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Written

by Jennifer Raygoza

Nueve
Derechos reservados © 2016 por Jennifer Raygoza
Este es un trabajo ficticio. Los nombres, personajes, negocios,
lugares, eventos, e incidentes incluidos en el mismo, son producto de la
imaginación de la autora y utilizados de una manera ficticia. Cualquier
parecido a personas, ya sean vivas o muertas, o cualquier parecido en los
eventos, son pura coincidencia.
Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción o
transmisión en cualquier forma o medio, sin el permiso previo y por
escrito de la autora.

Diseño de portada: Kellie Dennis, Book Cover by Design
www.bookcoverbydesign.co.uk
Diseño interior y edición: Christine Borgford, Perfectly Publishable
www.perfectlypublishable.com
Traductora: María José Barillas García


















Dedicatoria

A veces, en la vida, las personas actúan motivadas por desesperación.
Actúan para escapar de situaciones que no son saludables y que les hacen
daño, y a veces las cosas que hacen son mal vistas por la sociedad. He
conocido a personas asombrosas que han hecho cosas terribles para
escapar de su realidad. He visto a hombres convertirse en monstruos y a
mujeres convertirse en bestias. El mundo en el que vivimos no es fácil, y
hay días que nos destrozan el alma –como diría el personaje de este libro.
Todos tenemos un pasado, una historia que compartir y que no debemos
juzgar. Escribí este libro teniendo eso en mente.
Quiero dedicar este libro a mi asombrosa familia que ha compartido
mis momentos de alegría, temor, lágrimas, y todo lo demás que ha sido
parte de mí vida. ¡Los amo a todos!











Nota de la autora:

Antes de escribir este libro, tuve la oportunidad de entrevistar a una
mujer que solía estar en el negocio de la prostitución. Le hice varias
preguntas para poder tener una buena percepción acerca de la industria.
Quería saber cómo se siente uno en realidad al estar día con día en este
trabajo. En ella me inspiré para el personaje principal, Nueve. Tú, L.C.,
eres una mujer maravillosa.
¡Gracias!



Contents
Dedicatoria
Nota de la autora:
Prólogo
Uno. El Pacto
Dos. Hombre. Trabajo. Dinero. Repite.
Tres. Aleja el dolor.
Cuatro. Síndrome de Héroe
Cinco. Rompiendo mi corazón
Seis. Te odio
Siete. Podría simplemente morir
Ocho. El capitán salva a una perra.
Nueve. Consumida
Diez. Apunta y dispara
Once. Trig
Doce. En descanso, soldado
Trece. Acabas de meterte con la manada equivocada
Acerca del autor


Prólogo

Un día como cualquier otro

Estoy aquí parada desnuda y viéndolo, mientras él mete su mano en la
billetera. Era la misma mano que estaba en mi trasero hace menos de una
hora. Era la misma mano que envolvió suavemente mi garganta hace
treinta minutos, y será la misma mano del hombre que regresa a casa con
su esposa en los próximos quince minutos. Me pongo de nuevo mis
pantaletas mientras él abotona su pantalón rápidamente, luego veo como
lanza hacía la cama, de manera tajante, billetes de cien dólares que caen a
mi lado. Veo el dinero y luego lo veo a él de nuevo. Está sonriendo, un
efecto muy normal luego de nuestra noche de pasión. Es como el tipo de
expresión que dice, me acaban de coger hasta el cansancio. No quiero
devolver la sonrisa, pero ya es un hábito. Este juego sexual está preparado
desde el momento en que cualquier hombre me conoce. Pasa su lengua
por sus labios mientras me ve de pies a cabeza. Estoy esperando, parada y
sin moverme, con mis pechos de fuera y mis ojos que no dejan de verlo
con una mirada que dice, cógeme. Se inclina y sujeta mi cintura con ambas
manos mientras yo me mantengo en silencio. Mi trabajo ya está hecho. El
dinero está en la cama y yo estoy lista para irme, pero no puedo. No
todavía. Debo mantenerme en mi personaje por un poco más de tiempo. Él
está sediento de mí, y si yo le doy a probar tan solo una gota, seguirá
regresando a mí por más. Estoy poniendo trampas en su mente y él ni
siquiera lo sabe. Los hombres nunca lo saben. Malditos idiotas.
“Si tan solo mi esposa hiciera la mitad de las cosas que tú acabas de
hacerme, yo sería un hombre feliz.”
Sonrío con superioridad mientras juego con las puntas de mi pelo.
Esas dos palabras, mi esposa, rondan mis pensamientos por unos segundos
hasta que las alejo de mi mente. Pongo un dedo en mi boca y lo muerdo de
manera sensual.
“¿Puedo verte mañana?” Me pregunta, mientras su mano encuentra el
camino hacia mi trasero. Lo aprieta fuerte. “Quiero atarte y volver a
saborear ese lindo y dulce caramelo de nuevo.”
Suavemente acerca su rostro hacia mi cuello. Inhala largo y fuerte,
como si intentara aspirarme por completo. El aroma es tan intoxicante.
Ahora en mi piel se siente más el aroma a sexo que el perfume que tenía
anteriormente y, aparentemente, eso vuelve aún más locos a los hombres.
Sigo en silencio, forzándolo a que trabaje por una respuesta.
“Por favor.” Ruega, antes de ponerse de rodillas y empujar su cara en
mi ropa interior. Él está allí abajo, inhalando mi entrepierna como si fuese
una maldita rosa. No es algo que él no haya hecho anteriormente. Este
chico tiene serios problemas cuando se trata de olfatear entrepiernas. ¿Qué
tiene eso de malo? Lo veo hacia abajo y veo como quita mis pantaletas
con sus dientes. “Por favor,” me dice nuevamente entre gemidos, mientras
sus manos están en mis piernas jugando de arriba abajo.
Él es adicto a mí, así como el resto de hombres. Me agacho
lentamente frente a él, coloco la palma de mi mano en su mejilla, y lo
miro con ojos cariñosos. Él sabe lo que viene a continuación, conoce las
reglas. Todos las conocen, y todos quieren romperlas.
“Cariño.” Le digo mientras me detengo. “Tendrás que tomar un
número y esperar en la línea. No eres el único al que le gusta jugar con mi
caramelo y saborearlo.”














Uno. El Pacto

Mi nombre real es Storm Wilson, pero mis clientes me llaman Nueve.
Nací en un vecindario de casas rodantes en los alrededores de
Albuquerque, Nuevo México. Mis dos padres eran drogadictos y tuve una
infancia lo suficientemente mala para desarrollar un trastorno de estrés
post-traumático. Luego de todo lo que he vivido, es un milagro que pueda
formar una oración completa al hablar.
Afortunadamente para mí, soy una mujer determinada, inteligente, y
sexy; y cuando se trata de negocios lucrativos, conozco el negocio. Esa es
la única razón por la que he logrado sobrevivir todo este tiempo; pero
para todo el tiempo que he logrado sobrevivir, he hecho hasta lo
inimaginable. Di un gran paso y tomé una decisión que la mayoría de
adolescentes nunca hubiesen tomado, pero era la única salida que tenía.
Era joven, sin hogar, y para ese entonces estaba aterrorizada. Era uno
de esos momentos en los que nadas o te ahogas, y escogí nadar. Quería
respirar, así que puse mis pies a andar. Pensé que como ya mi vida había
tocado fondo, cualquier movimiento que hiciera sería mejor que no hacer
ningún movimiento en absoluto. Ese era el punto en el que me encontraba,
y así fue como me convencí a ser lo que jamás me imaginaría que sería
algún día. Una dama de compañía.
Fue, por mucho, la mejor decisión que haya tomado en toda mi vida,
pero también la más difícil. Mi mente todavía batalla con la decisión que
tomé porque no puedo renunciar, no después de todos estos años. La
situación es esta, en realidad no quiero renunciar, y eso es lo que más me
molesta. Me he convertido en una persona feliz al hacer esto. La verdad es
que, el dinero es bastante bueno. Es mi adicción. El dinero se ha
convertido en mi droga de elección, y ese sentimiento que te producen los
billetes es algo que mata. Entre más tengo, más quiero. Me encanta el
aroma del dinero. No puedo evitarlo. No hay mejor sensación que sentir
los fajos de billetes en mis manos. No miento cuando digo esto,
definitivamente hace que mis pezones endurezcan y mis pantaletas se
humedezcan.
Al estar en este negocio aprendes que el dinero nunca viene solo.
Tiene un mejor amigo llamado poder y, a mí personalmente, me encanta
como se complementan uno con el otro. Yo tengo algo que estos hombres
necesitan, y ellos tienen algo que yo quiero. Las dos cosas que hacen a este
mundo girar. Sexo y dinero. Es por eso que me encuentro atada en esta
industria. Soy adicta al dinero, y el poder controlar y manipular la
situación es solamente un bono extra.
Sé que suena agresivo, pero estoy siendo bastante transparente y
honesta, no se trata solamente de la embriaguez del dinero, y no soy la
única que lo hace. Es algo que va más allá. Esto también es por Jenny, mi
asistente. Es una mujer a la que considero mi hermana. Fue la primera
persona que conocí al llegar a Nevada, y la única persona en la que he
confiado toda mi vida. Me sentía a millones de millas lejos de casa, y nada
me asustaba más. Lo único que me detenía de tener un colapso psicótico
era su existencia. Sucedió que ella estaba en el lugar y momento indicado,
y vaya que eran pésimas circunstancias.
Yo tenía dieciséis años, mis padres acababan de correrme de casa. Me
dijeron que no entendían por qué el Departamento de Servicios de
Protección a la Niñez me había puesto de nuevo bajo su cuidado, que ellos
no podían sostener una boca más que alimentar, y como ya no recibían
dinero de asistencia social yo ya no les era útil. Creo que las últimas
palabras que mis padres me dijeron fueron: “de todos modos, ya casi eres
un adulto.” Como si nada, mi padre me sostuvo del brazo y me empujó
hacia fuera de la casa. No tenía dinero, ropa, ni comida. Dieron un
portazo, asegurando la puerta con llave, dejándome bañada en llanto
frente a la puerta. Todavía puedo verme, gritando con todas mis fuerzas y
golpeando las ventanas para que me permitieran entrar de nuevo. Mi
corazón estaba lleno de rencor y odio por todo lo que me habían hecho
sufrir, y al final remataron con este acto de total egoísmo.
No sé qué era lo que esperaba de dos drogadictos, sea lo que sea,
nunca lo vi venir. Lo único que sabía en ese momento es que quería irme
de la ciudad y estar lejos de ellos, así que corrí hasta que mi pecho
empezó a doler y no podía respirar, hasta que las lágrimas se habían
secado en mi cara. Me encontraba en contra del reloj para marcharme, un
cronómetro invisible había sido activado. Mis pensamientos palpitaban
dentro de mi cabeza y en mis adentros todo se revolvía como si fuese un
nudo.
Creo que dejé mi corazón en esa casa y ya era muy tarde para
regresar por él. Que se pudran en el infierno. Corrí tan rápido como si
estuviese en alguna misión, y en realidad lo estaba. Tenía que buscar una
manera de escapar de todo esto.
Mis pies se tropezaron cuando me detuve al final de la carretera. Me
dolía el costado del cuerpo y mis pulmones estaban ardiendo. Me agaché,
coloqué las manos sobre mis rodillas, y me esforcé para retomar el
aliento. Luego levanté mi pulgar al aire, así como lo había visto en las
películas. Un camionero, muy amable, se detuvo para que yo pudiera subir
y viajar con él. Me dijo que se dirigía hacia la ciudad del pecado para
efectuar una entrega, luego me preguntó si quería un aventón. Sin dudarlo
me subí al camión y, mientras salíamos de Albuquerque, nunca volví a ver
hacia atrás. Era un lugar que quería borrar de mi mente lo más rápido
posible.
El camionero me llevó hasta Nevada y pagó por todas mis comidas.
En ningún momento intentó curiosear sobre mi vida haciendo preguntas
incómodas. El viaje fue bastante tranquilo, hubo pequeñas charlas sobre
música country y celebridades conflictivas. Creo que no había necesidad
que él preguntara, el dolor se reflejaba en mi cara. El abuso se encontraba
marcado por todo mi cuerpo, y el hoyo en mi pecho, en donde solía estar
mi corazón, estaba vacío. Él simplemente sonreía y hablaba acerca de sus
cantantes favoritos y todo lo que tuvieron que sobrellevar para poder
alcanzar el éxito. Disfruté sus charlas. Mantuvieron mi mente ocupada y
alejada de todos los pensamientos que rebotaban en mi cabeza.
Pensamientos de mis padres y mi tío. Pensamientos de los distintos padres
adoptivos que tuve. Entre más hablaba, más se silenciaba mi mente, eso me
gustaba. Él era agradable, y yo no estaba acostumbrada a eso.
Tristemente, no tardó mucho para llegar a Las Vegas. Allí es donde
nos despediríamos. Estacionó su camión y me vio. También lo vi en
silencio. Dio un largo y fuerte suspiro, luego se quitó su vieja gorra de la
cabeza y la puso sobre su rodilla.
“Voy a orar por ti en este momento, jovencita. No estoy seguro si
eres una chica de fe o no, pero todos somos hijos de Dios. Recuerda eso,
¿me entiendes?” me dijo con un acento sureño mientras yo asentía.
Y lo hizo. Oró de una manera tan intensa que las lágrimas caían de
mis mejillas. Era la primera vez que alguien hacía eso por mí. Oró para
que yo estuviera a salvo, fue algo hermoso. Me hizo darme cuenta que
todavía existen buenas personas en este mundo y que le importo a alguien.
Luego puso un poco de dinero en mi mano y me dijo que tuviera cuidado.
Estaba abrumada por una extraña calidez, pero el sentimiento duró hasta
que vi como el camión se alejaba por la carretera. Allí fue cuando me di
cuenta de la realidad. Estaba completamente por mi cuenta.
Estaba perdida, deambulando por las ocupadas calles de Las Vegas en
cuanto vi a Jenny. Era joven como yo y estaba sentada sola en la calle.
Parecía que Jenny tenía una historia que contar, y pues yo también, así que
me senté a su lado.
“Me llamo Storm,” le dije, mientras le extendía mi mano. “Realmente
estoy perdida aquí.”
“Sí, yo también,” me respondió, apenas y tomó mi mano.
Fue su expresión con lo que más simpaticé, porque yo sabía bien todo
lo que pasaba. Era un sentimiento de miedo. Ella estaba destrozada, igual
que yo, sentada allí con el rímel resbalando por todo su rostro. Tenía sus
brazos abrazados al pecho y se mecía de atrás hacia adelante. Esperé a que
dijera algo más, pero nunca lo hizo. Yo tenía que hacer el siguiente
movimiento para que la conversación iniciara. De todos modos, era
experta haciendo eso. Me era fácil romper el hielo. Lo hacía cada vez que
tenía que ir a un hogar de acogida, cada vez que tenía que ir a una nueva
escuela, y cada vez que tenía que mentir y cubrir algo que hubiese
sucedido. Podía romper cualquier silencio como si no existiese un
mañana, y eso fue lo que hice ese día para lograr que Jenny se sintiera
cómoda conmigo. Necesitaba agradarle. Necesitaba a alguien. Necesitaba
una amiga.
“Puedo comerme dos pizzas grandes sin vomitar,” dije de manera
espontánea.
Ella me vio y empezó a reír, eso fue todo lo que se necesitó para
entrar en confianza. Luego de hablar varias horas, inmediatamente se creó
un vínculo por la similitud de nuestros pasados; las dos tuvimos padres
drogadictos y abusadores que nos sacaron de casa. Sonreímos por la
ironía. Compartimos lágrimas de dolor. Pusimos los ojos en blanco de
disgusto. Jenny y yo nos entendíamos. Es como si el destino nos hubiese
juntado para así no tener que soportar esta tormenta estando solas, y por
eso estaba agradecida; pero las cosas iban a ser difíciles. ¿En dónde
dormiríamos? ¿Cómo comeríamos? Sería una lucha por sobrevivir, y eso
era exactamente.
Días, meses, y años pasaron mientras nosotras seguíamos luchando.
Dos años para ser exacta. Legalmente, ya éramos adultas. Apenas teníamos
dieciocho años y ya estábamos agotadas. Nuestra vida consistía en
mendigar por dinero y tener la esperanza de conseguir un sofá en casas de
extraños para poder descansar. Si teníamos suerte, algunas noches nos
hospedábamos en algún hotel y otras noches dormíamos en casas
abandonadas sin separarnos una de la otra. Rogamos y suplicamos para
obtener trabajo, pero no podíamos porque no teníamos una dirección o un
número telefónico permanente. Maldición, de igual manera ni siquiera
sabíamos cómo actuar en una entrevista. Intenta llegar a un lugar con tu
ropa arrugada, mal aliento, y ve qué tan lejos puedes llegar.
A pesar de todo, todavía manteníamos en nuestro corazón una
esperanza que todo iba a salir bien. Era importante mantener viva la fe. En
realidad, nos hicimos una promesa, que un día tendríamos mucho dinero y
haríamos cualquier cosa para salir de esta pesadilla. Me tomé muy en
serio ese pacto, y al siguiente día de haberlo hecho me senté y pensé
seriamente en cómo podía sacarnos de esa situación. Empecé a tener ideas
ridículas. La mayoría de ellas eran ilegales, y si nos atrapaban hubiésemos
tenido serios problemas, incluso podríamos haber parado en la cárcel. No
valía la pena involucrarse en el sistema como lo habían hecho otros
chicos allá afuera. Tenía que ser algo legal, algo fácil. Tenía que ser
lucrativo y rápido. El reloj había regresado, marcando el tiempo a toda
velocidad mientras que esa noche Jenny caía enferma, yo tenía que pensar
en más opciones.
Estábamos justo en el medio del caos y simplemente nos estábamos
pudriendo allá fuera. Nos estaban sofocando los traficantes de drogas,
prostitutas, drogadictos, y pandilleros. Si lográbamos terminar el día sin
tener que ver a un drogadicto en sobredosis, era un buen día. Simplemente
éramos dos chicas intentando sobrevivir, pero sin tener la mínima idea de
cómo dejar esa jungla, hasta que se me ocurrió que podía aprender algún
oficio entre estos animales. ¿Quién diablos lo hubiese pensado? Y así
empezó, el primer pensamiento de convertirme en algo que era tan
repugnante para la sociedad, pero no podía hacerlo. De ninguna manera.
¿O sí podía hacerlo?
Luego de dos años de estar en las calles, finalmente abrí los ojos,
tomé ventaja del momento, y aprendí que podía hacer. Tomaba notas
mentales de lo que sí y lo que no podía hacer. Veía a las chicas trabajando
en las calles. Eran controladas como marionetas. Me dije a mi misma que
nunca pondría mi futuro en manos de alguien más, así como lo habían
hecho estas pobres chicas – y nunca lo hice. Un día yo sería mi propio
jefe. Ese era el plan, así que veía detenidamente cómo los estafadores
realizaban su magia desde que salía el sol hasta que se ocultaba; lo hacía
arduamente. Eran personas que hablaban firmemente y mostraban todo su
encanto en la calle. Podían venderle un calentador al diablo en pleno
verano. Eran realmente buenos en lo que hacían. Rápidamente aprendí de
ellos el arte de la manipulación. También aprendí rápidamente, y en
secreto, muchos negocios relacionados con las drogas, notaba que sus
clientes eran leales. Los traficantes pasaban toda la noche en sus esquinas
vendiendo marihuana. Me enseñaron que las oportunidades aparecen con
el tiempo y paciencia, porque de vez en cuando llegaba con ellos un
comprador importante, y si al comprador le gustaba el producto
regresaban por más.
Todo se resumía en lo siguiente, si tienes encanto, hablas
rápidamente, y vendes un buen producto, es realmente todo lo que
necesitas para vender cualquier cosa. Solamente necesitaba asegurarme
que estuviera ofreciendo esas tres cosas mejor que cualquier otra persona,
y en ese punto es en el que quería estar. Era mi motivación. Sería nuestra
oportunidad para liberarnos de este agujero del infierno. Quería una
mejor vida para nosotras. Maldita sea, nos lo merecíamos. Pero, ¿cómo
aplicaría todo lo que había aprendido? ¿Qué papel tendría Jenny en todo
esto? ¿Cómo podría sacarnos a las dos de la calle?
Sería una tarea difícil. Jenny siempre ha sido tierna, tal vez hasta un
poco ingenua algunas veces. Simplemente sabía que ella no tendría la
fuerza necesaria para hacer lo que yo podría hacer. Yo era un poco más
fuerte, un poco más audaz, y no aceptaría menos de lo que ambas
merecemos. Así que decidí sacrificarme. Le realicé una propuesta muy
atrevida una noche a Jenny, con un plan detallado. Me ofrecí a realizar
todo el trabajo sucio, si ella se hacía cargo de todo lo demás, lo cual
incluía concertar las citas y llevar la contabilidad. La chica era fantástica
con los números y muy leal. Tenía sus dudas al aceptar la propuesta, pero
le pedí que confiara en mí; así que hicimos otro pacto, nunca decirle a
nadie.
En este plan creamos tranquilamente una base de cien clientes, los
cuales crearían más de seis cifras. No simplemente cualquier hombre
exitoso, sino el tipo de hombre atractivo que ves en las revistas. El tipo de
hombre que no te importa que coja todo tu cuerpo. Realizamos el plan de
manera exitosa en solamente nueve días. Así fue como obtuve mi
sobrenombre, Nueve. En realidad fue Jenny la que me dio el sobrenombre
y se ha quedado como la mayoría de sobrenombres que ha puesto. Suena
sexy y misterioso, y la mayoría de mis clientes simplemente piensan que
mi madre es fanática a las armas y le gustan tanto que me nombró como
una de ellas. Dejo que crean lo que ellos quieran, pero está lejos de la
realidad.
La realidad es que, Jenny me dio ese sobrenombre basado en una
línea de tiempo; el tiempo que nos tomó alcanzar nuestra meta, la que
cambiaría nuestras vidas por siempre. De comer desde un bote de basura
hasta cenar en restaurantes cinco estrellas, ese tipo de cambio. Estoy
hablando de dormir en una casa fría y abandonada, llena de drogadictos, a
vivir en una casa con paredes de cristal, ese cambio. De Payless a Gucci.
De obtener ropa de la beneficencia hasta obtener ropa de última moda. La
lista sigue y sigue.
Logramos ciertas mejoras, no sin encontrar giros e imprevistos, sin
embargo no hay nadie que nos conozca hoy en día y que sepa todo lo que
hemos pasado para poder llegar a donde estamos. Lo único que la gente ve
cuando Jenny y yo entramos a una habitación es dinero. Nada más, sólo
riqueza. Tiene que ser de esa manera. El dinero reconoce el dinero, de la
manera en que caminas hasta la manera en que hablas, y nosotros hemos
perfeccionado ese acto. Hemos puesto a esa perra en sumisión. Hemos
trabajado. Hemos dominado el modo de supervivencia de la manera más
elegante. Jenny se preocupa que yo me haya perdido en el camino, pero
era lo necesario para que nos pudiéramos salvar de esa maldita jungla.
Sé que todo esto suena como una locura. Obtener un perfil de cien
clientes en solamente nueve días suena como algo imposible. Pensé que
tomaría más tiempo, pero no fue tan difícil encontrar a este tipo de
hombres, luego de visitar la biblioteca e investigar en internet y averiguar
quién es quién y cómo pasan su tiempo libre. Jenny los buscaba y yo me
encargaba del resto.
Jenny jura que yo utilizo magia, dice que hay arte en lo que hago.
Honestamente, no pienso en eso, simplemente lo hago. Lo hago de manera
natural. La sensualidad simplemente brota de mis poros cuando estoy en el
personaje de Nueve. Estoy caminando y hablando como una diosa del
sexo, nunca me ven llegar. Soy peligrosa. No solamente rompo corazones,
también los destruyo. Es lo que hago. Los capturo, los rompo, y luego los
escupo. ¿Y saben qué? Ellos disfrutan cada momento. Me ruegan por más,
como unos adictos a la cocaína.
He sido bendecida con un cuerpo pequeño y sé qué hacer con él. A los
hombres les encantan mis pechos turgentes, pequeña cintura, y trasero
firme. Lo único que debo de hacer es usar unos tacones rojos de aguja de
10 centímetros que inviten a que me cojan y pasearme por la habitación
como una perra en celo. Los perros vienen corriendo cada vez. Tal vez sea
mi escandalosa, ondulada, y larga cabellera roja, mi maquillaje, o el
hecho que mi expresión siempre da a entender que no me importa nada.
Sea lo que sea, funciona y los hombres lo desean.
Nadie hace esto mejor que yo. Soy de las más solicitadas en este
campo. Lo sé porque otras mujeres, como yo, me buscan para
amenazarme. Están celosas y envidian la cantidad de dinero que gano,
también sienten celos por los clientes que las abandonan para venir
conmigo. Les digo a todas que tomen un número, porque mientras el
dinero siga fluyendo yo no me iré a ningún lado, y vaya que siempre hay
dinero. Estas ratas callejeras quieren saber mi secreto; quieren saber cómo
hago negocios sin tener a un hombre que esté a mi cargo. Me odian, pero
me aman. Lo veo en sus ojos cuando se acercan a mí. El negocio ha
mejorado, eso significa que también crecerán mis enemigas, pero eso no
me preocupa para nada. Toda persona exitosa tiene enemigos.
Empezamos con cien clientes y ahora el número ya sobrepasa los
trescientos. Estoy satisfecha. No añadiré más clientes. Se siente como un
número sólido. Sé que suena como si fuesen demasiados hombres, pero
no siempre los veo de manera regular. Algunos son clientes diarios, otros
semanales, y otros mensuales, pero a todos los veo con una agenda.
También hay una lista de espera para la cancelación de clientes que
pagarían cualquier cosa para verme, lo cual incluye comprar a los
competidores, eso si logran averiguar quiénes son y en qué número de la
lista están. Nunca digo nada, pero hay clientes que se conocen entre ellos y
hablan. A Jenny le han ofrecido grandes cantidades de dinero para que los
cambien de lugar en la lista, pero ella sabe que no se debe de hacer. Nunca
les damos lo que desean o lo que necesitan hasta que llega su tiempo. Así
es como hemos logrado el éxito. Creo firmemente que si sostienes una
manzana sobre la cabeza de alguien por el tiempo suficiente, ellos
desearán comer esa manzana en particular –aun así hayan otras manzanas
disponibles. Así funciona la naturaleza humana, desear lo que no puede ser
nuestro. Es la falla básica de la humanidad, y yo utilizo esa falla para mi
beneficio. Me encanta. Tener hombres aruñando mi puerta es algo que
alimenta mi ego.
No me molesta que los clientes estén tan necesitados. Eso es lo que
paga las cuentas. Son todas las demás personas las que me ponen nerviosa.
Son todas las personas que me rodean con su vida tan normal y sus
preguntas indiscretas.
¿Cuál es tu ocupación? ¿Qué haces para sobrevivir? Se ha convertido
en algo obligatorio el tener que saber esto al conocer a una persona.
Nunca he llegado a comprender cómo es que un título en una empresa
puede hacerte más, o menos, persona en este mundo. No es como si un
abogado fuera siempre honesto o un doctor siempre fuera amable y
cariñoso. No es como si todos los tatuadores fueran criminales. Todo lo
que hace un puesto laboral es darle una idea a la otra persona de cuánto
dinero ganas. No me dice una mierda de cómo es tu carácter. También hay
cierto nivel de crítica cuando una persona se entera de lo que haces. En mi
caso, simplemente les digo a las personas que trabajo de manera
independiente. Si ellos presionan en querer saber en qué trabajo, les digo
que me encargo de aliviar el estrés del cuerpo, algo así como un médico
alternativo. Muchas personas terminan la conversación en ese momento. A
muchos les parece extraña la medicina alternativa, así que simplemente se
alejan, y muchos no tienen la menor idea de lo que es la medicina
alternativa. No estoy mintiendo cuando digo eso. Naturalmente si alivio el
estrés del cuerpo. La verdad es que, no puedo ser honesta con las personas
porque la industria en la que estoy está llena de mentiras, engaños, y
enfermedades. Está mal vista y nadie sabe mejor esto que yo. Lo que hago
está atado a un nombre horrendo y solamente un lugar fantástico para
poder realizarlo, Las Vegas. Algunos me llaman prostituta, otros me
llaman dama de compañía, y hay otros que simplemente me llaman puta.
No importa el nombre que tenga, ofrezco un servicio que nunca llegará a
su fin –tiene alta demanda y paga bien.
Soy buena en mi trabajo, tan buena que siguen regresando por más.
Supongo que esa es otra razón por la que sigo en esto. Nunca, en mi vida,
he perdido a un cliente, y eso lo sumo a mis destrezas. Los he visto a
todos, viejos y jóvenes, homosexuales y heterosexuales, casados y
solteros. Vienen a mí en busca de algo que no tienen o que no pueden
obtener lo suficientemente en casa. A la gente le gusta las cosas sucias en
la cama, y yo no juzgo. Los factores van de algo suave hasta algo fuerte, y
todos están en el mismo juego. Entre más sucio lo quieran, más alto es el
precio. Yo no ofrezco sexo oral barato o rápido. No vale mi tiempo. Una
hora puede costar desde $500 a $1,000, dependiendo lo que hagamos.
Cada cliente tiene necesidades distintas, y si alguna de estas ratas callejeras
se tomara su tiempo podrían duplicar sus ingresos.
Para algunos hombres, no siempre se trata de sexo, a veces se trata de
la compañía. Eso no me molesta. Solamente tengo que sentarme y
escucharlos, lo cual le da un descanso a mi cuerpo. En otras ocasiones,
hay caballeros que solamente necesitan una acompañante para algún
evento, algún bombón para poder lucirlo. Me pagan para ir a eventos
extravagantes, sonreír y reír de sus chistes. Eso es malditamente
asombroso.
Pero no todos los clientes te tratarán como la bella del baile. Hay días
en los que tengo que presionar a mi cuerpo, poner mi mente en blanco, y
adormecer mi alma. La gente no tiene idea, tampoco los clientes. Escucho
la manera en la que hablan de nosotras, como si no valiéramos nada.
Dicen que lo que hago no es un trabajo duro en realidad, pero ellos no se
imaginan por lo que tengo que pasar algunos días. Simplemente como
cualquier otro trabajo, tiene sus cosas buenas y malas. No siempre es fácil.
Como dije, no todos los clientes son un príncipe y no todos los momentos
están llenos de sol y margaritas. Cuando tengo un mal día decido
bloquearlo. Es algo mental y no soy débil, así que no dejaré que eso me
afecte. No mentiré ni trataré de endulzar las cosas. Hay momentos en que
el sentimiento de arrepentimiento aparece sin anunciar, pero siempre pasa
y es por eso que no me molesta la mayor parte del tiempo. Cuando veo a
mí alrededor, y me doy cuenta de todo lo que tenemos y que tan lejos
hemos llegado, sé que vale la pena. En realidad, hasta donde tengo
entendido, ya no hay vuelta atrás. Cerré la puerta de mi antigua vida. Esa
chica, Storm, murió hace mucho tiempo junto con todos los malos
recuerdos, murió justo en el momento en que nos saqué a Jenny y a mí de
ese barril metafórico.
Derribé ese barril y agarré mi vida por las pelotas. Creé un camino
de donde no había nada. Soy una dama de compañía así que, ¿qué
demonios?
¿Cuántas personas logran ser su propio jefe, poner sus propios
horarios, y crear sus propias reglas? No muchas, de eso estoy segura.
Dejen que siga siendo optimista y diciendo que soy afortunada. Trabajo
para mí, y cuando se trata de reglas, solamente tengo dos. Nada de
acurrucarse y nada de besos. No hago esto porque es algo muy íntimo y
demasiado romántico. A la mayoría de hombres esto no les importa. Ellos
en realidad solamente quieren un hoyo en donde colocar su pene, pero
estas reglas son para mantener siempre mi guardia. Estoy segura que
muchas chicas se han enamorado de algún tipo llamado John, pero yo me
rehúso a ser una de ellas. Debo de mantenerme al margen de mi propio
juego. Es quien debo de ser. Es quien Nueve es.

Dos. Hombre. Trabajo. Dinero. Repite.

Abro la puerta con firmeza y escucho como golpea contra la pared.
Entro a la habitación, dejo mi cartera en el piso, y veo como Jenny me ve
con los ojos muy abiertos.
“Hace demasiado calor allá afuera. Mis pechos se están pegando uno
con el otro. Mis nalgas se han convertido en una sola, y mis muslos están
ardiendo por culpa de un sarpullido. Odio tanto los veranos en Las
Vegas.” Me quejo.
Jenny contiene su risa mientras junta sus labios.
“Estás dejando que entre todo el aire caliente,” dice finalmente.
“Cierra la puerta.”
No logro moverme rápidamente así que ella se levanta y cierra la
puerta a mis espaldas. Jenny es una persona chiquita, lleva puesto su
vestido de siempre. Su cabello negro, por encima de los hombros, rebota
de un lado a otro mientras camina de vuelta a su escritorio. Se sienta y ve
el monitor de la computadora.
“Ok, ya mi cuerpo se ha refrescado al punto en que puedo pensar
nuevamente. Dime cuál es resumen del día”
“Recogí tu ropa de la tintorería, llené el refrigerador, pagué todas las
cuentas, y llamé al plomero para que arregle el lavabo de arriba. Vendrá
mañana por la tarde en cualquier momento. Oh, y el vecino se apareció
por acá de nuevo. Dijo, y cito sus palabras, ‘dile a esa chica pelirroja que
deje de parquearse en dónde a ella demonios le plazca, sería genial que no
lo hiciera.’”
“¿Le dijiste que se comiera un plato de mierda?” le dije mientras
sonreía.
“No, pero me aseguraré de decírselo la próxima vez que se aparezca
por acá.” Me ve rápidamente y sonríe.
“Ok, y…” Sacudo mi mano en el aire. Ella regresa su mirada de
nuevo a la computadora.
“Tienes una cita a las 2 de la tarde en el Hotel Grand Belsier.
Habitación 204,” me dice Jenny, mientras sigue tecleando en la
computadora.
Dejo caer mi abrigo en el sofá, bostezo, y me deshago de mis tacones
de aguja.
“¿Quién es él?” le pregunto. “¿Howard o Jake?” Dejo caer una gran
cantidad de dinero en el escritorio de Jenny.
“Ninguno de ellos. Es en realidad un cliente nuevo llamado Sr. V. Te
va a gustar. Confía en mí.” Jenny recoge el dinero y lo empieza a contar.
Frunzo el ceño. “Teníamos un trato. No más clientes nuevos.”
Me ignora mientras sigue contando el dinero. Teclea unos cuantos
números en la computadora y se levanta, camina hacia mí y me empuja al
sofá. Me dejo caer mientras ella empieza a darme un masaje en los
hombros.
“Sabes que puedes parar con esto. No necesitas seguir haciéndolo.”
“No es tan fácil. Alguien tiene que pagar las cuentas en este lugar, los
dos autos, la ropa, y----.”
Jenny no deja que termine de hablar. “¿Sabes cuánto dinero hay en la
habitación de atrás? No lo sabes, ¿cierto?”
“Demasiado,” le digo mientras me encojo de hombros. Dejé de
revisar los libros hace muchos meses.
“Demasiado es una sutileza. Esa habitación se encuentra llena de
dinero. Yo solamente puedo poner cierta cantidad en el banco.
Necesitamos hacer algo con ese dinero. Podríamos empezar un negocio,”
me dice Jenny.
“Ya tenemos un negocio,” le digo mientras recuesto mi cabeza, veo a
Jenny y le sonrío. Ella me empuja la cabeza de regreso en seña de
frustración y sigue masajeándome el cuello.
“Gracias, sabelotodo. Quiero decir, un negocio legítimo. Uno en
donde no tengas que hacer lo que haces.”
“Lo que hago nos genera mucho dinero,” le digo mientras hago una
pausa. “¿De dónde viene todo esto? ¿Por qué de repente es esto una
discusión?”
“Es solamente que, te ves algo desconectada últimamente.
Simplemente pensé-.”
“¿Pensaste qué? ¿Qué necesitaba cambiar de carrera? ¿Qué tal vez un
nuevo trabajo me despertaría? Vamos, Jenny. ¿En realidad vamos a tener
esta discusión?” le digo resoplando.
Solamente hablar del tema me hace sentir incómoda.
“No es una mala idea, Nueve.” Me doy la vuelta y la veo
detenidamente. Jenny se aleja del sofá con las manos en el aire. “Está bien,
olvida que dije algo. Dios.”
Relajo nuevamente mi rostro. “Este chico nuevo, el Sr. V., ¿quién lo
refirió?”
“No quiso decirlo. Intenté deshacerme de él, pero seguía insistiendo.
Solicitó toda una noche con todo incluido.” Sus ojos se iluminaron.
“¿En serio? Hace algún tiempo que no hago eso.”
Una noche completa con todo incluido es justamente como suena.
Cada posición, cada acto, nada está fuera de límites –a excepción de las
dos reglas. Esto fácilmente le costará diez mil dólares.
“Es por eso que acepté. Tú una vez dijiste, si alguna vez un chico me
solicita por toda una noche, nunca le digas que no, aún si el chico es
nuevo. Por cierto, él ha estado esperando por ti pacientemente casi más de
un mes. Está desesperado, como el resto de hombres. Había olvidado que
lo había agregado a la lista hasta que revisé el calendario hoy en la
mañana. También llamó hace unas horas para confirmar.”
Di un fuerte soplido y puse mis pies en la mesita de la sala. Jenny me
da unos golpecitos en el hombro y luego se aleja hacia la cocina. Puedo
escuchar que saca cosas del refrigerador. Luego de unos minutos, regresa
con un sándwich de pavo y un poco de fruta.
“Su almuerzo, señora.”
“Eres demasiado buena para mí,” le digo mientras sonrío.
“Lo sé,” me dice en broma mientras hace una cara tonta.
Camina de regreso hacia su escritorio y abre una de las gavetas, saca
su bolsa de maquillaje y camina de regreso a mí. Empiezo a comer
mientras ella limpia mi maquillaje y arregla mi cabello.
“¿Cómo estuvo Dave?” me pregunta.
Trago mi comida y aclaro mi garganta.
“Oh, ya sabes, ‘Dime papi. ¿Quién es mi chica mala? ¿Quieres unas
nalgadas?’ Típico de él,” le digo mientras sonrío. “Al salir del baño
estaba vestido de pies a cabeza con látex. Por un momento pensé que se
sofocaría con toda esa mierda.”
Jenny se ríe. “¿Cómo logras mantenerte seria?”
“No lo hago. Nueve lo hace. No soy yo la que está allá fuera, es ella.”
Jenny me ve de una manera extraña. La veo de regreso esperando que
diga algo.
“¿Qué?” digo finalmente.
“Acabas de decir que no eres tú la que está allá afuera, es ella.”
“¿Y qué tiene?”
“A veces pienso que te estás alejando de la realidad. Me asusta.”
“¿Qué significa eso?” le digo mientras sacudo mi cabeza.
“Para empezar, te vas todas las mañanas y te rehúsas a decirme a
dónde vas. Pasas demasiado tiempo encerrada en tu habitación, y
últimamente he visto como tu apetito ha disminuido. ¿Quién diablos vive
solamente de nueces? No es normal. Como dije antes, es como si te
estuvieras desconectando de la vida, de mí. Veo como te alejas. Pienso que
estás perdida, Nueve.”
No me estoy alejando, pensé. Simplemente he estado decaída estas
últimas semanas. No estoy segura de lo que pasa. Si le digo a Jenny a
donde he estado yendo todas las semanas se moriría, y nunca podría
escuchar el final. No es fácil explicarle a una persona atea que esta
prostituta va todas las mañanas a una capilla para orar. Se moriría de risa,
nunca lo entendería. Ni yo misma lo entiendo muy bien. Simplemente creo
que estoy buscando un poco de paz interior.
“Como que si tú no te convirtieras en alguien más cuando estás
hablando con los clientes. Deberías de escucharte en el teléfono. Toda una
persona correcta y formal. No me hagas empezar con nuestros días de
búsqueda. Esto es lo que soy ahora, simple y sencillo. No entiendo ni
siquiera por qué estamos teniendo esta conversación.”
“No estás lista para renunciar, simple. Está bien. Al menos déjame
ayudarte.” Su tono se suavizó. “Ya soy mayor, más madura. No me
importa. Puedo quitarte la presión de encima. Han pasado seis años. Sé que
ha sido difícil tener todo este peso en tus hombros.” Jenny todavía está
retocando mi maquillaje cuando me dice estas tonterías. Alejo sus manos
de mí y me levanto.
“Nunca vuelvas a mencionar que quieres hacer lo que yo hago. El
pacto era que yo haría todo el trabajo. No tú. Tú encárgate de lo que eres
buena, allí es donde perteneces.” Tenía la palma de mis manos extendidas,
viendo hacia abajo.
“¿Y qué es eso? ¿Hacer los mandados? ¿Apuntar las nuevas citas?”
me dice con un resoplido.
“Sí. Conoce tu lugar.”
Me levanto y camino hacia mi habitación, al llegar cierro la puerta de
un golpe. Sé que Jenny quiere ayudar, pero este trabajo no es para ella.
Nunca lo ha sido. Esta industria crea grietas en las mujeres que nunca se
pueden reparar de nuevo.
“¡Eres una perra terca!” me grita del otro lado de la puerta.
“Solamente intentas protegerme. Lo entiendo,” me dice mientras hace una
pausa. “Pero yo ya no necesito que me protejan más, Nueve. Ya soy una
mujer adulta.”
La ignoro. Obviamente está en una misión totalmente descabellada
para salvarme, o algo así. Culpo a sus hormonas. Probablemente su
período está por llegar y ha perdido la cabeza el día de hoy por un
desbalance hormonal. Cierro mis ojos por un momento y aclaro mi mente
de todo el ruido que hay en este momento. Camino hacía el baño, me
pongo desodorante y perfume para así poder alistarme para el próximo
trabajo. Me pongo un corsé de encaje negro, con pantaletas que hacen
juego, y me cubro con un vestido que se ajustaba a mi cintura. Me
presumo por un momento en el espejo, asegurándome que mi cabello esté
en orden, y peleando con mis pensamientos. Jenny tiene razón. No soy la
misma persona que era antes, pero ella tampoco lo es. Ella sabía lo que iba
pasar cuando aceptó hacer todo esto. Olvídalo. No estoy pensando en esto
por un segundo más.
Camino hacia el closet, abro la gaveta de arriba, y saco una caja azul
que contiene lo que yo llamo, mi reductor de ansiedad. Abro la caja y saco
un cigarro de marihuana. Lo enciendo, le doy una calada, e
inmediatamente lo apago en el cenicero. Sostengo el humo dentro y luego
lo exhalo muy despacio. Un golpe es lo único que necesito. Es suficiente
para calmarme y poder estar tranquila en días como el de hoy.
“¿Es marihuana lo que huelo?” escucho decir a Jenny con su voz
maternal a través de la puerta. Empieza a golpear duro la puerta.
“¡No empieces conmigo!” le grito, y veo al espejo de nuevo.
Finalmente me doy la vuelta, camino hacia la puerta, y la abro. Jenny
se encuentra de brazos cruzados y su frente fruncida. Sacudo mi cabeza, y
me cuestiono en silencio qué demonios quiere.
“Realmente me preocupas.”
“Solamente es un poco de hierba. Ya hemos pasado por esto. Me
relaja. ¡Déjame en paz!” le digo.
“No estoy hablando de eso.”
Suspiro. “No te entiendo. ¿Cuándo empezaste a actuar como una
madre?”
“Emm... El momento en que olvidaste apagar la estufa y quemaste el
sartén; al siguiente día, dejaste el agua corriendo inundando todo el piso;
luego, al día siguiente, dejaste las llaves adentro del auto. Algo está
pasando. ¿Qué es?”
Me encojo de hombros. “Estoy bien. Todo está bien. Ahora regresa a
hacer las cosas por las que te pago, por favor.”
Sus ojos se abren de par en par. “Sabes lo que quiero decir.” le digo
mientras hago mi cabeza hacia un lado. Jenny aprieta sus labios y sacude
su cabeza.
“Te necesito, Jenny. No arruinemos las cosas ahora, ¿sí? ¿Por
favor?”
Jenny aprieta sus dientes y asiente con un poco de duda en sus ojos.
Mira el piso por un momento y luego se da la vuelta para alejarse de mí.
La sigo y me pongo mis tacones negros; me arreglo el diminuto vestido
negro que cargo puesto y veo como Jenny se sienta en la computadora y
empieza a teclear de manera muy fuerte, más de lo necesario. Tomo mi
cartera y le grito mientras salgo por la puerta.
“¡Hasta luego, Jenny!”
Ella no responde. Sé que está irritada conmigo. Me detengo y me doy
la vuelta. Jenny levanta la mirada.
“¿Sabes por qué sigo haciendo esto? ¿Por qué no me detengo?”
No me dice nada, solamente me mira.
“Porque es lo único en lo que soy buena.”
Su cara cae, al igual que mi estómago. La habitación está en silencio,
y yo me siento expuesta. Después de todos estos años, es la primera vez
que lo digo, pero es la verdad. Abro la puerta y me apuro a salir.
“Adiós, perra.” escucho que me responde antes que la puerta se
cierre. Esa es su manera de decirme que entiende. Dejo caer mis hombros
hacia adelante mientras tomo aire. Me sacudo todos esos sentimientos y
camino hacia el Mercedes Benz negro con vidrios polarizados que está
parqueado afuera. Me subo al auto y empiezo a jugar con la radio.
Necesito regresar a mi modo de trabajo. Selecciono la lista de canciones
de The Weeknd. Es la música perfecta para calentar. Esta música hace que
mi sangre bombee más fuerte en las zonas inferiores del cuerpo. No sé
cómo se las ingenia para lanzar canciones que hacen que la mitad de las
mujeres de todo el mundo, incluyéndome a mí, se quieran desnudar con
tan solo el sonido de su voz, felicitaciones para él. Los hombres deberían
de enviar tarjetas de agradecimiento por todo el sexo que logran
conseguir gracias a él.
Me pongo mis gafas de sol, enciendo el auto, y pongo la música.
Tengo una cita antes de ver a mi nuevo cliente. Este chico, Kirk, voy a
verlo en este momento; es un cliente leal y regular. Lo visito cada semana,
el mismo día, y a la misma hora. Siempre en su casa. Le gusta toda esa
mierda pervertida que existe. Le encanta ser dominado y le encantan
demasiado los juguetes. Es un jugador de tenis profesional que
probablemente podría tener a cualquier chica que él quisiera, pero creo
que probablemente su apetito sexual aleja a cualquier mujer que logra
conocer. Solamente le digo que me siga pagando como lo hace y que a mí
no me importa lo que haga.
Llego a su casa y toco la puerta. Abre la puerta y me muestra su
sonrisa blanca. Es alto y sexy, como la mayoría de mis clientes; pero para
mí solamente se ve como un cajero automático. No veo nada más. Así es
como funciona mi cerebro. Hombre. Trabajo. Dinero. Repetir. Sonrío de
vuelta.
“Nueve, es un gusto verte, cariño.” Me ve de pies a cabeza. “Entra por
favor.”
Parpadeo rápidamente y fuerzo a Nueve a que salga a jugar, mientras
que él me da el dinero.
“Te ves cogible esta noche.” le digo, mientras me acerco y lo tomo
de su corbata. La estiro una vez solamente para obtener su atención. Veo
como lame sus labios mientras cierra la puerta.
“Sabes, cuento los días para verte cada semana.”
“Seguro que lo haces,” le digo coqueteando.
Me ve con ojos ansiosos. Él no desperdicia el tiempo. Está listo.
“He sido un chico muy malo el día de hoy,” me dice con voz
profunda.
“¿Has roto las reglas?” le pregunto. La seducción brota de mi lengua.
Mira hacia abajo. Me acerco un poco más y lo empujo del pecho
hasta llevarlo contra la pared.
“¿Pregunté si has roto las reglas? Respóndeme cuando te hablo,” le
exigo. Deslizo mi mano hacia abajo y le doy un apretón a su pene.
“Sí, señora.” Me dice ya metido en su personaje. Mira hacia el piso
con vergüenza.
“¿Qué te he dicho acerca de masturbarte entre las sesiones?”
“Que no lo haga,” me responde.
“¿Y por qué te he dado esta orden?” le pregunto.
“Porque este pene es tuyo,” me responde.
“Así es. Ahora ponte en cuatro y ruega por tu castigo. Ya sabes como
lo tienes que hacer.”
Sus ojos se oscurecen. El me desobedece a propósito para así poder
ser castigado. Él y yo lo sabemos. Se deja caer de rodillas. Le encanta esta
mierda. Le excita que le digan lo que tiene que hacer. Todo su cuerpo está
temblando con anticipación. Suelto mi vestido lentamente y lo dejo caer al
piso mientras él ve mi cuerpo.
“¡Dije que te pusieras en cuatro!” le grito.
“Sí, señora.” lloriquea, mientras se deja caer a mis pies. Inspecciono
rápidamente el lugar. Es un lugar impecable, limpio y organizado. El
lugar grita que pertenece a alguien obsesivo por el control. Conozco su
tipo. Probablemente pasa todo el día dando órdenes y tomando decisiones
muy calculadas, pero acá está a mis pies. Me está dando todo el control de
su cuerpo. Es su momento de relajarse y es así como lo hace,
entregándome el control sexual.
“Maldita sea, me desagradas. ¿Sabías eso?”
“Lo siento, señora. Perdóname,” me ruega.
“No dije que podías hablar. Arrástrate a ese sofá y quítate la ropa.”
Se arrastra al sofá y rápidamente se quita el traje y la corbata. Lo sigo
y empiezo a caminar en círculos a su alrededor. Se encuentra ahora
arrodillado, totalmente desnudo, junto a la mesita de la sala. Tiene varios
objetos que había puesto sobre la mesa antes que yo llegara, como
siempre lo hace. Hoy ha escogido un consolador con lubricante, un
pepino, y un banano. En mi interior tengo el ceño fruncido al ver la mesa,
pero Nueve tiene un rostro que dice, cógeme. Nada de esto funciona
conmigo. Es solamente un trabajo. Personalmente, cuento los minutos
para que esto termine.
“Por favor,” llora sin verme.
“Por favor, ¿qué?” le digo severamente.
“Lo deseo.”
Sacudo mi cabeza detrás de él.
“No creo que lo merezcas, hombre patético.” le digo enojada.
Está sollozando de excitación.
“He sido malo, me lo merezco.” Se inclina hacia mí.
“¿Qué tanto deseas que te lo dé?”
Lame la punta de mi zapato y luego me ve de reojo.
“Lo deseo. Deseo que tus dulces manos me lo den todo.”
Veo hacia abajo y sonrío.
“Entonces agáchate, perra.”








Tres. Aleja el dolor.

Me subo al auto y me dirijo hacia el Grand Belsier para encontrarme
con el nuevo cliente que Jenny acordó, el Sr. V. He estado en este hotel más
veces de las que puedo contar, así que conozco mi camino. Dejé mi auto
con el aparcacoches y me dirigí hacia la puerta. La persona encargada de
la puerta me da la bienvenida y me sonríe mientras yo ingreso al hotel.
Paso rápidamente y camino hacia los elevadores. Noto que un hombre se
acerca a mí mientras yo espero. No le presto mucha atención hasta que los
dos ingresamos al elevador. Lo miro discretamente. Noto su cabeza
rasurada y un tatuaje en el cuello que lee consumido. Está vestido con un
traje negro y zapatos negros formales. Sus manos están cubiertas con unos
guantes de cuero negro. No se ve como el tipo de persona que se
hospedaría en un hotel como este, y eso es lo que llama mi atención.
Usualmente, este lugar atrae a la élite, y él se ve un poco atrevido para
hospedarse aquí. Lo veo detenidamente. Traje costoso, comprobado. Reloj
costoso, comprobado. Colonia costosa, comprobado. Ahora lo veo
boquiabierta intentado descifrar a este chico. Se ve como uno de esos
chicos sexy, pero fuertes luchadores de MMA. Supongo que mide 1.80, tal
vez con un peso de 180 libras. Huelo su colonia y logra distraerme. Me
pregunto qué habrá debajo de ese traje. Riesgo laboral. Voltea la mirada y
se da cuenta que lo estoy mirando. Sonrío. Vuelve de nuevo su rostro
hacia enfrente, lo cual logra enojarme.
“¿Estás utilizando Amouage Memoir? Hablo de tu colonia.” le digo
para intentar obtener su atención.
El hombre voltea su cabeza muy despacio y me mira con sus ojos
entrecerrados y cafés. De seguro que logra intimidar. No dice una sola
palabra. En cambio, vuelve su cara de nuevo hacia enfrente y sigue
mirando la puerta del elevador.
“Supongo que no,” murmuro.
Las puertas del elevador se abren y los dos nos dirigimos al mismo
piso. Ahora caminamos uno a la par del otro, en la misma dirección. De
vez en cuando, lo veo de reojo. El contorno de su quijada es impecable. Es
sexy, fuerte, y definitivamente me está ignorando. Tiene ese estilo de chico
malo y, honestamente, me gusta. Tal vez solamente estoy interesada en el
desafío. Busco algo ingenioso que decir, pero el tiempo se agota. Me
acerco al número de habitación en donde estaría mi cliente y el caballero
del elevador baja el ritmo torpemente pero no se detiene. Es suficiente
para alzar una ceja, pero no importa. Veo como se aleja rápidamente por
el pasillo y luego voltea para verme sobre su hombro antes de desaparecer
en la esquina. Respiro hondo y toco a la puerta de la habitación.
Un hombre hispano con el cabello negro y ondulado responde con
una sonrisa.
“¿Nueve?”
“¿Sr. V.?” Sonrío.
Me indica que entre. Levanto mi pecho y saco el trasero mientras
camino frente a él. Puedo escuchar que cierra la puerta.
“Bienvenida. Por favor, toma asiento. ¿Puedo ofrecerte algo de
tomar, preciosa?” lo escucho decir con un ligero acento.
“No. Estoy bien, gracias.”
“Vamos. Solamente un trago. No es como que tengas que manejar a
algún lado después.”
No tengo otra opción. Usualmente no acepto tragos de clientes. Me
gusta mantener la mente clara cuando estoy de trabajo en trabajo. Es vital
estar en todos tus cabales cuando trabajas con hombres calientes todo el
día. Cosas peligrosas pueden suceder.
“Vamos, mami. Un trago. Odio beber solo.”
“Bueno, me tienes por toda la noche así que beberé cualquier cosa
que tengas, cariño.”
Sonríe y se dirige al bar. Me da la espalda mientras me sirve el trago.
Muevo mi cabeza un poco para ver los manojos de dinero en la mesita de
noche. Se da la vuelta rápidamente, se acerca, y me entrega el vaso.
Sacudo mi cabeza hacia adelante.
“Brandy. Es mi favorito. Espero esté a la altura de tu gusto,” me dice.
Se sienta en la cama a mi lado y coloca su mano en mi muslo.
Termino el trago lo más rápido posible. Estoy un poco nerviosa.
Hace algún tiempo que no tengo un cliente nuevo. Lo veo llenar de nuevo
su vaso con brandy, luego me mira y sonríe. Toma el vaso vacío de mi
mano y lo coloca en la mesita de noche junto a su vaso.
“He escuchado cosas buenas sobre ti, Nueve.”
“¿Es cierto eso?”
“Dicen que tu vagina es oro puro,” me susurra.
“Ellos, quienes sean esas personas, deben de estar en lo correcto.”
Muerdo mi labio inferior y le guiño el ojo.
Asiente y dirige su mirada hacia otro lado, como si estuviese
esperando algo. De repente hay un gran silencio en la habitación. Hay un
gran espacio en blanco durante la conversación y me empiezo a sentir
incómoda. Hace tan solo unos segundos, estaba lista para empezar a
trabajar y ahora mi instinto me está diciendo que me vaya. Sin embargo,
no puedo. Él me solicitó por toda la noche. El dinero está justo allí. Tal
vez es el tipo de persona que se toma su tiempo o tal vez solo está un poco
nervioso. Me siento allí, metida en mi personaje, y espero.
“¿Eres buena utilizando tu boca, Nueve?” me pregunta.
“¿Quisieras averiguarlo?” le respondo rápidamente mientras paso la
lengua sobre mis labios.
Sonríe y dirige su mirada hacia otra parte. ¿Qué diablos se trae entre
manos? Este chico es extraño. La mayoría de hombres se hubiesen
desabotonado los pantalones y me tendrían ya de rodillas. Aclaro mi
garganta para obtener su atención ya que él se encuentra mirando hacia la
pared. Ve su reloj y luego vuelve la vista hacia mí. Definitivamente está
esperando algo. Me empiezo a marear y mi piel está sudando. Sostengo mi
pecho. Siento como mi corazón late cada vez más lento y mi respiración
empieza a decaer. Se levanta y empieza a caminar hacia donde yo estoy, y
es justo allí cuando lo empiezo a sentir. Mi cabeza se tambalea y apenas
puedo sostenerme. Veo a este hombre doble. Me está hablando pero sus
palabras están distorsionadas.
“¿Qué pusiste en ese trago?” le pregunto mientras intento alcanzar mi
cartera en donde tengo un cuchillo. No logro coordinar mis movimientos.
No puedo alcanzar mi cartera y, en cambio, agarro las sábanas. “¿Me
drogaste?” logro farfullar.
“Ketamina. Es una droga inofensiva.” Sus palabras resuenan.
Partes de la habitación se vuelven borrosas. Siento como si voy a
vomitar y mis pies están empezando a sentirse dormidos. El hombre se
inclina hacia mi cara y me ve directamente a los ojos. Intento deshacerme
de esto que estoy sintiendo. Mis parpados se sienten pesados con cada
segundo que pasa.
“Estás tomando bastante de mi dinero, Nueve, y no me gusta cuando
la gente juega con mi dinero.”
Estoy allí sentada a punto de desmayarme. Sus manos se encuentran
en mis hombros y, en este momento, es lo único que me sostiene de
caerme.
“¡Despierta, escúchame!” me grita. “Ahora eres mi perra principal.
¿Estoy siendo claro?”
Es un maldito proxeneta. Levanta mi quijada con una mano. Mi
cabeza se cae y lo veo con mis ojos acristalados.
“Púdrete,” logro farfullar.
Me retuerce tan duro que caigo de la cama al piso. Mi cartera sale
volando y cae lejos de mi alcance. Estoy tirada de lado y puedo ver sus
botas acercarse a mí. Se acerca y me patea el rostro. Puedo sentir como la
sangre sale de mi boca y cae en mi mejilla. Ahora me arrastro por la
alfombra intentando salir, pero no puedo. No tengo fuerza.
“La única manera de hacer que ustedes perras sean leales es
rompiéndolas al principio. Estarás rogándome para chuparme el pene
cuando termine contigo, Nueve.”
Me patea fuerte en el estómago. Lloro de dolor, y por más que quiera
no puedo moverme. Mi cuerpo está totalmente inmóvil. Escucho un sonido
extraño y, luego el Sr. V. cubre mi boca con cinta.
“Regla número uno. Me gusta que mis perras sean calladas,
¿entendiste? Cuando yo hablo, tu escuchas.”
Puedo escuchar que murmura algo más. Luego me da vuelta y coloca
su bota en mi espalda baja para que no me pueda mover.
“Regla número dos. De ahora en adelante, todo lo que tienes es mío.”
Su bota está clavada en mí, se siente como si mi espalda se fuese a
quebrar. Estoy orando y deseando que las personas que se encuentran a
dos habitaciones me puedan escuchar, pero sé que no pueden. Luego me
patea en el costado con el pie que tiene libre. Grito por encima del cinta.
“Deja te muestro que le pasa a las perras que toman mi dinero.”
Empieza a pegarme en la espalda sin parar, lo está haciendo con algo
que se siente como un cinturón. Cada latigazo hace que mi espalda arda.
Las lágrimas corren por mis mejillas. No puedo respirar. No puedo ver
claramente y siento como si fuera a desmayarme, pero está claro que él no
me dejará en paz tan fácilmente. Justo cuando mis ojos se cierran, rodea
mi garganta con el cinturón, lo aprieta, y empieza a arrastrarme por toda
la habitación. Estoy luchando por respirar a través de mi nariz y al mismo
tiempo deseando estar muerta para así ya no tener que sufrir.
“¿Cuál es mi nombre?” me pregunta mientras quita el cinta de mi
boca por un minuto. Aprieta el cinturón en mi garganta. Estoy tosiendo y
ahogándome con mi propia saliva.
“Dije, ¿cuál es mi nombre?” repite.
“No lo sé, demonios.” me las ingenio para gruñirle.
“Papi. Por ahora me puedes llamar el gran papi. ¿Entendido?”
Vuelve a cerrar mi boca con el cinta. Me levanta y me tira contra la
cama. Está encima de mí. Mi vista está borrosa. Está sosteniendo algo en el
aire. Es algo puntiagudo. Es de metal. Estoy parpadeando rápidamente
para intentar aclarar mi vista. Mierda, es un cuchillo. Probablemente mi
cuchillo.
“Si corres o te escondes de mi alguna vez, cortaré tu maldita lengua.
Eres mía. Me perteneces. Ahora dilo conmigo. ‘Pertenezco a papi.’”
Despacio sacudo mi cabeza. “¡Te digo que lo digas!” me grita.
Me mantengo callada. Mi garganta se ha cerrado por completo. Ya no
puedo sentir la yema de mis dedos.
“Oh, así que eres una puta testaruda, ¿no es así? Tal vez necesitas que
te castigue más o tal vez debería de matarte y hacer las cosas más fáciles
para mí,” dijo el Sr. V.
Se arrastra encima de mí y se sienta a horcajadas sobre mis caderas
mientras cubre mi boca con su mano. Toma el cuchillo y clava la punta en
mi costado. Suelto un grito reprimido. Le da vueltas al mango del cuchillo
para que se retuersa en mi piel. No puedo soportarlo más. Oro en silencio
por mi muerte. Ya, solamente mátame, ruego dentro de mi cabeza. Es justo
cuando escucho una explosión, hay sangre salpicando por todo mi rostro
y el proxeneta cae sobre mí. De repente siento que me quitan el peso de
encima. Lágrimas caen por todo mi rostro. Veo hacia arriba y veo una
pistola que está apuntándome. Lloro aún más fuerte. La figura borrosa que
está frente a mi quita el cinta de mi boca.
“¿Quién eres?” me pregunta.
Mi cerebro no está funcionando correctamente para poder responder
esa pregunta.
“Drogas. Él. Me. Drogó,” logro decir, espero que lo que esté
diciendo sea algo coherente. Espero estar utilizando las palabras correctas.
¿Siquiera me puede comprender?
El hombre me levanta de la cama y me lleva hacia sus brazos. Mis
piernas se doblan y mi cabeza cae hacia atrás.
“¿Quién eres?” me pregunta de nuevo, mientras levanta mi cabeza.
Esta vez las palabras hacen eco en mi cabeza.
Veo su cuello, el cual se ve borroso. Intento leer su tatuaje. Me toma
unos cuantos segundos pero mi vista se aclara lo suficiente para leer la
palabra consumido. Es el chico del elevador.
“Yo. Te. Conozco,” logro decir esta vez.
Mi cabeza cae en su pecho y mis ojos ven hacia abajo. Veo rayas de
sangre sobre mi muslo.
“Estoy… sangrando,” murmuro. “¿Voy a morir?”
“No hoy,” escucho que dice, justo cuando mi cuerpo se rinde y mis
ojos se cierran.

***
Despierto porque parece que alguien toca a la puerta. Le toma un
momento a mis ojos ajustarse a la luz. Veo a un hombre sentado cerca de
mí en una silla de madera. Él está golpeando su arma sobre una mesa y
viéndome fijamente. Me doy cuenta que estoy en una cama solamente con
mis pantaletas y sostén. Tengo moretones por todo el cuerpo y rasguños
en mis manos. La mayoría de mis uñas están rotas y mi pecho, brazos, y
estómago, están cubiertos por gotas de sangre ya seca. Todo mi cuerpo
está adolorido. Se siente como si alguien me hubiese golpeado con un bate
de baseball y no logro recordar que fue lo que pasó. Entro en pánico y me
siento sobre la cama. Mi corazón se acelera junto con mi respiración.
“No lo hagas,” me ordena. Dejo de moverme por un segundo, pero
ignoro su advertencia y me levanto.
“Dije que no lo hagas. Dañarás tus puntadas.” Sus ojos se clavan en
mí.
“Come mierda,” le respondo mientras retrocedo hacia la cabecera.
Apunta su arma hacia mi cintura y luego hace una mueca con su
cabeza para que yo la vea.
Veo hacia abajo. Del lado izquierdo, justo arriba de la cadera, veo
alrededor de 5 puntadas. Mis dedos tiemblan mientras toco la herida.
“¿Cómo te llamas?” me pregunta. “Sé que tu nombre no es el que
aparece en esta licencia falsa. Ninguna de la información acá lo es. Esta
dirección ni siquiera existe.”
Está sosteniendo mi documento de identificación mientras yo ignoro
su pregunta.
“¿Tú me hiciste esto?” le pregunto.
Mi garganta está adolorida y me molesta al hablar, pero aun así lo
hago. Dejo caer mi cabeza en la palma de mi mano, se siente como si una
bomba fuera a explotar dentro de ella. Ni siquiera puedo pensar bien.
Dios, me duele todo.
“¿Te hice una pregunta?” me pregunta Trig
“¡Púdrete!” le grito mientras sigo sosteniendo mi cabeza. Siento que
voy a vomitar.
“Mira quién está siendo valiente. ¿No tienes miedo de morir esta
mañana?”
“No realmente.”
“Te veías muy asustada anoche,” me dijo.
¿Anoche? Cierro mis ojos e intento recordar lo que pudo haber
sucedido. Llegué al hotel. Vi al chico raro y guapo del elevador, el que
tenía un tatuaje en el cuello que decía consumido.
Abro mis ojos de par en par, levanto mi cabeza, y veo al chico que
está sentado cerca de mí. Veo su cuello y allí está, el tatuaje en su cuello.
Mierda. Es él. Cierro mis ojos de nuevo.
Luego me bajé del elevador y toque la puerta de la habitación. El Sr.
V. respondió. Entré a la habitación, luego… y luego… nada. No logro
recordar nada después de eso. Abro mis ojos y lo veo de nuevo.
“No me molesta la muerte. El dolor que la acompaña es lo que me
molesta,” le digo.
Su rostro muestra una extraña expresión. Parece una mezcla de
confusión y enojo. Se levanta y camina hacia afuera de la habitación,
cerrando la puerta. Escucho que la cierra con llave. Inmediatamente siento
que mi estómago da vueltas, siento que voy a vomitar. Tapo mi boca con
la mano, y veo alrededor. Veo un basurero pequeño justo al lado de la
cama. Lo pateo para acercarlo a mí y me agacho sobre él. Ahora estoy
sobre el basurero a punto de vomitar. Con una mano presiono levemente
el lado en donde se encuentran las puntadas, con miedo a que vayan a
abrirse por la fuerza que estoy haciendo. Me toma unos minutos
componerme nuevamente, y mi estómago poco a poco se va calmando,
siento que mi espalda se quema. Coloco una mano sobre mi espalda y
puedo sentir las heridas en mi piel. En este punto, solamente quiero llorar,
pero no lo logro. Soy demasiado débil.
“¿Qué me sucedió?” Susurro, mientras camino por la habitación. ¿En
dónde estoy? Me pregunto. Este lugar es viejo y descuidado. Hay varias
grietas en la pared. Telarañas decorando cada esquina de la habitación y
definitivamente el polvo ya se ha ajustado a los muebles. Parece que es un
sótano. Intento ponerme de pie pero no puedo. Volteo y veo que hay una
botella de agua en la mesita de noche. Bebo un poco de agua. El agua
cubre mis labios secos, y baja a través del mal sabor de boca. Me siento un
momento a ver mi cuerpo lleno de moretones. Estoy agobiada por el
dolor que acompañan a los moretones. Siento el ácido recorriendo
nuevamente por mi garganta, así que me recuesto, cierro mis ojos, e
involuntariamente me desmayo de nuevo.

***
No estoy segura de cuánto tiempo ha pasado, pero escucho que una
puerta se abre. Me siento un poco desorientada mientras me despierto e
intento abrir los ojos. A la habitación entra un hombre que no se me hace
familiar. Es un hombre grande. Alto. Está estirando su barba roja mientras
ingresa a la habitación. Se sienta exactamente en el mismo lugar donde
estaba el chico del elevador. Noto un moño de pelo rojo en su cabeza.
“Eres una hermosura, ¿no es así? Aún con todos esos moretones.
Eres guapa, chica.”
Lo veo de una manera repugnante mientras me levanto y me siento
sobre la cama.
“¿Cuánto cobran en estos días, chicas?”
“¿Disculpa?” le respondo
“Tú tarifa por hora,” me responde rápidamente. “¿Cuál es?”
“Tú y tú moño de hombre no podrían costearme,” le respondo.
“¿Qué me dices de esto?” Sonríe y luego se levanta, lo veo sacar una
pila de billetes de sus bolsillos.
“Apuesto que te montarías en mi pene en este preciso momento. ¿No
es así?” me dice mientras ríe. Camina hacia la cama y coloca una mano
sobre mi pierna. “El hecho que cobres más no te hace menos zorra,
ricura.”
Aprieto mis dientes mientras sube su mano por mis piernas.
“¿Por qué no te tragas un cactus?” le digo mientras me alejo.
Hace un puchero y tira un beso al aire.
“Bones,” escucho que dice el chico del elevador con un tono de
advertencia.
“Vamos, Trig. Solamente estoy jugando con la chica.”
Nota mental. El chico del elevador se llama Trig y el imbécil
pelirrojo es Bones. Estoy segura que la policía necesitará esa
información, si es que logro salir de aquí con vida. Claro, como si fuese a
ir con la policía, pero es bueno saberlo.
“¡Afuera, ahora! Este era mi contrato,” grita Trig.
“Sí, ¿pero quién te ayudó a limpiar?” le responde Bones.
“Vete de aquí,” le grita Trig.
Bones se da la vuelta y me giña el ojo, luego retrocede despacio hasta
que abandona la habitación y cierra la puerta de un golpe.
Trig camina hacia la habitación con un plato de comida. Puedo oler
huevos y tocino. Se sienta, saca el arma de su costado y la coloca sobre la
mesa. Luego pretende mordisquear la comida enfrente de mí.
“¿Hambrienta?” me pregunta mientras señala el plato. Solamente el
olor me enferma. Veo hacia otro lado y coloco la mano sobre mi boca. Ya
cuando mi estómago se tranquiliza vuelvo la mirada hacia él. Está viendo
el basurero donde vomité.
“Si no vas a comer al menos toma un poco de agua,” me dice.
Se levanta de su asiento y se acerca a mí. Veo como toma el basurero
y sale de la habitación. Entra de nuevo y cierra la puerta. Continúo viendo
mientras él se sienta. Aleja la silla de la mesa y se acerca hacia mí
mientras coloca los codos sobre sus rodillas. Sus muslos están separados
y se siente como si fuese el momento de iniciar una entrevista. Señala el
agua que está en la mesa de al lado. La levanto para poder distraerlo.
Continua viéndome mientras yo destapo la botella y bebo unos tragos de
agua.
“¿Contento?” le pregunto.
“Me gustaría saber quién eres. Dime aunque sea tu primer nombre,”
me dice.
“Es Nueve. ¿Puedo ir ya a casa?”
“¿Qué tipo de nombre es Nueve?” me pregunta mientras levanta una
ceja y lame su labio.
“No lo sé. ¿Qué tipo de nombre es Trig?” le digo entre dientes.
Él asiente. “Touché, Nueve. Intentemos de nuevo. ¿Cuál es tu nombre
real?”
“¿Cuál es el tuyo, Trig?” le respondo. Me sonríe demostrando un
poco de frustración.
“Te das cuenta que tengo un arma, ¿no?” me dice de manera calmada.
“Si quisieras matarme ya lo hubieras hecho.”
“O tal vez estoy esperando el momento indicado,” me dice mientras
inclina su cuello.
Me quedo en silencio. Tiene razón. Actúo como si tuviera todo bajo
control y no es así. Estoy lastimada, sentada aquí con mucho dolor, en un
sótano desordenado sobre un colchón viejo, solamente con mi ropa
interior, y con un completo desconocido. Tal vez solamente es el dolor
hablando o simplemente soy adicta al dolor.
“¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Victor?”
“¿Quién?”
“No tengo tiempo para juegos. ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para
el tipo del hotel?” Lo veo perpleja. “Sabes, el imbécil que te hizo esto,” me
dice mientras agita su mano frente a mí.
Me congelo mientras que un recuerdo del Sr. V. regresa a mi mente.
Seguido por otro recuerdo, una bota sobre mi cara. Suspiro y veo a Trig.
“No pensarías que yo te había hecho todo eso, ¿verdad?” me dice con
una expresión de preocupación.
“Victor es el Sr. V.,” me digo a mi misma, mientras mi mente sigue
intentando poner todo en su lugar. “No trabajo para nadie,” balbuceo.
“Entonces, ¿por qué la golpiza?”
“No… lo sé,” le digo avergonzada. “Solamente recuerdo que me
pegaba y luego pateó mi cara con su bota. Justo aquí,” le digo mientras
toco mi mejilla.
Trig saca una botella con medicina y la coloca en la mesa.
“¿Sabes lo qué es esto?” me pregunta.
Sacudo mi cabeza para decir que no.
“Se llama Ketamina. Normalmente se utiliza como anestesia. Algunos
la utilizan para poder violar a sus citas. Se lo encontré a Victor en el hotel.
La Ketamina tiende a causar vómitos, dolores de cabeza, imágenes
distorsionadas, pérdida de memoria, algunas veces se puede perder la
memoria completamente.”
Ahora puedo recordar la voz de Victor. “Ketamina. Es una droga
inofensiva.”
“El licor. Me ofreció una copa de Brandy anoche. Colocó la droga en
mi copa.”
Pequeños recuerdos están regresando. Cierro mis ojos, es allí cuando
tengo una imagen de Trig. Me sostiene en sus brazos, y yo estoy
sangrando. Abro mis ojos rápidamente y veo a Trig.
“¿Qué hacías en el hotel? ¿Por qué estabas tú allí?” le pregunto.
Trig se mantiene callado. Tengo demasiadas preguntas por hacer.
Veo las sábanas intentando encontrarle sentido a todo esto, pero no
puedo.
“¿¡Qué sucedió en esa habitación!?” le grito, mientras el mira hacia el
piso.
“Pasaba por la habitación y te escuché gritar, así que entré a ver que
sucedía,” me dijo Trig.
Allí es cuando todo empieza a tener sentido. Cierro el puño de mi
mano mientras pequeños fragmentos de la noche anterior golpean mi
mente, casi como si quisieran ser recordados. Coloco mis manos sobre
mis orejas. El sonido del cinta justo antes que Victor lo colocara en mi
boca atraviesa todo mi ser. Escucho sus palabras claramente.
“Deja te muestro que le pasa a las perras que toman mi dinero.”
Sacudo mi cabeza. “No lo hiciste. Me tapó la boca con cinta. Ahora lo
recuerdo. No pudiste haberme escuchado gritar.”
Dejo caer mis manos sobre mis muslos.
“¿Qué más recuerdas?” Trig me mira preocupado.
Mis ojos se llenan de lágrimas, mientras continúo sacudiendo mi
cabeza. Trig está esperando que lo diga. Los recuerdos atacan mi cerebro.
El cuchillo. El cinturón envolviendo mi cuello. El disparo, la sangre, y el
cuerpo cayendo encima de mí. Mi corazón empieza a latir a mil por hora.
Siento oprimidas las vías respiratorias y me empiezo a sentir mal del
estómago nuevamente.
Trig continúa en silencio.
“Tú lo mataste,” le digo finalmente.
Limpio mis lágrimas y me levanto de la cama. Trig se levanta
rápidamente de la silla. Me quejo del dolor y caigo sobre la cama. Trig se
apresura para poder sostenerme.
“No me toques. Quiero ir a casa,” le exijo. “Llévame a casa, ¡ahora!”
“No puedes, Nueve.”
“¿Por qué?”
“Simplemente no puedes,” me responde.
“No puedo. No puedo. Sigues diciéndome que no puedo. ¡¿Por qué
diablos no puedo ir a casa?!” le grito. El dolor atraviesa todo mi cuerpo.
Me agacho y balanceo las manos sobre mis rodillas. Trig toma mis
brazos.
“Tu destino no era salir viva de ese hotel,” hace una pausa al decir
eso. “Tenía órdenes de matarte.”
Lo veo asombrada. Tenía órdenes de matarme. Pero, ¿por qué? Paso
la lengua sobre mis labios secos y lastimados.
“Siéntate y toma un poco de agua,” me dice Trig. “Parece que vas a
desmayarte de nuevo.”
Me siento y mientras el dolor se calma se me hace más fácil respirar.
Trig se acerca, toma la botella de la mesa y me la da de nuevo. Lo veo
mientras saca un frasco de píldoras de su chaqueta. La destapa y coloca
una píldora en la palma de su mano para luego extenderla hacia mí.
“No tomaré eso. Ya me drogaron lo suficiente por una noche,
gracias.”
“Es un analgésico. Tienes dolor, tómalo,” me ordena.
Lo veo dudando, luego veo mis piernas llenas de moretones. Tengo
tensa la boca de nervios. No lo quiero, pero lo necesito.
“No te estoy preguntando, Nueve. Te lo estoy ordenando.”
Coloca un dedo debajo de mi barbilla y suavemente levanta mi cabeza
para que lo vea. “Ahora, abre la boca.”
Roza su pulgar en mi labio inferior y abre mi boca. Coopero y dejo
abrir mi boca lo suficiente para que coloque la píldora dentro de ella.
Nuestras miradas se encuentran, mientras que Trig coloca la botella de
agua en mi boca. Unas pocas gotas salen por mis labios. Roza mi barbilla
con su pulgar. La sensación que me provoca cuando me toca hace que me
quede sin aire. Rápidamente retira su mano cuando se da cuenta lo que está
haciendo. Tengo que recordarme que debo respirar.
“Dijiste que alguien te ordenó que me mataras. ¿Quién? ¿Por qué?” le
digo sin pensar.
Justo cuando digo eso, algo viene a mi cabeza.
“Mierda. Eres un asesino a sueldo, ¿no es así?”
“No hagas preguntas si no puedes soportar las respuestas,” me
responde.
“Mataste a un hombre anoche, yo tengo su sangre encima. Creo que
merezco algunas respuestas.”
“Salvé tu vida. Si me preguntas, creo que eso es más que suficiente.”
Veo como saca un cigarrillo del bolsillo de su pantalón y lo enciende.
“Esperas obtener respuestas de mí, pero tú no respondes ninguna de
mis preguntas. Psssh.”
“No funciona de esa manera. Tú no puedes exigir nada. Aquí, tú no
obtienes lo que quieres.” Trig inhala una bocanada de su cigarrillo y luego
exhala el humo. Está un poco molesto.
Mi cerebro da vueltas. Empiezo a pensar en Victor y en que
probablemente una sirvienta del hotel encontró el cuerpo.
“Dios mío. Mis huellas y sangre están por todos lados en esa
habitación. Parecerá que yo lo hice. Esto es una trampa, ¿no?” Cierro los
ojos.
“Limpiamos la habitación del hotel. En este momento, esa es la última
de tus preocupaciones.”
“Limpiamos, ¿quieres decir que limpiaron el lugar o movieron el
cuerpo?” le pregunto.
“¡Para!” grita. “Ya suficiente con las preguntas.”
Doy un brinco al escucharlo gritar. La habitación está completamente
en silencio.
“Solamente mátame,” le digo tranquilamente mientras mi cabeza cae.
“Solamente mátame. Quítame el dolor. Eso es lo que pasaste
balbuceando toda la noche. Estoy empezando a pensar que debí matarte en
el hotel.”
“¿En realidad te quedaste despierto toda la noche cuidándome?” le
pregunto.
Trig pretende no escucharme y mira alrededor de la habitación.
“Estaba drogada, golpeada, y acuchillada. ¿Qué esperabas que
dijera?” continúo diciéndole.
Sus ojos cafés me ven fijamente mientras que su cabeza se mueve de
un lado a otro.
“Tengo un presentimiento que eso no fue lo que quisiste decir cuando
me pediste que acabara con tu dolor.”
Seguro que es rápido para responder. Lo veo de una manera que ni
yo estoy segura que significa. Él me sigue viendo. Me ve fijamente, como
si pudiese ver a través de mí.
Justo en ese momento, Bones entra a la habitación. “Tenemos
problemas arriba.”
Trig inhala de nuevo su cigarrillo y exhala el humo hacia el techo.
Se acerca y se detiene justo frente a mí. Toda su actitud cambia.
“Necesito algunas respuestas, Nueve. Estamos perdiendo tiempo. Esto
no terminará bien si no me ayudas, especialmente si allá arriba está la
persona que yo pienso que es.”
El tono de su voz me asusta.
“No sé qué es lo que quieres. No trabajo para nadie. No conocía al
chico de anoche. No sé nada. Solamente dime qué hacer. Cooperaré si me
dejas ir. Nadie tiene que saber lo que sucedió. Será entre tú y yo.” Estoy
temblando del miedo.
“¡Demonios!” grita Trig, y sale de la habitación. Bones se asoma a la
habitación antes de cerrar la puerta con llave y sacude su cabeza hacia mí.
Estoy sentada aquí recapitulando lo que sucedió anoche. ¿Qué
información quiere Trig de mí? No tengo nada que ofrecerle. Estoy
volviéndome loca preguntándome quién es la persona en el piso de arriba.
¿Será la persona que me quiere muerta? Pasan alrededor de 20 minutos y
Trig entra de nuevo a la habitación junto con Bones y otro sujeto que hace
que mi corazón se detenga. Es un hombre alto, musculoso, y tiene una
cicatriz en un lado de su rostro. Se para a mi lado, viste un traje
completamente blanco. Sus ojos están puestos en mí como los de un tigre
en una gacela.
“La chica que se hace llamar Nueve. Que tierno.” Hace una pausa
mientras mira a Trig y luego me mira a mí. Mi espalda se encoje y mis
piernas están temblando con solo una mirada de este hombre. “¿Sabes
quién soy?” me pregunta.
Sacudo mi cabeza. Puedo escuchar mi corazón latir.
“En las calles me llaman, El Salvador.”
Mis ojos se abren y mi corazón se acelera. He escuchado rumores de
este chico. Es el traficante de drogas más importante y es una persona
despiadada. La gente debe de estar loca para meterse con él.
“Oh, has escuchado de mí. Perfecto. Eso hace mi trabajo más fácil.”
Toma un mechón de mi cabello rojo y juega con él.
“Nueve, tengo problemas y necesito tu ayuda.”
Veo a Trig y luego a Bones. Los dos se mantienen como estatuas.
“Tu amigo Victor tomó algo que es muy importante para mí. Algo
que vale mucho dinero. Estaría en deuda contigo si me puedes decir en
dónde puedo encontrar mis drogas.”
“Yo-yo-yo no sé nada. Él no es mi amigo. Apenas lo conocí anoche.”
El Salvador se ríe de mí. Se agacha y coloca sus dos manos sobre mi
rostro.
“Eres una chica muy linda. Sería una pena tener que cortar la piel de
tu cara por estar mintiendo. Ambos sabemos que trabajas para él. Así que
te pregunto de nuevo, ¿en dónde están mis drogas?”
“Estoy diciendo la verdad,” le respondo rápidamente. “Trabajo por
mi cuenta.”
“Shhhh,” me dice mientras coloca su dedo en mi boca. “Bones,
alcánzame un cuchillo,” le ordena.
Bones saca un cuchillo de su bolsillo y se lo entrega al psicótico.
“No sé nada. No sé de lo que hablas.” Empiezo a entrar en pánico.
Busco a Trig para que me ayude, pero tiene la mirada perdida.
Empiezo a llorar.
“No me dejas opción, Nueve. Tal vez luego de algunas cortaduras
recuerdes algo.”
Veo el cuchillo acercarse a mi rostro y cierro los ojos de miedo.
“Detente,” dice Trig. “Déjame tener el honor. Era mi hermano
después de todo.”
Abro los ojos, y veo a mí alrededor. El Salvador se aleja y le entrega
el cuchillo a Trig. Él sacude su cabeza. “No es mi estilo. Me gusta matar de
manera rápida y limpia.”
Trig me mira y luego mira a El Salvador. “Victor la drogó. Hasta
ahora se está recuperando. Dame veinticuatro horas y si no habla, yo la
ejecutaré en la mesa de tu comedor.”
El Salvador asiente, aprobando lo que dice Trig. Me ve y se acerca a
mí. Coloca ambas manos sobre mis hombros.
“Sería una lástima tener que matarte. Podría hacer mucho dinero
contigo, cariño. Deberías agradecerle a Trig, te acaba de comprar
veinticuatro horas más de vida. Te sugiero que utilices ese tiempo de una
manera sabia.”
Se agacha y me da un beso en la frente. Cierro mis ojos por un
momento con disgusto. Bones y El Salvador salen de la habitación, los
veo salir mientras me quedo sentada en la esquina de la cama.
“Veinticuatro horas, Bones. Ni un minuto más,” dice El Salvador
cuando ya están en el pasillo. Ambos miran hacia adentro antes de cerrar
la puerta.
Veo a Trig, quien me está viendo fijamente de nuevo.
“¿Vas a matarme? Juro que no sé nada acerca de esas drogas.”
“Lo sé,” me dice Trig.
Abro la boca, pero él responde a mi pregunta antes que yo pueda
hacerla.
“Soy bueno analizando a las personas. Es un don que el Señor de
arriba me otorgó.” Me dice mientras apunta con un dedo hacia arriba. “O
simplemente puedes decir que tengo una muy buena habilidad para leer
lenguaje corporal,” hace una pausa al decir eso. “Los mentirosos muestran
vergüenza en todo su cuerpo. Sus ojos cambian. Su cuerpo se tensa. Sus
mejillas, cuello, y frente se sonrojan por la culpa. Comienzan a transpirar
por el miedo. Es como un efecto dominó en todo el cuerpo. Una persona
promedio no puede mentir sin que su cuerpo muestre alguna señal de
culpabilidad.”
“Sí. ¿Qué es lo que ves cuando me miras?” Le pregunto, con miedo a
su respuesta.
“Miedo y dolor,” me responde.
“¿Cómo sabes que no soy simplemente una buena actriz?”
“Porque justamente cuando me preguntaste eso, tu pecho se tornó
rojo.”
Camina y se sienta sobre la cama para luego acercarse a mí. Sus
labios están cerca de mi oreja. Siento su brazo rodear mi cuello. Coloca su
mano sobre mi corazón. Puedo sentir calor irradiar de su piel.
“¿Sientes eso?” me pregunta.
“¿Mi corazón?” le pregunto temblando.
“No, no tu corazón. Podía ver como saltaba de tu pecho desde el otro
lado de la habitación. Estoy hablando del cosquilleo que recorre tu piel…
eso es el miedo,” me susurra al oído, mientras roza sus dedos por mi
pecho.
Mi garganta se seca de manera instantánea y no puedo pensar bien.
Trig quita su brazo rápidamente y se levanta de la cama. Lo veo caminar
hacia la puerta, listo para retirarse.
“Sí, y aparte de todos estos moretones y estas cortadas, ¿¡qué otra
cosa te demuestra que estoy sufriendo!?” le grito. Espero un largo rato
para que diga algo, pero no lo hace.
Se detiene, pero sigue dándome la espalda. “No es tu cuerpo, cariño.
Son tus ojos.”






Cuatro. Síndrome de Héroe

He estado atrapada en este sótano por días. No tiene ninguna ventana
y es solitario. Trig se acerca para examinar mis heridas, me presiona para
que coma y para que tome la medicina, me hace preguntas a las que yo me
niego a responder, pero eso es todo. Ni siquiera sé por qué se toma la
molestia. Podría simplemente matarme pero, en cambio, está perdiendo su
tiempo curándome. No lo entiendo para nada, sigo confundida y frustrada.
Solamente soy yo, mis pensamientos, y el silencio de estas cuatro paredes.
Siento que me estoy volviendo loca. Mis pensamientos corren sin temor
alguno y lo odio. Detesto que cada uno de los recuerdos que había
enterrado, estén saliendo ahora nuevamente sólo porque estoy aburrida, y
no puedo detenerlo. Me duele. Culpo a Trig por esto, por mantenerme
encerrada en esta habitación como un perro herido.
Estoy completamente fuera de la realidad. He perdido ya el control
del tiempo; no sé en qué día de la semana estoy, y estas pequeñas cosas
hacen que me sienta fuera de lugar y olvidada. Aunque he logrado
convencerme que es de mañana, basándome en mi reloj interno, realmente
no tengo idea. Mi estómago ruge y recuerdo que estoy hambrienta. Me
siento débil y mi cuerpo todavía está adolorido, pero al menos mi apetito
ha vuelto. Me levanto de la cama para poder estirarme. Mi cabeza apenas y
duele, ya no como antes. Paso la lengua por mis labios lastimados e
intento tragar un poco de saliva para aliviar mi garganta seca. Lo único
que esto logra es hacerme toser. Tengo sed y también necesito ir al baño.
Veo el tambaleante e improvisado excusado y frunzo el ceño. No pretendo
utilizar esa cubeta asquerosa que Bones trajo. Ayer me puse de cuclillas
sobre esa cosa y casi hice que todo cayera al suelo. Hace que toda la
habitación huela mal de todos modos.
Empiezo a caminar de un lado a otro y la maldita cubeta se ve cada
vez mejor. Justo cuando estoy convenciéndome para utilizarla, alguien
abre la puerta. Trig entra a la habitación. Ha tomado una ducha, me doy
cuenta porque puedo oler el champú, y definitivamente se ha cambiado de
ropa. Ahora carga unos jeans y una playera blanca. Veo que tiene un
tatuaje en el brazo, puedo ver como sale de su playera. Se acerca con un
plato de comida, una botella de agua, y una cuerda. Puedo sentir el olor de
huevos y panqueques. Mi estómago ruge de nuevo. Trig coloca el plato
sobre la mesa mientras me mira. Estoy sosteniendo mi entrepierna
incómodamente y me muevo de un lado a otro.
“¿Quieres ir al baño, Nueve?”
“A menos que quieras que me orine,” le digo sonriendo.
“Supongo que la cubeta no es suficiente para ti.”
Lo veo fijamente.
“Lo entiendo. El baño está arriba al atravesar el pasillo. Tendré que
atar tus manos.”
“¿Es realmente necesario?” le pregunto mientras se acerca y sujeta
mi muñeca.
“Sí, supongo que si tuvieses la oportunidad me matarías para salirte
con la tuya.”
Amarra la cuerda alrededor de mi muñeca y camina conmigo hacia la
puerta. Toma su arma y la apunta hacia mí.
“Abriré esta puerta. Espero que puedas comportarte.”
Asiento.
Abre la puerta y me guía hacia las escaleras, luego caminamos a
través de un pasillo largo que lleva al baño. Lo primero que pude notar
fue la luz del sol, la extraño. La casa está en silencio e igual de
desordenada que el sótano. Me guía hacia una habitación al final del
pasillo y se detiene allí mientras yo camino hacia el lavabo. Me tambaleo
para darme cuenta que me está viendo.
“¿Así que te quedaras allí para ver como orino?” le pregunto.
“No es algo que no haya visto antes, cariño.”
“Bueno, ya que ataste mis manos, ¿podrías al menos ayudarme?”
Hago un gesto con mi cabeza para señalar mis pantaletas.
Trig se acerca y se arrodilla frente a mí. Engancha su pulgar en mis
pantaletas y las baja lentamente, hace esto sin romper el contacto visual.
Siento como mi respiración se detiene y me toma un momento recordar
que tengo que respirar de nuevo. Se levanta y camina de espaldas hacia la
puerta. Me apuro a sentarme, sus ojos todavía están puestos en mí.
“No puedo orinar si me estás viendo de esa manera.”
“Está bien,” me dice y se da la vuelta.
Al terminar, hago lo mejor que puedo para limpiarme y tirar la
cadena del lavabo. Trig se da la vuelta. Estoy parada allí con mis pantaletas
hasta los tobillos. Trig me ve de pies a cabeza. Aclaro mi garganta y
levanto mis manos para recordarle que todavía me encuentro atada.
Asiente y se acerca para ayudarme de nuevo a subir mi ropa interior.
Siento sus dedos tibios rozar mi piel. Se levanta lentamente, y luego se
para frente a mí.
“Eres un problema, ¿sabes?” me dice. Sus ojos están buscando mi
rostro.
Toca mi mejilla con su mano. Paso mi lengua por mi labio inferior.
Me encojo al sentir sus dedos en un área tan sensible. Trig reacciona y se
hace para atrás, una parte de mí se siente triste porque sus manos ya no me
están tocando. ¿Esto es lo que me provoca estar encerrada? ¿Estoy tan
hambrienta por recibir atención que me hace sentir bien el simple hecho
que Trig me toque? No me siento cómoda con lo que estoy sintiendo. Está
mal que esto me produzca cierto placer. Miro mi muñeca para recordarme
que soy una prisionera. Me doy cuenta de la realidad cuando recuerdo que
este chico pronto me matará. Lo pateo en la entrepierna y me esfuerzo
para salir del baño. Trig se agacha y se queja del dolor. Corro hacia la sala
para poder salir por la puerta de enfrente. Justo cuando coloco mi mano
sobre la manecilla escucho el revolver sobre mi cabeza. Me doy la vuelta
y veo que Trig está a mi lado, está enojado. Con una mano está
sosteniendo el arma y con la otra sostiene su pene.
“Lo juro por Dios, Nueve. Te dispararé justo en el trasero. No
confundas mi amabilidad con debilidad. ¡Regresa al sótano!” me grita, y
apunta hacia el pasillo con el arma.
Paso frente a él con la cabeza agachada. Al llegar a la puerta del
sótano me doy la vuelta. Siento pánico. Ya no puedo hacer esto. No puedo
ser una perra que vive en un sótano, vistiendo solamente ropa interior y
esperando la hora de su muerte. La ansiedad me está matando.
“No lo hagas,” me advierte Trig.
“¿Por qué no simplemente me matas? Dispárame y acaba ya con esto.
Es tu trabajo, ¿no es así? Es lo que el jefe te ordenó. No tengo
información que te pueda ser útil. Jala el gatillo, Trig. ¡Solamente hazlo,
maldita sea!” le grito.
Me empuja hacia la puerta y sujeta firmemente mi rostro con la
palma de su mano.
“No me presiones, porque no tengo ningún problema con hacerlo,”
me dice entre dientes. “Recuerda, aquí tú no estás a cargo, corazón. No soy
uno de tus clientes. Puedes ahorrarte esa actuación de chica ruda para tus
juegos sexuales.”
“¡Jódete!” le grito de nuevo.
Logro alejar mi rostro de su cara y lo veo de manera repugnante.
Primero retira el arma colocándola en su pretina, luego me toma
bruscamente de la cintura y desata la cuerda.
“Tal vez en otra ocasión,” me dice sonriendo, mientras toma mi
brazo y me lleva dentro de la habitación.
Se para en la puerta, se quita la playera, y me la arroja. La agarro y
veo la playera en mis manos, luego lo veo a él. Veo el tribal que tiene
tatuado en el pecho y el tatuaje que cubre su brazo y parte del costado.
“Cúbrete… pareces una maldita seductora.” Agita su mano señalando
todo mi cuerpo.
Me pongo la playera y lo veo de manera irritada. Trig se acerca a mí,
sujeta mis muñecas, y las ata de nuevo. Si no fuera por su expresión
malvada y mi falta de energía, intentaría pelear con él. Se da la vuelta y se
retira de la habitación, cerrando la puerta de un golpe. Me quedo parada
allí, medio vestida.
El aroma de Trig está impregnado en toda su playera, no puedo evitar
acercarla a mi nariz, está usando la misma colonia que usaba el día que lo
vi en el elevador. Rápidamente alejo la playera de mi nariz. Odio tener que
pensar en lo que sucedió en esa habitación. Todavía siento dolor y cada
vez que me muevo recuerdo a Victor.
Volteo y veo el plato de comida que Trig me había llevado en la
mañana. Me encuentro hambrienta. Me acerco al plato y empiezo a
atragantarme de huevos y panqueques. Lo hago como si nunca antes
hubiese comido. Lo trago todo, junto con la botella de agua que también
me había llevado. Luego de terminar de comer, y hasta casi lamer el plato,
veo el tenedor en mi plato. No es el arma que yo escogería, pero me
servirá. Lo tomo y lo coloco de manera que pueda servirme para
defenderme. El mango del tenedor está entre mis dedos, y los dientes están
hacia fuera. Me siento en la silla y espero… Y espero… Y espero. Estoy
esperando por tanto tiempo que ya mi trasero está adolorido. Trig nunca
regresa. Horas y horas han pasado que ya incluso he cambiado varias
veces de posición –desde sentarme, pararme, hasta acostarme en el piso.
Escucho que quitan llave de la puerta, y luego se abre. Me pongo de pie.
Trig me mira y se ríe.
“¿Vas a apuñalarme con ese tenedor?”
“Podría hacerlo,” le respondo mientras levanto mi barbilla.
Veo que lleva con él una bolsa pequeña de papel.
“O simplemente podrías utilizar el tenedor para esto,” me dice
mientras levanta la bolsa
Frunzo el ceño ante mi débil intento por matar a Trig. Señala a la
mesa. Camino hacia ella y me siento, todavía con el tenedor en mi mano.
Deja caer la bolsa sobre la mesa.
“El tenedor, por favor,” me dice.
Levanto mi mano y lo dejo caer sobre la mesa.
“¿Qué hay en la bolsa?” le pregunto, mientras mantengo la mirada
lejos de Trig.
Empuja la bolsa hacia mí.
Lentamente acerco la bolsa y le echo un vistazo.
“Un pastelillo. ¿Me trajiste un pastelillo de chocolate?” Lo veo
rápidamente.
Estoy enojada. ¿Qué asesino sale a comprar un pastelillo? No tengo
palabras para esto. Es demasiado difícil estar enojada con tu asesino si
solamente hace cosas que no haría un asesino normal.
Me ve por un momento y luego se recuesta en su silla.
“¿Tienes algún problema con los pastelillos?” me pregunta Trig.
“No. Solamente contigo.” Deslizo la bolsa de regreso hacia él.
La vuelve a deslizar hacia mí, luego se inclina descansando sus codos
sobre la mesa.
“Así es como van a funcionar las cosas. Yo hago una pregunta y tú
respondes, luego de eso ya puedes darle un bocado al pastelillo. Es fácil,
entretenido, y ambos ganamos. De todos modos, parece que necesitas el
azúcar.”
“¿Me estás forzando a comer?”
“Tú solamente comes y juegas, o te mato.”
“Lo que sea,” le digo mientras me dejo caer en la silla.
“¿Nombre?”
Volteo los ojos y exhalo. “No estoy jugando esto.”
“Sí, sí estás jugando,” me dice mientras golpea la mesa con el
tenedor. “¿Nombre?” vuelve a preguntar.
“Está bien. Es Storm Wilson.”
Trig acerca su silla hacia mí. Clava el tenedor en el pastelillo y luego
coloca un pedazo en mis labios. Abro la boca lentamente para poder meter
el pastelillo.
“¿Por qué Victor intentaba matarte?”
Me tomo un momento en tragar la comida. Maldita sea, este pastelillo
está delicioso, pero no le diré nada.
“No intentaba matarme; al menos al principio. Intentaba romperme.
Tengo varios negocios en el área. Soy buena con mis clientes. Algunos de
ellos han dejado a sus chicas para verme a mí. Es pérdida de dinero para
ellos. En todos esto años, no es la primera vez que un proxeneta me
amenaza. Valgo mucho en las calles. Produzco más dinero que cualquier
chica en Las Vegas. Quería llevarme al límite para convertirme en su
fuente de dinero.”
Trig toma otro pedazo de pastelillo y sostiene el tenedor hacia arriba.
“Necesito esas drogas de vuelta. ¿Tienes alguna información sobre
Victor que pueda ayudarme? ¿Te dijo algo esa noche en hotel?”
“¿En serio me estás preguntando si sostuve alguna charla íntima con
él?” Señalo mi rostro. “¿Esto parece como si nos hubiese sentado a tener
una conversación agradable?”
“Solamente trato de ayudarte, Nueve… o Storm, o quien quiera que
seas.”
“Sí, claro que eso estás haciendo. ¿Cómo te beneficia esto?”
Trig sacude su cabeza.
“Oh, es cierto, yo no puedo hacer preguntas. Estás completamente
fuera de lugar.” Le resoplo.
“No estás haciendo esto fácil.”
“Maldición, yo no sé nada. ¿Cuántas veces más lo tengo que repetir?
¿Por qué no buscan en su casa, y hurgan en todas sus mierdas?”
“Ya lo hice,” me responde.
“Supongo que no encontraste mucho.”
“No. Sí encontré algo.” Lo veo con curiosidad. “Encontré fotografías
tuyas.”
“Bueno, eso da miedo.”
Deja caer el tenedor y sostiene todo el pastelillo. Me inclino y le doy
un gran mordisco. Siento el glaseado en mi piel. Levanto mis manos, que
están atadas, y limpio mi cara.
“Detente. Solamente estás empeorando esto,” me dice.
Se acerca y limpia con su pulgar un poco de chocolate que había
quedado en la esquina de mi boca. Luego coloca el pulgar en sus labios y
lo chupa lentamente. Solamente lo veo como un venado en estado de
alerta. Maldición. Este chico es ardiente. Él realmente logra que el fuego
se levante de lugares donde no debería. Soy un remolino de sentimientos.
No debería de sentir esto por alguien que me tiene secuestrada. Por el
amor de Dios, mis manos están atadas. Aunque haya salvado mi vida, es un
asesino –o algo así. Al menos asumo que lo es, lo cual significa que mata
personas para poder sobrevivir. ¿Qué diablos sucede conmigo? Estoy
sufriendo el síndrome de héroe, ¿correcto? Trig se apresuró a salvarme,
probablemente esa sea la razón por la cual no estoy pensando claramente.
No puedo diferenciar si es un chico bueno o malo. La mayoría de chicas
también se estarían sintiendo de esta manera, o tal vez yo sea la única
perturbada.
“¡Nueve!” me dice. Reacciono y dejo mis pensamientos a un lado. “Te
estoy hablando.”
“¿Qué pasa?”
“Te pregunté quién es Jenny”
Lo veo por un minuto, mientras dice en voz alta el número de
teléfono que pertenece a Jenny.
Lo veo confundida.
“Jenny, ¿quién es ella?”
“Es mi compañera de piso y asistente. ¿Por qué?”
“¿Cómo es que alguien puede ser asistente de una prostituta?”
“Dama de compañía,” lo corrijo con enojo en mis ojos, como si la
palabra prostituta fuese muy poco para mí.
Trig me mira y asiente.
“Cuéntame más. ¿Cómo la conociste? ¿Qué hizo ella por ti?”
Veo su arma y luego lo veo a él. Decido darle una versión resumida
de nuestra historia, la cual incluye en donde nos conocimos, como
iniciamos el negocio, y que ella realiza toda la contabilidad y maneja mis
citas.
“¿Por qué preguntas sobre Jenny?”
“Archivos telefónicos. Ha realizado y recibido varias llamadas de
Victor.”
“¿Qué?” le digo sorprendida mientras empujo mi silla. “No es lo que
ella me ha dicho.”
Recuerdo cuando Jenny me dijo que había llamado hace un mes y una
vez más el día de ayer.
“Bueno, te mintió.”
Estoy muy enojada, pero no estoy segura con quien., si con Trig o
Jenny.
“¿Qué estás diciendo? ¿Crees que Jenny está involucrada en todo
esto?” le digo en tono de burla. “¿De dónde sugieres eso?” Entrecierro
mis ojos con recelo. “No la conoces.” Golpeo la mesa con mi puño.
“¡Nueve!” me advierte Trig.
“No. Jódete tú, este pastelillo, y todas estas preguntas. Estoy harta.”
Hago el intento de levantarme; Trig inclina su cuerpo y me alcanza
rápidamente. Engancha sus dedos en medio de mis muñecas para alcanzar
la cuerda.
“Siéntate,” me ordena.
Estoy temblando, estoy furiosa.
“¿¡Cuántas llamadas!?” le grito, mientras me siento nuevamente.
“Quiero saber cuántas veces hablaron.”
“Al menos unas quince veces, si no es que más. Todas las llamadas
fueron dentro de un período corto de tiempo.”
No hay razón para que ella hable con alguno de nuestros clientes
quince veces. Tiene que tener una explicación razonable. Me quedo viendo
hacia la mesa sorprendida. No quiero pensar que Jenny me envió a ese
hotel para recibir la paliza de mi vida.
“Ella es leal. Ella nunca-“
“Las personas hacen cosas todo el tiempo que nosotros nunca
creeríamos,” me interrumpe al hablar.
Mis ojos se llenan de lágrimas, siento como una de ellas corre por mi
mejilla. Alejo mi rostro para que Trig no se pueda dar cuenta.
Estoy enojada y lastimada. Dios, Jenny. ¿Qué has hecho?
“¿Cómo logras hacer esto todos los días?” me pregunta.
“¿Hacer qué?” vuelvo mi rostro y lo veo detenidamente. “¿Ser dama
de compañía? No te puedo creer; de todas las personas, tú me estás
preguntando esto.”
“Mira, no te estoy juzgando. Parece que eres una chica decente.”
Pongo mis ojos en blanco por la ironía de la situación. Un asesino
me está preguntando cómo es que puedo tener sexo con hombres todos los
días. Esto es algo épico.
“Tranquilo. Me pagan por hacer esto. Es un trabajo,” le digo,
mientras hago una pausa. “¿Y tú? ¿Cómo es que haces esto todos los días,
Trig? ¿Cómo es qué matas a la gente?”
Aclara su garganta y finalmente obtengo la confirmación que
necesitaba.
“Realmente no tengo otra opción. Tengo que hacerlo.”
“Tienes que matar gente. Eso es basura.”
“No lo entiendes.”
“Haz que lo pueda entender,” le digo, sorprendiéndome a mí misma.
Él sacude su cabeza.
Justo en ese momento la puerta se abre. El Salvador entra a la
habitación junto con otros dos hombres inmensos. Bones aparece justo
detrás de ellos, diciéndole a Trig que lo sentía.
“¿Cómo se encuentra el día de hoy mi chica linda?” pregunta El
Salvador, viéndome fijamente.
Trig y yo saltamos de nuestras sillas al mismo tiempo. Trig se coloca
delante de mí.
“Me diste veinticuatro horas,” le dice Trig.
“Cambié de parecer,” le dice El Salvador con una sonrisa.
“Teníamos un trato.”
“Sí, el trato también era que tú entrarías a la habitación del hotel,
obtendrías la información, y matarías a Victor. Parece que has olvidado el
plan, porque entraste a la habitación, mataste al sujeto, y volviste sin
ninguna pista de mis drogas. Específicamente te dije que te deshicieras de
ella esa noche en el hotel. Es una testigo y no puedo permitir que cabos
sueltos anden rondando por allí. No eres tan descuidado como lo era tu
hermano, pero si eres igual de estúpido. Estoy cansado de esperar. Ella
tiene algo para mí o no lo tiene; y si no lo tiene, entonces no es útil.”
El Salvador me mira por encima del hombro de Trig. “Dame buenas
noticias, mi amor. Dime en dónde están mis drogas.”
Sacudo mi cabeza, mientras El Salvador alza una de sus manos.
“Podríamos haber arreglado todo este asunto hace varias horas.
Ahora muévete, Trig.”
El Salvador saca su arma de la pretina y la apunta hacia nosotros.
“No puedo permitir que hagas eso,” dice Trig, mientras saca su arma
y la apunta a El Salvador.
Los dos hombres que estaban con El Salvador también sacan su arma
y apuntan hacia Trig. Ahora Bones está apuntando su arma hacia los dos
hombres. Contengo el aliento, tengo miedo que el mínimo sonido vaya a
desatar una masacre. No creo que alguien vaya a salir vivo de esta
habitación.
“¿Todo esto solamente por una puta? ¿Has perdido la cabeza?”
pregunta El Salvador mientras sonríe. “Vamos, Trig. Solo hazte a un lado
y olvidemos esto.”
Trig no responde. Ni siquiera se ha movido. Estoy detrás de él, como
si fuese mi escudo.
“Sabía que esto terminaría así. No te pareces en nada a tu hermano. Al
menos él sí tenía pelotas. No era tan débil como tú. Él era un loco hijo de
puta. Nunca hubiese permitido que un bombón se metiera en su cabeza,
pero tú… tú la quieres. En verdad quieres a esa puta usada, ¿para qué?”
Trig sigue calmado y sin moverse.
“¿Acaso te la chupó en esta habitación? ¿Te hizo sentir bien?” Hace
una pausa al decir esto. “¿Qué fue lo que hizo para que actuaras como una
nena?”
“Victor está muerto. Se acabó. Estoy fuera,” responde finalmente
Trig.
“¡Estás fuera cuando yo lo diga!” grita El Salvador. “¿Acaso ves acá
mis drogas? Porque yo no las veo. Así que mientras yo no las vea de
regreso, o el equivalente en dinero, tú todavía estás metido en esto.”
“Te traje el dinero que encontré en el hotel. Estoy fuera,” Trig dice
apretando sus dientes.
El Salvador se ríe mientras pasa la mano sobre su barbilla. Las armas
todavía se encuentran apuntando hacia todos.
“No me insultes. ¡Diez mil no es nada!” le grita. “Y en este momento,
tú tampoco. Así que esta es mi oferta. Dejo que te marches de acá, pero la
chica se queda. Tal vez viva o tal vez muera. ¿Quién sabe? Realmente no
importa, pero tú podrás ser un hombre libre. ¿Tenemos un trato?”
Dios mío, tiene la oportunidad de entregarme al diablo y marcharse.
¿Qué persona en su sano juicio no tomaría esa oferta para salvar su
pellejo? Coloco ambas manos en la espalda de Trig. Quiero recordarle
que todavía me encuentro allí. Quiero intentar comunicarme con él y
rogarle que no me abandone. Me alcanza con una mano y me acerca a él.
Mi pecho ahora está recostado en su espalda, y mi cabeza recostada en su
hombro. Con ese movimiento me asegura que no me ha olvidado.
“No haces tratos justos. Alguien colocará una bala en mi cabeza en el
momento que yo me vaya.”
“O podría simplemente hacerlo en este momento,” le dice El
Salvador.
De repente se escucha un disparo. Trig se da la vuelta y me sostiene,
lanzándome al lado. Mi cuerpo adolorido cae al suelo. Veo y me doy
cuenta que Trig pudo esquivar el disparo, ahora él está disparando.
Rápidamente gateo debajo de la cama. Escucho más disparos y luego veo
a los dos hombres de El Salvador caer muertos al piso. Uno de ellos cae
justo frente a la cama. Está tan cerca que podría estirar mi mano y tocarlo.
Coloco mi mano sobre mi boca para evitar gritar. Escucho más disparos
cuando veo el cuerpo de El Salvador caer al piso. Veo las botas negras de
Trig acercarse al cuerpo. Veo como acerca el arma y luego, Pop… Pop…
Pop… Trig le dispara otras tres veces. La habitación se llena de silencio
por un momento, pero el zumbido en mis oídos continúa.
“¿Estás loco? Esto podría iniciar una guerra. ¿Sabes que tiene
conexiones con el cártel?” le dice Bones.
“Ella es inocente. ¿Desde cuándo matamos a gente inocente?”
“Uh, desde que nos pagan por hacerlo. Desde ese entonces. Déjame
recordarte que todavía estás en una mierda parecida a un pagaré, así
que…”
“Ya no más,” responde Trig. “Ya está muerto.”
“Chico, esta no es mi casa. Traes una chica, haces que el jefe me
busque, y luego lo matas en mi sótano. ¿Qué diablo estás pensando?”
“Tienes experiencia médica y también tienes analgésicos acá,” le
responde Trig.
“Solía ser paramédico, no un maldito doctor, y por cierto, los
analgésicos no eran gratis. Espero algún tipo de compensación por esa
noche. Salí de cama, fui al hotel, y te ayudé a limpiar esa habitación. Te
ayudé a deshacerte del cuerpo, y te ayudé a mover y curar a esa prostituta.
Ahora ayúdame, maldita sea.”
“¿Cuántas veces he salvado tu pellejo?” le pregunta Trig.
Mi garganta se empieza a cerrar y mi pecho duele. Apenas y puedo
respirar. Creo que estoy teniendo un ataque de pánico, y es por el hombre
muerto que no deja de verme.
“Solo quiero que sepas esto, tú fuiste el que trajo una maldita
tormenta a nuestra puerta, no fui yo. Felicitaciones, imbécil.”
Comienzo a respirar más de lo normal cuando veo el charco de
sangre dirigirse hacia donde yo estoy. Intento levantar mis brazos para
alejarme de él, pero no puedo. Estoy hiperventilando y mis brazos
comienzan a temblar. La sangre toca mis dedos, y si pudiera gritar lo
haría.
“Sugiero que dejes la ciudad,” dice Trig. “Considera ambas deudas ya
pagadas.”
“¿Pagadas? Tendré una abundante recompensa esta noche,” le dice
Bones. “Y tú también.”
Veo el marco de la cama levantarse, pero estoy paralizada. Trig está
de pie sobre mí, llamándome por mi nombre. Estoy temblando, tanto que
ni siquiera puedo mover mi boca para hablar.
“Mierda, está en shock,” dice Trig. “Yo la tengo. Solo sostén la
cama.”
Me levanta y me coloca sobre su hombro. Me lleva hacia la puerta.
“¿Así que simplemente me dejarás aquí para que limpie este
desastre?” dice Bones.
“Sólo vete, chico. Vete ya. Vete lo más lejos que puedas. Eres libre
ahora.”
“No, al diablo con eso,” le responde Bones. “Cuando tu hermano
murió y te involucraron en toda esta mierda junto conmigo, dijiste que
estábamos en esto juntos.”
Trig se detiene y comienza a balancearse. “¿Entonces vienes o no?
No podemos quedarnos un minuto más.”
No escucho que responde. Trig se balancea de nuevo y camina hacia
afuera de la habitación y directamente al pasillo. Lo único que puedo ver
son las manchas de la alfombra. Trig cruza rápidamente y abre otra
puerta, parece una puerta de garaje. Escucho que la puerta del auto se abre
y me coloca dentro de él.
“Apenas y tiene ropa puesta, Trig. ¿Tiene puesta tu camisa? ¿Qué pasa
si nos detiene la policía? Parece como si la hubiésemos golpeado. Mírala.”
Me toma un momento darme cuenta que es mi auto, pero todavía no
puedo hablar.
“Solamente conduce,” dice Trig, y le tira las llaves a Bones mientras
entra al auto y cierra la puerta.
Me siento en el auto, estoy temblando. No estoy segura si me podré
recuperar de esto. Acabo de ver como mataban a tres hombres y la mirada
de unos de ellos me perseguirá por siempre.
“¿Te encuentras bien?” Me pregunta Trig.
No puedo responderle.
Se acerca a mí e intenta rodearme con su brazo. Levanto la mirada
para verlo. De repente el rostro de Trig se ve como el de Victor y mi
garganta comienza a cerrarse. Recuerdo la sensación del cinturón
rodeando mi cuello. Comienzo a gritar, a llorar, y a patear a Trig para
alejarlo de mí. Oficialmente estoy teniendo mi primer colapso psicótico.
“¿¡Qué diablos sucede allá atrás!?” grita Bones.
“¡Nueve!” me grita Trig. “Detente y mírame.” Sigo intentando
alejarlo de mí. “¡Te entiendo!” me grita y coloca mi cabeza en medio de
sus manos. “Está bien, respira.”
Me toma un minuto pero empiezo a calmarme cuando me doy cuenta
que no es Victor. Cuidadosamente toma mis muñecas y las desata. Luego,
tranquilamente, se acerca y se toma su tiempo para acercarme a él. Estoy
inmovilizada, una parte de mí necesita consuelo, aunque sea de un extraño.
Permitiré que me acerque, pero solamente él. Dejo caer mi cabeza sobre
su pecho y empiezo a llorar. Trig acaricia mi cabeza cuidadosamente.
“Ella no se encuentra bien, amigo. ¿¡Qué diablos fue eso!?” grita
Bones.
“Solamente necesita tiempo para recuperarse. Eso es todo,” dice Trig
mientras hace una pausa. “Obviamente no puede viajar en estas
condiciones. Vamos a la cabaña.”
“Espero que sepas lo que estás haciendo,” le dice Bones.
“Sé exactamente lo que estoy haciendo; ahora dame tu celular.
Necesitamos deshacernos de ambos. No dejar rastro.”
Bones le entrega el celular a Trig, mientras él saca su celular del
bolsillo, abre la ventana y lanza ambos celulares hacia fuera. Yo estoy
sentada allí aferrándome al cuello de Trig con mi rostro escondido en su
pecho. El aroma de su piel me es familiar y por alguna razón hace que me
sienta segura, o tal vez es simplemente él.
“Podríamos dejarla en su casa. Una cosa menos para preocuparnos,”
sugiere Bones.
“Solamente conduce hasta la maldita cabaña,” le ordena Trig.
“Solamente digo que podríamos estar en un avión en poco tiempo si
no tuviéramos que cuidar de ella. Todos esos moretones y cortadas en su
rostro tardarán al menos una semana o dos en sanar. ¿Tenemos dos
semanas, Trig? Piénsalo.”
“Mantente manejando y no hablando,” le ordena Trig.
“Rescataste a una chica que lleva el nombre de una arma, y de repente
pierdes la cabeza. Trig y Nueve. Los nombres más estúpidos que pueden
existir. Te apuesto que, basado en esa mierda, ahora piensas que es tu alma
gemela,” murmura Bones.
Trig se acomoda en su asiento y me acerca a él. Yo estoy sin decir
una palabra porque no sé qué más hacer. Es lo más segura que me he
sentido en toda mi vida. Hay algo en la forma que dijo te entiendo. Con mi
cabeza recostada en su pecho, veo afuera de la ventana y veo como nos
alejamos.

***
El auto finalmente se detiene. Hemos estado manejando por horas, y
no quiero hablar de lo que acaba de suceder así que pretendo estar
dormida todo el camino. Abro mis ojos lo suficiente para darme cuenta
que estamos en una gasolinera. Veo a Bones salir del auto, y camina hacia
la ventanilla de Trig. Cierro mis ojos rápidamente. Tap… Tap… Tap…
Bones toca la ventanilla, mientras Trig la abre.
“Voy a entrar a pagar la gasolina. ¿Quieres algo?”
“No, estoy bien. Ella podría tener hambre para cuando despierte.
Encuentra algo que le guste a las chicas.”
“¿Qué? ¿Cómo Starburst o algo así?”
“No lo sé, lo que mejor te parezca.”
Claramente, Trig está irritado.
Escucho que cierra la ventanilla, y luego siento los dedos de Trig
jugando con mi cabello. Él cree que estoy dormida, así que hago lo
posible para no moverme. Se acomoda despacio mientras continúa
jugando con mi cabello. En este punto, mis pensamientos están batallando
los unos con los otros, no estoy segura cuál de todos tiene más sentido.
¿Por qué estoy permitiendo que esto suceda? ¿Dónde está esa chica
que no toleraba estas cosas?
Pero esto se siente bien. Él se siente bien. Él te salvó. Todavía te está
salvando.
Contrólate. ¿Qué diablos estás pensando? Saca la cabeza de tu
trasero y escapa de ahí.
“Definitivamente eres un problema, chica,” dice Trig a si mismo.
“Harás que me maten. Lo loco de la situación es que…”
Tap… Tap… Tap… Lo interrumpen de sus pensamientos, y escucho
como baja la ventanilla de nuevo.
“Bueno. Compré unos Slim Jims, un Butterfinger, y unas donas con
azúcar.”
“¿Eso es lo que pensaste que comería? Esta comida es basura.”
“Discúlpame. La próxima vez les preguntaré por el menú de comida
gourmet. Imbécil,” le dice Bones.
“Lo que sea, solamente entra al auto y cuídala. Tengo que ir al baño.”
Siento que Trig se aleja de mí, y escucho como su puerta se abre y
luego se cierra. Abro mis ojos y veo a Bones atragantándose. Le baja
volumen a la música. Espero un momento, y luego, cuidadosamente, abro
la puerta del auto y salgo. Mis pies descalzos tocan el concreto y corro
hacia el supermercado. Empiezo a gritar pidiendo ayuda. El empleado
mira a través de su ventana. Bones sale corriendo del auto y me toma por
la cintura. Estamos peleando cerca de una bomba de gasolina cuando Trig
sale del baño sin camisa. Trig corre hacia nosotros, sus ojos muestran
preocupación mientras me sostiene. Me levanta sobre sus hombros y
luego me coloca en el auto nuevamente. Estoy peleando con él y gritando
lo más fuerte que pueda. Si tan solo pudiera darle un buen golpe, podría
salir otra vez del auto. Bones entra al auto y se apresura a alejarse del
lugar.
“¿¡Estás loca!?” me grita Trig. Su cara está roja y le cuesta respirar.
“¡No puedes tenerme como tu rehén, como si fuera tu mascota o algo
así!” le grito.
“¿Eso es lo qué piensas que hago?” Resopla Trig. Vuelve su atención
hacia Bones. “Acelera. Esta pequeña escena arruinará todo. Si un policía
nos alcanza, estamos perdidos. Ahora tienen un vídeo de una mujer loca,
vistiendo solamente una playera, pidiendo ayuda a gritos, mientras que
dos hombres luchan con ella para meterla de nuevo al auto, del cual tienen
ahora el número de placa.”
Vuelve su atención hacia mí.
“Felicidades, Nueve. ¡Esta mierda se acaba de poner seria!” me grita.
Estoy confundida. Estos dos imbéciles puede que vayan a prisión,
pero yo, yo solamente iré a casa.
“Tal vez para ti, pero no para mí,” le respondo.
“Oh, ¿así que piensas que estás libre de todo esto? ¡Piensa de nuevo!
¿Qué le dirás a la policía acerca de tu rostro y de tu cuerpo? ¿Les dirás
que eres una prostituta, y que un proxeneta muerto te golpeó? ¿Les dirás
que yo sé en dónde está el cuerpo de Victor? Porque eso te convierte en
una cómplice, cariño. ¿O mentirás y dirás que nosotros te hicimos todo
esto?”
Trago el nudo que hay en mi garganta. No sé cómo responder, así
que me quedo en silencio buscando las palabras correctas. Noto que Bones
ahora está manejando como si estuviera manejando un auto de carreras.
Está cambiándose de carril, y la tensión que hay dentro del auto es
inmensa. Decido quedarme con la boca cerrada mientras proceso lo que
Trig acaba de decir. Me alejo lo más que puedo de él y concentro mi
atención en la carretera. El sol comienza a ocultarse mientras que una
milla se convierte en varias. Árbol. Arbusto. Señal. Es lo único que puedo
ver en la carretera. Voltearía a ver hacia enfrente, pero entonces puede ser
que obtenga una mala mirada de Trig.
Llegamos a una cabaña casi al anochecer. Está lejos de la
civilización, en medio de la nada, junto a un lago. Los chicos salen del
auto primero, yo los sigo. Trig sube las gradas hacia la puerta y me hace
señas para que entre. Empiezo a caminar cuando siento como sus dedos
rodean mi brazo.
“Estás sangrando,” me dice, y se coloca a mi lado. “Puede ser que te
hayas lastimado en la escena que montaste en la gasolinera.”
Veo hacia el charco de sangre que está sobre la playera blanca.
“Que bien. Tal vez me desangre hasta morir y así logre deshacerme
de ti.”
“Levanta tu camisa,” me ordena.
Me cruzo de brazos y me quedo parada.
“Levanta la camisa,” me dice de nuevo. Esta vez su voz suena más
demandante.
Suspiro, me volteo, y levanto mi camisa como lo ordena.
“No se arruinó ninguna costura. Vivirás.”
“Maldición. Ya estaba preparando una elegía en mi cabeza para que la
pudieras leer en mi funeral. Oh, espera, probablemente tú sólo me
enterrarías aquí en la tierra o tirarías mi cuerpo al lago, ¿cierto?”
Me mira sin tener ninguna expresión en su rostro.
“¿Tú? No. Tu auto, sí. ¿Tienes algo en el auto que quieras, antes que
lo tiremos al lago?”
Quedo sorprendida.
“¿Mi mercedes? No puedes estar hablando en serio. ¿Es esto algún
tipo de venganza?”
“¿Quieres algo del auto? ¿Sí o no?” me dice chasqueando sus dedos.
“Hay una maleta en el baúl. Tiene ropa y zapatos.”
Trig me deja parada allí mientras camina de regreso al auto. Unos
segundos después regresa con la bolsa. Me hace señas para que entre a la
cabaña.
“¡Pido la habitación de arriba!” grita Bones al entrar.
Trig me ve. “Supongo que nos quedaremos en la habitación de
abajo.”
“¿Nosotros?”
Trig levanta sus cejas, y me señala la habitación para que camine. Me
quejo y me dirijo hacia ella.
“Acá nos quedaremos,” me dice cuando llegamos a la puerta.
“Ábrela.”
Doy vuelta a la manecilla y empujo la puerta. Justo cuando veo hacia
dentro, me quedo sorprendida. La habitación es hermosa. Está decorada en
madera, desde el marco de la cama, hasta las sillas, la mesa, y el sofá.
Todo en esta habitación me da la sensación de naturaleza. Atravieso la
puerta de vidrio. Hay un patio pequeño que tiene vista hacia el lago, y si no
fuesen por la circunstancias, estaría encantada por lo asombroso que es
este lugar. En cambio, me mantengo calmada. Dejo caer mi bolsa al piso.
“No te tengo secuestrada,” me dice Trig mientras le doy la espalda y
veo hacia el lago. “¿Podrías, por favor, quedarte aquí? No quiero
perseguirte, pero si lo tengo que hacer lo haré para mantenerte a salvo.”
Me doy la vuelta hacia él. “¿Por qué?”
Me ve de reojo. “¿Por qué mantenerte a salvo? ¿Es eso lo qué me
estás preguntando?” Pasa su mano sobre su cabeza rapada como señal de
frustración.
“No. Quiero decir, por qué salvarme de todo esto. Pudiste haberme
disparado en el hotel y ahorrarte todo este problema. Pudiste haberme
disparado en ese maldito sótano. ¿Sabes qué? Pudiste haber dejado que El
Salvador me matara. ¿Por qué me estás salvando?”
“Si estuvieras en mi lugar, y hubieses visto lo que yo vi en esa
habitación de hotel, también te hubieses salvado.”
“Bueno, si tú estuvieses en mi lugar, supieras que nadie en este
mundo ha hecho algo por mí, a menos que quisieran algo a cambio. ¿Qué
quieres, Trig?”
“No quiero nada,” me responde.
“¿En serio? Todos quieren algo,” le digo.
Me quito su playera y la lanzo al otro lado de la habitación. Señalo mi
cuerpo.
“¿Es esto lo que quieres? ¿Quieres utilizarme y abusar de mí como
todos los demás? Oh, ya lo sé. Probablemente piensas que ahora te
pertenezco. Te paseas por todos lados con una pistola dándome órdenes.
Maldición, tú también podrías ser un proxeneta.” Camino hacia él y
desabotono su pantalón. “Eres exactamente como cualquier otro hombre
que he conocido, y no digas que no.” Bajo la cremallera de su pantalón.
Trig mira hacia otro lado. Está evitando el contacto visual. De repente
suspira, toma mis muñecas, y me ve fijamente a los ojos.
“Maldición, ponte algo de ropa. Ya te dije que no quiero nada.”
Suelta mis muñecas y camina hacia otro lado. Lo veo caminar hacia
la puerta de vidrio que lleva al patio. La abre, sale, y luego cierra la puerta
de un golpe. El vidrio de la puerta hace un ruido que me hace saltar. Me
quedo parada allí sintiéndome como una idiota, aunque no debería. ¿Estoy
mal al asumir que quiere algo de mí? ¿Está mal pensar que, en algún
punto, todas las personas me van a lastimar? Esa mentalidad es la que me
ha mantenido viva hasta ahora. Que se pudra él y toda esta situación.
Rápidamente despejo mi mente y levanto mi bolsa del suelo. Sé que
no hay nada en esa bolsa que pueda utilizar para dormir, así que tomo del
suelo la playera de Trig y me dirijo al baño. Cierro la puerta con llave al
estar adentro. Coloco mis cosas en el mostrador y levanto la mirada. Es la
primera vez que me veo en un espejo desde que me golpearon. Mi
estómago se retuerce al ver los moretones en mi rostro y cuello. Mi ojo
izquierdo está un poco hinchado y mi labio reventado. Acaricio mi rostro
lentamente y no puedo evitar llorar. Recuerdo lo que mi padre solía
hacerme. Frenéticamente me quito el sostén manchado de sangre junto con
mis pantaletas y dejo la ropa en el suelo. Ni me molesto en ver el resto de
mi cuerpo. Es demasiado triste.
Puedo limpiar esto. Es lo que haré. Lo lavaré, así como lo hacía de
pequeña. Saco de mi bolsa una rasuradora, unas botellas de champú y
acondicionador, y me meto a la ducha. Empiezo a lavar la tierra y la
sangre de mi piel y cabello. Con el agua caliente llenando la habitación de
vapor, un hedor cubre toda la regadera. Todo mi cuerpo huele a medicina.
He estado sudando la ketamina y ahora apesto. Lavo mi cabello y cuerpo,
y me rasuro por todas partes antes de salir de la ducha. Me pongo la
playera de Trig ya que la ropa que tengo en la bolsa es muy ajustada para
dormir. Me veo a través del espejo una vez más. Dios mío. Solamente
puedo imaginarme que pensaron las personas que estaban en la gasolinera.
Espero ver a Trig en la habitación, pero no está. Todavía está afuera,
sentado en una silla en el patio. Decido escaparme mientras él está
distraído. Me tambaleo hacia la puerta de la habitación y la abro. Bones
está parado exactamente en el marco de la puerta, está sacudiendo su dedo
hacia mí.
“¿A dónde crees que vas?” me dice.
Salto por un segundo y coloco mi mano sobre el corazón.
“Sólo iba a preguntarte si habías encontrado el cactus.”
Bones sonríe y me hace señas para que regrese a la habitación. Toma
la manecilla y cierra la puerta. Increíble. Trig tiene a un maldito perro
guardián acá. Me doy la vuelta y camino hacia la puerta de vidrio. Trig
todavía está en el mismo lugar. Está sentado en una silla en la orilla del
patio. Deslizo la puerta despacio. Me mira por encima de su hombro y
luego vuelve la mirada hacia el agua.
“¿Puedo salir y sentarme contigo?” le pregunto mientras salgo por la
puerta de vidrio.
Él se mantiene en silencio.
“Tomaré eso como un sí.”
“Tómalo como quieras,” me dice.
No puedo imaginarme que lo que dije lo haya ofendido. Es un gran
asesino, puede soportar esto. Baja la mirada y me ve de reojo, como lo
hizo aquella noche en el elevador. Camino hacia él y me siento en la silla
de al lado.
“Mira. He tenido unos días de mierda. Estoy mentalmente destrozada.
No sé ni siquiera lo que debo de sentir. Ya no sé qué es real y qué no lo es.
Sigo repitiendo lo que pasó esa noche en el hotel, y no puedo
comprenderlo, no comprendo por qué salvaste a una chica como yo. Nada
de esto tiene sentido, especialmente por el trabajo al que te dedicas.”
“No tiene porqué tener sentido, Nueve.”
“Para mí sí.”
“Eres necia, ¿sabías eso?” dice Trig.
“En mi profesión, debes de ser así,” le respondo.
Veo hacia el cielo, en donde sólo se reflejan las estrellas. Es lindo. El
agua, la luna, la cabaña. Es algo que nunca antes había visto. Respiro
hondo; es tranquilo.
“Esta cabaña, ¿es tuya?” le pregunto mientras me vuelvo hacia él.
Me da un mirada dándome a entender que no debo de hacer
preguntas, pero lo desafío con la mirada.
“¿Qué? ¿Tampoco puedo preguntar sobre tus propiedades?”
Vuelve la mirada hacia el agua.
“Solía ser de mi madre. Ella se la dio a mi hermano justo antes de
fallecer de cáncer.”
“Lo siento.”
Él sacude su cabeza.
“Fue hace muchos años.”
De repente, tengo esta urgencia de conocer más acerca del hombre
que hay detrás de esa pistola.
“Tú y tu madre, ¿eran unidos?” le pregunto. Trig asiente. “¿Y con tu
hermano?” Trig asiente de nuevo.
“Mi mamá solía traernos aquí todo el tiempo cuando éramos unos
niños. Solíamos correr por ese muelle y saltábamos al lago como unos
idiotas, destrozábamos el lugar.”
“¿Qué hay de tu papá?”
“No lo sé. Nunca lo conocí. Abandonó a mamá luego que yo
naciera.”
“Lo siento por eso también,” murmuro.
“No lo sientas. Es un idiota por habernos abandonado. Fue su
pérdida.”
Incómodamente veo hacia otro lado mientras pienso en mis padres.
Estaban demasiado drogados y eran demasiado egoístas para cuidarme.
Hubiera sido tan afortunada si aunque sea hubiese tenido una buena madre.
Me encuentro un poco celosa de Trig. Él tuvo, lo que parece, una niñez
feliz. Aun así su rostro muestra una historia más oscura.
“¿Qué le pasó a tu hermano?” le pregunto mientras recuerdo que
Bones dijo que había muerto. El Salvador también lo mencionó un par de
veces mientras hablaba con Trig.
“De seguro que haces demasiadas preguntas,” me ve de reojo.
“Podría decir lo mismo de ti. ¿Vas a responder a mi pregunta?”
“Si eso hace que te calles.”
Sacudo mis manos.
Trig lame sus labios y respira hondo.
“Victor sucedió,” me dice, mientras saca un paquete de cigarrillos de
su bolsillo. Toma un cigarrillo y lo enciende. Puedo ver que sus manos se
tambalean.
“¿Victor mató a tu hermano?”
Trig se sienta recto.
“Esas drogas que buscaban pertenecían a El Salvador. Mi hermano
solía trabajar para él. Un día mi hermano estaba realizando una entrega
cuando Victor le tendió una trampa. Disparó al auto en donde iba mi
hermano, y luego robó toda la droga. El Salvador perdió mucho dinero y
yo perdí a mi único hermano.”
“Dios mío. Eso es terrible.” Hago una pausa para pensar en lo que
dijo. “Ni siquiera sé qué decir.”
“No hay nada que decir. Él ahora está muerto. Ojo por ojo, ¿no?”
Veo mis piernas. No estoy segura si concuerdo con la lógica de ojo
por ojo, pero luego, yo no tengo un hermano que fue asesinado.
“¿Por qué trabajar para alguien como El Salvador? Él no era una
buena persona.”
“¿Y piensas que yo lo soy?” Sonríe Trig.
“No lo sé. Supongo que, si quisieras, podrías serlo,” le respondo.
“Te dije que tenía que trabajar para él.”
“Si vas a ser un asesino, ¿por qué no trabajar por tu cuenta?” le
pregunto.
Truena su cuello y me mira.
“¿De verdad piensas que me gustaba asesinar gente? No solía
despertar todas las mañanas diciendo, ¿sabes qué sería divertido?
Rebanarle la garganta a alguien, o dispararles en la cabeza o, mejor aún,
sofocarlos con una almohada.”
“Solamente intento comprenderte. Eso es todo.”
Trig toma unas bocanadas de su cigarrillo mientras mira hacia el
cielo.
“Cuando dices que tenías que hacerlo, ¿Qué quieres decir?” le insisto.
“No te detienes, ¿no?” me dice mientras exhala una nube de humo.
“Dame un descanso; me has tenido encerrada en un sótano por tres
días. Y estar aquí no cambia mucho las cosas. He notado que le pediste a
Bones que se hiciera de guardia justo fuera de la habitación.”
“Eso es porque te escaparías,” me dice mientras apaga su cigarrillo.
“Me tienes contra mi voluntad. Eso me parece un secuestro.”
“Me gusta más pensar que es una custodia para protegerte.”
Tengo la mirada perdida en el agua. Puedo sentir que me está viendo,
pero no volteo.
“Entonces, ¿vas a responder a mi pregunta o planeas seguir
evadiéndola?” le digo.
Finalmente lo veo. Esta vez él esquiva la mirada. Siento como si esto
es el inicio al juego del gato y el ratón, pero en este caso ambos estamos
intentando ser el gato.
“¿Cuál fue la pregunta? ¿Por qué tenía que hacer todas estas cosas
para El Salvador?” Coloca sus manos sobre mis rodillas.
Asiento.
“Tengo una hermana en Virginia. Está felizmente casada, tiene dos
hijos pequeños. Tiene toda su vida organizada.” Hace una pausa. “Luego
que mi hermano muriera, El Salvador vino a buscarme. Dijo que era mi
obligación pagar la deuda de mi hermano y debía trabajar para él como su
asesino personal. Me resistí, pero tenía la dirección de mi hermana.
Amenazó con matarla a ella y a sus hijos. No había mucho en que pensar.
No me apunté para esto porque yo así lo quería. Me forzaron a hacerlo,
pero lo hice para proteger a mi hermana. Pasaba todos los días buscando a
Victor para así lograr acabar con esto. Así que, a eso me refería cuando
dije que tenía que hacerlo.”
Me encuentro viéndolo como si fuese algún ángel. Trig no es, para
nada, la persona que yo esperaba que fuera. Es totalmente un héroe oscuro.
Allí estaba él, trabajando para pagar la deuda de su hermano, mientras
protegía a su hermana y aún tenía tiempo de rescatarme.
“Así qué, ¿hace cuánto haces esto de asesinar a personas?”
“Ocho semanas, más o menos.”
Me sorprendo. “¿Y cuántas personas has…?”
“¿Qué? ¿A cuántas personas he asesinado?” Pasa la lengua por sus
labios. “Cincuenta y seis.”
Dios mío. Comienzo a sentir nauseas. Cincuenta y seis. Ha asesinado
a cincuenta y seis personas en ocho semanas. No sé por qué, pero escuchar
el número de asesinatos me hace sentir incómoda. Solamente hoy mató a
tres personas.
“Te dije que no hicieras preguntas a las que no soportarías las
respuestas.”
Me alejo de él y respiro hondo.
“Quiero saber cómo es el trabajo. ¿Qué, El Salvador solamente te
llama y dice que mates a cierta persona y tú lo haces? ¿Sin hacer
preguntas?”
“No tenía el derecho de hacer preguntas. No me podía dar ese lujo
cuando la vida de mi hermana se encontraba en peligro.”
“¿Y qué pasa si las personas que asesinabas eran buenas?”
“No lo eran.”
“Tú no sabes eso,” le reclamo.
“Mira,” me dice Trig mientras toma mi mano. La alejo por instinto.
Me ve detenidamente. Definitivamente está intentando descifrarme.
Esquivo la mirada. Por mucho que el tema me moleste, tengo que saber
más acerca de esto.
“¿Es difícil? ¿Es difícil quitarle la vida a alguien?”
“Ya no lo es,” responde Trig. “Ya no pienso en eso. Simplemente lo
hago.”
Describe su trabajo como yo describo el ser dama de compañía. Es
una sensación adormecida. Me muero por acercarme y tocarlo, pero no lo
hago. Me asusta. Las manos de mi héroe oscuro son las manos de un
asesino.
“Deberíamos de entrar,” me dice.
Asiento y me levanto de la silla. Ambos caminamos hacia la casa.
Señala hacia la cama y entra a la habitación.
“Toda tuya.”
Me siento en el colchón mientras él se deja caer en un sofá y toma
una revista.
“¿Nunca duermes?” le pregunto.
“Es muy raro.”
“¿Quieres una copa?” le pregunto, esperando que la acepte y así
duerma y yo pueda escapar.
“Ve a dormir, Nueve.”
Me cubro con las sábanas mientras que Trig atenúa la lámpara que
está a su lado. Me acuesto del lado derecho y veo hacia el lago. Me toma
horas, pero eventualmente logro dormir. Empiezo a soñar en todo lo que
me ha sucedido últimamente, y sueño también con todas las cosas que me
han lastimado, cosas que tenía guardadas en mi memoria. Está
ahorcándome y golpeándome. Veo el cuchillo y luego siento como
penetra mi costado. Lloro del dolor y, de repente, veo a mi tío Fred, no a
Victor. Ya no me encuentro en el hotel. Soy una niña y mi tío está
tocándome en lugares que no debería. Me sostiene de la garganta y se ríe.
Despierto de mi pesadilla bañada en sudor. Estoy ahogándome y
llorando. Confundida, salgo de la cama e intento correr hacia la puerta,
pero no tengo la menor idea de donde me encuentro. Me encuentro
frenética y desorientada, y todo está oscuro en esta habitación. De pronto
siento que sus manos me sostienen por detrás. Estoy gritando y pateando
al aire mientras mi cuerpo se retuerce.
“Nueve, soy yo. ¡Mírame!” me grita Trig. “Solamente soy yo,” me
repite.
Colapso en sus brazos. Estoy sollozando, mientras que los dos
caemos al suelo. Me acerca a su regazo y me abraza. Nos mantenemos así
por unos minutos hasta que logro calmarme. De repente se mueve y me
levanta, llevándome de vuelta a la cama. Me coloca en la cama
delicadamente y me cubre con las sábanas. Está a punto de alejarse cuando
tomo su mano.
“Acuéstate conmigo.”
Me mira confundido.
“Por favor,” le ruego.
Sube a la cama y se acuesta a mi lado. Necesito tocarlo de nuevo. Hay
algo que me tranquiliza al hacerlo. Ni siquiera me importa que sea un
asesino o lo que haga por el momento. Me doy la vuelta y acerco mi mano
lentamente a la de él. Nuestros dedos están rozándose, entrelazo mi mano
completamente con la suya. Envuelve mis manos con las suyas, y es allí en
donde me siento en paz. Cierro los ojos y me duermo de nuevo.


Cinco. Rompiendo mi corazón

El calor del sol entra por la puerta del patio y calienta mi espalda.
Abro los ojos y veo algo preocupante. Mi brazo está sobre el brazo de
Trig y mi pierna sobre su muslo. El brazo de Trig se encuentra debajo de
mi cuello y su mano parece descansar cómodamente en mi espalda. La
simple escena me enloquece. Entro en pánico y me alejo de él lentamente.
Salgo de la cama y me quedo allí parada. ¿Qué diablos es esto? Me
pregunto mientras lo veo. A esto se le llama acurrucarse. Tomo mi bolso y
corro al baño. Me siento en el lavabo e intento recopilar lo que pasó.
Estoy viendo cosas, teniendo pesadillas. Esta soy yo, destino: una casa de
locos.
Tomo unos shorts de mezclilla, una blusa sin mangas, un chaleco
blanco y me visto. Hurgo en la bolsa y saco mi maquillaje. Tengo que
hacer algo acerca de esta cara. Me siento como una víctima, no quiero
sentirme así. Me empiezo a colocar el corrector, tapa-poros, y la base.
Cuarenta y cinco o cincuenta minutos después, me he aplicado sombras de
ojos, máscara, y brillo en estos labios rotos. Tomo unos tacones blancos y
me los coloco. Esto es lo mejor que lograré verme. Todavía puedo ver los
moretones debajo del maquillaje, pero me veo mejor que antes. Empiezo a
ver lo que hay dentro de la bolsa para saber lo que tengo guardado.
Encuentro un cepillo y pasta de dientes en una de las bolsas. Con mi
aliento, me alegro de haber encontrado esto. Me cepillo los dientes y
guardo la playera de Trig en la bolsa. Me veo al espejo una última vez y
salgo del baño.
Trig ya está despierto y sentado a la orilla de la cama. Noto que viste
una camisa, probablemente sea de su hermano. Me ve de pies a cabeza y se
queda boquiabierto.
“Quedé bien, ¿no es así?” le digo mientras doy una vuelta.
“Demasiado bien,” me dice mientras me sigue viendo.
“Te sorprenderías de lo que el maquillaje puede hacer,” bromeo.
“Tú no necesitas maquillaje. Eres hermosa sin él,” dice Trig.
Nos miramos detenidamente por unos segundos hasta que alguien
abre la puerta.
“¿Tienen hambre?” Interrumpe Bones. “Maldición, mujer,” dice
mientras que sus ojos no dejan de verme. Los ojos de Trig se clavan en
Bones como en señal de advertencia. Yo sonrío amablemente y esquivo la
mirada.
Me siento yo misma ahora. Podría regresar a hacer mis cosas sin
pensar de nuevo en lo que sucedió. “Yo tengo hambre,” le digo, mientras
camino en dirección a Bones. Toma mi mano y me guía hacia la cocina.
Vuelvo la mirada para ver a Trig. Se ve un poco molesto, y por alguna
razón, se queda en la habitación.
Salté hacia arriba sobre el mostrador y me senté. Me doy cuenta que
hay una caja de rosquillas abierta. “¿Este es el desayuno?” pregunto
mientras mis tacones se mueven de atrás para adelante.
Bones saca un cigarrillo de marihuana de su bolsillo y lo enciende.
“Sí,” responde, mientras toma una bocanada del cigarrillo.
“Que se pudran las rosquillas, tendré de lo que tú estás fumando.”
Sonrío. Bones baja la mirada, suspira, y me pasa el cigarrillo. Lo tomo e
inhalo una vez, normalmente eso es suficiente para mí, pero hoy necesito
un poco más de medicina. Doy otras caladas y se lo devuelvo a Bones.
Hacemos esto por unos cinco minutos, mientras conversamos acerca de
quien hace las mejores rosquillas. Me siento demasiado drogada. Me bajo
del mostrador y me agacho sobre la caja de rosquilla, tomo una y la
empiezo a mordisquear. Bones se acerca a mí y comienza a mover mi
cabello de un lado a otro. Coloca sus manos sobre mis caderas y se acerca
a mi oído.
“Lo único que necesito son cinco minutos contigo,” me susurra al
oído. “Te destrozaría el trasero.”
Dejo caer la rosquilla. Estoy tan drogada que siento que mi cabeza ni
siquiera está pegada a mi cuerpo.
“¿Qué diablos estás haciendo?” dice Trig, mientras quita las manos
de Bones de mi cuerpo. Trig me toma de las muñecas y me lleva a la
habitación. Cuando ya los dos estamos dentro, cierra la puerta de un golpe.
“¿Eres una drogadicta? ¿Eso es lo que eres?”
“Cariño, seré lo que tú quieras que sea,” murmuro. “Sólo muéstrame
el dinero.” La vieja yo sale a flote.
“Ya veo. Te colocas un poco de brillo, máscara, y ya vuelves a tu
papel de dama de compañía, ¿cierto? Porque si eso es lo que te hace el
maquillaje, digo que te lo quites todo.”
“Crees que lo sabes todo, Trig. No sabes una mierda acerca de mí.
Apareces, salvas mi vida, y de repente todo tiene que ser felicidad. Esto es
lo que soy, una dama de compañía. Es lo que hago, con o sin maquillaje.
Esta es la chica que salvaste.”
“No. La chica que salvé no estaba drogada, recostada sobre un
mostrador de cocina, y dejando que un chico la tocara por detrás. Esa
chica no tenía esta actitud arrogante. La chica que salvé me rogaba que la
matara, me rogaba para que terminara con su vida. Estaba destrozada y
lastimada. No sé quién está parada frente a mí en este momento, pero no es
ella.”
“No estoy escuchando todo esto. Actúas como si te debiera algo. No
te debo una mierda. Iré a pasar el rato con Bones. ¿Quién sabe? Tal vez me
acueste con él sin cobrarle nada, solamente para no estar aburrida. Me
gustó como se sentían sus manos sobre mis caderas. Debe de ser bueno
para el sexo.”
La boca de Trig se tensa y yo me dirijo a la puerta.
“¿Quién es Fred?”
Mi corazón se detiene y siento que mi pecho podría estallar.
“¿Qué?” le digo mientras me doy la vuelta.
“Estabas gritando Fred mientras dormías.”
Me enfermo con tan sólo escuchar su nombre. Aprieto mis dientes
para empujar de nuevo el dolor.
“Estabas gritando la palabra ‘detente’,” añade Trig.
Creo que puede leer en mi rostro lo que pasa porque su voz está
calmada. Su rostro es distinto. Da un paso atrás para darme mi espacio.
“No quiero hablar de eso.” Me doy la vuelta hacia la puerta. Trig se
acerca rápidamente y me bloquea la salida, mientras me mira. Hay un
silencio entre nosotros y sé que está esperando una respuesta. Esquivo su
cuerpo y comienzo a caminar por la habitación. Estoy nerviosa, pero no
quiero verlo. Con lo de anoche fue más que suficiente, no quiero tener
otra recaída. Comienzo a examinar los objetos que hay en la habitación
para mantener mi cerebro ocupado. Comienzo a tocar varios libros y
baratijas que hay sobre una manta. Me detengo cuando me encuentro con
un joyero empolvado. Camino hacia él y lo abro. Al abrirlo, sale una
bailarina con un vestido rosa y blanco. Mis manos están temblando cuando
encuentran la base. Lentamente le doy cuerda a la caja para escuchar que
canción tocará. Suena El Lago de los Cisnes mientras que la bailarina da
vueltas, y yo me congelo. Puedo sentir como una lágrima rueda por mis
mejillas mientras que la caja se cae de mis manos.
“Nueve,” dice Trig mientras se acerca a mí. Ve la caja que está en el
suelo y luego me ve a mí.
“Lo siento.” Me agacho para recoger la caja. La pongo torpemente en
mis manos.
Trig se acerca y se agacha frente a mí. Coloca una mano sobre la mía.
Toma la caja musical y la coloca detrás de mí.
“¿Qué fue lo que él te hizo?” susurra. “Puedes contarme.”
Miro fijamente los colores de la alfombra. Ni siquiera me atrevo a
verlo a los ojos.
Estoy dejando caer las lágrimas e intentando evitar la sensación de
ahogo en mi garganta. Escondo el sentimiento y limpio las lágrimas antes
de responderle.
“Es una larga historia,” tartamudeo intentando esquivar su pregunta.
“Tengo tiempo,” dice Trig. “Quiero saber.”
Aleja un mechón de pelo de mi rostro, mientras yo veo la pared. Trig
toma la caja musical y la pone frente a él.
“¿Qué sucedió?”
Suspiro y veo la caja.
“No sé por dónde empezar. Hay mucho que decir,” le respondo
mientras limpio de nuevo mis ojos.
Trig se mantiene callado.
“Todo sucedió por culpa de mis padres. Eran adictos a la heroína, y
no tenían la paciencia ni la idea de cómo criar a un niño. Me odiaban
porque yo era una carga, yo era algo que ellos tenían que cuidar. Les daba
mucho trabajo y lo único que ellos querían era drogarse. Ni siquiera tenía
permitido hacer preguntas que cualquier otro niño le haría a sus padres.
Ya sabes, las típicas preguntas, ¿Qué hay para cenar? ¿Me podrías ayudar
con mi tarea? Si hacía preguntas me golpeaban tan fuerte que apenas y
podía abrir los ojos. Mi cuerpo entero estaría lleno de golpes, como lo
está ahora. Aprendí rápidamente a ser una persona independiente. Aprendí
a no hacerlos enojar porque si lo hacía, me tocaba pagar por eso.”
Suspiro fuertemente. Ni siquiera sé si puedo contar toda la historia.
Comienzo a hablar de mis padres para poder evitar, por un momento más,
hablar de mi tío.
“Recuerdo que una vez tenía un proyecto de la escuela, y la maestra
dijo que si todos lo terminábamos podríamos ir a comer pizza al día
siguiente.” Sonrío. “Tenía muchas ganas de ir a comer pizza, así que me
quedé despierta toda la noche para poder completar el proyecto. A la
mañana siguiente me desperté emocionada, estaba tan orgullosa de
haberlo logrado, pero cuando entré a la sala encontré el proyecto
destrozado y las piezas regadas por toda la habitación. Estaba furiosa. Mis
padres estaban desmayados en el piso, toda la droga y las botellas vacías
de licor estaban sobre la mesa. Les grité y los empujé hasta que
despertaron. Mi padre abrió los ojos, se levantó, y dijo, a la mierda tu
proyecto, me tomó de la garganta y empezó a golpearme. Mi madre sólo
veía como me golpeaba y reía, mientras le gritaba a mi padre que me
enseñara la lección.
Era una niña cuando eso pasó, tal vez tenía diez años. Los maestros
de mi escuela ya sospechaban lo que sucedía. Ese año me ausenté bastante
de la escuela, y cuando regresaba a clases mi cuerpo tenía moretones que
ya se estaban desvaneciendo. Me hacían preguntas sobre mis padres, pero
yo siempre mentía. Ese día fui a la escuela, les conté sobre los abusos y
por cuánto tiempo lo habían estado haciendo. Estaba demasiado lastimada,
y no era solamente el dolor físico –a ese dolor ya estaba acostumbrada.
Fue el maldito proyecto el que me destrozó. Los de Servicios de
Protección al Niño llegaron a recogerme al siguiente día. Me enviaron a
vivir con el familiar más cercano que tenía.” Me detuve y me calmé un
poco. “Mi tío, Fred. Él era peor que mis padres. Era una maldito pedófilo.
Esperaba a que me quedara dormida para llegar a mi habitación. Sentía
como tocaba mis piernas y mis muslos. Me despertaba e intentaba
patearlo, pero él me ahorcaba y decía que las niñas buenas sabían
escuchar, y que si me seguía moviendo me ahogaría en la bañera y luego
me enterraría en el patio trasero, junto a la última chica que estuvo allí.”
El rostro de Trig se endurece mientras yo cuento la historia.
“Mientras el pasaba sus manos por todas mis piernas, yo me quedaba
acostada muerta del miedo, bañada en sudor. Él sonreía, como que le hacía
feliz ver sus manos en todo mi cuerpo. Hizo esto durante semanas y, cada
vez que entraba a la habitación, podía escuchar El Lago de los Cisnes
sonar en la otra habitación. La última noche que estuve en su casa fue la
peor. Entró a mi habitación, bajó el zipper de su pantalón, y sacó su pene.”
Trig sacude la cabeza y mira hacia otro lado. “Me dijo que me
quedara quieta mientras que una de sus manos llegaba hasta el tope de mis
piernas. Empezó a masturbarse mientras abusaba de mí. Yo lloraba de
dolor, pero el solamente me gritaba para que me callara, así podía acabar
de masturbarse. Me obligó a verlo, me dijo que sacaría mis ojos si no lo
hacía, cuando acabó me dijo que había sido una niña buena. Nunca había
llorado tanto en mi vida. El solamente se río y dijo que la próxima vez que
llegara a la habitación me daría algo para que llorara de verdad, y que me
gustaría. Tenía náuseas. Sabía que tenía que salir de allí. Escapé de la casa
y regresé con mis padres. Les conté todo, pero estaban tan drogados que
no me creyeron. Me dijeron que era una mentirosa y una puta, y que si no
dejaba de inventar cosas llamarían de nuevo a Servicio de Protección para
Menores para que me llevaran de nuevo con él; regresaron por mí unas
cuantas veces más, debido al abuso infantil, y me quedaba en hogares de
acogida, pero siempre regresaba con mis padres porque las familias de
acogida eran igual de malas. Viví en esa casa de locos hasta que tuve
dieciséis años. No tenía adonde ir más que a las calles.”
“¿Fue allí en dónde empezaste a prostituirte?”
“No. No fui una de esas prostitutas adolescentes de calle, si eso es lo
que estás preguntando.”
Mi voz comienza a quebrarse. Puedo sentir que voy a entrar en
pánico de nuevo. Mi pecho comienza a cerrarse, y mi respiración se
vuelve superficial. Estoy a dos segundos de tener un ataque de ansiedad.
Mi corazón está rebotando en mi pecho.
Trig me mira. “Así como tú intentas comprenderme, yo también lo
hago, Nueve.”
“Bueno, ahora que ya sabes acerca de mi abuso sexual, ¿te da eso
alguna percepción? ¿Puedes dormir mejor ahora? Porque yo no.”
“Lamento que él te haya lastimado.” Trig me ve con tristeza.
Estoy enojada. Nunca antes le había contado a alguien esa historia, ni
siquiera a Jenny. Miro a través de Trig y veo una botella de licor sobre la
mesa de la esquina. Tomo la botella y leo que en la etiqueta dice Brandy.
Me recuerda a ese proxeneta Victor, y la botella se suelta de mis manos y
se estrella en el piso. Coloco ambas manos sobre mis ojos para así poder
cubrir mi rostro. Escucho pasos acercándose a mí.
“Nueve, dame tu mano,” me dice Trig suavemente.
Deslizo mis manos por mi rostro mientras lo veo. Está parado frente
a mí.
“Necesitas un poco de aire fresco.”
Despacio, extiendo mi mano temblorosa hacia Trig. Él toma mi mano
y me guía hacia la puerta de vidrio. Luego me jala detrás de él y me lleva a
través de la sala hacia la puerta de enfrente. Estamos ahora en el porche, se
detiene y se balancea para poder verme.
“Respira,” me ordena.
Lo estoy haciendo, si respiro más me desmayaré.
“Despacio. Al ritmo que lo estás haciendo vas a hiperventilar.
Mírame, quiero que sincronices tu respiración con la mía.”
Coloca mi mano en medio de su pecho. Enfoco mis ojos mientras que
sus pulmones se llenan de aire y luego lo suelta de manera calmada.
Emparejo mi respiración con la de él, y ahora ya estamos sincronizados.
Coloca su mano sobre mi corazón. Puedo sentir como todo mi cuerpo se
empieza a tranquilizar. Mi pecho ya no se siente como si un elefante
estuviese sentado sobre él. Veo sus brazos, su pecho, sus tatuajes, su boca,
y luego la línea de su quijada.
“¿Ya estás mejor?” me pregunta.
Asiento mientras toma mi mano para guiarme hacia las gradas y a un
camino de ladrillos. Me es difícil caminar con estos tacones sobre este
camino pero, por la manera en que Trig me está jalando, no tengo otra
opción más que seguirle el paso. Me detengo y me quito los tacones, es
más fácil cargarlos en la mano y caminar descalza. Espero que nada me
lastime los pies aquí. Aire puro llega a mis pulmones y no se escucha más
que la naturaleza. Mi cabeza comienza a aclararse mientras veo los
alrededores. Las flores, árboles, y el agua hacen que me olvide de todo.
Sus dedos están entrelazados con los míos, es un camino largo, pero
eventualmente llegamos a un pozo viejo. Camino hacia él para verlo. Está
completamente seco, y hay varias monedas al fondo.
“La primera cosa que hacía mi hermano cuando veníamos acá cada
verano, era pedir un deseo y lanzar una moneda hacia el pozo. Era su
tradición, pensaba que este pozo era mágico.”
“Tal vez lo es,” le digo mientras me doy la vuelta para ver a Trig.
Limpio mis pies y me coloco de nuevo los tacones.
Trig sonríe y camina hacia adelante. Mi corazón da un salto y no sé
por qué. Saca dos monedas de su bolsillo y me las entrega. Alzo mis
manos para alcanzarlas y él envuelve mis dedos con sus manos. Trago el
nudo de mi garganta y lo veo fijamente. Vuelve a abrir su mano, lo cual
me permite tomar las monedas. Cierro mi puño y juego con las monedas.
Trig está allí parado viéndome con los brazos cruzados. La manera en que
me mira hace que ponga en duda mi perspectiva hacia los hombres. No me
ve de la misma manera en que me ven mis clientes. Con cada mirada él ve
mi alma, y yo pierdo el control sobre mí cuando hace eso. Mis ojos ahora
miran sus labios. Quiero probarlos, lo cual es extraño. Este deseo por un
hombre, es un sentimiento extraño. Tal vez es porque él logra curarme.
Tal vez es porque cada vez que le muestro una herida interna él la cura
antes que yo pueda sentir algún dolor. Maldición. ¿Qué me está haciendo?
No sé qué hacer o qué decir, así que me inclino hacia el pozo. Cierro los
ojos, pido un deseo, y lanzo una moneda hacia dentro.
“¿Crees en la magia, Nueve?” me pregunta.
“No lo sé. ¿Tú crees en ella?”
Me doy la vuelta y me recuesto en el pozo, él se encoje de hombros.
“Supongo que es divertido pensar en la posibilidad. Aunque todos
sabemos que la magia sólo es una ilusión.”
“Esa es la mejor parte. La gente sabe que es una ilusión y aun así se
sientan a disfrutar el espectáculo,” le digo.
“Tal vez es porque las personas se interesan en las cosas que no
pueden entender.”
En este punto, no creo que sigamos hablando de magia. Tengo la
impresión que se está refiriendo a mí. Veo como esos ojos oscuros me
están penetrando, y mi cerebro se apaga.
“¿Alguna vez has deseado algo en este pozo?” Señalo con mi pulgar
sobre mi hombro.
Trig asiente.” Muchas veces.”
“¿Alguno de ellos se volvió realidad?” le pregunto.
“Algunos. Más que todo por coincidencia, no magia.”
“¿Quieres saber cuál fue mi deseo?” le pregunto valientemente.
No fue una buena decisión haberle dicho eso, pero ya lo hice. Nada
bueno puede resultar de esto. Mi mente está lanzando señales de
precaución, pero mi cuerpo las está ignorando.
“Dicen que no es bueno contarle a alguien lo que deseas.”
Sonríe y da un paso para acercarse.
“¿Por qué no es bueno?”
“Porque puede que no se haga realidad,” agrega.
“Entonces no importará si te cuento. Digo, es solamente un deseo
estúpido, sólo una ilusión mágica, ¿cierto?” Hago una pausa. Mueve su
cabeza a un lado. “Por más loco que esto pueda parecer, deseé que me
besaras. Sé que esto es loco, y luego de mis episodios de pánico y
confesiones de muerte, de seguro piensas que estoy loca, pero…”
Trig se acerca. Estoy nerviosa, casi como una virgen se debe de
sentir la primera noche que tendrá sexo. No beso hombres, ni siquiera a
mis clientes, pero Trig no es un cliente. Veo como se acerca a mí, coloca
sus manos en mi cintura.
“Es solamente que tú me haces sentir…”
“¿Sentir qué?” me dice.
Toma un mechón de pelo y lo aleja de mis ojos.
Segura. No puedo decirlo. Es sólo una palabra. Solamente díselo.
“Soy un desastre,” murmuro.
“Todos lo somos."
Mira mis labios.
“He estado pensando qué sabor tendrán tus labios.” Trig sigue viendo
mis labios. “¿Estás segura que esto es lo que deseas?”
Asiento y muevo mi cabeza hacia atrás mientras él se acerca a mí. Sus
manos rodean mi espalda y me acerca a él. Sube su mano para colocarla
en mi cabello y suavemente la cierra antes de juntar sus labios con los
míos. Suelto un gemido mientras mis manos exploran su pecho. Lo deseo
demasiado. Lo quiero. Hay partes de mi cuerpo que desean que él las
acaricie, nunca había sentido esto. Es un beso largo, sensual, y me estoy
desarmando entre sus brazos porque es la primera vez que beso a alguien.
Coloco mis manos en su pecho y le empujo para alejarlo de mí. Limpio
mis labios con el dorso de mi mano.
Trig lanza su cabeza hacia atrás. “¿Te encuentras bien?” me pregunta
analizándome.
“Sí, es solo que nunca había hecho esto.” le digo.
Trig está confundido. “¿Hecho qué?”
“Nunca antes he besado a alguien,” le digo, con un poco de
vergüenza.
Es gracioso escuchar estas palabras salir de mi boca. He hecho
demasiadas cosas pervertidas como dama de compañía, pero besar a
alguien no ha sido una de ellas. Trig da un paso hacia atrás y levanta un
dedo.
“¿Nunca has besado a alguien? ¿Nunca? Eso es imposible. Mírate.”
Sacudo la cabeza.
“Nunca beso a las personas. Es una de mis reglas.”
“¿No tuviste novios antes de ser una dama de compañía?”
Sacudo mi cabeza mientras él da un soplido. “¿En serio nunca has
tenido un novio?” Sacudo mi cabeza de nuevo. “¿Qué hay acerca de tu
virginidad?”
“Tenía dieciocho años y fue con un cliente,” le digo mientras fijo mi
mirada hacia otra parte.
“¿¡Tu primera vez fue con un cliente!?” me grita.
“Cada vez ha sido con un cliente. En este campo no puedes tener
relaciones.”
“Wow, Nueve,” me dice mientras da una vuelta.
Ahora que el tema salió a luz, todo esto suena ridículo.
“Así que, nunca antes habías besado a alguien y tampoco has tenido
un novio. Entonces eso significa que nunca has hecho el amor.”
“Mis clientes…”
“Tus clientes pagan para cogerte, no hacerte el amor. No lo
confundas.” me dice Trig interrumpiéndome. “¿Disfrutas el sexo?
¿Siquiera sientes placer o solamente es un trabajo para ti?”
“A veces lo disfruto,” le miento.
Lo que quiero decir en realidad es que disfruto de todo el dinero que
obtengo del sexo.
Se ríe. “Seguro que sí lo disfrutas. Algún imbécil te está cogiendo
mientras tú solamente estás acostada allí esperando que todo eso acabe.”
Me rostro se sonroja. “¿Por qué estás enojado conmigo?”
Deja de moverse y me mira. “Acá está, frente a mí, una hermosa
mujer diciéndome que nunca ha experimentado un beso. Que nunca ha
tenido un novio, lo que significa que nunca ha estado enamorada y
tampoco ha hecho el amor. Tu primera experiencia sexual fue con uno de
tus clientes, un maldito cliente. Me estás partiendo el corazón con todo
esto. ¿Qué otras reglas tienes en tu trabajo, Nueve? Debo saberlo.”
“Sólo tengo una regla más.” Hago una pausa, mientras él levanta una
de sus cejas. “No acurrucar,” le digo.
Trig se ríe, está pensando lo mismo que yo. Está pensando sobre la
otra noche. Está pensando en mi mano sobre la suya, y todas las veces que
me ha abrazado. Cierro los ojos. Estoy rompiendo todas mis reglas, las
estoy rompiendo por culpa de él. Me doy cuenta que podría estar sintiendo
algo por Trig. ¿Qué demonios? Esto no puede suceder.
Tengo que salir de aquí. Estoy ahogándome en mis propios
pensamientos. Me apresuro a pasar a su lado, Trig agarra mi muñeca y me
acerca de nuevo hacia él.
“Detente,” me dice. “No estoy enojado contigo. Estoy enojado por la
situación.”
“Hice lo que tenía que hacer. Lo hice para sacarnos, a Jenny y a mí,
de las calles. Nos moríamos de hambre allí afuera. Jenny estaba enferma,
estábamos robando medicina de distintas farmacias y en las noches frías
buscábamos refugio en automóviles con el cerrojo abierto. Yo cuidaba de
las fiebres de Jenny, mientras que también me aseguraba que no llegaran
policías o los dueños de los autos. Pasé horas sosteniendo su cuerpo
mientras ella vomitaba en una bolsa de papel; orando para que se pudiera
recuperar y así poder movilizarnos hacia un área segura, y aquí estás tú
dándome mierda por no tener una vida amorosa. Bueno, pues discúlpame,
maldición. No tengo idea de por qué te estoy diciendo todo esto.”
Me mira por un segundo.
“No intento causarte problemas. Estoy enojado porque tu primer beso
no fue con un adolescente caliente en algún aburrido festival. Estoy
enojado porque ningún chico te llevo a tu baile de graduación y haya
intentado acostarse contigo esa noche. Estoy enojado porque nunca
conociste a algún imbécil, te hayas enamorado de él, y finalmente te hayas
acostado con él en la parte de atrás de su auto. Tu historia es lo que me
enoja. Como mujer, se supone que tienes que pasar por toda esa basura
inmadura de las citas. Pero se supone que nadie debería de pasar por lo
que tú pasaste. Cuando pienso en tu niñez, solamente quiero colocar una
bala en la cabeza de tu tío.”
Estaba escuchando lo que decía Trig, y entre más hablaba más me
robaba el aliento. No estaba segura que era esto entre nosotros, pero fuera
lo que fuera, me hacía sentir débil.
“¡No tienes por qué sentir pena por mí, no necesito tu lástima!” le
grito.
“¿Piensas que siento lástima por ti? Siento demasiadas cosas, Nueve,
pero lástima no es una de ellas.”
“¿A sí? ¿Entonces qué es lo que sientes?”
“Más que todo indignación. Quiero llevarte de regreso a la cabaña y
hacerte el amor. Quiero besarte hasta que ya no puedas pensar claramente.
Quiero darte todas esas mierdas que tuviste que haber experimentado hace
mucho tiempo. No estoy enojado, estoy malditamente enfurecido por
pensar en todo lo que has pasado.”
Mi corazón empieza a latir rápidamente y mi estómago se retuerce al
escuchar el enojo en su voz. Me pregunto por qué dijo todas estas cosas.
Simplemente soy una prostituta a la que salvó de un hotel. Tal vez si hay
algo mágico en este pozo, lo veo y no puedo evitar tener sentimientos, me
siento intoxicada por el momento. Levanto mi barbilla mientras él está
parado viéndome. El momento no podía ser más inoportuno. Hace poco,
estaba dejando caer al suelo una caja musical y rompiendo una botella de
brandy. Estaba recordando y llorando sobre lo dolorosa que fue mi niñez,
y esto es lo que él hace por mí. No me importa que todo esto sea extraño,
solamente somos él y yo, nadie tiene que saberlo.
“¿Qué estás esperando entonces?” digo finalmente.
Se acerca a mí rápidamente y toma mi mano, entrelazando nuestros
dedos. Me lleva de regreso a la cabaña. Estoy luchando para poder
mantener su paso. Mi tobillo se está tambaleando y los arcos de mis pies
están adoloridos. Solamente puedo pensar en lo que pasará dentro de unos
minutos. Llegamos a la puerta principal y Bones ve como sonreímos y nos
tomamos de la mano.
“Amigo, no quise meterme en tus asuntos. Es tu chica, y yo estaba
equivocado. Te pido disculpas. También limpié los vidrios de tu
habitación, tómalo como una ofrenda de paz.”
Trig levanta una mano.
“Ahora no,” dice Trig, mientras me guía hacía la habitación.
Entramos y cierra la puerta de un golpe. Suavemente me empuja contra la
puerta y quita mi chaleco. Coloca sus labios en mi pecho y lentamente pasa
la lengua desde mi clavícula hasta la oreja. Su cuello está cerca de mi
rostro y huele tan bien. Aprieto sus brazos.
“¿Quieres que te haga sexo oral? Puedo hacerte sentir muy bien,” le
susurro.
Se detiene y me mira. Siento que regresé a mi personaje de trabajo. Y
por su cara, sé que él también lo sabe.
“Detente, y déjame hacerlo a mí, Nueve. Solamente relájate,” me dice
mientras pasa su lengua mi hombro y lo besa.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás y disfruto la sensación de sus labios y
lengua devorando mi cuello. Es la primera vez en mi vida que disfruto
esto. No estoy nerviosa y tampoco actuando. Ni siquiera estoy pensando en
el cliente, y en cómo mantenerlo satisfecho.
“Esto no es un trabajo,” digo accidentalmente en voz alta. Estoy
gimiendo mientras que Trig sube mi blusa y se agacha para besarme el
estómago.
“Deja de pensar, Nueve. Cierra tus ojos,” me recuerda Trig.
Mis manos están a los lados de la puerta. Sus manos están sobre mi
pretina. Desabotona mis shorts y los desliza hacia abajo junto con mis
pantaletas. Empieza a besar mis muslos mientras sube y sube. Estoy
sujetándome a la pared mientras él tiene sus labios sobre mi cuerpo.
Siento sus dedos rozar las puntadas. Antes que su lengua baile dentro de
mi vagina, le da un beso suave y delicado. Estoy empapada y siento como
si ya no puedo estar parada. De repente deja de tocarme, lo cual hace que
abra mis ojos y vea hacia abajo. Ya no está en medio de mis piernas, me
está viendo, y está admirándome.
“¿Sabes lo que vales, cariño? Los hombres deberían de estar
peleando por tenerte. Estoy seguro que yo lo haría.”
Apenas puedo respirar y lo único que quiero es tenerlo dentro de mí.
Camino hacia adelante. Me agarra y me levanta, envolviendo mis piernas
alrededor de su cintura. Me besa mientras me lleva hacia la cama y me
coloca allí suavemente. Se quita la playera y la tira al otro lado de la
habitación. Veo como se desabotona su pantalón y los deja caer al suelo.
Se agacha y toma un condón de su billetera. Muerdo mis labios mientras le
doy una mirada a su paquete. Veo como hace rodar la goma; y con cada
segundo que pasa, lo deseo más. Se toma su tiempo en subir a la cama y
colocarse encima de mí.
“Te deseo,” logro decir con mi voz entrecortada. Mi cuerpo está
hambriento por tenerlo. Toma mi cuello y lo empieza a besar de nuevo.
Arrastra los besos por mis brazos, estómago, y luego mis piernas. En un
momento, mis dedos del pie están en su boca. Mis partes íntimas están
gritando por tenerlo. Separa mis piernas con sus manos y se coloca en
medio de mis muslos. Trig se inclina y acerca su pene lo suficiente para
tocar mi vagina. Gimo mientras él sigue encima de mí. Se hace un poco
hacia un lado. Puedo notar que está siendo cuidadoso con mis heridas. Me
mira fijamente.
“Esta noche, eres virgen. Esta noche, no te estoy cogiendo. Te estoy
haciendo el amor, y esto reemplaza el recuerdo de tu primera vez. ¿Me
entiendes?”
Apenas y asiento.
No me da mucho tiempo para pensar. Se empuja hacia dentro de mí
mientras que sus labios chocan con los míos. Gimo teniendo su boca junto
con la mía. Sus manos están sobre todo mi cuerpo, me dejo llevar por
completo. Mi cuerpo se relaja. Mi mente se concentra en que él está dentro
de mí. Empiezo a empujar mis caderas hacia arriba para estar al mismo
ritmo que él, pero toma mis caderas y las sostiene hacia abajo
recordándome que él está a cargo y yo solamente tengo que dejarme
llevar. Todavía no sabe que ya lo hice. Solamente quiero sentir cada parte
suya. Mi respiración está al límite y solamente puedo pensar en lo bien que
me hace sentir. Seguimos así por un rato. Las sábanas están empapadas de
sudor y la habitación se siente a más de cien grados. Estoy cerca de acabar,
puedo sentirlo. Empuño la almohada sobre mí.
“¿Sabes lo malditamente hermosa que eres, cariño?” me dice al oído.
Su ritmo se acelera y mis dedos de los pies se doblan. Suelto la almohada
y paso mis uñas por toda su espalda.
“Quiero que me digas que se siente bien,” me susurra. “Dime cuando
estés a punto de acabar.”
Cambia su peso de un lado a otro y luego de nuevo. Ese es el punto
exacto.
“¡Justo allí!” le grito y cierro los ojos. Estoy completamente
concentrada en como él está golpeando esa área. Todos mis músculos se
tensan. Está a punto de suceder.
“¡Estoy a punto de acabar!” le grito. No baja el ritmo y jala de mi
pelo. Sus labios están de nuevo sobre mi garganta. Empiezo a contraerme
a su alrededor, y por alguna razón, grito las palabras que están más
alejadas de mi mente.
“¡Te amo!” le grito.
Trig no dice nada. Sigue moviéndose, cubro mi rostro por la
vergüenza. Con una mano aleja mis manos de mi rostro. Estoy petrificada
por lo que acaba de salir de mi boca. ¿Qué diablos acaba de suceder? ¿Me
cogió tan bien que mi cerebro dejó de funcionar correctamente? ¿Podría
eso suceder? Lo llamaré un problema sexual mental. Veo como cierra sus
ojos. Está intentando concentrarse. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Sigo
repitiendo lo mismo en mi mente. Estoy entrando en pánico por muchas
razones, y no creo que pueda controlarlo. Mi cuerpo se tensa y me doy
cuenta que él puede sentirlo así que baja el ritmo.
“Nueve,” me dice Trig.
Intento relajarme, pero no puedo. En el momento que acerca su
rostro al mío, yo logro liberar la tensión. No parece preocupado.
Simplemente me mira y luego coloca sus labios junto a los míos. Su mano
está detrás de mí cuello y está acercándose a mí. De repente sus
movimientos se convierten más duros y lo escucho gemir. Su cuerpo
tambalea y me doy cuenta como su ritmo desacelera. Se tranquiliza, se
separa de mí, luego se agacha y me da un beso en la frente. Camina hacia
el baño y cierra la puerta.
Sigo acostada en la cama, con mis emociones hechas un desastre.
Realmente me preocupa mi estabilidad mental en este momento. Me siento
y envuelvo la sábana en mi cuerpo. Trig sale del baño, con sus pantalones
puestos, y me mira.
“¿Qué pasa ahora?”
“Nada,” le digo mientras me levanto.
Lucho por caminar con esta gran sábana cubriendo mi cuerpo.
“Pasa algo. Lo puedo ver en tu rostro. ¿Qué sucede?” me pregunta.
Sacudo la cabeza. “¿Fue lo que gritaste? Muchas personas dicen cosas que
en realidad no sienten mientras tienen sexo. No te preocupes por eso.”
Desliza la playera sobre su cabeza.
“No es eso. Nunca antes había tenido un orgasmo mientras tenía
sexo,” le digo. Se da la vuelta muy despacio. “Lo que me preocupa es que
lo que dije si haya sido en serio.”
No espero una respuesta. Corro hacia el baño y me siento sobre el
piso frío. Estoy volviéndome loca. Luego de unos minutos, entro en razón
conmigo misma. Tuve buen sexo, en el cual dejé que Trig entrara a mi
cabeza. Nos besamos. Me abrí con él, y luego me provocó un orgasmo.
Eso fue todo. Me dejé llevar demasiado y dije algo en un momento de
pasión. Exhalo. Está bien. Me levanto, orino, y limpio mi maquillaje frente
al espejo. Ahora estoy lista para salir y enfrentarme al momento
incómodo. Abro la puerta y Trig está parado allí, justo frente a mí.
“Ven otra vez,” me dice.
Tal vez no estoy tan lista.
“Solamente olvídalo.”
“No lo creo. ¿Dijiste que nunca habías tenido un orgasmo mientras
tenías sexo? Estás dándome muchas sorpresas el día de hoy.”
“Si he tenido orgasmos, solamente que no mientras tenía sexo.”
Pongo mis ojos en blanco.
“¿Qué? ¿Cómo sexo oral?” me pregunta.
“Con un vibrador,” le digo viendo hacia otro lado. “¿Podemos dejar
de hablar de esto, por favor?”
“Todos esos hombres y nadie hizo lo que yo acabo de hacer.”
Estoy volviéndome loca de nuevo. Mis sentimientos están
confundidos y no dejo de moverme entre las sábanas.
“No sé qué fue lo que acabas de hacer. Estabas diciéndome cosas, me
consumí por completo, y…”
“¿Te consumiste? Te gustó. Simplemente dilo.”
Veo el tatuaje de su cuello. Tal vez por eso utilicé esa palabra; estuve
buscándolo mientras teníamos sexo.
“Por supuesto que me gustó. ¿No te diste cuenta?” Fijo la mirada en
la pared. “Maldición. Esta es la razón por la cual tengo reglas, para que
estas mierdas no sucedan.”
“¿Qué mierdas? Solamente se te salieron las palabras, te amo. Son
simplemente palabras, Nueve.”
“No lo son para mí. No en la manera en que lo dije.”
“¿Qué? ¿Me estás diciendo que nunca antes le habías dicho te amo a
alguien? Tu madre, tu padre, alguna abuela, ¿alguien?”
Sacudo la cabeza en negación, mientras Trig deja caer su cabeza
hacia atrás. Veo como camina hacia la cama, se sienta y empieza a verme.
Junta sus manos.
“Nunca antes alguien te ha dicho lo mismo, ¿verdad?”
Cierra los ojos y pasa la lengua sobre sus labios.
“Me estás matando, en serio. Estás rompiéndome el corazón, chica.”



Seis. Te odio

Miro al patio y veo que ambos chicos están allí. Están discutiendo
acerca de algo, la cara de Trig está tensa. No se ve para nada feliz. Me
inclino hacia la puerta para intentar escuchar, pero no alcanzo a escuchar
nada. Trig mira a través del vidrio, mientras yo doy un salto hacia atrás
para que no pueda verme. Lo estoy evitando a toda costa. No he hablado
con Trig desde ayer. Me está dando mi espacio, incluso durmió en el sofá
de la habitación, porque yo se lo pedí. Pasé todo el día y toda la noche
luchando con mis pensamientos para saber qué es lo me está sucediendo
en esta cabaña. No me gusta para nada. ¿Quién diablos se acuesta con su
secuestrador? Yo. ¿Quién diablos le dice te amo a su secuestrador
mientras tiene sexo? Yo, otra vez. Necesito medicarme o algo por el estilo
porque esto no es normal. Realmente necesito regresar a mi rutina, donde
las cosas tienen sentido. Al menos sé quién soy estando allí.
Tomo esta oportunidad, mientras que los dos están afuera hablando,
para escapar. Veo a través de la ventana y luego hacia la sala. Busco el
teléfono y no encuentro nada. Logro ver las llaves de mi auto así que las
agarro del mueble. Corro hacia afuera y me subo a mi Mercedes.
Enciendo el motor y pongo el auto en reversa. Puedo ver como Trig está
corriendo hacia mí. Toma su arma y la apunta hacia el auto. Siento que
algo explota y el peso del auto cae hacia un lado.
“¡Hijo de puta!” grito mientras que el auto se resbala para detenerse.
Apago el motor y recuesto la cabeza sobre el timón del auto. Escucho
que fuerzan la puerta para abrirla, y luego siento un brazo alrededor mío
sacándome del auto. Me doy cuenta que son los dedos de Trig alrededor
mis brazos.
“¿Es este tu plan? Huir en el mismo auto que estuvo en la gasolinera.
¿Estás loca?”
“Me disparaste, loco.”
“Le disparé a la llanta. Estoy intentando mantenerte a salvo. ¿¡Por qué
no puedes darte cuenta de eso!?” me grita.
Bones corre hacia nosotros, mira primero a Trig y luego me mira a
mí. Trig señala hacia mi auto.
“Arroja esa mierda al lago, ahora; con todo y llaves. Debimos de
haber hecho esto cuando vinimos a la cabaña.” Trig me da la mano.
“Estoy protegiéndote, Nueve.”
“No necesito tu protección,” le digo, mientras paso a su lado y me
dirijo de regreso a la cabaña.
Entro y me dirijo hacia la habitación. Estando dentro corro hacia la
puerta de vidrio y veo como Bones empuja y luego impulsa mi hermoso
auto hacia el agua. Es algo impactante. El auto flota mientras se llena de
agua, luego desaparece, y eso es todo. Se ha ido.
“Maldita sea, Nueve,” me dice Trig mientras entra a la habitación.
“Hay personas malas allá afuera que se hacen pasar por policías, y tú estás
lista para irte manejando por todo el pueblo, directamente a sus brazos.”
“¡No te necesito, no necesito a nadie, nunca lo he necesitado!” le
grito.
“Estás tan lastimada que no puedes darte cuenta cuando alguien
intenta hacer algo bueno por ti.”
“Ya obtuviste lo que querías. ¿Qué más importa?”
“¿Todo esto es por lo que sucedió anoche?” me pregunta.
Lo veo fijamente suponiendo que él ya tendría que saberlo.
Trig también me mira. “Maldita sea, ¿por qué eres tan difícil?”
Trig camina hacia la puerta y llama a Bones.
“Sí, ¿qué pasa?” dice Bones, mientras entra a la habitación con una
cerveza en su mano.
Estoy sorprendida mientras lo veo con disgusto.
“Siéntate, Nueve,” me ordena, mientras mueve su arma de un lado a
otro.
“Bones, le podrías preguntar cuál es su problema.”
Bones voltea a verme. Aclara su garganta e intenta sonar más grande
y maduro. “¿Cuál es el problema?”
Señalo a Trig. “Este imbécil.”
Bones mira a Trig.
“Dice que tiene un problema con tu personalidad, Trig.”
Trig me mira y luego mira a Bones.
“¿Conmigo? Yo la estoy manteniendo con vida. Por favor, pregúntale
qué parte de mantenerla con vida es estúpido.”
Me levanto del sofá. Los dos estamos lanzándonos miradas de enojo.
“Me disparó,” le digo a Bones.
“Intentaste escapar.”
“Sí, lo hice. Me tienes como rehén.”
“Estoy cuidándote.”
“¡No, me estás volviendo loca!” le grito.
Los ojos de Bones van de un lado a otro, mientras que Trig y yo nos
gritamos.
“¿Yo te estoy volviendo loca? ¡Tú me estás volviendo loco!” grita
Trig.
“Yo no soy la que anda caminando por todos lados viendo a través de
mi alma y otorgando orgasmos gratis."
Veo a Bones, su rostro está sorprendido. Veo de vuelta a Trig.
“No. Solamente caminas ocultando todo tu dolor, pero cariño, esa
mierda te está brotando por los poros. Simplemente estás molesta porque
yo puedo hacer que hables, pero eso te gusta. Me deseas y lo sabes. Un
segundo estás huyendo de mí y al otro estás corriendo hacia mí. Te
entiendo, Nueve. Simplemente eres una niña perdida que no puede
reconocer algo bueno cuando lo tienes enfrente. Así que, jódeme si
encuentro eso hermoso, ¿no es así?”
Estoy respirando fuertemente. Bones solamente está allí parado en
silencio.
“Iré a conseguir un poco de café, tal vez los dejo a que arreglen esto
ustedes solos,” dice Bones mientras sale de la habitación. Escucho la
puerta cerrarse detrás de él.
“¿¡Quién diablos te crees!? Parado allí analizándome,” le grito.
“Aparentemente, yo soy el chico que ve a través de las almas y regala
orgasmos. Tú has estado analizándome desde el momento que estuvimos
en el elevador, así que no vengas a decirme esas cosas.”
Sacudo mi cabeza.
“Oh, piensas que no me di cuenta cuando lo hacías. ¿Intentabas
agregarme a tu lista de clientes? ¿Gano lo suficiente para ti, cariño?” Hace
una pausa. “Un asesino a sueldo gana suficiente dinero, para que lo sepas;
pero supongo que necesito ser doctor o abogado, o tal vez algún tipo de
CEO para obtener tu atención.”
“Jódete, Trig.”
“Ya lo hiciste tú,” me dice.
Estoy furiosa.
“Oooh, te odio. Te odio tanto que me enferma.”
“No, no me odias. Te gusta cómo te hago sentir, puedo verlo en tus
ojos. Cuando toco tu cuerpo reacciona como si llevara mucho tiempo
esperándolo.”
“No sabía que aparte de ser un imbécil, eras un idiota engreído.”
Trig guarda el arma y sonríe.
“¿Estás molesta porque tengo razón o porque te gusta que tenga
razón?”
Camina hacia delante y me mira fijamente. Puedo sentir su aliento
sobre mi rostro. Estoy tan enojada que intento pegarle, pero él toma mi
muñeca. Intento pegarle con la otra mano, pero también toma esa muñeca.
Me suelta y continua viéndome.
“Di que estoy mintiendo.”
Coloca sus manos sobre mis caderas y me acerca a él. Jadeo por el
movimiento. Estoy furiosa y excitada, y no quiero sentirme así, pero así
son las cosas. Tomo el cuello de su camisa y lo jalo hacia abajo para que
sus labios encuentren los míos.
“Te odio,” murmuro con mis labios contra los suyos.
Nuestras lenguas se entrelazan.
“Quisieras odiarme,” murmura Trig de vuelta, mientras me sigue
besando.
Sus manos están apretando mi trasero.
“Esto es solamente sexo, nada más,” digo mientras nos besamos.
“Sigue repitiéndote eso,” responde Trig.
Me levanta y me sienta sobre el escritorio. Se inclina hacia mí
mientras yo me recuesto. Nos estamos besando sobre este gran escritorio
de madera. Puedo sentir su erección en medio de mis caderas mientras me
besa el cuello.
“No te amo, Trig,” murmuro. “Lo de anoche fue una falla en mi
cerebro."
Tiene una mano en mi muslo y con la otra está acariciando uno de
mis pechos.
“Lo sé,” me dice mientras sus manos acarician mi cuerpo. “Pero lo
deseas.”
“Estás alucinando. ¿Sabías eso?” le digo mientras aruño su espalda.
Trig comienza a tener sexo en seco conmigo.
“¿Lo estoy?” susurra en mi oído mientras lo mordisquea.
Coloca su pulgar sobre mi boca, instintivamente empiezo a chuparlo.
“Puedes decir lo que quieras, pero tus acciones hablan claro."
Sostiene mi muslo y lo jala hacia arriba para que esté recostado
contra su cadera.
“El amor y el sexo son dos cosas distintas, tonto.” le digo sin aliento.
Recorre mi pecho y estómago con sus dedos. Luego coloca su mano
en mi entrepierna.
“Pienso que quieres que todo esto le pertenezca a alguien. No me
digas que no lo deseas."
“Vendo mi cuerpo para poder vivir. No le pertenezco a nadie.” le
digo, con mis labios junto a su mejilla.
“Yo lo quiero.” Se muerde los labios. “Te deseo. Toma una decisión.
Dime que me pertenece, o me puedes también decir que no y entonces me
levantaré de este escritorio y nunca más volveré a tocarte.”
Me cuesta pensar claramente mientras su mano está en mi vagina.
“No te perte…” balbuceo.
“¿Qué? No puedo escucharte,” me dice mientras aprieta mi vagina.
“Pertenece…” balbuceo de nuevo.
“Me pertenece o no. Estoy confundido, Nueve.” Trig comienza a
deslizar sus manos dentro de mi short.
Estoy más mojada que Florida durante un huracán de verano.
Solamente es una plática sucia, ¿cierto?
“Maldita sea, es tuya,” le digo.
“No te creo,” dice Trig.
Tomo su mano y la deslizo dentro de mis pantaletas, Trig está quieto.
“Todavía no estoy convencido,” me dice.
Pongo los ojos en blanco.
“¿Qué quieres escuchar? Que te necesito porque tú me haces sentir
diferente. Que cada vez que me hablas no puedo respirar. Tal vez quieres
escuchar que me odio por sentirme así. Lo sé. Eso es lo que
probablemente quieres escuchar cuando me miras de esa manera, ni
siquiera puedo sentir mi rostro. ¿Es eso suficiente?”
De repente la puerta se abre y Bones entra a la habitación, algo en lo
que se ha vuelto muy bueno últimamente.
“Dios mío, ustedes son un desastre. Un momento están gritándose el
uno al otro, y al otro están a punto de tener sexo.”
Trig levanta la mirada pero no se aleja de mí. Solamente desliza su
mano afuera de mis pantaletas.
“¿Se te ofrece algo, Bones?” le dice Trig irritado.
“Estoy a punto de ir a comprar comida china. Necesito las llaves.”
Trig me mira y luego vuelve la mira hacia a Bones.
Trig se levanta y luego toma mi mano para que me vuelva a sentar;
toma un manojo de llaves de su bolsillo y se lo arroja a Bones.
“¿Hay otro auto aquí?” pregunto.
Me pregunto en dónde está escondido. No note que hubiese un garaje
o cobertizo cuando vinimos. Debe de ser algo pequeño, o tal vez está
escondido entre los arbustos y los árboles.
“Sí. Está en el garaje. Era el auto de mi hermano.” Me mira fríamente.
“Que no se te ocurra hacer algo.”
Bajo la mirada y me deshago del pensamiento.
“Genial. ¿Qué quieren comer, chicos?” pregunta Bones.
“Ellos no venden lo que yo deseo,” dice Trig mientras clava sus ojos
en mí.
“Sí, bueno, compraré cualquier cosa entonces. Ustedes locos pueden
quedarse aquí ya sea a gritarse el uno al otro o a tener sexo como un par
de desquiciados. De cualquier manera, me importa una mierda. Los veo en
un rato,” dice Bones mientras da la vuelta para irse.
Trig se acerca y coloca su cuerpo en medio de mis piernas.
“¿Fue en serio lo que dijiste hace un momento?” me pregunta.
Asiento reaciamente. Desliza su pulgar sobre mi labio inferior.
“Nueve, quiero que te vayas…”
De repente escuchamos disparos, así que los dos nos alejamos. Trig
toma su arma.
“¡Quédate aquí!” me grita.
Puedo ver que está preocupado.
“¿Qué hay acerca de Bones?” pregunto.
Trig ignora mi pregunta y me lleva fuera a través de la puerta del
patio, y luego me guía por detrás de la cabaña. Nos detenemos en la
esquina, Trig asoma la cabeza para ver algo.
“¿Quiénes son?” pregunto en silencio.
Trig no me responde. Espera un segundo y luego comienza a correr
conmigo hacia una puerta que está al lado de la casa. Empuja la puerta y
luego me mira. Corro hacia dentro y él está detrás de mí. Veo hacia el
corvette azul y blanco.
“¡Maldición, Bones tenía las llaves en su bolsillo!” grita Trig.
“¿Qué hacemos ahora?”
“Entra,” me dice señalando al auto.
“¡No tenemos las llaves!” grito.
“Dije que entres, Nueve.”
Mis manos están temblando mientras entro al auto. Trig se sube al
asiento del piloto y comienza a hurgar en la visera y luego en la guantera.
Toma un juego de llaves y enciende el auto.
“¡Gracias a Dios existen las llaves de repuesto!” grita. “Ahorra
tiempo ya que no hay que encenderlo utilizando cables.”
Empuja el botón para abrir la puerta del garaje. Toda la hiedra da
contra el auto, ahora sé que el garaje estaba camuflado. De repente,
escucho disparos que dan contra el auto.
“¡Agáchate!” me grita Trig.
Toda la ventana de atrás se destroza y hay vidrio volando por todas
partes.
“¡Mierda!” grito mientras me agacho. “¿Quiénes son?”
“Trabajadores de El Salvador. Supongo que encontraron los
cadáveres en la casa de Bones.”
“¿Cómo nos encontraron aquí?”
“Bones me dijo esta mañana que había escuchado sobre tu auto en el
reporte policial y todos los policías del área fueron alertados. Parece que
una mujer blanca, desaparecida, llama mucho la atención.”
Empezamos a arrastrar nuestro trasero por la carretera, y es allí
cuando Trig me entrega su arma.
“Si se acercan a nosotros, disparas.”
Me doy cuenta que estoy sosteniendo el arma, y ahora tengo todo el
poder y control. La apuntó hacia Trig.
Está tan concentrado manejando que ni se da cuenta. Finalmente ve lo
que sucede.
“Si quieres matarme, y vivir para contarlo, este no es el momento.”
Escucho llantas rechinando justo detrás de nosotros. Volteo la mirada
y me doy cuenta que hay un auto lleno de hombres, están acelerando para
poder alcanzarnos. Apuntan sus pistolas por afuera de las ventanas.
“Cariño, necesito que te vayas para atrás y les dispares.”
Nunca antes he disparado. Mis manos ya tiemblan lo suficiente sin
que Trig vaya manejando como un desquiciado.
“No puedo.”
“Claro que puedes. Jala el gatillo.”
Una bala pega justo en la parte de atrás del auto.
“¡Jala el maldito gatillo!” me grita.
Apunto hacia atrás y disparo. La bala pega justo en el parabrisas.
Ellos siguen disparando hacia el auto. De repente escucho a Trig gritar de
dolor. Volteo a ver y noto que hay sangre en su brazo. Le han disparado.
“¡Dios mío! ¿¡Estás bien!?” grito.
Aprieta sus dientes y sigue conduciendo.
“Dispárale a las llantas,” me dice.
Apunto hacia esa dirección y disparo, pero en cambio disparo hacia
el suelo. Siento una bala rozar mi oreja. Apunto hacia la llanta y disparo
de nuevo. La llanta explota, el auto da vueltas, resbala, y se estrella contra
una montaña. Salto de la emoción, hasta que recuerdo que le han disparado
a Trig. Coloco el arma en el suelo del auto.
“¿Qué hago?” pregunto.
Trig sigue en silencio y continúa manejando. Puedo ver como la
sangre está saliendo a chorros de su brazo. Me siento y lo veo sin poder
hacer nada. Trig conduce unas cuantas millas más hasta que finalmente se
detiene en una parada. Apaga el motor del auto y examina su brazo.
“Pasó rozándome, lo cual es algo bueno. La bala no está dentro de mi
cuerpo.”
Se quita la camisa y la hace trizas. Veo como cubre su brazo con ella,
cuando termina se relaja un momento. Sus ojos se cierran y se desploma
hacia un lado.
“¿¡Trig!?” le grito mientras lo tomo entre mis manos.
Abre sus ojos y sacude fuertemente su cabeza.
“Solamente creo que perdí mucha sangre. Estaré bien.”
Se sienta y enciende el auto.
“Yo manejaré, así tú puedes descansar,” le ofrezco.
“¿Cómo sé que no me tirarás por un acantilado?” me pregunta Trig.
“Acabo de dispararle a un auto y probablemente hasta maté a un par
de hombres por ti. Creo que estamos bien."
Sonríe y recuesta su cabeza en el asiento. “Lo hiciste genial.”
“Nada mal para una novata,” le digo.
“¿Es esa una cabina telefónica?” pregunta.
Trig sale del auto y camina hacia ella. Veo que saca una tarjeta de su
billetera y deposita algunas monedas dentro del teléfono. Marca
rápidamente un número telefónico y luego veo que sus labios se mueven,
pero no puedo escuchar lo que dice. Cuelga el teléfono y realiza otra
llamada. Cuando termina, camina de regreso al auto y se sienta,
claramente siente dolor.
“¿A quién llamaste?”
“A un hombre que nos ayudará a salir de aquí. También llamé a mi
hermana.”
“¿Ella se encuentra bien?”
“Está de viaje en Las Bahamas con su familia. Está bien, estará fuera
por tres semanas.”
Trig cierra sus ojos con dolor. Paso la lengua por mis labios.
“¿Me dirás qué sucedió con Bones?”
“Los ángeles lo llamaron de regreso a casa,” me responde
rápidamente.
Cubro mi boca mientras me imagino a Bones abriendo la puerta para
ir a comprar comida china, y probablemente esos hombres lo estaban
esperando en la entrada. Los primeros disparos que escuchamos fueron
balas penetrando el cuerpo de Bones. Mientras estamos en el auto, pienso
en el cuerpo de Bones lleno de sangre.
“Le dispararon en la cabeza,” me dice Trig. “Como si fuese un perro
con rabia. Él solamente quería ser libre, ambos queríamos lo mismo. Él
también era un esclavo en este juego. Pobre chico, estaba trabajando para
pagar una deuda de apuestas.”
Sigo sin decir nada. Pudimos haber sido nosotros a quienes mataran.
Veo a Trig, quien se está desangrando frente a mí. Se las ha arreglado para
salvarme una vez más, no puedo imaginar que hace un momento había
pensado en dispararle. Bones tiene razón, los dos somos un desastre.
Los ojos de Trig están cerrados, le doy un empujón para despertarlo.
“Cambiemos de lugar, yo manejaré,” vuelvo a ofrecerle.
Se sienta, abre el baúl, y sale del auto.
“No, primero necesito recuperarme. No puedo ir a este lugar
viéndome así.”
Hay sangre en todo su pecho, y la sangre ha atravesado la tela que
tiene en el brazo.
“Creo que vi un suéter en el baúl.”
Trig camina hacia la parte de atrás del auto. Regresa vistiendo un
sudadero negro.
“¿A dónde es qué vamos?” pregunto.
“Al aeropuerto. No podemos quedarnos aquí. Nos estarán buscando.”

















Siete. Podría simplemente morir

Manejo hacia el aeropuerto y me estaciono. Trig sostiene su brazo
mientras sale del auto.
“¡Abre el baúl!” me grita antes de cerrar la puerta de golpe. Abro el
baúl y doy un salto para acercarme a él. Está parado allí viendo hacia el
interior del auto.
“Dos para ti y dos para mí,” dice.
Me agacho para ver hacia dentro del baúl y veo que hay 4 bolsas de
viaje. Alcanzo una y la abro, está llena de dinero.
“¿De dónde conseguiste todo esto?” pregunto, viendo hacia todos
lados con miedo de que alguien nos estuviese viendo. Me apresuro a
cerrar la bolsa de nuevo.
“Supongo que podrías llamarlo dinero sangriento. El Salvador era un
imbécil, pero al menos me pagaba.”
Trig se queda allí en silencio mientras yo comienzo a actuar de modo
hiperactivo. No estoy segura si es porque estamos a punto de ingresar
cuatro bolsas llenas de dinero ilegal o el hecho que este dinero se lo haya
ganado Trig por haber asesinado a distintas personas, pero estoy muerta
del miedo.
“Sabes, podríamos quedarnos aquí. Tengo una habitación llena de
dinero en mi casa. Podríamos recogerlo y luego viajar a otro estado, no
tenemos por qué abandonar el país. Tengo dinero, mucho dinero. Me
sentaré a conversar con Jenny, todo estará bien. Finalmente podré
averiguar la verdad, y tú y yo podremos quedarnos.”
Trig me mira, parece que quiere decir algo pero no lo hace. Veo
como pelea con sus pensamientos y luego pasa su mano sobre su cabeza
rapada.
“No quería decirte esto. No aquí, no ahora.”
“¿Decirme qué?” pregunto.
Trig cierra los ojos.
“Ese dinero ya no existe, Nueve."
“¿De qué hablas?” le pregunto mientras doy un paso hacia atrás.
“Jenny solía guardar todo tu dinero dentro de una habitación con
unas cortinas de encaje rosa, ¿cierto?”
Frunzo el ceño. Estoy confundida. ¿Cómo podría saber eso?
“La noche que te salvé en el hotel, te llevé hacia el apartamento de
Bones. Él te cosió las heridas y te dio medicina. Mientras él hacía eso, yo
revisé tu cartera y encontré tu celular. Tenías alrededor de veinte mensajes
de Jenny. Su número también apareció varias veces en el celular de Victor.
La rastreé por medio de su celular y fui a tu casa para buscar las drogas,
pero para el momento en que llegué, ya era muy tarde. La puerta estaba
abierta de par en par. Habían señas que había sido forzada.” Los ojos de
Trig se entristecen.
“¿Qué estás diciendo?” Doy otro paso hacia atrás. Un escalofrío
recorre mi espalda.
Trig suspira.
“Alguien le disparó a Jenny, y tomó todo el dinero. Esa habitación
estaba totalmente vacía. Todavía habían marcas de dinero sobre la
alfombra, pero eso era todo.”
Mis rodillas se doblan, vuelvo a equilibrarme contra el auto. Por un
segundo pienso que me desmayaré.
“Lo siento,” me dice.
“Todo este tiempo, ¿¡lo sabías!?” le grito. Estoy llorando de enojo.
Trig baja la mirada. Juro que pasa un minuto antes que suba la mirada
de nuevo, y para ese entonces, mis pensamientos están desatados. Veo a
alguien de seguridad pasar en un carrito.
“Sé que este no es el mejor momento, pero tenemos que irnos,
Nueve,” me dice.
“No. No puedes darme este tipo de noticias y simplemente decirme
que nos tenemos que ir. No puedes decirme que la única persona a la que
he querido está muerta.” Aprieto mis dientes.
“Jenny te estaba escondiendo algo.”
“¿Eso significa que está bien que alguien le haya quitado la vida?” Lo
veo fijamente.
“No. Solamente estoy diciendo que las cosas pueden no ser lo que
aparentaban.”
Estoy hecha pedazos. Parte de mí quiere tomar mi tacón y golpearle
el rostro, y otra parte quiere colapsar sobre su regazo, aquí, en medio del
estacionamiento.
“¡No sabes la verdad!” le grito. “Y ahora… Creo que yo tampoco la
sabré.”
Trig está nervioso, viendo por encima de su hombro como pasa un
auto de policía. Me mira de nuevo.
“Cariño, tenemos que irnos. Ahora.”
Sacudo mi cabeza en negación.
“Apuesto que simplemente dejaste allí su cuerpo, ¿no es así?”
Trig se mantiene en silencio. Pasa la lengua sobre sus labios y recibe
los golpes verbales.
“Y así esperas que confíe en ti. Apuesto que al llegar pasaste sobre su
cuerpo para poder llegar a esa habitación. ¿Siquiera te detuviste para
confirmar si seguía viva? ¿¡Lo hiciste!?” le grito. “Era más importante
encontrar las drogas. Bueno, déjame decirte algo, esa chica es una en un
millón. No merece que su cuerpo se siga pudriendo, como probablemente
lo está haciendo.” Hago una pausa para recuperar el aliento. “Ni siquiera
puedo verte en este momento.”
Tomo las bolsas y camino delante de él.
“Tenía una bala atravesada en la cabeza; y sí, revisé si todavía tenía
pulso,” me dice Trig estando detrás de mí.
Me detengo, pero no me doy vuelta. En el momento en que puedo
seguir caminando lo hago. Estoy furiosa con Trig. Me escondió la muerte
de Jenny y, para mí, esto es imperdonable. Me siento demasiado herida
para poder pensar claramente y demasiado furiosa para actuar de manera
racional. Imagino el cuerpo de Jenny tirado en el piso sobre un charco de
sangre. Estoy caminando rápidamente, ni siquiera sé cómo lo logro
utilizando tacones y cargando estas bolsas, están demasiado pesadas. Mi
mente está saltando de un pensamiento a otro, entre Trig, Jenny, Victor, y
El Salvador. Quiero sangre. Quiero venganza. Finalmente entiendo la
lógica de ojo por ojo. Quiero que la persona que hizo esto muera, y luego
pienso que probablemente ya lo está. Esto tiene que ser trabajo de El
Salvador. Ahora mis pensamientos regresan a Trig y en lo enojada que
estoy con él. No hubiera importado si me lo hubiese dicho antes, me
hubiese dolido igual.
Ya estando dentro del aeropuerto, me dirijo hacia el baño.
“¿¡A dónde vas!?” me grita Trig.
Apenas y me las arreglo para subir una bolsa lo suficiente para poder
levantarle el dedo de en medio. Estoy enojada por la muerte de Jenny, y
estoy enojada con Trig por no habérmelo dicho. Estoy a punto de tomar
un avión e irme. Esto no se siente correcto.
Entro al baño y me apresuro a buscar el que esté más cerca. Apenas y
puedo cerrar la puerta, mis manos están temblando demasiado. Dejo caer
las bolsas, me siento, y las lágrimas comienzan a salir. Estoy sollozando
sin control, al punto en que ya no puedo ver claramente. Todavía no puedo
creer que esté muerta. Yo la tenía que haber protegido y fallé. Pero, y si
Trig tiene razón. ¿Qué pasa si en realidad si hizo algo malo? ¿Si en
verdad me traicionó? No. No haré caso a eso. Todo esto es culpa de
Victor, absolutamente todo. Él mató al hermano de Trig, robó a El
Salvador, y me lastimó. Todo lo que ha sucedido es culpa de él. Espero se
pudra en el infierno. Espero que su alma sea atormentada por la eternidad.
Dejo caer mi cabeza sobre mis manos. Ya no quiero sentir dolor, este
dolor que está persiguiéndome.
“¿Cariño, estás bien?” escucho a una voz femenina preguntar.
Tomo un pedazo de papel y limpio mi nariz. Tomo otro pedazo de
papel rápidamente, y también limpio mis ojos. Salgo del baño y veo a una
trabajadora de la TSA del aeropuerto lavándose las manos. Es delgada,
alta, y me dobla la edad.
“Estoy bien.” le respondo, mientras intento limpiar mi rostro.
“No te ves para nada bien,” me dice.
Me volteo hacia ella. Necesito desahogarme o perderé la cabeza.
“Simplemente acabo de perder a la única persona que he querido, y
estoy a punto de iniciar una nueva vida con alguien que apenas conozco.
Una de ellas tenía secretos ocultos y la otra persona me está ocultando
información.”
“Las cosas mejorarán. Lo prometo. Yo acabo de dejar a mi esposo
por otro hombre,” me dice.
Estoy a punto de decirle que eso no es lo que yo intento decir, pero
pienso que es mejor si no lo sabe. Sonrío, lavo mis manos, y abandono el
baño. Cuando salgo, Trig está con un hombre calvo, de baja estatura,
intercambiando dinero por un sobre.
“¿Es ella?” El hombre calvo señala hacia mí. Veo que Trig asiente.
“Las bonitas siempre acarrean problemas.”
El hombre sonríe, se aleja, y desaparece entre la multitud.
“¿Qué fue todo eso?”
“Tarjetas de seguro social, certificados de nacimiento, y pasaportes,”
dice Trig.
Me mira y ahora se puede dar cuenta que tengo los ojos rojos y la
piel ruborizada. Bajo rápidamente la mirada.
Me entrega el pasaporte.
“Esto es tuyo.”
Lo abro.
“Angelina Krackle. ¿Qué tipo de nombre es ese?” Tomo su pasaporte
y leo el nombre. Mike Krackle. “Genial, estamos casados o somos
parientes. ¿Cuál es tu verdadero nombre?”
“Trigger Matthews.”
“¿Estás hablando en serio?”
“Sí. Mi hermano se llamaba Hunter. No me preguntes acerca de los
nombres. ¿Podemos irnos?”
“Acá dice que tienes veintiocho años.”
“Sí.” Suspira frustrado.
“¿Es esa tu edad?”
“Sí, Nueve. Tengo veintiocho años. ¿Podemos hablar de esto luego?
Cuando aterricemos en otro país.”
Lo veo con los ojos entrecerrados.
“No te preocupes por los nombres. Lo puedes cambiar más adelante.”
Continúo viendo mi pasaporte.
“Mi fotografía está aquí, pero parece Photoshop. Supongo que alteró
nuestras fotografías para que podamos pasar el registro. ¿Cómo tuvo
tiempo ese chico de hacer esto?”
“Hablé con él hace dos días. Le pedí que los tuviera listos, por
cualquier cosa. Hackeó unas cuantas páginas de internet y obtuvo nuestras
fotografías. Me deshice de tu bolso poco tiempo después.”
“Así que sabías que podrías irte de aquí.”
“Supuse que todo acabaría así.”
“¿Y sabías que yo vendría contigo?”
“Fue algo más como si tuviese la esperanza de que lo hicieras.”
Veo la multitud de personas. Veo que hay un teléfono prepago. Tengo
que hacerlo. Tengo que escuchar esos mensajes. Sé que él no me dejará
hacer la llamada cuando nos vayamos. Camino hacia uno de los teléfonos.
Escucho que Trig me llama, pero lo ignoro. Coloco las bolsas en el piso
al alcanzar una cabina telefónica. Busco en mis bolsillos algunas monedas,
hasta que me doy cuenta que no tengo nada. Le pregunto a un hombre que
está cerca de mí si tiene algunas. Me sonríe y me entrega cincuenta
centavos. El hombre se acerca a mí, hasta que Trig se acerca, entonces se
da la vuelta y se aleja. Ingreso las monedas y marco mi número telefónico.
“¿A quién estás llamando?” me pregunta.
Su mano está sobre mi muñeca. Le frunzo el ceño.
“Llamo a mi buzón. Ahora quita tu mano.”
Él sabe por qué estoy llamando. Tengo que escucharla. Ingreso mi
código y escucho. Escucho la voz de Jenny y es como un shock.
“¿Nueve, en dónde estás? Llámame de vuelta.”
“Nueve, estoy empezando a volverme loca. No he sabido nada de ti
desde anoche.”
“Si no me llamas en la próxima hora, llamaré a la policía.”
Hay varias llamadas de este tipo. Las escucho de principio a fin. No
es hasta llegar a la última que siento colapsar. Me sostengo de la cabina.
Está llorando durante todo el mensaje.
“Dios mío. En las noticias dicen que el sujeto con el que te programé
la cita es un proxeneta y traficante de drogas; y está desaparecido. Vi su
rostro en televisión. No fui honesta al decirte que me había llamado
primero. En realidad lo conocí en una cafetería, nos tomamos uno o dos
cafés. Dijo que era dueño de un negocio. Me dijo que dirigía un centro de
rehabilitación, en donde ayudaban a mujeres para que pudiesen dejar las
calles. Me dijo que varias de ellas ya tenían sus propios negocios. Le conté
parte de tu historia y estaba muy interesado en hablar contigo. Dios,
Nueve, lo siento mucho. No tenía idea. Solamente quería algo mejor para
ti. Quería que él hablara contigo, que te animara a que trabajaras en algo
más. El señor V. y yo hablamos por teléfono varias veces, hablábamos
acerca de cómo podríamos ayudarte para que dejaras ese negocio. Él dijo
que se encargaría de eso. Estoy muy asustada. Sigo pensando que algo
malo te sucedió. Por favor, perdóname. Llámame, por favor. Sé que nunca
te dije esto, pero te quiero.”
Cuelgo el teléfono. Tengo náuseas. Jenny hizo esa cita para intentar
cambiar mi vida. Quería que hiciera algo más que no fuera vender mi
cuerpo. Ella vio potencial en mí. Si el señor V. tenía fotografías mías,
probablemente también estaba vigilando a Jenny. La manipuló. La siguió
hacia esa cafetería, lo sé. Limpio mis ojos, y cierro la boca para evitar que
mis labios tiemblen. Veo que Trig está recostado sobre la pared. Recojo la
bolsa y camino hacia él.
“No estaba trabajando con Victor, solamente para que lo sepas.”
Resoplo, para evitar que mi nariz gotea. Intento continuar, diciéndole lo
que pasaba, pero no puedo. En cambio, cubro mi boca.
Él no dice nada, solamente mira hacia adelante.
“Ella intentaba ayudarme.” Logro decir las palabras que estaban
atoradas en mi boca.
“Sé que estás lastimada. Yo también perdí a alguien. Entiendo lo que
se siente,” me dice.
“Pudiste haberme engañado,” le respondo.
“No creas que simplemente porque no estoy enojado y llorando, no
siento dolor. Acabo de perder a Bones. Lo vi allí, tirado en el piso, con
una bala atravesada en la cabeza. Bones significaba para mí lo mismo que
Jenny significaba para ti. ¿Quién crees que me levantó luego de mi primer
trabajo? Él lo hizo. Déjame recordarte también que mi único hermano fue
baleado. Así que, cuando digo que duele, lo digo en serio, maldita sea.”
Lo veo. Si estaba sufriendo, nunca lo sabrías. Es fuerte cuando se
trata de contener sentimientos, lo cual es algo que yo solía hacer. Ahora
me importa un carajo. Si pudiera, lloraría hasta deshidratarme con tal de
poder desaparecer este sentimiento. Limpio mis ojos de nuevo.
Trig se separa de la pared.5
“¿Estás bien?” me pregunta.
Puedo darme cuenta que está pendiente del tiempo, y como si nada, ha
dejado a un lado el tema de sus sentimientos. Sigue caminando, pero yo no
puedo. No así. No cuando se trata de Jenny.
Lo veo fijamente.
“Depende con que te refieres a bien. ¿Me estás preguntando si puedo
atravesar el aeropuerto sin perder la cabeza? Entonces sí, supongo que
estoy bien. Si me estás preguntando si estoy bien emocionalmente, porque
Jenny murió, y que tú me lo contaras hasta ahora, entonces no, no estoy
bien. Estoy a punto de perder la cabeza cada vez que pienso en ella. Lo
único que me tiene estable es el hecho que estoy a punto de irme de aquí y
alejarme de todo este drama y dolor. Así que, si estás listo, tal vez
podemos abordar un avión e irnos.” Respiro. “A menos que tengas
algunas otras noticias que compartir. Tal vez mi profesor favorito de la
escuela murió, y tampoco me lo has dicho,” agrego sarcásticamente.
Trig sacude la cabeza. “Lo siento. No quería verte triste. No era ese
mi objetivo.”
“Es demasiado tarde,” le digo.
Trig sabe que esta conversación no está llegando a ningún lado.
Recoge sus bolsas y camina hacia el mostrador para reservar un vuelo. Yo
lo sigo renuentemente. Mantengo mi cabeza agachada, no quiero que las
personas se den cuenta que he estado llorando.
“Hola. ¿Cómo puedo ayudarlos el día de hoy?” nos dice la joven
detrás del monitor.
“Quiero los dos primeros vuelos que estén disponibles, solamente de
ida, hacia…”
Trig voltea a verme.
“Fiyi,” digo.
“Fiyi,” repite.
“¿Económico está bien?” pregunta la mujer, mientras golpea el
teclado.
“Sí,” responde Trig.
“Tienen suerte, tengo disponibilidad. El próximo vuelo es en cuarenta
y cinco minutos. Tendrán que abocarse a seguridad si quieren estar a
tiempo.”
Ella le da el precio, luego intercambian los boletos por el dinero. Nos
apresuramos hacia seguridad y esperamos en la línea.
“Dime que hiciste algo con el arma,” le digo en silencio.
“Limpié nuestras huellas, y luego la arrojé al bote de basura que está
afuera,” susurra.
“¿Cómo lográremos pasar el punto de registro con todo este
dinero?” le susurro de regreso.
“Para empezar, deja de volverte loca, te hace ver sospechosa.”
Veo a Trig, me doy cuenta que se ve bastante incómodo.
“¿Cómo sigues de tu brazo?”
“Me duele como un demonio,” me dice.
“Yo tal vez pueda cargar otra bolsa.”
“Yo puedo,” me responde, casi como si hubiese sido un insulto lo que
dije.
Se siente una eternidad cuando al fin llegamos al inicio de la fila. Me
doy cuenta que la señora revisando la bolsa es la misma que estaba en el
baño. Empiezo a entrar en pánico. Nos hace señas para que caminos hacia
delante.
“¿Es este el nuevo chico?” me pregunta, mientras señala a Trig. Lo
mira con desagrado.
“Sí,” le digo.
“Coloca aquí tus bolsas, por favor.”
Colocamos las cuatro bolsas. Las abre y mira lo que hay dentro, alza
las cejas. Me hace señas para que me acerque a ella. Trig da un paso hacia
delante.
“¿Por qué tienes todo este dinero?”
Mis ojos reflejan preocupación y no tengo idea de qué decir.
“Limpió la cuenta bancaria de su esposo. Él se estaba acostando con
la señora de limpieza. El imbécil también la golpea. Vea las marcas.” Trig
señala mi rostro. “Me la estoy llevando lejos de aquí.”
“Qué demo…” digo.
“No tienes por qué sentir vergüenza,” me susurra.
La trabajadora de la TSA me mira. Sacude la cabeza para demostrar
simpatía.
“Mi esposo se estaba acostando con la niñera. Vamos, salgan de aquí.
Tomen todo y váyanse. Yo no he visto absolutamente nada,” nos dice casi
en silencio.
Agita un detector de metal sobre nosotros y luego nos señala hacia la
terminal. Doy un suspiro de alivio al pasar junto a ella.
“¿En serio? ¿Mi esposo me golpea?” le repito en silencio.
“Funcionó, ¿de qué te quejas?”
Mientras nos acercamos nos damos cuenta que nuestro vuelo ya está
abordando, así que hacemos la fila. La fila comienza a avanzar
rápidamente, y antes de darme cuenta, nos estamos subiendo al avión.
Encontramos nuestros asientos y nos acomodamos. Trig me mira y luego
saca su billetera, me entrega una fotografía.
“Pensé que tal vez querrías tener esto.”
La tomo y desdoblo la fotografía. Es una fotografía mía, junto a
Jenny, cuando teníamos alrededor de dieciocho años. La doblo y la coloco
contra mi corazón. Inmediatamente veo hacia la ventana. Necesito alguna
distracción para poder aguantar las lágrimas. Entiendo porque Trig no me
dijo nada, pero eso no significa que no duele el saber que Jenny ya no está
en este mundo. La desdoblo una vez más y veo hacia abajo. Mi corazón
empieza a latir fuertemente, pero me contengo. Coloco una mano sobre
mi boca, dejo caer mi cabeza, cierro los ojos, y oro en silencio. Oro para
que su cuerpo esté descansando en paz; y en donde quiera que su espíritu
se encuentre, esté cuidando de mí. No puedo contenerme más, puedo sentir
como mis ojos se llenan de lágrimas. De un brinco, salto de mi asiento.
Trig me alcanza y toma mi mano, mientras yo lo veo.
“No quería lastimarte,” me dice de nuevo, como si no lo hubiese
escuchado antes.
Dejo que la tormenta en mi pecho se calme antes de responder.
“No estoy enojada contigo, Trig. Es exactamente como tú lo dijiste
antes, estoy enojada ante la situación.”
Veo que se está acercando una aeromoza. Está sonriendo y se ve
animada, lo detesto; lo detesto porque ella está teniendo un día
maravilloso. Se le puede ver en el rostro.
“¿Desean un cóctel?”
“Yo quiero una cerveza, cualquiera está bien,” responde Trig.
“¿Y para la señorita?” me pregunta, sonriéndome aún más.
“No me importa una mierda lo que me sirvas. Solamente no dejes de
traerme licor, y tráeme unos malditos pretzels. Estoy hambrienta.”
Trig aprieta mi mano.
“Tengo que utilizar el baño, ya regreso,” digo, mientras quito a la
aeromoza de mi camino.
“Lo siento,” dice Trig, disculpándose por mi comportamiento. “Ha
sido uno de esos días.”
Ni siquiera los veo. Camino a través del pasillo y llego a la parte
trasera del avión. Entro al baño y cuando salgo un rostro familiar me
saluda. Es el rostro de uno de mis clientes. Podría simplemente morir en
este momento.
“Esto no está sucediendo,” digo entre dientes.
“Me imaginé que eras tú cuando te vi pasar,” susurra.
De repente me empiezo a sentir nerviosa e incómoda. Supuestamente
soy esta nueva persona, y aquí está mi pasado, en el mismo vuelo. No
puedo lidiar con esto en este momento.
“Necesito regresar a mi asiento,” le digo en silencio.
“Solamente que mi esposa e hijos están a bordo. No quiero ningún
problema,” me susurra, mientras se acerca a mí.
“No, yo nunca diría nada.”
“Eso es un alivio,” dice con una sonrisa.
Intento pasar, pero me bloquea.
“Estaba pensando…” Mira por encima de su hombro. “¿Cuánto me
cobras por masturbarme?”
“¿Disculpa?” le digo ofendida.
“Es solo que con los niños cerca, no he podido tener sexo en algún
tiempo.”
Veo que Trig me está viendo. Sus ojos se oscurecen y sale de su
asiento.
“Si no te vas a sentar en este momento, cosas malas te pasarán,” le
digo e intento alejarlo.
“Vamos. Solamente necesito que lo toques,” me dice susurrando.
Veo que Trig se está acercando. Está viendo al chico con ojos de
asesino.
“¿Tenemos algún problema aquí?” dice Trig entre dientes.
“No, es solamente un viejo amigo,” le digo. “Estaba a punto de
volver a su asiento.”
Trig me mira y luego mira al chico. Se inclina a mi oído.
“¿Era este maldito un cliente tuyo?”
Doy una palmada al pecho de Trig. “No causes una escena, por
favor.”
Una aeromoza se acerca. “Necesito que, por favor, regresen todos a
sus asientos.”
“Sí, sí. Solamente estamos terminando de hablar. Denos un segundo,”
le digo.
Me doy cuenta que la esposa del chico voltea a vernos. Trig se inclina
hacia su rostro.
“Tomaré tu pene, lo quebraré, y lo meteré en tu culo si haces algún
otro tipo de contacto con ella durante el vuelo. Ni siquiera quiero que la
veas. Si me doy cuenta que la miras, te arrancaré los ojos, los pondré en
mi cerveza, y luego haré que te la tomes. Lárgate de una maldita vez,”
susurra Trig.
Creo que nunca antes había escuchado a alguien maltratar así de
callado como a Trig. El hombre se apresura a regresar a su asiento. Trig
me empuja hacia el baño y cierra la puerta con llave.
“¿Quién está cuidando todo el dinero mientras tú estás aquí
conmigo?” le pregunto.
“No te preocupes por el dinero. Nadie saldrá de este avión con cuatro
bolsas de dinero sin que yo lo sepa, especialmente cuando etiqueté las
cuatro bolsas como medicina para la diarrea. Nadie querrá abrir la bolsa
sabiendo que contiene algo para calmar mi trasero.”
“Eso es perturbador,” le digo.
“No, ese idiota, con toda su familia Americana sentada allá afuera, es
perturbador.”
“No puedo alejarme de mi pasado. Siempre me perseguirá,” le
respondo.
“Esa pequeña basura allí afuera es nada.”
“Me pidió que lo masturbara.”
Trig está a punto de abrir la puerta, como si fuese ir a buscar al
chico, lo tomo del brazo.
“Cuando me lo pidió, me sentí ofendida. Nunca antes me había
sentido ofendida.”
Trig me mira. “Nueve, te deberías de sentir ofendida.”
“Damas refinadas deberían de sentirse así, no damas de compañía.”
“No eres más una dama de compañía como yo un asesino,” dice Trig.
“Ahora podemos ser lo que nosotros queramos.”
“Claro. Solicitaré un trabajo como maestra cuando aterricemos en
Fiyi.”
“Puedes hacer lo que quieras. Puedes ser lo que tú quieras ser. Ahora
eres la señora Krackle.”
“¿Lo que yo quiera ser? Eso es mentira y tú lo sabes,” le respondo.
Estoy sin aliento y, antes de darme cuenta, mis manos están
temblando. Ha sido una semana muy intensa, dejé toda mi vida atrás y no
sé si pueda regresar a ella de nuevo, tomo asiento y pretendo que todo está
bien.
“Mírame. Todo estará bien.”
Coloca mi mano sobre su corazón y su mano en mi pecho. Recuerdo
como esto me calmaba cuando estábamos en la cabaña, así que lo veo
directamente a los ojos. Mi respiración se sincroniza con la de él. Mis
latidos se calman, y mi cuerpo se relaja. Lentamente asiente una vez, y le
respondo de la misma manera dejándole saber que estoy bien.
Escuchamos que alguien toca la puerta. Trig la abre y ambos salimos.
Una mujer ya mayor nos da una mirada de desagrado. Caminamos de
regreso a nuestros asientos, y con suerte, nadie ha tomado las cuatro
bolsas con dinero. Me agacho para revisar las etiquetas en las bolsas. En
verdad las etiquetó como medicina para la diarrea. Como si alguien
necesitara cuatro bolsas para eso, veo a Trig.
“¿Ves? Te lo dije, totalmente a salvo.”
Nos acomodamos para un vuelo largo, un vuelo en el que planeo
beber varias copas de vino. La aeromoza ya me sirvió la primera ronda.
Me lo tomo y le hago señas para que me traiga otra. El tiempo pasa y de
pronto mi copa se ha vaciado ya tres veces. Estoy empezando a sentir los
efectos del alcohol. Comienzo a platicar con Trig acerca de Fiyi, me
cuenta que vio un documental y parece ser un lugar increíble. Le digo que
siempre he querido ir allí. Ambos nos empezamos a entusiasmar por del
aterrizaje, y de repente mi mente se encuentra ocupada. Me doy cuenta que
no hay dolor cuando mi mente está ocupada. Me encuentro peor cuando no
estoy haciendo nada. Las siguientes horas, lloraré en el baño cada vez que
saque la fotografía del bolsillo. Dejaré caer las lágrimas, titubearé cuando
vea su rostro sonriendo y viéndome, porque esto es lo único que me queda
de ella. Es todo lo que queda, solamente dos chicas en una pequeña
fotografía. Nos vemos felices en ella, fue en nuestro mejor momento. Fue
el día en el que nos mudamos a nuestra casa, el mejor día de nuestras
vidas. Cuando vea esta fotografía recordaré todas las tormentas que
sobrepasamos, y por más duro que sea, me obligaré a seguir adelante.
Cuando me sienta débil, buscaré fuerza en su sonrisa. Es crucial que me
obligue a seguir adelante, porque es quien soy. Una luchadora. Una
sobreviviente. Y Jenny, ella no hubiese dejado que me rindiera.

***
FINALMENTE… ONCE HORAS DESPUÉS… Llegamos a Fiyi, en el
aeropuerto de Nadi. Logramos pasar rápidamente a través de la multitud.
Estas bolsas se sienten más pesadas que antes, probablemente sea porque
los dos estamos exhaustos del vuelo. El licor ya desapareció de mi cuerpo
y me siento vacía. No he dicho una sola palabra durante horas. Trig se
detiene y mira a su alrededor.
“Necesitamos un taxi, pero necesitaré cambiar algo de dinero hacia la
moneda local para poder pagar.” Señala hacia una fila de asientos. “Sé que
estás cansada. Toma asiento.”
Le hago caso. Me siento y veo a Trig mientras está en el mostrador.
La chica detrás del mostrador le está sonriendo y coqueteándole con la
mirada. Siento algo por dentro que no había sentido. Siento enojo al ver
como le coquetea. Conozco esa mirada, y no me gusta. Maldición, estoy
celosa. Esta no soy yo. Yo no soy celosa, así que volteo la vista hacia otro
lado. Me toma solamente dos segundos voltear de nuevo hacia donde están
ellos. Ahora él está riendo, ella está riendo, y odio esa interacción entre
ellos. Ella juega con su pelo y se inclina sobre el mostrador, enseñándole
su escote. No me quedaré sentada aquí mientras él está allí hablando con
Beyoncé. Levanto mis dos bolsas y las dejo caer al suelo fuertemente junto
a Trig.
“¿Sucede algo gracioso?” les digo.
Mi tono de voz es frío y seco, y mi mirada, definitivamente, podría
matar. Trig me mira, todavía está sonriendo.
“Ella simplemente corregía unas palabras que no estaba
pronunciando correctamente.”
Veo a la pequeña Beyoncé y me doy cuenta que es aún más hermosa
de cerca. Arquea una ceja, como desafiandome, mientras le entrega el
dinero a Trig.
“¿Qué tu trabajo no es intercambiar dinero?” le pregunto.
“Sí,” me responde con mala actitud.
“Entonces deja de ofrecértele a los hombres, y haz tu maldito trabajo,
perra.”
“¿Disculpa?” me dice molesta.
“Ya me escuchaste.”
Trig coloca su mano sobre mi boca y toma el dinero.
“Gracias,” dice Trig.
Me empuja hacia adelante y toma sus dos bolsas. Camino molesta
delante de él, y no estoy muy segura del por qué. Conseguimos un taxi y
nos subimos a él.
“¿Hay algún hotel bonito cerca?” Trig le pregunta al taxista.
“Hotel Royal. Es hermoso, les encantará.”
“Grandioso. Llévanos allí.”
Me siento dentro del taxi, viendo hacia adelante con los brazos
cruzados.
“Nueve,” dice Trig. Lo ignoro. “Nueve,” repite de nuevo.
Volteo a verlo.
“¿Qué fue eso allá atrás?”
Sacudo mi cabeza. Estoy un poco avergonzada por la manera en que
actué. Ni siquiera sé por qué hice eso. No es algo que yo haría. No tengo
palabras.
“No lo sé,” digo.
“¿Estás celosa, Nueve?” me dice con una sonrisa.
“¿De Beyoncé? No.”
Él carcajea mientras se agarra el pecho.
“Crees que esto es gracioso, ¿no?” Frunzo el ceño, y me alejo de él.
“Ven aquí.” Me acerca a él en contra de mi voluntad. Estoy alejando
mi rostro lo más que pueda, y aun así se las arregla para estrujarme contra
su pecho.
“No vine a Fiyi contigo para conquistar a otras chicas.”
“No, viniste para escapar. Ahora que eres libre, puedes ser quien
quieras ser, y hacer lo que quieras hacer. Tu nueva vida no tiene porqué
incluirme.”
Me alejo de él. Trig se voltea sonriendo y ve hacia afuera de la
ventana.
“¿Qué?” le digo.
“Pienso que te ves linda cuando te pones celosa. Tu rostro se pone
todo arrugado, y tus ojos se hacen chiquitos. Te ves como una ardilla
enojada."
“Oh, Dios mío. ¿En serio acabas de decir eso?”
Trig se ríe de nuevo. “Detente. Estamos en un lugar hermoso, estoy
sentado en un taxi junto a una mujer hermosa, y vamos camino a un hotel
grandioso. ¿Podemos disfrutar esto por un momento?”
Por supuesto, no puedo esperar que un asesino a sueldo tenga
simpatía. Yo todavía estoy dolida y él actúa como si nada hubiese
sucedido. Me quedo en silencio hasta que llegamos al hotel. En serio que
el hotel te roba el aliento. Ingresamos esperando poder reservar una
habitación.
“Quisiera una habitación, por favor,” le dice Trig a la recepcionista.
“¿Una o dos camas?”
“Una,” dice Trig.
“Dos,” lo corrijo.
La mujer solamente nos observa.
Trig vuelve la mirada hacia mí. Entrecierro mis ojos para verlo. La
recepcionista le informa algunos precios y luego le pide una tarjeta de
crédito.
“Perdí mi tarjeta, pero tengo efectivo y quisiera pagar por adelantado
una habitación por un mes, tal vez más.” La chica duda por un momento.
“Si nos reservas la habitación, hay una propina de cien dólares para ti, en
este momento.”
“Necesitaré que llenen este formulario y también necesitaré ver sus
identificaciones.”
“Trato hecho,” le dice Trig, mientras le guiña el ojo.
La chica sonríe mientras espera. Trig le entrega el papeleo, y luego
ella comienza a ingresar la información en la computadora. Toma dos
tarjetas y se las entrega a Trig. Luego Trig toma un manojo de dinero, lo
cuenta, y se lo entrega.
“Su habitación está en el piso de hasta abajo, al final del pasillo a su
derecha.”
Caminamos al centro del hotel y pasamos junto a los elevadores. Veo
nuestro número de habitación. Trig abre la puerta y entramos.
“Maldición, esto es lindo,” dice Trig.
Camino alrededor de la habitación, examinándola y abriendo los
cajones. Luego camino hacia la ventana, tiene vista a la piscina. Puedo ver
que el océano no está tan lejos. Es hermoso. Veo hacia el jardín y me doy
cuenta que hay varios grupos de personas que están felices, con bebidas en
sus manos, y no lo soporto. Estoy deprimida y, por malo que sea, quiero
que ellos compartan mi miseria. Nadie conoce el dolor de mi corazón,
excepto Trig.
“Voy a tomar una ducha y a curarme esta herida. Ponte cómoda.”
“Oh, no te preocupa que me vaya a escapar mientras tú estás ocupado
en el baño.”
“No quiero que te vayas, pero tampoco quiero tenerte en contra de tu
voluntad. Estamos a salvo aquí. Puedes tomar la decisión de quedarte o
irte; dejaré que tu escojas lo que quieras hacer.”
Trig camina hacia el baño. Escucho que deja caer el agua y cierra la
puerta. Me quito los tacones y me siento en la orilla de la cama. Podría
tomar una bolsa de dinero e irme, ¿pero a dónde iría? ¿De verdad quiero
irme? Si me voy ahorita lo dejaría, y eso significaría que lo arriesgó todo
para nada. Me dejo caer en la cama.
Recuerdo ese día en la cabaña. Recuerdo sus labios sobre mi piel y
sus ojos mirando a través de mí. Recuerdo haberle gritado “te amo”, y la
manera en que su mano reposaba sobre mi corazón. Trig es mi oxígeno.
Él me da aire cuando siento que me ahogo. De repente me siento y exhalo.
Me doy cuenta que no tenemos nada de ropa para cambiarnos. Doy un
salto fuera de la cama y camino hacia la puerta del baño. Toco la puerta.
“¿Necesitas algo de ropa nueva?"
“¿¡Qué!?” me grita.
“¿¡Necesitas algo de ropa nueva!?” le grito más fuerte.
“¡No te escucho!” grita Trig.
“Voy a entrar,” le digo.
Hay un poco de neblina en el baño, y Trig está dentro de una ducha de
vidrio. Me doy la vuelta.
“¿Necesitas nueva ropa? ¡Podría intentar buscar una tienda por acá
cerca!” le grito.
“Todavía no puedo escucharte,” me dice.
Abre la puerta de la ducha. Me doy la vuelta por el ruido. Me hace
señas con un dedo para que me acerque. Trig está desnudo, el agua le está
goteando sobre su cuerpo tonificado. Ahora lo estoy viendo boquiabierta.
Me acerco a él.
“¿Qué dijiste?”
“Yo, emm… Pensé que podrías necesitar algo de ropa. Podría ir a
comprarla.” Señalo hacia la puerta.
Me alcanza con su mano y me jala hacia la ducha. Lo dudo por un
momento, pero con lo bien que se ve me encuentro luchando con el deseo
de la piel, y estoy perdiendo.
“No necesito ropa para lo que estoy a punto de hacer,” dice.
Me pone bajo el chorro de agua. Mi ropa y pelo están ahora mojados.
“¿Es eso cierto?” le pregunto.
“Veo que todavía estás aquí.”
“No podía decidirme,” miento.
“Eso es interesante. Bueno, en ese caso, me gustaría ayudarte a tomar
una decisión final.”
Me quita el chaleco, la blusa, y luego desabotona mis shorts.
“Sólo que hay un problema. No tengo condones,” me dice, mientras
que sus manos encuentran el camino hacia el borde de mis pantaletas.
“Ese será un problema,” le respondo, mientras que su rostro se
acerca al mío.
“Te deseo,” gime sobre mi cuello.
Sus labios se apresuran a probar mi piel, y se siente bien. Bajo mi
mano y envuelvo su pene en ella. Volteo mi cabeza hacia un lado, lejos del
agua, y noto la herida en su brazo. Un hoyo rojo, profundo, marca su piel.
Puedo ver pequeños fragmentos de piel. Suelto mi mano.
“¿Todavía duele?”
“¿Mi brazo? En realidad arde. Especialmente por haber tenido que
cargar de ese lado una de las bolsas.”
“Tal vez deberías descansar,” le digo.
“Ya te dije que es lo que quiero, y no es descansar.”
Las yemas de sus dedos siguen el rastro de las gotas de agua que
recorren mi cuello, bajando hacia mi estómago. Baja su mano y la coloca
dentro de mis pantaletas. La sensación me obliga a sostener el aliento por
un momento. Estoy asustada de hacer esto de nuevo. Una dama de
compañía teniéndole miedo al sexo. ¿Qué tan irónico es eso? No es
solamente el sexo. Es él. Es lo que provoca en mí, y como me hace sentir.
Me convierto en alguien sumisa al sentir que me toca, y pierdo el control.
Comienzo a sentir cosas que no están permitidas, pero necesito que todo
esto fluya.
“Es difícil darse cuenta bajo toda esta agua, pero si estás tan mojada
como yo creo, entonces es prudente que digas que deseas esto.”
Toma mi mano y la coloca sobre su pecho. Puedo ver como lee mi
lenguaje corporal.
“No tienes por qué temerme. Ambos necesitamos un escape de todo
ese dolor.”
Sus manos buscan mi cuerpo. Cierro los ojos y dejo caer mi cabeza
hacia atrás. El agua cae sobre mi rostro.
“Eres malditamente hermosa, Nueve. Quiero sentirme dentro de ti.”
Estoy sin aliento, y entre más habla, más quiero sentarme sobre su
rostro. Levanto mi cabeza y coloco mis labios sobre su pecho. Recorro
con mi lengua desde los tatuajes en su pecho hasta el tatuaje del cuello.
Este chico hace que lo quiera coger varias veces a la semana. Quisiera que
me penetrara de una vez.
“Estoy limpia. Me hago exámenes seguido,” digo sin pensar.
“¿Estás diciendo que creo que tienes alguna enfermedad?”
“Podrías…” Ni siquiera me atrevo a decirlo.
“¿Salir justo antes de que acabe?” me pregunta.
“Sí.”
¡Espera! ¿De dónde salió eso? ¿Le acabo de dar permiso para que me
penetrara sin condón? Sí, lo hice. Estoy tan caliente que mi sentido común
ha dejado de funcionar hasta nuevo aviso. No puedo creer que esté de
acuerdo con esto. Trig baja mis shorts y pantaletas. Finalmente, regreso a
mis cinco sentidos. Lo jalo del brazo que no está lastimado. Trig mira
hacia arriba.
“Nunca dejo que mis clientes me penetren sin condón, nunca.”
“Yo no soy tu cliente,” me dice.
“No quise decir eso. Simplemente-”
Me empuja contra el vidrio y muerde mi labio. Sus manos están sobre
todo mi cuerpo, al igual que las mías están sobre su cuerpo.
Me detengo y lo empujo hacia atrás, me mira fijamente.
“No puedo hacer esto,” le digo.
“¿No puedes o no quieres?”
“Sí quiero. Solamente que no es una buena idea hacer esto contigo.”
Trig da un paso hacia atrás y me ve de manera extraña.
“Esto es vergonzoso para mí. En verdad lo es, pero si no digo o hago
algo acerca de esto, creo que podría volverme loca.”
Trig se cruza de brazos a esperar, no puedo creer lo que estoy a
punto de decir.
“Tengo sentimientos por ti, fuertes, y muy profundos dentro de mí.
Pasé muchos años cogiendo con hombres por dinero. Sin ataduras ni
compromisos. Caminaba como un zombi, sin sentir nada. Luego tú
apareces, y de repente estoy ahogada en sentimientos. Estoy
acurrucándome contigo, besándote, teniendo orgasmos, y gritando
mierdas que no tienen sentido, dada nuestra relación. ¿Cuánto tiempo ha
pasado? ¿Una semana? Este tipo de cosas no deberían de suceder.”
El rostro de Trig ni siquiera se ha movido. Estoy segura que ni
siquiera ha parpadeado.
“Hoy sentí celos porque una chica estaba hablando contigo, y ahora
ya estoy lista para que me penetres sin condón. No sé lo que sea una
relación normal, pero esto no puede serlo. Esto que tenemos es algo
retorcido. No es lo correcto, Trig.”
“¿Quién lo dice?”
“Yo.”
“Me gustas, Nueve.” Da un paso hacia delante. “Y si eso es algo
retorcido entonces llámame un maldito enfermo.”
Me tiene contra el vidrio de nuevo.
“¿Qué somos? Esto que hacemos, ¿qué es?”
Suavemente coloca su mano sobre mi corazón.
“¿Quieres etiquetarlo? ¿Eso te haría sentir mejor? Tal vez así podrías
dejar de dar ejemplos sobre tus clientes.”
“No puedo olvidar el tema. Necesito procesar o borrar estos
pensamientos. ¿Qué es lo que somos?” le repito.
Trig lanza su cabeza hacia atrás. Está calmado y sereno.
“¿Planeas coger con alguien más mientras estés aquí conmigo?” me
pregunta.
Su mano cae sobre mi cintura. Ni siquiera necesito pensar eso.
“No.”
“¿Por qué no?” me cuestiona.
“Porque… Estoy contigo,” le digo finalmente.
El asiente. “Estás conmigo. Escucha lo que acabas de decir.” Se
agacha y me da un beso. “Cariño, eres mía.”
No sé exactamente lo que eso significa, pero suena bien. Ahora le
pregunto yo.
“¿Y tú? ¿Piensas coger con otras chicas mientras estás aquí
conmigo?”
Él sacude su cabeza.
“¿Por qué no?” le pregunto.
“Porque… Estoy contigo,” me dice exactamente lo que yo le dije.
Me besa de nuevo.
“¿Y eso qué significa?” pregunta Trig.
Sonrío, y recuesto mi cabeza sobre el vidrio, mientras él levanta una
de mis piernas.
“No lo diré.”
“Vamos, quiero que lo digas.”
Doy un gemido mientras me besa.
“No lo diré.”
“Qué significa que no esté cogiendo con otras chicas, Nueve. Procesa
la información.” Gime justo en mi oído.
Jadeo mientras sujeta mis caderas.
“Cariño, eres mío,” le digo.
“Entonces demuéstrame que me deseas,” me responde Trig. Me
empuja suavemente hacia atrás agarra su pene, y yo me coloco de rodillas.























Ocho. El capitán salva a una perra.

“¿Quieres que te coloque loción en la espalda?” pregunta Trig. “Estás
roja.”
Ya puedo ver las ansias en sus ojos.
“No. Tú quédate allí. Ahora cada vez que me tocas, terminamos
teniendo sexo.”
Se ríe mientras le da un trago a su cerveza.
“No veo el problema con eso.”
“No puedo sentir mi vagina. Definitivamente hay un problema.”
“Bueno, deberías de estar feliz que yo tengo el remedio para eso.”
Coloca una mano sobre su pene, y yo coloco mi cóctel sobre la mesa.
“Tu pene no es una medicina.” Sonrío.
Se ríe y se sienta derecho sobre la silla.
“No estoy de acuerdo. Está tratando todos tus síntomas muy bien.
Removimos tus puntadas y ahora puedo hacerlo como a ti te gusta. Duro.”
“Ja ja. Muy gracioso.”
Ambos miramos el agua de la piscina. Todo aquí es tan sereno.
“Este lugar es hermoso,” dice Trig. “Es todo lo que había
imaginado.”
Me mantengo en silencio. Él tiene razón, es asombroso. Solamente
que no sé cómo sentarme aquí y no hacer nada. Han pasado dos semanas
desde que llegamos, y ha sido grandioso, dejando a un lado las peleas.
Hemos hecho cosas que hacen las parejas. Hemos ido a comprar ropa, y
otros artículos que necesitábamos. Hemos caminado por la playa. Hemos
salido a cenar. Nos hemos quedado en el hotel haciendo el amor, pero no
estoy acostumbrada a esto. No quiero parecer malagradecida con Trig, y
todo lo que ha hecho por mí, pero dejar que me mime con dinero que
pronto acabará, es algo preocupante. Estuve vendiendo mi cuerpo durante
años para vivir cómodamente, ahora estoy sentada a la orilla de la piscina
en uno de los lugares más hermosos del planeta, junto a un hombre que
me excita solamente con el roce de sus dedos, y no puedo dejar de pensar
en cómo sobreviviré. Me preocupo por el dinero, y es algo que siempre
hago por culpa de mi pasado.
“¿Cuál es el plan? Solamente nos bronceamos, tomamos piñas
coladas, y pasamos los días hasta que el dinero se acabe.”
“Esa no es una mala idea.”
“Estoy hablando en serio.” Frunzo el ceño.
Trig se sienta aún más derecho y acerca la silla hacia mí.
“He estado pensando acerca de eso.”
“¿Lo has hecho?"
Junta sus manos.
“Si pudieras ejercer cualquier profesión, ¿cuál sería?” me pregunta.
Lo pienso por unos segundos, y luego sacudo mi cabeza.
“Cualquier cosa,” me presiona Trig.
Sacudo mi cabeza de nuevo.
“Tiene que haber algo. Incluso los niños quieren ser un millón de
cosas mientras crecen.”
“Yo no. Cuando era pequeña lo único que quería era estar a salvo.”
Me ve con tristeza, y luego le da un trago a su cerveza antes de
colocarla sobre la mesa.
“¿Para qué eres buena?”
“Te mostraría, pero siempre quieres tener el control.”
“Aparte del sexo,” me dice. “¿Qué es lo que te apasiona?”
“¿Podemos hablar de otra cosa?”
“Tu empezaste a hablar del tema, así que no.” Se inclina hacia mí.
Veo el agua de la piscina.
“Escoge un trabajo. Puede ser cualquier cosa. ¿Qué te gustaría?”
“Nada. No soy buena haciendo cosas. No tengo ningún talento,” digo
finalmente.
Trig se acerca y toma mi mano.
“Se está haciendo tarde. Vámonos.”
Señala hacia el sendero. Agarro mi bebida y ambos caminamos de
regreso a nuestra habitación. Vamos en silencio hasta que llegamos a la
puerta del hotel. Creo que ambos estamos sumergidos en nuestros
pensamientos. Al entrar pienso decirle lo que he estado pensando, pero sé
que esto no terminará bien. Antes de que pueda decir algo, él comienza a
hablar.
“¿Recuerdas ese día en la cabaña, cuando saliste del baño? Cargabas
ropa ajustada, y tu rostro estaba cubierto de maquillaje."
“Sí.”
“Tu confianza brillaba a través de toda la habitación.”
“Eso es porque yo sabía quién era esa chica.”
“¿Y quién era ella?”
Subo mis gafas de sol y lo veo fijamente.
“Simplemente tu puta local.”
“No digas eso. Solamente necesitas volver a mostrar esa confianza, y
utilizarla para una nueva profesión aquí.”
“Mira, Trig, no sé cuál es mi papel. ¿Quién es Angelina Krackle?
¿Aquí juego a la esposa, novia, o amiga? Porque no sé cómo hacer nada
de eso, dejando de lado el tener que escoger algo diferente a lo que he
hecho desde que tenía dieciocho años. Es difícil para mí funcionar sin
tener algo planificado.”
“¿Entonces qué? Quieres sentarte a planificar quiénes seremos aquí.
La vida no funciona así.”
“Así funciona para mí.”
“Está bien. Entonces qué es lo que quieres hacer aquí. Escoge
cualquier profesión.”
“Ya te dije que no lo sé.”
“Me estás diciendo que quieres planificar tu vida, pero aun no tienes
ni idea de lo que quieres.”
“No dije eso. Sé lo que quiero hacer. Es algo que me es familiar.”
Me mira confundido y al final lo entiende.
“Por favor no me digas que quieres volver a ser dama de compañía.”
Me alejo de él.
“No puedo sentarme en este hotel como si estuviera de vacaciones.
Acabo de perder todo en Las Vegas, y siento como si tu quisieras que
presionara el botón de reinicio y pretendiera que nada ha pasado. Quieres
que olvide que Jenny murió, y que todo por lo que trabajé arduamente con
ella, se ha ido.”
“¿Qué diablos tenías en Las Vegas que era tan importante?” Los ojos
de Trig parecen que van a reventar de lo enojado.
“¡La tenía a ella!” le grito mientras lo veo.
“Siento mucho que esté muerta, en serio lo lamento, pero no puedo
hacer nada. Tú, por otro lado, me viste directamente a los ojos la primera
noche que estuvimos aquí y dijiste que no estarías con ningún otro hombre
mientras estuvieses aquí conmigo.”
“¿Y a ti que te importa lo que yo haga? Lo único que hacemos es
coger y pelear.”
Lo doy la espalda. Trig se acerca y me da la vuelta.
“Coger, pelear, ver la pintura seca. Es todo lo mismo. No importa
porque estoy a tu lado.”
Lo veo en silencio. Mi expresión es indiferente, pero solamente
porque la estoy forzando. Puedo ver como Trig se comienza a frustrar por
la expresión en mi rostro. Pongo los ojos en blanco para que reaccione.
“Está bien.” Trig camina hacia las bolsas. “Obviamente estoy
haciendo algo mal, así que déjame intentar acercarme de otra manera, tal
vez con algo que te sea familiar.”
Recoge una bolsa y la acerca a la cama. Deja caer la bolsa llena de
dinero sobre el edredón. Luego comienza a agarrar las bolsas, una por
una, y hace exactamente lo mismo, hasta que las cuatros bolsas están
vacías y la cama está cubierta de dinero.
“¿Cuánto cuesta tenerte aquí? ¿Cuánto tengo que pagar para seguirte
cogiendo?”
Trig comienza a agarrar el dinero y me lo tira.
“¿Un par de cientos de dólares? No. ¿Qué tal un par de miles? No.
Todavía no es suficiente. Tómalo todo.”
Toma un manojo de billetes y los deja caer a mis pies.
“Supongo que es verdad, no puedes convertir una perra en una ama
de casa,” con eso termina su argumento. Saca un cigarrillo de su bolsillo y
lo coloca sobre sus labios.
Se siente como si alguien acabara de encender un fósforo dentro de
mí.
“Púdrete, Trig. No necesito tu dinero.”
Agarro mi bolso y me apresuro hacia la puerta. Corro por el pasillo
del hotel. Esas palabras fueron como veneno. ¿Por qué duele de esta
manera? Me quito los zapatos al estar afuera. Descanso un minuto para
recuperar el aliento, y luego corro hacia la playa. Mis pies están sobre la
arena, y el agua fría golpea mis tobillos antes que me pueda dar cuenta.
Las palabras de Trig dan vueltas en mi cabeza, y me lleno de odio. Camino
y, con cada paso, me enojo más y más. Probablemente he caminado una
milla cuando me topo con un grupo de chicos que están bebiendo.
“¿Dónde es la fiesta por acá cerca?” pregunto.
Unos cuantos chicos se acercan a mí. “Si sigues caminando
encontrarás algunos bares al final de la playa.”
“¿Alguna sugerencia?” Fuerzo una sonrisa.
“Ve a cada uno de ellos,” dice un chico.
“Gracias,” digo y me doy la vuelta para irme.
“¡No nos abandones todavía!” grita otro chico. “La fiesta puede ser
justo aquí, cariño.”
Los ignoro y me dirijo hacia el área de los bares. No me toma mucho
tiempo llegar. Camino en la arena y luego hacia la acera. Puedo ver varios
restaurantes y bares. Rápidamente, me coloco mis tacones de nuevo.
Escojo un bar al azar, la música está retumbando a través de sus puertas.
Entro al bar y el lugar está lleno de gente. Inmediatamente empiezo a
hacerme camino entre la multitud para poder comprar un trago.
“¿Qué puedo ofrecerte, cariño?” me pregunta el barman tatuado.
“Una Corona está bien,” le respondo.
Veo como saca una cerveza fría y me la entrega.
“Serían dos cincuenta.”
Meto la mano en mi bolso y me quejo. Todo el dinero está en el hotel.
“Olvidé mi dinero, tendré que-“
“Yo lo pago.”
Un hombre se acerca y le da veinte dólares al barman. Veo hacia
arriba y veo a un caballero atractivo, tal vez cuarenta y cinco años. Viste
una camisa formal, negra con azul, y manga larga. Me toma cinco
segundo para analizarlo. Tiene dinero, eso es seguro. Puedo olerlo.
“¿Cómo te llamas?” me pregunta.
Por un segundo, no estoy segura de qué decir. Storm, Angelina, o…
“Nueve,” respondo.
“¿Cómo el número nueve?”
Sonrío y asiento. Puedo sentir que Nueve está saliendo a jugar su
papel.
“Ese es un nombre inusual.”
“Soy una chica bastante inusual.” Deslizo mi mano sobre la de él.
“Soy Frank. Es un placer conocerte.”
Nos damos un apretón de manos, luego se para y señala hacia el
rincón del bar. Lo único que alumbra el área son unas luces negras. Toma
mi mano y me guía. Ambos nos sentamos al mismo tiempo.
“Entonces, ¿qué hace una chica linda por acá sola?”
“Solamente vine por un trago. Es necesario para un día como este.”
“Tengo algo mucho más fuerte si deseas.”
Sigo en mi papel, pero no estoy segura de lo que quiere decir.
“¿En serio? Dámelo, vaquero.”
Frank mira a su alrededor y luego saca una ampolla de su bolsillo. Le
da la vuelta y luego le da unos golpecitos contra su pulgar. Veo como un
polvo blanco forma una línea sobre su piel. Se agacha y lo inhala todo por
la nariz. Sus ojos están llorosos, luego me entrega la ampolla. Mi corazón
se acelera al tomarlo. Nunca he probado nada más que la marihuana. Estoy
nerviosa, y justo cuando estoy a punto de regresárselo y decirle no
gracias, las palabras de Trig regresan a mi mente. “¿Cuánto cuesta tenerte
aquí? ¿Cuánto tengo que pagar para seguir cogiéndote? No puedes
convertir a una perra en una ama de casa.”
Me hace recordar lo que soy, y justamente lo que valgo. Trig ha
estado jugando conmigo desde el primer día. Enojada golpeo la ampolla
contra mi pulgar, igual como lo hizo el hombre. El polvo ya está alineado
en mi piel. Me agacho rápidamente y lo inhalo, como él lo hizo. Mi nariz
arde y mis ojos se llenan de agua. Puedo sentir instantáneamente que algo
gotea por mi garganta, y estoy llena de una energía que no es natural.
“Esto hará que te sientas en la cima del mundo. Confía en mí,” me
dice.
Toma un momento para que todo haga efecto, y el hombre tiene
razón. No siento nada, maldita sea. Llevamos sentados ya veinte minutos,
riendo y bebiendo. Me encanta que no tenga que pensar acerca del dolor,
amor, o la muerte. Esta droga es exactamente lo que necesito. Frank inhala
otra línea de la ampolla y luego me la entrega de nuevo. Coloca su mano
en mi pierna y aprieta mi muslo, la alejo.
“¿Qué? ¿Tengo que pagarle a mami para que venga a jugar con
papi?” me pregunta.
“¿Qué acabas de decir?”
“No seas tímida. Sé lo que haces. Puedo diferenciar a una prostituta
de aquí a una milla. Me llaman el susurrador de vaginas.” Se ríe. “También
soy un experto con la puerta trasera, si me entiendes.”
¿Qué diablos estoy haciendo en el bar con este imbécil? No soporto
la manera en que me mira. Soy simplemente un pedazo de carne para él. El
susurrador de vaginas. ¿Qué tan asqueroso es eso? Puedo escuchar al
chico farfullar algo acerca de ir a su apartamento, y como me volverá
loca esta noche.
Veo la ampolla en mi mano. Simplemente me auto-medicaré hasta
que todo mejore. Abro la pequeña ampolla y alineo el polvo sobre mi
pulgar, estoy a punto de agacharme cuando siento que alguien aleja mi
mano de un golpe.
Subo la mirada para ver al ‘capitán salva una perra’ parado frente a
mí.
“¿¡Qué demonios le estás dando!?” le grita Trig a Frank.
Frank salta del asiento para evaluar la situación.
Me levanto de mi asiento completamente desequilibrada. Es hasta este
momento que me doy cuenta de lo nerviosa que estoy.
“¡No tienes derecho a hacer esto!” le grito, y empujo a Trig del
pecho.
“¡Cállate, Nueve!” me grita y empuja de regreso. Trig regresa su
atención a Frank.
“Debe de haber un error. Esta joven está conmigo por esta noche.”
“¡Al diablo!” grita Trig.
“Me iré con él, Trig,” le digo solamente para hacerlo enojar.
“Ya la escuchaste.” Sonríe Frank. “Ahora, vete de aquí.”
Trig se voltea para verme y luego voltea a ver al hombre, y en
cuestión de segundos el puño de Trig se dirige hacia el rostro del chico.
Los clientes del bar se hacen a un lado y forman un círculo a nuestro
alrededor. Estoy jalando a Trig del brazo, pero es inútil. El rostro del
hombre está cubierto en sangre. Sólo sé que su nariz y quijada están rotas,
probablemente en dos pedazos. Si Trig continúa esto, el hombre estará
muerto dentro de poco.
“¡Trig, detente! Me iré contigo. ¡Solamente detente, por favor!” grito.
Le da unos golpes más, antes de poder calmarse. Su respiración es
fuerte y sus nudillos están cubiertos en sangre. El hombre está en el piso,
quejándose del dolor. Trig me sujeta de la muñeca y me saca del bar,
directo a la calle. Se detiene justo al llegar a la arena.
“¿¡Qué demonios, Nueve!?” me grita.
“¿Tú me estás haciendo esa pregunta?”
“Claro que sí la estoy haciendo. Mira lo que me has hecho hacer.”
Mientras camina de un lado a otro.
“¿Yo? No tienes derecho a hacer lo que acabas de hacer,” digo.
Trig me mira y resopla. Desliza ambas manos sobre su rostro.
“Todavía no lo entiendes, ¿verdad? Este soy yo, peleando por ti, pero
no puedo continuar peleando por alguien que no lo desea.”
Lo veo de regreso, no puedo ni hablar.
“¿Sin palabras?” me pregunta.
Sigo en silencio.
“Que se vaya todo al infierno entonces,” se queja. “Haz lo que quieras
hacer.”
Trig se da la vuelta para irse.
“Me hirió lo que dijiste en el hotel.”
Se detiene y se da la vuelta.
“¿Así que decidiste huir a un bar y empezar a inhalar cocaína con un
imbécil?”
“Estaba herida, Trig. Entré en pánico.”
“No. Tú querías que te diera una razón para irte. Entonces lo hice, y
tomaste la primer oportunidad que se te presentó.”
“Tú no sabes absolutamente nada. No tienes idea de lo difícil que es
esto para mí.”
“¿En serio crees que no lo sé? Escucho cada palabra que sale de tu
boca, claro que lo sé.”
“¡No sabes ni una mierda!” grito.
Infla sus mejillas, exhala, y luego cubre su boca por un momento con
ambas manos.
“Sé que no toleras la manera en que te sientes cuando estas cerca de
mí. No es porque no te guste, al contrario, sí te gusta. Te sientas a pensar
en razones por que no deberías de sentirte de esta manera, y sé que es
porque nadie más en tu vida te ha amado como yo. Nadie.”
Siento que todo mi cuerpo colapsa y sólo estoy parada allí, viéndolo.
En este momento de euforia, él acaba de admitir que me ama. Al menos
eso creo. Mi mente todavía está fuera de este mundo.
“Detente. ¿Acabas de…” empiezo a preguntarle.
Trig todavía está eufórico.
“No lo pienso repetir, mujer.”
Me quedo parada allí, pensando en lo que acaba de decir. No tiene
otro significado.
“Lo que dije en el hotel fue para hacerte enojar. Esperaba que te
hiciera reaccionar. No pensé que te haría recaer a tu antiguo oficio de
dama de compañía, Dios mío. Pensé que eras más fuerte, Nueve.”
“Todavía me duele tener que escuchar esas palabras.”
“Me preocuparía escuchar que no te duele.”
“Trig, en serio me a…” intento preguntar una vez más.
Siento que mi estómago da vueltas y el ácido comienza a subir a
través de mi garganta. Vomito sobre sus zapatos. Colapso al suelo y
continúo vomitando. Puede ser que haya tomado demasiado.
“Mierda,” lo escucho decir en silencio.
Siento como jala de mi pelo mientras yo sigo vomitando sobre la
arena.
“Por favor, dime que esta fue tu primera y última vez inhalando
cocaína.”
Asiento mientras intento recuperar el aliento.
“No tienes idea lo que me tardé en encontrarte esta noche. Estoy
furioso contigo,” me dice.
No respondo. Baja su mano y me jala hacia arriba.
“¿Qué es lo que quieres, Nueve?”
Mis ojos están vidriosos y probablemente del tamaño de un plato.
“Quiero regresar contigo al hotel. Quiero ir a casa,” le digo mientras
agarro su brazo.
La palabra casa nos da un golpe a ambos, al mismo tiempo. Este
lugar es nuestro nuevo hogar, todavía tenemos que averiguar qué es lo que
eso significa eso exactamente para nosotros, pero no esta noche.
Toma mi mentón y le da un golpecito.
“Nunca más en tu vida vuelvas a hacer lo que hiciste esta noche. No lo
toleraré de nuevo. No importa lo que sienta por ti, no lo haré. La forma de
hablar como dama de compañía, dime que eso fue pura basura.”
“Fue basura. No me iba a acostar con ese chico. Simplemente sentí
que tenía que regresar a lo que era antes, y como me veía a mí misma y
como pensé que tú me veías. No soy buena para nada más, pero no quiero
vender mi cuerpo, Trig. No quiero hacerlo, estoy cansada.”
Rompo en llanto y, por más tonta que me sienta, no puedo evitar ser
sentimental. Es esto lo que la cocaína te hace, porque no me gusta ser así.
“Entonces, toma mi mano,” me ordena, y yo lo hago.
Caminamos por la playa y lentamente empiezo a sentir como la
energía de la droga desaparece. Lo único que escucho es el sonido de las
olas. Luego de caminar, lo que parecía miles de millas, puedo ver el hotel
al fin.
“Quiero escucharte decirlo una vez más,” le digo, mientras me
detengo en la arena.
“¿Decir qué?” me dice.
“Mañana, ambos despertaremos y será un nuevo día, y tal vez
culpemos al momento. Solamente quiero escuchar lo que dijiste en el bar.
Necesito escucharlo de nuevo, aún si es mentira.”
Trig lame sus labios. Él sabe de lo que estoy hablando.
“Nadie te ha amado más que yo.” Da un paso hacia adelante y juega
con un mechón de mi cabello. “Hoy, mañana, y la siguiente semana. Es lo
mismo, chica.”
Sonrío y me doy la vuelta para continuar, pero él me detiene.
“Tu turno.”
“¿Qué?” digo aturdida.
“Dije que es tu turno”
“Oh no. No estoy en mi cabales para estar diciéndote cosas.”
“Estas perfectamente en tus cabales. El licor y las drogas son los
mejores sueros. Ahora dilo.”
Me está viendo fijamente.
Busco las palabras correctas, y luego decido que no hay manera
perfecta de decir todo esto.
“Tienes razón. Detesto lo que siento hacia ti, y lo peor es que amo
cada minuto que paso contigo. No es fácil para mí entender todo esto.
Créeme, lo he intentado. Le he dedicado tiempo a estos pensamientos. Y
todos llegan a la misma conclusión.” Hago una pausa. “Es tan fácil ser
Nueve, porque ella es todo lo que yo deseé ser mientras crecía. Es
confiada y tiene el control, pero contigo solamente soy Storm, y no
entiendo porque haces que me sienta bien siendo la niña débil que dejé en
Alburquerque, Nuevo México. No soporto que me hagas eso. Me hace
sentir fuera de control. Mi corazón está colgando de un maldito hilo y por
primera vez en toda mi vida creo que amo a alguien, y no estoy segura de
saber algo acerca del amor, pero si esto que siento es amor, entonces te
amo.”
Trig entrecierra sus ojos. Agacho mi cabeza con vergüenza.
“Te besaría pero acabas de vomitar,” me dice.
Río, mientras el momento se ilumina.
Me acerca a su lado y caminamos hacia el hotel. Corro hacia el baño
para cepillarme los dientes y lavar mi rostro. Cuando salgo, Trig está
parado junto a la cama. El colchón todavía está cubierto de dinero. Ambos
comenzamos a tirarlo al suelo y luego nos subimos a la cama. Nos
abrazamos mutuamente. Esto que está sucediendo es algo loco, como ya lo
dije, pero no puedo detenerlo y él tampoco. Veo hacia arriba para darme
cuenta que tiene los ojos cerrados. Está exhausto y sé que es por mi culpa.
Veo sus nudillos con sangre, acaba de darle una paliza a un chico por mí.
Soy una perra egoísta, tengo a este chico maravilloso frente a mí y no sé
qué hacer con él. Rozo mis dedos sobre sus nudillos y luego veo su
rostro, mientras que la luz de la luna entra por la ventana y se refleja sobre
sus mejillas.
“Trig,” susurro.
No responde.
“Trig,” intento de nuevo.
Escucho un leve gemido.
“¿Por qué no me ves de la misma manera que yo me veo?”
“¿De qué manera?” dice entre dientes.
“Defectuosa.”
“Cariño, los crayones rotos todavía colorean. Todavía crean arte.”
“Sí, ya había escuchado eso antes.”
Se frota los ojos, se sienta, y bosteza.
“¿Has escuchado el mito del águila que renace?”
Sacudo mi cabeza.
“Dicen que al tener cuarenta años, las águilas ya no pueden cazar con
sus garras. El pico se les empieza a doblar. Las alas se vuelven gruesas y
pesadas por la edad, por lo cual se les dificulta volar. Así que, el águila
solamente tiene dos opciones.” Toma aire para continuar. “Morir, o pasar
por un proceso doloroso que se llama cambio.”
Trig tiene toda mi atención. Estoy inclinada hacia él, y prendida en
cada palabra que dice. Sé que esto será algo que valdrá la pena escuchar.
Solamente que todavía no sé qué tiene esto que ver conmigo.
“El águila tiene que volar a la cima de una montaña y sentarse en su
nido. Allí deberá golpear su pico contra una roca hasta que se desprenda.
Entonces el águila esperará a que un nuevo pico crezca, para poder
arrancar una a una sus pesadas plumas.”
“¿Y luego qué pasa?” pregunto.
“Inicia su famoso vuelo de renacimiento y tiene la oportunidad de
vivir otros treinta años.”
“Eso es horrible. ¿Por qué hacen todo eso?”
Trig se recuesta. “Para sobrevivir. El cambio es necesario para poder
vivir.”
Me acuesto y me acurruco cerca de él. Coloco mi cabeza sobre su
pecho y por más que me quiero dormir, no puedo. Trig me dejó
asombrada con esta historia. Estoy volviéndome loca con respecto a la
vida, y aquí está este pájaro auto-mutilándose para sobrevivir. ¿No es eso
lo que yo he estado haciendo todos estos años? ¿Sobreviviendo? El
siguiente paso no debería de ser difícil, pero lo es. Esta es la parte en
donde me quedo solamente con dos opciones, ¿cierto? Tengo que
supuestamente evaluar mi vida y escoger entre vivir o morir. Maldita sea,
Trig. Lo veo fijamente.
Definitivamente ya es tiempo. Creo que ya necesito romper mi pico,
crecer dentro de mis nuevas garras, y arrancar mis propias plumas,
solamente que no sé si puedo hacer esto. ¿Cómo empiezo a hacerlo? He
estado demasiado tiempo sin tener alguna emoción, encerrada en mi
pequeño mundo, con mi corazón en una jaula, y luego él aparece.
Creo que empezaré golpeando mi rostro contra una roca, la cual es
Trig.
Dios, ayúdame.

Nueve. Consumida

Tuvimos una noche loca, y esta mañana desperté con otra perspectiva
sobre la vida. Luego de quedarme dormida, tuve un sueño sobre Jenny.
Ella estaba en nuestra antigua cocina, en Las Vegas, y me preparaba un
sándwich. Me lo trajo, y luego se sentó a mi lado en el sofá. Me sonrió de
la misma manera en que siempre lo hacía. Le pregunté por qué estaba tan
feliz y me dijo, “finalmente lo entiendes. Finalmente comprendes como
dejar entrar a alguien en tu vida. El amor no tiene por qué ser doloroso, y
tú no tienes por qué temerle.” Me tomó de la mano y dijo, “Todo estará
bien. Trig no dejará que nadie vuelva a lastimarte.” Luego Jenny
desapareció.
Luego de escucharla decir eso, definitivamente estaba preparada para
empezar este nuevo vuelo, como el águila. Era obvio que ya había
superado la parte de las heridas.
“Trig.” Susurro y lo sacudo suavemente.
Trig se estira y luego abre los ojos.
“Tengo hambre, vamos a desayunar.”
Se frota los ojos y me mira.
“¿Ya estás vestida? ¿Qué hora es?”
“Las siete.”
“Dame unos minutos para terminar de despertar y ponerme algo de
ropa.”
Mira su mano, hay una venda alrededor de sus nudillos.
“¿Tú hiciste esto?”
“Desperté temprano. En el departamento de limpieza tenían un kit de
primeros auxilios. Me prestaron algunas cosas.”
Se sienta, se inclina, y me da un beso en la mejilla.
“Gracias.”
Se hace para atrás y examina mi rostro.
“Tus pecas resaltan el día de hoy.”
“No creí que las hubieras notado antes.”
Sin pensarlo, responde, “noto cada marca sobre tu cuerpo.”
Cierro mis labios y veo hacia otro lado. Nunca he sido de las
personas que se sonrojan, pero él hace que mis mejillas se sientan incluso
calientes. Parece que Trig tiene ese efecto sobre mí. Me doy cuenta que
está viendo mi cabello. Probablemente sea porque es el primer día que
solamente me agarro el cabello con una liga.
“¿Cuál es el color natural de tu cabello?”
Puedo darme cuenta que mira la raíz de mi cabello.
“¿Tan mal están mis raíces?”
Se encoge de hombros. “No sé mucho de esas cosas.”
“Mi color natural es castaño claro, pero lo he tenido rojo desde que
tengo memoria. Estaba pensando en cambiarlo. Ya sabes, como parte de
renacer y todo eso.”
“Te verás bien con cualquier color.”
Juego con las yemas de mis dedos, tengo miedo de preguntar por lo
que sucedió anoche.
“¿Crees que pueda tener algo de dinero para ir al salón? Vi que había
uno cuando llegamos al hotel.”
Trig se levanta y deja la sábana caer.
“No tienes por qué pedirme dinero, allí está. Toma lo que necesites.”
Veo hacia abajo. Se siente raro pedirle efectivo. No es mío. No lo
gané, pero al mismo tiempo, estoy en quiebra. Todo lo que había ganado
en Las Vegas se ha ido.
“¿Quieres venir conmigo?” le pregunto.
“¿A qué te arregles el cabello?”
Trig se ve confundido.
“No importa, puedo ir yo sola después.”
Me siento en la orilla de la cama y bajo la mirada.
“¿Quieres que te acompañe? Iré si quieres, solamente que nunca he
estado en un salón de belleza antes.”
Lo veo sorprendida.
“¿Ninguna chica te ha obligado a ir antes?”
“No.”
“Eso es sorprendente.”
“En realidad, no,” dice.
“Sí, lo es,” le afirmo. “A la mayoría de chicas les gustan ese tipo de
cosas. Cuando iba al salón, solía ver a chicos que estaban allí obligados.”
Trig me mira.
“En realidad no suelo tener citas. No suelo tener relaciones. No lo he
hecho antes. Simplemente nunca había encontrado a la chica indicada, y las
citas se convertían en un juego, no una inversión. Se me hacía más fácil
implementar el cliché de sin ataduras, y mantener todo simple.”
No puedo controlar la decepción de mi rostro. Veo que su expresión
cambia.
“Sin mencionar mi antiguo trabajo. No es algo que las chicas busquen
en un hombre.”
“Esas chicas se lo pierden.”
Trig se coloca una playera, se da la vuelta, y me sonríe.
“¿Eso crees?”
Asiento. Todavía estoy pensando en lo que dijo. El no suele tener
citas. No suele tener relaciones, pero igual, yo tampoco.
“Si los dos tenemos una regla sobre las citas, entonces, ¿qué es lo que
estamos haciendo, Trig?”
Camina y se agacha frente a mí.
“Diría que estamos rompiendo las reglas, pero estas ya no aplican
cuando el juego haya terminado.”
Me inclino y recuesto mi frente sobre la de él.
“Siento mucho lo de anoche. Simplemente tenía mie…”
Coloca un dedo sobre mis labios.
“Ambos dijimos anoche lo que necesitábamos decir. Déjalo así.”
Asiento. Se levanta y termina de vestirse y alistarse. Me siento en la
cama y lo veo, es tan malditamente sexy. Ni siquiera lo puedo tolerar. Me
ve de vuelta, y recuerdo como estaba de enojado anoche en la arena, y
cuánta pasión había en su voz. Nos sonreímos mutuamente. Cuando al fin
está listo, salimos de la habitación y caminamos por el pasillo hasta el
restaurante del hotel. Es un hermoso día, así que nos sentamos afuera. Veo
como un mesero se acerca a la mesa.
“¡Buenos días! ¿Qué les puedo ofrecer?”
“Panqueques y jugo de naranja, por favor,” digo.
El mesero mira a Trig y sonríe.
“Tostadas a la francesa y un café negro está bien,” dice.
“Ya viene enseguida.”
El mesero desaparece con los menús. La cabeza de Trig cae sobre la
mesa, dejando su cuello expuesto. Veo su tatuaje.
“¿Qué significa tu tatuaje?”
“Consumido. Es bastante claro.”
“Vamos. Debe de haber una historia detrás. Todos los tatuajes tienen
una.”
“Eso viene de la chica que no tiene ningún tatuaje.”
Alzo mis manos.
“Todavía estoy esperando la historia,” le recuerdo.
Se inclina hacia adelante y apoya sus codos sobre la mesa.
“Mi hermano solía decir que este mundo había sido construido con
buenas intenciones, pero saturado de tanta maldad que nunca podríamos
ver lo bueno si permitíamos que la vida nos consumiera. Solía decir: ‘no
dejes que la vida te consuma.’ Era su frase. Me lo dijo como un millón de
veces, y tomé su consejo. Eso fue, hasta que murió, luego la vida me
absorbió y me obligó a realizar cosas que nunca hubiese hecho. Estaba
nadando sobre todo el mal del que tanto hablaba y fue allí donde entendí lo
que quería decir. Este tatuaje es en su honor, y para recordarme que en
alguna parte del mundo, todavía existen personas con buenas intenciones.”
“Eso es oscuramente hermoso.”
Trig asiente. Me mira, y sé que está pensando en lo mismo. Ambos
hemos realizados cosas que no queríamos. Ambos hemos tomado
decisiones que eran lo mejor en ese momento y a ambos nos consumió la
vida por completo.
“¿Te molestaría si me quisiera hacer un tatuaje así?”
Trig mira fijamente hacia la mesa. No sé si está molesto o no.
“Espero que cuando estés conmigo, no necesites recordar que el bien
todavía existe. A pesar de lo que he hecho, no soy un monstruo.”
Paso la lengua sobre mis labios. “Solía llamarte mi héroe oscuro. Al
menos, lo hacía en mi cabeza. Me sentaba a preguntarme si eras una
persona buena o mala, y luego me di cuenta que tú y yo no somos tan
distintos. Yo hice cosas para proteger a personas al igual que tú, y ambos
nos lastimamos en el proceso. Finalmente la vida nos ha dado la
oportunidad de mudar de piel, ahora me doy cuenta de eso.”
Pasea sus ojos alrededor del restaurante.
“Este tatuaje tendrá un nuevo significado,” digo.
“No intervendré si eso es lo que quieres.”
No suena convencido, pero yo ya he tomado la decisión. Me haré el
tatuaje.
El mesero trae nuestras bebidas y luego la comida. Devoramos la
comida mientras platicamos acerca de nuestros postres favoritos, lugares
que siempre hemos querido visitar, y cosas que nunca hemos hecho.
“¿Nunca has tenido otras perforaciones aparte de tus orejas?”
pregunta.
“No. He querido, pero por el negocio en el que estaba, mantenía mi
cuerpo limpio.”
“¿Qué hay acerca de ti?” le pregunto.
“Tuve una perforación en mi pene.”
“¿En serio?” Mis oídos están atentos.
Él sonríe.
“Sólo estoy bromeando. Nunca he tenido alguna perforación, pero
mira tu rostro. Te gustaría, ¿no?”
“Podría ser interesante. El arete moviéndose de un lado a otro. Podría
hacernos pasar un buen rato. No lo sé.”
Frota sus manos y me sonríe de una manera pícara.
“¿Te gustaría jugar algo – el perdedor se tiene que perforar en donde
el ganador escoja?”
“Depende. ¿De qué trata el juego?”
“Nos miramos fijamente y el primero que baje la mirada pierde,”
dice Trig.
Sonrío, “Suena divertido. Hagámoslo. Ya sabes que si gano, el
soldado dentro de tus pantalones tendrá un cambio.”
“Bueno, ¿lista?” pregunta.
Estoy alerta y lo veo fijamente.
“Lista,” le digo.
“Puedo hacer esto todo el día. No ganarás,” dice Trig con una
sonrisa.
No respondo. Entrecierro los ojos lo suficiente para calmar la
sensación de ardor.
“Los ojos deben de estar doliéndote, ¿no?” bromea.
“Shhhh,” le digo. “Estoy intentando concentrarme.”
Da un soplido en dirección a mis ojos, y no lo soporto, así que
parpadeo.
“¡Tramposo!” grito.
Se ríe. “Gané.”
“Hiciste trampa. Eso no es justo.”
“Acepta que perdiste y no te quejes.”
Le hace señas al mesero para que traiga la cuenta. Él sonríe y se
acerca con un recibo.
“¡Disfruten su día!” nos dice.
Trig deja caer algo de dinero sobre la mesa.
“Vamos, perdedora. Tenemos que encontrar algún lugar cerca donde
realicen perforaciones.”
Frunzo el ceño mientras él toma mi mano y me saca de la mesa.
Salimos del restaurante y justo a la vuelta de la esquina, allí,
convenientemente, al otro lado de la calle, hay un lugar donde realizaban
tatuajes y perforaciones. Respiro hondo y gruño.
“No es tan malo. Lo prometo,” dice sonriendo.
“Lo dice el chico sin ninguna perforación,” le digo en burla.
Cruzamos la calle e ingresamos al edificio. Empiezo a ver todo el
arte que hay en las paredes mientras Trig habla con la chica que está detrás
del mostrador.
“Si desea, la puede atender en este momento,” la escucho decir.
Sacudo mi cabeza hacia donde están ellos y me congelo.
“¿Qué te quieres hacer, cariño?” me pregunta mientras me mira.
“Bueno, él escogerá la perforación y yo el tatuaje.”
“Les daré algunos minutos, mientras voy a llamar a Max a la parte
trasera.”
Trig se voltea hacia mí. “¿Una perforación en el clítoris?”
Alzo mis cejas. Él se ríe.
“Relájate, estoy bromeando,” dice.
Me mira detenidamente. Le pido a Dios que no escoja los pezones. He
escuchado que es doloroso durante y después de la perforación.
“Escojo… Tu ombligo,” decide finalmente.
Suspiro de alivio. Gracias a Dios.
“Iba a decir la lengua, pero no podría besar o hacerle cosas sucias a
tu boca durante semanas.”
“Maldición. Una perforación y un tatuaje el mismo día. Te gusta
torturar a las chicas, ¿no?”
El tatuador, Max, sale y me sonríe. Me hace señas para que me
acerque.
“Siéntate aquí, chica linda.”
“¿En esta silla?” pregunto nerviosa.
El tatuador asiente.
“¿Qué estaremos haciendo?”
“Una perforación en el ombligo,” digo entre dientes mientras veo a
Trig. “Y un tatuaje sobre mis costillas.”
Trig se cruza de brazos y me guiña el ojo.
“¿Sabes que tatuajes te quieres realizar?”
“La palabra consumida,” le digo, mientras sigo viendo a Trig.
Me inclino y le susurro algo a Max.
“Puedo hacer eso. Soy bueno realizando tatuajes a mano alzada. Te
entiendo, amiga,” dice Max.
Trig se ve algo incómodo. Le muestro al artista como quiero las
palabras exactamente. De vez en cuando veo a Trig, no puede quitarme los
ojos de encima. Sonrío. Max me trae una caja con distintos aretes para que
escoja. Escojo una pequeña mariposa rosa.
“Realicemos la perforación primero. Solamente tomará un minuto,”
dice el chico.
Recuesta la silla hacia atrás y me ordena que levanta mi blusa. Lo veo
mientras limpia la piel con alcohol. Saca algo que parece una grapa y una
aguja, y comienza a trabajar.
“Respira hondo,” me dice, mientras la aguja perfora mi piel.
Mi rostro se encoge de dolor. Siento un poco de presión. “Bueno, ya
está listo.”
“¿Eso es todo?” Veo hacia abajo para ver la mariposa moverse de un
lado a otro. “Oh, está lindo.”
“¿Qué opinas?” le digo a Trig.
“Me gusta. Es sexy, cariño.”
“¿Estás lista para el tatuaje?”
Mi adrenalina sigue corriendo por culpa de la perforación. Estoy más
que lista.
“Sí.”
Veo como obtiene agujas nuevas para la pistola. Comienza a
prepararme para empezar a tatuarme. Veo a Trig y hago una mueca de
dolor, él sonríe. Max me hace señas con las manos para que me levante la
blusa. Acerca su silla hacia mí. Recuesto mi cabeza y cierro los ojos
mientras siento como la aguja entra y sale de mi piel. No es doloroso,
simplemente es irritante. Quiero empujarlo lejos de mí y pararme, pero
me abstengo. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración. Los
minutos pasan y luego de un rato, mi costado se duerme, ya no puedo
sentir las agujas. Veo a Trig leer una revista.
“Ya estás lista, chiquita,” dice Max. “¿Qué opinas?” Señala hacia un
espejo.
Me paro y veo boquiabierta hacia mi primer tatuaje.
“Mierda,” digo mientras me muevo de un lado a otro.
Agradezco profundamente al tatuador y corro a enseñarle a Trig. Me
paro frente a él, con mi blusa hacia arriba. Se da cuenta del arma
apuntando hacia mi cadera. Está parcialmente sombreado en algunas áreas
y es bastante grande. Comienza alrededor de dos pulgadas debajo de mi
axila y termina justamente al finalizar la caja torácica. Es realmente
hermoso.
“Es sexy,” me dice.
Se detiene a leer las palabras que recorren sobre el mango de la
pistola. “Consumida por el amor.” Trig me mira. “Estoy celoso. ¿Qué
hombre te consume?”
Me sonríe pícaramente.
“Estas bromeando, ¿cierto?” le pregunto.
Asiente.
“Más vale que sea yo, si no, un imbécil tendrá su cabeza aplastada.”
Sonrío.
“Hecho en honor a mi héroe oscuro.” Muerdo mi pulgar.
“Es sexy. Tú eres sexy. Toda la maldita situación es sexy.”
“Te pondré una venda, chica,” me dice el tatuador.
Me paro de puntillas y le doy un beso en los labios a Trig, antes de
voltearme para que me curen. Estoy asombrada por mi tatuaje y
perforación que no puedo dejar de sonreír. Pagamos antes de irnos y
luego caminamos por la calle, todavía estoy llena de adrenalina.
“Simplemente es tinta sobre mi piel, pero me hace sentir libre. ¿Es
eso extraño?” le digo.
“No. Estás haciendo las cosas que quieres, y eso te hace feliz.”
“Hoy me siento tan viva. ¡Ohhh, mira!” grito, y señalo.
Trig voltea para ver qué es lo que estoy mirando.
“Ni lo creas, yo no iré allí. Se ve demasiado femenino.”
“Vamos, por favor,” le ruego.
Su cuerpo se inclina hacia adelante. Arrastro a Trig hacia la tienda.
Me tengo que esforzar más para hacerlo ingresar. Un hombre con los ojos
delineados y brillo sobre sus labios nos saluda conforme nos vamos
acercando a la recepción.
“Bienvenidos al salón y spa Vivi. ¿Cómo los puedo ayudar?”
Parece que sus cejas fueron delineadas muy intensamente esta
mañana, no sé distinguir si está molesto o emocionado. Trig se da la
vuelta inmediatamente e intenta irse, lo agarro del brazo y hago que
regrese.
“Necesito teñirme y cortarme el pelo.”
“Mariella puede atenderte en un segundo. ¿Qué hay de ti?” dice el
chico que está utilizando delineador, y señala a Trig.
“Yo no necesito nada, estoy bien, gracias,” le responde rápidamente
Trig.
"Claro que lo estás," responde el chico con el delineador, mientras se
come a Trig con la mirada.
Trig me mira. “Estás en esto tu sola. Saldré a comprar más café,
regresaré luego.”
Me río de la situación. Trig se apresura a salir, como si sus
pantalones estuvieran incendiándose.
“Mariella te atenderá ahora,” el chico me lleva hacia una chica de
baja estatura, rubia, y tiene un par de tijeras en sus manos. Me siento y veo
hacia el espejo, la chica se para detrás de mí.
“¿Te cortarás o solamente peinado?”
“Córtalo todo,” digo sorprendida. “Córtalo y tíñelo… Tal vez rubio.”
“¿Quieres cortarlo recto a la altura del hombro?”
“Eso es perfecto.”
Tomo asiento mientras ella me coloca la bata alrededor del cuello. Se
retira a hacer la mezcla del decolorante y luego regresa. Mi boca se seca y
una parte de mí quiere saltar de la silla y salir corriendo, la otra parte me
recuerda que esto es necesario. Veo como coloca el tinte con un cepillo.
Mis dedos se tensan y aprietan mi brazo, porque mi cabello rojo se ha ido,
al menos se habrá ido en poco tiempo. Ha sido parte de mí toda la vida y
está a punto de desaparecer por el lavabo como si nada. Cuando finaliza de
aplicar el tinte en todo el cabello, me lleva a sentarme debajo de una
secadora de pelo para que el color se asiente.
El tiempo pasa y mi cabello ha sido lavado, secado con una toalla, y
estoy de regreso a la silla donde empecé. Ya he estado aquí durante una
hora y media, y comienzo a preguntarme si debí de haberme quedado con
mi cabello rojo, es algo fácil, o tal vez solamente estoy intentando
aferrarme al pasado. Ya puedo notar que el rojo se ha desvanecido de mi
cabello y me empieza a doler el estómago. Alza las tijeras sobre mi
cabello, y con cada corte siento que una mala memoria se pierde. Entre
más cabello cae, más liviana me siento. Se supone que es solamente un
corte de cabello, pero es más que eso. En este mismo momento, mi vida
está cambiando por completo y la estilista no tiene ni idea. Sé que me
preguntará si me encuentro bien, así que la detengo antes de que lo haga.
“Continúa,” le ordeno.
No dice nada. Hace lo que le digo y continúa cortando. Luego toma
una secadora y comienza a peinarme. Finalmente, luego de otros veinte
minutos, me da vuelta de modo que ya no puedo ver mi reflejo. Está
secando y cepillando mi cabello, puedo sentir como sus movimientos se
hacen más lentos. Alcanza una lata de spray y coloca un poco sobre mi
cabeza. Estoy alcanzando ya las dos horas de estar en el salón, y comienzo
a impacientarme, pero sé que ya casi estoy lista.
“¿Qué opinas?” Me da la vuelta y quedo frente al espejo.
Veo detenidamente hacia el espejo, y casi no me reconozco. El rubio
de mi cabello brilla ligeramente bajo las luces del salón. Tomo una mecha
de cabello y paso mis dedos sobre ella. Es tan corto. Las puntas apenas y
tocan mis hombros. Me veo como una chica completamente nueva.
“No te gusta, ¿cierto?” Se preocupa.
La veo y luego veo de nuevo hacia el espejo.
“No. No es eso. Me veo asombrosa, simplemente es difícil adaptarse
al cambio.”
Ella quita la bata y sacude el cabello.
“Te queda realmente bien, aunque supongo que cualquier color te
quedaría bien. Tienes un rostro hermoso, y ahora con el cabello corto
realza mucho más.”
“Gracias por todo,” le digo.
“De nada. Puedes pagar en recepción.”
“Oh, mi novio pagará cuando regrese.”
Me congelo al mismo tiempo que las palabras salen de mi boca.
Simplemente pretenderé que no acabo de llamar a Trig mi novio.
“No hay problema. Solamente avísame cuando esté aquí,” sonríe.
Tomo asiento a la sala de espera. Veo a Trig ingresar al salón con
una taza de café. Mi pierna comienza a temblar con anticipación. ¿Qué
pasa si odia mi nuevo estilo de cabello? Creo que la mejor pregunta sería,
¿por qué me preocupa tanto lo que piense? Me siento erguida para llamar
su atención. Pasa justo frente a mí, y luego mira por todo el salón.
Finalmente, se da la vuelta y mira hacia abajo. Me doy cuenta que pasó la
mirada dos veces por todo el salón.
“Maldición,” dice.
“¿Eso es bueno o malo?” Sonrío.
Coloca su café sobre una mesa y camina hacia mí.
“Te ves hermosa.”
“Me siento hermosa,” le digo. “Está bastante corto, pero está bien.”
“Me gusta mucho.”
Me absorbe con la mirada, y estoy feliz de haber tomado esta
decisión.
“¿¡Es este el novio!?” grita Mariella, mientras camina hacia la
recepción.
Trig la ve y luego me ve a mí.
“Sí, supongo que lo es.” Me sonrojo. “O algo parecido.”
Mariella me ve extrañada. Siento extraño decir que él es mío.
Realmente no hemos discutido el título de la relación, y en este momento,
desearía haberlo hecho.
De repente, el chico del delineador aparece.
“¡Hola, extraño!” Le guiña el ojo a Trig. “Veo que regresaste. Espero
que haya sido para verme.”
Trig me mira de reojo y pareciera que acaba de vomitar dentro de su
boca.
“¿Cuánto es en total?” le dice Trig a Mariella, ignorando al chico.
“Ciento setenta y cinco.”
“¿Por un corte y tinte? Ridículo”
“Oh, cariño, este no es uno de esos lugares donde recibes más por
pagar menos,” bromea el chico.
Trig saca el dinero y se lo entrega a Mariella.
“Quédate con el cambio.”
Trig se voltea hacia donde yo estoy y me señala hacia la puerta.
“¡Regresa cuando quieras, y trae a ese semental contigo!” grita el
chico del delineador mientras salimos.
Trig alza una mano y se despide de manera educada pero descuidada.
Tan rápido como salimos, me ve y sonríe.
“¿Novio?”
“Siento mucho lo que sucedió. Se me salió y…”
“Nueve. Vivimos juntos. Nos hemos acostado ya varias veces, y
anoche le di una golpiza a un chico por ti. También déjame mencionar el
hecho que los dos expresamos nuestros sentimientos. Tal vez fue el enojo
lo que me hizo hablar, y tal vez fueron las drogas las que te hicieron
hablar a ti, pero si no soy tu novio, no sé entonces cómo llamarlo.”
“Así que, ¿así es cómo lo oficializamos?” le pregunto.
“Si tú estás de acuerdo, yo también lo estoy.”
Se detiene, se da la vuelta y me toma de la cintura. Sus manos están
firmes sobre mi espalda.
“¿Qué pasa si arruinamos esto?”
“¿Qué pasa si no?” me argumenta.
Lo pienso por unos segundos. Veo hacia otro lado y asiento.
“Bueno,” le digo. “Novio y novia. Hagámoslo.”
Ahora nos declaro dos enfermos enamorados y jodidamente locos.
Simplemente sé que con la forma de ser de Trig, y mi forma de ser, las
cosas de seguro se pondrán interesantes.



Diez. Apunta y dispara

Hace tres semanas, nos convertimos oficialmente en una pareja y,
para mi sorpresa, los días han mejorado. Todavía peleamos pero, ¿qué
pareja no lo hace? Estamos creciendo, aprendiendo, y haciendo esto como
un equipo. Y con toda la mierda por la que hemos pasado no es fácil, pero
nos las hemos arreglado para hacer que las cosas funcionen. No creí que
fuese posible, pero aquí estamos, enamorados y todavía peleando –claro.
Algunas cosas nunca cambian.
“Es fácil. Solamente apuntas y disparas,” dice.
“Fácil para ti. Tú sabes lo que estás haciendo.”
“Mejorarás con la práctica. Confía en mí.”
“No cuando mi objetivo se está moviendo.” Lo veo fijamente.
Me quejo y veo hacia el objeto pesado en mis manos.
“Me dijiste que querías una nueva profesión. Te la estoy dando. Te
enseñaré todo lo que sé.”
“No creo que esta cosa esté a salvo en mis manos. Podría dejarla
caer, y luego explotaría.”
Trig busca ponerse atrás de mí. Comienza a apuntarle a varias cosas,
y utiliza términos que no conozco. Me siento frustrada, cansada, y
hambrienta. Sin mencionar que el clima está caliente.
“No puedo hacerlo,” le digo, mientras coloco el objeto de regreso en
sus manos.
“¿Quieres que yo apunte y dispare? No es difícil.”
“Me encantaría ver cómo lo haces; ya que te la has pasado
regañandome los últimos treinta minutos acerca de lo que no tengo que
hacer.”
“Quédate quieta,” me dice.
“¿Ahora me quieres disparar? Estás loco, ¿sabes qué?”
“¿Quién no quisiera dispararte?”
“Tal vez no quiero que me disparen.” Alzo mis cejas.
“Te dispararé. No me importa lo que digas.”
En ese instante, me doy cuenta de lo loca que suena la conversación,
especialmente tratándose de Trig, un asesino a sueldo.
“Párate y no te muevas, deja que te toma una foto,” me ordena Trig.
“Está bien,” me quejo.
Comienza a disparar y al principio estoy nerviosa, pero luego de
quince fotografías, estoy dando vueltas y posando de distintas formas. Ni
siquiera me importa que algunas personas se hayan detenido a ver. Toma
unas cuantas fotografías más y luego me hace señas para que me acerce.
“Mira esta,” me dice.
La veo y sonrío. Es hermosa, y la forma en que la luz se refleja detrás
de mí es perfecto.
“Mira como el contraste es distinto en esta fotografía, a comparación
de esta.”
Asiento. Me entrega la cámara y me hace una seña con el brazo.
“Me rehúso a dejar que te rindas. El mundo es tuyo para que lo tomes.
Comienza a disparar, chica.”
Hace dos semanas Trig me contó a que se dedicaba antes de ser el
asesino a sueldo de El Salvador. Era un fotógrafo. Las personas lo
contrataban para grandes eventos como bodas, aniversarios, incluso
cumpleaños. Al principio no le creí, me reí. Me pudo haber dicho que
había sido mecánico, un guardia de seguridad, o incluso un stripper y yo
le hubiese creído, pero no un fotógrafo. No parece uno. Es un poco rudo,
y se ve como un luchador profesional y no un camarógrafo, pero tal vez
sea porque lo he visto asesinar personas. Me dijo que era un adicto al
gimnasio, le encantaba ejercitarse, y a veces tomaba clases de boxeo, pero
eso fue todo. La fotografía era su especialidad. Yo, personalmente, no
conozco a nadie que trabaje de eso, pero si a alguien me imagino es al
típico chico artístico y raro, y Trig es el tipo de chico sobre quien las
mamás le advierten a sus hijas buenas. Pero aparentemente, las apariencias
engañan, porque me lo dijo seriamente. Eventualmente dejé de reírme y
me forcé a aceptarlo. No es que sea algo malo, me dijo que había
realizado unas fotos de boudoir en el pasado, y que algo así podría
servirme a mí. El boudoir es básicamente fotografiar a chicas de manera
insinuante. Tómame en cuenta, pensé. Al aceptar la idea no me di cuenta
que tendría que aprender a cómo utilizar esta gran cámara y sus mil
funciones.
“Podríamos abrir nuestra propia empresa. La llamaríamos
fotografías Krackle.”
Lo veo y comienzo a reír.
“No te imaginas cuánto detesto ese nombre. De todos los apellidos
que existen, el nuestro es Krackle. Me recuerda al trasero de un plomero.”
“Lo que sea, se puede llamar de cualquier forma. Aparte, Krackle
suena como algo legítimo.”
Le alzo una ceja.
“Supongo que podríamos hacerlo, una vez sepa lo que estoy
haciendo.”
“De aquí a unos meses serás una profesional,” dice Trig. “Mientras
tanto solamente necesitamos juntar algunos clientes.”
Me despabilo al escuchar la palabra clientes.
“Eso yo lo puedo hacer.”
Trig se ve preocupado.
“¿Qué? No quise decir eso. Soy buena para integrarme a los
negocios.”
“Esto es algo completamente nuevo, Nueve. La forma de hablar con
los clientes es distinta.”
“Me llamo Angelina. Creo que ya es hora que empecemos a utilizar
nuestros nuevos nombres.”
Trig sonríe.
“Discúlpame, Angelina,” se corrige.
Coloco la cámara contra mi pecho y le doy algunos golpecitos con
mis uñas. A Trig le encanta la fotografía, y yo puedo aprender a amarlo.
Ya he iniciado un negocio antes, puedo hacerlo de nuevo, pero esta vez
será algo de lo que podré presumir. No tendré que esconderme por lo que
hago, y lo mejor es que mi socio es demasiado sexy.
“Fotografías Krackle, Sociedad Anónima.” Hago una pausa.
“Hagámoslo,” le digo.
“Sí. Mi pequeña águila ha emprendido su vuelo.”
“Claro, búrlate. ¿Dónde escuchaste esa historia del águila? Charlas
motivacionales punto com,” le digo sarcásticamente.
“¿Cómo lo supiste?” Mueve una vez sus cejas. “No. Lo vi en
YouTube. Me impresionó y se quedó grabada en mi mente. Alguien la
inventó para inspirar a otras personas.”
“Espera. ¿No es real?”
Trig ve mi rostro, y comienza a reír.
“Si te mencioné al principio que era un mito.”
“No escuché la parte del mito. Déjame recordarte que esa noche no
me encontraba en mis cinco sentidos.”
Golpeo mi sien con los dedos.
“Eso es culpa tuya. Nadie te dijo que fueras a drogarte con cocaína.”
Mi boca se abre.
“Eres un imbécil. Deja de revivir el pasado.”
Trig sostiene mi cintura y me acerca a él.
“Es una gran historia. Funcionó. ¿Por qué te enojas?”
“No me enojo. Solamente que me sentí realmente mal por ese pobre
pájaro.”
Trig se ríe a carcajadas. Se ríe tan fuerte que mi cuerpo está
temblando en sus brazos.
“Deja de burlarte de mí. Me haces sentir estúpida.”
Cierra sus labios con una sonrisa. Apenas y puede contenerse.
“Te odio,” le digo con un sonrisa.
“¿A mí? Mira este rostro, jamás podrías odiarlo.”
“Maldito engreído, eso eres,” bromeo.
“Te gusta eso, lo sé.”
“En la cama, sí. En la vida real, no.”
“Sí, bueno. Empezaré a callarme durante la cena de esta noche
entonces.”
La cena se ha convertido en algo extremadamente divertido. Me
empieza a decir todas las cosas sucias y vulgares que le gustaría hacerme,
y luego contamos el tiempo que tardo en excitarme. Anoche rompimos el
récord con cinco minutos. Es un nuevo juego, y ambos lo disfrutamos.
“¡Espera! No dije que tenías que callarte. Solamente estaba diciendo
lo obvio.”
Asiente orgulloso.
“¿Ves? Te gusta esa mierda.”
“Puede ser,” bromeo.
Trig se inclina y me besa.
“Me encanta verte sonreír,” me dice. “Últimamente lo has estado
haciendo seguido.”
“Deberías de culpar a esta cosa estúpida llamada felicidad. Quién lo
iba a saber, ¿cierto?”
“Creo que acabas de dar a entender que yo te hago feliz, y si fue así,
acabas de hacerme un cumplido.”
Pongo mis ojos en blanco.
“Detente. Te hago cumplidos todo el tiempo.”
Trig se ríe.
“¿Cómo cuáles?”
“No sé… cosas,” le digo, luchando para pensar en una respuesta
exacta.
“¿Ves?” me dice Trig.
Ambos comenzamos a reír y él sacude su cabeza hacia mí. El sol
comienza a calentar más, así que caminamos hacía la sombra de un árbol
y nos sentamos. Coloco la cámara en mi regazo.
“Nunca me dijiste cómo iniciaste con la fotografía.”
“Tomé algunas clases en secundaria. Me gustó. No lo sentía difícil
cuando lo hacía, en realidad me relajaba. Básicamente por eso fue. Al
principio empecé por fotografiar fiestas de amigos y vecinos, y luego de
un tiempo, todos me contrataban para algo. Los eventos eran cada vez más
grandes y el dinero era más, así que lo seguí haciendo.”
“A veces me pregunto qué hubiese terminado haciendo si mis
circunstancias hubiesen sido distintas. La mayoría de chicas obtienen su
primer trabajo en algún lugar de comida rápida o alguna tienda en un
centro comercial. Me gusta pensar que hubiese trabajado en la tienda de
maquillaje M.A.C. o el departamento de perfumería de Macy’s.”
“O tal vez serías una sexy bibliotecaria en alguna biblioteca pública.”
Río. “En serio ¿Alguna vez me has visto leer?”
“No. Yo tampoco leo, pero si la bibliotecaria se viera como tú, estaría
allí todos los días leyendo algún libro lo suficientemente grueso sólo para
poder verte.”
“Aw, un acosador.”
“Sí, maldita sea. Te acosaría demasiado.”
Sonrío, él también sonríe brevemente y mira a su alrededor.
“Bueno, ya fue suficiente plática. No aprenderás nada con estar
sentada sobre tu culo, así que vamos, veo al menos 20 chicos alrededor.
Hay una mujer paseando a su perro. Al cruzar la calle, veo autos pasar
rápidamente. Esto es lo que quiero que fotografíes. Si puedes tomar una
fotografía de algo en movimiento, lo demás será fácil. La edición siempre
será difícil, pero lo que en realidad importa es el arte, el tiempo. Lo que
importa es el segundo exacto en el tomas la fotografía y lo que está
sucediendo detrás de ella.”
Ambos nos paramos.
“¿Y si simplemente tomo una fotografía de ese niño comiéndose un
helado? No hay nada emocional con eso,” le digo.
“¿De qué estás hablando? Comerme un helado era lo mejor de mi día
cuando era niño. Es un recuerdo, y uno feliz. Cuando el heladero se
acercaba a mi vecindario, sonando esa estúpida canción a través del
altavoz en su camioneta blanca golpeada, mi hermano y yo nos volvíamos
locos. La gente recuerda estas cosas.”
Sacudo mi cabeza.
“No es algo con lo que me pueda relacionar. Apenas y teníamos
comida en el refrigerador cuando era una niña. Mis padres se fumaban
todo. Nunca compré un helado de esa manera. No puedo decir cómo se
siente.”
“Bueno, rompamos esa cereza y compremos ese helado ahora. Nadie
debería de vivir sin haber tenido esa experiencia.”
“¿Alguna recomendación?” Sonrío.
“Un mega missile o un king cone, son los más recomendables. Si te
sientes aventurera, podrías comprar un helado pop-up.”
“Todos suenan como nombres de vibradores.”
Voltea y me da una mala mirada.
“¿Qué?”
“Deja de ser desagradable. Estamos hablando acerca de memorias de
niñez.”
“La mía fue bastante mala, así que se me perdona.”
Me arrastra hacia la camioneta blanca de los helados y señala todas
las fotografías que están al lado.
“Escoge,” me dice.
Dejo que mis ojos vayan de un lado a otro, viendo todas las
fotografías. Hay por lo menos quince tipos de helados, y no puedo
decidirme, esto es demasiada presión. Los niños están haciendo cola
detrás de mí y empujando para poder también ver las fotografías. El
hombre dentro de la camioneta me ve enojado, y eso me estresa más.
“King cone,” digo finalmente.
“Un mega missile,” agrega Trig.
El hombre se da la vuelta, abre el congelador, y lentamente saca
nuestros helados. Deseo que se apresurara un poco. Puedo escuchar a los
niños quejarse detrás de mí; y si no se apresura puede que empiecen un
disturbio. Finalmente, camina de regreso y nos entrega los helados junto
con una cucharita. Trig le entrega el dinero y hacemos espacio para pasar
a través de los pequeños vándalos. Comienzo a destapar mi cono.
“Eso fue intenso.”
“Es solamente helado,” dice Trig.
“¿De qué estás hablando? Es las decisión más difícil que he tomado
en todo el día.”
Trig desliza la tapa de su helado y comienza a comer. Yo coloco el
cono en mi boca y le doy un mordisco.
“Oh, Dios mío. Tienes razón, esto está delicioso,” digo entre dientes.
Trig asiente.
“Ya rompimos esa cereza, tu primera vez comiendo helado, chica.”
“En realidad no fue tan malo. Podría decir que incluso me divertí un
poco.”
“Tal vez luego te lleve a Chuck E. Cheese y te permita abrazar al
ratón gigante.”
“Eres gracioso,” digo con sarcasmo.
Junta los labios para mantener el helado dentro de la boca mientras se
ríe. Le doy un golpe al lado con mi codo. Continuamos caminando por la
calle y la cámara se mueve de un lado a otro en mi brazo.
“Deberías de apresurarte a comer eso,” me dice.
“¿Por qué?”
“Esa cámara no tomará fotografías sola.”
Frunzo el ceño y coloco el cono frente a mi boca; lo lamo lentamente
mientras hago contacto visual con Trig. Mi lengua está haciendo círculos
pequeños, y él parece estar entretenido.
“¿Me estás provocando?”
“Solamente estoy comiéndome mi helado,” me encojo de hombros y
lo lamo lentamente de nuevo, pero esta vez lo hago con un gemido.
“Mentirosa. Intentas seducirme con esa lengua tuya, y no está
funcionando. Si piensas que te salvarás de tomar fotografías y que
regresaremos al hotel a tener sexo sucio y pervertido, estás equivocada.”
Hace una pausa. “Tomarás algunas fotografías de primero, y luego iremos
al hotel a tener sexo sucio y pervertido. Pon tus prioridades en orden.”
Hago una mueca.
“No me saldré de esta hoy, ¿cierto?” pregunto.
Él sacude la cabeza.
“Estoy a punto de convertirte en una de las mejores fotógrafas del
mundo. No pierdas la oportunidad. Tómala y aprovéchala conmigo.
Tenemos esto bajo control, cariño.”
Juguetonamente, entrecierro mis ojos viéndolo.
“¿Qué hay de ti que me hace hacer cosas fuera de mi zona de
confort?”
“Te llevo a comprar helado. Ese tipo de cosas tienen un gran impacto
en las chicas. No tenías escape.” Se ríe malvadamente.
“El helado está bueno, pero no realmente bueno.”
Ambos terminamos de comer justo al llegar al parque.
“Oh, mira, cuerpos en movimiento.” Hace un gesto gracioso y señala
hacia los patinadores. “¿No es una locura?”
Suspiro, junto mis cejas, y levanto la cámara de mi brazo.
“Vamos, mi pequeña ardilla enojada. Quiero ver unas fotografías
fantásticas, y no nos iremos hasta conseguirlas.”
Este será el día más largo de toda mi vida. Veo a Trig parado allí
sonriendo como un tonto.








Once. Trig

Ella me llama, está respirando fuertemente. Inmediatamente mi
respiración se bloquea en mi pecho. No la había escuchado así desde que
nos fuimos de La Vegas hace varios meses. Ha estado feliz, casi como una
nueva mujer. Los ataques de pánico que solía tener han desaparecido, ya
no llora por Jenny. Nueve ha estado muy bien hasta ahora. Algo malo está
sucediendo. Está llorando, hablando rápido, y no puedo escucharla por la
música del fondo.
“Cariño, no te entiendo. Repítelo de nuevo,” le digo, mientras coloco
mi mano sobre la oreja.
“¡Él está aquí!” me grita. “Está aquí, y está a sólo cuatro mesas de
donde yo estoy.”
Su voz es temblorosa.
“¿Quién es él?”
Por un momento no la escucho. El ruido se amortigua, y suena como
si estuviera arrastrando el teléfono sobre su pecho.
“Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío,” la escucho decir.
“¿Quién es él?” repito.
“¡Mi tío!” Grita.
Mi corazón deja de latir por un segundo y salto de la cama. La pobre
chica había bajado a alistarse para realizar su primera sesión de fotos. Una
pareja nos contrató para su aniversario. Debí de haber ido con ella, pero
estaba tan emocionada que quería llegar temprano y alistarse. Insistió en
encontrarse conmigo después. Soy una chica grande, yo puedo hacer esto,
esas fueron sus palabras exactas. Cálmate, me digo a mí mismo.
“Cariño, escúchame. Necesito que regreses a la habitación, ¿de
acuerdo?”
Ella me ignora.
“Simplemente está sentado allí viendo niños pasar.”
“Necesitas regresar a la habitación, ahora,” le ordeno.
Me vuelve a ignorar. Es como si ni me estuviese escuchando.
“Yo sólo era una niña. No tenía ningún derecho. No puede salirse con
la suya.”
El tono de su voz me asusta. Es frío y vacío.
“Maldita sea, Nueve. ¡Trae tu trasero de vuelta, ahora!” le grito.
Espero que eso la haga reaccionar, pero no sucede. En cambio, el
teléfono pierde señal. Meto la mano bajo el colchón y alcanzo mi arma.
Nueve no tiene la menor idea que la obtuve hace unas semanas, pero sentía
que la necesitaba. No es por mí, es por ella. No fui capaz de proteger y
salvar a mi hermano, pero estaré condenado si dejo que algo le suceda a
mi mujer. Guardo el arma en mi espalda, tomo las llaves, y corro hacia la
puerta. Estoy corriendo por el pasillo hacia el restaurante de Ricky, que
está en el mismo hotel donde nos hospedamos. El lugar está lleno, la gente
está entrando y saliendo. Estoy buscando mientras varias personas se
topan conmigo. Finalmente la encuentro, está del otro lado de la
habitación. Me detengo a ver detenidamente. Toma un cuchillo de sierra y
luego empieza a seguir a un hombre grande a través de las puertas de
salida.
“Discúlpeme,” digo, mientras empujo a algunas personas para poder
pasar.
Para cuando llego al lugar donde la había visto, ella ya se me perdió
de nuevo. Corro hacia afuera y veo a los alrededores, la veo cruzar la
calle.
“¡Nueve!” grito.
No voltea. Veo más adelante de donde ella está y veo al gran hombre
del restaurante. Se dirige a un motel barato, y Nueve está detrás de él.
Cruzo la calle justo a tiempo para verla subir las escaleras. Me apresuro y
comienzo a subir las gradas tan rápido como si se estuviesen derritiendo.
Mi corazón está acelerado, y la veo de nuevo. Intento controlar mi
respiración para poder hablarle. Está parada afuera de una habitación del
hotel. Su cuerpo está recostado contra la pared. Sus ojos están rojos de
tanto llorar, y por la expresión en su rostro, sé que nada bueno puede
resultar de esto. Está sosteniendo algo detrás de su espalda. En mi mente,
sé que es el cuchillo. Me digo a mi mismo que tengo que acercarme con
precaución.
“¿Qué estás haciendo, Nueve?”
No dice nada. En cambio, señala hacia la habitación del hotel.
“Él está ahí.”
Saca el cuchillo de donde lo tenía, detrás de su espalda. Esta mierda
está a punto de reventar.
“Cariño, no tienes que hacer esto,” digo.
“¿No sabes ya lo que él me hizo? ¿Es que no te importa?”
Se acerca más a la puerta. Yo doy un paso hacia adelante.
“Entrégame el cuchillo. ¿Qué quieres? ¿Venganza? ¿Justicia?”
pregunto.
Ella asiente.
Tengo miedo que en cualquier minuto la policía estará rodeándonos.
“Nueve, sé cómo te sientes. Sé lo enojada que estás, pero, cariño, no
vale la pena.”
Ella coloca su mano sobre la manecilla.
“Él no tendrá la oportunidad de hacerle eso a otro niño. Lo quiero
muerto.”
“¿Cómo sabes que es él? Puede ser alguien que se le parezca.”
“Él entraba a mi habitación todas las noches, conozco su rostro. Es
él.”
Me acerco más. Mis manos están donde ella puede verlas.
“No hace que el sentimiento desaparezca. Mi hermano está muerto, y
yo obtuve mi justicia con Victor, pero no hace que el dolor desaparezca.
Todavía existe.” Golpeo mi pecho.
La manecilla comienza a moverse por dentro de la habitación. Va a
salir y justo en ese segundo la encaro y la empujo hacia la pared. El
cuchillo se cae, lo pateo hacia atrás y este cae en el piso de abajo.
“No.” Me pega en el pecho. Su cabeza cae sobre mi hombro mientras
yo la sujeto fuertemente. Está sollozando, y justo cuando está a punto de
salir de la habitación, le doy la vuelta para que ella no pueda verlo. Ella ha
perdido la cabeza, y este imbécil sale de la habitación y me ve de manera
enojada. No tiene ni idea que le acabo de salvar la vida. La estoy sujetando
fuertemente mientras ella golpea mis brazos. Mantengo la mirada fija en
él, porque sé que esto no ha acabado. Tan pronto como lo pierdo de vista,
lentamente suelto a Nueve.
“¡Mírame!” le grito.
Ella está loca, como un zombi. Sujeto su rostro con ambas manos.
“Vas a controlarte, y regresarás a esa sesión de fotos. Nada de esta
mierda ha sucedido. Tú no estuviste aquí. Nunca lo viste. ¿Me escuchas?”
“Pero-“
“Pero nada. Yo me encargaré de esto. Ahora vete.” Señalo hacia la
dirección opuesta de donde su tío se había dirigido.
Se aleja de mí. Se da cuenta de lo que le estoy diciendo. Empieza a
sacudir la cabeza furiosa.
“Trig, no.”
“Maldita sea, sal de aquí, Nueve. ¡Ahora!” le grito.
Se levanta, puedo ver como el rímel le mancha la mejilla. Ella huye
del lugar, mientras yo le pido a Dios que los dos no se vayan a cruzar a
medio camino. Inhalo y exhalo lentamente para calmar mis nervios,
mientras veo a través del balcón. El cuchillo está tirado en el suelo.
“Mierda,” digo.
Estuvo cerca de matarlo, espero a calmarme. Dejo que todo esto pase.
Paso ambas manos sobre mi rostro. Tenía diez años cuando él abusó de
ella, maldita sea. Me pregunto si debí dejar que lo matara. No, me digo a
mí mismo. Ella nunca hubiese vuelto a ser la misma.
Yo sé que nunca volví a ser el mismo después de mi primer asesinato.
Comienzo a pensar en el día en que yo lo hice. Es tan malo que desearía
no tener que recordarlo. El Salvador me forzó. El hombre estaba tirado en
el suelo con las manos y piernas atadas. El Salvador me dijo que una vez
que yo enfrentara mi miedo, ya nada malo sucedería. Al principio me
negué. Le entregué de vuelta el arma, pero él me recordó a mi hermana y
lo fácil que sería matar a sus hijos. Lo odiaba. Colocó el arma sobre mi
mano y me dijo que este sería mi primer asesinato; y si no lo hacía, haría
una llamada para hacer estallar la casa de mi hermana. Me acerque y el
hombre empezó a llorar. Me rogaba que no lo hiciera. Me sentía mal.
“Apúntale, Trig. No tenemos todo el día. Tengo otras personas de las
que me tengo que encargar.”
“¡No puedo!” grité.
El Salvador levantó su teléfono.
“Detente,” le dije.
Apunto el arma hacia el hombre. Está llorando. Nunca había visto a
un adulto tan asustado. Apunto y veo a El Salvador, quien pareciera estar
sonriendo. Me enferma aún más.
“Vamos,” me alienta. “Entre más rápido lo hagas, mejor.”
Siento como si me fuera a desmayar. Apenas y puedo sostener el
arma. Mis dientes están temblando de nervios. Apunto el arma hacia la
cabeza del hombre, está aterrorizado. Sus ojos son grandes y sigue
rogando, no cierra la boca. Está diciendo cualquier cosa para que yo baje
el arma. Detrás de mí, El Salvador está gritando que el tiempo se agota, y
yo no puedo pensar, no puedo respirar. Jalo el gatillo y todo acaba. La
habitación está en silencio y dejo caer el arma, colapso al lado del cuerpo.
Estoy temblando y meciéndome de atrás hacia adelante. Empiezo a
escuchar un gorgoteo y me doy cuenta que el hombre todavía no está
muerto.
“Tendrás que terminar esto, Trig,” dice El Salvador.
“¡No haré eso de nuevo, maldita sea!” grito.
Me agacho y vomito, tengo los nervios de punta y ya no aguanto. El
Salvador se agacha y me entrega una servilleta, limpio mi boca con ella.
Luego me entrega un cuchillo, me rehúso a tomarlo.
“Tarde o temprano, todo lo que toques será utilizado como una arma.
Acostúmbrate.”
“Hice mi trabajo, ya terminé,” le digo.
“El primer asesinato siempre es el más difícil. Yo lo haré esta vez,
pero luego, estás por tu cuenta. Tú terminarás todo lo que empieces.
¿Entendido?”
Se acerca y se agacha al lado del hombre. Veo con horror mientras él
atraviesa el cuchillo por la garganta del hombre. La sangre salpica y yo no
puedo respirar.
“Los cuchillos son un desastre, pero siempre cumplen su propósito.”
“Pudiste haberle disparado,” le digo enojado.
“No le disparaste en el punto exacto. Esto fue para enseñarte una
lección. El propósito es matar, no lastimar; y nosotros no dejamos los
cuerpos tirados por allí, así que necesitaré que lo muevas.”
“¿Qué? No, maldita sea.”
“Lo haces o es momento de morir, Trig. Deja de intentar ser un
héroe. Todos sabemos que las personas prefieren a los villanos. Ahora
cállate y mueve el cuerpo.”
Y eso fue todo. Así fue la primera vez que asesiné a alguien. Nunca
olvidas ni la primera ni la última vez, porque ambas te destruyen. Saco la
cajetilla de cigarros del bolsillo trasero y tomo uno, lo enciendo e inhalo.
Siento como el estrés desaparece lentamente, muevo mi cuello en círculos.
“¿Sabes qué? Justo estaba llegando al auto cuando me di cuenta que
dejé mi billetera en la habitación. Tendré que ir por ella y te veo en el cine
en alrededor de diez minutos,” escucho decir a un hombre.
Es él, el tío. Está caminando de regreso por las escaleras. Continúo
fumándome el cigarrillo y viendo a través del balcón. Puedo ver que está
caminado hacia donde yo estoy, pero evito el contacto visual. Todavía está
hablando por teléfono. Entra a la habitación, pero deja la puerta abierta.
Saco unos guantes negros de mi bolsillo y los coloco en mis manos. Me
doy la vuelta y entro a escondidas detrás de él, cierro la puerta en silencio.
Saco mi arma y la apunto hacia él. Toma la billetera de la mesa y se da la
vuelta. Sus ojos se abren por completo y da un salto hacia atrás. Coloco un
dedo sobre mis labios. Él cierra el teléfono.
“Entrégame la billetera,” le digo.
“Tómala, solamente no me mates.”
La abro y leo el nombre en su licencia de conducir.
“Fred Barnaby de Nuevo México.”
El hombre continúa en silencio. Tiro la billetera a un lado, se ve
confundido.
“¿Tienes una sobrina que se llama Storm Wilson?” le pregunto.
Él aclara su garganta. Le pido a Dios que diga que no.
“¿Storm? No. Sí. No,” tartamudea.
“No me gustan las discrepancias. Me ponen nervioso. ¿Es un sí o un
no?”
“Ella probablemente está muerta. No lo sé. Nadie la ha visto en varios
años.”
Entrecierro mis ojos.
“No está muerta, ¿cierto?” pregunta.
Sacudo mi cabeza. Camino alrededor de la habitación. Él mantiene
sus manos alzadas y me ve.
“Bonita laptop. Te importa si le echo un vistazo.”
“Tengo información personal en ella.” Empieza a caminar hacia
donde yo estoy.
“Apártate, maldito.”
La abro y comienzo a revisar los documentos, no hay nada fuera de
lo normal. Busco en descargas y tampoco encuentro algo interesante.
Volteo a ver al tío Fred, parece que se hará en los pantalones.
“¿Y Storm? Cuéntame sobre ella.”
Su cuerpo se tensa, puedo darme cuenta que su garganta se torna roja.
Comienza a ver todo lo que hay en la habitación y pequeñas gotas de
sudor empiezan a caer sobre su frente.
“Una chica dulce, es todo lo que recuerdo,” dice. “Era muy joven la
última vez que la vi.”
“Apuesto que lo era.” Me obligo a permanecer calmado, pero dentro
de mí ya lo maté.
Veo de nuevo hacia el monitor. Veo todos los archivos hasta que uno
de ellos llama mi atención. Está nombrado como túneles y pipas. Parece
extraño, en especial por los otros archivos, como vacaciones en Corea
2015 o fiesta de la oficina 2012. Hago clic sobre el archivo e
instantáneamente se llena de pornografía infantil.
“Eres un pedófilo, desagradable pedazo de mierda.”
Se levanta mientras yo camino hacia él. Coloco el arma sobre su sien,
él cae de rodillas sobre la alfombra.
“¿Sabes que ella está aquí?”
“¿Quién está aquí?” dice nervioso.
“¡Storm! De todas las islas del planeta, tú traes tu asqueroso trasero a
esta, arruinándole su mundo.”
Le golpeo un lado de la cara con el arma. Cae sobre su cabeza y
luego se queja.
Veo hacia la mesa y tomo su teléfono. Voy directo a YouTube y
selecciono las búsquedas. Tecleo el lago de los cisnes y dejo que suene a
todo volumen.
“Ella dijo que tu solías poner esta canción todas las noches cuando
entrabas a su habitación.” Le pateo la cara. “¿Cómo se siente tener
miedo?” Lo pateo de nuevo, la sangre sale a chorros de su nariz.
Camino hacia enfrente y pateo su entrepierna. El hombre parece un
cobarde frente a mí. Está llorando y quejándose, y en lo único que puedo
pensar es en sus manos sobre el cuerpo de Nueve. La niña inocente que
nunca conocí.
“Maldito pervertido,” le digo.
“Lo siento,” escupe las palabras de su boca.
“¿Lo siento? ¿Tú lo sientes?” Me agacho y lo golpeo con mi puño
sobre el rostro ensangrentado. “¡Tú no puedes sentirlo!” le grito, mientras
me pongo de pie. Me paro sobre una de sus rodillas hasta que escucho que
truena, mientras que grita de dolor.
“Eso definitivamente está roto,” le advierto.
Volteo y veo de nuevo la laptop. Las fotografías de todos esos niños
desnudos recorren mi mente y el enojo regresa. Doy un paso hacia
adelante y estoy encima de él, el arma está apuntando hacia abajo. Estoy a
punto de jalar el gatillo cuando pienso en ella. Me imagino su sonrisa, su
risa, y la forma en que sus ojos se iluminan cuando no está preocupada.
Pienso en su mano sobre la mía, el sexo, y nosotros besándonos. Recuerdo
las peleas y las dificultades, entonces bajo el arma. Si lo mato, entonces
nada en mí ha cambiado. Sería un hipócrita. Solamente con tener esta arma
ya me coloca en esa categoría. Aunque no puedo permitir que se vaya
libre. No puedo permitir que la vuelva a lastimar o que lastime a alguien
más. Decisiones, decisiones.
Fred se queja del dolor y coloca su mano sobre mi bota, la alejo con
una patada.
“Escúchame, maldito. Hace dos meses yo hubiese jalado el gatillo, y
luego te hubiese enterrado en medio del desierto. Luego de eso hubiese
cenado y no habría pensado de nuevo en ti.” Hago una pausa. “Es una
suerte que tu sobrina saque mi lado bueno. Intento ser un hombre nuevo, y
tú lo estás haciendo demasiado difícil.”
Farfulla incoherentemente.
“Cállate. A nadie le importa una mierda lo que tengas que decir.”
Saco el silenciador de mi bolsillo, lo coloco al arma, y luego apunto
hacia su cabeza.
“Un disparo es suficiente. Ya no estarías vivo. Un pervertido menos
del cual las mamás ya no se tendrían que preocupar más, pero eso sería
demasiado fácil. Sin sufrimiento. Sin dolor. No lo creo. Creo que debes de
sufrir por lo que le hiciste a Storm. Habiendo dicho eso, he decidido que
vivirás… pero sin tu pene y tendrás dos manos inservibles.”
Rápidamente jalo del gatillo y disparo hacia su entrepierna, y luego
un disparo hacia cada una de sus manos. Grita y luego se desmaya. Me
arrodillo y golpeo su cara para despertarlo. Apenas y abre sus ojos.
“¿Sabes lo que le hacen a los pedófilos en prisión? Yo llevaría algo
de vaselina si fuera tú.”
Me levanto y camino hacia la mesa. Abro la laptop y la coloco viendo
hacia la puerta, para asegurarme que la policía pueda encontrar la
pornografía al ingresar a la habitación. Tomo su teléfono prepago, llamo
a la policía, y hago el mejor acento local que puedo hacer.
“911. ¿Cuál es su emergencia?” dice la operadora.
“Creo que le han disparado a alguien. Estoy ubicado en Carvers Inn
en el Boulevard Biloxi. Escuché disparos en la habitación 202 y luego
alguien gritó. Vi a una mujer cargando a un niño. Ella decía que él había
tocado a su bebé, y luego huyó.”
“¿Cuál es su nombre, señor?”
Cuelgo el teléfono, le quito la batería, y luego guardo ambas cosas en
mi bolsillo. Asomo mi cabeza por la puerta y luego cuidadosamente salgo
de la habitación. Logro llegar al frente del hotel cuando recuerdo el
cuchillo. Todavía está tirado en el suelo. Me doy la vuelta y me apresuro a
recuperarlo. Recojo el cuchillo, lo guardo en mi bolsillo, y luego dejo mi
camisa de fuera para poder esconderlo. Saco su celular y lo tiro en el
basurero más cercano. Cuando estoy a punto de irme, escucho sirenas y
luego varios policías llegan al lugar. Escondo los guantes con sangre bajo
mis axilas y camino frente a ellos como si nada hubiese sucedido, y luego
estoy a salvo. Cuando estoy fuera de su vista, saco los guantes y los
guardo en mi bolsillo. Regreso al restaurante para ver cómo está Nueve.
Ingreso a Ricky’s y la veo. Claramente está desconcentrada. Su rostro
expresa preocupación, y sus ojos están llorosos. Está tomando las fotos
pero no está presente. Me siento en una esquina del restaurante y la veo.
Ella ve a su alrededor y luego nuestras miradas se encuentran. Exhala, casi
en alivio, pero se ve herida. Ella piensa que lo maté, y tal vez lo hice. Tal
vez se desangre en esa habitación de hotel. ¿Quién sabe? Comienza a
caminar hacia donde yo estoy. Levanto una mano para detenerla, y le hago
entender que se tiene que concentrar de nuevo en su trabajo. Dos segundos
después, seis policías ingresan al restaurante. Nueve y yo cruzamos
nuestras miradas brevemente antes de regresar mi mirada hacia ellos. Me
doy cuenta como sus ojos revisan el lugar. Están buscando a alguien.
Coloco mi codo sobre la mesa y cubro mi rostro con mi mano. De repente
una mujer, que reconozco, corre hacia donde están ellos. Es la que nos
contrató para la sesión de fotos. Ella y los policías caminan hacia la mesa
en donde estoy sentado, y ahora todos están a mi lado. Veo que la mujer
llama a Nueve y mi corazón se detiene.
“Lo hiciste. Gracias a Dios. Veo que trajiste a la mitad del escuadrón.”
Sonríe.
“Feliz aniversario,” dice el policía más alto. “Hubiese traído al resto,
pero hubo un incidente en uno de los moteles.”
El rostro de Nueve se tensa mientras me ve.
“Oh Dios. ¿Qué ha pasado?” pregunta.
“Una mujer le disparó al pene de un pedófilo. Le disparó ambas
manos también.”
“¿Él murió?”
La mujer coloca su mano sobre su boca. Me inclino para escuchar el
veredicto.
“No. Él vivirá. Es como si la persona que le disparó quería que
viviera. Una locura.”
Veo hacia otro lado, aliviado.
“Bueno, el karma siempre aparece. Se lo merecía.”
“No me digas,” dice el policía.
“Todos, este es mi primo León y sus hombres. Sé que están con sus
uniformes, pero vinieron a celebrar con nosotros.” Se da la vuelta y alza
la voz para que escuchen los invitados de distintas mesas. Ambos se ríen.
El policía es su primo y simplemente vino a la fiesta. Mi cuerpo se
relaja, y mi cabeza cae sobre mi mano. Le pido a Dios en silencio que me
dé fuerza. Nueve la necesitará para poder afrontar esta situación, y yo la
necesitaré para poder lidiar con ella. Lentamente levanto mi cabeza, ella
no parece estar molesta. En cambio, me da las gracias en silencio.
“Chicos, déjenme presentarles a Angelina Krackle. Es la fotógrafa de
nuestra fiesta, y me encantaría si pudiese tener una fotografía de ustedes,
caballeros.”
Los chicos sonríen y hacen una fila. Nueve se vuelve a concentrar, sé
que todo estará bien. Lo tiene que estar. Nadie murió el día de hoy.







Doce. En descanso, soldado

Veo el vestido. Es un azul hermoso, brillante, y largo. Intento
imaginarme cómo me vería en él mientras lo sostengo contra mi cuerpo.
La tela se siente suave sobre mis dedos, lo cual me hace amarlo aún más.
Subo la mirada cuando escucho que abren la puerta del baño. Mi espalda
se tensa y mi boca se abre cuando lo veo.
“Dios mío, eres guapo,” digo.
El traje le talla perfecto y yo estoy sorprendida. Es tan sexy. Lame sus
labios y me da una sonrisa. Sus ojos se mueven para todos lados antes de
verme.
“No puedo creer que todavía no te pongas el vestido.”
“Es demasiado bonito. No lo quiero arrugar.”
Lo sostengo contra la luz. Él toma el vestido y luego mi mano. Me
lleva al baño y me obliga a entrar.
“Vístete, por favor,” me pide amablemente.
Aunque sus ojos lo están ordenando.
“Está bien.”
Cierro la puerta, me quito la ropa rápidamente, y me coloco el
vestido. Subo la cremallera y me veo en el espejo. Es hermoso. Para ser un
hombre, hizo un buen trabajo al escogerlo. Me veo en el espejo para
revisar mi maquillaje y peinado. Trig hizo que me maquillara hace horas,
ya que dijo que no quería que llegáramos tarde a donde sea que me esté
llevando. Me pongo unos tacones negros, respiro, y salgo del baño.
Sus cejas se alzan mientras que sus ojos se clavan en mí.
“Te ves realmente linda.”
Me sonrojo por algunos segundos y luego recupero la compostura.
“¿Planeas decirme a dónde me estás llevando?”
“No.”
“¿Qué dia-“ estoy por decir.
Él coloca un dedo sobre mis labios.
“Las damas no maldicen.”
“Nada de mí es apropiado.”
“Bueno, entonces cambiemos eso,” me dice.
Extiende su codo hacia mí, yo enrollo mis dedos alrededor de sus
bíceps. Salimos, el suspenso me está matando. Sostiene mi mano mientras
bajamos por el elevador para salir del hotel. Se detiene y señala hacia la
limusina negra que nos está esperando en la entrada. El chofer camina
hacia nosotros, pero Trig lo detiene.
“Yo me encargo.”
“Ohh, que elegante, señor Krackle.”
Abre la puerta y deja que yo suba primero.
“Y también un caballero. Me gusta eso.”
“Yo siempre soy un caballero.” Me guiña el ojo.
“Te daré el crédito.”
Veo ansiosa a través de la ventana. Estoy vestida como si estuviese a
punto de asistir a una boda, o en cambio, estar en una. Trig se acerca y
toma mi mano.
“Así que, ¿en serio no me dirás a dónde vamos?”
Sacude su cabeza y yo frunzo el ceño.
“Arruinaría la sorpresa.”
Nos conducimos algunas calles hacia abajo y luego la limusina se
estaciona afuera de una secundaria. Veo a muchos chicos salir de autos y
limusinas, vestidos como nosotros lo estamos. Mierda, estamos en un
baile de graduación. Volteo a ver a Trig, sonríe y me muestra un ramillete.
“¿Irías al baile de graduación conmigo?”
Me río.
“Ya estamos aquí. En este punto, sería cruel decir que no.” Hago una
pausa. “Sí, iré al baile contigo.” Sonrío.
Coloca el ramillete alrededor de mi muñeca. Lo veo salir de la
limusina, y luego da la vuelta para abrir mi puerta. Salgo, y tomo el brazo
de Trig. Puedo escuchar música en algún lugar de la escuela.
“Esto es una locura. ¿Cómo entraremos?”
“Tengo mis trucos, así es cómo lo lográremos.”
Nos acercamos a donde los otros chicos se están registrando. Una
mujer mayor, que está al otro lado de la mesa, me ve y luego a Trig.
“Señor Krackle, ¿cómo está? ¿Es está la adorable joven?” Me señala,
yo solamente estoy viendo lo que sucede.
“Es ella.”
“Pasen, por favor. Estoy tan feliz de poder hacer este sueño realidad
para ustedes dos, y solamente quiero agradecer por la donación que hizo a
la escuela. Es un honor tenerlos esta noche aquí.”
Veo a Trig como si fuese un extraterrestre.
“El placer es mío. Cualquier cosa por los chicos.”
No tengo idea quién es el hombre al que le estoy sujetando el brazo
en este momento. ¿Una gran donación? ¿Un deseo? Me inclino hacia Trig
mientras caminamos.
“¿Qué es lo que realmente estamos haciendo aquí?” pregunto.
Me ignora, mientras caminamos por el pasillo hacia donde suena la
música. Estoy confundida, emocionada, y con incertidumbre.
“¿Trig?”
Se detiene y se voltea justo al llegar a la entrada.
“Estoy intentando darte lo que nunca tuviste.”
Estoy a punto de hablar pero me detiene.
“Quiero que tengas todo lo que te perdiste. Sólo déjame ser un
hombre y hacer esto por ti.”
Asiento y, al mismo tiempo, me doy cuenta que le he entregado todo
de mí. Aprieto más su mano. Se da la vuelta para caminar, pero lo jalo
para que regrese hacia mí. Se da la vuelta y tomo su rostro con ambas
manos, y lo acerco a mis labios. Es un beso suave y dulce. No, es más que
eso. Es un beso que dice, cómo fui tan afortunada de encontrarte. Tenemos
ese amor incondicional. Agapé, como es conocido en la biblia y Trig tiene
razón. Nadie me ha amado más que él, y nadie más lo hará. Me aleja y me
ve como lo hace normalmente, con esa mirada como si estuviese
buscando mi alma, y no puedo cansarme de eso. Trig y yo estamos lejos
de ser perfectos, pero esta noche me siento impecable a su lado. Ambos
nos damos la vuelta y nos dirigimos al gimnasio.
“Oh, Dios mío,” digo al entrar.
La escuela se esforzó al realizar el baile. Es hermoso. En una gran
pancarta se lee el tema del baile, un diamante en bruto. El lugar está
hermoso, y todo en brilla, desde el centro de mesa, las decoraciones en el
techo, hasta el piso. Es el baile soñado de cualquier chica. Inspecciono el
lugar y veo a chicos por todos lados. Algunos están bailando y otros
solamente están hablando. Me doy cuenta que unas chicas están viendo a
Trig, y no las culpo. Si yo fuese más joven y lo viera entrar a mi escuela
de la manera en que está vestido esta noche, probablemente haría lo
mismo, o incluso algo más. El DJ está en el escenario, y una canción pop
está sonando. El ritmo es un poco rápido para mí, así que nos vamos a
sentar a una mesa. Inspecciono el lugar.
“¿Qué? ¿No hay un tazón de ponche?” bromeo.
“Creo que eso sólo sucede en las películas. Muchos chicos estaban
agregándole alcohol al ponche y pasando un buen rato. Hay una barra de
tragos sin alcohol en la esquina, si tienes sed.”
“No, estoy bien, tal vez más tarde. Todavía no puedo creer que hayas
hecho esto.”
Veo mi ramillete, es lindo. Las flores azules combinan con mi
vestido.
“Haría cualquier cosa por ti, Nueve. Lo sabes.”
Lo veo fijamente. Sus ojos café oscuro están clavados en los míos. La
canción rápida que estaba sonando cambia, ahora es una canción con
ritmo suave y despacio.
“Baila conmigo,” dice mientras salta de su silla.
Me levanto y tomo su brazo mientras él me guía hacia la pista de
baile. Coloca una mano en mi cintura, y la otra sobre mi cadera,
suavemente me acerca a él, y empezamos a bailar al ritmo de la música.
No puedo quitarle la mirada de encima. Quisiera poder detener este
momento. Todo es tan perfecto, y nunca había estado tan feliz como lo
estoy ahora, bailando entre los brazos del hombre del que me enamoré. Le
sonrío.
“¿Qué?” me pregunta.
“No es nada.”
“Dime,” insiste.
“Es solo que estoy tan…” cambio de opinión. “Gracias,” le digo.
Me sostiene más fuerte. Descanso mi cabeza sobre su pecho y sonrío.
Inhalo el aroma de su colonia y la manera en que me sostiene en sus
brazos me hace sentir en el cielo. Puedo sentir el calor de su mano sobre
mi espalda baja, es reconfortante y sensual. El DJ toca dos canciones más
con ritmo lento, y seguimos bailando disfrutando el momento. Coloco mis
brazos alrededor de su cuello y lo veo con ojos de adoración.
“¿Cómo lo hiciste?”
“¿Hice qué?” me pregunta mientras junta sus cejas.
“Liberar mi corazón enjaulado.”
Sonríe.
“Te dije que pelearía por ti. Creo que gané la batalla.”
“Tranquilo, soldado.”
Lentamente alcanzo su rostro y lo acerco al mío. Justo antes que
nuestros labios se toquen, luces brillantes empiezan a parpadear a nuestro
alrededor y la música se detiene. Me alejo y veo un círculo de personas
cerca de nosotros. Algunos fotógrafos todavía están tomando fotografías
cuando se escucha una voz a través de las bocinas. Me doy la vuelta para
ver hacia el escenario. La mujer que conocimos en la entrada está parada
en el escenario viéndonos a los dos. Me encojo por dentro y me siento
abrumada, mientras las luces están sobre nosotros.
“Me imagino que algunos se están preguntando qué están haciendo
estas hermosas personas aquí. Bueno, déjenme decirles. La semana pasada
este caballero se acercó a mí. Me dijo que su esposa Angelina nunca había
podido asistir a un baile de graduación por una tragedia que sucedió en su
juventud. Me preguntó si podía arreglar la situación y traerla está noche
aquí. Ella no tenía ni idea, esta noche es una sorpresa para ella. Entiendo
que normalmente sólo tenemos un rey y una reina, pero creo que esta
noche podemos tener dos.”
Las personas en el gimnasio se vuelven locas. Los chicos están
sonriendo y gritando, y todos tienen los ojos puestos en nosotros. Siento
que estoy a punto de vomitar. Esto es una locura. Veo a Trig, me da una de
sus famosas sonrisas.
“¿Pueden subir aquí ustedes dos?” La señora sonríe y nos indica que
subamos. “Vamos.”
No puedo caminar. Mis pies están sembrados al suelo. De repente
todos nos abren camino. Trig tiene que jalar mi brazo suavemente para
lograr que me mueva. Finalmente llegamos al escenario tomados de la
mano. Sonrío de la vergüenza. Mis mejillas deben de estar coloradas, ya
que siento el calor por todo mi rostro. La señora saca una corona y la
coloca sobre mi cabeza, y luego hace lo mismo con Trig.
“Los nombro reina y rey del baile de este año.”
La multitud comienza a silbar, gritar, y aplaudir.
Le doy las gracias, ambos vemos hacia la multitud y realizamos una
reverencia.
“Voy a matarte,” le digo entre dientes inclinándome hacia él. Las
sonrisas de nuestro rostro no han desaparecido todavía. Él se inclina hacia
mí.
“Cariño, esta noche te lo haré tan duro que no lo desearás.”
Me sonrojo de nuevo. Los gritos y aplausos al fin se detienen. Nos
bajamos del escenario mientras que la verdadera reina y rey suben a él.
Los dos chicos se ven felices y para nada molestos por nuestro pequeño
espectáculo.
“No puedo creer que les hayas dicho que hicieran esto.”
“No, eso no lo hice yo. Yo no le pedí que nos coronara.”
Lo veo, sin estar convencida. Me cruzo de brazos y lo sigo viendo.
Finalmente se ríe y coloca una mano sobre su estómago.
“Bueno. Tal vez si te mencioné a ti, pero ciertamente no me mencioné
a mí.”
Me acerco a él y lo tomo de la solapa.
“¿Tu esposa? ¿Reina de honor de la graduación? Estás en problemas,
señor Krackle.”
“Simplemente quiero verte feliz.”
Veo a todas las parejas felices por todo el lugar. Algunos se están
besando a escondidas en la pista de baile, y otros lo están haciendo en la
oscuridad de las esquinas.
“Si fuéramos una pareja de adolescentes, definitivamente me
estuviera besando contigo detrás de las gradas, sólo para que sepas,” le
digo.
“Y yo definitivamente hubiese intentado acostarme contigo la noche
de nuestro baile, sólo para que lo sepas.”
“Hubiese permitido que lo intentaras, tal vez incluso ayudarte a
lograrlo.” Sonrío.
“Mi mente se acaba de marchar a un lugar atrevido, y no siento
correcto pensar en estas cosas estando rodeado de todos estos niños.”
Muerdo mi labio.
“Podríamos continuar esta conversación en un lugar más privado. Tal
vez la limusina.”
“No digas más.”
Toma mi mano y me lleva hacia la salida.
Prácticamente estamos corriendo hacia la limusina y nos vamos
riendo todo el camino. Casi me siento como una adolescente. Nos subimos
y cerramos la puerta. Trig levanta la división de en medio y yo me acerco
a él, se hace para atrás.
“¡Espera!” dice.
Me recuesto hacia atrás.
Trig alcanza el bolsillo de su esmoquin y saca una pequeña caja
negra.
“Uh. Um.” Un sentimiento terrible se apodera de mí.
Él se ríe. “No es lo que estás pensando.”
Suspiro de alivio. No sé cómo ser una esposa, suena como mucha
responsabilidad. Apenas y estoy aprendiendo a ser una novia.
Abre la caja y, dentro de ella, brilla un hermoso anillo color
esmeralda.
“Te amo, Nueve. Eres la única mujer con la que quiero estar, y
habiendo dicho eso, quiero darte este hermoso anillo… por tu
cumpleaños.”
Me río. Me tomó el pelo por un minuto.
“No es mi cumpleaños,” sonrío.
“No, pero es el cumpleaños de Angelina.”
Busco en mi cartera y saco mi pasaporte. Busco rápidamente la fecha.
Tiene razón, es mi cumpleaños. Mis papeles dicen que hoy es el
cumpleaños de Angelina. Me río cuando pienso en eso. Es confuso tener
que empezar como una persona totalmente nueva luego de todos estos
años. Supongo que tengo que empezar a familiarizarme con la
información de Angelina al igual que con la de Mike. Es difícil recordar
llamarnos por estos nombres, nombres que ambos odiamos. Intentamos
utilizarlos en público; pero si estamos solo nosotros dos, seguimos
utilizando nuestros verdaderos nombres.
Veo como Trig coloca el anillo. Estiro mis dedos y lo examino. El
color es fascinante.
“Espero que te guste,” dice.
“Me encanta. Gracias.”
Se recuesta sobre el asiento y me estudia.
“¿Quieres regresar adentro? Tal vez bailar otro rato.”
Lo considero, luego veo a Trig con su traje, y creo firmemente que
ya cumplí con mi graduación. Nos arreglamos y bailamos. Nos coronaron
y ahora solo falta una cosa por hacer. Succiono mi labio inferior y sacudo
mi cabeza lentamente.
“No, no quiero.” Lo veo con ojos que lo invitan a devorarme.
“Quiero que me cojas tan duro que ni siquiera piense en matarte por esta
noche. Eso fue lo que dijiste, ¿cierto?”
Él lame sus labios y me da una mirada traviesa.
“Como desees, pero lo único que quiero verte encima es ese anillo.”
“Me dejaré puestos los tacones para dar la talla, si eso te parece bien.”
“Eres una chica mala,” dice mientras se inclina hacia adelante.
“Ven aquí. Te enseñaré que tan mala puedo ser.” Le hago señas para
que se acerque a mí.
Se pone de rodillas dentro de la limusina y gatea hasta llegar a donde
estoy. Sujeta mi cintura y, con fuerza, me jala hasta la orilla del asiento.
Veo como arrastra cuatro dedos sobre mi cuello y pecho, y luego mi
estómago. De repente, ambas manos están sobre mis rodillas. Engancha
ambas manos debajo de mis rodillas y me tira hacia él. Yo jadeo.
“Suerte para ti, sé cómo manejar a una chica mala, y requiere un
castigo fuerte.”
“Contrólame entonces,” murmuro en su oído.
Me acuesta sobre el asiento y termina la noche jalándome el cabello,
gritando nombres, meciendo la limusina, el tipo de sexo que te hace
caminar extraño al siguiente día; y a eso le llamo yo, un baile de
graduación genial.












Trece. Acabas de meterte con la manada equivocada

Hace tres años y medio, Trig me llevó a un baile de graduación, en
donde tuvimos sexo de manera asombrosa en la parte de atrás de una
limusina. Nueve meses después, la vida nos entregó una pequeña sorpresa
llamada Mya, y es exactamente como su padre.
“Mami, ¿conociste a papá en la playa?”
“No, bebé. No lo conocí en la playa.”
“¿Lo conociste en un restaurante?”
“No.”
“¿Entonces en dónde?”
Sus ojos café, curiosos, levantan la vista de su libro de colorear.
Parpadea con esas pestañas largas, mientras espera una respuesta. Una
serie de eventos pasan por mi cabeza y yo no puedo responderle. Veo a
Trig para que me ayude. Simplemente se encoje de hombros como
diciendo, estás en esto tú sola. Respiro hondo y me calmo.
“Me estaba hospedando en un hotel, me caí, y me lastimé muy fuerte.
Estaba tan adolorida que gritaba. Pensé que nadie llegaría, pensé que
podría morir allí. Fue cuando apareció papá y me salvó, eso es todo. Así
fue como nos conocimos.”
Ella me ve con los ojos abiertos. Veo que su crayón se cae de la mesa.
“Wow, debiste de haberte lastimado muy fuerte. Debes de tener más
cuidado la próxima vez.”
Empuja su silla hacia afuera y salta al piso, pero no sin antes tomar su
crayón y el libro de colorear. Volteo a ver a Trig, quien tiene una mano
sobre su boca.
“Es tu vivo retrato,” dice Trig.
“Definitivamente no heredó mi personalidad, eso es de tu parte. Es
demasiado calmada para tener tres años. Siempre está dando consejos
como una persona adulta. Es loco. Anoche le dijo a un hombre en el
supermercado que alejara sus ojos porque su madre ya tenía dueño.”
Trig se ríe. “Esa es mi niña. Ella solamente está cuidándote, como yo
lo hago.”
“Genial. Tengo dos guardaespaldas por el precio de uno.”
Trig se acerca y gruñe sobre mi cuello. Me río e intento alejarlo.
“He estado pensado sobre lo que dijiste anoche, y creo que tienes
razón, tal vez deberíamos de hacerlo.”
“¿Hablas de casarnos?” pregunta.
“Mya está creciendo. Está empezando a hacer muchas preguntas. Me
siento mal por mentirle en la mitad de las cosas que hago, quiero hacerlo
legítimo. Ella puede ser parte de la boda. Creo que ya estoy lista.” Hago
una pausa. “¿Tú estás listo?” pregunto nerviosa.
Trig pone los ojos en blanco.
“Cariño, yo he estado listo desde hace tiempo. Te he estado
esperando.”
“Lo sé. Sólo que no quiero ser como mis padres.”
Él coloca sus manos sobre mis hombros.
“No te pareces en nada a ellos. Mírate. Mira a Mya. Eres una mamá
grandiosa, y esa pequeña es feliz. No hay comparación.”
Exhalo una bocanada de aire, intentando detener las lágrimas
maternales que se están juntando. Trig ha logrado sacar la parte dulce que
hay en mí desde que lo conocí; y Mya, bueno ella abrió un gran hueco en
mi corazón. Nunca pensé que podría amar a alguien como amo a mi hija.
Cuando descubrí que estaba embarazada, lloré toda una semana. Estaba
aterrorizada que la fuera a destruir. No pensé que pudiera ser una buena
madre, pero el minuto en el que nació no la pude soltar. Apenas y le
permitía a Trig cargarla, tanto así la amaba. Todo sucedió tan natural, y mi
nuevo propósito como madre era darle el mejor estilo de vida posible. Le
daría la vida que yo no tuve mientras crecía, y con el dinero que
obtenemos de las fotografías Krackle, no sería difícil.
El negocio ha ido creciendo desde que lo empezamos hace tres años.
Me he enfocado más en fotografías boudoir, y mi trabajo se puede
apreciar en revistas, portadas de libros, y a través del mundo. A Trig le
gustan las fotos simples, en reuniones; y ambos hacemos un gran equipo.
Recibimos trabajos de todos lados. Aparentemente, somos los mejores en
el área, y las personas que nos contratan, principalmente son turistas
adinerados. Recomendados por personas locales. Ellos nos recomiendan
porque con Trig realizamos bastantes trabajos de voluntariado y servicio
comunitario. Qué mejor forma de darle uso al dinero viejo
ensangrentado, ¿cierto? Generamos tanto dinero el primero año, sólo de
sesiones fotográficas, que mezclamos un poco de dinero legal con otro
poco del ilegal y compramos una casa en la playa y una camioneta Lexus.
Las cosas no podrían estar mejor.
Estoy sumergida en mis pensamientos cuando siento que algo jala mi
mano. Veo hacia abajo y Trig está arrodillado. Sacudo mi cabeza, porque
no estoy segura si lo que estoy viendo está sucediendo.
“No tengo un anillo, pero inmediatamente te podemos llevar a la
joyería a comprar uno.”
Cierro mis labios de la emoción.
“¿Te casarías conmigo, y así ser oficialmente la señora y el señor
Krackle?”
De repente Mya asoma su cabeza por la cocina.
“Hazlo,” susurra, y luego desaparece detrás de la pared.
Yo río.
“Cásate conmigo. Ámame. Consúmeme, cariño.”
Mya asoma su cabeza de nuevo.
“Hazlo,” susurra más fuerte. Esta vez tira un crayón hacia donde
estoy para llamar mi atención. “¡No quieres que te tire otro!” me grita.
Le doy una mirada maternal, mientras ella me desafía con la mirada.
Esta niña no se hace para atrás. Tal vez si tiene un poco de mi carácter.
Volteo a ver de nuevo a Trig.
“¡Sí!”
Se levanta de un salto y me toma en sus brazos. Me da vueltas y besa
mi cuello.
“¡Mami dijo que sí, Mya!” grita Trig.
“Ya era hora,” dice Mya desde la otra habitación.
Ambos reímos.
“Nos vamos a casar,” digo emocionada. “Esto es una locura.”
“Es demasiado tarde para cambiar de parecer. Mya te escuchó decir
sí.”
“No me atrevería.”
Lo veo insegura de qué pasos debo de tomar.
“¿Debo de comprar algo? No sé realmente cómo funciona esto. Eso
suena mal.”
“Podemos escoger los anillos al mismo tiempo.”
Trig toma mis manos y las besa.
“Haremos esto juntos. Siempre lo hemos hecho y siempre lo
haremos.”
Mya entra a la habitación con su bolso rosa sobre el hombro.
“¿Iremos de compras o no? Me puse zapatos y estoy lista para ir al
centro comercial. Tengo una cita en Build-A-Bear. Un unicornio me
espera, no podemos llegar tarde.”
Me doy cuenta que se puso los zapatos en el pie que no era. Camino
hacia ella y me agacho para arreglarlo.
“¿No crees que ya tienes suficientes peluches?”
“Pero mamá, este es realmente especial. Es morado y tiene círculos
por todos lados. Es mágico,” susurra.
“Cada vez que compras uno es mágico,” susurro de regreso.
“Esto es una celebración. Deja que la pobre niña tenga su unicornio
morado con círculos,” dice Trig, mientras come palomitas.
“¡Yay!” grita Mya, y salta de arriba abajo. Corre hacia Trig, y salta a
sus brazos.
“Pero antes debemos de comprarle algo mágico a mamá.”
Le da un beso en la frente y la baja de nuevo al suelo.
“¡Bueno!” grita Mya y corre hacia la puerta.
Pongo mis ojos en blanco. Le da a esa niña todo lo que ella quiere.
Utilizar la palabra consentida sería una sutileza.
“¿Qué? Escuchaste a Mya, es mágico.”
“Sí, bueno, tú la consientes. ¿Sabías eso?”
“Es la nena de papi. ¿Qué más quieres que haga, cariño?”
Sacudo mi cabeza y tomo mis llaves. Trig y yo caminamos hacia la
puerta y vemos a Mya parada, impacientemente, junto a ella. Pensarías que
tiene que orinar por la forma en que se mueve de un lado a otro deseando
salir. Trig toma su mano y salimos. Volteo a ver nuestro hermoso hogar y,
por un segundo, recuerdo por todo lo que pasamos para llegar aquí. Trig
me ve detenidamente.
“¿Estás lista?” Señala hacia el auto.
“Sí, lo estoy.”
Nos subimos al auto, y Mya inmediatamente me pide el teléfono y los
audífonos. Estos niños de ahora pueden utilizar la tecnología como si no
hubiese mañana, pero de seguro no saben cómo lavar trastes. Se lo
entrego y, en segundos, puedo escuchar a Bob Esponja a través de los
audífonos, así que sé que no puede escucharme.
“Trig,” digo.
“¿Si?”
Sus ojos están concentrados en la carretera.
“Ya no quiero mentirle. Sigue preguntándome por qué nos seguimos
llamando Trig y Nueve si nuestros nombres son Mike y Angelina. Cada
vez que ve mi cicatriz o tu cicatriz en el brazo, se pregunta qué fue lo que
sucedió. No me gusta.”
“La estás protegiendo.”
“Sigo mintiendo.”
Veo a Mya. Sus ojos están pegados a la pantalla, y nada más le
importa.
“Un día será una mujer y entenderá, pero ahora ella lo único que
quiere son unicornios con círculos, y que sus papás sean felices.”
Alcanza mi mano y la aprieta.
“Tienes razón,” le digo.
“Sé que tengo razón, y probablemente te conozco mejor de lo que tú
te conoces. Son solamente nervios, Mya está bien. Deja de estresarte.”
“Por cosas así es que me estoy casando contigo. Eres como mi
terapista personal.”
“Pensé que te casabas conmigo por mi aspecto y mi gran-“
Lanzo mi mano sobre su boca. Él se ríe.
“Hay un niño en el auto, Mike.”
Lo llamo por su nombre secundario, lo cual le causa más risa.
“Iba a decir gran corazón. ¿Qué pensaste que iba a decir?”
“Oh, sé lo que ibas a decir, y no era corazón.” Sonrío.
Llegamos al centro comercial, estacionamos el auto, e ingresamos.
Mya se muere por ir a Build-A-Bear, pero sé que al llegar allí, pasarán
horas para que podamos salir. Encontramos la joyería más cercana e
ingresamos.
“Buenos días. ¿Les puedo ayudar a encontrar algo?” pregunta uno de
los vendedores.
“Un anillo de compromiso,” le responde Trig. “Le propuse hace
alrededor de diez minutos, y finalmente dijo que sí. ¡He ganado!”
Le doy un golpe en el costado con mi codo, mientras mantengo la
sonrisa en mi rostro. La mujer sonríe.
“Bueno, felicitaciones. Permítanme les muestro nuestros anillos.”
“A mi mamá le gustan los diamantes,” agrega Mya.
“Bueno, entonces le encantarán estos de aquí.” Señala la mujer hacia
un área selectiva.
Caminamos detrás de ella y nos detenemos frente a un mostrador,
mientras ella camina hacia el lado contrario de este.
“Ese es hermoso,” digo inclinándome sobre el vidrio.
“¿Cuál?” pregunta Trig.
Señalo hacia el anillo, y luego mis ojos ven todos los estilos que hay,
pero sigo regresando hacia el primer anillo. Es un anillo de tres diamantes
con corte de princesa el que ya me convenció.
“En verdad me gusta ese, cariño,” le digo.
“Cómpralo entonces,” responde Trig.
“¿Se lo quisiera probar primero?” me pregunta la vendedora.
“Sí. ¿Puedo preguntar el precio primero?”
Ella alcanza el anillo. Contengo la respiración mientras ella toma la
etiqueta blanca. Oh, como ha cambiado el curso. Cuando era una dama de
compañía solía gastar el dinero como si nada, y ahora me encuentro
revisando cómo gastamos nuestras ganancias. De esto se trata una familia.
“Este cuesta ocho mil.”
Me lo entrega, y lo coloco en mi dedo. Está un poco flojo, pero es
lindo, maldita sea.
Veo a Trig y espero que haga algún comentario acerca del precio,
pero no lo hace.
“Cómpralo,” me dice.
“¿No escuchaste el precio?” susurro, mientras me lo quito y se lo
devuelvo a la señora.
Me ignora y ve a la vendedora.
“¿Esto sería todo?” le dice la señora, ignorándome por completo.
Siento como si ni siquiera estuviera ahí. ¿Qué está sucediendo?
“Me gusta este anillo, pero regresaré cuando se aproxime la fecha de
la boda para comprarlo.”
Me inclino hacia Trig. “¡Ocho mil! Ese anillo es costoso.”
Ganamos bastante dinero, pero no estoy cómoda gastando esta
cantidad en joyas.
“¿Te gusta?” me pregunta.
“Me encanta.”
“Entonces no te preocupes.”
Se voltea hacia la mujer, y comienzan a platicar sobre algunas ventas
que se aproximan en las próximas semanas, y como el anillo que él que
desea estará a menor precio para ese entonces. Me volteo hacia Mya.
“Creo que papi ha perdido la cabeza.”
“Tal vez ese es el efecto que tiene el amor en los hombres,” dice Mya
y ve hacia otro lado.
Sonrío y tomo su mano.
“Cariño, ven aquí. Necesita tomar las medidas para el anillo, enviarlo
para que lo arreglen, y luego lo podremos recoger en una semana.”
Camino hacia ellos con Mya de la mano. La vendedora sostiene un
anillo gigante con varios anillos pequeños adjuntos. Ve las distintas tallas
y luego levanta uno. Coloco mi dedo en él, y es la talla perfecta.
“Talla seis. Conozco mis dedos,” dice con una sonrisa.
Llenamos algunos papeles y vemos que el balance final dice cinco
mil dólares. Pienso que debe de haber algún error, pero quién soy yo para
corregirla.
“Gracias por su depósito. Puede pagar el resto cuando lo recoja.
Nosotros le llamaremos cuando esté listo.”
Salimos de la tienda, y cuando damos la vuelta en la esquina, le
pregunto por el recibo. “Ese anillo costaba ocho mil dólares. El balance
decía cinco mil. Debe de ser un error, ¿cierto?”
“Le ofrecí tres sesiones fotográficas de compromiso para los
clientes, si me descontaba tres mil dólares. Le dije que podía utilizarlo
como un incentivo para que los compradores gastaran un poco más de
dinero. Le encantó la idea.”
“Eres brillante,” le digo y le doy un beso. “Casi me desmayo cuando
escuché el precio.”
“Solamente es dinero; no podemos llevarlo con nosotros al morir. Al
menos deberías de tener las cosas que te gustan mientras estés aquí en la
tierra.”
“Te tengo a ti, y a Mya, es todo lo que necesito.”
“¿Así que no quieres el anillo brillante por el que te vi babear?”
“No dije que no lo quisiera.” Sonrío.
Mya nos lleva a Build-A-Bear. Sus pequeñas piernas se apresuran a
llegar. Se detiene cuando se encuentra frente al unicornio morado con
círculos que tienen como modelo al frente de la tienda.
“Eres tú,” susurra.
Trig y yo vemos cómo se empieza a enloquecer. Alcanza la caja y
saca un unicornio sin ninguna decoración. Lo acerca a su corazón y
comienza a hablarle.
“No te preocupes. Yo te devolveré a la vida, pequeño.”
Se dirige hacia el chico que rellena los muñecos, mientras que Trig y
yo nos sentamos a verla. Lo veo como mira a nuestra hija y es algo
hermoso. La ve como un león ve a su cachorro, y sé que mataría a
cualquiera que intente acercársele. Aprovecho el momento para darle
algunas noticias interesantes.
“Trig, estoy atrasada,” le digo.
“¿Atrasada para qué? No tenemos ningún evento o cita el día de hoy.”
“No, quiero decir que, estoy atrasada, atrasada.”
Lentamente se voltea y me ve fijamente. Puedo darme cuenta que al
fin su cerebro comienza a procesar la información.
“Así como… ¿atrasada de tu período?”
Asiento.
“Para ser honesta, me he atrasado dos períodos.”
“¿Por qué no me dijiste antes?”
“Has estado ocupado, yo he estado ocupada. Al principio pensé que
era estrés, y cuando el segundo mes no llegó, sabía que algo pasaba.”
“¿Te sientes mal?”
“No. Más que nada cansada, pero es por el trabajo.”
“¿Te hiciste una prueba de orina?”
“Compré una, pero todavía no le he hecho. Pensé que podíamos
hacerla juntos. Solamente no le digas a Mya hasta estar seguros. Ya sabes
que siempre está diciendo que quiere tener una hermana pequeña. No
quisiera decepcionarla si resulta negativa.”
“Debió de haber sido esa noche que tomamos champaña,” dice. “Seré
honesto contigo. Tenías puesto ese traje de cuero, con los tacones rojos, y
ese collar alrededor de tu cuello, y no me salí a tiempo. Todo se sentía tan
bien. Estabas chupándome, cabalgándome, y…”
Inspecciono la tienda para asegurarme que nadie nos esté escuchando.
“Detente. Lo entiendo.” Lo interrumpo. “Así que todo esto es tu
culpa.” Le sonrío.
“No. Es tu culpa por haber llegado a la habitación vestida así.”
Me ve fijamente.
“Dejando las bromas a un lado. Son buenas noticias, estoy feliz,”
añade.
“Yo estoy conteniendo la emoción hasta que haga la prueba, pero no
sería mala idea añadir otro Krackle a la familia. Mya tendría con quien
jugar, y ya está grande para ayudarme un poco.”
Mya corre hacia nosotros con su peluche; está vestido con una
playera brillante, una pantaloneta neón, y unas botas color arcoíris. Ella
terminó de decorarlo con una banda color arcoíris y un collar que hace
juego.
“Está listo para ir a casa, mamá.”
“¿Cuál es su nombre?” pregunta Trig.
“Frankenstein,” responde.
“Es bastante… colorido. Estás segura que no necesita más
accesorios,” bromeo.
Mya entrecierra sus ojos.
“Frankenstein no aprecia tu sarcasmo.”
Veo a Mya y luego a Trig.
“¿Ves? De eso es lo que estoy hablando, justamente esto.”
Él se ríe y toma con sus manos el rostro de Mya.
“Mami solamente está molesta porque ella no tiene un unicornio.”
Trig le guiña el ojo.
Se levanta y toma mi mano, me levanta de mi asiento.
Pagamos, salimos del centro comercial, y caminamos hacia el auto.
Estoy colocando a Mya en su asiento cuando recuerdo que mañana es
carnaval en su escuela.
“¿Nos podemos detener en el banco? Necesito algo de dinero para el
carnaval de Mya.”
“¿Cuándo es?” pregunta Trig.
“Mañana.” Me río.
“Tenemos suficiente dinero en casa.”
“Solamente hay billetes de cien dólares, ya revisé. Es mejor llevar
billetes pequeños a este tipo de eventos escolares. También necesito
depositar este cheque de caja, de esa tienda en donde compramos la salsa
de manzana que no servía.”
Nos subimos al auto y nos dirigimos al banco.
“Tengo que orinar,” dice Mya.
“¿Es urgente?” le pregunto.
Volteo y me doy cuenta que está meciéndose en su silla.
“¿Por qué no fuiste cuándo estábamos en el centro comercial,
jovencita?”
“No tenía que ir allí.”
Pongo mis ojos en blanco.
“Vamos todos al banco. Si Stacy está trabajando dejará que Mya
utilice el baño en la parte trasera.”
Nos estacionamos e ingresamos al banco. Busco a Stacy, pero no la
veo. Stacy es una cajera que ha trabajado aquí durante años. Usualmente
ella se encarga de nuestros depósitos grandes, y le encanta cuando traigo a
Mya. Ella le ha permitido utilizar el baño de los empleados en el pasado,
pero no todos aquí son tan amables como ella.
“No hay fila, iré a depositar esto. Ve si alguien más te permite llevar a
Mya al baño. Yo lo haría pero este estúpido cheque de caja está a mi
nombre.”
Me apresuro a llegar a la caja. Puedo escuchar a Trig hablar sobre
Mya con la chica de servicio al cliente.
“No, lo siento señor. El baño de adentro es solamente para
empleados. Está demasiado cerca de la bóveda para dejar ingresar a
clientes.”
“Tiene tres años. ¿Qué piensas que hará allá dentro? Solamente
necesita orinar.”
“Lo siento, señor, no lo puedo permitir.”
Estoy hablando con la cajera cuando Trig se acerca con Mya.
“No le permiten ir al baño. La llevaré a la gasolinera que está al
cruzar la calle.”
“Está bien.”
Justo cuando Trig se da la vuelta todo se convierte en un infierno.
“¡Todos al suelo! ¡Esto es un asalto!” grita un hombre. Me doy la
vuelta y veo a un hombre con una pistola. Está fuera de sus casillas. Su
rostro me recuerda a como mis padres se veían cuando estaban drogados.
Sus manos están temblorosas y sus ojos rojos. Los empleados del banco
se agachan rápidamente. Un cliente cerca de mí intenta huir, el ladrón
voltea y le dispara en la espalda. Sangre sale de su pecho y colapsa a unas
pulgadas de la puerta. Muchas personas se asustan y se quejan.
“¿Ya ven lo que pasan cuando no escuchan? ¡Maldita sea!” grita.
Agarro a Mya y la coloco detrás de mí. Está llorando y aferrándose a
mi pierna. Veo a Trig, quien no ha movido ni un músculo. El ladrón se
voltea y nos mira.
“Dije al suelo, maldita sea. ¿Acaso eres sorda?”
Alzamos nuestras manos y nos colocamos de rodillas lentamente.
“Excepto tú.” Me señala. “Ven aquí, rubia,” dice.
Trig se intenta parar para intervenir. El ladrón apunta la pistola hacia
Trig.
“No hagas un solo movimiento o te volaré los sesos en este instante.”
Me levanto y quito a Mya, quien se había aferrado a mi espalda.
Intenta alcanzarme y llora.
“Cariño, necesito que vayas con papi.”
“Mami, no.” Llora.
“Alguien calle a esa malcriada,” dice el ladrón.
Trig la acerca a sus brazos. El ladrón se acerca a mí rápidamente y
me sostiene con una llave de estrangulación.
“Quiero todo el dinero que tiene este banco en una bolsa, o esta perra
muere.”
Se hace para atrás y mira hacia todos lados.
“Tú. Dinero. Ahora.” Señala a la cajera.
Puedo verla poner el dinero en una bolsa plástica. Me retuerzo para
liberarme.
Me toma del cabello y me tira al suelo. Puedo sentir el cañón de la
pistola contra mi cabeza. Comienzo a llorar. No quiero que Mya me vea
morir de esta manera. Levanto mi cabeza y veo a Trig. Su pecho se está
moviendo rápidamente, y sus ojos están oscuros.
“Te amo,” le digo en silencio.
Trig acerca a Mya más a él, y le susurra algo al oído.
“¡No veo que te muevas lo suficientemente rápido!” le grita el ladrón
a la cajera.
En cuestión de segundos, Trig salta y viene corriendo hacia el ladrón.
Veo que Mya corre hacia un escritorio para esconderse. Trig toma la
pistola y golpea el rostro del ladrón varias veces con la base. El arma cae
cerca de mí. Trig lucha con el hombre, hasta que los dos están en el suelo.
Puedo ver puños volando y codos cayendo. Tomo el arma y me levanto.
Me acerco a ellos y apunto con el arma. Trig tiene sus manos rodeando la
garganta del hombre, para poder cortarle la respiración. Está ahorcando y
sofocándolo, puedo darme cuenta que Trig está rojo. Matará al hombre. El
sonido hace que los dos vean hacia arriba. Mantengo la mirada puesta en
el hombre.
“Somos animales, y te joderemos. Te acabas de meter con la manada
equivocada,” le digo.
Trig da un último golpe y noquea al hombre.
Los cajeros salen de detrás del vidrio, y los otros empleados se
levantan lentamente. Veo que algunos de ellos se apresuran hacia el
hombre que fue herido. Empiezan a buscar el pulso, y todos sacan sus
celulares.
“Los policías ya vienen en camino. ¿Están todos bien?” pregunta el
jefe de la agencia.
Trig se levanta. Sus nudillos están ensangrentados y su respiración es
pesada.
“Estoy bien,” respondo. Me agacho para recuperar el aliento.
Trig se acerca y me sujeta del brazo, me levanta al mismo tiempo.
“¿Estás bien? Te ves un poco pálida.”
“Sólo estoy mareada, eso es todo.”
“Ve a sentarte.”
Caminamos juntos y tomamos asiento. Volteo a verlo.
“Eso fue muy genial. Eres un fotógrafo rudo.”
“Podría decir lo mismo de ti. Te convertiste en toda una pandillera
allá afuera.”
Coloca su mano ensangrentada encima de la mía. Veo a nuestro
alrededor.
“¿Dónde está Mya?” pregunto con miedo. Me empiezo a levantar
pero Trig me detiene.
“Relájate, ella está bien. Acabo de ver a una cajera llevarla al baño.
Creo que es lo mínimo que puede hacer después de lo que sucedió.”
Escuchamos sirenas y vemos las luces de las patrullas de policía. Trig
se levanta del asiento y ve al ladrón tirado en el suelo.
“Te joderemos,” me imita. “Eres fuerte, ¿lo sabías?”
Sonrío mientras él da la vuelta en dirección a los policías que están
corriendo hacia adentro con sus pistolas en mano.

***
Apago la luz en la habitación de Mya. Está arropada, a salvo en su
cama. Las puertas y ventanas están con llave, y no puedo evitar pensar en
el asalto de hoy. Los ojos de Mya están a punto de cerrarse cuando
bosteza. Me acerco a su cama y me siento junto a ella.
“¿Qué te dijo papi al oído cuando estábamos en el banco?”
“Me dijo que el miedo es el enemigo, y que no tuviese miedo. Me
dijo que me amaba y que tenía que correr y esconderme en algún lugar
donde nadie pudiese verme; y luego dijo que corriera.”
Yo respiro hondo.
“Papi es muy valiente, ¿cierto?”
“Ustedes dos lo son. Se veían como unos superhéroes allí.”
Le doy un beso en la frente antes de salir de la habitación. Camino de
regreso a nuestra habitación, Trig se encuentra frente a la televisión.
“Estamos en todos los canales. Es una locura. Gracias a Dios
difuminaron nuestros rostros.”
“Bueno, el día todavía no ha terminado. ¿Estás listo para más
locura?”
Se voltea a verme, yo saco una prueba de embarazo de mi bolsa.
Señalo el baño y ambos caminamos hacia adentro. Trig se recuesta sobre
el marco de la puerta y ve directamente. Con cuidado saco la prueba de la
bolsa y me acomodo en el inodoro.
“Estoy seguro que tienes que orinar en la prueba para obtener un
resultado, cariño.”
“Lo sé, sólo deja de apresurarme.”
Me levanto, bajo mis pantalones, y me siento de nuevo. Trig está
viéndome boquiabierto. Le hago señas con las manos para que vea hacia
otro lado.
“¿En serio?” me dice, y se voltea. “No hay ni una pulgada de tu
cuerpo que no haya visto.”
“¡Trig!” le grito.
Me relajo y orino en la prueba. Luego coloco la tapa en ella, y la dejo
sobre la mesa del lavabo. Dejo correr el agua y lavo mis manos, Trig se
da la vuelta.
“Se demora unos minutos,” digo.
Pasa a mi lado y ve la prueba. Lo veo nerviosa, deseando que diga
algo.
“¿Cuántas líneas debería mostrar si estás embarazada?”
“Dos.”
Ve la prueba y luego regresa la mirada hacia mí. Veo que empieza a
sonreír.
“Parece que tenemos a otro cachorro que proteger.”
“Dios mío, ¿en serio? Mantener a uno con vida ya es bastante difícil.”
Agarro mi pecho y exhalo. Él se acerca y me sujeta.
“Tenemos todo bajo control. Recuerda, somos animales y te
joderemos,” me imita de nuevo, mientras yo sonrío.
“No me dejarás en paz con eso, ¿verdad?”
“No. Fue un poco sexy la forma en que lo dijiste. Casi tenías más
huevos que yo.”
Me río y volteo la cabeza. Él coloca ambas manos sobre mi rostro.
“Tú, yo, nuestra hija, y ese pequeño en tu vientre, somos nosotros
hasta el final.”
“Siempre lo ha sido y siempre lo será,” agrego.
Trig se inclina y me besa. “Hasta el final del camino, cariño.”
“Ni siquiera estoy segura de querer traer otro bebé al mundo después
de lo que sucedió hoy. Pensé que estábamos a salvo aquí. El miedo que vi
reflejado en los ojos de Mya me destrozó.”
Él levanta mi barbilla.
“Fue el mismo miedo que vi en tus ojos aquella noche en el hotel con
Victor. Nunca dejaré que algo le pase a mis chicas, nunca. Confía en mí.”
Toma mi mano. “Quiero mostrarte algo, pero no te molestes.
“No puedo prometerte eso.” Alzo mi ceja.
Me guía hacia la gran pintura de un gato horrible en nuestra pared. La
compró hace unos años, y no combina con nada en esta casa. Le gustó
tanto que la colocó en nuestra habitación. Me paro allí y veo esa cosa
horrenda.
“No entiendo. Estamos viendo un gato feo. ¿Qué es todo esto?”
Aleja su mano de la mía, y luego levanta la pintura de la pared. Veo
una puerta con un pestillo, un poco más pequeña que la pintura.
“Dijiste que querías seguridad, ¿no es así? Pues la tienes.”
“Trig, ¿Qué hay detrás de esa puerta?” digo preocupada.
Tengo un presentimiento, pero todavía no sacaré conclusiones.
Quita el pestillo de la puerta y la abre. Quedo boquiabierta y veo a
Trig, y luego regreso la mirada hacia la pared.
“¿Qué puedo decir? Los viejos hábitos son difíciles de matar.” Hace
una pausa. “Antes que digas algo, quiero que sepas que necesito sentir que
puedo proteger a mi familia en cualquier momento. Estas cosas me dan
ese sentimiento. No importa donde vayamos, hay personas malas
esperando poder actuar en cada esquina de la tierra, y estaré condenado si
pierdo de nuevo a alguien que amo. Este soy yo cuidando mi manada; y
hoy, si hubiera sido necesario los hubiese podido proteger con más
rapidez.”
Me acerco para ver mejor. Deben de haber al menos diez o doce tipos
de armas escondidas allí. Hay desde revólveres, a escopetas, y todo lo que
existe entre estas dos.
“¿Cuándo construiste esto?” pregunto, todavía sorprendida.
“El día que trajimos a Mya del hospital. Dejé de fumar y encontré un
nuevo pasatiempo. He ido agregando cosas tranquilamente desde
entonces.”
Veo los silenciadores, balas, armas, y me empieza a doler la cabeza.
Me siento al borde de la cama, estoy llena de emociones.
“Dios, Trig,” digo.
Cubro mi nariz y boca con ambas manos. Luego de lo que sucedió
hoy, pienso que todo ese discurso de ser personas distintas es ridículo.
“Tenía una arma apuntada en la parte de atrás de tu cabeza. Pudo
haberte matado a ti, a mí, y a Mya.”
“Trig, lo sé, estuve allí.”
Se acerca y se sienta a mi lado, mientras yo lo veo.
“Mya nunca debe saber sobre esto. Digo nunca. ¡Dios mío!” digo, con
mi rostro entre mis manos.
Él asiente una sola vez.
“¿Así que no estás molesta? Grítame o algo, pero no solamente te
sientes allí.”
“No, no puedo estar molesta. No después de haber visto cómo
mataban a ese hombre en el banco. Sé que lo que haces es por nosotros.
Sólo no tengas secretos conmigo, por favor. No puedo soportar eso.”
Se acerca a mí y toma mi mano.
“Te amo,” dice.
“Sé que me amas, y yo también te amo.”
Veo a la pared, hacia donde está el compartimiento escondido. No
puedo creer que haya estado allí durante años sin que yo lo supiera.
Coloco mi mano sobre mi estómago y veo hacia abajo.
“Este bebé que viene en camino, puede que sea niña. ¿Qué haremos
con dos niñas, Trig?”
Escucho que respira hondo y luego exhala. “Comprar una arma más
grande.”



EL viaje todavía no termina.
(Libro 2)
TRIG
A veces tienes que mentir para proteger a las personas que amas.















Acerca del autor

Jennifer Raygoza también es la escritora de la serie de libros de


vampiros, The Guardians I: Feel the Fire, The Guardians II: The
Revelation, The Guardians III: Blood Vengeance, también es la escritora
de Unleashed Poems, y The Silver Lining. Ella disfruta escribir en el
soleado estado de California. Le encanta conocer las opiniones de sus
lectores en jraygoza-ca.rr.com y espera que ellos también visiten su
página web; lee todos sus correos y responde a los que le es posible.
Para más información acerca de la autora
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Página de Amazon del autor:
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Table of Contents
Dedicatoria
Nota de la autora:
Prólogo
Uno. El Pacto
Dos. Hombre. Trabajo. Dinero. Repite.
Tres. Aleja el dolor.
Cuatro. Síndrome de Héroe
Cinco. Rompiendo mi corazón
Seis. Te odio
Siete. Podría simplemente morir
Ocho. El capitán salva a una perra.
Nueve. Consumida
Diez. Apunta y dispara
Once. Trig
Doce. En descanso, soldado
Trece. Acabas de meterte con la manada equivocada
Acerca del autor

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