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Isidoro Vegh
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LOS DISCURSOS Y LA CURA
no podemos hablar del partido que jugó Argentina, ¿qué les pare
ce? ¿Cómo se sienten con el triunfo de Argentina?, ¿están con
tentas? El triunfo les produce alegría. ¿Por qué? Todos estamos
felices, pero si estamos entre psicoanalistas uno puede hacer es
tas preguntas insolentes.
-Porque soy Argentina.
Es una buena respuesta, pero puedo duplicar la pregunta: ¿Qué
es ser argentina?
Si la sacamos de una cristalización burocrática ¿qué quiere de
cir ser argentino? No es tan fácil de responder. Piensen al revés,
en un hombre de un país llamado Yugoslavia, como en la película
Underground, que de pronto, su país, se disuelve. Nos quedamos
sin Argentina, no podemos cantar más el Himno o La Marcha de
San Lorenzo. A mí me pasa cuando voy al colegio de mis hijos,
cantan el Himno o La Marcha de San Lorenzo, me emociono, a
veces hasta las lágrimas, uno puede preguntarse: ¿por qué? Nos
debe afectar en algún lugar importante de nuestra estructura, en
ese enhebrado fino que nos constituye. Fue Freud el que nos ense
ñó a reflexionar sobre cosas aparentemente banales, fue él quien
dijo que cuando queremos decir una palabra y nos sale otra no es
cualquiera, parece una tontería pero en ella se encuentra la ver
dad. Recuerdan el olvido de nombre propio Signorelli, resultó que
asociando, llegaba a sexo y muerte. Si siguiera indagando, no voy
a seguir con eso ahora, tocaríamos puntos clave de lo que es la
filiación, que determina gustos, distribuciones del goce. Uno pue
de, puesto en posición psicoanalítica, situarse con preguntas allí
donde normalmente la gente vive y nosotros también; cuando es
tamos en medio del obelisco no nos vamos a hacer estas pregun
tas, pero este espacio es oportuno para formularlas.
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es precisamente porque no está ahí en absoluto por sí mismo,
es ahí donde estaba el plus de goce, el gozar del otro a donde yo,
en tanto profiero el acto psicoanalítico, debo llegar” 3. Con esto
quiero decir que el analista no está desde el inicio en ese lugar, a
eso debe llegar, la dialéctica de la cura si todo avanza acorde al
fin que la cura se propone, permitirá que el analista se sitúe en
ese lugar.
Otra cita del mismo seminario. Hay que leer a Lacan con mucha
atención sino es fácil deslizar el error. Dice en la página 45 del
capítulo que se tituló Saber medio del goce : “la posición del psi
coanalista, llevó a articularla de la siguiente forma, digo que
sustancialmente esta hecha del objeto a”. ¿Cuál es el sapo que
podríamos tragarnos si no conociéramos a Lacan? No dijo única
mente del objeto a 4, dijo sustancialmente que no es lo mismo, no
son sinónimos, si la juntamos con la otra frase que les dije: “qiie
a ese lugar del a, yo que profiero el acto analítico, debo llegar”,
esta claro que antes estoy en otros lugares.
Tercera y última cita, del seminario Encoré, donde Lacan da
la fórmula última de los cuatro discursos, la que va a quedar cómo
stándar en la parroquia psicoanalítica. En la página 20 dice: “y
bien yo diré ahora que de este discurso psicoanalítico hay siem
pre alguna emergencia en cada pasaje de un discurso a otro” L Lo
que concierne al discurso psicoanalítico no queda reducido a lo
que escribimos como el discurso del analista, sino que en cada
cambio de discurso emerge este discurso que al final de un análi
sis tomará la dominancia. Pero ahí debo llegar:
Si partimos de estos conceptos vamos a ver cómo podría ser
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distinto del que estaba como presencia, como cuota de goce, cuan
do el sujeto reclamaba: quiero ser mirado, quiero escuchar su
voz, deme la teta. Cuando un analista está dominado por su pro
pia estructura fóbica tiende a racionalizar, para eludirlo, este tiem
po y lo racionaliza alegando por el tiempo que sigue que es el de
pérdida de goce, el encuentro de un vacío. Pero esto es un resul
tado y para lograrlo, para llegar al tiempo donde el analizante
diga, “le agradezco todo lo que hemos hecho juntos, ya no preci
so ni de su voz, ni de su mirada, ni de su teta”, primero hay que
pasar por la mirada, la voz, la teta, que el analista sostiene como
semblante, objeto a como presencia. Sino son esos análisis en '
que el analizante puede contar todo de la mamá, el papá, el her- ■'
manito, pero no cambia nada, todo sigue igual, es una pura
intelectualización.
En este tiempo final, este lugar, el del objeto, se constituye .
como un lugar de pérdida, es su destino final, el analista aceptan
do que él no era más que el representante de la representación del
objeto pulsional. No era más que el producto de un artificio que .
es el dispositivo del análisis. Acá otra vez vuelve a aparecer lo
imposible, pero esta vez arriba de la barra, no es algo que hay qué
levantar. Lo imposible no es lo inexistente, o lo irrealizable, es lo : -
real, lo que no puede ser cubierto ni por la palabra ni por la ima
gen. Es la relación que el objeto a, como pérdida de goce, implica
en la causación del sujeto como deseante. ¿Cuál es la condición
para emerger como ,un sujeto deseante, para desear algo, qué es
lo que primero debe suceder? Me tiene que faltar. Por eso en este
momento al objeto a en vez de llamarlo plus de goce lo vamos a
llamar objeto causa del deseo, el sujeto advierte cuál es la razón
de su deseo, cuál es su esencia. Su condición: el saber, el saber
inconciente, que se sitúa en el lugar de la verdad. Esto quiere
decir que se ha jugado bien no solo desde el enunciado, eso sería
una pura intelectualización, sino desde la enunciación. Cuando“
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Bibliografía
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