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CRITERIOS
APLICADOS EN LA DETERMINACIÓN DE LA PENSIÓN DE ALIMENTOS
I. INTRODUCCIÓN
El derecho que tiene una persona a exigir alimentos de otra, con la cual generalmente se
encuentra ligada por el parentesco o por el vínculo matrimonial, tiene un sólido fundamento en la
equidad, en el Derecho Natural. De ahí que el legislador al establecerlo en la ley no hace sino
reconocer un derecho más fuerte que ella misma, y darle mayor importancia y relieve (2).
La regulación general del derecho alimentario está contenida en el artículo 472 del Código Civil,
señala esta norma el contenido de los aspectos que comprende el derecho alimentario,
entendiéndose que, alimentos es lo indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia
médica, según la situación y posibilidades de la familia. Cuando el alimentista es menor de edad, los
alimentos comprenderán también su educación, instrucción y capacitación para el trabajo.
En cuanto a la obligación de dar alimentos al menor de edad, debe indicarse que la obligación
alimentaria de padres a hijos se sustenta en la patria potestad. En nuestro ordenamiento, de acuerdo
al inciso 1 del artículo 423 del Código Civil se enuncia que forma parte de los deberes y derechos
que genera la patria potestad, el proveer el sostenimiento y educación de los hijos. Siendo el
derecho alimentario expresión de la obligación de sostenimiento de los hijos.
El Código Civil español tiene una disposición parecida al del artículo 92 del Código de los Niños y
Adolescentes, pues en la ley modificatoria del 13 de mayo de 1981 ha incluido los gastos de
embarazo y parto. Comentando esta disposición, DIEZ PICAZO y GULLÓN han referido que la
expresa mención de estos conceptos no era necesaria. Podían sin dificultad entenderse incluidos en
la “asistencia médica”. Lo que probablemente ha querido señalar el legislador es que estos gastos
se deben en el caso de que las madres sean solteras (7).
Entonces, cuando el alimentista sea menor de edad, los alimentos además de comprender lo
necesario para subsistir, también comprenderán los gastos de su educación, instrucción y
capacitación para el trabajo, de acuerdo al segundo párrafo del artículo 472 del Código Civil
concordado con la segunda parte del artículo 92 del Código de los Niños y Adolescentes. Al
respecto, tenemos la sentencia de segunda instancia dictada en el Expediente Nº 1464-97, por la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha 1º de agosto de 1997, que señaló
“Primero.- Que se entiende por alimentos lo que es indispensable para el sustento, habitación,
vestido y asistencia médica, siendo que, cuando el alimentista es menor de edad, los alimentos
comprenden también su educación, instrucción y capacitación para el trabajo; Segundo.- Que, en tal
entendido, el derecho alimentario es irrenunciable, respecto al menor de edad, por lo tanto el Órgano
Jurisdiccional hace hincapié para que ambos padres contribuyan a prestar alimentos conforme se
establece en el artículo 101º del Código de los Niños y Adolescentes”.
Los conceptos a que se refiere el artículo 92 del Código de los Niños y Adolescentes son
aplicados en la sentencia expedida en el Expediente Nº 2732-97, de la Corte Superior de Justicia de
Lima, del 6 de abril de 1998, en el que se concede la pensión de alimentos a favor de la hija del
demandante, en un monto equivalente al treinticinco por ciento del haber mensual del padre, al tener
en cuenta que:
“siendo los alimentos lo indispensable para el sustento, habitación, vestido, asistencia médica
y educación, deben ser regulados de acuerdo a las posibilidades del obligado a prestarlos y en
proporción a las necesidades de quien deba percibirlos, atendiendo a las circunstancias en que se
encuentren ambos; Tercero.- Que si bien de los actuados se puede establecer que el demandado
tiene la condición de rebelde, por no haberse apersonado en el proceso, demostrando su falta de
interés en su desarrollo; siendo evidente la corta edad de la menor XXX, así como las posibilidades
del emplazado en su condición de Suboficial del Ejército Peruano, quien no se encuentra sujeto a
otra obligación de igual clase”
Tal como refiere CORNEJO CHÁVEZ, la relación alimentaria entre el marido y la mujer viene
insumida en otra de mayor amplitud, que es la que dimana del deber de asistencia que el artículo
288 (9) del Código consagra en términos no por escuetos en su letra menos amplios en su
contenido. Y así es, en efecto: marido y mujer contraen al casarse, y por el hecho mismo de casarse,
una alianza vigente para todos los efectos de la vida, los venturosos y los adversos: una alianza en
cuya virtud, no solo a cada cual interesa y afecta genéricamente lo que afecta e interesa al otro, sino
que, más concretamente, cada uno ha de velar porque el otro atienda y satisfaga sus necesidades.
Expresión de esta idea es el artículo 474 (10), que al tratar específicamente de los alimentos,
preceptúa que se los deben recíprocamente los cónyuges. (11)
En cuanto a los alimentos que se deben los cónyuges, podemos citar la ejecutoria casatoria Nº
3065-98-Junín del 3 de junio de 1999, en que la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de
Justicia de la República declaró fundado el recurso de casación presentado por la cónyuge
demandante, en la que actuando como órgano de instancia, resolvió confirmar la sentencia apelada
que declaró fundada en parte la demanda y ordenó que el demandado cumpla con acudir con una
pensión alimenticia a favor de la actora en la suma de cuatrocientos nuevos soles. Así, la Corte
señaló:
“SEGUNDO.- Que, como la existencia del vínculo conyugal entre los justiciables ha sido
determinada por las instancias inferiores, el inciso primero del Artículo cuatrocientos setenticuatro
del Código sustantivo sustenta la pretensión de la recurrente, puesto que según dicha norma los
cónyuges se deben alimentos recíprocamente.
TERCERO.- Que, la obligación de pagar una pensión alimenticia entre los cónyuges implica el
cumplimiento del deber de asistencia de aquellos, el cual se encuentra establecido en el Artículo
doscientos ochentiocho del Código Civil, asimismo, ante la falta de pago voluntario, quien tenga
derecho para solicitarlo, puede pedir la determinación judicial de dicha pensión, al amparo del
Artículo trescientos cuarentidós del mismo cuerpo legal”.
En efecto, puede señalarse la distinción entre asistencia y alimentos. La primera recoge –al igual
que la fidelidad– una serie de presupuestos éticos que, sustancialmente, podrían sintetizarse en el
concepto de solidaridad conyugal. Y, más allá todavía, solidaridad familiar. Los segundos, como
prestación, si bien se fundan en el deber de asistencia, se traducen en valores pecuniarios, de
contenido económico, que aseguran la subsistencia material (12).
Sobre las personas obligadas a dar alimentos, el artículo 474 del Código Civil señala que se
deben alimentos recíprocamente: 1.- Los cónyuges; 2.- Los ascendientes y descendientes; 3.- Los
hermanos. De acuerdo a esta norma se establece la relación de las personas obligadas a dar
alimentos, siendo aplicable al caso de los cónyuges y de los familiares consanguíneos mayores de
edad pues, se comprende a los hermanos, los ascendientes y descendientes, que son los parientes
en línea recta ascendente y descendente del necesitado de alimentos. Ahora bien, entre los
ascendientes y descendientes, también debe comprenderse el caso de los hijos adoptivos y los
padres adoptantes, ya que una consecuencia importante del vínculo jurídico de la adopción, es que
por la adopción el adoptado adquiere la calidad de hijo del adoptante y deja de pertenecer a su
familia consanguínea (artículo 377 del Código Civil).
La obligación legal es siempre recíproca, lo cual quiere decir que cualquiera de los sujetos de la
relación jurídico-familiar contemplada puede ser indistintamente acreedor o deudor alimentario (13).
En cambio, en relación a los menores de edad, el Código de los Niños y Adolescentes refiere en el
artículo 93 que “Es obligación de los padres prestar alimentos a sus hijos. Por ausencia de los
padres o desconocimiento de su paradero, prestan alimentos en el orden de prelación siguiente: 1.
Los hermanos mayores de edad; 2. Los abuelos; 3. Los parientes colaterales hasta el tercer grado; y
4. Otros responsables del niño o del adolescente.” Como se podrá observar, se mantiene siempre
como obligados a los parientes consanguíneos del niño o adolescente; sin embargo, también se
establece otro orden de obligados. En cuanto a los primeros obligados, tenemos a los padres, luego
los hermanos del necesitado de alimentos, seguidamente de los abuelos, hasta llegar a los parientes
colaterales del primer, segundo y tercer grado de consanguinidad. En relación a la ampliación de los
obligados, la norma comprende a otras personas que pueden o no tener vínculo de consanguinidad,
como es el caso de los parientes colaterales del cuarto o quinto grado, o el caso de los padrinos,
parientes políticos, o cualquier persona mayor de edad que asuma alguna responsabilidad frente al
menor.
La obligación de los progenitores de sostener a los hijos es el más importante deber moral y
jurídico. Este derecho se origina en la consanguinidad, y otros factores jurídicos que la reafirman
como: el matrimonio de los padres, el ejercicio de la patria potestad, el goce del usufructo legal, la
presunción de paternidad para el solo efecto alimentario por haber mantenido trato sexual en la
época de la concepción, etc.(14)
Como ya se mencionó, por el derecho alimentario surge la obligación de dar alimentos, siendo
esta obligación una de características especiales, donde su contenido último es económico, pues se
traduce en un pago de dinero o en la alimentación en la propia casa, aunque la finalidad a que se
atiende es personal. En suma, si bien es patrimonial el objeto de la prestación alimentaria, la
obligación se encuentra vinculada con la defensa de la vida del acreedor y el desarrollo de su
personalidad. (15) Luego, tenemos que la obligación jurídica de prestar alimentos se traduce
finalmente en el pago de una pensión de alimentos.
Entonces habrá que observar lo que la ley determina como las condiciones para fijar la pensión
de alimentos, así en el artículo 481 del Código Civil, se indica que: “Los alimentos se regulan por el
juez en proporción a las necesidades de quien los pide y a las posibilidades del que debe darlos,
atendiendo además a las circunstancias personales de ambos, especialmente a las obligaciones a
que se halle sujeto el deudor”.
Para determinar el monto de la prestación derivada de la obligación de alimentos, se toman en
cuenta dos condiciones que se van a evaluar judicialmente, por un lado, el estado de necesidad de
quien solicita alimentos (acreedor alimentario), y por otro lado, las posibilidades del obligado a dar
alimentos (deudor alimentario).
Se entiende que una persona se encuentra en estado de necesidad cuando no está habilitada
para subsistir modestamente, de un modo correspondiente a su posición. Para solicitar alimentos no
se requiere estar en la indigencia, basta que quien tiene derecho no logre los ingresos necesarios
para vivir modestamente, considerando el nivel social al que ha estado acostumbrado (17)
Asimismo, se han propuesto dos criterios a tener en cuenta para determinar el estado de
necesidad del alimentista, que son el patrimonio y la capacidad de trabajo de quien pretende obtener
la pensión de alimentos. Sobre el patrimonio, se señala que quien tenga bienes suficientes no puede
reclamar alimentos, así los bienes sean improductivos. Y sobre la capacidad de trabajo, se dice que
el individuo que tiene capacidad para trabajar, para lograr su sustento, no tiene derecho a solicitar
pensión alimenticia, sin embargo, se propone asimismo tener en cuenta dependiendo de cada caso
las circunstancias de edad, sexo, estado de salud, educación y posición social. Por ejemplo, no
podría alegarse la alta preparación de un profesional y su consecuente capacidad para trabajar, con
el objeto de liberarse de la obligación alimenticia, cuando el profesional no logra conseguir, a pesar
de grandes esfuerzos, un empleo para ejercer su oficio (18).
En opinión de CORNEJO CHÁVEZ, por regla general, este requisito del estado de necesidad del
solicitante debe ser probado por el alimentista, aunque debe tenerse en cuenta que existen dos
excepciones, a saber, la de los hijos menores que piden alimentos a sus padres, y, en alguna
medida, la de los hermanos menores. (19) En tales, se presume el estado de necesidad de dichas
personas porque se trata de personas que siempre van a necesitar los alimentos para vivir y
desarrollarse.
Por el contrario, una interpretación diferente de lo que debe entenderse como estado de
necesidad, se plantea en el voto singular en la precitada Sentencia de Casación Nº 3065-98-Junín,
del 3 de junio de 1999. En el voto singular, se indicó que en la sentencia apelada no se había
acreditado que la recurrente demandante de alimentos sea indigente e insolvente, ni menos que esté
en la imposibilidad de obtener alimentos por medio del trabajo; siendo que la demandante tiene un
trabajo estable en su condición de docente, percibiendo un haber mensual.(20) Que, además, no
está probado el estado de necesidad en el que se alega se encontraba la demandante. Por ello, en
opinión del voto singular se indicó:
“Tercero.- Que, los conceptos de indigencia y estado de necesidad, alegados por la actora,
han sido merituados en la recurrida, en base a la prueba actuada en el proceso. La Corte Suprema
cuando conoce el proceso vía casación no puede volver a reexaminar los medios probatorios
merituados por las instancias de mérito por lo que los agravios denunciados por la inaplicación de
los artículos cuatrocientos setentidós, cuatrocientos setenticuatro y cuatrocientos ochentiocho del
Código Civil, no pueden prosperar;
Entonces, sobre los fundamentos de la existencia de esta obligación legal de alimentos entre
cónyuges, no hay duda alguna acerca de que sus bases se fundan en el deber de asistencia que se
ha consagrado en el régimen jurídico del matrimonio; sin embargo para hallar el significado de los
alcances de esta obligación por el demandado, debe considerarse que el objeto de los alimentos es
proporcionar lo necesario para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, según la
situación y posibilidades de los obligados; en otras palabras, se trata de dar lo necesario para vivir
de acuerdo a las circunstancias propias del necesitado. Así, por ejemplo, no será igual la necesidad
alimentaria de un cónyuge que es un trabajador manual despedido, que la de un docente
universitario, por citar dos ejemplos.
El otro elemento a tener en cuenta es la capacidad económica del obligado a prestar los
alimentos; sobre este aspecto, debe tenerse en cuenta que, en principio, si no se tiene dicha
capacidad económica, entonces no surgirá la obligación de prestar alimentos.
Para ello se consideran las posibilidades con que cuenta el deudor alimentario así como las
circunstancias que lo rodean, como por ejemplo, otras obligaciones del hogar que el deudor tenga
para con su familia. En suma, para que se establezca una pensión de alimentos a su cargo, es
preciso que haya exceso de las rentas del obligado sobre los gastos necesarios a su cargo.
Empero, cuando se trata de los hijos o el cónyuge, se considera que por pocos que sean los
ingresos de una persona, siempre estará obligada a compartirlos con su familia inmediata, ya que lo
mínimo que se puede exigir a quien tiene la obligación de cumplir con los alimentos es que se
esfuerce por satisfacerlos. El deudor alimentario no puede disculparse argumentando que no tiene
ingresos, cuando tampoco hace lo necesario para conseguirlos. (21)
5.3. Criterios a tener en cuenta para determinar la pensión de alimentos
En cuanto a la forma de valoración de estos dos factores, el del estado de necesidad del
alimentista y las posibilidades del obligado, en España se ha considerado que por la propia
relatividad patrimonial de la familia no se impone una prueba tajante de la fortuna y medios del
obligado ni de las necesidades del demandante, sino que se atiende principalmente a medios
indirectos e indiciarios de fijación. La jurisprudencia española ha tomado en cuenta, la profesión y
tren de vida que lleva el demandado, también la titulación universitaria del obligado y su nivel de vida
elevado, o que el alimentante sea abogado de profesión con importantes ingresos, por ejemplo.
Observándose también que la prueba de la necesidad del alimentista por ser una prueba negativa,
tampoco puede hacerse plenamente, por ello para reclamar alimentos basta alegar que se carece de
bienes y se encuentra en estado de necesidad, pasando entonces al demandado la carga de la
prueba de que el demandante tiene bienes y le producen lo suficiente para cubrir sus necesidades; e
incluso se señala en la jurisprudencia española que la prestación de alimentos puede reclamarse
aunque el demandante tenga algunos bienes si sus rentas son insuficientes y aunque colabore
eventualmente en un negocio familiar si no prueba que reciba sueldo (22).
En similar sentido, la jurisprudencia argentina ha establecido que, para que la cónyuge tenga
derecho a los alimentos, no es necesario que carezca absolutamente de recursos, pues basta con
que aquéllos no sean suficientes; también que no procede la fijación de alimentos cuando los
ingresos de la cónyuge son superiores a los del demandado; que entre cónyuges si quien requiere
alimentos puede, con sus entradas, solventar sus necesidades, no existe razón para obligar al otro a
pagar una cuota alimentaria; que no procede que sea el marido el que exclusivamente mantenga
totalmente a la mujer que se encuentra en aptitud potencial para lograr su propio sustento por sí
misma, cuando no se ha demostrado que posea incapacidad alguna (23).
Consecuentemente, será la actividad probatoria la que permita acercarse a la idea más precisa
posible sobre cuáles son las posibilidades económicas del obligado concordantemente con las
necesidades acreditadas por el alimentista.
De nuestra actividad jurisdiccional, pueden señalarse algunos elementos que se toman en cuenta
al momento de establecer la pensión de alimentos, como los siguientes:
Nuestra judicatura ha resuelto que “al fijarse el aumento de la pensión alimenticia se debe tener
en cuenta, no solo las posibilidades del obligado, sino las necesidades que éste afronta; así como
que la accionante no se encuentra imposibilitada de laborar, y de esta manera coadyuvar a la
satisfacción de sus necesidades”(24).
En otra sentencia en la que se ampara el pedido de aumento de pensión alimenticia,
encontramos en la sentencia de vista en el Expediente Nº 418-97, del 7 de mayo de 1997, se toma
en cuenta las posibilidades de laborar de la parte demandante, así se dice:
“Primero: que, según copia de la partida de nacimiento del demandado José Luis Apaza
corriente a fojas sesentidos, la misma que no ha sido tachada, el nombrado demandado
expresamente reconoció como padre al actor Francisco Luque Calcín, lo que se halla corroborado
con los documentos privados de fojas siete y ocho, así como con la copia certificada de la partida de
matrimonio de fojas seis en donde también dicho demandado reconoce como su padre al
demandante, y con su respuesta a la primera pregunta de su declaración en la audiencia de fojas
ciento cuatro, expresando que durante veinticinco años lo ha venido asistiendo. Segundo: que,
conforme a los artículos cuatrocientos setenticuatro, inciso dos, cuatrocientos setenticinco inciso dos
y cuatrocientos setentisiete del Código Civil se deben recíprocamente alimentos los descendientes y
ascendientes, cuando sean dos o más los obligados a darlos, se prestan en el segundo orden por
los descendientes y cuando sean dos o más los obligados a dar los alimentos, se divide entre todos
el pago de la pensión en cantidad proporcional a sus respectivas posibilidades. Tercero: que, en el
caso de autos, también se ha acreditado con las copias certificadas de las partidas de nacimiento de
fojas ciento doce a ciento quince que Rafaela Fortunata Luque Apaza así como Martín Laureo,
Catalina y María Feliciana Luque Quispe son hijos del demandante, de consiguiente son
litisconsortes pasivos en este proceso.”(25)
En dicho fallo, la Corte confirmó la sentencia apelada que declaró fundada la demanda y dispuso
que los hijos demandados José Luis y Fortunata Luque Apaza, así como Martín Laureo, Catalina y
María Feliciana Luque Quispe cumplan con asistir a su padre Francisco Luque Calcín con una
pensión mensual y adelantada de doscientos cincuenta nuevos soles, a razón de cincuenta nuevos
soles por cada uno de los nombrados. Nótese que se acredita el entroncamiento de los hijos con el
padre, en base a la posesión constante de estado de hijo con relación a uno de los hijos
codemandados (José Luis) y en la partida de nacimiento de los otros hijos (los litisconsortes
pasivos). Una vez determinado el estado de necesidad invocado por el actor, se resuelve a favor de
éste, y se fija una pensión alimenticia a su favor.
Las capacitaciones y especializaciones logradas por el obligado a dar alimentos, son valoradas
por el juzgador al determinar las posibilidades económicas en que se encuentra, tal como se puede
apreciar de la sentencia de segunda instancia, del Expediente 1628-97, de la Corte Superior de
Justicia de Lima, del 31 de julio de 1997, en el que luego de compulsar los certificados de
capacitación y perfeccionamiento, concluyó que “la persona del demandado ha logrado un nivel en
su preparación y trabajo, lo que le posibilita acceder a una remuneración acorde con ellas, y
solventar la pensión alimenticia señalada en favor de sus tres menores hijos; Segundo.- Que
teniendo el accionante igual obligación que la madre para atender a las necesidades de dichos
menores, más aún en la etapa de desarrollo escolar que ellos atraviesan, no puede aceptarse una
pretensión de reducción a la pensión alimenticia que no se encuentra debidamente sustentada, ya
que del examen de los documentos obrantes a fojas diez y once, no se infiere impedimento para que
él desarrolle otras actividades en horario diferente y cubrir los gastos mínimos de los niños,
entendiéndose como es lógico que siempre tenderá a esforzarse para ello, por ser parte de su
misión paterna”. Entonces, teniendo en cuenta estas fundamentaciones, la Sala Superior resolvió
confirmar la sentencia de primera instancia que declaró infundada la demanda de reducción de
pensión alimenticia que presentara el padre de los menores, estando al nivel alcanzado en la
preparación y el perfeccionamiento del padre, el cual de forma indirecta le permitió lograr a la Sala
de vista la convicción del nivel de ingresos del demandado.
En otro caso jurisprudencial, se valoran los diversos viajes que efectuó el obligado, así, en el
Expediente Nº 3356-95 de la Corte Superior de Justicia de Lima, en la sentencia de vista del 26 de
marzo de 1997 se tiene en cuenta que si bien es cierto que, no están acreditados los ingresos del
demandado, sus frecuentes viajes al extranjero revelan que tienen capacidad económica suficiente
para que acuda con alimentos a la accionante y a sus tres menores hijos; por lo cual teniendo en
cuenta las necesidades de los alimentistas, se dispuso confirmar la sentencia de primera instancia
que declaró fundada en parte la demanda que declara que el demandado acuda a su cónyuge a sus
tres menores hijos con una pensión alimenticia, revocándola en extremo que fija el monto de dicha
pensión; la que reformaron y fijaron el referido monto del modo siguiente, para su cónyuge con la
pensión mensual adelantada de 400 nuevos soles y a sus tres hijos, con la pensión mensual
adelantada de 600 nuevos soles, de los cuales 200 nuevos soles corresponden a cada menor. De
igual manera, que en el caso anterior, por medio de pruebas indirectas como los certificados de
migraciones se llega a determinar que la parte demandada goza de cierto nivel de ingresos
económicos, lo cual le posibilita la realización de continuos viajes al exterior. Así, habiéndose
determinado que el demandado tiene medios económicos, entonces debe cumplir con entregar una
pensión de alimentos a su esposa e hijos.
También en cuanto a la capacidad del obligado a dar alimentos, es importante tener en cuenta lo
que declara percibir como remuneración, así se resolvió en la Sentencia de vista en el Expediente
448-97 del 23 de mayo de 1997, en el que se valoró la boleta de sueldos que presentó el actor, en el
que se estableció que éste percibía una remuneración neta de 890 dólares americanos al momento
de interponer la demanda de reducción de alimentos, que sin embargo, también se compulsó con
reservar el informe presentado en el proceso y en el que se indicaba que la remuneración del
obligado era percibida en moneda nacional. La Sala Superior valoró dichas instrumentales así como
la edad de los 3 menores hijos del actor y de su esposa, por lo cual falló revocando la resolución
apelada que había declarado infundada la solicitud de reducción de alimentos, la que reformándola
la declararon fundada en parte; y, dispusieron una variación en la pensión alimenticia a favor de los
beneficiarios. De ese modo, la jurisprudencia citada nos muestra cómo los tribunales evalúan y
resuelven los pedidos de variación de la pensión de alimentos, de conformidad con los medios
probatorios que respalden los pedidos de los solicitantes.
Cuando son varios los obligados a dar una pensión de alimentos, se aplica el prorrateo, esto se
resolvió en el caso citado anteriormente del expediente Nº 1296-94 y que fue resuelto por la Corte
Superior de Justicia de Arequipa en la sentencia de vista del 26 de octubre de 1994 pues, una vez
que se determinó que los hermanos José Luis y Fortunata Luque Apaza, así como Martín Laureo,
Catalina y María Feliciana Luque Quispe tenían acreditado el entroncamiento familiar con su padre
(el demandante), se estableció la obligación de cumplir con brindar una pensión de alimentos de los
5 hijos a favor de su padre; y en cuanto a la determinación de la pensión de alimentos la Sala
Superior aplicó la norma del prorrateo, contenida en el artículo 477 del Código Civil, del modo
siguiente:
“que, cuando, sean dos o más los obligados a darlos, se prestan en el segundo orden por los
descendientes y cuando sean dos o más los obligados a dar los alimentos, se divide entre todos el
pago de la pensión en cantidad proporcional a sus respectivas posibilidades”.
Por tanto, la Corte Superior falló confirmando la sentencia apelada que declaró fundada la
demanda y dispuso que los hijos demandados José Luis y Fortunata Luque Apaza, así como Martín
Laureo, Catalina y María Feliciana Luque Quispe cumplan con asistir a su padre Francisco Luque
Calcín con una pensión mensual y adelantada de doscientos cincuenta nuevos soles, a razón de
cincuenta nuevos soles por cada uno de los nombrados.
De igual modo, cuando hay pluralidad de alimentistas, también se aplica el prorrateo para
establecer el monto de la pensión de alimentos a que tiene derecho cada uno. Ello lo podemos
apreciar en la sentencia de vista emitida en el Expediente Nº 944-97, de Lima, de fecha 30 de julio
de 1997, en el que se determina la pensión de alimentos a favor de los cuatro hijos y la esposa del
demandado. Al respecto, la Corte Superior declara que, “a la fecha son cuatro hijos los menores de
edad, uno matrimonial y tres extramatrimoniales, los que concurren con la cónyuge, en calidad de
alimentistas acreedores; que al respecto el porcentaje provisional de la pensión alimenticia a cargo
de don Augusto Manuel Velázquez Villanueva, debe ser fijado prudencialmente atendiendo a las
necesidades de los alimentistas y considerando el principio constitucional de igualdad de los hijos”,
en base a esas consideraciones, se dispuso la variación de los porcentajes de las pensiones de
alimentos, estableciéndolos en 11 % para cada hijo, y en 16% para la esposa, lo que significó
destinar el 60% de la remuneración del demandado para el pago de las pensiones alimenticias a
favor de su esposa y de sus cuatro hijos.
“Cuarto.- Que son condiciones para ejercer el derecho a pedir los alimentos la existencia de
un estado de necesidad de quien los pide, la posibilidad económica de quien debe prestarlos y la
existencia de una norma legal que establezca dicha obligación. Quinto.- Que atendiendo al carácter
irrenunciable e imprescriptible del derecho alimentario si el juez constata la existencia de las tres
condiciones antes mencionadas debe establecer la obligación alimentaria a cargo del emplazado
con prescindencia de la existencia de cualquier convenio preexistente, en especial tratándose de
menores en atención a lo dispuesto en los artículos cuatrocientos setenticuatro inciso dos,
cuatrocientos setenticinco inciso tres, cuatrocientos setentisiete, cuatrocientos ochentiuno y
cuatrocientos ochentisiete del Código Civil y a los artículos ochentidós inciso b, ciento dos, y ciento
cuatro del Código de los Niños y del Adolescente.”(el subrayado es nuestro)
Puede variarse el monto determinado por sentencia judicial de la pensión de alimentos, así debe
tenerse en cuenta que la existencia de una sentencia de alimentos, no conlleva a la aplicación del
principio de la cosa juzgada estando a la finalidad de asistencia que sustenta el derecho de
alimentos. Como muestra de esta apreciación judicial, puede citarse la Sentencia de Casación Nº
1371-96- Huánuco, del 11 de noviembre de 1997, emitida por la Sala Civil de la Corte Suprema de
Justicia, que refirió:
“Sexto.- Que atendiendo a la naturaleza del derecho alimentario éste se encuentra sujeto a las
variaciones que podrían ocurrir en el tiempo respecto al estado de necesidad de los beneficiados o a
las posibilidades del obligado, es por ello que la ley autoriza a solicitar la modificación o la
exoneración de la pensión alimenticia. Sétimo.- Que tal como lo señala el doctor Héctor Cornejo
Chávez en su obra Derecho Familiar Peruano es un principio universalmente aceptado que no existe
cosa juzgada en materia de la fijación de pensiones alimentarias, en ese sentido si se reducen las
posibilidades de uno de los obligados y subsisten las necesidades del alimentista, el juez de la causa
está plenamente facultado a establecer o aumentar la obligación a cargo del otro obligado”.
El derecho a los alimentos es el que determinará, según los casos, la solicitud de la variación de
la pensión de alimentos fijada judicialmente. Siempre en función a las dos condiciones: al estado de
necesidad del alimentista (acreedor alimentario) y a las posibilidades del obligado (deudor
alimentario).
Acerca de los conceptos que se comprende como remuneración, y sobre el cual se aplica la
pensión determinada en porcentaje, tenemos la sentencia de primera instancia dictada en Lima, en
el Expediente Nº 50-AP-97, de fecha 28 de abril de 1997; en este proceso la parte demandante
solicitó el aumento de la pensión alimenticia, basándose en que el porcentaje establecido como
pensión sobre la remuneración del demandado era aplicable incluso a las gratificaciones y
bonificaciones; la señora juez precisó que entendía como haber neto del demandado, a la
compensación que recibe el trabajador por el trabajo realizado, comprendiéndose la totalidad de los
beneficios que éste obtiene por sus servicios; especificando así que comprende el haber neto, luego
de los descuentos de ley, a las bonificaciones, gratificaciones u otros análogos, siendo éstas
inherentes al salario del obligado; sin embargo, acerca de las utilidades tuvo en cuenta que, de
acuerdo al artículo 19 del Decreto Legislativo 650, éstas no se consideran como parte de la
remuneración por ser un derecho del trabajador. Entonces, la señora jueza dispuso ordenar que la
empleadora del demandado proceda con la retención del 18% de las remuneraciones, bonificaciones
y gratificaciones que percibía el demandado y que fueran entregadas a la demandante en forma
mensual y permanente, entendiéndose dentro de éstas, los rubros de escolaridad, fiestas patrias,
navidad, excluyéndose de las mismas las utilidades que corresponden al demandado.
“Tercero.- Que si bien la declaración jurada de ingresos que presentan los obligados en
procesos de alimentos como el presente, es tomada con reserva por no ser imperativa la
investigación de sus ingresos, también es cierto que deben considerarse las cargas a que se halle
sujeto, habiendo acreditado el actor tener obligación similar respecto a otra hija menor de edad, por
lo que cabe modificar el monto señalado en la recurrida, siendo de aplicación al presente caso los
artículos 472 y 481 del Código Civil; Cuarto.- Que del expediente acompañado proveniente del
sétimo Juzgado Civil Transitorio de Lima, se aprecia que a la actora le vienen siendo endosados los
certificados de consignación de alimentos que efectúa el actor, sin que hayan acreditado el trabajo
estable que manifiesta tiene éste y producto del cual percibe ingresos mayores a los detallados;”
6. A modo de conclusión
(3) DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil. Derecho de familia.
Derecho de sucesiones. Sétima edición. Madrid: Tecnos, 1998. Vol. IV. p. 47.
(4) ZANNONI, Eduardo. Derecho de familia. Tercera edición actualizada y ampliada. Buenos
Aires: Editorial Astrea, 1998. T. I. p. 113.
(6) DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Op. Cit., Vol. IV. p. 50.
(7) DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Op. cit. Vol. IV. p. 53.
(9) Nuestro Código Civil prescribe en el art. 288 que, “Los cónyuges se deben recíprocamente
fidelidad y asistencia”.
(10) En efecto, el art. 474 del Código Civil señala que, se deben alimentos recíprocamente:
(11) CORNEJO CHÁVEZ, Héctor. Derecho Familiar Peruano. Décima edición actualizada.
Lima, Gaceta Jurídica Editores, 1999. p. 580.
(13) DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Op. Cit., Vol. IV. p. 51.
(14) PERALTA ANDIA, Javier Rolando. Derecho de Familia en el Código Civil. Segunda
edición. reimpresión. Lima, IDEMSA, 1996. p. 400.
(15) DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Op. Cit., Vol. IV. p. 49.
Finalmente, el voto singular sustenta como fundamento central los límites de las funciones
casatorias, las mismas que no pueden entrar a evaluar los hechos acreditados en las instancias
inferiores, además que sin mayor explicación califica el art. 481 del Código Civil como una norma de
contenido procesal. Nosotros, preferimos quedarnos con la sentencia casatoria por las razones
anotadas, que si bien tiene deficiencias, no elude emitir un pronunciamiento sobre el fondo del
asunto.
Véase BUSTAMANTE OYAGUE, Emilia. “El Estado de necesidad y sus alcances como requisito
para el amparo de una demanda de alimentos entre cónyuges”. En: Revista Diálogo con la
Jurisprudencia. Lima, Gaceta Jurídica Editores, Año 8, Nº 42, marzo del 2002.
(22) ÁLVAREZ CAPAROCHIPI, José Antonio. Curso de Derecho de Familia. Patria Potestad,
Tutela y Alimentos. Madrid: Editorial Civitas, 1988. pp. 267-268.
(23) BARBADO, Analía R. y BARBADO, Patricia B. Alimentos. Según la Jurisprudencia.
Buenos Aires: Ad-Hoc S.R.L., 2000. pp. 38, 47-48.
(24) Véase el Expediente Nº 418-97, Lima, siete de mayo de mil novecientos noventisiete. En:
GACETA JURÍDICA. Explorador Jurisprudencial. Base de datos jurisprudencial, 2001/2002.