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EL ODIO, MADRE DE LA VIOLENCIA, UNA EXPLORACIÓN

DESDE LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Juan Lizárraga Tisnado


UPES-Mazatlán, marzo de 2015.
INTRODUCCIÓN

La violencia, tan presente en la sociedad de nuestro tiempo, posee diversas


manifestaciones en el edificio escolar, desde el acoso y las burlas de unos estudiantes a
otros, o de los maestros a los estudiantes, incluso viceversa (bullying), hasta la
autoagresividad manifiesta en el cutting y el ahogamiento. Puede ser psicológica, física,
estructural y simbólica; tiene su origen en distintos factores —sociales, económicos,
psicológicos, antropológicos— y se presenta en todos los ámbitos de la vida —en la
sociedad, el barrio, la familia, la escuela—, de ahí la existencia de los múltiples enfoques
que la estudian.
En este trabajo se parte de la suposición de que tal violencia y agresividad, social y
escolar, son causadas por el odio. Bajo esta premisa, se hace una exploración sobre la
violencia, centrada en el odio, desde la visión de la antropología filosófica, al que
considera como una pasión del espíritu concupiscible.
Visualizar la problemática con este enfoque se generó en el propósito de utilizar los
conocimientos adquiridos en el Diplomado Valores y Educación, impartido a algunos
docentes de la Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, Unidad Mazatlán, de
noviembre de 2013 a julio de 2014, por un grupo de expertos en el tema, encabezados
por el doctor Juan Carlos López Gracia y a iniciativa de la Secretaría de Educación
Pública y Cultura, como parte de las actividades que realiza dentro del programa En
Sinaloa se viven los valores (SIVIVA).
Es apenas un acercamiento al tema, una recreación alrededor de los apetitos sensitivos y
las pasiones, por lo que no hay ninguna pretensión de aportar un nuevo conocimiento
científico sobre el asunto. Otros autores han profundizado y siguen tratando con rigor la
problemática, como Marcos Manzanedo, Mauricio Beuchot, Luz García Alonso y Juan
Carlos López Gracia, en cuyos postulados está fundamentado este sencillo trabajo.
El tema preocupa y, por supuesto, es un buen pretexto para intentar aplicar los
conocimiento adquiridos en dicho diplomado, que forma parte del esfuerzo de SiViva para
formar en valores a los docentes de todos los niveles educativos y luego que ellos
intenten vivirlos con sus estudiantes.

ODIO, VIOLENCIA Y AGRESIVIDAD

Ódiame por piedad yo te lo pido


ódiame sin medida ni clemencia
odio quiero más que indiferencia
1
porque el rencor hiere menos que el olvido

1
Todos los epígrafes son del vals peruano "Ódiame", canción de Rafael Otero, parte del poema "El último
ruego" del poeta Federico Barreto.
El odio es la madre de la violencia y la agresividad, sean cuales fueran sus modalidades,
en la sociedad, en la familia y en la escuela. El odio es una pasión del apetito
concupiscible, es parte de la naturaleza humana, contraria al amor, esa otra pasión,
generadora principal de todas las pasiones.
Del amor al odio sólo hay un paso —reza el popular refrán, que suele ser cierto en
algunos casos—, sin embargo, hay que tenerlo presente: el odio es la pasión contraria al
amor y si el primero es causa y reflejo de la pérdida de valores, sólo a través del amor
como bien en sí mismo, será posible recuperarlos, vivirlos en la recta razón.
El odio ha acompañado al hombre desde su origen, con sus discordias y sus recelos,
aversiones, antipatías, hostilidades, rivalidades, destrucciones. Caín, el hijo de Eva, debió
odiar cordialmente a su hermano Abel para asesinarlo y si desacralizamos a la Biblia,
veremos que hasta el Creador odió:
"Maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu
pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida", dijo Jehová Dios a la
serpiente que engañó a Eva, quien hizo a Adán morder la manzana prohibida y la castigó
con esta sentencia: "Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor
darás a luz a tus hijos". He ahí, pues, visto el origen bíblico del odio.
Hay violencia en la explotación de los trabajadores en empresas privadas, violencia en el
robo que del gobierno, principalmente de funcionarios importantes, al pueblo en general;
hay violencia en la corrupción; hay también violencia en la arbitrariedad policiaca, en los
pistoleros del terrateniente o los gatilleros del narcotráfico, en la miseria, en la ignorancia
de los humildes, en la usura del comerciante, en los fraudes electorales, en los que
protestan, también. Hay violencia y agresividad en el sinaloense, en general, a pesar de
su hospitalidad.
Y no hay violencia sin odio. El odio mueve la mano de los guerrilleros que luchan por la
liberación de sus pueblos, triunfen o no; el odio movió la mano que atentó contra Reagan,
el Papa, Gandhi; el odio atizó a Hitler y a todos los participantes en la Segunda y la
Primera Guerra Mundial.
El odio, pues, y por ende la violencia, no es un simple accesorio en las cualidades del ser
humano ni algo fugaz en la naturaleza del hombre. La vida surge en medio de un grito
desgarrador en un ser que fue arrancado, desalojado del vientre materno entre el rojo
vivo de la sangre y los empujones que lo obligan a dejar el albergue apacible y tiene que
venir a este mundo en medio de ese grito de mujer, obligado por la tortura que produce la
asfixia por la falta de oxígeno. Nace violentamente y las frustraciones que van haciendo
declinar su vida y la llegada de la muerte, irremediable, le crean el instinto de la muerte,
aquella tendencia destructiva que se orienta sobre uno mismo en el deseo de regresar al
estado de reposo cosmológico del que se le desprendió, y hacia los demás de manera
secundaria. Lo primero alcanza tal grado que se llega al suicidio y lo segundo, también de
manera enfermiza, lleva a desear y propiciar la muerte de los demás.
Vivimos una actualidad de violencia masiva, de frustración masiva, de indiferencia masiva
hacia los demás, de ignorancia, de decadencia de los valores humanos, políticos,
sociales, en lo que tienen que ver algunos factores, principalmente económicos, pues si
serenamos el sentimiento y vemos el panorama de la tragedia humana, nos toparemos
con este recinto de desigualdades y de injusticias, cuyo origen de carácter histórico se
empeñan en negar quienes tienen el poder económico y los dueños del poder político en
México y en el mundo.
La agresividad es una cualidad normal del ser humano. Lo grave es si esta agresividad
es constructiva o destructiva. En caso de abandono o de sobreprotección, el joven
apelará invariablemente a la agresividad, en el primer caso como una respuesta
desesperada y en el segundo porque sentirá una sensación de fortaleza, intentará incluso
deshacerse de la sujeción de sus padres al descubrir que el papá no es el superhombre
que creía en la infancia; si hay indiferencia del padre, sentirá que es insignificante y
buscará de alguna manera compensar sus frustraciones emocionales, se impondrá sobre
el medio ambiente por caminos de odio, de destrucción.
¿Cómo o dónde manifiesta el joven su agresividad, a veces reprimida? Para vengarse de
los padres (puede ser por necesidad económica), se convertirá en un ladroncillo o
mentiroso, pues está condenado a vivir en la mediocridad y en la improductividad; se
afiliará a otros jóvenes, formarán la pandilla, la banda y tratarán así, mediante la
violencia, de imponerse a los demás, a los de la misma banda, incluso incluidos ya, a
temprana edad, por alguna droga.
En fin, el joven violento, pandillero, está falto de cariño, tiene muchas frustraciones
emocionales, es improductivo y mediocre y quiere imponerse ante todos con la
agresividad.
¿Hablar de violencia y agresividad es lo mismo? Suelen utilizarse como sinónimo, pero
no lo son. Describir ambos conceptos nos permitirá entender qué es la violencia.
Para las mujeres está muy claro que no es lo mismo hablar de violencia que de
agresividad y este punto de vista está expuesto en el siguiente cuadro, extraído del sitio
web del Instituto Nacional de las Mujeres (INM, s/f). (Ver Tabla 1).

Tabla 1: Diferencia entre violencia y agresión


Violencia Agresión
No es natural Se puede manifestar en una conducta de
defensa o escape
Es intencional Es una conducta de sobrevivencia
Es dirigida No es intencional
Va en aumento Puede o no causar daño
Se abusa del
poder
Fuente: Tomado de INM (s/f).

En la misma página se explica el cuadro. La violencia:

 No es natural. La hemos “aprendido” en la familia, la escuela, la calle, y también


en los medios de comunicación, como la televisión, la radio o en los periódicos.
 Es intencional. Cada golpe, insulto, mirada o palabra que tenga la intención de
dañar a otra persona es violencia.
 Es dirigida. No se violenta a cualquier persona, se elige a la persona que se
considera más débil, vulnerable o dependiente.
 Va en aumento. A los insultos y amenazas le siguen los golpes e incluso la
muerte.
 Se abusa del poder. Se da cuando una persona en una situación de
“superioridad”, pretende controlar, dominar o manipular a otra.

La diferencia parece arbitraria, pues violencia y agresividad se confunden en su origen,


intencionalidad y fin: ambas pueden a la vez tener un origen social y natural, ambas
pueden tener o no la intención de dañar, y ser dirigida o no.
Rafael Velasco Fernández (2011) acepta que no hay acuerdos entre los distintos
enfoques para una definición, tan sólo de la agresividad, para conformar un concepto
científicamente integrado, así que mucho menos habrá conceptos de violencia y
agresividad aceptados unánimemente, pero en cuanto existe una violencia equiparada a
la agresividad, pueden usarse ambos términos de manera indistinta.
Seguramente, Stephen Hawking aludía igualmente a la violencia en una nota periodística
del 20 de febrero de 2015, en la que defendía su visión del mundo futuro al afirmar que
"la agresividad es el mayor defecto de la raza humana, y el que un día acabará con ella.
La única salvación es el espacio" (Griffin, 2015). El célebre astrofísico no encuentra otra
salida a la agresividad que hoy en día amenaza con destruirnos a todos.
La violencia puede ser individual o colectiva, pero no hay violencia ni agresividad sin odio.
¿Qué origina el odio? La ausencia o presencia de un bien o de un mal. Trataremos de
explicarlo.

EL ODIO, UNA PASIÓN DEL APETITO CONCUPISCIBLE

Si tú me odias quedaré yo convencido


de que me amaste mujer con insistencia
pero ten presente, de acuerdo a la experiencia,
que tan solo se odia lo querido

En el módulo I, titulado "Conocimiento del hombre", del Diplomado Valores y Educación,


impartido por el doctor Juan Carlos López Gracia y su equipo, durante un periodo
comprendido de noviembre de 2013 a mayo de 2014, en la unidad Mazatlán de la
Universidad Pedagógica del Estado de Sinaloa, se nos dijo que el odio es una pasión del
apetito concupiscible.
Para comprender lo antes aseverado y las implicaciones que tiene para el estudio de los
valores y las virtudes tendríamos que hacerlo a través de la antropología filosófica,
disciplina que pretende el estudio total del ser del hombre. En este caso, la disciplina es
parte del realismo filosófico, que se fundamenta en Aristóteles (Ética a Nicómaco, De
Anima y Retórica) y en Santo Tomás de Aquino (Suma Teológica) para el abordaje de las
pasiones y los valores.
Se explicaron, por separado, las tres dimensiones de la vida humana: vegetativa,
sensitiva y racional, pero se debe considerar al hombre desde su aspecto dinámico, o
sea, enfocar su atención hacia sus principios operativos: sus facultades llamadas apetitos
sensibles.
La dimensión vegetativa tiene como principios operativos la nutrición, el crecimiento y la
reproducción. La dimensión sensitiva opera con principios comunes al hombre y al animal
racional como la locomoción y las facultades cognoscitivas a través de cinco sentidos
externos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y cuatro externos (sentido común, imaginación,
memoria y estimativa). Y la dimensión racional considera dos facultades espirituales o
racionales: intelecto (objeto propio: las esencias de los seres sensibles) y voluntad
(objeto: el bien conocido). (Ver Tabla 2).

Tabla 2. Facultades de las dimensiones de la vida humana


Vegetativas Sensitivas Racionales
De conocimiento De afecto De De
conocimiento apetito
Nutrición Sentidos externos Apetito Inteligencia Voluntad
Vista
Oído concupiscible
Gusto
Olfato
Tacto
Crecimiento Sentidos internos Apetito
Sentido
común irascible
Imaginación
Memoria
Estimativa
Reproducción
Fuente: Tomado de López Gracia (2013-2014).

Es en la segunda dimensión, en la sensitiva, donde se ubica el odio, como pasión del


apetito concupiscible.
El apetito concupiscible es la facultad sensitivo-afectiva cuyo objeto es el bien –o el mal–
considerado como fácil. Su producto son las pasiones del concupiscible.
Considerados en general, el bien genera la pasión del amor y el mal la del odio. Ausente,
el bien genera el deseo y el mal la aversión; presente, el bien genera la alegría, el mal la
tristeza. La pasión principal que genera a todas las demás es el amor.
El apetito irascible tiene como objeto el bien o el mal considerado como difícil. Su
producto son las pasiones del irascible. El bien ausente (asequible) genera la esperanza
y (inasequible) la desesperanza; el mal ausente (superable) la audacia o (insuperable) el
miedo. Presente, ningún bien es difícil; el mal presente y difícil de desechar engendra ira.
Las pasiones no tienen calificativo moral, deben regularse por la justa razón.
Beuchot lo explica así:
Las pasiones son afecciones del ser humano que se transforman en energía para actuar, es
necesario conocer bien sus clases, para poder aprovechar su influjo en el actuar moral. Y
las dos clases de apetito según las cuales se dividen son el apetito concupiscible y el apetito
irascible, ya que en el hombre hay un impulso a lo grato y otro a lo arduo, violento o
agresivo. En efecto, el apetito concupiscible como objeto tender a lo agradable para
apropiárselo y rechazar lo desagradable, y las pasiones que se incardinan en él son: amor y
odio, deseo y aversión, gozo y tristeza. En cambio, el apetito irascible tiene como objeto
tender a lo difícil, para superarlo y vencerlo, y las pasiones que se incardinan a él son la
esperanza y la desesperación, la audacia y el temor, el coraje o la ira. (Beuchot, 2004,
pág.199).
Santo Tomás argumenta, para defender esta clasificación, diciendo que estas pasiones
surgen de las posibles relaciones de los apetitos con sus objetos —continúa Beuchot
(2004, pág. 199): “Efectivamente, en el apetito concupiscible el bien, captado de manera
simple e inmediata, engendra amor; el mal, que es opuesto al bien, considerado de
manera simple, engendra odio; el bien, considerado como futuro, engendra deseo; el mal,
considerado como futuro, engendra aversión o fuga; el bien, considerado como poseído
en el presente, engendra gozo; y el mal, considerado como tenido en el presente,
engendra tristeza. (Ver tabla 3).

Tabla 3: Apetitos: objeto y pasiones que generan

Apetito Objeto Producto Ausente Presente Generan


Concupiscible. Bien o Pasiones: El bien, el Bien, El bien, el
mal más deseo; el mal, alegría; amor; el
fácil. llamativa, la aversión mal, mal, el
el deseo y tristeza odio.
principal,
el amor
Irascible. Bien o Pasiones: El bien Ningún Engendra
mal más asequible bien es ira.
difícil. llamativa, genera difícil; el
la ira y esperanza; el mal sí es
principal, inasequible, difícil.
el amor. desesperanza.
El mal
superable
genera
audacia; el
insuperable,
miedo

Fuente: Elaboración propia con datos de López Gracia (2013-2014).

Luz García Alonso (2000) dice que el apetito es el afecto y los apetitos producen
pasiones. El concupiscible es el apetito de lo fácil; produce pasiones como el amor, el
odio, el deseo, la aversión, el gozo, la tristeza.
El irascible es un apetito fuerte. Genera las pasiones del miedo y la audacia, esperanza y
desesperanza, la ira.
El hombre tiene una facultad de conocimiento única, el intelecto, y una facultad de afecto,
la voluntad.
Para comprender mejor lo expuesto, debemos incluir las nociones de ente en acto y ente
en potencia, con el que se construye el sistema tomista, quien las tomó de la filosofía de
Aristóteles. Mauricio Beucho las explica así:
En el sistema del Aquimate todo se estructura con base en esta dualidad de aspectos
ontológicos: lo que está en acto y lo que está en potencia (o en acto pero mezclado de
potencia). Todo lo que es potencia tiende al acto y se desarrolla hacia él; y lo que tiene más
acto es más perfecto que lo que está en potencia. Al mismo tiempo, lo que de potencia hay
en un ente sirve de limitación a lo que en él hay de acto. De esta manera todo el sistema
tomista se nos muestra como un “dinamismo energético” en el que lo que está en potencia
tiende y se ordena a lo que está en acto, o a alcanzar su propio acto, ya sea entitativo (el
existir) o acto operativo (el obrar). Se trata de un orden analógico o de jerarquía, en donde
lo más perfecto es lo que está en acto y lo más imperfecto es lo que está radicado aún en la
potencia, Beuchot, (2004, pág. 25).
El mismo autor expone que el hombre necesita de la sociedad para ejercer estas
funciones y, sobre todo, para que tengan sentido: “En el campo de lo social, los apetitos
son factor prominente para la fundamentación de la sociedad humana. El hombre es por
naturaleza social, y aunque la sociedad no se forma por el solo instinto, sino que además
interviene la convención racional, sin embargo, el apetito natural (de conveniencia) y el
apetito sensitivo (gregario) están en la base. La razón de esto es que incluso para
conseguir los bienes materiales de subsistencia y para defenderse de los peligros, el
hombre necesita de los demás hombres y entra en relación con ellos, en todas las
épocas de su vida, desde que nace". (Beuchot, 2004, pág. 172).

LOS SENDEROS DEL ODIO Y LA VIOLENCIA ESCOLAR

Qué vale más yo humilde y tu orgullosa


o vale más tu débil hermosura
piensa que en el fondo de la fosa
llevaremos la misma vestidura

Marcos F. Manzanedo ha elaborado todo un tratado sobre el odio en “Las pasiones


según Santo Tomás” (2004). Es una obra dividida en dos partes. En la primera, “Las
pasiones en general”, describe su naturaleza, las clasifica y establece las relaciones de
éstas con el intelecto y la voluntad. En la segunda parte analiza a las pasiones en
particular (el amor, el odio, el deseo, la aversión, el gozo, la tristeza, la esperanza, la
desesperación, el temor, la audacia y la ira, una a una).
El capítulo V (páginas de la 109 a la 124) está dedicado a la pasión del odio, donde nos
brinda su definición, una clasificación, sujetos, objetos, causas, efectos y propiedades así
como sus relaciones con otros afectos. Es un trabajo ampliamente recomendable, en su
totalidad, pero este capítulo es provechoso en un 100 por ciento para nuestra
problemática. No hay desperdicio. Aquí lo complejo es discriminar los conceptos a utilizar
pues lo más conveniente es leerlos tal cual están plasmados en la obra de Manzanedo.
En dicho capítulo habla del odio-pasión o de orden sensitivo, y del odio-volición o de
orden intelectivo y luego sobre el odio considerado como pecado o vicio especial. Hay
que mencionar que esta visión de las virtudes y los valores, por tanto de las pasiones, es
semejante a la de la iglesia católica.
Manzanedo define al odio con las siguientes palabras:
Es un acto contrario al amor, e implica una especial referencia del apetito sensitivo
concupiscible, o de la voluntad, hacia lo considerado como malo para el sujeto. Incluye
cierto impacto del mal conocido sobre el sujeto apetente, y cierta oposición del objeto malo
hacia el mismo sujeto.
Propiamente hablando, el odio es el acto del "apetito elícito" (del apetito concupiscible o de
la voluntad) que se refiere al mal presente o ausente simplemente considerado.
(Manzanedo, 2004, pág. 109)

Y sigue con la explicación: El odio-pasión es un actividad del apetito concupiscible acerca


del mal absolutamente considerado. Se distingue, pues, de todos los actos del apetito
irascible y de todas las pasiones referentes al bien. Además, se distingue de la "aversión"
(cuyo objeto propio es el mal ausente), y de la tristeza (que tiene como objeto formal el
mal presente). El odio se dice propia y unívocamente de la citada pasión. También se
dice propia y analógicamente (per extensionem) del afecto proporcional de la voluntad
acerca del mal ausente o presente. En los seres carentes de conocimiento (o sea, en los
minerales y en las plantas) sólo se da el odio metafóricamente (la repulsión natural hacia
otros seres).
Así como existen tres géneros de amor, hay igualmente tres géneros de odio :el natural,
el sensitivo y el intelectivo. Manzanedo distingue, además, el odio abominación y de
malevolencia.
Al principio afirmamos que la violencia es hija del odio. Luego, Manzanedo ha dicho que
el odio y el amor son pasiones contrarias, pero al explicar las causas de éste afirma que
es producto del amor, porque el amor es el primero de todos los afectos intelectivos, pues
constituye el origen motor de todos ellos.
¿Cómo se explica que el odio surja del amor y —a la vez— sea su contrario? En una
breve etiología del odio, el autor reafirma que el odio tiene como raíz o causa primera el
amor. Pero sus causas próximas suelen ser la tristeza y la ira, y sobre todo la tristeza
especial llamada “envidia”. Explica:
El amor y el odio son contrarios en cuanto referidos a la misma cosa, pero no en cuanto
relativos a cosas diversas. Tratándose de cosas opuestas, el odio es consecuencia del
amor: odiamos la muerte porque amamos la vida, odiamos a los ladrones porque amamos
las riquezas, etcétera.
Algunas veces la misma cosa es amable y odiosa para diversos sujetos, e incluso para el
mismo sujeto situado en circunstancias diversas, según que sea considerada como buena o
como mala.
Más aún, la misma cosa puede ser amada y odiada simultáneamente por el mismo sujeto.
Por ejemplo, al mismo tiempo podemos amar y odiar el placer pecaminoso: amarlo en el
plano sensitivo, y odiarlo en el intelectivo.
También podemos odiar nuestro amor, en lugar de amarlo, porque lo consideramos dañoso
para nosotros. Así sucede cuando amamos ciertas cosas o personas, pero pensamos que
son indignas de nuestro amor, y desearíamos no amarlas. (Manzanedo, 2004, pág. 103).
Sobre a qué odiar o quién es capaz de odiar (objeto y sujetos del odio), el autor sostiene
que el objeto del odio es el mal, simplemente considerado (ausente o presente) y que
todos los seres dotados de potencias afectivas (de apetito concupiscible o de apetito
intelectivo) son sujetos capaces de amar, y en algún sentido también son sujetos capaces
de odiar:
Los animales brutos y los hombres odian todas las cosas consideradas como nocivas para
ellos o para otros sujetos amados (por ejemplo, para sus hijos) y el objeto o propio del odio
es el mal simplemente considerado, tanto presente como ausente.
Todo hombre se ama naturalmente a sí mismo, y a cada uno ama especialmente lo que
cree constituir su ser y "su vida". Algunos hombres creen, y con razón, que su ser distintivo
es la racionalidad o la naturaleza intelectiva, y por eso apetecen sobre todo los bienes
supramateriales. Otros hombres creen falsamente que su ser propio es la animalidad o la
naturaleza sensitiva, y por eso aman máximamente los bienes materiales o sensibles. Y
como estos bienes son a veces malos o nocivos para la naturaleza específica del hombre,
se odian a sí mismos de hecho, aunque no con e l afecto (se odiunt actu, non affectu).
El hombre malvado y el virtuoso no pueden odiarse absolutamente; pero sí pueden odiarse
en cuanto algunos aspectos de su ser. De todos modos el primero se odia más que el
segundo, porque se opone al bien de su naturaleza racional y específica. Con sus afectos y
acciones el malvado se opone a la bondad de su naturaleza superior, prefiriendo los bienes
corporales a los espirituales. Por el contrario, el virtuoso prefiere los bienes supramateriales
a los materiales, y sólo odia su "sensualidad" o su naturaleza inferior en cuanto que se
opone a su naturaleza superior o intelectiva. (Manzanedo, 2004, pág. 113).
El autor nos confirma el supuesto con el que iniciamos este escrito: que la violencia y la
agresividad social y escolar son causadas por el odio. La violencia escolar tienen
múltiples presentaciones, pero entre todas, la más sobresaliente y recurrente es el acoso
escolar, conocido como bullying. La Secretaría de Educación Pública en México, en su
página oficial de internet, lo define de la siguiente manera:
El acoso escolar es una forma de violencia entre compañeros, en la que uno o varios
alumnos molestan y agreden de manera constante y repetida a uno o varios compañeros,
quienes no pueden defenderse de manera efectiva y generalmente están en una posición
de desventaja o inferioridad. (SEP, 2014).
En los apartados donde Manzanedo explica las causas, así como los efectos y las
propiedades del odio, encontramos la explicación de la violencia en la escuela, desde el
enfoque que se ha manejado:
 El envidioso siente mucha tristeza por los triunfos o los bienes de otras personas, y esa
tristeza le impulsa a odiar a los mismos. el odio procede más directamente de la envidia, pues
ésta hace que los bienes de nuestros prójimos nos entristezcan, y por eso odiemos a éstos.
 Un efecto típico del odio es de hecho deleitarse con el mal de la persona odiada (¿bullying?),
Alegrarse por el mal del prójimo tiene diversas causas o diversa motivación en el odio y en la
ira. En el primero se busca el mal y la destrucción total del enemigo. En la segunda (en la ira
propiamente dicha) sólo se alegra uno de la justa venganza del adversario, contentándose
con la reparación del daño recibido.
 Quien tiene odio, siente tristeza por todos los bienes del enemigo. Al odiante le entristece la
“felicidad” o el bien de la persona odiada, considerado simplemente como bien de esa
persona.
 La murmuración, la difamación y la calumnia nacen del odio en cuanto que nos mueve a
desear que nuestros enemigos sean privados de todos los bienes y colmados de todos los
males.
 Las contiendas o riñas nacen algunas veces del odio, pero son efectos más propios de la ira
que del odio. Quienes odian prefieren dañar al enemigo de manera oculta, y sólo riñen o
lucha con él abiertamente cuando creen dominarle.
 Todas las persecuciones proceden de algún modo del odio... El homicidio, en el que
desemboca frecuentemente la persecución, puede provenir del odio, de la envidia, o de la ira
exagerada... (Manzanedo, 2004, págs. 119 y 120).

A MODO DE CONCLUSIÓN:
La violencia en general y la agresividad en la escuela en particular, tiene como causa
principal el odio, una de las pasiones del apetito concupiscible, contraria al amor, pasión
generadora de todas las pasiones, incluso la del odio.
Por ser la causa y motivo del odio, el amor es más fuerte que éste, aun cuando en
ocasiones el odio parece más fuerte porque es más sentido, más moles y se manifiesta
más externamente, pero también es más fuerte el amor que el odio, porque sólo el amor
se refiere a la felicidad, el supremo fin del hombre para Aristóteles y el fin último para
Tomás de Aquino.
Una propuesta general para enfrentar a la violencia escolar causada por el odio, es que
en el ambiente reine la pasión del amor, entendido como un acto intencional regido por
leyes axiológicas, o sea, relativas a la teoría de los valores.

BIBLIOGRAFÍA
Beuchot, Mauricio (2004). Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino.
Salamanca , España: Editorial San Esteban.
García Alonso, Luz. (2000). El hombre, su conocimiento y libertad. México: Ed.
Universidad Anáhuac del Sur - Porrúa
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http://www.independent.co.uk/news/science/stephen-hawking-space-travel-will-save-
mankind-and-we-should-colonise-other-planets-10058811.html
INM (s/f). Diferencia entre violencia y agresión. México: Instituto Nacional de las Mujeres.
http://vidasinviolencia.inmujeres.gob.mx/vidasinviolencia/?q=diferencia
López Gracia, Juan Carlos. (2013-2014). Diplomado Educación y Valores. Nov/2013-
Jul/2014. México: impartido en UPES-Mazatlán.
Manzanedo, Marcos F. (2004). Las pasiones según Santo Tomás. Salamanca, España:
Editorial San Esteban.
SEP. (2014). Acoso escolar. México: Secretaría de Educación Pública.
http://www.acosoescolar.sep.gob.mx/es/acosoescolar/Inicio.

Velasco Fernández (2011). La agresividad desde el punto de vista de la psiquiatría.


Veracruz. México: Reunión de la Red universitaria promotora de la no violencia.

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