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Una función muy importante de los inventarios es actuar como regulador entre los
ritmos de salida de unas fases y los de entrada de las siguientes fases. Por ejemplo,
si el ritmo al que los proveedores sirvieran los materiales fuera idéntico al ritmo al
que son necesarios en el proceso de producción, entonces no se plantearía el
problema de regulación entre fases. Pero lo más frecuente es que los proveedores
entreguen materiales periódicamente en tanto que las empresas lo precisan de
forma prácticamente continua. Resulta entonces necesaria la interposición de
stocks reguladores en forma de inventarios de materias primas. Del mismo modo,
en el proceso de producción será necesario un inventario de productos
semielaborados entre aquellas fases productivas cuyos ritmos o capacidades
difieran. Finalmente, dado que el ritmo de ventas no suele coincidir con el de
producción, se precisará de inventarios de productos terminados para garantizar el
servicio al cliente.
2 Tipos de stock
2. Sirve además para esconder nuestra incapacidad de hacer las cosas mejor en
el entorno de operaciones. Esto no es ninguna broma: acostumbramos a tapar
las deficiencias e ineficiencias de nuestros procesos mediante un manto de
stock…
Yo les llamo los “porsis”… No debería ser así, pero con demasiada frecuencia,
en lugar de enfrentarnos a los problemas operativos que nos preocupan, los
eludimos mediante un velo de stocks: “por si” se producen incumplimientos en
los plazos de entrega por parte de determinados proveedores o fases
productivas, por si falta de capacidad, por si se dan averías, problemas de
calidad, problemas de organización del trabajo, por la falta de polivalencia de
la plantilla, por la posibilidad de una huelga, por si sube el precio de suministro
o escasean las materias primas…
Stocks de anticipación, para adelantarse a cambios previstos en la demanda
o en la capacidad productiva, tales como paradas vacacionales, paradas por
mantenimiento, campañas de marketing… Cuando sí pueden preverse este
tipo de variaciones, podemos anticiparnos a ellas acumulando materiales a
modo de pulmón.
Por otro lado, el stock suele estar presente cuando el cliente no puede o quiere
esperar para obtener un producto. Así, la mayoría de las veces no suele
concedernos el tiempo necesario para que iniciemos y acabemos todos nuestros
procesos completos de aprovisionamiento, producción y distribución, y entonces
nos vemos obligados a:
1. Trabajar contra stock, anticipándonos mediante previsiones de demanda y
soportando un cúmulo de costes relacionados con el stock.
La cantidad de stock a sostener será tanto mayor como más lento sea nuestro
proceso, y toda acción encaminada a reducir T (ya sea en aspectos administrativos,
logísticos o de fabricación), va en la buena línea. Con arreglo a esta idea, la lucha
del Director de Operaciones debería girar en torno a la reducción sistemática de T
como camino hacia la reducción de stocks, y esto es, como ves, una lucha contra
los procesos, no contra los stocks…
3 La política de stocks
Compras suele operar los stocks al alza como mecanismo para prevenir paros
aguas abajo en el proceso.
Logística suele tener una visión más ponderada de los stocks y acostumbra a
empujarlos a la baja. Por un lado, por conciencia de costes. Por otro lado, por
las incomodidades inherentes a la operación en almacenes sobresaturados.
Sin embargo, en lo tocante al transporte, suele operar en contrario,
acumulando volúmenes que llenan la caja de los vehículos: en aras de la
racionalización de costes, en ocasiones se sacrifica al cliente, enviándole
volúmenes superiores a los demandados o cantidades agrupadas que llegan
de forma tardía…
Sea como sea, y pese a sus múltiples apariencias, tras el stock siempre debemos
tener en mente que se esconde dinero. El stock no es sino dinero “almacenado”,
que no sólo no es líquido sino que además se deprecia. Es una naturaleza de
inversión que se soporta en alguna fuente de financiación, generalmente bien
pagada mediante intereses bancarios. Más allá de su valor intrínseco, pues, hay
que ser conscientes de que sostener stock cuesta dinero.
En definitiva, debe haber una política de stocks bien definida, y sin embargo, la
política de stocks de buena parte de las empresas se caracteriza por su inexistencia.
Si tu empresa acusa más de tres de los siguientes problemas, puedes dar por
seguro que existen deficiencias en su política de stocks:
Stock alto pero paradójicamente frecuentes roturas.
Para controlar adecuadamente los stocks, el gestor de stocks debe contar con un
abanico de indicadores de control que reflejen de la manera más completa posible,
pero sin caer en el exceso de información, la situación de este activo de la empresa
y, en su caso, de los recursos puestos a su disposición para esa gestión.
Las existencias pueden medirse tanto en unidades físicas (volumen de los stocks)
como en unidades monetarias (valor de los stocks).La medición en unidades físicas
(cantidad de piezas, kgs de materia prima...) no deja de tener su importancia,
especialmente porque está asociada generalmente al plan de producción y a
magnitudes como el stock de seguridad. No obstante, para la empresa es más
importante la cuantificación económica del stock.
1. Rotación.
2. Cobertura.
3. Ratio de obsolescencia.
5. Nivel de servicio.
4.1 Rotación
El stock promedio puede calcularse de forma sencilla partiendo de los datos de dos
inventarios consecutivos ((Sinic+Sfin ) / 2).
La rotación del stock es uno de los parámetros más importantes para evaluar la
gestión general de stocks o de un almacén. Su valor no es necesariamente ni bueno
ni malo, pues depende del tipo de negocio, pero en general es deseable una
rotación alta, indicativa de poco capital invertido en stock (activo corriente). Como
logísticos, perseguimos el aumento de la rotación de stock, dado el enorme coste
que para la empresa supone el sostenimiento de inventarios.
4.2 Cobertura
Tanto rotación como cobertura pueden calcularse como cocientes entre unidades
económicas (€) como entre unidades físicas (pzas, kgs...). El analista deberá, eso
sí, tener presente el propósito de las cifras y su comparabilidad o no.
4.3 Ratio de obsolescencia
Los stocks obsoletos acostumbran a producirse por falta de demanda del mercado,
por obsolescencia tecnológica de los productos, por cambios en el diseño, por
deterioro… Aunque suman en positivo en el Activo del Balance de Situación, son
indeseables porque ocupan espacio físico (estanterías, contenedores), requieren
gestión y suponen una inversión financiera inmovilizada y sin rentabilidad.
Un stock se considera “roto”, por el contrario de lo que pudiera parecer, cuando está
por debajo del stock de seguridad o mínimo planificado, sin que necesariamente
haya llegado a cero.
La rotura de stocks es el mal a evitar mediante una buena política de stocks. Las
roturas ocasionan pérdida de ventas (presentes y/o futuras), pérdida de clientes en
el peor de los casos, deterioro en la imagen de la empresa..., o máquinas paradas
por falta de suministro, replanificación de talleres...
Este ratio tiene sentido en relación al plazo de tiempo que nuestros clientes están
dispuestos a esperar, y no más allá. Se darán por válidos los productos o pedidos
completos que se hayan servido dentro de ese plazo, que, por demás, recordemos
podría ser muy breve o incluso nulo…
Hay que tener presente que cuanto más elevado sea el nivel de servicio que
pretendemos ofrecer a nuestros clientes, mayores serán los requerimientos de
sostenimiento de stock. Puede ser gravoso ofrecer valores superiores a 85%. La
inversión en stocks aumenta exponencialmente conforme el nivel de servicio se va
acercando al máximo.
Por otro lado, no es necesario ni incluso conveniente asignar a todos los tipos de
artículos el mismo nivel de servicio objetivo. Conviene realizar un análisis
pormenorizado de las ventas y de los márgenes de contribución agregados, ya que
aquellos artículos que más dinero aporten a la empresa deberían gozar de una
cobertura superior.
Los modelos clásicos de gestión de stock son modelos de carácter reactivo. No son
sensibles a la demanda, sino que tratan de responder a ella no por adaptación a la
misma sino por acumulación de stock. Su obvio inconveniente es que si la demanda
se dispara puede provocar una rotura de stock, del mismo modo que si resulta
menor de la prevista, se inflará el stock.
Otra posibilidad consiste en hacer una inspección del nivel de stock en intervalos de
tiempo prefijados (p.ej., semanales), cursando una orden o no en función de cuál es
la situación. Este tipo de agrupamiento de la gestión que culmina en el lanzamiento
de órdenes en períodos fijos, es típico de Pymes y empresas sin políticas de stock
desarrolladas.
Sea como fuere, es un sistema mucho más ineficiente si cabe que los anteriores,
dado que el stock permanece durante largos períodos sin vigilancia. Si la demanda
se dispara, probablemente el stock bajará peligrosamente y nadie lo advertirá hasta
la siguiente revisión o hasta que haya una rotura.
Por lo tanto, previo a su planteamiento hay que abordar la cuestión de cuáles son
los costes relacionados con el stock:
Acorde con los tiempos en los que fue creado, el modelo del lote óptimo es un
modelo sencillo. Por ejemplo, no integra los costes de ruptura y sólo considera las
tres primeras categorías de coste. En general, se sostiene sobre unas condiciones
de estabilidad de entorno muy distintas de las de la actualidad:
En estas condiciones, el lote óptimo objeto de cálculo es una cifra que minimizaría
los costes globales vinculados al stock, y que según la figura se da exactamente en
el punto en que los costes de almacenamiento y los de lanzamiento de orden se
igualan:
Para otros profesionales, ¿será mejor calcular el lote económico que no tener nada?
Para muchos, el lote óptimo es una interesante cifra de referencia. Además, al
graficar el coste total (coste de lanzamiento + coste de adquisición + coste de
almacenamiento), nos damos cuenta de que, como en la figura adjunta, la curva en
el entorno del lote óptimo tiene pendientes muy. El coste total es muy estable en el
entorno cercano al lote económico: crece muy lentamente incluso ante grandes
variaciones al alza de la cantidad; también crece lentamente para cantidades
inferiores a la del lote económico, si bien en este caso su crecimiento es más rápido.
Esto implica que, aun admitiendo cierta dificultad en la estimación del coste de
almacenamiento, la cifra calculada absorbe bastante bien nuestras deficiencias de
cálculo, al tiempo que poco importa que en la práctica reaprovisionemos un holgado
x% de más o de menos, porque poca repercusión en el coste final va a tener el
hecho de comprar “más o menos” el lote económico.
El análisis ABC está basado en la conocida ley del 80/20, enunciada por el
sociólogo, economista y filósofo italiano Wilfredo Federico Dámaso Pareto (París,
15 de julio de 1848 - Ginebra, 19 de agosto de 1923).
Pareto observó que la gente en su sociedad se dividía entre los «pocos de mucho»
y los «muchos de poco». El 20 % de las personas acaparaban el 80% de los
recursos económicos y de la influencia y poder político, en tanto que para el restante
80% de la población quedaba el resto… Pareto observó a su vez que estas
proporciones se daban más o menos también en muchos otros fenómenos sociales
y naturales, llevándole a proponer la regla del 80/20 de forma absolutamente
empírica.
Llevada al terreno empresarial, este principio nos dice que, como el tiempo es un
recurso limitado en la empresa, es importante que nuestra atención se concentre
especialmente en el 20% de ítems donde reside el 80% del impacto sobre la variable
estudiada. Así, en el terreno de los stocks, el principio de Pareto predice que el 20%
de los artículos del almacén constituyen el 80% de su valor económico, en tanto que
el otro 80% restante de artículos tan sólo acumula el 20% del valor económico
restante. Por ello, nuestros esfuerzos deben dirigirse especialmente hacia el control
intenso de ese 20% de artículos que absorben el 80% de los recursos financieros
invertidos, mientras que para el otro 80% de artículos bastará con definir una política
laxa de stocks tanto en cuanto a cantidades como en cuanto a frecuencia de
vigilancia.
Una vez realizado el análisis ABC de los artículos del almacén, dispondremos de un
criterio de priorización para la gestión de su stock. El análisis ABC es la herramienta
fundamental previa a toda definición de política de inventarios.
Cuando los proveedores no están preparados para ello, cuando las políticas de
compra se guían por los grandes lotes, o cuando el entorno productivo está
orientado hacia la producción de largas series y la lotificación corta es un drama,
entonces deberán promoverse los cambios oportunos previo paso a poder reducir
stocks. Optimizar los stocks consiste en optimizar el proceso.
Una vez segmentada la curva del almacén en tres familias de gestión, ¿cuál sería
el tipo de gestión conveniente para cada una de las categorías resultantes?