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1 Corintios 10.13
Introducción. Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien. En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la
tentación llega a ser un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendemos que puede ser tanto una ocasión
para hacer lo correcto como para hacer lo incorrecto. La tentación solamente proporciona una lección.
o En el primer paso: Satanás identifica un deseo dentro de nosotros. Puede ser un deseo pecaminoso, como el de venganza o
de manipular a otros, o puede ser uno legítimo y normal, como el deseo de ser amado y valorado o de sentir placer. La
tentación empieza cuando Satanás nos sugiere (con un pensamiento) que cedamos a un deseo malo o que se cumpla un
deseo legítimo de manera equivocada o en el momento errado.
o El segundo paso es la duda. Satanás trata de conseguir que dudemos de lo que Dios ha dicho sobre el pecado: ¿Es
realmente malo? ¿Es verdad que Dios dijo que lo hagamos? ¿No será que Dios dio esta prohibición para otra persona?:”
¡Tengamos cuidado! No permitamos que los malos pensamientos o las dudas hagan que alguno de nosotros se aparte del Dios
vivo”. (Lea Hebreos 3:12)
o El tercer paso es el engaño. Satanás es incapaz de decir la verdad; La Biblia lo llama “el Padre de mentiras”. (Lea Juan 8:44)
Cualquier cosa que nos diga será falsa o simplemente una verdad a medias. Satanás ofrece su mentira para reemplazar lo que
Dios ya ha dicho en su Palabra. Satanás dice: “No morirás. Serás tan sabio, como Dios. Puedes salirte con la tuya. Nadie lo
sabrá. Resolverás tus problemas. Además, todos lo hacen. Solo es un pecado pequeño”. Pero un pecado pequeño es como
estar “un poco embarazada”: finalmente quedaremos en evidencia.
o El cuarto paso es la desobediencia. Al final nos comportaremos de acuerdo con lo que estuvimos maquinando en nuestra
mente. Lo que comenzó como una idea al fin sale a luz en la conducta. Cedemos ante lo que capte la tentación.
Creemos las mentiras de Satanás y caemos en la trampa de la que nos advierte Santiago. (Lea Santiago 1:14-16)
Reconozcamos lo que nos tienta y preparémonos. Ciertas situaciones nos hacen más vulnerables a la tentación
que otras. ¿Cómo cuáles? Preguntémoslo. La Biblia nos dice repetidamente que nos anticipemos y estemos listos para
enfrentar la tentación. (Lea Mateo 26:41; Efesios 6:10-18; Efesios 4:27).
Pidámosle ayuda a Dios. El cielo tiene una línea abierta para las emergencias las veinticuatro horas del día. Dios quiere
que le pidamos ayuda para superar la tentación. (Lea Salmos 50:15) la Biblia garantiza que nuestro clamor por ayuda será
oído porque Jesús se solidariza con nuestras luchas. El enfrentó las mismas tentaciones que nosotros. (Hebreos 4:15)
CONCLUSIÓN
Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien. Cada vez que derrotamos la tentación desarrollamos una cualidad del carácter de
Cristo. El amor de Dios es eterno, y su paciencia es para siempre. Las tentaciones nos mantienen dependiendo constantemente de Dios.
Así como las raíces crecen más firmes cuando el viento arrecia contra un árbol, cada vez que resistes una tentación te asemejas más a
Jesús. Cuando tropieces ¡y tropezarás! no pienses que es una fatalidad. En lugar de ceder o rendirte, mira a Dios, espera que Él te
ayude, y recuerda la recompensa que te espera: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la
vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”