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CASO: Mc DONALDS ¿SE PUEDE VIVIR SANO A BASE DE COMIDA

RÁPIDA?
Materia: Ética
En 2004, un joven showman norteamericano, Morgan Spurlock, que se había dado a conocer
en televisión con un concurso en el que la gente apostaba hacer cosas como comer gusanos
vivos, se embarcó en un proyecto curioso: averiguar qué pasaba si una persona se dedicaba
durante todo un mes a comer a base de comida rápida. La idea de someterse a este extraño
experimento se le ocurrió tras enterarse del caso de dos chicas que le echaban la culpa de su
obesidad a McDonald's y trataron de interponer una demanda judicial contra la cadena. Lo que
más llamó la atención del documentalista fue la respuesta de los representantes legales de
McDonald's, asegurando que en sus establecimientos «sólo se sirve una comida equilibrada y
sana».

Para ello, usándose a sí mismo como referente, se dedicó a recorrer los Estados Unidos
alimentándose exclusivamente de los restaurantes McDonald's. Su plan consistió en tomar tres
comidas diarias (desayuno, comida y cena), 30 días seguidos, teniendo además que probar
todos los platos de la carta al menos una vez, tomar sólo lo que estuviera disponible en el
mostrador y aceptar un menú súper gigante siempre que se lo ofreciera el dependiente.

Antes de comerse su primer menú «McDonald's», Spurlock visitó a tres médicos distintos para
someterse a un chequeo, quienes dictaminaron su buena forma.

Diez días más tarde, con algunos kilos de más y molestias digestivas y respiratorias, Spurlock
obtiene unos resultados del test mucho más preocupantes.

Para el final del experimento, Spurlock presenta altos índices de colesterol y azúcar en sangre,
hígado graso, etc., ha engordado 12 kilos, se encuentra con el estómago destrozado y está al
borde de la depresión, confesándose prácticamente adicto a la comida basura.

Spurlock plasmó su experiencia en el documental Super Size Me, que, en tono de humor y
aderezado con materiales audiovisuales diversos, denuncia la realidad de un modo de
alimentación más destructivo que nutritivo. Además de asistir al progresivo deterioro físico y
anímico de Spurlock, se muestra, por medio de entrevistas, la opinión de varios expertos
relacionados con la industria alimentaria, así como la intervención de personajes anónimos:
gente de la calle, consumidores de comida basura, estudiantes. También resultan muy
ilustrativas las incursiones de Spurlock en comedores escolares, las discusiones con su novia
vegetariana y sus intentos frustrados de ponerse en comunicación telefónica con los ejecutivos
de McDonald's.

Entre otros aspectos, Super Size Me pone el dedo en la llaga al mostrar cómo los diferentes
menús emplean, de forma masiva e innecesaria, componentes de demostrado poder adictivo,
como el azúcar o la grasa animal.

Asimismo, los dependientes ofrecen al cliente, la inmensa mayoría de las veces, las raciones
supergigantes, y el despliegue del merchandising en el local incita al consumo de las opciones
más grasas y calorías frente a las más sanas. Por ejemplo, aunque en los restaurantes hay agua
mineral en la carta, esta opción no suele estar visible en el establecimiento, pero sí lo están los
refrescos. Pero es más, incluso las opciones supuestamente más «sanas», como algunas
ensaladas, tienen más calorías que el Big Mac, y prácticamente todos los platos incorporan el
azúcar en cantidades importantes.

El éxito de este documental ha reactivado el debate en Estados Unidos y en el resto del mundo
sobre la relación entre comida rápida y salud, así como en lo relativo a la influencia que este
tipo de negocios tienen sobre los hábitos de alimentación y de vida de la población,
especialmente los niños y jóvenes.

Según Spurlock, McDonald's se gasta más de 200 millones de dólares anuales en Estados
Unidos en publicidad y promoción para atraer a los niños a sus establecimientos, y a nivel
mundial, la industria de comida rápida emplea más de 30.000 millones de euros en publicidad.
Pero es más: según Brownell, del Center or Eating and Weight Disorders, en Estados Unidos
«vivimos en un ambiente de toxicidad nutricional que es casi una garantía para ponerse
enfermo». De promedio, las niñas y niños en Estados Unidos ven unos 10.000 anuncios
televisivos de alimentos al año, el 95% de cereales azucarados, refrescos, comida rápida y
golosinas, frente a sólo unas 1.000 oportunidades al año de hacerles llegar un mensaje sobre
alimentación sana; y es poco probable que pudiesen incluir a personajes de dibujos animados
y estrellas del deporte para comunicar este mensaje de forma igual de convincente y atractiva,
como lo hace la máquina publicitaria.

Pero ¿qué tiene la comida rápida para que engorde tanto? Por un lado, buena parte de los
refrescos están endulzados con alffilbar de maíz, que se absorbe mucho más deprisa que la
glucosa y, en consecuencia, no sacia, y que además favorece la formación de grasa. Por otro
lado, como no se estimula la secreción de insulina ni de leptina (una hormona implicada en la
sensación de hambre), precipita la ganancia de peso y la resistencia a la insulina (prediabetes).

La comida basura está repleta de otros azúcares ocultos, también simples, que se digieren
rápidamente, lo que adelanta la reaparición del apetito. Además, apenas contiene fibra, que
ayuda a comer menos por su efecto saciante, a mantener estable la glucemia y a eliminar los
residuos más rápidamente.

Si a esto se añade que son comidas muy energéticas, que las raciones son mucho mayores de
lo recomendable, que la grasa que contienen es saturada (colesterol «malo») y que resultan
muy adictivas para el paladar, ya tenemos el cóctel perfecto para añadir kilos a la báscula.
Además, los adeptos a la comida basura toman menos productos saludables, como frutas,
verduras, pescado, cereales y lácteos. En definitiva, la combinación de alimentos
hipercalóricos, ricos en carbohidratos, grasas y azúcares con bebidas carbonatadas es una
auténtica «bomba» alimentaria.

Aunque el documental de Spurlock se centra sobre todo en los Estados Unidos, el problema de
la salud alimentaria cada vez es más común y extendido en los países ricos. Ya en España, el
Ministerio de Sanidad ha alertado en repetidas ocasiones sobre problemas de salud infantil,
como la obesidad o el colesterol alto, relacionados con la incorrecta alimentación y con el
abandono de hábitos saludables como la tradicional dieta mediterránea.
Tras la polvareda levantada por este y otros debates relacionados, cabría pensar que las
cadenas de comida rápida estarían en declive. Pues no. Después de unos primeros momentos
en que se dedicaron a negar la evidencia, asegurando que su comida era sanísima y que
muchos nutricionistas la recomendaban, las propias empresas de comida rápida están
reaccionando para adaptarse a estos cambios, aunque de forma todavía lenta y poco
convincente.

Tras el estreno de Super Size Me, McDonald's retiró los menús supergigantes y lanzó su nueva
gama de ensaladas Salad Plus. Ronald McDonald, el personaje símbolo de la cadena, ha
cambiado su traje de payaso por un chándal, y últimamente se le ve jugando al baloncesto o
practicando otros deportes.

Desde hace algunos meses la empresa viene incluyendo información nutricional en los envases
de sus raciones y promueve además la actividad deportiva patrocinando eventos como la
Eurocopa y el Mundial de Fútbol.

Pero, por si acaso, no se abandonan otras opciones: en algunos países se han denunciado
presiones sobre los medios para que no promocionen el documental y veladas amenazas de
retirar la publicidad de McDonald's; por otra parte, a modo de «plan B» ante la eventual
posibilidad de que se restrinja la publicidad dirigida al público infantil, se ha diseñado una
estrategia de marketing consistente en diversificar la marca en otros productos, por medio de
la creación de la línea de indumentaria, libros y juguetes McKids como manera de sortear
cualquier futura restricción publicitaria posible.

PREGUNTAS:

1. Aunque el negocio alimentario es una actividad perfectamente legítima y honorable, ¿hasta


qué punto lo es el ofrecer unos alimentos cuyos efectos a largo plazo son nocivos? ¿Es
inseparable esta condición de la naturaleza del propio negocio de comida rápida?

2. Consulte en Internet la página web de McDonald's y otras empresas similares. ¿De qué
forma expresan su misión? ¿Coincide el ejercicio real de su actividad con lo que se manifiesta
en la misión declarada?

3. ¿Quiénes serían los grupos de interés afectados por este tipo de actividad económica?
Cítelos por orden de importancia explicando el porqué.

4. ¿En qué aspectos concretos de la actividad de McDonald's descrita en el caso podríamos


encontrar malas prácticas desde la perspectiva de la responsabilidad social de la empresa?

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