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INMANUEL KANT
Los escritos de Kant suelen ser divididos en dos categorías: los precríticos y los
críticos. Dentro de los escritos precríticos destacan: Pensamientos sobre la
verdadera valoración de las fuerzas activas de 1746, Historia natural universal y
teoría del cielo de 1755 , De Igne (que fue su tesis del doctorado) de 1755, Los
terremotos de 1756, Sobre el optimismo de 1759, De mundi sensibilis atque
intelligibilis forma et principiis (aquel que le brindó la cátedra universitaria en
1770).
Para entender la real importancia que tiene Kant en la filosofía, es menester hacer
referencia al contexto en que se sitúa su pensamiento. Lo anteceden las corrientes
de pensamiento filosófico del racionalismo europeo del siglo XVII y el empirismo
británico del siglo XVIII. El primero señalaba la identidad entre las ideas emanadas
del intelecto y la realidad, y por lo mismo señalan la posibilidad de llegar a
demostrar la existencia de Dios desde una actividad meramente intelectual. Por su
parte, el segundo señala que el conocimiento humano tiene como fuente la
experiencia, por lo que descarta todo el sistema racional construido, incluyendo los
principios que este había elaborado. Kant, sin embargo, da un paso más y
construye un sistema propio.
Cabe destacar dentro de sus escritos que expresan dicho intento, la Historia
natural universal y teoría del cielo de 1755 tiene especial importancia, toda vez
que atribuye como causa física originaria del universo una nebulosa, dando al
mismo tiempo por supuesto la obra creadora anterior de Dios. En el mismo rumbo
sigue con Principiorum primorum cognitionis metaphysicae nova delucidatio, en la
cual expresa ciertos principios aplicables a la metafísica al más puro estilo de
ciencia. De esta forma y hasta 1769, va a realizar intentos por extrapolar ciertos
aspectos de las ciencias particulares a la metafísica, sin perjuicio de que en
paralelo, de forma inconsciente y muy preliminarmente va realizando ciertos
diagnósticos acerca de los fundamentos de la metafísica.
En el sentido anterior, Kant señala que hay que distinguir entre el conocimiento
sensible y el conocimiento inteligible. El conocimiento sensible es aquel que se
obtiene a través de los sentidos y el objeto del conocimiento aquí llega
directamente al sujeto receptor, de manera pasiva. Por su parte, el conocimiento
inteligible es aquel que mediante el uso de las facultades intelectivas se
representan cosas que no pueden ser obtenidas por los sentidos, aquí el objeto es
pasivo frente al sujeto, actuando este último como principio activo en la relación.
1
Inmanuel Kant, Crítica de la razón práctica, p. 78
conozco. Entonces, nunca vamos a tener acceso al noúmeno, más sí al
fenómeno.
Es en razón de lo anterior que Kant en su crítica de la razón pura deduce que las
dudas acerca de la existencia de Dios, no pueden demostrarse y por lo mismo, no
son válidas, puesto que estaríamos utilizando las categorías del intelecto a
realidades que trascienden la experiencia, por lo que no podemos afirmar la
existencia de algo que no puede ser fenómeno para nosotros.
En cuanto a la existencia de Dios, esta se asume por la siguiente vía: para Kant el
sumo bien es la combinación entre virtud y felicidad, pero la virtud no produce la
felicidad sino solo la susceptibilidad de ser digno de poseerla. Sin embargo
resultaría absurdo ser digno de una felicidad sin poder obtenerla. Por lo mismo, se
plantea la existencia de un Dios que entrega aquella felicidad acorde a la virtud
que entregó la dignidad de ser poseedor de la misma.
Entonces, vemos que el rol definitivo y último que tiene Inmanuel Kant en el
proceso de secularización, se encuentra en que la creencia de Dios la alcanza ya
no por la vía de un conocimiento científico, sino que la funda en presupuestos
prácticos, tales como la felicidad y la moralidad.
2
Georg Hegel., Fenomenología, p. 461
3
Catalina González, Secularización e infinito en Pascal y Kant, p. 314
Entonces, si bien no se persigue una cancelación absoluta de la religión, sí se
pretende una superación de la misma en el sentido que era entendida hasta aquel
entonces. Así es como el pensamiento de Kant da un pequeño paso hacia la
secularización de la sociedad, encontrando como fuente de conocimiento científico
la razón y como medida de la moralidad de los actos, los imperativos categóricos,
ya no presentes en la tradición y costumbre que venía dada por la religión, sino
por la naturaleza humana. Así, ciertos ámbitos que antes eran entregados a la
religión, ahora se entregan a la razón.