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Victoria Sau
El vacío de la maternidad
Victoria Sau
Editorial Madreselva
Sau, Victoria
El vacío de la maternidad, madre no hay más que ninguna.
-1a ed.- Buenos Aires: Madreselva, 2013.
120 p. ; 21x13 cm.
ISBN 978-987-28089-5-2
1. Guia para Padres. 2. Feminismo. I. Título
CDD 649.1
Dice Victoria:
La maternidad biológica (concepción, embarazo y parto)
así como por extensión, la crianza, no puede ser conside-
rada ‘maternidad’ desde una perspectiva de rango hu-
mano, si no va seguida de su correspondiente
trascendencia en lo económico, político y social. (El Va-
cío… pag. 21 ed. Icaria 1995)
9
Victoria subraya toda la frase “si no va seguida de su co- Esta correlación entre maternidad y formación individual
rrespondiente trascendencia en lo económico, político y social”, del ser humano, está resumida en un dicho popular catalán, re-
y yo, en este prólogo, quiero subrayar la palabra CORRESPON- ferido a lo que antiguamente se llamaban ‘niños difíciles’, de
DIENTE, porque a la maternidad ‘biológica’ efectivamente le co- los que se decía: aquest no ha estat prou llepat (a este no le
rresponde una función social. han lamido lo suficiente).
El principio biológico materno es el principio del cuidado La correlación entre maternidad deficiente, y formación de-
y de la identificación absoluta con el bienestar de otro ser hu- ficiente o malformación del individuo humano en su dimensión so-
mano; y la madre verdadera se entrega activamente a realizar cial, ha sido comprobada desde diferentes campos del
el bienestar de sus criaturas, tal es la cualidad del hálito ma- conocimiento, y me remito a autores como Michel Odent2, Nils Berg-
terno, del deseo materno, el principio de la producción empá-
tica y de la sociabilidad humana. man3, James W. Prescott 4 o A.N.Schore5 que han estudiado y di-
Con el deseo materno y en el hálito materno, comienza la vulgado estudios y datos científicos que confirman esta afirmación.
A mediados de la década de los 90, incluso la prensa se hizo
formación del sistema empático1 de cualquier ser humano, su
eco de los hallazgos de la neurología al respecto, publicando las
condición de ser social. La sociabilidad humana no descansa en
la competitividad, sino en la capacidad de sentir empatía (de correspondientes referencias de los estudios en dicho campo.6
amar), es decir, en la solidaridad; pues aunque se produzca y
exista competencia, lo que produce y mantiene la sociabilidad
2. “El bebé es un mamífero” (Mandala, Madrid, 1990/Madreselva Buenos
humana es el sistema empático; en otras palabras, es la capaci- Aires 2011), “La cientificación del amor” (Creavida, Buenos Aires,
dad de amar y no la capacidad de matar y de dominar lo que nos 2001), “Las funciones de los orgasmos” (Ob Stare, Tenerife, 2009). Mi-
hace seres sociales; y la capacidad de amar depende del desplie- chel Odent también ha hecho una recopilación de estudios epidemioló-
gue del deseo materno en la etapa primal del ser humano. gicos que muestran esta correlación, y que resume en una frase: health
Para formarnos como seres sociales necesitamos dos cosas, is shaped in the womb. (Ponencia I Congreso Internacional de Parto y
la palabra y la empatía, para poder y querer entendernos, y Nacimiento.en.casa, Jerez, 2000.)
ambas cosas son producciones de dos de nuestros sistemas or- 3. “Restoring the original paradigme of infant care” (2002, www.kan-
gánicos, el neurológico y el empático; y la formación de ambos garoomothercare.com), “Le portage kangaroo” (Les dossiers de l’allai-
tement, Leche League France, num 6, 18.03.2005).
está interrelacionada, acontece en la etapa primal de la vida,
4. “Body pleasure and the origins of violence” (Bulletin of the Atomic
y son función del deseo materno.
Scientists, Chicago, nov. 1975). Ver también su web actual en la que
afirma: without love there is no future of Homo Sapiens, y recomienda la
lactancia prolongada.
5. “The effects of early relational trauma on right brain development,
1. Por “sistema empático” entiendo el conjunto de fenómenos orgánicos affect regulation, and infant mental helth” (Infant Mental Health Jour-
que producen pulsiones, emociones y sentimientos de empatía hacia nal, 2001; 22 (1-2): 201-69).
otros seres vivos. 6. Por ejemplo: Sandra Blakeslee, “Las emociones moldean las neuro-
Para entendernos más concretamente, utilizo el término ‘empático’ nas” (The New York Times/El País, 15.11.1995);
para hablar del aspecto social del sistema, mientras que ‘libidinal’ para Linda Carrol, “Bebés más inteligentes: la lactancia materna favorece
hacer referencia a su aspecto psíquico; y ‘sexual’ para incluir también el desarrollo del cerebro” (Medical Tribune/el Mundo, Salud nº 128,
su aspecto fisiológico. Pero son tres aspectos de un mismo sistema 17.11.1994);
orgánico, y las palabras apenas pueden delimitar unos aspectos de otros Pablo Jaúregui, “Besos, caricias y abrazos, la afectividad es básica
(por ejemplo, las descargas de oxitocina que es un indicador de la ac- para el desarrollo del cerebro de los niños” (El Mundo, 12.11.1997);
tividad del sistema, se producen en relaciones sociales tales como una
Carlos Fresneda, “Las raíces afectivas de la inteligencia” (El Mundo,
merienda de amigas, en relaciones íntimas, etc.)
22.09.2003).
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Para ver como impacta de por vida (Bergman, 2005) la falta mario.8 Tanto “el narcisismo primario” de Freud como “el in-
de madre empática, voy a mencionar sólo unos datos de la for- consciente huérfano” de Deleuze y Guattari forman parte de
mación del sistema neurológico, que nos permiten vislumbrar el la cultura de la dominación que elimina a la madre: puesto
impacto general: el desarrollo neurológico sólo está pautado ge- que obviamente, lo primario es el amor a dos y no el narci-
néticamente hasta más o menos las primeras 12/14 semanas de sismo, y el inconsciente se forma a partir del primer tercio de
gestación, y luego ya depende de la interacción con la madre; vida intrauterina y tiene, por tanto, la misma madre que el
además nacemos sólo con un 25 % del cerebro formado -a dife- resto de nuestra organización psicosomática. A pesar de la im-
rencia de los demás mamíferos, que nacen con un 80 % del cere- portantísima obra de estos autores, en esta cuestión no tras-
bro ya formado-. La falta de amor materno produce descargas de pasan el dogma básico de la cultura matricida.
hormonas del stress y del miedo (cortisol, adrenalina…) cuya per-
Podemos entonces afirmar que el principio biológico ma-
sistencia a su vez produce una toxicidad neuroquímica que incide
terno es el principio de la sociabilidad humana; y si se rompe el
en la formación del cerebro. Este depende pues de la interacción
principio biológico o se impide su desarrollo correspondiente,
con la madre durante la gestación intra y extra-uterina. Concre-
se pone en cuestión la sociabilidad misma, es decir, la convi-
tamente, según Lloyd de Mause, las áreas del cerebro relaciona-
vencia humana. En otras palabras, desde mi punto de vista, la
das con la producción empática no se desarrollan si no hay
reflexión y el estudio de la madre ‘biológica’ nos dan las claves
suficiente cuidado materno, haciendo entonces posible la indife-
para comprender la ineludible necesidad de su función social.
rencia empática compatible con el fratricidio y la crueldad.
No hay separación entre lo biológico y lo social. Es decir,
También desde el psicoanálisis, Michael Balint (1979)7 ex- la separación que existe de facto ha sido un despiece forzado
plicó la existencia de un ámbito psíquico primario -formado históricamente por esta civilización en la que todavía estamos.
en la interacción libidinal madre-criatura, durante la gesta- La maternidad biológica nos instruye, nos indica lo que tendría
ción intra y extra-uterina-, que mantiene latente de por vida que ser el reconocimiento social (económico y político) de la
una capacidad de producir empatía y amor. En este ámbito madre.
psíquico descansa la bondad innata del ser humano, su capa-
cidad de amar y también como se ha demostrado 6, la de ra- nuidad de la vida humana, y seguimos viviendo contradictoriamente,
zonar; su función es retroalimentar y desarrollar dichas con las dos moneditas de Machado,’ la-que se-pierde-si-no-se-da’ y ‘la-
capacidades. La formación del ser humano incluye, pues, ne- que-se pierde-si no-se-guarda’, más de una que de otra, según la ex-
cesariamente, ineluctablemente, en alguna medida, una bon- pansión producida del amor primario y las condiciones del entorno,
dad innata y una capacidad de amar. Como afirma Michel según la rigidez de la fractura, según el ego, en definitiva, según el
grado de deterioro de las cualidades humanas fundamentales de cada
Odent (La cientificación del amor, Creavida, Argentina, 2001,
persona.
pag. XVIII), el prototipo de todos los modos de amar es el amor
Por su parte, Ruth Benedict (1946) (“El Crisantemo y la Espada”, Alianza
materno, y todos los modos de amar están integrados. Otra
Editorial, Madrid 1974, pag. 249) ya daba cuenta del sorprendente
cosa es cómo se blinda y se entierra este ámbito psíquico pri- hecho de que en Jápón, los bebés, al menos en aquella época, apren-
dían a hablar antes que a andar; también decía que las madres disfru-
taban dando de mamar, y que para los japoneses, amamantar es uno
de los mayores placeres fisiológicos para la mujer, y el bebé aprende
7. “La Falta Básica” (Paidós, Barcelona, 1993). fácilmente a compartirlo con ella: el pecho no es sólo alimento... (pag.
8. Balint (1979) explica los hallazgos de la psicología que muestran la 247); en Japón existe un concepto, “amae”, inexistente en las lenguas
fractura o esquicie psíquica que se produce en el momento en que falla occidentales para designar el amor primario; según Takeo Doi (1962),
el amor materno (Balint, Winnicot), fractura sobre la que se construye dicha inexistencia dificultaba en extremo el diálogo en el campo de la
el ego fratricida, y que éste mantiene para blindar y neutralizar la psi- psiquiatría. (“Amae: a key concept for understanding japanese perso-
que primaria humana. Pese a todo, el deseo materno entraña la conti- nality structure”, Psychologia, Kyoto, vol 1, 5 ).
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La importancia antropológica del principio materno ya fue El vacío de maternidad y la indiferencia ante el sufri-
señalada por J.J. Bachofen (1861), empleando los términos miento humano
‘Mutterprinzip’ (principio materno) y ‘Mutterlich’ (maternal). La madre verdadera, como decía Sau, se vuelca para de-
De hecho Bachofen sostiene la misma tesis que Sau sobre la fun- fender los derechos y la dignidad de sus hij@s. Y la indefensión
ción social materna como garante de la paz, de la fraternidad, social de l@s hij@s, y en particular de las hijas, dice Sau, es la
y del bienestar humano.9 prueba de la orfandad, del vacío de maternidad. A lo que se
puede añadir: la indiferencia ante el sufrimiento humano es el
indicador más sutil y más profundo, dentro del alma humana, del
9. Das Mutterrecht, Suhrkamp, 1997. Bachofen nunca empleó la pa- vacío de maternidad. Si esta civilización ha eliminado a la madre,
labra ‘matriarcado’, y la tenacidad con la que se persiste en endosár- hasta el extremo en que lo ha hecho, es porque para dominar y
sela, y en utilizarla para referirse a la sociedad prepatriarcal, da la matar, para practicar el fratricidio y hacer la guerra se necesitan
medida de lo importante que es erradicar la noción de la madre que
dosis muy altas de indiferencia ante el sufrimiento humano.
nada tiene que ver con jerarquías ni relación de poder alguna, sino con
la función empática que realiza. Bachofen deja claro que la relevancia El principio materno es incompatible con la indiferencia
de la madre en el Mutterrecht no se debía a que era ‘la que mandaba’ ante el sufrimiento de un ser humano; si se produce por acci-
en los grupos humanos, sino a la capacidad reguladora y armonizadora dente un sufrimiento de una criatura humana, la producción em-
de su función empática. pática de la madre está biológicamente establecida para
Bachofen utilizó la palabra ‘Mutterrecht’ (derecho de madre) para re- aprestarse a eliminar las causas de su malestar.
ferirse a toda la civilización prepatriarcal, y la palabra ‘gynecocratie’ Por eso, la producción empática de la madre -y por exten-
para referirse al periodo final del ‘Mutterrecht’, justo antes de la apa-
sión, de l@s herman@s- no permite la pasividad ante el sufri-
rición de la patrilinealidad, como una organización de estructura de
Poder femenina que se produjo en ciertos lugares al final de esa civili- miento humano. Hoy, en el punto de inflexión al que ha llegado
zación. Obviamente, el concepto de ‘Mutterrecht’ se origina por con- esta civilización, cuando constatamos la indiferencia ante el su-
traposición, desde una situación en la que se ha eliminado la función frimiento humano que recorre todo lo largo y lo ancho de la pi-
social, lógica y natural, de la madre; de no ser por la constatación de rámide social, contemplamos este pavoroso vacío de maternidad
su falta, este concepto no se hubiera formado. en el que vivimos.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que cuando Bachofen habla de El vacío de maternidad es la falta de medios y de posibili-
la aparición de la paternidad se refiere en realidad a la aparición de la dades para que una madre pueda llevar a la práctica el bienestar
‘patrilinealidad’ o filiación paterna. El patriarcado, de hecho, está aso-
que desea para sus criaturas, que es, por un lado, el deseo na-
ciado a la ‘linealidad’, porque antes, en la matristica, el sistema de iden-
tidad era grupal, y la identificación de la persona venía dada por el lugar
donde había nacido, que a su vez hacía referencia al grupo o colectivo
del que procedía, más que por la relación individual de parentesco. La o seguidores de sus empresas de conquista, (y de las hijas en objeto de
‘matrilinealidad’ solo aparece como contraposición a la ‘patrilinealidad’. compra venta y negocios varios); solo entonces aparece la necesidad
También hay que rebatir la idea tan extendida en antropología de que de la filiciación patrilineal.
la paternidad aparece con el supuesto descubrimiento de la función Hay muchos apellidos vascos compuestos con ‘etxe’ y ‘etxea’, que sig-
masculina en la concepción; la sociedad prepatriarcal estaba profun- nifica ‘de la casa de’: Etxebarria, Garaikoetxea, Goikoetxea, etc; o Itu-
damente inmersa en la madre tierra, la gente convivía con otras espe- rralde, que significa ‘al lado de la fuente’, o Aranburu, que significa ‘al
cies mamíferas, la mayoría con un ciclo reproductor en el que la principio del valle’ etc. etc. El vasco es una lengua preindogermánica,
relación entre el apareamiento y la preñez de las hembras es obvio, por expresión de una sociedad matrística, y estos apellidos indican ausencia
lo que es impensable que desconocieran la función masculina en la re- de matrilinealidad, y que la gente se identificaba por su procedencia,
producción. La aparición de la patrilinealidad no está asociada al des- ‘del caserío o del lugar’ tal o cual. Con ello quiero decir que los ape-
cubrimiento de la función masculina en la reproducción, sino al dominio llidos toponímicos antiguos prueban ausencia de matrilinealidad (y claro
sobre la mujer y a la apropiación y conversión de los hijos en sus filios está, también de patrilinealidad).
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tural que nace de ella, y, por otro, el hálito materno en el que que no le importa el sufrimiento humano y que está a favor de
deberíamos crecer. Nos dirán que lo que pasa es que eso es im- las guerras; pero a la hora de la verdad, no se reconoce el su-
posible… Y es que aquí ya entramos en la dimensión política de frimiento humano que existe en la Tierra y se hace muy poco
la maternidad; hemos llegado a los criterios políticos que rigen para erradicarlo.
las decisiones de quienes controlan la economía, la política y, Las decisiones políticas que se toman en la cúspide de la
en buena medida, las relaciones sociales. Estos criterios difie- pirámide social, que directamente –y conscientemente, por eso
ren radicalmente de los criterios que tendría una madre para se toman- producen las guerras y el hambre en el mundo, por
tomar decisiones que afectan al bienestar de sus hij@s; bien y para acrecentar las riquezas de los ricos a costa de aumentar
al contrario, son criterios en los que el sufrimiento humano no la pobreza de los pobres, son decisiones que se toman necesa-
cuenta, no importa, y que lo que importa es el enriquecimiento riamente en un estado de indiferencia ante el sufrimiento del
y el Poder de la minoría que detenta el control de dichas deci- ser humano, es decir, con un sistema empático atrofiado, en un
siones; y así va el mundo, guerra tras guerra, los pobres cada estado de vacío total de maternidad.
vez más pobres y los ricos cada vez más ricos; una tendencia
agravada con esta llamada ‘crisis’ económica , tal y como ha Pero todavía queda madre en el mundo
sido denunciado desde diferentes foros.10 El criterio materno es Sin embargo, en el conjunto de la sociedad no podemos
el de evitar el sufrimiento humano a toda costa, y procurar a decir que el vacío de maternidad sea total. Hay mucha madre
toda costa el bienestar, ese mínimo bienestar que es el lugar alentando en el mundo, dándonos amor y vida, gestando cria-
común de todo ser humano, y en cuya realización deberían cen- turas con capacidad de amar y empatizar, propiciando la soli-
trarse los criterios políticos. Claro que nadie dice abiertamente daridad y el cuidado mutuo. Si no fuera por toda la madre que
hay y por todo el amor y el apoyo mutuo que todavía hay en el
mundo, homo sapiens ya se habría extinguido. Si la humanidad
sobrevive es gracias a toda la madre que hay, a todo lo que de
10. Por ejemplo, el informe de Intermon Oxfam “Gobernar para las eli- no patriarcal recorre el campo social. Ciertamente, como dice
tes: secuestro democrático y desigualdad económica: Reflexiones sobre Michel Odent, si hay futuro para el amor, hay futuro para la Hu-
España” manidad (“Las funciones de los orgasmos”)
http://www.oxfamintermon.org/sites/default/files/articulos/adjun- Si nos abruma la observación del vacío de maternidad,
tos/Informe_IO_Crisis_desigualdad_y_pobreza.pdf1
también nos tiene que ‘abrumar’ todo lo que hemos recibido
afirma que:
de la madre. Si estamos aquí, si estamos trabajando y luchando,
“Hoy la mitad de la renta mundial está en manos del 1% más rico es porque también existe mucho fluido empático y mucha sus-
de la población, cuya riqueza asciende a 110 billones de dólares,
tancia entrañable en este mundo; un fluido empático que no
una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la
mitad más pobre de la población mundial. En la misma cumbre se reproduce por generación espontánea ni por preceptos le-
celebrada en enero de 2013, Oxfam (Oxfam Intermón en España) gales, sino que procede de la maternidad. Son las dos verda-
hizo un llamamiento a la necesidad de reducir la desigualdad y a des que nos atraviesan de arriba a abajo: la verdad de la
poner coto a la acumulación de riqueza y a la pobreza extremas. sociedad patriarcal en la que vivimos, en donde rigen las rela-
Desde entonces, lejos de frenar esa tendencia, la situación se ha ciones de dominio y el fratricidio, y la verdad de la humanidad
agravado a consecuencia de la crisis financiera y de las medidas que somos, que no desea ni guerras ni dominios, sino el enten-
adoptadas en muchos países...” “Mientras la mitad más pobre de dimiento y la solidaridad.
la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas
más ricas del mundo, en España, la riqueza de las 20 personas
más ricas (77.000 millones de euros) es equivalente a la renta del
20% de las personas más pobres.
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Viene a cuento recordar lo que decía Luisa Muraro: hay que
amar a la madre, a la poca o mucha madre que hayamos podido
tener, como práctica política, lo cual supone el reconocimiento
de la capacidad de amar que nos ha transmitido.
“El vacío de la maternidad” es quizá una de las mejores
definiciones –si no la mejor- de la civilización patriarcal; y lo
digo, no solo porque la define de forma precisa y cabal, sino
porque alumbra el camino de vuelta, la salida; porque nos in-
dica que la recuperación es posible.
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INTRODUCCIÓN
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Estas palabras, como una piedra que ha rodado desde lo alto En cuanto a la Bibliografía, esta no es exhaustiva ya que ello
hasta el camino y no permite continuarlo, fueron un obstáculo y a requeriría un libro aparte, sólo de referencias bibliográficas co-
la vez un acicate para desmentirlas: mentadas que podría remontarse en el tiempo a la Epopeya de
¿Cómo era posible que dar la Vida no fuera un riesgo; un Gilgamesh y llegar hasta todo lo escrito en el presente acerca de
riesgo, además trascendental? Riesgo de muerte, por supuesto, las nuevas técnicas de reproducción humana. Cuando el libro ci-
como está demostrado a través de toda la historia de la humani- tado se encuentre en la bibliografía sólo constará autor/a, año y
dad. Riesgo de enfermedades asociadas; riesgo de secuelas físicas el número de página de la traducción si ha sido usada en lugar del
a corto, medio y largo plazo. Pero, sobre todo, riesgo por estable- original.
cer un compromiso tan fuerte, el más fuerte, con otra persona por El paradigma o modelo desde el que se aborda un objeto de
amor de esa donación significativa. Riesgo por el paso de un ser solo, estudio es importante para entender el texto: cómo se posiciona
aislado, solitario, que no tiene que rendir cuentas más que a sí quien investiga. La mirada en este caso es de hija. Como podría
mismo, a un estado relacional, comunicante, cuajado de respon- serlo de hijo. No es seguro que todas las mujeres sean madres o
sabilidades. vayan a serlo un día; ni que todos los hombres sean padres o lle-
Por otra parte la propia Beauvoir está en la línea de quienes guen a serlo. Pero en cambio sí que es universal que todo ser hu-
opinan que el patriarcado es un acontecimiento histórico y no un mano viviente, de cualquier edad, sexo y condición, ha nacido de
fenómeno de la naturaleza. ¿Cómo se explica pues que no hubiera mujer y es hija o hijo. Y es la universalidad de esta mirada y su
combate? ¿Y cómo se explica que la maternidad no sea un factor derecho a ver lo que ha inspirado estas páginas.
estructurante de la cultura precisamente por tratarse de un dar
sin arriesgar? V.S.S. Barcelona; 1994
Quizá estas preguntas estaban implícitas en las publicaciones
anteriores de quien firma este libro, y la respuesta sea una desti-
lación de las mismas, además de muy sencilla y muy breve: el
combate no fue del estilo del que enfrenta al hombre contra el
hombre, y el resultado para la parte vencida fue que la materni-
dad no existe.
Las páginas que siguen intentan demostrarlo.
El método seguido es el de alternar la teoría, aquello que da
cuerpo al modelo explicativo, con la presentación de «pruebas»,
sean estas personales (aunque de figuras relevantes, susceptibles
de ser reconocidas por todos), sean de profesionales, históricas,
etc. El número de citas, por lo tanto, no es casual sino voluntario.
Ni están todas las, por mi parte, disponibles (para no agotar la pa-
ciencia de quien lea (ni están todas las que son, como es obvio.
He juzgado que en función del tema de que se trata, eran las ne-
cesarias y suficientes.
Todas las citas en lengua extranjera, generalmente en fran-
cés original o en inglés traducido al francés, han sido traducidas
al castellano en una versión ad hoc de la autora para facilitar la
difusión y divulgación de las ideas. En cada caso esto se advierte
en el texto.
20 21
I. FAGOCITACIÓN
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maternos sea condición indispensable restituir a las mujeres sus Fagocitada la madre, pasan por el mismo proceso sus con-
derechos en este sentido. La maternidad quedó arrumbada, se- tenidos, los hijos, que ya no son tenidos por amor entre la pareja,
cuestrada, en el espacio de lo biofisiológico, y es desde ese esta- amor a uno mismo, o algún otro sentimiento generoso (el amor
dio que hay que desobstaculizar el proceso trascendente a otros propio también lo es) sino por razones espurias y malevolentes:
planos superiores de orden simbólico y cultural. 1- Demostrar el hombre su virilidad por medio de «hacerle
Este secuestro, llamado eufemísticamente por Freud «re- hijos» a su mujer y/o a otras.
presión», significa, como amplía Horst Kurnitzky (1974), que la 2- Ganar status ante los demás hombres.
mujer es identificada con la naturaleza exterior (podríamos 3- Liberar impulsos sádicos hacia la mujer sometiéndola a
poner a modo de ejemplo, la fauna, la flora, los ríos, los ma- los procesos «naturales» de la maternidad en tanto que trabajo
nantiales, los minerales, etc.), la prima materia que junto con deleznable que él no puede hacer porque la naturaleza se lo im-
el dinero había de convertirse en fuente de toda riqueza «al ser- pide, pero que ha reconvertido en uno de los que no quiere
vir al hombre,6 en calidad de naturaleza elaborable, como hacer porque forma parte de los que un grupo dominante im-
medio de vida».7 Es característica de las sociedades dominado- pone al grupo inferior o dominado.
ras, nos recuerda Eisler (op. cit.) dar prioridad máxima a las tec- 4- Impedir por efecto de maternidades naturales continua-
nologías de destrucción. das que la mujer tenga tiempo disponible que le permita liberar
su potencial humano en otras tareas o actividades.
No sólo los hombres más fuertes y bestiales eran altamente
honrados y premiados por sus proezas técnicas en la con- 5- Asegurarse la continuación clónica de sí mismo (el
quista y el pillaje; ahora también los recursos materiales mismo sexo, el mismo deporte favorito, el mismo partido polí-
se canalizan hacia la producción de armamentos cada vez tico, los mismos ritos de iniciación, el mismo sentido de la agre-
más sofisticados y mortales. Piedras preciosas, perlas, es- sividad...)
meraldas y rubíes eran engastados en las empuñaduras de 6- A escala colectiva, moverlos como fichas de un damero para
espadas y en los escudos. Y aunque las cadenas con que los todos y cada uno de los intereses y fines de los Padres, que juegan
conquistadores arrastraban tras de sí a sus prisioneros aún entre ellos pero por medio de ellos sus inacabables partidas.
eran elaborados con metales de baja ley, incluso los carros Por otra parte el progreso humano quedó estancado. Las
de estos guerreros, reyes y emperadores más cultivados, mujeres, aisladas en una especie de burbuja que flota en el in-
eran de plata y oro.8 terior del Padre. Y el Padre, ascendido bruscamente a ese cargo
cuando era sólo un adolescente, impedido por él mismo de cre-
El poder de vida y muerte, ostentado simbólicamente por cer ya que necesitó todas sus energías para simplemente man-
la Madre, pasó a manos del Padre, el cual lo ejerció sin reparos tener el status quo bajo las diferentes formas que el transcurso
y arbitrariamente desde entonces. Desde el control de naci- del tiempo requería.
mientos hasta el infanticidio programado, la pena de muerte y
— Seguir manteniendo a las mujeres en la burbuja, condi-
la guerra, nadie ha vuelto a escapar del absolutismo paterno.
ción sine qua non para continuar en el poder.
Ni tampoco los bienes de la Naturaleza.
— Enfrentamiento permanente de unos Padres con otros y
de todos ellos con los «padres virtuales» que son los hijos varo-
nes. (Los jóvenes, los héroes, los parricidas, etc.) Aunque el in-
fanticidio persiste en forma de filicidio (A. Rascovski, 1975,
1981), parte del mismo se ha reconvertido o «dado lugar a la in-
6. Hombre en este texto solo significa lo que dice: hombre.
fantilización, la muerte real a la muerte simbólica». (Bague-
7. H. Kurnitzki, 1978. 111,112.
nard, Maisondieu y Métayer, 1983).
8. R. Eisler, op. cit., 103.
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La infantilización de la humanidad ha afectado a ambos Metáfora es a Metonimia (el orden de la representación es
sexos. Las mujeres se quedaron en los estadios primeros de la al orden de la contigüidad) lo que Cultura es a Naturaleza
Maternidad, que nunca después pudieron compartir con el hom- y lo que Hombre a Mujer.10
bre. Y el hombre se quedó con una Paternidad propia de «hijo
Pero esto tendrá un final. No forzosamente feliz, por su-
díscolo y salvaje»; un bien que le caía grande y que nunca se
puesto. Si este Padre adolescente, ensoberbecido de poder, no
aprestó a compartir con la mujer. A ésta, como sabía de si misma
crece; si prefiere seguir siendo el ogro a quien sólo excita la
antes, como se dijo al principio, la catástrofe la encontró en un
sangre, el odio y la rivalidad con la mujer, nada positivo es pre-
momento de mayor madurez, aunque el tiempo transcurrido ha
decible. Sólo si el Padre vomita, devuelve, a la Madre, podrá él
jugado más bien en su contra.
seguir su desarrollo. Sólo si la madre sale al exterior del Padre,
La mujer jurista habría mantenido otro concepto de la jus- ella también podrá proseguir el suyo.
ticia, la científica habría dado otro empleo a la ciencia; la in-
dustria, el comercio, el Estado y la Religión habrían tomado,
indudablemente, formas diferentes bajo una hipotética influen-
cia directa de la mujer.9
Pero una vez cumplida la fagocitación, sólo un miembro de
la especie pasa a ser nombrado: el hombre en tanto que Padre.
Este da nombre a todo lo que le pertenece, empezando por esa
mujer puesta a ser madre, una vez empequeñecida y devorada.
Nombre sin el cual nada existe, pues sólo existe, valga la redun-
dancia, lo que puede ser nombrado. Como la marca de fuego
que diferencia las reses de una u otra ganadería, de uno u otro
amo, las madres-función-del-Padre y sus descendientes apare-
cen rotuladas con el nombre del que las posee.
A partir de aquí la Madre ha quedado rebajada a pura me-
tonimia, a la realidad coyuntural no trascendente del fenómeno
visible deI embarazo y el parto, la maternidad «natural», objeto
de manipulación del Padre. Mientras éste queda elevado a la ca-
tegoría de metáfora. Se ha perdido el orden simbólico de la
Madre.
No hay otra manera de establecer un orden cultural que
no sea de esta manera, dicen los agentes del pesimismo y man-
tenedores de la conservación de lo dado.
Las dicotomías, parejas de conceptos opuestos, sin rela-
ción punible, jerarquizados (mejor vs. peor) se encabalgan a
partir de aquí unas a otras como nos hizo observar Celia Amorós,
de modo que
9. La secreta guerra de los sexos, Condesa de Campo Alange (1948).Ma- 10. Hacia una critica de la razón patriarcal, C. Amorós (1983). Barce-
drid, Revista de Occidente, 2ª edición, 1950. 227. lona, Anthropos, 165.
28 29
II. ÁNGELA OFRENDA
Para ti su destino,
su futuro perfil,
el puño
que agarrará el cincel de sus vivencias.
Para mí su dolor,
el vaivén de su cuna,
los largos estallidos del insomnio.
Toma, es tuya
la patria potestad,
el apellido
de su nombre pequeño,
su orgullo de varón,
la resonancia
marcial y capitana de su sexo.
31
III. FUENTES DE EVIDENCIA
34 35
miento feminista en nuestro país porque ponía el dedo en la llaga Simone de Beauvoir, en cambio, destila resentimiento al
de un problema intensamente sufrido y extensamente silenciado: describir a su madre y la relación que existía consigo misma y
el de la identidad del género, el «sí misma», la feminidad. con su hermana. Ni siquiera la muerte de aquella (Una muerte
En el curso de los años me hundí en ella (la madre) como muy dulce) logra disminuir la amargura y los reproches:
dentro de un abismo negro. Así conocí a la mujer que ella Su amor por nosotras era tan profundo como exclusivo y la
quería que yo fuese. Un día tras otro he tenido que hacer amargura con que lo sufríamos reflejaba sus propios con-
el recuento de su empeño en fabricar un ser perfecto flictos. Muy vulnerable (podía rumiar durante veinte o cua-
según ella. He tenido que medir la fuerza de su voluntad renta años un reproche o una crítica) el rencor difuso que
para doblegar mi cuerpo y mi pensamiento, para hacerles la poseía se traducía en conductas agresivas: franqueza
tomar el camino que ella había decidido. La cosa (la neu- brutal, pesada ironía, a menudo manifestaba para con no-
rosis) se había instalado entre aquella mujer que ella había sotras una maldad mas atolondrada que sádica: no quería
querido poner en el mundo y yo. Mi madre me había apar- nuestra desdicha sino una prueba de su poder.16
tado de mi camino y este trabajo había sido tan bien hecho
La cita que sigue, de Amanda Guiducci en La manzana y la
que no tenía conciencia de ello, ya ni lo advertía.14 serpiente (1974) es todo un recorrido por lo real y lo simbólico.
La madre, en tanto que no-madre, está obligada a trans- En el paréntesis del final de la cita, debido a la autora, se ma-
mitir lo que Freud llama la «feminidad secundaria» de las niñas. nifiesta un deseo-necesidad de inversión de los respectivos pa-
Y las hijas odian doblemente a su supuesta madre: por rechazo peles: la hija-sin-madre haría de buen grado de madre para,
del modelo de mujer que ella representa, y por el autoritarismo paradójicamente tener, como resultado, Madre.
con el que les es impuesto. Este sentimiento de rebeldía es el Yo he podido asesinar a mi madre —a la que me negaba a
que recoge Adriane Rich (1976) bajo el nombre de matrofobia, parecerme— mil veces en mi fuero interno, en el sueño,
tomado a su vez de la poetisa Lynn Sukenick. en el inconsciente, en la transgresión, y también conscien-
La matrofobia se puede considerar la escisión femenina del temente. ¿Cuántas veces no he matado en mi fuero interno
yo, el deseo de expiar de una vez por todas la esclavitud a mi madre cuando era pequeña, y después, púber y ado-
de nuestras madres y convertirnos en individuos libres. La lescente, a esa madre dulce, esclava, pasiva, resignada,
madre representa a la víctima que hay en nosotras, a la que me educó entre trenzas y estúpidos mitos, desastrosos
mujer sin libertad, a la mártir. pudores y negativos silencios, con los prejuicios de una sal-
Y añade: vaje, víctima a su vez de una educación más inhumana que
La ansiedad de una mujer por otra para adaptarse a un la mía? Y yo contemplo sus arrugas, su arruinada belleza.
papel degradante y desalentador apenas puede llamarse Pero ya no es la misma. Es otra. Yo he suprimido a la madre
ser madre, aunque crea que hace esto para ayudar a su que tuve cuando era niña. Ya no hay nada de ella en mi
madre actual; sólo en mí como el recuerdo de todo lo que
hija a sobrevivir.15
he tenido que negar para ser otra, una mujer distinta. (A
El libro de Rich, Nacida de mujer es uno de los textos más
veces la veo tan débil e indefensa como si fuera mi hija).17
lúcidos de los últimos tiempos sobre la no-maternidad.
¿Silencios? ¿«Negativos silencios»? Oigamos lo que dice
Elena Giarnini Belotti al respecto en un artículo titulado «Habla.
Yo te amo», (1980).
14. Las palabras para decirlo. M. Cardinal (1975). Barcelona, Noguer, 16. S. de Beauvoir, 1977. 46-47.
1976, 66-67. 17. La manzana y la serpiente. Amanda Guidicci (1974). Trad. al caste-
15. A. Rich, 1978. 233 y 240. llano Barcelona, Noguer, 1976. 21-22.
36 37
La madre no habla, produciendo un sentimiento de sole- Esta Madre ausente o inexistente es escrita por Olivier en
dad, de nulidad, de abandono. Por fin, un ataque de violencia mayúscula. Coherencia total con la minúscula con la que se re-
ponía fin a días de silencio. Tal como la madre ha sido conquis- fiere Anne Marie de Vilaine a la otra, la aparente, aquella de la
tada y perdida, inaccesible no una sino muchas veces, así se que dice lo que sigue en la novela biográfica La mére interieure
busca en un hombre la madre inexistente, y se construyen diá- (1982):
logos imaginarios. Pero él se ama a sí mismo, o ni eso, y enton- Durante su vida, la madre está en eclipse. Eclipse del sexo,
ces le odiamos; a través suyo podemos seguir odiando a nuestra eclipse del sentir.
madre. ¿Es la docilidad o la rebelión lo que me ha hecho renegar
Y esto hasta que hagamos la paz con ella comprendiendo lo de ti?
que le ha sucedido y empecemos a amarnos a nosotras mismas.18 ¿O bien la angustia? 21
Los silencios se disimulan a menudo con mentiras como nos El vínculo madre-hija está roto. La hija observa a la madre
lo describe Nancy Friday (1977) en Mi madre, yo misma: con horror porque es un mal augurio de futuro. La madre ve a
A mi madre siempre le he mentido. Y ella a mí. ¿Qué edad la hija con desprecio porque le hace extensivo su autodesprecio
tenía yo cuando aprendí su lenguaje, cuando aprendí a lla- mismo y la educa para el sacrificio del que ella misma es un
mar las cosas por otros nombres? ¿Cinco, cuatro años? ¿Era triste resultado. Pocas palabras bastan a veces para dar cuenta
tal vez más pequeña? Su negativa a enfrentarse con algo de una situación. La Condesa de Campo Alange (María Reyes Laf-
que no podía decirme, que su madre a su vez no había po- fite) las tuvo en 1948, en su libro La secreta guerra de los sexos,
dido decirle a ella, y sobre lo cual la sociedad nos había al escribir:
ordenado a ambas que guardáramos silencio, entorpece to- En general nunca se concedió a la mujer la facultad de li-
davía hoy nuestra relación.19 berar su energía materna para emplearla en alguna actua-
Christiane Olivier (Los hijos de Yocasta, 1980) expresa su ción extra-materna. 22
orfandad casi en un grito. Una serie de indicios ponen de mani-
fiesto al hombre que en casa se le está esperando. Pero ¿y a
ella?
¿Quién se ocupa de mi regreso al hogar, de mi confort, de 2. Voces en la claridad: las/os profesionales.
mi ropa interior, de mi cubierto? Nadie como no sea yo De la subjetividad pasamos a la objetividad. Mujeres, y
misma. Yo me hago de madre, increíble anzuelo con el que también hombres, pertenecientes a diversas disciplinas de las
me atrapó un hombre en cuyos grandes brazos me hizo llamadas ciencias humanas tales como psicología, psiquiatría,
creer que yo sería por fin pequeña, que tendría por fin una historia, sociología, filosofía, etc. toman la palabra. Sus voces
madre amante y deseosa de mi persona. Pero es él quien no son gemidos como las del apartado anterior, sino claros jui-
regresa y no yo; él quien sigue movido por su propio im- cios. Claridad que rasga como un cuchillo el orden de tinieblas
pulso, y yo la que tengo que dejarle lugar pues para mí no patriarcal.
hay refugio posible, ni siquiera aquí en mi casa, ya que no Phyllis Chesler, psiquiatra norteamericana, publicó en 1972
tengo a nadie que represente el papel de mi Madre. Soy la un libro, que ya es un clásico, sobre las mujeres y la locura
única bajo este techo que no llene Madre.20 (Women and Madness) y escribe en el capítulo primero:
40 41
La ética, como no podía ser menos, sufre por ello. Graciela triarcal, puesto que el secreto de dicho orden supuestamente
Hierro, filósofa mexicana, dice en su libro de 1985 Ética y Fe- no debe ser desvelado para que se prosiga a sí mismo. Pero el
minismo: volumen de indagación, de reflexión y de análisis ya es irrever-
La autoridad masculina es la institucionalización del dere- sible. Un libro lúcido e inteligente que se suma a ello es el de
cho del más fuerte; es la ley del padre que se impone en Baguenard, Maisondieu y Métayer, profesores universitarios de
lo político y en lo social en las sociedades por ello llamadas Ciencias Políticas, Psiquiatría y Sociología y Letras respectiva-
patriarcales (...) Asimismo, el hecho de que los hombres mente, en Francia. Su título: Les hommes politiques n’ont pas
sean juez y parte condiciona que la felicidad que se con- d’enfant (1983); de él extraemos la siguiente frase: «Justo
templa como bien común sea primariamente la de los hom- ahora se empieza a entrever la violencia hecha a las mujeres a
bres y no la de la mayoría. No se cumple el principio del través de siglos de poder masculino».34
mayor bien para el mayor número.30 Françoise Collin, doctora en filosofía, escritora y profe-
Así no es extraño que el psicopedagogo francés Georges sora, se refiere a la maternidad en los siguientes términos:
Snyders, sensibilizado por el trato a la infancia, se pregunte en La madre es una invención del padre. La madre (como
su libro No es fácil amar a los hijos (1980): «Y si el padre no mater) está puesta por el patriarcado para asegurar su pe-
fuera más que un amo…”.31 rennidad: es una mpére (sic). En la madre, la mujer es
amordazada, reducida al silencio, hecha inofensiva. Se le
Para contestarle recurrimos a un texto del sociólogo Mar-
cierra la boca con un pene o un hijo. Después se la hace
tín Sagrera tomado del libro El mito de la maternidad en la
hablar en ventriloquia un lenguaje que no es el suyo... Por
lucha contra el patriarcado:
medio de este lenguaje ella envía a su hijo a la escuela, a
Pero al conocerse la paternidad se pasa del androcado al la iglesia, al ejército, al asilo, al despacho, a la fábrica, a
patriarcado, el hombre se apropia no sólo de la jefatura la cárcel, a la muerte. La maternidad es una mpaternité
de la sociedad sino también de la familia, llegando a
imponer la idea de que los hijos no son de las mujeres sino (sic).35
suyos.32 En un tono ácido que el tema de por sí requiere, Collin
sigue describiendo a la madre como una mujer con barba, un
Una vez impuestas, las ideas hay que mantenerlas en el padre azucarado que hace más tolerable la legislación patriarcal
tiempo para que permanezcan. Y ésta es la función de la Cul- que hace posible el falocentrismo. Ella misma baña también al
tura. José Lorite Mena (El Orden femenino, 1987) lo expone guerrero en su jarabe (¿de pico?) y así la guerra puede durar, tal
breve pero claramente: y como le interesa al Padre. «La madre es pues una mujer fálica;
Así el orden simbólico y el orden biológico se integran en
no es una mujer, es un hombre reducido a la impotencia».36
la función de la paternidad. La maternidad es el recinto
La resurrección de la mujer es la derrota de la mpére,
de ese orden, pero el eje significativo es la paternidad.33
afirma Collin. O, lo que es lo mismo, digo: la aparición de las
Cada palabra, cada frase, cada texto que añadimos a este Hijas, las que desenmascaran a la madre en tanto que impos-
discurso es una subversión, aunque sea minúscula, del orden pa- tora, que rechazan ponerse la mordaza que a ella la hace rehén
30. G. Hierro 1985. 34. J. Baguenard et al, 1983. 118. Trad. ad hoc V.S.
31. G. Snyders, op. cit. 53. 35. Les enfants des femmes, Franfoise Collin. «Des enfants de femmes
32. M. Sagrera, 1972. 145. ou assez mómifié». En Cahiers du Grlf (comp.). Ed. Complexe, 1992. 81.
33. El orden femenino, J. Lorite Mena. Barcelona, 1987. Anthropos. 208. Trad. ad hoc VS.
36. Collin, op. supra. 82. Trad. ad hoc V.S.
42 43
y cómplice del Padre al mismo tiempo, que reclaman, exigen, que su madre es Madre en un mundo en que no la hay, y su es-
el regreso de la Madre secuestrada. Es más, ellas se dan a sí mis- tado de vigilancia ha de ser permanente para que la ficción no
mas la Maternidad usurpada. se venga abajo, lo cual supondría su propio desmoronamiento
Sólo desde esta posición de la madre como mpére o madre- ya que han hecho una severa intolerancia a la no-Maternidad.
función-del-Padre se entiende que las mujeres sean «madres sin • Entre los dos modelos anteriores se mueve el tipo medio,
madre» o «madres sin refugio» como denuncia Basaglia Ongaro el más común, el mejor adaptado a la sociedad en que vivimos:
(Una voce, 1982), citada por Asunción González de Chávez. el ambiguo. El que describe Freud en el complejo de Edipo y del
La búsqueda ansiosa de la madre cesará cuando la Madre que él mismo es un buen ejemplo.
sea encontrada, puesta en su lugar. Del primer espécimen hay obras literarias paradigmáticas
del estilo de Crimen y castigo, de F. Dostoiewski, y La familia
de Pascual Duarte, de C. J. Cela. Hay hijos que llevan el matri-
cidio en su corazón, durante toda la vida, sin consumarlo nunca.
3. Voces esquizoides: los hijos
Y están los que lo materializan. De entre éstos hemos elegido a
El hijo no gime por no tener Madre. El patriarcado le ha Pierre Riviére, un joven de 20 años que el 3 de junio de 1835
hecho creer que para él es suficiente tener Padre. degolló a su madre, a su hermana mayor y a un hermano de
Es obvio que cuando los hombres hablan y/o escriben sobre corta edad en un pueblo del Norte de Francia. En la cárcel, a
las mujeres lo están haciendo al mismo tiempo sin saberlo de pesar de haber sido calificado de «poco viril» y «pseudoimbécil»
sus propias madres, pues de otra fuente no han podido tomar la en un dictamen de la época, Pierre Riviére escribió una minu-
evidencia. De ahí procede su interés en preservar de críticas a ciosa Memoria de lo ocurrido.
la madre individual de cada uno, como si se tratara de una ex- En los años setenta de este siglo el College de Francia, bajo
cepción, y que la mayor ofensa que se le pueda hacer a un hom- la dirección de Michel Foucault, reunió todos los documentos de
bre sea descalificar a su madre. Porque en el momento en que la época añadiendo los encontrados en su propia investigación,
su madre no es una excepción, alguien diferente, caen sobre entre ellos la Memoria íntegra de P. Riviére, de la que en su día
ella las tinieblas patriarcales y es una esclava, o una puta, o una sólo se publicó la segunda parte.
subnormal o, simplemente, el ser inferior que el colectivo del
Es una familia de medio rural, muy pobre, sin esperanzas
que él mismo es una parte afirma que es.
de ampliar sus horizontes. Pierre reconoce que su madre sufrió
Esto produce una variada tipología de hombres-hijo que mucho al principio; cuando él nació ella estuvo muy enferma
bien merece un libro aparte que no es precisamente éste. A del posparto y se le pudrieron los pezones. Al cabo de un año, a
grosso modo de esa tipología podemos extraer algunos modelos pesar de todo, volvió a parir, esta vez una niña. Entre pleitos,
que nos sirvan de guía: peleas y sus necesidades básicas insatisfechas, nace otra niña
• EI hijo que aborrece a la madre, la desprecia abierta- aun (la que se salva del crimen) y un varón. La madre es descrita
mente, y así lo dice, lo escribe o lo lleva a cabo quitándole la por un doctor que la exploró como de «carácter irascible, vo-
vida. Es la desesperación de no tener Madre llevada al extremo. luntad obstinada y cambiante, maldad continua...» Aunque no
En realidad se mata a la impostora, a la que es y no es. La que se le podía reprochar, dice, porque su cerebro no era normal.
exaspera. Su acritud constante es comprendida al principio por el hijo,
• El hijo que venera a su madre, le tiene una dedicación consciente de las pésimas condiciones de vida de su madre (de
poco menos que exclusiva, no tolera que alguien o algo le haga las que el padre no aparece como particularmente responsable)
«daño». En este grupo se encuentran algunos sacerdotes, algu- hasta que en un momento dado su corazón dio un vuelco. Dice
nos homosexuales, algunos solterones, y un buen número de uno de los documentos, debido al Dr. Vastel:
hombres sin especial calificación. Han montado la fantasía de
44 45
“… se creyó inspirado por Dios, actuando en su nombre y lugar en el seno de las redes del parentesco, o sea, en la familia
decidido a dar su vida para liberar a todos los hombres y a de troquelado patriarcal.
su padre en particular, decretó la muerte de su madre. Muy En 1977 la revista feminista más prestigiosa de Europa Les
pronto su hermana fue incluida en este fatal decreto, ella Cahiers du Grif realizó una serie de entrevistas a varones para
siempre había vivido con su madre, siempre estaba de su que hablaran de su madre. En una de ellas se le pregunta a un
parte; si se quedaba continuaría ejerciendo una funesta hombre llamado Claud:
influencia sobre su padre, debía pues liberarlo también de —P ¿Tú has buscado en otras mujeres a alguien que se pa-
ella, el sacrificio tenía que ser completo”.37 rezca a tu madre?
Con el triple crimen, Pierre Riviére, sin saberlo, cumplía —R. No, porque nadie puede parecerse a mi madre. Esto,
la ley del Padre en cuyo nombre degollaba a tres personas, de no. Como mi madre no hay más que ella. Es por esto que yo digo
romper la díada Madre-Hija, la pareja femenina que garantiza que no es una mujer, es un ser superior, sin que sea superior ni
la genealogía materna. ¿EI hermano? También aquí se cumple la intelectual ni físicamente. (38 años, casado, tres hijos, emple-
filosofía patriarcal: su corta edad lo asimila todavía a las muje- ado de garage).38
res, al estado de Naturaleza. El fratricidio, uno de los funda- La veneración por la madre automáticamente inferioriza a
mentos de la organización patriarcal le dejó además como el la esposa que sí es una mujer como las demás.
sucesor único del Padre. Es el hijo “sobrante” el sacrificado; en
Los hijos del tercer modelo se caracterizan, desde la in-
sentido estricto sólo es necesario un “delfín”.
fancia por la ambivalencia; de ahí que sus discursos sobre estos
EI argumento de Pierre Riviére para esta muerte concreta temas sean casi siempre incoherentes y estén llenos de lagunas
y aparentemente innecesaria es el siguiente: el padre sufrirá y contradicciones. Estas se encuentran ya en la propia descrip-
mucho al ver a Pierre detenido y condenado, su dolor no tendrá ción freudiana de los hechos:
límites; si también ha sido sacrificado el pequeño, el dolor por
Según el Padre del psicoanálisis, cuando el niño, en la fase
este último no permitirá que sufra por el mayor, de quien llegará
edípica, se da cuenta de la diferencia de los sexos, se aleja afec-
a desear la muerte. La inmolación de Pierre es absoluta.
tivamente de su madre al reconocerla inferior al padre... pero
Un ejemplo clásico del hijo de segundo tipo es San Agustín; le permanece agradecido porque a él lo ha hecho del sexo su-
aunque su madre es prácticamente perfecta según su criterio, perior o mejor considerado. (Durante la infancia se le atribuye
la obsesión del Santo por resultar digno a los ojos de Dios Padre a la madre poder de dar el sexo). En 1925, refiriéndose a las
hace que le pida al Señor que perdone a su madre si en algo, a consecuencias psíquicas derivadas de dicha diferencia, afirma
pesar de todo, le ha ofendido. que surgirán dos reacciones que a lo largo de la vida pueden lle-
En la vida corriente los hijos que veneran a su madre, si se gar a fijarse de forma separada o bien conjuntamente, y que
casan o viven en pareja pueden poner en peligro esta relación «determinarán permanentemente sus relaciones con la mujer:
que subordinan absolutamente a la filio-materna. Algunos sol- el horror ante esa criatura mutilada o bien el triunfante despre-
terones no se casan «por no darle un disgusto a su madre» o, cio de la misma».
sencillamente para no ponerla en la circunstancia de tener que La madre no es una excepción de este proceso sino que
enfrentarse a una nuera. está en el origen del mismo. El amor obligado por tratarse de la
Estos hijos esquivan o rechazan reconocer el conflicto madre y/o el agradecimiento correrán paralelos con el horror
entre los sexos cuyo resultado es que la madre es una impostora, y/o el desprecio. Palabra de Freud-hijo.
una no-Madre. De dicho conflicto derivan todos los que tienen
37. M. Foucault, 1983. 143. 38. «Les hommes parlent de leur mére». En Cahiers, 1992, op. cit. 41-
51, 47. Trad. ad hoc V.S.
46 47
El escritor de novelas policíacas Georges Simenon escribió final: «Entre nosotros sólo había un hilo».42 Pero la paradoja re-
en 1974 un libro titulado Carta a mi madre, al estilo de la céle- side en que la Carta, en su totalidad, es el lamento de un hijo-
bre Carta al padre de Franz Kafka. Es una carta-reproche escrita de-madre sin Madre.
al hilo de esa mujer cuando agoniza. La ambigüedad de los sen-
En Kafka el reproche a la madre está implícito en el que le
timientos la preside; pero a veces quiere justificar a la madre
hace al padre a quien escribe la Carta. Después de todo ese
apelando a que dicen de ella que es un «manojo de nervios» y,
padre brusco, poco comprensivo, que tiene dos varas de medir,
también, a la herencia: el padre y los hermanos y hermanas de
una para sí mismo y otra para su prole, actúa como lo hace con
su madre, dice Simenon, estaban afectados de una cierta mor-
el pleno consentimiento de la esposa. Esta aparece en segundo
bidez. Ella, en concreto, había perdido al padre a los cinco años
plano como una sombra, a menudo reducida al mismo papel que
y a la madre a los catorce-quince. Mas adelante se había casado
las hijas/os. Es característico de la no-Maternidad que la madre-
pero su marido, Desiré, nunca le había dicho «te quiero»; el
función del Padre no pueda defender a su propia descendencia,
autor recuerda este reproche de su madre a su padre. Pero en
entregada ésta atada de pies y manos al Padre en tanto que
tanto que hijo-de-Padre intenta justificarle explicando que él,
Amo. No es extraño así que la Carta de Kafka no sirviera al fin
emocionado, le contestó: «Pero estás aquí». A partir de esa frase
para el que había sido escrita. «El autor utilizó a la madre de
el Simenon hijo-de-Madre vislumbra la realidad y dice:
mediadora y la carta no llegó a su destino» nos aclara Rojas Mar-
“¿Sería eso lo que te endureció? ¿Sería que, atrapada entre cos en La pareja rota (1994).
los Brüll, de los que procedías, y los Simenon, en cuyo clan
La madre interceptó la carta porque su función es que el
entrabas, sentiste una separación e incluso un desaso-
Padre no sea zaherido por lo que hace, así como mantener su
siego?”.39 Autoridad a toda costa, aunque ello suponga sacrificarle su pro-
He aquí a la mujer traspasada de la familia en la que nace pio hijo.
a esa otra en la que deberá ser función del Padre. La abuela Si- La analogía con un recuerdo de infancia del escritor sueco
menon (la suegra, otra traspasada) la vio entrar en el clan con August Strinberg, narrado en su libro autobiográfico El hijo de
desconfianza. «Eras de otra raza» dice el hijo, apesadumbrado la sierva (s. a.) es evidente. Cuenta el escritor una escena ocu-
en parte. Pero el velo rasgado se vuelve a cerrar, como si fuera rrida alrededor de la mesa familiar a la hora de comer. Alguien
de niebla; una verdad ha aparecido momentáneamente pero ha cometido una pequeña falta y un hijo (el propio autor del re-
vuelve a ser tragada por el anonimato a que está condenada la lato) es acusado, a pesar de ser inocente. La persistente nega-
maternidad. El escritor lo particulariza cuando cuenta que el tiva de reconocer el «delito» y pedir perdón por el mismo,
abuelo paterno le daba diez céntimos en lugar de cinco como a aconseja los clásicos azotes de la época, no tan lejana por
sus hermanos: cierto.
“Era muy propio de la mentalidad Simenon: yo era el hijo - Vamos -dice el padre, y se dirige al dormitorio.
mayor del mayor de sus hijos o, dicho de otro modo, el fu- La madre los sigue.
turo jefe de la familia”.40 - Pide perdón a papá -dice.
El hijo-de-Padre afirma contundente, en las primeras pá- - Pero si no lo he hecho -grita entonces.
ginas, en una especie de apoteosis de virilidad: «Mientras vivis- - Pídele perdón a papá -dice su madre tirándole de los ca-
tes nunca nos quisimos, bien lo sabes. Los dos fingimos».41 y al bellos.
48 49
El padre ha tomado la palmeta que estaba detrás del es- Ser madre es sólo dar a luz, admite el escritor. La guerra
pejo. es asunto de hombres, de Padres. Las mujeres están excluidas
- Papá querido, perdóname -chilla el inocente. de las negociaciones, de las decisiones. Los Padres fabrican
Pero ahora es demasiado tarde. La confesión ha sido hecha, el armamento para matar; las madres-función-del-Padre le
asiste a la ejecución. suministran el material humano que ha de utilizarlo para
El niño aúlla de despecho, de rabia, de dolor, pero sobre matar y/o morir.
todo de vergüenza, de humillación. No es extraño que El principito fuera un niño tan triste.
- Pide ya perdón a papá -insiste la madre. Quizá en la rosa buscaba a su Madre. O en su pequeño planeta
en el que estaba miserablemente solo.
El chico la mira y la desprecia. Se siente solo, abandonado
por quien Invariablemente le daba refugio para recibir ter- La conjunción pero, sinónimo de conflicto, preside las re-
laciones hijo-madre expuestas. Y no es extraño, porque la ma-
nura y consuelo, pero nunca justicia.43 ternidad aparente, más que una función, es una disfunción.
El último testimonio de hijo sin Madre es el de Antoine de
Saint-Exupéry. En un artículo de dicho autor titulado «Defensa
de Madrid» publicado por ABC el 29 de julio de 1994, podemos
leer una larga reflexión sobre la guerra civil española, y en el 4. Evidencia lingüística: las palabras
que escribe en un momento dado: Es de sobra sabido que el lenguaje es la función primordial
Una guerra civil no es en absoluto una guerra, sino una en- por medio de la cual toda sociedad se ve representada a sí
fermedad. (...) Se fusila más que se combate (...) Y este cuerpo misma, y el vehículo cultural más importante para asegurar la
que estaba habitado por una audacia juvenil, este cuerpo que transmisión de sus sistemas de valores a las generaciones si-
ya sabía amar y sonreír y sacrificarse, ni siquiera se piensa en guientes, así como el sistema o conjunto de relaciones posibles:
mujer/hombre; adulto/infancia; clases sociales; grupos étnicos
enterrarlo.44
y culturales; individuo y/o colectividad con Dios; individuo y/o
La guerra, institución patriarcal por excelencia, no es cues- colectividad con el Estado.
tionada en sí misma por el autor. Y en cambio tiene un recuerdo La lengua de cada pueblo refleja por lo tanto las diferen-
para las madres en el párrafo final; sí, pero para marginarlas cias jerarquizadas entre los sexos y sus géneros correspondien-
una vez más, para separarlas del fenómeno bélico como si no tes. No hay mas que apelar a la voz «hombre», que tantas veces
fuera con ellas, como si no murieran ellas también de su propia subsume a la voz «mujer», para darse cuenta de que la voraci-
muerte y de la de sus hijos: dad masculina se ha comido, literalmente, lo femenino. Espe-
Y me doy cuenta de pronto de que a ninguna mujer se le cialistas hay que han trabajado el tema con ahínco y eficacia.
ha admitido en esta salida. Y su ausencia me parece también Aquí, en función del objeto de estudio, sólo se van a ob-
razonable. ¿Qué tienen que ver aquí esas madres que no saben, servar las diferencias entre las voces padre-paternidad, y
cuando dan a luz, qué imagen de la verdad inflamará más tarde madre-maternidad en tres diccionarios de lengua castellana:
a su hijo, ni qué partisanos le fusilarán, según su justicia,
• Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia
cuando tenga veinte años?45 Española (DRAE) 20ª edición 1984.
• Diccionario de uso del español de María Moliner, 1984.
• Diccionario Ideológico de la Lengua Española de J. Casa-
43. El hijo de la sierva, August Strinberg (s. a.). Barcelona. Trad. al cas-
tellano Montesinos, 1981. 24-25.
res, ed. 1975.
44. Referencia en el propio texto.
45. Ibídem.
50 51
En todos los casos se han respetado los subrayados, el uso Diccionario de uso del español.
de mayúsculas, etc. Es una transcripción literal. PADRE (1 columna)
1. Hombre o cualquier animal macho respecto de sus hijos.
DRAE. 2. Animal macho que se tiene destinado a la reproducción
PADRE (1 columna y 14 líneas) Seis primeras acepciones. en un rebaño, ganadería, etc.
1. Varón o macho que ha engendrado. 3. Un hombre, con relación a una familia o descendencia
2. Primera persona de la Santísima Trinidad que engendró que proviene toda de él.
y eternamente engendra a su unigénito Hijo. 4. Primera persona de la Santísima Trinidad,
3. Varón o macho respecto de sus hijos. 5. Creador o autor de una cosa: Newton es el padre de la
4. Macho destinado en el ganado para la generación y pro- física.
creación. 6. Tratamiento que se da a los eclesiásticos, sacerdotes y
5. Principal y cabeza de una descendencia, familia o pue- frailes, antepuesto al nombre o al apellido o para dirigirse a
blo. Abrahán fue PADRE de los creyentes. ellos: EI padre Antonio; el padre García.
6. Religioso o sacerdote en señal de veneración y respeto. 7. En plural, el padre y la madre juntos: “Vivo con mis pa-
En sentido figurado consta quien es autor de una obra de dres”.
ingenio; quien ha adelantado notablemente una ciencia o facul- 8. En plural, antepasados: la historia de nuestros padres,
tad; padre de la patria; jefe o cabeza de una casa o familia “Adán y Eva fueron nuestros primeros padres”.
tenga o no hijos; título de honor dado a los emperadores roma- 9. Figuradamente «Madre». Origen o causa de alguna cosa.
nos y después a otros monarcas por su mérito o por adulación; Derivados: padre adoptivo, con respecto a quien ha adop-
padre espiritual, y otros. tado como hijo; padre de almas (prelado o párroco); padre cons-
cripto; senador; padre espiritual (confesor); padre Eterno:
MADRE (3/4 columna) Cinco primeras acepciones. primera persona de la Santísima Trinidad; padre de familia. El
1. Hembra que ha parido. padre como jefe de la familia. El jefe de la familia aunque no
2. Hembra respecto de su hijo o hijos. tenga hijos.
3. Título que se da a las religiosas.
4. En los hospitales y casas de recogimiento, mujer, a cuyo MADRE (3/4 columna)
cargo está el gobierno en todo o en parte. 1. Mujer que tiene o ha tenido hijos con respecto a éstos.
5. Matriz en que se desarrolla el feto. 2. Aplicable a una planta respecto a las que proceden de
En sentido figurado, causa, raíz u origen de donde proviene ella.
una cosa; aquello en que concurren circunstancias propias de la 3. Apelativo aplicado en algunos sitios a las mujeres an-
maternidad. Sevilla es MADRE de forasteros. La MADRE patria. cianas.
Cauce por donde ordinariamente corren las aguas de un río o 4. Encargada del gobierno o dirección de los servicios en
arroyo; acequia principal; alcantarilla; materia más crasa heces un hospital, asilo, etc.
del mosto, y otros. 5. Matriz.
6. Se aplica en ciertos casos particulares como nombre ca-
lificativo en oposición a cosas que dan o han dado origen a otras:
acequia madre; alcantarilla madre; aguas madres; lengua
madre.
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7. Acequia principal. MATERNIDAD.
8. Alcantarilla o cloaca principal. 1. Circunstancia de ser madre: le prueba bien la maternidad.
9. “Barrera”. Sitio donde ya se está a salvo en el juego del 2. Casa de maternidad. Nombre de algunos establecimien-
escondite. tos destinados a la asistencia médica a mujeres embarazadas,
Derivados: Madre abadesa; madre del cordero, en el sen- parturientas y lactantes.
tido de dificultad de una cosa; madre de Dios (la Virgen); madre 3. (…)
de familia: la mujer en su papel de esposa y madre y regidora MATERNO.
del hogar; madre de leche (nodriza); y otros. De la madre. Véase: CLAUSTRO materno, LENGUA materna.
47. Les femmes et le langage, V. Aebischer (1985) París: PUF, 10. Trad. 49. «Casandra trágica», Ana Iriarte (1968). A.M. Jufresa (ed.) Sariesa i
ad hoc V. S. perversitat: les dones a la Grecia Antiga. Barcelona: Destino, 47.83, 49,
48. El país, M. C. C. 17 de septiembre de 1985. Trad. ad hoc V. S.
58 59
En los orígenes, nos dice W. Lederer (1968), autor de la cita, en Merece la pena observar el orden de las genealogías en el
una obra sobre «el miedo a las mujeres» cuya extensión y docu- Génesis, primer libro del Pentateuco, para darse cuenta de que
mentación la convierten en un clásico, la creencia era que todo la Madre está proscrita y ni siquiera se puede rastrear su huella.
lo contenido en este mundo, incluidos los hombres, era obra Ni tan sólo Lilith, la primera compañera de Adán según el
de la Gran Diosa, sea cual fuese el nombre que tomara. Ella lo folklore judío, resulta útil en este sentido ya que no llegó a
había hecho todo... sola. Con el tiempo se modificó este último tener hija o hijo. Se fue, eso sí, llevándose el secreto del nom-
punto dotándola de un esposo fecundante (Isis-Osiris; Ishtar- bre verdadero de Dios, al que fue capaz de hablarle de tú a tú
Tammuz, etc.), si bien esto no ocurrió en todos los países en las porque ella sí lo conocía.
mismas épocas, o sea, de forma simultánea. La decisión si- Dios, Señor o Yavéh, como quiera que suele llamársele, es
guiente fue argüir que el mundo había sido creado en el cuerpo posible que sea alguien que aparece «en lugar de». Quizá ésta
de la Diosa por un guerrero macho. El último paso consistió en sea la única pista, por otra parte borrosa, que dejó Lilith.
«explicar el mundo como el acto de creación debido al único El libro del Génesis se divide en dos secciones.
poder de un dios macho».
Primera sección: Historia de la humanidad hasta Abraham.
Bien que el patriarcado se nos aparece como un fenómeno Comprende cinco generaciones:
universal, si reducimos la amplitud de la mirada a la cultura oc-
1. La del cielo y la tierra (I-4).
cidental nos encontramos con que ésta es heredera de dos vías
de pensamiento: la hebrea (con el añadido posterior del cristia- 2. La de Adán (5-6, 8).
nismo) y la griega. Se ha prestado más atención a esta última 3. La de Noé (6, 9-9, 29).
por ser la portadora del logos, concepto que se cuaja en mascu- 4. Hijos de Noé (10-II, 9).
lino-patriarcal desde el principio. La vía hebrea ha sido califi- 5. La de Sem (II, 10-26).
cada en cambio de «femenina», especialmente por los nazis Segunda sección: Historia de los patriarcas. En total com-
antes de y durante la II Guerra Mundial, años en los que el prin- prende otras cinco generaciones acumulativas a las primeras.
cipio viril por excelencia estaba representado por el poderoso 6. Teraj (II, 27-25, II).
macho de raza aria. 7. Ismael (25,12-18).
El calado del ordenamiento judeo-cristiano es en cambio 8. Isaac (25,19-35).
muy profundo. Está inscrito tanto en la memoria colectiva como
9. Esaú (36).
en la vida cotidiana; late y se agita en las creencias y costum-
bres de muchos millones de seres humanos. Las tablas de la Ley 10. Jacob (37-50).
mosaica, asumidas por el cristianismo, han sido norma de vida De estas diez generaciones, la cuarta, la séptima y la no-
durante muchos siglos y lo son todavía para numerosas personas vena, junto con la de Caín (Gén. 4) son líneas colaterales, mien-
de esta gran área del mundo. tras que las otras siete forman una línea recta, que va desde
Tomando el libro hebreo por excelencia, la Biblia (en este Dios, Creador del cielo, de la tierra y del hombre, hasta Jacob.
caso el Antiguo Testamento) se puede observar cómo la mujer Esta genealogía es la que el evangelista Lucas utiliza para
está muda en el Génesis: ya no tiene la palabra, ni el nombre, emparentar directamente a Jesucristo con Dios.
ni el linaje. Nace ya muerta (de varón y no de mujer), indefensa El historiador sagrado, nos indica la introducción al Penta-
y condenada por una supuesta infracción, lo que la pone bajo la teuco, no pretende presentar una historia exhaustiva de la hu-
férula del varón. Eva no tiene madre ni es madre en el sentido manidad entera sino destacar personajes y sucesos que son
pleno de la palabra. como hitos de la misma. Los ojos, dice, «están fijos en la línea
recta de las generaciones privilegiadas descartando las colate-
rales como cosas que no interesan».
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Primera generación: Adán y Eva. De la descendencia de Caín queremos destacar que cuando
Primera Creación de Adán. El hombre, a imagen y seme- Lamec dirige a Ada y Sela su advertencia y amenaza feroz, sólo
janza de Dios «para que domine sobre los peces del mar, sobre es comprensible desde dos presupuestos:
las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de 1º Son educadoras de los hijos y lo han de hacer de tal
la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella» (1, 26) modo que, pase lo que pase, el padre permanezca incólume, in-
(...) «Y los creó macho y hembra» (1, 27). tocable. En tanto que madres-función-del-Padre es su compe-
Segunda Creación de Adán. Lo hace de polvo de la tierra y tencia y responsabilidad no criar hijos rebeldes sino
luego le inspira el aliento de vida «y fue así el hombre ser ani- domesticarlos.
mado» (2, 7). 2º Es posible que algunas madres buscaran la complicidad
Creación de Eva. Formación a partir de una costilla de de sus hijos varones para terminar con el poder del padre, alen-
Adán (2, 21-22). «Se llamará varona porque del varón ha sido tando en ellos el espíritu de revuelta para la consecución de
tomada» (2, 23). El hombre llamó a Eva su mujer por ser madre algún cambio.
de todos los vivientes (3, 20). Segunda generación.
Caín y Abel. Este es el libro de las generaciones de Adán. Cuando creó
Conoció el hombre a su mujer, que concibió y parió a Caín Dios al hombre le hizo a imagen de Dios. «Hízoles macho y hembra
(...) Volvió a parir y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor y y los bendijo, y les dio al crearlos el nombre de Adán» (5, 1-2).
Caín labrador (4,1-2). Hijos sucesivos de Adán:
La descendencia de Caín. Set (engendró hijos e hijas).
Conoció Caín a su mujer (?) que concibió y parió a Enoc. Enós (también engendró hijos e hijas).
(...) A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Maviavel; Maviavel Cainán (también).
a Matusael y Matusael a Lamec. Lamec tomó dos mujeres, una Mahabel (también).
de nombre Ada, y otra de nombre Sela. Ada parió a Jabel, que Javed (también).
fue el padre de los que habitan tiendas y pastorean. El nombre
Enoc (también).
de su hermano fue Jubal, el padre de cuantos tocan la cítara y
la flauta. También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de ins- Matusalén (también).
trumentos cortantes de bronce y de hierro. Hermana de Tubel- Lamec (también).
caín fue Noema. Noé (también).
Dijo pues Lamec a sus mujeres: Sem, Cam y Jafet (5, 3-32).
«Ada y Sela, oíd mi voz». Tercera generación: Noé y el diluvio.
«Mujeres de Lamec, dad oídos a mis palabras». Salvo los casos de Ada y Sela, las mujeres son nombradas
«Por una herida mataré a un hombre». en tanto que «hijas» o como «hijas de los hombres». En el capí-
«Y a un joven por un cardenal». tulo de la tercera generación se hace una distinción entre «hijos
de Dios» e «hijos de los hombres» (posiblemente los que han
«Si Caín sería vengado siete veces, Lamec lo será setenta
perdido la línea directa). Los primeros, a pesar de todo, toman
veces siete» (4, 17-24).
mujer (es) entre las hijas de estos últimos, lo cual no es agra-
Caín, desterrado por Dios, temió por su vida pero Yavé le dable a los ojos de Yavé, porque introduce un elemento de im-
había dicho: «Si alguien matara a Caín sería éste siete veces ven- pureza.
gado» (4,15).
En cuanto a Noé, tres fueron sus hijos: Sem, Cam y Jafet,
de ellos se pobló toda la tierra (9,19).
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Existían entonces los gigantes de la tierra, y también des- En todo el Génesis queda claro que Dios (un Super-Padre)
pués, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los introduce la clasificación de los seres humanos en categorías di-
hombres y les engendraron hijos. Estos son los héroes famosos ferentes y jerarquizadas: hombres y mujeres; hombres hijos de
muy de antiguo (6, 4). Dios y hombres hijos de los hombres. El enfrentamiento entre
Quinta generación: genealogía de Sem. grupos queda garantizado... y divinamente legitimado.
Desde II, 10 hasta II, 26 se enumeran los varones «cabeza Lothar Perlitt (1976) experto en el Antiguo Testamento, ex-
de lista» añadiendo que «engendraron hijos e hijas». plica cómo en el Génesis el padre es un principio fundacional
Sexta generación: genealogía de Teraj. genealógico. Los linajes estaban reunidos en tribus cuyas dimen-
En esta genealogía aparecen dos mujeres, Sarai, mujer de siones se determinaban por la organización de la alimentación
Abraham, y Melca, mujer de otro hijo de Teraj. En los versículos y la defensa frente a las amenazas. Todo este sistema descan-
destinados a las generaciones de Teraj las mujeres aparecen con saba sobre la paternidad. Más allá de la exactitud histórica, las
su nombre propio antes citado, y también como «hijas de» y tradiciones expresan la creencia en ancestros comunes, con el
«nueras de». Nunca como «madre de». significado de una sangre común. Los hijos de un «padre» son
hermanos y en tanto que tales se deben fraternidad. («Hijos»,
Octava generación: generaciones de Isaac.
«hermanos», sólo en masculino). El padre es el portador y me-
Isaac, el hijo legítimo de Abraham, tiene dos hijos geme- diador de la sangre, las tradiciones históricas y religiosas, de
los: Esaú y Jacob. El primogénito es Esaú pero es conocida la modo que toda la vida, tanto la sagrada como la profana, pasa
venta de la primogenitura a Jacob a bajo precio así como el en- por él y se transmite a los hijos varones, los cuales se consideran
gaño del padre Abraham, que cree bendecir a uno cuando real- padres virtuales. No hay trazas de sucesión matrilineal en la ge-
mente está bendiciendo al otro. Esto con la connivencia de la nealogía, recalca Perlitt por si hubiera alguna duda. «Las madres
«madre», Rebeca, denominada como tal en el texto. dan a luz y los padres engendran. En el A T un/a menor nunca
Décima generación: genealogía de Jacob.
es nombrado/a según su madre: «hijo de la tal...».50
Son doce hijos varones entre los que se encuentran Rubén,
José y Benjamín. Se declaran a sí mismos «hijos del mismo Pero el término «padre» no cubre sólo a la mujer en tanto
padre» como un título de dignidad. Ninguno hace referencia a que útero extracorporal del mismo, y a los hijos en tanto que
sus madres. sucesores suyos (las hijas reproducen simplemente a ese ser se-
cundario que es la madre), sino que amplía su ámbito a lo que
De las mujeres en general, cuando son madres, se dice que
se denomina «casa». El individuo masculino está totalmente in-
«les dan hijos a los hombres» o «les paren hijos» pero se evita,
serto en un organismo, un sistema de relaciones graduadas en
no por casualidad, afirmarlas como «madre de». Y la díada
el que ocupa un lugar fijo y no intercambiable en el seno de una
madre-hija no se da en absoluto, creando un vacío pavoroso.
totalidad (Israel). La articulación es pues Pueblo-Tribu-Clan-
Las cuatro generaciones colaterales lo son porque hay Casa-Hombre. En última instancia el individuo, pero éste inserto
transgresiones manifiestas. En el caso de Caín, queda claro que a pesar de todo en una «casa del padre».
Dios le destierra. La línea de los hijos de Noé queda como se-
«La casa del padre designa siempre la comunidad solidaria
cundaria cuando el padre declara que es Sem el predilecto de
de los que viven realmente juntos. El pueblo se constituye
Dios. En el caso de Ismael, éste no presenta la suficiente «pu-
reza de sangre» por ser el hijo de la esclava Agar, innecesario a partir de una multitud de casas del padre».51
una vez nacido el «puro» Isaac. En cuanto a Esaú, perdida «vo-
luntariamente» la primogenitura, pierde a su vez la condición
de digno sucesor del padre.
50. L. Perlitt, 1983, 71-128, 84. Trad. ad hoc V. S.
51. L. Perlitt, 1983, 71-128, 80. Trad. ad hoc V. S.
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Este padre (patriarca) administra todos los bienes, decide El Padre celestial anunciado por Jesús es el Dios de Abra-
los matrimonios, programa la defensa, bendice... y maldice a ham, de Isaac y de Jacob (Mt. 8, II). A ese Dios se le llama
los miembros de la Casa según su comportamiento, etc. Padre en el Antiguo Testamento y se le sigue llamando Padre
Paradójicamente Perlitt dice que el concepto patriarcal de en el Nuevo. Padre sin Madre en ambos casos. La reunión de
base no excluía en absoluto la influencia y el respeto inherentes los principios paterno y materno tampoco se consigue en el
a la esposa y madre. Los padres son nombrados expresamente cristianismo, una religión una vez más incompleta, limitada,
padre y madre (subrayando la y); se habla de llorar a uno y a patriarcal. El sacrificio ritual del Hijo, con desprecio de la vo-
otra en caso de muerte; se obedece a uno y a otra, etc. Hay una luntad (ignorada) de la Madre, es uno de los requisitos del
igualdad jerárquica entre marido y mujer puesto que Dios los poder del Padre como ya se vio en Abraham; dueño absoluto
creó como tales; si uno abandona la casa de su padre para ca- de vidas y haciendas, amo de la bendición y de la maldición,
sarse también lo hace la otra, para hacer nacer una nueva el filicidio pasa a ser una prueba de Su omnipotencia. Con ella
casa... del padre. Que la mujer pariera descendientes a su ma- se demuestra no sólo que el hijo es suyo sino también, y quizá
rido la hacía respetable, y el trabajo doméstico que realizaba más importante, que no es de su Madre, la cual queda inme-
gozaba de consideración. Pero esto no podía ser de otro modo diatamente rebajada a la condición de madre-función-del-
puesto que «los hijos —en masculino— aportan al padre consi- Padre o, dicho con otras palabras, de sierva. Y «sierva» se
deración, protección y alegría». La maternidad derrotada no proclama María cuando le es anunciada por el ángel su mater-
tiene otra opción que «colaborar» con el Padre, de buen grado nidad corporal. La Dolorosa, con las siete espadas de dolor cla-
a veces y otras a regañadientes, como todo grupo vencido en vadas en el corazón según nos la presenta la Iglesia Católica a
tanto que no se sacude el yugo. los pies de la cruz, es la metáfora de todas las madres despo-
El autor se esfuerza en recalcar que el padre-marido «no seídas que han visto a sus hijos/as conducidos a la muerte
es que sienta gusto por la dominación», «no es que sea un ti- (guerras, hambrunas, genocidios) y a la prostitución, según la
rano», «no es un déspota» pero... «de él procede toda la fuerza estructura patriarcal de la sociedad.
que penetra toda la esfera a la cual pertenece y que le perte- La prepotencia del Padre infantiliza a perpetuidad al hijo,
nece». Después de todo él es «el señor de las mujeres, las cria- que vive permanentemente como «aspirante a». El Padrenues-
turas, los servidores», pero llama «Señor» al dios de Israel. Lo tro, la oración cristiana por excelencia pues fue el propio Jesús
que no dice Perlitt es que esta supuesta servidumbre a dios no quien la enseñó, está constituida por tres partes que así lo de-
es tal en el fondo, pues respecto a ese Señor, también masculino muestran: la alabanza, el que se haga su voluntad en un conti-
y Padre en tanto que cima de la estructura patriarcal, él es un nuum que va del cielo a la tierra, y la imploración de ser
hijo virtual de dios como sus hijos varones lo son respecto de él perdonados.
mismo. El dios de Israel ante el que se inclina es el garante de Los varones están inermes frente al Padre puesto que no
su propio poder patriarcal. hay Madre que los defienda, pero gozan de la oportunidad de
Las mujeres no pueden sentirse madres virtuales porque identificarse con él y resultar gratos a sus ojos. Las mujeres tam-
la maternidad no es un referente co-constituyente de la bién están inermes por el mismo motivo, pero al mismo tiempo
comunidad, ni una categoría a alcanzar en el futuro. Es no pueden hacer suyo el modelo del Poder porque antes han sido
sólo una función, la de gestar, parir y criar para el Padre, excluidas de la aspiración al mismo. Los hijos no tienen Madre
hasta el tiempo que sea necesario, a los hijos-padres vir- pero se les educa para que crean no sólo que no la necesitan
tuales —o aprendices de Padre—, y a las hijas necesarias sino que sería un estorbo; las hijas no tienen Madre pero se las
para el relevo generacional.52 educa en la convicción de que las mujeres no tuvieron nunca
esta aptitud, como si fueran de otra «raza» (concepto que des-
arrollan los griegos) por supuesto inferior. La esclavitud al Padre
52. V. Sau 1994. 2, 109. en sus múltiples manifestaciones (Padre, hermano, marido, hijo,
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suegro, cuñado, etc.) queda garantizada. Y la coherencia in- rias, tiene que ser hundida de nuevo en el olvido, reducida a los
terna del sistema es tal que no deja, sino después de muchos fogones como una Cenicienta (huérfana de madre también). El
siglos, lugar para las filtraciones. patriarcado burgués y capitalista que viene anunciándose con la
Entre las normas de la coherencia interna está la de la Reforma, considera un estorbo a esa madre simbólica que inter-
ruptura de la díada Madre-Hija, que ponía en peligro la genea- cede a Dios-Padre por sus hijos e hijas poniendo de manifiesto
logía masculina y que daba por supuesto que la Madre tenía algo la miseria y el sufrimiento en que los obliga a vivir. El absolu-
que transmitir al vástago de su mismo sexo. En el Nuevo Testa- tismo paterno no puede permitirse esa sombra amenazadora a
mento, a diferencia del Antiguo, María sí tiene madre, Ana, espaldas del Padre. La ancestral división del Génesis entre «hijos
pero ésta no aparece nunca en el Evangelio. Además de que la de Dios» e «hijos de los hombres» que un cristianismo incipiente
representación pictórica o iconográfica de Ana y María, con el intentaba borrar, aunque fuese de cara a un supuesto «cielo»,
Niño o sin él, es muy reducida (Leonardo de Vinci es una de las vuelve a implantarse.
excepciones) María a quien da cuenta de su embarazo no es a Los hijos de Dios son los blancos, los ricos, los conquista-
su madre sino a su prima Isabel, como bien nos lo hace notar dores, los amos. Los hijos de los hombres son los de otras razas,
Luce Irigaray (1989) en Le mystére oublié des généalogies fé- los que no usan su talento para hacerse millonarios a costa de
minines. Tampoco aparece la abuela de Jesús en la presenta- quien sea, los que son tan ilusos que se entretienen con valores
ción del Niño en el templo; ni Jesús, durante su vida pública, demodé como la compasión, la solidaridad, la caridad (amor),
la pone nunca en su boca. sentimientos propios de seres inferiores, femeninos.
Bien es verdad que María, en tanto que medio humano para Gui Rosolato (1969), psicoanalista, en su obra Ensayos
que el Hijo de Dios viniera al mundo, podía haber quedado sobre lo simbólico, desmiente la idea de que el papel de la Vir-
pronto relegada a un relativo anonimato. Pero fue el clamor po- gen María en el catolicismo romano pueda tratarse de un retorno
pular el que obligó a que la Iglesia romana la enalteciera a la a lo femenino y además defiende la idea contraria.
categoría de Madre de Díos en el Concilio de Éfeso (a. 431). Para el Islam como para el protestantismo, el rechazo cate-
Como dice una de las biógrafas de María, Hilda Graef «la theo- górico de toda imagen femenina en la mitología religiosa
tokos había venido a ocupar el lugar de la pagana Artémide podría conducir, sin ser eso contradictorio, a una especie de
(Diana)». Acostumbrados los antiguos a la pluralidad de diosas y retorno de la mujer y de su importancia social y, si se puede
dioses, no concebían un Dios-Único sin la parte femenina. La decir, trófica, convirtiéndose en polo de dominación y, me-
idea abstracta del Dios-Padre cristiano no hubiera sido asimila- diante las leyes de protección, en un matriarcado latente.53
ble. Y no por falta de capacidad de abstracción, sino porque la
raza humana requiere una representación de dos, y si sólo hay Sostiene Rosolato que la presencia manipulada de lo feme-
Uno es que se ha secuestrado a la Otra. nino en el catolicismo por medio de la representación de María
impide más que favorece el advenimiento real de la mujer. No
La necesidad no demasiado consciente de la Madre perdida
parece que los tiempos le den la razón. Las mujeres del área
empujó al pueblo cristiano a un fervor tal hacia la Virgen María
protestante puede que estén aparentemente más liberadas
que la Iglesia tuvo que intervenir para diferenciar la adoración
(aunque todavía ahora pierden su nombre de hijas para tomar
(latría) debida a Dios y a su Hijo Jesucristo, de la veneración
el de madre-función-del-Padre) pero es a costa de imitar el mo-
(hiperdulía) permitida a su Madre.
delo masculino más que de encontrar su camino propio; y conste
La Reforma elimina la importancia de la Virgen María que esto no significa una crítica y que no va en detrimento del
cuando las diversas iglesias cristianas se van multiplicando desde valor que tienen los logros por ellas conseguidos.
el siglo XV hasta el XIX. La desaparición de esta figura femenina
emblemática a pesar de «medianera» responde a un plan pre-
concebido. La Madre, emergente aunque en condiciones preca- 53. Ensayos sobre lo simbólico, Gui Rosolato. Anagrama. Barcelona,
1974. 89-99.
68 69
En cuanto al Islam, no parece que por estar lo materno-fe- lato, pero que podemos al menos sintetizar para mejor com-
menino más depreciado y ausente de la vida religioso-política prensión del mismo:
se haya suscitado o se vaya a suscitar la clarividente necesidad a) El tabú del incesto madre-hijo, el primero y primordial,
de la Madre. Al contrario. Usando argumentos tomados del pro- no está todavía sedimentado. El correspondiente a hermana/o
pio psicoanálisis podemos afirmar que lo tan celosamente repri- es más tardío aún. El último en aparecer es el de padre-hija.
mido no tiene ocasión de manifestarse. La superchería de una b) Si se quiere mantener un privilegio de «clase» en el seno
madre fingida, en cambio, da pie a que se desvele la auténtica. de un grupo de individuos, la relación sexual incestuosa se im-
Del mismo modo que la madre concreta de cada cual no es la pone si no se quieren descendientes espurios y el grupo en cues-
Madre pero da testimonio de la impostura, la Madre de Dios nos tión no es muy numeroso.
hace guiños acerca de dónde debemos buscar a la verdadera. Urano, todopoderoso, es autoritario y maltrata a su pro-
genie. Gea, la madre, ante el abuso de poder y haciendo uso
6. Evidencia histórica: línea griega. más de un derecho materno que del vínculo de compañera que
La última vez que nuestra madre habló le une al dios, insta a uno de los hijos, evidentemente el mejor
preparado para ello, para que castre a su padre. Este hijo es
Así como en el Antiguo Testamento ya han desaparecido las
Kronos y así lo hace, tirando luego los testículos cortados de su
huellas de la Madre, en el mundo griego podemos asistir todavía
padre al mar.
al desarrollo de los hechos. Dos caminos, el del mito y el de la
tragedia, nos dan cuenta de lo que algún autor ha llamado «pre- Kronos ocupa el lugar del padre, unido a Rea, su hermana,
historia» del patriarcado o, dicho de otro modo, el antes del pero el despotismo también se apodera de él. Receloso de ser
orden patriarcal, más tarde en posición dominante; y con un destronado por algún descendiente, como él destronó a su
alto grado de aproximación a la verdad. padre, devora los hijos que Rea va dando á luz a medida que
nacen. (Si Freud hubiera formulado el «complejo de Kronos» en
Dejamos de lado las referencias de Plinio en Historia Na-
lugar de usar al joven y desvalido Edipo, posiblemente el psi-
tural, Homero en la Iliada y Apolonio de Rhodas en la Argonáu-
coanálisis hubiera tomado otros derroteros).
tica, según los cuales fue Eurinome («la que todo lo gobierna»)
la responsable de la creación del mundo a partir del Caos (R. Una segunda madre, esta vez Rea, consigue salvar a uno
Graves en The Greek Myths) para acudir a Hesiodo y su Teogonia de ellos, Zeus, para que cuando sea mayor la vengue a ella
y poder penetrar en el panteón de las divinidades griegas, aque- misma y a sus hermanos/as. Llegado el momento Zeus vence a
llas que prefiguran el orden patriarcal, y en las cuales el padre su padre y se instala en el poder después de liberar a todos los
es un dios-consorte que se manifiesta en toda su bárbara cruel- cíclopes, gigantes y titanes, hijos de la primera generación, que
dad. yacían arrojados por Kronos en un lugar tenebroso pero que se-
guían vivos porque se trata de dioses y por lo tanto son inmor-
Tres parejas de divinidades constituyen la cosmogonía
tales. Uno de estos titanes es Prometeo. Las hermanas y
griega que su autor toma de leyendas anteriores y de las que
hermanos rescatados por Zeus son Hera —más tarde su esposa—
extrae un orden generacional:
, Hestia, Deméter, Hades y Poseidón.
GEA (La Tierra)-URANO (El Cielo).
Zeus, debido a su hazaña, toma la categoría de «jefe de la
REA-KRONOS.
familia Olímpica» (su lugar de residencia) y de representante
HERA-ZEUS. del derecho y la justicia después de haber vencido el titanismo
La primera pareja, Gea y Urano, tienen hijas e hijos, las primitivo. Si Urano y Kronos fueron destronados a causa de su
titánides y los titanes y los cíclopes, gentes de gran fuerza proceder injusto, Zeus será llamado el Justo y su comandancia
física. La unión sexual se produce por entonces entre her- será duradera. Homero y Hesiodo, en sus respectivas obras, con-
mana y hermano por motivos ajenos al propósito de este re- solidan y, en palabras del historiador Herodoto fundan, la reli-
70 71
giosidad griega a partir de Zeus «dios de dioses» y «padre de los era el pavo real. Atenea regía el mundo de la artesanía y su ani-
dioses y de los hombres», ya que al orden divino debe corres- mal tótem era el búho.
ponderle el orden terrenal. (W. Lemke, 1976). Siguiendo a Graves (1964) hubo un periodo en el cual coe-
Un «orden universal moral» es formulado a partir de la fi- xistieron seis estados griegos matriarcales, bajo el dominio de
gura de Zeus y avalado por un «orden jurídico patriarcal». La Hera, y seis patriarcales bajo el de Zeus, que formaban una fe-
familia es el marco de referencia, con el padre a la cabeza, ga- deración. Pero hubo una guerra civil y Zeus fue temporalmente
rantía de buenas costumbres que sólo las pasiones son a veces dominado. Poco después y gracias a un grupo de aliados extran-
capaces de doblegar. Homero, llamado también educador de los jeros retomó el poder y se vengó además de sus enemigas, es-
griegos, cumple en parte la función, valga lo rústico de la com- pecialmente de Hera a quien humilló grandemente ante todo el
paración, de San Pablo con respecto a los Evangelios. Olimpo, así como a otras deidades. El consejo democrático de
Estamos frente a unas protofamilias Olímpicas, cuyos seis contra seis, cada uno con su representante humano, fue
miembros están dotados de inmortalidad, y que son modelo para destruido al principio de la era clásica por medio del desplaza-
los mortales de abajo. miento de Hestia, diosa del hogar, ya mencionada, por Dionisio.
Robert Graves (1964) nos dice que en Europa había diosas Desde entonces las mujeres estuvieron en minoría —cinco frente
pero que no hubo dioses hasta la invasión de Creta por una pe- a siete— y aunque conservaron algunos privilegios específicos ya
queña flota de semitas y pastores nómadas patriarcales proce- no volvieron a participar en el gobierno.
dentes del Asia Central cuya divinidad principal era Zeus, el dios A partir de esta derrota, Hera aparecerá como la esposa
del trueno. Este dios supremo de los Helenos llega al espacio fiel y doméstica destinada a soportar con resignación los múlti-
mediterráneo con la invasión de las tribus griegas de organiza- ples devaneos amorosos del marido Zeus. Roída por los celos, su
ción patriarcal, casi repite Lemke (1976). espíritu de venganza se volverá contra sus rivales femeninas,
...y se impuso al final de un largo proceso de historia reli- haciendo más profunda la separación entre mujeres tan nece-
giosa, a las potencias telúrico-maternales de la profundi- saria para el buen funcionamiento del orden patriarcal.
dad y de la muerte, pero sin despojarlas de todo poder.54 Pero el «proceso» aún no acaba aquí. Las evidencias son
todavía más categóricas en los tres hechos siguientes:
Quien dice que no hubo lucha entre los sexos está en un
1) la «maternidad» de Zeus.
grave error. Durante el «largo proceso» las mujeres no son to-
davía unas desposeídas totales, de modo que podemos asistir a 2) la afrenta a Deméter.
los enfrentamientos, los pactos y las alianzas. El punto de par- 3) la fabricación de la mujer: Pandora.
tida es negativo para ellas: la complicidad de las Madres con sus A Zeus, la divinidad suprema de los griegos, no le bastó con
hijos varones para destronar al Padre no sólo no lo consigue sino tener a las madres bajo su poder, sino que también quiso ser
que afianza dicha paternidad en términos de patriarcalismo. madre él mismo. De este deseo le nacieron una hija y un hijo.
Complicidad tantas veces repetida después a lo largo de la His- Una de sus numerosas relaciones extraconyugales tuvo
toria. La díada madre-hijo queda privilegiada con respecto a la lugar con Metis, una de las titánides liberadas por él después de
de madre-hija, pero para decepción de la madre el hijo se vol- destronar a su padre, a pesar de que ella se resistía. Embara-
verá matricida como veremos más adelante. zada ésta, la Madre Tiera dice que dará a luz una niña, pero que
Grecia, país agrícola, estaba bajo la protección de la diosa si vuelve a concebir, el hijo que nazca depondrá a Zeus del
Deméter, protectora de la agricultura. Hera, la diosa más im- poder. (No olvidemos que el titán Prometeo, el que robó el fuego
portante del Peloponeso era objeto de culto totémico y su tótem de los dioses para dárselo a los hombres, considerado introduc-
tor de la cultura entre los humanos, y que sufrió por ello la con-
dena de Zeus durante muchos años, estaba en poder de un
54. Lemke, 1983. 149.
72 73
secreto que el «padre de los dioses» no logró arrancarle: a qué méter, la tierra con todo lo que sobre ella vive; a Hades el
mujer debía unirse Zeus para que el hijo nacido de esta unión mundo subterráneo, el de los muertos; a Zeus, el cielo, el aire,
no le derrocase). con el trueno y el rayo.
Temeroso el dios, en uno de sus encuentros sexuales Deméter gobierna pues sobre los cultivos; se la llama a
con Metis la traga, la devora, la ingiere, de modo que el resto veces «diosa de la cebada» y representa la agricultura, el ali-
del embarazo se produce en el vientre de Zeus. Llegado el mo- mento, la vida. «Diosa-madre» significa su nombre (más tarde,
mento del alumbramiento, fuertes dolores de cabeza le aque- en Roma, se la conocerá por Ceres). Es la única mujer de este
jan, y después de ser sometido a una, podríamos llamar, tetravirato ya que los tres hermanos restantes son varones. Ella
«trepanación», surge Atenea, ataviada con lanza y escudo y lla- tiene varias hijas, una de ellas llamada Perséfone, cuyo padre y
mándole «padre». Dejamos a la interpretación libre de las/os tío materno a la vez es Zeus. El vínculo con la Madre es en cam-
lectores la metáfora de este nacimiento, que hace de la antigua bio el más importante porque la díada Madre-Hija está vigente
deidad que matrocinaba la artesanía, una diosa de la Sabidu- todavía, aunque en trance de desaparición.
ría... sin madre. Y cuyo papel es decisivo en el matricidio real Una mañana, mientras Proserpina y sus hermanas están en
del que hablaremos más adelante. un prado cogiendo flores, pasa a gran velocidad Hades en su
Es manifiesto que Zeus quiere ser parturiento. Habiendo carro y arrebata a la muchacha para llevarla a su dominio y ha-
incorporado a Metis encinta, se cuidará muy bien de dejar cerla su esposa en el reino del no-ser. «Había venido a cometer
escapar a aquella cuya inteligencia es necesaria para el el primer acto de violencia que los/las hijos/as de la tierra hu-
ejercicio de su soberanía.55 bieran jamás conocido», dice Phylis Chesler (1972). El matrimo-
nio por rapto y violación (primero se rapta y más tarde se
Por otra parte, la nueva Athenea está condenada a no
negocian las condiciones del matrimonio) y la diferencia de edad
tener hijos.
entre hombre y mujer (edad de padre, él; edad de hija, ella)
Amante Zeus de una bella mortal llamada Sémele, y herida quedan fijados como modelo, se puede añadir. El rapto de la
de celos y humillación su esposa Hera, esta, con ardides, con- joven contó además con la complicidad y posterior consenti-
vence a la joven, ya embarazada, para que le pida al dios que miento de Zeus. Complicidad entre varones que no dejará de
se le manifieste con todo su esplendor divino. Por tratarse ella repetirse a través de los siglos.
de una mortal dicha visión le es por sí misma irresistible, pero
Las hermanas volvieron junto a su madre y le contaron lo
Seméle le hace prometer al dios que le concederá lo que le pida,
ocurrido. Deméter lloró, ató sus cabellos y vagabundeó por la
sin advertirle de qué se trata. Cuando Zeus lo sabe ya no puede
tierra, desolada, buscando a su hija. Cuando otra deidad mas-
incumplir su palabra y Sémele muere fulminada por el espectá-
culina, sabedora de lo ocurrido, le dijo que no había que la-
culo del dios. El hijo que esperaba se fija al muslo de Zeus y allí
mentarse tanto sobre el destino natural de las hijas, el cual era
sigue la gestación hasta llegado su día: es el dios Dyonisos. En
dejar la casa de su madre, perder la virginidad, casarse y traer
su religión mistérica arrastrará especialmente a las mujeres. A
hijos al mundo, Deméter no quedó pasiva. Tan lejana todavía
ese dios se le llama «dos veces nacido».
de la suegra del patriarcado que educa hijas dóciles para el
Para mejor comprensión de la afrenta a Deméter, conviene yerno, o las adiestra en buscar maridos pudientes que cubran
saber que después del triunfo de Zeus sobre cíclopes y titanes la pobreza endémica de la mujer, o las recrimina si han des-
el mundo fue repartido entre cuatro divinidades hermanas: a obedecido la ley del Padre poniéndola a ella en evidencia en
Poseidón le correspondió el mar y todo lo que contiene; a De- tanto que educadora, Deméter toma la palabra, y su palabra
se cumple, se hace Acto.56
82 83
puede desposeer de la paternidad a Jasón matando a los hijos varón que ya ha muerto, su hermano. Condenada a ser ente-
de ambos... Cuando logra escapar, llevando consigo a sus hijos rrada viva por Creonte, su tío, ella logra suicidarse antes. Pero
muertos, anuncia triunfante que aún puede tener más. No hay el triunfo de Creonte es amargo como la hiel: su hijo, que se
mujer, en cambio, para dar descendencia a Jasón, que acaba en pone del lado de Antígona, se suicida con ella; la esposa de Cre-
la inanidad. onte, después de reprocharle esta muerte y la de otro hijo que
Otro padre impotente es Layo, el genitor de Edipo. Mie- pereció en la guerra, también se quita la vida. La victoria del
doso por la profecía del oráculo de que su hijo le matará un día, Padre-Estado es a costa de la soledad y de la muerte.
ordena asesinarle en cuanto nazca (despotismo paterno frente El diálogo Antígona-Creonte, en el que él le reprocha aira-
al derecho de la madre, Yocasta) y a partir de aquí contribuye a damente y con menosprecio que el gobierno de la ciudad no es
su propio desenlace trágico. No olvidemos que a Zeus no le ha asunto de mujeres, está atascado en un punto del que sólo acon-
sido revelado quién es la mujer a la que debe unirse para que el tecimientos todavía no ocurridos lo pueden desencallar. Cada
hijo nacido de ambos no le destrone, destronamiento que para uno representa un mundo: ella, el que se acaba; él, el que co-
un mortal significa la muerte, o sea, el parricidio. Edipo, ju- mienza, el patriarcal. Este último, como en todo acto reciente
guete del destino, salvado clandestinamente por su madre y de asalto al poder, está más endurecido, y no le cabe la posibi-
vuelto a ella años más tarde como esposo, se debate entre el lidad del diálogo con el otro, del «ir al encuentro de». El anti-
mundo antiguo de la Madre y el nuevo del Padre, pero a ciegas, guo, golpeado de muerte, sólo puede defenderse... o morir. Y
sin saberlo. ahí siguen Antígona y Creonte, inmortalizados por su discusión
Su infortunio como hijo se continúa en su infortunio como sin fin, a la espera de que sus mundos separados puedan reunirse
padre. Sus dos hijos varones mueren matándose el uno al otro un día y ellos descansar en paz.
como rivales políticos en una de las siete puertas de Tebas. La «De aquellos polvos vinieron estos lodos» según bien dice
genealogía masculina de origen incestuoso queda interrum- el refrán, y en la Grecia clásica las mujeres son ya menores
pida. Las hijas, Ismene y Antígona, herederas del orden ma- durante toda la vida. La familia (oikos) es la célula básica de
terno, tampoco tendrán descendencia. La primera, más débil, la sociedad, por su función también económica. Pero quien
se inclina a obedecer el nuevo orden. Antígona (Sófocles), la sabe y decide cómo gobernarla es el hombre. La mujer, si se
fuerte, defiende el orden materno frente al modelo de Estado casa, es adiestrada por el marido como lo sería una empleada
que representa Creonte, hermano de Yocasta y tío materno de confianza por el amo. La continuidad del oikos un hombre
suyo. El tío materno es precisamente el pariente «de la misma la puede conseguir incluso sin casarse, adoptando un hijo (Elisa
sangre» que tenía que defenderla así como a ambos sobrinos, Ruiz, 1981).
pero en el orden patriarcal prevalece la razón de Estado y ésta La kirieia (tutela) es el término jurídico por el cual desde
dicta en tal ocasión que sólo un hermano de Antígona será en- la pubertad toda mujer es puesta bajo la vigilancia protegida
terrado, el leal al partido vencedor. EI otro quedará fuera de de un hombre. Éste si permanece soltera es el padre, en su de-
las murallas de la ciudad, pasto de los animales, sin ninguno fecto el hermano consanguíneo o el abuelo paterno. Al casarse
de los rituales funerarios que sirven para distinguir a los seres la kirieia pasa al marido. En cualquier caso y por parte de quien
humanos de las bestias. sea, la sufre toda la vida. La finalidad principal, dice Elisa Ruiz,
Antígona desobedece la ley que condena a muerte a quien es «disponer de una autoridad legal sobre el mundo femenino a
la transgrede, y siguiendo la costumbre del tiempo materno, fin de poder conservar el patrimonio en una línea genealógica».
honra debidamente al difunto. Las principales atribuciones del kirios son:
La hija de Edipo encarna el derecho natural materno, la
díada Madre-Hija, y al mismo tiempo expone su vida por un
84 85
• Dar a la pupila en matrimonio sin necesitar su consenti- En general no tenemos noticia de nuestras bisabuelas y ta-
miento. tarabuelas, ni información de cómo se conformaron sus vidas en
• Dejarla sin casar. el seno de la sociedad patriarcal. De las diosas y las heroínas en
• Disolver su matrimonio. cambio, sí tenemos noticia; de su esplendor y de su decadencia,
• Oponerse a su divorcio. y aunque no se trata de rehacer los tiempos prepatriarcales, sí
que ellos nos señalan la situación en que el devenir de las mu-
• Cuando el kirios es su marido éste tiene la capacidad
jeres quedó paralizado. Aquel momento se convierte en refe-
legal de dar a su mujer a un tercero. 62 rente, en punto de partida para seguir caminando hacia
No hace falta decir que la maternidad es un puro hecho adelante. Tomando el ejemplo de Bovenschen, lo de menos es
biofisiológico y que bajo la kirieia las hijas no reciben de sus la forma de abortar sino que sean las propias mujeres las que
madres la formación para llegar a ser mujeres adultas —preci- deciden hacerlo si lo consideran pertinente, sin que tengan que
samente esto es lo que se quería impedir— ni las que ponían manifestarse todavía hoy por las calles para reclamar a otros su
hijos/as para el marido eran otra cosa que [m = f (P)]. derecho. Este hecho, por sí solo, pone de manifiesto que entre
Es probable que no una sino muchas mujeres se hayan el ayer y el hoy no hay tantas diferencias. El vacío de la mater-
hecho la legítima reflexión de Silvia Bovenschen (1985) en el pá- nidad es una infamia que sigue ahí y que entra en colisión con
rrafo que sigue y que cierra expresamente el apartado del una auténtica democracia, con los Derechos Humanos, con la
mundo griego: inteligencia incluso si no es capaz de pensar un mundo a dos
Por mucho que invoquemos a las viejas diosas madres (hombre y mujer); o a tres (incluyamos a los menores); o a cua-
(Afrodita, Deméter, Diana, y todo el resto de las amazonas tro (también la ancianidad); o a cinco o a seis: a todas y todos.
de los perdidos imperios femeninos), su poder no puede
llegar hasta nosotras porque sus imperios se han extin-
guido. Sólo la conciencia fundamental de que las cosas fue-
ron una vez diferentes alivia un poco nuestra carga.
Seguramente es muy importante que nos reapropiemos de
momentos de potencial femenino de las culturas pasadas,
sistemáticamente silenciadas en la historia masculina. Y el
trabajo que está por realizar en ese campo es inmenso.
(Subrayo esto para evitar malentendidos.) Pero cualquier
intento por vincularlos directamente con nuestras expe-
riencias en el siglo XX será inútil. Y si de todas maneras,
forzamos una conexión directa será decididamente lamen-
table. Nos quedaremos con el perejil como método para
inducir el aborto y de vez en cuando un remedio casero a
base de hierbas.63
92 93
Cuando Florence Nigthingale fundó, por decirlo así, la pro-
fesión de enfermera a raíz de la guerra de Crimea, estaba ha-
ciendo dos cosas al mismo tiempo, una emergente y otra V. LA MATERNIDAD «POST FACTO»
sumergida.
La primera fue profesionalizar un trabajo tipificado como
femenino, darle dignidad y demostrar que las mujeres podían.
La segunda, sin menoscabo de los méritos de la primera, Es la maternidad «a posteriori», la que llega demasiado
fue contribuir a la orientación bélica que los hombres dan a sus tarde, cuando el daño ya está hecho.
vidas... con perjuicio también para las ajenas. «Aprende de mis errores, hija» dicen algunas madres en
Puede que las palabras de Carla Lonzi expresen mejor el contradicción con la sabiduría popular que sabe muy bien que
sentido de lo que aquí se quiere decir: nadie escarmienta por cabeza ajena.
El inconsciente masculino es un receptáculo de sangre y Se induce primero a las hijas a cumplir con sus «deberes
de temor. Porque reconocemos que el mundo se halla ha- femeninos» en connivencia con educadores, psicólogos, médi-
bitado por estos fantasmas de muerte y vemos en la piedad cos, etc., y más tarde, cuando están crecidas, se les habla como
el papel impuesto a la mujer, nosotras 69 abandonamos al si ellas fuesen a tener parte de la culpa de lo que les pase en el
varón para que toque el fondo de su soledad.70 futuro, bajo la advocación del «ya te lo decía yo».
Así en «Consejos a una hija para la vida» la reina Victoria
Mientras las mujeres vayan de enfermeras, de cantineras,
de Inglaterra escribe a una hija casada ya y embarazada:
de prostitutas, a las guerras que los hombres organizan sin ha-
berlas consultado, y contando además con los recursos humanos «...todo casamiento es una lotería —la felicidad es siempre
salidos de sus entrañas, está claro que están actuando como re- intercambio— aunque sea uno muy feliz; de todas maneras
fuerzo positivo de aquellas. Más hipócritas que los varones, fin- la pobre mujer es la esclava física y moral del marido. Eso
gen estar horrorizadas por aquello que contribuyen a perpetuar siempre se me atraganta. Cuando pienso en una joven ale-
al cumplir con la piedad impuesta. gre, feliz, libre, y veo el estado doliente y afligente al que
está condenada por lo general una joven esposa; que no
Y mientras las madres, las hermanas, las novias, las espo-
sas, los reciban piadosamente también si son los vencidos, cla- puedes negar es la pena del casamiento». 71
morosamente si son los vencedores, la guerra perpetua, la El libro ya citado de María Cardinal (1975), patético en su
matanza perpetua, están garantizadas. denuncia contra la madre, lo resulta más si cabe cuando la au-
tora transcribe alguna de las justificaciones de aquella:
Escúchame bien: cuando un hijo se ha aferrado no se puede
hacer nada para desaferrarlo. Y un hijo es algo que se atrapa
en cuestión de segundos. ¿Me comprendes? ¿Comprendes por
qué quiero que saques provecho de mi experiencia? ¿Com-
prendes que caemos en una trampa? ¿Comprendes por qué
quiero prevenirte? ¿Comprendes por qué quiero que estés
enterada y desconfíes de los hombres? 72
94 95
A partir de cierta edad de las hijas algunas madres insatis- nunca cubre suficientemente la falta del principio, lo cual pro-
fechas con su vida vierten sobre ellas, tomándolas como confi- voca grandes sentimientos de culpabilidad en las madres, que no
dentes, toda la amargura acumulada de una existencia encuentran dónde están los límites, y en las hijas por seguir ne-
frustrante; al mismo tiempo las advierten de los peligros que se cesitando a la madre y odiando a la vez esta necesidad.
ciernen sobre ellas si se enamoran o si se casan, o si ensayan al- A escala colectiva la «maternidad que llega demasiado
guna experiencia de pareja. Esas madres, por otra parte, no han tarde» es más dramática y fácilmente observable puesto que se
hecho nada para modificar su propia situación. Los resultados, ofrece a los ojos de toda la sociedad. Sin que ello suponga dis-
simplificando, suelen ser de dos clases: minuir lo más mínimo el mérito y el valor necesarios para ejer-
Primero: La hija se hace rehén del victimismo de la madre cerla. ¡Cuánto dolor en esas Madres de la Plaza de Mayo
y se convierte en su sostén emocional. Hay una cierta inversión argentina, reclamando a los padres los hijos/as desaparecidos,
de papeles. La madre encuentra refugio en la hija, y la hija hace que en la evidencia se temía por su vida! Trágica la pérdida de
de escudo protector de la madre frente al Padre, que ya no sabe esas vidas humanas en condiciones execrables. Protesta silen-
cuál de las dos es su mujer. La hija pospone o elude su encuentro ciosa de esas madres destronadas, tan víctimas como los hijos
propio con el varón, y el despotismo o la insania del padre es con- que reclamaban, y sin una respuesta de control del medio, al
tenida por dos mujeres en lugar de por una sola. Si hay más de estilo de la antigua Démeter. Sin embargo armadas de valor y
una hija es posible que este rol recaiga sólo sobre una de ellas. constancia, luchadoras permanentes dando así sentido a su de-
Segundo: La hija teme verse privada del sexo y del amor si manda.
escucha y hace caso del mensaje amenazador de su madre. Lo mismo puede decirse de las Damas de Negro de Yugos-
Antes de que esto ocurra, temerosa de perder el tren de la vida, lavia; o las «Madres contra la droga» organizadas en diversos lu-
puede lanzarse en brazos del hombre menos conveniente de los gares de España, cuando ya los Padres de una alambicada
que aciertan a pasar por su lado, en cuyo caso al poco tiempo organización social les han envenenado a los hijos.
se verificarán las profecías maternas. La hija aguantará ahora Movilizar la maternidad «post facto» puede incluso ser una
ya su propia situación deleznable hasta que, transcurrido un estrategia patriarcal cuando unos Padres quieren ocupar el lugar
tiempo, la reconozca ante su madre y juntas recorran, en el de otros... sin restituirle el suyo propio a las Madres.
mejor de los casos, el camino de la resignación y el fatalismo. Las madres-función-del-Padre están en su legítimo derecho
A escala individual la maternidad «post facto» presenta de argüir, con palabras de Carla Lonzi (1970-72) lo si-
muchas variantes. Desde la madre que recoge los restos del nau- guiente:
fragio matrimonial de una hija y recomienza con ella y los nietos No somos responsables de haber engendrado a la humani-
una segunda maternidad, hasta la que la recusa haciéndola cul- dad desde nuestra esclavitud: quien nos ha hecho esclavas
pable de su fracaso con la frase lapidaria que dice: «si me hu-
no ha sido el hijo sino el padre. 73
bieses hecho caso».
La maternidad individual «post facto» consiste, de un modo Pero también Lonzi (op. cit.) escribe en el prólogo del
u otro, en seguir ejerciendo de madres cuando ya no ha lugar, mismo libro que «nadie está a priori condicionado al punto de
negando por lo tanto su adultez a las hijas, e incorporando ellas no poder liberarse».
mismas un rol que es sólo temporal como si fuera una segunda
piel. La relación madre-hija no llega nunca a la relación adulta-
adulta, en la que cada cual sabe quién es pero ya no ejerce de
ello porque ha dejado de ser útil y necesario. La maternidad in-
terminable viene a ser una compensación de que no la hubiera
en el origen, cuando debía; la prolongación artificial de la misma 73. Carla Lonzi, 1979. 40.
96 97
¿O es que no han leído la carta a las madres que inserta
Christiane Rochefort (1976) en Los niños primero. He aquí el en-
cabezado de la misma: VI. ¿DÓNDE ESTABAS, MADRE?
Queridas madres: ¿Vais a comprender finalmente que es-
tamos todos en el mismo barco, vosotras y nosotros? ¿Que ¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres firmaron el Con-
tenemos los mismos amos, que estamos atados a la misma trato Social Masculino a tus espaldas y a las de todas tus des-
cuerda, con los mismos nudos? Queremos decir: vosotras, cendientes?
todas las mujeres, y nosotros, todos los niños.74 ¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres se repartieron
la tierra en Imperios o Grandes Potencias, como en los tiempos
Aunque la autora de esta misiva se hace portavoz de toda
de Zeus, Hades y Poseidón?
la infancia, es al mismo tiempo su carta a la Madre, o sea, a todas
las mujeres, puesto que la Maternidad con mayúscula no se re- ¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres decidieron que
duce al recinto de lo biofisiológico en que los Padres la mantie- otros seres humanos que no eran ellos mismos se podían trasla-
nen secuestrada. dar, exponer, vender, alquilar, prestar y hasta matar?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres proveyeron que
el trigo no crecía para todos los humanos y que las tierras que
dan leche y miel sólo son para unos pocos?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres decretaron la(s)
matanza(s) de los Inocentes?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres acordaron que
la Ley iría por un lado y la Justicia por otro?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres prohibieron que
los Sentimientos fueran tenidos en cuenta al mismo tenor que
la Razón, para evitar remordimientos?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres inventaron la
mentira infamante de que la prostitución es el oficio más viejo
del mundo?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres se reunieron en
el proyecto Manhattan para dar a luz la bomba atómica?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres consintieron que
el comandante del avión B-52 que lanzó la bomba atómica sobre
Hiroshima lo bautizara con el nombre de su madre, Enola Gay,
y la bomba con el de little boy (muchachito)?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres alumbraron la
solución final?
¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres invirtieron el
sentido de las palabras para perdernos y a la Mentira la llamaron
Verdad, al Caos, Orden, a la Guerra, Paz?
74. Ch. Rochefort, 1982. 160. ¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres sodomizaron el
Amor y lo llamaron después Debilidad?
¿Dónde estás, ahora mismo, Madre?
98 99
VII. LA IMPOSTURA
108 109
VIII. RECONCILIACIÓN
Y ahora soy
tan igual a ti, madre,
que no me reconozco en el cristal
de este retrato tuyo tan presente.
Si supieras que todo
lo que de ti he odiado y maldecía
ahora en mí lo descubro
tan extraño y reciente como el cerco
de una piedra en el agua, repetida.
Juana Castro (1994): «Cáliz»; fragmento.
85. Y líbranos del amor, S. Brogger 1973. Trad. cast. Barcelona, Caralt
84. Alice D. «D’une folie á l’autre». En Les Cahiers du Grif (comp.) 1978. 185-196.
Les enfants des femmn. Bruxelles, Ed. Complexe, 1991. 113-122, 118.
86. C. Lonzi 1979. Aforismos: 15-20.
114 115
A MI MADRE
¿Por qué no fui tu Madre para poder darte la seguridad que IX. EL FUTURO ES MUJER 87
todos te quitaban?
¿Por qué no fui tu Madre para ayudarte a encauzar tu apa- El sistema del patriarcado es una costumbre histórica; tuvo
sionamiento, imaginación y fantasía? un comienzo y tendrá un final. Parece que su época ya toca
¿Por qué no fui tu Madre y así poder ser el amor, la tutela fin; ya no es útil ni a hombres ni a mujeres, y con su vín-
que ofreciera solidez a tus pasos por la vida? culo inseparable del militarismo, la jerarquía y el racismo,
amenaza la existencia de vida sobre la tierra. (La creación
No tuve habilidad para deslizarme hasta la espalda del
del patriarcado, Gerda Lerner, 1986 y 1990).
Tiempo, hasta su parte trasera, y ponerme en la cola de las Ma-
dres, el porvenir, para ser la tuya. El futuro es mujer porque el pasado fue mujer y el pre-
sente todavía es patriarcal. Hay un interés manifiesto, nada des-
No supe. No pude. ¿No las había...? Hija arisca, a veces
interesado, puesto al servicio de que «científicamente» se crea
hostil, generalmente contestataria, pero que tú criaste con or-
que el patriarcado ha existido siempre, negándole una histori-
gullo, con agrado y, sobre todo, con entereza.
cidad que, de ser cierta, pone sobre la mesa un saber oficial-
Tú, dos veces huérfana, y yo sin poderlo remediar porque mente prohibido: la existencia de la secreta guerra de los sexos
no estuve en tu infancia, ni en tu adolescencia, para consolarte. y el temor de una revancha femenina después de milenios de
Ni en tu juventud. resentimiento. Un ejemplo de este temor se encuentra en
Porque no llegué a tiempo de enseñarte lo que ahora por Freud, particularmente en El tabú de la virginidad (1917). El
fin sé y que, paradójicamente he llegado a saber porque tú me psicólogo americano Wolfgang Lederer le dedica un libro con
pusiste en el camino. múltiples referencias: The fear of women(1968). La antropóloga
Creo que por fin eres Madre, y yo, tu Hija. Mary Douglas lo analiza a partir de los conceptos de «contami-
nación» y «tabú» en Purity and Danger (1966). Obras del siglo
XIX tales como El matriarcado, de Bachofem, o Las madres, de
Briffault, han sido desvalorizadas y ridiculizadas incluso por las
Autora anónima mujeres, siguiendo consignas patriarcales no explicitadas de
«echarle tierra al asunto» con la excusa de una metodología no
válida, así como de hipótesis de trabajo inadecuadas a la luz de
los conocimientos actuales. Más allá de estos inconvenientes, la
literatura acerca de tiempos prepatriarcales tiene numerosos
datos de gran interés e interpretaciones dignas de ser revisadas.
Dice un refrán castellano que «no hay que tirar el niño con el
agua del baño», pero esto se ha pretendido hacer con esos y
otros textos que nos hablan de «un tiempo de mujer». Feliz-
mente, el tema no está cerrado sino que su actualización es una
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I. Fagocitación 23
VIII.Reconciliación 111
Bibliografía 123
128