
información es ahora sospechosa. En cuanto al resto, aparte de la
información de Andrew, todas mis fuentes vinieron de segunda y tercera
mano.

Ella tragó el rico y azucarado brebaje antes de responder.

—¿No deberíamos llamar a alguien del consejo del SHC? —Su


mente parpadeó, y se vio en un pasillo, la alfombra azul oscura y casi
nueva, las paredes de un gris apagado. Un hombre mayor la agarró del
brazo para apartarla y susurró: “Recuerda, no se lo digas a nadie. No
confíes en nadie. Infórmame solo a mí”.

¿Quién es él?

Constantine frunció el ceño en su dirección.

—Uno no llama simplemente al SHC y los cuestiona.

—Tal vez alguien debería.

Serie Bitten Point 03 113


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Bajando la taza, él se pasó una mano a través de pelo corto.

—La última vez que alguien lo hizo, desapareció. El hermano de


Wes trató de hacer algo para que sucediera una mierda, y se desvaneció
en el aire.

—La gente no se desvanece.

—A veces lo hacen en el pantano. —Fue su ominosa respuesta.

Su teléfono sonó, un estridente timbre de sonido antiguo llenó el


ominoso silencio que sus palabras habían producido.

Miró la pantalla iluminada.

—Tengo que responder a esto.

Ella tomó otro sorbo del cacao mientras se asomaba por la ventana.
Constantine se alejó de ella y habló en voz baja a quienquiera que lo
llamara.

La sensación de que algo estaba fuera de su alcance la


atormentaba. Algo que había sabido. La respuesta parecía muy cercana,
tan cercana. Si tan solo pudiera encontrar y tirar del hilo que
desentrañaría el misterio en su mente.

—Tengo que salir un rato.

Ella volvió al presente.

—¿Adónde tienes que ir? ¿Quién llamó?

—La estación de bomberos donde trabajo. Un cuerpo fue


encontrado en un árbol del pantano. Ya que podría estar relacionado con
los Cambiaformas, me llamaron.

Serie Bitten Point 03 114


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué se supone que debo hacer mientras no estás? —Aria nunca


lo admitiría en voz alta, pero la idea de quedarse sola en su casa, con el
pantano cerca que escondía tantos peligros, la asustó. No estaba segura
de cuáles eran sus puntos fuertes en una pelea.

Veneno.

¿Qué?

Esa extraña e incorpórea voz que le hablaba de vez en cuando


realmente la asustaba.

—Ángel, ¿es normal oír voces en tu cabeza?

Su pregunta completamente inesperada le hizo entrecerrar los ojos.

—Depende de cuántas de ellas te estén diciendo que mates a


alguien.

Sus labios se fruncieron, y ella lo fulminó con la mirada.

—No es divertido, imbécil.

—¿Está mal que me guste más ese nombre que ese nombre
castrador de ángel?

—Serás mi adorable angelito delante de tus amigos si no me


respondes. ¿Tú oyes voces?

—¿Yo? ¿Cuándo se convirtió en una pregunta sobre mí? —Cuando


se inclinó hacia él, prácticamente gruñendo, él se echó a reír—. Sí,
escucho una voz. Énfasis en la entidad única que a veces siente la
necesidad de hablar conmigo.

—Así que tu serpiente te habla. —Ganadora de la conversación más


extraña del año.

Serie Bitten Point 03 115


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Habla, piensa. Cuando nuestro lado animal está en segundo


plano, están más o menos inactivos. Despertarán por emociones
extremas o por un sexto sentido cuando se trata de peligro. También les
gusta entrometerse y aportar su granito de arena.

—Por ellos, lo digo en serio, ¿o es él? —Ella frunció el ceño—. Lo


que sea que esté dentro de ti, ¿no te hace matar cosas?

Constantine pudo haber bromeado antes, pero ahora se veía


completamente serio. Apoyó las palmas de las manos en el mostrador de
la cocina y se acercó en ángulo. Su mirada intencionada se fijó en ella.

—Aria, ¿hay algo que te está diciendo que mates cosas?

—No exactamente. Una voz me dijo que uso veneno.

—Te lo dijo, ¿pero no te viste a ti misma haciéndolo?

—No.

—Eso no es exactamente una prueba sólida de nada entonces,


¿verdad?

—Excepto que sonaba cierto. Me sentí como si fuera verdad. Yo


enveneno cosas —Se desplomó—. Y aquí estaba yo esperando tener en
secreto algunos movimientos geniales de judo que pudiera usar en caso
de que alguien viniera a atacarme.

—No necesitarás unos movimientos geniales, porque te dejaré en


un lugar seguro mientras reviso las cosas.

Algún lugar seguro con Cynthia y Daryl.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Catorce
Mientras Constantine se alejaba, dejando a Aria a la tierna
misericordia de su mejor amiga, quien apretó a Aria a su pecho, jurando
que nunca la perdería de vista, no pudo evitar reírse al recordar las
palabras con que Aria amenazó.

—Voy a envenenar tu cerveza.

¿Qué podía responder un hombre a una amenaza tan grave?

—Si no puedo beber, entonces tendré que hacer algo con mis
labios. Hasta luego, mi pequeño pavo real. —Le guiñó un ojo.

Y luego huyó. Probablemente lo pagaría más tarde. Podía ver a Aria


vengarse por haberla dejado con Cynthia, quién exclamó:

—¿Le has puesto los pies alrededor de las orejas?

Aún no, pero esperaba que su pajarito lo hiciera pronto. La maldita


mujer puso su mundo patas arriba. Le hizo querer ser el hombre que su
padre no era, un hombre con el que pudiera contar.

Un pensamiento loco. La clase de locura que se siente al inhalar


gas durante demasiado tiempo.

Apenas conocía a Aria. Un hombre no querría comprometerse con


una chica que acababa de conocer, que ni siquiera recordaba quién era.

No olvides que Princess la odia.

Por otra parte, Princess odiaba a casi todo el mundo. Ella toleraba
a sus amigos. Seguía intentando interponerse entre él y Aria, sin
embargo.

Serie Bitten Point 03 117


Eve Langlais El abrazo de la pitón

¿Debería tomarlo como una señal?

La cosa es que no quería mantener la distancia. No podía. Incluso


ahora, dejar a Aria para ir a trabajar le irritaba.

Quería pasar más tiempo con ella. Haciéndola hablar, disfrutaba


descubriendo pieza por pieza los diferentes fragmentos que componían a
Aria.

Cuanto más la veía, más le gustaba. Sin embargo, eso siguió


distrayéndolo.

Casi hago que la maten hoy.

Una exageración, pero una posibilidad dado lo que le sucedió a


Jeffrey. ¿Y si la bestia alada hubiera agarrado a Aria en su lugar? ¿Y si
ese mono peludo volador de su casa, hoy hubiera hecho algo más que
cabrear a su perro porque no aterrizaría para aterrorizar
adecuadamente?

Mamá lo mató. Pero, como había visto hoy con la cosa voladora,
quienquiera que acechara tenía más de una criatura a sus órdenes.
También se estaban volviendo más descarados usándolos.

Una vez que el monstruo salga del armario, ¿puedes volver a


meterlo?

La respuesta lo aterrorizó de una manera que nada más en su vida


hizo.

¿Y si el mundo humano se enteraba de ellos? Los estudiosos del


mundo de los Cambiaformas habían teorizado durante mucho tiempo
que la humanidad podría aceptarlos, pero incluso si la mayoría lo hiciera,
siempre habría una facción que no confiara en los animales.

Serie Bitten Point 03 118


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una turba normalmente empezaba con una sola voz engatusadora.


Al igual que solo se necesitaba una bala para acabar con la vida de un
cambiaformas.

Oscuros pensamientos que lo llevaron a lo carnal.

¿Cómo? Porque si su propia existencia estaba equilibrada sobre un


precipicio donde mañana podrían verse expuestos y cazados para
exterminarlos, entonces él debería aprovechar el día. Debería apoderarse
de Aria.

Llevarla. Abrazarla. Apretarla.

O podría destruir a los monstruos y encontrar al que los


controlaba. Quitar ese peligro de la vida de Aria para que pudiera tomarse
su tiempo con ella.

Bufido.

¿Por qué no hacer las dos cosas? Ayudar a salvar a su ciudad,


salvar a su ladybird18, y tal vez intentar algo que su padre nunca hizo…
un felices para siempre.

Pensaría en ello. Primero tenía trabajo qué hacer.

El viaje al lugar del crimen no tomó mucho tiempo ya que fue allí
directamente. Se unió a varios de sus otros hermanos Cambiaformas que
también trabajaban en el departamento de bomberos de Bitten Point.

Afortunadamente, solo unos pocos humanos, que no pudieron


evitar contratar debido a las leyes laborales, también trabajaban con

18
Ladybird: La traducción sería una mariquita. Pero también podría querer decir su
dama-pájaro.

Serie Bitten Point 03 119


Eve Langlais El abrazo de la pitón

ellos. En casos como este, con un cadáver sospechoso, se les dejaba


convenientemente fuera del turno.

La gente pensaba que era extraño que el departamento de


bomberos apareciera en tantas escenas que ni siquiera tenían un rastro
de humo. La gente tendía a pensar en ellos solo en términos de fuego.
Excepto que los bomberos, especialmente en las comunidades más
pequeñas, desempeñaban un papel más importante.

También tenían las escaleras más altas.

Mientras Constantine sujetaba la escalera para su amigo, Mick,


miró a su alrededor. La escena en la que se encontraba en realidad no
estaba del todo en el pantano, había tierra firme y seca bajo sus pies. El
bosquecillo de árboles que crecía salvajemente aquí estaba situado en
tierras federales y no estaba abierto a nadie más que a los oficiales de
caza.

Entonces, ¿cómo alguien había visto el cuerpo?

Los letreros de “Prohibido el paso” demostraron ser el irresistible


atractivo para adolescentes. Arrastrando a una chica de la mano y
diciendo que la protegerían de los cocodrilos y serpientes, muchos
adolescentes tuvieron suerte en estos bosques.

No el pobre Boyd. El pobre Boyd había estado tumbado encima de


Steph, haciendo todo lo posible para anotar un home run19 cuando su
cita comenzó a gritar… y no por su técnica.

Al final resultó que, al abrir los ojos mientras él mordisqueaba su


cuello y le metía una mano bajo la camisa, no era suficiente para evitar

19 Sexo con penetración.

Serie Bitten Point 03 120


Eve Langlais El abrazo de la pitón

que la pobre Steph notara que había un cadáver colgado en las ramas del
árbol que los protegía.

Eso detuvo la cita, al menos para Boyd. Steph, a solo unos pasos
de la escuela secundaria, estaba tocando su cabello y charlando con el
joven policía que apareció en la escena con una insignia impresionante y
un arma.

Mick subió por la escalera y murmuró sus hallazgos, no muy


fuerte, ya que sabía que Constantine escucharía.

—Es un macho.

—¿Muerto o vivo? —Aunque bastante seguro de que era lo primero,


nunca estaba mal estar seguro.

—Definitivamente muerto, pero no por mucho tiempo. La sangre


todavía está fresca. Tampoco hay señales de rigor todavía. Pobre
bastardo, espero que muriera rápido después de que lo que sea que lo
mató le arrancó la cara.

No había forma de que Constantine pudiera reprimir una mueca


de dolor. Eso tuvo que doler.

—¿Alguna marca identificativa? ¿Sabemos quién es la víctima?

—Los dedos han desaparecido. Masticados parece. Maldita sea, lo


que sea que le hizo esto, es como si no quisieran que lo identificáramos.

Excepto que una vez que Mick desenredó el cuerpo y se lo entregó


a Constantine, se dio cuenta de que él sabía quién era. Reconoció la
camisa.

Jeffrey. Visto por última vez en las garras de un lagarto alado.


Ahora estaba muerto. Joder.

Serie Bitten Point 03 121


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una vez que el cuerpo dejó las ramas del árbol, era responsabilidad
de los policías, y otros tíos de la escena del crimen, que debían tomar
evidencias y suprimirlas en el caso de que levantaran demasiadas
banderas.

Ya que sus servicios ya no eran necesarios, Constantine no se


quedó. Tengo otro lugar donde debería estar.

Y por mucho que su pitón quisiera que estuviera al lado de Aria,


ese no era su destino.

Si asumió que la criatura alada había atacado a Jeffrey


específicamente, entonces eso significaba que el empleado muerto de
Bittech sabía algo.

Lo tenía en mis manos. Maldita sea. Si tan solo no lo hubiera dejado


escapar.

Ojalá no se hubieran besado… nah. No se arrepentía del abrazo


con Aria. Diablos, si hubiera sabido previamente que iban a arrebatarle
a Jeffrey, tal vez nunca habría parado.

Sin embargo, pensar en Jeffrey resultó ser aleccionador. El hombre


estaba muerto. Asesinado. Pero, ¿por qué? ¿Qué sabía el tipo, y de más
interés, tal vez escribió algo? ¿Podría haber una pista entre sus cosas?

Necesito registrar su habitación antes de que la policía identifique el


cuerpo y lleguen a él.

A pesar de romper algunos límites de velocidad, llegó demasiado


tarde al motel.

—Joder. —No pudo evitar murmurar la palabrota mientras


observaba el ondulante humo que oscurecía el cielo crepuscular.

Serie Bitten Point 03 122


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Dado que los coches de policía bloqueaban la carretera, junto a


camiones de bomberos y de noticias, se estacionó en el arcén y caminó el
resto del camino. No podía acercarse demasiado a la escena del incendio,
habían acordonado el área, pero se quedó entre la multitud, un
espectador observando el hipnótico salto de las llamas brillantes.

El motel estaba ardiendo, para su ojo entrenado, ya podía ver que


no se podía salvar nada.

—¿Alguna idea de cómo empezó? —preguntó a un tipo que había a


su lado.

—Comenzó en la habitación diecisiete. Yo debería saberlo, estaba


justo al lado de la maldita cosa cuando las alarmas sonaron. Lo extraño,
sin embargo, es que la habitación estaba vacía porque el tipo que se
quedaba en ella fue secuestrado por una especie de murciélago gigante.

¿Murciélago? Tenía que amar cómo los humanos metían la verdad


en la caja que mejor se adaptara a ella.

Como no era su jurisdicción, pudo observar cómo otros apagaban


el fuego. Probablemente no debería haber pasado tanto tiempo
hipnotizado por la destrucción, pero no pudo evitarlo.

Para empezar, hacía calor y a su serpiente le gustaba el calor.

Segundo, necesitaba calor porque el mismo acto del incendio


provocó que se le helara la sangre. Las cosas se ponían feas y temía que
llegaran muy lejos. Y quién más moriría.

Este acto violento solo sirvió para reafirmar su convicción de que


el tiempo se acortaría. Al ritmo que ocurrieron los flagrantes actos, y
frente a testigos, el descubrimiento parecía inminente. La muerte y las
heridas se estaban convirtiendo en algo muy común. Su tiempo y su
ventana con Aria podrían verse limitados.

Serie Bitten Point 03 123


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Debería ir a verla y continuar ese beso que comenzaron. Llevarlo a


su conclusión legítima.

Se ahogó… irónico en realidad, dado que su pitón solía ahogar a


los demás. Pero la idea de llevar las cosas al siguiente nivel lo
aterrorizaba.

¿Y si soy como mi padre?

Aria era huérfana. ¿Podría darle una familia solo para quitársela
porque su serpiente se aburrió?

Nunca dejaste a Ma.

Es cierto, pero con Ma no había pretensiones, ni expectativas. Ella


lo amaría sin importar lo que pasara. No podía hacer nada mal, a menos
que accidentalmente dejara el asiento de la taza del váter levantado y ella
cayera en el inodoro en medio de la noche. Pagó por eso con su ropa
almidonada.

Nunca abandonarías a Princess.

Por supuesto que no, porque ella lo amaba y confiaba en él. Tenía
el deber de protegerla, cuidarla y adorarla a cambio.

¿No podrías hacer lo mismo con Aria?

¿Por qué no? Normalmente se tomaba sus deberes muy en serio.


El hecho de que su padre se hubiera ido no significaba que él sería igual.
Había demostrado ser confiable hasta ahora. ¿Por qué iba a cambiar de
repente?

Todavía no estoy tomando una decisión sobre Aria y el futuro.

Tenía mejores cosas que hacer, como hacer una parada en boxes
para ver a Wes, el enemigo de su hermano. Personalmente, no tenía nada

Serie Bitten Point 03 124


Eve Langlais El abrazo de la pitón

en contra del tipo. Parecía bastante agradable. No era culpa de Wes tener
ese apellido desgraciado: Mercer.

Todo el mundo conocía a los Mercer, la familia cuyo nombre se


pronunciaba con una sonrisa condescendiente. En algunos aspectos, se
lo merecían. Un buen número de Mercer tendían a eludir la ley o
simplemente a saltársela.

Y otros, como Wes y Bruno, y algunos otros Mercer, trataron de


vivir por el camino recto y estrecho. No es que importara en el gran
esquema de las cosas. Nacido Mercer, siempre un Mercer.

Se sintió mal por Wes. El tipo tuvo mala reputación por su


nacimiento, no por sus acciones, al igual que su serpiente.

Pero hacerse amigos íntimos no era la razón por la que fue a ver a
Wes. Quería ponerlo al día sobre los aspectos más nuevos del caso. Una
llamada telefónica podría haber sido más rápida, pero la paranoia le hizo
preguntarse si era seguro hacerlas.

Alguien parecía muy bien informado sobre sus movimientos.


¿Alguien los espiaba? Las películas ciertamente lo hacían parecer fácil.

Irónicamente, fue a buscar a Wes a su lugar de trabajo, Bittech. A


pesar de dirigir más o menos toda la división de seguridad, a Wes todavía
le gustaba rotar sus turnos, supuestamente para tener una idea del
personal y de las cosas.

Cuando Constantine se detuvo en la parte delantera del edificio de


vidrio en espejos, apagó el motor. Quería oír si algo se acercaba.

Las brillantes luces de seguridad resultaron ásperas, su brillo


fluorescente bañaba las cosas y les daba una apariencia descarnada y
muerta. Wes, sin embargo, no estuvo bajo su resplandor brillante. Los
caimanes eran criaturas nocturnas en su mayor parte. Malditos

Serie Bitten Point 03 125


Eve Langlais El abrazo de la pitón

bastardos, también, si estaban enfurecidos. El tipo grande, un rival para


el propio volumen de Constantine, se apoyaba en el edificio, la punta roja
de su cigarrillo señalando su presencia.

Un hábito desagradable, y uno que Constantine no entendió. El


fuego y el humo eran el peor enemigo de un Cambiaformas, aparte del
descubrimiento. ¿Por qué alguien inhalaría intencionalmente esa
mierda?

—¿Qué era tan importante que no podías hablar conmigo por


teléfono? —preguntó Wes, aplastando la colilla bajo el talón de sus botas
negras de combate. Deberían haber parecido fuera de lugar con sus
pantalones ajustados y camisa de vestir planchada, pero, de nuevo, esa
camisa de vestir tenía dos botones desabrochados, la corbata colgaba
floja, y Wes, sin importar cuanto gel se pusiera en su rebelde cabello,
nunca se vería muy respetable. Ninguno de los Mercer lo hacía.

—Hoy vi a uno de nuestros amigos.

El encorvamiento desapareció cuando Wes se enderezó y lo fijó con


su mirada oscura.

—¿Cuál?

—El dinosaurio volador. Lo vi claro como el día en que cayó del


cielo. Atacó a un tipo al que yo había ido a visitar.

—¿Realmente atacó? —La voz de Wes era casi tan alta como sus
cejas.

—No vi la parte del ataque, más bien la del secuestro. La maldita


cosa lo arrancó del suelo y se fue con él como si fuera una especie de
ratón. Unos chicos encontraron el cuerpo en un árbol. No fue bonito.

—¿Quién era él? —peguntó Wes bruscamente.

Serie Bitten Point 03 126


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Uno de tus compañeros de Bittech, se llamaba Jeffrey.

Las cejas de Wes se juntaron.

—Ex empleado. Lo despidieron hace casi una semana por


comprometer la seguridad del instituto.

—Perdió una tarjeta de acceso, ¿verdad?

—¿Cómo coño sabías eso?

Explicarle a Aria le llevaría demasiado tiempo, así que resumió con:

—Un pajarito me lo dijo. De todos modos, la cosa del lagarto volador


no solo se fue con Jeffrey. También le arrancó la cara y las huellas
digitales. Solo lo reconocí por su ropa.

—El monstruo ha probado la sangre. Eso no es algo bueno —anotó


Wes.

—No bromees. Tampoco me gusta el hecho de que esté cazando de


día.

—Me pregunto dónde se esconde entre los avistamientos.

—Ni idea. Parece que se mete y sale de la nada. Sin huellas, es


imposible de seguir. El de la lagartija no fue el único monstruo raro que
se ha visto hoy. Otro visitó mi casa. Ma lo mató. —No pudo evitar el
orgullo en sus palabras.

—¿Otra criatura lagarto? —ladró Wes.

—No. Este era más bien como un mono volador mutante. La cosa
más rara que he visto en mi vida. Cubierto de piel, no de escamas. Este
también tenía una buena cola. Un apéndice largo, parecido a un látigo
con un extremo de púas.

Serie Bitten Point 03 127


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Wes encendió una cerilla y otro cigarrillo. Se tomó un largo tiempo


antes de preguntar.

—¿Lo enterraste? ¿O alimentaste a los caimanes?

—Ninguna de las dos cosas.

—Buen plan. Tenemos que estudiarlo para encontrar pistas.


Podemos usarlo como prueba para el SHC de que hay una mierda en
marcha.

—Creo que hay más que suficientes pruebas en este momento para
admitir que al Consejo Superior de Cambiaformas no le importa una
mierda.

—¿Estás diciendo que simplemente te vas a rendir? —Wes sopló la


pregunta tan casualmente como los anillos de humo.

Un resoplido se escapó de Constantine.

—Como la mierda. No puedo. Todavía hay al menos una criatura


lagarto más ahí fuera, asesinando gente. Todavía no sabemos con certeza
si Dogman está muerto. —Negó con la cabeza—. No puedo parar. No
hasta que sepa que nos hemos ocupado de todas las personas o cosas
involucradas. Necesito mantener a Aria y a mi familia a salvo.

Wes se detuvo, con la mano suspendida en el aire, el brillo de su


cigarrillo surgiendo entre sus dedos.

—¿Mantener a Aria a salvo? Pensé que esa era la chica que Cynthia
dijo que había desaparecido.

—La encontré. Más bien, ella me encontró a mí. De todos modos,


la estoy cuidando porque perdió la memoria y no puede recordar si
alguien la está buscando para atraparla.

Serie Bitten Point 03 128


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una ceja oscura siguió subiendo hasta que Wes finalmente dijo:

—¿Has estado oliendo gases del pantano? ¿O el grupo me ha estado


ocultando las malditas cosas? Nadie me dijo que la habíais encontrado.

—Las cosas estuvieron un poco agitadas, y Aria fue realmente


inflexible en que yo no le contara a nadie sobre ella.

—Demasiado tarde ahora.

Muy cierto, así que Constantine se lo explicó todo a Wes, excepto


el beso. Que se mantuvo en privado.

Al final, Wes encendió otro cigarrillo.

Esta vez, Constantine sintió la necesidad de decir algo.

—¿Estás tratando de convertirte en carne de cocodrilo ahumada?

Un humo acre fue soplado en su cara.

—Todos moriremos algún día. Algunos de nosotros antes que otros.

—Lo que sea, amigo. De todos modos, debería volver a casa de


Daryl y llevarme a Aria y a Princess.

—¿Te quedas en tu casa?

—No lo sé. Estaba pensando en conseguir una habitación en la


ciudad. La casa está bastante aislada, y mientras que Princess es
bastante dura, es pequeña.

—¿Qué hay de la mujer?

—Ella es bastante fuerte y pequeña, también, pero sabe cómo


defenderse. —Y para las cosas que ella no pudiera manejar, él estaría allí
para ayudar.

Serie Bitten Point 03 129


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No me digas que ya te tiene dominado.

—No hay nada malo en que un chico se ponga serio con una chica.

—Hasta que esa chica te deje porque no eres lo suficientemente


bueno. Las mujeres son un problema. Es mejor mantenerlas alejadas.

Constantine tuvo que preguntarse mientras se alejaba quién había


aplastado las emociones de Wes hasta el punto de que sonara tan
amargado. La única chica con la que realmente había visto al chico en
serio fue a Melanie, pero habían pasado años y años desde su separación.
Demonios, ambos habían sido niños en la escuela secundaria.

Mientras Constantine conducía, rompió algunas leyes relacionadas


con la velocidad y mandar mensajes de texto mientras conducía. Sin
embargo, valió la pena, dada la manera entusiasta con que Aria se lanzó
a través de la puerta, Princess a sus talones, agitando una mano sobre
su cabeza mientras Cynthia gritaba desde la puesta:

—Si esos dedos de los pies se acercan a sus orejas, espero detalles.

Cuando Constantine llegó a la parte delantera de la camioneta, su


ritmo cardíaco se aceleró. El placer de verla lo infló de calidez. No ayudó
que ella estuviera sonriendo como si estuviera contenta de verlo.

Nuestra. Deberíamos abrazarla y apretarla.

O podría tomar la ruta cobarde, caer sobre una rodilla, abrir los
brazos y exclamar:

—¿Dónde está la dulce niñita de Papi?

Búrlate de él y muere.

Serie Bitten Point 03 130


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Las palabras balbuceantes valieron totalmente la pena al ver cómo


su perro lo perseguía en su forma de andar de lado, con la lengua caída
mientras emitía alegres ladridos.

—¿Odias el nombre de ángel, pero no crees que esa exhibición sea


castrante? —Aria no podía ocultar su sarcasmo.

—No hay nada malo en el amor de un hombre por su perro.


¿Celosa?

La miró fijamente mientras acariciaba a su perro en sus brazos.

Ella podría haber escupido.

—No. —Pero así de cerca de ella, podía escuchar el sonido de su


corazón, un rápido galope. Aún más extraño, podría jurar que sintió su
decepción.

Tal vez había olido los gases del pantano, porque, al segundo
siguiente, se puso de pie y presionó sus labios contra los de ella, un beso
fugaz antes de alejarse, y con una sonrisa, dijo:

—¿Cómo está mi cisne pequeño y esponjoso?

En lugar de ofenderse, ella se le acercó y, de puntillas, le mordió la


punta de la barbilla y gruñó:

—Hambrienta.

Desafortunadamente, se refería a comida. Comida de verdad.

¿Y dónde podría un hombre llevar a su chica tan tarde por la noche


con su perrita, donde sirvieran una buena comida y no hicieran
preguntas?

El Itty Bitty, por supuesto.

Serie Bitten Point 03 131


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Quince
No hay nada como llevar a una chica que apenas necesita un
sostén a un club de striptease, con tetas gigantescas y rebotantes por
todos lados. Hizo que Aria se sintiera algo inadecuada en el área del
pecho. Llevó su irritación a Constantine.

—No puedo creer que me hayas traído aquí. —En serio, no parecía
el tipo de persona que iba a un bar de desnudos.

—Sé lo que parece —murmuró, sus dedos entrelazados a través de


los de ella mientras la movía alrededor de las mesas—. Pero confía en mí
cuando digo que la comida aquí es excelente, la discreción de primera, y
además, Renny trabaja aquí, así que tengo descuento.

¿La comida era lo único en lo que tenía descuento?

Alejando los celos irracionales, trató de mantener una mente


abierta. Después de todo, sabía que el striptease podía proporcionar unos
ingresos decentes.

¿Cómo puedo saber eso?

Mierda, no me digas que soy una stripper.

Realmente deseaba poder recordar en qué consistía su trabajo


antes de llegar a Bitten Point, en su supuesto viaje por carretera. Pensar
en su pasado, sin embargo, resultó en un sonido de silencio, como si su
propia mente la forzara a olvidar.

—Vamos a tomar esa cabina de atrás. —Constantine hizo un gesto


hacia el área de asientos en forma de U, que, para su crédito estaba más
alejado del escenario.

Serie Bitten Point 03 132


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Antes de que Aria entrara, no pudo evitar preguntar:

—No me voy a quedar pegada a eso, ¿verdad? —Nada peor que


estar pegada a un mueble extraño por gotas no identificables. Se negó
incluso a pensar en lo que podrían ser esas gotas en un club de
striptease.

—Este lugar está más limpio que la mayoría de los bares, en


realidad. Al igual que las serpientes, las bailarinas exóticas y sus lugares
de trabajo tienen mala reputación.

Sus palabras definitivamente pusieron a Aria en su lugar, y


también le recordaron que ella no era una de las que levantan sus narices
en alto. No era mejor que nadie aquí. Por los fragmentos que recordaba,
había hecho cosas de las que no debía enorgullecerse. Es curioso como
algunas de esas mismas cosas que la gente desaprobaba eran actos que
recordaba con cariño.

—¿Qué vas a pedir? Me muero de hambre.

Él ladeó una ceja.

—No creo que sirvan tres alitas de pollo y siete y media patatitas
fritas.

—Ja, ja. Qué tipo tan gracioso. A ver si comparto alguna de mis
sobras contigo ahora.

—Ah, vamos. Tienes que dejarme tenerlas. No puedes dejar que la


buena comida se desperdicie. —Entonces el gran idiota tonto batió sus
pestañas y sonrió.

Se veía tan estúpido y absolutamente precioso al mismo tiempo.

—Estás chiflado.

Serie Bitten Point 03 133


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Solo contigo. La mayoría de mis amigos piensan que soy un poco


seco con el humor.

—O no lo entienden. Eso me pasa a menudo.

Alargando la mano, le enganchó la suya.

—Esto va a sonar tonto, pero le echaré la culpa al hambre. Me


gustas un poco —Sus labios se estiraron—…bluebird20.

—Voy vestida de rosa. Y tú también me gustas. —En lo que fue la


conversación más incómoda de la historia. ¿Desde cuándo un tipo la
tomaba de la mano y trataba de mirarla a los ojos mientras le decía que
tiene afecto por ella? ¿O había otra razón por la que estaba actuando tan
sentimentalmente?—. ¿Estás drogado?

Él frunció el ceño.

—No, ¿por qué?

—Porque esto es raro, ángel. Los chicos no profesan emociones en


un club de striptease.

Girando la cabeza de un lado a otro, Constantine observó la


habitación.

—¿Qué tiene que ver la ubicación con esto?

Aria no pudo evitar reírse. La sinceridad sonaba en sus palabras.


Realmente él no captó la rareza. Pero ella lo dejó pasar. Hasta que él le
dijo:

20
Bluebird: Pájaro llamado azulillo.

Serie Bitten Point 03 134


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Entonces, siento que debo decirte de antemano que, si vamos


más allá, no puedo prometer nada más que una cosa casual. Las
serpientes no tenemos un buen historial de permanencia.

—¿Así que me estás invitando a salir y rompiendo conmigo de una


sola vez? ¿Cómo funciona eso?

—No estaba rompiendo contigo. Y yo, um, no me di cuenta de que


estábamos saliendo.

—El hecho de haber sido una puta en mi otra vida no significa que
vaya a serlo en esta. Así que si vamos a besarnos de forma regular, al
menos debería ser tu novia. —Porque entonces no sería una puta. Solo
estaría haciendo lo que tenía que hacer para mantener a su hombre feliz.

Él parpadeó.

—Eso fue confuso, pero por lo que creo que entendí, eres mi novia.

—Bueno, pensé que lo era, pero luego terminaste conmigo diciendo


que las serpientes se van.

—Nosotros lo hacemos. Al menos mi padre lo hizo. Es algo genético


en nuestra especie. Así que aunque me gustas mucho, podría ser que
algún interruptor en mi cabeza se apague en un momento dado, y recoja
mis cosas y me vaya.

—¿Ir a dónde?

Otra vez, la miró un instante.

—¿A qué te refieres con ir a dónde? A algún lado. No lo sé


exactamente. Solo que podría suceder.

—¿Por qué?

Serie Bitten Point 03 135


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué me vas a dejar? —Mientras preguntaba, una mujer


vestida con unos pantalones cortos de yoga negros que abrazaban todos
sus contornos, una camiseta ajustada y una gran bandeja llegó a su
mesa.

—Hola, Renny —dijo, Constantine, renunciando al agarre de la


mano de ella.

—Vaya si no es mi cuñado favorito —bromeó mientras colocaba


unos platos delante de ellos. Varios platos—. Pedí tus favoritos con un
poco más para tu amiga. —Una mirada curiosa se volvió hacia ella, y la
mujer esperó.

—Mierda. Lo siento. Aria, esta es Renny, la esposa de Caleb. Esta


es Aria —le dijo a la otra mujer, quien, terminando de servirles la comida
y bebida, se metió la bandeja bajo el brazo.

Unos ojos marrones la examinaron.

—Así que eres la chica que estaban buscando. Me alegro de que te


hayan encontrado. Sé que cuando el hombre lagarto se llevó a Luke, me
asusté por él.

—No sé qué me llevó. —Cuando Aria parpadeó, se desvaneció en


una nueva escena.

A través de unos ojos aturdidos, podía ver un techo. Yeso blanco con
algunas grietas finas y una mancha. ¿De quién era el techo que admiraba?

Una vuelta de su cabeza mostró una pared empapelada, el patrón


se desvaneció.

Serie Bitten Point 03 136


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Un parpadeo, y cuando volvió a abrir los ojos, notó las piernas.


Piernas de una forma extraña que necesitaban un desesperado afeitado.
Más bien una cortadora de césped, dado el grosor del vello.

¿Qué coño…? Giró la cabeza y miró hacia arriba. Notó la imponente


forma de un perro de dos patas. Un puto perro humanoide. La miró de
reojo, pero no colgó la lengua en un saludo feliz.

El hocico retrocedió sobre unas encías negras, revelando caninos


puntiagudos. Un gruñido bajo y retumbante salió de él. Siniestro. Mortal.

Vuela lejos.

Se arrojó a un lado, en un intento de ponerse de rodillas. Necesitaba


alejarse del monstruo raro.

No se movió más de unos pocos centímetros antes de que un pie


enganchado la hiciera caer, y apenas consiguió evitar golpearse la cara
contra el suelo. Antes de que pudiera recuperarse, se dio cuenta de que
estaba cara a cara con un zapato, algo así como un mocasín de cuero.

—¿Y adónde crees que vas? —preguntó una voz.

—Ayúdame. —Las palabras salieron débiles, temblorosas, como su


cuerpo.

—Ayuda, oh, planeo hacerlo. La asustaste, Harold, con esa jeta


peluda que tienes. ¿O es tu aliento? Tal vez deberías dejar de despreciar
los huesos de leche21 que te ofrezco.

Le tomó un momento a su lenta mente captar que el hombre de los


zapatos de cuero habló a la criatura perro.

21
Huesos de leche: Galletas para perros en forma de hueso, que ayudan a mantener
sanos los dientes y aportan vitaminas.

Serie Bitten Point 03 137


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Un ruido sordo llenó el aire. Contenía una amenaza, y le provocó un


escalofrío de miedo. Fue cortado abruptamente con un agudo aullido.

—Tsk. Tsk. Perro malo.

El acre hedor del pelo quemado la revivió un poco más, pero mientras
su mente se despertaba, su cuerpo permanecía perezoso.

—¿Podrías abrir la chimenea de una vez? Tenemos que sacar a la


chica de aquí antes de que tu madre se dé cuenta de que se ha ido. Me
costó un montón conseguir meter el somnífero en el cacao. Lo último que
necesito es que nos atrapen. Aunque, si tu madre mete las narices en
nuestros asuntos, ya sabes lo que le pasará.

Grrrrr.

Aria se arrodilló pero vaciló, las drogas todavía corriendo por su


sistema, cada uno de sus movimientos era pesado y laborioso.

—Agarra a la chica.

La cosa peluda llamada Harold levantó a Aria por las axilas, no muy
suavemente tampoco.

—Déjame ir —dijo con dificultad.

—Hoy no. Hoy nos ayudarás a hacer historia. O morirás.

Chas.

Unos dedos chasquearon delante de sus ojos, y la voz preocupada


de Constantine decía:

—Aria, tierra a Aria, adelante, Aria.

—Lo siento. Como que vagaba por allí.

Serie Bitten Point 03 138


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué recordaste? —preguntó.

—Me llevaron a una especie de túnel secreto a través de una


chimenea.

—¿Quién lo hizo? ¿Quién te llevó? ¿Te acuerdas?

Lo hizo, ¿pero quería admitir lo que recordaba? Parecía tan


descabellado ahora.

—Había un Cambiaformas y un hombre.

Constantine se apoyó en la mesa, e incluso Renny se agachó para


acercarse.

—¿Recuerdas sus nombres?

—Harold y… —Su frente se arrugó—. Nunca oí el otro nombre.

—¿Era Harold, por casualidad un Dogman?

Ella lo miró fijamente.

—¿Cómo lo supiste?

—Él es el mismo del que hablamos antes.

—No le diste un nombre.

—Porque me cuesta mucho equiparar un nombre como Harold a lo


que sea que sea esa cosa.

Ella se estremeció.

—Hay algo antinatural en él.

Serie Bitten Point 03 139


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué hay del otro hombre? —insistió Renny—. ¿Puedes recordar


algún detalle sobre él?

—Es un gilipollas.

Un resoplido pasó más allá de los labios de Renny.

—Eso describe a demasiados hombres.

—Alto, pero muy desgarbado.

—¿Olor?

La nariz de Aria estaba arrugada.

—No lo sé. Estaba tan confusa en ese momento debido a las cosas
que metieron en mi cacao.

—¿Algún otro detalle?

—Rubio rojizo. No era moreno. Pero no mucho más. Casi siempre


vi sus zapatos. —Zapatos finamente cortados, aspecto mantecoso,
cosidos a mano. Los reconocería de nuevo si los viera.

El hambre se hizo cargo en ese punto. Renny se fue para ocuparse


de otros clientes, y se pusieron a comer, Constantine tomaba tres
bocados por cada uno de los de ella. Pero ella saboreó esos bocados,
cerrando los ojos para deleitarse con el crujiente crujido de las patatas
fritas caseras, y el sabor de la pimienta de limón22 en las alas, endulzadas
con una ligera salsa de limón. Luego estaban las tortitas de maíz con
salsa de queso y espinacas. Se comió la friolera de ocho de esas.

22
Pimienta de limón: Condimento que consiste en piel rayada de limón y pimienta.

Serie Bitten Point 03 140


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Constantine se comió el resto, casi todo el resto. Le dio


furtivamente cosas a Princess, que se sentó a su lado en la cabina.

—Si sigo comiendo así, voy a ser demasiado pesada para volar —
dijo con una palmadita en su barriga. Se congeló—. Santa mierda. Dije
que podía volar.

—Ahora suenas como Peter Pan. Siempre pudiste volar. Es solo que
tu subconsciente está revelando estos pedacitos poco a poco.

—Prefiero eso a las películas en vivo. —Esas la sacaban del


momento y resultaron ser muy molestas, pero no tan molestas como el
espectáculo en el suelo.

Un grito agudo surgió al otro lado de la habitación. En un instante,


Constantine se deslizó de la cabina y se puso delante de ella, observando
la habitación.

Otro grito, más fuerte esta vez cuando una chica vestida con una
falda de cuadros y una blusa blanca atada salió corriendo de las cortinas
de la parte de atrás del escenario. No fue la única que apareció en el
escenario.

La tela, colgando como un escudo de terciopelo rojo, se derrumbó.


Una gran entrada para Harold, el Dogman de su más reciente recuerdo.

Santa mierda, es real.

Y cuando su torva mirada se volvió hacia ella, tragó saliva porque


sabía hasta lo más profundo de su ser, él está viniendo a por mí.

Serie Bitten Point 03 141


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Dieciséis
Aunque a él no le importaba un poco de piel, Constantine tuvo que
admitir que el espectáculo de esta noche sobrepasaba ese límite.

La bestia peluda se deslizó en el escenario, sin siquiera usar un


tanga, ni pezoneras, mientras que las luces rojas, azules y blancas
veteaban y se desviaban, dando a la criatura una apariencia surrealista.

Dogman, porque no podía pensar en él como en Harold, lanzó un


aullido cuando miró hacia ellos.

Extrañas patas/manos golpearon su pecho.

—¿Qué es él, una parte gorila? —reflexionó en voz alta.

—¿Importa? —siseó Aria—. Tenemos que salir de aquí.

—¿Por qué? —No se volvió para mirarla, pero hizo la pregunta.

—Porque viene por nosotros —gritó mientras se escondía bajo la


mesa.

Un buen lugar para esconderse si ella no lo tuviera a él y a


Princess... su valiente perro que estaba sobre la mesa ladrando y erizado,
para protegerla.

Constantine apoyó los pies en el suelo, separó los brazos de su


cuerpo y esperó, cronometrando cuidadosamente su siguiente
movimiento. Atrapó a Dogman a mitad del salto y aprovechó el impulso
para alejarlo.

Serie Bitten Point 03 142


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Crash. La mesa suelta en el suelo no pudo manejar la fuerza del


aterrizaje del cuerpo y patinó antes de derrumbarse. El impacto no
detuvo a la bestia.

Harold, que todavía llevaba el collar y parecía más rabioso que


cierto perro en una película, se puso de pie de un salto, ignorando a los
dispersos clientes cuando salían corriendo hacia la salida.

Harold solo tenía ojos para Constantine.

Bueno. Deja que el monstruo se concentre en él en vez de en los


otros. Flexionó los dedos. Le vendría bien un poco de ejercicio.

Con un barrido de su brazo, Harold despejó una mesa llena de


botellas de cerveza. El tintineo de la rotura de cristales provocó algunos
gritos perdidos de los que todavía estaban dentro de la sala. Ellos, al igual
que Aria, eligieron bucear al suelo en busca de refugio, en lugar de correr.

A Princess le encantaba un desafío, y Constantine solo podía


observar con desconcierto cómo su perro salía corriendo a pocos metros
de Harold, donde procedía a dar saltos y a ladrar como loca.

Grawr.

Como si eso fuera a intimidar a su perro. Princess se puso de


cuclillas, meó y luego le dio la espalda con un despectivo desprecio.

¡GRAWR!

—Schnackk —dijo Harold.

Dogman habló, y Constantine sonrió.

—Nadie se va a comer a nadie hoy. —A menos que Aria estuviera


en el menú, un menú para él solamente—. Olvídate de mi valiente

Serie Bitten Point 03 143


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Princess. ¿Qué te parece si jugamos tú y yo, Harold? ¿El perrito grande


y feo que necesita un baño quiere jugar a buscar?

—Eso suena como algo que diría Cynthia —murmuró Aria detrás
de él.

Comparado con una chica. Su ego puede que nunca se recuperara.


Cuando Harold volvió a atacar a Constantine, revisó su plan. Mano a
mano con la bestia rabiosa podría no ser su mejor opción. No tenía las
garras, ni las mandíbulas esclavizantes que tenía el monstruo.

Sin embargo, no era de los que cambiaba a su serpiente sin una


buena razón, sobre todo porque todavía había testigos a su alrededor.
Las serpientes asustaban a la gente. No importaba si él era el bueno aquí.
La gente veía a su pitón y gritaba, o intentaban matarlo.

Pero estaba menos preocupado por eso que por la opinión de cierta
mujer.

¿Quería asustar a Aria?

Eso resolvería el problema de ser yo el que se largue. Haz que ella


se vaya primero.

Qué manera tan cobarde de lidiar con sus miedos.

Mientras Harold saltaba de nuevo, las patas delanteras con las


garras extendidas, se agachó y dejó que pasara por encima de su cabeza
para chocar contra la mesa de detrás de él.

Aria chilló, pero salió debajo de la mesa.

—Corre —le aconsejó—. Sal, si puedes, a mi camioneta. —Donde


esperaba que nadie los estuviera esperando.

Serie Bitten Point 03 144


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Girándose para enfrentar el asunto del perro realmente cabreado,


Constantine se quitó la camisa y puso sus manos en el botón de sus
pantalones.

—¿Por qué coño te estás desnudando ahora mismo? —gritó Aria,


no habiendo huido como él le dijo.

—Voy a soltar a mi poderosa serpiente.

—Más vale que no sea una referencia a tu polla.

No, pero debería notar que su polla también era poderosa.

Mientras Harold salía de su incómoda cuña entre las banquetas y


la mesa, Constantine se despojó de su ropa. Sí, deshazte de esa piel
innecesaria y poco natural.

Levantó la cabeza y cerró los ojos mientras mentalmente llamaba a


su pitón.

Si bien su bestia de sangre fría no le hablaba a menudo, no como


los lobos y los gatos que eran compañeros ruidosos, se comunicaba a
través de sentimientos.

Así que sintió la fría satisfacción mientras su cuerpo se ondulaba.


Cada molécula ondulaba, y moviéndose en una ola, se reunieron y
reformaron. Reformado en algo diferente.

Una extremidad. Un cuerpo resbaladizo y suave.

—¡Joder! —gritó su delicada alondra.

Puede que tuviera que ver con su impresionante tamaño. Largo,


muy largo, con un patrón definido en su piel.

Soy atractivo. Era justo que la hembra admirara sus rasgos.

Serie Bitten Point 03 145


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Pero el apareamiento vendría después de la batalla.

El enemigo estaba casi sobre ellos. Mantuvo su cuerpo serpentino


erguido mientras sus mandíbulas se abrían, abriéndose de par en par.
Siseó, proyectando las puntas afiladas de sus colmillos.

La cosa apestosa lo golpeó, y él se lanzó hacia atrás, el enemigo


encima de él. Las garras fueron a rasgar su carne, pero quedaron
atrapadas en el grueso cuero de su piel. Aún así, escoció.

Hundió sus dientes en la criatura, deseando tener veneno como


algunos de sus primos. Pero tenía algo casi tan bueno.

Su cola, a menudo con mente propia, se levantó del suelo y se


movió con un propósito. Se deslizó a través de la parte posterior de la
cosa peluda y luego se metió alrededor de su pecho, y de nuevo a su
alrededor.

El perro dejó salir una bocanada de aire caliente y rancio.


Definitivamente no era material para la cena, pero era bueno para un
apretón.

Las bobinas de su cuerpo se apretaron alrededor de la cosa perro.


Dedos con garras se clavaron en él, algunos perforando su piel. El dolor
solo sirvió para apretarlo todavía más, una prensa aplastante alrededor
de lo antinatural hasta que exhaló por última vez y se quedó sin fuerzas.

Como no tenía sentido mantener el cuerpo atrapado, la longitud de


su cuerpo se desenrolló de él, dejando que el saco de carne flácida cayera
al suelo.

Un movimiento por el rabillo de su ojo llamó su atención. Su cabeza


giró mientras su cuerpo se elevaba más alto, un alto tallo elevándose para
darle una posición ventajosa.

Serie Bitten Point 03 146


Eve Langlais El abrazo de la pitón

La hembra lo observó. Su hembra. Ella no irradiaba miedo, al


menos no mucho. Se acercó, moviéndose hacia abajo para examinarla.
Ella jadeó, pero no se inmutó.

No presa.

No esta.

La rodeó, dando vueltas y vueltas, hasta que ella se quedó en medio


de un montón de anillos sueltos.

Un revoloteo contra su piel cuando sus manos se posaron sobre él.

—Estás herido —dijo ella.

Palabras que entendía pero a las que no podía responder. La punta


bífida de su lengua salió, y ahora ella se inclinó un poco hacia atrás.

Eso no le impidió probar su piel. Conocería su sabor.

Voces gritaban desde lejos. Otros parecían acercarse.

Ella giró en su anillo y lo miró.

—Ángel, tienes que volver ahora. Hay gente viniendo. —Tal vez
proporcionarían una comida más limpia que la asquerosa que estaba en
el suelo—. Tienes que cambiar. No podemos saber quién viene. Sabes que
los de tu tipo tienen mala reputación. No quiero que te disparen.

Balas. Rasgando, rompiendo agujeros. No. Eso no le apetecía. Y


hacía frío aquí. Era hora de una siesta.

Constantine echó la cabeza hacia atrás y respiró hondo mientras


regresaba a sí mismo.

Serie Bitten Point 03 147


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Por supuesto, no había forma de esconder a un hombre desnudo


de más de un metro ochenta en el suelo, demasiado cerca de la cosa
perro.

Pensando rápidamente, Aria lo roció con cerveza de una botella


intacta.

Cuando le preguntaron, se aferró a su posición con un mal


pronunciado:

—No lo sé.

Serie Bitten Point 03 148


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Diecisiete
Aria no pudo evitar reírse de Constantine mientras los llevaba a su
casa. Princess se sentaba en su regazo, con un ojo inclinado, buscando
problemas... en otras palabras, asegurándose de que Aria no hiciera
ningún movimiento sobre su papi.

En cuanto a Constantine, mantuvo su mirada fija en el camino


mientras lucía un semblante severo.

—Oh, vamos, no fue tan malo.

Él resopló.

—¿No es tan malo? Creo que la castración hubiera sido preferible


a que les dijeras a la policía que estaba desnudándome para ti.

—Solo lo dije para explicar tu desnudez. —Porque el pobre


Constantine no tuvo tiempo de ponerse los pantalones antes de que
llegara la caballería.

—Los hombres no se desnudan.

—Lo hacen en Las Vegas. —Tenía un vago recuerdo de una Cynthia


muy borracha arrastrándola a un espectáculo en el que los hombres
llevaban tangas, pantalones de cuero y nada más al final del espectáculo.
La hizo querer montar un vaquero en ese momento.

—Pueden hacer lo que quieran en el oeste. Yo no me quito la ropa.

—¿Por qué no?

—Es raro.

Sonaba tan desconcertado que no pudo evitar burlarse.

Serie Bitten Point 03 149


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Algunos tipos ganan mucho dinero. Tienes un buen cuerpo y


algunos serios movimientos. Creo que podrías hacer una fortuna
quitándote la ropa y sacudiendo esa serpiente.

—¿Serpiente?

—Lo siento. ¿Debería haber dicho tu pitón?

Esta vez, no pudo ocultar la mueca de sus labios, aunque intentó


mantenerse serio.

—No me voy a desnudar por dinero.

—¿Qué tal gratis?

—¿Qué tal no en absoluto?

Ella lo pinchó porque era divertido. Tan a menudo parecía que la


desestabilizaba. Ya era hora de que le devolviera el favor.

—Sabes que eso no es técnicamente cierto, dado que lo hiciste en


público, no solo delante de mí.

—Solo porque tuve que cambiar de forma. Mis piernas no pueden


fusionarse correctamente si llevo pantalones.

—¿Alguna vez pensaste en usar un vestido?

—No.

—¿Y si te sugiero que te pongas una falda escocesa?

—No voy a dejar mi basura suelta debajo de una falda. La guardaré


en mis pantalones, gracias.

Serie Bitten Point 03 150


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Hablando de basura… —Chasqueó los dedos—. Me has


recordado algo que quería preguntarte, pero estabas un poco ocupado en
ese momento. ¿Dónde va tu gusano cuando estás en modo snakeman23?

—¿Gusano? —Le echó un vistazo.

—¿Prefieres el término pilila?

—Preferiría que dejáramos el tema. O si estás tan obsesionada con


mi polla, entonces, sin falta, agarra un puñado. O un bocado. No soy
quisquilloso.

Ella sabía que él esperaba que sus palabras la callaran. Excepto


que fue más divertido decir.

—Tal vez lo chupe.

Nada más poderoso que ser capaz de provocarlo, podría hacerle


una mamada y tenerlo casi estrellando la camioneta contra una zanja.

—Eres una provocadora —gruñó.

—Solo si no lo termino.

Esta vez él lo hizo mejor controlando su bandazo, pero eso no


detuvo su risa.

—Entonces, ¿por qué volvemos a la casa? Pensé que habías dicho


que sería demasiado peligroso. —Mencionó mientras tomaba nota de los
puntos de referencia conocidos.

—Acabamos de deshacernos de uno de los principales jugadores.


Nos deshicimos de otro esta tarde. En este punto, los hemos debilitado y
hemos demostrado que lucharemos. Y demostrado que podemos ganar.

23
Snakeman: Hombre serpiente.

Serie Bitten Point 03 151


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Quienquiera que esté detrás de los ataques querrá reagruparse antes de


atacar de nuevo.

—Quieres decir que reúna a sus tropas para que pueda aumentar
las apuestas cuando vengan por nosotros de nuevo. Eso no es
exactamente tranquilizador. —Arrugó la nariz.

—Si quisieras tranquilizarte, ya habrías dejado la ciudad. Pero tú,


mi valiente halcón, anhelas un poco de emoción.

Pensó que lo hacía hasta el ataque del bar.

—Lo dudo mucho, viendo que mi primer instinto fue esconderme


bajo una mesa. —En retrospectiva, su cobardía escocía. Pero, ¿qué podría
haber hecho ella?

Prenderle fuego a tu bebida y arrojársela al chico perro, al estilo


Molotov.

La retrospectiva apestaba. Aria se había acostumbrado a la voz que


hablaba en su cabeza. Con lo que tenía un problema más grande era la
violencia que usualmente alentaba.

Pensé que nos gustaba envenenar.

Entre otras cosas.

Fueron las otras cosas las que la preocuparon. Al igual que el hecho
de que se estaban acercando al pantano, lo que significaba más cerca de
su casa, una cama, y luego ver lo que sucedería.

Desde el explosivo beso que compartieron, él había admitido que le


gustaba, pero también el miedo a dejarla. Honesto, aunque no fácil de
escuchar.

Serie Bitten Point 03 152


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Mientras tanto, podía admitir que también le gustaba y temía que


la dejara. Un buen dilema.

Pero, ¿eso era realmente diferente a los demás cuando empiezan a


salir?

Todos sufrían dudas. Todos entraron en las relaciones con la mejor


de las intenciones. A veces, el amor se hacía más fuerte con el tiempo, o
eso decían los libros románticos. En otros casos, el florecimiento de la
lujuria desaparecía y las pequeñas cosas molestaban hasta que las
parejas se separaban.

Ella lo había visto antes. Aunque Aria podría no tener una familia
propia, había adquirido bastante talento para observar a las familias de
los otros.

Es curioso lo que recordaba. La mayor parte de sus primeros años


de vida parecían estar bien para acceder a ellos. Eran las cosas más
recientes con las que todavía tenía problemas. El mayor problema de
todos era qué hacer con Constantine.

No lo conozco lo suficiente como para pensar seriamente en esto.

Sin embargo, no pudo evitarlo. Lo que planteaba una pregunta,


¿por qué? Otros tipos rascaron una picazón. No se preocupaba por
involucrarse con ellos, ni por aprovecharse de sus cuerpos. Con
Constantine, sin embargo, se preocupaba.

Este es un hombre que podría hacerme daño. No físicamente, sino


porque la hizo querer quedarse por un tiempo. Tal vez darle una
oportunidad a todo eso de “Oye, eres genial, vamos a colgar juntos por
un rato”.

Compromiso. No es algo de lo que supiera demasiado. No era algo


con lo que se sintiera cómoda.

Serie Bitten Point 03 153


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Por alguna razón, no podía pensar en Constantine en términos de


una sola vez. Con él, sería todo o nada.

Había regresado a su dilema principal, aquel en el que temía saltar


porque podía caer de bruces.

Pero si no doy ese salto, no puedo extender mis alas para volar. La
fe en que podría mantenerse en el aire. ¿Podría darle esa fe a
Constantine? ¿Se atrevía a arriesgarse, a agarrar lo que pudiera, y a dar
a lo que hervía a fuego lento entre ellos, la oportunidad de volar?

Quien no arriesga, no gana… un lema nunca más apropiado que


ahora.

Los faros de su camioneta iluminaban su casa, con un fuerte brillo


que se reflejaba en las ventanas oscuras.

Él apagó el motor, y ambos quedaron sentados en la camioneta por


un momento, escuchando los sonidos de la noche. El chirrido constante
de los grillos. El zumbido de los mosquitos. El tictac de la refrigeración
de un motor caliente.

Los sonidos de la normalidad.

—¿A qué estamos esperando? —susurró ella.

—Lo raro es que si digo a que los monos vuelen, en realidad sería
verdad.

—Espero que no haya más de ellos. —Escalofrío. Definitivamente


no vería la película sobre Oz sin recordar la versión mutante.

—Yo también lo espero, pero sigo preguntándome qué otros


monstruos podrían estar ahí fuera que no hayamos visto todavía.

—¿Crees que hay más?

Serie Bitten Point 03 154


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Sí. Y por lo que sé, están esperando entre las sombras. —


Tamborileó con sus dedos en el tablero de su camioneta.

—Eso parece improbable dado que la vida nocturna parece


bastante ruidosa y activa. —El lejano croar de un sapo puntuó su
creencia.

—O han estado esperando tanto tiempo que ya nadie se da cuenta


de ellos.

—¿Tienes miedo? —preguntó ella.

No fue solo Constantine quien resopló. Su perro también lo hizo.

—No tengo miedo por mí, pero estoy preocupado por ti. Tal vez
volver aquí no fue una buena idea. Quiero decir, estamos bastante
aislados. Si atacan en masa, es posible que no pueda defenderte.

—Creí que dijiste que no pensabas que intentarían nada hasta que
se reagruparan.

—He reevaluado esa creencia.

Ella puso los ojos en blanco.

—Deja de cuestionarte a ti mismo. O están aquí o no lo están. E ir


a otro lado no significa que no nos sigan. La mejor manera de saber si
algo está al acecho es que uno de nosotros salga como cebo. —Apenas lo
dijo cuando Aria abrió la puerta, pero antes de que pudiera bajarse del
vehículo, Princess corrió por su regazo, se subió al estribo y luego saltó
al suelo.

—Tenías que superarme de nuevo, ¿no? —murmuró mientras


Constantine se tiraba de la camioneta con un grito de:

—Princess, quédate donde Papi pueda verte.

Serie Bitten Point 03 155


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Aunque él podría mostrar preocupación por su perro, también


mostró algo por Aria mientras corría alrededor de la camioneta. Llegó a
tiempo para agarrarla y sacarla para ponerla en el suelo.

Ella no se alejó y él no quitó las manos. Se quedaron de pie durante


un momento, los cuerpos cerca sin tocarse del todo, mirándose el uno al
otro.

—No oigo ningún monstruo.

—Yo tampoco huelo nada —respondió, su mirada inquebrantable.


El aire entre ellos brillaba con electricidad. Sus manos en la cintura de
ella estaban firmes. ¿Se atrevería a decir posesivo?

La acercó más.

Yip.

Con un fuerte ladrido de enfado, Princess rompió el hechizo, pero


no pudo romper la tensión de anticipación que zumbaba entre ellos. Nada
podría, salvo un ataque. Pero nada se sacudió de la oscuridad para
comérselos. Nada se precipitó desde el cielo para llevárselos. Llegaron a
la casa, no muy lejos, antes de que sus labios se encontraran con un
duro choque de dientes.

Dada la altura de Constantine, ella necesitaba ayuda para


alcanzarlo. Sus manos se extendieron en su cintura y la alzaron para que
sus bocas pudieran encontrarse.

Sin embargo, encuentro sonaba tan trillado. Era más bien una
explosión de aliento caliente, lenguas húmedas y frenética necesidad.

Ella ahuecó su rostro, adorando la sensación de su piel mientras


chupaba su labio inferior.

Serie Bitten Point 03 156


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Te deseo. —Las palabras retumbaron contra su boca.

La hicieron estremecerse y solo sirvieron para aumentar el calor


que la invadía.

—También te deseo. —La suave admisión lo hizo gemir, y ella


encontró su espalda presionada contra la pared mientras su boca la
seguía devorando. ¿O ella lo devoraba a él?

¿Importaba?

No había nada que los detuviera ahora. Nada para evitar que su
ropa fuera arrancada de su cuerpo. Ella era igual de violenta con la ropa
de él, sus manos tirando de su camiseta hasta que él se la sacó por
encima de la cabeza, mostrando su piel.

El contacto de carne sobre carne de la parte superior de sus


cuerpos le hizo a ella aspirar un aliento. ¿Podría la piel chisporrotear?

Se sentía como si la de ella lo hubiera hecho.

Con una fuerza que admiraba, y un cuerpo que anhelaba adorar


con su lengua, Constantine la clavó contra la pared. Menos mal que la
levantó, porque la excitación licuó sus extremidades. Ella tembló, sin
huesos por su toque, su cuerpo consciente de cada sensación.

El borde sin afeitar de su mandíbula arañó la tierna piel de ella,


raspándola y excitándola mientras besaba su camino hasta su oreja.

Se la mordisqueó. Oh, Dios mío. Chupó su lóbulo, y ella gimió.


Parecía que tenía un punto erótico, y él lo exploró con su aliento caliente,
tirando, y chupando hasta que ella jadeó y se agarró a sus hombros.

Luego dejó la tierna cáscara de su oreja, sus labios bajando por la


columna de su cuello. Se inclinó, hacia atrás, usando la parte inferior de

Serie Bitten Point 03 157


Eve Langlais El abrazo de la pitón

su cuerpo para mantenerla inmovilizada mientras besaba su camino


hacia el valle que separaba sus pechos.

Manteniendo un brazo anclado alrededor de su cintura, dejó que


su otra mano vagara. Unos dedos ligeramente callosos ahuecaron un
pecho, su pulgar rozando contra la punta que sobresalía. Su pezón se
apretó hasta un punto aún más agudo.

Tuvo que hacer algunos ajustes, la elevó más alto en la pared, pero
la nueva altura significaba que podía poner sus labios alrededor de su
dolorido pico.

Ella hizo un ruido mientras se agarraba a su cabeza, con jadeos y


gemidos que lo incitaban a seguir adelante.

Tómalo más profundo en tu boca.

Él lo hizo. Succionó su pecho, el calor de su toque explotando en


ella.

Jadear y retorcerse no significaba que él se apresurara. Oh, no. Se


tomó su tiempo para torturar a sus pobres pezones, primero uno y luego
el otro. Los brotes fueron tirados por sus labios, sus dientes mordiendo
mientras su lengua se arremolinaba alrededor de ellos.

La volvió absolutamente loca, lo suficiente como para que jadeara:

—Deja de burlarte de mí y fóllame ya, ¿quieres?

—Pero me estoy divirtiendo. —Fue su retumbante respuesta, las


palabras temblando sobre su piel.

—Y yo quiero correrme. —No necesitaba decir sobre su polla. Lo


entendió, y fue su turno para estremecerse.

Serie Bitten Point 03 158


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Él todavía llevaba sus pantalones, y tomó unos pocos segundos


para empujarlos hacia abajo. Luego fue el turno de ella de perder su parte
inferior, sus ásperas manos quitándosela, pero excitante como prueba de
su excitación.

Una vez que la desnudó al tacto, la reposicionó contra la pared, sus


manos ahuecando las mejillas de su trasero mientras sus labios
quemaban los de ella en un apasionado beso. La dejó sin aliento. Su eje
palpitaba contra su vientre, caliente y vivo.

Mientras la excitación corría como fuego líquido por sus venas, ella
le chupó su labio inferior, todo su ser palpitando de emoción.

Lo necesito tanto.

—Te necesito.

Él se hizo eco de sus pensamientos mientras estiraba sus caderas


hacia atrás y debajo para que la dura longitud se elevara desde donde
estaba atrapada bajo el cuerpo de ella. Inclinó sus caderas lo suficiente
hacia atrás como para que la punta de él jugueteara con ella.

Él podría tener sus manos ocupadas, pero ella no. Mantuvo sus
piernas flojamente enrolladas alrededor de la cintura de él mientras
bajaba la mano. Agarró su polla con firmeza, y él succionó un aliento.
Golpe. Golpe.

Deslizó la mano sobre él, manteniendo la cabeza en forma de hongo


frotando contra su núcleo.

Su excitación le humedecía la punta, cubriéndole con un brillo


reluciente que hacía que el roce contra su clítoris fuese todavía más digno
de gemidos.

Serie Bitten Point 03 159


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Si no te detienes, voy a correrme antes de estar dentro de ti —


gruñó, sus dedos clavados en sus nalgas.

—Oh, no, no lo hagas —murmuró. Ella tiró de él, insertando la


cabeza de su polla en su sexo, pero luego no pudo llevarlo más lejos.

Él bloqueó su cuerpo, y ella gruñó.

—¿Qué estás haciendo?

—Estás apretada.

—Y tú eres grande.

—Exactamente.

¿Le preocupaba lastimarla? Ella apartó la mirada de sus cuerpos y


su íntima unión para ver que él se mantenía rígido, las cuerdas en su
cuello tensas y temblorosas.

—No te preocupes por mí, ángel. Puedo manejar un poco de grosor,


y no me importa un poco de rudeza. —Con esas palabras, lo agarró de
las mejillas y tiró de él para poder besarlo. Mientras él se relajaba, ella
apretó los muslos y, con una risita de excitación, empujó con sus
caderas, envainándolo.

—¡Joder! —La palabra brotó de él y fue tragada, de la misma


manera que el sexo de ella lo tragó.

Le mordió la punta de la barbilla.

—Creo que joder es una buena idea.

Su respuesta fue un estruendo constante y gruñido cuando


comenzó a mover sus caderas. Él las movió lentamente, demasiado
lentamente para su nivel de excitación. Dentro, lento y lánguidamente,

Serie Bitten Point 03 160


Eve Langlais El abrazo de la pitón

dejándola sentir cada centímetro, y luego fuera, un resbaladizo retroceso


que tenía a su sexo aferrándose a él.

No, no te vayas.

De vuelta dentro, la resbaladiza fricción haciéndola temblar. Se


aferró a él, hundiendo sus dedos en su carne, haciendo un ruido agudo
y sin aliento.

—Tan jodidamente apretada y dulce. Abrázame fuerte. Voy a


aumentar el ritmo.

¿Sabía que decírselo solo aumentaría su excitación?

Sus piernas lo encerraron contra ella, y como él no podía salir


tanto, empujó más profundamente, golpeando contra su punto dulce.
Luego rotó sus caderas. Remolino, empuje, empuje, fricción. La intensidad
contra su punto dulce la dejó al borde del abismo. Prácticamente
sollozaba por el placer de ello.

Qué perfectamente encajaban. Un hombre con el tamaño, fuerza y,


lo mejor de todo, la capacidad de usar su eje rígido y estirarla, oh, tan
bien.

—Lléname. Fóllame. —Se las arregló para respirar y mendigar con


voz ronca.

Él gimió, el bajo estruendo vibrando en su ser.

Se movió más rápido, el empuje de sus caderas machacando su


polla contra ella.

Era tan dura. Tan gruesa. Tan jodidamente gruesa.

Incluso cuando ella llegó, él se mantuvo grueso, perfecto. Su


cuerpo explotó contra y alrededor de él. Las olas de completa felicidad

Serie Bitten Point 03 161


Eve Langlais El abrazo de la pitón

pasaron a través de ella, sacudiendo cada átomo de su ser y luego


volviendo a correr sobre ella de nuevo. Y otra vez.

Un éxtasis eterno mientras él seguía moliendo, y empujando, y…

Se corrió. Caliente y ardiente, eyaculando dentro de ella, bañando


su vientre con su semilla. Dejando su marca.

El momento resultó ser absolutamente perfecto, especialmente


cuando apoyó su frente en la de ella, su respiración era ardiente y
entrecortada. Ella entendió la necesidad de recuperarse.

Explosivo ni siquiera se acercó a describir el cataclismo del


orgasmo. Debería notar que sí recordaba el sexo. Y eso fue todo lo que
fue. Sexo. No esta unión intensamente apasionada e íntima no solo de
sus cuerpos sino, maldición, de sus almas.

Pensé que no creía en ese tipo de mierda sentimental.

Ya no más.

Él es mío.

Sus palabras. De nadie más.

Pero no todos estuvieron de acuerdo.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Dieciocho
El gruñido bajo y refunfuñón alejó la atención de Constantine de la
gloriosa laxitud a la que se entregó después del sexo.

Hacerle el amor a Aria había sido aún más increíble de lo que se


había imaginado.

¿Cómo podría un hombre querer alejarse de esto?

La pregunta era buena, pero quedó relegada a un segundo plano


por el gruñido de su perro. ¿Qué tenía a Princess en alerta? Él no sentía
ningún peligro. Su sexto sentido de serpiente no se estremeció, pero su
cachorro no parecía feliz.

—¿Qué pasa, Princess? —Mientras preguntaba, él apretó su agarre


alrededor de Aria y la llevó al baño, donde una ducha sonaba como un
plan impresionante.

Una ducha con jabón, frotando y piel desnuda. Demonios, sí.

Grrr. Ruff.

Princess todavía no parecía feliz. Algo la perturbaba. Constantine


se detuvo cerca del baño y miró a su alrededor, buscando señales de
peligro. Sin sentir nada raro, miró a su perro, que se sentó a sus pies,
con sus grandes ojos mirándolo fijamente.

—¿Qué pasa, nena? Dile a Papi lo que pasa.

—Está celosa, ángel. No creo que a tu princesa le guste compartir.


¿Y sabes qué? —Sus labios acariciaron la piel de su cuello—. A mí
tampoco. —Ñam.

Serie Bitten Point 03 163


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Aria le mordió la piel, tan fuerte que jadeó, su polla se endureció, y


su perro perdió su mierda de ladridos.

Cayó contra la pared del baño con un fuerte ruido sordo.

—¿Por qué demonios fue eso?

—Solo estoy demostrando un punto. Princess piensa que soy


peligrosa y quiere sacarme de la imagen —susurró con su cálido aliento
contra su palpitante piel.

—Creo que Princess tiene razón. Eres peligrosa. Pero, por otra
parte, yo también. —Y su perro tendría que aprender a compartirlo
porque no iba a abandonar a Aria—. Princess, Papi necesita ducharse
para estar limpio.

—Oh, no, será sucio —prometió Aria.

Joder. No pudo evitar que su pene se hinchase con sus palabras.

—Ve a vigilar la casa. Sé una buena chica.

Yip. Con una mirada desconsolada en su dirección, Princess se


escabulló por la puerta, y podría haberse sentido más culpable si no
hubiera captado la mirada sucia de su perro en dirección a Aria, pero
podía entender la mirada, dado que Aria murmuró:

—Gané.

—No, gano yo, porque ahora que te tengo en mis brazos, no puedes
escapar.

—¿Por qué querría hacerlo? —preguntó ella.

—Porque voy a hacerte cosas muy, muy malas.

Serie Bitten Point 03 164


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Ella se estremeció.

—Por favor, hazlo.

Lo haría. Tan pronto como consiguiera un poco de agua caliente


para limpiarlos.

Manteniéndola metida contra él, donde pertenecía... abrazarla,


apretarla, nunca dejarla ir... abrió los grifos. El tanque de agua caliente
estaba justo detrás de la ducha, no muy lejos, así que eso significaba que
las gotas del chorro no tardaron mucho en calentarse.

Se metió en la bañera, y la volvió hacia el spray caliente.

Ella suspiró y se inclinó hacia atrás, exponiendo la suave columna


de su garganta, un gesto de confianza entre depredadores.

Acarició la piel, tentado a dejar su propia marca. Pero el momento


no era el adecuado.

Pero puedo hacerlo perfecto.

La inclinó hacia atrás, forzándola a arquearse, empujando sus


dulces tetas hacia el aire.

Absolutamente deliciosa. Liberó una mano para poder pasar un


dedo por sus pechos, rastreándolos.

Ella murmuró un ronco:

—¿Qué estás haciendo?

—Admirando la vista.

Ella resopló.

—No tienes que mentir.

Serie Bitten Point 03 165


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Qué te hace pensar que estoy mintiendo? ¿Se siente como si


estuviera mintiendo? —La deslizó suficiente como para que pudiera
sentir el fuerte saliente de su polla, ya con ganas de llegar.

Sus ojos se abrieron y luego se cerraron cuando el agua de la ducha


entró en ellos.

—Ugh —exclamó.

Él se rió y la giró, poniéndola de lado para que su cabeza pudiera


apoyarse en el revestimiento de la bañera.

No le impidió su visión. En realidad, le hizo más fácil inclinarse


hacia abajo y tomar una punta con los labios.

Ella jadeó, y sus dedos se aferraron a su cuero cabelludo.

—No tengo unos pechos grandes.

—¿Y? —Mordisqueó su pezón, haciendo que ella clavara sus uñas


para que le diera un delicioso mordisco de dolor para compensar su
creciente necesidad.

—Solo digo que no tengo tetas grandes. O un gran trasero.

—Y de nuevo digo, ¿y qué? Desde mi punto de vista —Chupada—


son —Apretón a las mejillas de su culo— perfectos.

Y míos.

Toda mía.

Un concepto que realmente estaba creciendo en él. Igual que ella


estaba haciéndose más importante para él. Por lo general, las serpientes
desprenden capas epidérmicas no deseadas, pero esta vez quiso usar a

Serie Bitten Point 03 166


Eve Langlais El abrazo de la pitón

otra persona como una piel. Quería que Aria se envolviera en él. También
quería probarla.

Ahora.

Como en este mismo instante.

—Apóyate —advirtió. Puso sus pies en el fondo de la bañera y se


aseguró de que se apoyara en ella. Se arrodilló delante de ella, dejando
que el débil rocío de agua golpeara en sus hombros y rodara por su
espalda.

Cuando puso su cara a la altura de su montículo, le abrió los


muslos.

Una rápida succión de su aliento hizo que su atención se dirigiera


hacia arriba. Se dio cuenta de que ella le miraba, mordiéndose el labio
inferior.

No necesitaba ver su cara, sin embargo, para oler su excitación. Así


de cerca de su sexo, podía olerlo. Le tentó.

Acarició la cara interna de sus muslos con el borde áspero de su


barba, raspando las cerdas sobre la tierna piel.

Un escalofrío la atravesó. Otro cuando él la miraba, frotando su


cara contra su pubis, inhalando su aroma. Su esencia.

Lo imprimió para nunca olvidarlo.

Nunca lo olvidaré. ¿Cómo podía hacerlo cuando ella olía tan


deliciosamente a mujer? Tan decadente.

La miró, un largo y húmedo golpe de su lengua a través de su


clítoris.

Serie Bitten Point 03 167


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Eso hizo que los dedos de ella se clavaran en su pelo.

Otra larga lamida y ella hizo el más hermoso sonido de maullido.


Pero su clítoris era solo un tesoro por descubrir.

Solo se necesitó un golpe de su lengua para que sus gordos y


rosados labios inferiores se separaran. Su miel cubrió su lengua,
embriagándolo con su excitación. Qué dulce sabía. Necesitaba más.

Mientras lamía, probó y se burló de su sexo por un momento antes


de volver a su clítoris y succionar.

Atrapada por el placer que le prodigaba, Aria clavó sus dedos con
más fuerza. Lo apretó tan fuerte.

Sí, apretado. Tan bueno.

Quería ser aplastado por ella. Cuanto más placer le daba, más
apretada se ponía.

También se puso salvaje, un poco áspera, con las caderas agitadas


y golpeando.

Me gusta.

Y a ella le gustaba cuando él agarraba sus caderas en sus manos,


su piel bronceada al aire libre contra su piel blanca, un agradable
contraste.

Mía.

Abrazándola con fuerza, la azotó con su lengua, y con la habilidad


de ella para sacudirse desaparecida, Aria gimió, fuerte y a menudo.

Cuando su cuerpo empezó a temblar, él supo que la había llevado


tan lejos como pudo. Estaba lista para él.

Serie Bitten Point 03 168


Eve Langlais El abrazo de la pitón

En un rápido movimiento, se puso en pie. Él atrapó sus labios con


los suyos, chupando la pasión que ella gemía, tragándose el sonido de su
placer.

Su dedo sondeó en la entrada hinchada de su sexo, empujando


hacia ella un dedo que los tuvo a ambos balanceando sus caderas.

—Date la vuelta para mí —ordenó.

Ella hizo algo mejor que eso. Se volvió hacia él, apoyó sus palmas
contra la pared, y sacó su pequeño culo hacia fuera.

Y se encontró con un dilema. Era demasiada jodidamente baja para


hacerlo así.

Joder.

Ella miró por encima de su hombro.

—¿Qué estás esperando?

—Un taburete que aparezca por arte de magia —gruñó de


frustración.

A ella le llevó menos de un segundo comprender el problema, y la


descarada se rió.

—Pobre ángel. Supongo que tendremos que ser innovadores.

Aparentemente, su idea de innovar implicaba salir desnuda y


mojada del baño, dejando risas y gotas mojadas como un rastro.

La siguió, su polla abriendo el camino, hasta su habitación, donde


ella ya se había colocado sobre sus manos y rodillas, las piernas
parcialmente abiertas, expuestas y listas para él.

Serie Bitten Point 03 169


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Le lanzó una mirada tímida por encima de su hombro.

—¿Esto es mejor?

Como dudaba de poder hablar coherentemente en ese momento,


simplemente asintió. Con ella tan tentadoramente expuesta ante él, no
pudo contener su impaciencia. Se arrodilló en la cama detrás de ella y
frotó la cabeza de su polla contra sus labios mojados. Los separó con la
hinchada punta, viendo cómo temblaba el núcleo rosa de ella mientras
mantenía su verga fuera de su alcance.

Solo empujó la cabeza hacia adentro. Solo la punta.

—¿Más? —preguntó. A pesar de sus afirmaciones anteriores, no


quería abrumarla.

—Hablas demasiado —refunfuñó mientras empujaba hacia atrás.


Sirvió para empalarlo dentro de su sexo.

Un calor resbaladizo, apretando como una prensa.

Él echó la cabeza hacia atrás. Sintiendo el placer de estar dentro


de ella. Tratando de aguantar solo un momento más, pero luchando
porque se sentía tan gloriosamente maravillosa.

Pero no puedo correrme sin ella.

Sus caderas se apoyaban contra ella, lentos remolinos de presión,


mientras su dedo buscaba y encontraba su botón hinchado de placer.

Frotó, y empujó, y frotó, y empujó. Y…

Ella gritó al llegar, apretándolo con fuerza en su orgasmo,


extrayendo su propio clímax con la fuerza del de ella.

Serie Bitten Point 03 170


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Él gritó su nombre, y enroscó su cuerpo alrededor de ella.


Reclamándola con su semilla y quizás hasta con su maldita alma.

¿Cómo podría no hacerlo? La segunda vez resultó incluso más


gloriosa que la primera. Sin la impaciencia de su necesidad anterior,
realmente llegó a saborearla. Probarla. Sentirla.

Ella es como una droga. Adictiva. Ya quería otra dosis.

Le hizo querer cantar sus sentimientos en voz alta. La cosa fue que
la canción que eligió: “Hit Me Baby One More Time24” de Britney Spears,
hizo que Aria se riera histéricamente cuando finalmente se rindió y la
canturreó.

Pero esa risa solo los acercó más. Y en su cama esa noche, se las
arreglaron para golpearla dos veces.

Ssssí.

24
Hit Me Baby One More Time: Baby golpéame una vez más.

Serie Bitten Point 03 171


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Diecinueve
El olor nocivo la despertó. Abrió los ojos y dejó escapar un chillido
mientras Princess agitaba su trasero a centímetros de la nariz de Aria y
dejaba que un segundo pedo se desgarrara.

—¡Perra sarnosa y apestosa! —Antes de que pudiera estrangular el


pequeño cuello con dos dedos, Constantine entró en el dormitorio.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son todos esos gritos?

—¡Dímelo tú! —Aria miró a Princess, quien se sentaba en el pie de


la cama con suficiencia.

—¿Por qué estás de tan mal humor?

—Tu perro se tiró un pedo en mi cara.

Sus labios se estrujaron.

—Lo dudo mucho.

—Te digo que acaba de hacerlo.

—¿Cómo es eso posible? Está sentada al final de la cama. Además,


Princess es una dama. No tiene gases.

Aria apuñaló un dedo en dirección al perro.

—Esa cosa se tiró un pedo a propósito. No le caigo bien.

Constantine tomó a su perrita del final de la cama y Aria esperó


que comenzara el castigo.

Serie Bitten Point 03 172


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Pobre Princess. ¿Esa señora está siendo mala contigo? Y en tu


propia habitación. —A ella se le cayó la mandíbula—. Ven con Papi y te
daré un buen regalo.

Pivotando, salió tranquilamente por la puerta del dormitorio.

—¿Estás malditamente de bromas? ¿Vas a recompensar a esa


cosa?

Se volvió y la miró fijamente.

—Esa cosa es mi perro, y no me gusta que la insultes.

Con eso, se dio la vuelta y se marchó, y podría haber jurado que


esa maldita perra llevaba una sonrisa de satisfacción.

No debería haberle molestado que Constantine prefiriera a su perro


antes que a ella. No debería haberlo hecho, pero lo hizo. Y como una
mierda iba a aceptarlo.

Tirando de las mantas hacia atrás, salió detrás de él.

Totalmente desnuda.

—Vuelve aquí, ángel. No he terminado de hablar contigo —dijo.

Cuando entró en el área de la cocina, él se dio la vuelta desde la


puerta principal, que se cerró con un clic.

—Gracias por darme la oportunidad de sacar a Princess fuera, y


seguirle el juego.

Parpadeó hacia él mientras decía tontamente:

—¿Qué?

Serie Bitten Point 03 173


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—A Princess le cuesta aceptar que su papi finalmente trajo a una


mami a su vida.

—¿Mami? —La palabra surgió como un débil chillido.

—Vamos a tener que ser muy cuidadosos con sus sentimientos


mientras trabajamos para que te acepte.

—Espera. —Levantó una mano—. ¿Te refieres a que todo ese “hey,
Aria, la mujer que jodí como un millón de veces anoche, es una mujer
malvada, y Papi te ama a ti” fue una tapadera de mierda para evitar herir
los sentimientos de tu perro?

Él sonrió.

—Sí. Me alegro tanto de que lo entiendas.

—No lo hago, pero tu completa locura no me ha disuadido de que


me gustes. Un poco.

—¿No querrás decir a lo grande? —La sonrisa se amplió.

—¿Lo fue? —Arqueó la frente—. No recuerdo. Tal vez deberías


enseñármelo de nuevo, ángel.

—Cuando quieras, mi warbler25 de pezón rosado.

Su nariz se arrugó mientras se reía.

—Vale, eso no fue muy sexy.

—Oh, vamos pensé que era un juego de palabras inteligente.

25
Warbler: Los parúlidos, conocidos popularmente como reinitas, chipes o bijiritas, son
una familia de aves paseriformes de pequeño tamaño y a menudo coloridas, restringidas
al Nuevo Mundo. También se pueden llamar currucas. En el texto juega con la palabra
warbler y nippled (poner pezones erguidos)

Serie Bitten Point 03 174


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Ella se rió.

—No, un juego de palabras increíble es que me vuelva un pájaro


carpintero contigo.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—Vale, puede que tengas razón. Eso suena totalmente increíble.

—Entonces, ¿por qué llevas tanta ropa?

Toc, toc, toc.

Golpes fuertes en la puerta impidieron que Constantine empujara


hacia abajo sus pantalones de chándal. Frunció el ceño.

—Me pregunto por qué Princess no está ladrando.

—Alguien que tal vez conozcas.

—Princess ladra a casi todo el mundo, excepto a mi sobrino. Ella


lo ama. Lleva tu dulce trasero al dormitorio mientras veo quién es. Agarra
la escopeta del armario de la ropa blanca del pasillo, por si acaso.

¿Escopeta? ¿Con las toallas y ropa de cama?

Bienvenida al país de los pantanos.

—¿Qué hay de ti? ¿Qué vas a usar?

Él le lanzó una mirada incrédula.

—¿Qué crees que voy a usar como intimidación? A mí, por


supuesto. —Dejó que sus músculos ondularan, y le guiñó el ojo.

Dudaba de que la oyera resoplar con el siguiente golpe firme.

Serie Bitten Point 03 175


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Vete antes de que eche un vistazo a quien está ahí parado.

—Me voy. —Pero no porque no tuviera curiosidad. Constantine hizo


una cosa bien. Su entusiasta situación no era precisamente propicia para
saludar a la gente.

Saltándose la escopeta del pasillo, porque las armas de fuego no


eran lo suyo, corrió a su habitación y miró a su alrededor en busca de
algo que ponerse. Pudo haber rebuscado en sus cajones, pero encontró
una camiseta grande colgando sobre una silla. Por lo que parece,
Constantine la había usado, pero aún no la había considerado lo
suficientemente sucia para el cesto de la ropa para lavar.

Se encogió de hombros, disfrutando del hecho de que contenía su


olor, mientras escuchaba a través de la puerta cerrada los suaves
murmullos de dos hombres. Uno tenía que ser Constantine, pero, ¿quién
era el otro?

Debe ser alguien conocido. Aunque incluso ella tuvo que admitir
que parecía extraño que todavía no hubieran escuchado un sonido de
Princess. La única vez que esa rata se mantenía callada era cuando
acechaba y cazaba algo. Cuando ese perro salía a merodear, se volvía
espeluznantemente fantasmagórico.

Aria había notado la interesante técnica cuando visitó a Cynthia. A


Princess le gustaba el nuevo novio de Cynthia. Disfrutó escabulléndose
silenciosamente para luego lanzarse con ladridos y gruñidos al tobillo de
Daryl. Nunca mordió al hombre y, sin embargo, Daryl gritaba:

—Nada de sangre en la alfombra.

Con el silencio continuo, tuvo que preguntarse, ¿Princess está


cazando?

Serie Bitten Point 03 176


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Se trasladó a la ventana que daba al patio trasero. Al escanear el


área, no vio a la bola peluda con su collar rosa y diamantes de imitación.
A punto de darse la vuelta, notó movimiento en el follaje en el extremo
más alejado del patio. Se quedó inmóvil y miró cómo una criatura salía
del pantano. Un hombre lagarto como el que había visto antes, pero
habría jurado que el que miraba a la casa no era el mismo que se había
llevado a Jeffrey. Este era más alto, más erguido, con una mirada más
penetrante, y todavía más humano.

Lo conozco.

El flashbak la golpeó fuerte y rápido, y se desplomó en la cama de


Constantine, su mente atrapada en el recuerdo.

Se despertó en una jaula. ¡Una maldita jaula! La única cosa que


todos los pájaros odiaban.

Cuando Aria se puso de pie de un salto, notó que estaban peladas y


que ella todavía llevaba puesta su ropa de entrenamiento, incluso si nunca
salió a la calle a correr después del desayuno. Maldito cacao.

No podía evitar una arruga en su nariz ya que el aroma más


desagradable venía a su encuentro. La tela que llevaba apestaba
fuertemente, el pútrido olor de un perro sin lavar que se había revolcado
en un montón de estiércol.

Pero al menos llevaba su ropa, no como los demás. Mirando


alrededor, observó otras jaulas, jaulas con ocupantes. No podía decir
“gente”. No del todo, incluso si algunos todavía tenían características
humanas. Pero dos brazos y dos piernas, y en algunos casos, rostros
humanos, no podían ocultar el pelaje, las plumas y las extremidades
adicionales que algunos de ellos tenían. Tampoco podía ocultar la locura
que emanaba de ellos.

Serie Bitten Point 03 177


Eve Langlais El abrazo de la pitón

¿A qué horrible pesadilla se había despertado?

¿Dónde estoy?

Una repentina cacofonía de sonidos: gruñidos, gritos, gemidos e


incluso unas pocas palabras murmuradas, llenaba el aire. “Mátame” y
“Mátalo” siendo las más importantes.

¿Matar a quién? El constante golpeteo de pies la hizo agarrar las


barras y estirar la cabeza para mirar. Alguien se acercaba. Alguien que los
otros prisioneros odiaban y temían con tanta vehemencia.

Pronto se dio cuenta de ello. Un hombre, ni siquiera uno


impresionante. El mismo hombre que se cernía antes sobre su cuerpo
drogado.

El bastardo que me metió en una jaula.

Se detuvo frente a su celda. A cada lado de él, de pie como


centinelas, monstruos.

A la izquierda, reconoció a Harold, la cosa parecida a un perro que


jugó un papel en su secuestro, y cuyo hedor impregnaba la ropa y piel de
ella.

Alguien tiene que darle un baño para las pulgas y galletas dentales
para su olor.

La otra criatura que flanqueaba al tipo con los finos mocasines


parecía humanoide en su forma, pero ahí era donde terminaba todo
parecido con la humanidad. De más de dos metros, de piel de cuero, con
alas gigantescas como las de un murciélago, se quedó de pie con un
semblante estoico. Sus rasgos alienígenas, que consistían en una nariz
aplastada, pómulos afilados y una cresta en la parte superior de su

Serie Bitten Point 03 178


Eve Langlais El abrazo de la pitón

cabeza, hacían que su aspecto fuera aterrador, pero lo eran aún más por
sus ojos humanos.

El hombre de los mocasines se echó a reír, pero a ella no le pareció


tranquilizador.

—Veo que estás admirando a Ace26. Al menos así es como lo llamo


yo. Mi as en la manga cuando se trata de hacer cualquier mierda. Y nuestra
primera verdadera historia de éxito. Ace solía ser un paciente aquí.

—¿Paciente o prisionero? —respondió ella.

—La distinción es irrelevante en este momento. Ace es uno de


nuestros mayores logros. Una fusión de especies para crear al híbrido
perfecto.

La perfección debía estar en el ojo del observador.

Señaló a Harold.

—Así que si Ace es un éxito, ¿cómo llamas a eso?

La sonrisa no disminuyó.

—¿Estás hablando de Harold? Sí, no resultó como se esperaba y, sin


embargo, tiene sus cualidades, por eso lo conservo. Todo genio debe tener
una mascota leal.

—Eres un bastardo enfermo.

—¿Poniendo apodos? Qué grosera. Por otra parte, nunca nos


presentaron formalmente. Soy Merrill, el jefe de este proyecto.

—¿Proyecto? Esto es un crimen. Una abominación.

26
Ace: Significa As.

Serie Bitten Point 03 179


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Solo algunos de nuestros resultados se pueden llamar así. Admito


que, desde que empezamos las pruebas en vivo, hemos tenido algunos
casos que han salido mal. Los mantenemos aquí para estudiarlos. La
ciencia aprende de sus errores.

—He oído rumores de que tus errores están saliendo en público. Son
máquinas de matar.

—De hecho lo son, razón por la cual, de vez en cuando, tenemos que
dejarlos salir o se vuelven locos. Las malditas cosas siempre están
hambrientas, y a veces, solo la carne recién cazada servirá. Los encuentro
útiles para cuidarse de gente que de otra forma podría causar problemas.

—Esto es una locura.

—Simplemente no entiendes el progreso. Me lo agradecerás después


de que te mejoremos.

Ella retrocedió, sacudiendo la cabeza.

—No te atrevas siquiera a pensar en ello. No me quedaré aquí y seré


tu conejillo de indias. No puedes retenerme aquí.

—¿De verdad crees que voy a dejar que te vayas? —Merrill se acercó
a los barrotes, para sonreírle mejor.

—¡Suéltame! No puedes retenerme aquí. —El pánico y el miedo


aumentaron su pulso. Su corazón revoloteaba locamente en su pecho,
latiendo para liberarse.

—Me temo que no irás a ninguna parte, mi hermosa y rara águila.


Ahora no. Tal vez nunca jamás. —La sonrisa de Merrill se amplió—. Tengo
tantos usos para una chica con tu tipo de ADN.

Serie Bitten Point 03 180


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No puedes hacer esto. Trabajo para el SHC. Estoy aquí en su


nombre.

—Lo sé. ¿Quién crees que me advirtió que vendrías? Incluso he


conseguido permiso de ellos para trabajar en ti.

—Mientes —dijo ella—. El SHC nunca aceptaría eso. Igual que nunca
estaría de acuerdo con los experimentos que has estado haciendo.

—Ellos no solo han estado de acuerdo. Han proporcionado algunos


sujetos de prueba. Como tú. Una buena mujer sana en su mejor momento.
Estamos a punto de comenzar la segunda fase de nuestro proyecto.
Mestizaje. Tus caderas son un poco más estrechas de lo que me hubiera
gustado, pero las cesáreas son la moda hoy en día para mantener esos
coños apretados.

La sangre en sus venas se convirtió en hielo mientras sus palabras


se filtraban.

—¿Me vas a inseminar?

—Tal vez. O tal vez lo intentemos a la antigua usanza primero. A


Harold le gustaría eso, ¿verdad, Harold? Espero que no te importe al estilo
perrito. Como puedes imaginar, es la posición favorita de Harold.

La lengua de cierto Dogman babeaba colgada. Podría haber


vomitado un poco en su propia boca.

—Estás enfermo.

—Ya no. Nadie tiene que estarlo. Puedo curar a todos.

—Convertir a las personas en monstruos no es una cura.

—Díselo a mi cuenta bancaria.

Serie Bitten Point 03 181


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No te dejaré hacer eso.

—No puedes detenerme.

Durante toda esta conversación, Ace miró, pero no dijo nada. No dijo
nada mientras la llevaban para las pruebas preliminares y las muestras
de sangre. No dijo nada cuando la obligaron a llamar a Cynthia y a decir
falsamente que todo estaba muy bien. Sin embargo, no podía odiarlo del
todo. Fue gracias a él que escapó. Dejó su jaula abierta después de llevarla
de vuelta de una sesión. No por accidente tampoco. Lo vio fingir que cerraba
la puerta de su celda. Vio que la miraba fijamente.

Ella se aprovechó y huyó, corrió rápido y tan duro hasta que se


encontró con cierta serpiente y su fiel cachorro.

La idea de ellos la llevó de vuelta al presente. Tenía que contarle a


Constantine lo que recordaba. Pero lo más importante en este momento
era el hecho de que Ace había desaparecido del patio. ¿Dónde está ahora?

El no saberlo significaba que debía armarse antes de unirse a


Constantine. Debería coger el arma que mencionó del armario de la ropa
blanca. Excepto que no tenía la habilidad para disparar. La última
escopeta que intentó disparar la había hecho volar unos metros con el
retroceso, para aterrizar con fuerza sobre su trasero.

Necesitaba un arma más de su tamaño. Algo con lo que podría


golpear a un oponente. Pero, ¿qué?

Escaneó la habitación y no vio un bate de béisbol o un palo de


lacrosse27. Ni siquiera una lámpara para golpear a alguien. En esa
fracción de segundo mientras consideraba sus opciones, su mirada se

27Lacrosse: Lacrosse es un juego rápido entre dos equipos de diez jugadores cada uno,
que usan un palo con una red en la parte superior para pasar y recibir una pelota de
goma, con el objetivo de meter goles embocando la pelota en la red del equipo contrario.

Serie Bitten Point 03 182


Eve Langlais El abrazo de la pitón

posó en el artículo perfecto. Agarró un calcetín del suelo y, mientras


estaba en movimiento, enganchó las llaves y un pequeño trofeo de un
perro que decía: “Primero de la exposición”. Metió los artículos en el
calcetín y enrolló el extremo abierto en su mano.

Cuando abrió la puerta de su habitación, los sonidos de una pelea,


junto con gruñidos y ladridos viciosos de Princess, llegaron a ella. Se
detuvo, atrapada por la indecisión.

¿Qué debía hacer? Podía oír los golpes y gruñidos de una pelea.
¿Podría un calcetín insignificante hacer una diferencia realmente?

Tal vez debería, en cambio, correr a buscar ayuda.

No soy una cobarde.

Y no lo dejaría enfrentar solo a cualquier amenaza que ella misma


le atrajera. Su quietud no impidió que su arma de algodón se moviera de
un lado a otro como un péndulo.

La conmoción de los visitantes le recordó algo que Merrill había


dicho, ese dato crucial sobre el SHC advirtiéndole de la llegada de ella.
Excepto que solo una persona sabía que ella iba a ir.

Parker.

Mi jefe. El tipo que me envió aquí y me tendió una trampa.

Serie Bitten Point 03 183


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veinte
Al abrir la puerta, con un saludo en sus labios, Constantine se
congeló al ver a un extraño. No demasiado alto, probablemente de poco
más de metro setenta y cinco de altura, el hombre tenía el pelo plateado
con solo algunos toques de gris más oscuro. El fino traje que llevaba
colgaba de su delgado cuerpo.

—¿Puedo ayudarle? —le preguntó.

Labios secos se estiraron en una sonrisa zorruna.

—Bueno, si es el hijo de la serpiente. Me sorprende que te quedaras


por aquí. Según recuerdo tu padre no podía esperar para irse.

Ante la mención de su padre, Constantine se quedó inmóvil.

—¿Conoces a mi padre?

—Lo hacía. Trabajó para mí durante años. De hecho, fue uno de


los hombres en los que confié para ayudar a iniciar Bittech. Le llevó
meses conseguir todos los permisos y todo eso. Un tipo ocupado, y no
solo en el lugar de trabajo. Oí que había embarazado a una local antes
de regresar a nuestra oficina central.

—¿Quieres decir que mi padre nunca tuvo la intención de


quedarse?

—¿Por qué lo haría cuando tenía una familia perfectamente buena


en casa?

El aliento salió de Constantine, la afirmación casual fue un firme


golpe emocional.

Serie Bitten Point 03 184


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Mientes.

—¿Por qué lo haría? Tu padre solo estuvo en Bitten Point


temporalmente. ¿No te contó tu madre cómo desaparecía cada fin de
semana? Fue porque regresaba a casa todos los sábados y domingos para
ver a su verdadera familia —El hombre sonrió—. Tienes dos
hermanastros, por cierto. Trabajan para mí, pero carecen de las
habilidades por las que valoraba a tu padre.

La impactante admisión hizo añicos las creencias que había


mantenido durante tanto tiempo. Mi padre no se fue porque temía al
compromiso. Se fue porque ya tenía una familia en otra parte. La verdad,
aunque dolorosa y retorcida, en cierto modo lo liberó.

Querido viejo papá era un adultero de mierda que embarazó a mi


madre y luego la abandonó. Pero por lo que parece, mientras abandonaba
a una familia, se preocupaba de otra.

Si Constantine ignoraba al bastardo, la parte de hacer trampa, le


dio la esperanza de que tal vez pudiera tener algo a largo plazo con Aria.
Si sobrevivía. Porque no necesitaba el silbido de advertencia de su pitón
para reconocer el peligro que el hombre ante él planteaba.

—¿Quién eres? ¿Y qué es lo que quieres? —Porque Holy Moly, su


medidor de oh-mierda, se estaba volviendo loco. Su serpiente se retorció
en su mente, rogando salir.

Golpea primero. Aprieta fuerte.

Una reacción extrema, dado que el hombre mayor frente a él,


mientras que era un lobo con traje, no sería rival para sus poderosas
bobinas.

—¿Es esa la forma de dirigirse a un estimado miembro del Consejo


Superior de Cambiaformas?

Serie Bitten Point 03 185


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Eres un consejero? —No te burles de su ignorancia. Constantine


no le prestó mucha atención a la policía de los Cambiaformas. Vivió su
vida, en su pueblo y siguió las reglas.

También debía tener en cuenta que no muchos podían reconocer a


los miembros del consejo, dado que el único momento en que la gente
trataba con el SHC era si habían violado algún tipo de ley estricta. E
incluso entonces, la justicia local tendía a ser rápida.

—Lo soy, lo que me da mucho poder, hijo.

—No soy tu hijo.

—Ah, pero podrías haberlo sido. Tu madre era un poco libre con su
afecto en su día. Desgraciadamente, no pude quedarme para supervisar
las cosas, y tu padre llegó a ella primero.

Constantine no pudo evitar que su puño volara, pero para su


sorpresa, el hombre mayor lo agarró y sostuvo.

—¿Por qué estás aquí? —gruñó Constantine. Empujó contra el


hombre que lo sostenía, manejando el movimiento solo por su peso. Una
victoria de corta duración, cuando el otro tipo se apoyó en los pies y
retrocedió.

¿Cómo era él tan extrañamente fuerte?

—Estoy aquí porque no dejas de hacer preguntas y de meter las


narices donde no debes. Estaba dispuesto a pasar por alto tus acciones
por respeto a tu padre, pero luego tuviste que ir a ayudar a ese estúpido
pájaro.

¿Este tipo sabía lo de Aria? Mierda.

Serie Bitten Point 03 186


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¿Pájaro? ¿Qué pájaro? La única ave de corral que tenemos en


esta casa es un pollo en el congelador.

Un ceño fruncido cruzó la cara del hombre.

—No mientas. Sé que la mujer se queda aquí.

—Ni idea de quién estás hablando. No hay nadie más aquí.

Tsk. Tsk. El hombre negó con la cabeza, mientras una sonrisa se


extendía en sus labios.

—Deberías saber que no debes tratar de engañarme. Tengo a mis


hombres vigilando la casa mientras hablamos. Han informado que ella
está aquí. Y vas a decirle que salga.

—Como la mierda.

—Pensé que podrías decir eso, por lo que traje un incentivo para
que obedecieras.

La sangre de Constantine se congeló cuando una mano correosa


apareció por encima de la cabeza del consejero, los nudillos llenos de pelo
áspero. Colgando de sus garras, un perrito tembloroso.

—Princess. —No pudo evitar respirar su nombre.

Grandes ojos se alzaron para encontrarse con los suyos, no


derrotada, sino avergonzada. Él conocía a su perra lo suficientemente
bien como para entender que se tomaba que ellos se metieran a
escondidas en su territorio y, lo que es peor, que la atraparan, muy
personalmente.

Mala jugada. Ahora habéis cabreado a mi perro. Y al hombre. Y a la


serpiente.

Serie Bitten Point 03 187


Eve Langlais El abrazo de la pitón

¿Pero cómo escapar de esto con todos intactos?

Si no llamaba a Aria, mataría a su princesita. No puedo permitir


eso.

Abrió la boca, pero antes de que pudiera hablar, su perro actuó.


Desde una posición derrotada floja y fingida hasta una dinamo que
gruñía con dientes afilados y rechinando. Su perro se meneó en la
empuñadura que la sostenía prisionera, retorciéndose lo suficiente como
para que lograra hundir sus caninos profundamente en la carne.

La cosa peluda, parte gorila, parte jodida pesadilla, bramó y lanzó


su brazo hacia afuera. Princess soltó a su presa y salió volando…
¡directamente a Constantine!

Tengo que atraparla.

Pisó el empeine del consejero y luego le dio una patada en la rodilla.


El golpe no acertó. Sin embargo, obligó al tipo a liberarlo. Justo a tiempo,
también.

Saltando a un lado, Constantine atrapó a su perro. Sin embargo,


no pudo detener su impulso, ni tampoco quiso hacerlo. Corrió hacia
adelante, pero su objetivo no era ni el peligro que representaba el lobo, ni
el de su secuaz, sino el paraguero que estaba junto a la puerta.

Sus dedos se enroscaron alrededor de la culata de madera de la


escopeta que su Ma guardaba para casos de criaturas nocturnas, o, como
a ella le gustaba llamarlas, la cena de mañana por la noche.

Al arrancarlo de su sitio, apuntó rápidamente, elevando la culta del


arma a la altura de su pecho. Tuvo un momento para mirar a los ojos,
los muy humanos, aunque locos, del híbrido. Dudó, solo una fracción de
segundo, mientras apoyaba el arma contra su cadera.

Serie Bitten Point 03 188


Eve Langlais El abrazo de la pitón

No es humano, siseó su serpiente interior.

Aplicó presión al gatillo.

¡BOOM!

La pausa de milisegundos le dio a la bestia el tiempo que necesitaba


para zambullirse por la puerta. Una pena. La bala de tamaño para un
elefante probablemente lo habría matado.

El fuerte ruido ciertamente hizo que el viejo lo mirara con más


cautela. El sonido también sirvió para ocultar la llegada de Aria,
balanceando… ¿un calcetín?

De más interés que la elección de su arma fue su expresión. El


shock en su cara resultó inconfundible. Su rostro se puso pálido,
mientras su mandíbula cayó. Aunque ella susurró, Constantine todavía
captó sus palabras.

—¿Parker? Estás detrás de esto. Me tendiste una trampa. ¿Cómo


pudiste?

Incluso Constantine se detuvo para escuchar la respuesta.

—Porque eres un entrometido dolor en mi culo que no dejaba de


insistir en mi oído por la extraña mierda que estaba pasando en Bitten
Point. —El consejero lanzó sus manos al aire—. Sé que están pasando
cosas porque soy el que está detrás de esto.

—Pero tú eres parte del consejo. Se supone que debéis proteger a


los de nuestra especie de ser descubiertos y de convertirse en ratas de
laboratorio.

—Los tiempos cambian. El mundo ha cambiado. Es hora de que


cambiemos con él. Estoy cansado de acobardarnos ante los débiles

Serie Bitten Point 03 189


Eve Langlais El abrazo de la pitón

humanos. Somos más fuertes que ellos. Mejores. Somos nosotros los que
deberíamos caminar con la cabeza bien alta.

—Eres un monstruo.

—No, estás viendo uno de los éxitos. —Flexionó un brazo—. La


fuerza de un toro, literalmente. Pero sin su cabeza dura. También tengo
resistencia —El guiño hizo que la escopeta cayera de las garras de
Constantine.

—Tienes pelotas para estar coqueteando con mi chica delante de


mí —gruñó Constantine.

—Las pelotas más grandes, hijo. También tengo la mano superior.


Ríndete y tal vez no te haga daño. Incluso podrías convertirte en una de
nuestras historias de éxitos.

—No te dejaré experimentar conmigo.

—¿Quién dijo que tenías elección? O vienes conmigo


tranquilamente o mueres. La elección es tuya.

—Ninguna de las dos —exclamó Aria. El calcetín colgante salió


volando, sacudiéndose y golpeando a Parker con un fuerte golpe. El
hombre mayor trastabilló, una mano presionándose contra su cara, el
chorro de sangre de su nariz rota filtrándose entre sus dedos.

—¡Perra! Pagarás por eso. ¡Bruno, ataca! —El hombre herido gritó
la palabra, y a través de la puerta abierta entró corriendo un grueso
cuerpo, con los brazos apretados para poder pasar a través del marco.

Constantine tuvo que girarse y tirarse antes de que la cosa peluda


lo golpeara. Sus brazos se abrieron de par en par, y Princess, a quien no
había puesto en el suelo, salió volando por segunda vez ese día.

Serie Bitten Point 03 190


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Mierda.

Tuvo un momento para notar que Aria atrapaba a su perro antes


de golpear el suelo con un golpe lo suficientemente fuerte como para
sacudir la casa.

Mientras apoyaba sus manos contra la mandíbula de la bestia que


trataba de morderle la cara, una mezcla de monstruo verdaderamente
fea, vio la raya de las piernas desnudas de Aria cuando ella pasó
corriendo.

Corre. Escóndete. Su mejor curso de acción, dado que él se


encontraba un poco preocupado por mantenerse vivo.

—Si no puedes someterlo, mátalo —ordenó Parker mientras


pasaba—. Asegúrate de llevar su cuerpo al laboratorio cuando termines.
Incluso si está muerto, puedo usar su ADN.

El hombre que se había atrevido a atacar a Constantine, en su


propia casa, se fue. No podía hacer mucho al respecto, dado que estaba
luchando con un monstruo.

La criatura rabiosa tenía una cosa por clavar con sus garras.
Constantine pudo haber manejado algunas heridas punzantes. Fue el
letargo que le robó su fuerza lo que probó su perdición.

¿Veneno? Mierda. Eso trajo un nuevo nivel de peligro a esta pelea.


Pero tenía una ventaja. No era la primera vez que era drogado con veneno.
Como era un niño que había crecido en el pantano, al pasar los años
había recibido un buen número de picaduras, lo que significaba que su
cuerpo sabía cómo resistirse a ello.

También sabía cómo fingirlo.

Serie Bitten Point 03 191


Eve Langlais El abrazo de la pitón

A veces, para obtener la ventaja, un hombre tenía que fingir una


desventaja, como cerrar los ojos y permitir que su cuerpo se quedara sin
fuerzas, con la esperanza de que no le arrancaran la garganta porque ese
tipo Parker tuviera necesidad de él.

La estúpida bestia se tragó la actuación. La pesada fuerza sobre su


pecho se movió. Las garras escarbaron para apoyarse en su suelo
laminado, y Constantine encontró su brazo agarrado. Luchó duro para
no reaccionar mientras la criatura lo arrastraba por el suelo hasta la
puerta principal. Solo una vez que la cosa lo subió al escalón delantero
se puso de pie con un rugido.

Vale, más bien un silbido cuando su serpiente hizo retroceder el


letargo restante del veneno y trató de liberarse.

El repentino ataque tomó al monstruo por sorpresa, permitiendo


que Constantine lo agarrara por la cabeza y lo tirara al suelo con fuerza.

Crack. Un cuello roto se hizo cargo del rabioso Bruno, pero


Constantine sabía que había más. Podía oler rastros del lagarto volador,
un tipo actualmente fuera de la vista, pero que demostró ser el problema
menos apremiante porque parecía que Parker había traído más aliados
de los esperados.

Hombres, humanos, que había apostado por el equipo de combate


que llevaban y las armas que levantaban, esperaban fuera de un
todoterreno negro. Otra camioneta con ventanas tintadas se alejaba,
probablemente cargando al cobarde Parker. Una pena, porque quería
darle un abrazo al gilipollas.

Lo encontraremos más tarde y le daremos un apretón. Primero, sin


embargo, necesitaba liberarse del dilema actual.

Serie Bitten Point 03 192


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Un par de humanos armados le apuntaban con armas de fuego


mientras Princess ladraba y mordía sus impenetrables botas. Si solo uno
de ellos se inclinara para que su perro pudiera ir a por su yugular. En
cambio, no le dieron una justa oportunidad a Princess. Le dieron una
patada, haciendo que su pequeño cuerpo canino volara.

Princess. No. Aterrizó en un grueso arbusto, un arbusto que no se


movió. Un arbusto que no ladró.

Creo que mataron a mi perro.

Inaceptable. Y castigable.

Con un silbido, parte de su serpiente se liberó. Por primera vez en


su vida, Constantine hizo un medio cambio. Mantuvo sus brazos, pero
su cabeza se transformó en una en forma de diamante, sus colmillos
cayeron afilados y curvados, y desde la parte superior de su coxis explotó
una cola sinuosa.

Joder, qué guay. Pero se jactaría de su súper figura híbrida más


tarde.

La punta de su cola azotó al tipo que se atrevió a lastimar a su


preciosa princesa. Siendo humanos, a la vista de su majestuosa siseante
serpiente, entraron en pánico y dispararon salvajemente. Unos cuantos
de sus dardos le dieron a su carne, las puntas no lograron penetrar su
piel escamosa. Escuchimizados inconvenientes.

Abrió su mandíbula y se lanzó hacia el enemigo. Gritaron. Qué


humano. Qué inútil.

Se dispersaron en una loca carrera.

Corre deprisssa. Corre lejosss. Todavía osss encontraré. Y abrazaré.


No solo su pitón quería abrazar a los malos. Él también quería apretarlos,

Serie Bitten Point 03 193


Eve Langlais El abrazo de la pitón

hasta que sus ojos se salieran de sus cabezas y respiraran por última
vez.

La emoción de sangre fría alimentó su persecución, pero su presa


no estaba tan asustada o desorganizada como pensaba. Se separaron y
giraron, disparándole. No pudo evitar ambos juegos de misiles. Uno de
los dardos golpeó su carne más vulnerable bajo su brazo, picándole e
inyectando una droga en su sistema que lo inducía al letargo.

Su adrenalina lo mantuvo despierto, ¿pero por cuánto tiempo?


Tengo muchas cosas que hacer antes de poder dormir. Necesitaba
encontrar y salvar a Aria, y no sabía cómo le había ido a Princess. Perder
el conocimiento ahora no solo significaría su perdición, sino también la
de ellas.

Debo recuperarme. Mientras sus piernas se negaban a cargarlo con


un bamboleo de borracho, su cuerpo se transformó de nuevo, sus piernas
rompiendo las costuras de sus pantalones para fusionarse en una larga
cola. Se deslizó entre los hombres y sus armas, su trasero medio
ondulando en el suelo.

Fue entonces cuando oyó el ladrido. ¡Princess vive!

Viva, pero no por mucho tiempo si el monstruo lagarto alado que


se inclinaba sobre su perro se salía con la suya.

—Vette al carajjjo —gritó, rodando el sonido en su lengua bífida.


Fue lo suficiente para llamar la atención del monstruo.

Se enfrentó a él con una mirada maligna, la locura en sus helados


ojos. No era la misma criatura que había olido antes, la que tenía la
mirada humana. Este era el asesino. El que, sin piedad, le había
arrancado la cara a Jeffrey.

Serie Bitten Point 03 194


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una verdadera máquina de matar. Pero Constantine sabía de


sangre fría. Lo vivía todos los días. Y él viviría para el mañana.

Su cola dio latigazos por detrás y alrededor del cuerpo del lagarto,
pero solo consiguió dar una vuelta alrededor de su cintura antes de que
la criatura bombeara sus alas y tratara de levantarse del suelo. El peso
de Constantine actuó como un ancla y lo mantuvo en tierra. Aunque la
cosa no podía volar, se las arregló para arrastrarlo, y Constantine no
pudo hacer nada para detenerlo, especialmente porque todo lo que su
cuerpo quería hacer era encontrar un lugar agradable y cálido para poder
dormir.

Los muchos dardos que le disparaban por detrás le inyectaban


veneno letárgico, más de lo que podía soportar.

Su fuerza se debilitó, y la cosa le tiró al borde del patio y luego a


las afueras del pantano. Siguió tirando de él más allá de la orilla fangosa
para que el agua le succionara el cuerpo, su cuerpo tan pesado.

A lo lejos, podía oír a Princess ladrando. Escuchó las ruidosas


pisadas de los humanos acercándose, listos para reclamar su premio.

Demasiado. Demasiado para que lo manejara él solo.

Dejó a la cosa lagarto. Soltándose y se dejó hundir. Hundiéndose


en el agua y deslizándose hacia la oscuridad que lo abrazaba.

Serie Bitten Point 03 195


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veintiuno
Las cosas sucedieron tan rápido. En un momento, Aria lanzó el
calcetín contra Parker para distraerlo, y al siguiente Constantine luchaba
en el suelo con un monstruo mientras ella hacía un milagro atrapando a
un perro volador.

Aún más sorprendente, Princess se permitió acurrucarse en los


brazos de Aria sin tratar de arrancar un pedazo. El terreno común las
hizo aliadas temporales. Pero su tregua no cambió los hechos. Con Parker
amenazando, y con Constantine ocupado, necesitaba volar. Al igual que
ahora mismo.

Salió por la puerta, Princess metida bajo su brazo. Una parte de


ella se encogió por no quedarse a ayudar a Constantine, pero sabía que
no podía enfrentarse a Parker. No era solo el gallinero lo que temía a los
lobos.

Sin embargo, fuera no era más seguro. Hombres con armas de


fuego apuntaron en su dirección, y Ace se colocó bloqueando su camino.

—¡Muévete! —gritó ella.

Excepto que sus órdenes no podían competir con el grito de Parker:

—Agarra a la chica y métela en el coche.

No. Ace solo gesticuló la palabra, pero Parker debió haberlo visto,
porque un momento después, Ace cayó al suelo de rodillas, con la cara
llena de dolor. Mientras Ace rizaba sus dedos alrededor del cuello, el
hedor de su carne ardiente hizo que su estómago se revolviera.

Serie Bitten Point 03 196


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Aunque bajo una evidente tortura, luchó por ponerse en pie. ¿Para
obedecer a su amo Parker o para ayudarla? No podía estar segura. No
podía correr ningún riesgo.

Dado que Ace estaba arrodillado en su camino, hizo lo único en que


podía pensar. Corrió hacia él. Princess se movió en su agarre, y mientras
Aria se inclinaba para recoger un puñado de piedras, soltó al perro. Luego
se volvió a levantar, con las manos llenas de escombros que le arrojó a la
cara.

A pesar de su obvio dolor, Ace vio venir la tierra y giró su cabeza,


haciendo que fallara mientras ella se lanzaba hacia él. Por un segundo,
cuando su piel hizo contacto, chisporroteó como una especie de pollo
frito.

¡Ay! Silbando de dolor, se alejó de Ace, pero no antes de golpearlo


en las costillas y patearlo en la cabeza ante los excitados gemidos de
Princess, que se lanzó chasqueando los dientes.

Un problema fuera del camino, siguió moviéndose. Mientras corría,


notó que Princess galopaba a su lado con sus patas rechonchas. Algo
revoloteó en su boca.

Hablando de aleteo, una salvaje paliza le golpeaba en el pecho.

Libre. Volar libre. Déjame salir.

Esta vez, el conocimiento de su águila interior no la sorprendió, ni


asustó. En cambio, dio la bienvenida a la presencia conocida de su amiga
y la invitó a entrar.

Llévanos a los cielos.

Excepto que no podía traer a su ave. Lo intentó. Ella tiró.


Permaneció fuera de su alcance.

Serie Bitten Point 03 197


Eve Langlais El abrazo de la pitón

¡Estoy prisionera! Compartió el horror de su águila, sin embargo,


no era el conocimiento de que no podía transformarse lo que la hizo
tropezar, sino los dardos que la golpearon.

Su pequeño cuerpo no podía soportar la inyección de tantas drogas


a la vez. Mientras se desplomaba, escuchó a Parker de nuevo.

—Agarra a la chica y tráela. Dejaremos que los otros limpien el


desorden.

¿Qué desorden? La casa estaba limpia. Sus pensamientos giraban


en un círculo caótico, sus ojos perdían el foco, pero sentía lo suficiente
como para saber que era Ace el que la recogía en sus brazos y la arrojaba
en una camioneta negra que la esperaba.

Desde el asiento trasero, se giró para mirar, notando cómo el SUV


se alejaba a toda velocidad, y que el monstruo que atacó a Constantine
en la casa había arrastrado su cuerpo inerte al exterior.

Él está muerto. El descubrimiento la golpeó como la ráfaga de un


huracán, enviándola a caer, caer en una espiral emocional.

No fue el hecho de que Constantine no pudiera ayudarla lo que la


traumatizó, sino más bien el hecho de que lo había matado. Había traído
este peligro a su casa. Y por culpa suya, él estaba muerto.

Un descubrimiento escalofriante que no pudo reflexionar por


mucho tiempo porque la oscuridad se la tragó por completo, y la siguiente
vez que se despertó, fue atada a una camilla, en una habitación llena de
cajas, empacadas y listas para ser enviadas.

¿Dónde estoy? No importaba. Dondequiera que se encontrara no


era un buen presagio.

Serie Bitten Point 03 198


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Estoy despierta. ¿Pero por cuánto tiempo? Tan pronto como Parker
o cualquier de los otros bastardos en este lugar se dieran cuenta,
volverían a drogarla. Drogarme y hacerme cosas indescriptibles.

Pero juzgaron mal si pensaban que sus dardos inductores de sueño


la contendrían por mucho tiempo. Había experimentado mucho mientras
crecía, drogas de todo tipo. Había bateado las mariposas con hongos28.
Comiendo bolsas y bolsas de patatas fritas mientras estaba colgada.
Tenía un poco de resistencia incorporada ahora cuando se trataba de
sustancias ilegales. Fue por eso por lo que ahora recurría al tequila. El
líquido ardiente se podía comprar más barato y era menos probable que
la arrestaran.

Y si salgo de aquí, compraré la botella más grande que pueda


encontrar y me emborracharé adecuadamente.

Si salía. Un frenético deseo de escapar la vio luchando con las


correas que la sujetaban.

Se bajó de la mesa, sus pies descalzos y sobresaliendo por el borde


inferior del sencillo vestido de algodón liso que llevaba puesto. La última
moda que usaban los prisioneros retenidos por locos.

Sus dedos desnudos se curvaron por el frío del suelo, pero eso le
preocupaba menos que el hecho de que sus rodillas amenazaban con
doblarse.

Oh, diablos, no. No puedo colapsar aquí. Ahora no. Quién sabía lo
que pasaría con ella la próxima vez que se desmayara.

No quiero convertirme en un monstruo. Ya sentía algo diferente en


su interior. Su águila todavía seguía presente, pero no podía salir. Estaba
atrapada dentro. ¿Un fallo temporal de su capacidad, o un síntoma más

28
Apartó la ansiedad con hongos alucinógenos o de drogas.

Serie Bitten Point 03 199


Eve Langlais El abrazo de la pitón

grave desde la última vez que se encontró como prisionera y fue


inyectada?

Vaciló sobre sus dos pies cuando la determinación hizo retroceder


las drogas persistentes en ella. Era hora de hacer balance de su situación.

Terrible.

Algo obvio, así que echó un vistazo alrededor. La habitación debía


haber servido como uno de sus lugares de examen. Mostradores a lo largo
de los lados. La camilla de la que había salido por sus propios e inestables
pies. Nada quedaba en la habitación, excepto las cajas. Alguien estaba
recogiendo su operación y preparándose para irse. Dado que aún vivía,
suponía que querían llevársela con ellos.

Como el infierno.

Era hora de volar de aquí, esta vez para siempre. Apoyando su oído
en la única puerta de la habitación, escuchó. Podía oír voces apagadas y
una rara palabra o frase al azar: “Hora”, “Camiones esperando”, “¿Es la
hora del café?”.

Estaba muy concurrido por ahí fuera. Demasiado concurrido para


que pudiera esperar salir inadvertidamente.

Y no debería irse sin un arma, pero ¿qué podía usar?

Ningún guardia había dejado un arma cargada para que usara. Al


abrir una caja etiquetada como suministros médicos, ganó el premio
gordo.

Con manos temblorosas, llenó las jeringas que encontró envueltas


en plásticos arrugados con el contenido de unas cuantas botellas, un
cóctel químico que podría inducir mariposas alucinógenas o pesadillas.
Cualquiera de las dos serviría.

Serie Bitten Point 03 200


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Armada con una en cada mano, no pudo evitar el rápido aleteo de


su corazón mientras escuchaba el rasguño de una llave en la cerradura.

Venían por ella. Pero no me van a llevar.

Se aplastó contra el lado de la puerta. Esta se abrió. Un guardia


dio un paso dentro y dijo:

—¿Qué diablos? —Mientras observaba la camilla vacía.

Su sorpresa fue la ventaja de ella.

Un mero mercenario humano vestido con un uniforme negro, no


podía moverse lo suficientemente rápido como para evitar el par de agujas
con las que le pinchó. Se las arregló para apretar los émbolos antes de
que él la lanzara lejos.

Golpeó la pared con un ruido sordo, pero mientras sacudía la


cabeza, se recuperó. El guardia, por otro lado, parpadeó y volvió a
parpadear mientras el cóctel recorría su torrente sanguíneo.

Con los dedos entrelazados, lo golpeó. El súper puño golpeó con


fuerza al guardia contra la pared, donde ella se estrelló contra él, con el
hombro primero. Él cayó al suelo, con los ojos cerrados, inconsciente. La
patada adicional a la cabeza, porque reconoció al señor Hadsy de su
última estancia allí, fue para que él se fuera con viento fresco.

Hecho esto, se dirigió a la puerta y se asomó. El ajetreo y bullicio


se habían calmado. Unos pocos pasos cautelosos por el pasillo mostraron
una falta de ventanas, pero varias puertas. Todas ellas abiertas. Todas
las habitaciones estaban vacías. Inútil. Ninguna de ellas proporcionaría
un escape.

Sin embargo, se lo esperaba. Si estaba en lo cierto, Parker la había


traído de vuelta a Bittech, a los niveles ocultos subterráneos.

Serie Bitten Point 03 201


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Ya me escapé de aquí una vez. Simplemente no podía recordar


cómo. Sabía que no encontraría ninguna ventana por la que trepar, lo
que le dejaba solo una opción real. El ascensor.

Desde su última estancia, ya sabía que requería una tarjeta de


acceso, que había sacado del cuerpo del guardia que roncaba. Para evitar
que la descubrieran, cerró la puerta detrás de ella, girando la cerradura.

Un reloj invisible hizo tictac en su cabeza, instándola a


apresurarse. En cualquier momento, alguien podría venir a buscarla.

Se dirigió aprisa al ascensor y golpeó la tarjeta contra el escáner.


Tomó un momento, pero la pantalla pasó de ser una de procesamiento
que parpadeaba de color rojo a una pantalla verde aprobada. La puerta
se abrió deslizándose, y no podría haber dicho quién estuvo más
sorprendido, el humano con bata de laboratorio que miró desde su
Tableta, o ella.

—No eres una empleada. ¿Cómo escapaste del confinamiento? ¿Y


qué crees que estás haciendo? —exclamó.

—Haciendo el check-out29 por mí misma —murmuró mientras se


abalanzaba sobre él. Era increíble cuántos médicos humanos trabajaban
para Parker. Aunque el médico no tenía un lado animal al que acudir,
seguía siendo más grande que ella. Forcejearon. Bueno, principalmente
ella se aferró a él y trató de evitar que golpeara el botón rojo de alarma
que había en la pared de la cabina del ascensor.

Una rabiosa ferocidad la poseía. Giró mientras luchaba. Gruñó.


Pisoteó con sus pies descalzos y empujó una rodilla hasta que hizo
contacto. Usualmente, la expresión era golpear a dos pájaros de un tiro,
pero en este caso, ella golpeó dos bolas con una rodilla de pájaro.

29
Check-out: Cuando sales de un hotel y pides la cuenta.

Serie Bitten Point 03 202


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Cuando el hombre se desplomó, lo empujó fuera de las puertas del


ascensor. Solo cuando se cerraron las puertas se dio cuenta de que se le
había caído su tarjeta robada. Se burló de ella desde el suelo de fuera.

Demasiado tarde para recogerla. El ascensor se selló cerrado y se


movió. Solo que no sabía dónde iba. Se aplastó contra la parte trasera de
la cabina, con las manos húmedas por el sudor, un temblor en el cuerpo,
pero su miedo no hizo nada más que reforzar su decisión de luchar.

El ascensor se detuvo bruscamente, y se preparó cuando las


puertas se abrieron.

Se quedó boquiabierta cuando uno de sus carceleros, el lagarto


conocido como Ace, llenó el hueco. A pesar de que la había ayudado a
escapar antes, no podía ignorar el hecho de que la había arrastrado de
vuelta aquí por orden de Parker. Encontrarse con él ahora no era un buen
augurio.

—¿Vasss a algún lado? —siseó Ace, su lengua bífida añadiendo


sibilancia a sus palabras.

—Bueno, vuestra hospitalidad ha sido excelente y todo eso, pero


realmente creo que debería irme.

Cuando se inclinó más cerca, las alas de Ace se agitaron, el sonido


de cuero extraño a sus oídos. Sabía cómo sonaban las alas cuando se
agitaban, el suave susurro de las plumas. Ese ruido no tenía nada de esa
cualidad relajante.

—¿Tan pronto? Creo que ess una buena idea.

—¿Qué? —No pudo evitar responder, sus ojos muy abiertos.

Serie Bitten Point 03 203


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Corre fuerte y deprisssa —aconsejó. Ace envolvió una mano


coriácea alrededor de su brazo y la sacó del ascensor—. Corre y no
miresss atrasss.

—No soy un ratón para ser cazado —se quejó con vehemencia,
tirando de su agarre de hierro.

Ignorando su débil intento, Ace la arrastró por un pasillo hasta el


otro extremo, donde un letrero de SALIDA se burló de ella con letras rojas
brillantes.

Solo cuando pasaron por una habitación con la puerta abierta notó
el cuerpo caído de un guardia que ya no prestaba atención a las docenas
de monitores.

—¿Qué le hiciste?

—Me assseguré de que yo no pagaría por misss accionesss.

Aria miró a Ace con recelo. ¿A qué juego jugaba? Acababa de


capturarla y la había traído a Bittech por orden de Parker. Pero por otra
parte, Ace no tenía opción con el collar que rodeaba su cuello. Había visto
lo que ese collar podía hacer con el pobre perro rabioso, Harold. El olor a
pelo quemado nunca desapareció del todo.

El collar controlador descansaba alrededor del cuello de Ace, un


pesado recordatorio de que él no controlaba sus elecciones o acciones.

Ellos lo han enjaulado.

Algo horrible para hacerle a cualquiera, lo suficiente para llevar a


muchos a la locura, excepto que Ace no mostraba la misma furia rabiosa
en sus ojos que los otros monstruos que había conocido. De hecho, no
mostraba ninguna emoción.

Serie Bitten Point 03 204


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Incluso ahora, mientras la empujaba hacia esa señal de SALIDA


que inspiraba esperanza, mantenía una expresión tranquila. Parecía no
preocuparse por nada, lo que hizo que su repentino interés en ella fuera
totalmente extraño. ¿Por qué quiere que huya?

Tal vez estaba jugando con ella. A algunos depredadores les


gustaba jugar con su comida.

No seré la cena de nadie.

Se abrió una puerta a lo largo del pasillo y salió un hombre con


una bata blanca. Levantó la vista de su portapapeles con el ceño fruncido.

—¿Adónde llevas este espécimen? ¿Y por qué no está ella en una


jaula en el camión ya con los demás?

—Muérdeme. —Fue la respuesta de Ace—. No ressspondo ante ti.

La respuesta pareció satisfacer al otro tipo porque no hizo ningún


movimiento para detener a Ace mientras tiraba de ella para irse.

La señal de SALIDA llevó a otro ascensor, uno que no recordaba


haber visto, con solo un botón.

Las puertas del ascensor se cerraron, encerrándolos en la pequeña


cabina. Antes, ella había viajado sin reparos, aunque no le gustaba la
caja pequeña. Ahora, con Ace ocupando la mayor parte del espacio, no
pudo evitar jadear mientras el área confinada se cerraba sobre ella.

Las puertas volvieron a abrirse en una habitación cavernosa que


nunca había visto antes. Palos abandonados, carga vacías, llenaban el
espacio, al igual que algunas jaulas vacías.

—¿Adónde me llevas? —Aria clavó sus talones en el suelo, pero eso


no detuvo el avance de Ace. Su agarre se estrechó.

Serie Bitten Point 03 205


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Deja de pelear conmigo —siseó—. Essstoy tratando de ayudarte.


No esss ssseguro para ti aquí.

—Duh. Creo que el secuestro y el confinamiento delataron eso.


Espera a que se lo diga al SHC.

Ace resopló, un sonido borrascoso.

—¿Quién crees que dirige este lugar?

Confirmó lo que Parker afirmaba, y su corazón se hundió. Pero eso


no significaba que no le pidiera más información. Necesitaría todas las
pruebas que pudiera conseguir si iba a convencer a la gente de que
hiciera algo con respecto a la corrupción en el consejo.

—Bittech es manejado por un tipo y su hijo.

—Que reciben sssusss órdenesss de alguien del consssejo. Y esa


persona te quiere fuera del camino.

—Parker —gruñó su nombre.

—Parker no esss másss que un lacayo, no importa lo grande que


pueda pensssar que esss.

¿Otro jugador involucrado? ¿Qué tan arriba llegaba esta parodia?

—¿Por qué vino tras de mí? —Porque Parker fue quien la alentó a
averiguar todo lo que pudo cuando ella expresó su interés en los informes
que había visto.

—Parker persssigue a todosss losss que ssse atreven a venir a


husssmear.

¿Husmear? Apenas había empezado a hacer preguntas.

Serie Bitten Point 03 206


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—La gente vendrá a buscarme, especialmente si vuelvo a


desaparecer.

—En essste momento, no creo que a Parker le importe.

—Porque él y el resto de la gente que trabaja para él se han vuelto


locos. —¿De qué otra forma explicar la locura?

—Desafortunadamente, Parker está demasiado cuerdo, aunque


jugó con algunas drogas que se están desarrollando aquí. Merrill, por otro
lado, essstá como un cencerro. Casi tan loco como los otros
experimentos.

—¿Tú estás loco?

Su mirada fija se encontró con la de ella y la sostuvo.

—Soy un hombre atrapado en el cuerpo de un monssstruo. ¿Tú


qué piensas?

Ella pensaba que él evitó la pregunta.

—¿Adónde me llevas? —Si decía que a la cocina a por un chorrito


de sal y pimienta, ella sabría la respuesta.

—Tienes que irte antes de que sssea demasiado tarde. Los


eventosss están a punto de escalar hacia arriba. La gente va a salir
herida.

Armonizando su corto paso con el de él más largo, Aria frunció el


ceño mientras preguntaba:

—¿Por qué me estás ayudando? ¿Por qué te importa?

Una fea risita retumbó de él.

Serie Bitten Point 03 207


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No me importa. Pero todo lo que joda a Parker y sus


psssicofantes30 funciona para mí.

—¿Por qué te quedas si los odias tanto?

Al final del pasillo, Ace se detuvo ante una puerta cerrada sin
ninguna marca.

—¿Porque a dónde iría? Los monssstruos no viven en el mundo


real.

La puerta por la que pasaron no requería una tarjeta de acceso. La


barra de empuje crujió cuando Ace la empujó. En el otro lado, no había
ascensor para usar, solo un largo conjunto de escaleras que se extendían
hacia arriba. Las miró con un gemido.

—¿Es esta la única salida?

—La única manera de que tengas una oportunidad. Si te saco por


la entrada principal, nunca saldrás de aquí con vida. Tu mejor apuesssta
esss que te pierdasss en el pantano.

¿El pantano? ¿Otra vez?

—¿Por qué me suena eso familiar?

—Porque así esss como te ayudé a essscapar la última vez. Pero


entonces, en lugar de irte de la ciudad, te quedaste atassscada por aquí.

No fue culpa suya haber perdido la memoria. Tuvo tiempo de


quejarse mentalmente sobre la posibilidad de cruzar una vez más el
pantano mientras subía las escaleras.

30
Delatores profesionales.

Serie Bitten Point 03 208


Eve Langlais El abrazo de la pitón

En la parte superior, resopló un poco mientras Ace la esperaba


junto a la puerta.

A pesar de su admisión, no pudo evitar una pregunta nerviosa.

—¿Cómo sé que no me estás tendiendo una trampa?

Unos ojos humanos en una cara de reptil la miraron.

—No lo haces. Quieresss quedarte dentro, entoncesss quédate. —


Él le soltó el brazo y se apartó cuando la puerta se abrió al empujarla—.
Pero, si te quedasss, terminarásss deseando haber muerto.

Con esas últimas palabras, Ace giró sobre sus talones y bajó las
escaleras de dos en dos, la cresta puntiaguda de sus alas sobresaliendo
por encima de sus hombros. Pasó un momento mirándolo fijamente y
dándose cuenta de que, a pesar de su apariencia alienígena, Ace seguía
siendo un hombre, un hombre atrapado entre la espada y la pared, y un
lugar todavía más difícil. Él estaba en lo cierto. ¿A dónde podría ir para
que la gente no lo cazara?

Giró la mirada hacia la puerta abierta, donde llamaba el penetrante


olor del pantano.

¿Libertad? Parecía demasiado fácil. Dio un paso y luego otro,


saliendo de la escotilla y entrando en una colina, camuflada de cualquier
inspección, excepto de una muy cercana.

No se escucharon alarmas estridentes. Dio unos pasos más,


saliendo completamente de la puerta, y sintió el frío aire de antes del
anochecer en su cara.

Parecía que había pasado más tiempo del esperado en su celda. Los
coloridos rayos de un sol poniente pintaban el horizonte. Un rayo de sol
coronó las copas de los árboles, y sus cálidos rayos bañaron su piel.

Serie Bitten Point 03 209


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Como una flor, lo absorbió, inhalando profundamente la vida y vitalidad


que fluía a su alrededor en el pantano.

Deja de oler las malditas flores y mueve el culo.

El hecho de que Ace la ayudara a salir no significaba que debiera


perder el tiempo. ¿Quién sabía cuándo Merrill o Parker se darían cuenta
que se había ido? Una vez que lo hicieran, la cacería se llevaría a cabo.
Ella sabía demasiado.

Un tirón en la puerta y el sistema hidráulico pateó hacia dentro,


aspirando el pórtico dentro de su ranura y cerrándola. El verde y la roca
estaban pegados a la superficie, y una vez cerrada, se mezcló con el
entorno.

No volvería por ese camino, lo que significaba que no había vuelta


atrás ahora. Girando, observó el área.

Parecía que estaba en una isla. Nada realmente lo suficientemente


grande como para marcarla en un mapa, pero lo suficientemente grande
como para esta salida secreta y un destartalado muelle. Mientras las
tablas del muelle se podrían, este todavía servía como punto de anclaje
para los dos botes que estaban amarrados allí. Tan profundo en el
pantano, era la mejor manera de que los marineros de agua dulce se
movieran.

Dado que el pantano era su escape, no quería facilitarle a Merrill y


a su pandilla de mala reputación que la siguieran. Rápidamente soltó el
bote azul, lanzando la cuerda de amarre suelta dentro de él antes de darle
un empujón. Luego trabajó en el nudo que sostenía la otra embarcación,
una embarcación de pesca de fondo plano y de color camuflaje con un
pequeño motor en la parte trasera. Justo cuando ella tiró del último nudo
suelto, comenzó.

Serie Bitten Point 03 210


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Una sirena zumbó a la vida, no fuerte, ni exterior, sino desde el


interior del propio recinto. Su estridente ráfaga hizo que el suelo vibrara
por el zumbido de la colina, y eso, a su vez, hizo vibrar al muelle. Incluso
el agua cercana temblaba.

Duró menos de un minuto antes de detenerse.

Extraño. Lo tomó como una señal de que debía irse.

Antes de que pudiera entrar en el barco, la puerta de la colina se


abrió y Merrill salió con una expresión zalamera y abiertamente alegre.

—¿Marchándote tan pronto?

Serie Bitten Point 03 211


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veintidós
Una vez que las drogas se disiparon de su sistema, Constantine se
levantó del agua, una serpiente marina que cubría la superficie, cabreada
pero viva. Por alguna razón, la gente parecía olvidar que su serpiente
prosperaba en condiciones acuáticas. Mientras que una pitón realmente
no podría respirar bajo el agua como un pez, podía, sin embargo,
permanecer sumergida hasta treinta minutos. Todo el tiempo que
necesitaba para dejar que el veneno se filtrara fuera de su sistema y para
que los imbéciles que lo habían atacado se largaran.

Qué mal que su enemigo se fuera pensando que estaba muerto. No


estaba muerto. No estaba feliz. Y no iba a dejar que se quedaran con su
mujer. También quería vengarse por su perro.

Abandonaste a Aria y a Princess.

La comprensión ardía, entonces, una vez más, si hubiera muerto


en una batalla inútil, no tendrían a nadie que fuera a rescatarlas.

Mientras salía del pantano, su ira ardía todavía más cuando notó
la destrucción de su casa. El lagarto rabioso pareció infeliz ante la
pérdida de su presa. No quedó ni una sola ventana intacta. El
revestimiento estaba esparcido por el césped en un lío desgarrado y sin
sentido. Todo el trabajo que había puesto en el lugar, todo el dinero, todo
el amor, destruido por un bastardo hambriento de poder y sus mascotas
enfermas.

Hablando de mascota, un agudo yip hizo que bajara su mirada, y


pudo haber llorado... por supuesto, lágrimas de hombre... cuando notó
que su perrita trotaba hacia él de lado, con la lengua colgando.

Serie Bitten Point 03 212


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—¡Princess! —La arrastró a sus brazos y no pudo evitar reírse


mientras ella le lamía la cara una y otra vez con emoción—. Estoy tan
contento de que estés a salvo.

Yip. Traducción: Voy a mearme encima, estoy tan feliz de que hayas
vuelto.

—¿Supongo que Aria no se escapó?

Gruff.

—No, ¿eh? —Sus labios se torcieron hacia abajo—. Eso apesta


porque sabes que no puedo dejar que se la queden. Tengo que ir a
buscarla. Pero, ¿cómo y dónde?

En sus brazos, Princess se movió, su señal de que quería que la


soltaran. La colocó sobre la hierba y la observó zambullirse hacia un
arbusto. Salió con algo en la boca. Lo dejó caer a sus pies y se sentó, con
la cola temblando y las orejas elevadas.

Él se arrodilló y silbó.

—Que me parta un rayo, Princess. ¿De dónde sacaste una tarjeta


de Bittech? —¿A quién le importaba? Su perro podría haberle dado la
solución para rescatar a su mujer.

Un hombre inteligente, lo primero que quería hacer antes de irse


para salvar a su chica era pedir refuerzos. Excepto que su teléfono yacía
destrozado en el suelo, y su madre hacía tiempo que se había deshecho
del teléfono de su casa ya que ambos tenían móviles. Esto significaba que
no tenía ningún otro medio de comunicación externa.

Mierda.

Serie Bitten Point 03 213


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Podía ir conduciendo para encontrar ayuda, pero cada minuto que


perdía era un minuto que Aria pasaba en poder de ellos. Aún así, irrumpir
en Bittech por su cuenta era una locura. Tendría que hacer al menos un
desvío para poner a rodar la bola de ataque. Tomó sus llaves y se dirigió
a su camioneta.

No debería haberse sorprendido de que hubieran destrozado su


vehículo, pero le dolió. Adoraba a esa bestia que devoraba gasolina.

Otra persona podría haberse dado por vencida en ese momento. No


Constantine. Había más de una manera de sortear el pantano.

—¿Quieres ir a un crucero por el pantano? —preguntó a Princess


mientras se desnudaba.

Yip-yip.

Algunas personas podrían haber encontrado extraño ver a una


serpiente gigante, deslizándose por el pantano acuoso, un saco de lona
aferrado a sus dientes, pero, lo más extraño de todo, habría sido el
perrito, de pie sobre la cabeza, manteniendo sus patas secas.

Búrlate de él o de su perro y te abrazaré hasta la muerte.

La tarde se desvanecía mientras se movía, el tiempo pasaba más


rápido de lo que le gustaba, dado que había tenido que tomar una ruta
acuática.

Al llegar cerca de la propiedad de Bittech, se deslizó fuera del agua


con Princess saltando una vez que tocaron tierra sólida y seca.

El cambio de serpiente a hombre tomó solo un momento, las


toallitas húmedas en su bolsa impermeable limpiaron la mayor parte del
pantano de su piel y sacó la ropa seca y suelta en caso de que necesitara
deshacerse de ella a toda prisa.

Serie Bitten Point 03 214


Eve Langlais El abrazo de la pitón

De alguna manera, no pensó que deslizarse en Bittech o caminar


desnudo y cubierto de barro lo llevaría a donde tenía que ir. La tarjeta
que Princess robó, la metió en el bolsillo de su pantalón.

Con grandes zancadas, se acercó al edificio, Princess trotando tras


sus talones. El estacionamiento estaba casi vacío, excepto por un gran
camión arrancado que retumbaba mientras el motor estaba al ralentí.

Al acercarse, alguien cerró de un portazo la puerta de la parte de


atrás. En unos momentos, el conductor, un tipo al que no reconocía con
una gorra con visera y anteojos, se subió al vehículo. Se fue rodando con
un gemido de un gran motor y una bocanada de humo diesel.

Ignorando el vehículo, Constantine se acercó al edificio principal.


El sol hundiéndose en el oeste significaba que este lado de la propiedad
se encontraba bañada por la sombra, sin embargo, aún vio una forma
desprenderse del edificio, la punta roja brillante de un cigarrillo
marcando su trayectoria al caer al suelo.

—Constantine, ¿qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó


Wes mientras se acercaba.

—Estoy aquí a por Aria.

—Tu chica no está aquí.

Ella está aquí. Su sentido de serpiente lo dijo. Miró a través de las


puertas de cristal hacia el vestíbulo y notó que parecía desnudo. Incluso
las plantas en macetas habían desaparecido.

—¿Qué está pasando? ¿Qué hacía ese camión aquí? ¿Y dónde está
toda la mierda que solíais tener en el vestíbulo?

Serie Bitten Point 03 215


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Se ha ido. Ordenes repentinas desde arriba. Algún tipo de


inspección dijo que el edificio no era seguro. Parece que se está
hundiendo en el pantano. Así que están moviendo la operación.

Una excusa conveniente que Constantine no dejó pasar.

—¿Mudándose o escondiéndose?

Wes frunció el ceño.

—¿Qué te hace decir eso?

—Porque los tipos que me atacaron en mi casa hoy eran de aquí.


Y, si ese es el caso, me hace preguntarme si nos has estado engañando
todo el tiempo.

Wes sacó un cigarrillo de su paquete y lo deslizó entre sus labios,


pero no lo encendió.

—¿Engañando, cómo? Soy el que ha estado diciendo durante un


tiempo que aquí algo de mierda estaba sucediendo.

—Y sin embargo, no has encontrado ni una pista.

—Porque no hay nada que encontrar. —Barrió un brazo detrás de


él y hacia el edificio—. Lo que ves es lo que obtienes.

—¿Lo es?

—¿Me estás llamando mentiroso? ¿No me crees? Entonces,


adelante. El lugar está abierto, amigo. Ve y búscalo. Verás que tu amiga
no está allí.

—¿No vas a venir conmigo?

—¿Necesitas que te lleve de la mano?

Serie Bitten Point 03 216


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Piiii. La bocina impidió que Constantine contestara.

Wes se giró cuando un coche rodeó el edificio y encendió las luces.

—Mierda. Me tengo que ir. Ese es mi jefe tratando de llamar mi


atención.

—Voy a entrar ahí —advirtió Constantine.

—Sírvete tú mismo. No encontrarás nada en esos pisos.

Lo sé. Recordó lo que Aria había dicho después de sus flashbacks.


En ese momento, él se había burlado, pero ahora, acariciando la tarjeta
de su bolsillo, se lo preguntaba.

Están escondiendo todo un laboratorio secreto bajo el edificio, ella


había insistido.

Un laboratorio secreto que no parecía tan descabellado desde el


descubrimiento de los antiguos túneles utilizados por Merrill y su perro
mascota para moverse de forma desapercibida.

Al entrar en el edificio, notó que no había nadie para prestarle


atención. La operación de desmontaje se hizo realmente evidente, ya que
solo dejaron los elementos que realmente estaban atornillados al suelo y
paredes. Incluso las sillas en el área de recepción habían desaparecido.

Cuando entró en el ascensor, miró los botones y se encontró


bloqueado por su falta de opciones. B, 1, 2, 3.

—Sería de gran ayuda si hubieran puesto una etiqueta marcando


las mazmorras —refunfuñó a Princess, que se sentaba a sus pies.

A pesar de los prácticos botones, tuvo que preguntarse si el


ascensor iba a otro sitio. Apretó el botón de la B. El ascensor bajó y se
abrió hacia un área de servicios públicos con el zumbido de la

Serie Bitten Point 03 217


Eve Langlais El abrazo de la pitón

maquinaria. Presionó todos los botones uno por uno. Entonces, todos
juntos.

Seguía viendo los mismos pisos una y otra vez, pero no una señal
o un olor de Aria. Nada que le hiciera creer que había algo más en Bittech.

Frustrado, salió al vestíbulo. ¿Y ahora, qué?

Salió del edificio y lo rodeó, notando mientras se movía que el sol


realmente se sumergía. Pronto llegaría el crepúsculo, haciendo su
búsqueda todavía más difícil.

Si es que estoy en el lugar correcto. La tarjeta en su bolsillo parecía


decirlo así.

Espera un segundo. Sacó la tarjeta de su bolsillo con la repentina


comprensión de que no la había usado ni una vez mientras estuvo dentro.
Por supuesto, todas las puertas habían estado abiertas de par en par en
los cuartos vacíos. Pero todavía así, no recordaba haber visto ningún
lugar para usarla.

Eso en sí mismo perturbó su lado sospechoso.

Moviéndose por el edificio, llegó a la parte de atrás. La zona del


muelle de carga estaba vacía, salvo por un solo camión. Un gran camión
blanco sin conductor.

Extraño, pero eso no fue lo que le llamó la atención. Al dar la vuelta


a la parte trasera del vehículo olfateó.

Huelo un alienígena.

Vamos a darle un abrazo.

Serie Bitten Point 03 218


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veintitrés
—Joder. —Vulgar, pero muy apropiado, pensó Aria mientras el
lagarto loco con alas de murciélago se lanzaba a través de la puerta oculta
primero, su silbido de emoción inconfundible.

Después vino una criatura canina muy parecida a Harold, que se


escabulló a cuatro patas.

Detrás de ellos, ambos conducidos por Merrill, con la mano


extendida, un pequeño control remoto negro en ella. Más preocupante
fue Ace, que se tambaleaba detrás y sostenía una pistola tranquilizante.

Casi abrió la boca para acusarle de tenderle una trampa, pero notó
que Ace tenía los dedos de su mano libre en su cuello. Su expresión
parecía más tensa de lo habitual. Aunque estaba a unos metros de
distancia, olió a carne quemada.

Lo que sea que Ace hiciera ahora, no lo hacía voluntariamente.

Necesito volar. Tiró de su águila interior, deseando que saliera. Pero


como antes, su águila se negó a escuchar.

Y Merrill se echó a reír.

—¿Qué pasa? ¿Tus alas no funcionan?

—¿Qué me hiciste?

—Algo que le hago a todos los nuevos sujetos de pruebas. Inhibir


vuestra capacidad de cambio. Un buen truco, ¿no crees?

No, porque provocó un pánico agitado y no pudo evitar preguntar:

—¿Cuánto dura?

Serie Bitten Point 03 219


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Solo unos pocos días. Todavía no he conseguido que mis


científicos perfeccionen la fórmula. Pero no temas, durará lo suficiente
para llevarte a nuestra nueva instalación donde te espera una nueva
celda brillante, junto con tu próxima dosis.

Ella dio un paso atrás.

—No te saldrás con la tuya con lo que estás haciendo. Demasiada


gente sabe sobre Bittech y los experimentos.

—Lo sé. Es una lástima. Empaquetar y mudarse es un dolor en el


culo. Pero Parker me prometió una ubicación todavía mejor, una en la
que tendré acceso a más genomas Cambiaformas. Ahora sé una buena
chica y ven conmigo.

—Nunca.

—Ooh, chica mala. No me extraña que Harold te quisiera tanto.


Lástima que se soltó de la correa y se impacientó. Pero no temas, mi fiel
compañero, Fang, estará más que feliz de ayudarme en mi próxima ronda
de experimentos. Mi mascota lagarto, sin embargo, solo podrá mirar.
Tiene tendencia a destrozar a sus amantes. Y todavía eres demasiado
preciosa para perderte.

El hielo llenó sus venas.

—No te dejaré hacer eso.

—No tendrás elección. —Merrill sonrió mientras decía—: Cuando


quieras, Ace.

Ace miró el arma, pero no se movió de cualquier otra manera.

La expresión de regodeo de Merrill se volvió agria, y ella notó que


su dedo presionaba en un botón en el control remoto.

Serie Bitten Point 03 220


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Dije que le dispararas, maldito lagarto estúpido.

—No. —La única sílaba fue empujada hacia afuera por el hombre
de piel coriácea. El olor a carne asada haciéndole cosquillas en la nariz.

En este momento, sintió lastima por él, y agradecimiento. A pesar


del dolor, estaba tratando de ayudarla, ¿y qué estaba haciendo ella? De
pie parada como una jodida idiota.

—Dispárale, maldita sea. —Merrill escupió saliva con su enojada


orden.

—Que te jodan.

Al no gustarle esa respuesta, Merrill hizo algo con su control remoto


que provocó un fuerte jadeo de Ace.

Con el cuerpo atrapado en una convulsión, Ace no pudo sostener


el arma. Diablos, ni siquiera podía mantenerse erguido. Golpeó el suelo
con una sacudida.

Dejando a Aria verdaderamente sola con un loco y sus mascotas.


Sus mascotas muy, muy peligrosas.

—Agarradla, pero no le hagáis daño. La necesitamos completa para


lo que he planeado.

—Como mi ssseñor ordene.

Grawr.

—Como el infierno —replicó ella. El bote de camuflaje que había


desatado se había alejado unos pocos pies del muelle. No fue necesario
un gran salto para aterrizar en él. Agradeció a su estructura ligera y
pequeña no hacerlo volcar. Aunque estuvo cerca. Agitó los brazos para

Serie Bitten Point 03 221


Eve Langlais El abrazo de la pitón

mantener el equilibrio mientras se ajustaba al balanceo y se dirigía hacia


el motor.

Se sentó en el último asiento del barco mientras Fang se acercaba


al muelle a cuatro patas, sus ojos apenas humanos salvajes por el
hambre de la bestia.

No podía mirarlo y arrancar el motor al mismo tiempo. Además,


¿quién quería mirar la locura y la muerte que había en sus ojos?

Una rápida mirada hacia abajo y notó el cordón de tracción. Tirón.


Whirrrr. Tirón más fuerte. Whirrr. Un tercero y el motor arrancó. Rrrrrr.
Rrrr. Ella apretó el acelerador.

Vroom.

El bote salió disparado y justo a tiempo. Hubo un chapoteo en la


estela que acababa de dejar cuando Fang saltó tras ella.

La histeria de la situación le hizo preguntarse qué tan mal


apestaría a perro mojado cuando saliera.

En la orilla, Merrill agitó su control remoto, su cara enrojecida.

—Se está escapando. Vuela tras ella, maldito lagarto gigante.

El loco agitó sus alas coriáceas y se levantó de la orilla.

A medida que el bote aceleraba, alejándose de la loma, no pudo


evitar una risa histérica e incluso se despidió de Merrill.

Se había escapado. Fang y su perro de agua nunca la atraparían.


Merrill estaba atrapado en la orilla. Y si ella pudiera llegar a la línea de
árboles a solo unos metros de distancia, ni siquiera su mascota voladora
sería capaz de atraparla.

Serie Bitten Point 03 222


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Soy libre. Libre para contarles a todos en el mundo de los


Cambiaformas lo que sucedió bajo el suelo del Instituto Bittech.

Una vez que se lo dijera al mundo de los Cambiaformas, se llegaría


a un ajuste de cuentas. Merrill y Parker podrían despegar antes de que
cayera el martillo, pero no importa. Podrían correr y esconderse, pero los
que buscaban justicia los encontrarían.

Y yo ayudaré en la cacería. Pagarían por lo que habían hecho.

Un repentino ruido del motor la hizo gritar, y notó que un hombre


nuevo debía haber surgido de la puerta abierta de la colina. El guardia y
Fang se amontonaron en el bote que ella había dejado a la deriva. Maldito
Fang por atraparlo y arrastrarlo de vuelta. Perro estúpido que sabía cómo
traerlo.

Pero ella tenía una ventaja y menos peso en su embarcación. Sin


embargo, lo que la heló hasta los huesos fue el grito agudo en el cielo. El
lagarto loco estaba de caza.

Tal vez se distraiga con algo en el pantano.

Un vano deseo.

Una sombra la cubrió. No necesitó mirar hacia arriba para adivinar


qué era. Giró su barco por debajo de las ocultas ramas de un árbol caído
y se agachó mientras las atravesaba, girando bruscamente unas cuantas
veces. Mientras guiaba su bote a través de las intersecciones casi ocultas,
rezó fervientemente para que no solo perdiera a la cola que la seguía, sino
también a los ojos en el cielo.

Cuando sintió que había ido lo suficientemente lejos, apagó el


motor y lo dejó ir a la deriva mientras escuchaba.

Serie Bitten Point 03 223


Eve Langlais El abrazo de la pitón

El zumbido de los insectos llenó el aire, junto con el suave sonido


de la succión del agua que lamía la orilla fangosa.

Entonces lo oyó, la ululación penetrante de un cazador en lo alto.


¿La había visto? Se estiró para mirar arriba. Sin embargo, el pesado
follaje le impedía verlo. Entonces, ¿dónde estaba el cazador?

Se mantuvo agachada con la mano sobre el cable de tracción del


motor, pero cuando una criatura finalmente se reveló, surgió de debajo
de su bote, ¡arrojándola al agua!

Serie Bitten Point 03 224


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veinticuatro
El descubrimiento de la fragancia lo revivió.

Por fin una pista. Se dirigió a la puerta trasera del camión, agarró
el borde de la puerta levadiza y empujó hacia arriba. Se disparó hacia
arriba, una ruidosa indicación de su presencia, que ocultó su jadeo.

Dentro del camión, encontró cajas apiladas unas encima de otras,


y una jaula. Una gran jaula vacía.

Princess gritó, llamando su atención. Al volverse, se dio cuenta que


parecía muy interesada por el cobertizo de servicios públicos de la parte
trasera del área de estacionamiento del muelle de carga. Un cobertizo
bastante grande, en realidad, para la cantidad y el tamaño de las
herramientas de jardinería que este lugar necesitaba. Al acercarse, se dio
cuenta de que el cobertizo también zumbaba.

Tal vez Bittech tenía un generador de emergencia ahí fuera. No era


inaudito, pero de mayor interés era su perro. Estacionada frente a la
puerta de acceso cerrada, estaba sentada Princess. Ladeó la cabeza y
luego tocó la puerta.

Al darse cuenta de que requería una tarjeta de acceso para abrir la


puerta lo reforzó. A lo largo de su búsqueda en Bittech, ni una sola vez
había usado la tarjeta que tenía en su bolsillo. No la necesitaba porque
Bittech era solo una fachada.

Deslizando el rectángulo de plástico fuera, lo metió en la ranura


para tarjetas. La luz pasó de roja a verde. Clic.

Abrió la puerta y entró en una habitación vacía. Todo el cobertizo


había sido barrido y no se vio ni una sola herramienta de jardinería. Pero

Serie Bitten Point 03 225


Eve Langlais El abrazo de la pitón

en la parte trasera, había una puerta de metal mate y brillante, una


puerta de ascensor, con una ranura para tarjetas.

—¿Qué te parece, Princess? ¿Es esta la guarida secreta?

Yip.

La tarjeta le dio acceso una vez más. Las puertas se abrieron


deslizándose, y entró, la miríada de olores desencadenando una reacción
en cadena de reconocimiento y repugnancia. Alien, lagartos, simio…
Todos los sabores estaban allí, junto con el de los humanos. ¿Y fue una
ilusión, o detectó un indicio del dulce aroma de Aria?

Las paredes del ascensor no resultaron emocionantes. Paneles de


metal desgastados con un riel que corría a lo largo de la parte posterior.
No había botones aquí. Solo una pantalla que decía: Por favor, escanee
su tarjeta de acceso.

Lo hizo y escuchó un pitido. La pantalla cambió y mostró varias


opciones. En lugar de números, los pisos tenían nombres:
Administración, Investigación, Contención.

La primera opción sonaba como si pudiera haber personas que


probablemente reconocerían que él no pertenecía allí. Investigación
probablemente involucraría a tipos con batas blancas, si es que quedaba
alguno. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que Parker y su
alegre banda estaban abandonando el barco.

Opción número tres, entonces. Llámalo una corazonada, pero


apostaría que era donde mantendrían a sus prisioneros.

La marcha suave del ascensor no le permitió saber hasta dónde se


había hundido, pero se sintió como si hubiera descendido por un rato. Le
hizo preguntarse cómo demonios habían construido un lugar así y sin

Serie Bitten Point 03 226


Eve Langlais El abrazo de la pitón

que nadie se hubiera dado cuenta. Por otra parte, los Cambiaformas eran
los reyes cuando se trataba de ocultarse.

Mientras el ascensor descendía, la anticipación se agitaba en sus


entrañas. Sus puños se apretaron a sus costados. ¿Qué encontraría? Aria
era tan delicada. No haría falta mucho para herirla. ¿O ya se había ido?
Llevándosela en uno de esos camiones.

No. Se negó a creer que había llegado demasiado tarde. La creencia


no disipó la ansiedad, lo cual, podría añadir, no significaba que tuviera
miedo o que estuviera a punto de volverse un cobarde.

No hay nada malo en preocuparse. Y si no estuvieras de acuerdo,


él te llevaría contento al pantano para un gran abrazo hasta que
cambiaras de opinión.

Las puertas se abrieron deslizándose con el más mínimo whoosh.


Preparado, esperó a que alguien o algo saltara hacia él. Pero no había
nada que ver, solo un mostrador abandonado con una silla giratoria con
ruedas y el polvoriento rectángulo dejado atrás para mostrar dónde solía
estar colocado un monitor.

Caminó por el largo pasillo lleno de jaulas. Jaulas vacías. La mayor


parte de las veces. Unas pocas tenían bultos deformes que emitían un
olor fétido. Otras tenían mantas esparcidas en ellas. En una celda había
un oso de peluche abandonado.

Los olores le picaban en la nariz, el olor del mal. Alien. Miedo…

En los barrotes de una jaula, se detuvo. Olfateó.

Aria estuvo aquí. Esta era su jaula. De la que apostó que ella escapó
antes de encontrarlo. Se dio la vuelta, horrorizado por lo que significaba
todo esto.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Su perra se quejó, y se volvió para encontrarla de pie ante una


jaula. Se apresuró hacia ella, preguntándose si había encontrado una
pista, solo para detenerse.

Parecía que no se habían llevado a todos. En la jaula, algo envuelto


en una manta de lana se movió. Una cabeza levantada, la cara cubierta
de pelo húmedo y fibroso.

—Ayúdame —susurró.

Constantine se agarró a los barrotes.

—¿Sabes dónde esconden la llave?

—Ayúdame. —La figura se acurrucó más cerca de la jaula,


permaneciendo a cuatro patas. Princess retrocedió, un leve gruñido.

El aroma extraño dejó un mal sabor en su nariz, pero Constantine


no huyó. No era culpa de él, ¿o era de ella?, que se convirtiera en algo
menos humano. Algo retorcido.

Se agachó mientras ella se acercaba a las barras.

—¿Cómo puedo ayudarte?

Con un movimiento brusco de su cabeza, el pelo voló hacia atrás,


y las mandíbulas chasquearon contra donde se agarraron sus dedos.
Constantine cayó hacia atrás, los dedos intactos, pero uno de ellos
rezumando sangre cuando la punta de su boca en pinza lo atrapó.

La manta cayó, y ahora podía ver el verdadero horror dentro de la


jaula. Menos mujer, más araña, con piernas atrofiadas que crecían de su
torso cubierto de cerdas. Lo más espantosos, mantenía algunos rasgos
humanos, y una voz.

—Ayúdame. Carne. Aliméntame. Carne. Hambrienta. —Se rió.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Él se estremeció.

Las puntas puntiagudas de sus patas, cubiertas de carne humana,


atravesaron las barras, pero Constantine, tomando un momento para
agarrar primero a su perro, ya estaba huyendo. Podrían quitarle su
carnet de hombre por huir. De ninguna manera se iba a quedar por allí.
No cuando Aria no estaba aquí. Tenía que encontrarla antes de que
convirtieran a la mujer que él consideraba suya en una de esas cosas.

Con su perro debajo del brazo, regresó al ascensor y golpeó el nivel


superior. Allí encontró más señales de una rápida salida en forma de
puertas abiertas, algunas cajas caídas y un aire general de rápido
abandono.

Y en una habitación, el olor de Aria y un cuerpo roncando. No de


ella, sino de un guardia.

Aria había estado aquí, y recientemente, también. Ojalá pudiera


seguir su rastro de olor. Sin embargo, la variada y frenética mezcla de
olores por el éxodo masivo dominó su aroma más delicado. En una rápida
búsqueda en las otras habitaciones al final del pasillo no encontró ningún
rastro de ella, así que subió otro nivel.

Salió para encontrar más caos. Más oficinas abandonadas con


cajones abiertos, papeles sueltos, marcas de polvo por los objetos que
habían quitado.

Pero al bajar por el pasillo, se dio cuenta de que tenía un olor. Su


olor. Corrió hacia la señal roja de SALIDA en el extremo más alejado.
Empujó a través de una puerta para encontrar otro ascensor. Y luego una
habitación cavernosa y, al final, otra puerta y escaleras. A lo largo de todo
el camino, su olor se burlaba de él.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Subió los escalones de tres en tres, corriendo, y la urgencia


aumentó su velocidad. En la parte superior, se detuvo solo un momento
antes de golpear la puerta y sorprender a un hombre. Un hombre que
conocía por su cara y su nombre.

—Eres Merrill.

—¿Cómo llegaste aquí?

Constantine sonrió, la sonrisa fría de un depredador que había


acorralado a su presa.

—¿Importa? ¿Dónde está Aria?

—Se fue. Esperemos que muerta, la problemática perra.

Ante esas palabras, Constantine saltó sobre él. Y una vez que el
hombre yacía muerto, ¡Regenérate de eso, imbécil!, se fue a buscar a su
chica.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veinticinco
El bote se inclinó y ella golpeó el agua con un chapoteo, pero no se
hundió. Las pesadas espirales de un cuerpo sinuoso la envolvieron, pero
olvida el pánico. Quería sonreír en su lugar.

Cuando su cabeza rompió fuera de la superficie del agua, aspiró


una bocanada de aire, pero no gritó cuando se encontró cara a cara con
una pitón.

—Hola, ángel.

Una lengua bífida chasqueó, y Constantine siseó.

—No creo que este sea el momento para la lengua. —Sonrió—. ¿Qué
tal más tarde si salimos con vida?

La cabeza de la serpiente se inclinó en acuerdo.

Un grito chilló desde el cielo por encima. Su amante reptil miró


hacia arriba.

—La mascota de Merrill me está buscando —explicó.

¿Era posible que una serpiente sonriera?

Tejiendo por el agua, Constantine la llevó, arrastrándola hasta los


restos de un segundo barco, Fang y el otro ocupante no se veían por
ningún lado.

Nessie31 no tenía nada sobre su serpiente.

31
Nessie: En referencia al monstruo del lago Ness.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Escuchó el feroz ladrido de cierta princesa, y se esforzó por mirar.


Solo una vez que la vio, le exhortó:

—Date prisa antes de que esa lagartija convierta a Princess en un


bocadillo.

Aunque, Princess parecía decidida a prevalecer, incluso contra todo


pronóstico. El valiente perro se lanzaba de un lado a otro, evitando las
garras de un lagarto volador que ya no estaba controlado por cierto
mando a distancia. Probablemente porque Merrill yacía en el suelo con la
cabeza inclinada en un ángulo poco natural.

Antes de que pudieran llegar a la orilla y rescatarla, Princess chilló


mientras la cosa la recogía con una mano con garras. Saltó al aire y se
llevó al perro con él.

—Oh, demonios, no. Si alguien puede comerse a esa cosa, soy yo


—refunfuñó. Sus pies golpearon el suelo, se quitó el vestido mojado y se
tensó. Tan fuerte como pudo. Tiró de la esencia de su águila. Tiró, y tiró,
y…

Un graznido de éxito vibró en sus labios mientras su carne se


convertía en plumas, sus brazos extendidos en alas. Empujando con sus
piernas, saltó al aire y extendió sus alas. Unos cuantos y poderosos
aleteos y estaba en el aire. Inmediatamente siguió al bastardo lagarto.

Ella lanzó un grito desafiante. Fue respondida, la cosa lagarto


deteniéndose en el aire y flotando. La criatura sostuvo a Princess en alto,
sonrió y luego abrió bien la boca.

La intención de comerse al perro no significaba que lograra hacerlo.


Princess se volvió rabiosa, retorciendo su cabeza lo suficiente como para
poder morderle en la muñeca. La piel coriácea podía ser dura, pero no
demostró ser rival para unos dientes decididos y puntiagudos.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Un chillido de la criatura y olvidó su plan de comerse el bocadillo


peludo. Por supuesto, la nueva situación de Princess, que implicaba caer
en picado al suelo, no era mejor.

Una elección se enfrentó en Aria; dejar que su poderosa águila


derribara al enemigo en el cielo o salvar a un estúpido perrito molesto.

Las cosas que hago por el hombre que me importa.

Se dejó caer en picado, sus alas plegadas contra su cuerpo.


Aerodinámicamente, recorrió el cielo como una flecha, lanzándose tras la
pequeña forma peluda. Al acercarse al punto de no retorno en su
inmersión, extendió las garras. El gancho de su garra atrapó el collar que
llevaba Princess, y se retiró de su caída suicida, atrapando las corrientes
de aire antes de que se estrellaran contra el suelo.

Del monstruo lagarto, no había ninguna señal. Se había escapado.

Por ahora.

Cuando cayó al suelo, cambió hasta que se levantó en su propio


cuerpo. Un cuerpo que fue aplastado contra otro desnudo mientras un
feliz Constantine la abrazaba.

—Estoy tan contento de que estés a salvo.

—¿Estás hablando de mí o de tu perro? —preguntó contra su pecho


desnudo, el peludo cuerpo de Princess aplastado entre ellos.

—¿Tengo que responder?

Ella resopló.

—Probablemente es mejor si no lo haces.

Yip. Princess estuvo de acuerdo.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Cuando la soltó, ella echó un vistazo.

—Veo que te encargaste de Merrill, ¿pero qué le pasó a Ace?

—¿Quién?

—El otro tipo lagarto. El que me ayudó a escapar. Estaba aquí


cuando me fui en el bote.

Constantine se encogió de hombros.

—Ni idea. Cuando salí a la colina, solo Merrill estaba aquí. El


imbécil pensó que era duro.

—¿Le probaste que estaba equivocado?

—Probé que un abrazo es más poderoso que el puño. —Sonrió.

El suelo bajo sus pies retumbó, lo suficiente como para que ella
extendiera la mano y se estabilizara usando su pecho duro como una
roca. Un grueso brazo se enrolló alrededor de su cintura.

—¿Qué fue eso? —preguntó ella.

Humo salía por la puerta que conducía de vuelta a la instalación


secreta.

—Creo que alguien acaba de limpiar algunos cabos sueltos.

—Entonces, ¿cómo salimos de aquí? —Mientras él miraba al


pantano, ella gimió—. Oh, demonios, no. No voy a volver a meterme ahí.

Por suerte, no tenía que hacerlo. Su águila era ahora suya para
volver a llamarla de nuevo.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Con la noche cubriendo Bitten Point, con suerte nadie notó que el
águila rozaba el pantano, vigilando de cerca a una serpiente, que llevaba
un perrito como sombrero.

Aterrizando en el patio detrás de su casa, ella retrocedió y jadeó.

—Constantine. Tu pobre casa. —Miró el daño y no pudo evitar que


la culpa la llenara.

—Me importa un carajo la casa. Princess y tú estáis a salvo. Eso es


lo que importa —dijo justo cuando su madre, su hermano y su cuñada,
su hijo y un montón de personas que entraban en el patio desde la casa,
todos exigiendo respuestas y, tras unos momentos de mejillas rojas,
ofreciéndoles unas batas.

La parte más asombrosa de esa noche en el patio no fue el hecho


de que encendieran una hoguera y asaran perritos calientes y
malvaviscos sobre ella, o el hecho de que nadie pensara que era extraño
que Constantine la tuviera posada en su regazo, con Princess posada en
el de ella. La parte más extraña era cómo todos actuaban como si ella
perteneciera allí.

Aquí. Con él.

Y el impulso de volar, de buscar nuevos cielos, de flotar sobre


nuevos vientos, no golpeó.

¿Puedo hacer una vida aquí, con él? Y qué había de una pregunta
mejor, ¿Constantine quería que se quedara?

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

Capítulo Veintiséis
Pareció que tardó una eternidad antes de que todos se fueran. Era
un hombre que le encantaba que a sus amigos y familiares les importara,
pero, maldita sea, ahora mismo a Constantine le importaban cosas más
importantes, como quitar esta túnica de Aria, bañar cada centímetro de
su cuerpo y luego revisarla para asegurarse de que había salido ilesa de
su terrible experiencia.

La casa con sus restos no podía protegerlos durante la noche, así


que Caleb le prestó algo de dinero y los dejó a él y a Aria en un motel
dirigido por Cambiaformas, por lo que no se les hizo ninguna pregunta
sobre su falta de ropa normal.

Una vez que la puerta de la habitación del motel se cerró,


Constantine se volvió hacia Aria con una sonrisa.

—Por fin. Te tengo a solas.

Yip.

Aria se rió.

—Mejor explícaselo a tu perro.

Pero Princess no necesitaba una explicación. Con una mirada de


disgusto, su perro saltó a un sillón y se enroscó en una pelota.

Pobre bebé celoso. Ella llegaría a aceptarlo. Eso esperaba él.

—Hora de ducharse —anunció.

Ella arqueó su frente.

—¿Es esa tu manera de desnudarme de nuevo?

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Sí.

—¿Por qué no lo dijiste? —Se rió, pero también dejó caer la bata al
suelo y se dirigió hacia el baño de azulejos blancos. La mocosa incluso se
inclinó para abrir el grifo.

Era suficiente para estrangular a un hombre.

Abrázala.

Buena idea. La envolvió en sus brazos, abrazándola con fuerza,


cerrando los ojos mientras finalmente se relajaba lo suficiente como para
darse cuenta de que ella estaba a salvo.

—Me estás aplastando —dijo ella cuando finalmente se dio cuenta


de que no la estaba soltando.

—Acostúmbrate —replicó mientras tiraba de ella para que


estuviera frente a él.

—Te gusta abrazar, ¿verdad?

No pudo evitar sonreír.

—Solo un poco.

—Estoy bien con eso. —Sus brazos lo envolvieron y apretaron con


la misma fuerza.

Perfecto. Sin embargo, sus cuerpos estrechamente entrelazados


significaba que él no podía mirarla. Y él real, realmente quería echar un
vistazo.

Levantándola, se metió en la ducha. Solo entonces soltó su agarre


sobre ella.

Serie Bitten Point 03 237


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Con una sonrisa seductora, ella se recostó contra la pared de


azulejos.

—Así que, con toda la emoción, no sé si te di las gracias por venir


a rescatarme.

Los ojos de él rastrearon el dedo que trazaba una línea entre sus
pechos y luego se sumergió más abajo.

—Si me preguntas, estabas haciendo un muy buen trabajo


salvándote a ti misma.

—Supongo que sí, pero a una chica le gusta saber que puede
confiar en su hombre. —Se detuvo, y lo miró, una tímida sonrisa
curvando sus labios—. Y creo que esta chica debería agradecérselo al
ángel que la salvó.

—No hay necesidad de agradecer. Haría cualquier cosa por ti. —


Nunca había dicho una verdad tan grande.

—¿En serio? ¿Harías cualquier cosa? Entonces, lávame, ¿quieres?,


porque estoy harta de oler como un pantano. —Arrugó la nariz, y él se
rió.

—Tus deseos son órdenes.

El jabón estaba colocado en el plato que estaba en un nicho en la


pared de azulejos. Hizo un rápido trabajo con su envoltura. El olor a
limón llenó la ducha mientras se enjabonaba las manos. Frotó esas
palmas jabonosas sobre sus pechos, los ahuecó y observó con hambre
cómo esas bayas se arrugaban, rogando por un bocado. No vio ninguna
razón para esperar. Bajó la cara y la rozó contra un nudo erecto, lamió,
escupió y se enjuagó la boca.

—¿Demasiado limpio? —bromeó ella.

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Eve Langlais El abrazo de la pitón

—Eres malvada por burlarte de un hombre que sufre —murmuró.

—¿Qué vas a hacer al respecto?

Pues burlarse de ella de vuelta, por supuesto.

Ella inhaló bruscamente cuando él se sumergió para tomar otro


sabor. Un mordisco. Su espalda se arqueó, y ella empujó sus pechos
hacia él, rogándole que hiciera algo más que golpear su lengua. Ignoró su
invitación y pasó más tiempo dando vueltas alrededor de la punta erecta.

Unos dedos se arrastraron a través de su cabello, tirando de él,


tratando de forzar su boca para que tomara su pezón hinchado. Como si
ella tuviera fuerzas para obligarlo a hacer cualquier cosa.

—Muérdelos —suplicó ella.

—¿Dándome órdenes? —Caliente, pero no lo que él había planeado.


Se puso de pie, forzando sus manos para que soltaran su agarre. Antes
de que pudiera elegir un nuevo lugar, las apretó en un puño de hierro y
las empujó sobre la cabeza de Aria.

Ella se arqueó, empujando su cuerpo hacia él, el agua tibia


corriendo por su cuerpo.

Con su mano libre, recogió la pastilla de jabón.

—No creo que haya terminado con esto. —Con el resbaladizo jabón
en su mano, presionó contra su montículo, frotando contra sus suaves
rizos. Un escalofrío la atravesó.

Podía entender cómo se sentía ella. Todo su cuerpo zumbaba,


vibraba como si estuviera lleno de electricidad. Un cable con corriente
esperando para disparar.

Serie Bitten Point 03 239


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Su jabonosa mano se deslizó entre sus muslos separados, rozando


los pétalos de su sexo. Ella jadeó, y su cuerpo se puso tenso, la
anticipación pesada entre ellos.

Con sus manos todavía apoyadas sobre su cabeza, él siguió


frotando contra el núcleo de ella mientras bajaba la cabeza para probar
de nuevo esos pezones.

Ella gritó. Se sacudió. Pero lo más dulce de todo, gimió.

La necesidad quemaba dentro de él. La excitación lo tenía


dolorosamente erecto.

—No creo que pueda esperar más.

—Entonces no lo hagas —contestó ella.

Soltando sus manos, la agarró por la cintura y la levantó, lo


suficientemente alto como para que las piernas de ella le rodearan la
cintura. Sus brazos envolviéndose libremente alrededor de su cuello.
Miró entre sus cuerpos, admirando el deslizamiento de su piel. La punta
de él rozó sus húmedos rizos. Al inclinar sus caderas, la cabeza de su
polla presionó contra su sexo.

Ella contuvo el aliento mientras él empujaba hacia dentro, viendo


cómo su eje se deslizaba en su resbaladizo calor. Más profundo. Más
profundo. Completamente asentado dentro.

Y su canal lo apretó y lo abrazó tan deliciosamente fuerte.

Con un grito de placer, se retiró y luego volvió a entrar. Fuera.


Dentro. Sus piernas se apretaban alrededor de las suyas, sosteniéndolo
cerca, enterrándolo dentro de su cálido calor.

Serie Bitten Point 03 240


Eve Langlais El abrazo de la pitón

No pudo evitar dejar caer la cabeza de modo que su frente


presionara la de ella. Los suaves jadeos de su aliento revoloteaban sobre
su piel mientras él se balanceaba dentro y fuera de ella.

Las afiladas uñas en sus hombros no eran más que un pellizco y


significaban que ella había alcanzado la cúspide. Empujó
profundamente, por última vez, muy profundamente dentro de ella, y
luego echó la cabeza hacia atrás y siseó.

Siseó mientras su canal lo abrazaba con fuerza.

Chupando en una entrecortada respiración mientras su sexo


ondulaba alrededor de él.

La mantuvo cerca sabiendo que nunca, nunca la dejaría ir.

Nuessstra.

Serie Bitten Point 03 241


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Epílogo
Acurrucada contra él más tarde en la cama del motel, Aria no pudo
evitar pensar que, a pesar de todo lo que había pasado, nunca se había
sentido más feliz o más a gusto.

Suspiró de alegría, tan completamente feliz… hasta que el perro le


clavó una fría y húmeda nariz contra su columna vertebral.

Con un grito, se sentó erguida.

—Tu perra me odia.

—Ámame a mí, ama a mi perro. —Rodando sobre su espalda, con


las manos entrelazadas detrás de su cabeza, Constantine sonrió con
suficiencia.

Ella miró a Princess. Princess le devolvió la mirada. Y entonces lo


vio, el brillo de travesura en los ojos del perro. El ligero rizo de un labio.

—Tu perra es astuta.

—Sí.

—Feroz.

—Sí.

—Es linda, si no te importa el hecho de que te pueda arrancar los


tendones del tobillo.

—Ves, sabía que ella crecería en ti.

Serie Bitten Point 03 242


Eve Langlais El abrazo de la pitón

—No creas que eso significa que voy a comprar una de esas
estúpidas camisetas de chihuahua. —Había visto parte de su colección.
Fue lo suficiente para hacerla querer emigrar.

—Tengo una idea mejor para un par de ellas. Diseño personalizado,


debo añadir. La tuya dirá: Oigo una voz y no le gustas.

—¿Y la tuya?

—La mía dirá: A mí tampoco.

Ella rió mientras rodaba sobre él.

—Me gusta, pero siento que debería agregar que a la voz en mi


cabeza le gustas.

—¿Qué hay de a la mujer?

—A ella también le gustas —murmuró, frotando su nariz contra la


de él.

—Eso es bueno, porque tú también me gustas a mí.

Y el momento podría haberse puesto realmente sentimental si


Princess no se hubiera tomado ese momento para tener una arcada desde
su lado de la cama.

Pero a Aria no le importó porque, en el abrazo de su pitón,


finalmente encontró lo que había estado buscando: una familia. Un
hogar. Un malcriado perro para llamar suyos.

*****

Con el clic de una llave en la cerradura, Melanie se levantó del sofá.


Desde que recibió la llamada sobre el incendio en Bittech, se preguntó:
¿Estaba Andrew ahí cuando estallaron las bombas?

Serie Bitten Point 03 243


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Al menos pensaron que fueron explosivos. ¿De qué otra manera se


podría explicar el boom y el masivo estruendo? La destrucción total de
un edificio hecho para resistir huracanes.

¿Está mi marido vivo o muerto? Y lo que era más interesante, ¿había


participado en la destrucción? Una vez, ella podría no haber reclamado
nada, no a su benigno marido. Pero ahora que los rumores de que Bittech
tenía una instalación subterránea experimental eran ciertos, se dio
cuenta de que no conocía al hombre con el que había estado durmiendo
durante años.

La puerta de color rojo brillante, que había pintado para hacerla


destacar de las demás en el vecindario de cajas de galletas32, se abrió de
golpe, y a través de ella pasó Andrew.

Su marido.

El traidor.

Cuando su mejor amiga, Renny, la llamó con las noticias sobre


Bittech, no solo sobre su destrucción, sino sobre lo que se había
descubierto antes de que explotara, no quiso creerlo. Creerlo significaba
reevaluar toda su vida desde la secundaria. Significaba admitir que había
cometido un error colosal al casarse con Andrew.

Andrew entró como si todavía tuviera derecho. Infiernos, no.

Ella levantó el arma en su dirección.

—No des ni un paso más.

Él apenas le echó un vistazo. Nunca le dio nada, ni su atención, ni


su amor. Definitivamente nunca le prestó su bonito y brillante BMW. Se

32 Urbanización de casas todas iguales

Serie Bitten Point 03 244


Eve Langlais El abrazo de la pitón

quedó atascada con la práctica minifurgoneta. Disfrutó de su mezquina


venganza enviando a los niños con su papá en su lindo coche, con
granizados.

Tirando sus llaves en la mesa auxiliar, Andrew dejó caer su


maletín. Todavía tenía que mirarla a ella o al arma que apuntaba.

—Dije que no te muevas. O, mejor aún, vete.

Eso finalmente llamó su atención. El traidor levantó la vista y ni


siquiera se molestó en ocultar su desdén.

—¿O qué vas a hacer, Melanie? Dispararme. Ambos sabemos que


no tienes agallas. Así que deja de hacerme perder el tiempo y haz la
maleta. Rápido, ahora. Despierta a los niños, también, si tienes la
intención de traerlos. Nos vamos de aquí tan pronto como llegue nuestro
transporte.

—No voy a ir a ninguna parte contigo.

—Lo siento, ¿dije que tenías elección? —La mano de Andrew salió
disparada y agarró la muñeca del arma. Poseía una fuerza mayor, y
robusta de lo que ella le había acreditado. La contuvo con facilidad.

—Imbécil. Suéltame. No voy contigo.

Lo golpeó con su mano libre, pero el hombre que creía conocer, el


que no soportaba ver la sangre, el que ni siquiera aplastaba una araña,
se mantuvo firme. La sostuvo firmemente. Con su mano libre, la abofeteó.

Su cabeza se balanceó hacia un lado, y probó la sangre cuando el


borde de sus dientes le cortó el labio.

—No le pegues. —El bajo gruñido vino desde detrás de Andrew.

Serie Bitten Point 03 245


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Por lo general, encontrarse con Wes la hacía sentirse muy


incómoda, ya que todo el asunto de su exnovio era una gran parte de ello.
No esta vez. Nunca había estado más feliz de verlo.

A pesar de su palpitante mejilla, todavía le mostró una sonrisa


triunfal a Andrew.

—Sí, Andrew. No me pegues.

—Te metes en cosas que no son de tu incumbencia, caimán —ladró


Andrew sobre su hombro cuando Wes llenó el espacio de la puerta
abierta.

—Los hombres no golpean a las mujeres.

—Y los empleados no hablan a sí con sus jefes. Así que cuida tu


puesto, caimán, o ya no tendrás ese cómodo trabajo. Te llamé aquí para
que me ayudes, no para que me hablaras.

—¿Ayudarte? —Ella pronunció las palabras a través de unos labios


congelados.

Esperó a que Wes refutara las palabras de Andrew. Que abofeteara


a su bastardo marido en la cabeza. En vez de ello, Wes apretó los labios
juntos.

Él no está aquí para salvarme. La comprensión dolió más de lo que


debería.

—¿Cómo pudiste? —susurró ella.

Le dijo lo mismo que cuando rompieron y ella gritó: “¿por qué?”

—Porque sí.

Serie Bitten Point 03 246


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Pero Melanie ya no era una adolescente, y mientras golpeaba a


Andrew con su pie, forzándolo a soltar su mano que empuñaba la pistola,
ella le respondió:

—Porque sí no es una respuesta.

Tampoco lo fue disparar primero, su marido o su exnovio.

Bang. Bang. Pero seguro que se sintió muy bien.

Fin

Serie Bitten Point 03 247


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Staff
Soñadora: Mdf30y
Cazadora: Pily1
Diseño: Lelu y laavic
Lectura Final: Laavic

Serie Bitten Point 03 248


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Serie Kodiak Point


01 – El reclamo del Kodiak
Él podría gruñir, pero ella no tenia miedo de morder.
Cuando Hands asume el completo cuidado de su clan lo
último que este oso Kodiak necesita es una mujer asomando
su pequeña y linda nariz en sus asuntos. Pero cuando ella
se niega a dar marcha atrás, y muestra el coraje para
enfrentarle él no puede resistirse al encanto de una chica de
ciudad con curvas.
Ella es mía. Toda mía.
Y cuando un clan rival piensa utilizarla para forzar su pata,
va a mostrarles por qué nunca deben enojar a un Kodiak, o
amenazar lo que es suyo.
Tammy está convencida de que todos los hombres son
escoria, incluso los más hermosas como Reid Carver. Ella
sabe que está escondiendo algo. Algo grande. Simplemente
nunca espero que un oso verdadero se escondiera debajo de
todos esos músculos deliciosos. Pero cuando la verdad sale
y trata de asustarla con un rugido le muestra que no sólo los osos pueden dar
un bocado.

02 – Sobrepasado por el amor


¡No te metas con su zorra!
Un testarudo alce no tiene ninguna oportunidad cuando una
zorra decide convertirle en su compañero.
Boris se fue para defender a su país cuando todavía era un
chico. Volvió como un hombre cambiado. Un hombre
dañado.
Pero Jan todavía le quiere.
Siendo un hombre de pocas palabras, Boris tiene una
manera firme de decir No, pero su determinada fierecilla sabe
que él es su compañero. A pesar de unas insinuaciones
menos que sutiles, Jan no ha tenido mucho éxito en
conseguir que su testarudo alce la note, pero todo cambia
cuando su vida es puesta en peligro.
De repente el soldado dañado no deja de encontrar excusas
para ir a salvarla, pero por lo que respecta a Jan, es su
compañero el que necesita que le salven.
Harán falta unas pocas maniobras sutiles para conseguir
que su alce admita que la ama, pero esta astuta fierecilla está más que
preparada para el desafío. Y si eso no funciona, mamá se ha ofrecido a dejarle
la pistola que usó para su propio compromiso.
Bienvenidos a Kodiak Point, donde la vida salvaje puede que lleve ropa, pero es
el instinto animal el que gobierna el corazón

Serie Bitten Point 03 249


Eve Langlais El abrazo de la pitón

03 – Polar descubierto
¿Qué puede hacer un oso cuando un humano tiene un
efecto polarizante?
Cuando Vicky se desliza accidentalmente al lado de un
oso polar, no espera enamorarse. Ser comida sí, tal vez
utilizada como un juguete, pero ¿convertirse en el objeto
del afecto y el deseo de un oso?
¡Loco! Casi tan loco como el hecho de que el oso polar
resulta ser un hombre. Un hombre atractivo. Un hombre
que gruñe, ruge y hace todo lo posible para alejarla.
Solo para regresar.
Gene tiene una sola cosa en su mente, venganza, hasta
que Vicky se estrella contra su vida.
Después del dolor y la traición que sufrió en la guerra, lo
único que quiere es venganza contra los hermanos que lo
dejaron. Pero está confundido cuando, en lugar de querer
castigarlo por sus malos actos, le ofrecen perdón.
Como si esto fuera poco molesto, la friki más hermosa que jamás ha conocido,
con la piel besada por el caramelo cubriendo una exuberante figura redondeada
y que lleva las gafas de montura negra más sexys, no le deja solo. O más bien,
parece que no puede dejar de seguirla. Y no es solo porque alguien quiere
hacerle daño.
Él la quiere. ¿Pero la quiere más que a la venganza?.

3,5 – El regalo del caribú


Maldita sea, un hombre tiene su orgullo y un caribú una
cierta presencia majestuosa, todo lo cual podría terminar
arruinado si se humillaba interpretando a un simple reno
en el desfile navideño del pueblo.
De ninguna manera llevaría el maldito oropel en sus
astas.
Como el demonio iba a estar luciendo una nariz roja y
tirando de un trineo.
Pero cambia de opinión cuando se encuentra con la
mujer a cargo del evento.
La madre soltera, Crystal, está haciendo todo lo posible
para ofrecerle a su hija la mejor Navidad de todas. Es la
primera que pasan en Kodiak Point, y no va a dejar que
un idiota vanidoso se la arruine a su pequeña.
Si jugar sucio es lo que se necesita… entonces trae los
juegos de Navidad.
Cuando Crystal y Kyle se golpean la cabeza, y los labios, descubren más que
buena voluntad en esa fiesta navideña. Les han regalado una segunda
oportunidad para el amor.

Serie Bitten Point 03 250


Eve Langlais El abrazo de la pitón

04 – La captura del lobo


Ella podría pensar que había capturado al lobo, pero al
final, él obtendrá su corazón.
Brody es un soldado que echa de menos la excitación de
los militares y sus misiones. Se retiró para trabajar como
beta del clan de Kodiak Point... hablando de
aburrimiento... hasta que es capturado por el enemigo.
¿Él, un prisionero?
No por mucho tiempo. Este lobo hará lo que sea para
escapar, incluso si eso implica la seducción.
Primer paso para planear su fuga: fingir interés por una
mujer.
Pero Layla no es una mujer cualquiera. Es especial. No
es una humana. No es una Cambiaformas. No sabe lo que
es aparte de suya.
Prisionera desde hace años, Layla no está segura de qué
pensar del enemigo que comparte celda con ella. Él le
promete esperanza, pero eso implicaría confianza. A pesar de sus dudas, no
puede evitar sentirse atraída por él. Inaceptable, lo que significa que hace todo
lo posible para volverlo loco.
Trabajando juntos, ¿pueden escapar de las garras del enemigo?
¿Y se atreverán a enamorarse?

05 – Amor grizzly
Su madre lo habría golpeado hasta casi matarlo si
hubiera sabido que Travis estaba loco por la médico del
pueblo, pero no pudo evitarlo.
La doctora Jess, una pelirroja algunos años mayor que él,
es su alma gemela. Su grizzly lo sabe. Él lo sabe. Sospecha
que ella también lo hace. Pero él tiene un dilema que se
interpone en su camino.
Su marido. Hablando de inconvenientes.
Menos mal que Travis es tenaz. Incluso si tiene que viajar
a través de un océano, soportar temperaturas
abrasadoras, subsistir con comida de mierda y sobrevivir
a los atentados contra su vida, no se rendirá hasta que
gane su corazón. O muera en el intento.
Jess cometió un error. Se casó demasiado joven, con el
hombre equivocado. El problema es que los halcones son
compañeros de por vida, y el asesinato va contra la ley.
Para agregar más insulto a la situación, su pareja ni siquiera intenta ser un
marido. Parece que no está interesado en mantener sus votos, ni está llegando
a casa en un futuro cercano, así que cuando surge la oportunidad de
enfrentarlo, ella la toma. Sin embargo, enfrentarse a él no cambiará nada.
Freddie no la quiere… pero Travis, sí. Y, oh, cómo lo quiere ella también. Quiere,
y sin embargo no puede tenerlo.
Sin embargo, sus problemas matrimoniales no son el único problema. La
persecución del infame ser que está detrás de los ataques a su ciudad está
siendo saboteada por la traición. Cuando Jess y Travis apenas sobreviven a una
emboscada, ya no puede negar su amor por el pícaro oso. Pero, ¿sobrevivirán el
tiempo suficiente para que ella rectifique el error y lo tome como su compañero?

Serie Bitten Point 03 251


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Serie Bitten Point


01 – El regreso del cocodrilo
Bienvenido a Bitten Point, donde el pantano no solo
guarda sus secretos, a veces se los come.
Toma un mordisco mortal, y bam, la vida de un hombre
cambia para siempre, o así lo descubre Caleb cuando
una pérdida de control lo lleva a unirse al ejército y a
dejar todo atrás. Ahora que ha vuelto, hacer las paces es
más difícil de lo esperado.
A su ex-novia, Renny, no le interesan las excusas. Caleb
pudo haber regresado, pero su plan es mantenerlo a
distancia. Solo que ella no puede. Su hijo merece la
oportunidad de conocer a su padre, pero eso no significa
que Renny esté dejando que Caleb vuelva a su corazón.
Ahora, si tan solo su corazón cooperara...
Las cosas se ponen peligrosas cuando un ser misterioso
comienza a acechar a los residentes de Bitten Point.
Cuando el monstruo amenaza a su hijo, Caleb sabe que
e s hora de liberar a su oscura bestia interior para que pueda enfrentar el peligro
y sacar un mordisco de la vida.
Volver a casa no siempre resuelve las cosas… pero
prepara el camino para las segundas oportunidades.

02 – El reclamo de la pantera
Ligar con la mujer equivocada hace que Daryl recobre
el conocimiento en un motel atado a una silla. Las cosas
estaban mejorando, y no solo por debajo del cinturón.
Una sexy veterinaria, con cutis color cacao y unas
curvas asesinas, quiere respuestas, y él está muy feliz
de dárselas a cambio de un precio, digamos un beso, o
algo más, de esos deliciosos labios.
El problema es qu e Cynthia no es del tipo de las que se
enamora de las palabras coquetas y de sonrisas. Tienta
a Daryl para que la ayude. Se burla de él para que
actúe. Reclama su corazón sin siquiera intentarlo.
Pero eso estuvo bien porque… Ella es mía… y alguien
estaba tratando de lastimarla.
Infiernos, no.
Este gatito no tiene miedo a sacar sus garras y rescatar a la mujer que quiere.
¿Una mujer intrigante, sexy, misteriosa y peligrosa? Suena divertido, y Daryl
está listo para jugar. Hará cualquier cosa para reclamar a Cynthia como su
compañera.

Serie Bitten Point 03 252


Eve Langlais El abrazo de la pitón

03 – El abrazo de la pitón
Bienvenidos a Bitten Point, donde los insectos del
pantano son de tamaño nuclear y a los residentes les
gusta morder.
No te burles del perro de Constantine. Princess puede
pesar solo menos de tres kilos, pero es fuerte, así que
cuídate los tobillos. Te lo advierto, si no le gustas,
entonces a Constantine tampoco lo harás.
Excepto que a él le gusta Aria, aunque Princess
preferiría enterrarla en un agujero.
¿Podría ser porque Aria tiene secretos? Muchos de ellos,
y todos tienen que ver con el peligro que acecha a Bitten
Point. Hay gente desaparecida, y algunos han aparecido
muertos. Los monstruos vagan, y no solo en el pantano
por la noche, sino también por las calles. En el corazón
del misterio está una mujer del tamaño de un bocado,
una mujer que Constantine quiere abrazar con fuerza en sus espirales y…
¿guardar para siempre?
Constantine, una serpiente de sangre fría, no puede evitar desear el calor de
Aria, pero, ¿puede mantenerla fuera del peligro de morir, el tiempo suficiente
para convertirla en su compañera?

Serie Bitten Point 03 253


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Próximamente

El desafío del caimán

Serie Bitten Point 03 254


Eve Langlais El abrazo de la pitón

Sobre la Autora
Eve Langlais nació en la Columbia Británica, pero al ser hija de militar,
ha vivido un poco por todas partes. Quebec, New Brunswick, Labrador,
Virginia (EE.UU.) y por último en Ontario. Su
familia y ella actualmente viven a las afueras de
Ottawa, la capital de su nación.
Eve es la primera persona en admitir que lleva
una vida monótona. Su idea de diversión es ir de
compras al Wal-Mart, le gustan los vídeojuegos,
cocinar y leer. Su inspiración es su marido, ya
que es un macho alfa total. Pero, a pesar de su
ocasional mal genio, lo quiere mucho. Eve dice
que tiene una imaginación retorcida y un
sarcástico sentido del humor, algo que le gusta
reflejar en sus libros.
Escribe romance a su manera. Le gustan los
fuertes machos alfa, con el pecho desnudo y los
hombres lobo. Un montón de hombres lobo. De
hecho, te darás cuenta que la mayoría de sus
historias giran en torno a grandes enormes
licántropos, sobreprotectores que sólo quieren
agradar a su mujer. También es muy parcial con los extranjeros, ya sabes
del tipo de secuestrar a su mujer y luego en coche hacen alguna locura...
de placer, por supuesto.
Sus heroínas, son de amplio espectro. Tiene algunas que son tímidas y
de voz suave, otras que patean a un hombre en las bolas y se ríen.
Muchas son gorditas, porque en su mundo, las chicas tienen unas curvas
¡de miedo! Ah y algunas de sus heroínas son pequeñitas y malas, pero en
su defensa, necesitan amor también.

Serie Bitten Point 03 255

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