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La Importancia de Hablar Mierda PDF
La Importancia de Hablar Mierda PDF
Buenaventura
cooperativo editorial
MAGISTERIO
Iliicnuvcnlurn, Nicolás.
I i nnporlanciadc hablar mierda: los hilos invisibles del tejido
• al / Nicolás Buenaventura. — led. — S an ta Fe de Bogotá :
i i a i| m' i ni i va I ihtonal Magisterio, 1995.
hV (< "lección Mesa Redonda;N° 2!8)
ISIIN ‘>^K 20 0224-7
I l iliu .a ion y Democracia 2. Educacióm - Aspectos Sociales
I l li II Serle.
l l i l i V/li lo | /|lH2iMFN: 0028
Colección Mrmi Utulnnda
l A I M I I I I I I A N l I AI ' 1 HAIII M I M I I I I O A
O lo* hi l o* Im ifalM na i h ' l l e/li lo *ot lili
A utor
«I N I C U l A s I IUENAYICNU'HA
Illro c c tó n O rn rra l
Al I UEIX) A Y A li/A IIASTIDAS
lllrfioclA n E d itorial
II.S I 1‘A T W C IA S Á N C H E Z R .
('oiiipoalrlA n e le c tr ó n ic a
JHi t í n y o a^c
l ililí- 134 N" 30 72
M 61B 440B I il! i4 íi0 5 . T elefa x : 6 2 6 1 2 7 9
I m p r e a lA ii : (A H G H A P IIIC S . I m p r e s i ó n d ig ita l
El tiempo total.................................................................. 26
El tiempo libre.................................................................. 32
La importancia de hablar m ierda....................................40
Los círculos de lectores.................................................... 47
El buen am or..................................................................... 53
Magia y ciencia................................................................6 2
¿Y de la convivencia qué?
7
va; y para prom over la construcción ilmexos a rm o n io s o s
e invisibles de la estructura social
Los editores
o w i< C x c L e ¿ y
de mU fracOie
9
papel para los días uiti ios con toda la tropa am iliar. Era
cazador y ti menudo lleg ab a a tiempo con bunas p iezas.
11
lian corrido m uchos años desde entoces y y o n u n c a he
tenido iluda ile que las mentiras de ni padre h a y a n sido
l a n í o alim ento, tanta fortaleza y proveho p a ra n o so tro s
■n i I Iioj-. i, com o lo fueran el pan / todas sus dem ás
verdades,
Mientras las otras, las del juego, las ddel goce, están en
12
I
(unción del presente y sólo se proyectan po tán d o se en sí
mismas.
13
era centro de nuestra sociedad fam ilu, se v o lv ía a l a vez
juego, es decir, sociabilidad.
¿Qué es cultura?
14
Si usted preguita a un campesino qué es el sol, es posible
que le respondí identificando el mensaje c;ue él recibe con
el emisor, con el sol mismo. Es posible que le responda: el
sol es luz, es cjlor. Y sin duda es hermosa la respuesta.
IVio es ingenua.
,.(>ié es cultura?
15
Aa ¿cotonía
cíe ¿te, oáe¿Uco4
17
todos estos que s e han transformada en tejido
gracias a une té cn ica también ordinal del
( e n a n o Oriente.
Al levantarse se despoja de su pijami, prenda
que in v e n ta ro n lo s h in d ú e s, cilza su s
mocasines creados p o r indios precdom binos
y va al baño, donde se asea con jabói origina
do en las Galias, para luego rastrarse si-
guiendo un ritual m asoquista que pirece ha
b a tenido su origen bien en Sum era o en el
antiguo Egipto, «
Vuelve ,i lo oh obo para tomar su ropa, que
está acomodada en una silla, mueble proce-
dente del sin de Europa, v viste saco y panta
lones, prendas cava Jornia se deriva original
mente de los vestidos de pieles que se hacían
los nómadas de las estepas asiáticas. Luego
caira zapatos diseñados según un modelo de
rivado de civilizaciones mediterráneas y he
chos de cuero curtido según un proceso inven
tado en Egipto. Finalmente cubre su cabeza
con un sombrero de fieltro, material inventa
do en las estepas del Asia.
Ya en la calle, el sujeto paga su perióídico con
un invento de la antigua Lidia, las monedas, y
se apresta a desayunar en el restauramte, don-
de lo esperan otra serie de elementors prove
niente', de muchas culturas lejanas. ,Su plato
tle cerámica inventada en China; su cuchillo
d, una aleación hecha por primera xvez en el
sur d< la India, el acero; su tenedorr, instru-
IN
mentó de la Italia medieval; y su cuchara,
romana de o/igen. Además, el café, planta de
Ahisinia, con leche ordeñada siguiendo una
arcaica tradición del Cercano Oriente y con
azúcar que sí refino p o r prim era vez en la
India.
También pueae servirse huevos de una espe
cie de pájaro dom esticado en Indochina, o
bien un file te de carne de algún animal do
mesticado en Asia oriental. Luego de comer,
quizás fum ará a su gusto siguiendo la moda
de indios americanos, con hojas de una planta
que fu e ra domesticada en Brasil, y mientras
fuma, quizás lea noticias impresas con carac
teres inventados p o r los antiguos semitas so
bre un material de origen chino. Entonces, a
medida que se va enterando de las dificulta
des que hay en el extranjero, probablemente
dará gracias a un dios hebreo en un lenguaje
indoeuropeo p o r haber nacido en los Estados
Unidos de América.
19
El símbolo por ex ce le n cia de esta histoiu que d a lu g a r a
la formación del c o n c e p to de cultura seá el tra sp lan te d e
los obeliscos cgipi ios a las plazas princpales de la s c a p i
tales europeas y norteam ericanas. Romi, París, L o n d res,
Nueva York serán ciudades «cultas» ei cuanto e x h ib en
cada una su «propio» obelisco egipcio.
21
el verde de H olanda y poco más. Es um c a r ta c a s i
monocroma, el planeta de los imperios. En catibio hoy, a l
finalizar el siglo, solam ente en África habríaque u tiliz a r
más de 50 colores diferen tes si se quisiera diferenciar lo s
estados y las «culturas» nacionales en fornación, q u e
tienen su asiento en la ONU.
2.11
muy semejanies, que se em parejaban y se o m p le m e n ta -
ban mutuamente.
24
In ilc n producción de un sisterru social. Pero es la vida
misma ;i que, en definitiva, decide la suerte de toda teo
ría.
Memos íecho alusión al cambio significativo del mapa del
mundo con la disolución de los «imperios» en este siglo.
I'ucs bien, este acontecimiento va a conducir a algo que
podríamos considerar Ja reconquista «civilizada» de los
países o naciones emergentes. Nos referíamos a la intro
ducción en esas comunidades de tecnologías modernas
. 011 programas de saneamiento ambiental o salud, de in
dustria o agricultura, de vías, de escuelas, de vivienda. Es
entonces cuando aparecen, abrumadoramente, los llama
dos «obstáculos culturales». La cultura resiste en cada
país, en cada pueblo. A llí concita todos sus espíritus, sus
demonios. No quiere dejarse meter en el torbellino. Dejar
se arrastrar tras los cambios que se imponen en la socie
dad.
Así que, para los antropólogos, cada vez es más claro que
una máquina nueva, que un paquete tecnológico, recién
introducido en una comunidad, es como la piedra que se
echa en el centro de una laguna. A partir de allí, desde ese
punto se expande la onda y no descansa, en círculos
concéntricos, cada vez más amplios, hasta llegar a las
orillas.
25
ra se irá dejando lle v a r así, m ansam ete, com o l a re o rg a
nización del trabajo, por el vaivén d eas ondas d e l ag u a?
26
I'ijl ejemplo, pensanos que el antropólogo je o rg e M.
I ósler. en su texto C ilturas tradicionales y ccmbios tec
nológicos, publicado en 1962, es uno de lo; primeros
rtltludiosos que coloca en un sitio «la cultura», >a no como
el discurso macro del modernismo, sino como algo pe
queño y sobre todo algo interno de cada comunidad, a
i nda grupo, a cada pueblo. Foster establece así a relación
entre «cultura» y «sociedad» en una comunidad determ i
nada;
27
como inventario o acumulad< de «instrumentos, te c u c a s ,
valores» etc., es d e c ir, de la cultura-mensaje.
¿Qué es cultura?
28
/reocupación del presente. A l drama, es de-
c r , lo que evoluciona, lo que se construye, se
opone lo trágico, lo que se vive como tal, sin
ten er en cuenta las co n tra d iccio n es. A l
futurism o le sucede el presenteísm o. Esta
socialidad, al designar de alguna manera el
fundam ento mismo del estar juntos, es la que
obliga a tomar en cuenta fodo lo que era de
rigor considerar como esencialmente frívolo,
anecdótico o sin sentido.
Asi, al contrario de los que siguen viendo lo
social como fru to de una determinación eco
nómico-política, o de acuerdo con los que lo
ven como el resultado racional, funcional o
contractual de la asociación de individuos au
tónomos, la temática de la socialidad recuer
da que el mundo social, «taken fo r franted»
(A. Schutz), puede entenderse como el resulta
do de una interacción permanente, de una
constante reversibilidad entre los distintos ele
mentos del entorno social, en el interior de
esta matriz que es el entorno natural.
29
A esto denom inam os aquí cultura. A lam an era c o m o se
conjuga en toda com unidad humana el nundo de l a pro
ducción y el m undo de la recreación. Aqiel q u e se rem ite
a los objetos y el que se mueve entre lossím bolos.
30
S í Uetufio to ta l
32
I-imiso ahora que quizás eutre ios juegos que el hombie ya
no puede compartir con los animales, entre los ju tg o s
pin uniente humanos, esto ce hablar por hablar, del palique,
<l< la charla, es el más común y por esa razón el más
valedero.
33
Usted puede ver, le c to r, cómo e st cantar p o p u la r recove
de un golpe todo n u e stro discursi sobre ese ser in g e n io
de las culturas tem p ran as y popuhres que in te g ra n ju e ¡ o
y trabajo.
34
V
35
Entcnces, gracias al desabrim iento d e la s m áq jin as, a Ja
llamada «revolución indutrial», a p a re c ie ro n les «valores
de uso», es decir, ese anacen in a g o ta b le de objetos y
artefactos puram ente útils. Los g én ero s b arato ;, lap aco -
tilla, las baratijas. En unrpalabra, a p a re c ió lo L o en este
mundo.
36
mu 1 1 carácter de trabajo asalariado, en una forma decan
tada i »elaborada, como «trabijo libre» ese mismo tipo de
ti abajo que en la antigüedad ya se presenta en bruto con
< I e sc la v o de minas o de galeras, con el hombre-instru
mento.
37
S í U e m fia U fa te
D
OS OBREROS SE HAN TOMADO LA
VÍA frente al edificio que ellos están
construyendo. Han invadido la calle a
sol mediodía ni más ni menos que con
un partido de fútbol.
3Í9
Y el hombre sigue po ahí, con su rethíla, d e sp o tric a n d o
un buen rato a favor de la civilizaron, d e l re sp e to al
derecho ajeno y la pa; social. Un bue ra to , a u n q u e ya le
han dado paso.
41
Entonces, p o r ejem plo, en e final de u n m u n d ial de fút
bol, ¿cu án to s «jugadores» prticipan?, ¿ c u á n to s juegar?
De pronto ocurre que la miad de la h u m a n id a d puece
estar ju g a n d o un mismo part jo.
42
bu cslu historia, que el «destino» de la g en te se desquicia
ba l'or ejemplo, íiem pre había ocurrido que un hombre
• | i m ' nacía sastre en un hogar, era s a s re en su vida, o si
43
Pues b ie n , este rescíte o reivindicación tiene lujar en el
período d e tránsito ie l trabajo m anual al trabaj) fabril,
cuando el hombre de las herram ientas, con m ilbnes de
años de existencia, cede su tu rn o al nuevo hombie de las
m áquinas.
44
illa, siempre tuvo el peor instrumento, el más burdo y
un ll.id >.
45
Esta historia e s tá profúndam ete ligada al h e c h o efe q u e la
fragm entación y la rutina, o sa la m u tila c ió n s íq iic a o la
atrofia del p ro d u c to r se hata convertido e n un m edio
maravilloso p a ra sustituir cáa vez más e i « g o b e » del
obrero por el g o lp e más duro^ certero del m a rtillo m ecá
nico, para reem plazar el cote y la m an ip u lació n y el
esfuerzo, y aún la atención de trabajador, p o r u n e ercic io
mucho más rá p id o y preciso tue la m áquina.
46
el pti/ner paso hacia la meta donde se
Jiilfr’ la acción sindical.
Nuestras ocho horas: un lrm ite solidario
•. m I >s camaradas desempleados.
417
¿Q uién puede hablar hoylel « p o d e r o b rero » com opana-
cea univ ersal?
48
A < t ¿ m fa n ú z ttc tc i
de atienda
49
uirgente. Discutimos. Yo rme voy con cuidado. Le comozco
a ella el cobre. Y el tema da para largo.
50
lamos en el asunto, en el negocio. Estamos en lo que
estamos.
52
niele cin cualquier escondrijo del barrio, que es uña y
uniere c o n cada uno, con todo mundo.
** otro cuento.
53
Naturalmente es su idea, es su experiencia. No íes una
arenga conceptual, es descriptiva y a menudo anecdótica.
Pero allí no hay pierde, no hay la palabra por la palabra
misma.
54
Y i mientras tanto, ¿qué comemos? El Coronel
neeresitó 65 años de su vida, minuto a minuto,
paira llegar a ese instante, se sintió puro, ex
p líc ito , invencible en el momento de respon
der-: mierda.
5i
ctncctlóú,
etc tect&ie¿
57
Aquel que regresabai de! exterior traía lai noticia, la «mir
va», mala o buena nueva. Era ese, precissamente, el privi
legio del viajero.
i . i .i i.l Moderna».
59
Y la «biiblia» ya será de Rousseau o de Voltaire.
61
barro, del paciente de nina conocida y determinada enífer-
medad), si usted lee este discurso ya está pensando/ en
abstracto, c iertamente, e incluso con una gran riquezai de
abstracciones. Pero algo muy diferente ocurre si usted lee
el discurso humano, ya no de las cosas sino de las pala-
bras, usando la propia escritura fonética que ellas gen e
ran.
62
—Debe e stá n loco el hombre, pues se coloca
un paño blannco delante de la cara y entonces
empieza a hcablar solo.
63
AY UNA FAMOSA REFLEXIÓN DE
Estanislao Zuleta, bien conocida por cier
to, en torno a lo que es la esencia misma
del humanismo moderno.
I’uedo enunciarla así, tal como creo haberla aprendido de
(‘I: Se hace hoy m ucha exégesis, mucho escrutinio de los
'i 'iechcs humanos. Se los clasifica y m ultiplica constan-
Irmente. Sin embargo, toda esta codificación, cada vez
m.is unlversalizada y amplia, en el contexto de 109 dere
chos pofticos, sociales, laborales, culturales, etc., podría
fCNiimirse en un solo derecho humano que los reúne a
lodos: e derecho a ser distinto.
65
to de dlerecha como de ¡zquieirda, es eso: el derecho a ser
distinto.
66
munidad conduce aa una ética humana que consiste en
«•respetar» la diferermeia, es decir, en respetar la opinión o
la actitud o la condducta contraria o, en otras palabras,
consiste en aceptarlaa de buen ánimo o tolerarla.
67
en un solo principio, el de la diferencia, el derecho a ser
distinto, es unai intención toda preñada dle la crítica pro
funda que hoy avanza ampliamente frerate a ese pensa
miento moderno; crítica que todavía no» ha encontrado
nombre propio y apenas se reconoce a sí misma por su
p o sició n en el tiem po y el e sp a c io com o
«postmodernisrmo».
68
Mi compañero de trahbajo es apolítico. Yo, por mi parte,
siempre he sido un aniimal político. Y ahora pienso, oyen
do a mi vecino, que ejxiste una política nueva, distinta, la
de los «apolíticos», Ha cual yo no conocía. Pienso que
había perdido mucho guardando la distancia, tolerando o
aceptando simplementte al otro.
69
I ■ii i ' <|<iu ii ili i ii i|in i d i s t i n t a » , que no va con él,
.ifiiil i. ,i i|in . lia . t islt*. |>iii lo tanto. Y eso quizás aiél, al
I Ini i un lu apasiona, no lio atrae. Como si qui siera
vn a ..i i|. i en este mundo.
70
—INo. No me gusta, no me convence. No es verdad, —
dicte mi colega.
71
Un Colombia Iki y trece midlones de personas
que \ i \ c i i cardando la mierda, es decir, con
■oie, es ¡dudes básicas insatisfechas», como dice
el eufemismo oficial. Pero a llí están y viven,
descubriendo cada día por s¡í mismos recursos
increíbles que nosotros, como funcionarios, ni
siquiera podemos imaginar. Se trata solam en
te de acompañarlos y oírlos;, de enriquecerse
con sus necesidades y de pronto aprender de
ellos soluciones y difundirlas.
72
se encuentran en un estrato social inferior, saberlas oír,
natural y profundam ente.
73
ajeno que l e , .. ,.
i™ »■ UV°. de manera que las undias aman mas a
lo s cristianos»
Porque cuak¡ .
decirlo' amante razona siempire al reves, por asi
Es el amor. E$e) .
interés o la acec gust0 Pnm ordiaJ de lo contrario, es el
. °^nza, el entusiasmo por lo que no va con
uno, por lo que .y M
. , no es de su atavismo o su raza o su
costumbre, por U .
F 0 distinto.
Para los griegos ,
homosexuales ' ^Ue eran mismo heterosexuales que
del amor. No hl°-existía U° esPacio apaite y Privilegiado
el deslinde entre el amor y la amistad
que existe entre Esotros.
Aluna bien, yo deboo partir siempre, y de ello no tengo
iludas, debo partir cde aquel otro sistema de relaciones
mire los humanos quue se basan en el respeto mutuo, en la
lolcrancia. Porque lai comunidad ha sido construida así, a
mis espaldas. ¿Qué «culpa tengo yo de que mi hermano,
hijo de mi mismo holgar, sea un borracho? Yo no lo escogí
como hermano. Pero i él es mi hermano y está allí conmigo
en el hogar.
75
‘Tftetcfa, y ciencia
N EL OFICIO DE EDUCADOR DE
adultos, a menudo tengo oportunidad de
convivir con aquellos que yo llamo los
«sabedores» populares, porque están in
tegrados, de la manera más natural, tanto
a sus culturas orales, indígenas, esencialm ente míticas,
como a nuestra civilización letrada y con pretensiones
científicas. Son a veces médicos naturales, otras pastores
de sectas religiosas, frecuentemente m aestros y, en gene
ral, líd eres de la cornunidad y educadores populares.
77
Asisten frecuentemente a talleres de capacitación sobre
los tres saberes: saber aprender, saber hacer y saber ser. Y
de cuando en cuando a foros o simposios; de nivel acadé
mico y, por supuesto, confían m ucho en el saber
sistematizado.
78
otros en el su e lo ,, para empezar la visita, cuando fue en
trando muy oronddo, tranquilamente, con paso reposado,
un nuevo huéspedd, que cruzó la puerta, atravesó todo el
ambiente y vino a colocarse al pie de mi amiga, casi
pisándole los pies. .
79
El pescador y los muchachos no hacían isino reírse de mi
susto hasta que la mujer ordenó: «Negro, ¡cállese!», y el
pájaro cortó de inmediato.
80
vaya con él al monte, ppara que lo acompañe. Usted no me
va a creer, maestro.
Kl
—M aestro, usted viera, cuando yo me regreso a casa y él
se queda solo en el nido, entonces es la tragedia. Porque
no vuelve a aparecer semanas enteras, y cuando aparece
de muevo está hecho una lástima. Uno se da cuen ta que se
ha (tirado a morir, que se ha enlagunado y da penia. M aes
tro, este animal sí es rano.
84
cuando es de reírsse mucho y adquiere fácilmente el gusto
del aliño o la corrnida propia de los de allí. Y para mí un
«sabedor» populaar es por lo general un hombre «culto», o
sea alguien que sse ha integrado en más de una cultura
nueva, es decir, erin más de una comunidad distinta a aque
lla que lo vio creccer.
85
Sin embargo, el enigma más ¡grande sobre él, en mis
reflexiones, es una deuda de gratitud que yo le tengo de
por vidla. Sucede que una vez, cuando me trajo en su
automóvil a descansar en mi hottel, me preguntó sobre mi
salud con muchos rodeos y preámbulos.
86
Así que resolví leer s u s revistas de proselitismo misionero
para ponerlo a p ru eb a.
87
EJ tercer «saibedor» popular, al cual voy a referirm e, es un
personaje quie conocí ya hace muclho tiempo, cuando yo
era educadoir de sindicatos en el Vatlle del Cauca.
8V
contra. No ha>/ remedio que valga. Lo único es el rezo.
Que lo recen a uno. Por eso allí mismio me hice rezar.
91
para que veaique no miento. Vamos allí no más, a la orilla
del río, al pas;o de la barca, para q>ue vea que no miento.
— Pero usted no sabe, son también las ánimas del río San
Juan y del río Condoto, las que traen la lluvia para lavar el
oro.
92
—Es allí — me dijo, abriendo la puerta que daba a un
solar cercado y e n pura playa. Yo me organicé como pude
en alguna o rilla del descampado favoreciéndome de la
noche de luna.
93
Más tarde, ya de regreso, iel San Juan estaba saliéndose
todo dle la casa y la médicai me propuso que le ayudara a
acabarlo de sacar, achicándolo con escobas. Asíí lo fuimos
sacando del todo y le ayudamos con baldados de agua de
lluvia ide las canecas.
Y añade:
...en vez de oponer magia y ciencia, sería m e
jo r colocarlas paralelamente, como dos m o
dos de conocim iento, desiguales en cuanto a
los resultados teóricos y prácticos (¡mes, des
de este punto de vista, es verdad que la cien
cia tiene m ás éxito que la magia, aunque la
m agia prefigure a la ciencia en e l sentido de
que también ella acierta algunas veces).
96
—Ya sé qué es, y a sé, — dije, casi murmurando. Y Negret
gritó enfurecido»:
«>7
Sim embargo, yo creo que la expresión artística mías totali
zadora de esta cultura dual colombiana no es;tá en la
plástica y ni siquiera en el teatro, sino en la wovela. Y
pienso, sobre todo, en tres novelas de frontera: Miaría, La
Vorágine y Cien años de soledad.
Crieo que por eso han dejado de ser lugareñas, por razón
de su autenticidad. Eso lo aprendí en relación con la obra
de Jorge Isaacs.
Alguna vez, en una escuela de Santiago de Chile encontré
que una maestra estaba leyendo con los muchachos el
célebre episodio de la cacería del tigre en la novela M a
ría. Entonces me pareció pertinente congratularla y le dije
que, de alguna manera, este era un «homenaje a Colom
bia».
<)•)
con los espíritus de la más remota antigüedad clásica,
porque amaba las lenguas muertas, ell griego antiguo, el
latín y, sobre todo, porque había reconstruido perfecta
mente la hisltoria de su propio pueblo, pero en clave, de
manera que nadie pudiera entenderla.
101
w
García Márquez presienta la aldea, su gente, su habitat,
deshecha, arrastrada com o «hojarasca» por el ve:ndaval.
José Eustasio Rivera asume el conflicto más directam en
te: es Lm Vorágine, el remolino arrollador.
102
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C olección
M e s a R edonda
KM