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EL MACHISMO SUTIL Y LA VIOLENCIA

Dr. Sergio Hernández García

Cuando hablamos del machismo en la sociedad, al igual que cuando hablamos de los
estereotipos de poder y de las cápsulas feministas, pensamos en el ejercicio de la violencia
activa. Pero en el machismo sutil, la violencia tiene brotes más escondidos, casi incluso,
hasta seductores.

Un macho sutil es el que se presume de mentalidad abierta y hasta le permite a su mujer


trabajar y salir por la tarde con sus amigas, le compra sus vestidos y hasta le dice qué y qué
no ponerse. La violencia como acto irrespetuoso se torna, de pronto, en apariencia, protector
y hasta amoroso, en frases tales como: “lo hago por protegerte, para que no hablen de ti”,
“para qué te pintas si tú eres bonita así como estás”, “la gente que te quiera como eres”, no
importa que te veas mal y que se refleje el abandono en tu apariencia, amablemente te
llevaran tacos y tortas cuando pretendas estar a dieta, y te invitaran a quedarte un rato más
en cama cuando quieras levantarte a correr.

En el machismo sutil, el amor toma tintes infantiles donde los celos se vuelven incluso un
acto de cariño: “te celo porque te amo”, “siento que cuando sales te pudiera perder y eso me
aterra”.

En pleno inicio del tercer milenio, muchas son las pequeñas pruebas de sufrir violencia en la
relación, pero hay otras que pasan sin ser notadas. Aún cuando conocemos los tipos de
violencia, pareciera que no es un asunto donde las personas se detengan a defender sus
propios derechos al interior de la pareja, y se les olvida que esto se llama relación y es por
amor, y no un secuestro carcelero sadomasoquista.

Los tipos de violencia que una relación puede afrontar tiene muchos matices y cuando la
violencia aparece hay etapas que nos muestran que las cosas avanzan y pueden llevar a
deteriorarse más, de manera crónica, evolutiva e irreversible., y rompen el espacio de
seguridad de la pareja. Los agresores suelen presentar con frecuencia alteraciones
psicológicas como falta de control sobre ira, dificultades en la expresión de
emociones, déficits de habilidades de comunicación y de solución a problemas y
baja autoestima.

Primera etapa: Tensión y sorpresa

La pareja comienza a incrementar las tensiones, y no importa si es en pleno noviazgo, justo


antes de casarse o en la plena noche de bodas, ya aparecen los tintes de lo que será el
futuro abusivo, donde la competencia y la descalificación suplen lo que fue alguna vez
pensado como amor y admiración.

En una lucha abierta de poder que en la negación, la víctima se opone a darse cuenta, de
pronto, se ve envuelta en una creciente búsqueda de aprobación del victimario, cediendo a
todas sus propuestas y minimizando su persona, necesidades y deseos en función del otro.
La víctima va cerrando las puertas a sus referentes externos y comienza el aislamiento
voluntario o exigido por el agresor, sobre todo del afecto filial: la familia o amigos, aunque el
agresor parece acercarse cada vez más a sus propios círculos de familia o amigos.

Segunda etapa: Violencia activa y culpa

Comienzan los primeros indicios de violencia activa, y las agresiones ya pasaron a


pequeños escalones más evidentes, entre los gritos, jaloneos, los golpes a objetos (cuya
intención es mostrar a dónde puede llegar y provocar el miedo) o ya sin escalas directo al
cuerpo.

La víctima asume una sensación masoquista de asumir la culpa por haber “activado” la
violencia del otro, e incluso pide disculpas, y entra en un estado de pasmo que lleva a la
parálisis de indefensión y resistencia ante el abuso, complementado con el enojo ante
quienes intenten de manera codependiente, ayudarle a salir de donde no quiere salir.

El Victimario tiene chispas de culpa que proyecta a la víctima por sus actitudes que lo
provocan y comienza las promesas de que “esta será la última vez. La persona afectada
puede sentirse recompensada y perdona, creyendo que no volverá a suceder.

Tercera etapa:

La violencia activa ya es un hecho más presente, y el juego sadomasoquista ya parece que


no tiene fin, la víctima ya está entrenada a autoculparse, e incluso a proyectar la culpa a las
circunstancias externas, disculpando en todo momento al agresor, y donde la autoestima ya
toma tintes cercanos a la locura.

En la disociación la víctima pide ayuda, pero la realidad es que sólo quiere hacer el vómito
psíquico, hablar y quejarse pero no llegar a la resolución que la llevaría inevitablemente a
enfrentarse a la realidad del abusivo que no quiere ver.

Los que rodean a la víctima se desgastan en ayudarle en múltiples opciones de cambio que
jamás tomará. Desafortunadamente estas opciones va y se las ofrece al agresor, y en este
síndrome de Estocolmo doméstico, incluso delata a quienes le propusieron estos cambios,
para que cuando llegue su justo castigo, pueda saber que no fue su idea y ahora le añadan
la prohibición de tales consejeros, asilándose cada vez más y justificando al agresor con un
falso sentido de “compasión o lástima” del otro y no de sí misma.

Cuarta etapa:

El juego sadomasoquista está instalado y tanto víctima como victimario son rehenes de su
contraparte, que en la codependencia se complementan hasta que ambos van muriendo en
su núcleo, atrapados por un sistema que va de mal en peor, con el sufrimiento, la adicción y
la enfermedad, hasta la muerte espiritual o física.
En los tipos de Violencia, podemos reconocer la agresión pasiva o la activa, y aunque por lo
general, la agresión pasiva precede y da lugar a la activa, de pronto ya en la enfermedad
ambas crecen y se retroalimentan hasta ahogar a los individuos que se tornaron personajes,
y que de hecho ya no son personas.
Aunque la violencia surge y compromete situaciones de vida no resueltas de la propia
infancia, y que llega a ser parte de su vida cotidiana, es importante revisar que lo que no se
perdona termina por imitarse como conducta aprendida, por ser lo más fácil desde lo
conocido y lo más cómodo, aunque no lo que nos lleva a la felicidad. La violencia familiar
refleja en su aparición, el retraso socio-cultural, en la falta de compasión y respeto.
El ser humano es un ente Biológico-físico, Psicológico, Sociológico, y Trascendental, por lo
que la violencia tiene tintes que van en cada aspecto de nuestra vida y merman la existencia
y el sentido de vida hasta la desesperanza. Las señales de violencia son más fáciles de
ocultar o de argumentar si son emocionales, la agresión pasiva y la psicológica no se
perciben de manera evidente.

En esta etapa el que violenta ya se encuentra empoderado gracias a la baja autoestima y la


poca defensa de su víctima, amén de su control y del ejercicio del poder en todos los
sentidos y menoscabando sus pensamientos afecta la seguridad a nivel
 Personal y Físico,
 Económico y patrimonial
 De la seguridad de sus seres queridos (amenaza incluso con separar o manipular en
contra),
 A que la persona no se considere apta para tomar decisiones importantes, y
 La inseguridad de enfrentarse a la presión familiar, social y religiosa.

LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA:

Los rasgos más visibles del maltrato son los que provienen de la violencia activa;
sin embargo, los maltratos de la agresión pasiva, que parecen de baja intensidad,
son los maltratos que, mantenidos en el tiempo, socavan la autoestima y los que
mayoritariamente se dan.
Mientras que el abuso físico es episódico, el psicológico es progresivo y se
mantienen por plazo largo, y daña la estabilidad mental con las consecuencias de
que la persona se disminuye y afecta su desarrollo emocional.
La persona tiene problemas de identidad, dificultad en cuanto al manejo de la
agresividad, dificultad para construir relaciones afectivas por la desconfianza hacia
las relaciones sociales, lo que lleva a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la
devaluación de su autoestima e incluso al suicidio.
La intención que trae consigo la violencia psicológica es.
 Humillar a través de palabras hirientes, rechazo, gritos e insultos.
 Hacer sentir mal e insegura a la persona, deteriorando su propio valor,
devaluación, comparaciones destructivas.
 Relación de dominio mediante desprecios y amenazas.
 Negligencia, ignorar, indiferencia, dar la contra, sabotear.
 Abandono, descuido reiterado
 Celotipia e infidelidad combinada como táctica de manipulación, te acuso
de lo que hago y poder ejercer el aislamiento para centrar el abuso.
 Coerción
 Etc.

VIOLENCIA ECONÓMICA

Violencia económica es cualquier acción u omisión del agresor que afecta la


supervivencia económica de la víctima, a través de limitaciones encaminadas a
controlar el ingreso y el manejo de las percepciones económicas, así como
impedirle laborar o exigir el salario.

La violencia económica, es lo que azota los hogares de nuestro país en todas las escalas
sociales, la base de la misma prostitución en la pareja y hasta de los hijos, donde la
compraventa de afecto y el poder se ejerce con la constante de dominación económica, y en
donde en la mayor parte de los casos se refiere al sometimiento de las mujeres (salvo
excepciones de hombres), por el acto lujurioso del poder. La lujuria como base del pecado
capital, no solo se refiere a una sexualidad desmedida, se refiere al sometimiento del otro en
sus expresiones de poder, dinero, imagen, y sexo.

Es un abuso que transgrede el derecho fundamental de las personas que deciden convivir
en pareja, donde la base es mantener al otro bajo el yugo del chantaje y la manipulación, con
un secuestro sexual, secuestro de imagen social, secuestro por el poder que impone el
miedo, incluso a la soledad, y el secuestro por la manipulación sistémica donde los hijos, el
qué dirán, y hasta la misma incapacidad de recursos son armas para el personaje machista.

Es una forma de violencia doméstica, donde el que abusa tiene el control directo
de todo lo que ingresa sin importar quién lo haya ganado, o de donde proviene el
usufructo, incluso si es un regalo de parientes. El abusivo “administra los bienes
de la familia”, manipula el dinero, dirige, y es el dueño absoluto de lo material.

Es un delito que afecta a numerosas mujeres y a sus hijos, y es el segundo tipo de


agresión que padecen las mujeres, después de la violencia emocional. 

El agresor puede incidir de varias formas frente a su pareja:


 Él es el proveedor por excelencia. En la casa no falta nada, el refrigerador
lleno, todos los servicios pagados... Pero TODO es de él. Controla cada
peso, supervisa todo lo que gasta la mujer, no le da efectivo (todo es con
tarjeta, pues así vigila y controla los gastos), o le pide notas y cuentas como
empleada, y  amenaza con quitarle todo, hasta con quedarse con los hijos.

 El agresor que "vive de su mujer", pero a pesar de que ella mantiene el


hogar, éste se atribuye la postura de manejar todo el patrimonio como
dueño absoluto, y de esa forma,  fiscaliza y supervisa todos los gastos,
ingresos y demás decisiones.

 El agresor puede actuar de una manera muy sutil: dice que no tiene dinero,
que tiene que ayudar a su madre, que le robaron la cartera, que le bajaron
el sueldo (nunca dice cuánto gana), que le pagan después, algunos incluso
tienen sus cuentas y bienes a nombre de otros.

 Son todas aquellas acciones u omisiones que afectan la economía y


subsistencia, a través de limitaciones encaminadas a controlar el ingreso de
sus percepciones económicas, en la restricción, limitación y/o negación
injustificada para obtener recursos económicos.
La víctima no tiene acceso a una chequera ni tarjetas de crédito.
Tiene que dar cuentas de todo lo que gasta.
No puede participar en las decisiones económicas del hogar.
Si trabaja, tiene que entregar su cheque y se burla de su aportación.
Le niegan el dinero suficiente para que satisfaga sus necesidades
elementales (comer, vestirse, actividades de recreación, un lugar digno para
vivir o tener derecho a una clínica de salud); cuando el victimario se niega a
pagar una pensión alimenticia o no permitirle estudiar o trabajar para evitar
que la víctima alcance su autonomía económica.
El agresor le hace creer a la mujer que sin él, la víctima no podría siquiera
comer o subsistir (la base de la dominación por anulación).
No reconoce el trabajo doméstico que se realiza en el hogar porque
considera que es parte de "su obligación" y si el victimario participa, dice;
“te ayudo con…” y habrá por consiguiente, que agradecerle.

Por lo general el abuso económico es desconocido por la víctima e incluso el


victimario, quien lo descubre cuando se expresa mediante actos de violencia
física.
Uno de sus efectos son las relaciones de dependencia que se establecen entre la
víctima y su proveedor económico.
Si además de la violencia económica, es víctima de otros tipos de violencia, puede
ser más difícil tomar la decisión de denunciar o abandonar a su pareja. 

Tiene serias repercusiones en la autoestima y el empoderamiento de la persona.


Muchas víctimas son mendigos en sus propios hogares, al tener que estar
pidiendo dinero para cubrir las necesidades básicas de la familia y se vuelven más
vulnerables a caer en la pobreza extrema, pues la mayoría no tienen empleo ni
cuentan con otra fuente de ingresos  

Por eso es importante descifrar y nombrar la realidad que se está viviendo, por
dolorosa que sea, de tal modo que a pesar, de las argucias legales y de las
estupideces religiosas que someten a las víctimas cargando su cruz.

Educar a los consejeros y terapeutas para que sepan reconocer y no alentar este
tipo de abusos, comenzando por los que los avalan, en las instituciones religiosas,
y las estructuras de antivalores sociales en contra de las minorías en un mundo
machista.

Animar a las personas a llevar un proceso terapéutico que les ayude a resolver su
baja autoestima y a ser económicamente independientes.

Educar a las personas para entender que una pareja sana comparte la
administración de los recursos con equidad y equilibrio y que estar en pareja no es
una cárcel ni una obligación, sino un consenso adulto y amoroso que requiere
respeto y madurez.

Se necesita generar una cultura donde se valore de la misma manera el trabajo


tanto externo, como el no remunerado en equilibrio y dignidad.

Una persona en independencia económica está a merced de su verdugo, quien


logra manipular para ejercer sobre ella el poder que el poder y el dinero le otorgan.

La violencia económica tiene consecuencias legales como cualquier tipo de


violencia que afecta la integridad, y las leyes la tipifican como un tipo de agresión
intrafamiliar económica y patrimonial, que sea común, no significa que sea sano. 

Salud y buena vida

Algunas lecturas de lo mismo que me ayudaron a escribir este documento, es la definición


de wikipedia de violencia intrafamiliar, y la de Violencia Económica del Periódico El
Informador de Guadalajara

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