Está en la página 1de 7

Derechos de Autor

© Devóra Mela, 2017

Publicado por Devóra Mela en Smashwords

Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son
productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser
interpretados como eventos reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas,
eventos actuales, locales u organizaciones es coincidencia.

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, copiada o distribuida de ninguna manera
sin permiso expreso del autor, salvo en casos de extractos breves citados en artículos de
crítica o reseñas.

Todos los eventos que tienen lugar en este relato son ficticios, por lo que embarazos no
deseados o enfermedades de transmisión sexual no ocurren, a menos que formen parte de la
historia. En la vida real, tener sexo sin protección puede tener graves consecuencias
permanentes; por favor, recuerden esto y siempre usen protección adecuada y hagan
pruebas necesarias para asegurar que su pareja o ustedes mismos no sufran los estragos que
pueden surgir de una enfermedad venérea o un embarazo no planificado.

Este libro está destinado a personas mayores de 18 años, ya que contiene escenas
sexualmente explícitas. Todos los personajes en este obra son mayores de 18 años.
Probando Carne en Vara por Primera Vez

Devóra Mela

Cuentos Corto y Calientes


Querido Diario,

¡Esta noche se lo chupé a un hombre por primera vez! ¿Y sabes qué? ¡Me encantó!

Hace una semana que empecé clases y me hice amiga de una chica muy simpática, se llama
Paula. Es atractiva, carismática y divertida. Ella fue quien me invitó a que fuésemos juntas
al bar cerca de la Uni que frecuentan los estudiantes, y tiene el nombre más divertido que he
escuchado. Se llama: “Donde Quieras”.

En fin, estábamos en Donde Quieras, bebiendo y bailando; cuando regresé a la barra para
buscar un trago nuevo, un chico me tropezó y se derramó mi vaso de cerveza. Apenas ocurrió
me volteé enojada con él, pero antes de que pudiera hablar se disculpó una y otra vez y ofreció
comprarme otra. Me gustó su gesto y fuimos juntos a la barra, donde pidió dos vasos y los
bebimos allí mismo mientras conversábamos.

Con la mirada busqué a Paula y a los pocos momentos la vi bailando con otro chico, así que
me quedé en la barra con Tomás. Después de beber una segunda ronda; él me invitó a la pista
de baile. Estaba sonando una canción de reguetón, vi como Paula le recostaba al trasero a su
compañero, y gracias a los tragos, también empecé a perrearle al mío, meneando las caderas
y apoyando mi culo sobre su pelvis. Al poco rato sentí algo firme que presionaba mis nalgas
cuando me le recostaba, lo miré por encima de mi hombro y tenía una sonrisa en el rostro.
Me sujetó por las caderas y me lo presionaba más duro. Entonces la música cambió a un
merengue, me giró y en vez de ponerme la mano en la cintura, con ambas me agarró por las
nalgas y separó mis piernas con su muslo. Bailamos pegaditos, y cada movimiento de su
pierna sentía como tocaba mi coño por debajo la minifalda que me había puesto.

Después de bailar así un rato me estaba calentando, quería sentir más que su pierna
tocándome allí. Como si hubiese leído mis pensamientos, preguntó si quería dar una vuelta
en su auto. Le dije que sí, pero antes de ir al aparcamiento del local con él, fui y le dije a
Paula adónde iba.

Caminamos de la mano hasta donde estaba aparcado su auto, el cual se encontraba en un


rincón apartado del espacio. Sentí mariposas de emoción cuando abrió la puerta trasera y me
invitó a subir. Él se montó después de mí y colocó el tapasol para que nadie pudiera vernos
a través del parabrisas.

Al verme sola con él en el asiento trasero de su auto, empecé a ponerme nerviosa, notó mi
cambio de ánimo porque me preguntó qué pasaba, a lo que le respondí que nunca había hecho
algo así antes. –¿Eres virgen? – me preguntó. Yo asentí y le respondí, –En todos los aspectos.

–No follo a chicas vírgenes, eso se lo dejaré a otro. Pero…, igualmente podemos divertirnos.

Me besó e invadió mi boca con su lengua. Apenas empezó a acariciarme los senos encima de
la blusa sentí la humedad chorrearse y mojar mi tanga, y sentía todo porque había salido sin
brasier, pero después deslizó las manos debajo de la tela y me dio un corrientazo de placer
cuando por primera vez sentí como unas manos que no eran las mías me pellizcaban los
pezones. No parábamos de besarnos mientras me metía mano, el cosquilleo entre mis piernas
era monumental al sentir cómo me apretaba y estrujaba. Luego bajó una de sus manos y la
deslizó por debajo de mi falda. Me tocó el coño por encima de la tanga, primero suavemente;
cuando gemí en su boca y abrí más las piernas, rodó la tela a un lado y comenzó a hurgar en
mi raja empapada hasta deslizar un dedo para adentro. Me tocaba tan rico, estaba vuelta loca
con excitación. Dejé que me subiera la blusa, dejando mis tetas desnudas; bajó la cabeza y
envolvió mi pezón con sus labios, chupando esos picos erguidos. Apreté su rostro contra mi
pecho, quería que me chupara más duro y que no dejara de follarme el coño con su mano.
Tenía los dedos untados con mi crema y los llevó hasta mi pepita, cuando me la empezó a
frotar mis caderas se movían solas, me tenía como una perra en celo. Estaba gimiendo
descontrolada y me movía cada vez más rápido al ritmo de esos dedos que me estaban
frotando. Separó su lengua de mis tetas y dijo, –¿Te gusta que te toque así? Voy a hacer que
te corras en mi mano.

Yo tenía la razón nublada por lo rico que me estaba haciendo sentir. Me sentía como una
perra y me encantaba; solo pude decirle que sí, que me encantaba lo que me estaba haciendo,
que por favor siguiera chupándome las tetas. Su boca volvió a mis pezones y me mordió, el
dolor era delicioso, un dolor placentero. Creo que estaba gritando cuando sentí la explosión
del orgasmo recorrer mi cuerpo, chillaba de placer sin censura a medida que mi crema salía
a borbotones de mi coño.

–Mira que rico te corres, mami; te estás chorreando, mamita rica.

Me encantó que me hablara así, me sentía como una puta golosa y satisfecha.

Cuando recuperé el aliento, lo besé y le pregunté qué podía hacer por él, quería hacerlo sentir
como él me hizo sentir a mí.

Él se apoyó del respaldar del asiento y me dijo que si quería se lo podía chupar. Le respondí
que nunca lo había hecho antes pero que quería intentarlo. Se desabrochó el pantalón y se
sacó su verga hinchada. Era la primera vez que veía una así de cerca. Me pareció grande y
grueso, y la cabeza se veía rosada y lisa. Lo agarré por la base y llevé mis labios hasta la
punta. Primero le pasé la lengua y me sorprendí al descubrir que la piel era suave y sedosa,
tenía una gota de humedad en su abertura, cuando lo saboreé, noté que era salado. Con más
confianza, recubrí la cabeza con mis labios y empecé a chupar. Supongo que lo estaba
haciendo bien porque escuché un gemido escapar de su garganta. Apoyó sus manos en mi
cabeza y me agarró por el cabello, movió la pelvis hacia arriba mientras presionaba mi cabeza
hacia abajo, llenándome la boca con su carne caliente. Cada vez que subía hasta el glande lo
acariciaba con la lengua, eso le gustó porque entonces me dijo–, Qué rico me lo mamas. Creo
que quieres que te llene esa boquita de leche, tú como que eres una niña golosa, ¿verdad? –
Como tenía la boca llena con su verga solo pude hacer unos ruidos ahogados que confirmaban
lo que decía. Me encantaba sentir cómo lo estaba excitando y lo llevaba a perder el control.

Me estaba follando la boca, mis manos estaban apoyadas de sus muslos mientras me sujetaba
por el pelo y movía las caderas enterrando su verga hinchada hasta el fondo de mi garganta.
Entonces me agarró con fuerza y dijo, –Me voy a correr. Voy a llenarte esa rica boquita de
leche y quiero que te la tragues toda.
Ahí fue cuando sentí un líquido salado y espeso inundando mi boca, no dejó de follarse mi
cara mientras acababa. Era tanta leche que a pesar de que traté de tragármela toda, se me
chorreaba por la comisura de los labios, deslizándose por su asta. Después de vaciarse, me
soltó el cabello y percibí como su cuerpo se relajó. Su verga estaba menos dura que antes.
Me separé y limpié los restos semen con el dorso de mi mano. Me tomó por la nuca y me
besó otra vez de manera intensa, cuando se separó me dijo, –Ahora sabes a mí, tu boca es
mía.

Sé que otras chicas les gusta que las traten como en las películas románticas, pero la verdad
es que me excité demasiado con su manera tan grosera y salvaje, me gustó disfrutar el sexo
de manera tan viva, muero por sentir más.

Volvimos a la fiesta, y antes de despedirnos intercambiamos números de teléfono. Él no será


el que me entierre la verga en mi abertura virginal, pero sé que quiero volver a sentir sus
dedos en mi coño, frotándome la pepita hasta que me corra, y chupárselo otra vez hasta que
me ahogue en su leche; y quién sabe, quizás la próxima vez me la chupe él a mí y sienta mi
propio sabor en su aliento cuando me bese después.

Hasta pronto,

M.G.
Acerca del Autor
Devóra Mela vive en una ciudad sobrepoblada de Latino América. En las noches, antes de
dormir, le gusta leer relatos eróticos cortos y calientes que la exciten rápidamente.

Ahora escribe sus propios relatos de lo que ella quisiera leer. Espera que también te excites
con el producto de su imaginación.

Si quieres enterarte de la publicación de sus nuevos Relatos XXX,

Visita su Twitter o Instagram

También podría gustarte