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LAS TRES MITADES


DE INO M O X O
y otros brujos de la Amazonia

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Primera edición: Proceso Editores y Editorial


Gráfica L A B O R , Junio de 1981.
Segunda edición: Proceso Editores y Editorial
Gráfica L A B O R , J u l i o de 1981.
Tercera edición: Proceso Editores y Editorial
Gráfica L A B O R . Agosto de 1981.
Cuaria edición: Proceso Editores y Editorial
Gráfica LABOR, Setiembre de 1981.
Quinta edición: Proceso Editores y Editorial
Gráfica L A B O R y C e n t r o de E s t u d i o s
p a r a el D e s a r r o l l o y la P a r t i c i p a c i ó n
( C E D E P ) , O c t u b r e ' d e 1981.

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AGRADECIMIENTO

AI m a e s t r o I n o M o x o , dos de c u y o s íres
cuerpos desaparecieron echando humo

A los brujos D o n Javier, Don Hildebrando,


Don Juan Tuesta y Juan González.

A M a n u e l De B e r n a r d i . en lo alto del C u s c o ,
O m b l i g o Del M u n d o .

A E s t e b a n P a v l e t i c h , q u i e n nos e n s e ñ ó el
coraje y la alegría de vivir y escribir
libros y libres.

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ÍNDICE

Pág.

Prólogo a la edición italiana. 13


Envío. . . . „ .21

A manera de Proemio
Ino Moxo enumera las pertenencias del aire. 23

I—LAS VISIONES

1.—Cómo algunos brujos crean personas. 33


2.—Todos los campa son asesinados
pero ninguno muere 41
3.—Al niño Aroldo Cárdenas
lo convierten en duende 45
4.—Don luán Tuesta dice que las cosas
no son como son sino como lo que son 51
5.—Se cumplen las profecías
de la flor del tohé 55
6.—Vi un Cristo feliz
que abrió las alas y se fue volando 61
7.—Vi también otro pueblo que no he visto jamás 69
8.—Las hembras que no pueden tener hijos
paren un arcoiris. '.. 83

II—EL VIAJE

1.—No en vano esos arboles


se llaman palosangre 89
2.—Mil años demoró en llegar a Pucallpa
el Vaso Sagrado de los inkas del Cusco. . . . . J01
3.—Nuestro guía se extravía. 111
4,—Iván regresa trayéndonos un venado y un niño. 121
5.—Un árbol muerto nos prohibe seguir adelante. . . 125

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6 . — D o n Hildebrando lee en el aire


un libro de Stéfano Várese 129
7.—Nos enteramos que el primer hombre fundó la
nación de los campa y que, además, no fue hombre .. 139
8.—Cómo fue que se hizo la luz sobre la tierra 149
9.—Don Javier asegura tener
solamente sesenta millones de años. 151
10.—Cierto pájaro devora pueblos enteros. 155
11.—Don Javier nos informa del negro Babalú
y de otros enterrados en el mar. . . . ._ 161
12.—La mejor fórmula de reducir cabezas 179
13.—Final de la historia
de Kaametza y Narowé que no tiene final. 187

III—INO MOXO Prólogo a la Edición Italiana

1.—Y nos fue concedido conocer a la Pantera Negra. . . . . 203


2.—Ino Moxo nació a los trece años de edad 213
LAS CUATRO MITADES DE
3.—Vida, traición y muerte del curaca Hohuaté 221
4.—El jefe Ximu ordena, los ríos obedecen 225
CESAR CALVO (Y DEL PERÚ)
5.—Ino Moxo dice que las palabras nacen, crecen
y se reproducen pero no en castellano 229
6.—La cachetada que incendió al petróleo 239
7.—El maestro Ino Moxo se despide 241
8.—José María Arguedas besa la boca de una cerbatana 245
9.—El maestro Ino Moxo desaparece echando humo 249
10.—Vía Crucis del otorongo negro. 257
11.—Juan González camina siete días
por el fondo del río Ucayali. 261

IV—EL DESPERTAR

4.—Donde se verá que las máscaras


están siempre debajo de la cara. 269
3.—Y me ordenó contar desde mi otra persona. 277
2.—Algunos personajes y parajes del sueño. . . .........285
1.—Vocabulario. 319

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En sus célebres Tesis de Filosofía de la Historia Walter Benjamín


define cabalmente la actitud correcta del "materialista histórico"
frente al pasado. Sabido es que Benjamín rechaza todo proceso
de identificación y que, al contrario, aboga por una distancia
crítica: "Porque el patrimonio cultural que él abraza con la mi¬
rada tiene inevitablemente un origen en el cual no puede pensar
sin horror. Debe su existencia no sólo a la fatiga de los grandes
genios que lo crearon sino también a la esclavitud sin nombre de
sus contemporáneos. No es nunca documento de cultura sin ser
al mismo tiempo documento de barbarie".

Esta afirmación, que Walter Benjamín refería q la civiliza¬


ción occidental y sus contrastes de clases, puede proyectarse legí¬
timamente a nivel mundial. En nuestra época, signada por el
imperialismo y su devastación económica y cultural, cabe tomar
la propuesta del filósofo alemán como una incitación a investi¬
gar lo que subyace realmente tras un proceso en apariencia des¬
lumbrante. Respecto a la selva amazónica, por ejemplo, no es
una paradoja sostener que el intérprete más auténtico de la intui¬
ción de Benjamín es el brujo Ino Moxo: "Cuando pienso en
Fitzcarrald y en sus mercenarios, dijo Ino Moxo, cuando pienso
que esos genocidas eran hombres me dan ganas de nacionalizarme
culebra".

Es la manifestación excedida pero coherente de un mundo


ignorado o, peor, agredido. Insurge en estas páginas esa parte
del Perú que sólo en los últimos años ha empezado a ser visua¬
lizada al menos por un sector de la cultura nacional. Por ello es
elocuente el homenaje que el texto aquí presentado dirige a
Stefano Várese y a su libro fundador "La Sal de los Cerros".

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Las distintas mitades del Perú que, como las de ¡no Moxo, representativos. También en este Caso la visión originaria es
rebasan la matemática convencional, aparecen dentro de este re¬ sustituida prontamente por su "dolido reverso". A través de los
lato en su forma más cumplida. Primeramente, por supuesto, el poemas quechuas de Isidro Kondori emerge la condición alienada
Perú de la selva, que resistió a los Incas, a los españoles, al Perú de los antiguos dueños y señores del país. Ya se han vuelto
republicano. La Amazonia: ese mundo que aún hoy sigue opo¬ extranjeros en su patria, expropiados de su propia cultura.
niendo su dimensión mágica contra el asalto de las transnacionales.
Y asoma simultáneamente la tercera mitad del Perú, el olvi¬
El autor no se permite ninguna complacencia anacrónica por
dado y removido mundo negro. Esa raza "que pasó sobre el
la visión idílica del "estado natural". No hay aquí la menor
mar / entre cadenas, que pasó entre cadenas sobre el mar" (Nico-
evocación mítica del "buen salvaje". Lo que se nos plantea, en
lás Guillen), ha sido desde siempre asociada a otros países de
cambio, lo que sí va aflorando a ¡o largo del libro es el propósito
América Latina, en particular a las Antillas y al Brasil. Sólo
de reivindicar la dignidad y autonomía de una cultura.
recientemente su presencia en la realidad peruana viene recla¬
Dentro de este marco debe también interpretarse la presencia mando con energía creciente sus derechos. Lo hizo, una vez
de la droga. Encontramos en el texto una expresión sumamente más, con la intervención de César Calvo, Director Artístico del
reveladora de la postura del autor y protagonista respecto al aya- ballet "Perú Negro", mediante los ritmos afro-peruanos que obtu¬
waskha: "Probablemente allí, al beber los jugos del ayawaskha, vieron el primer premio del Festival Iberoamericano de la Danza
droga sagrada que los hechiceros extraen de la liana-del-muerto, efectuado hace un tiempo en Argentina. Y más tarde, bajo forma
yo haya también bebido la inquietud que tiempo después me distinta, se ha manifestado en la violenta "visión al revés" del
llevaría " La droga no implica, por lo tanto, ninguna forma mundo de los amos blancos, con el CANTO DE SIRENA de
de evasión ni. mucho menos, de apaciguamiento, sino que es Gregorio Martínez-
instrumento para conocer en forma más profunda una realidad Resta, por último, el componente blanco del país, pero éste
otra. Al mismo tiempo propicia la identificación con una cul¬ se halla precisado ya en las palabras despectivas de Ino Moxo
tura distinta, el apropiarnos de ella, es decir asumirla y sentirla que citamos unos párrafos antes. El propio González Prada,
como propia, a través de sus formas específicas de expresión.
por lo demás, hace casi un siglo, negó a los blancos de la costa
Curiosamente, otra vez recurrimos al ejemplo de Walter Ben¬ peruana la legítima representación de su país. Pero este libro
jamín, a su proyecto de escribir un trabajo teórico acerca de los intenta proporcionarnos una visión integral, donde cada elemento
efectos de las drogas. De aquel diseño inconcluso nos quedan posee su especificidad.
los extraordinarios apuntes y las versiones verbales de las expe¬
La prosa del autor es eminentemente poética, visionaria, y
riencias que Benjamín compartió con algunos amigos, entre ellos
no hay que buscar en ella los rasgos de un tratado analítico a
Ernst Bloch. A pesar de la distancia inevitable entre contextos
seudo-científico, por más que a través del juego deslumbrante de
culturales tan dispares, existe una idéntica voluntad de lucidez y
las metamorfosis y los desdoblamientos se perciba una variada y
profundización. Pero lo que en el pensador alemán es sobre todo
profunda unidad. Adviértese en LAS 3 MITADES una tensión
una exploración de los límites de la conciencia y la sensibilidad,
subterránea dirigida a la integración, como factor dinámico, como
en LAS 3 MITADES permanece vinculado a una realidad pecu¬
punto de llegada, no como resultado preconstituido. La creación
liar.
de un doble, manifestada en la alternancia de los dos Césares
La droga y los sueños que ayuda a producir, son el medio (Calvo y Soriano), pero también en la sensación de tener dos
para acercarse a las otras dimensiones del Perú. Se trata, en cuerpos, producida por la droga, simboliza en gran parte aquella
primer lugar, del Perú incaico, evocado aquí en sus símbolos más condición de desgarramiento que se pretende vencer.

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En realidad, lo que está en juego es un concepto distinto y anafórico (Vi. . . vi. . . vi. . . etc.) se ayunta con lo que podría¬
superior de la unidad y la integración. El autor ofrece una vi¬ mos llamar un arreglo progresivo del enfoque, inspirado en la
sión lúcida y despiadada de cómo se han perseguido tales objeti¬ exigencia de una restitución integral. La voluntad de permane¬
vos. La unidad a triunfar ha sido una unidad allanadora, nive¬ cer lo más apegado posible y fiel a la visión revela un aspecto
ladora, impuesta desde el poder, que ha ido sacrificando y borran¬ fundamental que generalmente suele descuidarse. El subjetivis¬
do las riquezas de la variedad, tratando de concretar una imposi¬ mo excesivo, en efecto, es sólo la apariencia de la actividad visio¬
ble uniformación. naria. Lo sustantivo es la aspiración a transformar en patrimo¬
nio colectivo la vivencia personal.
En esta intuición se nota la presencia profunda de José
María Arguedas, a veces latente en algunas citas indirectas (por Regresar a la selva es uno de los síntomas de cierta crisis de
ejemplo esos cóndores que no pueden vivir en "los arenales de la perspectiva que atañe directamente al gusto de vivir. Pero en el
costa", reminiscencia de "los arenales candentes y extraños" de mundo de los ashaninka el autor no rastrea exclusivamente una
Warma Kuyay) y a veces, como al final, bajo el aspecto de un solución personal a esta crisis. Entre los denominados "primi¬
personaje evocado por el sueño. No es solamente el Arguedas tivos" y "salvajes" él encuentra una visión del mundo y un siste¬
cantor e intérprete del mundo andino. Es también el escritor ma de valores que desmienten tales epítetos y nos fuerzan a una
que contempla con mirada lúcida y desesperada, en el espejo revisión radical. Todo esto no es más que el eco vigente de una
infernal de Chimbóte, el reflejo de un proceso de homologación antigua querella, de un deslinde que empezó a erupcionar en el
que tiende a suprimir lo específico y lo individual en nombre de primer siglo de la conquista y la colonización, cuando Michel
una "civilización" y una "modernización" cada día más crueles y de Montaigne se preguntaba quiénes eran los verdaderos salvajes.
siniestras. En el capítulo XXXI del Libro Primero de sus Ensayos, Montaigne
concluía que "en aquel mundo no hay nada de bárbaro ni de
El mundo de la selva olvidada y marginada se transforma
salvaje, por lo que se me ha dicho de él, sino que cada cual llama
así en un observatorio inédito y privilegiado, imprescindible para
barbarie a lo que no cabe dentro de sus costumbres".
comprender el todo del país, todo el país. Justamente porque
se trata de un caso-límite, de una forma extremada de opresión La conciencia ecológica, por ejemplo, es un fenómeno rela¬
y negación, es posible reconstruir a partir de allí todas las mita¬ tivamente reciente en el mundo "civilizado", por lo menos a nivel
des del Perú. de masas. Y se ha ido desarrollando solamente frente a una
situación catastrófica, empapándose por ello de una ideología
En este mundo que se niega a doblar la cabeza, la dimen¬
verdaderamente catastrofista, muchas veces disfrutada por el sen-
sión mágica proclama con mayor fuerza su presencia. La cerca¬
sacionalismo de los mass-media. Entre los indios del Perú ama¬
nía de la vida animal (otro elemento que nos remite a Arguedas)
zónico, que desconocen la ecología como ideología o moda,
permite la circulación continua entre su esfera y la de los hom¬
existe una relación normal y espontánea de respeto a la natura¬
bres. Las metamorfosis forman parte de un contexto aún más
leza, vinculada con exigencias muy precisas de sobrevivencia.
general, dentro del cual la brujería cumple un papel notable. Los
brujos obligan bruscamente al leetor a enfrentarse con mecanis¬ En nuestro mundo "occidental", asimismo, en los últimos
mos diametralmente distintos de los acostumbrados. El mismo tiempos viene imponiéndose la moda de la "medicina natural",
protagonista-narrador parece forzado a una especie de rendición aceleradamente transtocada en nueva fuente de negocios y de ex¬
de cuentas frente a esos nuevos puntos de referencia, frente a plotación. La sabiduría de los indios, en cambio, conserva una re¬
esas insólitas unidades de medida. Esto se percibe con mejor lación orgánica y armoniosa con las plantas, buscando la salud y
claridad en la relación de las visiones, donde el clásico estilo la felicidad del hombre, sin rebajarse, rechazando cualesquiera

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forma de comercialización. E, inclusive, advierte la imperiosidad Juan Santos Atao Wallpa. Tiempo lineal y tiempo cíclico se
de poner sus conocimientos, su "magia verde", como la llama el contraponen sin posibilidad de comunicación, estableciendo entre
autor, al alcance de los blancos, esos humanos cada día más y unos y otros una barrera infranqueable, a menos de cuestionar
más envenenados por una medicina que se ha vuelto enemiga de los acostumbrados esquemas realistas. Hace más de medio siglo
la humanidad. José Carlos Mariátegui intuyó este hecho fundamental cuando
se puso a investigar sin prejuicios "El factor religioso" apelando a
Cedemos nuevamente la palabra al viejo Montaigne, en aquel La Rama Dorada de James George Frazer para intentar com¬
capítulo significativamente titulado Sobre los Caníbales: "Ellos prender las raíces de la religiosidad andina.
son salvajes de la misma manera en que nosotros consideramos
salvajes los frutos que la naturaleza produjo por sí misma en su Otra Característica importante de este mundo, como ya se
desarrollo natural: mientras que, en realidad, deberíamos señalar ha dicho, es la ruptura sistemática de las nociones tradicionales
como salvajes a los que con nuestro artificio hemos adulterado y del tiempo. Como en los antiguos relatos, vueltos a descubrir
desviado del orden general. En aquellos son vivas y vigentes las por la narrativa latinoamericana contemporánea, la anticipación y
virtudes y propiedades auténticas y más útiles y naturales, que el presentimiento juegan aquí un papel primordial. El mundo de
nosotros en cambio hemos hecho bastardear en éstos, solamente la selva, en realidad, no es propiamente ni un antes ni un después
para adaptarlos al gozo de nuestro gusto corrompido". con respecto al mundo "civilizado". Es, básicamente, un mundo
otro.
Pero estas intuiciones, en el libro que aquí presentamos, no
Y precisamente por esta situación ajena, extraña, la selva no
se expresan con los términos de un tratado ni mucho menos de
sólo se convierte, como dijimos antes, en un observatorio privi¬
un panfleto. En todas las páginas de LAS 3 MITADES encon¬
legiado, sino también en una perspectiva que, repitiendo a los
tramos el inequívoco lenguaje del poeta que es, ante todo, César
formalistas rusos, podríamos llamar de extrañamiento, puesto que
Calvo. Los recursos característicos de la fábula asoman a veces,
nos permite mirar y juzgar el mundo nuestro en forma totalmen¬
como en la figura de la viejita que alerta al protagonista acerca
te novedosa.
del peligro representado por las anguilas electrizadas. Sobre todo
domina una continua mezcla y alternancia de los distintos' planos Como todo viaje, éste también concluye en un regreso, que
narrativos, que contribuye a crear toda una atmósfera suspendida por supuesto no es ni puede ser neutral. Las visiones vividas y
entre la realidad y el sueño. asimiladas durante este recorrido, al mismo tiempo simbólico y
real, acompañarán desde ahora el itinerario del protagonista, obli¬
En efecto, la lógica del mundo corriente es substituida por
gándolo a una incesante confrontación entre dos dimensiones dis¬
una lógica visionaria que confiere inesperada unidad a los térmi¬
tintas y a veces opuestas. Su tarea será entonces la de comuni¬
nos y motivos aparentemente más lejanos. La evocación de la
car, socializar lo visto y aprendido. Es la situación, sagrada y
auténtica, reciente y malograda guerrilla del MIR dirigida por
dolorosa, de todos los que tienen la misión de relatar una historia.
Luis De La Puente Uceda se relaciona con el tema central del
libro. Los guerrilleros, dramáticamente, no consiguen el apoyo Esta narración es el último episodio de una larga vicisitud
de la población autóctona: no saben hablar su lenguaje, no saben que arranca desde los primerísimos años de la conquista y la colo¬
penetrar su sistema simbólico. Las palabras de quienes inmolan nización. Estamos pensando en Gonzalo Guerrero, el español
generosamente sus vidas en nombre de la revolución siguen sien¬ capturado por los indios maya después de un naufragio, y en
do caracetrizadas por una visión del mundo que resulta extraña su compañero de fortuna, ese otro supérstite llamado Jerónimo de
a los indios. Ellos se expresan en el lenguaje profético del mile- Aguilar. Ocho años más tarde, ni bien fue informado de sus dos
narismo que los lleva, hasta hoy, a esperar el regreso mítico de paisanos, el "conquistador" Hernán Cortés envió mensajeros para

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rescatarlos. Se supo entonces que los dos cautivos no eran dos


sino uno. Mientras Jerónimo de Aguilar se reintegra a la tropa
de Cortés, y cumplirá descollante trabajo como intérprete, Gon¬
zalo Guerrero se niega a volver a la "civilización". Otras fuentes
ENVÍO
nos enteran de su muerte en batalla. ¿Gonzalo Guerrero com-
batiendo en las filas de los indios maya! ¡Gonzalo Guerrero su-
cumbiendo por ellos! ¡Gonzalo Guerrero oponiéndose a la con¬
quista española de Yucatán!

Es el primer ejemplo de "aculturación al revés" que hallamos H a c e no t a n t o s a ñ o s , c u a n d o los n a t i v o s de la selva amazónica


en las tierras de América. Pero esta situación se repite y repite, estaban siendo exterminados por los caucheros, el jefe de la
de maneras distintas, aun hasta nuestros días, a lo largo de toda
nación a m a w a k a , brujo que alcanzó fama de t o d o p o d e r o s o bajo
la historia de las relaciones entre "civilizados" y "salvajes". A
el n o m b r e de Ximu, supo que su p u e b l o s o b r e v i v i r í a ú n i c a m e n t e
través de la narración de estos encuentros entramos cada vez más
si e n f r e n t a b a con a r m a s de fuego, no sólo con l a n z a s y flechas, a
en contacto con una realidad que provoca una crisis dentro de
los mercenarios blancos. Como también en aquel tiempo era
nuestros instrumentos diarios de juicio. La lectura de LAS 3
p r o h i b i d o v e n d e r fusiles a los a b o r í g e n e s , el jefe a m a w a k a Ximu
MITADES DE INO MOXO, además, nos permite acercarnos a
hizo r a p t a r al hijo de un c a u c h e r o y lo d e s i g n ó sucesor suyo re-
lo real con una nueva disponibilidad para comprenderlo en toda
b a u t i z á n d o l o Ino Moxo, en i d i o m a amawaka: Pantera Negra. Fue
su complejidad.
así que t a n t e m i d o s a n t r o p ó f a g o s llegaron a ser j e f a t u r a d o s p o r
Vivimos un período de crisis en el cual se habla cada día un hombre blanco y consiguieron subsistir. Ino Moxo, disfra¬
más de "calidad de la vida", porque advertimos justamente una z á n d o s e con su a n t e r i o r i d e n t i d a d , s u s t i t u y e n d o la v e s t i m e n t a in¬
insatisfacción profunda y oscura. La selva amazónica y sus habi¬ dígena con p a n t a l ó n y c a m i s a de a l g ú n foráneo m u e r t o , se infiltró
tantes nos ofrecen una fuente insospechada de reflexión proble¬ en las c i u d a d e s , o b t u v o a r m a s de fuego y e n s e ñ ó su m a n e j o a los
mática. Las mitades de Ino Moxo (de César Calvo, del Perú), varones amawaka.
precisamente porque su suma no llega a la redondez de la cifra Al confiarme esta historia, mi primo César Calvo, nacido
entera, siguen representando un impulso hacia una inquietud per¬ en esos l a r e s , me volvió p a r t e de ella, no sólo i n a u g u r ó mi curio¬
manente y fecunda. sidad y a c r e c e n t ó la suya sino que fuimos p r e s a de una m i s m a
obsesión: l o g r a r lo que n a d i e h a b í a a l c a n z a d o en m á s de dos dé¬
cadas: entrevistar a Ino Moxo, l e g e n d a r i o jefe de los amawaka.
C o n C é s a r viajé de L i m a a P u c a l l p a , de P u c a l l p a a A t a l a y a , de
A t a l a y a al c a p r i c h o del c l i m a y de los r í o s , a l o m o de p i r a g u a ,
hasta ese t e r r i t o r i o a g a z a p a d o tras el río M i s h a w a . En el t r a y e c t o
conocimos a otros brujos, Don Javier, Don Juan Tuesta, Don
ANTONIO MELIS H i l d e b r a n d o , J u a n G o n z á l e z , y r e c o p i l a m o s otras h i s t o r i a s , h e c h o s
y personajes que fueron d e s b o r d a n d o las intenciones de n u e s t r o
reportaje.
A u n así, si alguien s u p o n e ver en estas p á g i n a s algo más que
unas páginas, r e p i t i e n d o a Ino Moxo d e b o decir que "el m i l a g r o

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está en ios ojos que m i r a n , no en lo m i r a d o " . P o r q u e en v e r d a d
este libro no es un l i b r o . Ni una novela ni u n a c r ó n i c a . Apenas
un r e t r a t o : la m e m o r i a del viaje que yo c u m p l í s o n á m b u l o , iman¬
t a d o p o r i n d o m a b l e s p r e s a g i o s y por el ayawaskha, droga sagrada
de los h e c h i c e r o s a m a z ó n i c o s . D e b i d o a e l l o , a c a s o , esta r e l a c i ó n
a manera de proemio:
se inicia con mis p r i m e r a s visiones de ayawaskha, aquellas imá-
genes que nos d e s p e j a r o n la ruta del viaje, los s e n d e r o s que Ino Ino Moxo enumera las
Moxo había dispuesto revelarnos. pertenencias del aire
— N o e s j u s t o que las gentes p a d e z c a n d a ñ o s c o m o l a d i a b e -
t e s , v a r i o s t i p o s de c á n c e r , m a l e s que aquí s a b e m o s a h u y e n t a r —
me diría Ino Moxo c u a n d o nos d e s p e d i m o s . T o d o lo que te he —Es una h i s t o r i a larga, ya te dije. Si te contara todo, nada
d i c h o de mí, de t a n t a s c o s a s , me diría, te lo he d i c h o p e n s a n d o en me creerías. N u n c a s e p u e d e creer t o d o . ¿Sabes? Nuncanunca
esas g e n t e s . A c a s o a l g u i e n que está p o r ahí sin r e m e d i o , v í c t i m a se p u e d e e s c u c h a r t o d o . . .
d e u n a e n f e r m e d a d que los m é d i c o s d i p l o m a d o s creen incurable, — Y o estoy dispuesto a oírlo, maestro Ino M o x o , m e oigo
a l c a n c e a leer lo que tú e s c r i b a s y venga d o n d e n o s o t r o s y recu¬ decir casi c o m o un s o b o r n o , p a r a eso he v e n i d o . . .
pere a c a s o los c o n t e n t o s de su existencia. P a r a eso te he conta¬ —¿Podrías? N o , creo que no p o d r í a s . Y su c a b e z a yen¬
do lo que te he c o n t a d o . . . do a un c o s t a d o , t r a y é n d o l a de r e g r e s o sus ojos:
Y p a r a eso he j u n t a d o aquí L A S 3 M I T A D E S . Lo que en — S ó l o p a r a d a r t e un e j e m p l o , m i r a la selva. Si te p o n e s
ellas hay de v a l e d e r o , si es que en ellas hay a l g o , me fue d i c t a d o a e s c u c h a r t o d o lo que suena en la selva, ¿qué e s c u c h a s . . . ?
p o r Ino Moxo, más m e d i a n t e visiones que mediante palabras, a Y c o m o si a c a b a r a de c a p t u r a r s e él m i s m o , c o m o si al mis¬
lo largo de u n a sesión de ayawaskha m e z c l a d a con tohé, ese otro mo t i e m p o él fuera la c e r b a t a n a y el d a r d o y la p r e s a y el caza¬
alucinógeno quizá t a n desconcertante y poderoso. dor y los leños encendidos de la cocina esperando, Ino Moxo
— P e r o no te lo he d i c t a d o a ti sino a tu otra p e r s o n a , a una algarabió su voz:
de las gentes en q u i e n e s te d e s d o b l a s t e d u r a n t e las v i s i o n e s , du¬ — N o s o l a m e n t e el grito de los monos escuchas, no sola¬
rante la mareación. . . m e n t e el zumbido del z a n c u d e o , de la arambasa que es la abeja
más brava y más oscura, del chinchilejo que s e g u r a m e n t e llama¬
A ñ a d i r é s o l a m e n t e que t o d o , a b s o l u t a m e n t e t o d o l o que este
rás libélula, del chushpi que te infecta al picar, de la carachu-
t e x t o i n f o r m a , c o n s t a en diecisiete cintas de g r a b a c i ó n , c o n s t a en
paúsa que sangra sin aviso, no solamente oyes a la ronsapa
las fotografías y el vocabulario incluidos al c a b o de lo e s c r i t o ,
s i s e a n d o en el aire, a la mantablanca que b e b e tu c a b e l l o , a la
c o n s t a en cierto libro c o m e t i d o por el c a u c h e r o Z a c a r í a s V a l d e z
e impreso en 1944 bajo el título de "El V e r d a d e r o F i t z c a r r a l d quilluavispa de vuelos amarillos, al papási que nace de gusanos

.Ante la H i s t o r i a " , u n o de c u y o s e j e m p l a r e s e n c o n t r é en la Biblio¬ pero que no es g u s a n o , a la wairanga que n u n c a t o c a el suelo.


teca del Concejo Municipal de M a y n a s , y consta esencialmente No s o l a m e n t e oyes el pájaro f l a u t e r o , el firirín que no sabe volar
en la p a c i e n c i a de los M a g o s V e r d e s que a c c e d i e r o n a d e v e l a r n o s y tiene alas, ni el ushún ni el tabaquerillo ni el shánsho ni el piurí
algo de sus misterios y de sus m i n i s t e r i o s . ni el tímelo grisáceo ni el tibe b l a n c o b l a n c o , ni el taráwi que
come caracoles y es demasiado negro, ni la sharára que sabe
CESAR SORIANO C. vivir bien bajo del agua y mejor e n c i m a del v i e n t o , ni el zuizúi
celestito ni el yungurúru grande cuyos huevos son color del
¡quitos, Enero de ¡979 zuizúi, ni esa garza gigante y rojiblanca que se llama tuyuyú.

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No solamente escuchas al urkutútu sabihondo. Ni a la quicha-
e e s , m á s le n o m b r a n piraña, que te c o m e sin asco en un r a t i t o .
garza, floja de excremento. Ni al ucuashéro ni al tiwakuru que
Y la kawára, e n o r m e , y la palometa que sabe a casi d u l c e , y el
sólo c o m e h o r m i g a s y c a n t a en lo alto de las wimbras, ni al páw-
bujeo, t a m b i é n n o m b r a d o delfín de los r í o s , el bujeo cuya hem¬
kar que sabe i m i t a r t o d o s los c a n t o s de las aves con su plumaje
b r a es m á s d e l i c i o s a en a m o r que las mujeres, m á s rica, así dicen
n e g r o y a m a r i l l o , ni a la ánchala lo m i s m o que p a l o m a c o l o r vino
los p e s c a d o r e s que han p r o b a d o , y tiene igual v a g i n a y p e c h o s
t i n t o , ni al paujil, acaso habrás comido, más sabroso que c a r n e
duros y pare a sus hijitos como humana. Cortándole a una
de m o n o makisapa, más que carne de l a g a r t i t o b l a n c o , más rico 1
bujéa los labios de su abajo, de su sexo, y curándolos algunos
que ciruelo gigante de ta$eribá, ni al tatatáo que es ave de rapi¬
shirimpiáre fabrican pulseras infalibles en asuntos de amantes
ña, a l g u n o s le l l a m a n virakocha. No solamente oyes al pato
desdeñados, eso es s a b i d o . Y s u e n a t a m b i é n la g r a n carachama
mariquiña, al locrero, a la pinsha, al móntete que en ciertos
de b o c a c o m o p i e d r a , que vive u n a s e m a n a y m á s fuera del agua
lugares nombran trompetero, al tuhuáyu, al pipite, a la panguana
y que viene de lejos, d e s d e a n t e s del d i l u v i o , a n t e s de ese tigre
que p o n e s i e m p r e c i n c o h u e v o s y d e s p u é s se m u e r e , a esos loros
que d i s p e r s ó hace siglos a nuestros primeros padres ashaninka.
azules que llaman marakána, ni a la wapapa carnicera, tú le
Tantos y tantos peces. . .
has visto seguro en el río M a p u y a , no s o l a m e n t e oyes a su p r i m o
el wankáwi a v i s a n d o c a d a que se a p r o x i m a algún h u m a n o , ni al
No solamente escuchas culebras, víboras: la afaninga ino¬
chiwakúllin ni al korokóro ni al ayaymáman que llora como
c e n t e , inofensiva e n t r e los p a s t o s d e f e n d i é n d o s e a p e n a s al a z o t a r
niño abandonado, ni al camúnguy, ni esa garza del tamaño de
su cola, y el aguajemachácuy que respira en el agua y tiene piel
un h o m b r e que t i e n e p l u m a s grises y se l l a m a mansháku, tantos
i d e m que fruto de palmera, y la naka-naka pequeñita y mortal
y tantos pájaros. . . No s o l a m e n t e oyes n u b e s g o r d a s de insectos
acechando en los ríos, y la mantona con sus diez metros por
sonando desde la t a r d e , a d e n t r o , e n las m a ñ a s del m o n t e . No
gusto p u e s no h a c e d a ñ o a nadie, diez m e t r o s de c o l o r e s bien
sólo s u e n a la v í b o r a d e s c o n f i a n d o , el túnchi a v i s a n d o u n a muer¬
subidos, puro adornos ingenuos, y la chushúpe venenosa que
te, el t i g r e , el otorongo c a l l a d i t o p r o c u r á n d o s e carne t i b i a , ni el
mide cinco metros y persigue a su presa mordiéndola varias
ronsoco baboso en los y u c a l e s ni los enormes peces cabezones
veces, y la yanaboa que alcanza quince m e t r o s y es gruesa c o m o
en las redes t r a m p e r a s .
un h o m b r e q u e p r i m e r o h i p n o t i z a y más t a r d e ya devora. Y la
sachamáma, boa con orejas, a diferencia de la yakumama que
No sólo suenan peces: el akarawasú, la gamitana, el tambo¬ vive s o l a m e n t e en el agua. A n a c o n d a de tierra es la s a c h a m á -
rero, el paiche de tres m e t r o s y lengua de h u e s o que p a r e criatu¬ ma, se m i m e t i z a sin p r o p o n é r s e l o : la hierba le crece sólita sobre
ras y no h u e v o s , el pejetorre se h i n c h a de aire y flota c o m o b o y a , el c u e r p o . El jergón, al r e v é s , t a m b i é n se m i m e t i z a p e r o a pro¬
la dorada no tiene una sola espina, el chállualagarto, el kunchi, pósito: conforme crece va a d q u i r i e n d o su piel un c o l o r marrón
la añashúa, la a n g u i l a te m a t a de una sola d e s c a r g a , la manitóa, m o t e a d o , de h o j a r a s c a b r i l l a n t e , y sólo p u e d e s d i s t i n g u i r l o por su
el shitári, la doncella uncida de franjas negras, el chullakaqla a u r a , por ese r e s p l a n d o r que el j e r g ó n deja en el sitio por donde
h u é r f a n o de e s c a m a s , el tiriri, el fasácuy al fondo de los l a g o s , va a pasar, como aviso, como ánima. Tantas y tantas exis¬
el shirúi, el maparáte, la shiripira, el bujúrqui, la makána parece tencias oyes, tanta callada sabiduría escuchas cuando escuchas
sable de tres filos, el shúyu sabe a n d a r sobre la t i e r r a , pez de la selva. Y eso que ya no p u e d e s oir el c a n t o de los p e c e s que
camino, y el cañero te e n t r a por el ano y te c o m e las t r i p a s , el a l e g r a b a n las a g u a s del P a n g o a , del T a m b o , del U c a y a l i , anima¬
dementochállua vuela, poco vuela, más asombra el saltón, ese les m u s i c a l e s que p r e s i n t i e r o n la l l e g a d a del gran otorongo negro
peje gigante sale del agua m e t r o s a r r i b a y pesa m á s de cien kilos y h u y e r o n días antes y se s a l v a r o n . H a s de s a b e r que ese o t o -
y m i d e hasta dos m e t r o s . P o r no hablar de la paña, tú c o n o - r o n g o p r o d u j o con sus z a r p a s g i g a n t e s c a s un t o r r e n t e de p i e d r a s

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y lodo que a c a b ó con la vida de los ríos. Sólo los p e c e s que les, y ese otro j a b a l í de c e r d a s g r u e s a s > coliar c o m o nieve que
c a n t a b a n y que en sus c a n c i o n e s d e c í a n y e s c u c h a b a n el futuro, le nombran sajino, y el ronsoco, tal vez el roedor más grande
pudieron sobrevivir al fango de esas garras. Aunque hoy no de esta n a t u r a l e z a , un m e t r o de largo y cien kilos de p e s o , y la
sepan c a n t a r m á s , o si es que es, q u i e r o decir si saben c a n t a r apashira que es un c a m a l e ó n , la a p a s h i r a con c u y o n o m b r e nom¬
t o d a v í a , lo h a r á n de seguro sin d e l a t a r s e , con sonidos que nues¬ bran los p u e b l e r i n o s a! sexo de la mujer.
tros oídos no acostumbran, callados cantarán, en otra jerar¬
No s o l a m e n t e suenan t a n t o s y t a n t o s a n i m a l e s que has vis¬
quía. . . H a s de s a b e r que t o d o s , h a s t a los h u m a n o s , c u a n d o
to, que no has visto, que nadie verá j a m á s , bichos que apren¬
son n i ñ i t o s , oyen el futuro igualito que los peces del d i l u v i o , así
den a p e n s a r y c o n v e r s a r lo m i s m o que p e r s o n a s . . . Suenan
como tantos a n i m a l e s de ahora, tantas vidas que saben lo que
t a m b i é n las plantas, los v e g e t a l e s : la kaiáwa de savia v e n e n o s a ,
va a s u c e d e r y no p u e d e n hablarnos, advertirnos. Los niños,
la chambira que nos presta sus hojas p a r a fabricar s o g a s , el pan¬
p o r lo general, tienen nueve sentidos y no cinco, otros llegan
de-árbol que nominan pandisho, el makambo elevado de hojas
a d o m i n a r o n c e , yo he visto. C o n f o r m e crecen y sus c u e r p o s se
g r a n d e s y frutos como c a b e z a s de g e n t e , la ñejilla e s p i n o s a que
van e n v e n e n a n d o con las c o m i d a s y los padeceres, y conforme
crece en los bajiales, el rugoso pashako, el machimango de olo¬
sus á n i m a s van siendo c a s a - d e p e n s a m i e n t o s y de s u e ñ o s man¬
res i m p o s i b l e s , la chimicúa cuyas ramas se desgajan a un soplo,
c h a d o s , los c u e r p o s y las á n i m a s del h o m b r e p i e r d e n esos senti¬
el wakapú más duro de c o r a z ó n que el p r o p i o palosangre, la iti-
d o s , esas fuerzas. Y por eso los b r u j o s , los g r a n d e s shirimpiáre,
ninga, el wi tino,.la itahúba, el wikungu de espinas negras y ese
p a r a ejercer a p l e n i t u d los p o d e r e s del aire, para d e s a r r o l l a r al
árbol recto que se llama espinlana; que cuando cae es bueno
máximo su p o t e n c i a de mirar, usan espíritus de n i ñ o , ánimas
para sentarse y charlar, y la wakapurána más mejor p a r a leña,
como familias n u e v e c i t a s ocupando las m o r a d a s de su cuerpo,
y la chonta, cogollo de p a l m e r a s : de wasái, de cinámi, de pijuá-
los c a s e r í o s r u i n o s o s . . .
yu, de hunguráwi. Y el hunguráwi de cuyo fruto mana un
No solamente escuchas animales: la awiwa, ese gusano que aceite que hace crecer cabellos. Y la wayúsa t r e p a d o r a en sus
se p u e d e c o m e r c o m o el zúri, otro g u s a n o s a b r o s o de colores, y hojas c o n t i e n e un p o d e r o s o t ó n i c o que b o r r a las f l a q u e z a s . Y el
ese sapo gritón que p e s a m á s de un kilo y se l l a m a wálo, y el sapote de fruta color verdesombra. Y el tawarí durísimo. Y
bocholócho que c a n t a y al c a n t a r sólo s a b e r decir su p r o p i o nom¬ la shiringa, la s h i r i n g a , ese caucho que sin q u e r e r nos trajo las
b r e , b o c h o l ó c h o o o o , l l a m á n d o s e s i e m p r e a sí m i s m o , lejos, y la desgracias... Y la quinilla, y el timaréo, y la shapája de acei¬
manakarácuy peleadora, invencible entre las aves, y el cupisu, tosos frutos, y la wiririma, y el shebón g i g a n t e s c o que nos b r i n d a
p e q u e ñ a t o r t u g a de a g u a s que se c o m e en sus h u e v o s y en su sus hojas p a r a t e c h a r v i v i e n d a s , y ese marfil vegetal que n o s o t r o s
carne, y la feroz wangána, cerdo salvaje que a n d a en poblacio¬ lamamos tagua, y el sitúlli, aquel plátano rarísimo de grandes
nes de cientos de colmillos voraces, y el tokón, ese mono de flores rojas, y el wingu, a r b u s t o c u y o fruto se vuelve recipiente
cola gigantesca y peluda, y el allpacomején, hormiga condenada de b e b i d a s y se l l a m a tutumo, y el pitajáy, la p o n a n e g r a y d u r a ,
a vivir sobre t i e r r a , y la bayuca, gusano venenoso cubierto de y el aguaje gigante, y la andiroba, y el caimito de frutos como
c a b e l l o s azules, a m a r i l l o s , rojos, v e r d e s , y a q u e l l a h o r m i g a gran¬ p e c h o s de v i r g e n , y la waqrapona, palmera barriguda, y la anona
de y sin v e n e n o que se a l i m e n t a de h o n g o s y le dicen curuince, y s a b r o s a , y el cashú que por fuera es a l m e n d r a y p o r d e n t r o m á s
el añuje, casi conejo de t a m a ñ o , y el isango que no p o d e m o s ver y dulce y más j u g o s a , y la apasharáma de savia p a r a curtir c u e r o s ,
nos pica m e t i é n d o s e en la carne lo m i s m o que c a s t i g o , y el aya- y el barbasco de raíz de veneno, y el camucámu cítrico, semi-
ñáwi, el ojo-de-los-muertos que o t r o s llaman luciérnaga o cocu¬ acuático. y la capirona i n s u p e r a b l e p a r a leña y c a r b ó n , y la ari-
y o , y el achúni b u s c a d o p o r q u e tiene su falo h e c h o de h u e s o y pasa de fruto c h a t o , pardo y r e d o n d i t o que no d e b e c o m e r s e , y
con p o l v o de su pene condimentan brebajes para los impoten- la cumala, y la punga, y la cwnacéba, y la cashirimuwéna, y el

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ashúri que p r o t e g e los dientes de la c a r i e , y la catirima por cuyos hacia la r e a l i d a d , y sin salir del s u e ñ o . . . T a n t a s y t a n t a s plan¬
frutos d i s p u t a n y se m a t a n a l g u n o s p e c e s , y la cocona h e r m o s a , tas, todas y todas suenan. La abuta, pon atención, la abuta,
y ese t u b é r c u l o que se c o m e c r u d o y se llama ashipa, y el puka- árbol m e d i a n o cuya raíz rojiza se h i e r v e y t o m a n d o ese l í q u i d o
quiru de c o r a z ó n rojo, durísimo, y el punqúyu coposo, apretado en p o c o s días el a z ú c a r de la sangre se b o r r a , no existen los dia¬
de h o j a s , a cuya s o m b r a n a d a vive pues expele v e n e n o por sus béticos. Y la mariquita, mitad enamorada y mitad flor, que
ramas, y el mucho m á s frondoso parinári de fruto largo y rojo sólo sabe a b r i r s e en la p u r í s i m a sombra. Y la tzangapilla, ana¬

que se llama súpay-ocóte, culodeldiablo. Y la lupuna en las ranjada y grande, hija única, flor más caliente que frente de
afiebrado. T o d a s y t o d a s s u e n a n , lo m i s m o que las p i e d r a s . . .
orillas con sus alas inmóviles, blancas o coloradas, a flor de
t i e r r a , el más g r a n d e de los á r b o l e s de t o d a esta A m a z o n i a . Y
Y m á s que n a d a s u e n a n los p a s o s de los a n i m a l e s que u n o
ese o t r o que llueve c o m o tejado de i n v i e r n o . Y ese otro que se
ha sido antes de h u m a n o , los p a s o s de las p i e d r a s y los vegetales
infla y r e v i e n t a p e o r que cientos de b a l a s en la noche, en lo
y las cosas que cada humano ha sido. Y también lo que
a d e n t r o del b o s q u e , y el renaco creciendo más que b o s q u e sin
uno ha e s c u c h a d o a n t e s , t o d o eso s u e n a en la n o c h e de la selva.
hojas y sin flores, y el garabatokasha que sana v a r i o s tipos de
Dentro de uno mismo suena, en los recuerdos lo que uno
c á n c e r y disuelve lo t o r p e de las a r t i c u l a c i o n e s que envejecen, y
ha e s c u c h a d o a lo largo de la vida, bailes y pífanos y p r o m e s a s
el tamshi te aleja del frío, y la coca se usa con ayawashka p a r a
y m e n t i r a s y m i e d o s y confesiones y a l a r i d o s de g u e r r a y gemi¬
adivinación, y la kamalonga t a m b i é n se usa p a r a diagnosticar, y
dos de a m o r . V o c e s de a g o n i z a n t e s que u n o ha sido o que uno
la renakilla distrae a los lisiados, y la wankawisacha cura para
ha escuchado solamente. Historias ciertas, historias de m a ñ a n a .
siempre a los alcohólicos, y el chamáiro ayuda a chacchar coca,
Porque todo lo que uno va a e s c u c h a r , t o d o eso s u e n a , anticir-
y el tomillo-negro flotando bajo el agua, a media altura de los
p a d o , en m e d i o de la n o c h e de la selva, en la selva que suena en
ríos flacos que t r a i c i o n a n mejor que el j u g o de tohé, c u a n d o la
m e d i o de la n o c h e . La m e m o r i a es m á s , es m u c h o m á s , ¿lo sa¬
luna es v e r d e y la é p o c a b u e n a p a r a talar el c e d r o sin rajar su
bes? La memoria verídica conserva también lo que está p o r
corteza. Y la paka, la paka t a m b i é n suena c o m o túnel al' b o r d e
venir. Y hasta lo que nunca llegará, eso también conserva.
de los ríos que h a n desaparecido, y la zarzaparrilla sana de la
Imagínate. N a d a más imagínate. ¿ Q u i é n v a a p o d e r oírlo t o d o ,
sífilis, y la papaya verde elimina la sarna y la p a r a s i t o s i s y sus
dime tú? ¿ Q u i é n va a p o d e r o í r l o t o d o , de una vez, y c r e e r l o ? . . .
hojas c u b r e n las c a r n e s más d u r a s y las vuelven a n i m a l i t o s tier-
nos. Y la wenáira de s o m b r a v e n e n o s a c o m o el j u g o de la flor
del t o h é . Y el tohé que te hace ver los m u n d o s de a h o r a y de
mañana que forman este mundo. Y la parapara, más llamada
hiporuru, esa hoja nunca pierde su forma como si estuviera
h e c h a de j e b e , porfiada: tú la c o r t a s de su t a l l o , la a r r u g a s , la
d o b l a s y ella regresa a c o m o era en la r a m a , siempre vuelve a
su forma, a su t a m a ñ o , al t a m a ñ o y la forma de sus dos naci¬
m i e n t o s , y no es por eso sino por los p o d e r e s que le vienen de¡
lejos que la hoja de hiporuru sabe d e v o l v e r a los h o m b r e s la ju¬
ventud sexual. Y la quina-quina que aprendió hace siglos a
lavar las heridas corrompidas. Y la l i a n a - d e l - m u e r t o , ayawash-
ka, sagrada, La M a d r e De La V o z En El Oído. Con el aya-
washka, con el oni xuma, si lo m e r e c e s , p u e d e s p a s a r del sueño

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cómo algunos brujos


crean personas

—El primer hombre no fue hombre, me dice Don Javier enma-


rañándose en risadas hondas. El primer hombre fue mujer.

No t o d o s los maestros, p o r el hecho de serlo, son capaces


de crear chullachakis, explica Don Juan Tuesta reclisentán-
dose c o n t r a esta e s p i n t a n a sin pulir, árbol tumbado sobre dos
t o c o n e s que lo a s c i e n d e n a b a n c a , y c o n c e d e sus ojos a la P l a z a
R u m a n i a que se e x p l a y a al frente, aquí en el c a s e r í o de la isla
Muyuy.

Instantes más allá, donde nace una calle de ancho polvo


paralelo al correntear del Amazonas, Avenida Calvo de Araújo
dice u n a t a b l a m u d a en lo alto de un p a l o . T o d a v í a la dosis
de a y a w a s h k a que me b r i n d ó el brujo anoche no ha r e t o r n a d o
al aire, p e r s i s t e en mi sangre pese a que ya es añil, de p u r o
blanca, el alba. En las chozas contiguas se i n s t a l a n ajetreos,
frituras, c u e r p o s l a v á n d o s e , r u m o r de d e s a y u n o s . A n u e s t r a es¬
p a l d a el A m a z o n a s p a s a s o r d e c i e n d o y l u m i n a n d o al cielo. Es¬
c u c h o un a v i ó n , e n c u m b r o el r o s t r o , lo veo d e s c e n d e r y redu¬
cirse, tornarse wakamayu, posarse con plumaje centelleante en
la c o p a de a q u e l l a a p a s h a r a m a . No sé por qué r e c u e r d o lo que
nunca he sabido, acaso el brujo Don Juan Tuesta está infor¬
m á n d o m e de lejos, atrás del ayawashka, hace veinticinco años,

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c u a n d o t o m é la d r o g a p o r p r i m e r a vez, a n o c h e : el w a k a m a y u es c h a k i s , me c o n s t a . De estos c h u l l a c h a k i s hay dos tipos que son


dios de otro t i e m p o , a r d e n dos e s m e r a l d a s en lugar de sus ojos principales y los d o s son i n v e n t o , esfuerzo de brujo autorizado
y no hay nadie d e t r á s de aquellas l u m b r e s verdes y v a n e s c e n t e s , p o r las gentes del aire. Al chullachaki c r e a d o p a r a p o r t a r da-
el á n i m a del wakamayu es adorno sin razón ni pasión, sitio ñ o s , l a c a y o del M a l i g n o , a ese lo podemos distinguir, calza en
v a c í o , y los g r a n d e s espíritus son g r a n d e s p o r q u e en vez de ani¬ su pie d e r e c h o un r e n g u e o de tigre o de v e n a d o , no hay q u i e n
quilar al w a k a m a y u en su v a n i d a d lo sustentan en su a u s e n c i a : logre e s c o n d e r l e su m a l f o r m a c i ó n si es que ha sido c r e a d o p a r a
t r o c a n las e s m e r a l d a s p o r g r a n o s de m a í z y el w a k a m a y u mira el m a l , p o r m á s que se disfrace con el c u e r p o de algún amigo
e n t o n c e s las cosas del c a r i ñ o , se d i s t r a e de sus ojos y sus d i e n t e s nuestro. El o t r o c h u l l a c h a k i , en c a m b i o , e n g a ñ o que sirve a la
y ú n i c a m e n t e c o m e las h a m b r e s del c a r i ñ o . Yo lo estoy v i e n d o verdad, es persona del bien y nadie-nadie puede deslindarlo,
a h o r a , a b r e las alas, ya no es un w a k a m a y u , canta con voz la¬ perfecto está en sus pies, perfecto en t o d o , humanamente hu¬
crada, w a p a p a t r a n s p a r e n t e es el avión que he visto, que ha m a n o . ..
c a í d o , y su c u e r p o se disuelve en el c a n t o , c o n v e r t i d o en qué
llovizna de hojas c o l o r i d a s , tan l e n t a s y s e d o s a s . Y c a d a hoja A ese t i p o de chullachaki no lo distingue n a d i e , prosigue
es m ú s i c a diversa, c a d a hoja r e s b a l a en u n a nota y su caer sin Don Juan Tuesta. Es apariencia de persona pero de persona
fondo es su s o n i d o , n i n g u n a a l c a n z a el s u e l o , el b r u m o r del Ama¬ completita, sin sospecha. S o l a m e n t e los ojos a v i s a d o s p e r c i b e n
z o n a s las restriega y b o r r a c o n t r a el aire t i b i o . C i e r r o los ojos, que su cuerpo no es único. Más que v a r i a s personas, varias
intento d e s b r a v a r los postreros efectos de la liana-del-muerto: vidas p a r e c e n h a b i t a r l o . C o m o si c a d a p a r t e de su c u e r p o tu-
la m a n o del A m a z o n a s , p u e d o v e r l a , es rugosa y g r i s á c e a . De viera u n a e x i s t e n c i a d i v e r g e n t e , d i v e r s a s existencias que sólo ante
nuevo los e n t r e a b r o : n o , hay nada. S o l a m e n t e la voz de Don los ojos de los o t r o s el c h u l l a c h a k i a r m o n i z a en u n a sola. ' E s o s
Juan Tuesta cintila a mi derecha sobre la e s p i n t a n a recostada chullachakis desconocen el d a ñ o , no m a l q u i e r e n a gentes ni a
en el filo de la P l a z a R u m a n i a y se i m p o n e a la m a n o a z u l m a r r ó n , cosas. Ú n i c a m e n t e e x i s t e n , t o d o el t i e m p o que existen, p a r a lo
domeña esa serpiente de cinco cabezas que el río-mar alarga cariñoso, para ayudarle al bien.
hacia nosotros.
La m a n o del A m a z o n a s r e t r o c e d e , la v e o , y r e c u e r d o e n t r e
— E l m a e s t r o I n o M o x o , é l sí, d o t a d o d e p o d e r e s suficien¬ b r u m a s de c o l o r e s la n o c h e que O s e a r R í o s , s e l v á t i c o y p s i q u i a -
tes, i n v e n t a c h u l l a c h a k i s , no sólo eso: los i n v e n t a en el sitio y tra; exacto la sensación primordial del ayawaskha:
t i e m p o de su a n t o j o .
—Dentro de la liana-del-ánima todo está bien, absoluta¬
m e n t e t o d o está muy bien, e s b u e n o .
D e c i d o p r e g u n t a r , no sé si a l c a n z o a h a c e r l o , veo la voz
d e D o n J u a n Tuesta r e p l i c á n d o m e : — E n la cabana de Don Juan Tuesta, dice mi primo César
C a l v o , allá p o r 1 9 5 3 , y o t e m a t r e c e a ñ o s , eso d i c e , p a r t i c i p é p o r
— U n c h u l l a c h a k i e s m á s , n o e l d e m o n i o del b o s q u e , aquel
p r i m e r a vez de u n a sesión de a y a w a s k h a , ese b e b e d i z o alucinó-
espanto que las g e n t e s creen, no. Existen otras clases. Un
geno que los m a g o s selváticos u s a n c o m o r e a c t i v o y con c u y o s
c h u l l a c h a k i es ídem que p e r s o n a . M á s es y m e n o s es: apenas
poderes a v i z o r a n los t i e m p o s pasados y futuros y d i v o r c i a n del
apariencia de persona. ¿Me estarás entendiendo cuando digo
quebranto a cuerpos y almas. P r o b a b l e m e n t e allí, al b e b e r los
apariencia? El maestro Ino Moxo puede crear así, personas
jugos del ayawaskha, droga sagrada que los hechiceros extraen
que no son y que sí son p e r s o n a s , d e m a s i a d o y muy p o c o , siem¬
de la l i a n a - d e l - m u e r t o , yo h a y a t a m b i é n b e b i d o la i n q u i e t u d que
pre c o n s i d e r a n d o lo b a s t a n t e y' lo m e n o s de las gentes d e n t r o de
t i e m p o d e s p u é s me l l e v a r í a . . .
su normal, en su costumbre, ¿me estarás entendiendo? Ino
M o x o es diestro en las fuerzas y~ s a b i d u r í a s de e s c u l p i r c h u l l a - —Todo es.tá b i e n , muy b i e n , repite Osear Ríos.

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Y eso es p r e c i s a m e n t e lo que r e s p i r o a h o r a , t o d o está bien,
es eso lo que fluye de aquellos p l a n t a n a l e s y de la apasharama res de d a ñ o , su pie d e r e c h o se a l t e r a , se a b o r r e c e , d e n u n c i a p a s o s

que sombrea el costado de la P l a z a Rumania, es eso lo que que se c o n t r a d i c e n , una h u e l l a de h u m a n o , al c a m i n a r , y la otra

ofrenda la iglesia del p o b l a d o , de m a d e r a , de c a l m a , de j u g u e t e , de tigre o de v e n a d o , siempre. Y si se m u e s t r a en forma de

sin p u e r t a s , y su c o r o n a de c a l a m i n a s p l a t e a d a s , v e r d e s de óxido a n i m a l , s e g ú n sea el t a m a ñ o de la especie e l e g i d a , su pie dere¬

de lluvia y de h i e r b a j o s i r r e v e r e n t e s . E s o es lo que r e p i t e n , t o d o cho pisa c o m o n i ñ o o c o m o h e m b r a o c o m o h o m b r e .

está b i e n , los primeros rumores del caserío, los madrugadores — A c a s o yo h a y a b e b i d o allí, a los trece a ñ o s , dice César
que retornan con redes y canoas y canastas repletas, lo que C a l v o , la i n q u i e t u d que d e s p u é s me llevaría a r a s t r e a r la verda¬
asegura Don Juan Tuesta a mi m e m o r i a , t o d o está b i e n , abso¬ dera i d e n t i d a d d e I n o M o x o . Porque también Don Juan Tuesta
lutamente todo está muy bien. me h a b l ó esa n o c h e de él, en su c a b a n a frente» al río, c u a n d o ,
la m a d r u g a d a iba a t e n u a n d o en mí los efectos de la d r o g a y no
— L a esposa de D o n Javier, ¿tú le c o n o c e s ? , t i e n e un her-
sentía el r u m o r que me h a b i t ó al c o m i e n z o de la sesión iniciá-
mano chullachaki. E s e , ¿ya ves?, o t r a clase, otro t i p o de chulla-
tica, ese b r u m o r c o m o arcoirises d e s p e ñ á n d o s e d e s d e lo alto y
chaki e s . . .
convirtiendo al A m a z o n a s en una despedazada joyería.
La primera vez que tomé ayawaskha tuve una sensación — N a d a más puedo contarte de él — d i c e Don Juan Tuesta.
idéntica pero m á s duradera: la c e r t e z a de tener dos cuerpos y N a d a m á s de lo que ya te he c o n t a d o .
verlos y tocarlos, dos cesares t u m b a d o s en el piso de la casa
— ¡ P e r o si usted no me ha c o n t a d o n a d a ! , le r e c l a m o .
del brujo. Porque fue aquí en la isla M u y u y y en la misma
v i v i e n d a de D o n J u a n T u e s t a , a los t r e c e años de mi e d a d , que — S í que te he c o n t a d o , y a c a s o sin que lo s e p a s d e n t r o de tu
me fue p r e s e n t a d o el a y a w a s k h a . Y sucedió. E r a n o t r a s imᬠc a b e z a , sin q u e te des c u e n t a con el e n t e n d i m i e n t o , al f o n d o , en
g e n e s , otros c o l o r e s p e r o el d e s d o b l a m i e n t o r e m e d a b a al de esta tus m e m o r i a s ha de estar bien g u a r d a d o lo que esta n o c h e te
n o c h e que no q u i e r e irse. A h o r a no son ú n i c a m e n t e dos cuer¬ dije de I n o M o x o . Si el a w a y a s k h a no te deja r e c o r d a r , sigue
pos míos los que a l c a n z o , un i n s t a n t e sí, a c o m p r o b a r , un ins¬ nomás: la s o g a - d e l - m u e r t o no se e q u i v o c a , ella s a b e . . .
t a n t e no. M e v e o , por r e l á m p a g o s , al costado derecho de D o n — S a b r á s que al c h u l l a c h a k i le gustan las l u p u n a s , está di-
J u a n T u e s t a , s e n t a d o en la e s p i n t a n a d e r r i b a d a , y a la vez a su ciéndome ahora Don Juan Tuesta. A la s o m b r a de las l u p u n a s
i z q u i e r d a , a u n q u e con una cara que se a p a r e n t a mía, que lo d u d a el c h u l l a c h a k i es feliz, bajo ellas vive e s p e r a n d o el m o m e n t o de
y tiende a borronearse y a rehacerse l u e g o con facciones que ejercer. A l g u n a vez, en lo h o n d o del m o n t e ¿ h a s p e r c i b i d o un
reconozco y no pertenecen a mi rostro. Acepto sin e m b a r g o retumbar como de manguaré golpeado por n a d i e ? Q u i z á fue un
que se t r a t a de mí, c o m o acepto que j a m á s a l c a n z a r é a expli¬ chullachaki b o n d a d o s o , cansado de estar s o l o , quien e s t u v o lla¬
c á r m e l o con p a l a b r a s y con p l e n i t u d . Me estoy v i e n d o , en dos
mando queriendo ser tu amigo, quizá fueron sus pies que te
c u e r p o s , a a m b o s l a d o s del c u e r p o del brujo de M u y u y . Y reci¬
i n v o c a b a n t a m b o r e a n d o c o n t r a u n a aleta d e l u p u n a . Si hubieras
bo su voz desde dos sitios, dos e x i s t e n c i a s , dos i d e n t i d a d e s , esta¬
a c u d i d o y e n t r a d o a la s o m b r a de aquel á r b o l , y si el árbol era
m o s en 1 9 5 3 , dos m e m o r i a s que de ser tan ajenas ya me son
una l u p u n a blanca, seguro el chullachaki se habría presentado
familiares.
vestido con el c u e r p o de tu alguien más q u e r i d o , o tal vez en
l a forma m á s i n f o r m e , o c u p a n d o u n a a p a r i e n c i a i n e s p e r a d a , odio¬
— E s que a l g u n o s brujos, les falta quizá p r e p a r a c i ó n , quizá
les falta tiempo de merecer, no consiguen inventar completa¬ sa, retándote a pelear sin m á s justificación que su insolencia.

m e n t e un c h u l l a c h a k i . P o r eso r o b a n g e n t e , casi s i e m p r e niñitos P o r q u e si un c h u l l a c h a k i se m u e s t r a y te dice que quiere ser tu


y los e n c a n t a n p a r a su servicio. Si cargan al r a p t a d o con p o d e - a m i g o , p r i m e r a m e n t e tienes que c o m b a t i r con él. Y tienes que
ganarle. No es difícil. M á s aún: inevitable es. El c h u l l a c h a k i
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se dejará vencer con tal de ser tu a m i g o . U n a vez que lo logra


Se mt esfumó otra vez la sensación, oyendo a Don Juan
te lleva a t o d a s p a r t e s , hace que los a n i m a l e s te sigan si vas de
T u e s t a me h o s p e d o n u e v a m e n t e d e n t r o de un solo c u e r p o , a q u í ,
cacería, te regala t o d o , chacras de buena tierra, ríos mansos,
sobre la e s p i n t a n a m o r d i d a p o r los m u s g o s , a la d e r e c h a del brujo
pródigos y panzones. Y te da las familias que q u i e r a s , m o n t ó n
de la isla M u y u y . Y no sé cuál n o s t a l g i a me d o b l e g a , u n a casi
de hijos felices, t o d a s las vidas que n e c e s i t e s vivir p a r a ser libre,
t r i s t u m b r e de v i u d e z r e m e m b r a n d o a ese otro que yo fui por ins¬
t o d o s los c o n o c e r e s y p o d e r e s , únicamente sentimientos grandes.
tantes y ha vuelto a p l e g a r s e bajo las alucinaciones del aya-
Le o b s e q u i a vidas útiles y m u e r t e s g e n e r o s a s y más resurreccio¬
waskha.
nes a tu vida. Y m u c h o más que t o d o p u e d e d a r t e . El c h u l l a -
chaki f o r m a d o p a r a él bien es d u e ñ o del m u n d o y de los t i e m p o s , — E l h e r m a n o d e R u t h C á r d e n a s , m e dice D o n J u a n T u e s t a ,
es d u e ñ o del t i e m p o y de los m u n d o s . A cambio, a u n q u e no su h e r m a n i t o m e n o r , es decir el c u ñ a d o más c h i c o de D o n Ja¬
s i e m p r e , el c h u l l a c h a k i exige que no fumes, que no te d a ñ e s da¬ vier, otra c a t e g o r í a de c h u l l a c h a k i es, así m i s m i t o . C u a n d o estés
ñando a otros, que no vayas a la iglesia, que s o l a m e n t e v a y a s a en I q u i t o s anda a buscarle a Ruth Cárdenas, la e s p o s a de D o n
casa del c h u l l a c h a k i . T a m p o c o es difícil: él se e n c a r g a que ahí Javier. Pídele que t e c u e n t e d e su h e r m a n o A r o l d o C á r d e n a s .
donde terminan todos tus caminos, así vayas al bosque o al En mi n o m b r e c o n v é r s a l e y ella te dirá m á s , t o d o lo que necesi¬
c a s e r í o , a la vejez o al d o r m i r , ahí se c o n s t r u y a la c a s a que te tes conocer.
aguarda. E s t a c a t e g o r í a de c h u l l a c h a k i tiene un i n d i s o l u b l e con¬
v e n i o de a m o r con las l u p u n a s . I n c l u s i v e la l u p u n a c o l o r a d a se
le s o m e t e , se h a c e c ó m p l i c e , la m i s m a l u p u n a que utilizó c o m o
imán de tu amistad continúa sirviéndolo: fustigando sus aletas
a r r u g a d a s él atrae p a r a tí, c o m o a l i m e n t o , fortunas y b o n d a d e s .
P u r a b o n d a d es este c h u l l a c h a k i . H a s t a g r a c i o s o e s , de ser tan
b u e n o , casi c h i s t o s o , s o l a m e n t e por serlo. L o s que lo h a n . visto
en sus c a b a l e s , sin el auxilio de la s o g a - d e l - á n i m a , d i c e n que apa¬
rece c h i q u i t i t o , s u b i d o en dos e n o r m e s z a p a t o s c o l o r a d o s , y con
camisa colorada y bufanda colorada y pantalón y s o m b r e r o co¬
lorados. Así se m u e s t r a en su p r i m e r i n s t a n t e , l u e g o - l u e g o ya
n o , se hace g r a n d e o p e q u e ñ o según sus i n t e n c i o n e s , p u e d e ocu¬
p a r la forma de un sajino, un j a b a l í m a n s i t o , o la de un o t o r o n g o
o de una m a r i p o s a o un v e n a d o , p u e d e a s o m a r en pez o en c a n t o
de p a j a r i t o , d e n t r o del recipiente que él d i s p o n g a . Y te lleva sin
c a p t u r a r t e ni o b l i g a r t e a nada: se e c h a a c o r r e r norrias p a r a que
tú lo sigas. Son igual que muchachas estos c h u l l a c h a k i s : no
e s c a p a n porque alguien los esté persiguiendo, sino para que al¬
guien los persiga. Y tú, quieras o n o , i m a g i n a n d o r e b e l a r t e , lo
obedeces. C o m o si se t r a t a r a de la felicidad, así te vas t r a s él.
H a c e s bien. P o r m á s que te e q u i v o q u e s h a c e s b i e n ; s i e m p r e se
t r a t a de la f e l i c i d a d . . .

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todos los campa son asesinados


pero ninguno muere

Los v i r a k o c h a , es decir los b l a n c o s , vivían a n t a ñ o d e n t r o de u n a


laguna, m u s i t a D o n J u a n T u e s t a con los ojos c e r r a d o s en p l e n a
noche de ayawaskha. A l g u i e n que n o e s D o n J u a n T u e s t a , p e r o
que sí es D o n J u a n T u e s t a , ha o c u p a d o su c u e r p o , lo d e s b o r d a
inconteniblemente y sale p o r su b o c a de s o n á n m b u l o .

C e r c a de los v i r a k o c h a vivían los c a m p a , es decir los a s h a -


nínka. C i e r t o día un c a m p a e s c u c h ó l a d r i d o s que b r o t a b a n de la
laguna. B u e n o , dijo, voy a p e s c a r ese p e r r o , y se llevó p a r a eso
algunos p l á t a n o s . Pero como el plátano es alimento de h o m b r e s
el p e r r o se o f e n d i ó , no quiso c o m e r l o s . En c a m b i o salieron- de
la laguna t o d o s los v i r a k o c h a y e m p e z a r o n a seguir a los c a m p a
y a matarlos. A t o d o s los c a m p a los m a t a r o n . La l a g u n a se h a b í a
secado. Un solo c a m p a s o b r e v i v i ó , un brujo, uno de esos brujos
que les l l a m a n s h i r i m p i á r e , un c a m p a que c h u p a b a el t a b a c o . Por-
que tú s a b r á s que no t o d o s los brujos c h u p a n el t a b a c o , sólo los
shirimpiáre. Los demás brujos tienen otros ámbitos y distinto
nombre, katziboréri se llaman. El shirimpiáre que sobrevivió
llamó a T z í h o , el g a l l i n a z o , y le dijo: ven, a y ú d a m e , los v i r a k o c h a
han m a t a d o a todos mis hermanos. ¿Dónde?, preguntó Tzího
al s h i r i m p i á r e c a m p a . En t o d a s p a r t e s , c o n t e s t ó él, p e r o princi¬
p a l m e n t e en El G r a n Pajonal. S a b r á s que El G r a n P a j o n a l , me
dice D o n J u a n T u e s t a , es el t e r r i t o r i o de la n a c i ó n c a m p a , m á s
de cien mil k i l ó m e t r o s c u a d r a d o s de p u r a selva p l a n a , una m e s e t a

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infinita en m e d i o de los g r a n d e s b o s q u e s y ríos que l i m i t a n con
llegar hasta P a c h a k a m á i t e hay que pasar por cuevas llenas de
la selva del A l t o A m a z o n a s , c o m o q u i e n va hacia el C u s c o . Allí
inmensos murciélagos, vampiros que salen de noche hasta las
en El G r a n Pajonal los campa resistieron a los conquistadores
playas buscando s a n g r e tibia. D e s p u é s se encuentra O s h é r o , el
inkas, repelieron a los c o n q u i s t a d o r e s e s p a ñ o l e s y hoy m i s m o no
gran c a n g r e j o , g r a n d e c o m o u n a s h a n í n k a . O s h é r o está e n m e d i o
p e r m i t e n ni una iglesia occidental ni un p u e s t o de policía ni sol¬
del c a m i n o y no deja pasar. P a r a eso hay que llevar a c h i o t e , se
d a d o s n i una e s c u e l a estilo v i r a k o c h a . Entonces, pues, cuando
le da a c h i o t e y sólo entonces Oshéro deja pasar. Después el
T a í h o , el g a l l i n a z o , se e n t e r ó de la m a t a n z a que h a b í a n h e c h o
a s h a n í n k a llega d o n d e P a c h a k a m á i t e p e r o n o p u e d e s e n t a r s e . Tie¬
los b l a n c o s , entregó al shirimpiáre campa el ivénki, la hierba
ne que c a m i n a r , p a s e a r y p a s e a r s i e m p r e , sin s e n t a r s e . Y Pacha-
m á g i c a que t a m b i é n l l a m a n piri-piri. Y c o n el ivénki ese brujo
k a m á i t e le dice ¿ q u é quieres? Y allí en la casa de P a c h a k a m á i t e
c a m p a , en r e s p u e s t a , p u d o m a t a r a t o d o s los v i r a k o c h a . U n o sóli¬
hay t o d o , m a c h e t e s , e s c o p e t a s , m u n i c i o n e s , h a c h a s . Y el asha-
to se salvó y e s c a p ó río abajo, al U c a y a l i . P o r eso es que h a s t a
n í n k a , sin s e n t a r s e , dice: quiero e s t o , q u i e r o lo o t r o , e s c o g i e n d o . Si
ahora allá en el U c a y a l i hay b a s t a n t e s virakocha, y quién sabe
se sienta, c u a n d o tiene que irse t r a t a de l e v a n t a r s e y no p u e d e ,
dónde más también habrá. Mientras tanto, en El Gran Pajonal,
está p e g a d o al s u e l o . El P á w a P a c h a k a m á i t e no lo deja ir. En¬
T z í h o se c o m í a a los v i r a k o c h a m u e r t o s , los c o c i n a b a p r i m e r o y
t o n c e s hay t e m b l o r . T o d a s las c a s a s de los brujos t i e m b l a n , en
d e s p u é s los c o m í a . . .
Pucallpa, h a s t a e n I q u i t o s , lejos, e n A t a l a y a , t i e m b l a n las casas
D o n J u a n T u e s t a se i n c o r p o r a h a c i a mí en la n e g r u r a de su de los b r u j o s . . . En el c a m i n o está t a m b i é n P o k i n á n t z i , el s a r a m -
c h o z a , vuelve a s e n t a r s e , su c u e r p o vibra con el e m p o n a d o del p i ó n , que q u i e r e e n c o n t r a r m a r i d o y b u s c a a los a s h a n í n k a . Hay
p i s o , p u e d o ver su s o n i d o azul, a n a r a n j a d o a s c e n d i e n d o en delga¬ que llevar p l u m a s de varios p á j a r o s , plumas de Hankátzi, de
das c o l u m n a s t r a n s p a r e n t e s , r o z a n d o mis cabellos como soplido T t a m í r i , d e H e r ó t z i , d e W a p a p a , e s p e c i a l m e n t e p l u m a s d e Wapa¬
fresco, de t a b a c o , l i m p i á n d o m e la frente s u d o r o s a . La m a n o del p a , y dejarlas a t r á s , en el c a m i n o . El s a r a m p i ó n , P o k i n á n t z i , que
A m a z o n a s , a l a r g á n d o s e , piel d e v í b o r a t r e m e n d a , r o d e a l a c a b a n a , está d e t r á s , q u i e r e a g a r r a r al a s h a n í n k a p e r o ve las p l u m a s visto¬
a b r a z o t e m e r o s o y t e m i b l e , es mi p r i m e r a n o c h e de ayawaskha, sas y e m p i e z a a r e c o g e r l a s , y es así que ej a s h a n í n k a p u e d e huir...
tengo otra vez t r e c e a ñ o s , la m a n o del A m a z o n a s a s o m a p o r la
— ¿ Y d ó n d e está a h o r a e l d i o s P a c h a k a m á i t e ? , oigo que dice
p u e r t a , abre la b o c a a z u l a n a r a n j a d a de sus dos c a b e z a s , c o m o un
kotomachácuy, esa boa gigante y bicéfala que vive al fondo de alguien desde mí.
los lagos e t e r n o s , y de la b o c a del río A m a z o n a s , de sus d o s b o c a s — P a c h a k a m á i t e es lejos, lejos, me r e s p o n d e la voz de D o n
sale la voz de D o n J u a n T u e s t a en mis v i s i o n e s : J u a n T u e s t a , sin m o v e r s e en su b o c a ni en su c u e r p o , c o m o reci¬
P a c h a k a m á i t e es P á w a , P a d r e y D i o s , y vive río abajo. El b i e n d o lo que d i c t a el aire:
no es v i r a k o c h a , t a m p o c o es h o m b r e de los A n d e s , que les llama¬
— P a c h a k a m á i t e es más lejos de I q u i t o s p e r o el c a m i n o se
mos chori. P a c h a k a m á i t e es hijo del Sol y su e s p o s a es M a m á n -
ha o b s t r u i d o c o n las p a l i z a d a s de las b a l s a s de los v i r a k o c h a y
tziki. P a c h a k a m á i t e hace todo: m a c h e t e s , o l l a s , p ó l v o r a , cartu¬
los h o m b r e s a n d i n o s , d e los c h o r i . Antes los a s h a n í n k a sabían
c h o s , sal, e s c o p e t a s , m u n i c i o n e s , h a c h a s . P o r q u e a n t e s los a s h a -
llegar h a s t a d o n d e vive e l dios P a c h a k a m á i t e . A h o r a han m u e r t o
nínka eran pobres, nada tenían, no tenían machetes, h a c h a s , nada.
t o d o s los a s h a n í n k a , t o d o s los c a m p a . A h o r a las c o s a s que t r a e n
¿ D e d ó n d e s a c a b a n e n t o n c e s los a s h a n í n k a t o d a s las c o s a s ? Iban
los chori y los v i r a k o c h a , m a c h e t e s , h a c h a s , m u n i c i o n e s , las da
allá d o n d e P a c h a k a m á i t e y c o n s e g u í a n t o d o . Así era a n t e s , antes.
P a c h a k a m á i t e , ló s a b e m o s . Se las da p a r a n o s o t r o s , p a r a que los
A h o r a no s a b e m o s . A n t e s los a s h a n í n k a sí sabían. I b a n río abajo
hijos de los ashanínka podamos cazar, podamos hacer chacras,
d e s d e El G r a n Pajonal y l l e v a b a n m a t e s que se p o n í a n sobre la
sembríos. P e r o los v i r a k o c h a y los chori nos v e n d e n esas c o s a s
c a b e z a p a r a que P i r i , e l m u r c i é l a g o , n o los m o r d i e r a . P o r q u e para
diciendo que les ha c o s t a d o d i n e r o , que ellos las c o m p r a n , las

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pagan. M e n t i r a es. Su d u e ñ o se las da para n o s o t r o s , p a r a los


ashanínka. . .

— Y o n o sabía que usted era c a m p a , D o n J u a n T u e s t a .

— D e s c e n d i e n t e de a s h a n í n k a soy, lo m i s m o que D o n Javier,


lo mismo que Don Hildebrando, por ambas sangres, padre y
madre. De los primeros hombres de esta é p o c a venimos, que
fueron c a m p a , fueron a s h a n í n k a los primeros humanos, hijos de
los hijos de K a a m e t z a y N a r o w é que o b e d e c i e n d o al dios P a c h a -
k a m á i t e f u n d a r o n las n a c i o n e s , allá lejos, c u a n d o El G r a n Pajo- 3
nal todavía no era El G r a n Pajonal sino una isla r o d e a d a por
o c é a n o s de ceniza. El m a e s t r o I n o M o x o , en c a m b i o , viene de al niño Aroldo Cárdenas
u n í s y de v i r a k o c h a s . U r u su m a d r e , v i r a k o c h a su p a d r e , en sus lo convierten en duende
dos s a n g r e s . Sabrás que los u r u s fueron del p r i m e r a n t a ñ o , bien
lejos en los t i e m p o s , los urus que ya h a n d e s a p a r e c i d o fueron los
a b u e l o s de los a b u e l o s de los i n k a s . P o r eso el m a e s t r o I n o M o x o N o m e gusta h a b l a r , v e r d a d e r a m e n t e n o m e gusta h a b l a r d e e s t o ,
tiene ojitos r a r o s , piel c a s t a ñ a y c a b e l l o s color t i e r r a de orilla, s e i n c o m o d a R u t h C á r d e n a s , e s p o s a d e D o n J a v i e r aquí e n I q u i -
y su á n i m a sabia le viene por m a d r e , de uru le v i e n e . M i s prime¬ tos, sólo p o r q u e lo pide D o n J u a n T u e s t a es que voy a contarte,
ros p a s a d o s sí e r a n c a m p a , a s h a n í n k a l e g í t i m o s , de a q u e l l o s que en su casa de la calle Ñ a p o , n ú m e r o 3 8 5 , a m e d i a c u a d r a de la
sabían, de mucho antes, cuando los c a m p a n o vivían dispersos Plaza de A r m a s . N u n c a he h a b l a d o de e s t o , dice, a excepción
c o m o a h o r a sino j u n t o s , e n p u e b l o s , caseríos a p r e t a d o s , familias de esta vez, m i r a : mi h e r m a n o que a h o r a es c h u l l a c h a k i se llama¬
que h a c í a n u n a sola familia, un solo sitio. En ese p r i m e r e n t o n c e s ba A r o l d o , A r o l d o C á r d e n a s , o se l l a m a , no sé. Tenía cuatro
de lo alto de los c e r r o s que r o d e a n al G r a n Pajonal c a y ó un tigre, añitos c u a n d o le pasó lo que n o s p a s ó .
un otorongo negro, inabarcable como cerro grande. E s e t i g r e , ese — ¿ E r a el m e n o r de u s t e d e s ?
o t o r o n g o fue q u i e n dispersó a los ashanínka, los forzó a vivir
— N o , m i m a d r e y a h a b í a d a d o otro b e b é , d e a p e n a s quin¬
separados y distantes y mudándose s i e m p r e , c a m b i a n d o de lugar
ce días p o r e n t o n c e s . V i v í a m o s en un pueblito n o m b r a d o 'Te¬
su casa con su vida, familias de u n a sola familia, h u y e n d o c a d a
niente C o r n e j o ' , cerca de la c i u d a d de C o n t a m a n a . .. Mi p a p á
año para protegerse. L o s v i r a k o c h a , los b l a n c o s , dicen que fue
le había comprado una chacra, a cambio de dos botellas de
un diluvio. E l l o s qué saben. No hubo ningún diluvio. F u e un
aguardiente, al brujo J u l i o V a l l e s que era n u e s t r o v e c i n o . Re¬
o t o r o n g o , un tigre n e g r o . . . P e r o casi no me o y e s , a m i g o S o r i a n o ,
cuerdo: mi p a p á trabajó d u r o en la c h a c r a l i m p i á n d o l a y sem¬
m i r a s c o m o si estuvieras en otra p a r t e , lejos. . .
b r á n d o l a h a s t a dejarla lista, b i e n bonita. Cuando el brujo J u l i o
Valles vio que la c h a c r a ya e s t a b a p r e p a r a d a , a p u n t o de r e n d i r ,
quiso r e c u p e r a r l a , propuso devolverle a mi p a p á las b o t e l l a s de
aguardiente como único reembolso sin considerar los gastos de
semilla, de t i e m p o , de a b o n o , de t r a b a j o . L ó g i c a m e n t e mi p a p á
no q u i s o . El brujo Julio V a l l e s n a d a dijo p e r o le c a m b i ó la c a r a ,
el á n i m a se le dio vuelta en r e l a c i ó n a mi p a p á . A n t e mi p a p á
no dijo n a d a p e r o a otras p e r s o n a s , por ahí, j u r ó voy a v e n g a r m e .

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Mi p a p á t a m b i é n era brujo, d e s d e muy j o v e n h a b í a t o m a d o n e g r i t o , a d ó n d e v a s , regrésate a tu casa'. Y A r o l d o les dijo 'voy
bastante ayawaskha, desde muchachito había a y u n a d o , aprendido: donde mi mamá". Y esas p e r s o n a s nos dijeron que le h a b í a n
él nos avisó que el brujo Julio V a l l e s le q u e r í a h a c e r d a ñ o y se d i c h o ' p e r o si tu m a m á está en la c a s a , a c a b a m o s de v e r l a ' , y que
preparó para defenderse... A r o l d i t o había insistido d i c i e n d o ' n o , mi m a m á está en el m o n t e ,
—¿Cómo se preparó para d e f e n d e r s e ? me ha l l a m a d o a h o r i t a , está e s p e r á n d o m e ' . Y p a s ó de largo. Se
fue. T o d o s lo v i e r o n irse al f o n d o del m o n t e d i c i e n d o que iba
— S e p r o t e g i ó , p u e s , con los m e d i o s que ellos s a b e n . Y el
donde mi mamá cuando mi mamá estaba precisamente al lado
brujo Julio Valles v i é n d o s e así l i m i t a d o , sin c a p a c i d a d p a r a d a ñ a r
o p u e s t o , g u a r d a n d o las cosas de la lluvia. N a d i e lo vio r e g r e s a r .
a mi p a p á en la p e r s o n a de mi p a p á , decidió vengarse en las
Se fue la t a r d e , se fue la n o c h e , y n a d a , no h a b í a el b e b é , MÍ
p e r s o n a s de sus hijos. No eligió al m á s débil sino a! m á s apro¬
p a p á viajó a C o n t a m a n a , avisó a la policía, p a r t i e r o n guardias,
p i a d o , p o r q u e el m e n o r c i t o no servía p a r a la m a l i g n i d a d , dema¬
h a s t a s o l d a d o s , b a t i e n d o t o d o el m o n t e p o r si h a l l a b a n a A r o l d o .
siado p e q u e ñ o , era c o m o casi n a d i e , a él no h u b i e r a p o d i d o h a c e r
o por si no lo h a l l a b a n , a ver si al m e n o s e n c o n t r a b a n a l g o , un
que le dañe ni le r o b e el M a l i g n o .
indicio de que lo h a b í a c o m i d o el t i g r e , p o r q u e esa es zona de
J u s t a m e n t e ese día t e n í a m o s p e o n e s t r a b a j a n d o en la c h a c r a . o t o r o n g o s g r a n d e s , n e g r o s , o al m e n o s un indicio de que mi her-
Mi m a m á , por a t e n d e r a su bebito no p o d í a llevarles la c o m i d a , m a n i t o se había a h o g a d o . En el río t a m b i é n lo b u s c a r o n , p o r
nos m a n d ó a mi h e r m a n a y a mí que ya é r a m o s g r a n d e c i t a s . Re¬ t o d o el r í o , b u c e a n d o , e s c a r b a n d o e n t r e las p a l i z a d a s de la orilla,
c u e r d o : A r o l d i t o nos quería seguir y mi m a m á no q u i s o d i c i e n d o h a s t a bien lejos. Nada. C o m o a las v a r i a s s e m a n a s de b ú s q u e d a ,
que n o s o t r a s no lo í b a m o s a cuidar. V a y a n ustedes s o l a s , o r d e n ó . se desistió ya. Se le dio, p u e s , p o r p e r d i d o sin r e m e d i o .
Y se q u e d ó A r o l d i t o sin saber que ya no í b a m o s a v e r n o s n u n c a
más. En ese momento se presentó una torrencial lluvia. Mi D o s años d e s p u é s c o n o c i m o s a un c a m p a , un a s h a n í n k a que
m a m á estaba b a ñ a n d o al m e n o r c i t o y t u v o que dejar t o d o , des¬ vivía p a s a n d o el p u e b l o , se l l a m a b a creo que S e v e r o , sí: se llama¬
a t e n d e r l o t o d o igual que a A r o l d o , p o r c u l p a de la lluvia: se p u s o ba Severo Q u i n c h ó k e r i . El nos c o n t ó que en su m a r e a c i ó n , du¬
a d e s c o l g a r las r o p a s del a l a m b r e p a r a que no se m o j e n , y los rante las t o m a s de ayawaskha, h a b í a visto c ó m o el brujo Julio
t r o z o s de paiche s a l a d o que e s t a b a n s e c á n d o s e afuera, en el p a t i o , Valles hizo a g a r r a r a mi hermano con el c h u l l a c h a k i . Severo
también, y guardar todo. P o r q u e mi p a p á , a d e m á s , era b u e n pes¬ Q u i n c h ó k e r i n o s h i z o saber que el brujo, fingiéndose un chulla-
cador. P o r estar en esos trabajos mi m a m á no se dio c u e n t a , en chaki igualito a mi m a m á , f r a u d u l e n t o , d i s f r a z á n d o s e con el cuer¬
sólo un m o m e n t i t o , p o r d ó n d e fue a m e t e r s e , c a m i n a n d o , mi her¬ po y la voz de mi m a m á , i d é n t i c o , p u d o r o b a r s e al A r o l d i t o . El
mano. T e r m i n ó de g u a r d a r t o d o d e n t r o de la casa y b u s c ó al c a m p a Severo Q u i n c h ó k e r i t a m b i é n nos informó que en las n o c h e s ,
Aroldito. No h a b í a . Y la lluvia e s t a b a c a y e n d o f u e r t e m e n t e . En c o m o A r o l d o t o d a v í a era muy niñito y lloraba e x t r a ñ a n d o a mi
todo el caserío lo b u s c ó , por t o d a s p a r t e s . Y nada. Cuando m a m á , el brujo J u l i o Valles lo t r a í a h a s t a las i n m e d i a c i o n e s de
nosotras volvimos de la c h a c r a encontramos desesperada a mi nuestra casa p a r a que se c a l m a r a . En las n o c h e s lo t r a í a , escon¬
mamá, l l o r a n d o p o r q u e n o había e l b e b é . Así, entre lágrimas, d i d o en la o s c u r i d a d , y el b e b é oía la voz de mi m a m á o el
nos m a n d ó a b u s c a r l o . C o n t o d a la lluvia s a l i m o s , a v i s a m o s a mi llanto de mi m a m á , p o r q u e mi m a m á l l o r a b a día y n o c h e , y es¬
papá, los tres v o l v i m o s a b u s c a r en el m o n t e , en el l a g o , con c u c h á n d o l a mi h e r m a n o se q u e d a b a t r a n q u i l o . A u n q u e sea escu¬
a y u d a de los p e o n e s que ya no q u i s i e r o n ni c o m e r . c h á n d o l a llorar s e q u e d a b a t r a n q u i l o . L a c a s a , e n t o n c e s , era t o d a
p a l m e r a s , y a r i n a s , era libre, p o d í a c a m i n a r s e m u c h o . Y las veci¬
U n a s p e r s o n a s nos dijeron que h a b í a n visto a A r o l d o , j u s t o nas iban a c o n v e r s a r con mi m a m á , c o n s o l á n d o l a p o r las n o c h e s ,
c u a n d o e m p e z ó a llover, c a m i n a n d o h a c i a el m o n t e . C o m o noso¬ turno hacían para acompañarla, para no dejarla sola. Pero la
tras le decíamos negrito, esas personas le habían dicho 'oye, soledad de mi m a m á no era de gente sino de su hijo A r o l d o . ¡Y

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p e n s a r que en e s o s días el c h u l l a c h a k i venía con mi h e r m a n o a cuando y para poder concentrarse tendría que dedicarse más y
e s c o n d i d a s , h a s t a b i e n cerca de la c a s a , por entre las p a l m e r a s de fuera de la c á r c e l . Dijo que n e c e s i t a r í a dos o tres meses de t r a b a j o
y a r i n a , y mi m a m á l l o r a b a sin s a b e r que sus l á g r i m a s le regre¬ í n t e g r o , e x c l u s i v o , sin h a c e r n a d a sino p r e g u n t a r y p r e g u n t a r t o d a s
s a b a n la alegría al A r o l d i t o . O a c a s o lo sabía, no sé, ya sin reme¬ las n o c h e s a la s o g a - d e l - m u e r t o .
dio. C o n el t i e m p o , s e g u r o , al ir c r e c i e n d o , mi h e r m a n o se acos¬
— C u a n d o J u a n G o n z á l e z veía e n a y a w a s k h a a t u h e r m a n i t o
t u m b r ó a c a m i n a r solo. P o r eso el brujo Julio V a l l e s se m u d ó ,
A r o l d o , ¿ p o d í a distinguir en qué lugar se e n c o n t r a b a ?
llevó lejos a A r o l d o una vez que este fue o l v i d a n d o , u n a vez que
se fue a c o s t u m b r a n d o a olvidarse de mi m a m á . — C o n c l a r i d a d , con c l a r i d a d , n o p o d í a . Sólo dijo que A r o l -
do e s t a b a v i v i e n d o j u n t o a u n o s c e r r o s , fuera de la selva. Al pie
— ¿ E r a el brujo Julio Valles quien traía a tu h e r m a n o a es¬ de unos c e r r o s d e s c o n o c i d o s y g r a n d e s lo veía venir en sus visio¬
condidas? nes. T e n í a q u e ' l l a m a r l o h o r a s d e h o r a s p a r a v e r l o venir, segura¬
m e n t e se e n c o n t r a b a bien lejos. Dijo t a m b i é n que el día en que
—No. El c h u l l a c h a k i lo t r a í a , o sea el d e m o n i o que lo robó
llovió b a s t a n t e y el c h u l l a c h a k i se r o b ó al A r o l d o , mi h e r m a n a
t r a n s f o r m á n d o s e en mi mamá. Severp Quinchókeri, ese c a m p a ,
y yo p a s a m o s j u n t o a n u e s t r o h e r m a n i t o sin distinguirlo. Dijo
n o s dijo t a m b i é n que él, gracias al a y a w a s k h a h a b í a visto que al
que el c h u l l a c h a k i lo e s c o n d i ó de n u e s t r o s ojos y no p u d i m o s
b e b é no lo h a b í a c o m i d o el tigre ni se había a h o g a d o sino que un
verlo p o r m á s que casi t r o p e z a m o s con él v a r i a s veces m i e n t r a s
c h u l l a c h a k i lo r o b ó , no el brujo J u l i o V a l l e s . O a c a s o era el brujo
lo b u s c á b a m o s . J u a n G o n z á l e z a s e g u r ó que si n o s o t r a s hubiése¬
. J u l i o V a l l e s p e r o v e s t i d o con un c u e r p o que no era el c u e r p o del
mos fumado un cigarrillo ¡carado p o r algún b r u j o , seguro que
brujo Julio Valles. Y el c a m p a S e v e r o Q u i n c h ó k e r i dijo que no
hubiéramos podido ver a A r o l d o p o r m á s de los esfuerzos y la
había querido decirnos antes la verdad porque había mirado en
ciencia del c h u l l a c h a k i J u l i o V a l l e s . Pero nosotras ¿cómo íbamos
los ojos de mi p a p á la intención de v e n g a n z a . Bajo el a y a w a s k h a
a saber? Mi p a p á t a m p o c o , no se le o c u r r i ó icarar n i n g ú n c i g a r r o ,
S e v e r o Q u i n c h ó k e r i h a b í a m i r a d o , en su visión, que mi p a p á de¬
n a d a , muy a b a t i d o e s t a b a . . . N u n c a nos notificaron m á s de A r o l -
g o l l a b a al brujo J u l i o Valles con un cuchillo de p i e d r a .
do. Sólo s a b e m o s que lo h i c i e r o n c h u l l a c h a k i t a m b i é n a él.
Recuerdo también: había u n señor p r e s o e n C o n t a m a n a , u n
— ¿ Q u i é n e s lo hicieron c h u l l a c h a k i ? ¿ N o fue a c a s o el brujo
tal J u a n G o n z á l e z que a veces i n v i t a b a a los g u a r d i a s , a los poli¬
Julio Valles?
c í a s , a b e b e r a y a w a s k h a en su celda. ¿ Q u i e r e n ver ese niñito que
se ha p e r d i d o ? , yo les voy a h a c e r ver, decía. Y tomaban todos, — C l a r o , t a m b i é n fue J u l i o V a l l e s quien lo hizo c h u l l a c h a k i . . .
p o r q u e sólo t o m a n d o a y a w a s k h a es que se p u e d e ver. Y ese brujo M i r a : un c h u l l a c h a k i ya no es lo que antes fue, lo que fue a n t e s .
q u e e s t a b a p r e s o creo que por d e n u n c i a d e u n m é d i c o e n v i d i o s o , Un c h u l l a c h a k i ya no es una p e r s o n a , es a p a r i e n c i a de p e r s o n a , es
ese señor Juan G o n z á l e z se p o n í a a c a n t a r en ayawaskha y a como nadie. U n c h u l l a c h a k i así, por e j e m p l o A r o l d o , ya no es
l l a m a r a mi h e r m a n o p o r su n o m b r e . Y mi h e r m a n o venía, en las Aroldo. Es un recipiente vacío que los brujos llenan a su conve¬
v i s i o n e s de t o d o s v e n í a , con c l a r i d a d , ya g r a n d e c i t o . Y verdade¬ niencia p o n i é n d o l e las a p a r i e n c i a s de los cuerpos que quieren,
r a m e n t e t o d o s los que t o m a b a n a y a w a s k h a veían á Aroldo. Ahí de los c u e r p o s con que q u i e r e n e n g a ñ a r . D e n t r o d e - e s e nadie que
e s t á el hijito de C á r d e n a s , dicen que les decía el brujo e n c a r c e l a d o es el c h u l l a c h a k i , y que sin e m b a r g o tiene g r a n d e s p o d e r e s , ellos
Juan González. M i - p a p á se e n t e r ó y fue a visitarlo a la cárcel ponen las p e r s o n a s que q u i e r e n , las p e r s o n a s con que nos q u i e r e n
p a r a pedirle que lo ayudara, que j u n t a n d o sus fuerzas, sus ma- h a c e r c r e e r , no sé si me e n t i e n d e s . . .
rcaciones, quizá los dos p o d r í a n t r a e r de vuelta a Aroldo. Pero
—¿El brujo Julio Valles hizo chullachaki a tu hermanito
J u a n G o n z á l e z le dijo que era una p e n a , él no p o d í a trabajar es¬
A r o l d o p a r a p o n e r l o a su servicio? ¿ L o hizo c h u l l a c h a k i al ser¬
t a n d o preso, s o l a m e n t e l o dejaban t o m a r ayawaskha d e vez en
vicio del M a l i g n o ?

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—No. A I servicio d e l o s .

Y los ojos de R u t h C á r d e n a s c o n d e s c i e n d e n h a s t a la graba¬


d o r a , o t r a vez l e r e h u y e n , t i t u b e a n :

— S e g u r a m e n t e al servicio de las á n i m a s de él, o de o t r o s


brujos de él. . . P o r q u e hace a ñ o s n o s e n t e r a m o s que m u r i ó el
brujo J u l i o V a l l e s . P e r o mi h e r m a n o no ha vuelto. Mi h e r m a n o
Aroldo no ha v u e l t o a ser A r o l d o . . .

Don Juan Tuesta dice


que las cosas no son como son
sino como lo que son

Q u i s i e r a que me c u e n t e s tus visiones de a n o c h e , la ú l t i m a de tus


visiones, d i s p o n e D o n J u a n T u e s t a h a b l a n d o al aire en su c a b a n a
que se ha p u e s t o a t e m b l a r . Lo ú l t i m o que vi, le d i g o , fue a D o n
J a v i e r en C u s c o . Soñé que e s t a b a en P i s a q , en lo alto de la ciu-
d a d e l a i n k a i k a de P i s a q , y que yo no era y o , C é s a r S o r i a n o , sino
mi p r i m o C é s a r C a l v o que m i r a b a d e s d e a r r i b a al U r u b a m b a , el
R í o S a g r a d o , p l a t e a d o y joven* lo m i r a b a p a s a r c u l e b r e a n d o e n t r e
m a i z a l e s de o r o , de oro azul y n a r a n j a , hacia las s e l v a s . . .

Y Don Juan Tuesta, s i e m p r e a t e n t o al aire, m i r a n d o hacia


otro l a d o , p e r d i é n d o s e en sus ojos que van al A m a z o n a s :
—¿Nada más?
Y y o , p e o r que o b l i g a d o p o r mi boca:
— S o ñ é que D o n Javier vivía en el C u s c o p e r o no en Pisaq
sino en P a w k a r t a m p u , en un sitio que se l l a m a T r e s C r u c e s , soñé
que P i s a q era a la vez P a w k a r t a m p u y D o n J a v i e r era un c a z a d o r
de c ó n d o r e s de la é p o c a de los i n k a s , yo lo vi en mi v i s i ó n . . .
— D i en qué forma lo viste, se i n q u i e t a D o n J u a n T u e s t a .
Y y o , sin ser de mí, el r e c i p i e n t e de mi c u e r p o r e b a l s a d o de
n u e v o p o r las p e r s o n a s y la voz de C é s a r C a l v o :
— E r a n o c h e de sol allá en T r e s C r u c e s , en lo alto de P i s a q -
pawkartampu. E l ' i n k a M a n k o Kalli salió de a t r á s del sol, ata¬
v i a d o con un p o n c h o largo que le l l a m a m o s cushma, el inka t o d o

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c u b i e r t o p o r u n a c u s h m a a m a r i l l a , el trajerío del sol, y el sol era
diez veces m á s g r a n d e y diez veces m á s rojo y el i n k a M í a n k o p u g n a n d o f u e r t e m e n t e , y el c ó n d o r p a d r e p i c o t e ó mis b r a z o s p e r o
Kalli tenía un vaso de m a d e r a t a l l a d a entre las m a n o s , abrazado no con h e r i d a s sino con c i c a t r i c e s , las d e s g a r r a d u r a s que me im¬
c o n t r a su p e c h o , un vaso de esos que los a n t i g u o s c o n o c í a n c o m o p u s o ya n a c í a n c e r r a d a s . A h í r e a p a r e c i ó el i n k a M a n k o Kalli y
Qero, y el Q e r o que M a n k o Kalli a p r e t a b a estaba lleno de saliva me dijo h a s c u m p l i d o . Y o , hijo del sol del m e d i o d í a , dijo, e s p o s o
del sol. M a n k o Kalli se vino c a m i n a n d o l e n t a m e n t e hacia mí. de M a m á n t z i k i , yo te nombro mi ayúmpari. Y con sus manos
y yo era D o n J a v i e r , y me dijo que fuera a cazar c ó n d o r e s , y yo suaves y oliváceas como enguantadas con la piel de un niño
era muy viejito y le dije no p u e d o , ya soy viejo y. a d e m á s n u n c a M a n k o Kalli d e s a m a r r ó al c ó n d o r que se volvió a m a r i l l o y se fue
s u p e cazar n a d a . M a n k o Kalli me o r d e n ó m i r a r mis b r a z o s y mis t e m b l o t e a n d o d ó c i l m e n t e con el hijo del sol, p o s a d o en el p e c h o
brazos crecían cruzados de c i c a t r i c e s y tatuajes raros. Mírate del hijo del sol, m e n o s que m a r i p o s a sobre su c o r a z ó n . . .
b i e n , dijo el i n k a , sólo los c a z a d o r e s de c ó n d o r e s t i e n e n b r a z o s
— ¿ E s eso t o d o lo que vio tu sueño?
así, tú s i e m p r e h a s sido c a z a d o r de c ó n d o r e s , a n d a y t r á e m e el
m á s g r a n d e de la t i e r r a y del aire. Yo e n t o n c e s ya no era D o n — - N o , p a d r i n o , digo a D o n J u a n T u e s t a . Volví a ver que
J a v i e r , quiero d e c i r que Sí pero t a m b i é n otra p e r s o n a e r a , no C é s a r yo era D o n J a v i e r y a la vez mi p r i m o C é s a r C a l v o y que n o s
C a l v o ni C é s a r S o r i a n o sino otro alguien que j a m á s he v i s t o . . . encontrábamos en lo alto de P i s a q , j u n t o al c e m e n t e r i o i n k a i k o ,
m á s a r r i b a del T e m p l o del Sol, m á s a r r i b a del T e m p l o de la L u n a .
— ¿ Y esa p e r s o n a que eras tú, ese d e s c o n o c i d o , tenía cicatri¬
Vi que y o , D o n Javier, d e s e n t e r r é de entre las t u m b a s viejas un
ces en los b r a z o s ? vaso de c e r e m o n i a s de los inkas, un Qero de m a d e r a , y se lo
— I g u a l i t a s a las de D o n Javier, y una m á s c o m e d i d a en la regalé en silencio a mí p r i m o C é s a r C a l v o . Y vi t a m b i é n que y o ,
c a r a c o b r e ñ a , m u l a t a , casi negra, s o b r e la mejilla d e r e c h a resba¬ C é s a r C a l v o era y o , recibí el Q e r o q u e me dio D o n Javier, el vaso
l a n d o hacia el c u e l l o , y otra en el a n t e b r a z o del m i s m o l a d o . . . de m a d e r a que yo m i s m o me o b s e q u i é con las m a n o s de D o n
Subí, p u e s , a lo alto de Tres C r u c e s y allí cavé dos p o z o s , u n o Javier, a l a r g a n d o hacia mí mis p r o p i o s b r a z o s llenos de cicatrices.
g r a n d e , uno c h i c o , u n i d o s por un t ú n e l suficiente. C u b r í el p o z o Y D o n J a v i e r c o m e n z ó a t o c a r su cajón en mis v i s i o n e s , cerró los
m a y o r con u n emparrilladp de r a m a s -gruesas, fuertes, las más ojos c o m o r e c o g i e n d o a r m o n í a s del aire, c a d e n c i a s que fluían vi¬
r e c i a s y j ó v e n e s de los a l r e d e d o r e s , a m a r r a d a s con sogas de oro siblemente, palpablemente de sus d e d o s rimados. Súbitamente
y p l a t a , y en el e m p a r r i l l a d o p u s e un v e n a d o n i ñ o , t o d a v í a sin se l e v a n t ó del cajón, alzó los b r a z o s hacia el c i e l o , los m e t i ó en el
a s t a s , m i r a n d o al cielo con la frente d e s p i a d a d a p o r los perdigo¬ pozo de la s a n g r e del sol. Y vi que sus b r a z o s r e g r e s a b a n sin
nes. ¡ C a r n a d a , p a r a atraer al c ó n d o r ! I n g r e s é p o r el o t r o p o c i t o , h u e l l a s , los p u s o ante m i rostro, más oscuros, intactos, limpios
me a r r a s t r é en ese t ú n e l t a p i z a d o , p o r un c a ñ a v e r a l de paka, p a s é de c i c a t r i c e s . . .
a r a ñ á n d o m e con sus espinas c u r v a s c o m o b o c a s de c ó n d o r e s na¬
cidos, arrastrándome hasta q u e d a r t e c h a d o p o r e l emparrillado, — N o h e sido y o quien t e d i c t ó ese s u e ñ o , m u s i t a D o n J u a n
s e n t a d o al fondo del pozo g r a n d e , bajo el v e n a d i t o que s a n g r a b a Tuesta. Es que las cosas no son c o m o son sino c o m o lo que son.
c o n la sangre del sol, su cabeza sin astas a t r a v e s a d a por d a r d o s A h o r a estás muy niño t o d a v í a p a r a p o d e r s a b e r l a s . Trece años
de t o h é . Allí p e r m a n e c í sin m o v e r m e siete días. Al rato vino el no son n a d a . P e r o algún día, lejos, las v e r á s .
c ó n d o r a g i t a n d o sus alas de lupuna a r r u g a d a s y b l a n c a s y negras
a la vez, un a n i m a l más vasto que el cerro d o n d e e s t a b a yo espe¬
rándolo. Se a c e r c ó , d e s c e n d i ó h a s t a el v e n a d o , forcejeó t r a t a n d o
d e a r r a n c a r l o del e m p a r i l l a d o . Aproveché: a s o m é mis m a n o s por
e n t r e las r a m a s y le agarré una p a t a , b r e g a n d o , y la o t r a t a m b i é n ,

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se cumplen las profecías


de la flor del tohé

— M e d i o l o q u i t a es esta lluvia, ¿di, tío C é s a r ? , dice desde sus


cinco años R u t h - R u t h , l a ú l t i m a hija, a q u í , d e D o n Javier. ¿Por
q u é ? , simulo c o n t e m p l a r h a c i a un c o s t a d o e n m a s c a r a n d o mi sor¬
presa.
— P o r q u e ¡dinnnn! cae de g o l p e y ¡dinnnn! se va de n u e v o ,
lo m i s m o que D i o s i t o , esta l l u v i a . . .

Y su h e r m a n a Selva, e x t e n d i e n d o los ojos sobre la m e s a del


c o m e d o r , y e n d o h a s t a la v e n t a n a tras la cual r e l a m p a g u e a súbita¬
m e n t e lo alto de la t a r d e :
— D i o s i t o también ha de estar medio t r o n a d o , medio loco,
¿di? P o r q u e i g u a l i t o que la lluvia es: ¡dinnnn! a p a r e c e y ¡dinnnn!
desaparece. . .
— ¿ C ó m o sabes? ¿ A c a s o has visto a D i o s i t o ?

Y J a v i c o , el m a y o r de los tres hijos:


— E n t r e ellos n o m á s se ven, entre D i o s i t o y t o d o s los q u e
se han m u e r t o s . . .

Ruth Cárdenas me salva, reaparece y reanudamos nuestra


charla de ayer. El a g u a c e r o ha v u e l t o a d e t e n e r s e , en la frente
de la sala a b r e sus alas el C r i s t o de m a d e r a t a l l a d o p o r A g u s t í n
R i v a s , yo me r e p o n g o en el silencio que viene de la calle, e s p e r o
a que la e s p o s a de D o n J a v i e r se siente, h a b l o :

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— D o n J u a n T u e s t a m e dijo que has t o m a d o t o h é . ¿Cómo el t o h é , p e r o él me c o n t e s t ó . El t o h é me c o n t e s t ó . C o n el t o h é


es? ¿Se siente lo m i s m o que con a y a w a s k h a ? tú p u e d e s ver a las gentes y p u e d e s c o n v e r s a r , las gentes te con¬
— C o n t o h é no a l u c i n a s , d i s t i n t o es. C o n t o h é ves t o d o na¬ testan con n a t u r a l i d a d . Y t o d o es n a t u r a l , m á s n a t u r a l que en
t u r a l , bien r e a l , i g u a l i t o , s o l a m e n t e que es otra c l a s e . . . este n a t u r a l . D e s p u é s vi que yo e s t a b a i n t e r n a d a en un h o s p i t a l
y dos e n f e r m e r a s de b l a n c o me h a c í a n g u a r d i a . Y la m á s bajita
-—¿Cómo así?
sostenía un b e b i t o entre los b r a z o s . V a r o n c i t o es, s e ñ o r a , me
— C o n tohé ves otra r e a l i d a d , otra clase de n a t u r a l . Si tú
decía. . . A ñ o s d e s p u é s lo vi igualito pero sin t o h é . En el m i s m o
t o m a s tohé d e n t r o de esta casa ya no ves esta c a s a , o t r o s lugares
hosf/cal e s t u v e , entre las m i s m a s e n f e r m e r a s de mi visión, y el
ves, otras p e r s o n a s . Estás con los ojos abiertos p e r o no ves lo
b e b é era J a v i c o , mi primer hijo de a h o r a , de a q u í , i d é n t i c o . ' Vi
que tus ojos ven, lo que hay a tu a l r e d e d o r , sino que m i r a s cosas
t a m b i é n a mí e s p o s o , esa vez, con el tohé. Un j o v e n de c a m i s a
que no están acá. Y las ves igualitas. Q u i e r o decir que las ves
con flores y p a n t a l ó n verde o s c u r o t o c a b a la p u e r t a de mi casa
con c l a r i d a d , r e a l e s , c o m o si e s t u v i e r a s m i r a n d o é s t a s . . .
en C o n t a m a n a . P o r la v e n t a n a lo vi y de p r i m e r a i n t e n c i ó n no
—¿Cuándo tomaste tohé?
quise abrirle. El g o l p e ó con m á s fuerza, con gran s e g u r i d a d . Yo,
— P o r p u r a c u r i o s i d a d lo c o n o c í al t o h é c u a n d o t e n í a dieci¬ nada. G o l p e ó o t r a vez. ¿Quién e s ? , me a n i m é a p r e g u n t a r c o n
siete años. _ En mi casa se había p r o d u c i d o un r o b o , le sustraje¬ un m i e d o que no sabía, que a c a s o no era m i e d o . ¡Es la felicidad!,
ron t o d o s sus d o c u m e n t o s a mi mamá, la d e j a r o n sin i d e n t i d a d . c o n t e s t ó el j o v e n r i é n d o s e , ¡la felicidad llama a tu p u e r t a ! . . . Y
Una viejita que vivía por arriba del p u e b l o me a c o n s e j ó que to¬ y o , c o m o si yo no fuera, r i é n d o m e t a m b i é n , c o n t r a mi p r o p i a vo¬
m a r a t o h é , dijo que el t o h é me h a r í a ver quién r o b ó los p a p e l e s luntad le abrí. A ñ o s d e s p u é s , y sin t o h é , volví a p r e s e n c i a r exac¬
de mi m a m á . T o m a n d o tohé se ve t o d o , me dijo, lo s u c e d i d o y t a m e n t e lo m i s m o que en esa visión. Recuerdo: el m i s m o j o v e n
lo por suceder, n a d a se escapa. Acepté. A p r o v e c h a n d o que mi pero más adulto, m e d i o grueso y con barba, se h a l l a b a entre
p a p á estaba de viaje fui a casa de la viejita y t o m é . No vi n a d a otras personas que y o tampoco conocía entonces. Tú estabas
del robo. Siete días y siete n o c h e s estuve bajo los efectos del t o h é . entre ellas. Y ellas i n d i c a b a n al j o v e n de b a r b a y me decían m i r a ,
Con un p o q u i t o de su j u g o tuve u n a m a r e a c i ó n de u n a s e m a n a . es tu e s p o s o , el p a d r e de tus hijos. Yo me reía. En m e d i o de mi
Vi muchas cosas, muchos lugares, h a b l é con m u c h a g e n t e , p e r o mareación reía p o r q u e yo era c o n s c i e n t e que n u n c a había visto
nada del r o b o . . . a ese señor, no me había c a s a d o ni p e n s a b a c a s a r m e , ni siquiera
— ¿ D e d ó n d e e x t r a e n el j u g o del t o h é ? ¿De la flor? lo c o n o c í a . . .
— L a flor del t o h é m a n d a p e r o lo que se bebe b r o t a del tallo. —Y c u a n d o al fin c o n o c i s t e a D o n Javier*, ¿lo r e c o n o c i s t e ?
La viejita, R o s a U r q u í a , así se l l a m a b a la viejita, c o r t ó u n a r a m a ¿Lo r e c o n o c i s t e c o m o aquel a quien h a b í a s visto en el tohé?
de t o h é , que en tierra de v i r a k o c h a s rinde una flor m á s p e q u e ñ a ,
— N o . C u a n d o conocí a D o n J a v i e r n o p e n s é e n eso. M u c h o
con m e n o s color b l a n c o y- m e n o s fuerzas. En la selva es m á s
d e s p u é s p u d e a c o r d a r m e de él, de c u a n d o el t o h é nos p r e s e n t ó
g r a n d e , más gruesa en su tallo, la flor m i s m a es m á s flor, d o b l e ,
quince años a t r á s .
c o m o una d e n t r o de o t r a . . . R o s a U r q u í a cortó una r a m a y le
— ¿ E s e D o n Javier del t o h é era el m i s m o D o n Javier de h o y ?
hiz-i un tajo vertical, hacia abajo, y raspó el c o r a z ó n del tallo
que es c o m o m a n z a n a , hasta que e m p e z ó a salir el j u g o . Lo dejó — C o n la m i s m a voz, la m i s m a risa, las m i s m a s facciones,
escurrir gota por gota d e n t r o de un m a t e c i t o , m i d i ó la sustancia igualito.

m e t i e n d o el d e d o en ese recipiente h a s t a la mitad de la uña de — T o d o lo que viste d u r a n t e el t o h é , en esos siete días, ¿se
su pulgar, y me la dio a beber. Lo p r i m e r o que vi fue a mi p a p á . ha c u m p l i d o , lo has ido v i e n d o d u r a n t e tu vida?
Lo vi n o r m a l , v i n i e n d o , y s a b i e n d o que e s t a b a de viaje h a b l é nor¬ — ¿ D u r a n t e mi vida de acá?
m a l m e n t e con él. H a b l é con él s a b i e n d o que no era él, que era —Sí.

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—Casi todo. U n a sola cosa que vi con ei t o h é , u n a cosa no — D u r a n t e los siete días del t o h é ¿tuviste que a y u n a r ?
he p o d i d o ver t o d a v í a . Me vi c a m i n a n d o por u n a c i u d a d bien — R o s a U r q u í a m e d a b a d e c o m e r u n p e d a z o d e p l á t a n o por
g r a n d e , entre edificios r a r í s i m o s , grises, g i g a n t e s c o s , con b a l c o n e s día, a s a d o a leña. Y si tenía sed sólo p o d í a b e b e r u n o s s o r b o s
de fierro y m a c e t a s de flores, c o s a s que j a m á s h a b í a visto antes de j u g o del m i s m o m a n o j o de p l á t a n o s . N a d i e d e b í a v e r m e ni to¬
tampoco. En esa é p o c a yo ni siquiera c o n o c í a I q u i t o s , no imagi¬ c a r m e ni h a b l a r m e . Sólo la viejita R o s a U r q u í a . . . El t o h é es
naba un pueblo tan grande, ahora mismo no puedo imaginarlo, p e l i g r o s o , si a l g u i e n m á s interfiere es bien p e l i g r o s o . Hay casos
no sabía que existían edificios así. Me a c u e r d o : t e n í a t e m o r de d e p e r s o n a s que n o han r e g r e s a d o d e a q u e l l a s m a r e a c i o n e s , gentes
v e r m e d e n t r o de esa c i u d a d , c o m o a p l a s t a d a p o r los edificios, ca¬ que s e han q u e d a d o d e n t r o del t o h é m i r a n d o p a r a s i e m p r e l o que
minando y caminando. . . m i r a el t o h é . . .
—¿Y pudiste dormir?
La tarde se a p e n u m b r a , relampaguea más. L a p e q u e ñ a Ruth¬
—Perfectamente. S o ñ a b a t o d a s las n o c h e s . Pero también
Ruth regresa a i n t e r r u m p i r n o s :
los sueños e r a n d i s t i n t o s , o t r o s , lo m i s m o que las vigilias. Aun
— ¿ D e qué tamaño será e l á n i m a d e los que h a n m u e r t o s ,
dormida seguía viendo una naturaleza extraña, mis sueños eran
tío? ¿Si yo m u e r o c h i q u i t a , ¿mi á n i m a t a m b i é n será c h i q u i t a ?
los de otra r e a l i d a d . D o r m í a p o c o , eso sí. E n t o n c e s yo era b i e n
Y sin d e j a r m e t i e m p o : flaquita p e r o en mis visiones me veía gruesa, c o m o a h o r a me v e s ,
— ¿ C ó m o será la c a r a de las á n i m a s ? y se lo decía a la viejita R o s a Urquía% ¿por qué me veo t a n gor¬
Javico se i n t e r p o n e : d a ? , y R o s a U r q u í a i n f o r m a b a que yo iba a ser así l l e g a n d o a
a d u l t a , una vez que t u v i e r a mi p r i m e r h i j o .
— L e j o s es, de lejos son sus c a r a s . El á n i m a vive lejos, vive
— ¿ C ó m o te fue p a s a n d o el efecto del t o h é ?
s e n t a d a en la m a d e r a . P o r eso hay que p a s a r c o r r i e n d o . Si el
— L a d u r a c i ó n del m a r e o es de siete días con sus siete n o c h e s
á n i m a te v e , se l e v a n t a , viene h a s t a d o n d e ti y no d e j a ' d e ha¬
p o r lo g e n e r a l , a veces m e n o s . P a s a d o ese t i e m p o ellos te c u r a n
blarte . . .
p a r a que y a r e g r e s e s . . .
— ¿ D e qué c o s a s t e h a b l a ? , m e s o r p r e n d o d i c i é n d o l e . — ¿ P a r a que r e g r e s e s . . . ?
— D e todo. Porque cuando el ánima muere, muere sabién¬ — S í , p a r a que regreses a esta r e a l i d a d .
dolo todo. —¿Y cómo te curan?
Su hermana Selva contribuye: — S o l a m e n t e te p o n e n dos g o t i t a s de j u g o de c a ñ a en la vista,
en cada l a d o de la vista, y t o d o se te p a s a c o m o p o r e n c a n t o de
— D i o s i t o le d i c t a al ánima p a r a que h a b l e . A l l á en P u c a l l p a
magia, nada más.
hemos comprobado. V i m o s u n á n i m a que salía de adentro de
u n a carta. E r a el á n i m a de su p a p á de la señora C h a b e l a . La
c a r t a era una c a r t a de Su p a p á . El á n i m a salió brillando, bien
•brillante y nos dijo: y o , en mi vida, no he p o d i d o t o d o lo que he
podido, solamente estas c o s a s , así nos dijo el á n i m a , p o r q u e yo
en mi vida no he c o m e n z a d o a ser. Así le o í m o s que dijo. No¬
s o t r o s tres le v i m o s y le o í m o s , ¿di, J a v i c o ? . . .

R u t h C á r d e n a s les r u e g a irse a j u g a r al p a t i o . El a g u a c e r o
ha vuelto a d e s c o l g a r s e . El Cristo de m a d e r a abre sus alas sobre
la p a r e d , frente al renaco azul que pintó Yando Ríos.

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vi un Cristo feliz
que abrió las alas y se fue volando

Desde la casa de Don Javier allá en la calle Ñapo hasta la


de Don Daniel Guzmán Cepeda en la Plaza 28 de Julio de Iquitos
no habrá más de diez cuadras pero el cielo de noche, el aire que
arde, son diez cuadras de sol, llego jadeando.

Esta es la casa que hace veinte años hospedó mis vacaciones


escolares gracias a una misiva de mi tío César Calvo de Araújo,
el Pintor de la Selva. El viento no ha pasado. Son las mismas
ventanas de madera tantas veces pintada, persianas que mi tío
supo apartar con dedos de aguarrás y tabaco y pinceles atisbando
la Plaza 28 de Julio como sabia espátula recogiendo colores y
memorias y entregándolo todo al caballete donde otra ventana de
tela erguida y blanca lo esperaba. Es la misma techumbre levan-
tada contra las perversidades del verano, los mismos cuartos am-
plios y afectuosos como almas, la misma terca juventud cantante
de Julio Meza Peñaherrera, fundador del caserío de la isla Muyuy
donde obsequia milagros Don Juan Tuesta. El viento no ha pa-
sado por aquí, ¿el viento no ha pasado? Dentro de la vivienda,
nuevas subdivisiones y paredes delgadas y muebles que no crujen:
mecedoras de acero, tocadiscos con cumbias, respaldares nubosos
cubriendo los divanes. Y por fuera la casa lleva otro nombre: el
59 del Jirón Aguirre ha ascendido hasta el 861, el polvo de la
calle de ese tiempo yace bajo el asfalto, el torpe traqueteo de las

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motocicletas ocupa el aire que antes fue remanso, una educada v levanto los bordes del mosquitero que asombrerá mi lecho de
brisa pasa bajo el inusitado aguacero estremeciendo flacas tenta- insomne, salgo hacia Roosevelt y lo llamo en susurro. Nada, son
ciones, faldas y pantalones de boca ancha, sobre el cemento que penas de dormido. Enciendo el fluorescente que oscila desde el
ahuyenta a las baldosas de la vetusta Plaza. Algo como un recla- centro del cielorraso. —¡Roosevelt! insisto, mi voz es menos
mo tardío tras el aire denuncia que los árboles de mango fueron considerada, lo despierto.
decapitados junto a las pomarrosas, que Don Daniel Guzmán
Pálido de sudor y de temblores, Roosevelt Guzmán abre
Cepeda no se encuentra en la casa, que ha salido. Salió tras el
ojos que se van, sostiene con la mano derecha su tobillo,
pintor Calvo de Araújo sin avisarnos nada y se fueron pisando
se lo ahorca mostrándome la carne amoratada alrededor de
ramas tiernas, -ya convertidos en el único enigma que no revela¬
un dardo negro. ¡Me han viroteado! dice. ¡Traéme un cuchi¬
rían a nadie.
llo de cocina, sin hacer ruido, ayúdame a sacar el veneno!... Yo
El segundo de los hijos de Don Daniel Guzmán Cepeda, no entiendo, asustado, quilo los picaportes de la puerta, regreso
breve de nombre y lánguido de altura, lo bautizaron Rooseveli, al cuarto, Roosevelt ha extirpado el dardo ponzoñoso, se hace un
admite un sitio para otra cama en su dormitorio. Casi en vano tajo sudando más, temblando, pidiéndome que chupe su sangre
pues no pude dormir. Horas de horas anduve de memoria por la con cuidado, no me vaya también a envenenar, y que la escupa,
isla Muyuy visitando a lo lejos la última noche de ayawaskha en y ya menos airado toma en cuenta mi horror y me informa que
casa de Don Juan Tuesta, atando mis nostalgias y cariños a las esa astilla es un virote, que es poder de hechiceros v i r o t e a r desde
ramas azules, a la mano anaranjada del Amazonas en la voz de lejos, no hay muro que impida a cualquier oficiante del Maligno
la noche alucinada, remembrando lahistoria que el brujo me ob¬ virotear enemigos, es eterna la guerra entre quienes practican ma¬
sequió acerca de mi primo y de una inconcebible mariposa ama¬ gia negra y quienes como Roosevelt se han afiliado a las oscurida¬
rilla, horas de insomnio recordando la charla con Ruth Cárdenas des bondadosas, a lo que César llama Magia Verde. Así me ente¬
en torno al c h u l l a c h a k i y al t o h é , oyendo los respirares de Roose- ro que Roosevelt, ahijado de Don Juan Tuesta, es también su
velt en la cama de al lado bajo el gran mosquitero y yoa través discípulo desde hace muchos años.
del mío revisando paredes de madera pulida, la espesa puerta ase¬
—Desde que me curó la cojera, dice Roosevelt, ¿te acuerdas
gurada entre dos picaportes excesivos, algunas lagartijas atigradas
que me dañé el pie derecho, arreglando el techo resbalé, caí
huyéndose en las vigas del techo, siete vigas, y ninguna ventana
sobre un tablón claveteado y me partí el hueso del talón?... Des¬
en todo el cuarto, únicamente un filo de horizonte para que pase
pués, yendo de caza al centro de Muyuy, una serpiente me mordió
el aire, alargado espacio pegado al cielorraso, clausurado también
el mismo sitio. ¿Te acuerdas cómo yo cojeaba con este pie que
por esa voluntariosa tela de metal, franja de redecilla innacesible.
los médicos de Lima dieron por perdido? Mi padrino Juan Tues¬
Los gallos tasajean mi memoria, deben ser las cinco de la mañana
ta, ayunando en el bosque me lo puso normal...
ya, el incipiente cielo de ¡quitos destella sin luz desde la huerta
y resbala perfiles en las tablas del techo. Rasguño finalmente algo Y solamente entonces rememoro que ayer, al abrir la puerta
de sueño. Sueño que Roosevelt se hunde en un enorme lago tapi¬ y conducirme hasta mi dormitorio, Roosevelt caminó limpiamente.
zado de anguilas, y me llama sin voz, lo veo, me llama con un' Y ahora me pide que alquile un bote rápido en uno de los muelles
mover de brazos pugnando por aproximarse a la orilla del im¬ de Belén y vaya a Muyuy y explique a su padrino lo ocurrido y
placable lago que se hunde con él, más y más, entre árboles rojos. le suplique por favor que venga a ¡quitos, él fingirá una gripe a
Brevísimo es mi sueño. Abro los ojos y escucho que Roosevelt fin de no alarmar a los parientes, me embarco sin creerlo todavía.
no me llama, en la cama de la izquierda está quejándose. Será
—La guillotina no está en las manos del verdugo —dice Don
una pesadilla, me digo todavía entre las brumas del mediosueño
Juan Tuesta revisando ese tobillo enorme, algo menos morado

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sobre la sangre que negrea la sábana. En el cuello de la víctima, Y vi a D o n J a v i e r d e s p o j á n d o s e de su cushma a m a r i l l a , sos¬
ahí es donde está la guillotina, agrega el brujo de la isla Muyuy. t e n i é n d o l a ante sí c o m o c a p a de t o r e r o , roja, y c a b r i o l e a n d o h a c i a
el bicéfalo que p e z u ñ e a b a el c é s p e d y v o l a b a c o n t r a él. Varias
Yo sigo descreyendo. Prefiero pensar nada.
veces D o n J a v i e r lo e s q u i v ó con la c a p a , b u r l á n d o s e , v a r i a s veces
el t o r o c ó n d o r c l a v ó en d e s p e c h o sus u ñ a s y sus p a t a s , sus c u e r n o s
y sus alas. L u e g o D o n Javier, que ya tenía la cara de D o n H i l -
Ví t a m b i é n una c e l e b r a c i ó n , le digo a D o n J u a n Tuesta sen¬
d e b r a n d o , e n t r e g ó su c u s h m a , de u n o en u n o , a t o d o s los v a r o n e s
t a d o en la e s p i n t a n a frente a la P l a z a R u m a n i a . Ví un j o l g o r i o
del p u e b l o , y t o d o s eran altos, el d o b l e de t a m a ñ o de n o s o t r o s .
que no he visto j a m á s , una fiesta de s a n g r e , y á w a r fiesta, rayrni- Yo lo m i r a b a t o d o d e s d e u n a de las flores del p i s o n a y , d e n t r o del
yáwar, así se dice en q u e c h u a me dice él. Soñé un p u e b l o redon¬ t r o n c o de la p o m a r r o s a . A c a d a quite de los h o m b r e s el c ó n d o r
d o , lo i n t e r r u m p o , un sueño con gente de piel de arcilla dura,,; c a v a b a con su p i c o la tierra del t o r o al que e s t a b a a m a r r a d o , y
viejos, niños, muchachas que reían sobre el césped quitándose los v a r o n e s b e b í a n en un vaso t a l l a d o , de m a d e r a , en un Qero de
unos mantos de colores, lliqllas es su nombre dice Don Juan los inkas b e b í a n la sangre n e g r a del t o r o h a s t a que el animal se
T u e s t a , y t o d o s b a i l a b a n hasta el d e s q u i c i a m i e n t o , felices bajo la desparramó s o b r e la hierba rota. En esa e s q u i n a de la visión me
luna llena que era el doble del sol. Ví c a m p e s i n o s , g r i t a b a n co¬ confundo: la c a r a de D o n H i l d e b r a n d o abandonó el cuerpo de
sas dulces y e m b r i a g a d a s , p e r s e g u í a n un gigantesco t o r o n e g r o , lo D o n Javier y D o n J a v i e r d e s a t ó al c ó n d o r de lo alto del t o r o que

a c o r r a l a b a n r i e n d o a t á n d o l o a un árbol que era p i s o n a y a la vez yacía s a n g r a n d o , n o , no fue eso lo que ví, D o n J a v i e r llevó al
cóndor posado en su b r a z o derecho, no, se subió a él, se fue
que p o m a r r o s a de flores c o l o r a d a s . De lo alto del cerro que cir¬
f l o t a n d o en esa m a r i p o s a de alas azules, anaranjadas, no: Don
c u n d a b a al p u e b l o se d e s b a r r a n c a r o n dos hileras de h o m b r e s dan¬
J a v i e r b u s c ó a l c ó n d o r sólo p a r a d e j a r l o , n o : p e o r m e j o r : l o b u s c ó
do voces. A la c a b e z a , bajo un p o n c h o a m a r i l l o con estrellas
s o l a m e n t e p a r a dejarlo libre. Vi al cóndor elevarse rumbo al
oscuras a v a n z a b a D o n Javier, traía p o s a d o en su b r a z o un c ó n d o r
sol que c a n t a b a , r u m b o al Inti s o n a n d o c o m o un p o z o r e b a l s a d o
de alas i n a b a r c a b l e s c o m o si se t r a t a r a de un g o r r i ó n . Intempes¬ de arcoirises. Y el c ó n d o r e x t e n d i d o sobre el aire c o n s i g u i ó tapar
t i v a m e n t e , c e r c a del pisonay florido D o n J a v i e r dijo algo en el la b o c a del p o z o del sol, a d e l a n t ó a la n o c h e . La n o c h e descen¬
o í d o del c ó n d o r , s o n r i e n d o , y el c ó n d o r se d e s p i d i ó del b r a z o ras¬ dió sobre el p o b l a d o con las alas p l e g a d a s . Y la luz de la n o c h e
g u ñ a d o , t a t u a d o de cicatrices r u i d o s a s , parecía que se iba v o l a n d o era d o r a d a , i n v e n c i b l e y d o r a d a . Y no p u d e ver m á s .
hacia las c u m b r e s pero no, regresaba volando hacia la espalda
del toro y el toro forcejeaba bajo el cóndor de piedra, espu¬ P e r o seguí m i r a n d o , abrí los ojos en la c a r a de mis visiones
majeaba s a n g r e , daba gritos de sangre. Vi cómo D o n Javier, y vi otra fiesta que no he visto j a m á s . E n t r é a c a b a l l o a un lugar-
riendo s i e m p r e , i n c r u s t a b a las u ñ a s del cóndor en el morri¬ cito que no sé su n o m b r e , Y a u r i s k i , entre millares de h o m b r e s y
llo del toro n e g r o , las cosía con sogas de a y a w a s k h a , se i n c l i n a b a mujeres r e z a n d o . T o d a v í a en la n o c h e , a p e s a r a d o aún no sé por
al oído del t o r o c ó n d o r que se h a b í a r e d u c i d o , m e n o s que un pa¬ q u é , partí con t o d o s hacia u n a c o l i n a p e d r e g o s a , después hacia
otra más h e l a d a y e n h i e s t a , d e s p u é s hacia otra m á s h a s t a que al
j a r i t o con c u e r n o s de c a r a c o l , y el t o r o c ó n d o r al oir la voz del
fin l l e g a m o s , en la ú l t i m a n o c h e , a las faldas de un c e r r o impo¬
brujo crecía, crecía d e s b o r d a n d o la plazoleta del p o b l a d o , extendi¬
sible, e m p o n c h a d o de nieves e t e r n a s . ¡Qoylluriti!', gritaban. ¡Es¬
das las alas de colina a colina, a n h e l a n t e la c o r n a m e n t a desde la
trella De Nieve!, gritaban. A lo l a r g o del camino d e s d e el pue¬
luna hasta el sol, sobre el t i e m p o , t o d o él e x p a n d i d o d e s d e el día
blito de Y a u r i s k i h a s t a el n e v a d o l l a m a d o Q o y l l u r i t i , t o d o s íba¬
a n t e r i o r hasta esta n o c h e , eso es lo que he m i r a d o en mis visio¬ mos j u n t a n d o piedras pequeñas, luminosas, coloreadas, los más
nes, D o n J u a n T u e s t a , le digo. h e r m o s o s o los m á s difíciles g u i j a r r o s del s e n d e r o que se e m p i -

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naba. ¡Una p i e d r a p o r c a d a p e c a d o ! , g r i t a b a n . Y yo iba ¡untan- n a d i e en mi lugar. A mi lado i b a v o l v í a n c a r a b i n e r o s , c a u c h e r o s ,
do. ¡Una por c a d a p e c a d o c o m e t i d o d u r a n t e e l a ñ o ! Yo j u n t a b a h o m b r e s que n u n c a h e visto, rastreaban veredas de caucho por
y juntaba. A l g u n o s a r r i b a r o n a las faldas del Qoylluriti d o b l e g a - los b o s q u e s j u n t o a mí r a s t r i l l a n d o e n o r m e s Winchesters buscán¬
dos bajo un costal de p i e d r a s , y o t r o s ligeritos, leves, hipócritas, d o m e en la selva. Yo me reía de ellos, c a l l a d o me b u r l a b a en mi
con la alforja f l a m e a n d o al viento h e l a d o , e n g o r d a d a a p e n a s por visión, reía de sus b a l a s que me p e r s e g u í a n v a n a m e n t e en el aire,
una que otra falsedad, uno que o t r o m i e d o , robo m a n s o , injus- en la tierra, en los ríos. Así sobreviví.
ticia. Y vi c ó m o a los pies de aquel n e v a d o que ascendía, no — ¿ C u á l es tu s e g u n d o d e s e o ? , dijo el C r i s t o .
a c a b a b a n u n c a , c o n s t r u í a m o s ínfimas fortalezas con nuestros pe- — Q u i e r o ser l i b r e , dije y o .
c a d o s , casitas, iglesitas de piedra en h o m e n a j e al c e r r o , a la E s t r e -
lla de N i e v e , en p r o m e s a de a r r e p e n t i m i e n t o . Y m á s que n a d a Y en ese i n s t a n t e me vi c l a v a d o en la cruz de p i e d r a , con los

en p r o m e s a de alegría. Porque d e s p u é s de aquella ceremonia brazos abiertos y sangrantes, s o n r i e n d o frente a Don Javier que

bailamos y bebimos a g u a r d i e n t e de c a ñ a y chicha de maíz bien e n t r a b a por la b o c a de la c u e v a de hielo y se q u e d a b a a b s o r t o

f e r m e n t a d a y f o r n i c a m o s y nos d e s o r b i t a m o s hasta el amanecer, m i r á n d o m e e n l a cruz. D o n J a v i e r con mis m a n o s d e s a n u d ó d e

allí en los pliegues de la c u m b r e b l a n c a . Soñé e n t o n c e s que usted su e s p a l d a el b l o q u e de hielo a m a r i l l o que yo me h u b e a t a d o en

salió del c e r r o , del vientre del n e v a d o . El Qoylluriti se p a r t i ó los bajíos del Qoylluriti y en la p u e r t a de la c u e v a b l a n c a me

como un árbol y de su a d e n t r o salió usted, D o n Juan Tuesta, volvió a preguntar:

p e q u e ñ i t o , a m o r a t a d o por el viento que lo t o m ó en sus b r a z o s . Y —-¿Y tu t e r c e r deseo?


usted era ya a d u l t o . Y nos gritó: ¡Visiones, e m p i e c e n ! Y todos —Quiero ser libre.
los c a m p e s i n o s que h a b í a m o s p e r e g r i n a d o a ese lugar, p o r q u e yo
Mis palabras todavía soñaban en mi boca c u a n d o vi que
en mi visión era l a b r i e g o q u e c h u a , h o m b r e de los A n d e s , chori,
mis b r a z o s me d e s p r e n d í a n de la cruz de p a l o s a n g r e y se v o l v í a n
todos los c a m p e s i n o s , n o , s o l a m e n t e los j ó v e n e s , c o r t a m o s enor¬
alas. Me vi salir v o l a n d o p o r la c u e v a c o n v e r t i d o en un c ó n d o r
m e s b l o q u e s de hielo y los a m a r r a m o s a n u e s t r a s e s p a l d a s . Y bajo
que s u r c a b a los aires del día y de la n o c h e y p l a n e a b a sobre un
el peso de los h i e l o s c o m e n z a m o s el ascenso de la E s t r e l l a de
pueblo redondo, nunca jamás lo he visto, y p o s a b a sus garras,
N i e v e , e l inaccesible Q o y l l u r i t i , t r o p e z a n d o , j a d e a n d o , congelán¬
mis g a r r a s , en el l o m o de un i n t e r m i n a b l e t o r o n e g r o . Me vi hun¬
donos sin dejar de reir a grandes voces, m o f á n d o n o s del otro,
d i e n d o el p i c o c o n t r a el m o r r i l l o del t o r o , c a v á n d o l o y b e b i é n d o l e
amenazándonos. Yo fui el p r i m e r o en llegar a la cima. En lo
la s a n g r e , c a v á n d o l o y b e b i é n d o l e la sangre. Y la sangre del t o r o
alto del cerro c o n q u i s t a d o se me ofreció una cueva de nieve iri¬
cantaba dulcemente, era demasiado dulce, era demasiado tarde.
d i s c e n t e y al fondo de ella, sobre un altar de p i e d r a s c o l o r e a d a s ,
E s o es lo que s o ñ é . . .
p e c a d o s , sonreía un C r i s t o crucificado. Y vi que la' c a r a de ese
C r i s t o feliz era la c a r a de D o n H i l d e b r a n d o , n o , era otra vez la —Los cóndores nacieron en la selva, resuena Don Juan

c a r a de D o n Javier. Lo vi c l a r i t o , tal c o m o a h o r a lo estoy miran¬ T u e s t a d e t r á s d e mis visiones. A n t a ñ o , muy antaño, cuando el

do a usted. Y D o n J a v i e r , c l a v a d o en esa cruz de p i e d r a roja, gran o t o r o n g o c a y ó sobre los c a m p a y los d i s p e r s ó , los c ó n d o r e s

en esa cruz de nieve de p a l o s a n g r e , dijo: por h a b e r l l e g a d o prime¬ h u y e r o n , s a l i e r o n d e s d e el f o n d o de un vaso de m a d e r a s a g r a d a y

ro tienes d e r e c h o a solicitarme tres d e s e o s que h a b r á n de reali¬ fugaron a las c u m b r e s , se h a b i t u a r o n a vivir al m i s m o t i e m p o bajo

zarse. Así h a b l ó el C r i s t o de Q o y l l u r i t i , s o n r i e n d o . Y yo le dije: el sol y bajo la n o c h e , sobre el fiero g r a n i z o de los A n d e s y sobre

—Quiero ser libre. el pasto t i b i o . D e s d e ese a n t a ñ o h a s t a este a h o r a los c ó n d o r e s


c o n t i n ú a n v i v i e n d o allí. L o ú n i c o que n u n c a han a p r e n d i d o : tole¬
Y él d e s c l a v ó sus m a n o s en una venia y me vi c o n v e r t i d o rar los v i e n t o s que r u e d a n s o b r e el m a r , r e s i g n a r s e , vivir en los
s ú b i t a m e n t e en un ser invisible. Me m i r é : ya no estaba. No había arenales de la c o s t a . . .

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— Y o los estoy sintiendo r e g r e s a r , los estoy s o ñ a n d o en este


i n s t a n t e , v e o c ó m o los c ó n d o r e s v u e l a n hacia la selva — m e escu¬
c h o r e p l i c a r a d u r a s p e n a s , lejos, forcejeando d e s d e el a y a w a s k h a .

— P e r o no estás soñando, murmura Don Juan Tuesta. Y


miro que algo más dice su boca, otras p a l a b r a s salen relum¬
brando. La m a n o del A m a z o n a s , la distingo m á s r u g o s a y grisá¬
cea, b o r r a la voz del brujo c o n t r a el aire d o r a d o , a mis e s p a l d a s .

vi también otro
pueblo que no he visto jamás

Don Juan Tuesta se incorpora del tronco de espintana. y me


invita monte adentro. Todavía en mareos atravieso la Plaza
Rumania rumbo al centro tupido de la isla que enmarca con su
estruendo el Amazonas. A menos de una hora de caminar, cier¬
to reposo mana desde los ojos de Don Juan Tuesta: ante nosotros
pasa un río de aire, cauce seco que un árbol caído facilita con
ademán de puente. Don Juan Tuesta se aparta, avanzo, en la
mitad del tronco vuelvo a detenerme: a mi derecha, de lo hondo
del paisaje, más que paisaje un túnel, techumbre de enredade¬
ras flexibles como cañas delgadas y espinosas, noto que en cada
nudo de los tallos se afirman dos espinas alevosas, ganchudas,
paka se llama esa enredadera me dice Don Juan Tuesta, y del
fondo del túnel surge una mariposa de alas terciopelosas y ama¬
rillas y punteadas de negro, me sobrevuela lentamente, silencio,
y se engoma en una de las ramas muertas sobre el río invisible.
Detrás de aquellas alas reconozco el paisaje, pero no estuve
nunca antes aquí, lo he mirado en un cuadro, el sitio exacto,
los colores puntuales, la misma luz cantando entre las púas del
enredo de paka, no hay duda que el pintor Calvo de Araújo
esbozó ese óleo desde aquí, su memoria sentada sobre este árbol,
yo lo miré pintarlo años, atrás en Lima. Un deseo indomable
de agradecer me vence: hablar con el paisaje, rozar la sedería
de. la mariposa.

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—Puedes locarla nomás, dice Don Juan Tuesta, si tú la do a la ribera, algo toca mi vientre bajo las aguas, no veo, la
tocas no se va a espantar. piel gomosa y árida de una, de infinitas anguilas, pero no puede
Y me acerco despacio, extiendo más despacio mi mano ser, estremece mi pecho, sin peligro, mis piernas. Rosa Urquía
hacia las gasas amarillas, la mariposa, nada, inmóvil, se deja como que renace mirándome salir del pequeño lago, descree de
acariciar, me confunde tal vez con el aire que pasa en lugar del sus ojos y se aparta de mí, ceño prudente. Yo me impongo, mo¬
río, pienso. Estoy así, de asombro, no sé cuánto, y por fin me jado, la camisa mojada, el pantalón mojado, ante el brujo que
levanto respirando de nuevo y la mariposa torna a temblar, silen¬ explaya una sonrisa cansada y satisfecha.
cio, gira en redor de mí, más que silencio, entra y sale del cua¬ —No habían las anguilas, le digo caminandovolviendo al
dro del paisaje, se decide, enfila hacia mi pecho y se asienta, caserío de Muyuy.
aquietándose, bajo mi hombro izquierdo. No me muevo temien¬ Don Juan Tuesta, silencio, largo rato. Ingresando al po¬
do ahuyentarla, y una vez más el brujo me confianza: blado se devuelve la voz:
—Puedes seguir caminando, no se va a espantar. —Sí habían las anguilas en esa kocha, dice, esa kocha está
llena de anguilas que dan muerte. Otro trecho, silencio. Las
Así termino de cruzar el puente, la mariposa quieta sobre
primeras lámparas temblotean allá, cada vez más cerca, en las
mi corazón, prosigo una hora más, dos horas en la trocha que
cabanas que se añoran, sepia, frente a mis ojos que el ayawaskha
se interna, que se sosiega por fin frente a una kocha de aguas
desdeñó hace mucho aunque todavía no desdeña del todo.
oscuras. El calor me aventura, sería bueno un baño, la mari¬
—Antes que entraras al lago yo separé tu cuerpo de tu
posa abandona mi camisa mojada, sobrevuela las aguas cubier¬
ánima. Las anguilas te electrizaron, se descargaron en tu cuerpo,
tas de una baba más lenta que amarilla y cruza así, soñando^
¿acaso no sentiste?, pero sólo tu cuerpo te tocaron. Tu ánima
así, silencio, hasta el islote que verdea en el centro de la poza
no se enteró. Por eso estás vivo, me dice Don Juan Tuesta ca¬
turbia.
minando a mi lado, cruzando ya la Plaza Rumania borrada por
—No es una mariposa, susurra Don Juan Tuesta, es el la noche.
ánima de tu finado, el ánima de mi compadre Calvo de Araújo...
Pleno entonces, poderoso y pleno, empapado de sol y de Al c a b o de c a m i n a r días e n t e r o s , p e o r e s que s e m a n a s con
contento me quito la camisa, el pantalón, ¡no entre usted al lago! sus n o c h e s , d e s d e la ciudad de P a w k a r t a m p u , vi o t r o p u e b l o que
grita una viejita a mi espaldas, ¡está lleno de anguilas! se apa- no he visto j a m á s . Yo iba s o l o , me vi. Subí por las l a d e r a s
vora. Don Juan Tuesta, inmutable, Rosa Urquía, le dice, nada de C h a l l a b a m b a , me perdí en r u m b o de las selvas del Cusco,
temas Rosa Urquía, y a mí: entra nomás, ninguna nada va a hacia Q o s ñ i p a t a . Recuerdo un c a r t e l , allá, en lo alto de un
causarte mal. ¡Ayer mismo resbaló mi becerro y las anguilas me p a l o , Río Carbón decía. No sé por qué lo d e s o b e d e c í , ande a mi
lo devolvieron negro, quemado, difunto!, insiste Rosa Urquía. izquierda, encarando los nevados que b r i l l a b a n azulanaranjados,
Yo giro a la orilla de la kocha, veo la mariposa que fulgura al a veces c o l o r sepia. Yo no río c a r b ó n , yo río risas, dije, y me
frente, en el islote, trozo de joyería sobre los matorrales, y me dio risa p e n s a r una t o n t e r a así. R i é n d o m e t r e p é por esas cum¬
lanzo a las aguas cada vez más oscuras, más calientes, más claras, bres, bajé a o t r a s m á s l e n t a s , m e n o s frías, crucé un p u e b l i t o que
huyo del sol que tuesta el viento quieto y de la tarde que arde, se llama Patria, unas c u a n t a s c a b a n a s r o t o s a s d e n t r o de un claro
braceo hasta el islote refrescante. La mariposa regresa a Don en s o m b r a de a q u e l l o s b o s q u e z a l e s , y volví a escalar y a escalar
Juan Tuesta, junto a la viejita muda que no quiere ni mirarme. colinas y c o l i n a s . De i m p r o v i s o , tras un e n r e d o de lianas de gara-
Me zambullo de nuevo en la espesa frescura, recuerdo no sé por b a t o k a s h a e n r o s c a d o al tronco de una pomarrosa, c o n s i d e r é el
qué un pájaro carnívoro que se llama wapapa, me dirijo bucean- poblado.

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Lo estoy m i r a n d o ahora, le digo a D o n J u a n T u e s t a , lo estoy zona. Y este p u e b l o se llama Qero, me r e s p o n d o , se llama con
m i r a n d o l í m p i d o , perfecto: P l a z o l e t a de tierra a p i s o n a d a y bor¬ el nombre del vaso de madera sagrada que u s a n los antiguos.
d e a d a por siete casas de piedra g r i s á c e a , rugosa, siete casas techa¬ Qero. A este p o b l a d o n a d i e ha l l e g a d o j a m á s , ni los conquista¬
das con p a l m e r a s de hojas a m a r i l l a s y p a r d a s , azules y p a r d a s , dores españoles ni los c o n q u i s t a d o r e s posteriores, nosotros, los
desafiantes, al sol. Y tengo c a s i m i e d o de i n g r e s a r a esa P l a z a , p e r u a n o s , igual c o m o sucede con el invicto t e r r i t o r i o de los indios
lo veo. F r e n t e a mí, acuclillados en s e m i c í r c u l o , chacchan hojas c a m p a en El G r a n P a j o n a l , me digo. De súbito el varayoq os¬
de coca los a n c i a n o s del p u e b l o , las mastican m e z c l á n d o l a s con tenta uñ rostro terso, grisáceo, indefinible, sonrojado, rugoso,
chamáiro, esa lianita dulce, en vez de cal, como h a c e n los sel¬ p e d r e g o s o de sienes y b a r b i l l a , i m p l a c a b l e de p ó m u l o s , reciente
v á t i c o s , no los a n d i n o s . Veo que m o d e l a n su b o l o de coca tam¬ de ojos, remoto de mirares, ¡reconozco esa cara!, ¿reconoz-
bién c o m o s e l v á t i c o s , e m p l e a n d o ceniza de c a p i r o n a . A sus es¬ co?... ¡Ojos de la m e m o r i a ! ¡ M e m o r i a ya sin ojos!... El r o s t r o
p a l d a s , detrás del semicírculo que forman en silencio, en s o m b r a , de mi a b u e l o V í c t o r , d e v o r a d o h a c e más de q u i n c e años por la
pende un e n o r m e kosho de masato. Un k o s h o , ese recipiente tierra, sin e m b a r g o es más j o v e n c a d a día. Así el r o s t r o r u i n o s o
h e c h o de un t r o n c o hueco c o m o si se t r a t a r a de una p e q u e ñ a del varayoq aloja las facciones j u b i l o s a s de I s i d r o K o n d o r i , j o v e n
p i r a g u a , de una i n a b o r d a b l e c a n o a r e b a l s a d a de j u g o de yuca y poeta q u e c h u a que conocí en el C u s c o , c a n t a n d o en lo alto de
de saliva. Y me destierro m á s , m á s me s o r p r e n d o d e n t r o de mis la F o r t a l e z a de S a q s a y w a m a n , d u r a n t e las c e r e m o n i a s de home¬
visiones, ¿estoy r e a l m e n t e en el C u s c o ? , así digo s u d a n d o frío a naje al D i o s Sol. C a m p e s i n o , c o m o t o d o a l t i v o , y, como todo
c a u s a del a y a w a s k h a negra, porque detrás de las alucinaciones altivo, s o l e d o s o , I s i d r o K o n d o r i condescendía a veces a hablar
yo sé p e r f e c t a m e n t e que en el C u s c o no se habla el q u e c h u a que en castellano, pero cuando cantaba lo hacía e x c l u s i v a m e n t e en
estos a n c i a n o s m u s i t a n . keshwa, en runasimi, en la-lengua-del-hombre. "Soy comunero
sin c o m u n i d a d " , c a n t a b a . " C u a n d o tuve a r a d o , b u e y e s n o tuve.
—Nos estamos transmitiendo conocimientos —dice uno de
C u a n d o t u v e b u e y e s , lluvias n o t u v e . C u a n d o tuve l l u v i a s , t i e r r a
los viejos sonriendo sin sonrisa, hablando apenas, hablándome
no tuve", así cantaba Isidro Kondori. "Cuando tuve tierras,
con el clima de su voz, no con su voz.
a m o r e s no t u v e " . Jueces y patrones despojaron a Isidro Kondori
— E s t a m o s canjeándonos conocimientos, pero canjeándolos de la e s c a s a p a r c e l a que c o n s t i t u í a su h e r e d a d . El h a m b r e y el
c o m o antes, a s t r a l m e n t e , dice o t r o . coraje lo f o r z a r o n luego a no p e d i r p e r m i s o p a r a r e c o b r a r p a r t e
— V i a j a n d o sin nuestros c u e r p o s , así c a n j e a m o s los conoci¬ de lo que le r o b a r o n . En o t r a s p a l a b r a s : I s i d r o K o n d o r i se h i z o
m i e n t o s , me dice otro m u c h o más v i e j o . , Y c o m o si me encon¬ diestro en el arte de seducir v a c a s y c o n v e n c e r c a b a l l o s . Abigeato,
t r a r a en el c o r a z ó n de un j u e g o de n i ñ o s , esa es la s e n s a c i ó n pre¬ así d e s i g n a n n u e s t r a s leyes al s e c u e s t r o de g a n a d o . Hasta hoy,
cisa: c o m o si me e n c o n t r a r a en un j u e g o de n i ñ o s veo que otro con o r g u l l o , I s i d r o K o n d o r i a n t e p o n e , a c u a l q u i e r otro t í t u l o , el
viejito se me acerca: riesgoso y h o n r a d o de Abigeo. " P e r o j a m á s g a l a n t e o los g a n a d o s
— H e m o s a y u n a d o meses p a r a p o d e r venir, p a r a p o d e r irive- de mis h e r m a n o s c a m p e s i n o s , sólo r e c u p e r o lo que nos p e r t e n e c e ,
nirnos los c o n o c i m i e n t o s , s a b i d u r í a s de otras é p o c a s , de otros las v a c a s que c o m e n de n u e s t r a s antiguas tierras".
m u n d o s que viven en el aire. . .
Su voz delgada, dorada, a h o r a fluye áspera por entre la
El más i m p o n e n t e de t o d o s ellos, yo vi antes ese r o s t r o , se boca c l a u s u r a d a del anciano varayoq. ¡Isidro K o n d o r i está can¬
levanta i n t e r r u m p i e n d o a los d e m á s y a p o y á n d o s e con dificultad, t a n d o , d e s d e los labios del inka M a n k o K a l l i , la D a n z a Del La¬
con rabia, c o m o un c o n v a l e s c i e n t e , muy d e s p a c i o , en un b a s t ó n d r ó n De G a n a d o ! ¡Y en ese c a n t o de v a r o n e s libres, h i m n o ex¬
de plata. Es el varayoq, digo, es el a l c a l d e , a mí me digo, es clusivo de i n d i o s herejes y l a d r o n e s , i n d o m a b l e s y d ó c i l e s , leales
la a u t o r i d a d m á x i m a del C o m ú n , de t o d o s los p o b l a d o r e s de la y m u j e r i e g o s y j u s t o s y b o r r a c h o s , en ese c a n t o , otra vez lo estoy

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viendo, c o m o un soi de c u e r o se refleja la vida verdadera del Si las leyes me buscan
poeta Isidro Kondori, se despeñan brillando las músicas del porque robo,
W Y W A S U A Q T U S U Y N I N , las j a c t a n c i a s d e ese c a n t o que Isi¬ diciendo,
d r o K o n d o r i c o m p u s o en la n o c h e de una de sus p r i s i o n e s , acaso que las leyes me digan
únicamente para abrigarnos, para verdadear nuestras flaquezas de qué vivo,
lejos, allá en las m a z m o r r a s de la cárcel del C u s c o . Ahora, como comiendo.
e n t o n c e s , veo que I s i d r o K o n d o r i está c a n t a n d o :
Tierra pequeña, hermosa,
que yo preñé
WYWA SUAQ TUSUYNIN
sembrando:
el señor hacendado
Kamaq qelqa maskawashan te hizo puta,
sita kaskay rayku robando.
nispa,
kamaq qellqallataq niwachun
Dame, Señor Gobierno,
imaraykun kawsani
lo que es mío
mijuspa.
sufriendo,
antes que siembre tu desgracia
Juchuy allpa, sumaq aupa con mi sangre,
paytan noqa yumarani diciendo.
tarpuspa,
werasapa acendaruíaq El v a r a y o q vuelve a g o l p e a r el suelo con su vara de plata
charanq'arata ruwarasunki talabarteada. El suelo se alza c o m o un c ó n d o r de c o l o r e s q u e
suwaspa.
suenan. V e o que yo me veo a v a n z a r hacia él y él me s o n r í e ,
se alegra con la c a r a de D o n J a v i e r c l a v a d o en la c r u z de hielo.
Koyway kamakoq weraqocha Pienso que debería arrodillarme para reverenciarlo pero no, le
noqapaq kasqanta hago sólo u n a v e n i a con la frente, mi frente h a c e u n a venia frente
muchuyrispa al anciano Cristo, y de mi frente nace una mariposa negra y
manaraq hatun llakita larpushaqti amarilla, enlutada y amarilla cruza la P l a z a de t i e r r a , se p o s a
yawamuywan sobre el p e c h o del viejo que se ha v u e l t o a s e n t a r , i n m ó v i l nue¬
nispa. v a m e n t e en a q u e l s e m i c í r c u l o de silencios, de s o m b r a s , de quie¬
tudes que f o r m a n los d e m á s a n c i a n o s del pueblo. Y la P l a z a
ya no es u n a P l a z a en mi visión sino el atrio del Templo del
El rugoso y grisáceo v a r a y o q de los Qeros p o s t e r g a en si
Dios P u m a , el a t r i o de Q'enqo, así se l l a m a ese lugar s a g r a d o de
las facciones de I s i d r o K o n d o r i , las relega y recupera su r o s t r o
m i l e n a r i o , pero su voz insiste en r e c i e n n a c e r , no me equivoco, los a n t i g u o s q u e c h u a s , de los i n k a s , y a mi l a d o , d e s d e mi p r o p i o

e s c u c h o , es la voz del p o e t a c u s q u e ñ o L u i s N i e t o , en la voz de cuerpo, ha c r e c i d o el altar del D i o s P u m a , gigantesco falo de


L u i s N i e t o estoy viendo la Danza Del Abigeo brotando iluminada piedra rugosa y grisácea penetrando las nubes en lo alto del
entre la boca del a n c i a n o alcalde de los Q e r o s : Cusco. Y voy a ser j u z g a d o , me veo de pie e n t r e aquel t r e m e n -

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do p r í a p o de g r a n i t o que nace de mi v i e n t r e , y los m i e m b r o s dei
tribunal solar, los sacerdotes, las personas-del-Sol que están pega su mejilla d e r e c h a a la piel de una p i e d r a m e n o s gris y ligera.
mirándome con l o s ojos cerrados, en semicírculo, y el Sumo En lo a l t o , al c o s t a d o de acá del p a s a d i z o , un n i ñ o quechua,
S a c e r d o t e , el Willaq Umu, se l e v a n t a y señala: rojo de r o s t r o c o m o esas m a n z a n a s de A n t a p a m p a , alza en las
manos un g u i j a r r o lento y una y otra vez lo deja caer sobre l a s
— ¡Tú no eres M a n k o Kalli!, así me i n c r e p a el viejo vara-
rocas que c o r o n a n el m u r o b l a n q u e a d o . A c a d a golpe del n i ñ o ,
yoq. Y c l a v a n d o en la tierra su b á c u l o de plata:
U g n é y J u l i o s e p a r a n sus o í d o s de las p i e d r a s con gozo y el pasa¬
— ¿ P o r qué usas el r o s t r o de M a n k o Kalli si tú no eres M a n -
dizo suena con rasgos de agua c l a r a , t o d a la F o r t a l e z a de Saq-
ko Kalli?
sawma, t o d o el aire del C u s c o bajo la t a r d e , suenan.
Y e n c o r v á n d o s e en c o n s u l t a hacia el silencio, hacia la som-
bra que refulge s e n t a d a a su d e r e c h a : Antes, al mediodía, caminamos hasta Tampu Mach'ay, El
— M a n k o Kalli no es c h o r i , no es v i r a k o c h a , ni h o m b r e de T e m p l o Del A g u a . Luego a r r i b a m o s a las faldas de Q'enqo, El
los andes ni h o m b r e b l a n c o , M a n k o Kalli es m á s lejos de lo lejos, Templo Del D i o s P u m a . Allí b u s q u é a A n í b a l T u p a y a c h i , hijo
él d e s c i e n d e d i r e c t o de los p r i m e r o s hijos de K a a m e t z a y N a r o w é , del g u a r d i á n de las ruinas de Q'enqo, cuya a m i s t a d fue obsequio
de los p r i m e r o s h u m a n o s que se l l a m a r o n así: Kaametza y Na- que me hizo el p o e t a Luis N i e t o .
rowé, hembra y varón. —Este señor t a m b i é n es un j u g l a r , un haraweq, dije al pe¬
— E s a b u e l o legítimo, d i r e c t o , d e J u a n S a n t o s A t a o W a l l p a , queño Aníbal T u p a y a c h i a la vez que m i r a b a h a c i a Julio Cortá¬
el rebelde inicial c o n t r a los conquistadores virakocha —le dice zar. Es n u e s t r o hermano, le dije, es n u e s t r o wauqechay, él ha
el silencio, le canjea la s o m b r a s e n t a d a a la d e r e c h a del viejo va- v e n i d o d e s d e el otro lado del m a r p a r a c o n o c e r n o m á s , para saber
rayoq. ha v e n i d o , p a r a que tú le m u e s t r e s el Templo del Dios P u m a ,
— D e él, d e M a n k o Kalli, del a b u e l o d e S a n t o s A t a o W a l l p a , el T e m p l o del Dios De La F e c u n d i d a d . . .
nos viene la sangre que acaso t u v i m o s — le c o r r e s p o n d e el vara-
A n í b a l T u p a y a c h i t o m ó a J u l i o C o r t á z a r de la m a n o y son¬
yoq a la s o m b r a s e n t a d a , a ese silencio sepia.
r i e n d o se lo llevó por esos r o q u e d a l e s , a n d a n d o al pie del sitio
Y extrayendo un vaso sagrado de madera, un recipiente
d o n d e se l e v a n t a b a el altar del D i o s P u m a , un i m p o s i b l e falo de
rasguñado, demasiado remoto, p o r e n t r e el cuello de su c u s h m a
p i e d r a que partía los cielos del Cusco. Deslumhrado por las
amarilla:
historias d e A n í b a l Tupayachi, Cortázar pasó j u n t o al semicírculo
—En este Qero nos dejó su sangre, a nosotros los Qeros
de asientos t a l l a d o s en la p i e d r a en d o n d e m u y a n t a ñ o se apo¬
nos la dejó p a r a que por esa sangre c i r c u l a r a n u e s t r a vida. En
s e n t a b a n los s a c e r d o t e s i n k a s , las p e r s o n a s del Sol. Ugné Karve-
este vaso t a l l a d o en p a l o s a n g r e nos dirigió la e x i s t e n c i a a t r a v é s
lis q u e d ó a mi lado, los dos m i r a n d o con los m i s m o s ojos la
de los t i e m p o s . D e s d e lejos nos e n v i ó la e x i s t e n c i a , su s a n g r e , a
imagen ternurosa del niño quechua conduciendo a ese gigante
t r a v é s de los urus. . .
claro bajo el p o n c h o negro c o m o si se t r a t a r a de su h e r m a n o m á s
frágil y p e q u e ñ o . Luego los v i m o s a p a r e c e r a r r i b a del peñasco
r e d o n d o , en la cima del T e m p l o los perfiles de A n í b a l y de J u l i o ,
En ese p a s a d i z o casi blanco que los c o n o c e d o r e s de la F o r -
sus c o n t o r n o s de b r o n c e i l u s i o n a d o s por la paz del sol.
t a l e z a de Saqsawma conocen como Calle De Las Piedras Cam-
p a n a , Julio C o r t á z a r , d e pie, c u b i e r t o p o r u n p o n c h o entretejido — E s t a s dos c o l u m n i t a s de p i e d r a que usted ve aquí, h a b r í a
con hilares de a l p a k a , acerca sus o í d o s a la p i e d r a m á s e l e v a d a dicho a Julio C o r t á z a r el niño quechua en lo alto del peñón,
del m u r o i n k a i k o , adhiere a ella sus p e r s o n a s , y escucha. La estas dos c o l u m n i t a s Intiwatana se llaman aunque los virakocha
c o m p a ñ e r a de Julio C o r t á z a r , U g n é K a r v e l i s , se a g a c h a a t e n t a y las m a l c o n o c e n c o m o Reloj Solar. P e r o ellos p u e s qué saben,
no son Reloj Solar, le h a b r í a d i c h o . En el i d i o m a de n u e s t r o s
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a n t i g u o s Inri quiere decir sol, watana es a m a r r a r . A q u í los inkas U g n é K a r v e l i s y Julio Cortázar desmesuraban ojos y aten¬
a m a r r á b a m o s al Sol, con c u e r d a s de oro y plata lo a m a r r á b a m o s ciones frente a i a F o r t a l e z a de Saqsawma. Repetían una m i s m a
p a r a que no e s c a p a r a d u r a n t e la n o c h e , no vaya a ser que nos incredulidad: ¿cómo diablos pudieron traer, c ó m o p u d i e r o n mo¬
abandonara. T o d a la noche e s t a b a el Sol, así, a m a r r a d o . Y ser¬ ver siquiera, tan colosales p i e d r a s ? . . . Aníbal Tupayachi tuvo
vía t a m b i é n p a r a otros usos este Intiwatana, habría dicho Aníbal a bien e n t e r a r n o s que los inkas las e x t r a j e r o n y trajeron de u n a
Tupayachi a Cortázar. Sobre estas c o l u m n i t a s p o n í a n a las mu¬ cantera próxima, de allacito, puede corroborarse, estas moles
chachas, una rodilla sobre cada p i e d r a , a verlas o r i n a r : si sus r e c o r r i e r o n sólo c u a r e n t a l e g u a s . E s t á bien p e r o c ó m o , volvió a
m e a d o s caían e x a c t a m e n t e aquí, frente a las columnitas, mojan¬ inquirir C o r t á z a r , c ó m o si a h o r a m i s m o ni con g r ú a s p o d r í a tras¬
do esta h e n d i d u r a , eso significaba que la virgen t o d a v í a era vir¬ ladarse la m á s d i s c r e t a de e l l a s , p r o b a b l e m e n t e veinte t o n e l a d a s ,
gen, digna de i n t e g r a r el Aqllawasi, la C a s a de las Ñustas del ¿ c ó m o es que alguien p u d o , y p u e d e hoy día, s o l a m e n t e mover¬
I n k a , la C a s a de las Vírgenes del S o l . . . las? . . .

El pequeño y C o r t á z a r a s o m a r o n al rato por el atrio del — C a n t a n d o , p u e s , l o h a c í a n , l e dijo A n í b a l T u p a y a c h i . Con

T e m p l o , j u n t o a los restos del gran falo de p i e d r a , ante los 19 canciones, taytachay, padrecito, con canciones las m o v í a n nues¬

lugares c a v a d o s en las rocas que c o n f o r m a n la p l a z o l e t a sagrada. tros a n t i g u o s , con ¡caros, con c a n c i o n e s m á g i c a s . C a n t a n d o , así
hacían viajar n u e s t r o s p a s a d o s a las p i e d r a s g i g a n t e s . . .
—Aquí tomaban asiento los sacerdotes, el Willaq Llmu al
A h o r a , en mi n o s t a l g i a , el n i ñ o q u e c h u a tiene c a b e l l o s ma¬
c e n t r o , el S u m o S a c e r d o t e del Sol, en este s e m i c í r c u l o de p i e d r a
r r o n e s , ojos casi c l a r o s , d e s v a n e c i d o s más bien, piel b l a n q u e a d a
se s e n t a b a n p a r a hacer su justicia, así le habría d i c h o D o n Aníbal
bajo el o s c u r a r s e de a q u e l l o s c u a t r o siglos de vivir bajo el sol.
a Don Julio. A q u í j u z g a b a n a q u i e n e s v i o l e n t a b a n n u e s t r o s man¬
damientos: Ama sua. Ama Hulla, Ama qella: no seas ladrón, no
seas m e n t i r o s o , no seas o c i o s o . . .
—Desde lejos, desde este vaso tallado en palosangre nos
Fue después que fuimos a la F o r t a l e z a de Saqsawma. Su dirigió la vida M a n k o Kalli, me dice el anciano Willaq Umu, el
n o m b r e v e r d a d e r o no es S a c s a y h u a m á n , c o m o insisten en llamar¬ Sumo S a c e r d o t e a g u j e a n d o la t i e r r a con su v a r a de plata en mi
la los b l a n c o s v i r a k o c h a . Su n o m b r e no es H a l c ó n G r i s , H a l c ó n visión que no a c a b a de a s o m b r a r m e h u n d i e n d o ese b a s t ó n e n t r e
de P i e d r a : Saqsaywaman, sino C a b e z a G r i s , Cabeza Jaspeada, de la tierra p r ó d i g a , no sé bien lo que sé ni lo que v e o , el v a r a y o q
P i e d r a : Saqsawma, nos informó Aníbal Tupayachi. Porque antes o b l i g a n d o a la H e r m a n a M a m a O q l l o debajo del H e r m a n o Man¬
la ciudad del C u s c o tenía la forma de un o t o r o n g o , de un t i g r e , ko K a p a q y e n v i á n d o l o s al c e r r o W a n a k a w r e p a r a que allí, a sus
los c o n t o r n o s e x a c t o s del cuerpo del Dios P u m a . Y por eso ade¬ faldas, a los pies del fulgente, umbrío Qoylluriti, el incestuoso
m á s la v e n e r a b a n , c o m o Ciudad D i o s que era, c o m o C i u d a d Sa¬ falo de oro penetrara el O m b l i g o Del Mundo desplegando por
grada, nuestros antiguos. Y la F o r t a l e z a de Saqsawma, la c a b e z a fin, fiero p r e s a g i o , el c o n t o r n o de p i e d r a y de silencio de la ciu¬
del p u m a , esta c a b e z a j a s p e a d a , de p i e d r a , c o n g r e g a b a t o d a s las dad del C u s c o . E s o es lo que estoy v i e n d o , lo que he visto, le
m e m o r i a s , t o d o s los p e n s a m i e n t o s y s u e ñ o s y felonías del Cusco. digo a D o n J u a n T u e s t a , a su voz que se aleja c o n p a s o s afelpa¬
Y el p e c h o y la cabeza de la ciudad se u n í a n , h a s t a a h o r a se d o s , g a r r a s y c o l m i l l a r e s de o t o r o n g o , de p u m a . Y cae el río
unen, por m e d i o de una calle nombrada Pumakurku, La Colum¬ A m a z o n a s d e s d e lo alto de su frente de sabio. Me estoy v i e n d o
na V e r t e b r a l del P u m a . Y la cola de la ciudad de p i e d r a era de en la P l a z a de los Q e r o s , r e c t á n g u l o de tierra, p a l o s a n g r e t a l l a d o
agua, la cola del P u m a - C u s c o era el río Watanay, esa q u e b r a d a por las uñas del Sol, me estoy viendo viajar con los m e j o r e s
que sigue fluyendo sin cesar, s o n a n d o c o r r e n t a d a s hacia el puebli¬ d a n z a n t e s de los Q e r o s , bajar a C h a l l a b a m b a , entrar a Pawkar-
to de San S e b a s t i á n . . . t a m p u e n t r e c a n c i o n e s , pífanos y t a m b o r e s de los indios b o r a .

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Soñé que caminé con los Q e r o s , digo a Don Juan Tuesta breante! La ciudad se a t o r m e n t a . Los v i r a k o c h a a s u s t a d o s nos
en el caserío de la isla M u y u y . Caminé y caminamos, nosotros, miran ingresar a la P l a z a del C u s c o , a la c u e v a de hielo iridis-
los bailarines Q e r o s . D e s p u é s de c u a t r o c i e n t o s años aceptamos cente. En el c e n t r o de la Waqaypata está s o n r i e n d o la S e r p i e n t e -
regresar al C u s c o . N u e s t r a negativa dura ya c u a t r o siglos. Cua¬ D i o s - R e s p l a n d e c i e n t e d e s d e una cruz de p a l o s a n g r e , T u p a q Ama¬
tro siglos r e c h a z a m o s t o d o , en n u e s t r o p u e b l o nadie habla caste¬ ru, r e c i b i é n d o n o s . . .
llano ni viste c a s t e l l a n o ni vive c a s t e l l a n o , lo m i s m o que en la - - ¿ P o r qué t e has d e m o r a d o ? , m e r e p r e n d e e l pintor C a l v o
tierra de los a s h a n i n k a , de los c a m p a . Nosotros existimos como de A r a ú j o d e s d e el embarcadero de su fundo Shapshico, lo veo
a n t e s , c o m o s i e m p r e , sin puestos policiales ni e s c u e l a s ni parro¬ en mis v i s i o n e s , sentado atrás del h u m o de un cigarrillo largo
quias v i r a k o c h a , vestidos a p e n i t a s así con p o n c h o corto y cabe¬ y apretado, a r m a d o con hojas de t a b a c o silvestre.
llera larga los v a r o n e s , con trenzas enlutadas nuestras hembras
— Y o te e s p e r a b a para el a t a r d e c e r , me dice. H a c e más de
igual que las mujeres de la ciudad de T i n t a . . .
c u a t r o c i e n t o s a ñ o s que te e s p e r o . . .
— S a b r á s que las tinteñas, me dice D o n Juan Tuesta, me
dice el viejo W i l l a q U m u , me dice el sonriente C r i s t o de la Estre¬ P e r o en vez de e s c u c h a r l o a b r o las alas negras del cóndor
lla de N i e v e , s a b r á s que ellas, d e s d e que los i n v a s o r e s a s e s i n a r o n que me o r n a la cabeza y con los Q e r o s me a p r e s u r o sobre u n a
a su p a i s a n o T u p a q A m a r u , a La Serpiente R e s p l a n d e c i e n t e , las t r o c h a e s c u á l i d a , sobre un s e n d e r o en m e d i o del boscaje, y al¬
mujeres de T i n t a llevan lliqlla de l u t o , una m a n t a que les b a ñ a canzo a los d e m á s , a v a n z o con ellos, a b a n d o n o mis pasos hacia
la espalda, con d o l o r e s . Las t i n t e ñ a s g u a r d a n el luto más largo el p e c h o del C u s c o . .
de nuestra h i s t o r i a , 2 0 0 años de a p e n a m i e n t o . D e s d e que allá en — ¿ P o r qué te ríes así, tan f u e r t e m e n t e ? , se asusta D o n J u a n
la P l a z a de A r m a s del Cusco injusticiaron a la S e r p i e n t e - D i o s , al Tuesta. "
i n s u r r e c t o T u p a q A m a r u , y la P l a z a que e n t o n c e s se l l a m a b a Sitio- —Porque cuando lloro, lloro igual, fuertemente, con que¬
Donde-Se-Reza, v a r i a n d o una sola de las letras de su n o m b r e branto de siglos, me oigo r e s p o n d e r l e .
k e s h w a , c a m b i ó de profesión, m u d ó de soledad y se l l a m a hasta
— ¿ N o te h a b r á d e s q u i c i a d o el ayawaskha?, se a l a r m a aún
hoy día Waqaypata, S i t i o - D o n d e - S e - L l o r a , desde e n t o n c e s las mu¬
más e l - b r u j o de la isla M u y u y . P e r o no a l c a n z o a verlo en sus
j e r e s de Tinta se e n t i n t a r o n de p e n a . . .
palabras: la m a n o del A m a z o n a s las b o r r a c o n t r a el aire d o r a d o ,
Me veo, a b s u e l t o por el t r i b u n a l de los Q e r o s , a s e d i a n d o las a mis e s p a l d a s . Y en m e d i o del t e r r o r de los n o t a b l e s de la ciu¬
c u m b r e s que c i r c u n d a n al C u s c o , conquistando con ellos la ca¬ dad del C u s c o , t e n d e r o s t e m b l a n d o detrás de sus b a l a n z a s y de
b e z a del cerro W a n a k a w r e . El viejo Willaq U m u o r d e n a dete¬ sus monederos, tukuyrikuy, verdugos, allqorunas, todos arredilan¬
nernos. Los danzantes descubren sus frentes y s o l l o z a n . A lo do remordimientos y tardías culpas en un solo pavor, en un
lejos, abajo, s u e n a n las luces de la C i u d a d - P u m a , la C i u d a d Sa¬ r e m e c i m i e n t o de c á r c e l e s , h o t e l e s , iglesias y m a n s i o n e s y b u r d e -
g r a d a de los i n k a s . D e s p u é s de c u a t r o c i e n t o s a ñ o s r e g r e s a m o s a ies de invasores, después de cuatro siglos regresamos, estamos
c o n t e m p l a r el C u s c o . A un gesto del S u m o S a c e r d o t e nos desba¬ r e g r e s a n d o , y nos a p o d e r a m o s c a n t a n d o de la P l a z a , c a n t a n d o la
r r a n c a m o s b a i l a n d o , s o p l a n d o pífanos, c a s t i g a n d o t a m b o r e s fabri¬ m o v e m o s , r e t o r n a m o s el C u s c o h a s t a las selvas, p i e d r a por pie¬
cados con piel de t r a i d o r , s o p l a n d o flautas y qenas h e c h a s con dra, silencio p o r silencio, c a n t a n d o . C o n c a n c i o n e s lo t r a n s p o r t a ¬
h u e s o s de t r a i d o r , hacia el p e c h o del P u m a de p i e d r a . ¡Entramos mos, bailando. Con icaros, con canciones mágicas, con bubin-
en triunfo de danzas, nuestras cabezas adornadas con wapapas zanas, lo m o v e m o s , p e n s a n d o . . .
y garzas d i s e c a d a s , s o m b r e r o de alas negras p u n t e a d a s de ama¬
rillo cuyo cuello se alarga por n u e s t r a e s p a l d a , c e r r a d o el pico
en sangre, ya p a r a qué d a r d e á n d o n o s la cintura v i c t o r i o s a y cim-

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¡as hembras que no pueden tener hijos


paren un arcoiris

Vi t a m b i é n una roca t a m a ñ o de una ¿ a s a t o d a e n v u e l t a de mus¬


go y de bejucos p e r o sólo en su c i m i e n t o , en su falda, h o r i z o n t e
de tierra c o y u n t a d o a la tierra. La e n t r a d a de la r o c a era corti¬
na de a g u a s . ¡El agua c u b r í a , c o m o c a t a r a t a a m o r d a z a d a , cayen¬
do desde el suelo hacia el c i e l o , la boca de la p i e d r a ! Y yo esta¬
b a s e n t a d o , allí, m i r a n d o . V i , sobre l a r o c a , u n o s h o m b r e s que
h a b l a b a n en silencio, en s o m b r a , las voces y los ojos d e t e n i d o s
p o r el caer del sol. L l e v a b a n c a b e l l o l a r g o , una o dos h u m a r e ¬
das de t r e n z a s , el p o n c h o b r e v e c o m o el p a n t a l ó n c e ñ i d o a las
r o d i l l a s , y c o n v e r s a b a n en un q u e c h u a que no sabré j a m á s .
— E s t e es el T e m p l o del Arcoiris, dijo d e s d e arriba de la
roca, e n mis visiones, una cara que recuerdo aunque tampoco
he visto n u n c a . Y ensañando sus ojos en d i r e c c i ó n del sol que
se d e s a n g r a b a :
—Aquí v i e n e n las h e m b r a s que no pueden, a t r a v i e s a n des¬
calzas esa p u e r t a de agua, e n t r a n c u a n d o casi es de n o c h e p e r o
aún es de día. m i e n t e el cielo. Sólo al siguiente a m a n e c e r salen
las h e m b r a s l u e g o de haber p a s a d o toda la n o c h e d e n t r o de la
p i e d r a , d e s p u é s de h a b e r c o n o c i d o la soledad sin color ni c a l o r ,
la v e r d a d e r a s o l e d a d del a r c o i r i s . Y ya salen p u d i e n d o . Toda
h e m b r a que no p u e d e , de aquí sale p u d i e n d o . .
Y volteando el rostro hacia 'a noche que venia rodando
desde el P a l a c i o de! Inka Sinchi R o k a . aquí en el p o b l a d o que

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Y él, recogiendo las panguanas y los huevos, empezando
Je llaman C h i n c h e r o s , a una larde de la ciudad del C u s c o , m i r a n - a subir p o r la h o n d o n a d a ;
do hacia la noche que iba c a m i n o del río W i l l k a n o t a . el R í o Sa- — S e r á p o r q u e has p e r d i d o tus p o d e r e s , te los h a b r á n qui¬
grado que pasa cerca y t o d a v í a a d o l e s c e n t e , sin n o m b r e de U r u - tado. . .
bamba todavía:
—¡Usted puede icarame, magnetizarme, protegerme!, recla¬
—Sí, las h e m b r a s que no p u e d e n salen pudiendo de aquí. mé. ¡Usted p u e d e s a c a r m e el d a ñ o !
Y los crios que ellas t i e m p o después conciben, los goces que —Todo es merecimiento, me e s c u c h é decir d e s d e el brujo
conciben, son c o n o c i d o s c o m o Hijos del A r c o i r i s . . . que se alejaba j a d e a n d o , a p o y a d o en su b a s t ó n de plata talabar¬

Vi que desde lo alto de la h o n d o n a d a , porque esa roca t e a d a que p r e ñ a b a a la tierra. E r a otra vez de n o c h e . Y de día

crece en la h o n d o n a d a que c o n d u c e del Palacio del I n k a hasta otra vez. N u e v a m e n t e de noche. Me c o n f u n d i e r o n , era día y

el río W i l l k a n o t a , vi que a p a r e c í a un viejo muy viejito apoyán¬ era n o c h e al m i s m o t i e m p o , me i b a n c o n f u n d i e n d o mis v i s i o n e s .

dose en una vara de bambú coloreado que agujeaba la t i e r r a , Vi un n e g r o que t o s í a , o que l l o r a b a sangre bajo el m a r , y el

bajaba l e n t a m e n t e con una pareja de p e r d i c e s , de esas que llaman mar s o n a b a c o m o un cajón m u s i c a l . Vi que no era un cajón y

panguanas, entre los brazos llenos de sajaduras cargaba a las no era el mar: era un manguaré b l a n c o , de lupuna, de l u n a , y

perdices. Y ya cerca de mí, no me m i r a b a , veía a t r a v é s mío s o n a b a en el fondo del río A m a z o n a s . Y el n e g r o se l l a m a b a

las cortinas de agua. ¡Visiones, e m p i e c e n ! , gritó. Al conjuro de N a r o w é y tenía la cara y la voz y las m a n o s de D o n Javier. Y

su voz rugosa vi c ó m o la p a n g u a n a h e m b r a e n t r ó a la roca, p a s ó e n t r a b a a su cajón d a n d o b r a z a d a s c o m o quien e n t r a al mar o a

bajo las aguas que llovían de la tierra hacia el c i e l o , se perdió' la m u e r t e o a un s o ñ a r s i n f o n d o z a m b u l l é n d o s e j u n t o a una wapa¬

en la p e n u m b r a h ú m e d a y m u s g o s a de la cueva de n i e v e . ¡Qoy- pa, uno de esos pájaros c a r n i c e r o s que comía sin p r e s t a r l e aten¬

iluriti!, gritó el viejo. Y vi que nos e n c o n t r á b a m o s en el siguiente ción ni m i e d o . ¡Hace c u a t r o siglos que no t o c o el cajón! gritaba.

día, la tarde a n t e r i o r se había u n i d o a esta m a d r u g a d a s a l t a n d o ¡Y no voy a t o c a r l o nunca más!, golpeando a la luna con un

por encima de la n o c h e , i g n o r á n d o l a , e x t r a v i á n d o l a p a r a siempre ramal de p a l o s a n g r e . Vi t a m b i é n el d i s t a n t e s o n i d o de dos cajo¬

en el t i e m p o sin t i e m p o . P e r o n o : la noche se h a b í a ido río abajo, nes j ó v e n e s que en lugar de s o n a r se m a l h e r í a n . Vi al cajón

al Willkanota, más abajo, al W i l l k a m a y u , m á s abajo t o d a v í a , al m a c h o d i s o l v e r s e p o r entre la b o c a de un a r r o y o m i e n t r a s el cajón

U r u b a m b a , c a m i n o de las selvas. La p a n g u a n a h e m b r a salió de h e m b r a s o l l o z a b a , m a l d e c í a , se e n t r e g a b a al c o n s u e l o de una ho¬

¡a toca y p u s o c i n c o huevos en el lugar que yo o c u p a b a , en el g u e r a en la n o c h e . P o r q u e ya e r a de n o c h e nuevamente. Y me

sitio de mi c u e r p o invisible, sobre la tierra que la t i e r r a no sabía c o n t r a d e c í a n mis visiones. E r a la m a d r u g a d a . Vi que dos g o t a s

que yo estaba p i s a n d o , sin v e r m e . Y la p a n g u a n a m a c h o v o l ó dulces, luminosas como llanto de c a ñ a , se desprendían de la

desde los b r a z o s del viejo y se sentó e n c i m a de los h u e v o s . Y vi c o r t i n a de a g u a que cubría la r o c a y venían v o l a n d o y se posa¬

entonces que yo era la p a n g u a n a e m p o l l a n d o . ban en mi ojo d e r e c h o . O t r a s d o s gotas b r o t a r o n m á s d u l c e s to¬


davía y se s u m e r g i e r o n a l e t e a n d o d e n t r o de mi ojo i z q u i e r d o .
—El m a c h o es quien e m p o l l a , sentenció el anciano.
Y no p u d e ver m á s . Me d e s p e r t é .
Y vi que yo le decía:
— ¿ P o r qué n o p u e d e v e r m e usted, m a e s t r o ?
—El m a c h o es quien e m p o l l a , volvió a decir a solas, sin
oírme ni v e r m e .

Y y o , el sitio que era y o , t e r c a m e n t e y en l l a n t o :


— ¿ P o r qué no p u e d e v e r m e , si yo me he vuelto invisible
ú n i c a m e n t e p a r a que usted me vea . . .?

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no en vano esos árboles


se llaman palosangre

El b i m o t o r n o s dejó en A t a l a y a con las ú l t i m a s luces. Volamos


dos h o r a s d e s d e P u c a l l p a , a c o s a d o s en lo alto por ventiscas y
a m e n a z a s de lluvia. A b a j o , en u n a e s p a c i o s a a v e n i d a que man¬
c h a b a el boscaje o b s t a c u l i z á n d o s e con p a s t o s a m a r i l l o s y mato¬
rrales polvorientos, dos h i l e r a s de lámparas a petróleo demar¬
c a b a n la p r e c a r i a pista de aterrizaje. Al d e s c e n d e r de la a v i o n e t a
oscureció del todo. Ú n i c a m e n t e la luz rojiza de las lámparas
p e r m i t í a el s e n d e r o h a c i a el p o b l a d o p e r f i l a n d o siluetas de pasa¬
jeros y árboles. A n d a m o s dos k i l ó m e t r o s c a r g a n d o n u e s t r o s equi¬
pajes h a s t a el c e n t r o del c a s e r í o : c i n c o mil h a b i t a n t e s entre pes¬
cadores abatidos, funcionarios estatales, niños pálidos, madere¬
ros en d e s g r a c i a , o b e s o s c o m e r c i a n t e s y g a n a d e r o s h o s c o s y calles
y j i r o n e s de fango resecado.
—¡Wínchesters contra flechas, imagínese usted, armas de
repetición contra lanzas de palo! — s e exalta en Atalaya, recor¬
dando, el g a n a d e r o español A n d r é s Rúa.
A siete h o r a s del p o b l a d o si el viaje es en p i r a g u a , r e m a n d o
sin c o n t r a r i a r al Ucayali, un profundo riachuelo entra al gran
río inesperadamente desde la orilla izquierda flanqueado por
dos hileras de á r b o l e s p l a c e n t e r o s de s o m b r a y férreos de c o r t e z a ,
m á s t e r c o s que el a c e r o y m á s b r i l l a n t e s : vetas del c o d i c i a d o p a l o -
sangre en c u y a piel se astillan las hojas de los aserraderos, aun
las d e n t a d a s c o n d i a m a n t e .

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Ese c a u d a l b r i o s o que c o r t a al b o s q u e rojo es e! Unine. De fieles. La a s h a n í n k a d e s p o s a d a no m i r a m á s los ojos de nadie
un verdegris mohoso es la corteza del palosangre, algo más de que no sea su m a r i d o . Sólo es factible p o s e e r l a a la fuerza. Y
diez metros de tronco adelgazado y limpio de ramajes. El río cuando ello o c u r r e , casi siempre debido a alguna incontrolada
Unine nace arriba, más allá de esas cumbres arboladas, en ei Guarnición de s o l d a d o s , la a s h a n í n k a v i o l a d a se suicida.
c e n t r o de una p l a n i c i e c o n o c i d a c o m o El G r a n P a j o n a l : cien mil Ú n i c a m e n t e los brujos c a m p a , los k a t z i b o r é r i , y con m a y o r
kilómetros cuadrados de meseta selvática hasta hoy inviolada, d e r e c h o los e x p e r t o s en fumar el t a b a c o , los s h i r i m p i á r e , c o n o c e n
allí h a b i t a n las i n v e n c i b l e s , h o s p i t a l a r i a s , feroces y d i s p e r s a s fa- el v e n e n o con que esos g u e r r e r o s u n t a n la p u n t a de sus flechas,
milias de los a s h a n í n k a . L o s a s h a n í n k a , a quienes los e x t r a ñ o s los d a r d o s de sus e x t e n s a s c e r b a t a n a s . Es tósigo que m a t a sin
c o n o c e n c o m o campas. D e s d e el Gran Pajonal, p o r este mismo d o l e n c i a y e n b r e v í s i m o p l a z o , dice D o n A n d r é s R ú a . No pro¬
Unine descendieron barbudos, fatigados, portando sospechosas viene del curare ni de n i n g u n a o t r a s u s t a n c i a b a s a d a en la pon¬
armas y vestimentas y colores de pieles y ojos y cabellos, allá z o ñ a que se e x t r a e de las v í b o r a s . Al p a r e c e r los hechiceros
por 1965, rumbo a las m o n t a ñ a s de M e s a P e l a d a en el C u s c o , ashanínka r e c u r r e n a un p r e p a r a d o de tohé, esa flor a c a m p a n a d a
los g u e r r i l l e r o s c o m a n d a d o s por L u i s De La P u e n t e . E l l o s con¬ y m a r f i l e ñ a c u y a esencia o c a s i o n a un s u e ñ o i n v u l n e r a b l e y dulce
fiaban en que los a s h a n í n k a , sin d u d a los más d i e s t r o s e insu¬ y c o n g e l a la sangre.
r r e c t o s de la selva p e r u a n a , los a c o m p a ñ a r í a n en su e m p e ñ o .
Burlado por el a m a w a k a Ino M o x o , el ashanínka Inganíteri
—Nadie quiso seguirlos, dice Don Andrés Rúa.
c o n v o c ó a sus p r i n c i p a l e s de t o d o El G r a n P a j o n a l y en infinitas
Los e s c a s o s que lo hicieron, creyendo descender a tierras
piraguas, las mejillas pintadas con wito, con achiote, con kara-
tibias d e s d e las e n s e l v a d a s planicies del Gran Pajonal, en reali¬
wiro y s a n g r e , cientos de guerreros asomaron por la boca del
dad descendieron a la muerte. Los palosangres jrondean sola-
U n i n e , d e s c e n d i e r o n entre Tas v e r e d a s de p a l o s a n g r e s , ellos y sus
mente, y sin exceso, en lo alto, entreabriendo un barullo de hojas
mujeres d a n d o g r i t o s a g u d o s , e n t r a r o n al U c a y a l i r i e n d o a gran¬
lustrosas y envanecidas. También me informan que hace mucho
des v o c e s , a m e n a z a n d o y c a n t a n d o , p e n e t r a r o n p o r e l U r u b a m b a
t i e m p o h u b o un d e s a p i a d a d o conflicto entre los ashanínka y la
hacia el I n u y a , l l e g a r o n al M a p u y a , c r u z a r o n por el b o s q u e h a c i a
n a c i ó n a m a w a k a del gran brujo I n o M o x o . Que Ino M o x o , ya
el M i s h a w a y casi c o n s i g u i e r o n lo que no h a b í a n p o d i d o los inva¬
heredero próximo del jefe amawaka Ximu, raptó a una de las
sores b l a n c o s : aniquilar a la n a c i ó n a m a w a k a . De un verdegris
t r e i n t a e s p o s a s de un curaca l l a m a d o I n g a n í t e r i .
mohoso es la corteza del palosangre, algo más de diez metros
Los ashanínka, los campa, sólo saben combatir frente a de tronco adelgazado y limpio de ramajes: solamente jrondea, y
frente, dice e l m a d e r e r o Carlos M a l d o n a d o . N u n c a surgen con sin exceso, en lo alto, entreabriendo un barullo de hojas lustrosas
armas o pendencias desde la sombra, emboscados en noche o y envanecidas. Pero estos palosangres del Unine, incomprensi-
en boscajes a t ó n i t o s . Y son inigualables t e n s a n d o el a r c o o s c u r o , blemente viudos de corteza, .exponen a los ojos esa insolencia
a f i a t a d o en d u r a s l á m i n a s de pona m a d u r a . En el aire de las roja de la que toman nombre. D e s p u é s de s e m a n a s de guerrear
batallas francas se mofan c a p t u r a n d o con la mano las flechas sin d e s c a n s o , c u a n d o los a m a w a k a se h a b í a n r e d u c i d o a trescien¬
enemigas o esquivándolas a un giro imperceptible del cuerpo, tos v a r o n e s , Ino M o x o , o b l i g a d o p o r su jefe X i m u , reintegró a
a p r i s i o n á n d o l a s e n t r e los b o r d e s de sus cushmas. Y sus h e m b r a s , I n g a n í t e r i su t r e i n t a v a mujer. D i c e n que o b e d e c i é n d o s e , antes de
esas i n q u i e t a n t e s y d i m i n u t a s y silenciosas h e m b r a s de ojos que i n g r e s a r a El G r a n P a j o n a l , tierra de sus m a y o r e s , la e s p o s a de¬
se a t e m o r a n en la c a r a c o b r e ñ a , c a d e r a s que p a r e c e n aceitadas, n i g r a d a se dio m u e r t e c l a v á n d o s e en el vientre un d a r d o de tohé.
o n d u l a n t e s bajo el faldellín pintado, esas mismas mujeres que Es que estos palosangres del Unine, viudos de corteza, exponen
h a c e n el a m o r con quien las place desde los diez, nueve, doce a los ojos y a los aires esa insolencia roja de la cual toman nom¬
a ñ o s de e d a d , u n a vez que se casan se vuelven d e s e s p e r a d a m e n t e bre. O t r o s a f i r m a n que tal h i s t o r i a es falsa, que no fueron los

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a s h a n í n k a sino los c a u c h e r o s b l a n c o s q u i e n e s , con el m e n t i r o s o T o d o s los a ñ o s , al r e s o n a r la é p o c a de l l u v i a s , los jefes a s h a -


p r e t e x t o de c o m b a t i r el c a n i b a l i s m o , m a s a c r a b a n sin tregua a los nínka se r e ú n e n en algún r e c o v e c o del G r a n P a j o n a l , p o s i b l e m e n -
nativos. te en las p r o x i m i d a d e s del C e r r o de La Sal, dice Stéfano V á r e s e ,
cerca a la c i u d a d de S a t i p o , d e s e n t i e r r a n la e s p a d a que les legó
— ¡Wínchesters contra flechas, imagínese usted, armas de
Juan Santos A t a o Wallpa y se d e d i c a n a e s p e r a r l o días y días y
r e p e t i c i ó n c o n t r a lanzas de p a l o , y sólo p a r a d e s p o j a r a los indios
n o c h e s sin d o r m i r . Al fin, c u a n d o lo ven c r u z a r el cielo b l a n -
de sus t i e r r a s llenas de á r b o l e s de c a u c h o ! . . .
d i e n d o un r e l á m p a g o en la m a n o d e r e c h a , r e s i g n a d o s , los princi¬
pales c a m p a h a c e n p r o m e s a de j u n t a r s e o t r a vez el año siguien¬
Y m á s c o s a s me dicen de los c a m p a . Q u e son n ó m a d e s hace
te, a t r o n a n d o las p r i m e r a s l l u v i a s , para continuar a g u a r d á n d o l o .
s i e m p r e , a n t e s que los b l a n c o s existieran, d e s d e que un i n a b a r c a -
P o r q u e según afirman, dice C a r l o s M a l d o n a d o , c u a n d o J u a n San¬
ble o t o r o n g o n e g r o cayó de lo alto del G r a n P a j o n a l y los disper-
tos A t a o W a l l p a r e g r e s e , los a s h a n í n k a v o l v e r á n a s u b l e v a r s e bajo
só. Q u e a lo más cada dos a ñ o s c a m b i a n de sitio su lugar,¡ su
su mando y vencerán a los conquistadores y devolverán la liber-
v i d a , q u e m a n t o d o : la chacra con s e m b r í o s , los c a m i n o s abiertos
tad y la tierra a todos los yndios del Rey no del Perú.
a m a c h e t e , las dos c a b a n a s l e v a n t a d a s a pulso: la kaápa desti-
n a d a a los h u é s p e d e s , p r i m e r a c a s a que edifican, y el tantoátzi T o d o e s o , y m á s , m á s que el r a p t o y el p o s t e r i o r suicidio de
d e s p u é s , m o r a d a que o c u p a r á su familia, y d e v u e l v e n así lo que la t r e i n t a v a e s p o s a de I n g a n í t e r i , m á s que la i n m i n e n c i a de San¬
p o r cierto t i e m p o p r e s t a r o n a la selva, r e s t a b l e c e n la paz con el tos A t a o Wallpa, recogí en los alrededores de A t a l a y a merced
paisaje y su p r o p i a a r m o n í a con la n a t u r a l e z a . Luego marchan a conocencias de mi tío el p i n t o r C a l v o de A r a ú j o , gentes que
a o t r o e s p a c i o del G r a n Pajonal y c o m i e n z a n de n u e v o : queman con él habían compartido todo, t o d o El Gran Pajonal, y que
el b o s q u e i m p e n e t r a b l e , abren sitio p a r a sus n u e v o s sembríos y a h o r a , a b o l i d o el í m p e t u de a v e n t u r a por la n e c e s i d a d y p o r los
viviendas. Y no hacen todo eso p o r c a p r i c h o , dice C a r l o s Mal¬ años, engordaban vacunos sobre los pastizales que se e x t i e n d e n ,
d o n a d o , no lo hacen por i g n o r a n c i a , c o m o p e n s á b a m o s los civili¬ abiertos p o r los c a m p a con fuego y con m a c h e t e , a a m b o s l a d o s
zados. H a c e m u y reciencito, dice D o n A n d r é s R ú a , esos estudio¬ del U n i n e , tras los l l a m e a n t e s b o s q u e s de p a l o s a n g r e .
sos que c r e o se n o m i n a n e c ó l o g o s , han d e s c u b i e r t o lo que los — ¡Salieron a pelear p o r una hembra pero no siguieron a
a s h a n í n k a c o n o c e n desde siempre: que esa es la m a n e r a más ade¬ los g u e r r i l l e r o s ! , dice C a r l o s Maldonado.
cuada y sabia de fecundar la tierra de estas t i e r r a s , porque es
No t e n í a m o s t i e m p o de r e m o n t a r las a g u a s del U n i n e e in-
b l a n d a , débil es la tierra de p o r estos n u e s t r o s l u g a r e s , y no resis¬
t e r n a r n o s en el país a s h a n í n k a . N u e s t r a m e t a se h a l l a b a al r u m b o
te la p r e ñ e z i n i n t e r r u m p i d a , necesita d e s c a n s o , a b o n o y d e s c a n s o .
o p u e s t o , e n t r e los s o b r e v i v i e n t e s de la no m e n o s fabulosa n a c i ó n
La ceniza que p r o d u c e el c a m p a al a b a n d o n a r l a , no es de pere¬
amawaka.
c i m i e n t o sino de nueva vida. Es p o r eso t a m b i é n que ellos sepul¬
t a n a sus m u e r t o s a flor de t i e r r a , e n v u e l t o s en una d o b l e capa
Andamos dos kilómetros cargando nuestros equipajes hasta
de c a l , p a r a que fecunden y p r o s i g a n y no se m u e r a n j a m á s . Y
el centro de Atalaya. En el único baño del Gran Hotel De
me d i c e n que ni los inkas ni los c o n q u i s t a d o r e s e s p a ñ o l e s ni los
Souza nos d u c h a m o s ya a o s c u r a s p i c o t e a d o s por el z a n c u d e o y
m i s i o n e r o s ni los estudiosos ni los ejércitos a c t u a l e s han conse¬
pisando alimañas. Amaneciendo d e j a m o s el h o s p e d a j e con la
g u i d o s o m e t e r a los campa. Q u e p o r el año 1742 un jefe suyo
i n t e n c i ó n de d i r i g i r n o s al p u e r t o p e r o d e b i d o a los amigos de mi
llamado Juan Santos A t a o W a l l p a s e rebeló c o n t r a e l Imperio
primo César Calvo y a sus i n a c a b a b l e s agasajos a r r i b a m o s tras¬
Español p r o c l a m á n d o s e Rei de todos los yndios del Perú. Y que
tabillando al embarcadero, rebosantes de cerveza San Juan y
l o s c a m p a , hoy en día, siglos d e s p u é s de la d e s a p a r i c i ó n de San¬
t e c h a d o s p o r el sol de m e d i a t a r d e . Un furor de lluvias nos a c o g i ó
tos Atao Wallpa, todavía l o siguen esperando.
en el a g ó n i c o m u e l l e r í o de t a b l a s a f i r m a d a s a la r i b e r a i z q u i e r d a

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del U c a y a l i . Allí, entre p a i s a n o s g u a r e c i d o s bajo m a n g u a l e s co¬ burlar c o n t r a d i c t o r i a s aguas, venenosas nubes que b l a n q u e a n de
p o s o s y p a l m e r a s frutecidas de aguajes, C é s a r se r e e n c o n t r ó con g o l p e , hay que s o r t e a r c a d á v e r e s de g i g a n t e s c o s p e c e s y de tron¬
su h e r m a n o I v á n , o s c u r o él y c a l l a d o , quien e v i d e n c i a b a en piel cos punzantes, waqraponas, muwenas, masarandubas y cedros
y gestos una h e r e n c i a indígena q u e , supe d e s p u é s , le venía por t a l a d o s por la c ó l e r a de los riachos y e n c a d e n a d o s a la ú l t i m a
m a d r e y afloraba a sus ojos c ó m o un a c e c h o h u r a ñ o : Iván Calvo correntada. H a y que saber e s c u c h a r a I v á n y a I n s a p i l l o en cu¬
aportó a nuestra e x p e d i c i ó n la experiencia de un amigo suyo yas voces v u e l v e n a lo real las fábulas de la n o c h e selvática, los
l l a m a d o Félix I n s a p i l l o , p e s c a d o r l u g a r e ñ o más o s c u r o y callado a p a r e c i d o s , los d e s a p a r e c i d o s , los a n i m a l e s de los c u e n t o s oscu¬
todavía. r o s , m u c h a c h a s que g i m i e r o n bajo el río v i o l a d a s por un delfín
colorado. Y hay que saber d o r m i r , ojos a b i e r t o s y e s c o p e t a lista,
Gracias, o desgracias, a Félix Insapillo, pudimos alquilar
alertas al pisar más inocente d e s p u é s de h a b e r d e s p e l l e j a d o un
a q u e l l a m i s m a t a r d e una p i r a g u a con m o t o r fuera de b o r d a , sos¬
mono enorme y haberlo cocinado y d e v o r a d o r o s a d i t o lo m i s m o
p e c h o s o t r o n c o v a c i l a n t e que casi naufraga frente al p u e r t o , ape¬
que n o s o t r o s s i n t i e n d o a p o c o s m e t r o s el b r a m i d o de los l e n t o s
nas e m b a r c a d o s , c u a n d o un oleaje nos lanzó c o n t r a ese p e d r e g a l
l a g a r t o s en el a g u a fangosa c o m o t r o n c o s f l o t a n d o j u n t o a tron¬
d i s i m u l a d o en el c e n t r o del río. S e m i h u n d i d o s de fango, patea¬
cos roídos por ese musgo azulverdedorado mientras el tunchi
dos por las p i e d r a s r e d o n d a s y casi l l e v a n d o en a n d a s a n u e s t r a
pasa silbando cerca anunciando que alguien acaba de morir o
e m b a r c a c i ó n , C é s a r , I v á n , I n s a p i l l o y yo nos o p u s i m o s largo rato
va a morir hoy día y s u e n a n e n t r e los c h i c o z a l e s p i s a d a s de maja-
a la c o r r i e n t e , v i m o s p a s a r un a n i m a l que forcejeaba en v a n o ya
ees, centenas de familias de majaces, aquellos gordos roedores
a r r a s t r a d o por el U c a y a l i , i n s i s t i m o s con la p i r a g u a a cuestas,
p a r d o s l u n a r e a d o s de b l a n c o , de n e g r o , sin color, en la p e n u m b r a .
l o g r a m o s c o n d u c i r l a hasta el a m p a r o de un islote c e r c a n o y nos
t u m b a m o s bajo el último sol, empapados y exhaustos. Tras
La n o c h e cae s o n a n d o e x t r a ñ a m e n t e igual que un gigantes¬
ínfimo descanso sustituimos la hélice del motor, cuyo bronce
co árbol c a r b o n i z a d o . He a p r e n d i d o ya a s e p a r a r , d e t r á s de los
deforme se había hecho trizas entre aquellos guijarros camu¬
r u m o r e s del boscaje y del río, ese i n m e n s o silencio r a s g u ñ a d o : la
flados, y p r o s e g u i m o s a c o n t r a c o r r i e n t e hacia el U r u b a m b a que
noche. Pero distingo ahora: algo que no es el viento insiste u n a
s o n a b a a lo lejos i m p o n i e n d o su c a u d a entre las islas c o l o s a l e s .
y otra vez con suavidad, como si alguien e s t u v i e r a r e s t r e g a n d o
No avanzamos demasiado. La e s c a s a luna y los t r o n c o s desme¬
un pliego de papel celofán c o n t r a la gasa de los m o s q u i t e r o s .
didos que suelen venir bajo el río, esos tornillos-negros capaces
Me i n c o r p o r o con a p r e h e n s i ó n , o t e o en la s o m b r a , busco a mis
de v o l c a r e m b a r c a c i o n e s más a s e n t a d a s que la n u e s t r a , nos obli¬
p i e s , t o c o a l i v i a d o la cintura de mi e s c o p e t a . Insapillo, junto a
g a r o n a a c a m p a r en una playa a n g o s t a , salpicada de arena que
m í , ni se m u e v e . Yo afilo t o d o el c u e r p o , alerta e n t r e lo o s c u r o
b r i l l a b a igual que n i e v e , en la j u n t u r a del Ucayali con el U r u -
y ese rozar sin n o m b r e .
bamba. Plantamos palos: uno robusto para asegurar la canoa,
—No hagas caso, son vampiros nomás —oigo que dice
los d e m á s p a r a t e n s a r las c a r p a s de n u e s t r o s m o s q u i t e r o s trans¬
Iván.
parentes. I n s a p i l l o se ofreció de c e n t i n e l a . D o r m i m o s , no dor¬
—¿Cómo? —se consterna mi primo César.
m i m o s , así t o d a la n o c h e , y el a m a n e c e r ingresó p r e o c u p á n d o n o s ,
I n s a p i l l o dijo que el cielo tenía c a r a de llover. E r a el 27 de j u n i o — S í , p u e s , esta es zona de v a m p i r o s g r a n d e s . Sólo tienes
de 1977. D e s a r m a m o s nuestro exiguo c a m p a m e n t o , embolsamos que d o r m i r bien al c e n t r o del m o s q u i t e r o , si te pegas a la tela
en p e d a z o s de tela e m b r e a d a el fusil, las e s c o p e t a s , los m a c h e t e s , seguro que t e sangran...
y o c u p a m o s a p u r a d a m e n t e la p i r a g u a que t e m b l a b a en la orilla.
Y se calló de s ú b i t o . E s c u c h é t o d a la n o c h e sus r o n q u i d o s .
L a s siguientes j o r n a d a s d a r í a n la razón a C a r l o s M a l d o n a d o , Y el aliento de p i e d r a de Félix I n s a p i l l o t e n d i d o a mi l a d o . Y
p o r q u e p a r a llegar hasta Ino M o x o , al país amawaka, hay que ese aleteo e m p e c i n a d o a s e d i a n d o las c a r p a s . . .

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— E s t a m o s cerca — d i c e , y a e s otra m a ñ a n a , Félix I n s a p i l l o ees habitaba una nimia cabana trente al río U t u q u i n í a , a dos
después de m a l d o r m i r , r e c o n f o r t á n d o n o s en la luz n e b l i n o s a que j o r n a d a s de P u c a l l p a . R e c i b i ó la s o r p r e s i v a visita de C é s a r .
va m o s t r a n d o a t r á s , d e s c o r r i é n d o s e , la c o p a de los a m p l i o s yaku- — T e has d e m o r a d o — l e dijo e n e l y a n o c t u r n a l embarca¬
shapanas, la g r e ñ a de los canela-muwenas y otros altivos árboles, d e r o , s e n t a d o t r a s el h u m o de un cigarrillo lento y l a r g o , mode¬
y los b a r r a n c o s m a r r o n e s y p o r f i a d o s que las a g u a s e m b a t e n , em¬ lado con t a b a c o silvestre.
balen y abandonan como paisaje roto, flanco de animal mile¬ — Y o t e e s p e r a b a antes que o s c u r e c i e r a .
nario, dejando su e n t r e v e r o de p u n t a s de r a í c e s angustiadas al —Tuve que hacer un alto para comer algo —se excusó
aire. No a t e n d i m o s a F é l i x I n s a p i l l o q u i e n se desgañifaba ase¬ César, i n t r i g a d o p u e s no había él a d v e r t i d o a n a d i e acerca de su
g u r a n d o que esas huellas b r o t a d a s entre los a r b u s t o s y acentua¬ viaje.
das en la a r e n a , p a s o s que se p e r d í a n sin s e n t i d o en el agua, no — A n o c h e te s o ñ é , soñé que llegabas al atardecer, ¿no lo
eran de m a j a z , m e n o s de a ñ a z , aquel casi z o r r i l l o de la selva, y dije? — r e m a r c ó el pintor d i r i g i é n d o s e a su c o m p a ñ e r a de esos
t a m p o c o p i s a d a s d e r o n s o c o , ese o t r o r o e d o r g i g a n t e , p a r i e n t e des¬ meses.
deñado por los cerdos salvajes, sino las huellas diabólicas del
— A s í ha sido, pues - — c o r r o b o r ó ella, bajita, de piel d u r a y
chullachaki. ¡Chullachaki!, advertía Insapillo, ¡Chullachaki! que
oscura, menos que su mirada fugitiva—. Tu vejez me ha des¬
en i d i o m a q u e c h u a significa u n - s o l o - p i e , pie ú n i c o . Según nues¬
p e r t a d o a n o c h e , dijo a C é s a r , me ha d e s p e r t a d o d i c i e n d o m a ñ a n a
tro guía, el c h u l l a c h a k i había estado r o n d á n d o n o s , el d e m o n i o
viene C é s a r , a n t e s que sea s o m b r a va a l l e g a r . . .
de los b o s q u e s , buscando s o r p r e n d e r n o s esa n o c h e . Acaso el
ánima m a l d i t a , el ánima sola, se nos había metido dentro del El pintor Calvo de A r a ú j o vivía en aquel t i e m p o con d o s
s u e ñ o , a c a s o nos h a b í a c a m i n a d o c o n sus p a s o s e q u í v o c o s , disfra¬ de sus hijos m e n o r e s : Ángel e Iván. C é s a r t r o p e z ó con la in¬
zado de h u m a n o pero sin l o g r a r o c u l t a r n u n c a su pie derecho, franqueable h o s t i l i d a d de a m b o s . Días d e s p u é s logró entender¬
ese que deja h u e l l a s i m p o s i b l e s , d e f o r m e s c o m o g a r r a de tigre o los. Ya p i n t a d o p o r el sol del U t u q u i n í a , t o s t a d o p o r esa reso¬
c o m o casco de v e n a d o m a l o . . . C é s a r asentía con la b a r b i l l a a lana que r e b o t a en los l a g o s , p e s c a b a s e m i d e s n u d o en la orilla
los c u e n t o s n e r v i o s o s de Félix I n s a p i l l o . Yo no le di importan¬ c u a n d o se le a c e r c ó una s o m b r a , I v á n , y p u s o su b r a z o oscíuro
cia, atento c o m o estaba al r e g r e s o de Iván que se h a b í a interna¬ j u n t o al c u e r p o ya o s c u r o de C é s a r , c o m p a r ó los c o l o r e s y sonrió:
do algunas h o r a s a n t e s , t o d a v í a bajo la o s c u r i d a d , c a r g a n d o con — ¡Ahora sí eres mi hermano!
un solo c a r t u c h o su e s c o p e t a de c a z a , p e t u l a n t e , a s e v e r a n d o que
E i n c o r p o r á n d o s e de un s a l t o , h a b i t a d o por alegrías desme¬
no requería más para p r o p o r c i o n a r n o s un feliz d e s a y u n o .
s u r a d a s , lo c o n v i d ó a m o n t e a r . C a r g a r o n dos l a n z a s , una esco¬
César m e h u b o a n t i c i p a d o ciertos rasgos d e I v á n : caminaba peta vieja, m e d i a d o c e n a de c a r t u c h o s , y con eso y sus c u e r p o s
descalzo y sin ruido en lo difícil del m o n t e , p o r s o b r e los espi¬ jubilosos a g o b i a r o n una p i r a g u a tan corta como angosta. Iván
nos y bejucos r e s e c o s , sabía olfatear en las hojas c a í d a s el p a s o
iba d e l a n t e m e t i e n d o de c o s t a d o el r e m o d e n t r o del agua y sa¬
de los j a b a l í e s y el r u m b o y la d i s t a n c i a en que se h a l l a b a n , no
c á n d o l o igual, sin d e n u n c i a r siquiera las gotas que e s c u r r í a el p a l o
fallaba n u n c a un d i s p a r o ni un flechazo ni un s o p l o de c e r b a t a n a ,
cuando a b a n d o n a b a la corriente imperturbable. M u d o s surcaron
presentía la presa o el peligro con la m i s m a a s t u c i a de los tigres
el flaco Utuquinía, amordazados p o r la visión de los b o s q u e s
j ó v e n e s , a pesar de lo breve de su edad ya era e x p e r i m e n t a d o
u m b r o s o s que t e c h a b a n el s e n d e r o de agua b l a n c a . A u n a s ho¬
monteador, le llamaban Cacique y había sobrevivido a tantos
ras t u v i e r o n que d e s a l o j a r la p i r a g u a y subir con ella en h o m b r o s
riesgos, a tantas indecibles a v e n t u r a s .
esa e s c a l i n a t a de p i e d r a s i r i s a d a s p o r d o n d e el río se d e s p e ñ a en
El pintor C a l v o de A r a ú j o d e s p r e c i a b a las c i u d a d e s , vivía en cataratas inofensivas. Doblegado aquel tramo entraron nueva¬
selvas i n t r i n c a d a s , lo m á s lejos p o s i b l e de la civilización. Enton- m e n t e , a b o r d o del U t u q u i n í a , hacia un b o s q u e z a l c e g a d o . Siem-

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—¿Cómo? —reclamé— ¿No a s e g u r a s t e que I n o M o x o n o
pre silencio, I v á n retiró el r e m o del agua y con los ojos al frente,
h a b l a con n a d i e , con n i n g ú n o c c i d e n t a l , d e s d e h a c e m u c h o s años?
c l a v a d o s en un p u n t o del túnel b o s c o s o que a p e n a s c o n s e n t í a la
i n t r o m i s i ó n del sol, olfateó a u n o y otro lado de la p e n u m b r a y —Claro que sí, m e a p a c i g u ó c o n n a t u r a l i d a d , lo que pasa

por fin lentamente extendió su mano derecha en dirección de es que mi p a d r e le pidió m e n t a l m e n t e , d e s d e el U t u q u i n í a , que
C é s a r sin v o l t e a r el r o s t r o . C é s a r persistía inmóvil al fondo de fuera p a d r i n o de Iván, y así también, mentalmente, recibió el
la c a n o a , con la e s c o p e t a sobre los m u s l o s , p u g n a n d o por adivi¬ asentimiento de Ino Moxo. D e s d e ese día I v á n p u e d e e n t r a r a l
n a r qué había visto, n o , qué h a b í a o l i d o su h e r m a n o m e n o r en p e l i g r o sin t e m o r : I n o M o x o lo c u i d a . . .
aquella espesura. E n t r e r e s i g n a d o y a l a r m a d o e n t r e g ó la escope¬ Sin embargo aquella m a ñ a n a yo aguardaba el r e g r e s o de
ta. I v á n , aún m á s alerta hacia lo alto del boscaje en s o m b r a , I v á n con m á s h a m b r e que confianza y con m á s i m p a c i e n c i a que
r e c o g i ó el a r m a d e s p a c i o s a m e n t e , m á s d e s p a c i o s a m e n t e la afirmó con h a m b r e . Y con creciente a s o m b r o . T r a t a b a de e x p l i c a r m e lo
contra su h o m b r o , apuntó. C é s a r m i r ó , m e n o s que c i e g o , hacia que s e m a n a s a n t e s m e h u b o a c a e c i d o e n P u c a l l p a m i e n t r a s espe¬
d o n d e m i r a b a la e s c o p e t a . Nada. Casi con el t r o n a r del d i s p a r o , r á b a m o s que a q u e l d e s c o y u n t a d o b i m o t o r d e c i d i e r a volver a fun¬
d e s d e la m a r a ñ a de bejucos y r a m a s se d e s c o l g ó el c u e r p o de un c i o n a r y c o n d u c i r n o s a la c i u d a d de A t a l a y a . T r a t a b a de fijar en
tigre, un o t o r o n g o n e g r o de dos m e t r o s que c a y ó b r a c e a n d o al mi memoria lo que m e dijo allí D o n H i l d e b r a n d o , M a g o M a y o r
riachuelo. R e m a n d o con la m a n o I v á n a p r o x i m ó 'a p i r a g u a al
de la z o n a , en t o r n o a I n o M o x o y a su v i d a . . .
e n o r m e felino que flotaba sin m o v i m i e n t o . C é s a r se estiró p a r a
atraparlo. I v á n lo impidió: no está difunto, p r e v i n o e s c a r b a n d o
con los ojos la a p a r e n t e quietud del animal y r o z ó con el r e m o
la testa teñida p o r la m u e r t e . La fiera, sin abrir los p á r p a d o s
v e l a d o s por la s a n g r e que fluía de su frente, r e v o l o t e ó un z a r p a z o
que hizo flecos al r e m o . Iván r e c u p e r ó la e s c o p e t a : se hacía' el
c a d á v e r , dijo, n o m á s estaba fingiendo, y despiadó otro cartucho
sobre el o t o r o n g o . H o r a s de silencio. Ya a la vista del e x i g u o
embarcadero de Shapshico (así, Diablito, se apellidaba la propie¬
dad del pintor, en c o n t r a p o s i c i ó n a los lugares a l e d a ñ o s bautiza¬
dos t o d o s con sensibleros n o m b r e s de b e a t a s y santos católicos)
C é s a r inquirió a su h e r m a n o a c e r c a de lo que h u b i e r a sucedido
de no h a b e r él p r e s e n t i d o la p r e s e n c i a del tigre.
— ¿ C ó m o pues no voy a oler a un t i g r e ? , e x c l a m ó Iván in¬
crédulo, ofendido por la p r e g u n t a , y c o m o esta se r e p i t i e r a , y
d e s p u é s de sostener varias veces lo m i s m o , ¿ c ó m o no le voy a
o l e r ? , c o n c l u y ó p o r aceptar la i m p o s i b l e p o s i b i l i d a d de un des¬
c u i d o suyo, giró hacia César y dijo sin alterar la voz:
—Si no le a l c a n z o a oler, seguro que este o t o r o n g o nos m a t a ,
no e s t a r í a m o s hablando ahora.
— N o sé si sabes — m e dice C é s a r , que Iván es a h i j a d o del
brujo de los brujos, p r o t e g i d o del m a e s t r o Ino M o x o . Mi p a d r e
solicitó ese privilegio al gran jefe a m a w a k a y él se lo c o n c e d i ó .
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mil años demoró en llegar


a Pucallpa el Vaso Sagrado
de los inkas del Cusco

—Aquí son fundamentales los colores, dice César, puertas


inUispensables p a r a la i n t u i c i ó n , p a r a el e n t e n d i m i e n t o . Pucallpa,
por e j e m p l o , idioma q u e c h u a , puka: rojo, allpa: tierra, Pucallpa
es tierra roja.
Le creí, no le creí. Y a n d o R í o s , p r i m o g é n i t o de D o n Hil-
d e b r a n d o , h a b í a c o n t a g i a d o a C é s a r su pasión por la magia. Le
creí. A m b o s f r e c u e n t a r o n al brujo de P u c a l l p a , m á s c o m o cu¬
riosos que c o m o d i s c í p u l o s , d u r a n t e varios m e s e s . N o l e creí.
Así fue c ó m o C é s a r p u d o saber, y luego saber y o , que p e r v i v e
una j e r a r q u í a r i g u r o s a m e n t e r e s p e t a d a entre los brujos selváticos.
Que el grado más a n s i a d o o t ó r g a s e al Mago M a y o r de ciertas
zonas. Que la d e m a r c a c i ó n de tales regiones d e p e n d e m á s de
influencias estelares y mandatos del aire que de requerimientos
poblacionales y/o geográficos. Que algunos hechiceros ofician
maleficios, cierta m a g i a cuya m e t a y origen bulle en la s u m i s i ó n
al M a l i g n o , y son e n e m i g o s i m p i a d o s o s de q u i e n e s a l u d e n a los
diversos ministerios de la magia del cariño. Supo también de
sectas que mezclan en sus rituales prácticas profanas heredadas
de un t i e m p o sin m e m o r i a (el m i s m o día que a r r i b a m o s a P u c a l l -
pa los d i a r i o s difundían el h a l l a z g o de una c a b e z a de n i ñ a , cer¬
c e n a d a a c u c h i l l o , p i n t a d a s las mejillas con wito y con a c h i o t e ,
d e n t r o de u n a c a n a s t a a b a n d o n a d a en la C a r r e t e r a F e d e r i c o Ba-
sadre) con invocaciones ceremoniales nítidamente impregnadas

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semejaba un baúl, alzó la tapa trenzada con sogas de chambira,
de catolicismo y p r o t e s t a n t i s m o . Según C é s a r los brujos amazó¬
extrajo un cuadernillo envejecido y un lápiz y los tendió a César:
nicos no c a b e n ni en la magia n e g r a ni en la b l a n c a , en determi¬
n a d a s o c a s i o n e s apelan a maleficios con tal de h a c e r el bien, y —Dibuja ese vaso para mí, ordenó, voz que se aligeraba

h a b r í a que referirse e n t o n c e s a u n a magia v e r d e e x c l u s i v a de los como rozando un favor, y César dibujó, y los ojos del brujo ful¬
h e c h i c e r o s selváticos, en la cual se e n t r e l a z a n e x t e n s a s cofradías, guraron en la semipenumbra, ¡así mismo es!, Manko Kalli lo
suerte de religiones m é d i c o - m á g i c a s , y que D o n H i l d e b r a n d o ven- ajusta siempre contra su pecho, dijo, ¿cuándo lo viste tú?, ¿lo has
dría a ser el G r a n M a g o V e r d e de la z o n a de P u c a l l p a . visto aquí en mi casa o lo has soñado?
—Nunca he visto a Manko Kalli, lo desencantó César, pero
C u a t r o días p e r m a n e c i m o s en la tierra roja, c u a t r o n o c h e s
ese vaso sí lo he visto...
asistimos a la c h o z a de D o n H i l d e b r a n d o y a t e s t i g u a m o s sus se¬
siones de m e d i t a c i ó n y de l l a m a d o . C u a t r o n o c h e s s a l i m o s del Y luego de un breve silencio, asediado ya por las primeras
H o t e l T a r i r i , c a m i n a m o s callejas e n c h a r c a d a s de i n v i e r n o , cruza¬ visiones que ocasiona el jugo del ayawaskha, la liana del muerto,
m o s esa verja i n c l i n a d a por a r i s c o s p a l o s , t r a s t a b i l l a m o s un sen¬ recordó:
d e r o sinuoso y a n g o s t o , e n t r a m o s a su casa, nos a p r e t u j a m o s —Hasta hace unos años radiqué en el Cusco. Una tarde,
e n t r e los e n f e r m o s y creyentes que c o l m a b a n su h o r a r i o de visi¬ caminando en lo alto de la ciudadela inkaika de Pisaq, encima
tas n o c t u r n a s . del Valle Sagrado, miraba cómo pasa el río Urubamba, plateado,
—El espíritu de un inka le protege —aseguró Don Hilde- joven todavía, antes de perderse en la selva. Los quechuas no
brando a César. —Siempre que vienes con Y ando él aparece, lo lo conocen como Urubamba, para ellos sigue siendo Willkama-
veo detrás tuyo como un gran resplandor cubierto hasta los pies 'yu, que significa río-dios, río sagrado. Más arriba de la cordille¬
con una cushma amarilla, ese poncho cerrado y cosido por los ra, en donde nace el Urubamba, lo llaman Willkanota y dicen
lados, todo pintado a rayas, con adornos color de tierra roja... que hace mucho, antes que advinieran los conquistadores españo¬
les, el Willkanota era un río poderoso, imposible de atravesar,
Y ofreciendo a César una pequeña dosis de ayawaskha en
caminaba de pie, levantado sobre dos aguas. Cuando los invaso¬
un mate oxidado:
res asesinaron al último rey de los quechuas, a Manko Inka, el
—Siempre que vienes él te acompaña, es el espíritu del inka
río sagrado se volvió rojo, peor que sangre de inocente, dicen, y
Manko Kalli, detrás tuyo aparece con un vaso de madera entre
desde ese día sus aguas se amansaron, se dividieron, como et
¡as manos, un vaso muy viejo, tallado con los mismos adornos
tiempo sin tiempo de los primeros hombres, de los campa, poco a
de su cushma...
poco las aguas fueron después recuperando su color pero siguie¬
—Yo sé cómo es ese vaso —se escuchó decir César, tras ron pasando arrodilladas, llenas de tristeza...
el último amargor de ayawaskha. —Lo he visto, es un Q e r o , el
recipiente sagrado que los inkas usaban en sus ceremonias. Be¬ Don Hildebrando se achinó todavía más mirando a César,
biendo sólo un sorbo de ese vaso y vertiendo el contenido res¬ la cabeza de arcilla tensada hacia adelante. Más que ocupar una
tante en canales cavados en las piedras de sus templos, los inkas expectativa, su silencio desbordaba otra exigencia. César obe¬
complementaban las reuniones de adoración al Sol, el Padre Inti, deció:
y a la Luna, la Madre Killa... — Yo estaba esa tarde contemplando el Willkamayu, el Uru-
bamba, desde lo alto de Pisaq, a medio día de la ciudad del Cus¬
—¿Tú también lo has visto? —dudó Don Hildebrando sen¬
tándose en la banqueta de madera rayada, volviendo a incorpo¬ co, andando así, maravillado, bordeando el cementerio viejo, la
rarse. Cruzó hacia un costado del cuarto, hizo crujir el piso de ciudad-de-los-muertos de nuestros antiguos, y justo antes del oscu¬
su cabana en las afueras de Pucallpa, se agachó ante algo que recer encontré a un viejo campesino harapiento, me sorprendió

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m barba entrecana, él estaba excavando cerca de las cuevas donde queño r e c i p i e n t e h e c h o de c a l a b a z a , se a p o s e n t a b a el V a s o Sa-
están sepultados sus primeros abuelos. Tenía entre las manos g r a d o de los i n k a s del C u s c o . U n a d i m i n u t a p i e d r a n e g r a , redon¬
ese Q e r o recién desenterrado. El anciano me oyó esbozar un da, achatada y brillante temblaba al fondo del v a s o que Don
saludo en su idioma y sonrió con lástima aproximando el vaso Hildebrando llenaba noche a noche con ' A g u a de la S e r e n i d a d ' .
ceremonial hacia mí, obsequiándomelo sin razón y musitando A n t e s de iniciar c a d a sesión los p a r t i c i p a n t e s la b e b í a m o s , luego
una palabra que no he olvidado: tomábamos a s i e n t o sobre el suelo, a l r e d e d o r de los t r i á n g u l o s ,
— A y ú m p a r i , me dijo. despojándonos previamente de todo objeto de metal, monedas,
Eso me dijo: a y ú m p a r i . Tiempo después volví a Lima, llevé h e b i l l a s , sortijas, a fin de ' n o o b s t a c u l i z a r la llegada de los espí¬
el Qero conmigo, hoy lo tengo bien guardado en mi casa. ritus del a i r e ' . Sin que n a d i e lo solicitara p e r m a n e c í a m o s duran¬
Y echándose hacia atrás, como espantando una visión ex- te t o d a la sesión con los ojos c e r r a d o s , y era posible sentir las
traña:
fuerzas que nos iban p o s e y e n d o , las e m a n a c i o n e s , p e r o no e r a n
—No sé por qué, ahora que usted habló de Manko Kalli y emanaciones, que parecían descender hasta lo más hondo de
del vaso de madera, supe que no podía tratarse de otro vaso... n o s o t r o s d e s d e lo m á s h o n d o del aire de la selva.
—Es un vaso ¡carado —dijo Don Hildebrando apartando —¡Yo sé quién me ha matado!, gritó la visión del anciano
la muralla de bambúes azules, anaranjados, que habían inunda- campa Hohuaté. Yo lo escuché con los ojos, con claridad, mi¬
do el centro de su casa desde la saliva del ayawaskha. I c a r a r es rando su grito, me dijo César en el avión yendo a Pucallpa. Le
devolverle a las cosas los poderes que no les vinieron de natural creí, no le creí. ¡Pero no han matado a Hohuaté, han matado
en esta su vida. I c a r a r es magnetizarlas con fuerzas que las cosas a mi otra persona, han matado a Andrés Avelino Cáceres y
no apiendieron, no saben... Ruiz..-! Así gritó la visión antes de disolverse entre las grietas
del piso.
Las palabras del brujo se extraviaron en la mente de César.
Tras los bambúes coloreados asomaron dos ojos dañinos, sulfu¬ Al final de c a d a r e u n i ó n , ya de regreso en el H o t e l T a r i r i ,
rosos: la visión de un viejo campa engalanado para guerrear. c o m e n t a b a c o n mi p r i m o C é s a r : era posible sentir c ó m o el ámbi¬
—¡Yo me llamaba Hahuate!, gritó dentro de la memoria to de la c h o z a se c o l m a b a de fuerzas y esas fuerzas nos conta¬
y las alucinaciones de César. ¡Ahora me llamo Andrés Avelina! giaban una invencible y serena ansiedad, indescriptible omnipoten¬
¡Andrés Avetino Cáceres y Ruiz, ese es mi nombre! cia p e n e t r á n d o n o s d e s d e los pies d e s n u d o s , p o r las sienes, c o m o
Y se disolvió de súbito la visión, se filtró dentro de su voz delgadísimos riachuelos de aire que encontraran su cauce en
por entre las rendijas del piso de tablones crujientes. n u e s t r o s p o r o s y nos e n g r a n d e c í a n el p e c h o y la e x i s t e n c i a , y era
posible ver al brujo enfrente de n o s o t r o s y p a r a ello no precisá¬
— M e s e s d e s p u é s traje a P u c a l l p a el vaso c e r e m o n i a l talla- bamos ni e n t r e a b r i r los párpados.
do en una sola pieza de m a d e r a o s c u r a , me c o n t ó C é s a r . Le —Después no vi b a m b ú e s de c o l o r e s sino un río g r i s á c e o
creí, no le creí. P e r o c u a n d o c o n o c í a D o n H i l d e b r a n d o , el Qero y m u c h o s m u e r t o s , me está d i c i e n d o C é s a r en el avión, muche¬
de M a n k o Kalli o c u p a b a el c e n t r o de su v i v i e n d a . C u a t r o noches dumbres de muertos que b a j a b a n flotando acribillados y el río
nos reunimos en redor de ese Qero a m e d i t a r , a q u e d a r n o s calla¬ se h a c í a s a n g r e y b r i l l a b a c o m o un cuchillo rojo en el v e r d o r y
dos c o n v o c a n d o 'las fuerzas que habitan el aire' para ponerlas c o n t a g i a b a al cielo de la t a r d e . Y d e s p u é s vi m á s cosas que no
al servicio 'de n u e s t r o s h e r m a n o s que p a d e c e n ' al d e c i r de D o n p u e d o d e c i r , que no he visto j a m á s , me dice C é s a r en el a i r e , vo¬
Hildebrando. En medio de la h a b i t a c i ó n principal destacaban
lando hacia Pucallpa. Le creí, no le creí. H a s t a que conocí a
tres escalones triangulares de madera pulida, superpuestos con
Don Hildebrando. La s e g u n d a n o c h e que estuve a visitarlo fue
intención de altar, y sobre la ú l t i m a p l a t a f o r m a , j u n t o a ese p e -
t a n t a la t e n s i ó n d e n t r o de su t a m b o , la a c u m u l a c i ó n de p o d e r e s

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que percibí, no sé, que toda la casa c o m e n z ó a t e m b l a r y a sonar. Don Hildebrando curaba a la piedrecilla negra cargándola
C a d a vez m á s las q u e b r a n t a b l e s p a r e d e s de m a d e r a se estreme¬ de r e p o s o y tal s e r e n i d a d nos era t r a n s m i t i d a m e d i a n t e el agua
c í a n , t o d o v i b r a b a c o m o p o r ú l t i m a vez, igual que si estuviéra¬ c o n t e n i d a en el v a s o s a g r a d o . L u e g o de b e b e r í a , ni b i e n retor-
m o s en el e p i c e n t r o de un t e r r e m o t o . n á b a m o s de la m e d i t a c i ó n a 'esta r e a l i d a d ' , D o n H i l d e b r a n d o , ya
—¡Yo sé quién me ha matado!, gimió el campa Hohuaté. investido p o r los espíritus benignos, atendía un sinnúmero de
¡Sé quién ha v i r o t e a d o con veneno al curaca Andrés Avelino Co¬ pacientes. E r a su asistenta una m e s t i z a e s c u á l i d a de r o s t r o d u l c e
cer es y Ruiz! y q u i n c e a ñ o s de e d a d . V i u d a s de c a d e n c i a sus c a d e r a s , huérfa¬
Seguí s e n t a d o así, d e s o y e n d o al indecible c a t a c l i s m o , a t e n t o nos sus pies de t o d o p a s o a c a u s a de una p o l i o m i e l i t i s de naci¬
ú n i c a m e n t e a los m a n d a t o s c a l l a d o s de D o n H i l d e b r a n d o , ha¬ m i e n t o , la c h i q u i l l a fue t r a t a d a p o r el m a g o de P u c a l l p a . Yo la
c i é n d o m e uno con su serenidad, a b a n d o n a d o sobre los t a b l o n e s vi c a m i n a n d o n o r m a l m e n t e , y e n d o y v i n i e n d o sin s o s i e g o , alcan¬
que r e p i q u e t e a b a n , n i n g u n e a n d o a los g r a n d e s z a n c u d o s que me z a n d o a D o n H i l d e b r a n d o los u n g ü e n t o s , las p o c i o n e s , los 'vege¬
h i n c a b a n la frente, los o í d o s , las m a n o s , los t o b i l l o s d e s c u b i e r t o s , tales de p i e d r a o de m a d e r a ' requeridos para cada dolencia. En
hasta que el t e m b l o r se fue a t e n u a n d o , a t e n u a n d o , confundiéndo¬ el m o m e n t o m á s i n t e n s o de la sesión, c u a n d o el brujo a p e l a b a a
se con el a n d a r del viento y los r u m o r e s del b o s q u e , y desapa¬ e x t r a ñ o s c á n t i c o s , ella le hacía c o r o contribuyendo con su voz
reció. r a y a d a a la r e c u p e r a c i ó n de los e n f e r m o s .
— F u e r o n v e n c i d o s , sonó la voz de D o n H i l d e b r a n d o en la
oscuridad. Espíritus dañosos han estado queriendo ingresar pero ¡ra ¡ra ¡raká
fueron v e n c i d o s . . . Kura Kura Kuraká
Esa noche me e n t e r é que el brujo h a b í a curado previamen¬ . Nai Nai Nai
te a la piedra n e g r a que d o r m í a en el fondo del Q e r o . La había Epirí Ririritú
icarado con rezos p o d e r o s o s , con c á n t i c o s , i n v o c a n d o . Durante Y amaré
siete días a y u n ó en lo r e c ó n d i t o de los b o s q u e s v e c i n o s h a s t a que
Y amaré Y amarerémo...
c o n s i g u i ó d o t a r l a con los p o d e r e s del aire y de la t i e r r a , de m o d o
que la piedra insuflara su fuerza, su s e r e n i d a d , al a g u a deposi¬
M á s c h i r r i a n d o que c a n t a n d o , la ex-poliomielítica reforzaba
t a d a en el vaso c e r e m o n i a l .
el icaro de D o n H i l d e b r a n d o . Es que c a d a M a g o V e r d e , dice mi
L o s brujos amazónicos son c a p a c e s de curar c u a l q u i e r ob¬ p r i m o C é s a r , r e p i t e o i m p r o v i s a sus p r o p i o s i c a r o s , c a n c i o n e s má¬
jeto. Para ello se i n t e r n a n en la selva, reflexionan s e m a n a s nu¬ gicas i n t r a n s f e r i b l e s , de a c u e r d o a la n a t u r a l e z a de las r e u n i o n e s .
t r i é n d o s e d e agua d e q u e b r a d a , p e r m i t i é n d o s e c o m e r únicamente H a y i c a r o s de l l a m a d o , de p r o t e c c i ó n , de aprendizaje, de inter¬
un j i r ó n de p l á t a n o a s a d o a la i n t e m p e r i e , de a c u e r d o a la poten¬ cambio de c o n o c i m i e n t o s , d e c u r a c i ó n con a y a w a s k h a , de cura-
cia con que q u i e r a n cargar el objeto en cuestión. Un c o l l a r de ción sin a y a w a s k h a . Algunos denominan bubinzana al icaro que
s e m i l l a s , por e j e m p l o , o un b r a z a l e t e de piel de víbora, o una rige las s e s i o n e s rituales o las r e u n i o n e s de i n i c i a c i ó n . O t r o s , co¬
p u l s e r a trabajada con labios de v a g i n a de un delfín c o l o r a d o , o mo D o n Hildebrando, tratándose de sesiones de curación, evi¬
la sortija m á s inofensiva o un m e c h ó n de c a b e l l o s o un p a ñ u e l o , dencian un repertorio más complejo: canturrean i c a r o s específi¬
p u e d e n ser curados por un brujo, según la i n t e n s i d a d e intención cos, generalmente irrepetibles, uno p a r a c a d a e n f e r m e d a d , inclu¬
de la carga, p a r a que o t o r g u e n v i d a , a m o r , d i n e r o , j u v e n t u d , des¬ so uno p a r a c a d a d o l i e n t e . Y eso no es n u e v o , dice I v á n ya en
m e m o r i a , plenitud sexual, maleficios o m u e r t e . El m i s m o o b j e t o , A t a l a y a , h a c e siglos los i n k a s a p l i c a b a n l a m ú s i c a c o m o p a r t e del
u n a vez curado, es c a p a z de r e s u c i t a r , sanar, enfermar o matar, tratamiento médico. Se dice que t e n í a n m e l o d í a s cargadas, diri¬
o b e d e c i e n d o al t i e m p o del a y u n o y a la dirección de la carga. gidas concretamente a determinado objetivo, una música para

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ya p l e n a m e n t e restablecida. Lo único que h a c í a era b e b e r de
c u r a r la t u b e r c u l o s i s , que ellos d e n o m i n a b a n , c r e o , y a n a w a y r a ,
rato en r a t o de una j a r r a de v i d r i o en cuyo fondo relucía una
que quiere decir viento negro en q u e c h u a , otra m ú s i c a p a r a otra
e n f e r m e d a d , h a s t a tenían una m e l o d í a única que sólo se utilizaba a c h a t a d a p i e d r e c i l l a negra. El A g u a de la S e r e n i d a d .
p a r a hacer el amor, p a r a devolverle la j u v e n t u d sexual a los Al c a b o de la t e r c e r a n o c h e , ¿o de la ú l t i m a ? , el G r a n M a g o
viejos.
Verde de la Tierra Roja rememoró a Ino Moxo:
— L a s veces que lo vi no se llamaba todavía Ino Moxo.
Pero hay casos que no requieren de icaro. Fui testigo: la
O t r o n o m b r e tenía. E n l e n g u a d e a m a w a k a s I n o M o x o e s Pan¬
esposa de un ingeniero amigo m í o , directivo de la C e r v e c e r í a
tera N e g r a . Yo lo frecuenté antes que se c o n v i r t i e r a en la pante¬
"San J u a n " de P u c a l l p a , era víctima de irrefrenable fobia. La
sola visión de c u a l q u i e r culebra, de cualquier s e r p i e n t e , la con¬ ra n e g r a de los a m a w a k a . Me a c u e r d o : tenía la piel c o m o de día,

ducía sin remedio al desmayo. B a s t a b a que contemplara un el c a b e l l o m a r r ó n , los ojos de m e s t i z o . N u n c a le p r e g u n t é ni él


ofidio, " a u n q u e sea disecado, a u n q u e sea en fotografía" según su me lo dijo p e r o yo sabía que su p a d r e había v e n i d o d e s d e Are¬
propia confesión, para que fuera p o s e í d a por un v é r t i g o inven¬ q u i p a en b u s c a de fortuna y que los a m a w a k a lo raptaron por
cible y cayera "hacia atrás, con las piernas a b i e r t a s " . Psicólogos una o r d e n del gran jefe X i m u . X i m u era e n t o n c e s el s h i r i m p i á r e ,
de L i m a y B u e n o s A i r e s , algunos infalibles, o t r o s m á s prestigia¬ el j e f e - b r u j o de los a m a w a k a que h a b i t a n el M i s h a w a . No supe
d o s , fracasaron con ella. E s t a b a yo en casa de D o n H i l d e b r a n d o n u n c a p o r qué lo r a p t a r o n p r e c i s a m e n t e a él, p o r qué se lo lleva¬
c u a n d o la señora fue a rogarle consejo. ron m o n t e a d e n t r o , U r u b a m b a a r r i b a , p o r las selvas del M a p u y a ,
por qué lo prepararon desde niño para que fuera sucesor de
— Y o sé lo que usted tiene, dijo D o n H i l d e b r a n d o con cer¬
teza más a u t o r i t a r i a que solemne: Ximu. Ya que durante a ñ o s el gran m a e s t r o Ximu lo educó
p a r a jefe. P o r qué lo e l i g i e r o n , lo r a p t a r o n y le e n s e ñ a r o n t o d o
— N o d e b e usted p r e o c u p a r s e , reiteró con la m i r a d a fija en
la señora, yo sé por qué ha v e n i d o usted a v e r m e . Yo la voy a a él, eso es lo que no sé. . .
curar. —Don Hildebrando mismo, tú le has visto en Pucallpa —
dice Iván— sabe un icaro que carga con juventud sexual a una
Vi c o m o las p a l a b r a s del brujo a p a c i g u a r o n de i n m e d i a t o a
bebida. Yo se la pedí una vez para un pariente que tiene casi
la j o v e n .
setenta años, yo he visto cómo le mira ahora su mujer, y su mu-
— H a y una piedra que crece solamente en c i e r t o s r e c o d o s
jer tiene apenitas veinte años. . .
de estos ríos y que es propicia p a r a c o n t e n e r la c o n f i a n z a , p a r a
g u a r d a r la c l a r i d a d del alma que usted necesita. También D o n H i l d e b r a n d o m e h a b l ó d e los p o d e r e s d e I n o
M o x o , de la c e l e r i d a d con que el niño s e c u e s t r a d o a c r e c e n t ó las
Y r e m a r c ó m i r á n d o l a , e n c e r r á n d o l a con c r e c i e n t e fijeza:
enseñanzas de X i m u , de c ó m o se fue haciendo inalcanzable no
— Y o voy a preparar esa p i e d r a p a r a usted. Ya la tengo
curada desde h a c e t i e m p o pero a h o r a la voy a dirigir hacia us¬ sólo en las t e m i b l e s b o n d a d e s de la magia sino en las m á s temi¬
ted, hacia el d a ñ o que le a t o r m e n t a a usted. M a ñ a n a se la en¬ bles del a m o r y en las m e n o s m a ñ o s a s de la g u e r r a .
tregaré. —Sabiduría, fuerza y cariño —dijo—. Conocimiento del
p o d e r y p o d e r del c o n o c i m i e n t o . El agua es un secreto. L o s ríos
En a p e n a s dos sesiones D o n H i l d e b r a n d o eliminó la fobia p u e d e n existir sin agua p e r o no sin orillas. Y esas son las o r i l l a s
de la señora histérica. César c o n s i d e r ó , según me dijo, que el de I n o M o x o : sabiduría, fuerza y cariño. Sin ellas no p o d r í a
brujo se había a p r o v e c h a d o de su i n s o n d a b l e p o d e r de sugestión t r a n s c u r r i r la vida de un brujo d i g n o de los a m a w a k a .
y del e x h a u s t o d e s a m p a r o de la enferma. Y o , a h o r a , no me atre¬
Sin que D o n H i l d e b r a n d o lo supiera yo g r a b é t o d o lo que
vería a e x p l i c a r l o así. Lo cierto es que la fóbica s a n ó y c u a n d o
c o n v e r s a m o s e n esas c u a t r o n o c h e s . M a s por m i i n s e g u r i d a d que
la visité j u s t a m e n t e la víspera de viajar hacia A t a l a y a , ella e s t a b a

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p o r su t i m i d e z s u p u s e que no a c e p t a r í a g u a r d a r su voz en una
cinta afónica. Con disimulo encendía mi grabadora asegurándole
que se t r a t a b a de un a p a r a t o de radio y o r i e n t á n d o l a hacia la
b a n q u e t a d o n d e él solía s e n t a r s e . E x t i n g u i d a la c h a r l a regresá-
b a m o s al H o t e l T a r i r i . Ya en la h a b i t a c i ó n , a c o m p a ñ a d o única¬
mente por César, retrocedía la cinta, escuchábamos. Todo se
oía, los r u i d o s de la n o c h e , los p l a ñ i d o s del piso de t a b l a s sin
pulir, mi voz, las p r e g u n t a s de mi p r i m o , hasta el c h a s q u i d o de
Y a n d o al e n c e n d e r un cigarrillo. T o d o se oía, t o d o . P e r o ni una
p a l a b r a de D o n H i l d e b r a n d o . Ni u n a sola p a l a b r a suya, en nin-
gún m o m e n t o , en n i n g u n a p a r t e de la cinta g r a b a d a . La prime¬
ra n o c h e lo atribuimos a algún d e f e c t o del micrófono incorpo¬ 3
r a d o , tal vez mal d i r i g i d o , a c a s o d e m a s i a d o d i s t a n t e . La segunda
q u i s i m o s creer en cierta insuficiencia del v o l u m e n de g r a b a c i ó n . nuestro guía se
La t e r c e r a n o c h e no e n c o n t r a m o s e x c u s a s y la c u a r t a preferimos extravía
no i n t e r r o g a r n o s m á s .
E s c u d r i ñ o , , a mi e s p a l d a , los altos m a t o r r a l e s .
A h o r a , s u m e r g i d o en la selva, a s e d i a d o por los t e m o r e s de Ni u n a s e ñ a de Iván.
Félix Insapillo a c e r c a del chullachaki, t e r q u e a b a en no a c e p t a r D e b i e r a d e s a s o s e g a r m e su t a r d a n z a , lo sé, p e r o es inevitable:
lo i n e x p l i c a b l e c o m o u n a v e r d a d m á s . Trataba de fijar en mi tras d e D o n H i l d e b r a n d o , a m i m e m o r i a vuelve D o n J a v i e r . Fue
m e m o r i a lo que D o n H i l d e b r a n d o me h a b í a d a d o de vivir en esas en el restaurante 'La Baguette' de P u c a l l p a , a m e n o s de cien
cuatro noches. m e t r o s del H o t e l T a r i r i , que c o n o c í a ese brujo j u b i l o s o , posee¬
d o r de 19 hijos en c u a t r o h o g a r e s l e g í t i m a m e n t e e s t a b l e c i d o s . Es
E s c u d r i ñ é , a mi e s p a l d a , los a l t o s m a t o r r a l e s .
usted d e m a s i a d o h o g a r e ñ o , D o n J a v i e r , sonreí. Eso dicen, res¬
Iván no aparecía. p o n d i ó él, halagado, y algunos envidiosos afirman además que
t e n g o c u a r e n t a a ñ o s y sesenta m i l l o n e s de soles. Tú h a s com¬
p r o b a d o que es al r e v é s , a m i g o S o r i a n o , t e n g o c u a r e n t a soles y
sesenta m i l l o n e s de a ñ o s . Y volvió a sonreir. Se e n c o n t r a b a de
paso como siempre y como siempre repasando un vaso de cer¬
veza 'San J u a n ' que i n t e r c a l a b a con c o p a s d e a g u a r d i e n t e d e h i p o -
ruru, clavowashka o chuchuwasha.
—Los c a m p a que siguieron p o r miles a Inganíteri se nega¬
ron a unirse a la guerrilla. El r e b e l d e L u i s De La P u e n t e tal
vez debió decirles que iba a combatir, él también, por una
mujer. . .
Y oscureciendo su sonrisa quieta:
— D e b i ó d e c i r l e s que iba a r e s c a t a r a u n a h e m b r a , esa hem¬
bra que a l g u n o s a ú n l l a m a n . . . que a l g u n o s aún l l a m a n creo que
libertad.

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— ¿ C ó m o fue e n t o n c e s que los c a m p a sí fueron a la guerra bitual, esa n o c h e en que a c a m p a m o s luego de casi naufragar, soli¬
con Santos A t a o W a l l p a ? ¿ E r a p o r q u e e r a n o t r o s , de otro cité p o r m e n o r e s a Félix I n s a p i l l o . Pero antes de t r a n s c r i b i r lo
tiempo? que el guía me confió, p r e c i s o decir algo m á s de D o n Javier.
— L o s c a m p a de hoy son otros y los m i s m o s . C o n el tiem-
C i n c o k i l ó m e t r o s abajo de Ja boca del U n i n e , desde la mis¬
po. Este t i e m p o es idéntico. Luis De La P u e n t e igual: él era
ma ribera d o n d e brillan los b o s q u e s de palosangre, se e x t i e n d e
b l a n c o , era wirakocha pero en su corazón se hizo ashanínka,
la p r o p i e d a d de un e s p a ñ o l afable llamado A n d r é s Rúa. Don
d e n t r o de su á n i m a volvió a vivir J u a n Santos A t a o W a l l p a , sola-
Andrés Rúa: c i n c u e n t a y t á n t o s años y a s p e c t o de hijo s u y o , maci¬
mente que S a n t o s A t a o W a l l p a no vino al P a j o n a l , salió de él.
zo a u n q u e v e t e a d o de a l g u n a que otra a r r u g a , sobre t o d o en las
Tal vez eso h a y a sido lo que fue. . .
m a n o s , el revés de las m a n o s vellecido de c a n a s y blanqueada
— D o n J a v i e r es mi p a d r i n o , se j a c t ó F é l i x I n s a p i l l o ya n a v e - t a m b i é n la c a b e l l e r a c o p i o s a , los bigotes t e ñ i d o s de t a b a c o o de
gando r u m b o al río Inuya. El me p r o t e g e , dijo. una e m p e c i n a d a adolescencia probablemente rubia, y el rostro,
Bajando del avión en A t a l a y a nos c r u z a m o s con una pareja en fin, ese d u d a r de p ó m u l o s que t i e n d e n al rojo v e s p e r t i n o . Diez
de m é d i c o s a l e m a n e s que r e t o r n a b a n a P u c a l l p a : él subió la esca¬ años a t r á s lo d e s a h u c i a r o n los especialistas del Hospital de En¬
lerilla del b i m o t o r del b r a z o de su esposa, con los p e r d i d o s ojos fermedades Neoplásicas de L i m a . Enmudecido a causa de un
d e s m e s u r a d o s y en b l a n c o . N o s i n f o r m a r o n sin que p r e g u n t á r a ¬ c á n c e r a la g a r g a n t a D o n A n d r é s R ú a se negó a que le extirpa¬
mos: el j o v e n extranjero se había i n t e r n a d o p o r los a l r e d e d o r e s ran la l a r i n g e , "yo me iré de este m u n d o con t o d o lo que t r a j e " ,
del p o b l a d o d e s o r i e n t á n d o s e entre la m a r a ñ a de s e n d e r o s angos¬ y regresó a la selva r e s i g n a d o a morir. En su fundo se e n c o n t r ó
tos que t r a n s i t a n los c a m p a . T o d a una n o c h e e s t u v o sin atre¬ con D o n J a v i e r . Sin e s p e r a n z a alguna relativa a su c á n c e r , D o n
verse a n a d a , h e r i d o por la lluvia y la o s c u r i d a d , e x p u e s t o al fis¬ Andrés Rúa se limitó a c o n s u l t a r l e acerca de una dificultad cir¬
goneo de las v í b o r a s , los v a m p i r o s y el m i e d o . Al m e d i o d í a si¬ c u l a t o r i a q u e ceñía d o l o r o s a m e n t e sus a r t i c u l a c i o n e s . A cambio
guiente lo e n c o n t r a r o n -sentado contra un shiwawako frondoso, de u n o s días de h o s p e d a j e D o n J a v i e r le recetó una infusión de
cubierto de h o r m i g a s , l o c o , e n t u m e c i d o por el p á n i c o . Su mujer garabato-kasha, liana e s p i n o s a que se e x c e d e en los árboles de
sollozaba s o s t e n i é n d o l o del b r a z o , diciéndole qué c o s a s , apurán¬ toda la región. Bebiendo diariamente de aquella agua dorada
dolo al interior del avión. Don A n d r é s R ú a n o s o l a m e n t e sanó d e sus d o l e n c i a s a r t i c u l a r e s .
Para asombro de los cancerólogós que lo examinaron incrédu¬
— E s t a selva es maldita, nos dijo no sé q u i é n al o t r o día
los el g a r a b a t o - k a s h a h a b í a d e t e n i d o a la m u e r t e que devoraba
e n t r o m e t i é n d o s e en el grupo a n h e l a n t e que yo i n t e g r a b a con I v á n ,
su g a r g a n t a . C u a n d o me p r e s e n t a r o n a D o n A n d r é s R ú a en el
con Insapillo y César. Y d i r i g i é n d o s e en burla a n u e s t r o flaman¬
te guía: bar del Gran Hotel De S o u z a , frente a la P l a z a de Armas de
Atalaya, él ya podía b e b e r cerveza helada y fumaba sin miedo
— ¿ N o es v e r d a d , j o v e n Félix? N u e s t r a selva es linda pero
y reía y h a b l a b a con voz l e j a n a m e n t e rasguñada.
bien maldita, llena de a p a r i c i o n e s , de s e r p i e n t e s , de l a g a r t o s , de
otorongos. ¿Usted lo sabe mejor que n a d i e , n o ? . . . Y ahora sí o i g a m o s la versión de Félix I n s a p i l l o , el fornido
y c o b r i z o y o r g u l l o s o ahijado de D o n Javier:
Así nos e n t e r a m o s que u n o s años atrás Félix Insapillo se
había e x t r a v i a d o por esa m i s m a zona. Varios días deambuló
solo, sin brújula, sin a r m a s y sin n a d a . Innúmeras expediciones 'Ese m e d i o d í a yo iba a viajar a P u c a l l p a . Ya tenía mi asien¬
lo r a s t r e a r o n en v a n o . Ya lo s u p o n í a n m u e r t o c u a n d o r e a p a r e c i ó to s e p a r a d o en el avión. P o r p r i m e r a vez iba a subir a un a v i ó n .
h e c h o una l á s t i m a p o r la t r o c h a que viene del c e m e n t e r i o al pue¬ Mi p a d r i n o D o n Javier quería regalarme esa e x p e r i e n c i a , él me
blo. Eran las dos de la m a ñ a n a . A p r o v e c h a n d o su i n s o m n i o ha- invitó a P u c a l l p a p o r q u e sí, por c a r i ñ o . P a r a m a t a r el t i e m p o ,

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p u e s t o que era t e m p r a n o , y p a r a d e s p e d i r m e de esta selva pues- uno medio g r u e s o que se alzaba j u n t o a una t z a n g a p i l l a . ¿Alguna
to que yo creía que me iba p a r a s i e m p r e , salí a p a s e a r . La n o c h e vez has visto u n a tzangapilla? B i e n linda p l a n t a es. Aibusto
a n t e r i o r soñé con J u a n G o n z á l e z . Juan González m e dijo que que no da n u n c a m á s de una flor, u n a sola, y su flor es e n o r m e ;
no fuera a viajar, me lo dijo en mi s u e ñ o . P e r o fui. Salí a pa¬ y es de color n a r a n j a y perfuma r i q u í s i m o . Y es una flor c a l i e n t e .
sear c o m o me ves a h o r a , sin s i q u i e r a b o t a s ni m a c h e t e . P o r dár¬ La piel de los p é t a l o s de la t z a n g a p i l l a es c a l i e n t e , tal c o m o estás
m e l a s de c o n o c e d o r fue que me p e r d í . Seguí un sendero bien o y e n d o , esa flor t i e n e h a r t o calor. M á s que flor, un animal pa¬
a n c h o d u r a n t e l a r g o r a t o , m i r a n d o a q u í , allá, las r a m a s m á s boni¬ rece. C u a n d o u n o la corta se va enfriando d e s p a c i t o la flor, des¬
t a s , h a b l á n d o l e s de a d i ó s . C u a n d o el sol q u e m a b a fuerte d e s d e p a c i t o , q u e d á n d o s e p o c o a p o c o sin perfume. Conforme pierden
el c e n t r o del c i e l o , j u s t o arriba de mí, c o n s i d e r é r e g r e s a r , me di c a l o r esas flores p i e r d e n a r o m a , o al r e v é s , igual. U n a vez que la
vuelta. C o n t e m p l é un l o q u e r í o : infinidad de t r o c h a s se e n t r e c r u - c o r t a s , u n a vez a r r a n c a d a de su t a l l o , la flor de t z a n g a p i l l a no
zaban, todas igualitas. U n p o c o a d i v i n a n d o escogí u n a . Rogan- vive m á s allá de siete días. Así me p a s ó a mí. A la s e m a n a de
do que esa t r o c h a fuera la mía c a m i n é y c a m i n é . No era la mía. perderme en el monte se me fue enfriando el ánima, me fui
E n t o n c e s escogí o t r a , y otra, y otra. Peor. En eso e s c u c h é el q u e d a n d o sin v a l o r , sin g a n a s p a r a n a d a . T u v e p u e s que apurar¬
r u i d o d e m i avión que llegaba. Me apuré. P o r gusto me cansé, me. S a c a n d o fuerzas de no sé d ó n d e subí al árbol m á s p r ó x i m o ,
para nada. En eso e s c u c h é el r u i d o de mi avión que p a r t í a . Se¬ j u s t o al c o s t a d o de la t z a n g a p i l l a . La o s c u r i d a d me i m p i d i ó dis¬
guí a n d a n d o . Nada. No sé c ó m o , t a n r á p i d o , e m p e z ó a oscure¬ t i n g u i r l o p e r o p o r las a r r u g a s de su c o r t e z a c r e o que se t r a t a b a
cer y yo me dije: F é l i x , te has p e r d i d o , a h o r a m á s que nunca de un t o r t u g a - k a s p i . Era grueso el maldito. Menos mal que
tienes que ser I n s a p i l l o , tienes que ser el hijo de tu p a d r e y de estaba todo entrecruzado de sogas, todo su tronco envuelto por
t u m a d r e , tiene que e s t a r t r a n q u i l o . P o r q u e t ú s a b r á s que h a s t a un caos de l i a n a s p e l u d a s . A g a r r á n d o m e a ellas e m p e c é a subir.
los a n i m a l e s m á s p e q u e ñ o s saben o l e r el m i e d o . Si te dejas do¬ Llegué arriba sin a i r e , con las j u s t a s , sudando y maldiciendo:
m i n a r por e l m i e d o eres h o m b r e m u e r t o . T e b u s c a n los t i g r e s , ahí fue que p e r d í mi cinturón, un cordel m á s nuevito que este
las v í b o r a s c a s c a b e l , hasta las a b e j a s te b u s c a n . Y me senté a que llevo a h o r a . . . P o r lo tan e l e v a d o a c a s o no era un t o r t u g a -
un l a d o de la t r o c h a a r e s p i r a r p r o f u n d o , a s e r e n a r m e . Despacio kaspi. ¿Tal vez fue un m a c h i m a n g o ? P u e d e ser. P o r q u e un o l o r
me tranquilicé. Antes que se hiciera noche entera busqué un b o n i t o me r e c i b i ó en lo a l t o , lo m á s alto p o s i b l e , c u a n d o me aco¬
árbol a p r o p i a d o p a r a d o r m i r a r r i b a , fuera del a l c a n c e de las fie¬ m o d é c o n t r a u n a de sus r a m a s , m u e r t o de s u e ñ o y de h a m b r e y
ras. Ya e m p e z a b a n a s o n a r las c u l e b r a s , invisibles e n t r e las hojas a l b o r d e d e l a asfixia. T a m p o c o esa n o c h e p u d e d o r m i r . Una
secas del suelo, el r o n r o n e o de las c a s c a b e l e s . E l e g í un á r b o l , t r e m e n d a c o m e z ó n me a g a r r ó p o r los h o m b r o s , t r a s las p i e r n a s y
un c h a r i c h u e l o j o v e n , más o m e n o s d e l g a d o . Trepé. Allí pasé el cuello y la c i n t u r a . La d e s e s p e r a c i ó n casi me hizo saltar. Por
la n o c h e , a m a r r a d o con una soga que me servía de c i n t u r ó n , ase¬ culpa de la s o m b r a ya no p o d í a d i s t i n g u i r n a d a . P a s é mi m a n o
g u r a d o a la r a m a m á s alta. No d o r m í n a d a . C o n la p r i m e r a luz d e r e c h a p o r la e s p a l d a , me froté como loco en p l e n a o s c u r i d a d
bajé. O t r a vez a c a m i n a r y c a m i n a r , sólo que a h o r a i b a d e s c a r - y olí mis d e d o s : puro ácido h e d i o n d o . ¡Ese árbol era casa de
tando s e n d e r o s c o m o h a c e n los c a m p a , los ashanínka, iba que¬ h o r m i g a s , un n a u s e a b u n d o n i d o de i s h i n s h í m i s , esas g r a n d e s hor¬
b r a n d o r a m i t a s de t r e c h o en t r e c h o , a mi d e r e c h a , en la d i r e c c i ó n migas que compensan su falta de ponzoña con una m o r d e d u r a
en que a v a n z a b a . Así, cuando los c a m i n o s v o l v í a n a confundir¬ fétida y d o l o r o s a ! . . . ¡ H u b i e r a q u e r i d o yo ser u n a b a l a en ese
me yo ya sabía, gracias a las r a m i t a s r o t a s , cuál c a m i n o había r a t o , y que el t r o n c o estuviera e n c e b a d o , p a r a bajar m á s rápi¬
recorrido y cuál todavía no. H a s t a el atardecer estuve descar¬ do! . . . Me t o m é de una liana y e m p e c é a r e s b a l a r m a l d i c i e n d o .
tando caminos. V o l v í a elegir o t r o á r b o l . P o r q u e la n o c h e v i n o No sé c ó m o carajo la liana se r o m p i ó , se me q u e d ó en las m a n o s .
d e g o l p e , n o m e dio t i e m p o . Tuve que t r e p a r m e al más cercano, Y me d e s b a r r a n q u é h a s t a el m i s m í s i m o suelo. Era plena noche.

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No p o d í a ver. No p o d í a saber a qué distancia e s t a b a el piso. m o m e n t o c o n t r o l é mi m i e d o . Si me h u e l e n el t e m o r , me m a t a n .
Por eso me caí p a r a d o , sin d o b l a r las rodillas, c o m o un triste co¬ Estiré mi m a n o hacia las l u c e c i t a s m á s c e r c a n a s , no se m o v i e r o n .
j u d o , m á s tieso que una lanza. Yo que quería ser u n a b a l a , T o q u é : e r a n t r o n c o s . R e s p i r a n d o p r o f u n d o me alivié: se t r a t a b a del
fíjate qué g r a c i o s o , y en vez de ser bala caí como una l a n z a m u s g o que se va g u a r d a n d o en la h u m e d a d de los á r b o l e s m u e r t o s ,
nomás. A h í me d a ñ é la c o l u m n a vertebral. Un d o l o r que no ese m u s g o que de día no es n a d a , ni se n o t a , y de n o c h e brilla me¬
quiero r e c o r d a r me d o b l ó . C o n la cara p e g a d a en t i e r r a e s c u c h é j o r que un c e n t e n a r de l a m p a r i t a s . C o n confianza volví a c a m i n a r ,
las c u l e b r a s , me a c u e r d o , ¡sissss, sisssss!, c e r q u i t a , seguro con¬ siempre t a n t e a n d o el piso con los pies, a ciegas. Me di con un arro¬
t o n e á n d o s e sobre la hierba m o j a d a , seca y m o j a d a p o r la garúa. y o , bebí c o m o loco y me t u m b é sobre la hierba. En eso me acor¬
¡ Y yo que no p o d í a ni p a r a r m e ! . . . dé: si sigo la c o r r i e n t e del r i a c h u e l o , me dije, m á s t a r d e o más tem¬
p r a n o llegaré a un río g r a n d e . Y si llego a un río g r a n d e estoy
' D u r a n t e varias horas n o p u d e n i p a r a r m e . Hasta ahora no
salvado. A l g ú n viajero, a l g ú n p e s c a d o r me ha de rescatar. En¬
sé c ó m o no me m o r d i e r o n las s e r p i e n t e s . C u a n d o al fin conseguí
vencer al d o l o r , me levanté de a p o c o s , m e d i t é : no h a b í a m á s tré al agua r i e n d o y e m p e c é a c a m i n a r por el m e d i o del c a u c e ,

r e m e d i o que seguir c a m i n a n d o , ya no tenía fuerzas p a r a subir a sobre las p i e d r a s . P a r a saber la d i r e c c i ó n del r í o , tan c o n f u n d i d o
otro árbol. C a m i n é y c a m i n é en la o s c u r i d a d , t a n t e a n d o despa¬ e s t a b a , en l u g a r de usar a l g u n a hoja r o m p í un p e d a z o de mi ca¬
cito con el pie p a r a no salirme del s e n d e r o , p a r a no m e t e r m e al misa y lo p u s e en el a g u a . No p o d í a ver n a d a . T o c a n d o el t r o z o
b o s q u e , b u s c a n d o lo d u r o del s u e l o , la d u r e z a de la t r o c h a api¬ de tela que se iba p a r a un l a d o , m i r a n d o con mis d e d o s , así supe
s o n a d a , r e h u y e n d o la suavidad del césped q u e no me llevaría a hacia d ó n d e fluía el a r r o y o . C a m i n é , p u e s , con el agua hasta el
ningún lado. C a m i n a n d o así me llené la cara de t e l a r a ñ a s . A las pecho, p o r i n s t a n t e s h u n d i d o bajo el agua. Caminé y caminé
horas me cansé, adormecido sin q u e r e r me recosté c o n t r a una hasta que p u d e oir bien c e r c a , allí d e l a n t e , el e s t r u e n d o del U c a -
p o m a r r o s a que olía fuerte, rico. Allí me m o r d i ó un vampiro, yali. Iba a a p r e s u r a r m e c u a n d o sentí que el a r r o y o se d e t e n í a .
aquí, en este b r a z o . Me d e s p e r t é de p u r a s u e r t e . P o r q u e los ¡El d e s g r a c i a d o se detenía u n a s leguas antes de e n t r a r al río, se
v a m p i r o s de por aquí no h a c e n r u i d o , sus alas ni su m o r d e d u r a dispersaba en un gigantesco p a n t a n o ! E r a i m p o s i b l e pasar. Los
los delatan: con su saliva te a n e s t e s i a n primero y no necesitan pantanos, además, están llenos de víboras, me a c o r d é . Y me
c h u p a r tu s a n g r e , t a m b i é n con su saliva te p o n e n un anticoagu¬ a c o r d é que t o d o s los r i a c h o s , t o d a s las q u e b r a d a s de esa z o n a ,
lante y tu sangre sale sólita, sin que lo sientas. De suerte n o m á s también los arroyitos más delgados, t a m b i é n ese donde yo me
me d e s p e r t é , gracias a que otra vez, esa n o c h e , soñé con J u a n hallaba, todos e s t á n h a b i t a d o s p o r una víbora pequeña y negra,
González. Soñé que yo estaba en el aire, f l o t a n d o a p u n t o de de v e n e n o m o r t a l , que l l a m a n n a k a - n a k a . ¡Y p o r otra m á s gran¬
c a e r m e , y que la tierra estaba a b a j o , bien lejos, y J u a n G o n z á l e z d e , la y a k u - j e r g ó n , m á s feroz t o d a v í a ! T r a t a n d o de no m o s t r a r
a s o m ó detrás del sol y me dijo: t i e n e s que c a m i n a r , y yo le dije có¬ mi m i e d o e m p e c é a r e g r e s a r p o r el a r r o y o . H o r a s de h o r a s , de
m o , si no hay c a m i n o bajo mis p i e s , y él me gritó: ¡Tienes que se¬ n u e v o , p e l e a n d o c o n t r a la c o r r i e n t e y p e n s a n d o que en c u a l q u i e r
guir c a m i n a n d o ! y me empujó con su m a n o d e r e c h a , bien c a l i e n t e , m o m e n t o me m a t a b a u n a v í b o r a . Al fin llegué a un c l a r o , salí
y su m a n o era una flor de t z a n g a p i l l a . O l i é n d o l e la m a n o d e s p e r t é , del r i a c h u e l o y me d e s p l o m é sobre la h i e r b a , me vencí. Ya no
sin e n t e n d e r , a s u s t a d o . Y volví a c a m i n a r a g a r r a n d o mi m a n g a doy m á s , me dije. P e r o no. Me c o n f u n d o . E s t o que te he con¬
m o j a d a , mi c a m i s a caliente por la s a n g r e . M á s allá e n c o n t r é un t a d o p a s ó días d e s p u é s , e n l a sétima n o c h e . Q u e m e c o m a n los
claro en m e d i o de lo o s c u r o , un e s p a c i o n e g r o lleno de luces fijas b i c h o s , dije, y me olvidé de mí.
y c h i q u i t a s c o m o ojos que se me c l a v a b a n . Luciérnagas, ayaña-
' E n ese r a t o me vino a la c a b e z a mi padrino, D o n Javier.
wis, o j o s - d e l - m u e r t o , no p o d í a n ser: no p a r p a d e a b a n . P u p i l a s de
tigres, tan a m o n t o n a d a s , t a m p o c o . Me asusté. Me asusté y al R e c o r d é c l a r i t o que una vez me dijo: ahijado, c u a n d o estés en
problemas llámame, piensa fuerte en mí, llámame con confian-

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za que yo te ayudaré. C e r r é los ojos y comencé a llamarlo. volvía a s o n a r m á s y más n í t i d a m e n t e c a d a vez que yo estaba a
L a r g o rato e s t u v e así, con los ojos p e g a d o s , s o b r e el p a s t o , lla¬ punto de d e s a n i m a r m e . Entonces recuperaba la voluntad, iba
mándolo. N o sentí n a d a , n o e s c u c h é n a d a , n i n g u n a señal. Abrí de vuelta en su b u s c a con r e n o v a d o e m p e ñ o y e s c u c h a b a la risa
los ojos. Nada. L e v a n t é la c a b e z a . ¡ E n t o n c e s vi! cerca, más c e r c a , nítida, m á s nítida.

' E n t o n c e s vi, por entre el t e c h o de r a m a s que se u r d i m b r a - ' F u e así q u e p u d e r e g r e s a r s a n o y salvo c u a n d o ya t o d o s me


ban más a d e l a n t e , a r r i b a , una m u l t i t u d de luces a m a r i l l e n t a s co¬ daban por difunto'.
mo m u c h a s l á m p a r a s a p e t r ó l e o , a k e r o s e n e , e n c i m a de los tre¬
mendos árboles. ¡Deben ser mis p a i s a n o s , me a n i m é , d e b e n ha¬
ber colgado sus l i n t e r n a s en la c o p a de la m á s alta l u p u n a p a r a
que yo me p u e d a orientar! Y me l a n c é a c a m i n a r en d i r e c c i ó n
de las l á m p a r a s !

' C o m o al r a t o , saliendo a o t r o claro del b o s c a j e , p u d e m i r a r


m e j o n . n o eran l á m p a r a s . ¡Era la l u n a que se r o m p í a , bien a r r i b a ,
por detrás de las r a m a s ! ¡Luna m a l d i t a ! , grité, s a b i e n d o que no
era la v e r d a d e r a luna lo que yo h a b í a visto sino a p e n a s su reflejo
en mi á n i m a , el reflejo de las l á m p a r a s , lo que h a b í a q u e r i d o ver
mi e s p e r a n z a . Me d e r r u m b é ya p a r a s i e m p r e sobre el p a s t o . P e r o
ahí m i s m o , de i n m e d i a t o , pensé que D o n Javier me h a b í a h e c h o
creer que eran l i n t e r n a s , que eran s e ñ a l e s , l á m p a r a s , p a r a que yo
enfilara en su r u m b o . A s í , p u e s , e m p u j a d o por una ilusión idiota,
seguí c a m i n a n d o h a c i a la luna. Sin e m b a r g o no se t r a t a b a de
una ilusión idiota. Se t r a t a b a de la l u n a de mi p a d r i n o que me
i l u m i n a b a el s e n d e r o , que me d i c t a b a el s e n d e r o . No c a m i n é por
gusto. U n a risa me d e t u v o más a d e l a n t e . La risa v e n í a del l a d o
izquierdo y s o n a b a con gran c l a r i d a d . ¡Era la risa de D o n Javier!
E n t o n c e s me desvié del sendero que iba hacia la luna. Luna
llena era. N u n c a sabré por qué b r i l l a b a en ese cielo p u e s no era
su época. Y t a m p o c o sabré por qué no logré v e r l a en n o c h e s
a n t e r i o r e s ni d e s p u é s . T o m é un c a m i n o d e l g a d i t o , a la i z q u i e r d a .
¡A estas h o r a s ! , me asombré, ¡a estas h o r a s fiesteando mi pa¬
d r i n o , de seguro e s t a r á con a l g u n a m u c h a c h a ! , así p e n s é e n t o n c e s
o l v i d á n d o m e que mi p a d r i n o no p o d í a estar por esos sitios por¬
que se h a l l a b a e s p e r á n d o m e en P u c a l l p a . Y a p e s a r de los días
sin c o m e r ni dormir, siete días ayunando como brujo, alimen¬
t á n d o m e ú n i c a m e n t e con un t r o z o de p l á t a n o y con a g u a de arro¬
y o , me dirigí con fuerza hacia la risa, a b r i é n d o m e p a s o e n t r e las
r a m a s , e m p u j a n d o bejucos y a r b u s t o s que no p o d í a ver. La risa
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¡van regresa trayéndonos


un venado y un niño

¡Este es el U r u b a m b a , insaciable y h u r a ñ o , el rojo W i l l k a m a y u


d o r a d o de los I n k a s !

L a q u e b r a d a del Inuya, t e n d i d a boca abajo como bebiendo


del R í o S a g r a d o , finge una siesta bajo el sol. N u e s t r a p i r a g u a la
interrumpe: cinco metros de p a l o - t o r n i l l o p e n e t r á n d o l a , quebran¬
do en dos la c o r r e n t a d a tibia, e s p a n t a n d o wakamayus y garzas
hacia lo alto y a n g u i l a s y t o r t u g a s y peces hacia el f o n d o . En la
p u n t a del b o t e b r o m e a C é s a r c a d a vez que señala p e l i g r o s , tron¬
cos malévolos, bajiales repentinos, hipocresía de los pedregales
que a c e c h a n d e b a j o del agua, en los e s t r e c h o s del I n u y a . Atrás,
en el t i m ó n , I v á n va a d i v i n a n d o el c u r s o más p r o p i c i o , domesti¬
cando a nuestra embarcación malhumorada. En el centro del
b o t e , s e m i s e n t a d o entre los dos h e r m a n o s , por sobre la insisten¬
cia de la selva y del m o t o r , a c e r c o mis oídos a un gesto de F é l i x
Insapillo:
— T r e s n o c h e s m á s a r r i b a l l e g a r e m o s a la b o c a del Mapuya.
A l l á ya nos h a b r á n visto d e s d e a n t e s , de m u c h o a n t e s , los a m a -
waka. A l g u n o nos d a r á r a z ó n del j e f e . . .

Y v o l t e a n d o hacia la fronda que crece a la d e r e c h a , como


si no h a b l a r a ya c o n m i g o :
— P e r o si él no quiere v e r t e , sí no quiere r e c i b i r n o s , segu-
rito que nadie nos dará razón.

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— T o d o v a r ó n , s i e s a m a w a k a , sabe — m e h a b í a i n f o r m a d o
nes p r o f u n d a s e n m a s c a r a n con una b a b a lenta y amarilla. Por
Iván. P o r eso es que t o d o v a r ó n es jefe. E l l o s ya s a b e n que
fin e n t r a m o s al M a p u y a y d e j a m o s a t r á s el b a m b o l e o . Y algo
e s t a m o s y e n d o a verles y saben t a m b i é n p a r a qué. Ellos huelen
las almas desde lejos. c o m o un t r u e n o p a s a bajo el b o t e , algo c o m o a t a s c a d o e n t r e ca¬
parazones lejanísimas, moluscos vueltos piedra, conchas de mar
— A s i m i s m o es —insiste F é l i x I n s a p i l l o . Y siempre atento
de h a c e m i l l o n e s de a ñ o s . ¡El c a n t o a g u j e r e a d o del M a p u y a : la
a los b a r r a n c o s r o t o s , a los t r o n c o s gigantes d e s l i z á n d o s e , a las
ú l t i m a frontera que defiende al país a m a w a k a !
b o s c o s a s orillas que se alzan y se alzan conforme a v a n z a n u e s t r a
c a n o a , y h a b l a n d o siempre a n a d i e , me consuela: S o r p r e s i v a m e n t e Félix I n s a p i l l o indica p u e r t o con l a mano.
— P e r o le has de gustar, eso c r e o , al jefe le ha de g u s t a r el N u e s t r a c a n o a se i n c r u s t a en un c o s t a d o del M a p u y a acomodán¬
fondo de tu á n i m a . . . d o s e en un fangal rojizo. D e s c e n d e m o s t e ñ i d o s h a s t a el muslo.
Acosados por la voracidad del mosquerío, por la mantablanca
Tres n o c h e s más d o r m i m o s al b o r d e del Inuya, d e n t r o de
que z u m b a en n u e s t r o s c a b e l l o s , en n u e s t r a i m p a c i e n c i a , en nues¬
los mosquiteros a r r u g a d o s , en arenas, en p e q u e ñ a s a l t u r a s , en
tros brazos desnudos, escalamos un trecho de ribera, hacemos
salientes de tierra perfumada. C u a t r o n o c h e s c o r t a m o s la c o r r e n -
un r e g a z o de h o j a s y r a m a s m u e r t a s , u n a fogata p a r a lo que nos
tada. M á s de una vez, p a r a s o r t e a r los bajos del r i a c h o t u v i m o s
resta de café.
que dejar el bote y j a l a r l o con sogas d e s d e la r i b e r a p o r e n c i m a
de una alfombra de troncos e s t a n c a d o s . ¡Troncos inmersos en Iván se h u n d e en el m o n t e con un solo c a r t u c h o , p e t u l a n t e ,
los b a r r i z a l e s , de r a m a s como l a n z a s al a c e c h o ! ¡Troncos desde en su e s c o p e t a de c a z a . L o s d e m á s nos d e s m o r o n a m o s sobre la
lo alto, a m e n a z a n t e s , sorpresivas c o l u m n a s de p a t í b u l o ! ¡Troncos h i e r b a escasa. ¿ C u á n t o tiempo pasó? Y o d o r m i t a b a , c r e o , entre¬
c a í d o s , con el agua al cuello, p e o r que p u e n t e s h u n d i d o s ! ¡Kiló¬ v i e n d o a la t a r d e c o m o a una i n e r m e presa de c o l o r e s en el viento
m e t r o s de t r o n c o s ! ¡Casi t o d o el I n u y a es un t e m i b l e c e m e n t e r i o de s a n g r e , c u a n d o sentí un crujido a mis e s p a l d a s .
de troncos! Y cuando suponemos haber sobrepasado lo más
Escudriñé los altos m a t o r r a l e s .
a r d u o se avecinan los rápidos del r í o , los m a l o s - p a s o s , los amon¬
t o n a m i e n t o s de rocas a uno y o t r o l a d o c o n t r a r i a n d o a las aguas E r a Iván q u e r e a p a r e c í a , que apartaba bejucos, enredos de
provocando su cólera de oleajes infinitos h e r v i d e r o s c a l l a d o s re¬ h o j a s , l i a n a s e s p i n o s a s , que h a c í a sitio al c u e r p o de un v e n a d o ,
m o l i n o s debajo de la calma farsante. lo arrastraba de la cabeza t o d a v í a sin astas, demasiado joven,
r e v e n t a d a p o r los p e r d i g o n e s . Se a p r o x i m ó j a d e a n d o y arrojó el
Pese a t o d o s u r c a m o s y s u r c a m o s . C a d a vez m á s o p a c a y
venadito delante n u e s t r o al p a r que abría los ojos en una seña
angosta la q u e b r a d a se e x p a n d e de súbito a r r i e s g á n d o s e en u n a
que no c o m p r e n d í . R e g r e s ó a los a r b u s t o s , e n t r e a b r i ó n u e v a m e n ¬
cita de aguas c o n t r o v e r t i d a s . ¡Es el M a p u y a , de m a ñ o s a s corrien¬
te la p u e r t a de b e j u c o s , se r a s g u ñ ó o t r a vez, a p a r t ó r a m a s , dijo
tes, que p e n e t r a en el Inuya f u l g u r a n d o c o m o un p é n d u l o ! ¡Y
algo con voz lejana. A l g u i e n le c o n t e s t ó desde la s o m b r a . Pasó
la q u e b r a d a del I n u y a suena en la t a r d e , se resiste, suena m á s
un instante. P a s ó una e t e r n i d a d . Un p e q u e ñ o nativo salió de
todavía!
entre los m a t o r r a l e s .
— ¡ A g á r r e n s e ! , o r d e n a Iván. ¡Hay que saber e n t r a r al M a -
Iván lo trajo hasta n o s o t r o s y volvió a d e s m e s u r a r los ojos.
puya! ¡Insapillo: tú diriges a h o r a ! Y se afirma con t o d o el cuer¬
A h o r a sí e n t e n d i m o s : nos pedía no h a b l a r . A z o r a d o s nos aboca¬
po tenso a la t a b l a que hace de a s i e n t o de piloto. C é s a r cede su
m o s a la t a r e a de tasajear el v e n a d i t o . I v á n no nos d e j ó , lo deso¬
sitio a Félix I n s a p i l l o en la proa y el m o t o r de la c a n o a p a d e c e ,
lló él solo y en el a c t o . Cocinamos callados y comemos callados.
se vence hacia una orilla, ya casi se d e s p i d e del I n u y a , largo r a t o
R a s g o un p e d a z o de c a r n e con las m a n o s , m i r o de reojo al n i ñ o ,
i n d a g a n d o en las aguas la puerta del río M a p u y a que las v o r á g i -
no ha d e j a d o de o b s e r v a r n o s ni un momento. Cuando hemos
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a c a b a d o de c o m e r y no s a b e m o s ya qué h a c e r , qué decir, hacia


d ó n d e m i r a r m i r a r , él a b a n d o n a su quietud y se acerca a la hogue¬
ra que d e c l i n a , r o m p e un t r o z o de carne c h a m u s c a d a , se lo lleva
a la boca m i r a n d o a todos lados y mastica s o n r i é n d o n o s a t r e c h o s .
Reparto cigarrillos, fumamos en silencio.

Las mejillas del niño, ¿once, nueve, t r e c e a ñ o s ? , las meji¬


llas no s a b e m o s si p i n t a d a s de guerra o de fiesta, r a y a d a s por el
karawiro, surcadas por el achiote como por cicatrices rojas e
inquietantes, se nos m u e s t r a n de golpe en p l e n i t u d . El nativo 5
termina de c o m e r , se levanta, se achina bajo u n a sonrisa g r a n d e .
Su cara es una invitación, no c a b e d u d a , es una invitación que un árbol muerto nos prohibe
corean sus m a n o s . Y no n e c e s i t a m o s que Félix I n s a p i l l o o I v á n seguir adelante
C a l v o t r a d u z c a n sus p a l a b r a s veloces y c h i r r i a n t e s . Porque habla
con t o d a su p r e s e n c i a , nos está b i e n v i n i e n d o con los ojos, con
los p ó m u l o s t a t u a d o s y altos. D e j a m o s n u e s t r a s ú l t i m a s dubita¬ — ¿ O y e s c ó m o c r e c e el r í o ? , s o n ó la voz de Iván d e l a n t e m í o .
ciones en la orilla, en la fogata que Insapillo d e s o r d e n a y a p a g a El s e n d e r o elegido por el n i ñ o amawaka parecía internarse
con un palo y en el bote v a r a d o j u n t o a las e s c o p e t a s que desar¬ hacia lo h o n d o del m o n t e p e r o n o , a unos d o s c i e n t o s m e t r o s de
mo con prisa y g u a r d o entre los m o s q u i t e r o s e n r o l l a d o s . h a b e r a t r a v e s a d o esa suerte de p ó r t i c o de r a m a s el c a m i n o regre¬
saba p a r a l e l o a la orilla a t i s b a n d o las aguas v e r d i n e g r a s del M a -
El niño se confunde ya con el boscaje, a r r i b a de la r i b e r a p u y a por e n t r e las rendijas que a c e p t a b a el boscaje. C u a n d o hu¬
y de n o s o t r o s , c a m i n a n d o sin r u i d o . Lo seguimos atropellada¬ b i m o s a n d a d o , ¿ u n a , dos h o r a s ? , o b e d e c i e n d o e l c u l e b r e o d e l a
mente. César e Insapillo, agitando m a c h e t e s p a r a e n s a n c h a r el t r o c h a , r a z o n é q u e mejor h u b i e r a sido a v a n z a r ese t r a m o e n nues¬
rumbo, trepan delante. Yo v o l t e o hacia Iván que se d e m o r a , que tra fatigada y eficiente p i r a g u a de m o t o r , e x o n e r a n d o así de m á s
se contiene: c o r r o b o r o en sus ojos que el niño es un e n v i a d o del trajines a n u e s t r o s p o b r e s c u e r p o s . P r o n t o tuve que a g r a d e c e r la
Brujo de los B r u j o s . Y sin p o d e r creerlo al fin lo c r e o : el inacce¬ d e c i s i ó n del n i ñ o . El r u m o r del río se iba v o l v i e n d o e s t r u e n d o
sible, l e g e n d a r i o I n o M o x o , P a n t e r a N e g r a d e los amawaka, ha c o n f o r m e c a m i n á b a m o s y sus r i b e r a s se confabulaban más y más
e x t e n d i d o su venia h a s t a n o s o t r o s . a l z á n d o s e en p a r e d e s de g r e d a o s c u r a y h ú m e d a y b r i l l a n t e . Lle¬
gué a sentir n o s t a l g i a de aquel t e m o r que t u v e descubriendo el
t r o n a r del Urubamba. P u e s el R í o S a g r a d o , c u y o fondo de fan¬
gos a m o r d a z a al e m p e c i n a m i e n t o de las a g u a s , i m p o n í a una músi¬
ca de orillas m á s e x t e n s a s p e r o francas y l á n g u i d a s . El c a n t o del
M a p u y a , en c a m b i o , s i m u l a n d o a n g o s t a r s e , en verdad se afilaba
sobre un l e c h o de fósiles, p i e d r a s de e s c á n d a l o y de r e m o l i n o s ,
inmemoriales cascajos rencorosos. Los no hace mucho tímidos
b a r r a n c o s se v o l v í a n i n s o l e n t e s farallones y la c o r r i e n t e se torna¬
ba vértigo revestido de troncos, de cocodrilos que se fingen
t r o n c o s , i n e r t e s y v a r a d o s en los r e c o d o s a r c i l l o s o s o t u m b a d o s

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al sol sobre la a r e n a de las p l a y a s b l a n c a s . N u e s t r a e m b a r c a c i ó n
que ú n i c a m e n t e en los l a g o s , bien al f o n d o de los g r a n d e s lagos
no h u b i e r a c o n s e g u i d o vencer a q u e l l o s p a s o s , tantas m a l i n t e n c i o -
vive el kotomachácuy. ¿O a c a s o no lo s a b e s ? . . .
nes del M a p u y a .
— ¿ O y e s c ó m o crece y crece el río? Si h u b i é r a m o s seguido I n s a p i l l o e s t u v o a p u n t o de r e p l i c a r , no p u d o , sólo un r e -
c a n o a n d o , fijo que aquí se nos h u n d í a la p i r a g u a . ¿Oyes?. . . z o n g o suyo r a s g u ñ ó la p o s t r e r a o s c u r i d a d del t ú n e l . Precisamen-
te a la salida del boscaje c o n d e n a d o p a r a s i e m p r e a la n o c h e , allí
Más a t e n t o a las c h a r c a s y raíces que me e m p e r e z a b a n el d o n d e el s e n d e r o volvía a ser s e n d e r o , e n s a n c h á n d o s e p o r fin re¬
c a m i n o , seguí tras de Iván, silencio. ¿Dije que yo c e r r a b a el c o n c i l i a d o con el cielo q u e m a n t e , n o s d i m o s con un n u e v o impe¬
o r d e n de la m a r c h a ? A n t e s que él, d e s c a l z o , iba F é l i x I n s a p i l l o dimento: la increíble desmesura de un shiwawako d e r r i b a d o , todo
r a s t r e a n d o a C é s a r que se a p r e s u r a b a afanado en saltar y trope¬ e n v u e l t o de m u s g o , de raíces y de a r a ñ a s p l o m i z a s y de m o h o ,
zar a fin de no p e r d e r de vista al e n v i a d o a m a w a k a .
se alzaba ante nosotros vedándonos la trocha como un muro

Un a r o m a de p o m a r r o s a s nos g o l p e ó : hurtamos algunos de verdusco y melancólico. Sólo a l g u n a s b a y u c a s , esas o r u g a s orti¬

sus frutos al azar, sin d e t e n e r n o s . Un t r e c h o m á s allá t u v i m o s gantes, verdes, blancas, rosadas, amarillas, rojas, de pelambre
que c a m i n a r al t a n t e o , peor que c i e g o s , en esa n o c h e b r e v e que sedosa y azulada, aventuraban sobre el shiwawako su lentitud
los b o s q u e s p r o v o c a n al tupirse de g o l p e , sin p i e d a d , confundien¬ flemosa, p o n z o ñ o s a , imprudente. L o s e x t r e m o s del árbol caído
do a los m o n o s n o c t u r n o s bajo el e s p e s o t e c h o de l i a n a s y de¡ se perdían a a m b o s l a d o s del sendero bajo dos confusiones de
copas frondosas, entreverando ruidos húmedos, perfumes estan¬ arbustos espinosos y de heléchos: encajes prestigiados p o r una
c a d o s , aleteos y frutos invisibles, h a c i e n d o del c a m i n o un inquie¬ que otra o r q u í d e a c o m o por las ruinas de un incendio sucedido
t a n t e , i n d e s c r i p t i b l e túnel que c r u z a m o s a g a c h a s e n t r e temero¬ hace tiempo. Él a m a w a k a e s c a l ó el árbol m u e r t o en un i n s t a n t e .
sos y maravillados. I v á n l o s e c u n d ó , l u e g o I n s a p i l l o , h e n d i e n d o l a c o r t e z a con m a n o s
y con pies igual que si fueran garfios f a b r i c a n d o p e l d a ñ o s . Nos¬
La voz de I v á n me orienta en lo o s c u r o : o t r o s , e n c a m b i o , nos d e m o r a m o s t r e p a n d o u n o s o b r e o t r o , enca¬
— L o s e s t r e c h o s del M a p u y a son c u i d a d o s p o r serpientes d e n á n d o n o s hacia lo alto d e aquel m u r o d e m a d e r a e s c o m b r a d a ,
gigantes, e n o r m e s boas d e c u a r e n t a , d e c i n c u e n t a m e t r o s , que c a y e n d o t o r p e m e n t e al otro lado, r e c u p e r a n d o n u e s t r a senda ta¬
llaman y a k u m a m a . E n q u e c h u a y a k u m a m a significa L a M a d r e p i z a d a de l i a n a s d e s a s i d a s , de ilusas hojas secas que crujían mo¬
de L a s A g u a s . ¿ O y e s ? No hay razion p a r a que un río flaco pro¬ jadas. N o h a b í a n i siquiera l l o v i z n a d o p e r o el inmenso tronco
d u z c a t a n t o r u i d o , ese ruido de t e r r i b l e s c o r r e n t a d a s . La y a k u - estaba h ú m e d o . Gruesas gotas caían desde el cielo r e s q u e b r a -
m a m a las p r o v o c a , eso dicen. . . j a d o p o r un sol de m i e d o . A l c é los ojos: las gotas no caían d e s d e
el cielo. ¡La lluvia de otro t i e m p o , a c u m u l a d a en la c o p a de los
La voz de I n s a p i l l o , que yo no suponía tan c e r c a n a , lo inte¬
á r b o l e s , a h o r a c u m p l í a , ya p a r a q u é . su oficio, f l u y e n d o a p a u s a s ,
r r u m p i ó en la s o m b r a :
sin n i n g ú n s e n t i d o , d e s l i z á n d o s e en v a n o c o m o el l l a n t o de un
— E n los l a g o s he visto y a k u m a m a s p e r o n u n c a en los ríos
muerto!
y m e n o s a esta a l t u r a del M a p u y a . En los lagos, sin avisar, la
y a k u m a m a p a r e r e m o l i n o s , m u y u n a s , t o r m e n t a s que v u e l c a n bar¬
—El primer hombre no fue hombre: fue mujer, prosigue
cos g r a n d e s c o m o casas. Yo la he visto tragarse p e s c a d o r e s co¬
mo si fueran f r u t o s . . . su relato, inesperadamente, Don Javier.

— ¿ N o te estarás e q u i v o c a n d o ? , lo p r o v o c ó la voz de Iván


b o r d e a n d o una b u r l a , tal vez no fue una y a k u m a m a lo que viste
sino un kotomachácuy, esa serpiente que tiene dos c a b e z a s . Por-

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Don Hildebrando lee en
el aire un libro de
Stéfano Várese

Don Javier maltrató el paquete de cigarrillos negros, extrajo el


menos lastimado, lo alumbró:
—Eso afirmó Inganíneri la última vez que me hospedó en
su casa, esa linda junto al nacimiento del Unine, la casa más am-
plia que él tuvo en El Gran Pajonal...
—¿En El Gran Pajonal?, me alegro yo. Un amigo mío vivió
buen tiempo allá...
—Lo sé, me interrumpe Don Javier.
—¿Usted lo conoció? ¿Conoce usted a Stéfano Várese?
—No, nunca lo he visto.
—Hace unos meses él publicó un libro...
—Lo sé, volvió a interceptarme Don Javier. Es un estudio
que trata de los campa, de la vida y costumbres de los ashanínkas.

Sus miradas brillaban tras el humo y las voces de la cantina


frente al río Ucayali, allá en Pucallpa, hacia los bosques aleda¬
ños que la luna lavaba o borroneaba.
—Nunca he visto ese libro pero lo conozco, bien lo co¬
nozco...

Giré el rostro en dirección de la ventana repintada de ama¬


rillo, de blanco: la ribera del costado se azulaba como paisaje
bajo el agua, sin convicción de madera ni respirar de gentes ni
de tierra. Don Javier regresó su mirar a nuestra mesa, peinó su

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flaca barba con los dedos, apresuró un tercer vaso de aguardien- con la banca donde el brujo aguardaba. Para ingresar había que
te de caña. eludirlo. Ciertos participantes, los foráneos, siempre llegando
incrédulos y al último, lo rozaban a veces, él nunca se inmutaba.
—Los pensamientos de la gente buena viven en el aire, se
A no ser por los zurcidos de su camisa ploma y de esos pantalo¬
alojan en el aire lo mismo que nosotros en nuestra casa. Antes
nes de dril desvaído, sentado de aquel modo, las cortas piernas
de ser llevados a los libros, al sólo ser pensados y aunque nunca
flexionadas en equis, los anchos pies terrosos empecinados en
se escriban, ya viven en el aire. El maestro ¡no Moxo me reveló
que las ideas se graban mejor sobre el aire que sobre los cua¬ nerviosear los dedos, cualquier desprevenido lo hubiera confundi¬
dernos... do con una estatua asiática de arcilla o con el equilibrio de un
fardo funerario, momia de inka recientemente embalsamado. Por¬
Y señalando mi grabadora: que más parecía ser la sombra de nadie, así, callado, angustio¬
samente inmóvil, casi eterno junto al marco de la puerta, en esa
—Y se guardan mejor que en esos aparatos... Desde antes de
su choza lastimosa que sonaba y olía como un bosque en la
nacer, todo está grabado ya como en una cinta, sólo que es una
noche de Pucallpa.
cinta sin sonido. La Magia le pone sonido a la vida de los hom<-
bres, es así... Se guardan, pues, te estaba diciendo, se guardan —Es cierto. La casa del aire es la casa de la vida. Nada
mejor que en esas máquinas y duran mucho más, un eterno muere una vez que entra en el aire. Las ánimas de todos los
comienzo. Porque el aire es de todos, acaso lo único que hoy tiempos, los conoceres y los sentimientos de todos los tiempos,
por hoy es de todos. La voz de la vida. Y sin que lo sepamos, inclusive los que germinaron antes que apareciera nuestro primer
sin que nos demos cuenta con la cabeza, las ideas que habitan el pariente, las ánimas de siempre, noble y dañinas, altas y bajas,
aire, como ánimas nos nutren, nos dan aliento. El maestro Ino están mejor que sembradas en el aire. Allí pueden crecer o dete¬
Moxo me enseñó a leer en el aire, a distinguir y elegir los pensa¬ nerse pero no mueren nunca. Ahora mismo están ahí, al alcance
mientos que crecen en el aire. Ahora sí vamos a entendernos, de las gentes que se preparan, que pueden, que lo merecen. Ahí
amigo Soriano. Yo no he visto nunca ese libro de que hablaste, está, intacto, todo lo que se ha pensado aun antes que los huma¬
de tu amigo Várese y sin embargo lo he leído varias veces. Y no nos tuvieran pensamiento. Ahí está todo lo que se ha escrito.
importa, supongamos, que un mal día quemen todos los ejempla¬ Todos los libros están ahí, en el aire. Cierto es lo que te ha
res de ese libro ya que los pensamientos, las dudas y certezas de dicho Don Javier.
quien lo escribió, igual que espíritus bondadosos, grandes, verda¬
deros, viven en el aire, nos pertenecen... Por un instante el rostro de Don Hildebrando deja de resis¬
tirse a nuestros ojos y se yergue suave y resignado y su\ palabra
sin embargo es áspera y me recuerda al Qero del inka Manko
Kalli.
—Lo que te ha dicho Don Javier es cierto, aseveró Don
Hildebrando con la cabeza gacha, sumido en aquella banca que —A mí me pasa igual a veces. Ese libro de que hablaste
obstruía la entrada. Como todas las viviendas de la zona, la de con Don Javier, por ejemplo, yo también lo conozco. Nunca lo
Don Hildebrando distaba medio metro de la tierra, sostenida por he visto, ígualito, y nunca me han contado. Pero conozco. Como
tenaces vigas de wakapú que así la resguardaban de las víboras, una gran emanación, como aliento de flores de tzangapilla, ocul¬
lejos de los aniegos desatados por las lluvias frecuentes o por el tas, así ha entrado en mi sangre el pensamiento de tu amigo
insensato rebalse de los ríos. Venciendo tres peldaños uno ya Stéfano Várese. No sólo lo que él dice. También lo que no
estaba a salvo. Y a la izquierda del cuarto penumbroso, frente alcanzó a pronunciar, lo que no pudo dar forma todavía en el
al altar de triángulos de madera pulida, era inevitable tropezar aire, su puro pensamiento...

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Don Hildebrando cerró los ojos con fuerza, con más fuerza así se llaman los que entran en comercio sagrado uno del otro,
y se perdió en su perorar. Hablaba extrañamente como si. reci¬ ayúmpari, pero el virakocha tampoco ve esa religión.
tara un texto de memoria o como si leyera. Llegué a pensar que
Yo tengo mis gallinas en mi casa.
el brujo repetía palabra por palabra lo que alguien le dictaba
Cuando me las piden yo las doy.
desde quién sabe dónde. Su voz no era su voz y su rostro tam¬
Porque nunca debemos ser mezquinos.
poco, hablaba y fulguraba con palidez de muerto, alguien que
no era él pero que sí era él al mismo tiempo ocupaba su cuerpo, Así dice una vieja canción ashanínka.
lo desbordaba inconteniblemente, salía por su boca de sónánmbu-
lo, decía: Descansa la madrugada,
se va a dormir la mañana,
no se desunen las manos:
—El ashanínka, el hombre campa, existe como un transeún¬
siempre abrirán la ventana.
te, en la superficie de la tierra nomás. La muerte dará fin a este
tránsito y abrirá el nuevo camino. Pero hay diversas muertes Así dice una canción de Raúl Vásquez, el Juglar de la Selva.
en la vida de un ashanínka, varios estados que le permiten acce¬ Porque el campa que no ofrenda generosamente a los demás,
der a los mundos misteriosos, los espacios sagrados. El sueño como la orilla con el río, es apartado del curso de su nación. No
del dormir, las visiones que regala el ayawaskha, pueden hacer respetar al huésped, no obsequiarlo, no intercambiar con él da¬
que el hombre ingrese a estos mundos del allá. La misma selva divosamente, significa cortar ese fluido que une a los hombres
en sí, las pequeñas lagunas, una pomarroso abrazada por lianas con los hombres. Ya que quien recibe adquiere algo de la esen¬
de garabato-kasha, el sendero de piedras que cubre el fondo de cia de quien da, y ello sería peligroso en caso de no existir 1
coA

las quebradas, un shiwawako muerto, una risa en el bosque, la rrespondencia... Ayúmpari, esa es la palabra que define al hom¬
piel de los ríos que se levanta como tapa de mosquitero, un millar bre con quien se está en relación de comercio sagrado...
de lámparas que no son lámparas en lo alto de una lupuna que Don Hildebrando se detiene. Lo busco en la penumbra, no
no es lupuna, en la noche, y las rocas, las cuevas de la selva, los entiendo en qué momento se acabaron las velas, apenas alcanzo
claros de los pajonales, son otras tantas puertas que llevan a esos a escucharlo respirar con angustia de asfixiado. Una tensión
mundos, a estos mundos que no se tocan con las manos del cuer¬ extraña vuelve a sitiar la casa, remece las vigas de capirona, los
po material. Los virakocha, los blancos, no entienden esas puer¬ tablones del piso, las paredes astillosas y frágiles. Será el viento.
tas. A lo largo de cuatrocientos años los virakocha sólo han —Yo estaba esa tarde contemplando el Willkamayu, el Uru-
sabido equivocarse, nublarse en tantas cosas, equivocarnos en su bamba, desde lo alto de la cindadela inkaika de Pisaq, cuando
pensamiento. No ven, no tienen ojos de ver, los virakocha. No me encontré con un viejo que excavaba cerca de las cuevas donde
tocan la religión del ashanínka porque no saben tocar ni su me¬ están sepultados nuestros abuelos inkas. Vi que el anciano tenía
moria, ni su propia memoria pasada y futura. Un ejemplo: el entre las manos ese Qero recién desenterrado. Me oyó esbozar
campa, el ashanínka que espera religiosamente el regreso de Juan un saludo en su idioma y sonrió con lástima aproximando el vaso
Santos Atao Wallpa, su líder que se alzó contra los conquistado- ceremonial hacia mí, obsequiándomelo con una palabra que no
res españoles allá por 1742, el campa lo espera religiosamente, he olvidado. Ayúmpari, me dijo, dice mi primo César. Eso me
hace varios siglos que los campa lo esperan religiosamente, pero dijo: ayúmpari. Será el viento, me sugestiono mientras mis ojos
el virakocha no ve esa religión. Otro ejemplo: un ashanínka in¬ van acostumbrándose a la oscuridad. La luna se hace hilachas
tercambia dones, regalos, con otro ashanínka estableciendo una por entre los ramajes de yarina que techan el recinto: distingo al
relación sin tiempo, de comercio sagrado, haciéndose ayúmpari. brujo sobre la banqueta, pedestal de madera que resiste milagro-

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sámente todo su cuerpo inmóvil, el opaco silencio de su cuerpo Don Hildebrando observó el lecho de su ¡ambo que había
cincelado en los filos de luz tibia. Don Hildebrando se inclina, dejado de temblar, bajó el rostro. Tal si se sorprendiera de en¬
retrocede, alza la frente, su cabeza gira como atornillándose al contramos allí retrocedió al mirarnos.
cuello imperturbable, lenta, muy lentamente, y así, muy lenta¬ — Asi es, dijo ya con su propia voz dirigiéndose a mí. Asi
mente, conforme el brujo retoma a su quietud, la casa va dejan¬ como tú ves una isla de lejos, una de esas islas que parecen bos¬
do de temblar. Una voz que no es la de Don Hildebrando entre¬ ques flotando y sabes que es una isla y la conoces y en lo pro¬
abre su boca nuevamente: fundo sabes que es un bosque lleno de árboles y sabes que son
—El mundo, salido de la mano del Dios Pachakamáite, está árboles aunque no puedas distinguirlos de uno en uno a la dis¬
impregnado de divinidad. La naturaleza no es natural, es crea¬ tancia, asimismo he visto ese libro de tu amigo Várese, así lo he
ción de dioses, es divina, y todo lo que se encuentra sobre el conocido. Como bosques he visto sus ideas por más que a veces
mundo participa de esa condición, todo participa de las fuerzas, no alcance a distinguir una por una sus palabras exactas...
de las grandes ánimas que rigen la existencia desde el aire. Las
Don Hildebrando vuelve a girar la cabeza, respira un aire
palabras también. Quien pronuncia palabras pone en movimien¬
denso, inmenso, tibio, un aliento de flores de tzangapilla oculta?,
to potencias. Por eso el ashanínka está forzado a vivir en armo¬
y se incorpora de la banca manchada:
nía con las fuerzas del mundo, de estos mundos. El ashanínka
—Así es. Quien pronuncia palabras pone en movimiento
se armoniza con ellas para poder conservar dentro de un solo
potencias, desencadena otras fuerzas, otras palabras en el aire,
cuerpo sus cuerpos material y espiritual...
sin ya nunca conocer su término. Poderes infinitos. Las pala¬
bras no son únicamente palabras. Igual el mundo, esta tierra,
todo lo real que vemos o soñamos, es más, es mucho más de lo
Nosotros, en c a m b i o , d e m o r a m o s t r e p a n d o uno sobre o t r o , que alcanzan a mirar nuestros ojos, a mirar hacia afuera o hacia
e n c a d e n á n d o n o s h a c i a lo alto del árbol e x t i n g u i d o que nos v e d a adentro. Así también quisiera que recibas lo que te he dicho en
el c a m i n o hasta que al fin p o d e m o s e s c a l a r l o , ' t r i u n f a n t e s y ma¬ estos cuatro días, como más que palabras, como un obsequio
gullados, sólo p a r a d e j a r n o s r e s b a l a r t o r p e m e n t e p o r la corteza bueno que yo estaba debiéndole a tu primo César. Hoy he podido
húmeda, ¡sólo p a r a caer, al otro l a d o del tronco enmohecido, cumplir, a través tuyo. Cuando él me regaló este vaso sagrado
sobre la misma s e n d a ! . . . Así y t o d o , m a l t r e c h o s , p r o s e g u i m o s de los inkas del Cusco, en realidad me estaba regalando mucho
andando. A l c é los ojos: las gotas no caían desde el cielo resque¬ más. Desde entonces quedé en deuda con él, se hizo mi ayúm-
brajado por un sol de m i e d o . ¡La lluvia de otro t i e m p o , acumu¬ pari. Ahora ya estamos a mano...
lada en lo alto, a h o r a r e b a l s a b a la copa de los á r b o l e s deslizán¬
Y nos pidió disculpas por tener que dejarnos, dijo que po¬
dose en vano c o m o el llanto de un m u e r t o ! E n t o n c e s nos lanza¬
m o s a correr p o r la t r o c h a b u s c a n d o dar alcance al enviado de díamos quedarnos otro instante en su casa, que no lo visitáramos,

Ino M o x o . Horas anduvimos sin lograr e n c o n t r a r l o . Ya nos eso sí, a la noche siguiente ni a la subsiguiente, que iba a tener
d á b a m o s por p e r d i d o s c u a n d o el a m a w a k a surgió atrás de noso¬ que reponerse mucho, de seguro dormiría varios días su cuerpo
t r o s . A l g o , cierto r e p r o c h e , m a n a b a de sus ojos, a h o r a compren¬ material, varias semanas su cuerpo espiritual. Y salió arrastran¬
do que nos miró c o n lástima. Porque cuando a v a n z a m o s atolon¬ do los pies, encorvado, con los barzos vencidos, como un con¬
d r a d a m e n t e , z i g z a g u e a n d o , e s q u i v a n d o ramajes, más aprisa, sal¬ valeciente, muy despacio.
v a n d o charcos fétidos, en verdad no a v a n z a m o s . E s t á b a m o s hu¬ La última noche en casa de Don Hildebrando en Pucallpa
yendo. Estábamos huyendo de n o s o t r o s , del p r i m e r m i e d o , de no me fue afortunada. En plena meditación, estando todos sen¬
esa inútil lluvia. tados en redor de su aliar de tres triángulos y mucho después

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de habernos fortalecido con el 'Agua de la Serenidad', uno de — Vas a dormirte ahora, calladito, vas a quedarle dormido,
los pacientes que esperaba el fin de la sesión para ser atendido, calladito. Y cerré sus párpados sin tocarlo, rozando con un dedo
un mestizo pálido y barrigudo de no más de cuatro años aferra¬ el aire próximo a su cara, y el niño se durmió de inmediato, y
do al regazo de su madre, se deshizo en sollozos. Sin abrir los \o volví de puntillas a mi lugar. Permaneció inmóvil, en brazos
ojos Don Hildebrando alargó su mano derecha hacia el niño y de su madre, hasta que concluimos la sesión.
diseñó algo en el aire. El pequeño se aquietó. La choza del bru¬
jo, estremecida por ventiscas oscuras casi había recuperado su Al despedirme solicité a Don Hildebrando conversar más
plenitud habitual, esa su contagiosa omnipotencia, cuando el llan¬ dentro de algunos meses, a mi regreso de Atalaya, luego de haber
to del niño volvió a desmenuzar la quietud. Tres veces cortó el entrevistado, eso esperaba, a Ino Moxo. Poseído por un inocul¬
aire la mano de Don Hildebrando y tres veces el niño calló. Final¬ table desasosiego, como espantando un pensamiento malo, Don
mente, alternándose en gritos y quejidos, se abandonó a una Hildebrando se dio vuelta, me dijo no a secas. Rasguñado en
pena y un miedo irrefrenables. mi orgullo, más que desconcertado, enfilé hacia la puerta. El
brujo me detuvo con un gesto que no acabó de salir de su cuerpo
—Va a tener que esperar afuera—dispuso el brujo con sua¬
encorvado:
vidad, siempre sin abrir los ojos, dirigiéndose a la madre del que¬
joso. Y sin que denunciaran movedura sus labios comenzó a —En la arquitectura del aire existe un orden, se mortificó,
entonar uno de sus icaros, una canción mágica de llamado. existe una jerarquía que no se puede alterar. No sólo los espíri¬
tus benignos se hospedan en el aire. También hay grandes ánimas
"Ibáre pawané que segregan daño. Y cuando alguien interrumpe ese orden, los
Ibáre pawané malos espíritus, que son muy poderosos, aprovechan para colarse
Warmikaro yamarémo por entre la arquitectura que ya se ha resquebrajado, se anticipan
Yamaré Yamarerémo" a las ánimas puras y caen como ejércitos de fuego sobre los hu¬
manos indefensos.. En esos casos, aunque nadie los ve, yo puedo
verlos. Y tengo, que hacer un gran esfuerzo para contenerlos,
La memoria se me alegró pensando en el primer icaro que
para impedir que ingresen. Tengo que levantarme contra ellos
le oí susurrar: una canción magnetizada para curar. "Ira Ira
ya que nadie sino yo puede sentirlos. Y después de vencerlos,
lraká, Kura Kura Kuraká, Epirí Ririritú, Yamaré, Yamarerémo".
Prescindiendo del cadencioso silabeo del icaro que en boca del porque es mi obligación, es mi oficio vencerlos, puedo quedarme

brujo se ahondaba perdiéndose en rugosas resonancias, creí haber muchos días sin fuerzas para nada, como un montón de escom¬
descubierto alguna clave: lo castellanicé: "Kura Kura Kuraká" bros, como cushma vacia...
tal vez no era otra cosa que un requerimiento a cierto espíritu
para que aleje la enfermedad: "Cura, Cura, Cura acá". Y "Epirí Sólo entonces los ojos de Don Hildebrando dejaron de esqui¬
Ririritú Yamaré Yamarerémo" podría muy bien significar: "Espi¬ varme:
rita llamaré, llamaremos". No sé qué ajenas fuerzas me impulsa¬ —Esta noche, y únicamente por vanidad irresponsable, igno¬
ron entonces. Abandoné mi sitio y me aproximé al pequeño que rante, sin ningún derecho, alguna cosa que todavía no entiendo,
se ahogaba sollozando. Me sentía poderoso y mareado, como algo que todavía no sé, ha violado la jerarquía de los espíritus
habitado por varias almas. Dueño, y al mismo tiempo esclavo, que viven en el aire, ha desordenado la arquitectura que debe
de todas las potencias de lo real, de un misterio sin límites. Obe¬ ser perfecta aun dentro de su imperfección, ha cortado la curva
deciendo a no sé quién, a no sé qué, acaricié los cabellos del niño de las esferas. Todavía no sé bien. Pero he sentido. Durante
y susurré: toda esta sesión he tenido que acumular dentro de mí todas las

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fuerzas, he tenido que resistir ios embales de las ánimas mancha¬


das. A partir de esta noche voy a tener que meditar más, con¬
centrarme más. Porque he sentido cómo bajaban los espíritus
dañinos, cómo daban vueltas y vueltas allá afuera. Y todavía
están allí. Para alejarlos del todo, para que retornen a su sitio
voy a tener que concentrarme mucho. Voy a tener que comenzar
desde el comienzo, desde antes del comienzo, como si no hubiera
pasado el tiempo. Como si no hubiera pasado ningún tiempo,
nunca, ni sobre la tierra ni sobre los hombres...
7

nos enteramos que el primer hombre


fundó la nación de los campa y que,
además, no fue hombre

—El primer hombre no fue hombre, fue mujer, me dice Don


Javier enmarañándose en risadas hondas.
Discreto de estatura, ya titubeando entre la fortaleza y la
gordura, Don Javier cuando no habla ríe con todo el cuerpo,
hasta con la camisa de flores insolentes y el pantalón verde bote¬
lla que se estira y resiste sentado ante la mesa, en la silla de paja
de este bar polvoriento que huele a caña y a tabaco y a orines y
a cerveza y a perfumes baratos frente al río Ucayali, aquí en las
afueras de la ciudad de Pucallpa.
Nadie sabe cuántos años esconde la cara de Don Javier, sus
manos oliváceas y suaves en exceso como enguantadas con la piel
de un niño. Nadie sabe cuándo comenzó a ejercer, quién fue o
quienes fueron sus maestros. Pero la gente de los caseríos lo re¬
cibe con fiestas, lo aturde consultándole dolencias que él diagnos¬
tica y cura alegremente. Y la joven que busca a su marido, y el
infante poseído por el susto, y los amantes no correspondidos, y
el pescador mordido por la víbora, y el anciano que tose en de¬
masía, todos confían en la sapiencia de los ojos amables de Don
Javier, apenas más quemados que su tez y menos que sus labios
contando siempre historias recogidas de los viejos brujos de las
naciones amazónicas. Dicen que tan sólo a Don Javier otorgan
ellos su confianza para otros escabrosa, justificadamente inacce¬
sible.

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—Historias que por suerte conocí, de casualidad, me ase¬ ro, no es pez, no es animal-animal, no sé lo que será pero sin
gura, que conocí cuando era jovencito en mi alma y sabía per¬ duda se trata de la mejor obra de Pachakamá'Ue. Tú sabrás que
derme entre las tribus y escuchaba calladito todo lo que se dice, Pachakamáite es el Padre Dios de, los campa. Pachakamáite es
más calladito lo que no se dice... Páwa, esposo de Mamántziki, hijo del sol más alto, el sol del
mediodía. El primer shirimpiáre, entonces, se quedó largo rato
Este médico brujo andariego y mujeriego carece de la resig¬
pensando y al fin sentenció: tiene que ser humano. Así dispuso
nación de Don Juan Tuesta, del altivo desamparo de Don Hilde-
reflexionando fuerte el shirimpiáre número uno y decidió llamar
brando, de los claros enigmas de Ino Moxo, emparentándose más
Kaametza a ese animal. Kaatmeza, que significa en idioma campa
bien con Juan González por aquello de que 'las enfermedades no
La-muy-hermosa. Así fue que comenzamos, con Kaatmeza, una
se curan con hierbas sino con alegría'.
hembra. Ni bien brotó de la pomarroso, ella empezó a buscar.
—No fue hombre, fue mujer, me está diciendo ahora, así
Creía que caminaba, y era cierto, caminaba la selva, atravesando
me lo contó un mi compadre campa, un curaca que fue muy
bosques de ceniza, fríos, pero en verdad no caminaba: buscaba,
famoso y se llamó Inganíteri. Inganíteri, que en idioma de asha-
y no sabía qué, sin poder precisarlo por ahora. Así estuvo Kaa-
nínkas significa 'está lloviendo'. Hace más de diez años que Inga-
metza años de años caminandobuscando, cuando una tarde...
níteri ya no llueve más, decidió morir, se devolvió a la tierra.
Poco antes alcanzó a informarme de qué modo nacimos los hu¬ Don Javier hace como que busca la botella de aguardiente
manos. No fue como tú piensas, ya verás. Mi compadre Inganí- de caña, colma otra vez el vaso que acaba de acabar, yo me ofrez¬
teri me dijo que hace miles de lunas, cuando la misma luna no co y me acepto dos sorbos de mi vaso mientras el brujo regresa
era más que un pedazo de tronco difunto, en ese entonces todo a hablar:
era ceniza. Dios no había nacido todavía siquiera, la tierra todi- —Te he dicho una tarde recalcándolo, con la misma inten¬
tita era ceniza. Y la luz y las estrellas y el aire, fíjate: el aire ción con que a mí me lo dijo Inganíteri, sólo por precisar, para
mismo, y los bosques, las cataratas, las rocas, los ríos, los pajo¬ que puedas ver mejor lo que estoy recordando, porque entonces
nales, la lluvia, los lagos pequeños y los que no tienen término, y no había tarde alguna, tampoco madrugada ni noche ni mediodía.
la salud y el tiempo y los animales que se arrastran y los anima¬ Pasaba el tiempo, sí, pero era diferente del que hoy conocemos.
les que vuelan o caminan, y los pedregales, las playas, todo lo También el tiempo era ceniza y carecía de límites, como un río
que ahora existe a su manera, según su condición, lo que pode¬ de tres orillas. Fue mucho después que se amansó y dividió, hizo
mos ver, lo que no vemos, todo era nada. Y la nada también era como mucho después lo haría el Urubamba, el río sagrado de los
ceniza. Mar no había: los océanos también eran sitios vacíos, de inkas del Cusco. Entonces no existía este tiempo que se fatiga
ceniza. Así se hallaba el mundo cuando en eso cayó un relámpa¬ y se echa a descansar igual que gente. No era como ahora, así:
go sobre un árbol de pomarroso. Y la pomarroso era ceniza, to¬ troceado. Hoy sólo algunos brujos, kaiziboréri, o brujos fuma¬
davía no era pomarroso. Y me contó Inganíteri que en ese ins¬ dores: shirimpiáre, pueden conseguir que aquel tiempo vuelva, y
tante, de aquel árbol, de aquella pomarroso quemada y partida no más de una noche, de dos noches enteras. Lo hacen bajar del
por él relámpago, ahí mismito brotó un lindo animal. El tronco aire, descienden los retazos de ese tiempo que pasan dispersos,
de la pomarroso se abrió en dos, como flor, y de su adentro salió huérfanos-, y los juntan durante noches y noches de concentrarse,
el primer viviente verdadero, un animal que no tenía plumas, después de haber ayunado dos o tres semanas, días de comer un
que no tenia escamas, que no tenía recuerdos. Y el primer shirim- plátano asado a leña, de beber agua de arroyo solamente, de re¬
piáre, el primer jefe brujo que ya vivía en esa época aunque toda¬ cordar, repetir o inventar los rezos fuertes, las canciones mágicas,
vía carecía de cuerpo, de todo carecía, disuelto en el aire, el los icaros precisos, las invocaciones más apropiadas y podero¬
primer shirimpiáre se sorprendió muchísimo y se dijo: no es pája- sas, así regresa el tiempo, lo mismo que nube cariñosa, de polen

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plateado, y ocupa otra vez La Casa del Llamado. El maestro de lo que era el susto, de lo que era un otorongo enfurecido?
hio Moxo es uno de los contados shirimpiáre que poseen el don Todo era tarde y víspera en el alma de Kaametza, una gran tarde
de convencer al tiempo y devolverlo a su estado original, a que oscura e inocente sobre su entendimiento. Garras, no distinguía,
cumpla con su primer oficio. Haz de saber que antes, cuando no imaginaba. No había palabras en su mente, ni nombre de
Pachakamáite aún no había dispuesto que Kaametza naciera, el ninguna cosa. Pero gracias a ese conocer desconocido, sin con¬
tiempo no servía para encuadrar el ciclo de lo viviente. No era ciencia, que hasta hoy poseemos, Kaametza comprendió lo que
su profesión marcar el paso de lo que vive a lo que muere y de lo debía y eludió al otorongo. Y el otorongo volvió a saltar sobre
que muere a lo que vuelve a vivir distintamente, eternamente. No. ella, con las uñas afuera, preparadas, como astillas de piedra
El primer oficio del tiempo fue fabricar felicidad, impedir los calcinada. Y Kaametza volvió a esquivarlo. Una y otra vez el
daños en la vida, en esta y en las otras, más allá. Si algo o al¬ otorongo negro quiso atraparla: sólo clavó sus garras en despe¬
guien era ocupado por el mal y lo contagiaba, el tiempo hacía cho. Y Kaametza descubrió dentro de sí un temor gigante, com¬
que ese algo o alguien dejara de crecer. No lo mataba, no, por¬ prendió lo cerquita de la muerte. Y sin pensarlo ni proponerse
que en la condición de aquel tiempo no cabía la muerte. Lo dete¬ nada, arrancó un hueso de su cuerpo. De aquí delante, junto a
nía, lo cual era peor. Y a la vez aceleraba la grandeza de lo su cintura, mira, así se extrajo una costilla, igual que obedeciendo,
grande, desarrollaba a los espíritus de Arriba. A un espíritu joven
sin dolerse, y no le salió sangre, no le quedó señal alguna en la
le daba la experiencia de mil años. No olvides que tenía tres
piel, ninguna herida abierta. Y empuñando su hueso, así, como
orillas, podía ir y venir al mismo tiempo, y a la vez estaba quieto,
puñal recién afilado, le sajó la garganta al otorongo. Aquí, bien
fijo, y los paisajes se desplazaban a sus costados, eran ellos quie¬
me acuerdo, mi compadre ¡nganíteri que estaba contándome esta
nes regresaban y avanzaban hacia el mar. Es por eso que el
historia, cerró los ojos y se quedó silencio, inmóvil, escuchando
maestro Ino Moxo, cuando está bajo la nube, una vez que ha pe¬
no sé, algo venía de lo hondo del monte, desde los riachuelos que
gado los trozos de ese tiempo y lo ha hecho descender, ya insu¬
sonaban próximos juntándose a las aguas del Unine. Sentados
flado por los vientecitos plateados, alimenta su entendimiento
a la entrada de su choza estábamos, a un lado de la kaápa, ese
con ese polen antiquísimo, multiplica la población de poderes que
tambo pequeño que me había destinado, sobre la escalenta de
viven y que trabajan en su sabiduría, se llena la memoria con la
inteligencia de miles de vidas, fortalece su potencia de mirar... tres palos gruesos, mirando el bosque que se movía enfrente, allá,
tras un yucal que avisaba el comienzo de su chacra, me acuerdo.
Apenas una mesa del bar a esta hora conserva su bullicio: El sol primerito de la tarde caía de filo contra el patio redondo,
tres parroquianos obsedidos, más que por los desmanes del alco¬ apisonado, limpio de todo vegetal. Pero no era por la luz del
hol, por el desdén de esa muchacha maquillada en exceso, des¬ patio, no fue por eso que lnganíteri cerró los ojos, era porque
colada, cuya risa copiosa preside los escombros de esta noche me habló de la pantera negra, de ese gran otorongo. La cara del
frente al río Ucayali. Don Javier compadece sus ojos hacia ellos, curaca campa se anciano, pura tensión, aumentada de arrugas a
apenas una desdeñosa curiosidad que dubita entre los pechos de
ambos lados de los pómulos anchos. Al ratito tembló: parecía
la hembra, retorna a la ventana, observa nada.
que su alma regresaba de lejos, de muy lejos, y el cuello le creció
—Una tarde, entonces, ante un arroyo que también era ce¬
llenándose de venas por estallar...
niza, Kaametza fue a mirarse, o a beber, o a lavarse. Se agachó
hasta las aguas quietas del río que pasaba entre esas tres orillas, —Y dijo que Kaametza cayó de rodillas luego de matar al

y de lo alto del bosque surgió una pantera de espanto, un oto- otorongo, agradeciendo se postró en la arena de ceniza, al borde
tongo negro, bramando. Ella se quedó inmóvil al comienzo, sin de ese río, en la tercera orilla, y contempló el cuchillo que la ha¬
siquiera asustarse. ¿Acaso conocía? ¿Acaso tenía conocimiento bía salvado, con las manos' lo levantó hacia su boca, lo acercó

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hubiera tenido siempre un molde allí en el aire esperándolo y des-
despacito, despacito, diciéndole qué cosas, casi como besándolo pués retrocediendo y avanzando de nuevo y brillandoasfixiándo-
tal vez... sebuscando, buscando diferencias en el aire, diferenciándose de
—Disculpe, Don Javier —atreví, metiendo mi voz por entre lo idéntico de Kaametza y al final aquietándose y victorioexte-
su ensimismamiento— disculpe usted pero hay algo que quisiera nuándose sobre la playa de ceniza, en lo oscuro, igualito y distinto
aclarar: cuando el jefe Inganíteri cerró los ojos... de Kaametza.
—El ojo —me detuvo, ya como era su hábito, Don Javier.—
Don Javier bebe de un vuelco los restos de cañazo que por¬
Porque Inganíteri, no sé si te lo dije, tenía un solo ojo. El otro
fían en su vaso y permanece otro momento mirando nada, cre¬
lo perdió por una esposa que le robó el maestro Ino Moxo. Se
ciendo en mi ansiedad.
quedó tuerto de un flechazo en plena contienda por recuperarla...
—Así fue que apareció el varón, así aparecimos. Y el pri¬
Y adelgazó los ojos en la bruma del bar contra la humada mer shirimpiáre que ya por entonces vivía sin vivir, sin cuerpo,
de tabaco fuerte y el perfume ácido de los manguales, de las po¬ apenas, el shirimpiáre número uno que estaba de testigo obser¬
marrosos, de las palmeras de yarina que rebosaban, en la oscu¬ vándolo todo desde el aire, se alegró mucho y decidió que el hom¬
ridad, las riberas del Ucayali, al frente. Ya la risa de la mucha¬ bre viva, decidió que era bueno que el hombre acompañara a la
cha había desertado de la mesa del fondo. Don Javier desper¬ mujer y que juntos se procuraran descendencia, y le obsequió
dició una condescendiente atención sobre los tres borrachos de¬ asimismo dándole un nombre. Para que pudiese seguir existiendo
fraudados. le puso nombre, pronunciándolo fuertemente desde el aire.
—Seguro lo hizo para no hablar, murmuró. Seguro mi com¬ —¡Narowé!, lo llamó.
padre Inganíteri cerró su ojo para no contarme más... Así, sin
Y el primer varón, al oir el nombre que el Dios Pachaka-
ver, estaba como no hablándome. Será que algo difícil, peligroso,
máite había aprobado, continuó durmiendo. Continuó durmien¬
prohibido de contarse, ha de haber siempre, acaso, en las histo¬
do pero la sangre comenzó a caminar por todo su cuerpo y el aire
rias viejas... Sin decir nada, pues, hablando como ciego, Inga-
entró en su sangre preñándole de luces de generosidad el corazón
níteri me dijo que Kaametza acarició su hueso, lo levantó tal vez
y esparciendo fuerza y valentía por sus músculos y dotándolo de
para besarlo, tal vez para decirle cosas suaves, y el cuchillo saca¬
alma y de palabra para que pudiera abrir las puertas de los mun¬
do de su cuerpo no guardaba ni sangre de Kaametza ni sangre
dos inclusive de aquellos que no se ven con los ojos del cuerpo
del otorongo que la había arañado, y Kaametza le dio las gracias
material y para que pudiera agradecer a los dioses y a los hom¬
con su aliento, con el cariño de su boca, jadeando, y el hueso se
bres y supiera guerrear y trabajar y hacer hijos y embellecer la
encendió, tembló como aquellos relámpagos que no suenan, que
tierra.
sólo saben alumbrar, ¿has visto?, cuando llueve y no es época
—¡Narowé!, lo llamó, que en idioma de campas, de ashanín-
de lluvias se ven rayos así, y ella lo soltó como si le chamuscara
kas, quiere decir yo soy o yo soy el que soy, por igual.
las manos, y me dijo Inganíteri que el hueso se puso a dar vueltas
rehuyéndose y creciendo, igual que un ahogado buscando aire, Los tres parroquianos de la mesa del fondo han vuelto a
ocupando una forma que ya estaba en el aire, que lo esperaba beber en alta voz y ríen y discuten sin notarnos. Convido un
desde siempre como un destino en el aire, y que fue pareciéndo¬ cigarrillo a Don Javier, lentamente, subrayando mi ademán, ins¬
se más y más a Kaametza, apagándose a pocos y volviendo a tándolo a proseguir el relato. Su mano derecha borronea un re¬
brillar convirtiéndose en la sombra de un árbol de incendio, en chazo sobre el aire palpable que ocupa la cantina pero sus labios
una pomarroso de sombra, en una piedra de árbol animado, en se entreabren, van a decir, se desaniman y curvan una nostalgia,
alguna huella vieja sobre una roca grande, imitando los ojos y semisonrisa, ausentes. Y de improviso creo comprender, creo
los brazos y el pelo de Kaametza como si el cuerpo de Kaametza
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que al fin comprendo. Todavía recuerdo su sonrisa alejándose,
la terquedad de sus labios pegados. Por entre las brumas de una Me incorporo tambaleándome, pago las botellas de cañazo,
extraña ebriedad, sin embargo, seguí oyendo su voz. Mareado salgo hacia la mañana que se insinúa desde la otra orilla del
como nunca, irremediablemente atado a un remolino de zumbi¬ Ucayaíi, la tercera, tras una doble hilera de bambúes, ial vez de
dos, calores y penumbras, me rendí y sospeché que no era Don palosangres, ya no podría precisarlo. No sé cómo pude caminar
Javier, que era el aire, la voz de lnganíteri, ya finado, insistiendo lanías cuadras y llegar al Hotel Tariri. Sólo recuerdo que en la
en el aire, quien estaba contándome la historia de Narowé y sala de recibo, fingiendo revisar ese tablero colgado en la pared
Kaametza, y me quebré sobre la mesa, abandoné mi frente entre sobre el cual se alineaban las llaves de las habitaciones, me reci¬
los brazos, lo último que pudo guardarse mi memoria de toda bió una sonrisa invicta y cómplice y dos brazos abiertos: Don
aquella noche fue la visión de mi propia cabeza doblegándome Javier.
desplomada junto a varias botellas ya viudas de aguardiente como
sí por el arco de mis brazos cruzados yo regresara hasta el primer
momento, a los tiempos en que el tiempo no era el pasivo orde¬
nador de lo inevitable, no era el constructor de ruinas, guía de la
muerte, sino el fabricante de la hermosura y la felicidad.

Me hundí en un sueño sin conciencia lo mismo que en las


aguas de un lago conocido y prohibido. El estremecimiento de
una red me envolvió, me devolvió arrastrándome a la playa. No
era un lago: era un río. Vi a Kaametza en la tercera orilla, des¬
nuda y luminosa, sobre la sangre negra del tigre acuchillado, ante
el reposo de Narowé dormido. Quise acercarme a ella pero la red
me capturó de nuevo, me retornó a las aguas cada vez más oscu¬
ras, más calientes, más claras. Con mis últimas fuerzas, ya as¬
fixiándome, intenté liberarme. La red creció en tentáculos que
segregaban una goma blancuzca, se entrelazó de boas invencibles
rodeándome, forzándome hacia el fondo de las aguas del río que
otra vez era un lago. Asomé la cabeza, grité, nada se oyó en el
aire, mi voz estaba vacia. Comprobé que mi cuerpo también era
un espacio abierto, sólo el sitio de un cuerpo. Hundiéndome
por fin, con los ojos cubiertos por el agua salada, pude ver a
Kaametza en la ribera, absorta estatua frente al reposo de Na-
rowé que despertaba.

Las boas, los tentáculos de la red se aflojaron, mintieron,


insistieron. Pero no era un red. Era una mano sacudiéndome,
dos manos aferrándose a mis hombros: el administrador de la
cantina me despertaba disculpándose, todos se habían ido hace
mucho y ya estaba por amanecer.

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cómo fue que se hizo la luz


sobre la tierra

Ya con la c a r a bajo el agua, h u n d i é n d o m e p o r fin en ese lago


que otra vez era río, conseguí abrir los ojos: vi a Kaametza
en la t e r c e r a orilla c u i d a n d o a N a r o w é que despertaba.

Lo p r i m e r o que miró N a r o w é al desprenderse de la n a d a


fue K a a m e t z a , fue t o d o , el sol, m i r á n d o l o . P e r o eso pasó d e n t r o
de su á n i m a , d e t r á s de su p r i m e r a s e n s a c i ó n , d e t r á s de su p r i m e r
c o n o c i m i e n t o , bajo su c o r a z ó n . P o r q u e afuera, a l r e d e d o r de la
playa de c e n i z a d o n d e a m b o s se e n c o n t r a b a n , e n c i m a de los bos¬
ques y el cielo de ceniza, t o d o el m u n d o era s o m b r a . Ya P a c h a -
k a m á i t e , el P á w a , P a d r e D i o s de los c a m p a , h a b í a c r e a d o la luna
y las e s t r e l l a s p e r o no les h a b í a c o n c e d i d o aún el oficio de a l u m -
brar. T o d o era c o l o r de n o c h e m u e r t a , piel de noche cerrada.
Y el t i e m p o , t o r r e n t e sin c a u c e ni d i r e c c i ó n , a b s o l u t o y e t e r n o .

N a r o w é sin e m b a r g o vio a K a a m e t z a , la p u d o distinguir bien


c l a r o , nítida y ahí n o m á s se l e v a n t ó hacia ella y ella lo recibió
sabiendo todo. Lo dejó e n t r a r , abriéndose. Así como el río
I n u y a p e n e t r a al río U r u b a m b a , así e n t r ó N a r o w é s o n a n d o fuerte¬
mente, todas las t e m p e s t a d e s de su cuerpo fundidas dentro de
una fervorosa c o r r i e n t e y e n d o h a c i a a t r á s , m i n t i e n d o , r e g r e s a n d o -
insistiendo. Lo m i s m o que el I n u y a , si el Inuya tuviera dureza
de p i r a g u a . Y K a a m e t z a fue cielo, se hizo cielo p a r a que el sol
n a c i d o de su c u e r p o , a s c e n d i d o y a r d i d o por su c u e r p o entre d o s

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m e d i o d í a s , c o n s i g u i e r a r e t o r n a r y volver a caer hacia el crepúscu¬


lo m e z c l a n d o su luz b l a n c a con la s a n g r e del cielo. Abrazados,
mejor que o b e d e c i é n d o s e , K a a m e t z a y N a r o w é f a b r i c a r o n la v i d a ,
p e g a r o n la existencia con g o m a fulgurante y sangrante, y todo
l i m p i o , t o d o sin fronteras, la plenitud de sus c u e r p o s c o m o len¬
guas r e c o r r i é n d o s e en una sola miel h o n d a y salada.

Sobre la sangre del otorongo negro, revolcándose en un


m i s m o vértigo d e s p a c i o s o , c o n o c i e r o n el amor. Sobre esa sangre
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t o d a v í a caliente, ahí fue que se a m a r o n . D e s c u b r i e r o n sus cuer¬
pos y el fuego y la tristeza de los c u e r p o s , y el v a c í o , no la prime¬
Don Javier asegura tener
ra ceniza sino esa otra que ofende d e s p u é s de los i n c e n d i o s , y el solamente sesenta
silencio, y la idea de lo inevitable, de la m u e r t e que h a b i t a en millones de años
t o d o lo que vive, t o d o lo d e s c u b r i e r o n .

A s í , al m e n o s , me lo c o n t ó I n g a n í t e r i . Y dijo que K a a m e t z a
Me pidió que llevara con cuidado, por favor, su cajón.
y N a r o w é llegaron j u n t o s , j u n t o s , al p l a c e r . Y que c u a n d o goza¬
¿Conté ya que Don Javier, entre sus incontables oficios de mortal,
ron, e x a c t a m e n t e en el instante en que a m b o s g o z a r o n , ahí fue
solía envanecerse solamente con el de músico? ¿Conté que él era,
que el m u n d o se i n v e n t ó la luz. además, percusionista, tocador de cajón como muy pocos? Casi
todos los cajoneadores golpean esa especie de cubo sonoroso, aquel
—Del primer goce del primer amor nació la luz, sobre toda
tambor de cedro, y exprimen a la fuerza la cadencia de vértigo,
la tierra se hizo la luz —me dice Don Javier. de cauce de las danzas que dormita bajo la cara del instrumento.
Don Javier no. Sus dedos no extraen música ni ritmos del cajón,
más bien pareciera, cuando él toca, que sus dedos son la música
y los ritmos. Fui, pues, tras Don Javier, vacilando hasta el bar
comedor del Hotel Tariri en donde, entre inocultables comercian¬
tes viajeros, bataclanas, militares camuflados de paisanos en sá¬
bado y otras solicitantes de tragos y cigarros, rezagos de la noche
detrás del mosquerío, desayunamos carnes frituradas en bulla de
cebollas y plátano estrellado restaurándonos con tazones enluta¬
dos por un mate dulcísimo y amargo que de café sólo tenía el
nombre.

—Kaametza y Narowé hicieron la luz al hacer el amor, así


fundaron la nación ashanínka, nuestra primera humanidad, el
pueblo campa.
Apartó su cajón, se incorporó, extrajo de un bolsillo cierto
mazo de papeles dobleteados, los repasó con lentitud exacerban¬
te, aquí está, me concedió un pedazo de periódico viejo:

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—Este artículo se refiere a la huella de un pie de ser humano pas? ¿Acaso no tienen ellos la sangre más antigua del mundo?
encontrada sobre una roca de naturaleza cristalina en la región ¿No fue Kaametza la verdadera Eva nuestra y Narowé el verda¬
de Ascope. Enviaron muestras de esa roca, para saber su edad, dero Adán? ¿No será que el Paraíso Terrenal americano está en
para saber la edad en que un hombre remoto pisó la roca antes verdad ubicado en El Gran Pajonal?...
que ella fuera roca, cuando era suavidad y la pisada pudo impri¬
Y al fin me dio la orden, por favor, de seguir la lectura. Así
mirse y guardarse hasta hoy día, enviaron muestras a la Universi¬
finalizaba la crónica del Dr. Juan Luis Alva publicada en la pá¬
dad de California. Ahí, en ese recorte de diario está publicada
gina 7 del Suplemento Dominical del diario 'El Comercio' de
la respuesta, ¿podrías leerla en voz alta?
Lima el 20 de Junio de 1977:

'Las muestras de roca procedentes de Ascope, enviadas por ¿Acaso el hombre sudamericano se gestó en la región ama¬
el Dr. Juan Luis Alva para su determinación, corresponden a una zónica y de ahí se expandió hacia la sierra y luego hacia la costa
graneodorita hornebléndica que probablemente ha sido extraída siguiendo la dirección de ambos océanos?...
del Bartholito Longitudinal Andino. La edad absoluta de este —Y debes tener en cuenta, me contó Don Javier, que hay
Baríholito ha sido determinada por el Profesor D. Jack Evernden poblaciones campa no solamente en el Perú. También viven cam¬
de la Universidad de California, quien le ha asignado alrededor pas en Venezuela, en las Guyanas, frente al mar Caribe.
de 60 millones de años...' —Ya casi acaba aquí, le digo, faltan apenas unas líneas:

'Pues en los petroglifos del valle de Jequetepeque, quizá


—¿Lo ves?, se sobresaltó Don Javier, ¿es que hace sesenta
los documentos antropológicos más remotos que se encuentran
millones de años ya existían humanos y dejaban sus huellas por
en la costa norte del Perú, el mono destaca como elemento cuhu-
aquí, y pisaban una roca cuando todavía no era roca sino arcilla,
ral de máxima importancia'.
tierra de atestiguar?
—¡Imagínate: monos amazónicos en petroglifos encontrados
Yo hice como que no escuché, seguí leyendo: frente al mar!... Y en plena selva, a diez kilómetros de la Plaza
—'Las investigaciones del Dr. César Reynafarje, Director de Armas de Tarapoto, un amigo mío, el arqueólogo Wilson
del Instituto de Biología Andina, acerca de los grupos sanguíneos, León Bazán ha descubierto otros petroglifos donde se puede ver
confirman la tesis de que el hombre se originó en América o por no solamente figuras de plantas y animales prehistóricos sino
lo menos t a m b i é n se originó en América. En el Perú existen fó¬ además clarísimos símbolos grafológicos, símbolos de una escri¬
siles de animales y vegetales tan primitivos como los amnolites y tura que todavía no merecemos descifrar. Hace poco estuve en
las algas, a la vez que una gama que incluye fósiles de animales Tarapoto y vi esos petroglifos en la localidad de Polish, piedras
y vegetales superiores. No hay, pues, motivo para poner en duda distribuidas como diciendo algo, tatuadas por perfiles de dino¬
el origen autóctono del hombre americano. Lo que falta descu¬ saurios, de serpientes, de pájaros gigantescos, y signos, muchos
brir en el Perú y América no es uno sino varios eslabones perdi¬ signos dentro de quién sabe cuál ordenamiento, qué sistema se¬
dos. Vienen a reforzar mi opinión las investigaciones del Dr. creto semejante al de las k i l l k a s de los inkas. . . Entre los petro-
Reynafarje, quien ha comprobado que los indígenas campas y glifos de Polish han desenterrado además fósiles humanos. Vi
tzipíbos de la selva peruana carecen en su sangre de los antígenos un cráneo milenario que aparentaba ser de mono grande pero
'A' y B' que sí se encuentran en la sangre de todas las demás que era de hombre. Y he visto más petroglifos idénticos en San
razas del mundo'. Tosillo y en Shapaja-Cerro San Pablo y en Jara, cerca de Moyo-
—¡Ya lo estás viendo, amigo Soriano!, volvió a sobreexci- bamba, y también en Chazuta y en Achinamiza, con los mismos
tarse Don Javier. ¿Es que nuestros primeros padres fueron cam- dibujos de aquellos descubiertos allá en la costa, cerca de donde

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hallaron esa pisada de hombre en la roca, esa huella de hace de¬


cenas de millones de años...

Pareció apaciguarse Don Javier contemplando su cajón, lo


golpeteó imperceptiblemente con los dedos, levantó de nuevo ha¬
cia mí su risa ancha:
—Tú mismo vas a ver. Cuando llegues a Atalaya vas a ver
testimonios acaso más antiguos. Para visitar al maestro Ino Moxo
tendrás que entrar al río Inuya y después al Mapuya y después al
Mishawa. ¡Todo el lecho del Mapuya está cubierto de animales
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marinos petrificados! ¡Vas a ver con tus ojos, vas a tocar con
tus manos esos peces de piedra! ¡Caracoles de millones de años,
cierto pájaro devora
gigantescas medusas transmutadas en roca, mensajes inmemoria¬
pueblos enteros
les de cuando esta selva no era selva sino fondo del mar, de
cuando el mar pasaba sobre nosotros y nosotros no existíamos y
el mar era ceniza y todo era oscuridad y no habían nacido todavía Más que la cercanía de la noche, el hambre nos detuvo.
Kaametza y Narowé! A c a m p a m o s allí, a p o c o de h a b e r n o s r e e n c o n t r a d o con el n i ñ o
a m a w a k a , en el r o ñ o s o e s p a c i o c o n s e n t i d o p o r esa a p r e t a d e r a de
c a ñ a s s i l v e s t r e s , e m p a r e n t a d a s con las de a z ú c a r en g r o s o r y en
facciones p e r o no en e s t a t u r a : estas se j a c t a r í a n de acaso siete
metros.

El e n v i a d o de I n o M o x o h a b l ó algo con I v á n y desairó al


sendero, entró e n los m a t o r r a l e s d i s o l v i é n d o s e tras u n q u e b r a r s e
d e hojas, t o r n a n d o d e i n m e d i a t o con u n a p u k u n a , e x t e n s a cerba¬
tana que, supuse, hubo escondido precavidamente cuando cruzó
p o r allí r u m b o a n o s o t r o s . La p u k u n a s o b r e p a s a b a sin esfuerzo
dos m e t r o s . El a m a w a k a la revisó con silenciosa m e t i c u l o s i d a d
demorando sus ojos y sus d e d o s sobre la superficie tubular y
e m b r e a d a , i n t r o d u c i e n d o u n a m i r a d a larga por aquel orificio, so¬
plando varias veces. A p r o b ó la h o r i z o n t a l i d a d y a g u d e z a de los
dardos apretujados dentro de un recipiente de b a m b ú coloreado,
d e s t a p ó o t r o m á s c o r t o , muy d e l g a d o , lleno de u n a s u s t a n c i a es¬
pesa y r e n e g r i d a , m o j ó en ella la p u n t a de tres d a r d o s y lo v o l v i ó
a cerrar. Iván lo a y u d ó a c o r o n a r con m o t a s de a l g o d ó n h i r s u t o
y a m a r i l l e n t o el e x t r e m o no e n v e n e n a d o de los d a r d o s y l u e g o
de tales p r e á m b u l o s que a m b o s l l e v a r o n a c a b o sin m i r a r n o s y
con solemnidad de ceremonia, entraron a la a r b o l e d a tras los

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c a ñ a v e r a l e s , más y m á s a la i z q u i e r d a del M a p u y a , c o m o hipnoti¬ raa extrajo p r e v i a m e n t e los restos de corteza y dejó hervir y hervir
z a d o s por el inconfundible griterío de una familia de m o n o s . el c a í d o hasta r e d u c i r l o a una v i s c o s i d a d m a r r ó n y p e r e z o s a .

U n a sola gota de aquella g o m a , c e r t e r a m e n t e i m p u l s a d a por


En t a n t o r e g r e s a b a n n u e s t r o s dos cazadores y atendiendo a
la p u k u n a del amawaka, había bastado para dar muerte a ese
p o s t r e r a s i n s t r u c c i o n e s de lván, c o r t a m o s gruesas r a m a s y durísi¬
fornido m o n o , a este m a k i s a p a que I v á n despelleja sin i n m u t a r s e
m o s p a l o s , los m á s recios y j ó v e n e s de los a l r e d e d o r e s , y c a ñ a s ,
y que así, en c a r n e viva, p a r e c e ser a l g u n o de n o s o t r o s . Todos
muchas cañas, todas las que nos permitieron nuestros brazos.
aceleramos sin embargo su d e s c u a r t i z a m i e n t o . Y ponemos al
Horas después, acurrucados en la medianoche, entendimos por
fuego sus p e d a z o s . Y lo c o m e m o s sin r e m o r d i m i e n t o s .
qué n u e s t r o refugio precisaba ser sólido: las c h o s h n a s y los tuta-
cuchillos, enormes cuadrumanos, se la pasaron haciendo caer Nuestro refugio, sin d u d a , p r e c i s a b a ser sólido.
frutos y p e s a d o s ramajes encima de n o s o t r o s , t e m i b l e s e invisibles
desde los árboles altos, gritándonos y acosándonos hasta que C u a n d o a m a n e c i ó , pese a que las c h o s h n a s y d e m á s monos
amaneció. De no ser por la c a s u c h a en la cual i n t e n t a m o s dor¬ nocturnos continuaban a r r o j a n d o p a l o s sobre n u e s t r o a l b e r g u e , e l
mir, esa cubierta de vigas o b s t i n a d a s que lván nos i m p u s o fabri¬ niño a m a w a k a d i s p u s o que era h o r a de r e e m p r e n d e r la m a r c h a .
car con lianas, p r e c a u c i ó n y p r e m u r a que creí e x a g e r a d a s , hubié¬ ¿Dije que su c a r a e s t a b a t a t u a d a con a c h i o t e , esa p i n t u r a s a g r a d a
semos p e r e c i d o a p l a s t a d o s bajo la c a t a p u l t a de p a l o s y reyertas que los n a t i v o s u s a n p a r a p r o t e g e r s e de los e n e m i g o s visibles e
d e aquellos m o n o s b u h o s . invisibles? Los varones a m a w a k a cubren su desnudez únicamente
con una soguilla ceñida a la c i n t u r a . C o n u n o de los c a b o s de
lván y el a m a w a k a volvieron de i m p r o v i s o , nos m i r a r o n ja¬ la soga se a m a r r a n p r e v i a m e n t e el p e n e l l e v á n d o l o h a c i a a r r i b a ,
dear por aquí, p o r allá, e x a n g ü e s y e s p a r c i d o s sobre el césped del p e g a d o sobre el v i e n t r e . Y el a c h i o t e les tiñe no sólo las mejillas:
c l a r o , d e s m o r o n a d o s entre los m a c h e t e s y las r a m a s c o r t a d a s , y t a m b i é n el p e c h o , los b r a z o s y los m u s l o s . Sin e m b a r g o el envia¬
se l a n z a r o n a reir a gritos. Al fin se a p a c i g u a r o n en su mofa y do de I n o M o x o lucía una cushma h a s t a los t o b i l l o s , ropaje per¬
nos m o s t r a r o n , m e n o s orgullosos que m a l é v o l o s , el bulto agoni¬ mitido s o l a m e n t e a los brujos y p a r a m á s asombro: una cushma
zante que iba a ser n u e s t r a cena. flamante. L o s a m a w a k a , al igual que los m i e m b r o s de otras na¬
ciones a m a z ó n i c a s , c u a n d o a l g u n a m i s i ó n los r e q u i e r e en el m o n t e
Algún t i e m p o d e s p u é s D o n H i l d e b r a n d o t u v o a bien infor¬ por más de u n o o dos días, o dejan de b a ñ a r s e si suelen ir des¬
m a r n o s acerca del v e n e n o que usan los a m a w a k a p a r a sus cace¬ n u d o s , o se v i s t e n con c u s h m a s e s p e c i a l e s , a ñ o s a s , j a m á s l a v a d a s ,
rías. H a s t a t u v e ocasión de c o m p r o b a r su eficacia: m a t a en me¬ si están cumpliendo a y u n o s de h e c h i c e r o , c u s h m a s que se con¬
nos de un m i n u t o y, al parecer, sin o c a s i o n a r d o l o r a l g u n o . Úni¬ funden con el h e d o r y los c o l o r e s de lo h o n d o del b o s q u e p a r a
c a m e n t e el brujo e s t a b a a u t o r i z a d o a p r e p a r a r l o . El tósigo, abso¬ que las ánimas y los a n i m a l e s no se i n q u i e t e n p o r el olor del
lutamente inofensivo para los hombres blancos, lo que también hombre. E s t e a m a w a k a me d e s c o n c e r t a b a con su i m p e c a b l e túni¬
me fue d a d o atestiguar, era e x t r a í d o de una p l a n t a que abunda ca a m a r i l l a . P o r m e d i ó de F é l i x I n s a p i l l o , y s u p o n i e n d o que íba¬
en las faldas de los m o n t e s b o s c o s o s que atraviesa el M i s h a w a . m o s a i n t e r n a r n o s más y m á s en la selva hacia los c e r r o s , defini¬
El m a e s t r o H i l d e b r a n d o no me dijo el n o m b r e del vegetal. Pude
tivamente, lejos del M i s h a w a , c o n s e g u í del niño un retraso p a r a
ver, eso sí, c ó m o seccionaba su c o r t e z a y la r a s p a b a p o r fuera
volver al río.
hasta dejarla nivea, luego el roce del aire volvía a o s c u r e c e r l a ,
e n t o n c e s la h i l a c h a b a en astillas d e n t r o de una vasija de agua El filoso silbar de un tiwakuru que nefvioseaba entre las
hirviendo. C o n f o r m e se e v a p o r a b a el c o n t e n i d o D o n H i l d e b r a n - r a m a s altas de una w i m b r a florida, nos guió a la ribera. En ese
do lo r e n o v a b a v e r t i é n d o l e más agua. Siete veces lo hizo. La últi- recoveco del M a p u y a , un pájaro m e d i a n o y n e g r o , de pico a m a -

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rillo c o m o la base de sus alas a b i e r t a s , sacudía un e n t r e v e r o de —Allá en el Mapuya te '¡era concedido conocer de qué modo
p l u m a s sobre el agua. los hijos devoraron a sus padres, cómo los virakocha extermina¬
— E s una w a p a p a , s e e n s o m b r e c i ó I v á n . Ahí donde l a ves ron a los urdios. ¡De qué modo perverso, con que frías maneras
está pescando. envenenan todavía al pueblo más antiguo de la tierra, a nuestros

— C i e r t o , se s u m ó F é l i x I n s a p i l l o . Es su m o d o . E s t e pájaro antepasados vivientes y presentes!... Te será concedido conocer


la razón verdadera, y no el pretexto, que trae a nuestra selva a
tiene tres p ú a s en c a d a a r t i c u l a c i ó n del ala. C o n esas p ú a s pe¬
la llamada civilización. Porque lo que es progreso para el blanco,
n e t r a la c o r t e z a de un árbol de savia v e n e n o s a que se l l a m a ka-
para el indio es regreso. Para el blanco de ayer el caucho fue
tawa. . . •
oro, para el indio fue exterminio. Para el blanco de hoy el petró¬
— E n savia de k a t a w a moja sus alas la w a p a p a y las h u n d e
leo es la vida, para el indio es la ruina, la peste, el desarraigo.
en el agua, dijo I v á n . Vas a ver. A h o r i t a subirán los p e c e s .
¡Verás quiénes han sido y quiénes son, en realidad, los bárbaros,
— A t o n t a d o s p o r el v e n e n o van a p o n e r s e a flotar. . .
quiénes los caníbales y quiénes los cristianos!... Óyeme bien, So¬
riano: si tú enfermas y necesitas sangre yo le dono la mía y te
La w a p a p a salió del río, c a m i n ó con pereza a l g u n o s m e t r o s ,
salvo la vida. Pero si le doy mi sangre a un indio campa, o a un
se a p o s t ó en u n a saliente de tierra m a l h e r i d a , clavó acechantes
tzipíbo, lo mato. Porque su sangre es otra. Es otra, ¿entiendes?...
ojos en aquel t r o z o de agua ya f a t a l m e n t e t u r b i a y se i n m o v i l i z ó .
Lo que para nosotros representa la existencia, para ellos significa
E r a una e x t r a ñ a e s t a t u a que e s p e r a b a , diría que emplumada de
algo peor que la muerte. Y así pasa con todo lo creado, así pasa
ansiedades tranquilas, sin alterarse en a b s o l u t o p o r n u e s t r a cer¬
entre piedras y plantas y animales. El aire, por ejemplo, es vital
canía. A s o m a r o n sus v í c t i m a s , d e c e n a s de v a n o s c o l e t a z o s mori¬
para los pájaros, pero para los peces es la asfixia, el aletazo
bundos: el inconcebible pescador parsimoniosamente saltó del
negro, el pico de la muerte.
b o r d e rojo, entró en su t r a m p a de a g u a , alzó un pez en el p i c o ,
más lentamente regresó a la orilla, lo acomodó sobre la h i e r b a
rala, entró de n u e v o al río, repitió su faena. Sin el m e n o r a p u r o A m o n t o n a m o s los fósiles lejos de la orilla a fin de proteger¬

repitió su faena h a s t a que el agua q u e d ó l i m p i a de p e c e s . Enton¬ los de los d e s l i z a m i e n t o s que p r o v o c a n las c r e c i e n t e s y los agua¬
ces, y siempre a b s o r t o en aquella c a l m a que ya me d e s q u i c i a b a , ceros, confiando recogerlos al regreso. Y retomamos camino
se d e d i c ó a d e v o r a r l o s con d e l i c a d a m i n u c i o s i d a d . Ni el b u l l i c i o hacia Ino M o x o . A n t e s de entrar en la espesura por donde ya
de n u e s t r o s c u e r p o s z a m b u l l é n d o s e y b u c e a n d o a su l a d o a l c a n z ó se h a b í a n ido mis d e m á s c o m p a ñ e r o s , me d e t u v e , volví los ojos
a p r e o c u p a r a la w a p a p a : siguió y siguió c o m i e n d o en t a n t o que al p r ó d i g o M a p u y a , no sé qué p e r c i b í sobre sus a g u a s , cierto ful¬
I n s a p i l l o , I v á n , C é s a r y yo s a c á b a m o s del fondo del M a p u y a las gor de s a n g r e , algo c o m o u n a luz i n e x o r a b l e teñía las i m p á v i d a s
m e d u s a s r e m o t a s , los g r a n d e s c a r a c o l e s a que hizo r e f e r e n c i a D o n corrientes. La w a p a p a seguía c o m i e n d o en la r i b e r a , i n m u n e al
Javier, las refulgentes o s t r a s grises, los c a b a l l o s de m a r petrifi¬ veneno de katawa que había fulminado tantas vidas.
cados.
—¡De cuando el mar era ceniza y todo era oscuridad y no —Te será concedido conocer la verdad, la mentirosa cara de
habían nacido todavía Kaametza y Narowé!, repitió sobre las la verdad y la verdad sin tiempo. Verás las tres orillas. . El res¬
mesas del comedor del Hotel Tariri que se había ido deshabitando. plandor y la sombra de la sangre del tiempo, del tiempo que a
Hablaba rugosamente, con palabras opacas que pronunciaba como la vez es uno y todos. Lo que fue cierto para el ayer no habrá
quien se encuentra debajo de la tierra, igual que si estuviera den¬ de serlo para el mañana. El mismo tiempo anciano que nos trajo
tro de alguna piedra, enmascarado por una repentina majestuo¬ la muerte nos ofreció la vida venidera. Óyeme bien: el aire será
sidad: de agua y el agua será de aire. Todo, a b s o l u t a m e n t e t o d o , es al

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I

revés. Todo es al revés, siempre. Y el agua, que es el aire de los


peces, ahogará las alas del Maligno...

Con voz extraña me habla Don Javier, como si otra persona


lo habitara de antiguo y hoy saliera sonando por su boca clausu¬
rada. Creo que se trata de la voz de Inganíteri pero no, tal
como pude comprobarlo ya en territorio de los amawaka, la noche
que Ino Moxo me ofrendó ayawaskha, por entre las visiones volví
a oír esa voz y la reconocí sin asombro ni duda, supe quién había
sido en verdad el que me estuvo hablando esa mañana en el Hotel 11
Tariri. Supe quién me está hablando en este instante desde los
labios mortalmente inmóviles y grises de Don Javier. Don Javier nos informa del
negro Babalú y de otros
—Ahora sí ya es tiempo, puedo confiarte el resto de la his¬
enterrados en el mar
toria que me contó mi compadre campa Inganíteri. Y tú, ahora
sí puedes oírla... Volvamos ¡unto a Kaametza, en donde la deja¬
mos. No. Mejor vamonos en busca de su esposo, el primer hom¬
Alguna vez te c o n t a r é de un mi compadre p e s c a d o r que tuve
bre, el que su cuerpo dio a luz por primera vez. El requiere-
allá en un p u e r t i t o que se l l a m a E t e n , en las a r e n a s de la c o s t a
más que nadie de esperanza y de compañía. Y de inmediato te
n o r t e , bien a l n o r t e d e L i m a — d i c e D o n J a v i e r v o l t e a n d o h a c i a
contaré por qué. Sabrás en qué momento y por cuáles motivos
la p u e r t a p o r d o n d e ingresa n a d i e , la d e m a c r a d a luz del m e d i o d í a
se volvió inconsolable aquel que antes sólo supo ser dichoso; Na-
sobre oleajes de p o l v o . No sé qué p a r r o q u i a n o s han e n t r a d o y
rowé...
c o n v e r s a n b o r r o s o s en el fondo del bar, tras el sofoco c r e c i e n t e
que asedia al H o t e l Tariri d e s d e la calle.
Atravesé la m a r a ñ a por d o n d e ya se h a b í a n esfumado mis
Pucallpa: millares de casuchas de madera más aplastadas
demás compañeros. Sólo a v a n c é u n o s m e t r o s , d u d é , m e d e c i d í ,
que diseminadas alzan frentes pajosas en las afueras, sobre un
t o r n é al M a p u y a . La w a p a p a seguía c o m i e n d o en la ribera. Me
terral de i n s e c t o s t a s a j e a d o p o r callejas de p o l v o . Y d e c e n a s de
le a c e r q u é en silencio, alisté mi e s c o p e t a , a p u n t é a su cabeza.
casas d e d o s p i s o s : penosos espejismos de mansiones detrás de
Dudé.
cuya cursilería d e s p o r t i l l a d a se c u e c e n las q u e r i d a s de los contra¬
Me decidí.
b a n d i s t a s , e s p o s a s e hijastros de p i o n e r o s y c a u c h e r o s e q u í v o c o s ,
No disparé.
herederos de m a d e r e r o s y de n a d i e . Y v a r i o s edificios de ce¬
Una calma ilimitada me ocupó la memoria y aligeró mi
mento y a c e r o , m á s e s t ú p i d o s que h o r n o s m e t i d o s en un h o r n o ,
cuerpo. E n t r é c o m o v o l a n d o en la e s p e s u r a . A unos trescientos
injurian p o r su c u e n t a el c e n t r o c o m e r c i a l de la c i u d a d , t i e n d a s
m e t r o s t r o p e c é con Iván que a p a r e n t e m e n t e volvía. A l g o , ya no
y bares, t i e n d a s y b a z a r e s , ferreterías y r a d i o e m i s o r a s y restau¬
sé q u é , se a p r e s u r ó él a e x p l i c a r m e sin n i n g u n a r a z ó n , me p a r e c i ó
r a n t e s a lo l a r g o de a q u e l l a s c a l c i n a n t e s a v e n i d a s de p o l v o . Mú¬
que t r a s t a b i l l a b a en una voz c u l p a b l e . Y v o l t e a n d o la cara otra
sicas e x t r a n j e r a s , estrepitosas y hueras brincan de las c a n t i n a s ,
vez al s e n d e r o , un poco más allá, d e l a n t e m í o , a g r e g ó sin dejar
de los c i n e m a t ó g r a f o s p u l g o s o s , de las refrigeradas oficinas don¬
de c a m i n a r h a c i a los d e m á s :
de se d e s p e r e z a n los m a g n o s i n d u s t r i a l e s , los o j e r o s o s que fabri¬
- — E s c u c h é tu d i s p a r o . Sólo yo lo e s c u c h é . P o r eso regresa¬ can c o c a í n a , los altos oficiales de las fuerzas a r m a d a s , los buró¬
ba a b u s c a r t e . . . cratas mustios y e s t a t a l e s , c o m p i t i e n d o con el alboroto de las

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m o t o c i c l e t a s y ios taxis d e s b a r a t a d o s en los altibajos de las rutas que el viento t a l a d r a b a sin p i e d a d , una g u i t a r r a h u é r f a n a de cuer¬
de p o l v o que las lluvias, en vez de c o n s o l a r , e n t r a m p a n de fanga- d a s , tres r e d e s p e q u e ñ a s y una g r a n d e p e r o d e s t a r t a l a d a , infinidad
les. P e r o hoy no ha llovido, por las v e n t a n a s del Hotel T a r í n de anzuelos que según B a b a l ú sabían pescar solos, un perrito
entra el vaho fatal y a m a r i l l e n t o de la m e d i a m a ñ a n a . Don. Javier rotoso que apellidaba indistintamente 'Wáskar, 'Almirante' o
se i n c o r p o r a de la silla y toma asiento sobre su cajón de cedro 'Sangreazul', un libro de poemas de Nicolás Guillen que todos
melodioso, sus d e d o s acarician la c a r a de la caja de madera y r e c i t á b a m o s de m e m o r i a , y la o b s e s i ó n de sus m a n o s y de t o d a
se van d e s p a c i a n d o , despaciando. y el i n s t r u m e n t o suena c o m o su vida: ese cajón d e s v e n c i j a d o y r o n c o .
si r e c o r d a r a , con v e l a d a tristeza.
T o s i e n d o cierta sangre i n a p e l a b l e , al pie de una esponjosa
— A l g u n a vez te c o n t a r é del negro Babalú, así se l l a m a b a ,
b o r r a c h e r a B a b a l ú había t r a t a d o de confortar a su mujer:
B a b a í ú , n o m b r e de no sé cuál divinidad africana.
— S i a l g ú n día n o m e o y e s , p a t r o n a , e n t o n c e s ó y e m e .
Las m a n o s de D o n Javier se alejan del cajón p e r o éste con¬ — S e g ú n el N o t a r i o A m a d o r E s c a j a d i l l o , otra fue la confusa
tinúa unos instantes más, e n d e u d a d o en resonancias ásperas. p r o m e s a de mi c o m p a d r e B a b a l ú , y más que una p r o m e s a , una
— A l g u n a vez te c o n t a r é que ese cantor, zapateador, cajo- exigencia:
n e a d o r y g u i t a r r e r o por necesidad y p o r s a n g r e , m u r i ó de tubercu¬ Ó y e m e s o l a m e n t e c u a n d o dejes de o í r m e . ,
losis, eso creen a l g u n o s , yo sé bien que m u r i ó de m ú s i c a , con los
P u e d e que así h a y a sido. Babalú era proclive a exclamar
pies de ¡a música llegó a él la m u e r t e . L a s diarias t r a n s n o c h a d a s ,
p e o r e s r a r e z a s , en sus ú l t i m o s t i e m p o s , c u a n d o el mal trago lo
las j a r a n a s p a t r i ó t i c a s , familiares o i n m o t i v a d a s , l o g r a r o n que su
descoyuntaba. P u e d e ser. M u c h a s cosas d i s t i n t a s s e c o m e n t a n
cuerpo, otrora inabarcable, cupiera en una lástima, y en una
ahora. A mí lo ú n i c o que me c o n s t a es la tristeza.
sola ojera su i n o l v i d a b l e cara. M e n o s mal que A m a d o r E s c a j a d i -
llo, a h u y e n t a d o de L i m a por esas injusticias p r o p i a s de la j u s t i c i a , Días i n s o p o r t a b l e s , más l e n t o s que s e m a n a s , siguieron a la
a c a b ó refugiándose en P u e r t o E t e n y a l o j á n d o s e a m e n o s de cien farra que q u i s o disfrazar su funeral. U n a p e n a sin límites o c u p ó
m e t r o s de la r e s i d e n c i a de mi c o m p a d r e B a b a l ú . A h í , en P u e r t o la existencia de C a r m e l a , ¿te dije que su v i u d a se l l a m a b a Car¬
E t e n , A m a d o r E s c a j a d i l l o llegó a ser en b r e v e tiempo, cocinero, m e l a ? , en v a n o se a t u r d í a ella t r a b a j a n d o en e x c e s o y p a r a t o d o s ,
d u e ñ o , p r o v e e d o r , cajero, g u a r d i á n , m e s e r o y m u c h a s veces ú n i c o cocinando las anémicas raciones de los p e s c a d o r e s nocturnales,
cliente de 'La C o r v i n a E m b a r a z a d a ' , el mejor r e s t a u r a n t e de ese b a r r i e n d o el r e s t a u r a n t e del N o t a r i o E s c a j a d i l l o , q u e d a b a a p o c o
entonces. Y por si fuera p o c o , un día, a d e m á s de a u t o n o m b r a r s e m á s de m e d i a c u a d r a de la c a b a n a de B a b a l ú , ¿te dije?, un p o c o
N o t a r i o de la l o c a l i d a d , A m a d o r E s c a j a d i l l o se designó c o m p a d r e m á s atrás y t a m b i é n frente al mar. En vano hizo de t o d o mi co¬
espiritual de mi c o m p a d r e Babalú. M e n o s mal. P o r q u e falsifi¬ m a d r e C a r m e l a , p o r las p u r a s , p o r g u s t o , c r e y ó a t o n t a r a l t i e m p o
c a n d o sellos, fechas, firmas, el i n e s p e r a d o j u r i s c o n s u l t o fraguó un así, r e z u r c i e n d o u n i f o r m e s e s c o l a r e s , a s u m i e n d o las m á s i n s t r a n s -
t e s t a m e n t o que los acreedores del finado Babalú, aun los m á s feribles d i f i c u l t a d e s de o t r o s , en el m e r c a d o , en la p l a z o l e t a , en
m o r d a c e s , r e c o n o c i e r o n c o m o irrefutable. En el d o c u m e n t o cons¬ las h o r a s e s c a n d a l o s a s del puerto, los domingos, cuando venían
ta que B a b a l ú , tres a ñ o s antes de m c r i r , favoreció l e g a l m e n t e , o gentes de C h i c l a y o en b u s c a de pescado regalado, de m a r i s c o s
había favorecido legalmente a su c o m p a ñ e r a c o m o 'única herede¬ frescos y b a r a t o s . T o d o s b a j a b a n la voz c u a n d o ella a r r a s t r a b a
ra universal'. L o s d u e ñ o s de la p a n a d e r í a , la carnicería y las tres los pies s o b r e las lajas del espigón como si su p a s o produjera
t a b e r n a s del p o b l a d o t u v i e r o n que r e s i g n a r s e a envejecer i m p a g o s . silencio, sólo p e n a y silencio, c o m o si para ella la m a ñ a n a de los
La viuda de mi c o m p a d r e se negó a v e n d e r n a d a p a r a a t e n u a r feriados fuera n o c h e d e l u t o , p u r o i n v i e r n o . Pero Carmela, nada,
sus d e u d a s , no s o l a m e n t e h e r e d ó sino que c o n s e r v ó t o d a s las per¬ terca. E n v a n o s e perdía e n t r e p e ñ a s c o s t e r a s , e n v a n o r e g r e s a b a
tenencias. Todas: una c a b a n a de p a r e d e s b a r r o s a s y e n c a ñ a d a s con c a n a s t a s c o l m a d a s de c a n g r e j o s , en vano los r e p a r t í a a la

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me t i e m p o . ¡Se va a a h o g a r usted, c o m a d r e ! , quise a d v e r t i r l e ,
chiquillería m i s e r a b l e . En vano lavaba y e n s u c i a b a de nuevo y
¡no entre usted a ese cajón! P e r o ella ¿qué h u b i e r a pensado?,
volvía a lavar y a e n s u c i a r y a lavar y a planchar, las tres c a m i s a s
dime tú, que estoy l o c o , ¿no es cierto? P o r eso me callé. Luego
y los dos p a n t a l o n e s del difunto Babalú. N a d a p u d o c o n t r a la
me arrepentí, debí decírselo, tú m i s m o vas a darme la r a z ó n .
tristeza. Me a c u e r d o bien un día, d o m i n g o por la n o c h e , sus
Q u i s e , p u e s , d e t e n e r l a , p e r o no me dio t i e m p o . ¿ N o me dio tiem¬
ojos le p e r t u r b a r o n el ánima frente al cajón que fue de mi com¬
po? Tal vez llegué a gritar y ella no me e s c u c h ó , no me p u d o
padre.
e s c u c h a r p o r c u l p a de t o d a esa b a t a h o l a , p o r u n a p a r t e el m a r ,
— ¡Ahí v i e n e , ahí viene! ¿Lo e s c u c h a s ? . . . —clamó.
t a n t o s m a r e s b r a m a n d o en el cajón, y por la otra parte B a b a l ú ,
La v e r d a d , la v e r d a d , me p a r e c i ó e s c u c h a r l o .
las m a n o s de B a b a l ú ' c a j o n e a n d o cerca, c a d a vez m á s cerca, cre¬
Primero oí sus pasos, andando lejos, lejos y cerca, ¡los ciendo bajo el mar.
pasos de mi c o m p a d r e d e n t r o del cajón! D e s p u é s oí sus m a n o s ,
C a r m e l a se l e v a n t ó de la b a n q u e t a desde la cual había m a l -
p e r o ya no en el cajón, ¡ya no en el cajón sino en el mar! Así,
fingido s o p o r t a r mi visita, se a b r i ó paso por e n t r e los sollozos,
tal c o m o lo o y e s , a m i g o Soriano. ¡El mar sonaba de otro m o d o ,
r e c h a z ó lo imposible y se atolondró con los brazos anhelantes
con precisión y r i t m o que no p o d í a n ser, que no p o d í a n ser de
hacia el cajón. A l u c i n a d a y a p a r t a n d o l á g r i m a s p a s ó sus d e d o s
ningún otro sino de B a b a l ú , de B a b a l ú m u s i c a n d o y c a j o n e a n d o
en el fondo del mar! ¿ E s t a r é p e r d i e n d o la r a z ó n ? , p e n s é , y por sobre la m a d e r a , la g o l p e ó con t e m o r , luego con d e s e n c a n t o , lla¬

p r i m e r a vez r e p a r é en el color del cajón, y r e c o r d é la piel de B a - m á n d o l o , B a b a l ú , luego con m á s t e m o r , B a b a l ú , l u e g o con fuerza.


balú b r i l l a n d o o s c u r a m e n t e , y esas r a s g u ñ a d u r a s en la t a b l a , in¬ Se desplomó llamándolo, Babalú, llamándolo. Mejor la dejo
clusive, igual a sus famosas cicatrices, una en la mejilla d e r e c h a , sola, decidí. Salí a la s o m b r a - s o m b r a de la p l a y a . El m a r ya
r e s b a l a n d o hacia el cuello, la otra en el a n t e b r a z o del m i s m o l a d o , no s o n a b a , mejor d i c h o ya no s o n a b a c o m o el cajón de B a b a l ú ,
' a c c i d e n t e s de t r a b a j o ' decía él j a c t á n d o s e , con que dos penden¬ a h o r a s o n a b a a p e n a s , a p e n i t a s , otra vez c o m o el mar. Le di la
cieros lo h a b í a n c o n d e c o r a d o , allá en su j u v e n t u d , a lo largo de e s p a l d a , c r u c é aquel arenal en b u s c a de A m a d o r E s c a j a d i l l o , iba
una misma n o c h e y en dos distintas t a b e r n a s del C a l l a o , p o r cau¬ a c o n t a r l e t o d o lo que h a b í a o c u r r i d o , ¿me h a b r é v u e l t o d e m e n t e ?
sas que v a r i a b a n de a c u e r d o al auditorio: la ú l t i m a vez que lo estaba a p u n t o de c o n t a r l e t o d o c u a n d o ahí fue que p a s ó lo que
escuché h a b l a r de eso B a b a l ú adjudicó la razón de a m b a s gres¬ pasó.
c a s , ya no al h o n o r de una p a i s a n a suya que se a f a n a b a en el L o s dos v i m o s . Un v i e n t o inexcusablemente frío, era Fe¬
burdel de I v o n n e , sino a d e s a v e n e n c i a s en el j u e g o de d a d o s . No b r e r o , e m p u j ó la p u e r t a de latas c l a v e t e a d a s de la c a s u c h a , dis¬
puede ser, me p e l l i z q u é , y r e c o r d é otras tres cicatrices m á s pe¬ persó las a r e n a s e i m a n t ó a la mujer hacia la p l a y a . El N o t a r i o
q u e ñ a s , casi gajos que i n s i n u a b a n un triángulo en su p e c h o , p e r o E s c a j a d i l l o y yo í b a m o s a s e r v i r n o s , pues ya nos v e n í a de h á b i t o ,
el cajonear de B a b a l ú se a c r e c e n t a b a afuera, m á s y m á s clara¬ los a g u a r d i e n t e s p r e v i o s al cierre del restaurante, cuando algo,
m e n t e , i n c o n f u n d i b l e m e n t e , v i n i e n d o desde el mar. Y en su ca¬ ¿un m o v i m i e n t o , un g r i t o ? , nos distrajo, brilló frente a nosotros
j ó n , d e n t r o de la c a b a n a d e s c a s c a r a d a d o n d e yo y la viuda éra¬ allá, por la v e n t a n a , s u r g i e n d o d e . l a casa de B a b a l ú , el rojo de,
mos un solo a s o m b r o , ahí fue que e m p e z a r o n a sonar las olas. una falda d e s t e ñ i d a , fósforo, e n f i l a n d o hacia el m a r , en la n e g r u r a .
¡Nítidamente c o m e n z a r o n a t r o n a r las olas d e n t r o de su cajón! La vimos y s a l i m o s y c o r r i m o s en v a n o : la e s p o s a sin e s p o s o ya
¡Una reyerta de oleajes b r o t a b a de la m a d e r a d e s g a s t a d a , presti¬ e n t r a b a c a m i n a n d o al m a r , se h a l l a b a muy a d e n t r o , y sin prisa,
giada por sus m a n o s m i l a g r o s a s ! los b r a z o s e x t e n d i d o s en ese m i s m o g e s t o , e x a c t o el m i s m o con
que momentos antes se había desquiciado avanzando hacia el
A l g u n a vez te c o n t a r é c ó m o C a r m e l a se inclinó hacia el ca¬
cajón de su f i n a d o , yo la vi, c r e o que se lo dije y ella no me es¬
j ó n m u g r o s o que se puso a sonar t o d a v í a m á s , c o m o un millar de
cuchó, ¡no e n t r e usted al cajón!, ¿ c ó m o iba yo a decirle t r e m e n d o
olas j u n t a s , c o m o si d e n t r o suyo d i s p u t a r a n varios m a r e s al mis-

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a b s u r d o ? , pero debí decírselo ¿no c r e e s ? , y en lugar de a l e r t a r l a el cajón, en un momento dado ei musicante lo abandona, sus
me a s u s t é , ella t o c a b a el cajón e x t r a ñ a m e n t e , desde la p u e r t a la manos como muertas, y el b a i l a r í n sigue sin e m b a r g o bailando
vi, no lo g o l p e a b a , ya n o , tocaba d e s p a c i t o como si c a r i n a r a la p e r o al r i t m o del m a r , del m a r que sale de a d e n t r o del cajón sin
c a b e z a de un n i ñ o , ¿te conté que no p u d o tener hijos?, fue así nadie y el cajón p a r e c i e r a q u e r e r d e s f o n d a r s e , y si tú le pregun¬
que la dejé, j u n t o al cajón, t o c á n d o l o c o m o si estuviera c a r i c i a n - tas a c u a l q u i e r a , c u a l q u i e r a te dirá que es Babalú, que B a b a l ú
do a un niño que se fuera a morir ahí m i s m i t o , a h o r a , en este pidió ser e n t e r r a d o en el m a r , y tú lo sentirás r e g r e s a r por e n t r e
instante. Mejor la dejo sola, decidí, salí a la s o m b r a - s o m b r a . las e s p u m a s del cajón, y s a l d r á s a la playa y allá en la s o m b r a -
s o m b r a lo s e n t i r á s igual, B a b a l ú r e g r e s a n d o p o r e n t r e las caden¬
Ella e n t r ó . Has d e b i d o d e c í r s e l o , me decía, s o f o c a d o , eso
me p a r e c i ó , m i e n t r a s c o r r í a m o s y c o r r í a m o s , el N o t a r i o A m a d o r cias de m a d e r a del m a r . . .

Escajadiilo. En v a n o . La esposa sin e s p o s o , ya m a n i a t a d a por Y alzando la c a b e z a , D o n J a v i e r , de repente, y cambiando


las o l a s , se dirigía, i n m ó v i l , hacia los islotes, a p e n a s u n a m a n - la voz con i n d e c i b l e agitación:
chita r o s a d a , de lana, una manchita anaranjada, azul, de l a n a , —¡Tú puedes comprobarlo ahora mismo!
y desapareció tras los peñascos cubiertos de moluscos y de Y poniéndose otra vez de pie y acomodándose sobre su
yuyos... cajón:
Don Javier a b a n d o n a su cajón y r e t o r n a a la silla frente a — M i r a , y o t a m p o c o g o l p e o l a m a d e r a , m i r a qué s u a v e , qué
mí, entreabre los labios, se a r r e p i e n t e , o b s e r v a sus m a n o s que suavito lo h a g o , ¿te das c u e n t a . . . ?
t i t u b e a n sobre la m e s a , c o m o que lo d e m o r a n en el aire polvo¬ Y saliendo desde atrás de u n a sonrisa a m a r g a , D o n Javier
riento y p a l p a b l e , h a b l a por fin: cantando, poniéndose a cantar:
— E n aquel r o m p e o l a s d e P u e r t o E t e n , cada ú l t i m o d o m i n g o
Lando, ¡ando,
de F e b r e r o , al final de la n o c h e , no c u a n d o el mar d i s c u t e sino
estrella negra y espuma,
l u e g o , j u s t o a la h o r a en que se r e c o n c i l i a con los arrecifes aira¬
lando, lando,
d o s , ahí r e t u m b a el cajón de B a b a l ú , n í t i d a m e n t e se o y e , el mis¬
espuma negra y azúcar,
mo cajonear que yo escuché esa vez, sólo que a h o r a fluyen ade¬
lando, lando,
más c a n t u r r e o s , r e p r o c h e s y alegrías en voz clara, el cajón de
azúcar negra y blancura,
B a b a l ú s o n a n d o sobre los g e m i d e r o s de una mujer en celo.
lando, lando,
Y otra vez D o n Javier se retiene b r e v e m e n t e , c o n s i d e r a un
blancura negra,
s u s p i r o , peina su flaca barbilla con los d e d o s y me mira sin aviso:
lando.
— E s t o que aún c o m e n t a n los viejos p e s c a d o r e s de Puerto
E t e n , y que yo a c a s o me anime a c o n t a r t e algún día, es u n a de Cuídate mucho, lando,
las t a n t a s historias que c o m p o n e n tu vida, que forman nuestra recuerda de dónde vienes,
vida d e s d e el aire. A u n q u e no lo s e p a m o s , a u n q u e no te la llegue nunca permitas, lando,
a c o n t a r j a m á s , t a m b i é n la vida de B a b a l ú , d e s d e el a i r e , te orde¬ que tu fuego se amaestre,
na a ti la vida, d e s d e la m e m o r i a que no se p u e d e r e c o r d a r . Por no ardas en vano, lando,
eso no i m p o r t a que la sepas o la o l v i d e s . A l g u n a vez te la dirá bailando lo que conviene,
en su total. Y si tú q u i e r e s , si tú m e r e c e s , p o d r á s verificarla. Si recuerda siempre, lando,
vas a P u e r t o E t e n y ves bailar al r i t m o de un cajón, p o d r á s veri¬ que sólo cadenas tienes,
ficarla. P o r q u e siempre que alguien b a i l a , allá, con v i o l e n c i a y que no eres libre, lando,
d u l z u r a , c o m o b a i l a n los n e g r o s , las olas vuelven a sonar desde por mucho que te cimbrees.

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Dame la danza, lando, bajaban c o m o un serpenteo p o r sus b r a z o s t a t u a d o s de extrañe-
dame los pechos y el vientre, zas, de cicatrices, cadencias fluyéndole ostensiblemente de los
dame confianza, lando, dedos rimados:
haz que mi pulso no tiemble, — ¡ Y o a b r a z o a mi c o m p a d r e B a b a l ú !
ya bailaremos, lando, Y poniéndose quieto de i m p r o v i s o , nublándose:
los bailes que se nos deben, — P e r o ya no sé t o c a r c o m o él me e n s e ñ ó . A p a r t i r de su
al aire libre, lando, m u e r t e , c o m e n c é a cajonear así, silencio, c o m o tú a c a b a s de ver,
aunque te arañes la frente distinto.
con las estrellas, lando, Y regresando a sentarse frente a mí:
de pie contra la corriente.
—Además. ..
¡Dame la mano, lando,
Y s e ñ a l a n d o el c u b o de c e d r o r e n e g r i d o :
que mi machete no tiemble!
— E s t e es el cajón de B a b a l ú .

Lando, lando,
estrella negra y espuma, íván, esa su lejanía recelosa, propia de quienes viven prote-
lando, lando, giendo algún recuerdo, me miró a pesar suyo, diría que alarma¬
espuma negra y azúcar, do, erguido en ese sendero que viene del Mapuya. Más que varias,
lando, lando, personas, varias vidas parecían habitarlo, como si las partes de
azúcar negra y apura, su cuerpo tuvieran voluntades divergentes que él, ante los ojos
lando, lando, de los demás, armonizara en una sola existencia. Porque obede-
apura, negra, y alumbra ciendo a su mirada, su cara se resignó a huirme. Luego sus
lando, lando, hombros dieron vuelta hacia la trocha. Aprobando a los hom¬
alumbra, negra, bros con desgano giró también su pecho. Por último asintieron,
lando. como gatos, las piernas. Y tras ellas los pies, igual que una pare¬
¡Caramélame, Carmela, ja riñendo, reconciliándose y volviendo a reñir pero sin ruido,
Carmela, Carmelandó! aplastando callados los hierbajos, las ramas casi vueltas tierra, y
¡Lando!. .. nublándome:
—Escuché tu disparo.
Y e n t r e g á n d o s e al puro ritmo, su t o r s o r e i t e r a n d o distrac¬
Y siempre sin dejar de caminar:
ciones de c í r c u l o :
—Por eso regresaba a buscarte.
—¡Yo no t o c o el cajón, yo n a v e g o el cajón!
Perseguí a Iván sudando, cayendo, rasguñándome todo lleno
Sus m a n o s r e p i c a n d o por entre las rodillas e s p a c i a d a s , yen¬ de fango y de lastimaduras la espalda hecha una lástima san¬
do y c a y e n d o , sin coincidir entre ellas y sin c o n t r a d e c i r s e c o m o grante y esa humareda de insectos acosándome y siempre era mi
si fueran el a n v e r s o de lo m i s m o y el r e v e r s o , los dos l a d o s de
sangre y jamás la de Iván que continuaba enérgico adelante y
un r e m o a l z á n d o s e , volviendo:
vi la luna en pleno mediodía sabiendo que no era la luna ver¬
— ¡ Y o a c a r i c i o la cara de la m u e r t e ! dadera sino su reflejo en mi fatiga era la risa de Narowé el pri¬
mer hombre que me guiaba desde el fondo del río y me dije ya
Y c e r r a n d o los ojos, r e c o g i e n d o a r m o n í a s , e q u i l i b r a d a s diso¬
estás alucinando despiértate me dije despiértate me dijo Juan
n a n c i a s que le n a c í a n a cada giro de los h o m b r o s , c o n c o r d i a s que

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González tienes que caminar y yo le dije cómo si no hay camino elfos y volvió la cabeza para verme. Más bien para no verme.
bajo mis pies porque estaba en lo alto mirando a la tierra chiqui- Don Hildebrando aseveraría que no fue Iván quien me miró sino
tita y Juan González insistió ¡tienes que seguir caminando! empu¬ el ánima de Iván, los ojos de su ánima dándome por fin la bien¬
jándome con su mano que estaba tibia y perfumada como flor de venida.
izangapiiia y yo me desperté y la mano de Juan González en mi
hombro no era una flor sino un vampiro que me estaba chupando
— P e r o casi n o m e o y e s , a m i g o S o r i a n o , p a r e c e que estuvie¬
calladito despiértate me dije y desperté y vi más adelante justo
ras en otra p a r t e .
al costado de la tzangapilla la apariencia de Iván y me lancé
hacia él abandoné mi cuerpo sobre la trocha escuálida en direc¬ N o , n o e s cierto.

ción de aquella muralla de bambúes y de columnas de humo y sin —Seguramente estás pensando en el jefe Inganíteri, en la
fuerzas para pensar pensé que si llegaba a un río grande me historia que me c o n t ó Inganíteri . .
salvaba pero el río me dije el río tiene que ser el Urubamba el — N o es c i e r t o , D o n J a v i e r , vuelvo a mentir y D o n Javier
Willkamayu el Río Sagrado de los Inkas para que yo pueda re¬ se esmera escudriñándome.
montarlo hasta las cumbres remontarlo hasta cuatrocientos años —¡Estás p e n s a n d o en los c a m p a , en los a s h a n í n k a de hace
río arriba hasta antes de la llegada de los conquistadores españo¬ tiempo!. . , ¿Es a s í ? . . .
les los virakocha y comprendí entonces que Iván me estaba con¬ E i n d a g á n d o m e más con la m i r a d a :
tagiando su persona hecha de varias vidas y pude distinguir las
—¡Sí, estás pensando en Juan Santos A t a o W a l l p a , en la
vidas de mi cuerpo cada persona de mí cuerpo y me di cuenta
s u b l e v a c i ó n de S a n t o s A t a o W a l l p a c o n t r a los c o n q u i s t a d o r e s es¬
que igual ocurría también con mi memoria con mis memorias
pañoles!
exactamente como lo hubo presagiado Don Hildebrando en Pu-
callpa y comprendí que aquel tramo de selva no era despiadado A l g u i e n que no era D o n J a v i e r p e r o que sí era D o n Javier
era un bautismo que se me exigía para alcanzar a Iván para al¬ o c u p a b a su c u e r p o s e n t a d o en e s a silla del b a r del Hotel Tariri,
canzar a ser como él no sé de cuál manera ser uno con la selva lo d e s b o r d a b a inconteniblemente y salía p o r su b o c a de sonám¬
una sola existencia con los bosques y con los animales y las pie¬ bulo:
dras con todas las personas de los bosques. Y en ese instante — P a r a los a s h a n í n k a , que c o n s e r v a n el fuego de la gran
se me fue la fatiga y mis piernas se aligeraron y desaparecieron r e b e l i ó n c o n t r a los v i r a k o c h a , J u a n S a n t o s A t a o W a l l p a n o mu¬
los insectos y seguí porfiando en el camino pero con alegría, ya rió j a m á s , únicamente desapareció su cuerpo echando h u m o , se
no escaseaba el aire, eran otros los boscajes y el sol bajaba la disolvió h a c i a lo alto de los b o s q u e s d e n t r o de u n a c u s h m a ama¬
voz haciéndose más lento, más débil que una lámpara, cuando rilla p r o m e t i e n d o r e g r e s a r . . .
dimos alcance a los demás miembros de la expedición.
D o n J a v i e r h a b l a b a e x t r a ñ a m e n t e c o m o si r e c i t a r a un texto
Casi acostado en tierra, la espalda reclinada entre dos rugo¬ de m e m o r i a o c o m o si leyera. L l e g u é a p e n s a r que sólo e s t a b a
sas aletas de lupuna, el amawaka mordisqueaba una sonrisa quie¬ repitiendo palabra por p a l a b r a lo que alguien le dictaba desde
ta. A su derecha, en el centro del claro impuesto por la lupuna
quién sabe dónde.
frondosa, César reclinaba su atención hacia Félix Insapillo. Este,
— ¡ M i r a n d o estoy el sol de mis a n t i g u o s , este p o z o t a p i a d o
de pie, dando el rostro a la intromisión mía y de Iván, estaba
d o n d e t o d a v í a se d e s v e l a n sus v o c e s i n v e n c i b l e s !
hablando.
—No entiendo, Don Javier, quise decir p e r o sus ojos ce¬
Iván, su camisa manchada de aguijones, de sangre, de tela¬ r r a d o s me a m e d r e n t a r o n y su voz, que no era su voz, c o n t i n u ó
rañas de. árboles y retazos de lluvia, no entiendo, se detuvo ante perorando:

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— i Abuelos de piel verde que amaban ferozmente y gue- y los lagartos tenían ojos más grandes que el cuerpo de los lagar¬
r r e a b a n con t e r n u r a y se c o m í a n e n t r e ellos c o m o frutos y pena¬ tos, y el sol se ponía más adelante y yo no tenía cuándo llegar. La
ban a solas e s c u c h a n d o iejanísimas p i s a d a s de a n i m a l e s ! ¡Todo primera vez que yo bebí ayawaskha fue hablar y sentir mi voz
tu l u m i n o s o ejército de e n t o n c e s , hoy c e g a d o ! ¡Vastagos de tu amplificada, como si saliera de esos parlantes que cantan en el
risa l a s t i m a d a y a c e n bajo los cascos de un c a b a l l o de h i e r r o ! . . . Coliseo Cerrado de Iquitos cuando canta Raúl Vásquez, y oir mi
M á s allá de n o s o t r o s , tras de las t o r v a s n i e v e s , u n a n a c i ó n extra¬ voz afuera, lejos de mi garganta. Y fue mirarme de cuerpo ente¬
ña h e c h a de sed y n a d a se d e r r u m b a h a c i a el cielo c o m o l i m o s n a ro, echado ahí en el piso. Y fue ver otra vez a mi padrino pero
gris ¡pero desde tus h o m b r o s se alzan b o s q u e s y llueve! ¡y llueve verlo brillando, brillando, cubierto por una cushma de miles de
t o d a v í a sobre el t i e m p o c o m o sobre un t e j a d o ! . . . ¡El sol cae luciérnagas, y mirar cómo se iba poniendo gris, oscureciéndose,
t o d a v í a , Juan S a n t o s A t a o W a l l p a , d e s d e tu j u v e n t u d ! . . . ¡Esta¬ apagándose conforme hablaba. Si estás luchando contra un daño
m o s vivos! ¡Mira! ¡Estamos v i v o s ! . . . fuerte, me decía mi padrino, lo que te debilita és la candela. Si
hay una hoguera próxima se debilita tu defensa. Por eso no hay
que fumar mucho, no hay que encender cerillas durante el aya-
Félix lnsapillo, de pie ante la lupuna, estaba hablando a
waskha. Y fue verlo arrugarse y cantar como anciano. ¡Visiones,
César. Beber ayawaskha, le decía, la primera vez que yo bebí
empiecen!, así cantaba, y poco a poco se transformaba en hem¬
ayawaskha, fue ver el rostro de mis dos personas más allegadas,
nombres que no puedo decir y que en ese entonces estaban lejos, bra, en mujer con voz de niño, de recién nacido que cantaba

en el Cusco. Solamente sus caras, sin deformaciones, con esa risa como adulto, como un adulto que acababa de nacer en la voz
que te hace brotar lágrimas. Caras enormes, del tamaño de mi del icaro. ¡Ayúmpari, ayúmpari!, cantaba. Pero más que nada
cuerpo, bien pegaditas entre sí y riéndose. Y después, beber fue ver al Maligno, verlo tres veces en la misma noche, siempre
ayawaskha la primera vez, para mí, fue no ver a mi padrino, a vestido de idéntica forma, arrogante, el Maligno con charreteras
Don Javier que se hallaba sentado frente a mí, sino mirar su sitio de almirante, cara de perro enfermo y levita azulnegra con cola
únicamente, su sitio sentado, y ver a su espalda una pira de fras¬ de pingüino y pantalón rojo y camisa bordada, con bobos en los
cos antiguos, azules, anaranjados, de farmacia, esmerilados y ar¬ puños y con una tremenda barba, una barba de acero como arma¬
diendo. Después fue ver que yo me levantaba y salía de la casa dura de conquistador español. Y fue verlo también, al mismo
'a vomitar, y al mismo tiempo un cuerpo que era mi cuerpo con¬ tiempo, cabello largo, en trenza, y poncho corto, igualito al dibujo
tinuaba sentado en mi lugar, y yo salía y vomitaba flores de tzan- de Atawallpa que aparece en los libros de escuela. Sí, el Malig¬
gapilla que se adelgazaban, que se volvían serpientes de dos cabe¬ no, en mi primera visión de ayawaskha, era Atawallpa, aquel inka
zas, kotomachácuys que salían de mi boca y se esfumaban rumbo bastardo que ayudó a los españoles virakocha contra su hermano
al bosque dejando un rastro triste, de tristeza, una baba más lenta el legítimo Inka Wáskar, y tenía una espada muy larga, larga y
que amarilla. Beber ayawaskha fue también mirar el funciona¬ desenvainada, y cortaba cabezas como flores, cuellos como tallos
miento de mis órganos internos, mi corazón, mi estómago, ver de tzangapilla, calientes. Y los ojos del Maligno, las tres veces
cómo se movían, mis pulmones, mis tripas, ver cómo se morían. que lo vi en mi primera visión, los ojos negros del Maligno eran
Fue caminar en una enorme habitación, en un velorio de varios rojos y brillaban en cruz, lo mismo que los ojos de las víboras...
muertos, y ver que los ataúdes estaban ocupados por mis amigos,
y lodos mis amigos tenían los ojos cerrados en una cara idéntica,
en mi cara. Y fue encontrarme de un momento a otro dentro de
D o n J a v i e r , e n t r e a b r i e n d o los p á r p a d o s e n gesto i n a c a b a b l e :
una piragua, con un solo remo que yo no sabía manejar, en el
No es de esto que yo q u i e r o h a b l a r t e sino de un n e g r o viejo, ya
centro de un lago gigantesco, encabezando un séquito de lagartos,
finado, Alfonso Cartagena. A l z ó los ojos y su c a b e z a e m p e z ó a

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dibujar circuios en el aire, g i r a n d o c o m o a t o r n i l l á n d o s e al cuello de ese M a r z o , j u s t o a la m e d i a n o c h e , sacó c u a t r o m a d e r a s de la
imperturbable. Y tal si a c a b a r a de v o l v e r , ya con su p r o p i a v o z , b a t e a rojinegra, las enjuagó en el m a r y las curó cargándolas con
Don Javier: la fuerza de Yanachaska, que en i d i o m a quechua significa La
E s t r e l l a N e g r a del A m a n e c e r y en c a s t e l l a n o se d e n i g r a a V e n u s .
No te diría verdad si te dijera que conocí a Don Alfonso
P a r a que su p r i m e r cajón fuera d i g n o de las p o t e n c i a s de la ma¬
Cartagena. Ni yo ni nadie p u d o c o n o c e r l o . S i e m p r e lo vi de le¬
drugada, y siguiendo consejas del hechicero, el viejo Alfonso
jos. Yo iba de n i ñ o , con mi a b u e l o , a t o s t a r mis v a c a c i o n e s esco¬
C a r t a g e n a d i s e ñ ó sobre la a r e n a el siguiente i c a r o . . .
lares en un sitio l l a m a d o Las Salinas, j u n t o al p u e b l o de C h i l c a ,
Y en u n a servilleta del bar del h o s p e d a j e D o n J a v i e r dibujó
a! sur de Lima. El viejo C a r t a g e n a vivía más allá del b a l n e a r i o ,
con un p l u m ó n de tinta negra;
d e t r á s de la t e r c e r a laguna de aguas espesas y verdes, en u n a
cueva i n m e n s a que se abre hacia el m a r . Su c a m a , u n a s a l i e n t e
de piedra azulina y p o r o s a , casi r o z a b a el t e c h o de la g r u t a en
la pared del fondo. C a d a vez que el viejo r e n g u e a b a p o r la p l a y a ,
a n z u e l o de a l a m b r e y caja de cartón m a g u l l a d o , y m i e n t r a s espe¬
raba !a d u d o s a fortuna de algún pez d i s t r a í d o , los p a l o m i l l a s nos
a v e n t u r á b a m o s por entre la p e n u m b r a m u s g o s a y h ú m e d a de la
cueva. N u n c a c o n s e g u i m o s escalar hasta su l e c h o . Al pie de él,
c e r c a d o por tres velas a p a g a d a s , b r i l l a b a un vaso de a g u a desni¬
v e l a d o "sobre tres m o n e d a s de c o b r e , viejas, de esas que ya no
hay más. J a m á s nos atrevimos a s u s t r a e r l a s de aquel ordena¬
m i e n t o q u e , p e n s á b a m o s , se trataría de algún m a l v a d o altar. Por
e! ú n i c o m é d i c o del p u e b l o , un brujo m u l a t o l l a m a d o B a l d o m e r o ,
s u p i m o s que no era posible saber n a d a del viejo C a r t a g e n a .

— L o s árboles no son padres ni son hijos —fue t o d o lo que


B a l d o m c r o le confió a mi insistencia. Sin e m b a r g o , p o r indis¬
creción de no r e c u e r d o quién, nos e n t e r a m o s de cierta visita que Yo lo vi con mis ojos, me dijo. Las líneas de) dibujo, una
sigilosamente le hizo el viejo. En la s o m b r a m o j a d a de la c h o z a vez impregnadas, aunque invisiblemente, en la madera frontal
del brujo, Alfonso C a r t a g e n a h a b r í a d e s a t a d o hasta tal punto la del cajón, fueron l u e g o b o r r a d a s p o r la resaca. P e r o ya V e n u s ,
razón de sus q u e b r a n t o s y su s o l e d a d , que B a l d o m e r o no p u d o El L u c e r o D e l A l b a , a t r a v é s del icaro había d e p o s i t a d o su ca¬
menos que transferirle p o d e r e s . r á c t e r en el i n s t r u m e n t o que h a b r í a de t r a n s f o r m a r s e en h e m b r a .
— F a b r i c a un cajón de c e d r o , y o t r o cajón de c e d r o , dijeron P o r q u e el p r i m e r v a s t a g o de A l f o n s o C a r t a g e n a fue mujer, se lla¬
que le dijo. Y seguro fue así. P o r q u e al siguiente día de la con¬ mó R o s a l u z y fue cargado con los ímpetus de Yanachaska, La
sulta e! viejo se e m p e c i n ó en un t r a b a j o casi d e s e s p e r a d o : con E s t r e l l a N e g r a Del A m a n e c e r . El s e g u n d o fue h o m b r e , se l l a m ó
a m o r y con furia cortó ocho lonjas de c e d r o , las c a r i n ó p u l i é n d o ¬ Benjamín y fue cargado con los desaires del mar. Esa misma
las y p u l i é n d o l a s hasta hacerlas envidia de un espejo, c o n insos¬ n o c h e , ya en la c u e v a , el viejo e n c e n d i ó las tres velas que prote¬
pechada obstinación venció la d e s c o n f i a n z a de las t a b l a s maltra¬ gían e l vaso d e a g u a d o n d e m o r a b a E l A n i m a Sola. Baldomero
tadas que por fin a c e p t a r o n macerarse dentro de una b a t e a de me informó que el n o m b r e - n o m b r e de El A n i m a Sola es E l e g g u á ,
vinos que el m i s m o viejo trajo d e s d e C h i n c h a , tierra f a m o s a en divinidad que acompañó a los a b u e l o s de sus abuelos esclavos
h e m b r a s y atletas d a n z a n t e s , brujos y v i ñ e d o s . El ú l t i m o d o m i n g o c u a n d o fueron t r a í d o s del Á f r i c a . .

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D o n Javier se retiene en sus p a l a b r a s , toma aire como si mos a v e r l o . U n a j o v e n pareja o c u p ó esa c u e v a en las afueras
respirara qué amargas remembranzas: de Las Salinas. Se prohibió la esclavitú hace muchos, muchos
— P a r e c e que d e s p u é s ya no t r a í a n e s c l a v o s . De labios para años, se prohibió la esclavitú pero seguimos esclavos. Así dice
afuera, así me dijo Baldomero, de labios para afuera Europa quien c a n t ó . Hoy nos azota el salario, me va a vendé, los hijos
p r o h i b i ó la e s c l a v i t u d pero sus m e r c a d e r e s a c r e c e n t a r o n el trᬠde los patrones ya no necesitan barcos.
fico de h u m a n o s . Si un b a r c o n e g r e r o era s o r p r e n d i d o p o r alguna
L o s ojos de D o n Javier se afilan en la luz del mediodía,
p a t r u l l a en alta mar, los traficantes, p a r a no ser m u l t a d o s , echa¬
e x c a v a n en el aire, c o m o bajo del m a r , o t r a s p a l a b r a s :
ban a las aguas esa gimiente m e r c a d e r í a de c u e r p o s y grilletes.
— A s í p a s a r o n días, m u c h o s d í a s . Y p o r c a d a día p a s a b a n
B a l d o m e r o me c o n t ó que miles y m i l l a r e s de a n t e p a s a d o s nues¬
varias n o c h e s , p o r q u e fueron e t e r n a s las n o c h e s en la gruta a c u y o
tros tapizan con sus h u e s o s y c a d e n a s el fondo del A t l á n t i c o . Y
cobijo los h e r m a n o s se d e s b o c a b a n al amor. M á s de una vez la
me dijo que así, c o m o es n a t u r a l , el n e g o c i o ya no era b u e n ne¬
i m p r u d e n c i a me aproximó a la c u e v a . A c u c l i l l a d o tras un pe¬
gocio. P e r o con la sagacidad que a ú n c a r a c t e r i z a a n u e s t r o s em¬
ñ a s c o , no los vi, los e s c u c h é : R o s a l u z y B e n j a m í n s o n a b a n allá
presarios virakocha, aquellos descubrieron, ya que no remedio,
en el f o n d o , d e n t r o de la p e n u m b r a . El niño que yo era t r a t a b a
por lo m e n o s alivio p a r a sus i n v e r s i o n e s . D e c i d i e r o n no traer
de e n t e n d e r y me a s u s t a b a , s u p o n í a voces de a g o n i z a n t e s , recla¬
m á s e s c l a v o s , d e c i d i e r o n fabricarlos aquí e v i t á n d o s e el riesgo de
mos de a h o g a d o s , historias d e s p e d a z a d a s a c u c h i l l o , y p i r a t a s y
más multas o pérdidas. Trajeron s o l a m e n t e s e m e n t a l e s , p a d r i l l o s ,
crímenes atroces y antropófagos, allí d o n d e n a d a o c u r r í a sino las
h e m b r a s y m a c h o s fuertes y eficientes. Infinidad de fábricas de
o c u r r e n c i a s del a m o r , d o n d e n a d a se e s c u c h a b a sino ese silencio
esclavos humillaron América. L o s p a d r e s de los p a d r e s de Al¬
afiebrado, bienherido de excesos inocentes, adulterado sólo por
fonso C a r t a g e n a n a c i e r o n en lo que hoy es C o l o m b i a , a orillas
las m ú s i c a s de los c u e r p o s d e s n u d o s y del m a r . H a s t a que u n a
del río M a g d a l e n a , p a r i d o s en un g a l p ó n de g a n a d o . P e o r que
m a ñ a n a R o s a l u z se halló s o m b r a . Y no s u p i m o s m á s de Benja¬
g a n a d o , de h o m b r e s . Es por ello que el viejo C a r t a g e n a p e s c a b a
mín. El h e c h i c e r o nos a s e g u r a r í a que la c a m a de p i e d r a se rom¬
e x c l u s i v a m e n t e d e s d e las orillas, n u n c a d e s d e alguna e m b a r c a c i ó n ,
pió y b r o t ó un a r r o y u e l o de la hendidura, eso p u d i m o s consta¬
j a m á s e n t r a b a al o c é a n o . . . P e r o te e s t a b a d i c i e n d o que el viejo
t a r l o t o d o s , p e r o nos supo a i n v e n t o el resto de la historia que
e n c e n d i ó las tres v e l a s , con el ritual del h u m o u n i ó a sus hijos,
nos quiso e n d i l g a r : que de aquel a r r o y u e l o surgió El A n i m a Sola,
con el ritual del h u m o sobre el agua e n c e r r a d a , t a p i z a d a de osa¬
Elegguá, y con modales y armonías de h e m b r a sedujo a Benja¬
rios y c a d e n a s , donde vive Elegguá. Me va a vendé, me va a
mín m i e n t r a s d o r m í a R o s a l u z , y q u e el j o v e n e n t r ó p o r el a r r o y o ,
vendé, así dice un c a n t o de esa é p o c a , me va a vendé, qué vida
se a d e l g a z ó en la b o c a de la c a m a de p i e d r a , se e x t r a v i ó e n t r e
pasaré, y un eco de s o m b r a s , de silencios h u n d i d o s en el m a r , lo
delicias y c o r r i e n t e s . R o s a l u z lo l l a m ó noches enteras, primero
corea: la Virgen del Carmen te saque con bien. Y esa m i s m a no¬
a m a r g a , d u l c e , s u p l i c a n t e m e n t e , d e s p u é s con u n a c ó l e r a sin cau¬
che B e n j a m í n y R o s a l u z se c o n v i r t i e r o n en m a r i d o y mujer. Su
ces. L a s t o r m e n t a s que d e s c o n c e r t a r o n al p o b l a d o d u r a n t e ese
p a d r e les rogó que i n t e n t a r a n ser felices.
v e r a n o , según el c u r a n d e r o , n a c í a n de la furia de la esposa-her¬
mana despechada. La muchacha desapareció poco después. Bal-
Nací en las playas del Magdalena, bajo la sombra de un
d o m e r o n o s m o s t r ó los r e s i d u o s de una fogata en la c u e v a , nos
payandé. Como mi madre fue negra esclava, también la marca
quiso h a c e r c r e e r que R o s a l u z se h a b í a i n c i n e r a d o . . .
yo la llevé, así dice la canción: Estando a solas hacia la noche
alzo los ojos y rezo a Dios, pero él escucha tan sólo al amo pese D o n J a v i e r vuelve a a q u i e t a r s e y a r e s p i r a r h o n d a m e n t e lue¬
a que el cielo es de mi color. Y casi a m a n e c i e n d o el viejo Car¬ g o , p e r o m á s h a c i a lejos que h a c i a a d e n t r o :
t a g e n a salió a la playa. No sé sabe si p o r fin e n t r ó al m a r , no se — L a c a s a de mi a b u e l o se a l z a b a frente a la p r i m e r a lagu¬
sabe si se d e s h i z o tras los c a m i n o s . Lo cierto es que j a m á s volvi- na, la más g r a n d e y feliz de L a s S a l i n a s , a varios k i l ó m e t r o s de

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la gruta y sin e m b a r g o yo e s c u c h a b a c e r c a , muy c e r c a , en esas


d i u r n a s n o c h e s de mi n i ñ e z , la p r o t e s t a p o s t r e r a de R o s a l u z , aulli¬
dos y q u e r e l l a s , la diaria pesadilla de su c u e r p o q u e m á n d o s e , . .

Y q u i t a n d o sus ojos de la p u e r t a , del aire de o r o sucio que


se o b c e c a b a en c e n i z a r l o t o d o , allá en la calle, d e t r á s de los ven¬
t a n a l e s del Hotel T a r i r i :
— P e r o casi no me o y e s , estás c o m o en otra p a r t e . ¡Segura¬
m e n t e sigues p e n s a n d o e n I n g a n í t e r i ! ¡ S e g u r a m e n t e p i e n s a s qué
r e l a c i ó n tiene t o d o esto con la h i s t o r i a de K a a m e t z a y Narowé 12
que tú quieres oir!...
— N o es c i e r t o , D o n Javier, volví a m e n t i r . la mejor fórmula de
reducir cabezas

—-Muchas, muchas mentiras se ha d i c h o y se dice de los tzi-


píbo, de los ashanínka, de todas nuestras naciones. Que los
amawaka cocinan y comen cristianos. Que los machigüengas
m a t a n a sus hijos c u a n d o n a c e n m e l l i z o s . Que la e s p o s a de un
s h a p r a es a la vez la e s p o s a de t o d o s los s h a p r a . Q u e los c a s h i b o
d e s p e d a z a n de a p o c o s a sus p r i s i o n e r o s en h o r r i b l e s fiestas que
duran semanas. Q u e los brujos a g u a r u n a son a h i j a d o s del d a ñ o :
se c o n v i e r t e n en v í b o r a s o tigres p a r a e x t e r m i n a r c a u c h e r o s , pe¬
troleros, soldados. Y m á s c a l u m n i a s c u e n t a n de los b o r a , de los
k u l i n a , de los p i r o , de los w i t o t o . Q u e los j í b a r o , entre otras
atrocidades, reducen cabezas de humanos sin p o r qué ni para
qué, por placer de salvajes, p e o r e s que los p e o r e s animales fe¬
roces . . .

Félix I n s a p i l l o , h a b l a n d o , ha c r e c i d o a la s o m b r a de la lu-
puna:
—Casi siempre, quienes así a n d a n l l e n a n d o orejas con sus
falsedades, si es que no h a b l a n p o r b u s c a r g a n a n c i a , p o r igno¬
r a n c i a e s que h a b l a n . Por impotencia mienten, por despecho, ya
que n u e s t r a s n a c i o n e s n u n c a se s o m e t i e r o n a la n a c i ó n v i r a k o c h a
ni a la religión v i r a k o c h a ni a sus c o s t u m b r e s de falsedad, ambi¬
ción y s a q u e o . Son ellos, d e s c e n d i e n t e s de los e x t r a n j e r o s que
no s u p i e r o n vivir p a r a la vida, que sólo e x i s t i e r o n p a r a el oro

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m á s bajo, ese sirviente de la c a r n e , e l l o s , h e r e d e r o s del r o b o , del acto religioso, s a g r a d o , d e m u c h o r e s p e t o , d e b a s t a n t e peligro p a r a


tráfico de e s c l a v o s , de fortunas c o m o casas sin s e n t i m i e n t o , tris¬ quien lo e f e c t ú a . . .
t e s , l e v a n t a d a s no sobre el suelo sino sobre los h u e s o s de milla¬ —Parte de u n culto mágico —sugiero yo, más como una
res de h u m a n o s , son ellos y no los j í b a r o los legítimos b á r b a r o s . . . p r e g u n t a que c o m o un a g r e g a d o , es inútil, F é l i x I n s a p i l l o ni si¬
quiera m e i g n o r a :
Félix I n s a p i l l o entra y sale p r o n t a m e n t e del fondo de un
— P a r a ellos es acto s a g r a d o reducir c a b e z a s , sus trofeos de
silencio p e q u e ñ o y arredila con m á s fuerza sus p a l a b r a s d e n t r o
g u e r r a , la ú l t i m a p a r t e de un p r o c e s o ritual que c o m i e n z a m u c h o
de la a t e n c i ó n de C é s a r :
antes del c o m b a t e . L o s j í b a r o no solamente arriesgan su vida
—Dime tú, ¿no es cierto que los v i r a k o c h a de h a c e poco combatiendo, la a r r i e s g a n dos l u n a s antes y u n a luna d e s p u é s de
tiempo construyeron hornos para quemar humanos, asesinaron la c o n t i e n d a , la a r r i e s g a n p r e p a r á n d o s e , p r o t e g i é n d o s e de los ma¬
a millones, niños, mujeres, varones, ancianos, sin misericordia, leficios del c u r a c a a d v e r s a r i o , la arriesgan d u r a n t e varios días en
m i l l o n e s , de los m o d o s más a t r o c e s , en d u c h a s que e c h a b a n ve¬ la pelea s i n c e r a , la arriesgan c a p t u r a n d o las c a b e z a s bajo un ven¬
n e n o en vez de agua, hace p o q u i t o s a ñ o s , ayercito n o m á s ? ¿No daval d e f l e c h a s , d a r d o s e n v e n e n a d o s , h e c h i z o s infalibles, l a n z a s
es cierto que eso pasó ante la falsa ceguera, ante el consenti¬ ¡caradas y g r i t o s de batalla. Y no a p e n a s a r r i e s g a n su vida v a r i a s
m i e n t o de los j u e c e s , de las a u t o r i d a d e s , de los s a c e r d o t e s vira- veces: en c a d a vez arriesgan varias vidas. Porque cuando se
k o c h a , c ó m p l i c e s , p e o r e s t o d a v í a que los m i s m o s asesinos? Dime enfrentan dos n a c i o n e s de selva, m á s que los c o m b a t i e n t e s , que
tú. ¿Y son ellos los civilizados m i e n t r a s que n u e s t r o s j í b a r o son p u e d e n verse con los ojos y e l u d i r s e o i m p o n e r su v a l o r o su des¬
bárbaros?. . . treza, m á s que ellos c o m b a t e n sus brujos y las á n i m a s c ó m p l i c e s
de los b r u j o s , y lo h a c e n d e s d e lejos, d e s d e el aire que está lejos
El p e n ú l t i m o sol ingresa d e s h i l a d o , a d u r a s p e n a s , p o r entre y cerca. D e s d e d o s aires i r r e c o n c i l i a b l e s se a b a l a n z a n los brujos
el alto r e d e r í o que t r e n z a la c o p a de la l u p u n a y los ramajes de con t o d o s sus p o d e r e s , sabiendo — c o m o saben— que en cada
los á r b o l e s que c i r c u n d a n el c l a r o , e n c e n d i e n d o de rojo, de na¬ h o m b r e m u e r t o m o r i r á m á s de un h o m b r e , el á n i m a de ese hom¬
ranja, de reverberos imposibles, trazos de oscura espátula, las bre será r o b a d a p o r el brujo c o n t r a r i o y el c u e r p o de esa á n i m a
c a r a s de Iván y César, el retrato del niño a m a w a k a reclinado j a m á s d e s c a n s a r á , la m i s m a m u e r t e le será n e g a d a , el d e s c a n s o
entre las a l e t a s del gigantesco árbol. Félix I n s a p i l l o alza los de la m u e r t e , no p o d r á visitar n i n g u n a de las e x i s t e n c i a s p a s a d a s
ojos a la luz y r e c u p e r a su c a l m a : o futuras, n i n g u n a de las c a s a s de las m u e r t e s que viven en el
— Y o he vivido con los j í b a r o , yo he visto. Es cierto que aire. Al existir de ese h o m b r e , h a b i t a d o por tantos diversos e x i s -
reducen c a b e z a s p e r o sólo c a b e z a s de e n e m i g o s c a í d o s frente a tires, a su m u n d o que a la vez es t o d o s los m u n d o s invisibles q u e
frente y en c o m b a t e legal. Un g u e r r e r o j í b a r o tiene d e r e c h o úni¬ c o h a b i t a n en el m u n d o visible, le serán e x t i r p a d o s los r e c u e r d o s
c a m e n t e a r e d u c i r la c a b e z a del c o n t e n d o r que él m i s m o ha d a d o m e j o r e s , las p o t e n c i a s m e j o r e s , la p o s i b i l i d a d de o c u p a r otra vida,
m u e r t e p e l e a n d o , que él supo vencer de igual a igual enfrentán¬ de p r o s e g u i r y p e r p e t u a r s e en a l g o , un árbol s o l i t a r i o , una p i e d r i -
dolo sin ventaja ni e m b o s c a d a , p r e v i o a n u n c i o de g u e r r a y con ta, un p á j a r o , el v o l a r de c u a l q u i e r p á j a r o . Y le será v e d a d o tam¬
armas idénticas. Y no t o d o s los e n e m i g o s m u e r t o s en esas refrie¬ bién t o d o r e t o r n o , no existirá ni en niño ni en vientre de mujer
gas, yo he p r e s e n c i a d o varias, no t o d o s se h a c e n d i g n o s de ser ni en el d e s e o del p r i m e r h a b e r , del p r i m e r ser, del p r i m e r h a b e r
decapitados y reducidos. L o s m á s v a l e r o s o s , los m á s fuertes y sido. E s e h o m b r e , ya v i u d o de sí m i s m o , r o b a d o de su á n i m a ,
ágiles y llenos de virtudes son los e l e g i d o s , sólo ellos consiguen no p o d r á ser ni lo que h a b r á de ser. . .
la a p r o b a c i ó n del h e c h i c e r o j í b a r o , soy testigo, los he visto reducir
cabezas desde su comiencito hasta su final, pasando por varias Félix I n s a p i l l o entreabre una p a u s a que I v á n y yo aprove¬
ceremonias. No es cuestión así n o m á s , c o r r i e n t e . Es t o d o un chamos para sentarnos junto al niño amawaka, al a m p a r o blan-

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cuzco de la l u p u n a . Creo advertir otra cara h o s p e d a d a en las a t r á s , r e c t o , h a s t a d o n d e era la n u c a , con un c u c h i l l o de p a l o -
facciones de I n s a p i i l o , c o m o si alguien que no fuera él, p e r o que sangre o de h u e s o p e r o de h u e s o muy viejo, de esos que ya se
sí, estuviera fluyendo d e s d e su boca. Tal si s o l a m e n t e C é s a r Cal¬ h a n c o n v e r t i d o en p i e d r a . . .
vo se hallara p r e s e n t e , n u e s t r o p r i m e r guía, d e g r a d a d o a cuentis¬
ta, r e c o b r a sus m a n e r a s de m a d e r a , aquel chirriar de s i e m p r e en —y Kaametza descubrió dentro de sí un temor grande, com-
su g a r g a n t a y prosigue sin n o t a r n o s : prendió lo cerquita de la muerte. Y sin pensarlo ni proponerse
nada arrancó un hueso de su cuerpo y empuñándolo así como
— M á s peligros enfrentan en ese m o m e n t o , al r e d u c i r las ca¬
puñal recién afilado, le sajó la garganta al otorongo —me dice
bezas. Ahí es c u a n d o más ataca el brujo de los v e n c i d o s , ahí es
Don Javier. Y aquí, bien que me acuerdo, mi compadre ¡nga-
c u a n d o más b u s c a n desquitarse las g r a n d e s á n i m a s que p r o t e g e n
níteri detuvo su relato y cerró los ojos y se quedó silencio, inmó¬
a las p e q u e ñ a s á n i m a s de esos d e c a p i t a d o s . Cada guerrero jíbaro
vil, escuchando no sé, algo venía de lo hondo del monte, desde
p o n e su trofeo boca a r r i b a y se a r r o d i l l a en el suelo ante la c a b e z a
los riachuelos que sonaban próximos juntándose a las aguas del
capturada y la presiona con ambas manos, fuertemente, hacia
Unine.
abajo. G u e r r e r o s y c a b e z a s forman un semicírculo de silencios,
de s o m b r a s que el brujo j í b a r o r e c o r r e a saltos i m p r e v i s t o s mas¬
—Y v a r i o s c o r t e s más h a c e n los j í b a r o , p r e c i s o s , a la altura
cando tabaco y soplando su j u g o d e n t r o de las n a r i c e s de los
de la n a r i z , de los ojos, de la b o c a , p a r a a y u d a r l o s a salir, y en¬
hombres. De uno en u n o , con j u g o de t a b a c o y c a n t u r r e o s de
tonces van arrancando despacito, despacito, piel y músculos,
¡caro, los i n m u n i z a y los vuelve i m p e n e t r a b l e s a los d a ñ o s del
brujo adverso que a esa m i s m a h o r a , con t o d a s e g u r i d a d , estará h a s t a dejar p e l a d o , l i m p i o , el c r á n e o . F e o es el h u m a n o así, sin

ejerciendo y e n v i a n d o sus p o d e r e s p a r a i m p e d i r la r e d u c c i ó n , p a r a cara, puro hueso, sangrando. Ú n i c a m e n t e le dejan los ojos, p a r a


i m p e d i r que los j í b a r o al reducir las c a b e z a s s e c u e s t r e n el alma q u é , y la l e n g u a t a m b i é n , d e n t r o del c r á n e o , p a r a qué ya, te esta¬
y las virtudes de los d e g o l l a d o s . U n a vez r e d u c i d a la c a b e z a , se¬ rás p r e g u n t a n d o . . .
p a r a d a para s i e m p r e del c u e r p o , el espíritu que vivía en ella se
c o n d e n a t a m b i é n a no j u n t a r s e n u n c a con el espíritu que vivía en —Seguro que Inganíteri cerró su ojo para no contarme más,

el c u e r p o . Ya su c a b e z a no será enterrada, aunque lejos del para eso. Con su ojo cerrado estaba lo mismo que no hablando.

c u e r p o pero en la m i s m a tierra que p o d r í a r e u n i d o s . Si el brujo Acaso algo difícil, peligroso, prohibido de contarse, ha de haber

c o n t r a r i o logra i m p e d i r la r e d u c c i ó n y las c a b e z a s son s e p u l t a d a s siempre en las historias viejas, me dice Don Javier.

con t o d o su t a m a ñ o , c a d a una de ellas a v a n z a r á i n e x o r a b l e m e n t e


bajo la tierra hasta e n c o n t r a r su c u e r p o y soldarse de n u e v o a él. — E n t o n c e s el j í b a r o cose el tajo de a t r á s , t o d o s los cortes
P e r o si el brujo e n e m i g o fracasa y las c a b e z a s son r e d u c i d a s , los que fueron n e c e s a r i o s , cose las c a v i d a d e s de los ojos, los p á r p a d o s
j í b a r o se a p o d e r a n de lo mejor del á n i m a de esos c u e r p o s que v a c í o s , igual cose los l a b i o s , t o d o m e n o s el forado del c u e l l o . Los
d e j a r o n allá en el sitio de la batalla, y se a p o d e r a n a s i m i s m o de ojos son f u e r t e m e n t e cosidos para que n a d a de lo que vio ese
lo mejor del ánima de las c a b e z a s que trajeron en t r i u n f o a su m u e r t o p u e d a e s c a p a r , filtrarse h a c i a el aire, volver d e s d e el aire
nación. a la n a t u r a l e z a . P a r a que t o d o lo que g u a r d ó en sus ojos, a lo
largo de sus e x i s t e n c i a s , p u e d a ser t r a s l a d a d o y d e p o s i t a d o d e n t r o
Y s o l a m e n t e a h o r a , Félix I n s a p i i l o , p e r o con ojos alejados, de los ojos de su m a t a d o r . Y los l a b i o s , muy en e s p e c i a l , son re¬
mirándome: c o s i d o s , c l a u s u r a d o s con más m i e d o que c ó l e r a , p a r a que ningu¬
na p a l a b r a salga, ni un aliento s i q u i e r a . Los jíbaro saben que
— P a r a r e d u c i r l a s lo p r i m e r o que h a c e n es s e p a r a r l a s del crá¬
el aliento de las p a l a b r a s , que p o n e en m o v i m i e n t o p o t e n c i a s , dice
n e o , dejarlas p u r a piel, p u r o c a b e l l o y c a r n e , n i n g ú n h u e s o . Cada
D o n H i l d e b r a n d o , el aliento de las p a l a b r a s es lo ú n i c o invencible
g u e r r e r o coge su trofeo y le hace un c o r t e d e s d e la c o r o n i l l a hacia

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ante cualquier c o n j u r o , lo único que c o n s e g u i r í a l i b e r a r al á n i m a - cuerpo. La c a b e z a sin alma y sin t a m a ñ o no es n a d a ya p a r a el
d e - l a - c a b e z a y r e u n i r í a con el á n i m a - d e - s u - c u e r p o . Así cerrados, jíbaro. . . E s o es lo que r e c u e r d o de la p r i m e r a vez que me ob¬
m a l a m e n t e c o s i d o s los l a b i o s , s u c e d e r á lo contrario: el silencio sequió a y a w a s k h a mi p a d r i n o . E s o fue lo que vi.
de la cabeza a t r a e r á al á n i m a del c u e r p o l e j a n o , la j u n t a r á con — M i p a d r e sabía reducir c a b e z a s , dice I v á n C a l v o . Más de
esa su otra á n i m a que le fue c e r c e n a d a , p e r o su j u n t a m i e n t o se una vez lo h i z o en las selvas del río Ñ a p o , e n t r e los j í b a r o del
realizará en p e q u e ñ o , quiero decir que el c u e r p o le v e n d r á redu¬ E c u a d o r . Allí a p r e n d i ó , vivió y me c o n t ó en d e t a l l e s . L a s ollas que
cido a la c a b e z a , p o r su o r d e n m i s m a , y se le u n i r á así, en equili¬ tú has d i c h o , I n s a p i l l o , son ollas e s p e c i a l e s , nadie m á s que el brujo
brio. Solamente entonces todo está ya c o n t r o l a d o p o r el brujo puede tocarlas, ni siquiera mirarlas. El brujo las recubre por
j í b a r o , no h a b r á p a l a b r a que d e s a t e n i n g u n a fuerza c o n t r a él desde d e n t r o con hojas a n c h a s que ú n i c a m e n t e él sabe y así las c o n d u c e
el aire. La ú n i c a boca que p e r m i t e n es la b o c a sin l e n g u a , sin al sitio de la c e r e m o n i a , de u n a en una c a r g á n d o l a s él mismo,
i d i o m a , del c u e l l o . A s í , b r u t a l m e n t e a t r a v e s a d o s l a b i o s y párpa¬ c a m i n a n d o prácticamente entre ciegos. Y el brujo ha curado an¬
dos por espinas de w i k u n g u , sumergen las cabezas en enormes tes a las o l l a s , ha a y u n a d o b a s t a n t e t i e m p o cargándolas de pode¬
ollas de arcilla llenas de agua de río que c o l o c a n al fuego. Las res que ni él mismo puede c o n t r o l a r t o t a l m e n t e en su t é r m i n o .
cabezas deben ser r e t i r a d a s en un i n s t a n t e m í n i m o , exactamente Lo m i s m o p a s a c o n el agua de las ollas: el brujo la p r e p a r a con
c u a n d o el agua p a r e c e que va a h e r v i r p e r o no h i e r v e , m i e n t e . Si hierbas y raíces que no d e b e r e v e l a r . Por último, eso que has
a l g u n o se distrae y el agua h i e r v e , la c a b e z a se m a l o g r a , no re¬ d i c h o de que las c a b e z a s una vez r e d u c i d a s ya no tienen valor,
sulta, se le caen las p e s t a ñ a s y el c a b e l l o y las cejas, y la c a r n e es v e r d a d e r o y es falso. C a d a j í b a r o se e s m e r a en c o r t a r la cabe¬
se afloja, ya no sirve. La ú l t i m a vez que los vi h a c e r l o , u n a sola llera de la c a b e c i t a y la g u a r d a c o m o el t e s o r o m á s p r e c i a d o ya
cabeza se d a ñ ó , t o d a s las otras fueron e x t r a í d a s en su t i e m p o . que los d e m á s m i d e n el coraje del v a r ó n según el n ú m e r o de ca¬
R e c u e r d o que la c a b e z a m a l o g r a d a era bien p a r e c i d a a esa l á m i n a b e l l e r a s que o s t e n t a a t a d a s a su c i n t u r a en las c e r e m o n i a s , las gue¬
de los libros de h i s t o r i a , ídem a la del inka W á s k a r , ese c r á n e o rras o las fiestas. . .
donde su p r o p i o h e r m a n o , el t r a i d o r A t a w a l l p a b e b i ó la c h i c h a
I d o el a t a r d e c e r F é l i x I n s a p i l l o e I v á n C a l v o seguían discutien¬
de la victoria, c o m o si fuera un Qero, e q u i v o c á n d o s e . . . L o s jí¬
d o , esta vez a c e r c a de los h á b i t o s a l i m e n t i c i o s de los g r a n d e s vam¬
b a r o , e n t o n c e s , p o r la boca del c u e l l o i n t r o d u c e n p u ñ a d o s de a r e n a
piros del M a r a ñ ó n . Ellos dos p o r h a b l a r , yo p o r e s c u c h a r l o s , ni
bien caliente, h a c e n que la a r e n a sustituya la forma del cráneo
nos p e r c a t a m o s de la a u s e n c i a del p e q u e ñ o a m a w a k a , del envia¬
que se fue. C o n p i e d r a s p l a n a s y m á s c a l i e n t e s p l a n c h a n y plan¬
do que a h o r a , con alivio, veo que ya regresa, y en la más inci¬
chan la cara del t r o f e o , varias veces c a m b i a n la a r e n a de su aden¬
tante, c o m p a ñ í a , c o n s i d e r a n d o el h a m b r e que me t o r t u r a , vuelve
tro y r e c a l i e n t a n las p i e d r a s con las c u a l e s van d a n d o forma al
arrastrando un lagarto blanco y tierno, sumamente tierno, de
rostro, recordando las facciones del finado y r e p i t i é n d o l a s p o c o
m e n o s de dos m e t r o s , que d e s o l l a m o s y a s a m o s y p a l a d e a m o s sin
a p o c o lo m i s m o que e s c u l t o r e s . C o n el calor de la a r e n a y de
c o n s e g u i r c r e e r l o , se t r a t a sin d u d a de la c a r n e m á s s a b r o s a que
las piedras la c a r n e va s u d a n d o , s o l t a n d o grasa y agua por los
he c o m i d o en mi vida. Y l u e g o , p a r a c o l m o de fortuna, por pri¬
poros que c r e c e n , y la c a b e z a d i s m i n u y e , d i s m i n u y e , llega a ser
mera vez d e s d e que salimos de A t a l a y a no precisamos dormir
m e n o s que un p u ñ o c e r r a d o , ájustadita y fruncida p e r o i d é n t i c a
a t r i n c h e r a d o s en los m o s q u i t e r o s . La n o c h e llega fresca, viento
a c o m o era c u a n d o la c o r t a r o n . H o r a s de h o r a s está así el j í b a r o
recién l a v a d o , a h u y e n t a n d o i n s e c t o s , t e m o r e s , a l i m a ñ a s , y t r a y é n -
m o d e l a n d o en p e q u e ñ o la cara de su e n e m i g o . Al c o n c l u i r su
d o n o s r u i d o s o l o r o s o s y a m a b l e s , i d i o m a s y aleteos de a n i m a l e s
o b r a ya ésta no g u a r d a p a r a él la m á s m í n i m a i m p o r t a n c i a , ya
pacíficos, m ú s i c a s y p i s a d a s , sólo recuerdos buenos.
le ha sacado el á n i m a , ya le ha e x p r o p i a d o sus v i r t u d e s , ya el
ánima-de-la-cabeza no podrá nunca juntarse con el ánima-del- Sentado s o b r e la tierra limpia, r e c o s t a d o en un t r o n c o que
huele a m e n t a , a g a r ú a , a c u a d e r n o e s t r e n a d o y a l á p i z - b o r r a d o r

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de la niñez, r e s p i r o altas confianzas. E n c i e n d o un c i g a r r i l l o , jus¬


t a m e n t e el ú l t i m o , con la última cerilla que me q u e d a . La l u m b r e
del fósforo, más que develar, me o b s e q u i a un paisaje inconcebi¬
b l e m e n t e h e r m o s o , h e r m o s o con m a l d a d , esa cruel i n o c e n c i a con
que se nos e n t r e g a n ciertos s u e ñ o s , y h a s t a ciertos a m o r e s , sabien¬
do bien que son i r r e p e t i b l e s . Y sin e m b a r g o m i r o , d e t r á s de la
luz del fósforo que está a p u n t o de q u e m a r m e los d e d o s , m i r o y
miro la selva, la n o c h e de la selva, c o m o si se t r a t a r a de la pri¬
m e r a , c o m o si fuera la ú n i c a n o c h e de t o d a mi e x i s t e n c i a . 13
— ¿ Q u é te s u c e d e ? . . . L o s ojos se te han a b o r r e g a d o , dice
s o n r i e n d o , e s c r u t á n d o m e , César. Yo arrojo la cerilla y la e s c u c h o final 'de la historia de
caer en la s o m b r a , allá, d e n t r o del paisaje que sigue e s t a n d o a q u í , Kaametza y Narowé
por y para nosotros a u n q u e ya no p o d a m o s v e r l o . Consigo ver que no tiene final
en c a m b i o la voz de C é s a r que insiste y alegra a la n e g r u r a :

— E s e es el v e r b o exacto: a b o r r e g a d o . Sí: los ojos se te ha¬


Un sol d e s f a l l e c i e n t e , m e n o s c a b a d o p o r esa h o r a ínfima que d u d a
bían a b o r r e g a d o , p a r e c í a que e s t a b a n llorando miel.
e n t r e las ú l t i m a s s o m b r a s de la t a r d e y las p r i m e r a s de la n o c h e ,
nos otorga una claridad sin luz desde las ventanas del Hotel
Tariri.
— N o es c i e r t o , D o n J a v i e r , volví a mentir.
— T ú sabes bien que sí, y sin e m b a r g o hay una relación entre
los hijos del viejo C a r t a g e n a y los del dios P a c h a k a m á i t e , y más
t o d a v í a entre N a r o w é y mi compadre Babalú. En todo caso,
p i e n s o s o l a m e n t e , tiene que h a b e r a l g u n a r e l a c i ó n . ¿ N o ves que
no existe la c a s u a l i d a d ? Todo, s i e m p r e , ha de e s c o n d e r su rela¬
ción con t o d o . Sólo hay que m e r e c e r p a r a p o d e r d e s c u b r i r el
n e x o o c u l t o , los r e s o r t e s o s c u r o s , el h i l v á n invisible de las cosas
y de los h e c h o s y de las p e r s o n a s . ¿ P o r qué los c o n q u i s t a d o r e s
descuartizaron a Túpaq Amaru, la Serpiente-Dios, y sembraron
las p a r t e s de su c u e r p o d i s t a n t e s , d i r i g i d a s h a c i a las c u a t r o esqui¬
n a s del u n i v e r s o q u e lo i g n o r a b a t o d o , hacia las cuatro noches
de la casa del m a e s t r o H i l d e b r a n d o ? ¿Me estarás entendiendo?
¿ P o r qué e l c u e r p o d e J u a n S a n t o s A t a ó W a l l p a , negándose al
entierro, ascendió p o r los aires y desapareció echando humo?
¿ P o r qué los q u e c h u a s de h o y , en sus h i s t o r i a s , h a b l a n del dios
I n k a r r í , de su c u e r p o de gigante d e s p e d a z a d o , de su c a b e z a que
fue e n t e r r a d a con t o d o su c a b e l l o , con todo su t a m a ñ o en las
faldas del c e r r o W a n a k a w r e del C u s c o , y de sus m i e m b r o s que

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a v a n z a n cada a ñ o , d i s p e r s o s , m á s y m á s , bajo la t i e r r a , y que un
puñadas, amores y barrancos y tristezas y p a n t a n o s en vez de
día llegarán a j u n t a r s e con su frente de sabio? D i c e n que c u a n d o
p a r q u e s fríos y cines y a l a m e d a s ! ¡ M a p a s de c i u d a d e s , más que
o c u r r a lo que h a b r á de ocurrir, el dios í n k a r r í , ya e n t e r o b r o t a r á
r e t r a t o s de a l m a s ! ¡Casas que c a m b i a n de lugar, lo m i s m o que
de lo a n t a ñ o y r e c o m e n z a r á su a n t i g u a l u c h a y d e v o l v e r á la liber¬
los días de la v i d a en la selva, lo m i s m o que las casas de los
tad y la tierra a t o d o s los y n d i o s del R e i n o del P e r ú . T o d o tiene
a s h a n í n k a que se m u d a n c a d a a ñ o y q u e m a n sus c a b a n a s y sus
relación con t o d o . Y m á s aquí, en la selva. E s t a t i e r r a está h e c h a
c h a c r a s y le d e v u e l v e n t o d o a la m a r a ñ a y se van a otro l a d o y
de h e r m o s u r a s que j a m á s se han c o n t a d o , o se h a n c o n t a d o mala¬
c o m i e n z a n de n u e v o a c o n s t r u i r su t a m b o , sus s e m b r í o s , su vida,
mente lo cual ha sido p e o r que c a l l a r l a s . Tú has visto, por
y vuelven a q u e m a r l o t o d o al año siguiente y v u e l v e n a partir y
e j e m p l o , estos dibujos en las p a r e d e s del Hotel Tariri. ¿Sabes
a renacer! ¡Y no c o m o n u e s t r a s c i u d a d e s que n a c e n y ya saben
que sólo son copias de c u s h m a s y m a n t o s de n u e s t r o s indios tzi-
su futuro, e n c a d e n a d a s al ó x i d o de la c o s t u m b r e , ya saben c ó m o
píbo? Pero han sido c o p i a d o s de mal modo, sin saber. Para
h a b r á n de ser ios días y los h o g a r e s y las calles que las e s p e r a n !
quien t r a s l a d ó estos t r a z o s a los muros, no son sino adornos,
¡Nuestras c i u d a d e s civilizadas n a c e n ya m u e r t a s , se p a r e c e n a esos
rayas b o n i t a s , y el a s u n t o es distinto p a r a los tzipíbo que h i c i e r o n
e s q u e l e t o s de los á r b o l e s t i e r n o s , a g u s a n a d o s sin a l c a n z a r su m a -
los originales. Y p a r a mí t a m b i é n , p o r q u e yo a h o r a sé. L o s tzipí-
durez! P o r q u e si el objetivo del l l a m a d o p r o g r e s o , de la l l a m a d a
b o , en cada m a n t o , con esos m i s m o s t r a z o s que a p a r e n t a n capri¬
civilización, es o b t e n e r la felicidad del h o m b r e , t o d o eso es un
c h o s , han r e t r a s a d o a alguien. C a d a dibujo suyo es el retrato
fracaso. L o s a s h a n í n k a , los c a m p a , en c a m b i o , son felices, viven
del ánima de algún p a r i e n t e , de un su alguien muy q u e r i d o . Los
en a r m o n í a con la n a t u r a l e z a de lo real-real y con la n a t u r a l e z a
tzipíbo son r e t r a t i s t a s de a l m a s , por eso n u n c a e n c o n t r a r á s dos
de lo r e a l - s o ñ a d o , no d i s p u t a n a n a d i e su e s p a c i o de existir, y
diseños iguales en sus ponchos, por más que a simple vista, a
vista de foráneo me refiero, todas sus p i n t u r a s se confundan. son ellos e n t o n c e s , y no n o s o t r o s , los c i v i l i z a d o s , los p r o p i e t a r i o s

M i r a el dibujo de esta p a r e d , ¿ b o n i t o ? , p a r a tus ojos s e g u r a m e n t e del p r o g r e s o , los vivientes. ¡ C i u d a d e s vivas, eso e s , selvas llenas
no es otra cosa que un dibujo b o n i t o . Yo lo o b s e r v o s a b i e n d o ya de p u e r t a s i n e s p e r a d a s , abiertas solamente para quien sabe ver¬
lo que es y lo que ha sido, s a b i e n d o que c a d a línea que baja o las, para quien sabe hacerlas, atravesarlas y merecerlas, en la
se detiene e x p r e s a una r e l a c i ó n , u n a v i n c u l a c i ó n i r r e v o c a b l e con e n s o ñ a c i ó n y en la vigilia, p u e r t a s invisibles entre la e s p e s u r a y
la c o n d u c t a y con los s e n t i m i e n t o s , vivires o flaquezas particula¬ el peligro c o n s t a n t e , riesgos que dignifican, daños que fortale¬
res del alma de alguien. H a y un hilo invisible, pues, que se cen! . . . Y hay m á s c o s a s , muchas más relaciones que tú irás
p u e d e llegar a m i r a r , que se a p r e n d e y que no se ve con los ojos aprendiendo. L o s indios b o r a , o t r o e j e m p l o , c o n v e r s a n m e d i a n t e
del cuerpo m a t e r i a l . Yo c o n t e m p l o esta p a r e d p i n t a d a y en rea¬ pífanos y t a m b o r e s . Un e x t r a ñ o los oye t o c a r sus i n s t r u m e n t o s
lidad no estoy c o n t e m p l a n d o una p a r e d p i n t a d a . ¡Ahí está nítida y ú n i c a m e n t e oye s o n i d o s , p e r o p a r a los b o r a la m ú s i c a es i d i o m a ,
la cara del ánima de un h o m b r e ! ¡Ahí están las facciones de su las n o t a s m u s i c a l e s se e n t r e l a z a n en p a l a b r a s p r e c i s a s , y p a r a ello
alma, claritas!. . . utilizan u n a signografía d e c i m a l . ¡Una signografía d e c i m a l - m u s i ¬
cal, imagínate! ¡Escritura sonora y numerada, imagínate!. . .
—Retratos lineales, dije c o m o hablándome, parecen mapas P e n s a n d o e n e s o , p i e n s o n o m á s , p r e g u n t o : ¿no será que los inkas
de c i u d a d e s . . . a l c a n z a r o n un s i s t e m a de e s c r i t u r a tan perfecto c o m o su arquitec¬
— ¡ E x a c t a m e n t e ! , e x a g e r ó su voz. ¡Eso es, r e t r a t o s lineales! t u r a por e j e m p l o , y d e s p u é s decidieron desaparecerlo y retornar
¡Y no es que p a r e z c a n m a p a s de c i u d a d e s sino que lo son! ¡Sí: a esa f o r m a de escritura secreta y m a t e m á t i c a que sugieren los
las almas son c i u d a d e s en movimiento! ¡Los dibujos tzipíbos quipus, la ú n i c a que a h o r a m a l c o n o c e m o s de ellos? ¿No será?
son m a p a s , pero de ciudades b o s c o s a s , tasajeadas p o r i m p o s i b l e s ¿ N o es la m i s m a signografía d e c i m a l la de los quipus inkas y la
ríos y no por a v e n i d a s , l a b e r i n t o s de t r o c h a s y no c a l l e c i t a s disci- de los pífanos y t a m b o r e s de los b o r a ? . . . ¡Cuál relación será,

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que t o d a v í a no m e r e c e m o s ver, entre esas dos n a c i o n e s tan apa¬ 'En un lugar l l a m a d o C r u z de Cailloma. con un
r e n t e m e n t e distintas y d i s t a n t e s en e s p a c i o y en t i e m p o ! . . . ¡Qué género de conchuelas y una y e r b a , mezclado lo
de c o s a s verá, por e j e m p l o , otra vez, un c a m p a o un t z i p í b o , allí u n o y e c h o e m p l a s t o de lo o t r o , atajan el c á n c e r

d o n d e tus ojos o los míos a l c a n z a n s o l a m e n t e a distinguir un nido los indios'.

de h o r m i g a s i s h i n s h í m i s , o una flor de t z a n g a p i l l a , o un mar de


¿Te i m a g i n a s ? M u c h o de la s a b i d u r í a del m a e s t r o Ino M o x o
¡ucecitas en lo o s c u r o , l u c i é r n a g a s , p u p i l a s de o t o r o n g o s , así co¬
le ha l l e g a d o , de m a e s t r o en m a e s t r o y de siglo en siglo, en sesio¬
mo mi ahijado ínsapillo advirtió miles de ojos de difuntos en
nes de i n t e r c a m b i o de c o n o c i m i e n t o s , esos viajes a s t r a l e s de aya-
d o n d e n a d a había p a r a tí, para mí, sino ese m u s g o a n t i g u o que
w a s k h a , d e s d e la é p o c a de los i n k a s , m á s lejos: de los u r u s . Ellos
fosforece en la corteza del palosangre muerto, del shiwawako
sabían que t o d a e n f e r m e d a d es más que una e n f e r m e d a d , como
d e r r i b a d o que nos v e d a el s e n d e r o c o m o un m u r o ! ¿Y por qué
t o d o lo que existe s o b r e la piel t e r r e s t r e . Es t a m b i é n , fundamen¬
los indio piro d e s d e s i e m p r e c o n o c e n al río U n i n e c o m o 'Caño
talmente, una sanción. No hay e n f e r m o sin m o t i v o . L a s enfer¬
de L a b i o s De S a n g r e ' ? ¿Crees que es p o r los b o s q u e s de p a l o -
m e d a d e s de los h o m b r e s no son c o m o los h o m b r e s , que s i e m p r e
sangre que b o r d e a n las riberas del U n i n e c u a n d o entra al U c a y a l i ?
p e r d o n a m o s las injurias y n u n c a p e r d o n a m o s los favores. No.
N o miras nada m á s ? . . . ¡Qué luna s e p u l t a d a y r e t u m b a n d o en
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T o d a d o l e n c i a es s e n t e n c i a , c a s t i g o que recibe el á n i m a o el cuer¬
el f o n d o del río v e r á n a q u e l l o s ojos ahí d o n d e los n u e s t r o s sólo po de quien ha c o m e t i d o algún d a ñ o con su cuerpo o con su
atisban un c e n t e n a r de l á m p a r a s q u e b r á n d o s e en lo alto del fo¬ ánima. El m a e s t r o I n o M o x o t a m b i é n lo sabe así. El repite que
llaje! ¡Y qué v o c e s l l o r o s a s y lejanas oirán sus oídos ahí d o n d e t o d o , a b s o l u t a m e n t e t o d o , es m e r e c i m i e n t o , y c u r a en consecuen¬
tú escuchas, o yo e s c u c h o , una risa que b r o t a s a l v a d o r a de lo cia, igualito que los i n k a s y los u r u s h a c í a n . P e r o a c a s o no d e b o
p r o f u n d o del m o n t e ! P u e s lo que ya no es m á s , lo que ha p a s a d o , decir más. C u a n d o lo v e a s , si es que llegas a v e r l o , el m a e s t r o
aún c o n s e r v a vida, d e n t r o de una vida distinta se m a n t i e n e , inmu¬ I n o M o x o te dirá lo que m e r e z c a s e s c u c h a r , él m i s m o te dirá lo
ne a los a m o r e s y a los desastres del t i e m p o . ¡Y c u á n t a s existen¬ que m e r e z c a ser d i c h o . . .
cias c o n t r a el t i e m p o q u e r r á ser un guía, un niño a m a w a k a por
ejemplo, cuando dice que h u b i e r a q u e r i d o ser el c u e r p o de una Y girando y g i r a n d o su c a b e z a , D o n Javier, igual que ator¬
bala frente a la s i n r a z ó n de los c a u c h e r o s , y n a d a p u d o ser sino n i l l á n d o l a en o t r o c u e l l o , y l u e g o de solicitar a g r a n d e s risas dos
una lanza! C u a n d o sentí allá a r r i b a del árbol la p i c a z ó n de las v a s o s de a g u a r d i e n t e e n v e j e c i d o en hojas de h i p o r u r u y en h i r i e n t e
hormigas me desesperé, dice Félix ínsapillo, ¡hubiera querido candor de clavowashka:
ser u n a bala p a r a bajar más r á p i d o ! . . . Me t o m é de u n a liana
y e m p e c é a r e s b a l a r m a l d i c i e n d o , no sé c ó m o la liana se r o m p i ó , —Nosotros no diagnosticamos únicamente a la carne del
se me q u e d ó en las m a n o s y me d e s b a r r a n q u é hasta el m i s m í s i m o cuerpo material, así, en frío, como los médicos diplomados.
s u e l o , era p l e n a n o c h e , no p o d í a s a b e r a qué distancia e s t a b a el A p e l a m o s a la s o g a - d e l - m u e r t o p a r a d i a g n o s t i c a r c o m p l e t o , por¬

p i s o , y me caí p a r a d o , sin d o b l a r las r o d i l l a s , más tieso que una que el a y a w a s k h a s a b e . Y u n a vez t o m a d a la d e c i s i ó n de c u r a r ,


u n a vez r e c i b i d o el p e r m i s o , la o r d e n , t r a t a m o s que la c u r a tam¬
lanza. ¡Y n a d a p u d o ser sino una l a n z a ! , me dice D o n Javier,
bién sea completa, no nos limitamos a velar solamente por la
¿te i m a g i n a s ? ¿ N o es i r r a z o n a b l e s u p o n e r que los i n k a s , fantás¬
t i e r r a p a l p a b l e del e n f e r m o , con igual atención nos d e d i c a m o s a
ticos en t a n t o que hoy mismo ni siquiera podemos equiparar,
e n c a u z a r l o en su s a n g r e secreta, esa s a n g r e sin t i e m p o que circu¬
h a y a n sido i n c a p a c e s de una escritura siquiera j e r o g l í f i c a ? . . . Mi¬
la sólo d u r a n t e la n o c h e , c u a n d o d e s p i e r t a n los s u e ñ o s . . .
ra, aquí he c o p i a d o un párrafo del c r o n i s t a español A n t o n i o de
La C a l a n c h a , e s c r i t o en 1638; Y volviendo a sonreír:

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— P o r q u e tú has de saber, amigo S o r i a n o , que el sueño es verso que lo sabía t o d o . P a c h a k a m á i t e h a b í a d i s p u e s t o que fue-
u n a cosa que a mí, por lo m e n o s a mí, me hace c e r r a r los ojos. . . Tan por el m u n d o y que de ellos n a c i e r a n las p r i m e r a s n a c i o n e s .
Y regresando, sus ojos y su v o z , a cierta s o m b r a : Así una pareja fundó la n a c i ó n t z i p í b a , otra la n a c i ó n a m a w a k a ,
—Es p o r eso que nos desgastamos tanto ayunando y nos otra la n a c i ó n j í b a r a . La c u a r t a pareja llegó hasta lo que hoy es
e s m e r a m o s t a n t o curando v e g e t a l e s , vegetales de p i e d r a o de agua el L a g o T i t i k a k a y allí fundó la n a c i ó n de los u r u s . . .
o de madera, cargándolos de fuerzas adecuadas, recogiendo del
aire los icaros p u n t u a l e s , d á n d o l e a esos r e m e d i o s los p o d e r e s . . . L o s u r u s , los l e g e n d a r i o s u r u s , quienes m u c h o d e s p u é s pu¬
sieron a La H e r m a n a debajo del H e r m a n o e n v i á n d o l o s al cerro
W a n a k a w r e p a r a que allí, en su c u m b r e , el i n c e s t u o s o falo de o r o
—El maestro Ino Moxo me enseñó mucho más, me dice
p e n e t r a r a El O m b l i g o Del M u n d o y a sus faldas p u d i e r a d e s p l e -
R a ú l V á s q u e z , el J u g l a r de la Selva. Yo era muy n i ñ o c u a n d o
garse (¡sismo s a g r a d o , salto del D i o s P u m a ! ) el c o n t o r n o de pie¬
lo conocí y sin e m b a r g o me a c u e r d o c o m o ayer. El me reveló
dra y de silencio de la c i u d a d del C u s c o .
c a n c i o n e s m á g i c a s que unos l l a m a n icaros y o t r o s b u b i n z a n a s . Y
algo m á s p r e c i o s o : me enseñó a r e c o g e r las m ú s i c a s que viven en
Y desde allí, más astutos que garras y c o l m i l l o s de seda,
el aire, a r e p e t i r l a s sin m o v e r los l a b i o s , a c a n t a r en silencio,
p a r t i e r o n los ejércitos i n k a i k o s r u m b o a las c u a t r o e s q u i n a s del
'con la m e m o r i a del c o r a z ó n ' c o m o él m i s m o d e c í a . . .
u n i v e r s o que lo ignoraba todo, del mundo que p a c í a sobre un
— D á n d o l e a esos r e m e d i o s los p o d e r e s que no les vinieron vértigo i n m ó v i l , de v e n a d o , su i n s c o n c i e n t e h e r m o s u r a . ¡Propósi¬
de n a t u r a l , de n a c i m i e n t o , a u m e n t á n d o l o s con los c á n t i c o s y las tos de luz de d o b l e filo, si no te hiela El Sol te a r d e La L u n a ! Así
p o t e n c i a s que d e s c o n o c e la m a t e r i a - m a t e r i a . P o r q u e si no existe los f u n d a d o s p o r la c u a r t a p a r e j a f u n d a r o n a los i n k a s y los i n k a s ,
e n f e r m e d a d que sea ú n i c a m e n t e e n f e r m e d a d , los r e m e d i o s no pue¬ o b l i g a n d o a los p u e b l o s a ser l i b r e s , i n s t a l a r o n su I m p e r i o . Tam¬
den ser ú n i c a m e n t e r e m e d i o s , ¿no te p a r e c e ? . bién así, e n s e ñ a n d o a t r a i c i ó n la l e a l t a d , los c o n q u i s t a d o r e s espa¬
ñ o l e s f u n d a r o n c e m e n t e r i o s en l u g a r de n a c i o n e s . F u n d a r o n y ha¬
bitaron cementerios. ¡Con la infalible cruz d e s e n v a i n a d a decapi¬
—¿Estás viendo esos cerros?, oigo que dice Iván. t a r o n y d e c a p i t a r o n hasta f a v o r e c e r su p r o p i o c u e l l o !
—Ahorita mismo iremos para allá, detrás está el río Misha-
Va, la nación de los amawaka, oigo que dice Félix Insapillo. T o d o s f u n d a r o n t o d o , p o r si a c a s o , a d o r a r o n lo efímero al
—Al borde del Mishawa vive Ino Moxo, dice César. predicar lo eterno. Si empollaron creencias, cóndores, aventuras,
—Dentro de dos días, justo en la mediatarde de pasado ma¬ fue por m i e d o a la tierra, no p o r a m o r al cielo.
ñana estarás hablando con la Pantera Negra, sé que me dice al¬
Y los u r u s llegaron a s a b e r l o t o d o . Y no se c o n t e n t a r o n .
guien pero no supe quién.
U n o de los c u ñ a d o s de I n g a n í t e r i , el más a n c i a n o de t o d o s los
ancianos del Gran Pajonal, me informó muchas cosas de los
— E s e m i s m o día K a a m e t z a y N a r o w é t u v i e r o n c u a t r o hijos. u r u s , r e l a t o s que le vienen d e s d e atrás en el t i e m p o de muy lejos,
Al día siguiente c o n c i b i e r o n dos m á s , al siguiente o t r o s d o s , así desde l a m i s m a b o c a d e J u a n S a n t o s A t a o W a l l p a . ¿Sabías que
h a s t a c o m p l e t a r c i n c o parejas. P o r q u e el dios P a c h a k a m á i t e ha¬ J u a n S a n t o s A t a o W a l l p a en sus días de a l z a d o llegó a vivir y
bía d i s p u e s t o que fueran cinco h e m b r i t a s y c i n c o v a r o n e s , y que p r e d i c a r e n t r e los urus? P e r o io d e s d e ñ a r o n , no a c e p t a r o n seguir¬
en a p e n a s u n a s h o r a s pudiesen a l c a n z a r su p l e n a a d o l e s c e n c i a . Y lo c o n t r a los i n v a s o r e s . ¡Ah, los a n t i g u o s u r u s , los g r a n d e s fun¬
había dispuesto que N a r o w é ordenara. Y Narowé ordenó. Y d a d o r e s , ellos sí se h u b i e r a n s u b l e v a d o ! ¿Se h u b i e r a n s u b l e v a d o ?
los m u c h a c h o s se d e s p i d i e r o n , dejaron atrás El G r a n Pajonal y P e r o no les dijo que él t a m b i é n iba a c o m b a t i r p o r una mujer,
se d i s p e r s a r o n p o r el m u n d o , h a c i a las c u a t r o e s q u i n a s del uni- c o m o lo hizo I n g a n í t e r i . ¡Ah, los a n t i g u o s urus! ¡Ellos d o m e s t i -

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c a r ó n a las p i e d r a s gigantes! ¡Con i c a r o s , c a n t a n d o , de un uni- de T ú p a q y de A m a r u , de la S e r p i e n t e y de Lo Q u e R e s p l a n d e c e ,
v e r s o a otro las m o v í a n ! Y m u c h o m á s hicieron en su p r i m e r a el tiempo de C u a t r o E s q u i n a s , T a w a n t i n s u y u , en un único tiempo
e d a d , sólo e m p r e s a s azules, a n a r a n j a d a s , g e n e r o s a s , que contagia- verdadero.. .
ban r u m b o s de paz y b i e n e s t a r a los d e m á s . Después modelaron
Así es, así ha sido. L o s urus d e s o b e d e c i e r o n a la N o c h e : la
o t r a s vías, e x i s t e n c i a s resecas, arcillas que ú n i c a m e n t e e n v a n e c í a n
d e j a r o n sin luz y sin e n i g m a s . L o s i n v a s o r e s v i r a k o c h a desobe¬
a sus vanos d e d o s . No satisfechos con saberlo t o d o , p a r a n a d a
d e c i e r o n al Día: raptaron a Mamántziki, su n u e r a m á s querida,
ejercieron t o d o lo que sabían. ¡ L l e g a r o n a t e n e r , en una sola vida,
y se la d e v o l v i e r o n a P a c h a k a m á i t e , p e o r que s o m b r a sin c u e r p o .
varios c u e r p o s ! ¡Y p a r a c a d a c u e r p o varias s o m b r a s ! ¡Viajaban
J u a n G o n z á l e z lo s a b e , él me lo dijo. J u a n G o n z á l e z es u n o de
sin m o v e r s e , sin p a r t i r , llegaban de antemano, antes que ellos,
los pocos shirimpiáre que poseen la fuerza de h a c e r volver al
c o m o los a n i m a l e s de los sueños! ¡Se e n v i a b a n a sí m i s m o s , igua-
t i e m p o de h a c e t i e m p o . El cosió los p e d a z o s de ese t i e m p o , lo
lito que r e c a d o s , a los t i e m p o s y m u n d o s m á s d i s t a n t e s , a los mun¬
hizo bajar del aire y viajando e n t r e los a v a t a r e s de su polen pla¬
dos y t i e m p o s m á s distintos! ¡Y a n d a n d o en ellos, h a c i e n d o que
t e a d o existió e n t r e los u r u s . J u a n G o n z á l e z m e i n f o r m ó que los
E s t e fuera el O t r o l a d o , existían t a m b i é n en n u e s t r a t i e r r a y a la
u r u s t e n í a n s a n g r e n e g r a , eran a l t o s , el d o b l e de n o s o t r o s , en su
vez en el aire y a la vez r e s p i r a b a n c o m o lunas al fondo de los
inicio, y n i n g ú n d a ñ o los hería, n i n g u n a m u e r t e los m a t a b a , y por
ríos, con dos c a b e z a s al fondo de los lagos!
ello c o n f u n d i e r o n a la soberbia con la s a b i d u r í a .
L o s urus c a p t u r a r o n los m i s t e r i o s , t o d o s los m i s t e r i o s . Y los
Pecaron de inmortales, nuestros abuelos urus.
conocimientos, todos los conocimientos, pero no para ansiarlos
Y p o r e s o , s o l i t o s , sin g u e r r e a r c o n t r a n a d i e , ú n i c a m e n t e de
con r e s p e t o , no p a r a p o s e e r l o s l i b e r t á n d o l o s sino p a r a c r i a r l o s , en
beneficio de su mal oficio, c e b á n d o l o s lo mismo que a dóciles no t e n e r m á s hijos, solitos, de uno en u n o , los u r u s se extinguie¬
rebaños. ron.

De tal fatua saliva, sin s a b e r l o , d e s p u é s r e c o g i e r o n lo p e o r


Por fin, a los dos días de haber mediodormido al pie de la
las p e o r e s l e n g u a s de los invasores. ¡Porque los i n v a s o r e s , raíz
lupuna blanca, avistamos el pueblo de Ino Moxo. El pequeño
m á s feble pero m á s frondosa la c o p a de la s a n g r e , t a l a r o n , tras¬
amawaka se detiene, adelanta su perfil por entre unos arbustos,
tocaron, desenfrenaron todo! ¡Parearon los amores con aves
d e s a l m a d a s , con sus bestias de c a r g a , con sus peces de a d o r n o ! casi pestañeándose los ojos, ahora reparo que los tiene color de

¡Lo saquearon, lo emputecieron todo! ¡Cayeron hacia el cielo lágrima, casi pestaneándoselos con los débiles garfios de un enre¬
con los picos a b i e r t o s , y no c o m o los u r u s , por v a n i d a d de sabios, do de garabatokasha, punzantes lianas abrazando la juventud de
sino c o m o ellos m i s m o s , como los i n v a s o r e s v i r a k o c h a : por su aquella pomarroso que se alzaba como uno de los últimos linde-
sola r a p i ñ a de i g n o r a n t e s ! . . . ros, como una de las últimas señales que demarcaban la entrada
al poblado. La mano del muchacho esboza un gesto breve, indica
L o s u r u s fueron, en m e n o r , p a r a los i n k a s , y los inkas p a r a que avancemos, que pasemos bajo las lianas, que ingresemos por
los e s p a ñ o l e s , e j e m p l o del error en el desorden, ambición que esa suerte de puerta natural y boscosa. Por sobre la cabeza del
falsifica sus r a z o n e s . P e r o t a m b i é n fueron su c o n t r a r i o : presagio pequeño amawaka, ¿de cabellos marrones?, verdegrisea una mu¬
de t e m p e s t a d , c o m o el viento s e m b r a d o , a n u n c i o de las dulces vin¬ ralla de bambúes y detrás columnatas de humo de cocinas dis¬
d i c t a s , esa v e n d i m i a que hasta a h o r a e s p e r a n los a s h a n í n k a cuan¬ persas. Félix ínsapillo adelanta su cabeza cuadrada, roza la
do e s p e r a n el r e g r e s o de J u a n Santos A t a o W a l l p a , la j u n t u r a del inconcebible lozanía de la cushma del niño nativo, sólo ahora
c u e r p o del dios I n k a r r í , la reunión de los m i e m b r o s de T ú p a q ; comparo, así nos describió Don Hildebrando a la cushma amari¬
A m a r u con su c a b e z a de Serpiente R e s p l a n d e c i e n t e . El retorno lla del inka Manko Kalli, y con los mismos tatuajes del vaso cere-

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monial que vimos en su casa de Pucallpa, los mismos de ese Qerv nubareda de insectos que, ignorando a Iván, lanceteaban mi cuer¬
con que César se convirtió en ayúmpari del brujo,.. Tras de Félix po. Lo estoy mirando llegar a la lupuna blanca donde Félix
Insapillo pasa Iván, tras de Iván entra César empujando bejucos Insapillo conversaba con César pero lo veo sucio de ramajes y
y hojas frías, tras de César entra mi cuerpo, mis ojos que se alar- de telas de araña, la camisa raída por espinos, lunareada de san¬
man sobre la cara del amawaka, ¿ya dije que tenía piel mestiza?, gre, rasguñada de aguijones sedientos.
e ingratamente nos atolondramos hacia el caserío dejando atrás
al niño que nos hubo guiado. Reparo en ello, quiero repararlo,
— S e h i z o , p u e s , la luz, p r o s i g u e D o n J a v i e r con voz ajena.
vuelvo con la intención de despedirme, ¿cómo se dirá gracias en
Del p l a c e r c o m p a r t i d o fue que nació la luz. Y el Sol, el P a d r e
dialecto amawaka?, pero ya no encuentro a nadie bajo la poma¬
Inti, n a c i ó j u n t o con la L u n a , la M a d r e Killa, en una sola luz:
rroso.
I n t i k i l l a , y j u n t o con las e s t r e l l a s . P o r q u e en ese p r i m e r enton¬
—Al chullachaki creado para portar daños, repite Don Juan ces el día y la n o c h e vivían d e n t r o de un ú n i c o u n o , no h a b í a dife¬
Tuesta, allá lejos, en una vieja noche amanecida en la isla Muyuy, rencia, de día era y de n o c h e era al m i s m o t i e m p o . Y en el me¬
a ese chullachaki lacayo del Maligno lo podemos distinguir por¬ dio: K a a m e t z a y N a r o w é , felices. H a s t a que p a s ó lo que p a s ó .
que calza en su pie derecho una huella de tigre o de venado, por N a r o w é d e s p e r t ó y no e n c o n t r ó a K a a m e t z a . En su d e s p e r t a r no
más que se disfrace con el cuerpo de algún amigo nuestro. El la e n c o n t r ó . Volvió a dormirse. P e r o t a m p o c o la e n c o n t r ó en
otro chullachaki, en cambio, es engaño que sirve a la verdad, es su s u e ñ o . Y d e s p e r t ó otra vez. Y otra vez se d u r m i ó . Y se vol¬
persona del bien y nadie-nadie puede deslindarlo, perfecto es en vió a d o r m i r y a d e s p e r t a r h a s t a que su vigilia fue su s u e ñ o , su
sus pies, perfecto en todo, humanamente humano. m á s ú n i c o s u e ñ o , Intikilla, y a m b o s eran d e s i e r t o s ante los ojos
de su c o r a z ó n . A la s o m b r a de a q u e l l a p o m a r r o s a soñó que des¬
El pequeño amawaka, piel mestiza, ojos extraños, cushma p e r t a b a y la p o m a r r o s a no t u v o m á s s o m b r a p a r a él: ya K a a m e t z a
impecable siempre y amarilla, no entiendo. Además desaparece no e s t a b a . La p o m a r r o s a , sola, sin soledad siquiera, se r e g r e s ó
ante nuestros ojos. Prefiero pensar nada, me apresuro sobre la a ceniza. I g u a l que c u a n d o todavía no h a b í a n a c i d o , todo se
trocha escuálida en dirección de aquella muralla de bambúes y volvió s o m b r a , p o l v o de s o m b r a fría frente al a l m a sin p á r p a d o s
de columnas de humo. de N a r o w é . Su p r o p i o c u e r p o r e t o r n ó a c u c h i l l o de h u e s o de
—A ese tipo de chullachaki no lo distingue nadie, insiste ceniza. N a r o w é m i r ó el cielo. T a m b i é n el cielo r e g r e s ó a ceniza.
Don Juan Tuesta en mi memoria. Es apariencia de persona pero Miró pájaros, pajonales, ríos, p i e d r a s , y p i e d r a s y ríos y pajo¬
de persona completita, perfecta. Solamente los ojos avisados per¬ nales y p á j a r o s v o l v i e r o n a ceniza. P e r o eso sucedía s o l a m e n t e
ciben que su cuerpo no es un único cuerpo. Más que varias per¬ en su s u e ñ o . En su vigilia era peor: el m u n d o p r o s e g u í a sin K a a -
sonas, varias vidas parecen habitarlo. Como si cada parte de su metza.
cuerpo tuviera una existencia divergente, diversas existencias que
sólo ante los ojos de los otros el chullachaki armoniza en una En lugar de K a a m e t z a el m u n d o sólo m i r ó una h u e l l a l a r g a ,
sola. Esos chullachakis no saben lo que es daño, no malquieren d e b a b a m e n o s lenta que amarilla, hundiéndose entre los mato¬
a las gentes ni a las cosas. Únicamente existen, todo el tiempo rrales. ¡Era el kotomachácuy, era la huella de sus d o s c a b e z a s
que existen, para lo bondadoso, para ayudarle al bien. que se d i s e m i n a b a en r u m b o s q u i e t o s hacia el f o n d o de t o d o s los
lagos de la t i e r r a ! . . .
Mi memoria me vuelve hasta el Mapuya: veo a Iván dándo¬
me alcance en el sendero, luego-de no haber matado a la wapapa Y Narowé se abalanzó, fue un desespero desorientándose
carnicera, lo estoy viendo avanzar delante mío sin delatar sus entre la m a r a ñ a de m e n t i r a s , de a u s e n c i a , de s e n d e r o s fangosos.
pies sobre las ramas y charcas que a mí me deslomaron, bajo la U n t r e c h o m á s allá t u v o que c a m i n a r a l t a n t e o , p e o r que c i e g o ,

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en esa n o c h e b r e v e que los b o s q u e s p r o v o c a n al t u p i r s e de g o l p e , —De p u r a rabia la d e r r i b ó , p o r q u e el koiomachácuy no ha¬
sin p i e d a d , c o n f u n d i e n d o a los m o n o s n o c t u r n o s bajo el espeso bía y no h a b í a K a a m e t z a . La luna e n t o n c e s era un t r o n c o hue¬
t e c h o de lianas y de c o p a s c o p i o s a s . J u s t o a la salida del boscaje co. N a r o w é la d e r r i b ó y c o m e n z ó a g o l p e a r l a con un p a l o . Y
c o n d e n a d o p a r a s i e m p r e a la n o c h e , allí d o n d e el s e n d e r o simu- la l u n a s o n ó , r e t u m b ó fuerte, lejos. F u e el p r i m e r manguaré de
. iaba volver a ser s e n d e r o e n s a n c h á n d o s e p o r fin r e c o n c i l i a d o con n u e s t r a selva. ¿ H a s e s c u c h a d o un m a n g u a r é , esa especie de cajón,
el cielo q u e m a n t e , nos d i m o s con un n u e v o i m p e d i m e n t o : la in¬ de t a m b o r de árbol que los n a t i v o s hieren p a r a c o m u n i c a r s e , invi¬
creíble d e s m e s u r a de un s h i w a w a k o d e r r i b a d o n o s v e d a b a la tro¬ tarse a las g u e r r a s o a las fiestas? La luna fue el p r i m e r o que
cha c o m o u n m u r o . N a r o w é lo escaló en un instante hendiendo sonó en esta t i e r r a , bajo la furia de N a r o w é r e c l a m a n d o a su es¬
la c o r t e z a con m a n o s y con pies c o m o si fueran garfios f a b r i c a n d o p o s a e i n v o c a n d o v e n g a n z a s que p e r d u r a n . Y p a s ó el t i e m p o en
peldaños. Y o , e n c a m b i o , d e m o r é t r e p a n d o sobre m i p r o p i a som¬ vano. A h í fue que el t i e m p o se a m a n s ó y d i v i d i ó , igualito c o m o
b r a , e n c a d e n á n d o l a hacia l o alto d e a q u e l l a m u r a l l a d e b a m b ú e s El Río Sagrado, el Urubamba, el W i l l k a m a y u de los inkas del
y de c o l u m n a s de h u m o , c a y e n d o t o r p e m e n t e al otro lado del C u s c o , p a d r e del U c a y a l i y a b u e l o del A m a z o n a s que no tiene
t r o n c o e n m o h e c i d o , sobre la m i s m a senda d e s o l a d a . Así y todo, parientes. El t i e m p o pasó en v a n o y n a d i e r e s p o n d i ó a N a r o w é .
;naltrechos, proseguimos andando. G r u e s a s gotas c a í a n d e s d e e l Y N a r o w é c o n o c i ó el s a b o r de las lágrimas. La p e n a c o n o c i ó .
cielo r e s q u e b r a j a d o por un sol de m i e d o . A l c é la m i r a d a : las go¬ De p e n a de a b a n d o n o se p u s o a l l o r a r y a m a l d e c i r sin t é r m i n o .
tas no caían d e s d e el cielo. ¡La lluvia de otro t i e m p o r e b a l s a b a C u a n d o las d o s á n i m a s de su r o s t r o se s e c a r o n , ya N a r o w é se
los ojos de los á r b o l e s d e s l i z á n d o s e en v a n o c o m o el llanto de un e n c o n t r a b a en el fondo de un i n s o n d a b l e río. Así fue, y no de
muerto! L a n c é mi c u e r p o e n t o n c e s a c o r r e r por la t r o c h a zigza- otra m a n e r a , que n a c i ó e l A m a z o n a s . D e los p á r p a d o s h u é r f a n o s
g u e a n d o a g a c h á n d o m e s a l t a n d o c h a r c o s fétidos b u s c a n d o dar alcan¬ de n u e s t r o p r i m e r p a d r e b r o t ó el río A m a z o n a s . . . A s i m i s m o me
ce a N a r o w é . C u a t r o siglos a n d u v e sin p o d e r e n c o n t r a r l o . Cuando lo dijo I n g a n í t e r í . Y diciéndolo, nunca sabré p o r q u é , se dio
ya me creía d e s p o b l a d o , el e s p o s o sin esposa surgió d e t r á s de mí. vuelta n e g á n d o m e a sus l á g r i m a s . A h o r a p i e n s o que él no quiso
A l g o c o m o u n r e p r o c h e m a n a b a d e sus ojos, sólo a h o r a compren¬ llorar s o l a m e n t e p a r a que yo no l l o r a r a . C o m o si mis ojos estu¬
d o que m e m i r ó con lástima. Pues cuando yo avanzaba, atolon- vieran en su r o s t r o , i m a g í n a t e . ¡Y c l a r o que mis ojos e s t a b a n en
d r á n d o m e , en v e r d a d no a v a n z a b a . No iba ni en su b u s c a ni en su r o s t r o en ese r a t o ! . . .
busca de nadie. Estaba huyendo. H u y e n d o de mi sombra, de Y D o n J a v i e r , por fin con voz que r e c o n o z c o :
mí m i s m o , del p r i m e r m i e d o , de esa inútil lluvia. — A h o r a m i s m o se halla N a r o w é , en el fondo del r í o , ris-
—¿No te habrá hecho daño el ayawaskha?, me dice Don c a n d o las c r e c i e n t e s , los d e s b o r d e s , p e r d o n a n d o a la l u n a , musi¬
J a v i e r p e r o no es a su voz a q u i e n a t i e n d o , ya s o l a m e n t e p u e d o cando. P o r q u e la v e r d a d e r a l u n a c o n t i n ú a en el fondo del río-
e s c u c h a r l e l a b o c a , los dos labios p e g a d o s a m á n d o s e , a c a l l á n d o s e , mar, abajo. Y esa otra que v e m o s en el cielo no es sino su re¬
e n c a l l á n d o s e c o m o peces d e p l a t a : flejo . . .
— C u a n d o N a r o w é d e s p e r t ó sin K a a m e t z a , e l día s e separó — ¿ Y la q u i n t a p a r e j a ? , lo r e g r e s o . Si u n a pareja fundó la
de la n o c h e . Y N a r o w é c o n o c i ó la s o l e d a d . L u e g o de la s e g u n d a nación amawaka, otra la n a c i ó n tzipíba, otra la n a c i ó n de los
s o l e d a d c o n o c i ó la cólera. Y c u a n d o fue i n a u g u r a d o p o r la rabia u r u s , otra la n a c i ó n j í b a r a . . . falta u n a p a r e j a . . . ¿ella fue quien
fabricó el p r i m e r a r c o y la p r i m e r a flecha. Y de un solo flechazo fundó a la n a c i ó n v i r a k o c h a ? . . .
d e r r i b ó a la luna, a la p r i m e r a l u n a que t u v o n u e s t r o m u n d o , Don Javier titubea, mira la grabadora, carraspea u n a vez,
p o r q u e tú has de s a b e r que la que a h o r a v e m o s es la c u a r t a l u n a u n a vez m á s , con fuerza, y p o r fin se d e c i d e :
que a c o m p a ñ a a la tierra. — L a q u i n t a pareja s e p e r d i ó , n o s e sabe.
Y a s o m a n d o d e t r á s de mis visiones, Don Javier, apartando Y o t r a vez a l e j á n d o s e , c r e o que p a r a s i e m p r e :
bambúes azules, mudos, anaranjados: — M i c o m p a d r e I n g a n í t e r í , al m e n o s , dijo que él no sabía.

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—Pero no fue Iván quien regresó a buscarte, dice Don Hil-


debrando con la cabeza gacha apartando bambúes de colores, vi¬
siones que acaban de poblar la antesala del Hotel Tariri.
—Lo que él creía que era realidad era el reflejo de la reali¬
dad, lo apoya Don Javier.
—Era el reflejo de otra realidad, corrige desde el aire el
finado Inganíteri.
—La verdadera luna no se encuentra en el cielo sino en el
corazón, en la memoria del corazón, dice Juan Santos Atao
Wallpa.
—Es más que un tronco hueco, un manguaré, un cajón
que yo toco desde el fondo del tiempo, confirma Narowé.

Avistamos el h u m o de cocinas del pueblo de Ino Moxo:


nuestro guía a m a w a k a se detiene bajo una p o m a r r o s a abrazada
por un brillante enredo de garabatokasha y hace un corto ademán
con el brazo, invitándonos. Ingratamente nos a t o l o n d r a m o s hacia
el caserío, cruzamos esa especie de pórtico de ramas dejando
atrás al niño que nos trajo. Las primeras cabanas relucen desola¬
das y pardas de techumbre, protegidas por un cerco natural de
bambúes. Félix Insapillo delante, después Iván y César, hacen
fila rumbo al poblado. Yo atajo mi ansiedad, me doy vuelta para
nada: el p e q u e ñ o Ino M o x o ha desaparecido.
— S e ha ido a buscarte, es por ti que se ha ido, dice dentro
de mí una voz que confundo con la de D o n Javier. Y en realidad
no es un niño, no es la infancia chullachaki del Brujo de los Bru¬
jos, es el tiempo sin tiempo, y no este tiempo que construye rui¬
nas y conduce las vidas a la muerte sino el guía de la muerte que
vive. Este niño es el guía de las vidas que no m u e r e n jamás, el
eterno fabricante de la hermosura y la felicidad. . .

Y un p o c o más allá, delante mío, la voz agrega sin dejar de


caminar:
— S e ha ido porque acaba de escuchar tu disparo, ya nunca
podrá encontrarte. . .

Yo me apresuro sobre la trocha escuálida, alcanzo a los de¬


más y entro con ellos al caserío de los amawaka.

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y nos fue concedido conocer


a la Pantera Negra

No por a m p l i a sino por d i s t i n t a la c h o z a de íno Moxo se n o s


figura el c e n t r o del p o b l a d o , el f u n d a m e n t o de esta d i s p e r s i ó n de
columnatas de humo y de cabanas con viseras de paja amari¬
llenta, sin e m b a r g o se y e r g u e s o b r e un t í m i d o e x t r e m o del case¬
r í o , m á s b i e n ya fuera de él, c o m o quien va c a m i n o del río M i s h a -
wa. Y al Mishawa volvimos a n t e s de lo imaginado, luego de
s a l u d a r al viejo jefe de los a m a w a k a , m a n o s que t i t u b e a n en su
m a n o , ojos que no se a t r e v e n a los suyos, y luego de a c e p t a r l e
un m a t e de c h i c h a h e c h a con y u c a s m a s t i c a d a s y saliva de hem¬
braje, el fraternal y forzoso mmato que ciertos nativos aderezan
con h a r i n a de h u e s o s de sus a n t e p a s a d o s .
Ignoro en qué m o m e n t o se incorporó de la esterilla, nos
invitó a c o n v e r s a r en la r i b e r a del M i s h a w a , crujió el entarimado
de ponas de su c a b a n a inclinada. Las demás casuchas, por aquí,
d e d o n d e a s o m a n con t e m o r , p o r allá, n e g á n d o s e , tristes p e c h o s
al aire, m u j e r e s , t a p a r r a b o s , t r a s u n a c o m p a s i ó n de á r b o l e s man¬
sos: chimicúas, shapajas, más atrás capironas, y más atrás la,
frente de un s a p o t e , u n a espintana," tres w a k a p u r a n a s , un ojé que
¡discrepa del v e r d o r e n t r e las n u b e s t a r d a s . I g n o r o en qué mo¬
m e n t o d e s c e n d i m o s los tres p e l d a ñ o s r u d o s d e s u casa, a p a r t a m o s
las lianas de la p a s h a k i l l a que e n m a r c a b a la e n t r a d a , d e s c u b r i m o s
la t r o c h a z i g z a g u e a n d o h a c i a el r í o , c a m i n a m o s en fila d e t r á s del
brujo sin concebir aquella claridad bajo su piel tostada p o r la

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larga, u n a h i s t o r i a que p o c o s c o n o c e n en t o d a su v e r d a d . Yo avi¬
selva, desconcertados por su estricta pronunciación castellana,
zoré otros reinos, Ino Moxo fumaba, como si recordara para
ese p a n t a l ó n de drill i m p e r t u r b a b l e bajo la cushma indígena, y
a d e n t r o , allá en el b o r d e de o r o del M i s h a w a en la n o c h e .
p o r su c a m i n a r b r i o s o y e n c a n t a d o , de tigrillo, i m p o s i b l e si consi¬
— Te será c o n c e d i d o c o n o c e r de qué m o d o los hijos devo¬
d e r a m o s los n o v e n t a y t á n t o s años de la P a n t e r a N e g r a que a h o r a
r a r o n a sus p a d r e s , repite D o n Javier.
se a t e n ú a e n t r e v i e n d o la paz del sol, s e n t a d a sobre el a n c a de un
tronco devastado por musgos, disolviendo sus ojos c a n e l a tras
las colinas golosas de caobos, platanales y garzas y piraguas
h i n c a n d o los flancos del río. C i e r t o r u i d o , a mi d e r e c h a , v o l t e o : De arriba, aguas a r r i b a del K a s h p a j á l i , un cielo de fin de
un c o c o d r i l o n e g r o se ha d e l a t a d o e n t r e á r b o l e s en el agua fan¬ tarde se sorprende. Casi 5 0 0 h o m b r e s , m á s b l a n c o s que mesti¬
gosa, se a p r o x i m a f l o t a n d o , m a l f i n g i e n d o . I n o M o x o se inclina, z o s , se h a n j u n t a d o con a r m a s , c o n r a p i ñ a , con m i e d o y descien¬
lo empuja con la m a n o , el enorme lagarto se desvía hacia el den el río b u s c a n d o h a c e r s i l e n c i o , cientos de c a r a b i n a s en las
v é s p e r o , d e s a p a r e c e bajo los ramajes p e l a d o s del renaco que sólo m a n o s y en cajas, y más cajas de b a l a s , h a s t a la b o c a del río Su-
e n t o n c e s a d v i e r t o en el centro del Mishawa como un pequeño tilíja r e b a l s á n d o l o a p e s o de b a r c a z a s , 5 0 0 m e r c e n a r i o s recolec¬
b o s q u e m u e r t o t a s a j e a n d o la c o r r e n t a d a con raíces que se asfixian t a d o s n a d i e sabe d ó n d e p a r t i e n d o las c o r r i e n t e s h a c e p o c o apaci¬
al aire. El brujo de los brujos c o n t e m p l a al renaco a n c l a d o en bles e m p u j a n d o las aguas que suben por t o b i l l o s de árboles de
n a d i e , inhábil ante el t o r r e n t e , sin flores y sin r a m a s que frutez¬ ribera, g e n t e s que esta selva m i r a p o r p r i m e r a vez. Y lo m i s m o
can, a b r a z a d o tan sólo por sus p r o p i a s raíces, vuelve a verme, que el c i e l o , las p o c a s casas de los indios m a s h k o que h a b i t a n
apenado, le respondo: en la b o c a del Sutilíja, se s o r p r e n d e n , no c r e e n . P e r o ya s a b e n
—¿Podría contarnos cómo, no siendo usted amawaka, ha que los v i r a k o c h a , los b l a n c o s , no c o n o c e n p i e d a d si van mejor
llegado a jefe de los amawaka? armados. Y se j u n t a n los m a s h k o , h a b l a n con r a b i a y no l l e g a n
a veinte los v a r o n e s , e n t o n c e s i n t e n t a n a b o r d a r sus p i r a g u a s p a r a
dirigirse s e g u r a m e n t e al M a n u en d o n d e serán m á s , p o d r á n en¬
— S u piel no es piel de indio p u r o , habla usted mejor que
frentarse a los v i r a k o c h a , e x p u l s a r a los v i r a k o c h a de sus t i e r r a s
un b l a n c o . . .
v i o l a d a s ya que en el M a n u crece la p o b l a c i ó n m á s g r a n d e de
—Soy amawaka, me interrumpió. Purísimo amawaka. Hijo
los m a s h k o , trescientos invencibles los guerreros del río M a n u .
de chori más que de v i r a k o c h a , hijo de a n d i n o m á s que de b l a n c o ,
En v a n o . La astucia v i r a k o c h a ha p u e s t o c e n t i n e l a s a u n o y o t r o
es cierto, pero también descendiente de u r u s p o r parte de mi
lado y los veinte cobrizos d e s a r m a d o s no pueden pasar a dar
señora m a d r e . . .
aviso, sus c a n o a s flotan solas p o r el c e n t r o del río. Bajo el cielo
—Don Hildebrando dijo que usted... rojo, el a g u a roja.
— S o y legítimo yora, se m o r t i f i c ó . Yora, que u s t e d e s cono¬
—'Tuvimos media hora de fiero combate' —dice Zacarías
cen s o l a m e n t e c o m o amawaka. Ino Moxo, eso soy. Y p o r el
Valdez, uno de los 500 mercenarios. 'Al final infligimos nume¬
lento cuello de su c u s h m a , ese p o n c h o p i n t a d o que a t e m o r i z a al
rosas bajas entre los salvajes que tuvieron que retirarse ante Id
sol y a los i m p r e d e c i b l e s a g u a c e r o s a m a z ó n i c o s , extrajo del bolsi¬
enérgica actitud de nuestros combatientes... Los indios mashko
llo de su c a m i s a b l a n c a un c i g a r r o a j a d o , un s h i r i k a i p i , lo que
residían en el río Colorado y se hallaban diseminados en las
p a s a es que antes no fui lo que a h o r a soy, dice, t o d o de fuertes
márgenes del Madre de Dios y del Manu, pero ante el hostiga¬
hojas de t a b a c o silvestre, antes t u v e o t r o n o m b r e y o t r a vida, y
miento recibido de parte de nuestra gente, gente del gran cauchero
e n c i e n d e el cigarrillo y la brasa m a l t r e c h a sonroja su perfil, antes
Fitzcarrald, tuvieron que retirarse más al interior del Colorado y
no fui Ino M o x o y m a ñ a n a s e g u r a m e n t e no lo seré, e x t r a v í a sus
a sus primeras tierras comprendidas en los ríos de cabecera que
facciones en el humo lloroso y o l o r o s o , es u n a historia larga,

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en idioma de ellos se denominan Piuquéne, Panáhua, Curnarjáni especie l l a m a d a m a q u i s a p a , s a l a d a y d e s a l a d a , guardada a cuerpo
y Sutüíja, que son afluentes del Manu. Debo contarte que una e n t e r o en u n a cesta que p e n d í a a un c o s t a d o de la p u e r t a , en la
particularidad notable de estos salvajes es que tienen estatura bien c h o z a del brujo y q u e , nos e n t e r a m o s , a c o s t u m b r a n a r r a n c a r de
elevada y están dotados de barbas muchas de ellas bien pobla¬ a p o c o s , un p e d a z o de p i e r n a , u n a c a d e r a , un h o m b r o , despelle¬
das... Fiizcarrald resolvió castigarlos y dispuso atacarlos en su jado como adolescente, nuestro único sustento durante cuatro
gran población que se hallaba poco aguas abajo del Sutilíja. Em¬ días.
barcado nuestro personal en numerosas canoas se emprendió la
marcha y una vuelta antes de llegar al pueblo desembarcaron 800 O t r a vez en el b o r d e del M i s h a w a , Ino M o x o me mira:
hombres con el objeto de rodearlo por tierra y con orden de dar —Los amawaka s o m o s p o c o s , bien p o c o s , t ú l o has visto.
una señal convenida en el instante oportuno. Mientras tanto, las E n t r e los que v i v i m o s aquí y los de m á s abajo, de o t r o s sitios, no
embarcaciones continuaron surcando despacio por el río. A las p a s a m o s de d o s c i e n t a s familias. ¿ S a b í a s que l l e g a m o s a ser miles
cuatro de la tarde escuchamos una descarga cerrada: era que en el t i e m p o de X i m u ? L o s v i r a k o c h a nos fueron e x t e r m i n a n d o ,
habían iniciado el combate. Cuando llegamos al lugar de la reduciendo. S o l a m e n t e por n u e s t r a s t i e r r a s , p o r eso nos m a t a b a n .
acción ya el poblado había caído en poder de los nuestros. Los Y m a t a b a n t a m b i é n a m u c h a s g e n t e s de o t r a s n a c i o n e s , j í b a r o s ,
mashko perdieron muchos guerreros que se habían quedado a yaminawas, aguarunas, tzipíbos, mashkos. P o r q u e n u e s t r o s terri¬
defender sus casas en tanto que las mujeres y muchachos habían torios estaban llenos de bal ata, e r a n z o n a s con mucho árbol de
sido alejados con tiempo. Terminado este primer encuentro se j e b e , p u r a s v e r e d a s g o r d a s de c a u c h o . Y los c a u c h e r o s v i r a k o c h a
recogió los cadáveres y se les quemó... Debido a este acto fúne¬ n e c e s i t a b a n de ese c a u c h o , d i c e n p a r a el p r o g r e s o de la P a t r i a .
bre los indios piro que iban con nosotros bautizaron el lugar con A s í a n d a n d i c i e n d o hasta a h o r i t a . En n o m b r e del p r o g r e s o fue
el nombre de Mashko Rupuna que quiere decir Indio Mashko que nos d e s p o j a b a n y nos b a l e a b a n . . .
Quemado. Pero no terminó aquí la lucha. Había que continuar
Y v o l t e a n d o la c a r a h a c i a el renaco que brilla azul, anaran¬
atacando a los salvajes. Entonces la lucha se generalizó comba¬
j a d o , e m p e c i n a n d o un l a b e r i n t o g r u e s o de r a m a s frente a la c o -
tiéndose en diferentes lugares, causándose muchas bajas en una
r r e n t a d a , en el m e d i o del río:
guerra a muerte, a tal extremo que numerosos cadáveres bajaban
flotando por el río Manu y sus aguas ya no podían beberse. Por —Es u n a h i s t o r i a larga y amarga. Si yo te c o n t a r a t o d o ,
fin se logró desalojar a los salvajes del Manu, aun cuando no del n a d a me c r e e r í a s , de seguro. Y es una historia que me f o r m a
todo, puesto que continuaban los mashko con sus incursiones y p a r t e , que me ha t r a í d o a q u í , que me volvió a n a c e r c o m o a m a w a -
molestando a nuestros trabajadores, teniéndose por fin que para¬ k a , y o r a , c o m o jefe y o r a . P o r q u e rni p a d r e v i n o d e s d e A r e q u i p a ,
lizar las actividades extractivas de caucho en esos lugares para d o n d e yo t a m b i é n nací. D o n d e yo nací la p e n ú l t i m a vez que
trasladarnos a otros donde hubiera más tranquilidad... ' nací. ..
— ¿ N a c i ó usted e n t o n c e s e n A r e q u i p a ?
—La penúltima vez.
—¿Qué quiere decir usted?
— E s una h i s t o r i a larga, larga, dice I n o M o x o . Y o tenía t r e -
Y él, sin o i r m e :
ce a ñ o s y por e n t o n c e s el jefe de los jefes era el a n c i a n o X i m u ,
— M i p a d r e vino b u s c a n d o ser c a u c h e r o y m i señora m a d r e
un v e r d a d e r o s a b i o , g r a n d e y s a b i o , o r d e n a d o r de dioses y áni¬
no quiso p e r o v i n o t a m b i é n . ¿Yo? Yo quise y no q u i s e , era m u y
mas...
niño, aunque creo que e n t o n c e s y a sabía, o l i s q u e a b a las cosas,
No h e m o s d o r m i d o casi nada a n o c h e , este es n u e s t r o segun¬ c o m o que ya olfateara los d e s t i n o s . P r e o c u p a d o y c o n t e n t o fue
d o día con Ino M o x o , d e s a y u n a m o s c a r n e d e m o n o g r a n d e , u n a que vine, m e a c u e r d o . P o r e n t o n c e s ios a m a w a k a sufrían d e m a -

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s i a d o , fallecían p o r p u e b l o s a m a n o s de los v i r a k o c h a . Debido a —'No nos faltaba tampoco ni licores finos como cognac y
eso el viejo X i m u me hizo venir. D e s d e el aire, o r d e n a n d o , dis¬ champaña', informa el cauchero Zacarías Valdez.
p o n i e n d o , m a n d a n d o , él me trajo, yo lo supe d e s p u é s . P e r o es
Los expedicionarios se apresuran, llegan al varadero del río
l a r g a esa h i s t o r i a . . .
Camisea, desembarcan. Sus servidores, mestizos e indios piro,
Un j o v e n a m a w a k a i r r u m p e e n t r e los á r b o l e s , a mi d e r e c h a , sacan de las canoas los cajones franceses, carne enlatada, vinos,
p o r t a n d o una p u k u n a n e g r a , dice algo a Ino M o x o c o n s u l t a n d o , los cargan a la orilla. Los pioneros del caucho, del progreso, al¬
I n o M o x o h a c e un gesto, el a m a w a k a conversa con Iván que se muerzan, ríen, brindan por una guerra, wínchesters contra flechas,
i n c o r p o r a , voy a b u s c a r a C é s a r , d i c e , para traer c o m i d a , Insa- que ya saben ganada. Luego abordan de nuevo sus piraguas, de¬
pillo t a m b i é n , me dejan solo con la P a n t e r a N e g r a cuyos ojos se jan atrás el varadero, penetran hacia el Manu, arriban fatigados
alejan, h a b l a n con el renaco que p a r e c e ceder, que se afirma de a su cuartel general en la boca del río Kashpajáli. Justo a tiempo
n u e v o bajo el sol de aguas l a r g a s . llegaron. Porque el representante de su jefe, un señor Maldona¬
— E n t o m a n d o ayawaskha uno s e vuelve l o mismo que u n do, les informó que a causa de los indios, tanto bárbaro muerto,
cristal, me d i s t r a e I n o M o x o p e r o no me distrae. U n o se hace los caucheros de esa zona habían terminado antes del plazo su
cristal e x p u e s t o a t o d o s los e s p í r i t u s , a los m a l i g n o s y a los ver¬ dotación de balas.
d a d e r o s , que h a b i t a n en el aire. Es p a r a eso que están los i c a r o s , —'En ese intervalo', continúa Zacarías Valdez, 'como los sal¬
i c a r o de p r o t e c c i ó n , hay t a m b i é n i c a r o de c u r a c i ó n , f u n d a m e n t a l , vajes insistían en atacar los puestos caucheros, iniciamos cacerías
c a n c i o n e s que l l a m a n a un á n i m a d e t e r m i n a d a p a r a que d e s c i e n d a contra sus propios poblados despachándose con este objeto cientos
y contrarreste a otras. C o n un icaro de esos fue que el m a e s t r o de hombres perfectamente armados a los ríos Sutilíja, Cumarjáni,
X i m u me hizo venir, de l l a m a d o . C o m o si yo fuera espíritu de Panahua y Piuquéne, sorprendiendo a los salvajes mientras se ha¬
p r o t e c c i ó n , así me hizo venir. Y antes de e c h a r al aire su icaro llaban entregados al sueño. Nuestros combatientes, como señal
p a r a mí, X i m u t u v o que dietar, h a c e r a y u n o . Porque el ayawas- inequívoca de su acción, trajeron a su regreso dos indiecitos pri¬
k h a , c o m o t o d o vegetal que s a b e , tiene c u a t r o requisitos: no sal, sioneros y pedazos de oro que encontraron por esos parajes.
no azúcar, no grasa, no sexo, d u r a n t e t o d o el t i e m p o que dureí Vuelta la calma y después de permanecer algunos días en la casa
la p r e p a r a c i ó n , la t o m a y sus efectos. A y u n ó X i m u para poder de Kashpajáli, se organizó una nueva expedición. Antes de mar¬
llamarme, después tomó ayawaskha y me icaró. Y vine. No char Fitzcarrald convocó a todos los caucheros y les dijo:
p o d í a sino o b e d e c e r . P o r q u e se t r a t a de una s a b i d u r í a de siglos,
—Los que estén resueltos a no volver a su terruño, ¡que se
m u c h o s m u e r t o s d i e t a n d o , e q u i v o c á n d o s e , desde la é p o c a de nues¬
presenten!
tros p a d r e s u r u s , d e s d e antes de los i n k a s , m u c h o s m u e r t o s . . .
'De cientos de hombres que nos hallábamos reunidos, los pri¬
meros en dar un paso adelante fueron: Alfredo Cockburn y Pedro
Sarria, limeños; Erasmo Zorrilla, de lea; Carmen López, de Mo-
Bajo del cielo rojo, el agua roja. Todos los mercenarios de yobamba; y yo, Zacarías Valdez, natural de Huanta, además de
Cumaría, de Cuenga, del Unine, surcan el Urubamba. Centenas 30 piros seleccionados como hábiles guerreros.
de canoas rebosantes de víveres, cajones y cajones de carabinas 'Las armas que utilizamos eran carabinas wínchester y cons¬
wínchester calibre 44, responden al llamado de guerra de Fermín tituían el único código para imponer la ley del más fuerte, como
Fitzcarrald. andando el tiempo se hizo ley del cauchero.
—¡Wínchesters contra flechas, imagínese usted!, se exalta en 'Ya en pleno río Madre de Dios, por la margen derecha des¬
Atalaya el ganadero español Don Andrés Rúa, ¡armas de repetU cubrimos un afluente qtie fue denominado Colorado. La cosa
ción contra lanzas de palo!... fue así: acoderamos poco arriba de un poblado de mashkos que,

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como ya he dicho, eran unos indios feroces y corpulentos con
tro de uno mismo suena, en los recuerdos, ío que uno ha
quienes no podíamos arriesgamos a luchar cuerpo a cuerpo. Vi¬
escuchado a lo l a r g o de la v i d a , bailes y pífanos y p r o m e s a s y
nieron a atacarnos a toda carrera pero se encontraron con 30 ca¬
m e n t i r a s y m i e d o s y confesiones y a l a r i d o s de g u e r r a y gemidos
rabineros que les hacían fuego cerrado. Como ellos nunca habían
de amor. V o c e s de a g o n i z a n t e s que u n o ha sido o que u n o ha
conocido armas de fuego, ios estampidos de los carabineros y la
escuchado solamente. Historias ciertas, historias de mañana.
muerte que sembraban en sus filas los contuvo a cierta distancia
P o r q u e t a m b i é n lo que uno va a e s c u c h a r , t o d o eso s u e n a , anticipa¬
desde donde empezaron a lanzarnos flechas. El combate duró
d o , en m e d i o de la n o c h e de la selva, en la selva que suena en
poco más o menos dos horas y triunfamos gracias a nuestras ar¬
m e d i o de la n o c h e . La m e m o r i a es m á s , es m u c h o m á s , ¿lo sabes?
mas. Los guerreros piro, diestros tiradores enseñados por nosotros,
La m e m o r i a v e r í d i c a c o n s e r v a t a m b i é n lo que está p o r venir. Y
totalmente fieles a nuestra causa, fueron quienes terminaron el hasta lo que n u n c a llegará, eso t a m b i é n c o n s e r v a . Imagínate.
combate persiguiendo a esos salvajes hasta sus casas en donde N a d a más i m a g í n a t e . ¿ Q u i é n va a p o d e r oirlo todo, dime tú?
no encontraron sino muertos y heridos, entre los cuales había ¿ Q u i é n va a p o d e r oirlo t o d o , de una vez, y c r e e r l o ? . . .
un muchacho ferozmente bravo que al ofrcérsele comida hasta
quería mordernos.
'En ese lugar Fitzcarrald plantó la bandera peruana y bau¬
tizó el río que acabábamos de descubrir, con el nombre de Río
Colorado. Río Colorado, así mismo, debido a que sus aguas tur¬
bias se cubrieron de rojo... '

— E s una h i s t o r i a larga, ya te dije, insiste I n o M o x o . Si te


contara todo, n a d a m e creerías. Porque nunca s e p u e d e creer
todo. N u n c a n u n c a se p u e d e e s c u c h a r t o d o . . . Un e j e m p l o : la
selva. Si te p o n e s a e s c u c h a r t o d o lo que suena en la selva ¿ q u é
e s c u c h a s ? . . . No sólo suenan animales de tierra, a n i m a l e s de a g u a ,
a n i m a l e s del aire, y eso que ya no es posible oir el c a n t o de los
peces que antes a l e g r a b a n las aguas del P a n g o a , del T a m b o , del
U c a y a l i , seres m u s i c a l e s que p r e s i n t i e r o n la llegada del g r a n o t o -
r o n g o n e g r o y h u y e r o n días antes del día y se salvaron aunque
a h o r a rio sepan c a n t a r m á s , o si es que es, quiero d e c i r si c a n t a n
t o d a v í a , lo h a r á n s e g u r a m e n t e sin s o n i d o , con n o t a s que n u e s t r o s
oídos no a c o s t u m b r a n , callados c a n t a r á n , en otra j e r a r q u í a . . . Y
s u e n a n t a m b i é n las p l a n t a s , los vegetales de p i e d r a o de m a d e r a .
T o d a s y t o d a s s u e n a n y suenan, lo m i s m o que las p i e d r a s . . .
. Y más que n a d a suenan los p a s o s de los a n i m a l e s que u n o
ha sido antes de h u m a n o , los pasos de las p i e d r a s y los v e g e t a l e s
y las cosas que t o d o h u m a n o ha sido. Y t a m b i é n lo que u n o
ha e s c u c h a d o a n t e s , t o d o eso suena en la n o c h e de la selva. Den-

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Ino Moxo nació a los


trece años de edad

El j o v e n a m a w a k a ha r e g r e s a d o con los d e m á s , sin presa a l g u n a ,


la c e r b a t a n a v e n c i d a sobre el h o m b r o d e r e c h o . C r e o que en este
instante t o d o s nos e m p e c i n a m o s en e s c u c h a r . C é s a r a mi l a d o
fuma p a r a a h u y e n t a r insectos y m i r a la ribera del frente, su refle¬
jo de perfiles dispares, árboles r e s q u e b r a j a d o s y é n d o s e sobre las
aguas afiladas, refrescándose contra el fulgor del M i s h a w a . A
u n o s m e t r o s del r í o , en lo a l t o , I n s a p i l l o e I v á n , a c u c l i l l a d o s en
una saliente de tierra seca, cincelan una quietud porosa, una
m u d e z de p l a z a sin e s t a t u a s . P o r un s e g u n d o , un v é r t i g o , creí
escucharlo todo.
—Yo solamente quisiera oir algo de usted, maestro Ino
M o x o , lo que usted b i e n c o n s i d e r e de su vida...
— Y a c a s i t o es de n o c h e , s o n ó el brujo, y de t o d a s las c o s a s
que viven d e n t r o de la n o c h e , en el u m b r a l , ¿tú q u i e r e s oir úni¬
camente a la pantera negra?
— S i a u s t e d le p a r e c e . . .
— A h o r a me parecen muchas cosas, no sé todavía. Pero
algo leo en tu i n t e r é s , algo muy s u a v e estoy l e y e n d o . A ese peda¬
zo de tu á n i m a , a esa tu otra persona yo le voy a c o n t a r .

E n t o n c e s sí, a p a r t a n d o el e s t r e n o de la n o c h e , c u b r i é n d o m e
con ella los m o m e n t o s p a s a d o s p o r venir, e s c u c h é . El brujo me
o b s e r v a b a de c o s t a d o , con satisfecho l u t o , s a c i á n d o s e en s o n r i s a s
que no a l z a b a n el v u e l o del t o d o . Yo intuí que e s t a b a o b e d e -

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ciéndolo. U n a familia de loros gritó tras de n o s o t r o s , yo no los rosos como lacrima christi, moscatel, málaga, burdeos y champa¬
e s c u c h é : yo era su grito. Yo era el crujido del boscaje a s e d i a d o ña que obsequió nuestro jefe Fitzcarrald. No dejaré de consignar
p o r vientos en lo o s c u r o , yo era los v i e n t o s , yo era lo o s c u r o . Ya que nuestros anfitriones se mostraron asombrados al ver tanto
no m á s el d e s a m p a r o del r e n a c o ante la c o r r e n í a d a sino la c o - licor fino que llevábamos de rancho. Eso nunca podrían haberse
r r e n t a d a , el p a s a r del río, y la voz de fno M o x o frente al río: imaginado. Magníficamente recibidos, se celebraron fiestas en
— N o te vas a ir c o m o has v e n i d o , amigo. Yo te voy a decir. nuestro honor durante varios días, en los cuales fuimos tratados a
De Ino M o x o , la P a n t e r a N e g r a , algo de lo que b u s c a s yo te voy cuerpo de rey e hicimos muchos recuerdos de nuestra tierra de
a decir. la Costa y la Sierra, donde pasamos vida regalada y feliz. Pero
como no era de quedarse allí para toda la existencia, hubo que
El grito de los loros se disolvió en un largo e invisible a l e ¬
pensar en el regreso aunque muy a pesar nuestro. El señor Jesús
teo. ¿El viento se detuvo? P a r e c í a m á s bien que !a selva dejaba
Roca, socio de la firma boliviana Suárez-Roca, poderosa nego¬
de c a m i n a r bajo el v i e n t o , tal si la tierra t o d a , d o b l e g a d a por el
ciación cauchera, nos proporcionó buenas embarcaciones para la
aliento o s c u r o , fuese un río de pájaros y e n i g m a s y e n t r e v e r o s de
surcada. Puestos en marcha, 25 guerreros piros iban por el monte
r a m a s y peligros b o n d a d o s o s . Un río siempre i n m ó v i l y s i e m p r e
a pie, rastreando, resguardando a las embarcaciones de posibles
h u y e n t e , p e n s é , igual que si r e g r e s a r a del futuro, del t i e m p o sin
sorpresas. A estos 25 exploradores teníamos que vadearlos en las
t i e m p o de que h a b l a r o n D o n H i l d e b r a n d o y D o n J a v i e r .
encañadas, o sea en las grandes extensiones del río en línea recta,
— E s t e r í o , dice I n o M o x o , está e m p e d r a d o de fósiles oceá¬
al final de las cuales siempre había salvajes apostados, pero los
n i c o s , lo m i s m o que el M a p u y a . T o d o s los ríos de p o r aquí son
nuestros los rodeaban por tierra dando buena cuenta de ellos que
ídem que c a m i n o s , r u m b o s de un m a r que ya no existe y que
confiados esperaban en la orilla a nuestros botes. En esta forma
después t a m p o c o existirá...
los combates se decidían fácilmente a nuestro favor y sin bajas
humanas.

'Con felicidad para nosotros los mashkos que acabábamos 'No queriendo darse ningún descanso, Fitzcarrald planeó
de castigar ejemplarmente no tenían canoas para perseguirnos', una segunda expedición hasta el pueblo del Carmen. Su propó¬
reinicia su relato el expedicionario Zacarías Valdez. 'No tenían sito era limpiar de salvajes mashkos y huarayos todo el Madre
piraguas sino unos troncos abiertos a fuego que no les servían de de Dios, por lo que se vio precisado a sostener nuevos combates
gran cosa. Hasta ellos no había llegado todavía la herramienta a lo largo del viaje, pero como sus hombres ya estaban habitua¬
moderna de trabajo. Utilizaban nada más que hachas de piedra dos a la lucha y eran aguerridos, el triunfo coronaba sus esfuer¬
de forma primitiva... Un día más abajo encontramos una pobla¬ zos y así pudo desalojar a aquellos completamente de las márge¬
ción diferente a la de los salvajes, creímos por un momento haber nes del Madre de Dios, a tal punto que los huarayos se retiraron
llegado donde los brasileños de la frontera. Estando nosotros a al Inambari y los mashkos al río Colorado'.
quinientos metros de distancia del puerto, sus habitantes izaron
—¿Alguna vez combatieron ustedes contra los amawaka?
una bandera, imitándonos pues llevábamos el bicolor peruano en
la popa de la embarcación. Fitzcarrald, armado de un anteojo —'Por supuesto', se enorgullece Zacarías Valdez, 'peleamos
largavista, se dio cuenta que era bandera boliviana y exclamó varias veces contra esos antropófagos. Recuerdo especialmente
emocionado: una ocasión, a eso de las ocho de la mañana, en una encañada,
—¡Estamos navegando el río Madre de Dios! comenzaron a atacarnos los amawaka con flechas desde ambas
Los bolivianos nos colmaron de atenciones agasajándonos orillas. Los nuestros contestaban con disparos de carabina. Nues¬
con un regio banquete en el que hicimos derroche de vinos gene- tras embarcaciones seguían río abajo y dejamos la zona de la lucha.

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A las cuatro de la tarde tuvimos el combate más encarnizado en i n ú t i l m e n t e resistían las flechas, en vano n u e s t r o s g u e r r e r o s so¬
cuyo curso resultó herido un hombre... ' p l a b a n c e r b a t a n a s , no l l e g a b a n sus dardos al blanco, estiraban
—¿Un solo hombre? ¡os arcos para nada, peleaban únicamente para morir, frente
-—'Uno sólito, nadie más'. abierta y p e c h o abierto c o n t r a las balas de los e m b o s c a d o s . Todo
—¿No murió ningún amawaka? eso supo Ximu...
—'¡Ah!... De ellos mataríamos no menos de doscientos. Y alumbrando otro shirikáipi, fumándolo: ¿quién pues iba
Cuando los vimos ya vencidos atracamos y entramos al monte a a v e n d e r a r m a s a los n a t i v o s ? I g u a l que a h o r a es, p r o h i b i d o , p o r
perseguirlos. Cosa rara, no encontramos a nadie, quiero decir a más que los i n d i o s p r o m e t i e s e n t o d o el c a u c h o y t o d o el oro del
nadie vivo, como si se los hubiera tragado la tierra, como si se mundo. S o l a m e n t e a los indios t r a i d o r e s les v e n d í a n c a r a b i n a s ,
hubieran vuelto invisibles. Logramos otra vez dominar la situa¬ b a l a s , les e n s e ñ a b a n a d i s p a r a r c o n t r a sus p r o p i a s n a c i o n e s . Re¬
ción gracias a nuestras armas de fuego. Pero los salvajes reapa¬ cuerdo a uno de ellos, en c a m p a se l l a m a b a Hohuaté pero en
recieron como por encanto cuando embarcamos de nuevo en las v i r a k o c h a se l l a m a b a A n d r é s A v e l i n o C á c e r e s y R u i z , p u r o i n d i o
canoas y sólo dejaron de atacarnos una vez que se les acabaron traidor. Y r e c u e r d o a o t r o , vive t o d a v í a , un piro que en c r i s t i a n o
las flechas. Entonces se pusieron a gritar pidiendo que esperáse¬ se apellida M o r a l e s B e r m ú d e z , p e r o en i d i o m a piro no sé c ó m o
mos hasta el día siguiente para reanudar el combate pues tenían será, p e o r que t r a i d o r . Y recuerdo también a sus p a t r o n e s , al
que ir a sus casas para traer más flechas. Bravos como los cam¬ insaciable F e r m í n F i t z c a r r a l d y a su h e r m a n o Delfín. El Delfín
pa, quizá peores, eran los amawaka. Se reflejaba en ellos el espí¬ F i t z c a r r a l d , ya s a b r á s c ó m o m u r i ó , de qué m a n e r a fue a j u s t i c i a d o ,
ritu guerrero que heredaron de sus antepasados los inkas... ' unos d e c í a n que era un gran b a b i e c a , o t r o s d e c í a n lo m i s m o , yo
creo que e r a b u e n o p e r o no p o r v o c a c i ó n sino p o r c a n s a n c i o , por
fatiga, igualito que las v í b o r a s que ya están d e s d e n t a d a s . . .

. El m a e s t r o X i m u me icaró en a y a w a s k h a p a r a que yo vinie¬ Ximu, pues, decidió que los amawaka tuviéramos un jefe
ra. El sabía m á s de lo que sabía, a d i v i n a b a t a m b i é n lo que no mestizo, alguien que les c o n s i g u i e r a c a r a b i n a s , r e t r o c a r g a s , fusi¬
iba a s u c e d e r , lo que p o d í a e v i t a r s e , me noticia I n o M o x o con¬ les, m u n i c i o n e s , p a r a s o b r e v i v i r a su n a c i ó n . El jefe X i m u con¬
t e m p l a n d o el río M i s h a w a que salta ante n o s o t r o s , que se p i e r d e sultó a los e s p í r i t u s , llamó al á n i m a del agua, del v i e n t o , a t o d a s
en una c u r v a g r a n d e , que se a b a n d o n a en b u s c a del R í o S a g r a d o las á n i m a s de la selva, y de m á s lejos. Consultó. B e b i ó el j u g o
de los I n k a s , el W i l l k a m a y u que nació de n u e v o , igual que I n o s a g r a d o de la soga del m u e r t o , oni x u m a es su n o m b r e , u s t e d e s
M o x o , y hoy vive y transita bajo el n o m b r e más viejo, su n o m b r e le dicen ayawaskha, y al final, meditando, dietando, haciendo
uru: U r u b a m b a . Tierra de a g u a roja bajo el cielo rojo. Pampa ayuno, y fabricando icaros, eligió sucesor: un j o v e n c i t o medio
roja, p a m p a de agua, p a m p a de los urus: U r u p a m p a . El m a e s t r o b l a n c o , de t r e c e años apenas, hijo de m a d r e uru y p a d r e vira-
X i m u me hizo venir p o r q u e sabía que los a m a w a k a í b a m o s a desa¬ k o c h a , m á s m e s t i z o que v i r a k o c h a , c a u c h e r o a r e q u i p e ñ o . Así m e
parecer. exterminados. Era el tiempo del caucho, un reguero escogió el gran m a e s t r o X i m u , por encargo de las ánimas que
de m u e r t e s , de s a q u e o , de niñas violadas, pura bala se oía, y son las v a r i a s s o m b r a s del dios P a c h a k a m á i t e , aunque Pachaka-
n o s o t r o s a p e n a s con flechas, con d a r d o s de p u k u n a , b a l a y mie¬ máite c a r e c e a h o r a de c u e r p o . Atendiendo al mandato de sus
do, me a c u e r d o , desconcierto. E l jefe X i m u , sabio g r a n d e , s u p o p o d e r e s y d e s d e el oni x u m a , así me eligió.
que s o l a m e n t e con a r m a s de blancos podríamos responder a la
Me r a p t a r o n , clarito me a c u e r d o . D e s p u é s supe que el pro¬
ferocidad de los b l a n c o s , sólo con a r m a s de fuego p o d r í a m o s de¬
pio X i m u d i r i g i ó al g r u p o de siete v a r o n e s que me r o b ó . Pero
t e n e r a los v i r a k o c h a , defender nuestras tierras, solamente con
yo no lo vi. X i m u e n c a b e z ó t o d o esto d e s d e lejos, m o n t e aden¬
w í n c h e s t e r s , l i m p i a r n o s de la r a p i ñ a de los caucheros. Porque
t r o , a y u n a n d o , d i s p o n i e n d o que t o d o r e s u l t a r a b i e n . E s e día m i

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padre me había m a n d a d o con una servidora suya, niña c a m p a ,
como si h a b l a r a d e s d e los brazos del renacal que p u g n a b a en
a la choza de al l a d o , j u n t o a la c a s a g r a n d e , me h a b í a m a n d a d o
m e d i o del M i s h a w a . S i e m p r e siete, dice mi p r i m o C é s a r , siete
a esa c a b a ñ i t a que sirve p a r a alojar visitas, costumbre que no
h o m b r e s lo r a p t a r o n , a la s e m a n a se le p r e s e n t ó el jefe X i m u . Y
era de n u e s t r a z o n a sino de las c e r c a n a s al U n i n e . Justamente
d a n d o vida a u n a cerilla, m i r a n d o su reloj: a h o r a son las siete de
ese día mi s e ñ o r a m a d r e me iba a dar una h e r m a n a y mi p a d r e
la n o c h e , en p u n t o , y hoy es siete de J u l i o . . .
e s t a b a a t e n d i é n d o l a en el p a r t o . Yo me h a l l a b a j u g a n d o , arro-
jandro piedritas y semillas a un t i w a k u r u que silbaba a r r i b a de E l m a e s t r o I n o M o x o , sin e s c u c h a r l o :
una w i m b r a , entre las flores altas, cuando salió del b o s q u e mi — E s e día dejé de ser quien e r a , el hijo de mi p a d r e y de mi
señor padre r i e n d o . Me quise sorprender. ¡Acababa de verlo señora m a d r e , y e m p e c é a ser a m a w a k a , y o r a , hijo de X i m u , dis¬
d e n t r o de la casa, vestido en otra forma, h a c i e n d o de p a r t e r o ! cípulo d e X i m u , heredero de Ximu...
P e r o allí estaba, frente a mí, r i e n d o . No supe qué p e n s a r , p o r q u e
ese mi p a d r e , a d e m á s , iba c o m p l e t a m e n t e d e s n u d o , llevaba una
soguita de t a m s h i a m a r r a d a a la c i n t u r a , t o d a su c a r a y su p e c h o
c o l o r e a d o s de rojo. Me t o m ó de la m a n o sin p r o n u n c i a r pala¬
bras. Casi me le resisto. ¡Pero su c a r a era la c a r a de mi señor
p a d r e , acaso m á s o s c u r a , n a d a m á s , y su c u e r p o y su voz, vamo¬
nos me dijo, t o d o él era mi p a d r e ! La c a m p i t a que me c u i d a b a ,
que me debía c u i d a r , t a m p o c o hizo ni un i n t e n t o , n a d a h a b l ó , se
q u e d ó en la c h o z a m i r a n d o hacia o t r a p a r t e c o m o si no h u b i e s e
n a d i e , como si no h u b i e r a visto p a s a r n a d a . Así fue c o m o fue.
Me llevó un c h u l l a c h a k i vestido con el c u e r p o de mi señor p a d r e
m i e n t r a s en ese rato mi señor p a d r e estaba a t e n d i e n d o al naci¬
m i e n t o de mi h e r m a n a , en c o n s u e l o . H o r a s a n d e con ese mi otro
p a d r e , el a m a w a k a , hasta que nos j u n t a m o s con seis m á s en el
monte. Hartas h o r a s serían, a n t e s y l u e g o , p o r q u e e n t r a n d o el
día de otro día llegamos a este m i s m o c a s e r í o . U n a viejita me
r e c i b i ó , me a c u e r d o , R o s a U r q u í a se l l a m a b a , me q u i t ó las r o p a s ,
me bañó, me cantó canciones extrañas, me puso encima una
c u s h m a amarilla. C o n la viejita e s t u v e , n a d i e m á s , e n c e r r a d o en
su choza d u r a n t e siete días. Me a l i m e n t ó con p l á t a n o s a s a d o s a
l e ñ a , me carinó e s p a n t a n d o los r e s t o s de mi m i e d o , me hizo dor¬
mir feliz con un j u g u i t o que sale del tallo del t o h é . Día y noche
d o r m í , m i r a n d o l i n d o , s o ñ a n d o bien b o n i t o con los ojos a b i e r t o s
en el día, con los ojos c e r r a d o s , a b i e r t o s hacia a d e n t r o , en la
noche. C o m o a la semana c o n o c í a X i m u .

Insapillo e Iván seguían sin m o v e r s e , C é s a r se l e v a n t ó , se


a c e r c ó a I n o M o x o , estoy v i e n d o sus ojos d e s m e s u r a d o s bajo !a
ú l t i m a luz, el ajetreo de su voz e n t o r n a d a , más o s c u r a que el aire.

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vida, traición y muerte


del curaca Hohuaté

Hubo un curaca campa, informa el cauchero Zacarías Valdez,


un curaca amigo nuestro, su nombre era Hohuaté. Hohuaté
fue quien acompañó al Coronel Portillo en sus exploraciones por
disposición de La Fuente, junto con otros de su tribu ashanínka.
El Coronel Portillo, distinguido jefe de nuestro Ejército y des-
pués Prefecto de Loreto, una vez llegado al río Ucayali, agrade¬
cido de los servicios del citado curaca, le obsequió algunas armas
de fuego, entre ellas un revólver.
'Durante la surcada, a la altura de la confluencia del río
Ene con el río Perene, en una fiesta de los campas del río Tambo
a la que asistió nuestro curaca Hohuaté, se originó una reyerta
como resultado del m a s a t o que en gran cantidad se había inge¬
rido, y Hohuaté hirió con un tiro de revólver al curaca de los
campas del río Tambo dejándolo tuerto, embarcándose luego y
siguiendo viaje con todos sus compañeros. Este incidente originó
una irreconciliable enemistad entre ambos jefes campa.
'Algo más te diré de la vida del curaca Hohuaté. Cuando el
General Andrés Avelino Cáceres visitó Ayacucho, su tierra natal,
pasó al Apurímac hospedándose en casa de Don Manuel La
Fuente, de quien era muy conocido pues éste fue Sargento Mayor
en la época en que aquel desempeñó la Presidencia de la Repú-
blica, y antes habían actuado junios en las campañas de La Breña
durante la guerra con Chile. El General Cáceres pidió a La Fuen-

Til

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le que le regalara al curaca Hohuaté a jin de bautizarlo, demanda losas excursiones por el terreno, manifestó que no había peligro
que lúe aceptada. Hohuaté fue llevado a Ayacucho recibiendo alguno. A las tres de la madrugada emprendimos viaje tomando
el bautizo en la Catedral, de manos del Obispo. El General Cá- el centro del río y sin hacer ruido alguno pasamos a las cuatro y
ceres y el Senador Ruiz apadrinaron la ceremonia. Y Hohuaté treinta por la boca del Perene sin que se dieran cuenta los salva¬
tomó el nombre cristiano de Andrés Avelino Cáceres y Ruiz. jes. A las seis, y como a dos vueltas del río, más abajo, divisamos
Colmado de regalos por sus padrinos, el campa amigo nuestro a dos campas que estaban pescando y que nos preguntaron quié¬
regresó al Apurímac. nes éramos. Yo no respondí, nadie de nosotros dijo nada. Pero
'Como decía, La Fuente dispuso que este curaca me acom¬ el curaca Andrés Avelino Cáceres gritó:
pañara en el viaje, como conocedor que era del río. Uno de —¡Hohuaté.'
los primeros cuidados fue advertirme que no debíamos bajar el 'Y al escuchar ese nombre los dos campas corrieron a traer
río sin armas porque los huncuninas, salvajes que poblaban el río sus armas y volviendo al puerto se embarcaron bajando a todo
Tambo, nos esperaban para atacarnos. Atendiendo el consejo de remo en su canoa seguramente a dar parte de nuestra presencia
este magnífico. guía, volví a Huanta y compré regular cantidad a sus compañeros que no estaban lejos. Nuestras embarcaciones,
de armas que los comerciantes tenían reservadas para nosotros por efecto del talabordo, marchaban más despacio que las de los
en sus almacenes, carabinas wínchester, remington, etcétera, y salvajes, por lo cual les fue fácil tomarnos la delantera. A eso de
buena dotación de municiones. las ocho de la mañana, en una encañada, comenzaron a atacar¬
'De regreso al Apurímac ordené preparar seis grandes ca¬ nos con flechas desde ambas orillas. Aunque tuvimos dos hom¬
noas que fueron talabordadas, operación que consiste en acoplar bres heridos, los pamacaris nos defendían bien puesto que las
a los costados de las embarcaciones unos troncos de madera flo¬ flechas no lograban atravesar la espesa malla de cañabrava que
tante, bien sujetos, que permiten una gran estabilidad e impiden además estaba reforzada por dentro con ponchos y frazadas. Los
el hundimiento. Terminados los preparativos seguimos viaje con nuestros contestaban con disparos de carabina al azar, toda vez
más de cien hombres. Tres vueltas antes de llegar a la confluen¬ que no se divisaba bulto alguno pues los salvajes estaban metidos
cia del Ene con el Perene, el curaca Andrés Avelino Cáceres y en el bosque, ya habían probado lo que es arma de fuego. El
Ruiz me insinuó acoderar en la playa, donde debíamos pernoctar, curaca Andrés Avelino Cáceres y Ruiz se burlaba de sus contra¬
y continuar viaje por la madrugada, momento que él creía opor¬ rios bailando en la popa de la canoa, esquivando las flechas con
tuno para pasar la boca del Perene y burlar la vigilancia del el cuerpo y gritándoles que saliesen a la playa para verlos. A
curaca que él, Hohuaté, había herido cuando era Hohuaté, y que esto contestaban los atacantes diciéndonos que dejáramos de dis¬
seguramente lo estaría esperando para vengarse. parar con carabinas, cuyas balas no podían ver, por lo que no
podían esquivarlas como hacía Hohuaté con sus flechas, y dicién-
'En efecto, atracamos en la playa y acampamos. Fue curioso
donos que ellos saldrían al claro a pelear con quien sea pero de
ver al curaca Andrés Avelino Cáceres y Ruiz quitándose las bo¬
igual a igual, frente a frente y flecha contra flecha...
tas y el vestido de civilizado que tenía puestos y cubrirse de nuevo
con la cushma y pintarse el rostro con achiote, lo cual significaba 'Logramos, pues, dominar la situación otra vez gracias a
que se volvía otra vez Hohuaté y se ponía alerta para un posible nuestras armas de fuego, pero los salvajes sólo dejaron de atacar¬
combate. Yo mandé traer cañabravas apropiadas que fueron par¬ nos cuando se les acabó la dotación de flechas. Gritaron que
tidas en lonjas y tejidas en forma de esteras con las que se cons¬ esperáramos, que iban a traer más. Nosotros continuamos ba¬
truyó pamacaris, esos techos bajitos, sobre las seis canoas, de la jando por el río y acampamos en una playa a eso de las seis de
misma manera que hicimos durante la exploración del Madre de la tarde. Se hizo guardia durante toda la noche. Y la noche pasó
Dios. Me pareció muy natural cuando Hohuaté, después de sigi- sin novedad, eso creíamos, habíamos dejado bien atrás la región

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que ofrecía peligros. La noche pasó sin novedad únicamente para


nosotros los peruanos. Los indios que nos acompañaban, salva¬
jes de la tribu de Hohuaié, nos despertaron temprano con sus
gritos: el curaca A ndrés A velino Cáceres y Ruiz había muerto con
un dardo envenenado en el centro del pecho, cosa que no entendi¬
mos pues él había dormido dentro de nuestro bote, como una
concesión especial, bien protegido por los carabineros que no se
habían movido de sus puestos de centinela.

—¡Inganíteri, el ciiraca Inganíteri lo ha viroteado!, gritaba


el más viejo de la tribu de Hohuaté. Yo pregunté quién era Inga- 4
níteri, pensando tomar venganza contra él pues creí que se trataba
de uno de los campas que nos acompañaban. El lugarteniente el ¡efe Ximu ordena,
de Hohuaté me informó que Inganíteri era un gran brujo, un los ríos obedecen
shirimpiáre, precisamente el jefe campa que resultó herido por el
revólver de Hohuaté y perdió un ojo en esa fiesta, tiempo atrás... '
El gran m a e s t r o X i m u , yo lo vi siendo n i ñ o , reciencito c u a n d o
fui r a p t a d o , él me hizo p r e s e n c i a r l o c o m o p r i m e r a p r e n d i z a j e , se
p u s o a p e n s a r fuerte, fuerte, l l a m a n d o a los e s p í r i t u s , c o m e n z a n -
do los ritos de v e n g a n z a . A y u n a b a en el m o n t e , d i e t a b a sin cle-
m e n c i a p a r a con s u c u e r p o , i n g e r í a oni x u m a c a d a día, ayawas-
kha m e z c l a d a con hojas de t o h é , p a r a nutrir m á s v i s i o n e s , y c o n
hojas de coca para adivinación, visiones plateaditas, doraditas
p e r o bien r e a l e s , n a t u r a l e s . ¡Quitáitre, quitáitre!, llamaba el bru-
jo. ¡ T r a n q u i l o , t r a n q u i l o ! , así llamaba. Y bebía wankawisacha
p a r a l i m p i a r el á n i m a , p a r a p o d e r s e p a r a r el á n i m a del c u e r p o y
enviarla lejos, lejos, en el t i e m p o , la b e b í a j u n t á n d o l a con el oni
xuma, y t a m b i é n ingería chirisanango, y uchusanango en o t r a s
ocasiones. Yo, muchachito, trece años t e n í a , a p r e n d í a ver las
visiones que él veía. El me d i c t a b a t o d a s las visiones p a r a q u e
yo fuera aprendiendo. La ú l t i m a vez que estuve así, mirando
sus visiones de l l a m a d o , sus v i s i o n e s de v e n g a n z a c o n t r a los vira-
kocha, me quedé como tieso, me metí p e r d i é n d o m e entre unos
espirales b i e n o s c u r o s y bajó mi p r e s i ó n sin yo sudar n a d a . El
jefe X i m u t u v o que e c h a r m e de c a b e z a al río M i s h a w a p a r a q u e
yo r e a c c i o n a r a . Yo c o n t i n u a b a sin p a r a r en las v i s i o n e s , ya m e -
j o r c i t o de mi c u e r p o p e r o í d e m de mi á n i m a . F u e esa la p r i m e r a
vez que X i m u me separó. Y mi á n i m a veía. Mi á n i m a se s e p a r ó
de mi c u e r p o y me traía d e s d e el aire, me a c u e r d o , me t r a í a la
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visión de un b a r c o que se h u n d í a . Mi á n i m a me r e m o n t a b a , me dos que se h a l l a b a n en el fondo del b a r c o , d e n t r o de un c a m a r o t e ,
s o b r e v o l a b a p o r sobre un río a n c h o , de a g u a s de un m a r r ó n casi c o n v e r s a n d o y r i e n d o , sin d a r s e c u e n t a , sin que n a d i e les avisara,
dorado, que p a r e c í a que e s t u v i e r a i n m ó v i l . N o está q u i e t o , m e bien b o r r a c h o s los d o s .
dijo mi á n i m a , está n o m á s f i n g i e n d o , me dijo volando conmigo Es eso lo que vi en esa visión.
de una a o t r a m a r g e n , está v o l v i e n d o t i e m p o a r r i b a , me dijo, está
regresando. Y p u d e distinguir que esa c o r r e n t a d a a p a r e n t e m e n t e
quieta era el U r u b a m b a , el R í o S a g r a d o de los I n k a s . Un t r e c h o
'Al siguiente día, era 9 de Julio, dice con amargura el expe-
más allá, mi á n i m a me llevaba de los h o m b r o s c o m o si yo fuera
dicionario Zacarías Valdez desdé un folleto editado en '944,
una presa, mi c u e r p o c o l g a d o de las g a r r a s de mí á n i m a , m á s allá
desde un opúsculo titulado El Verdadero Fitzcarrald ante la His¬
me hizo ver ese b a r c o que se h u n d í a . Se h u n d í a el b a r c o y se
toria. Al siguiente día Fitzcarrald emprendió la surcada a bordo
salvaban t o d o s los pasajeros m e n o s d o s , t o d o s s a l t a b a n del b a r c o
de su barco 'Adolfito'. Después de varias horas de navegación
que iba de frente hacia un g i g a n t e s c o r e m o l i n o , u n a m u y u n a , y el
llegaron a la correntada del Mapálja, en el río Urubamba. La
m o t o r i s t a del b a r c o era un n i ñ o de mi e d a d , c o m o yo era, y decía
embarcación, como era de poco calado, iba pegada a la orilla, a
me llamo A r o l d o C á r d e n a s , me acuerdo limpiamente de e s o , y
toda marcha. En esta forma, al llegar a un codo del rio cuya
de su voz, el m o t o r i s t a dirigía el b a r c o hacia el r e m o l i n o , levan¬
vuelta debía dar, en lugar de abrirse de proa para entrar a la co¬
t a b a los ojos hacia mí, hacia mi á n i m a , y g r i t a b a .
rriente, siguió navegando pegada a la orilla y recibió de costado
—El campa Severo Quinchókeri, me dice Ruth Cárdenas, toda la fuerza del río que la desvió de su ruta. El motorista, un
la esposa de D o n Javier en I q u i t o s , el c a m p a S e v e r o Q u i n c h ó k e r i viejito que apellidaba Perla, maniobró para enderezar el barco y
nos dijo que gracias al a y a w a s k h a él h a b í a p o d i d o ver c ó m o el en ese esfuerzo se rompió la cadena del timón, perdiendo todo
brujo Julio V a l l e s se robó a mi h e r m a n i t o A r o l d o e n g a ñ á n d o l o , control. Los tripulantes, al darse cuenta que la lancha marchaba
disfrazándose con el c u e r p o y con la voz de mi mamá. sin gobierno, se lanzaron al agua salvándose todos a nado a ex¬
— ¡ Y o soy A r o l d o C á r d e n a s ! , gritaba e l m o t o r i s t a dirigien¬ cepción de Fitzcarrald y del magnate cauchero boliviano Vaca-
do el b a r c o hacia ese r e m o l i n o . Diez, que se encontraban en el camarote ignorantes de lo que
— U n c h u l l a c h a k i y a n o e s u n a p e r s o n a , p r o s i g u e R u t h Cár¬ ocurría afuera, celebrando el pacto de unión de sus empresas para
d e n a s , un c h u l l a c h a k i , por e j e m p l o A r o l d o , es a p a r i e n c i a de per¬ explotar toda la Amazonia.
sona, es c o m o n a d i e , un r e c i p i e n t e vacío que los brujos l l e n a n 'Sin gobierno .la lancha y abandonada también por el moto¬
a su c o n v e n i e n c i a p o n i é n d o l e las a p a r i e n c i a s de los c u e r p o s que rista que en vez de avisar a los dos magnates sólo atinó a lan¬
quieren, de los cuerpos con que q u i e r e n e n g a ñ a r . D e n t r o de ese zarse al agua sin siquiera detener antes la máquina, el 'Adolfito'
nadie que es el c h u l l a c h a k i , y que sin e m b a r g o t i e n e g r a n d e s po¬ enfiló a toda velocidad hacia el remolino, entrando en él, volcán¬
d e r e s , ellos p o n e n las p e r s o n a s con que nos q u i e r e n h a c e r creer, dose y hundiéndose.
no sé si me e n t i e n d e s . . . 'Acaecida la tragedia y después de verificado el recuento de
—¡Yo soy Aroldo Cárdenas!, gritaba. Y saltaba también los sobrevivientes, notamos que el viejito Perla no estaba, seguro
a las aguas. J u s t o antes que ese b a r c o fuera t r a g a d o p o r el remo¬ que él también había muerto. Quedaron entonces nuestros reme¬
lino, ese niño saltaba y se j u n t a b a con los d e m á s n a d a n d o a la ros piros con orden de efectuar la búsqueda de los cadáveres, ha¬
ribera, yo lo vi, después r e g r e s a b a al agua y se iba c a m i n a n d o biendo encontrado a los dos días el cuerpo de Fermín Fitzcarrald
despacito por el fondo del río. Y c o n f o r m e se a l e j a b a de los atascado en la palizada de un remanso. Nunca se halló el cadá¬
sobrevivientes su cuerpo iba c a m b i a n d o , se iba v o l v i e n d o ancia¬ ver del cauchero boliviano Vaca-Diez ni el cadáver del motorista
n o , viejecito, e n c o r v a d o y a n c i a n o . Y t o d o s se s a l v a r o n m e n o s Perla. La tragedia fue más de lo que supones, me dice Zacarías

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Valdez, porque en el camarote del 'Adolfito' los dos caucheros


más grandes del Perú y Bolivia estaban festejando la fusión de
sus fuerzas para explotar mejor el caucho y traer más progreso
para la Amazonia y para la Patria...

Él cuerpo de Fermín Fitzcarrald fue enterrado allí, en la


misma boca del Inuya, ese maldito afluente del Urubamba. Los
salvajes se aprovecharon de esta coyuntura para asaltar a los
caucheros. Los indios amawaka comenzaron por asesinar nada
menos que a Delfín Fitzcarrald, hermano del cauchero inolvida¬
5
ble, en el río Purús. Y los piros, nuestros antiguos aliados, hicie¬
ron lo propio en el Curiyane, afluente del río de Las Piedras, ma¬
Ino Moxo dice que las palabras
tando a Carlos Shonfe, a Leopoldo Collazos y a todos los emplea¬
nacen, crecen y se reproducen
dos de éstos, dejando con vida sólo a las mujeres y a los niños...
pero no en castellano
'Es que por ese entonces los salvajes usaban armas de fuego.
Ya alguien les había enseñado a disparar... '
La v e r d a d no es la v e r d a d sino nuestra v e r d a d , e x c l a m a con voz
d u r a y o s c u r a el m a e s t r o I n o M o x o . ¡Es la v e r d a d del oni x u m a ,
la v e r d a d del c h u l l a c h a k i , la m a l d i c i ó n de X i m u ! Lo estoy v i e n d o
a l t e r a r s e por p r i m e r a vez, r e s p i r a n d o con fuerza h a c i a el M i s h a w a
que se desliza frente a la n o c h e y a t e n ú a l e n t a m e n t e su h a b l a r :
— X i m u se d e d i c ó a e n s e ñ a r m e t o d a s n u e s t r a s v e r d a d e s . . .
Y ya r e n d i d o a la n e g r u r a :
— D i r í a m a l si te dijera que me a d a p t é con facilidad al existir
de los a m a w a k a , diría mal si te dijera s i m p l e m e n t e que me a d a p t é .
En r e a l i d a d fue c o m o si s i e m p r e h u b i e s e vivido a q u í , m a d r u g a n ¬
d o con e l l o s , y e n d o d e c a z a , p e s c a n d o e n m e d i a n o c h e , f e s t e j a n d o ,
guerreando, e n a m o r a n d o , d e r r i b a n d o árboles para canoa, ramajes
para leña, acompañando a las h e m b r a s a capturar tortugas y
h u e v o s de c u p i s o bajo las arenas, aprendiendo a r e m a r sin que
gotee ni un r u i d i t o , y a p r e p a r a r flechas y v e n e n o de flechas, a
enlucir c e r b a t a n a s , a r c o s g r a n d e s y soplar d a r d o s sin que' el aire
se e n t e r e . Y más que n a d a e s t a n d o s i e m p r e cerca del maestro
X i m u , en su j u n t i t o y e n d o a t o d a s p a r t e s , s i e n d o testigo de sus
a y u n o s , de sus m a r e a c i o n e s de i n v o c a c i ó n , de l l a m a d o , de inter¬
c a m b i o de c o n o c i m i e n t o s , d e l e t r e a n d o u n o a u n o sus icaros c o m o
si yo fuese su t e r c e r l a b i o , y e s c u c h á n d o l o s i e m p r e . El me ense¬
ñó lo que p u e d e s a b e r s e , lo que d e b e , p a r a la u t i l i d a d de los hu¬
m a n o s , de los h u m a n o s h o m b r e s y cosas y a n i m a l e s , de t o d o s los
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humanos. H a s t a los quince a ñ o s d u r ó mi a p r e n d i z a j e inicial con d e s d e una n o c h e que no o l v i d a . D e s n u d o y claro entre desnudos
el m a e s t r o X i m u , d e s p u é s con o t r o s jefes que v e n í a n a enseñar¬ c o b r e ñ o s , r o d e a d o p o r los c u e r p o s de la t r i b u , recibió su d e s t i n o
me desde lejos y a p r a c t i c a r . P e r o a esa mi e d a d se m u r i ó el al c a b o de u n a sesión ritual de a y a w a s k h a .
gran m a e s t r o , p o c o después de haberme nombrado primogénito —¡Visiones, empiecen!, exclamó Ximu c a l i b r a n d o los pare¬
suyo. Se p u s o su c u s h m a ritual c u a n d o sintió lo c e r q u i t a de la ceres del a l u c i n ó g e n o en la m e n t e del j o v e n y a p o d e r á n d o s e , con
m u e r t e , p a r a e n t r a r a la m u e r t e se -puso esa c u s h m a a m a r i l l a , se esas dos p a l a b r a s , de su e m o c i ó n , sus ánimas, su vida. Este
despidió de mí sin decir n a d a a los d e m á s y se p e r d i ó en el m o n t e , aprendió que t o d a b a r r e r a desaparecía, desaparecía todo empala-
d e s a p a r e c i ó el c u e r p o de X i m u e c h a n d o h u m o . . . miento, e n t r e sus existires y los del viejo X i m u . El m á s ínfimo
gesto del a n c i a n o a d q u i r í a , en su a t e n c i ó n , c a r i c i a s de m a n d a t o .
H a c e c u a t r o días que l l e g a m o s al p u e b l o de I n o M o x o , es Lo que Ximu pensaba era mirado y escuchado por el joven.
casi m e d i o d í a , varios l a g a r t o s n e g r o s d e s c a n s a n bajo el sol, frente C o m p r e n d i é n d o s e a t r a v é s de r e l á m p a g o s y s o m b r a s , e n t r e visio¬
y a los c o s t a d o s de n o s o t r o s en las p l a y a s b r i l l a n t e s de g u i j a r r o s , nes l e n t a s y c o l o r e s , X i m u e m p e z ó a confiarle su p a c i e n c i a y su
a ambos l a d o s del M i s h a w a que en este m o m e n t o va a v e n c e r , fuerza. Le dijo c u á l e s ó r d e n e s d e b í a él a c e p t a r de las ánimas
en este i n s t a n t e a r r a n e a , se lleva ya los restos del renaco río abajo que viven en el aire, cuáles r u m b o s p r e g u n t a r y e s c u c h a r del aya-
hacia el v a s t o y s a g r a d o U r u b a m b a . w a s k h a y c u á l e s i n t e n c i o n e s y o p e r a n c i a s , y lo p r e ñ ó con la capa¬
—Algunas de esas c o s a s , únicamente algunas he de con¬ cidad de ejercer esas ó r d e n e s y de t r a n s m i t i r l a s , de s a n a r c u e r p o s
fiarte, dice d e s p a c i o I n o M o x o u l t i m a n d o sus ojos h a s t a el renaco y ánimas, de moldear su p r o p i a vida con m a n o s de servicio.
que se hunde y reaparece dando tumbos, aferrándose al agua Primeramente el j o v e n d e b i ó reconocer, en sus m i n u c i a s , a los
que lo p i e r d e t r a s de aquella m u y u n a . El m a e s t r o X i m u me re¬ boscajes t u r b i o s . E n t e n d e r a la selva. Las p l a n t a s , de u n a en
c u p e r ó a mi n a c i ó n v e r d a d e r a y a su sabiduría, él me i n f o r m ó u n a , d i s t i n g u i r l a s en sus oficios y en sus m a d r e s y en sus n o m b r e s .
que el m i l a g r o está en los o j o s , en las m a n o s que t o c a n y averi¬ P o r q u e c a d a v e g e t a l tiene s u m a d r e , s u v o c a c i ó n , dice. í d e m los
guan, y no en lo que se ve, no en lo t o c a d o . . . a n i m a l e s , h a s t a los m á s i n ú t i l e s , d e u n o e n u n o , h a s t a los que
n o existen. E m p e z ó p o r los p á j a r o s , d o m i n a d o p o r e l a y a w a s k h a ,
Las infancias del r a p t a d o p a r t i e r o n en una fiesta larga, cere¬
en esa su p r i m e r a m a r e a c i ó n amawaka.
monia b u l l o s a de brebajes y n o s t a l g i a s feroces, en cuya cima lo
— ¿ R e c u e r d a s cómo es la p a n g u a n a ? , lo acosó Ximu. Quie¬
rebautizaron. E x t e n d i ó los b r a z o s y de lo alto de los m a t o r r a l e s
ro que v i s u a l i c e s u n a , a h o r a , p a r a mí. ,
llovió s u n u e v a vida, Ino M o x o r e p i t i e r o n las ramas golpeadas
por el a g u a c e r o , I n o M o x o , c o m o t a l i s m á n h e c h o de raíces y de Y el j o v e n a p r e t ó y a b r i ó los ojos.
oscuridad. Ino M o x o : Pantera Negra. —¡Y ahí estaba la panguana!, me dice, alta sonrisa, Ino
Moxo. ¡Ahí e s t a b a j u n t o al jefe X i m u y j u n t o a m í , la p a n g u a -
E n r o l a d o en el saber de las p l a n t a s , los a n i m a l e s t i b i o s , los
na! Yo p o d í a v e r l a p e r f e c t a m e n t e b i e n , sin c o l a , con su p l u m a j e
animales ausentes, las c o s a s y las p i e d r a s y las á n i m a s , perito
verde m a n c h a d o de marrón. L o s c o l o r e s del ave e r a n u n solo
en guerrear y aconsejar, digno de h a c e r s e oir p o r las s o m b r a s y
c o l o r c o n las r e m i n i s c e n c i a s de la luz, con la p e n u m b r a que se
los c u e r p o s de las s o m b r a s , así p e n s ó X i m u , el j o v e n s e c u e s t r a d o
m o v í a a t r á s de las a n t o r c h a s , s o b r e la h o j a r a s c a del suelo. Todo
alcanzaría las m á s altas h o n d u r a s . D i s f r a z a d o en su a n t i g u a iden¬
p o d í a verlo allí, sin l í m i t e s . N u n c a en mi vida he v u e l t o a ver
tidad, con ropajes y m o d a l e s de m e s t i z o , e n g a ñ a r í a a los enga¬
así, con tanta c l a r i d a d y c o n tantos detalles.
ñ a d o r e s , o b t e n d r í a c a r a b i n a s y b a l a s de los c o m e r c i a n t e s b l a n c o s .
— L a p a n g u a n a va a e m p e z a r a m o v e r s e , lo alertó X i m u .
D e s p u é s , r e g r e s a n d o a su vida de v e r d a d , m o s t r a r í a c ó m o se ma¬
nejan a q u e l l a s c e r b a t a n a s de fierro que d a r d e a n t r o n a r e s y esta¬ Y la p a n g u a n a se i n q u i e t ó , c o m e n z ó a d a r v u e l t a s en el cam¬
llidos. Así d i s p u s o X i m u y así lo hizo a d i e s t r a n d o al raptado po de la v i s i ó n del j o v e n . X i m u trajo d e s d e el aire u n a p a n g u a n a

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m a c h o , o r d e n a n d o , y la pareja de p e r d i c e s e n t r ó en una d a n z a maestro X i m u . Y algo p e o r m e j o r : X i m u me e n s e ñ ó a distinguir
de e n a m o r a m i e n t o r e v o l o t e a n d o y s u a v e p i c a r i ñ á n d o s e . Apareció los días de las p l a n t a s . P o r q u e u n o s días la p l a n t a es h e m b r a y
una s o m b r a entre las dos p e r d i c e s , algo que se hizo nido sobre sirve p a r a u n a cosa. Y o t r o s días la m i s m a p l a n t a es m a c h o y
el piso, y c i n c o huevos. La p a n g u a n a m a c h o se a c o m o d ó sobre sirve p a r a lo c o n t r a r i o . ..
los cinco h u e v o s azules. — S i llego a un río g r a n d e estoy s a l v a d o , dijo el renaco au¬
— E l m a c h o es el que e m p o l l a , dice X i m u . sente en mi visión. D e s p u é s . A h o r a e s c u c h o el sitio en que por¬
— ¡ Y vi c ó m o se iban a b r i e n d o los h u e v o s ! e x c l a m a I n o fiaron las r a m a s del renaco c o n t r a el t o r r e n t e , me oigo en su l u g a r
M o x o , ¡y de cada huevo n a c í a n dos p a n g u a n a s , ya h e c h a s y de¬ sin p o d e r e v i t a r l o :
rechas, grandecitas!. . . —Ayawaskha, en dialecto amawaka, ¿cómo me dijo usted
— N o fue h o m b r e , fue mujer, le dice D o n J a v i e r a mi me¬ que. . . ?
moria. P o r q u e el dios P a c h a k a m á i t e h a b í a d i s p u e s t o que K a a - —No es justa tu pregunta, me interrumpe d e s r i é n d o m e con
metza y N a r o w é tuvieran c i n c o . . .
lástima íno M o x o . En i d i o m a de yoras, completito, no en dia¬
IDÍ'Í MOXO lo interrumpe: lecto: en i d i o m a , las frases p u e d e n a la vez alejarse p a r a s i e m p r e
— D e s p u é s , solamente m i r a n d o las visiones d e X i m u , aprendí y j u n t a r s e , e n t r e l a z a r s e y s e p a r a r s e p a r a s i e m p r e , h a s t a m á s lejos
varias clases de p a n g u a n a s . A p r e n d í t r o m p e t e r o s y w a p a p a s , mu¬ de la i n f i n i t u d . . .
chos p á j a r o s , t o d o s , todos los p á j a r o s . El jefe X i m u iba i m i t a n d o
sus c a n t o s y ellos a p a r e c í a n , e n t r a b a n al c a m p o de mis v i s i o n e s , Y v o l v i e n d o la c a r a , n o s t a l g i a d o , p e r d i é n d o s e en la a u s e n c i a
a n i m a l e s de día,. animales n o c t u r n o s , y d e s p u é s c a n t a b a n por su del renaco en m e d i o del Mishawa:
cuenta, solos, y sus voces p a s a b a n a mi vida, f o r m a b a n la otra — S e r á p o r el c a r á c t e r de estas selvas, t o d o este m u n d o nues¬
p a r t e de mi r e p e r t o r i o ya p a r a s i e m p r e . . . Lindos idiomas, hasta tro todavía formándose, ríos que de improviso transtornan su
a h o r a me a c u e r d o . El jefe X i m u p u s o mi c o r a z ó n , p u s o mi b o c a , sentido o d e s c i e n d e n sus a g u a s o las alzan en u n a s p o c a s h o r a s .
en esos a ñ o s , en la voz de esos a ñ o s , mi c u e r p o e s p i r i t u a l y mi Tú d e b e s h a b e r visto: si a m a r r a s tu c a n o a sin sacarla del a g u a ,
cuerpo m a t e r i a l . M e e n s e ñ ó t o d o s los i d i o m a s , los h a b l a r e s d e al a m a n e c e r siguiente la e n c o n t r a r á s c o l g a d a del aire, si es que
los pájaros y t a m b i é n los i d i o m a s de los v e g e t a l e s , y los m á s in¬ la e n c u e n t r a s , y el río te m i r a r á d e s d e abajo, ya p u r a p i e d r a , ya
t r i n c a d o s de las p i e d r a s . Me e n s e ñ ó a d o m e s t i c a r los p o d e r e s de en p i e d r a c o n v e r t i d a el agua de su víspera. O t r a vez p u e d e p a s a r
los vegetales y las piedras, las v o c a c i o n e s d a ñ o s a s y h o n r a d a s de al revés: tu p i r a g u a se h a b r á ido a m a r r a d a a las c o r r i e n t e s que
las h i e r b a s . M á s que nada me e n s e ñ ó a e s c u c h a r , me e n s e ñ ó a crecen sin aviso ni t i e m p o p a r a n a d a . T o d a v í a está h a c i é n d o s e
saber e s c u c h a r l a s , puso mi o í d o s o b r e sus p o t e n c i a s , en sus cono¬ este m u n d o , porfiando su l u g a r , acomodando aquí su m á s allá,
c i m i e n t o s e i g n o r a r e s , m e d i a n t e el a y a w a s k h a . A h o r a , si me en¬ c a y e n d o con los b a r r a n c o s , los á r b o l e s g i g a n t e s c o s , a s o m a n d o e n
c u e n t r o con u n a raíz, con una flor o liana que el maestro Ximu las islas que hoy d u e r m e n aquí, c o m o el renaco, y m a ñ a n a des¬
no a l c a n z ó a m o s t r a r m e en las v i s i o n e s , yo p u e d o e s c u c h a r a esa p i e r t a n lejoslejos, y en u n o s i n s t a n t e s n u e v a m e n t e se p u e b l a n de
raíz, a ese a r b u s t o , a esa flor, a esa l i a n a , y así d e t e r m i n o cuál p l a n t a s , de p e r s o n a s , de a n i m a l e s . P a r a ver y e n t e n d e r y n o m b r a r
es su á n i m a , qué soledad la rige, o c o m p a ñ í a , c ó m o fue que n a c i ó , un m u n d o así, requerimos h a b l a r t a m b i é n así. Un idioma que
p a r a qué sirve, qué clase de d o l e n c i a s d e s m e m o r i a , con qué m a l e s decrezca o a s c i e n d a sin a n u n c i a r , boscajes de palabras que hoy
engorda. Y ya sé con qué d i e t a s , con qué i c a r o s se a u m e n t a n o día están aquí y m a ñ a n a d e s p i e r t a n lejos, y en ese i n s t a n t e , d e n t r o
d e s v a n e c e n las fuerzas de ese v e g e t a l , c o n qué c a n c i o n e s p u e d o de la m i s m a b o c a , se p u e b l a n de o t r o s s i g n o s , de n u e v a s reso¬

a l i m e n t a r l o , con qué p e n s a m i e n t o s fuertes injertarlo. Y lo m i s m o nancias. En c a s t e l l a n o te será difícil e n t e n d e r l o . El castellano


es c o m o un río q u i e t o : c u a n d o dice algo, ú n i c a m e n t e dice lo que
me pasa con las gentes, lo m i s m o me i n f o r m ó de las p e r s o n a s el

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ese algo dice. El a m a w a k a no. En i d i o m a a m a w a k a las p a l a b r a s cosa, o d e c i r su c o n t r a r i o . Si yo p r o n u n c i o así, oni x u m a , con
c o n t i e n e n siempre. C o n t i e n e n s i e m p r e otras p a l a b r a s . . . la voz d e l g a d a , b r i l l a n d o , c o m o d e l e t r e a n d o h o g u e r a s y no l e t r a s ,

Y con voz que s o l a m e n t e a h o r a r e c o n o z c o , Ino M o x o , con en lo oscuro, oni xuma significa filo-de-piedra-plana. Y dicha

una voz de esas veces en el H o t e l Tariri de P u c a l l p a , m a n a n d o de otro modo significa tristeza-que-no-sale. Y significa punta-
de la boca c e r r a d a de D o n J a v i e r : de-la-primera-flecha. Y significa herida, que a la vez significa

— N u e s t r a s p a l a b r a s son igual que p o z o s , en esos p o z o s ca¬ labio-del-alma. Y siempre, al m i s m o t i e m p o , es ayawaskha.

ben las aguas más diversas: c a t a r a t a s , lloviznas de o t r o s t i e m p o s , Ayawaskha, que p a r a n o s o t r o s no es p l a c e r fugitivo, ventu¬
o c é a n o s que fueron y serán de ceniza, r e m o l i n o s de ríos y de ra o a v e n t u r a sin semilla, c o m o p a r a los v i r a k o c h a . El a y a w a s -
h u m a n o s y lágrimas t a m b i é n . Son lo m i s m o que gentes n u e s t r a s k h a e s p u e r t a , sí, p e r o n o p a r a h u i r sino p a r a e t e r n a r , p a r a e n t r a r
p a l a b r a s y a veces m u c h o m á s , no simples p o r t a d o r e s de un sig¬ a esos m u n d o s , p a r a vivir al m i s m o t i e m p o en esta y en las o t r a s
nificado, de un significado que siempre es un significado sola¬ n a t u r a l e z a s , p a r a r e c o r r e r las p r o v i n c i a s de la n o c h e que no tiene
m e n t e , no son esas vasijas que se aburren con la m i s m a agua distancia, inabarcables.
g u a r d a d a hasta que sus p e r s o n a s , sus lenguas, las olvidan, se Es p o r eso que la luz del oni x u m a es negra. No explica.
r o m p e n o s e c a n s a n , t u m b a d a s , m e n o s que m u e r t a s . No. En No revela. En l u g a r de d e v e l a r m i s t e r i o s , los r e s p e t a , los vuelve
nuestras vasijas c a b e n ríos e n t e r o s , y si a c a s o se q u i e b r a n , si a c a s o más y más misteriosos, más fértiles y p r ó d i g o s . El oni x u m a
se raja la e n v o l t u r a de las p a l a b r a s , el agua sigue allí, vivida, in¬ riega la t i e r r a d e s c o n o c i d a : esa es su m a n e r a de a l u m b r a r .
tacta, c o r r i e n d o y r e n o v á n d o s e sin p a r a r . Son seres vivos que
Y c u a n d o lo i n v o c a m o s c o n u r g e n c i a , con h a m b r e y con res¬
andan por su cuenta, las p a l a b r a s , a n i m a l e s que n u n c a se r e p i t e n ,
p e t o , con esa e n t o n a c i ó n de a g u a finita, de a g u a que p a s a p o r
que nunca se resignan a una m i s m a piel, a u n a m i s m a tempera¬
entre el a b r a z o de dos p i e d r a s r e d o n d a s , oni x u m a , oni x u m a es
tura, a unos m i s m o s pasos. Y se j u n t a n lo m i s m o que p a n g u a -
costado-de-un-cuchillo-de-piedra. Con él cortamos los dedos del
nas y tienen d e s c e n d e n c i a . . .
Maligno. C o n él s e p a r a m o s al c u e r p o de sus á n i m a s . . . Si un
De la p a l a b r a tigre y la p a l a b r a baile p u e d e n a c e r orquídeas, á n i m a está e n f e r m a , o si c o r r e p e l i g r o , la d i v o r c i a m o s de su ma¬
o acaso n a z c a veneno-de-tohé. De la noche p r e ñ a d a p o r un tibe, teria d u r a , n e g a m o s el c o n t a g i o , lo empalamos, el a y a w a s k h a n o s
esa casi gaviota de los ríos n u e s t r o s , nace la p a l a b r a relámpago e n s e ñ a el o r i g e n y la u b i c a c i ó n del m a l , nos dice con qué h i e r b a s ,
que es melliza de la p a l a b r a que en a m a w a k a d i c e silencio-des- con q u é i c a r o s d e b e m o s e s p a n t a r l o . Y si un c u e r p o está e n f e r m o ,
pués-de-la-lluvia. Porque en a m a w a k a no hay un solo silencio, igual: lo d e s p r e n d e m o s de su á n i m a p a r a que no la p u d r a , aisla¬
así, c o m o en tu idioma, en g e n e r a l , c a l l a d o , que n a d a d i c e , sino m o s i g u a l m e n t e los lugares del d a ñ o , s a b e m o s qué raíces mantie¬
m u c h o s silencios distintos, lo m i s m o que en la selva, lo m i s m o nen al c u e r p o e s p i r i t u a l y al á n i m a m a t e r i a l d i s t a n t e s , s e p a r a d o s ,
que en n u e s t r o m u n d o visible, y t a m b i é n t a n t o s silencios c o m o hasta que la c a r n e resucite en el preciso c o r a z ó n de su salud.
existen en los m u n d o s que no se ven con los ojos del c u e r p o ma¬ H a s t a que su pareja de aire, su pareja de s o m b r a , vuelva a c r e c e r
terial. . . en el c u e r p o lo m i s m o que un renaco, i n o c e n t e , que no sabe sola¬
Tienen, p u e s , d e s c e n d e n c i a , las p a l a b r a s . . . m e n t e lo que sabe la c a r n e , y no le i m p o r t a ser feliz o e t e r n o ,
E injusta es tu pregunta, m á s p o r prejuicio v i r a k o c h a , c r e o , p u e s t o q u e a m b o s e s t a d o s n o son n a d a sino son p a r a t o d o s . Le
que por a t r e v i m i e n t o o i g n o r a n c i a . A u n así no voy a dejarla sin da lo m i s m o ser p a r a su s i e m p r e , o p a r a q u i e n , e f í m e r o , lo goza...
c o n o c e r , sin respuesta. En i d i o m a a m a w a k a el a y a w a s k h a es oni Y e s t o , que no es n a d a , es t o d o . H a y d o n e s , hay p o d e r e s , hay
x u m a , escríbelo. P e r o oni x u m a no significa ú n i c a m e n t e a y a w a s - mandatos. No hay m i l a g r o , en el sentido que tu p e n s a m i e n t o le
kha. Verás. Según c ó m o y p a r a qué se diga, según la h o r a y el está d a n d o a h o r a a la p a l a b r a m i l a g r o . No hay m i l a g r o en la
sitio en que se diga, oni x u m a p u e d e decir lo m i s m o , o decir otra cura, no en la i n v o c a c i ó n , ni antes ni d e s p u é s del oni x u m a . Hay

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raíces y j u g o de raíces, hay c o r t e z a s precisas p a r a esto y lo o t r o , cen ser c u e r p o s tales c u e r p o s , o c u p a n un vacío en este m u n d o ,
varios tipos de lluvia que se b e b e , y t a m b i é n c i e r t a s p i e d r a s . De en las infinitas existencias del m u n d o , y por eso íes falta siempre
qué m a n e r a , en qué caso utilizarlos, cuándo y cómo segarlos y t o d o , algo de a i r e , un m e n o s m á s de tierra, su á n i m a en desacuer¬
p r e p a r a r l o s , eso es lo que sabe el a y a w a s k h a , eso n o s lo trans¬ d o , i n s e r v i b l e , su carne en d e s a c u e r d o . El oni x u m a sabe desmez¬
fiere si así lo considera, si el á n i m a o el c u e r p o lo m e r e c e n . Para clarlos. P a r a eso es filo de p i e d r a p l a n a , es h e r i d a y cuchillo y es
darte un ejemplo: si tú vives tan sólo p a r a tu p r o p i a vida, ya ele¬ p u n t a de la p r i m e r a flecha de la ú l t i m a costilla, y es aguja que
giste morir. Y c o m o n a d a l o g r a r á s a n a r t e , a u n q u e por fuera pa¬ cose o que d e s g a r r a . Sabe a p a r t a r los c u e r p o s de sus á n i m a s y
rezca que has n a c i d o y sigues v i v i e n d o , m o r i r á s , ya te has m u e r t o . sabe r e t o r n a r l o s . Sabe quién sí, q u i é n n o , es d i g n o de esta vida, o
Pero si p e r m a n e c e s en tu sitio, si tu alma está en su sitio y tu es digno de las o t r a s , o es d i g n o de n i n g u n a . Yo o b e d e z c o a p e n a s .
cuerpo en su sitio, sin a r r e b a t a r l e a n a d a ni a n a d i e su e s p a c i o Sin la luz n e g r a del oni x u m a ni siquiera i g n o r a n t e es lo que soy.
de vivir, e n t o n c e s no h a b r á mal que se defienda. El oxi x u m a me Ni siquiera me e q u i v o c o , a c i e r t o al revés, que es d i s t i n t í s i m o , el
aconseja, me dicta el vegetal y el p e n s a m i e n t o fuerte, la m e d i c i n a ayawaskha me convierte en su instrumento más desdichado por
exacta que l i m p i a r á la tierra y el aire de los c u e r p o s . P a r a eso lo p o d e r o s o . Si es m u c h o lo que d e s c o n o z c o , lo que no a l c a n z o
es preciso el oxi xuma: p a r a que el enfermo no a v a n c e , no retro¬ a ver, no i m p o r t a : el a y a w a s k h a sabe. T o d o es m e r e c i m i e n t o . El
ceda y al m i s m o tiempo no se d e t e n g a . P a r a que la sangre secreta a y a w a s k h a o r d e n a , o d e s o r d e n a , yo o b e d e z c o . Si no me o r d e n a
del enfermo prosiga. Te h a b l o de la sangre que a l i m e n t a al sue¬ nada obedezco igualmente. Y si me o r d e n a p o s p o n e r la m u e r t e ,
ño, sin m á r g e n e s , c o m o antes circulaban las e x i s t e n c i a s de los ¡entonces sí, e n t o n c e s t r a n s f o r m o c u a l q u i e r d a ñ o en r e c u e r d o s . . .
a s h a n í n k a , de los c a m p a , el tiempo de los h o m b r e s d e n t r o del
sueño, el t i e m p o de los h o m b r e s en el t i e m p o p e r f e c t o . Así es, c r e o h a b e r d i c h o ya m á s de lo que su p r e g u n t a que¬
ría c o n o c e r . ¿ L o v e usted? Las palabras p o n e n en movimiento
Eso es t o d o , y es n a d a , ya te dije. C u a n d o se sabe l l a m a r otras p a l a b r a s , d e s a m a r r a n p o t e n c i a s , l i b e r a n o t r a s fuerzas. Si la
al a y a w a s k h a , es fácil todo i m p o s i b l e . No hay e r r o r , no hay mila¬ p e r s o n a que oye mis p a l a b r a s tan sólo sabe oir mis p a l a b r a s , es
gro. Hay lo que m e r e c e m o s c o n o c e r y lo que m e r e c e m o s i g n o r a r . u n a l á s t i m a p e r o no interesa: ya se h a l l a n las p o t e n c i a s p o r ahí,
E s o es lo que los urus i g n o r a r o n en su s a b i d u r í a . T o d o es me¬ d e s d e el a i r e , r e c o r r i e n d o y t r a n s f o r m a n d o el m u n d o . ¿No ve?
recimiento. C a d a dolencia, c a d a e n f e r m e d a d , viene al m u n d o de¬ Ya se lo dije. T o d o es m e r e c i m i e n t o .
trás de su r e m e d i o . Lo que p a s a es que hay c u e r p o s que mere¬ — ¿ O sea que e l a y a w a s k h a a b r e l a p u e r t a p a r a que p e n e t r e
cen ser uno con sus á n i m a s , l i m p i o s h a s t a que ni se n o t e n sus
la salud?
j u n t u r a s , y hay otros que m e r e c e n el d e s e q u i l i b r i o c o n s t a n t e , siem¬
— T o d o es merecimiento, joven Soriano. S e m i g i r a n d o e l ros¬
pre huérfanos de algo, v i u d o s , solteros de algo, m e t i d o s en sí
tro u n a v e z , o t r a vez, d i s t r a y e n d o m i r a r e s en el s u e l o , bajo u n a
mismos c o m o una cueva d e n t r o de o t r a c u e v a . C o m o ciegos que
p o m a r r o s a que h a s t a ayer y o n o h a b í a visto. M i r a estas hormi¬
fueran t u e r t o s además de ser c i e g o s . I n c a p a c e s de d a r l e n a d a al
g u i t a s , se l l a m a n c i t a r á c u y . ¿ S a b í a s que p r e d i c e n el futuro? Yo,
m u n d o , sin j a m á s a p r e n d e r que las á n i m a s se a l i m e n t a n de ofren¬
silencio, se está m o f a n d o , p i e n s o . M í r a l e s c ó m o c o r r e n a prote¬
d a s , las á n i m a s se a l i m e n t a n de o f r e n d a r s e , y q u e son m á s con¬
gerse de la lluvia, dice Ino Moxo, apurándose corren, mírales
forme más se entregan, y c o n f o r m e m á s d a n , p o s e e n m á s . Y no
cómo se atolondran buscando el caserío, ingratamente, dejando
da el que da de lo que t i e n e . Da ú n i c a m e n t e el que da de sí
atrás al t i e m p o que las g u i ó . La c i t a r á c u y sabe que d e n t r o de
m i s m o , el que da de su vida en la tierra de esta vida. Sí, a m i g o
u n a s h o r a s , c i n c o o siete h o r a s , ella sabe, va a p o n e r s e a llover.
Soriano, de dar alimento es que se a l i m e n t a n las á n i m a s . Y la
Pero lo que p a r a estas hormiguitas es unas horas, considerando
ceniza se vuelve agua c u a n d o un s e d i e n t o la b e s a . P e r o hay quie¬
el t i e m p o de su vida, p a r a n o s o t r o s serían diez o quince, años
nes lo ignoran i g n o r á n d o s e , ni lo afirman ni lo n i e g a n , no m e r e -
cuando menos. ¿ Q u é h o m b r e p o d r í a p r e d e c i r , p r e c i s o , que d e n t r o

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de quince años y a tal hora e x a c t a va a p o n e r s e a l l o v e r ? Muchos
animales de por aquí lo saben. H a s t a ciertas flores, a n t i c i p á n d o s e ,
se cierran, se e s c o n d e n m u c h o antes de que llueva. Y más cosas
presagian por aquí. Yo he s a b i d o , el aire me ha b r i n d a d o , que
hace b a s t a n t e s antes t o d o s los h u m a n o s sabían d e a n t e m a n o , e n
el tiempo sin t i e m p o los he visto. M i r a b a n el p o r v e n i r c o m o quien
ve lo que se ha ido ya. C o n el t i e m p o quizás, o con su n o c h e , fue¬
ron e x t r a v i a n d o esos p o d e r e s . H o y sólo a l g u n o s p u e d e n , general¬
mente niños, o s h i r i m p i á r e s , b r u j o s . De recién n a c i d o s t o d o s tene¬
mos tales d o n e s , m u c h o s p o d e r e s m á s , pero c u a n d o a v a n z a m o s ,
crecemos hacia a t r á s , por cuál r a z ó n será, y los v a m o s p e r d i e n d o .
E l hablar, p o r ejemplo. A h o r a estoy h a b l a n d o p a r a ti. Si n o , la cachetada que
más que s e g u r o , h a b l a r í a de o t r o s m o d o s , no d e s e n v o l v e r í a los incendió al petróleo
conceptos según a tu m a n e r a . P e r o t e n g o que u s a r de tus pala¬
b r a s , por fuerza, t e n g o que s o m e t e r a mis p a l a b r a s d e n t r o de las
t u y a s , a d a p t a r mis p e n s a r e s y c a l l a r o t r o s que no c a b e n , que se Sé quién abofeteó esa mañana a Severo Quinchókeri. Fue un
rebelan a ese e n c i e r r o que u s t e d e s l l a m a n c o h e r e n c i a . Si tuviéra¬ capataz llamado Eulalio Vargas, furioso porque un tazón de
mos t i e m p o , t i e m p o de m e r e c e r , a c a s o p o d r í a e n s e ñ a r t e a utilizar azúcar había desaparecido de su mochila. Cerca al Sepawa suce-
mis ojos, a decir con mi b o c a , e n t e n d e r í a s a c a s o . Ahora tengo dió, arriba, en el campamento petrolero de los franceses. Y peor
que rebajarlo t o d o . El p r o b l e m a es el t i e m p o . sucedió: el capataz afrentó al ashanínka Severo Quinchókeri de-
lante de dos piros, ¡dos piros, dos gentes de la tribu más enemiga
Y el m a e s t r o I n o M o x o , c o m o alejando su b o c a , no su v o z , de los ashanínka!, y nada menos que a Severo Quinchókeri que
de mi creciente i n t e r é s , de su p r o p i o c u e r p o s e n t a d o s o b r e el tron¬
además de ashanínka era marido de la nieta preferida del viejo
co frente al río M a p u y a , y h a c i é n d o s e m á s débil y l e n t o en sus
jefe Ximu. Ni gesto ni palabra denunció el ofendido, pero en
palabras:
ese momento, aun antes de su rostro castigado, el severo silencio
— D e n t r o de poco t e n g o que m a r c h a r m e . El p r o b l e m a es de Quinchókeri sentenció por su mano al capataz. Los piros tes¬
el t i e m p o , este t i e m p o . Y por m á s que me e s p e r e s , no p o d r á s tiguantes lo supieron, convocaron a sus guerreros y se alistaron
esperarme. Mi t i e m p o no es tu t i e m p o sino el t i e m p o del jefe para lo inminente. Los petroleros fueron alertados por ellos para
Ximu. A n o c h e he s o ñ a d o con el jefe X i m u , he v u e l t o a v e r l o , nada: ninguneando los riesgos, muy confiados siguieron trabajan¬
ha d e s a p a r e c i d o e c h a n d o h u m o , el t i e m p o de su c u e r p o , un gran do en su normal.
humo amarillo. . . Tras la siguiente madrugada descendieron los hombres de
Ino Moxo y asaltaron bailando el campamento virakocha. Sopla-
ban cerbatanas y unas flautas oscuras que se llaman 'songárin-
chis'. Un rostro de un solo ojo, inconfundible, sumó su destreza
a la rabia encantada de la Pantera Negra: las gentes del ashanínka
Inganíteri, apartando discordias que les venían desde antiguo,
junto a los amawaka de Ximu y de Ino Moxo prendieron fuego a
todo. Horas ardieron los tanques de petróleo, más rojos y más

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negros y más altos que la explosión del cielo. Fue muerto el capa¬
taz Eulalio Vargas, el ingeniero Mauricio Berríos y otro ingenie¬
ro, un griego apellidado Soliris. Tarde, en la tarde, llegaron uni¬
formes con fusiles desde la Comisaría de Atalaya. No encontra¬
ron nada en el campamento petrolero, nada en el caserío próximo
que fue vivencia de los amawaka. Únicamente, a flor de tierra
fresca, apariencias de tumbas, restos de cuerpos semidevorados.

Para no iener que guerrear contra soldados, ese asunto no


era asunto de uniformados, solamente por eso los amawaka deci¬
dieron instalarse más lejos, en la isla que algunos llaman Chumi- 7
chinía, dentro del Ucayali, entre las poblaciones de Bolognesi y
Chicoza, por donde desemboca la quebrada de Puntijáu. Los el maestro Ino Moxo
petroleros sobrevivientes no han querido regresar, ignoramos por se despide
qué. Los amawaka están hasta hoy allí en su nuevo sitio, jefa-
turados por un campa, por el ashanínka Severo Quinchókerí, vi-
¿Hay una memoria del corazón?, me respondió Ino Moxo al
.viendo como siempre y como antes, en paz.
día siguiente. Será. Y será que d e s d e ella, d o b l e g a d o p o r luces
de a y a w a s k h a , me ha v e n i d o la c a r a del jefe X i m u , facciones que
c o n f u n d o c o n las del inka M a n k o Kalli sosteniendo aquel vaso
—Y esto pasó hace p o c o , a mediados de 1 9 7 6 , me dice I n o
de madera. T o d o el cuerpo de X i m u , aletas d e l u p u n a sus p i e s ,
M o x o i n g r e s a n d o al p o b l a d o de la isla M u y u y , c r u z a n d o ya la
fino y d u r o bajo la c u s h m a que a r r i b a , c o m o l u n a , va c a u s a n d o
P l a z a R u m a n i a b o r r a d a por la n o c h e , o por la n o c h e .
las n u b e s en su c a b e z a de hojas a n c h a s . Me m i r a su c o p a mode¬
lada p o r j í b a r o s e q u i v o c a d o s , s u testa g r a n d e c i d a c l a v a d a e n u n a
e s t a c a , y me m i r a su c u e r p o de l u p u n a a m a r i l l a .

—Tengo que marcharme, dice Ximu apenándoseapenándo-


m e , s a l i e n d o l e n t a m e n t e del c a m p o de mis v i s i o n e s . Y no es el
jefe X i m u . Es el jefe I n o M o x o . Me fuerzo a « s c u c h a r l o , con¬
sigo a p e n a s oir su c u e r p o , el i c a r o vacío de su piel. E n t r e un
túnel de p a k a de espinas b o n d a d o s a s observo sus p a l a b r a s que
r e v o l o t e a n h a s t a mí, l u n a r e a d a s d e n e g r o , m a r i p o s a s . T e n g o que
marcharme, repite Ino Ximu, repite Ximu Moxo acercándoseme,
su c a r a cae d e s d e la l u p u n a con h i l a c h a s n u b o s a s en el cabello
o s c u r o que c l a r e a , c a s t a ñ o . Trato d e r e a n i m a r m e , soy conscien¬
t e , me digo. Nada. H o r a s de a ñ o s p a s a r o n . Vi el b a r c o devora¬
do por ese r e m o l i n o de z u m b i d o s y p e n u m b r a s , gracias. Aya-
w a s k h a y t o h é , g r a c i a s , mil g r a c i a s . Vi a K a a m e t z a en la r i b e r a
v i g i l a n d o el s u e ñ o de N a r o w é , g r a c i a s . Vi a N a r o w é que desper¬
t a b a en la p l a y a de ese lago que o t r a vez era un río. Vi la p a n -

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guana m a c h o que e m p o l l a b a cinco iunas a z u l e s , ¿o n a r a n j a s ? , en Todopoderosa sangre dulce:
la súplica n e g r a de aquella m a d r u g a d a , m a n o del A m a z o n a s , gra¬ aparéame con el cristal, vuélveme prístino,
cias, kotomachácuy de cinco cabezas alargándose hasta la cabana líbrame de todos los hombres que son mis enemigos.
de D o n J u a n T u e s t a en la isla M u y u y , g r a c i a s .

Es oro lo que vierten las p a l a b r a s l l o v i e n d o en mis o í d o s . Y


Y de las cinco lunas, q u e b r a n d o el c a s c a r ó n h e c h o de plu¬
mi c a b e z a se h a c e t r a n s p a r e n t e , g r a c i a s , se t o r n a u n a vasija de
mas de alas e s c a m o s a s , vi salir a los hijos de mis hijos r u m b o a
arcilla c e n t e l l e a n t e , llena de a g u a de lluvia. Y en la vasija de mi
las c u a t r o e s q u i n a s del universo, a fundar las n a c i o n e s . Vi cuan¬
c a b e z a , v e o , flota o t r a c a b e z a , t e r c a b a r b a d e a c e r o c o m o arma¬
do t o d o el m u n d o era ceniza, el m a r , el a m o r , el a i r e , las prome¬
d u r a de c o n q u i s t a d o r , y tras de la b a r b a a s o m a n l a b i o s d u r o s y
sas, la l u n a , la j u v e n t u d a n c i a n a de las c o s a s . Y vi c ó m o cpía
d o r a d o s c o m o picos de wapapa. Me apresuro, la extraigo antes
un rayo sobre la p o m a r r o s a . Es K a a m e t z a , vi que decía el dios
que el a g u a h i e r v a , la d e s c a n s o en la a r e n a , formo ese s e m i c í r c u l o
Pachakamáite. Es el primer h u m a n o , el p r i m e r h o m b r e , veo que
de g u e r r e r o s , de silencios, de sombras que ya están reduciendo
dice D o n J a v i e r en la antesala del H o t e l T a r i r i , e n t r a n d o al r í o ,
sus trofeos. Yo m o d e l o el m í o c o n ceniza c a l i e n t e , con h a r i n a
e n m a r a ñ á n d o s e en risadas h o n d a s . V e o los dibujos en los m u r o s
de h u e s o s de mis a n t e p a s a d o s , le voy d a n d o facciones que no he
del hotel y no veo dibujos. ¡Estoy m i r a n d o rostros de a l m a s ,
visto j a m á s y que c o n o z c o : es el i n k a H o h u a t é , es el t r a i d o r Mo¬
m a p a s de c i u d a d e s , ciudades que son a l m a s en m o v i m i e n t o , dis¬
rales B e r m ú d e z , la t e s t a r e n a c i d a del traidor, es el piro Ata-
tingo caras n í t i d a s , c o n o c i d a s , r o s t r o s de a l m a s b o s c o s a s ! ¡Veo
w a l l p a que b e b i ó el triunfo en el c r á n e o de su h e r m a n o W á s k a r .
casas que c a m b i a n de lugar, c i u d a d e s vivas, selvas inesperadas
Y el agua de mi vasija se h a c e roja, l u n a de P i s a q , sol de P a w -
que se a b r e n en el aire, invisibles e n t r e la e s p e s u r a y el p e l i g r o
k a r t a m p u , g r a c i a s , c o l m a d a mi c a b e z a p o r la e s p e r m a del sol, y
constantes! U n a mujer negra me dice algo con la b o c a i n m ó v i l ,
sangra c o n c r i s t a l i n a s a n g r e , y d e t r á s de ella a s o m a D o n J a v i e r ,
me le acerco y d e s c u b r o un cajón m u s i c a l a sus pies. V e o que
p l a n e a c o m o un c ó n d o r ese C r i s t o feliz, las g a r r a s de su ánima
el cajón suena sin que ninguna m a n o lo t o q u e , y sus n o t a s son
llenas de c i c a t r i c e s , y el c ó n d o r me rescata de la t i e r r a y me lleva
p a l a b r a s , voces que huyen de la piel del t r a i d o r : un i d i o m a per¬
p o r los a i r e s . Me veo volar l e j o s m á s l e j o s y al m i s m o t i e m p o me
dido está fluyendo del t a m b o r de los indios b o r a . Y veo que
estoy v i e n d o aquí en casa de I n o M o x o j u n t o a I v á n y a F é l i x
conozco esas p a l a b r a s , son viento de los q u e c h u a s , se dibujan
I n s a p i l l o c o n los ojos c e r r a d o s s u d a n d o en los rincones sobre el
c o n t r a la t e l a r a ñ a que resplande de golpe borrando a la mujer
piso de p o n a r a s g u ñ a d a . De s ú b i t o se b o r r a n I n s a p i l l o e I v á n y
b l a n c a , t a l l a d a s en corteza de r e n a c o s a n g r a n t e , las p a l a b r a s , y
sus l u g a r e s p a r e n un paisaje q u e n u n c a he visto antes, me veo
el r e n a c o es piel de ese t a m b o r , y de su piel e m e r g e n las p a l a b r a s ,
caminar entre peñascos, grandes rocas talladas con perfiles de
gota a gota, de la tierra hacia el c i e l o , lluvia d o r a d a r e s t a l l a n d o
monos, dinosaurios, signos que no comprendo, ¡y yo soy una
en el aire y e n t r a n d o a mi nostalgia:
h u e l l a de pie h u m a n o en la p i e d r a , t e n g o sesenta m i l l o n e s de a ñ o s
de edad! En la c h o z a del brujo I v á n se i n c o r p o r a , se a c e r c a a
Apu míski yáwar
l n o M o x o , su voz cruza el c u a r t o c o m o serpiente de h u m o :
Qespichíway yáwar
Auqay kunamanta — A c a s o le ha h e c h o d a ñ o a C é s a r la m e z c l a con t o h é . . .

Y la s e r p i e n t e tiene alas y e s c a p a h u m o v o l a n d o h a c i a el bos¬


U n a p o r una ingresan: apu, todopoderosa, miski, d u l c e , yá- caje, m e siento s o s e g a d o , t o d o está b i e n , m i r a n d o con los ojos,
war, sangre. T o d o p o d e r o s a sangre d u l c e . U n a p o r una: qespi- y sé que lo que veo no es lo que v e o , sé que o b s e r v o otras c o s a s .
chíway, a p a r é a m e con el cristal, v u é l v e m e c r i s t a l i n o , l i b r e , prís¬ Un niño a m a w a k a sube los p e l d a ñ o s de la c h o z a y sonríe. ¡Es
tino. Auqay, enemigo. Kunamanta, todos los hombres. el guía I n o M o x o , es el p e q u e ñ o que nos trajo! Me l e v a n t o hacia

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él, q u i e r o a b r a z a r l o , la visión se retrae otra vez h a s t a el b o s q u e .


¡Es I n o M o x o n i ñ o , es la niñez a n c i a n a del m a e s t r o , la infancia
de la P a n t e r a N e g r a que n u e v a m e n t e se aleja y se disuelve bajo
la p o m a r r o s a entre las lianas de g a r a b a t o k a s h a ! G i r o el r o s t r o
hacia el h u m o , traspaso el shirikáipi que fuma el b r u j o , v e o : el río
M i s h a w a está a t r a v e s a n d o la c a b a n a , sus aguas verdinegras sue¬
nan en el e m p o n a d o , huyen r e t u m b a n d o p o r la p u e r t a de la c h o z a
del brujo, d e s c i e n d e n los p e l d a ñ o s de m a d e r a que a h o r a son de
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piedra y se d e s p e ñ a n en m a n s a c a t a r a t a . L a s m a d e r a s del piso
se repliegan en busca de otra forma, son m e d u s a s de p i e d r a , son
extraños, son fósiles de peces y c a r a c o l e s g i g a n t e s , me i n c l i n o , José María Arguedas
alzo u n o de ellos, lo pongo a mi d e r e c h a sobre el p i s o , j u n t o a besa la boca de
la w a p a p a que está c o m i e n d o pueblos, culturas, civilizaciones una cerbatana
v e r d a d e r a s , h o m b r e s de carne y h u e s o , p e q u e ñ o s c o m o frutos del
aguaje. La w a p a p a desgarra sus e s p a l d a s , b e b e sus c a b e c i t a s re¬
Y no pude ver más. Desperté. Sentado sobre un tronco de es-
d u c i d a s , sin ojos, entre su picó el R í o C o l o r a d o fluye, la v i d a de
pintana, a mi derecha, como carta de difunto brillaba Don Javier.
los m a s h k o s está fluyendo t o d a v í a . V e o a mi p r i m o C é s a r C a l v o
Frente a él cantaba Narowé en mi visión pero su voz era la de
que se p o n e de pie, levanta a la w a p a p a c a r n i c e r a , le a r r a n c a la
c a b e z a , g r a c i a s , con mis dos m a n o s . V e o que del cuello roto de Don Hildebrando en Pucallpa, la boca de una guitarra blanca que
la w a p a p a m a n a a h o r a el río M a p u y a bajo el sol de h a c e t i e m p o , repetía versos de Raúl Vásquez en ¡o alto del aire, tras un empa¬
a v a n z a en dirección del U r u b a m b a , sube p o r las m o n t a ñ a s , gra¬ rrillado de arcoírises:
cias, se a d e l g a z a en el Valle Sagrado de los I n k a s e n t r e c u m b r e s de
nieve. Y me q u e d o d o r m i d o con los ojos l e j a n o s y c o n t e n t o s , Y tú me dejas solo
gracias. Sigo v i e n d o , d o r m i d o , otras v i s i o n e s . Y sé que estoy como el cielo dormido,
d e s p i e r t o , s o ñ a n d o u n sueño m u c h o más r e a l . como cuando la lluvia
va escribiendo el olvido,
igual que las canoas
que no verán el río.

¡De ahora en adelante no vas a cantar más!, ordenó Don


Hildebrando a Narowé. ¡De ahora en adelante tú serás la can¬
ción!... Y el Juglar de la Selva se convirtió en la selva. Yo lo
vi con mis ojos. Lo miré dirigirse al Amazonas, hundirse y re¬
tornar con la luna entre los brazos. Y la luna sonaba como todas
las músicas del mundo, como todas las músicas del hombre sobre
el mundo. ¡Manguaré, manguaré!, decía Narowé con los labios
pegados, cantando dentro de un río de regreso, remontando el
Urubamba, el Willkamayu, andando aguas arriba, por el tiempo,

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llevándose los bosques como si fueran piedras en su alforja, peca¬ sólo pisaba senderos transparentes y no sepultos rumbos, no pu¬
dos de colores, grandes rocas de grandes fortalezas que Narowé pilas ni bocas impiadosas, humosas...
movía con cánticos callados, que empujaba sólo con icaros, can¬
No pude oírlos más. Me desperté. Con los ojos tapiados
tando y pensando, alzando un imposible frente a las naves de los
quién sabe por cuáles sueños, miré: José María Arguedas volvía
virakocha, un empalado de almas, un invencible muro de bam¬
caminando sobre el río, desde el embarcadero de 'Dos de Mayo'
búes contra la voz del mar...
que se nublaba al frente de la isla, envuelto en una cushma ama¬
—Es que no son bambúes, me dice Don Juan Tuesta sen¬
rilla y flamante. La muerte lo miraba por el ojo de una pukuna
tado en la espintana, a mi derecha. Canillas de tanrilla, penes
de achúni, eso son, dice desde mi izquierda Don Hildebrando. de tanrilla.
No hay ave más buscada que la pobre tanrilla ni ser más envi¬ —¡Dime qué puedo hacer!, plañó la voz rugosa y grisácea
diado que el inocente achúni. El achúni es el único personaje del río Amazonas. ¡Dime qué debo hacer, José María Argue-
del mundo que siempre, aunque no quiera, vive alzado: un mástil das, para que no nos abandones, para que no resignes tu frente
poderoso, de hueso, avanza entre su falo. Y la tanrilla vive con¬ hacia el dardo que sopla el enemigo!...
denada a los aires: si desciende a la tierra, o pierde las dos pier¬ Y José María Arguedas, un trecho más allá, delante mío,
nas o pierde la existencia. No hay mejor filtro de amor que las respondió sin dejar de caminar sobre el río:
canillas de una tanrilla, sonríe Don Juan Tuesta. Y Don Hilde- —¡Regresa al Urubamba!, así le dijo, ¡regrésame contigo
brando asiente: los brujos engañan a las tanrillas, las imantan
aguas arriba! ¡Avanza cuatro siglos! ¡Retrocede, Amazonas, cua¬
cantando como garzas, y las tanrillas bajan, y regresan al cielo
tro siglos por el Río Sagrado! ¡Impide el desembarco de los bár¬
andando en dos ausencias, igual que los amores que ellas desatan,
baros, los virakocha, los conquistadores!
en dos hilos de sangre. Los shirimpiáre c u r a n sus canillas corta¬
¡De ahora en adelante ya no vas a ver más!, lo interrumpió
das, las icaran, ayunan, las guardan bajo tierra. Después del
la voz de Don Juan Tuesta. ¡De ahora en adelante, José María
tiempo justo, después de ese polen plateado de la nube a cuya
sombra olvidan, ya hueso limpio, puro, las extraen, las desentie¬ Arguedas, tú serás la visión!
rran como dos cerbatanas delgaditas. Si un varón desdeñado Narowé, el primer varón, obedeciendo, se puso el poncho
consigue ver a la hembra desdeñosa, desnuda, usando la canilla rojo de su cushma amarilla, ¡yáwar fiesta!, gritando, ¡raymi-yá-
de tanrilla como una largavista, al cabo de tres días no tendrá él war!, cantando, y enfiló hacia las alas de aquel toro que ardía,
que perseguirla más, ella lo perseguirá. enfiló hacia las astas de aquel cóndor. José María Arguedas
—Pukuna del amor, eso es la canilla de tanrilla, por donde avanzó a la ribera, caminó nuevamente sobre el agua, fue de
se dardean miradas infalibles, me dice Don Hildebrando. frente a la boca de esa pukuna negra.
—Pero básicamente, acota Don Juan Tuesta, los brujos las
Y desapareció su cuerpo echando humo.
utilizan a modo de boquillas en su clásica pipa de icarar. Todo
brujo, al fumar para hechizos, mordisquea canilla de tanrilla, Yo lo vi en mi visión.
cerbatana de hueso que funciona al revés: en vez de ser soplada,
es aspirada.

Y Don Hildebrando:
—Porque los verdaderos shirimpiáre no fuman cuando fu¬
man: a través del tabaco inhalan ánimas, fuerzas que la tanrilla
supo extraer del cielo cuando caminaba, en otro tiempo, cuando

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el maestro i no Moxo
desaparece echando
humo

— N u n c a a p r e n d e r á s que no se t r a t a s o l a m e n t e de q u e r e r apren¬
der, me i n c r e p a I n o M o x o . Si yo fuera á r b o l , d i c e , si yo fuera
árbol y q u i s i e r a c a m i n a r c o m o h u m a n o . . .
— N o podría, lógico. . .
— ¿ L o v e s ? , se i m p a c i e n t a él. ¡Claro que c a m i n a r í a , sí: ca¬
minaría! Y b o r r á n d o m e con un fulgor de sus ojos c a s t a ñ o s : ¡Pero
caminaría c o m o un árbol, n o c o m o u n ser h u m a n o ! . . . L o mis¬
mo pasa c o n u s t e d e s los v i r a k o c h a : algunos tienen voluntad de
i d i o m a y c a r e c e n de b o c a . Yo p o d r í a d e c i r t e - m u c h a s c o s a s , no
escucharás ninguna. Y si escuchas alguna será siempre a tu
modo. Las oirás como árbol, no como yora, no como amawaka.
El a s u n t o m á s difícil no es q u e r e r . Es el t i e m p o . C o n el t i e m p o ,
a c a s o , tú p o d r á s e s c u c h a r y c a m i n a r . Y con el t i e m p o yo te es¬
c u c h a r é , c a m i n a r é t u c a m i n o sin d e s a n d a r e l m í o . T o d o , con e l
t i e m p o , v o l v e r á a ser de t o d o s . P o d r e m o s existir en n u e s t r a vida
y a la vez en la v i d a de t o d a s las p e r s o n a s que a n t a ñ o fueron
c o s a s , y en la v i d a de las c o s a s que h a b r á n de ser p e r s o n a s . To¬
d a s las e x i s t e n c i a s , i n c l u s o las n o v i d a s que vive un c h u l l a c h a k i ,
las vidas i n v e n t a d a s p o r D o n J a v i e r , por mí. La a p a r i e n c i a de
v i d a , p o r e j e m p l o , de mi a h i j a d o I v á n C a l v o , t a n igual a su vida
v e r d a d e r a q u e si tú te lo e n c u e n t r a s en el b o s q u e , p o r e j e m p l o
v i n i e n d o del M a p u y a , no d u d e s un i n s t a n t e que se t r a t a de Iván

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Calvo. C o n el t i e m p o , i n c l u s i v e , la vida s i m u l a d a de ese I v á n de real, al m i s m o t i e m p o y en d i s t i n t o s t i e m p o s . Y tú h a b r á s de
C a l v o c o n d u c i r á tu v i d a . . . ¿Me estarás e n t e n d i e n d o ? . , . verlo. A u n q u e hoy te sea difícil aceptar, por ejemplo, que los
a m a w a k a no s o l a m e n t e s o b r e v i v i m o s gracias a los w í n c h e s t e r s y
P o r q u e los v i r a k o c h a i n c l u y e n , d e n t r o de su s a b e r , sólo las
a las b a l a s . N o s fue d a d o v o l v e r n o s invisibles. X i m u sabía i c a r a r
r e a l i d a d e s que h a c e n la p e r s o n a , las í n t i m a s , no las u n i v e r s a l e s
a sus g u e r r e r o s p a r a que los d a ñ i n o s , los c a u c h e r o s , no los vie-
e infinitas, no sé c ó m o d e c í r t e l o en p a l a b r a s . N u e s t r o río no es
ran. Se h a c í a n n a d a . A mí, de j o v e n c i t o , t r e c e a ñ o s t e n í a , tam¬
el ú n i c o , a c e p t a n a h o r a así los v i r a k o c h a . H a y o t r o s r í o s , dicen.
bién así me i c a r ó . Y así sobreviví. Los caucheros pasaban a
C o m o si ú n i c a m e n t e h u b i e r a ríos, y c o m o si t o d o s los ríos fueran
mi l a d o sin n o t a r m e , b u s c á n d o m e con sus c a r a b i n a s p o r el bos¬
de agua y t u v i e r a n dos m á r g e n e s que t e r m i n a n en el mar. No
que. Y nada. No h a b í a n a d i e en mi lugar. Yo me reía de e l l o s ,
c o n c i b e n que un río tenga u n a , o t r e s , o cinco o r i l l a s . No com¬
c a l l a d o me reía de sus b a l a s que me r a s t r e a b a n p o r el aire. Hasta
p r e n d e n un río de a g u a s q u i e t a s , de a g u a s que r e t r o c e d a n . Es
a h o r a r e c u e r d o la c r u e l d a d de F i t z c a r r a l d y de sus m e r c e n a r i o s .
i m p o s i b l e que un río p u e d a t r a n s i t a r sin a g u a , d i c e n , que a v a n c e
Y de sólo p e n s a r que a q u e l l o s g e n o c i d a s e r a n h o m b r e s , h a s t a h o y ,
sin m o v e r s e p o r e n t r e dos paisajes, que sean los paisajes quienes
p o r m o m e n t o s , me d a n g a n a s de n a c i o n a l i z a r m e c u l e b r a , o p a l o -
vuelvan del mar. N o ven los mundos que h a c e n este mundo,
s a n g r e , o p i e d r a de q u e b r a d a , cualquier cosa. . .
a q u e l l o s que n o s abre por e j e m p l o el oni x u m a . A l g u n o s , vira-
k o c h a , los m e n o s v i r a k o c h a , t o l e r a n d e t e r m i n a d o s c o n o c i m i e n t o s D o s a m a w a k a p a s a n en este i n s t a n t e frente a n o s o t r o s , car¬
n u e s t r o s , sólo los relativos a los v e g e t a l e s , los que ellos conside¬ gando cajas ralas en las cuales trajimos más ralas provisiones.
ran conocimientos. P e r o no ven que los v e g e t a l e s son a p e n a s el Ino Moxo, mirándolos:
e x t r e m o visible de la cura. L o s v i r a k o c h a a p l i c a n n u e s t r o s ve¬ —Ellos dos, por ejemplo, mis primeros ahijados, fueron
getales y fallan, no hay b u e n r e s u l t a d o . Los vegetales no son escogidos para dar castigo al hermano menor de Fitzcarrald.
n a d a sino se h a l l a n i n s e r t o s d e n t r o de su t o t a l , en la t o t a l i d a d de Ximu los icaró, los m a g n e t i z ó dotándolos de poderes precisos,
c o n o c e r e s que nos h a n sido l e g a d o s , en esa infinita a r q u i t e c t u r a suficientes. El día j u s t o , a la h o r a j u s t a , ellos d o s se d e s n u d a r o n
d e r e a l i d a d e s s a g r a d a s , c a d a u n a con sus p u e r t a s p r e c i s a s . Igno¬ y e n t r a r o n al M i s h a w a . Como q u i e n e n t r a bajo un m o s q u i t e r o ,
r a n que esas p u e r t a s son una sola, ú n i c a , y que su llave es múlti¬ así e n t r a r o n al río y se fueron t r a n q u i l o s , c a m i n a n d o p o r el fondo
ple. Y que esa llave n u n c a se repite y es s i e m p r e el oni x u m a . de p i e d r a s . A p a r e c i e r o n en el río P u n í s . Allí ajusticiaron a
P a r a ellos es t ó x i c o , a y a w a s k h a es d r o g a , dicen a l u c i n ó g e n o , y Delfín Fitzcarrald, volvieron a meterse bajo el río, regresaron
experimentan, juegan. Así han jugado con todo siempre, sin a n d a n d o , sin m o j a r s e , bien t r a n q u i l o s . . .
darse cuenta, desperdiciándolo. C o n el t i e m p o h a n de aceptar¬ Sigo v i e n d o , d o r m i d o , m á s visiones. A l g u i e n , s u p o n g o que
nos en t o d a la v e r d a d . A c e p t a r á n no sólo la ú l t i m a hoja de la I n s a p i l l o , vierte j u g o de c a ñ a en mis p u p i l a s , v u e l v o a ver. Estoy
c o p a del árbol sino t a m b i é n el á r b o l , sus r a í c e s , la t i e r r a que ha de n u e v o a q u í , sin h a b e r m e ido j a m á s , en la c h o z a del brujo de
f u n d a d o esas r a í c e s , así h a s t a el infinito, ese t i e m p o que se repite los brujos, a un c o s t a d o del M i s h a w a . Es de día.
y se repite s i e m p r e p o r p r i m e r a vez en el p e n s a m i e n t o , en el pen¬
s a m i e n t o de los h o m b r e s c u a n d o p i e n s a n la e x i s t e n c i a . . . Ya
sea que a l g ú n día la vida de los hombres vuelva a ocupar un Esta luna que ahora nos alumbra desde el fondo del Ama¬
vacío a m a r i l l o , un reflejo en el aire de ceniza, o ya sea que h a b i t e zonas, es la cuarta luna que acompaña a la tierra, dijo mi primo
otro trascurso, o t r o existir, un ruido, un c a r a c o l de p i e d r a sin César que Don Javier le dijo que le dijo Inganíteri. Y dice que
memoria. . . P o r q u e las cosas no son ú n i c a m e n t e reales o única¬ la luna anterior no fue un tronco hueco sino un otorongo, un
m e n t e i l u s o r i a s , ciertas o v e r d a d e r a s . H a y m u l t i t u d de c a t e g o r í a s tigre de ceniza. Aquella luna negra, ese tigre luminoso y redondo
i n t e r m e d i a s d e s d e las cuales e x i s t e n las c o s a s , m u c h a s c a t e g o r í a s fue condenado por el dios Pachakamáite a ser derribado, sin

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Igual que tempestades de pánico huyeron de las aguas del Tambo
culpa de castigo o recompensa, sentenciado a perder sus alturas
y del Pangoa con premura de agónicos, como si abandonaran dos
y caer en la vida de los hombres. Los boscajes del Gran Pangoa
incendios torrenciales, y se lanzaron a contracorriente dispután¬
fueron el sitio elegido por Páchakamáite para que la luna cayera
dose el aire de los ralos oleajes, hacia los riachuelos, las quebra¬
como zarpa de pecado en el costado de la tierra del hombre.
das escuálidas,, hacia el frágil refugio transparente y tapizado
—Sabrás que el río Pangoa desemboca en el Perene, le dice de piedras de aquellos arroyuelos lastimosos, áridos, que se angos¬
Inganíteri a Don Javier. Sabrás que el Perene y el Ene forman taban. Por millares murieron pretendiendo avisarnos, y murieron
el río Tambo, y éste y el Urubamba paren al Ucayali quien, con en vano.
el Marañan, más allá de los bosques de palosangre, son los dos
—Sabrás que a ambos lados del Pangoa, antes de Puerto
ojos de Narowé que dieron nacimiento al Amazonas. A siete
Ocopa, se alzaban dos colinas gigantescas, me dice Don Javier.
kilómetros de donde el Pangoa aumenta al Perene existía un po-
Sobre aquellas colinas cayó el gran otorongo, las juntó con sus
blado llamado Puerto Ocopa, convento franciscano, escuela crea¬
zarpas, negó el paso a las aguas correntosas. Los franciscanos
da para enseñar a los niños ashanínka las inconveniencias de la que se hallaban lejos, y que por omisión sobrevivieron, afirma¬
civilización occidental. ron entonces que no fue un otorongo sino un sismo, un cataclis¬
—Como los sacerdotes no podían reunir suficiente población mo, que fue sanción de dios y no la luna.
escolar, me dijo Don Javier, se vieron obligados a obligar a los
—Ellos, pues, qué saben, dice Inganíteri.
piro y a otros enemigos del país ashanínka, a incursionar los
—Fue ese tigre negro quien dispersó a los campa. Con ga¬
límites del Gran Pajonal, a emboscar a los campa, y no para rras colosales fusionó a los dos cerros y en el sitio de su abrazo
matarlos, por más que los mataban, sino para raptarles su pro¬ las aguas del Pangoa suplantaron a todos los océanos y el furor
genie. Con niños secuestrados y huérfanos colmaron las aulas de de esos mares represados cayó como una ola sin distancia ni
los Hijos de Dios de Puerto Ocopa. Todos ellos murieron, pro¬ tiempo, como una sola ola de piedras, miedo y lodo, hacia el cauce
fesores y víctimas, occidentales y ashanínkas, iodos ellos murie¬ vacío del Pangoa, hacia el deshabitado Perene, hacia el inútil
ron el día señalado por el páwa Páchakamáite para que el otoron- Tambo, y atravesó la piel del Ucayali, lo hizo un puñal de muer¬
go cayera sobre el universo... tes y de fango que ofendió lo imposible: el Amazonas.
—Y eso pasó hace poco, en la tercera luna de 1947, me dice
una cara que recuerdo pero que tampoco he visto jamás.
El m a e s t r o I n o M o x o se ha m a r c h a d o , oigo que dice I v á n
cuando despierto. Se acaba de ir al m o n t e , solo, ataviado con
su cushma a m a r i l l a . . . P o d e r o s o y m a r e a d o t o d a v í a , en q u e b r a n t o , me dejo condu¬
cir por F é l i x I n s a p i l l o . A t r a v e s a m o s la dispersión marrón del
Y n e g á n d o m e el r o s t r o , r e m i t i e n d o sus ojos a un recuerdo,
caserío a m a w a k a , r e c u e r d o n i ñ o s b a r r i g u d o s m u d o s , a q u e l l o s dos
fingiendo mirar la p u e r t a de la c h o z a que ya se a b r e en el sol:
nativos que guardaban nuestras cajas de víveres, vacías, como
— M e pidió que lo d e s p i d i e r a de ti, el maestro Ino M o x o
c a r i ñ o , y un p e r r i t o r o t o s o que a p e l l i d a m o s i n d i s t i n t a m e n t e Wás-
me pidió que no te d e s p e r t a r a h a s t a que él se h u b i e r a ido.
kar, Almirante y Sangreazaul, y que nos fue acompañando dando
saltos, f r o t á n d o s e a mi p i e r n a s , en q u e b r a n t o , h a s t a que atrave¬
s a m o s esa i n s o m n e m u r a l l a d e b a m b ú e s . R e c u e r d o el aromar
—Una semana antes del día señalado, todos los animales de p o m a r r o s a al p a s a r s o s t e n i é n d o m e del b r a z o de I n s a p i l l o , y
del Pangoa y del Tambo quisieron avisarnos. Yo lo vi con los aquel e n r e d o de g a r a b a t o k a s h a tras del cual se esfumó la niñez
ojos de mi padre más lejano, me dice el curaca Inganíteri. Por¬ c h u l l a c h a k i del brujo I n o M o x o .
que justamente siete días antes todos los peces se desesperaron.

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C u a n d o r e c u p e r é mi c o r a z ó n ya e s t á b a m o s de v u e l t a en el
desgarrados. C a s i era n o c h e c u a n d o d i v i s a m o s , al d a r v u e l t a esa
río M a p u y a r e c o g i e n d o los fósiles de h a c e m i l l o n e s de a ñ o s , los
isla e m b o z a d a p o r pastizales de chicoza, el pobre e m b a r c a d e r o ,
r e c u e r d o s del m a r que fue esta selva, los g r a n d e s c a r a c o l e s vuel¬
las l i n t e r n a s de las p r i m e r a s c a s a s , el perfil e n g a ñ o s o de la ciudad
tos p i e d r a , las m e d u s a s r e m o t a s . P e n s é en la w a p a p a , creí escu¬
de Atalaya.
char lejos, muy lejos, el eco del b a l a z o con que no la m a t é . Y
tornamos a caminar por esa trocha sinuosa y c a l i e n t e h a s t a la
m i s m a orilla fangosa del I n u y a . Desamarramos nuestra piragua
Porque tú has de saber que en otro tiempo, sobre estas mis¬
de lo h o n d o del b o s c a j e , la e m p u j a m o s , c a n s a d o s , muy c a n s a d o s ,
mas aguas del Ucayali se alborotó una raza de peces amarillos
y se la d e v o l v i m o s a las a g u a s del I n u y a b r a m a n t e .
que cantaban. Cuando Ino Moxo enmudeció, todos enmudecie¬
ron. Como si tras la vida del brujo amawaka, gracias, en can¬
ción de respeto, muchas gracias, también se hubieran ido los la¬
—Dicen que fue hace poco pero ellos pues qué saben, dice
bios de las cosas y sus idiomas de oro...
el curaca Inganíteri. Por los antiguos de mis antiguos sé que
ocurrió hace siglos, en el tiempo que algunos virakocha se em¬
pecinan en denominar Diluvio Universal.
—No fue ningún diluvio, afirma Don Juan Tuesta, fue el
tigre de madera que Narowé hace sonar todavía desde el fondo
del río.
—Porque el tiempo del tiempo no cabe en nuestro tiempo,
me dice Don Javier. La raíz del desastre fue la muerte. La
muerte de Ino Moxo. Yo era entonces un niño y por eso lo pude
ver. Días de días, vi, frente a Iquitos, en donde antes brillaba
la piel del río Amazonas, vi una costra de fango que arrastraba
cadáveres monstruosos, grandes peces con fauces de wangana,
gigantescas serpientes de tres alas, de piedra, boas de dos cabe¬
zas, seres que nunca he visto ni veré, algo como tortugas, como
pájaros, wapapas con escamas, y caballos y niños canosos y rocas
que flotaban, restos de casas llenas de mujeres extrañas, de mu¬
chachas sin pechos ni cabellos ni término, y troncos, muchos tron¬
cos, todos los troncos de la selva pasaban flotando sobre el Ama¬
zonas, y lagartos con cuernos de toro, y una especie de peces
inocentes y dorados que cantaban mejor que las mejores músicas
del mundo, lentas bocas abiertas que nos decían todo en la me¬
moria, que no decían nada encima de la tierra...

Tres días n a v e g a m o s p e r n o c t a n d o en las p l a y a s de p i e d r a o


de arena, o en salientes de tierra p e r f u m a d a , bajo los m o s q u i t e r o s

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vía crucis del


otorongo negro

D o s h i l e r a s de l á m p a r a s a p e t r ó l e o nos p e r m i t i e r o n intuir la ubi¬


cación del muelle, la m a n e r a de acoderar en ese pasadizo de
t a b l a s i n c r u s t a d a s en el río U c a y a l i . D e s e m b a r c a m o s al t a n t e o ,
trepamos una cuesta r e s b a l a n d o , calculamos los trances transi¬
tables de la calle p r i n c i p a l de A t a l a y a , no sé c ó m o l l e g a m o s h a s t a
la Plaza de A r m a s .
A un c o s t a d o de la o s c u r i d a d , bajo la lluvia m e n d i g a b a n las
luces del G r a n H o t e l D e S o u z a . N e g á n d o n o s a l cobijo p r e c a r i o
d e las h a b i t a c i o n e s , rendidos totalmente nos dejamos caer ante
una m e s a del b a r del h o s p e d a j e , suplicamos cigarros y cerveza.
Un s a c e r d o t e j o v e n , creo que j e s u í t a , b e b í a n a d a y fumaba n a d a
en la m e s a m á s p r ó x i m a a la p u e r t a , c o m o d i s p u e s t o a irse p a r a
siempre. Yo lo detuve a tiempo invitándolo a nada pero con
nosotros. El d e s m i d i ó sus o j o s , u n a sonrisa n o b l e , casi r u b i a , c o n
b a r b a , l e v a n t ó su e s t a t u r a que m á s que e s t a t u r a era una ofensa,
una e n v i d i a de a t l e t a s , y a c e p t ó no sé si con a g r a d o o con curio¬
sidad o p e r d o n á n d o n o s . C o m p r o b a r í a m o s l u e g o que en r e a l i d a d
no se t r a t a b a de un s a c e r d o t e sino a d e m á s de un n i ñ o , del recuer¬
do de un s a b i o , de cierta biblia i n g e n u a y m a l i c i o s a sin c r í m e n e s
ni santos m a s o q u i s t a s ni i n c e s t o s ni castigos. E r a u n o de n o s o t r o s ,
t o d o s n o s o t r o s y a la vez lo c o n t r a r i o , ni en e x c e s o d i c h o s o ni
a m a r g o e n m e n o s c a b o , t a n t o que n o s obligó sin p r o p o n é r s e l o , n o
s o l a m e n t e a c a l l a r sino a e s c u c h a r l o .

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— E n t o n c e s yo vivía en la ceja de selva, dijo, en una zona Y a l z a n d o la c a r a , p e r o no la m i r a d a , hacia la figura del
que hace frontera con los c e r r o s que van a C a j a m a r c a . Cuando p a d r e P e d r o en la s e m i p e n u m b r a del bar, F é l i x I n s a p i l l o hizo un
no me p o d í a n h a c e r viajar mis pies, c u l p a de las d i s t a n c i a s , la silencio b r e v e , c o n t i n u ó :
gente me p r e s t a b a algún m u l o . E s e día estaba y e n d o a un r i n c o n - — L a n o c h e a n t e r i o r a que usted llegara, t o d o s los poblado¬
cito que se l l a m a P o l i s h cuyos a l r e d e d o r e s , me h a n d i c h o , e s t á n res de P o l i s h , ye s o l a m e n t e era u n o de ellos, o b e d e c í a al C o m ú n ,
s e m b r a d o s de r o c a s t a l l a d a s con siluetas de a n i m a l e s r a r o s y vie- se r e u n i e r o n en el c e m e n t e r i o , e n t r e las t u m b a s y las p i e d r a s vie¬
jísimos. Dije que me lo han d i c h o , yo no he visto. No p u d e j a s , y empalaron al p u e b l o c o n t r a u s t e d . . .
e n t r a r esa vez a Polish. Llegando al p u e b l i t o me detuvo una —¿Empalaron?. . .
s o m b r a , una v o z , una m a n o e m b r a z á n d o s e a las r i e n d a s del m u l o . — A s í fue, confiesa I n s a p i l l o . Se r e u n i e r o n ante esas tum¬
— P a d r e c i t o , ¿usted es el p a d r e c i t o P e d r o ? , me p r e g u n t ó la bas de c i e n t o s de a ñ o s , p i d i e r o n a n u e s t r o s m u e r t o s que soltaran
sombra. Yo soy, dije sin p o d e r verla. ¡Perdóneme padrecito sus á n i m a s . Y las á n i m a s de t o d o s los t i e m p o s , las á n i m a s de
P e d r o ! e x c l a m ó la voz a r r o d i l l á n d o s e en la o s c u r i d a d . Yo no dije t o d o s los que h a n m u e r t o s , salieron y r o d e a r o n el p o b l a d o . ídem
n a d a , p a r e c i ó que s o l l o z a b a , p e r o ella, l a m a n o , r e s p o n d i ó : que una m u r a l l a de p a l o s , de b a m b ú e s , así se h a n c o l o c a d o las
— A n o c h e me han j u r a d o , p a d r e c i t o , m e han c o m p r o m e t i d o á n i m a s a l r e d e d o r del p u e b l o , c o n t r a usted. Un e m p a l a d o de áni¬
p a r a m a t a r l o a u s t e d , les hice j u r a m e n t o . . . m a s h i c i m o s p a r a que usted no p u e d a e n t r a r a Polish j a m á s , . .
— ¿ Q u é e s t á s d i c i e n d o , hijo?, m e d e s c o n c e r t é , dice e l p a d r e
Pedro.
— P e r d ó n e m e , curita, d é m e su b e n d i c i ó n . . .
—No fue ningún diluvio, insiste Don Javier, fue un otorongo
— ¿ T e han comprometido para matarme?
negro... Sabrás que el otorongo negro nunca es negro. En con¬
—Padrecito, perdóneme. . .
tadas ocasiones y solamente a la distancia es negro y agresivo.
— ¿ Q u i é n quiere que me m a t e s y p o r q u é ? . . .
Cerca de un hombre que no tenga dobleces ni miedo, el otorongo
—¡Déme su bendición!
se hace tímido, se asusta y escapa. Pero en ese entonces ya Ino
Tuve que b e n d e c i r l o , dice, p a r a que dejara de g e m i r t u v e que
Moxo había muerto. Sabrás que el otorongo negro, de cerca, es
bendecirlo y p e r d o n a r l o . Sólo e n t o n c e s se c a l m ó la s o m b r a , esa
distinto: lo gris mancha su piel en varias partes con lunares sua¬
m a n o me b e s ó la m a n o , me a g r a d e c i ó y me p e r d o n ó a q u e l l a voz:
ves, claros, especialmente en las proximidades de la boca y bajo
— M e n o s m a l , p a d r e c i t o , p o r q u e s i usted n o m e p e r d o n a , s i los espinos de su bigote. Yo sé por qué es así y por qué a la
usted n o m e b e n d i c e y o h u b i e r a t e n i d o que m a t a r l o aquí m i s m o . . . vez no es así. El otorongo negro, casi desde que nace, es recha¬
Y me o b l i g ó , c o n r u e g o s , dice el padre Pedro, me obligó zado por su propia madre. Es la única persona de los bosques
s u p l i c á n d o m e que no e n t r a r a al p o b l a d o . T o d a v í a no sé si en la forzada a procurarse, desde muy tiernito, su alimento, á esa edad
p e n u m b r a era un m a c h e t e , no sé cuál otra cosa, lo q u e b r i l l ó en en que se desconoce qué cosa es alimento y qué cosa es veneno.
la m a n o de ese h o m b r e . Me a g a c h é , quise m i r a r m e j o r . Y sólo Esto te daría más tristeza si te pones a pensar que siempre, bajo
en ese ratito lo r e c o n o c í . ¡ I n s a p i l l o , le dije, díme qué es lo que de una muyuna, bajo de un remolino, se aloja alguna serpiente
te p a s a ! . . . de agua, una yakumama. Donde hay un remolino, una muyu-
Y Félix I n s a p i l l o , s e n t a d o a mi d e r e c h a , aquí en el b a r del na, hay siempre una yakumama, una serpiente que lo alimenta,
G r a n Hotel de S o u z a , en A t a l a y a , r e h u y e n d o los ojos increpan¬ una gran boa de la cual mama el remolino aunque tenga mil años,
tes del s a c e r d o t e : aunque nunca se muera. ¡Piensa! ¡Piensa en el otorongo negro!
¡Qué pensará él, sabiendo, como sabe, que hasta los sumideros
— Y o no p o d í a decírcelo e n t o n c e s , no es mi c u l p a , hoy se
lo digo. más lejanos, las muy unas de los ríos por donde nadie pasa ni

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pasará jamás, esos remolinos que no tienen ni una frágil piragua


a quien volcar, ni un tronco flotador siquiera para entretenimien¬
to, qué pensará el tigre sabiendo que hasta esos remolinos, esas
muyunas que no tienen nada, hasta ellos tienen madre!...

Y el clérigo, su mirada rebalsando una n o s t a l g i a que era


m e n o s que un llanto y más que un l l a n t o , con voz de s e n t e n c i a d o ,
de culpa sin c u l p a b l e , c o n v i c t o p o r un c r i m e n que no él sino al¬
11
guien, otra vida, otro t i e m p o , p e r o u s a n d o sus m a n o s , c o m e t i ó
h a b l a n d o sin sonido el s a c e r d o t e , v o l v i e n d o a i n c o r p o r a r s e , fatiga¬
d o , r e t i r a n d o sus m a n o s de la m e s a c o m o si se le c h a m u s c a r a n : Juan González camina
siete días por el fondo
— A l g o p a s a b a siempre que q u e r í a visitar ese p o b l a d o . O me
del río Ucayali
enfermaba sin explicación la v í s p e r a del viaje, calofríos y fiebres
que se esfumaban con t a n sólo r e g r e s a r a mi p a r r o q u i a . . . Ahora
lo entiendo. Cien veces intenté ir a P o l i s h y mil veces no p u d e
Ya en P u c a l l p a , r e p u e s t o de los v i e n t o s que nos a p e l i g r a r o n den¬
tro del b i m o t o r , salí del m i s m o c u a r t o del H o t e l T a r i r i , una y
otra vez y s i e m p r e en v a n o , en b u s c a de D o n H i l d e b r a n d o . Su
n e g a t i v a me h i z o a c e p t a r u n a i n v i t a c i ó n de I v á n a casa de J u a n
G o n z á l e z , en las afueras. Es m a g o de a l e g r í a s , de r i s a s , me dijo
Iván Calvo. Juan González afirma que los resentimientos y la
cólera a y u d a n exclusivamente a a c a b a r con la vida. La alegría
es lo ú n i c o q u e e x t i e n d e la e x i s t e n c i a . Sin alegría las h i e r b a s no
son n a d a , n a d a son los i c a r o s , eso d i c e , dice I v á n C a l v o . Y que
ПШЛШЛ él, J u a n G o n z á l e z , c u r a los d a ñ o s p o r q u e sabe r e g a r l o s con son¬
risas, sigue i n f o r m á n d o m e I v á n C a l v o c u a n d o se impacienta una
s o m b r a en la e n t r a d a de esa c h o z a .
— P a s e , dice J u a n G o n z á l e z e n t r e a b r i e n d o u n a b r a z o d e ado¬
jiUi jLi.i lescente, semisonrisa imberbe, c a b e l l o tieso inútilmente canoso,
c a r a d e casi n a d i e . N a d a que p o n g a e n e v i d e n c i a s u n o m b r a d l a
de m é d i c o b r u j o , ni s o l e m n i d a d ni simpatía, más que con una
voz h a b l a con d o s navajas r e s t r e g á n d o s e :
— L l e g a n j u s t i t o a t i e m p o , ya í b a m o s a c o m e n z a r .
D e n t r o de la c a s u c h a , a t o d o el r e d e d o r del e n t a r i m a d o , adi¬
v i n a m o s c u e r p o s , quejidos e n c u c l i l l a s , r o p a s a v i n a g r a d a s amon¬
t o n a d a s en la o s c u r i d a d . El brujo nos hizo a d o p t a r n u e s t r o s lu¬
gares y de i n m e d i a t o , sin c o n t e n c i ó n de n i n g u n a c e r e m o n i a sirvió
a y a w a s k h a en u n a taza que a p e n a s a l c a n z a m o s a entrever. Antes
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que el oni x u m a se h a b i t u a r a en mi m e n t e , o me h a b i t u a r a a su D e s p u é s , no sé, me b u r l a n la m e m o r i a mis v i s i o n e s , Juan
m e n t e , una voz de inflexiones i n c o n f u n d i b l e m e n t e c a m p a s se ato¬ G o n z á l e z se e n c e r r ó entre sus b r a z o s , t e n s o p o s t e b l a n c o en el
l o n d r ó hasta el sitio de J u a n G o n z á l e z . c e n t r o de la c a b a n a , c e r r ó los ojos y se alzó, flotó a m e d i o m e -
— M e he v u e l t o ajuási, dijo. A l g ú n d a ñ o me ha v u e l t o inútil, tro del e m p o n a d o , salió v o l a n d o a la c a r r e t e r a 'Federico Basa-
incapaz, dejado. E n t r o a{ m o n t e a c a z a r y s i e m p r e r e g r e s o sin d r e ' , no sé b i e n , r e g r e s ó con las astas de un v e n a d o e n t r e las m a -
n a d a , con ¡a b o l s a vacía, sin n i n g ú n a n i m a l . . . n o s , p e r o no e r a un v e n a d o , no e r a n astas, era él solo que volvía
Y más o s c u r a y c h i r r i a n t e t o d a v í a , la voz, c o l o r de súplica: g r i t a n d o t o d a v í a , su voz tibia de j ú b i l o y de s a n g r e .
— A y ú d e m e , s h i r i m p i á r e , h a c e m e s e s que p r á c t i c a m e n t e no — Q u i n c h ó k e r i no ha p e r d i d o la s u e r t e , me dijo. Ha sido
vivo, vivo sin v o l u n t a d , sin s u e r t e . . . o c u p a d o p o r el manchan. Sabrás que el manchan es un miedo

Juan G o n z á l e z a v a n z ó h a c i a la v o z , n u n c a n o s e n t e r a m o s si d i s t i n t o , m á s difícil que el m i e d o que t o d o s c o n o c e m o s , ese que

le dio de m a s c a r t a b a c o , al i n s t a n t e la voz e m p e z ó a v o m i t a r que¬ h a s t a los a n i m a l e s p u e d e n llegar a olfatear. El m a n c h a r i se m e t e


jándose y temblando. I g n o r o si a las d o s h o r a s , o a n i n g u n a , ya c o m o á n i m a en el c u e r p o y la p e r s o n a de ese c u e r p o ya no sirve.
el a y a w a s k h a me g i r a b a el á n i m a , igual q u e bajo la luz del me¬ D e s d e esa p e r s o n a el m a n c h a r i e s p a n t a a t o d o lo que vive, no
diodía pude m i r a r t o d o : J u a n G o n z á l e z se d e s c o y u n t a b a en con¬ solamente animales, como le pasa a Severo Quinchókeri, sino
vulsiones, gestos y r e c l a m o s i n a u d i b l e s , a c r e c e n t a b a el r o s t r o , se que t a m b i é n e s p a n t a la v o l u n t a d , el c a r i ñ o de las c o s a s , de las
torcía, era o t r o , los b r a z o s t a s a j e a d o s p o r el aire b r i l l a n t e y afila¬ d e m á s p e r s o n a s , l a r a z ó n d e s c o n o c i d a por l a que existen a l g u n a s
d o , yo sabía que estábamos en plena noche pero él era otro, existencias. T o d o eso y m u c h o m á s , t o d o a h u y e n t a e l m a n c h a r i .
fulguraba igual q u e l u n a roja, que sol de P i s a q , sol de P a w k a r - Sabe m e t e r s e c o m o c u e r p o d e n t r o del á n i m a . . .
tampu, Juan González ingresando súbitamente a un reposo de
C u a n d o m e p e r d o n ó l a m a r e a c i ó n , era o t r o día, q u e d á b a m o s
p e r s o n a del Sol, de S u m o S a c e r d o t e de los inkas d a n d o ó r d e n e s
en la c a s a ú n i c a m e n t e I v á n , I n s a p i l l o , J u a n G o n z á l e z y y o . Iván
azules, anaranjadas:
le recordaba al brujo, escucho t o d a v í a bajo brumas coloreadas,
— ¡ S e v e r o Q u i n c h ó k e r i ! , d o m e s t i c ó a la voz. ¡Todos los I v á n le e s t á d i c i e n d o de la vez que la policía encarceló a Juan
animales son t u y o s , Severo Q u i n c h ó k e r i ! G o n z á l e z d e b i d o a la d e n u n c i a de un m é d i c o v e c i n o , es que J u a n
Iván nos a s e g u r ó que J u a n G o n z á l e z , antes del oni x u m a , n o c o b r a u n c e n t a v o p o r sus m e d i c a c i o n e s , p o r eso.
c u a n d o era J u a n G o n z á l e z , no sabía ni el n o m b r e ni los proble¬ —Me quisieron encolerizar, dice Juan González, pero no
mas de la voz. Sin e m b a r g o éste J u a n G o n z á l e z , d e n t r o del aya- los dejé. A ver, h e c h i c e r o , se b u r l ó el C o m i s a r i o , a ver e s c á p a t e
w a s k h a , parecía s a b e r l o t o d o de a n t e m a n o y se d e s a t a b a en gritos de la c á r c e l , ¿o a c a s o no eres m a g o ? . . .
madres: — S o l a m e n t e esa n o c h e lo e n c e r r a r o n , dice I v á n . A la ma¬
— ¡ T u y o es el b o s q u e , t u y o s son los m o n t e s ! ñanita no e n c o n t r a r o n a n a d i e en la celda.
Y a t e n u á n d o s e un t a n t o , o s c i l a n d o e n t r e el i c a r o y el grito —Y yo e s t a b a en la c e l d a , sonríe J u a n González, sólo que
sin remilgos: los g u a r d i a s no p o d í a n v e r m e . Yo les p r o h i b í sus ojos. Toda
— ¡ Y o t e e n t r e g o t o d o s los a n i m a l e s ! ¡Todos los a n i m a l e s esa n o c h e me i c a r é , m a s q u é t a b a c o fuerte p a r a que mi c u e r p o ma¬
son tuyos, Severo Q u i n c h ó k e r i ! ¡Tú eres ei d u e ñ o , yo te los de¬ terial se h i c i e r a invisible frente a los g u a r d i a s . Fácil fue. Los
v u e l v o , tú eres el mejor hijo de N a r o w é y de K a a m e t z a ! ¡Yo soy policías a b r i e r o n los c a n d a d o s y yo salí t r a n q u i l o c a m i n a n d o jun¬
El A n i m a Sola, yo soy E l e g g u á , yo soy el y e r n o del d i o s P a c h a - to a e l l o s , q u i t á i t r e , bien t r a n q u i l o , igual que si no t u v i e r a c a r n e ,
k a m á i t e , yo soy dios y yo te e n t r e g o lo que s i e m p r e ha sido t u y o , c o m o si v e r d a d e r a m e n t e no me e n c o n t r a r a en ese lugar.
todos los b o s q u e s , t o d a s las p e r t e n e n c i a s y las p e r s o n a s de los — Y esa m a ñ a n a e l C o m i s a r i o recibió u n t e l e g r a m a e n v i a d o
bosques! d e s d e I q u i t o s , dice I v á n C a l v o , u n t e l e g r a m a que h a b í a sido d e p o -

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sitado dos días a n t e s , en el cual Juan González a n u n c i a b a que


h a b í a m o j a d o mi c a m i s a , d e s p u é s me dirigí a la oficina de telé¬
llegaría a P u c a l l p a . e s a misma t a r d e , j u s t o al a n o c h e c e r , ¡y d e s d e
grafos y le envié ese mensaje al gritón del C o m i s a r i o .
I q u i t o s , a varios días de n a v e g a c i ó n , en el b a r c o ' M a r i a n a ' ! . ..
— Y o les m a n d é , en p e r s o n a , ese t e l e g r a m a , se ríe J u a n G o n - Y r e t o m a n d o u n a voz que reconozco, Juan González:
zález. Y llegué esa t a r d e , j u s t o al a n o c h e c e r , en el b a r c o ' M a r i a - — ¡Es que n i n g u n a cárcel p u e d e e n c a r c e l a r n o s , n i n g ú n vira-
na', sin mentir. En el e m b a r c a d e r o e s t a b a el C o m i s a r i o , p r e g ú n - k o c h a p u e d e h a c e r n o s d a ñ o ni c o n v e r t i r n o s en d a ñ o ! ¡Sangre ne¬
tale si quieres dice Iván, estaba el C o m i s a r i o e s p e r á n d o m e , pro¬ gra t e n e m o s , n u e s t r o t i e m p o e s otro t i e m p o , d e u r u s d e s c e n d e m o s
sigue Juan G o n z á l e z , esperándome amargo con varios policías. y a urus a s c e n d e m o s ! . . .
Me volvieron a d e t e n e r p e r o sólo p o r un m o m e n t i t o , h a b l a r o n con
Iba yo a porfiar, a desconfiar, no r e c u e r d o a h o r a con preci¬
el motorista del ' M a r i a n a ' y me d e j a r o n en l i b e r t a d , se a s u s t a r o n ,
sión, oigo un r u m o r de hojas q u e b r á n d o s e afuera de la c a s a , veo
el motorista confirmó que yo h a b í a s u b i d o a su b a r c o en I q u i t o s ,
p a s o s que c r e c e n , p u e d o m i r a r al fin: un indio flaco, e n c o l l a r a d o
en el puerto de Belén, la s e m a n a a n t e r i o r . . .
de d i m i n u t a s p i e d r a s r o s a d a s y v e r d e s , azules y a n a r a n j a d a s , la
D e s l i g á n d o m e de las últimas visiones de a y a w a s k h a , atreví: c u s h m a c e ñ i d a p o r una faja de d o n d e p e n d e n d e c e n a s de h u e s o s
— N o e n t i e n d o bien, creo que no he c o m p r e n d i d o b i e n , no d e l g a d o s , los b r a z o s u n c i d o s de p u l s e r a s h a s t a el n a c i m i e n t o de
escuché con claridad. ¿Usted e s t a b a p r e s o , y e s t a n d o p r e s o t o m ó los h o m b r o s , e m e r g e j a d e a n d o e n l a p u e r t a , s u e s p a l d a d o b l e g a d a
un barco a cientos de kilómetros de d i s t a n c i a , y u n a s e m a n a antes por un bulto que me parece hielo. M i r o mejor, distingo medio
lo t o m ó , en I q u i t o s , lejos, y llegó usted a P u c a l l p a sólo h o r a s c u e r p o del n a t i v o y sobre él m e d i o c u e r p o de un v e n a d o sin a s t a s ,
después de h a b e r estado e n c a r c e l a d o ? . . . demasiado joven, la frente rota p o r los p e r d i g o n e s , y me sorpren¬
— E s que t o d a esa n o c h e , en la c e l d a de la C o m i s a r í a , no de la c a r a b i n a w í n c h e s t e r en m a n o s del aborigen.
solamente me icaré, expone Juan G o n z á l e z con n a t u r a l i d a d . Tam¬ —¡Severo Quinchókeri!, s e alegra J u a n G o n z á l e z .
bién me c o n c e n t r é para que vuelva el t i e m p o sin t i e m p o . Apeni-
— P r o n t i t o he v e n i d o , s h i r i m p i á r e , dice la voz de a n o c h e .
tas p a s a d a la m e d i a n o c h e pude h a c e r l o volver. Bajé al t i e m p o
—Y así va a ser s i e m p r e , h e r m a n o , lo c o n f o r t a el brujo. Así
más viejo y me envolví con él, bebí su p o l e n antes que a m a n e c i e r a
va a ser, yo te he d i c h o que t o d o s los h a b i t a n t e s del m o n t e son
y a u m e n t é mi p o t e n c i a de mirar. D e n t r o de ese t i e m p o , que no
t u y o s , s i e m p r e fueron t u y o s , así es. ¡Tuyo es el b o s q u e , yo te
sirve para llevar a la m u e r t e sino p a r a p r o d u c i r a l e g r í a s , me fue
lo he d e v u e l t o , t u y a s son las e x i s t e n c i a s del b o s q u e , ya lo estás
fácil viajar días atrás, hasta I q u i t o s .
viendo! ¡ T o d o s los días tienes que ir al m o n t e , no dejes de ha¬
—¡Regresa al Urubamba!, exclamó José María Arguedas
cerlo j a m á s ! P i e n s a que tus h e r m a n o s , n u e s t r o s h e r m a n o s , a h o r a
volviendo a c a m i n a r sobre el río. ¡ R e g r é s a m e c o n t i g o a g u a s arri¬
están tan mal que si alguien no h a c e n a d a ya les está h a c i e n d o
ba, avanza c u a t r o siglos, r e t r o c e d e c u a t r o siglos p o r el R í o Sa¬
el más t r e m e n d o d a ñ o . . .
g r a d o de los inkas! ¡Amazonas, r í o - m a r , i m p i d e el d e s e m b a r c o
— N o sé c ó m o a g r a d e c e r l e , s h i r i m p i á r e , dijo la voz deposi¬
de los b á r b a r o s ! . ..
t a n d o el m e d i o v e n a d o a un c o s a t d o del c u a r t o . J u a n G o n z á l e z la
Fácil fue, insiste Juan G o n z á l e z . C u a n d o u n o está i c a r a d o , detuvo:
en ese tiempo a d e m á s , el agua es c o m o la t a p a de un g r a n mos¬
—Si hay que agradecer, Severo Quinchókeri, a mí no me
quitero. Yo salí de la cárcel y c a m i n é h a s t a el río, l e v a n t é la t a p a
agradezcas. ¡ A g r a d é c e t e a tí p o r q u e eres digno de las á n i m a s
del U c a y a l i , e n t r é , me fui c a m i n a n d o sin p e l i g r o a l g u n o , b i e n res¬
g r a n d e s que n u n c a se e q u i v o c a n ! ¡Ellas e x p u l s a r o n de tu c u e r p o
g u a r d a d o por la tela del agua y a p a r e c í en el p u e r t o de B e l é n en
a esa á n i m a de m i e d o ! ¡Ellas e x p u l s a r o n de tu á n i m a al c u e r p o
Iquitos. No me fuera a ver alguien, disimulé, salí a la orilla
del manchari!
agachadito y esperé al sol para que me secara lo p o q u i t o que se
Y abajando sus p a l a b r a s h a c í a mí:

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—Sabrás que los a s h a n í n k a no m a t a n n u n c a un v e n a d o , mu¬ JV . —EL DESPERTAR


c h o m e n o s se a t r e v e n a c o m e r l o . P a r a los a s h a n í n k a , p a r a los
c a m p a c o m o S e v e r o Q u i n c h ó k e r i , e l v e n a d o está h a b i t a d o p o r e l
a l m a de un p a r i e n t e muy r e m o t o y muy e n e m i g o . Los mitayeras,
los c a z a d o r e s c a m p a , d e s d e a n t i g u o , l e t e m e n a l v e n a d o m á s que
al t i g r e , m á s que al o t o r o n g o . ¡Le t e m e n m á s que al v i r a k o c h a ,
m á s que a l h o m b r e b l a n c o ! . . . ¿Te d a s c u e n t a ? . . .

De regreso en el H o t e l T a r i r i , d u c h á n d o m e con prisa pues


esa m i s m a t a r d e v i a j á b a m o s a I q u i t o s , me d e s c u b r í en el p e c h o
tres cicatrices que n o h u b e visto a n t e s , dispuestas c o m o adrede
s e ñ a l a n d o un t r i á n g u l o . Abrí y abrí los ojos, retiré mi c u e r p o
de la r e g a d e r a fría, más y más fría, m i r é las c i c a t r i c e s , toqué,
volví a mirar, aún no sé qué p e n s a r .

Las palabras de Iván Calvo ingresan desde mi habitación,


bajo la p u e r t a del c u a r t o de b a ñ o :
— J u a n G o n z á l e z t e m a r c ó a n o c h e p a r a que s u a l t a r t e acom¬
pañe siempre, en tu p e c h o , p a r a que te proteja, así me dijo D o n
H i l d e b r a n d o para que yo te lo d i j e r a . . .

Y en sus p a l a b r a s me h a g o r e c u e r d o , r e g r e s o al río M i s h a w a ,
nos d e v u e l v o a l c o m i e n z o del viaje h a c i a I n o M o x o , escudriño
los altos m a t o r r a l e s , veo a I v á n que a p a r e c e a r r a s t r a n d o un ve¬
n a d o , trayéndonos el recipiente de un ánima remota, tasajeándolo,
a l i m e n t á n d o n o s con ese c h u l l a c h a k i d e q u i é n sabe qué tiempos.
A l g o que es hijo y p a d r e de otro t i e m p o empuja con mis m a n o s
la p u e r t a d e s q u i c i a d a del c u a r t o de b a ñ o , me e n t r a al d o r m i t o r i o ,
s e e n c a r a con I v á n C a l v o . P e r o I v á n C a l v o , a q u e l l a s u lejanía
recelosa, propia de quienes viven p r o t e g i e n d o algún s u e ñ o , nos
d e s d e ñ a y sigue h a b l á n d o l e a su voz:
— E l maestro Ino M o x o te cortó a n o c h e , c r e o q u e con u n
p u ñ a l de p a l o s a n g r e , o quizá fue de h u e s o , u n a costilla transfor¬
m a d a en p i e d r a . T r e s tajitos te hizo s o b r e el p e c h o , a m o d o de
un e s c u d o , p a r a que n a d i e , ni siquiera tú, n a d a ni n a d i e p u e d a
hacerte daño. P a r a que te proteja h a s t a de ti m i s m o , así me dijo
que te lo dijera. . .

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donde se verá que las máscaras


están siempre debajo
de la cara

El pasadizo escuálido que comienza en la calle, en la vereda


i z q u i e r d a del J i r ó n H u a l l a g a de I q u i t o s , p e n e t r a h a c i a el reman¬
so de una sala sin p a r e d e s , e s q u i n a d a por un d i v á n de esterilla,
una h a m a c a s o g a d a y c u a t r o silletas a c a n e l a d a s , piso que e x p a n d e
losas b o r r o s a m e n t e azules a l r e d e d o r de un t r o z o de tierra flore¬
cida. Tras del b r e v e j a r d í n o l o r o s o de m e n t a y de g a r ú a , a un
lado: e s c a l e r a s que a n u n c i a n d o r m i t o r i o s en la s e g u n d a p l a n t a , y
al otro, entrecerrado por mamparas marrones: el inexcrutable
laboratorio donde el médico brujo M a n u e l Córdova se desvela
triturando pétalos, combinando raíces c o r t a d a s e n a y u n o , expri¬
miendo secretos agridulces. En ese a p o s e n t o , al cual nadie p u e d e
ingresar sino el a m a n e c e r y los a t a r d e c e r e s , este ' s i m p l e vegeta¬
lista', así se a u t o d e n o m i n a M a n u e l C ó r d o v a , r e q u e r i d o p o r innu¬
merables pacientes asciende noche a noche hasta otra m a d r u g a d a ,
afila las z a r p a s de su n o m b r e l e j a n o , a m a e s t r a d o p o r la p a c i e n c i a
de los m a g o s selváticos y se a b a l a n z a c o n t r a las enfermedades
desde lo alto de su frente de s a b i o .

—A esta h o r a es b u e n o c o n v e r s a r , dice m a s t i c a n d o el t o b i l l o
de su p i p a r u g o s a , aromando, arohumando al tibio t i e m p o que
se va, ya las seis de la t a r d e . L u e g o viene gente y t e n g o que
ayudar. M e d u e l e aquí, n o p u e d o d o r m i r , s e quejan. T e n g o dia-
betis, los huesos me crujen, me ha d a d o el cáncer. ¿Cáncer?
E l l o s m i s m o s n o m á s se d i a g n o s t i c a n , se e n f e r m a n solitos. A veces

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son los m é d i c o s q u i e n e s y e r r a n . M u c h o s les dicen: ya no hay n a d a Cuando César, en Lima, comprobó que su antigua úlcera
que hacer, usted tiene c á n c e r . P e r o a c u d e n a mí y con a y u d a de a n d a b a ya en c i c a t r i z , p u d e confiarle:
cosas que a p r e n d í en los m o n t e s yo les s a n o su c á n c e r . Créame. — D o n M a n u e l m e secreteó que v e r d a d e r a m e n t e p a d e c í a s d e
H a r t a s veces el c á n c e r no es m á s que i n f l a m a c i ó n , u n a g r a n in¬ úlcera. Y me p i d i ó que no te lo dijera. El origen del d a ñ o radi¬
flamación de los tejidos. E n t o n c e s es curable. c a b a en tu c u e r p o e s p i r i t u a l , en las tensiones de tu á n i m a y p a r a
s a n a r t e era i m p r e s c i n d i b l e que no lo supieras.
Hace menos de un m e s , p a s e a n d o a pocas cuadras de su
casa, en la P l a z a 28 de Julio c o n o c í a Don Manuel Córdova. Limpios, pues, nuevecitos por dentro.
Solamente al o b s e r v a r m e c a m b i ó de r o s t r o : P e r o hoy n o h e m o s v e n i d o , I v á n C a l v o , F é l i x I n s a p i l l o y y o ,
— ¿ A usted le m o l e s t a n los o í d o s , n o ? , me dijo. U s t e d pade¬ a platicar de e n f e r m o s ni de m a g i a sino a que D o n M a n u e l C ó r -
ce lo que a l g u n o s l l a m a n sinusitis. Desde hace a ñ o s s e g u r o pa¬ d o v a , por favor, t e n g a la b o n d a d de i n v i t a r n o s a y a w a s k h a , si es
dece y no lo c u r a n a d i e , ¿es a s í ? . . . p o s i b l e con t o h é , y nos cuide d u r a n t e las visiones ya que a m b a s
Y v o l v i e n d o a r e s o n a r a n d a r e s s o b r e las b a l d o s a s de la P l a z a d r o g a s j u n t a s p r e c i s a n de un m a e s t r o que sepa m a n e j a r l a s y con¬
28 de J u l i o , ágil, i n c o n c e b i b l e , pies de casi cien a ñ o s , me e n c a r ó : ducir por b u e n r u m b o l a mareación de los p a r t i c i p a n t e s . Don
— S i usted q u i e r e yo le voy a sanar. Primero tengo que Manuel Córdova acepta previniéndonos que esta n o c h e ingerire¬
limpiarlo por d e n t r o , c o m o n u e v o , p a r a que t o d o el sucio que m o s a y a w a s k h a n e g r a , la m á s fuerte, y si acaso hemos comido
se va g u a r d a n d o en el c u e r p o , sin s a b e r , en las fábricas i n t e r n a s , algo mejor fuera p o s t e r g a r la sesión p o r q u e el t o h é r e c h a z a cual¬
no interfiera con la m e d i c a c i ó n . D e s p u é s le d a r é unas tomas, quier a l i m e n t o , n a d i e más que sus j u g o s saben e x t r e m a r al máxi¬
no me vaya a fallar, b e b a una c u c h a r a d a en a y u n a s y otra antes mo la vista y los p o d e r e s del oni x u m a . H e m o s ayunado desde
de d o r m i r . Y las g o t a s , no las deje e n t r a r en su n a r i z , p ó n g a l a s anoche, aseguramos a Don Manuel Córdova, estamos preparados.
en la p u e r t a del olfato n o m á s : el á n i m a del l í q u i d o será suficiente.
Las últimas radiografías paranasales p a s m a r o n a mi m é d i c o
en L i m a : no hay r a s t r o de sinusitis c r ó n i c a . Algo más: las mo¬ C o n o c í a D o n M a n u e l C ó r d o v a en 1 9 6 0 / c u a n d o él t r a b a j a b a
lestias articulares que me afligieron tantos años, luego de una como recolector de especies botánicas para la Astoria Co., me
p o m a d a que m e o b s e q u i ó D o n M a n u e l C ó r d o v a , s e h a n ido p o r había informado el Dr. Osear Ríos. Manuel Córdova ocupó tal
ahí, acaso d e t r á s de a l g u n a visión de a y a w a s k h a . S u p e que mi puesto hasta 1968. Su s u e l d o , en esa é p o c a , d u p l i c a b a al que
tío C a r l o s A r a n a d e b e i g u a l m e n t e a D o n M a n u e l C ó r d o v a la in¬ percibía u n m é d i c o p o r l a b o r e s h o s p i t a l a r i a s . S é que D o n Ma¬
fusión de raíces que hizo d e s a p a r e c e r su d i a b e t e s . Y que de él nuel C ó r d o v a llegó a I q u i t o s en 1917 y desde e n t o n c e s e m p e z ó a
a p r e n d i ó a c a n t a r sin l a b i o s , con la m e m o r i a del corazón, cap¬ aplicar sus c o n o c i m i e n t o s sobre las propiedades medicinales de
t u r a n d o m ú s i c a s que viven en el a i r e , el J u g l a r de la Selva, R a ú l las p l a n t a s . Un p r o b l e m a j u d i c i a l con cierto m é d i c o de la loca¬
Vásquez. lidad lo llevó al B r a s i l . A l l í , en el L a b o r a t o r i o de San S e b a s t i á n
— N o , t ú n o t i e n e s úlcera a l e s t ó m a g o , corta D o n M a n u e l trabajó ya como recolector de especies vegetales para análisis.
C ó r d o v a , s o n r i e n d o , las p r e o c u p a c i o n e s de César. V o l v i ó al P e r ú en 1 9 4 7 , p o c o d e s p u é s del sismo del G r a n P a n g o a ,
— P e r o en P a r í s los m é d i c o s . . . y ese m i s m o a ñ o fue c o n t r a t a d o p o r la A s t o r i a C o . H o y se ha
— E l l o s , p u e s , qué saben. Sólo gastritis tienes. j u b i l a d o y la p e n s i ó n con que esa c o m p a ñ í a n o r t e a m e r i c a n a de¬
Y César, n e g á n d o s e a e n v i u d a r de su dolencia: vuelve sus a n t i g u o s servicios le p e r m i t e vivir c ó m o d a m e n t e , sin
— H a c e dos días t u v e otra hemorragia. necesidad de c o b r a r h o n o r a r i o s a los pacientes.
Y Don Manuel Córdova, insobornable: — ¿ E n qué consistía e x a c t a m e n t e s u l a b o r e n l a A s t o r i a C o . ? .
— G a s t r i t i s es, n a d a más que a c i d e z , yo te voy a sanar. inquirí a q u e l l a t a r d e , en la P l a z a 28 de J u l i o .

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-—Muchas cosas. Una parte importante: r e c o g e r especies V o l v i e n d o a irse con sus ojos hacia la h u e r t a , hacia d e n t r o
vegetales p a r a que fueran identificadas y t r a b a j a d a s en los Esta¬ de sí, Don Manuel Córdova:
dos U n i d o s . —Cuando cerré los párpados aparecieron como arabescos,
—¿Cuántas especies llegó usted a recoger? d e c o r a c i o n e s c o m p l i c a d a s de luz i r i d i s c e n t e y de s o m b r a s que i b a n
—Solamente del A l t o T a p i c h e traje como trescientas, cada a d o p t a n d o un t o n o v e r d e a z u l a d o a m e d i d a que c a m b i a b a n de di¬
una con su e j e m p l a r en vivo, su fotografía y su informe deta¬ seño y estructura. Parecían cosas animadas moviéndose sobre
llado. De c a d a u n a traía hojas, flores, frutos y una b o t e l l i t a de un fondo de figuras geométricas, planetas puntiagudos, grandes
extracto, listo p a r a m e d i c i n a r . E n total les h a b r é d a d o , acaso, rocas t a l l a d a s c o n perfiles d e a n i m a l e s m u y viejos, una variedad
dos m i l . . . inacabable de formas. A l g u n a s veces, fugazmente, me parecían
—¿Ayawaskha también? algo c o n o c i d o , telarañas, alas de mariposas amarillas y negras.
— Ú n i c a m e n t e la soga, la liana, no la p r e p a r a c i ó n , t a m p o c o U n a c o r r i e n t e de aire me g o l p e ó , v e n i d a de lo p r o f u n d o del bos¬
las otras h i e r b a s con que se d e b e c o m b i n a r . E s o no p u e d o , a q u e , en la n o c h e , y t r a s l a d ó el c a m p o de mis v i s i o n e s . El a i r e ,
nadie. . . Sé que ellos c o n s i g u i e r o n e x t r a e r el p r i n c i p i o activo fresco, era u n a cosa que yo p o d í a ver, y a veces un rumor, una
de la soga, que le l l a m a n Harmina, pero u s a d o en i n y e c t a b l e su textura de p l u m a s que p o d í a t o c a r s e . Todos mis sentidos e r a n
efecto no es el m i s m o . uno s o l o , se c o m u n i c a b a n , p o d í a e s c u c h a r con los d e d o s , t o c a r
— ¿ C u á n d o t o m ó usted a y a w a s k h a l a p r i m e r a vez? con los ojos, p a l p a r con la voz esas visiones. El m a e s t r o que esa
o p o r t u n i d a d me dirigió en la t o m a , de a y a w a s k h a , c a n t a b a en voz
Don M a n u e l C ó r d o v a fuma h o n d a m e n t e , se a c o m o d a en el
bajita, en i d i o m a a m a w a k a , i n v e n t a b a un icaro de iniciación, por¬
sofá de esterilla, su m i r a d a lo lleva h a c i a el h u e r t o d i m i n u t o que
que los i c a r o s c u m p l e n t a m b i é n su trabajo de a y u d a r a que se
se sofoca a un l a d o de la sala, en la p u e r t a de su l a b o r a t o r i o . Re¬
lleve a c a b o el efecto, lo i r r e p a r a b l e , las intenciones del oni
gresa lentamente:
xuma. . .
—-Era muy n i ñ o , trece años t e n í a . . .
—¿Se a c u e r d a bien de esa experiencia? R e g r e s a n d o D o n M a n u e l C ó r d o v a a esta sala, al nervioseo
—Como si hubiera sido ayer. de sus d i e n t e s en la p i p a g r i s á c e a :
—¿Fue agradable? — E s e m a e s t r o me e n s e ñ ó t o d a s las c o s a s que yo sé a c e r c a
—Lindísima. de los v e g e t a l e s , algunas de las cuales p u s e en c o n o c i m i e n t o de
— ¿ P o d r í a c o n t a r m e algo de ello? los l a b o r a t o r i o s que t r a b a j a b a n con la A s t o r i a C o . De varios co¬
—Primero sentí un r u m o r z u m b a n t e que p a r e c i ó flotar, ele¬ nocimientos que les t r a s m i t í ellos hicieron después remedios de
varse hacia la c o p a de unas e s p i n t a n a s . M i s ojos t r a t a r o n de se¬ frasquito, con su e t i q u e t a , que a h o r a nos v e n d e n en las farma¬
guir su a s c e n s o y c u a n d o mi m i r a d a v a g a b a p o r el follaje descu¬ cias. Sé, por ejemplo, que h a n e m b o t e l l a d o un anticonceptivo
brí una belleza que no h u b i e r a i m a g i n a d o ni en s u e ñ o s . Cada que les r e v e l é , y t a m b i é n un p r o d u c t o p a r a la d i a b e t e s , aunque
hoja brillaba con un r e s p l a n d o r v e r d e y d o r a d o . El c a n t o cerca¬ p a r e c e que el efecto de esos r e m e d i o s es t e m p o r a l , no es com¬
no de un u r k u t ú t u y el trino i r r e g u l a r de un s i e t e c a n t o s descen¬ pleto c o m o c u a n d o yo los p r e p a r o s a n a m e n t e , sin a l t e r a r la pure¬
dieron de p r o n t o , yo p o d í a m i r a r sus c a n t o s , me a c u e r d o . El tiem¬ za y la c o n f i a n z a del vegetal. E s e es pues el s e c r e t o . E s o es lo
p o parecía s u s p e n d i d o , c o m o n u b e de polen p l a t e a d o , solamente que sabe el a y a w a s k h a . . . A n u e s t r a s m e d i c i n a s , tal vez m á s
había ese a h o r a que yo e s t a b a v i v i e n d o , y ese a h o r a no t e n í a lími¬ que p o d e r e s , lo que les o t o r g a m o s es c a r i ñ o . P o r q u e hasta los
tes, era infinito. Yo p o d í a s e p a r a r c a d a n o t a o s c u r a del u r k u -
m u e r t o s n e c e s i t a n c a r i ñ o , y los e n f e r m o s m á s : los enfermos espe¬
tútu, t o d a s las n o t a s del s i e t e c a n t o s t a m b i é n , y s a b o r e a r las n o t a s
ran en el u m b r a l , d e l g a d i t o s c o m o piel muy frágil, c o m o esa esca¬
una por una.
ma t r a n s p a r e n t e que separa el día de la n o c h e . . . Nosotros des-

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pertamos a las m a d r e s de ios v e g e t a l e s . T o d o vegetal tiene su — L o único que a h o r a e s p e n a p a r a mí, b a s t a n t e p e n a , e s n o
m a d r e , igual que las m u y u n a s , igual que los r e m o l i n o s son ama¬ haber podido hallar a alguien p a r a dejarle t o d o lo que aprendí
m a n t a d o s p o r s e r p i e n t e s g i g a n t e s , así, t o d o vegetal tiene s u m a d r e en los b o s q u e s . M i s hijos, c a d a cual p o r su p r o p i a i n c l i n a c i ó n ,
también. Las d e s p e r t a m o s p a r a que a u m e n t e n con s u c a r i ñ o las son p r o f e s i o n a l e s de o t r a s r a m a s . Mis nietos, peor: n i n g u n o es
fuerzas de Ja cura. Y c u a n d o es d a ñ i n a la m a d r e de un v e g e t a l , c u r i o s o p a r a los v e g e t a l e s , c o m o y o . S e g u r a m e n t e n o p o d r é dejar
d e s p a c i t o la c o r t a m o s , de n o c h e , p a r a que su m a d r e no despier¬ discípulo. A u n q u e t o d a v í a p i e n s o vivir m u c h o m á s . . .
te.. . Voy a d e c i r t e máá: la a y u m a , p o r e j e m p l o , que es árbol Y e c h á n d o s e a reir con v o c e s g r a n d e s :
similar a la c a s t a ñ a , t i e n e el á n i m a m a l a , su m a d r e es un h o m b r e — A p e n a s tengo 95 añitos...
perverso y sin c a b e z a , p o r eso la a y u m a se utiliza en d e s q u i t e s , Y b a j a n d o la voz y los ojos, e x t r a y e n d o una cerilla, escar¬
únicamente para dañar. La madre de la lupuna blanca también b a n d o con ella el f o n d o a t a s c a d o de su pipa:
e s h o m b r e p e r o b o n d a d o s o , u n señor d e cierta edad q u e , c u a n d o — E s a p r i m e r a vez, antes de las visiones que te he d i c h o , ya
se le sabe l l a m a r , r e s p o n d e s i e m p r e con s u a v i d a d , con enseñan¬ m i r á n d o m e a h o r a , t u v e o t r a s visiones i g u a l m e n t e n í t i d a s dice D o n
zas que a y u d a n a m e d i c i n a r . La m a d r e de la l u p u n a c o l o r a d a , Manuel Córdova. E s p e c i a l m e n t e u n a , c l a r í s i m a , dice. El maestro
en c a m b i o , es h o m b r e muy d a ñ i n o : si te a g a r r a en su á m b i t o te que m e p r o t e g i ó d u r a n t e l a m a r e a c i ó n , e n u n m o m e n t o d a d o , sin
h i n c h a la b a r r i g a , m u e r e s con los i n t e s t i n o s d e s t r o z a d o s . La ma¬ anunciar gritó:
dre de la k a t a w a es la p e o r de t o d a s : p u d r e el c u e r p o , nos q u e m a
—¡Visiones, empiecen!
p o r a d e n t r o , y si e n v e n e n a s un lago con su resina los animales
Y en el c a m p o de mis v i s i o n e s , yo t e n í a t r e c e a ñ o s , i r r u m p i ó
de ese lago flotan con los ojos q u e m a d o s , en b l a n c o , no solamen¬
una panguana hembra. El maestro m e o r d e n ó que hiciera apa¬
te peces, también lagartos grandes, boas, a n g u i l a s , q u e d a n vara¬
r e c e r j u n t o a ella u n a p a n g u a n a m a c h o . Yo me p u s e a p e n s a r , a
dos en la orilla, c i e g o s , sin siquiera p o d e r m i r a r que e s t á n muer¬
desear, fuertemente. A b r í los ojos. ¡Y la p a n g u a n a m a c h o esta¬
tos. La m a d r e del c h u c h u w a s h a b l a n c o es una d a m a . La del
ba frente a n o s o t r o s , allí m i s m o , en ese claro del m o n t e circun¬
c h u c h u w a s h a rojo e s h o m b r e , j o v e n muy b r a v o , m a c h o . Cuando
d a d o por a n t o r c h a s ! . . . Y la p a r e j a de p a n g u a n a s se p u s o a bai¬
t o m a s c h u c h u w a s h a b l a n c o se te p r e s e n t a la m a d r e y te c o n v e r s a ,
lar una d a n z a de apareamiento. ¡ Q e s p i c h í w a y ! , gritó c o m o hu¬
p a r a qué me has t o m a d o , d i c e , en tu s u e ñ o te h a b l a , te a c o m p a ¬
mano, como humano amawaka, es decir en idioma de quechuas
ña t o d a la n o c h e . P e r o eso sí c u i d a d i t o con no h a c e r lo que yo
p e r o con voz de a m a w a k a s , así gritó la p a n g u a n a . ¡Qespichíway,
diga, así dice la m a d r e . Y si t o m a s c h u c h u w a s h a rojo se te pre¬
que c o n t i e n e en r e a l i d a d dos palabras: qespi, que es cristal, y
senta el m a c h o y p r e g u n t a lo m i s m o , ¿ p a r a qué me h a s t o m a d o ? ,
chíway, que es el j u n t a m i e n t o de los pájaros que q u i e r e n p r o c r e a r .
y tú no p u e d e s m e n t i r p o r m á s que q u i e r a s , y e n t o n c e s él te dice
Qespichíway, p u e s , q u e r i e n d o decir: a p a r é a m e con el cristal, vuél¬
ten confianza, confía en mí, y te o r d e n a u n a dieta m u y estricta,
v e m e p r í s t i n o , h a z que t e n g a m o s hijos t r a n s p a r e n t e s , libres, como
n a d a de ají, n a d a de c i g a r r o , ni mujer ni m a n t e c a , p o r un t i e m p o
n a c i d o s del cristal. E s o le dijo la p a n g u a n a a su h e m b r a en mi
preciso. Y si c u m p l e s t o d o sale l i n d i t o , así lo h a y a s t o m a d o p a r a
visión. Su voz era g r a n d e y a m a r i l l a . En m e d i o de las d o s perdi¬
c u r a r t e de algo o p a r a c o n s e g u i r a l g o , no tan sólo salud, suerte
ces a p a r e c i ó un n i d o b l a n c o , de a l g o d ó n h i r s u t o , ese que se usa
también, amor también. . . T o d a s las c o s a s tienen su p a r a q u é , su
p a r a c o r o n a r los d a r d o s de las c e r b a t a n a s , y en el n i d o b r i l l a b a n
m a d r e , el origen de su finalidad, de su uso en la c u r a o en el
cinco huevos azules. H a c í a r a t o que no p o d í a c o n t r o l a r mis vi¬
daño.
s i o n e s , mis v i s i o n e s que en ese i n s t a n t e vieron c ó m o la p a n g u a n a
m a c h o se s e n t a b a s o b r e los h u e v o s c o m o si fuera a e m p o l l a r l o s .
Y o l v i d a n d o su p i p a en la m e s i t a , a la d e r e c h a del d i v á n de S i e m p r e es el m a c h o el que e m p o l l a , me dijo el m a e s t r o , y la p a n -
esterilla, y e n c a r á n d o s e a I v á n , D o n M a n u e l C ó r d o v a : g u a n a se i n c o r p o r ó del n i d o . Y los h u e v o s azules se r o m p i e r o n

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igualito que el cielo, y b r o t a r o n c i n c o parejas de p a n g u a n a s , dos


de c a d a h u e v o azul, grandes b r o t a r o n , con el m i s m o t a m a ñ o de
sus p a d r e s . Y sin que yo p u d i e r a d o m i n a r su a p a r i e n c i a , de pa¬
reja en pareja las p a n g u a n a s r e c i é n n a c i d a s p a r t i e r o n , se disper¬
s a r o n p o r las c u a t r o esquinas del c a m p o de mis v i s i o n e s . Abrí y
abrí los ojos, dice D o n M a n u e l C ó r d o v a , y t a m p o c o estaba la
panguana madre. L o s cerré: tampoco. Únicamente el macho
quedaba, sólito, ahí en el c e n t r o , y se a g a c h a b a h a c i a el suelo,
m á s y m á s p e q u e ñ i t o , p a r e c í a que e s t a b a r e g r e s a n d o a h u e v o por¬
que se iba p o n i e n d o azul, a z u l i t o , y sus alas se d e s p r e n d i e r o n , yo
lo vi, vi c ó m o sus alas se d e s p i d i e r o n de su c u e r p o y se fueron 3
solas, v o l a n d o , h u m o v o l a n d o , y el m a c h o h u n d i ó su pico en la
tierra, a b a n d o n a d o , c o m o humano llorando. .. y me ordenó contar desde
mi otra persona.

Es ayawaskha negra, l a más fuerte, avisa D o n M a n u e l Córdova


v e r t i e n d o el oni x u m a m a t r i m o n i a d o con t o h é en un m a t e peque¬
ñ o , más b i e n a m a r i l l e n t o , d e fondo o s c u r e c i d o p o r p a r i e n t e s del
óxido. A b a n d o n a su d i v á n , a p a g a la luz, vuelve a s e n t a r s e . No
va a d e m o r a r m u c h o su efecto, nos c o n f o r t a s u r c a n d o la penum¬
bra con m i r a d a s t r a n q u i l a s , b r i n d á n d o n o s confianza. Todos, de
uno en u n o , la b e b e m o s en el m a t e o x i d a d o . No sé qué me oigo
decir m o m e n t o s d e s p u é s , ya bajo las p r i m e r a s o c a s i o n e s del alu-
cinógeno: u n v a h o s o r p r e s i v o c o n f u n d e mis p a l a b r a s , h a o c u p a d o
la sala m á s c o m o un color que c o m o un olor, un i n c o l o r o aliento
de t i e r r a difunta, de b o s q u e s m a n i a t a d o s con la s o g a - d e l - á n i m a , un
viento frío y q u i e t o , espejo l e v a n t a d o c o n t r a la floresta que ha
sitiado a la n o c h e de r e p e n t e . P u e d o m i r a r mi voz que sale del
espejo r e b a l s a d o de árboles y desciende d e s p a c i o , en h u m o de
c o l o r e s , e n r o s c á n d o s e a un t r o n c o de m a c h i m a n g o , h a s t a la hier¬
ba fulgurante que i n v a d e el p i s o del salón a b i e r t o . C i e r r o los
ojos, veo: nos encontramos en casa d e D o n Manuel Córdova,
todo está b i e n en el J i r ó n H u a l l a g a de Iquitos, todo está muy
b i e n , el brujo fuma c o n t e m p l á n d o m e d e s d e el diván de esterilla
y F é l i x I n s a p i l l o s o b r e el suelo a mi d e r e c h a muy bien y m á s allá
I v á n , p l e g a d o s los p á r p a d o s , su e s t a t u a de m a d e r a c i n c e l a d a por
la p e n u m b r a fresca. A l g o , no sé, me e s c u c h o repetir. A b r o los
276 ojos, es m í a esa voz, la estoy m i r a n d o , esa voz que repta lenta-

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m e n t e hacia mi p r i m o César. P e r o C é s a r no está. S o l a m e n t e en i d o e n esta m a r c a c i ó n ? , inquiere Don Manuel Córdova a Félix
este i n s t a n t e d e s c u b r o que n u n c a h u b o n a d i e en el lugar de mi I n s a p i l l o , y él: bien me ha i d o , y D o n M a n u e l : ¿qué visiones tu¬
primo César Calvo. D e s b o r d a d o por u n a l e l a m i e n t o que n o e s viste?, y F é l i x : h u b o un m o m e n t o en que me vi d e s d e afuera de
alel a m i e n t o , m i r o y miro mis m a n o s , mi c a r a , me m i r o con las mi c a r n e , p e n s é : si a ese que está ahi s e n t a d o , y que yo m i s m o
manos. Don Manuel C ó r d o v a oscila entre c o m p a d e c i d o y satis¬ soy, le dieran de a z o t e s , ni él ni yo s e n t i r í a m o s dolor. Q u i s e fu¬
fecho. ¿Ya estás sintiendo el oni x u m a , n o ? , s o n r í e . Es que ésta m a r , no p u d e , t o m é la cajita de fósforos y me puse a reir por
es la más fuerte. Tú sabrás que hay dos clases de a y a w a s k h a . Sus d e n t r o , sin que mi b o c a se riera, p o r q u e la cajita de fósforos era
p a l a b r a s se alejan de mi vida, las p u e d o ver s i s e a n d o p o r el aire: el c a s c o de un v e n a d o . C ó m o voy a e n c e n d e r un c i g a r r o con ei
— S o n dos t i p o s de liana, i g u a l i í a s p o r fuera, con el m i s m o c a s c o de un v e n a d o , dije, y lo dije s a b i e n d o que se t r a t a b a de
c o l o r y g r o s o r , p e r o si las c o r t a s de t r a v é s , en su t a l l o , verás que una cajita de fósforos. Y la c o p a de ese a r b o l i t o que está ahí
a n a está h e c h a de tres fibras r e d o n d a s y la o t r a de c i n c o . No es j u n t o a la m a m p a r a , igual: era u n a c a n o a que se h a b í a t r e p a d o a
m á s gruesa la n e g r a p e r o tiene m á s , p o r eso b r i n d a m á s . . . las r a m a s . ¡Pero al m i s m o t i e m p o , de una m i s m a m a n e r a , era la
Y se l e v a n t a del t r o n c o de e s p i n t a n a , t o d o está b i e n , en este c o p a del a r b o l i t o ! D e s p u é s , más rato, me perdí d e n t r o d e una
b o s q u e que ya no es espejo y que o c u p a la sala con m a y o r convic¬ enorme maquinaria de colores despacios, entre engranajes tre¬
ción que u n b o s q u e r e a l , a b s o l u t a m e n t e t o d o está muy b i e n , o l i e n d o m e n d o s , de fierro, que no h a c í a n r u i d o al t r a q u e t e a r , no denun¬
a bosque, resonando a bosque. Don Manuel C ó r d o v a atraviesa c i a b a n m o v i m i e n t o , y sus t o r n i l l o s e r a n r o s a d i t o s , g r a n d e s t u e r c a s
el c l a r o . Lo v e o , sin a s o m b r o , i n t r o d u c i r su m a n o d e r e c h a p o r de colores s u a v e s , y p o l e a s , u n a m á q u i n a que me daría m i e d o , y
el cuello de la c u s h m a y e x t r a e r un p o m o de agua florida: desen¬ yo d e n t r o de ella, en m e d i o de esos m o n s t r u o s que g i r a b a n eriza¬
r o l l a la t a p a y la t a p a abre las alas y se va b r i l l a n d o , luego se dos de p ú a s a m a r i l l a s , v i o l e t a s , y mi c u e r p o a t r a v e s a d o de v e r d a d
a c e r c a y salpica mi p e c h o con la m ú s i c a que fluye del frasco, la sin que sintiera el menor sufrimiento, sin que me saliera n a d i t a
otra m a n o de D o n M a n u e l C ó r d o v a me sostiene la frente que se de s a n g r e . . .
ha p u e s t o a s u d a r , me siento b i e n , oigo decir a mi p r i m o C é s a r — ¿ Y mi ahijado Iván C a l v o ? , dice Don Manuel Córdova
d e s d e mí que t o d o está bien, que yo me siento b i e n , r e p i t e . El ¿ Q u é visiones ha visto mi ahijado? Su voz, la r e c o n o z c o , me
brujo moja mi c a b e z a con un c h o r r o de alcohol a l c a n f o r a d o , des¬ regresa del t o d o d e s d e lo h o n d o de la m a r e a c i ó n , un c a n s a n c i o
pués se c o n c e n t r a en la n u c a y el pecho de mi h e r m a n o I v á n , que no p e r t e n e c e a mi c u e r p o d e s p l o m a mi c u e r p o sobre la silleta.
todo está b i e n , se dirige hacia Félix Insapillo apartando bam¬ — L o que yo he visto no es p a r a c o n t a r s e , se i n c o m o d a I v á n .
búes de c o l o r e s , c a n i l l a s de t a n r i l l a , p e n e s de a c h ú n i , un empala¬
D o n M a n u e l C ó r d o v a se aternura mirándolo y sin dejar de
do de á n i m a s , él m i s m o se restriega la c a b e z a , p o r el c u e l l o de la
semisonreir gira el r o s t r o h a c i a mí:
c u s h m a vierte g o t a s de m ú s i c a o l o r o s a . Un r e s p l a n d o r de antor¬
— ¿ Y e l j o v e n , n o tan j o v e n , C é s a r C a l v o ? ¿ L o que t ú has
chas d i b u j a d e s d i b u j a p a r a l i z a su r o s t r o , sus r o s t r o s , a q u e l l o s tres
visto sí es p a r a c o n t a r s e , o h a s visto t a m b i é n lo m i s m o que tu
perfiles que f r o n d e a n de golpe en lo alto del c a b e l l o c o m o l u n a s ,
hermano Iván?
c o r o n a s de l u p u n a s a m a r i l l a s y r o j a s , yo los m i r o l e j a n o s , lejaní¬
simos, b o r r á n d o s e , borrándome. Y yo, a t a s c a d o en mis visiones otra vez, t o d a v í a d e n t r o de
la n o c h e que se a c a b a de ir:
— T u v e un s u e ñ o bien r a r o , c o m o si h u b i e r a visto una pe¬
lícula e s t a n d o b o r r a c h o . Al c o m i e n z o m i r é , aquí en su sala, un
H a s t a la sala llega, por e n t r e los a d i o s e s del tohé y de la b o s q u e frente a un espejo que se e m p a ñ a b a con b o n d a d , levanta¬
n o c h e , tras l a t e r q u e d a d del oni x u m a , una b r u m a d e p a s o s , v o c e s , do ante la c a r a , a n t e el v a h o de un n i ñ o que d o r m í a . C e r r é los
ajetreos de m a d r u g a d o r e s , b o c i n a s de a u t o m ó v i l e s . ¿ C ó m o te ha o j o s , los a b r í , y n a d a se alteró en esa visión, t o d o siguió n o r m a l ,

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bien natural d e n t r o del s u e ñ o . Soñé que yo era y a la vez no era, po echando h u m o . . . R e c u e r d o que e n esa m a r c a c i ó n , d u r a n t e e l
y que los dos que yo era v i a j á b a m o s de L i m a a P u c a l l p a , y de ayawaskha que usted me dio en su c a b a n a del M i s h a w a , soñé
Pucallpa íbamos a A t a l a y a , y soñé que a l q u i l a m o s en A t a l a y a un e x a c t a m e n t e el m i s m o s u e ñ o que he s o ñ a d o aquí en su casa de
bote con m o t o r fuera de b o r d a , y soñé que s u r c a m o s el río U c a - I q u i t o s , aquí en el J i r ó n H u a l l a g a , igual que un s u e ñ o d e n t r o de
yali hasta el U r u b a m b a , y del U r u b a m b a h a s t a la b o c a del Tnuya otro s u e ñ o : v i s i o n é que e s t a b a en A t a l a y a con I v á n y con F é l i x
navegamos, y n a v e g a m o s en mi sueño a contracorriente varios I n s a p i l l o y c o n m i g o , es decir con C é s a r C a l v o , y que n a v e g a m o s
días hasta el río M a p u y a , y allí r e c o g i m o s fósiles m a r i n o s , c a r a - p o r el U c a y a l i , el U r u b a m b a , el I n u y a . . . C o m o u n a visión que
.coles de p i e d r a , m e d u s a s de m i l l o n e s de a ñ o s , y soñé que h a b í a n a c i e r a al m o r i r , que no t e r m i n a r a j a m á s , c o m o un viaje que ter¬
una w a p a p a c o m i e n d o g e n t e , p u e b l o s e n t e r o s flotaban c o m o p e c e s minara p o r su inicio, que se estuviera viendo mirarse en mi
en el agua e n v e n e n a d a , d e n t r o de mi visión. . . visión. . . A q u í está t o d a v í a , en mi c a b e z a , c o m o recién v i v i d o ,
ese viaje que su oni x u m a me ha h e c h o soñar. . .
D o n M a n u e l C ó r d o v a simula p r e o c u p a r s e p o r su p i p a , va a
encenderla, prefiere concentrarse en la cerilla que remueve los Y Don Manuel Córdova, sonriendo y relegando su pipa en
restos de t a b a c o . ¿Y d e s p u é s ? , dice con u n a voz que he contem¬ la mesita:
p l a d o antes. D e c i d o callar, me mortifico en la silla, no me obe¬ — L o s a s h a n í n k a dicen que s o ñ a r es h a b l a r con el aire, que
dezco: d u r a n t e el s u e ñ o se d e s p i e r t a a la vida de otro t i e m p o , a una de
las vidas del t i e m p o de esta vida. Lo que se m i r a d e s d e el oni
— M i r é colores, solamente colores durante m u c h o rato. Pero
x u m a es t a n real o m u c h o m á s í e a l . No lo d u d e s un i n s t a n t e . Tú
volvió s ú b i t a m e n t e el s u e ñ o , el m i s m o sueño r e g r e s ó a! sitio don¬
has viajado de v e r d a d a n o c h e , a u n q u e no sea la m a n e r a m á s habi¬
d e nos dejó. Continuamos viajando. Un niño a m a w a k a nos
llevaba. D e j a m o s atrás al M a p u y a , i n g r e s a m o s al m o n t e , yo volví, tual de la v e r d a d .

a p u n t é a la w a p a p a con mi e s c o p e t a , no sé qué c o s a me d e s a n i m ó . Y h a b l a n d o p a r a sí, p a r a su a d e n t r o :


Seguí soñando con gran claridad. Soñé que yo no era César — U n o de los v a r i o s antifaces de esta m i s m a v e r d a d .
Calvo sino C é s a r S o r i a n o , un p r i m o m í o que vive en C a j a m a r c a : Y c a m b i a n d o de r o s t r o , e x i l á n d o l o en voz i n c o n f u n d i b l e :
él iba en mi p e r s o n a sin que mi p e r s o n a dejara de ser y o , iba en — T o d o el viaje de tu s u e ñ o , cierto es p a r a m í , p a r a mi v i d a ,
los dos t r o p e z a n d o p o r esos b o s q u e s , p o r f i a n d o e n c a m i n a r j u n t o y p a r a tí d e b i e r a ser lo m i s m o , un viaje v e r d a d e r o en su t o t a l . . .
a Iván. Y p r i m e r o que t o d o s iba el n i ñ o que usted h a b í a e n v i a d o
Y sopesando mi incredulidad:
para que nos g u i a r a . Porque soñé que e s t á b a m o s c a m i n a n d o y
—Allá, al b o r d e del M i s h a w a , en tu soñar, ¿había o no
p a d e c i e n d o y e s f o r z á n d o n o s ú n i c a m e n t e p a r a llegar a usted. Y
había un e n o r m e renaco en m e d i o del a g u a ? . . .
soñé que usted era el jefe de los a m a w a k a . Se l l a m a b a algo así
como Ino M o x o , sí, me acuerdo claramente, se llamaba Ino Y desviando m a n e r a s , refiriendo sus ojos h a c i a F é l i x I n s a -
Moxo pero n o era I n o Moxo, era Don Manuel Córdova, era pillo y hacia mi h e r m a n o I v á n :
usted, la piel c l a r a , los ojos i g u a l i t o s , la voz, los g e s t o s , t o d o . .. — E l l o s no serán m á s l o q u e fueron h a s t a ayer, h a s t a a n t e s
Por fin, luego de a t r a v e s a r a pie p o r u n a s c o l i n a s e n s e l v a d a s llega¬ del oni x u m a y del tohé.. De un m o d o imperceptible pero bien
mos al río M i s h a w a y usted nos r e c i b i ó . Ino M o x o nos recibió, r e a l , ellos t a m b i é n se han a l i m e n t a d o de tus v i s i o n e s , han viajado
eso soñé. H a b l a m o s l a r g a m e n t e s e n t a d o s en la orillla del M i s h a - c o n t i g o a sus m a n e r a s . .. A u n q u e t o d a v í a no lo sepan en el
wa d u r a n t e c u a t r o días m á s . D e s p u é s , sin a v i s o , r e g r e s a n d o de p e n s a m i e n t o de su c o r a z ó n , a t r á s de sus m e m o r i a s , ellos dos ya
una sesión de a y a w a s k h a y t o h é i d é n t i c a a la de esta n o c h e en t a m p o c o son los m i s m o s . . .
su casa, Iván me dijo que I n o M o x o se h a b í a p u e s t o su c u s h m a
Y afilando las z a r p a s de su n o m b r e a m a w a k a , c a y e n d o sobre
amarilla y había e n t r a d o al b o s q u e y h a b í a d e s a p a r e c i d o su cuer-
mí desde lo alto de su frente de s a b i o :

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— Y o sé. T ú n o has v e n i d o d e s d e L i m a s o l a m e n t e p a r a que bían ido a la calle a p e s a r a d o s p o r mi pesadilla y que ya e s t a b a


te sane tu c u e r p o m a t e r i a l . Y a n o c h e no has v e n i d o s o l a m e n t e por anochecer.
p a r a t o m a r oni x u m a c a s a d o con t o h é . Yo lo sé. P o r eso he T o d o el día he d o r m i d o , a q u í , en esta c a s a del J i r ó n A g u i -
d i c t a d o lo que ha visto tu s u e ñ o . Yo he dictado, una por una, rre de I q u i t o s , frente a la P l a z a 28 de J u l i o , j u s t a m e n t e en el
t o d a s sus v i s i o n e s . T a m b i é n p o r eso no he p o d i d o d i c t á r t e l a s a c u a r t o que h a c e m á s d e veinte a ñ o s h o s p e d ó mis v a c a c i o n e s esco¬
tí sino a tu d e s d o b l a m i e n t o , a u n o de los c u e r p o s de tu s o m b r a . lares. El viento no ha p a s a d o . A h o r a estoy ante las m i s m a s
A l g ú n día, m e r e c i e n d o , p o d r é q u i z á confiarte, s a b r é p o r qué n o p e r s i a n a s que e l p i n t o r C a l v o d e A r a ú j o , m i p a d r e , s u p o a p a r t a r
fui c a p a z c o n t i g o , p o r qué te hice viajar d e n t r o de tu p a r i e n t e , a con d e d o s de t a b a c o y a g u a r r á s y pinceles r e c o g i e n d o j ú b i l o s y
su l a d o , c o m o un e x t r a ñ o , p o r qué te hice viajar d e s d e tu otra c o l o r e s y j ú b i l o s y c ó l e r a s p a r a c e d e r l o t o d o al caballete donde
p e r s o n a en las v i s i o n e s . . . o t r a v e n t a n a lo e s p e r a b a . ¿El v i e n t o no ha p a s a d o ? Sé bien que
D o n D a n i e l G u z m á n C e p e d a n o s e e n c u e n t r a e n l a c a s a , que ésta
Y despidiéndose del diván de esteras, despidiéndonos, ya
ya no es su c a s a ni es la mía, que se fue con mi p a d r e p i s a n d o ra¬
era sofocante la m a ñ a n a y c o m e n z a b a n a b u s c a r l o p a c i e n t e s , una
m a s t i e r n a s , q u e d e s a p a r e c i e r o n sus c u e r p o s e c h a n d o h u m o . Si tan
fila de caras ojerosas y ansiosas, Don Manuel Córdova ordenó
sólo c o n s i g u i e r a r e a n u d a r el s u e ñ o , digo c a l l a n d o v i e n d o , p e r o un
que y o , no C é s a r C a l v o sino mi otro C é s a r , c o n t a r a en beneficio
s ú b i t o a g u a c e r o me d e s p i e r t a del t o d o , fisguea g o t a s g r u e s a s por la
de la gente los m e a n d r o s del viaje q u e creí h a b e r soñado. Ese
viaje que h a c e s e s e n t a a ñ o s , o d e n t r o de sesenta m i l l o n e s de a ñ o s , v e n t a n a , me l e v a n t o y la cierro i n ú t i l m e n t e , mis ojos no se a p a r t a n

en el t i e m p o sin t i e m p o , me llevó a c o n o c e r a I n o M o x o , P a n t e r a de la lluvia. P o r q u e el v i e n t o ha p a s a d o , s a u c e s , sí, ha p a s a d o ,


N e g r a d e los amawaka. manguales, pomarrosas, devastando generosos nísperos, inolvida¬
bles á r b o l e s e t e r n o s , c ó m p l i c e s de mi vida. Y no hay n a d i e en la
— V e a descansar ahora, d i s p u s o fatigado D o n M a n u e l Cór-
P l a z a ni en la c a s a , p i d o a R o o s e v e l t que diga que no hay n a d i e , si
dova, como un convaleciente, acompañándonos hasta la puerta,
alguien me b u s c a díle que no e s t o y , díle que yo t a m b i é n , que yo
muy d e s p a c i o . P e r o no vayas a a l t e r a r la r e a l i d a d del s u e ñ o , no
t a m p o c o , h a c e ya c u a t r o c i e n t o s a ñ o s que me he ido. I n s t a l o en¬
divorcies la m a g i a de la h i s t o r i a ni la vigilia del m i t o . No te olvi¬
t o n c e s u n a hoja b l a n c a , otra n e g r a , otra b l a n c a , e n l a desbarata¬
des que los ríos p u e d e n existir sin a g u a p e r o no sin o r i l l a s . Crée¬
da m á q u i n a de escribir.
me: la r e a l i d a d no es n a d a si no se llega a verificar en los s u e ñ o s .
Y escribo:

LAS TRES MITADES


El e s t r e m e c i m i e n t o de u n a red me e n v o l v i ó no e r a un s u e ñ o de Ino Moxo
era un lago vi a K a a m e t z a en la t e r c e r a orilla s o b r e la sangre y otros brujos de la Amazonia
n e g r a del o t o r o n g o a c u c h i l l a d o quise a c e r c a r m e a ella y la red
me d e v o l v i ó a las a g u a s c a d a vez m á s o s c u r a s m á s c a l i e n t e s m á s por: CESAR SURIANO
claras ¡qespichíway! grité y no e r a un l a g o era un río ¡qespichí-
— A s í e s c u a n d o alguien dice l a v e r d a d , r e s u e n a D o n M a n u e l
way! i n v o q u é a K a a m e t z a ¡ a p a r é a m e con el cristal t e n g a m o s hijos
C ó r d o v a d e n t r o de mi m e m o r i a . Si u n a sola e x i s t e n c i a la e s c u c h a y
t r a n s p a r e n t e s y libres! así en q u e c h u a me oyó gritar el s u e ñ o p e r o
c o n s i d e r a , no p r e c i s a s ni decir la v e r d a d : d i c i e n d o o t r a s c o s a s ya
no me e s c u c h ó , K a a m e t z a c o n t i n u a b a en la r i b e r a a b s o r t a y N a -
la dices a u n q u e ni tú ni la v e r d a d lo q u i e r a n . . .
r o w é d e s p e r t a b a los t e n t á c u l o s de la red se a f l o j a r o n m i n t i e r o n i n -
sistieron me a f e r r a r o n de n u e v o . Y no era una red. E r a una m a n o
s a c u d i é n d o m e , d o s m a n o s a f e r r á n d o s e a mis h o m b r o s : Roosevelt —El primer hombre no fue hombre, me dice Don Javier
G u z m á n me despertaba disculpándose, d i c i e n d o que t o d o s s e ha- enmarañándose en risadas hondas. El primer hombre fue mujer...

282 28?

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EL PRIMER HOMBRE NO FUE HOMBRE.

, . .me refiero a la huella de un ser h u m a n o encontrada en la


región de A s c o p e . El profesor Jack E v r n d e n de la Universidad
de California'ha asignado a la roca en que fue hallada esa huella
la edad de 60 m i l l o n e s de a ñ o s . . .

287

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ME DICE DON JAVIER

en la a n t e s a l a del H o t e l T a r i r i de P u c a l l p a c o m o
desencolado d e esos muros tatuados con r e m e d o s
de los r e t r a t o s de a l m a s que p i n t a n los n a t i v o s .

289

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CON LAS MANOS DE IVAN

. . . e x t r a j i m o s del río M a p u y a las m e d u s a s r e m o t a s , los


caracoles marinos convertidos en piedra.

291

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NO EL INKA MANKO KALLI.

. . .sino Don Hildebrando, como un gran resplandor


aparece sosteniendo aquel v a s o sin t i e m p o .

293

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NO ME GUSTA H A B L A R DE ESO.

. . . p e r o voy a c o n t a r t e s o l a m e n t e p o r q u e lo quiere D o n Juan


T u e s t a , dice R u t h C á r d e n a s , l a e s p o s a d e D o n J a v i e r e n l a c i u d a d
de I q u i t o s . V o y a c o n t a r t e c ó m o r a p t a r o n a mi h e r m a n i t o A r o l d o ,
c ó m o fue que lo h i c i e r o n c h u l l a c h a k i .

295

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ME VI A LOS PIES DE UN CERRO.

. . . u n a c u m b r e e m p o n c h a d a con hielos e t e r n o s .
¡Qoylluriti!, g r i t a b a n . ¡Estrella de N i e v e ! , g r i t a b a n .

299

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NO POR SER LA MAS AMPLIA.

. . .sino la más distinta, la c h o z a de I n o M o x o


se nos figura el c e n t r o del c a s e r í o a m a w a k a . . .

303

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CUANDO PIENSO EN FITZCARRALD.

. . .y en sus m e r c e n a r i o s , dijo Ino M o x o , c u a n d o pienso


que esos genocidas eran h o m b r e s , me dan g a n a s de
nacionalizarme culebra.

305

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¡DÉME SU BENDICIÓN, PADRECITO PEDRO!.

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NO POR SER LA MAS AMPLIA

.. . sino la m á s r e q u e r i d a , la casa de Ino M o x o , hoy


M a n u e l C ó r d o v a , en el J i r ó n H u a l l a g a de I q u i t o s .

309

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P O R Q U E YO FUI INO M O X O . . .

W
w
.. . revela D o n Manuel C ó r d o v a , durante muchos años
fui P a n t e r a N e g r a de los a m a w a k a , desde que me r a p t a -
ron o b e d e c i e n d o a l gran m a e s t r o X i m u .

311

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.EL VIAJE QUE ME LLEVO HASTA EL PRIMER


HOMBRE. . .

315

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ANDANDO HACIA LA ORILLA

. . . у entrando al Arnazuna*,
cnmarañanduw; en rizadas ondas- ,.

317

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vocabulario

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— A —

Abigeo.—Mezcla de justiciero y de cuatrero, de levantisco por


n a t u r a l e z a y l a b r i e g o sin t i e r r a , es y no es l a d r ó n de
ganado. E n r e a l i d a d n o hurta: r e c u p e r a . Las cordille-
ras lo l l a m a n Qorilazo, p a l a b r a que fusiona un t é r m i n o
keshwa y otro castellano y significa Lazo-de-Oro, alu¬
d i e n d o sin d u d a a la infalibilidad con que los a b i g e o s ,
aun en la más arisca o s c u r i d a d , enlazan y convencen
a vacas y caballos.

Abata.—Aunque pasa d e s a p e r c i b i d o , en todas partes, este árbol


t e m e r o s o de g r o s o r y de altura crece de preferencia en
selvas l l a n a s . Sus r a í c e s , de un rojo r e n e g r i d o , astilla¬
d a s y h e r v i d a s dan fuerzas a un b e b e d i z o que d e s p i d e
al a z ú c a r de la s a n g r e .
Acarawasú.—Pez refractario a los ríos mayores, puebla exclusi-
vamente q u e b r a d a s y lagos. P e s a h a s t a tres kilos y
r a r a vez rebasa los c i n c u e n t a c e n t í m e t r o s de l a r g o . En
las c i u d a d e s c o d i c i a n los o r n a m e n t o s de su piel, en las
a l d e a s la s a b r o s u r a de su c a r n e . Lo cierto es que p o r
una u otra causa, acorralado entre el h a m b r e y los
a c u a r i o s , el a c a r a w a s ú vive: no vive: e s c a m o t e a el ries¬
go de la e x t i n c i ó n .
Achiote.—Bixa Orellana. Semilla cuya roja moledura es emplea¬
da, en h a r i n a o en p a s t a , con fines c u l i n a r i o s , r i t u a l e s o
simplemente decorativos. En las c o c i n a s m á s exigen¬
tes y civilizadas el a c h i o t e ya es indispensable como
s a z o n a d o r p e r o los n a t i v o s insisten en no r e c o n o c e r l e
m á s v i r t u d e s que las de una eficaz p i n t u r a mágica: su
c o l o r i d o a h u y e n t a fieras, h o m b r e s d a ñ o s o s , á n i m a s ad-
versas. El a c h i o t e nos hace invulnerables a cuales-
q u i e r a c o s o de los e n e m i g o s visibles e invisibles.

Achúni.—Cuadrúpedo nervioso, mediano. Únicamente de cerca


y m u c h a s veces sólo c o n s t a t a n d o lo h i r s u t o de su c o l a
y sus orejas lánguidas, puede determinarse que el
a c h ú n i es a c h ú n i y no z o r r o . P e s e a la difundida indi¬
ferencia de este a n i m a l r e s p e c t o a las g a l l i n a s , la vora¬
cidad de los cazadores persiste en c o n f u n d i r l o .

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Afanínga.—Esta sierpe acostumbra vivir en el cobijo, casi en el su pelaje i n c a n s a b l e en d a r lanas c o p i o s a s y sedosas.
anonimato, de los pastizales. A diferencia de o t r a s , La allpaka es u n o de los cuatro camélidos exclusivos
la a f a n í n g a se m i m e t i z a p o r h u r a ñ a , no por vocación de las c o r d i l l e r a s sudamericanas. El wanaku, la viku-
de a c e c h o . Inclusive c u a n d o es a t a c a d a p r e s c i n d e de ña y la llama son sus o t r o s p a r i e n t e s i n m e d i a t o s .
morder: sólo sabe p r o t e g e r s e r e v o l e a n d o su cola, re¬ Allqoruna.—Allqo: perro. Runa: hombre. Muchos nativos de
p l e g á n d o s e tras ese r e m o l i n o de azotes i n o c e n t e s . nuestras sierras y selvas d e n o m i n a n allqoruna al hom¬
Aguajal.—Dícese de las tierras pantanosas o inundables donde b r e b l a n c o , al virakocha, p o r lo que esta p a l a b r a lleva
a b u n d a cierta p a l m e r a c o n o c i d a , al igual que sus frutos, de i n s u l t o en su v e r d a d : n o - h o m b r e , es decir inhuma¬
con el n o m b r e de aguaje. A este r e s p e c t o e x i s t e n dos no, explotador, bastardó, l a d r ó n , falsario, eso y m á s
versiones tan contrarias como acreditadas: u n a sostie¬ significa, según c ó m o y c u á n d o se p r o n u n c i e , la pala¬
ne que los aguajales d e b e n su apelativo a la p a l m e r a bra allqoruna.
que los h a b i t a , otra a s e g u r a que los aguajes son deno¬ Ama sua, ama ¡lula, ama qella.—En idioma keshwa: "No seas
m i n a d o s así p o r q u e c r e c e n ú n i c a m e n t e en t e r r e n o s cu¬ l a d r ó n , no seas m e n t i r o s o , no seas o c i o s o " . L o s inkas
b i e r t o s p o r las aguas. e m p l e a b a n esta frase en l u g a r de nuestro paupérrimo
Aguaje.—Palmera gigante que prefiere las tierras inundables o "buenos 'días". La p e r s o n a a q u i e n iba d i r i g i d o tal sa-
las a v e c i n d a d a s a lagunas y ríos. También llámase ludo respondía Ch'eynallataq q'ampas, es decir: "Yo
aguaje al fruto de esta p a l m a , suerte de p i n a ínfima y deseo lo mismo para tí".
rojiza: t r a s dificultosa c a s c a r a de e s c a m a s que las gen¬ Amawaka.—Amiwaka. Así designamos, desde la conquista espa¬
tes a p a r t a n con los d i e n t e s , el aguaje e s c o n d e u n a pul¬ ñ o l a , a la n a c i ó n Yora y a los n a t i v o s que la confor¬
pa a c e i t o s a , escasa p e r o sumamente nutritiva y delei¬ man. El principal asentamiento yora, o amawaka,
table. aquel donde hizo fama la s a p i e n c i a de I n o M o x o , si¬
Aguaje-machácuy.—Sierpe acuática, pacífica, cuyo nombre obe¬ gue ubicado en las inmediaciones del río Mishawa,
d e c e al c o l o r y t e x t u r a de su piel, imitada hasta la f r o n t e r a d o p o r las c o r r e n t a d a s del I n u y a y del M a p u y a
confusión p o r los frutos del aguaje. Machácuy es la que a l i m e n t a n al R í o S a g r a d o de los I n k a s , el g r a n d i o -
castellanización de la p a l a b r a mach'aqway que en idio¬ so Urubamba.
ma k e s h w a designa a los ofidios y c u l e b r a s c o m u n e s . Andiroba.—Árbol de madera especialmente pertinaz, sólo supe¬
¿Será necesario consignar que otra palabra keshwa, r a d a p o r la d u r e z a del wakapú en la t a r e a de e n v i g a r
Amaru, que también significa serpiente, o más bien viviendas.
gran serpiente, o anaconda, boa, era y es reservada
Anima.—Espíritu. Alma. Aparición. Fantasma. Y fuerza, esa
p a r a n o m b r a r a la S e r p i e n t e - D i o s , una de las divinida¬
e s e n c i a que h a b i t a y que da vida, que da a l i e n t o , que
des m e n o r e s de los inkas?
anima a humanos y animales, vegetales y cosas. En
Ajuási.—Más que del h o m b r e o c i o s o dícese del inútil, aquel cuya b o c a d e los brujos a m a z ó n i c o s " G r a n d e s A n i m a s " pue¬
ánima, h a b i t a d a por i r r e v o c a b l e s t o r p e z a s , l o conduce de ser referencia t a n t o a los espíritus superiores que
hacia un t e r c o d e s t i n o de fracaso. Ajuási no es nece¬ a l g u n a vez o c u p a r o n un cuerpo material, como a las
s a r i a m e n t e quien se n i e g a a a c t u a r sino q u i e n se equi¬ p o d e r o s a s d i v i n i d a d e s que al m i s m o t i e m p o i m p u l s a n y
v o c a c a d a vez que lo i n t e n t a . a m e n a z a n lo c r e a d o al r e c r e a r l o en su e x i s t e n c i a dia¬
Allpaka.—Auquénico apacible, más frágil y menos elevado que ria. Anima es t a m b i é n lo que se desprende del mori¬
un asno, n o tan c o n s i d e r a d o p o r s u c a r n e , c o m o por bundo, lo que sigue v i v i e n d o p o r él cuando él ha

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m u e r t o , lo que d e s p u é s r e c o r r e los sitios y c a r i ñ o s del Xrambasa.—Abeja negra, feroz. La gente le teme al par que la
difunto buscando eternamente su final. En la selva, persigue: la miel de la arambasa, l e v e m e n t e acida, m á s
p o r e l l o , y no tan sólo en la superstición de las a l d e a s , d o r a d a que espesa, es avariciada como ninguna otra
siempre que sucede algo inexplicable, un r u i d o , una por sus propiedades tonificantes.
v e n u s t a , un m o v i m i e n t o o un silencio i m p r e v i s t o s , al¬ Aripasa.—Árbol indeciso de grosor y de espesura de hojas. Da
guien razonará invariablemente: "Su ánima del fula¬ frutos grises, r e d o n d o s y achatados: no son comesti¬
no es, su ánima es que está r e c o g i é n d o l e los p a s o s " . bles.
Anona.—Anón. Uno de los frutos tropicales más alimenticios y Ashanínka.—Así se denominan y nominan a su nación los nati¬
sabrosos. Su c a s c a r a , de un v e r d o r d e s c o l o r i d o , esca¬ vos que h a b i t a n p r i n c i p a l m e n t e El G r a n Pajonal y sus
broso, a t e s o r a una pulpa acaso demasiado blanca y alrededores, más de cien mil k i l ó m e t r o s c u a d r a d o s , a
dulce. quienes conocemos como campas. Ashanínka, en su
Añashúa.—Pez que compensa largamente su largura, apenas 40 i d i o m a significa hombre. L o s d e m á s , p a r a ellos, s o m o s
c e n t í m e t r o s , y su p r e c a r i o p e s o , n u n c a m á s de 2 kilos, chori (gente de las cordilleras, keshwas o mestizos) o
con u n a c a r n e t r a n s p a r e n t e , d e s a b o r e s t a n indescrip¬ s o m o s virakocha ( u s u r p a d o r e s , b l a n c o s , i n v a s o r e s ) . En
tibles c o m o los c o l o r i d o s de la piel que la e n v u e l v e . esa inabarcable meseta selvática conocida como El
Añaz.—A su estatura de perrito faldero este animal agrega la G r a n Pajonal y que aún es su p a t r i a , los ashanínka no
v i v a c i d a d de un z o r r i l l o v e n i d o a m e n o s . E s c a s o s abo¬ p e r m i t e n ni p u e s t o s policiales ni e s c u e l a s al estilo occi¬
r í g e n e s lo j u z g a n c o m e s t i b l e , los m á s lo h a l l a n j o c o s o d e n t a l ni iglesias ni c u a r t e l e s de s o l d a d o s . Son sin em¬
y s o l a m e n t e lo p e r s i g u e n a falta de o t r o s j u e g o s . bargo hospitalarios en extremo, pero exclusivamente
Añuje.—Pese a ser u n o de los r o e d o r e s más p e q u e ñ o s de la selva con q u i e n e s los visitan en paz. C o n los otros i g n o r a n
p e r u a n a , su r o b u s t e z e x c e d e a la de d o s e j e m p l a r e s de la p i e d a d . Su i n d o b l e g a b l e c o n d i c i ó n g u e r r e r a no so¬
conejo común. E n g a ñ o s a es la r u s t i c i d a d de su pelam¬ l a m e n t e d e t u v o a los c o n q u i s t a d o r e s inkas y a los con¬
b r e : t a m b i é n en s a b r o s u r a y en s u a v i d a d de carnes el quistadores españoles sino que sigue alerta c o n t r a los
añuje a b u s a con m á s de dos conejos. nuevos bárbaros.

Apasharama.—Árbol de corteza recia y corrugada, indispensable Ashipa.—Tubérculo harinoso, dudosamente dulce, acaso el único
si se trata de curtir c u e r o s finos. c a p a z de ser d i g e r i d o sin c o c c i ó n , en su fresca c r u d e z ,
Apashira.—Camaleón pequeño, más escurridizo que pequeño. Su c o m o si fuera fruto.
c a r n e t r a n s l ú c i d a y flemosa es a n s i a d a c o m o lujo por Ayañawi.—Ñawi, en keshwa, es ojo. Aya es ánima, difunto,
algunos nativos. La apashira suma al v é r t i g o de sus espíritu-de-los-que-han-muerto. Ayañawi, pues, signi¬
desplazamientos una capacidad verdaderamente mila¬ fica O j o - d e l - m u e r t o , O j o - d e - l a s - á n i m a s , y es el nom¬
g r o s a de m i m e t i z a r s e con c u a l q u i e r ámbito. De allí b r e k e s h w a de la l u c i é r n a g a o cocuyo.
que su c a p t u r a sea triunfo y privilegio no de los caza¬ Ayaymáman.—Ave de nombre onomatopéyico. Su canto quejum¬
d o r e s m á s e x p e r t o s c u a n t o de lo m á s a f o r t u n a d o s . El b r o s o , i n c o n s o l a b l e , sólo s e oye d u r a n t e l a n o c h e . No
habla popular también llama apashira al sexo de la se sabe de n a d i e que h a y a c o n s e g u i d o mirar un ayay-
mujer. máman. De allí que los selváticos p r o s i g a n d a n d o cré¬
Aqllawasi.—Los inkas llamaban así, Casa-De-Las-Escogidas, a dito a una l e y e n d a que informa de dos n i ñ o s , un v a r ó n
la r e s i d e n c i a de las d o n c e l l a s que r e n d í a n culto al Inii, y una hembra cuyos padres, comprendiendo que el
el P a d r e Sol, h a m b r e los c o n d u c í a hacia una segura m u e r t e , prefirie-

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ron llevar con e n g a ñ o s a sus hijos al más profundo
t r u e q u e de o b s e q u i o s , ese i n t e r c a m b i o s a g r a d o , no sola¬
b o s q u e y en él a b a n d o n a r l o s . Los pequeños tuvieron
m e n t e liga de por vida a los dos ayúmparis que lo efec¬
que c o n v e r t i r s e en aves p a r a sobrevivir. D e s d e enton¬
t ú a n sino que c o h e s i o n a y fortalece a t o d a su n a c i ó n .
ces s o l l o z a n , ¡ayay m a m a n ! , i n v o c a n d o a su m a d r e , a
su p a d r e , a c u a l q u i e r h u m a n o que se a v e n g a a mirar¬ Awíwa. Gusano comestible y multicolor, alcanza normalmente
los. L o s h o m b r e s a p e n a s l o g r a n e n t r e v e r s u c a n t o tras diez centímetros de l a r g u r a .
las hojas de la o s c u r i d a d . H a c e siglos que los n i ñ o s -
pájaro insisten e insisten cantasollozando hasta el
amanecer. Y es q u e , s e g ú n decires de n u e s t r o s pue¬
b l e r i n o s en su i r r e b a t i b l e e inocente verdad, sólo al
ser vistos p o r vista de humano podrán los ayaymáman
r e c u p e r a r su forma y á n i m a p r i m i g e n i a s .

Ayawaskha.—Liana-del-muerto. Soga-de-las-ánimas. Nombre


keshwa de un bejuco de propiedades alucinógenas.
Humboldt lo rebautizó como Banisteria Caapi. Cien¬
tíficos r e c i e n t e s l o g r a r o n aislar su p r i n c i p i o a c t i v o , al¬
caloide al que d i e r o n en l l a m a r harmina, aplicándolo
en e x p e r i m e n t o s casi siempre insatisfactorios debido a
que se i g n o r a con c u á l e s otros vegetales mezclan el
ayawaskha los brujos amazónicos hasta otorgarle los
p o d e r e s m e d i c i n a l e s y de a d i v i n a c i ó n en que b a s a esta
liana su fama de infalible.

Ayúmpari. —Ashanínka que acepta o establece un intercambio de


r e g a l o s con o t r o m i e m b r o d e s u n a c i ó n . Los ashanínka
c o n f i e r e n a esta a n c e s t r a l c o s t u m b r e , c a t e g o r í a de ins¬
titución s a g r a d a . No se t r a t a de dar p a r a recibir. Se
t r a t a de respirar. La v i d a está en el aire, no es de
n a d i e , es de t o d o s . Si m e r e z c o y consigo ser tu ayúm-
pari, al regalarte algo, flechas, m a n o j o s de sal, pasta
de a c h i o t e , no te estoy d a n d o vida: me la estoy devol¬
viendo. L o s o b j e t o s , los d o n e s , los o b s e q u i o s , t o d o s
ellos c r e a d o s c o m o el aire p o r n u e s t r o P a d r e - D i o s Pa-
chakamáite, son f i n a l m e n t e míos c u a n d o dejan de ser¬
lo. .Todo es de t o d o s , sí. P e r o sólo t r a t á n d o s e de
ashanínkas. N i n g ú n b l a n c o , n i n g ú n m e s t i z o , n i siquie¬
ra un m i e m b r o de otra n a c i ó n a m a z ó n i c a es aceptado
por los ashanínka en c a l i d a d de ayúmpari. Porque el

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naves intentando volcarlas. No son infrecuentes los
B
c a s o s de mujeres que h a n p e r e c i d o a h o g a d a s no a cau¬
Batata.—Látex del árbol llamado balata. Los trabajadores y/o sa del naufragio sino de los bufeos que las arrastra¬
e x t r a c t o r e s de este p a r i e n t e del c a u c h o d e b e n a ello el ron al fondo de las a g u a s y allí las f o r n i c a r o n . Tampo¬
apelativo de balateros. El pintor Calvo de Araújo co son escasas las h i s t o r i a s de p e s c a d o r e s que han cap¬
supo retratarlos, más con candores que con colores, t u r a d o h e m b r a s d e bufeo: a s e g u r a n que n i n g u n a huma¬
en una c a n c i ó n suya que p o s e e el m a r c o j u s t o del sen¬ na se les c o m p a r a en d e s t r e z a ni a r d o r . La h e m b r a del
tir popular: B u f e o C o l o r a d o es la m á s c o d i c i a d a : los brujos recor¬
t a n el aro de su v a g i n a , lo d o t a n de p o d e r e s a y u n a n d o ,
icarándolo, y con esa p u l s e r a fabrican la única pusanga
Tú me has querido, engañadora, engañadora,
infalible en c u e s t i o n e s de amor. Es cosa r e s a b i d a que
cuando hey tenido mucho dinero, mucho dinero.
los bufeos m a c h o s p u e d e n , si así lo q u i e r e n , conver¬
De shiringuero, de batatero, hey trabajado
tirse en p e r s o n a s : disfrazados de gente salen de los
y esas platas te hey regalado, te hey regalado...
ríos, especialmente en época de fiestas, y protegidos
por la algarabía, la confusión, los bailes, galantean
Banda.—Orilla, R i b e r a . Margen de río o de arroyuelo.
m u c h a c h a s y al final se las r o b a n . L o s b u f e o s , mejor
Barbasco.—Planta henchida de una sustancia nociva denominada
que los h u m a n o s p r e p a r a d o s , o c u p a n sin esfuerzo c u a -
rotenona. Los pescadores, a u n q u e t a m b i é n utilizan el
lesquier apariencia. P e r o con los p o d e r e s p r o p i o s del
látex del barbasco, prefieren el v e n e n o que e x t r a e n de
chullachaki, al mismo tiempo poseen' sus f l a q u e z a s :
sus raíces: majan el vegetal (a golpes lo astillan p a r a
h a g a n lo que h a g a n , sean quienes sean, los bufeos es¬
h a c e r aflorar la r o t e n o n a ) y luego lo esparcen sobre
tán c o n d e n a d o s a llevar sombrero siempre. Así c o m o
el a g u a y al instante r e c o g e n los peces que agonizan
el c h u l l a c h a k i de h u m a n o es d e l a t a d o p o r la huella de
en la superficie.
tigre o de v e n a d o que no p u e d e e s c o n d e r su pie dere¬
Bayuca. —Nombre que abarca varias especies de orugas veneno¬ c h o , el c h u l l a c h a k i de bufeo se ve forzado a r e s p i r a r
sas, t o d a s ellas c u b i e r t a s por un vello tan urticante p o r ese i n o c u l t a b l e orificio que tiene en la cabeza. Pa¬
como colorido. ra r e c o n o c e r l o s y e s p a n t a r l o s basta p u e s con q u i t a r l e s
Bora.—Nativo amazónico, m i e m b r o de la n a c i ó n del mismo nom¬ el sombrero.
bre.
Bocholocho.—Más espigada e. i n q u i e t a que una paloma, pero no
m á s g r a n d e , esta ave sólo l l a m a r s e a sí m i s m a , ¡ b o c h o -
looooóchooo, bocholoooóoochoooo!, con un cantar
monótono, melodioso, monótono, monótono.
Bubinzana.—Canción mágica también denominada ¡caro. Invo¬
cación. R e z o m u s i c a d o que los brujos t a r a r e a n mien¬
tras fuman en ciertas c e r e m o n i a s .
Bufeo.—Bujeo. Delfín de río. Pez mamífero del tamaño de un
hombre. A l g u n a s n a t i v a s en e s t a d o de m e n s t r u a c i ó n o
de p r e ñ e z evitan n a v e g a r e m b a r c a c i o n e s frágiles: saben
que los bufeos se e x a c e r b a n o l i é n d o l a s y e m b i s t e n sus

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Carachama. —Karachama. Pez antediluviano, habita el fondo de
los lagos y se n u t r e de fango. La v a s t e d a d a r t i t c u l a d a
tahuára.—Kawara. Pez cuya desaforada estatura contradice lo de sus e s c a m a s g r u e s a s lo c u s t o d i a m e j o r que una ar¬
apetecible de su carne. madura. S o b r e v i v e d e m a s i a d o s días fuera del agua. Su
Caimito.—Si a su forma redonda, apezonada, piel de colores carne no acostumbra ser visita de señoriales mesas.
t e n s o s , a ñ a d i m o s la e x c e l e n c i a b l a n q u e c i n a y gomosa L o s v a r o n e s de la n a c i ó n chama, cuyo ú n i c o oficio co¬
de su p u l p a , el caimito nos p a r e c e r í a no un fruto sino n o c i d o es p e s c a r , no s a b e n de o r g u l l o m á s justificado
un pecho de muchacha. La historia más propalada que capturar alguna karachama: su contento es ma¬
que el caimito ha m o t i v a d o h a b l a de un l e ñ a d o r que y ú s c u l o si c o n s i g u e n h a c e r l o p r e s c i n d i e n d o de a n z u e l o s ,
castigó los devaneos de su mujer amputándole los de flechas y de r e d e s : b u c e a n sin d e s m a y o y c u a n d o ya
senos y e n t e r r á n d o l o s casi al filo del río, en lo más los d a n p o r a h o g a d o s a s o m a n de i m p r o v i s o con la pre¬
distante de su c h a c r a , j u s t a m e n t e en el sitio d e s d e el sa p r e c i a d a : los j ó v e n e s la traen entre las m a n o s , los
cual b r o t a r í a cierto árbol fortuito, de r a m a s p e s a r o s a s e x p e r t o s la sacan c o n los dientes.
e n t r e g a d a s a un frutecer i n n u m e r a b l e y f u l g u r a n t e . A Cargar. —Este v e r b o c o m p l e m e n t a y define, en lenguaje de hechi¬
tan macabro origen debería el caimito su anhelante zadores, al curar. Un brujo puede cargar con daños
t e x t u r a , el alma de sus carnes, esa d u l c e d u m b r e que c u a l q u i e r cosa que a n t e s , p o r d e s t i n o , e s t u v o c o n c e d i d a
lo exalta a la i n m o d e r a c i ó n . a la b o n d a d . Y viceversa. Y t a m b i é n ni lo uno ni lo
Campa.—Ver: ashanínka. otro: un p a ñ u e l o i n o c e n t e , por e j e m p l o , bien p u e d e ser
cargado p a r a que surta fortuna o maleficios, felicidad
Camucámu.—Arbusto semiacuático. Sus frutos ácidos, más áci¬
o muerte. Cargar, en c a b e z a de e x t r a ñ o s , se deja con¬
dos que d u l c e s , h e r e d a n con el n o m b r e una igual dis¬
fundir con curar, y curar con hechizar, con embrujar,
creción en el t a m a ñ o .
a u n q u e e n tales p a l a b r a s n o q u e p a n p l e n a m e n t e t o d a s
Camúnguy.—Gallinácea de nombre onomatopéyico. La enormi¬
sus resonancias y significancias.
dad de sus m o d a l e s y el c o l o r de sus p l u m a s la e m p a -
Catáhua.—Katawa. Árbol gigante recubierto de espinas. Crece
r e n t a n con los pavos salvajes. L á s t i m a que su c a r n e
en t e r r e n o s bajos. Su savia es v e n e n o p o d e r o s o al que
sea t o t a l m e n t e i m p e r m e a b l e al sabor.
apelan humanos y animales. Con sangre de katawa
Canela-muwena.—Canela-mohena. Árbol de m a d e r a color cane¬
u n t a n la p u n t a de sus flechas y d a r d o s a l g u n o s aborí¬
la, s i n g u l a r m e n t e p e r f u m a d a y dura.
genes. C o n sangre de katawa u n t a n sus alas las aves
Cañero. —Pez desconcertante por lo voraz, fuerte y resbaladizo. c a r n i c e r a s (la famosa wapapa, por e j e m p l o ) , se sumer¬
Permanentes flemas r e c u b r e n los 20 centímetros que gen en a g u a s de r e m a n s o , d e p o s i t a n la p o n z o ñ a , espe¬
su c u e r p o n u n c a sobrepasa. C a r e c e de d i e n t e s , es de¬ ran. No esperan mucho tiempo: luego-luego devoran
cir que se a l i m e n t a por succión. El cañero m á s t e m i d o a los p e c e s que la savia de katawa vara en las orillas.
es el m á s ínfimo, y con r a z ó n : su avidez, i n c o n t e n i b l e
Cetico.—Debido a su esbeltez y a la o p u l e n c i a de sus r a m a s aba¬
s i e m p r e , a l c a n z a a ser m o r t a l c u a n d o el cañero ingre¬
nicadas algunos herbolarios distraídos lo han tildado
sa p o r el ano y / o vagina de los p o b r e s h u m a n o s .
de arbusto. El cetico es árbol sin e m b a r g o , y semi-
Capirona. —Su condición impenetrable y fibrosa ha dado a este acuático. S u interior, m á s c o r c h o que m a d e r a , p r ó d i g o
árbol fama de producir la mejor leña y el m á s persis¬ en c e l u l o s a , es lujo que avarician los fabricantes de
tente carbón. papel. N u e s t r o s n a t i v o s , e m p u j a d o s al arte de la pesca

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no p o r vivir deleites sino por m a t a r h a m b r e s , d e g r a d a n Cumala.—Árbol de madera débil, sin mayor importancia.
•¿\ cetico p a r a con él c o n s t r u i r s e b a l s a s de e m e r g e n c i a .
Citarácuy.—Hormiga enorme, su mordedura carece de dolor y de Cupíso.—Cupisu. T o r t u g a p e q u e ñ a , e s p i g a d a , anfibia. Sus hue¬
ponzoña. C o n igual nombre es conocida una danza v o s , que se l l a m a n c o m o ella, son m á s a p e t e c i d o s que
que las c o s t u m b r e s p o b l a n a s a c o m p a ñ a n con t a m b o r e s su .carne.
y pífanos y p a l m a s : a lo l a r g o del baile las p a r e j a s imi¬ Curar.—Én b o c a de brujos este v e r b o m u d a de c o n t e n i d o y oficio.
tan, con pellizcos y gestos insinuantes, el contoneo
Curar cualquier objeto es aprovisionarlo de poderes,
c o n t r a p r o d u c e n t e de las h o r m i g a s y su a g r e s i v i d a d sin
d o t a r l o de fuerzas, de sentidos que d i c h o objeto i g n o r a ,
c o n t e n i d o , fatal por lo e v a s i v a , m o r t a l p o r lo a m o r o s a .
que no le han sido d a d o s ni por c o s t u m b r e ni por na¬
Coca.—Arbusto de c u y a s hojas se extrae el c l o r h i d r a t o de cocaí¬ cimiento.
na. L a s gentes de los A n d e s chacchan la c o c a , t a r e a
Curuínce.—Hormiga de las grandes, a falta de veneno está pro¬
que c o n s i s t e en h a c e r u n a b o l a de hojas d e n t r o de la
vista de i m b a t i b l e s t e n a z a s : con ellas corta las tre¬
boca y masticarla y masticarla agregándole cal, sus¬
mendas hojas de las cuales (tras las oscuridades y
t a n c i a d e s e n c a d e n a n t e d e las p r o p i e d a d e s v i t a l i z a d o r a s
h u m e d a d e s cuyo f e r m e n t o e s t i e m p o del subsuelo) ha
que c a r a c t e r i z a n a este v e g e t a l . L o s k e s h w a s lo utili¬
de b r o t a r la p u t r i c i ó n de h o n g o s con los que la curuín-
zan d e s d e siempre con fines de a d i v i n a c i ó n . Si la c o c a
ce se a l i m e n t a .
es dulce entre los l a b i o s a n u n c i a b u e n a suerte: debe
e m p r e n d e r s e lo que se ha p e n s a d o . Si la c o c a es amar¬ Cushma.—Túnica tejida y decorada con tintes diversos, especie
ga, m a l a seña, debe p o s t e r g a r s e lo que se ha progra¬ de poncho acrecido con mangas, cosido desde las
mado. L o s brujos a m a z ó n i c o s le d a n h o j a s de c o c a al axilas h a s t a los pies. Suele ser u s a d a i n d i s t i n t a m e n t e
ayawaskha sólo en contadas ocasiones: también ellos por hembras y varones.
confían en la coca c o m o e s c l a r e c e d o r a del futuro.
Cocha.—Kocha. Palabra keshwa. Según su a p l i c a c i ó n p u e d e sig¬
nificar L a g o , L a g u n a , R e m a n s o , A g u a s Q u i e t a s , Char¬
ca, Océano.
C o c o n a . — L a m e d i a n í a q u e , en c u a n t o a su i m p o n e n c i a , esta plan¬
ta p r o c l a m a , no se c o n d i c e con sus hojas a m p l i a s ni
con aquel dulzor resquebrajado, agrio, verdeamarillo,
de sus frutos.
Comején.—Hormiga sumamente destructora. Come cualquier ma¬
d e r a y de i n m e d i a t o segrega u n a s u s t a n c i a p a r d a y po¬
r o s a que en b r e v í s i m o t i e m p o se e n d u r e c e . C o n esa
secreción n a c i d a de las r u i n a s el comején c o n s t r u y e su
morada.
Coto-machácuy.—Koto-machácuy. Animal mitológico. Serpien¬
te g i g a n t e , p o s e e dos c a b e z a s y h a b i t a el fondo de los
grandes lagos.

Cumaceba.—Arbol.de madera dura, sin mayor importancia.


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Chonta.—Palmito. Cogollo comestible de diversas palmeras: wa-
sái, s h e b ó n , c i n á m i , p i j o a y o , h u n g u r á w i . Pulpa de una
Chacchar. —Masticar hojas de coca. palmera denominada Pona. Madera dura que hace
Chacra. —Espacio de tierra cultivada. punta, obligatoriamente, en casi t o d a s las flechas y
dardos.
Chamáiro.—Ceniza vegetal que puede reemplazar a la cal cuan¬
do se chaccha. Chori.—Se dice en ashanínka del h o m b r e de los A n d e s , del kesh-
wa o m e s t i z o de n u e s t r a s serranías.
Chambira.—Palmera cuyo fruto, discutiblemente dulce, se come
a discreción. Su t r o n c o no es m a c i z o p e r o allá en lo Choshna.—Mono nocturno. Pese a su r o b u s t e z no se c o n o c e tes¬
alto, más allá, en lo afilado, desenvuelve un frescor timonio humano que lo juzgue violento o agresivo.
i n a c a b a b l e de s o m b r a s de r a m a j e s de hojas v a s t a s , por¬ Sus g r i t o s en lo alto de las n o c h e s y sus saltos que a
fiadas y fibrosas. Sin s i n g u l a r m e n t e aptas p a r a t e c h a r v e c e s t a l a n y p r e c i p i t a n p e s a d a s r a m a s , a c a s o nos con¬
c a s a s , las hojas de c h a m b i r a sin e m b a r g o son exclusi¬ f u n d a n y nos i n f u n d a n i n f u n d a d o miedo. P e r o no es
vamente utilizadas como m a r o m a s : adelgazadas, tren¬ esa la i n t e n c i ó n de la choshna, se sabe.
z a d a s con d e s t r e z a , e n r o l l a d a s y v u e l t a s a t r e n z a r , ja¬ Chuchuwasha.—Árbol cuyas raíces desmenuzadas y maceradas en
más han defraudado s u fama e s i r r o m p i b l e . También a g u a r d i e n t e de c a ñ a d a n p o d e r y p r e s t i g i o a u n a bebi¬
se d e n o m i n a chambira, inexplicablemente, a un pez de da medicinal, afrodisíaca, tónica, asimismo llamada
m a l g e n i a d a s e s p i n a s y d i e n t e s r e p e l e n t e s que a p e s a r de chuchuwasha, o chuchuwasi: la primera expresión kesh-
sí m i s m o es c o m e s t i b l e . wa p o d r í a significar " p e c h o a t r á s " o " p e c h o que se da
Charichuelo.—Árbol de copa impertinente, elevada, compacta de v u e l t a " , y la s e g u n d a , chuchuwasi, sería "casa del pe¬
altas r a m a s y de hojas. Da frutos a c i d u l c e s , r a r a m e n t e cho".
a b u n d a n t e s p e r o muy t o l e r a b l e s . Chullachaqui.—Del keshwa Ch'ullan Chaki que significa un-solo-
Chicoza.—Especie de cañabrava o pasto colosal. Como nutriente p i e , pie ú n i c o . Ser m i t o l ó g i c o . Demonio. Duende.
de g a n a d o esta p l a n t a ha l o g r a d o , con j u s t i c i a , la jerar¬ Según se ha comprobado todo chullachaqui, aunque
quía de lo m i l a g r o s o . sea capaz de adoptar la m á s inverosímil apariencia,
nunca consigue enmascarar alguno de sus pies: casi
Chicozal.—Lugar habitualmente arenoso y poblado de chicoza.
s i e m p r e el d e r e c h o se niega a ser de h u m a n o , insiste
Chimicúa.—Árbol que se d e s q u i t a de sus r a m a s inútiles y fáciles, en el a s p e c t o de u n a z a r p a de tigre o un c a s c o de vena¬
desgajables a un s o p l o , d a n d o frutos t e n a c e s y rojos, do. El chullachaqui, así, p e o r que t r a i c i o n a d o es dela¬
tan a f e r r a d o s a su n a c i m i e n t o , tan i n t r i n c a d o s de arran¬ t a d o y es d e l a t a d o p o r sí m i s m o , p o r u n a p a r t e suya,
car, tan i m p o s i b l e s de existir a i s l a d o s , que p o c o s ca¬ sin q u e r e r l o . A ello se d e b e con c e r t e z a la guisa dudo¬
zadores pueden jactarse, sin falsía, de h a b e r l o s sabo¬ sa e insolente con que denominan a nuestro chulla-
reado. chaqui en el Brasil: Curupira.
Chinchilejo.—Libélula. También conocido irresponsablemente Chullakaqla.—Chullacajla. Mandíbula desigual. Pez íntegramen¬
como chupajeringa. Apodo i n e v i t a b l e de los niños y te h u é r f a n o de e s c a m a s , d o t a d o de p o n z o ñ o s o s y des¬
jóvenes esmirriados y escuálidos. comunales espolones.
Chirisanango.—Sanango sabroso. Tónico que los brujos elaboran Chushpi.—Mosquito insignificante cuya picadura sin embargo,
f u s i o n a n d o las fuerzas y los j u g o s de varios vegetales. a m é n de m a r t i r i z a n t e , es infecciosa.

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Chushupe.—Chushupi. Víbora gruesa, de piel tosca, casi ósea,


extremadamente venenosa. Una particular costumbre
Demenío-chállua.—Pez no comestible, pequeño, decorativo, semi-
suya la triplica en p e l i g r o : entre t o d o s los m i e m b r o s
volador. Su n o m b r e , Pez E n l o q u e c i d o , proviene de
de su v a s t a familia, la chushupe es la ú n i c a que persi¬
la d e s m e s u r a sin c o n c i e r t o de sus aspavientos dentro
gue a su víctima aun d e s p u é s de m o r d e r l a y si p u e d e
y fuera del agua.
la m u e r d e otra vez y la v u e l v e a m o r d e r infatigable¬
mente. A c a s o sea el ú n i c o a n i m a l , d e s p u é s del hom¬ Doncella.—Pez de gran t a m a ñ o . Su piel c a r e c e de e s c a m a s y está
b r e , c u y a fiereza n o c o n o c e t é r m i n o . S o r p r e n d e saber, como e n c e l d a d a p o r i n c e s a n t e s franjas negras. Ade¬
por «lio, que el majaz, para muchos el m á s sabroso más de generosas, hay Doncellas que pesan 30 kilos,
m o r a d o r de los b o s q u e s , vive al cobijo de la t e m i b l e sus c a r n e s a g r a d a b l e s i g n o r a n las e s p i n a s .
chushupe, dentro de su n i d o . Los mitayeros y ribere¬
ños aseguran haber encontrado en alguna parte del Dorado,—También llamado Zúngaro. La cabeza de este pez aca¬
cuerpo del majaz un c a r t í l a g o que r e m e d a e x a c t a m e n t e para sin d e n u e d o la m i t a d de un c u e r p o d e s g u a r n e c i d o
la f o r m a de un c o l m i l l o de chushupe. de e s c a m a s y e s p i n a s que u s u a l m e n t e pesa m á s de 50
kilos.

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— E — Lspintana.—Árbol recto, compacto de corteza, muy solicitado pa¬


ra e n v i g a r v i v i e n d a s . Se sabe que la madre, el espíritu
Ejercer.—Emplear con solvencia todos los conoceres adquiridos
que rige a la espintana, son dos p e r s o n a s , u n a a n c i a n a ,
y t o d o s los p o d e r e s a t r a v é s de la magia. Ejercer es
la o t r a j o v e n , que c o n v e r s a n y c o n v e r s a n al a t a r d e c e r .
prerrogativa de brujos autorizados, únicamente de
aquellos que ofician tras l a b o r i o s o s años de retraído
aprendizaje y experimentación.

El Anima Sola.—Ver: Elegguá.

Elegguá.—El Anima Sola. Divinidad africana que en el fervor


sin a ñ o s de a l g u n o s de sus fieles a m e r i c a n o s suele ser
identificada equívocamente con Ekué, que es La
Muerte. T r a t a r í a s e e n t o n c e s de un A n i m a Sola en ex¬
tremo acompañada, más anhelada que r e v e r e n c i a d a a
c a u s a de su indiscutible b e n i g n i d a d , ya que no exclu¬
sivamente los a d e p t o s de Ekué c o n s i d e r a n al m o r i r un
alivio, b e n d i c i ó n que los libra de las h u m i l l a c i o n e s y
penalidades de esta vida. Nuestros a n t e p a s a d o s ne¬
gros, c u a n d o los esclavistas les p r o h i b i e r o n t a m b i é n sus-
religiones forzándolos hacia el catolicismo, enmasca¬
raron a sus dioses con las i d e n t i d a d e s de los santos
c r i s t i a n o s a fin de p r o s e g u i r a d o r a n d o a. los s u y o s , aun¬
que fuera sin n o m b r a r l o s , bajo e x t r a n j e r a s t ú n i c a s , en
el s e c r e t o de la m e m o r i a lejana. ¿ P o r qué e s c o g i e r o n
justamente a Cristo c o m o disfraz de Ekué y j u s t a m e n ¬
te a Ekué c o m o disfraz de Elegguá? Sus r a z o n e s ten¬
drían. Lo cierto es que i n v i s t i e r o n con la p e r s o n e r í a
de La M u e r t e n a d a m e n o s que al r e s u c i t a d o e inmor¬
tal J e s ú s de N a z a r e t h .

Empalar.—Levantar una tapia de ánimas alrededor de alguien o


algo, c e r c a r l o con espíritus en lugar de p a l o s , con vo¬
l u n t a d e s en vez de a l a m b r a d a s , p a r a que no puedan
ingresarle daños.

Emponado.—Piso fabricado con lonjas de una palma leve y dura


d e n o m i n a d a Pona, i n s u s t i t u i b l e , p o r efectividad y tra¬
dición, en las casas l a c u s t r e s o alzadas sobre tierras
inundables.

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con m á s prisa y t e m o r que c e r e m o n i a , en a q u e l l a ribe¬


ra del Inuya. Cuando otros amawaka, cumpliendo
Fasácuy.—Pese a poblar obstinadamente lagos y lagunas, y cuan- ó r d e n e s de I n o M o x o ajusticiaron a Delfín F i t z c a r r a l d
do ' n o sólo q u e b r a d a s m a n s a s , el fasácuy no es fácil en el río P u r ú s , ya la m a r a ñ a y los a g u a c e r o s se h a b í a n
de p e s c a r : disfruta de u n a dentadura acorde con su ensañado con l a t u m b a del hermano mayor.
r a p a c i d a d y las e s c a m a s q u e lo a c o r a z a n e s t á n s i e m p r e Flautero.—Se reafirma en tal nombre esta avecilla: a su estatura
cubiertas por vertiginosas flemas grises. Sus cuatro ínfima o p o n e v i c t o r i o s a m e n t e la e x t r e m a d a y nostálgi¬
kilos d i s t r i b u i d o s en 60 c e n t í m e t r o s c a r e c e n de grasa ca d u l z u r a de sus c a n t o s .
y de e s p i n a s m e n u d a s .

Firirín.—Especie de perdiz aunque más breve y tierna de volu¬


men y c a r n e .
Fitzcarrald.—Apellido paterno de dos inolvidables genocidas de
la selva p e r u a n a . El t i e m p o y las l e n g u a s de H u a r a z ,
entonces todavía no acostumbrados al idioma inglés,
desfiguraron aparentemente el ancestral Fitzgerald y lo
condujeron al franco-amazónico Fitzcarrald. La am¬
bición sin e s c r ú p u l o s de los h u a r a c i n o s F e r m í n y Delfín
F i t z c a r r a l d , r e f r e n d a d a p o r leyes y a u t o r i d a d e s de co¬
mienzos de siglo, despobló a sangre y fuego vastas
r e g i o n e s de la A m a z o n i a . F e r m í n y Delfín o r g a n i z a r o n
y j e f a t u r a r o n los ejércitos m e r c e n a r i o s que bajo el dis¬
fraz de c a u c h e r o s y c o l o n o s e x t e r m i n a r o n n a c i o n e s en¬
t e r a s , m i l l a r e s y millares de a b o r í g e n e s , s o l a m e n t e p a r a
o c u p a r sus t e r r i t o r i o s y s a q u e a r el c a u c h o en que e r a n
pródigos. A pesar de ello c i e r t o s h i s t o r i a d o r e s insis¬
ten en c o n s i d e r a r a los F i t z c a r r a l d y a sus secuaces
c o m o " p i o n e r o s de la civilización y el p r o g r e s o " . En
las p r i n c i p a l e s p o b l a c i o n e s del o r i e n t e p e r u a n o m á s de
u n a c a l l e , p l a z a o a v e n i d a se h u m i l l a t o d a v í a con el
nombre de F e r m í n F i t z c a r r a l d . Este, que aventajó a
Delfín en a ñ o s , fama, i m p i e d a d y f o r t u n a , fue t a m b i é n
el p r i m e r o en a l c a n z a r la m u e r t e . Obedeciendo hechi-
zos del g r a n brujo a m a w a k a X i m u , u n r e m o l i n o e n l a z ó
el b a r c o de F e r m í n F i t z c a r r a l d y lo d e s h i z o en los fon¬
dos del U r u b a m b a , E l R í o S a g r a d o d e los i n k a s . Días
d e s p u é s , flotando entre r a m a j e s y m u s g o s de r e m a n s o ,
lo encontraron cadáver, ostensiblemente m e r m a d o por
la avidez de los p e c e s . A h í m i s m o le d i e r o n s e p u l t u r a ,

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Gamitaría.—Capturar este pez de 30 kilos, un metro de largo y Haraweq.—En keshwa designa t a n t o al poeta como al músico y
una a n c h u r a de ver y no c r e e r , es fiesta que c o n v o c a al cantor. Su e q u i v a l e n t e menos alejado en idioma
y da disfrute a un caserío í n t e g r o . L o s mitayeros se e s p a ñ o l p o d r í a , con r e s e r v a s , ser juglar.
p r o h i b e n pescar dos gamitarías en la m i s m a j o r n a d a ya Harmina.—Alcaloide que se extrae del ayawaskha.
que la s a b r o s u r a de una sola basta p a r a d e s e n o j a r las
Hiporuru.—También llamado para-par a. Arbusto de hojas tersas,
exigencias de los enflaquecidos ribereños.
t e r c a s : luego de a r r u g a d a s r e g r e s a n s i e m p r e a su forma
Garabato-kasha.—Planta trepadora de tallo consistente y enjuto p r i m i g e n i a c o m o si e s t u v i e r a n h e c h a s de j e b e . Mace¬
i n t e r r u m p i d o a t r e c h o s p o r n u d o s r u g i n o s o s que despi¬ r a d a s en a g u a r d i e n t e p r o d u c e n un t ó n i c o cuya poten¬
den una espina enroscada. Los oficios del garabato- cia, a d e m á s de e x p u l s a r las flaquezas de sangre y co¬
kasha son t a n t o s c o m o los m o d o s con que los hechice¬ razón, a d e m á s de v e n c e r a la d i a b e t e s , goza de u n a
ros p r e p a r a n su raíz o m e z c l a n su c o r t e z a o dirigen la eficacia i n a p r e c i a b l e : d e v u e l v e a los a n c i a n o s y a los
savia, el z i g z a g u e o , la s a b i d u r í a de sus e s p i n a s . d e s a n i m a d o s la juventud sexual.

Huacapú.—Wakapú. Árbol de corazón inconmovible, porfiado,


s u m a m e n t e penoso de aserrar. C o m o sostén d e casas
o edificios m a y o r e s el m a d e r a m e n del wakapú se empi¬
na h a s t a el prestigio del a c e r o . P e r o no sirve p a r a brin¬
dar abrigo ni alimento: su leña d u r a e s t o r b a fogatas
y enemista cocinas: incluso sus astillas, insensibles co¬
mo e s t a l a c t i t a s , se a p a g a n sin h a b e r d a d o luz.

Huacapurana.—Wakapurana. Árbol de madera fibrosa, pronta


de r e s e c a r , con p e r e n t o r i a v o c a c i ó n de leña.

Huacra-pona.—Waqrapona. Palmera de tronco hinchado, enfu¬


rruñado, como preñada por todos sus l a d o s .

Huairanga.—Wayranqa. Wayra, en keshwa: viento. Esta avispa


n u n c a se p o s a en el s u e l o , sólo t r a n s c u r r e en los aires.
Su aguijón d e s c a r g a una p o n z o ñ a que al instante se
e x p a n d e bajo la piel. El d o l o r que o c a s i o n a , aunque
efímero, es verdaderamente inenarrable. Y además
engañoso: p a s a p r o n t o el t o r m e n t o , sí, p e r o tan sólo
p a r a ser s u p l i d o por altas fiebres y m a r e o s r e c u r r e n t e s
y atroces,

Hualo.—Walo. Sapo de carne complaciente y gritos espasmódi-


cos, impúdicos y roncos. P e s a , por c o s t u m b r e , alre¬
d e d o r de un kilo.

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Huancáhui.—Wankawi. Ave de rapiña, grande, fornida, de nom¬
bre o n o m a t o p é y i c o . Canta solamente cuando advierte Huito.—Wito. Fruto medicinal particularmente obsequioso de
la vecindad del hombre, como anunciándolo, como y o d o y s a c a r i n a , m i l a g r o s o c o n t r a t o d a aflicción de las
denunciándolo, a v i s a n d o a c e r c a del más grave peligro vías r e s p i r a t o r i a s . C u a n d o aún n o m a d u r a las gentes

a las d e m á s gentes del m o n t e . conocen al wito c o m o jagua y pueden extraer de él


aquella tintura renegrida e indeleble usada por las
Huangana.—Wanqana. Una de las dos genealogías de j a b a l í que h e m b r a s p a r a l i m p i a r s e el cutis y p o r los v a r o n e s , ade¬
h a b i t a n n u e s t r a selva. A diferencia del pacífico y ve¬ más, para impedir p i c a d u r a s de insectos y alimañas.
g e t a r i a n o Sajino, marrano salvaje que apenas resiste Hunguráhui.—Unqurawi. Palmera que da frutos amarillos, pasto¬
la existencia en parejas, la c a r n i c e r a Huangana vive sos, atribulados p o r infinitas pepas m i n ú s c u l a s y ne¬
en p i a r a s r u i d o s a s , morbosas, tumultuosas, cientos y gras. El fruto de esta p a l m e r a t a m b i é n l l a m a d o hungu-
cientos de colmillos depredando infatigablemente la ráhui, destila p r e c i o s o aceite: los c a l v o s lo utilizan a
manigua. manera de ungüento de masajes y sus cabezas ralas
i n e v i t a b l e m e n t e v u e l v e n a e s p e s u r a r s e de c a b e l l o s .
Huapapa.—Wap'apa. Ave carnicera, palmípeda, de color pardo
oscuro. C o n tres p ú a s que i n s u r g e n del c o d o de sus
alas d e s g a r r a la corteza de un árbol nocivo denomi¬
n a d o katawa, moja sus p l u m a s en a q u e l l a savia, v u e l a ,
busca u n a h o y a de riachuelo, se z a m b u l l e y enjuaga
con pericia, e s p a r c e la p o n z o ñ a en el a g u a y a g u a r d a .
I m p a s i b l e , a p o s t a d a en la orilla, e s p e r a que los peces
envenenados caigan h a c i a lo alto, h a s t a la superficie,
e n t o n c e s los recoge de u n o en u n o y los devora sin
ansiedad, un trozo de este, otro de aquel, matando
siempre m á s , m u c h o m á s de lo que a su gula es d a b l e
c o n t e n e r , y lo hace l e n t a , n e u t r a , r e s i g n a d a m e r i t e co¬
mo si efectuara tan premeditada, innecesaria y san¬
grienta c e r e m o n i a p o r o b l i g a c i ó n , no por hambre de
vida sino por m u e r t e de saciedad. La wapapa sumida
en tales t r a n c e s , a b s t r a í d a de t o d o s y de t o d o , fuera
presa m á s fácil que c u a l q u i e r pez difunto si así lo de¬
seara un c a z a d o r tan ciego c o m o ella. La wapapa, así,
da la r e p u l s i v a impresión de un cadáver inmerecida¬
mente resurrecto, sonámbulo, reducido a c u m p l i r los
d i c t a d o s d e alguna p e r v e r s i ó n i n m e m o r i a l .

Huicungu.—Wikunqu. Palmera resguardada por espinas colosa¬


les, fortísimas y n e g r a s . E l l a s d e t e r m i n a n que los fru¬
tos del wikunqu sean e s t i m a d o s , m á s que p o r su deli¬
cadeza, p o r las dificultades que c o n l l e v a c o g e r l o s .

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Itahúba.—Árbol de madera fina y compacta.
¡carado.—Todo ser u objeto que algún brujo ha magnetizado,
Itininga.—Palmera flaca, no muy elevada, quebrantable de as¬
protegido o concedido poderes específicos utilizando
pecto. U n a liana e m b o t a d a y enteca, bejuco sin ofi¬
ayunos, conjuros y canciones m á g i c a s l l a m a d a s icaros
cio ni beneficio c o n o c i d o s , r e c i b e a s i m i s m o el n o m b r e
y también bubinzanas. de itininga, t é r m i n o e m p a r e n t a d o tal vez c o n el k e s h w i s -
Icaro.—Canción mágica. Ver: Bubinzana. mo (o quechuismo) Tilingo (o itilingo) que r e m i t e a
Inkarrí.—Ser m i t o l ó g i c o . Sus enemigos lo apresaron con argucias lo e s c u á l i d o , inútil, e n f e r m i z o .
y lo d e s c u a r t i z a r o n en la P l a z a de A r m a s del C u s c o .
Ivénki.—Nombre asahanínka de una hierba colmada de incontro¬
S e p u l t a r o n los restos en l u g a r e s d i s t a n t e s con la fina¬
vertibles capacidades mágico-medicinales. Los nativos
lidad de i m p e d i r su j u n t a m i e n t o u l t e r i o r y su inevita¬
de otras naciones l l a m a n piri-piri al ivénki.
ble r e s u r r e c c i ó n . Los keshwas de hoy a s e g u r a n que
el c a d á v e r d i s p e r s o de Inkarrí a v a n z a m á s y m á s c a d a
año bajo la tierra en d i r e c c i ó n del Cusco, d o n d e fué
e n t e r r a d a su c a b e z a , y que un día los d i v i n o s d e s p o j o s
0
se s o l d a r á n a ella y e n t o n c e s Inkarrí surgirá i n t a c t o y
"los y n d i o s del R e i n o del P e r ú " v o l v e r á n a sublevar¬
se bajo su m a n o y e x p u l s a r á n a los i n v a s o r e s y reco¬
brarán las libertades y dominios de su p e r d i d o Im¬
perio.
Isango.—Animal microscópico, mora en los herbazales, bajo la
piel humana penetra y anida ocasionando insoporta¬
bles e s c o z o r e s . L o s l u g a r e ñ o s lo c o m b a t e n c o n em¬
plastos de vegetales v a r i o s , los d e m á s a g u a r d a n a que
el i n e x t i n g u i b l e v e r a n o se t e r m i n e : el frío es e n e m i g o
natural del isango.
Ishinshími.—Hormiga imponente. Hace nido en lo alto de plan¬
tas g r a n d e s y árboles. Su m o r d i s c o no a p a r e j a hincha¬
zón o i n t o x i c a m i e n t o p e r o los h o m b r e s le huyen, no
t e m e n p r o p i a m e n t e a la ishinshími pese a que esta hor¬
miga prefiere m o r d e r a los h u m a n o s en sus p a r t e s ge¬
nitales: lo que los a p a v o r a es la h e d i o n d e z con que
ella i m p r e g n a t o d o lo que roza.
Jsula.—Hormiga l e t a l m e n t e ponzoñosa. Llega a medir cinco cen¬
tímetros. A d e m á s d e m a l h e r i r con p o t e n t e s t e n a z a s ,
su aguijón posterior inocula un tósigo generador de
fiebres y d o l o r e s que d u r a n v a r i o s días. C u a t r o isulas
b a s t a n p a r a dar m u e r t e a un h o m b r e .

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—Fruto del árbol d e n o m i n a d o Huito. D o s diferentes nom¬ Kaápa.—Todo jefe ashanínka, es d e c i r t o d o p a d r e de familia, edi¬
bres y aplicaciones posee, según sea su e d a d : cuando fica dos c a s a s : p r i m e r o la kaápa de sus huéspedes y
a ú n v e r d e a lo a p e l l i d a n jagua y su p u l p a p r o d u c e un d e s p u é s el tantoótzi de sus hijos y e s p o s a s .
tinte n e g r o y a m a r g o e i n d e l e b l e , c u a n d o ya m a d u r a lo
Kamalonga. —Arbusto indispensable en algunos bebedizos cuyo
llaman como al árbol que lo sustenta, huito, y sola¬
ingrediente primordial es el ayawaskha. Los brujos
m e n t e e n t o n c e s los a l d e a n o s lo a s c i e n d e n a c o m e s t i b l e a t r i b u y e n a las hojas de kamalonga, y en m e n o r pro¬
y los h e c h i c e r o s a medicinal. p o r c i ó n a sus r a í c e s , s e c u e l a s de a d i v i n a c i ó n equipara¬
—Víbora proverbialmente venenosa y feroz. bles a .las de la coca.

Karawiro. —Carahuiro. Tinte compuesto de extractos de diversas


•Integrante de la n a c i ó n del m i s m o n o m b r e . L o s guerre¬
r a í c e s y semillas. M u c h o s n a t i v o s se a d o r n a n con él
ros jíbaro acostumbran cercenar y reducir cabezas de
c o l o r e a n d o b r a z o s , p e c h o y mejillas. L o s tzipíbo, ade¬
e n e m i g o s , ú n i c a m e n t e de los m á s d i e s t r o s e i n d ó m i t o s ,
más, dibujan y/o tiñen con karawiro sus ropajes.
a q u e l l o s que los jíbaro s u p i e r o n v e n c e r de igual a igual
en c o n t i e n d a sincera, frente a frente, p r e v i o a n u n c i o de Katawa.—Ver: Catáhua.
g u e r r a y con a r m a s i d é n t i c a s . No t o d o s los v a r o n e s Katziboréri.—Genérico de brujo, vegetalista, mago, hechicero,
regresan a su p o b l a d o con el sangrante trofeo entre curandero, rezador, etcétera, el término katziboréri
las manos. Ni bien llegan el brujo los c o n g r e g a y c o m p r e n d e al m á s p r e c i s o de shirimpiáre. Simplifican¬
o r i e n t a en la t a r e a de a p r o p i a r s e del a l m a y las virtu¬ do, katziboréri aludiría al médico g e n e r a l i s t a y shirim-
des de los d e c a p i t a d o s , rito que c o n c l u y e con las ca¬
piáre al especialista en " c h u p a r el tabaco", al "brujo
bezas adversarias rebajadas al tamaño de una mano
fumador" que conoce los e n i g m a s del humo y sabe
cerrada. C a d a p r i v i l e g i a d o c o r t a e n t o n c e s l a cabelle¬
dirigirlos c o n t r a enfermedades y daños precisos.
ra de su botín a ñ a d i é n d o l a a las o t r a s que luce ama¬
r r a d a s en la cintura. P o r p e r m a n e c e r leales a este ce¬ Killa.—Luna. Madre Luna. Su condición de esposa del Dios
r e m o n i a l de sus a n t i g u o s los jíbaro h a n c o b r a d o injusta Sol h i z o que los i n k a s la r e v e r e n c i a r a n casi como a
nombradía: nuestros civilizados les temen sin motivo o t r a de sus d i v i n i d a d e s .
(no se sabe de b l a n c o c u y a testa h a y a m e r e c i d o j a m á s Killka.—Signo tallado eñ piedra. Probable e s c r i t u r a jeroglífica
la c o n s i d e r a c i ó n de un jíbaro) y los a p o d a n irrespon¬ que los inkas i m p r i m i e r o n en las r o c a s de sus t e m p l o s
sablemente "Cazadores De Cabezas". o en las p r ó x i m a s a e l l o s . L a s killkas no r e v e l a n toda¬
vía significancia alguna entre los acuciosos occiden¬
tales.

Kocha.—Ver: Cocha.

Kosho.—Recipiente que se fabrica cavando un tronco hasta otor¬


garle a s p e c t o de p i r a g u a p e q u e ñ a . Dentro del kosho
los ashanínka dejan fermentar y tomar punto a la
chicha de y u c a l l a m a d a masato.

Koto-machácuy.—Ver: Cotomachácuy.

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Locrero.—Ave mediana, de plumaje azulado, más negro que Machácuy.—Del keshwa mach'aqway: víbora, serpiente, ofidio en
general.
a z u l a d o , c o l o r m a r en la n o c h e , c o m o si e s t u v i e r a en¬
l u t a d o de azul. Machiguenga.—Integrante de la nación selvática del mismo nom¬
bre.
Lupuna.—La amazonia no conoce árbol tan alto. Para resistir
Machimango.—Árbol elevado y sólido, reconocible tanto por su
tamaña inmensidad la lupuna despliega la b a s e de su
i m p o n e n c i a c o m o p o r el p e r f u m e incisivo, excesivo de
tronco en v a r i a s aletas gigantescas. La lupuna crece
sus r a m a s al frutecer.
en dos familias, una blanquecina, la otra sonrojada,
a m b a s c o n f u n d i b l e s de a s p e c t o y e s t a t u r a a u n q u e habi¬ Maestro.—Gran Brujo o Mago Mayor al cual, sea por sus pode¬
tadas y conducidas por d i s t i n t a s madres, p o s e í d a s por r e s , p o r la eficacia c o m p r o b a d a de su s a p i e n c i a o p o r
ánimas opuestas. Dice I n o M o x o : "La madre de la m o t i v o s que acá son m i s t e r i o s , le es r e c o n o c i d o el pri¬
lupuna blanca es hombre bondadoso que cuando se vilegio de p r o l o n g a r en d i s c í p u l o s las i n t u i c i o n e s y c o -
lo sabe invocar siempre responde con s u a v i d a d , con n o c e r e s que a él fueron c e d i d o s en uso y en c u s t o d i a .
e n s e ñ a n z a s que ayudan a medicinar. La madre de la Majaz.—Roedor semi-anfibio, enorme, de pelambre parda salpi¬
lupuna colorada es en cambio un hombre muy dañino, cada de blanco. Los afortunados cazadores que h a n
si te a g a r r a en su á m b i t o te h i n c h a la b a r r i g a , m u e r e s s a b o r e a d o c a r n e de majaz j u r a n sin t i t u b e o s que es la
con los intestinos destrozados". más d e l e i t o s a de todas, inclusive mejor que la del
hombre.

Makana.—Pez fluvial cubierto por gruesas escamas oxidadas, alar¬


g a d o y sólido c o m o sable de a n t a ñ o . Los guerreros
inkas l l a m a b a n makana a una de sus a r m a s p r e f e r i d a s ,
la porra, palo contundente en cuya p u n t a e n s a r t a b a n
u n a p e s a d a estrella de p i e d r a o de m e t a l . H o y , en la
amazonia, algunos aborígenes d e n o m i n a makana a una
especie de espada de m a d e r a durísima. N a d a que ver
con el significado d e s p e c t i v o y b a b o s o que a esta pala¬
bra dan determinados iberoamericanos, una macana,
che.
Makisapa.—Mono negro, más enorme aun de extremidades: en
cada una posee cuatro dedos. C o n su cola infinita y
peluda el makisapa se impulsa livianamente por entre
los á r b o l e s altos. Maki, en k e s h w a , es m a n o , sapa es
descomunal, grande, desproporcionada.

Maligno.—Espíritu del Mal. La m a y o r y más t e m i d a de las Ani¬


mas dañinas. N o d i a b l o n i d e m o n i o sino E l D i a b l o , E l
Demonio.

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retumbó. ¡Manguaré, manguaré! sonó h a s t a l o m á s
Mamántziki.—Esposa de Pachakamáite, el Padre-Dios de los
lejos de lo lejos la l u n a , ese p e d a z o de l u p u n a b l a n c a ,
a s h a n í n k a , Hijo del Sol, h a c e d o r y s u s t e n t o de lo que
el primer manguaré que se escuchó en n u e s t r a tierra.
existe y lo que no e x i s t e .
Manshaka.—Manshaku. Garza grande como un hombre grande.
Manakarácuy.—Gallinácea pequeña y feroz, habitualmente negra.
V i s t e p l u m a s a n c h a s , t e r s a s , de un gris m á s bien pla¬
A su escasa apariencia el manakarácuy contrapone un
teado.
malgenio sin límites, esa i m p i a d o s a , descontrolada y
permanente disposición combativa en la cual funda- Mantablanca.—Este insecto breve como la huella de una pata de
m e n t a su fama de i n v e n c i b l e . insecto, se a l i m e n t a de s a n g r e , m á s c o n c r e t a m e n t e de
sangre humana y más concretamente de aquella que
Manitoa.—Pez de un m e t r o y v e i n t e kilos. Se m i m e t i z a y despla¬
t r a n s c u r r e bajo los c a b e l l o s . Si a t a n d e s c a b e l l a d a pre¬
za v e r t i g i n o s a m e n t e . Sólo su boca d e s c o m u n a l , brillan¬
ferencia nutricia s u m a m o s el m i n ú s c u l o , invisible volu¬
t e , a n a r a n j a d a , lo d e l a t a e n t r e la t u r b i e d a d de los ria¬
m e n de su c u e r p o que t r a s p a s a t o d o s los m o s q u i t e r o s ,
chos. Y los a n z u e l o s no le dan r e p o s o . P i e n s o que
confirmaremos a la mantablanca en su categoría de
ciertamente no lo harán por su carne, aunque carente
tormento imposible.
de e s p i n a s y e s c a m a s , d e m a s i a d o d i s t a n t e de ser ape¬
titosa. Mantona.—Sierpe decorativa. Sus diez metros asustan solamen¬
te al f o r á n e o p u e s n u n c a a g r e d e al h o m b r e ni está pro¬
Manguaré.—Instrumento de percusión hecho de un tronco rese-
vista de veneno alguno.
cado y hueco. L o s n a t i v o s le dan v i d a y s o n i d o gol¬
peando su corteza con un palo envuelto en trapos Maparate.—Pez de río. No t i e n e espinas, no tiene escamas, no
embreados. El manguaré es t o c a d o de d i v e r s a s mane¬ t i e n e ni un kilo de p e s o , no tiene ni m e d i o m e t r o de
r a s , según códigos r í t m i c o s cuyo c o n o c i m i e n t o es ex¬ t a m a ñ o , no tiene c a r n e e s p e c i a l m e n t e rica ni especial¬
c l u s i v o del jefe brujo y de sus a l l e g a d o s , g e n e r a l m e n t e m e n t e d e s a g r a d a b l e , no tiene ni a t r a c t i v o ni importan¬
para e n v i a r mensajes y advertir peligros, o t r a s veces cia. En r e a l i d a d t a m p o c o tiene por qué figurar en este
p a r a c o n v o c a r s e con i n t e n c i ó n g u e r r e r a , o t r a s para in¬ vocabulario.
v o c a r a las d i v i n i d a d e s o a las G r a n d e s A n i m a s , o p a r a Marakana.—Loro mediano, de plumaje verdeazulado, nada más.
s a c u d i r a los espíritus de los a n t e p a s a d o s a p u n t o de Mariquiña.—Pato silvestre, inocuo, no muy grande. Plumas roji¬
d o r m i r s e , de c l a u d i c a r , de no seguir a l e r t a s protegién¬ negras c u b r e n su c a r n e d e s a b r i d a y suave.
d o n o s , y las m á s de las veces p a r a i n v i t a r al j ú b i l o a
Mariquita.—Flor multicolor aureolada de aromas picantes y dul¬
c o m p a r t i r los j u e g o s y las fiestas. Se sabe que la l u n a ,
ces. Entreabre su corola únicamente cuando ya no
a t r á s , allá en el t i e m p o , era un p e d a z o de l u p u n a blan¬
hay luz, c u a n d o c o m p r u e b a que n a d i e p u e d e verla, e n
ca, un t r o n c o h u e c o , de ceniza era. Pachakamáite to¬
las n o c h e s c e r r a d a s .
d a v í a no le había e n s e ñ a d o a i l u m i n a r . Los ashanínka
d i c e n que N a r o w é , el p r i m e r h o m b r e , i n d i g n a d o por¬ Másalo.—Bebida espirituosa hecha a base de yuca, tubérculo
que el kotomachácuy le robó la mujer, lanzó una fle¬ g r a n d e y t u b u l a r , o s c u r o de c o r t e z a , b l a n c o de p u l p a ,
cha c o n t r a el cielo y a t r a v e s ó la luna. Y la l u n a r o d ó , respetable. Las nativas d e s h i l a c h a n la y u c a con los
cayó s o n a n d o , se d e t u v o a los pies de N a r o w é . Justo d i e n t e s , la m a s t i c a n y e s c u p e n d e n t r o de un recipiente
en ese m o m e n t o r e s t a l l a b a un r e l á m p a g o : N a r o w é lo de m a d e r a que l l a m a n kosho. E s t a chica de y u c a , fer¬
atrapó. Y con aquel r e l á m p a g o en la m a n o g o l p e ó y m e n t a d a por la saliva y el t i e m p o , no tiene p a r a n g ó n
g o l p e ó a la luna. Y el t r o n c o de la l u n a , ¡ m a n g u a r é ! . e n t r e las p r e f e r e n c i a s a b o r í g e n e s . A l g u n o s la s a z o n a n

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con p o l v o de o s a m e n t a s , con ralladuras extraídas de
s e c t a r i o y a p r o p i n a r g o l p i z a s i n m i s e r i c o r d e s a las ma¬
los h u e s o s de sus antepasados.
dres que o s a b a n a c e r c á r s e l e s . Nuestros montetes, mal-
Mashko.—Miembro de la nación amazónica del mismo nombre. aprendiendo destinos y refranes de humano cedieron
Mitayera. —Cazador y/o pescador. al c o n t a g i o : los r a p t a d o s del p a s a d o d e v i n i e r o n en los
r a p t o r e s del p r e s e n t e . N a c i d o s bajo el ala de otra es¬
Mitayo. —Producto de la caza o la pesca.
pecie, los trompeteros l l e g a r o n a c r e e r s e gallinas. Tan
Mokambo.—Makambo. Árbol de hojas anchas y frutos ovalados clásica e i r r e v o c a b l e confusión de i d e n t i d a d los persi¬
y g r a n d e s c o m o c a b e z a s de h u m a n o . F r u t o del m i s m o g u i ó , sin e m b a r g o , sólo h a s t a la vejez. Y e s t o , que no
árbol: su i n t e r i o r está lleno de semillas que a c e r c a d a s es n a d a , es t o d o " , dice I n o M o x o . Así los trompeteros,
al fuego, t o s t a d a s sin n i n g ú n a d i t a m e n t o , se t o r n a n olo¬ para nada, recuperaron todo. Recuperaron sus perso¬
rosas y m u y a p e t e c i d a s . nas ú n i c a m e n t e p a r a d e s p e d i r l a s . R e c u p e r a r o n l a voz
para quedarse finalmente callados. P r e s i n t i é n d o s e cer¬
Montear.—Ingresar al monte con fines de cacería.
ca ya de la lejanía, y p u e s t o que no h a b í a n p o d i d o vivir
Móntete.—Ave corredora de nombre onomatopéyico. Canta sin como debieron, decidieron morir como debían: convir¬
m o v e r el p i c o , d e n t r o de sí, a c a s o tan sólo p a r a sí, su t i e r o n en h u é r f a n o s f o r z a d o s a sus f o r z a d o s hijos adop¬
p e c h o de infla de m ú s i c a s r o n c a s , m á s que c a n t o s emi¬ tivos, avanzaron j a d e a n d o , salieron a la n o c h e , se in¬
te v i b r a c i o n e s , r e s o n a n c i a s que v e n c e n c a r n e s y atra¬ movilizaron: descubrieron que habían vivido siempre
viesan p l u m a s y saben t r a s c e n d e r t o d a v í a m á s y pue¬ r o d e a d o s de a l a m b r a d a s . Y por primera, ú n i c a , últi¬
den e s c u c h a r s e lejos, lejos, o c u p a n t o d o el aire. El ma vez, v o l a r o n : se a d e n t r a r o n b r i l l a n d o con los picos
móntete, llamado en otros lares trompetero, ya emplu¬ cerrados sonando oscuramente en la espesura. Estoy
m a d o de n e g r o o de m a r r ó n , m u e s t r a s i e m p r e un re¬ s e g u r o de ello. P o r q u e e n t r e s u e ñ o s e s c u c h é a los le¬
m a n s o a m a r i l l o en m e d i o de la frente. Sus p a t a s lar¬ j o s , en la s o m b r a , c l a r e a n d o , aún m á s lejos, un c a n t o
g a s , firmes, e n f u n d a d a s de v e r d e s r e p e n t i n o s al igual a m o r d a z a d o r e b o t a n d o en el aire, reflejando o t r o s can¬
que su p i c o , i m p o n e n a este p á j a r o el a s p e c t o de una t o s en mi á n i m a , b o r r á n d o s e . Y eso s u c e d i ó a n o c h e .
garza d i s c r e t a . C i e r t a vez en los a l r e d e d o r e s del río Y h o y el m u n d o a m a n e c i ó sin n a d i e .
Utuquinía r o b é dos h u e v o s de móntete y los d i s i m u l é
Mótelo. —Tortuga de tierra que los mitayeros subdividen en dos
d e n t r o del n i d o de u n a gallina a b s t r a í d a . Así c o m p r o ¬
c a t e g o r í a s . El m ó t e l o c o m ú n n u n c a e x c e d e los 80 cen¬
bé poco después que el trompetero y no el perro es
t í m e t r o s y es el m á s c o d i c i a d o : sus c a r n e s difieren en
el mejor a m i g o del h o m b r e . E s o s mis dos r a p t a d o s vi¬
t e r n e z a y s a b o r a c o r d e s con la región del c u e r p o al
gilaban la casa n o c h e y d í a , c u i d a b a n a los niños y
cual p e r t e n e c i e r o n . El otro mótelo, a p o d a d o Gigante,
j u g a b a n c o m o ellos, fungían de c e n t i n e l a en los corra¬
c a b e en un m e t r o de alto y dos de d i á m e t r o : la irre¬
les, nos p r e v e n í a n con igual premura a c e r c a de cual¬
d u c t i b l e d u r e z a de sus carnes áridas hace que hasta
quier p e l i g r o , peligros h a b i t u a l e s : zorros, tigres, chu¬
los hambrientos lo desdeñen.
bascos, y peligros inéditos: visitas, y e f e c t u a b a n man¬
d a d o s , t o d o lo c o m p r e n d í a n y c u m p l í a n con apabullan¬ Muwena.—Muena. Mohena. Árbol de madera extremadamente
te i n t e l i g e n c i a y destreza. R e s p e c t o a un solo a s u n t o recia.
no a t e n d i e r o n r a z o n e s : su d e s m e d i d o a m o r por los po¬
Muyuna.—Remolino. Correntada, circular que los ríos alientan
llitos los condujo a apoderarse de ellos con un celo
de p r e f e r e n c i a en sus r e c o d o s .
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N
Ñ
Naka-naka.—Reptil adelgazado, negro, mortífero, pequeño. Vive
Cejilla.—Especie de palmera destituida, achatada, espinosa, agri-
en las quebradas bucólicas, en los insospechables
d u l c e de frutos. O c u p a ú n i c a m e n t e tierras bajas, iner-
arrovuelos,
m e s , e x p u e s t a s a los d e v a n e o s de la llovizna más im-
perceptible. S i e m p r e al filo de ríos o l a g u n a s , la ñeji-
lla, p o b r e árbol a p l a s t a d o por el cielo, se i m a g i n a c r e -
cer a ras del- agua. P e r o las d e c r e c i e n t e s la d e v u e l v e n
del s u e ñ o y el s u e ñ o la devuelve de lo real: la ñejilla
extendida era reflejo de algo que la ñejilla ya no es
más.

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— o — P
0)é—Árbol g i g a n t e , a b u n d a en los bajiales. La leche de su savia,
Pachakamáite.—El Padre-Dios, el Páwá de la nación ashanínka.
eficaz como tónico y reconstituyente, vence las más
H i j o del Sol m á s a l t o , el sol del m e d i o d í a . E s p o s o de
obstinadas parasitosis.
Mamántziki. Creador y sustentador de todo lo que
Oni Xuma.—En i d i o m a yora (o amawaka) identifica al ayawaskha.
pasa o p e r m a n e c e s o b r e la piel t e r r e s t r e .
Otorongo.—Del keshwa utumnqu: puma, tigre, pantera, jaguar.
P o r lo c o m ú n la piel de este felino t i e n d e al v e r d e a m a - Paiche.—Pez mamífero. Su cuerpo renegrido, tubular, imponen¬
rillo r o s e t e a d o d e gris. E x p a n d e más r e s p e t o m i e n t r a s t e , a l c a n z a los tres m e t r o s de t a m a ñ o y un peso aproxi¬
es m á s i n t e n s a su n e g r u r a : sólo algunos humanos lo m a d o de 2 0 0 kilos. T i e n e labios de h u e s o . Su l e n g u a ,
igualan en fiereza. Este a n i m a l , en c o n s e c u e n c i a , es el t a m b i é n ósea, y a s e r r a d a a lo largo de sus 30 centí¬
único que vive y m u e r e a solas. metros, suele utilizarse a m o d o de escofina p a r a pulir
o b j e t o s de m a d e r a . El p a i c h e , de c a r n e s e m e j a n t e a
la del b a c a l a o por su t e x t u r a a u n q u e s u p e r i o r en cuan¬
to a e x q u i s i t e z y p r o t e í n a s , es el m á s c o t i z a d o pobla¬
dor de los ríos amazónicos.
Palometa.—Pez de escamas plateadas y menudas y carne incom¬
parable. P o r ello y p o r su forma, esa r e d o n d e z acha¬
t a d a y b l a n q u í s i m a que l a m e n t a b l e m e n t e sólo pesa un
kilo, la palometa debe remontarse a un ancestro flu-
vial de los l e n g u a d o s . También distinguen c o m o pa¬
lometa al ó r g a n o genital de la mujer.
Palosangre.—Árbol de madera impenetrable y roja.
Pamacari.—Techumbre curva, pequeña, como la mitad superior
de un t ú n e l f a b r i c a d o c o n hojas de p a l m e r a entrelaza¬
das h a s t a la solidez de u n a c o r a z a , la c o m p a c t a espe¬
sura que c o l o c a d a sobre la c u b i e r t a de las e m b a r c a c i o ¬
nes r e s g u a r d a a los viajantes de las furias del sol y
de las lluvias y de o t r a s a c e c h a n z a s . Sabio es el pama-
cari: sólo t e c h a v i v i e n d a s que siempre e s t á n de p a s o .
Panguana.—En d e l e i t e de c a r n e s , en c a l i d a d de c a n t o s y en m a ñ a s
p a r a no ser a t r a p a d a , la panguana s u p e r a a t o d a s las
d e m á s p e r d i c e s de la selva s u d a m e r i c a n a .
Papási.—Coleóptero. Nace de los restos mortales de un gusano
c o m e s t i b l e d e n o m i n a d o suri. El suri, a su vez, nace
de los h u e v o s que el papási d e p o s i t a en la c o r t e z a del
aguaje.
Para-pora.—Ver: Hiporuru.

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g e n é r i c o de una i n c o n m e n s u r a b l e familia de t u b é r c u l o s
Parinari.—Árbol frascoso. Sus frutos alargados y rojos, más dul- disímiles: según la forma de ellos lo aplican los h e c h i -
ces que p i c a n t e s , son conocidos c o m o supay-oqote, en ceros. El piri-piri con a p a r i e n c i a de p e n e es e m p l e a d o
keshwa: culo-del-diablo. c o n t r a la infertilidad o la i m p o t e n c i a , etcétera. Aun-
q u e , l ó g i c a m e n t e , los c o n t o r n o s d e c a d a t u b é r c u l o d e -
Pashako.—Árbol casi elevado, casi grueso, casi inútil. Su copa
p e n d a n m á s de la m i r a d a del brujo que del t u b é r c u l o
de hojas ralas no da s o m b r a . Su m a d e r a feble y hú¬
mismo.
m e d a no sabe ni ser leña. Sólo por su c o r t e z a , a d u r a s
penas, el pashako se salva: de ellas exprimen jugos Piro.—Aborigen que integra la n a c i ó n del mismo nombre. Fieles
a p l i c a b l e s en c u r t i e m b r e de c u e r o s . a l i a d o s de los c a u c h e r o s c o n t r a sus h e r m a n o s de o t r a s
regiones amazónicas. De allí que los selváticos hasta
Pate.—Mate. Recipiente fabricado con el fruto de una planta h o y l l a m e n piro al c o b a r d e , al t r a i d o r , al h o m o s e x u a l .
llamada indistintamente t u t u m o , calabazo o wingu.
Pisonay.—Árbol de tronco inabarcable. La fronda de su copa
Paujil.—Pzvo salvaje de plumas enlutadas que contrastan con el g i g a n t e estalla en flores ínfimas y r o j a s . R a r o es encon¬
rojo de i n c e n d i o de su p i c o . t r a r un pisonay en la amazonia, en la ceja de selva
es m e n o s i m p r o b a b l e , sólo los valles andinos se ale¬
Pawkar.—Páucar. Pájaro de p l u m a s ostentosas y negras y ama-
gran con su multipresencia.
rillas. El pawkar imita a la perfección los c a n t a r e s y
Piurí.—Gallinácea grande como un pavo. Salvo la blancura del
silbos de a b s o l u t a m e n t e t o d a s las aves del m o n t e .
p e c h o y el g r a n a de su p i c o , t o d o el piurí es n e g r o ,
Peje-torre.—Pez de piel amarilla lunareada de negro. Cuando se incluso la aureola de diminutas plumas abrillantadas
llena de aire flota c o m o b o y a en la superficie de los que se e n c r e s p a en su frente. El piurí es el ave de
ríos grandes. El cuerpo de quien c o m e peje-torre se m o n t e m á s p r e c i a d a : sus c a r n e s r e g a l a d a s y j u g o s a s , a
cubre instantáneamente de tercas m a n c h a s p a r d a s . Al- la p a r que su o r g u l l o son su d e s g r a c i a .
gunas aves también acceden a alimentarse de peje- Pona.—Palmera negra y dura. U n a justificada costumbre hace
torre: son r e c o n o c i b l e s p o r q u e su p l u m a j e se d e c o l o r a que la pona sea i n e v i t a b l e c o m o p i s o de las casas de
para siempre. a l t u r a , tan es así que " e m p o n a r " u n a v i v i e n d a significa
Piraña.—Paña. Caribe. De acuerdo a su voracidad y tamaño de hecho "ponerle piso".
este pez carnívoro ha sido clasificado en siete espe¬ Pucaquiro.—Pukakiru. En keshwa: diente rojo. Árbol de cora-
cies: la m á s t e m i b l e lleva en c a d a m a n d í b u l a tres hile¬ z ó n rojizo e inflexible. Hormiga enorme y temida: sus
ras de d i e n t e s t r i a n g u l a r e s , afilados en su p u n t a y sus mandíbulas rojas y potentes son menos ponzoñosas
lados, m i d e hasta 50 c e n t í m e t r o s . Todas las pirañas que dolorosas.
e n l o q u e c e n c u a n d o a d i v i n a n la c e r c a n í a de la sangre. Pukuna.—Pucuna. Cerbatana.

Piri-piri.—Hierba hueca, tubular y alargada, crece en los bordes Punguyo.—Punquyu. Árbol mediano, coposo. Crece aislado, so-
de los p a n t a n o s y l a g o s . Son infinitos los e m p l e o s del l o , al c e n t r o de un e s p a c i o sin vida. N a d a logra e x i s -
piri-piri en hechicería. L o s a s h a n í n k a lo l l a m a n ivénki, tir bajo la sombra del punguyo: sus hojas apretadas
la h i e r b a m á g i c a por e x c e l e n c i a , y lo incluyen entre expelen un veneno inapelable.
los contados vegetales que no precisan combinarse Pusanga.—Hechizo. Brujería. Brebaje o amuleto que ha sido
con o t r o s ni ser m a g n e t i z a d o s o cargados p a r a a l c a n z a r cargado p a r a dominar y atraer sexualmente.
su m á x i m a eficacia. En r e a l i d a d piri-piri es el nombre
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Q n o m b r e a la i n s i s t e n c i a y liviandad de sus d e p o s i c i o n e s
fecales.
Q'enqo.—Zigzag. Laberinto. C o n tal nombre se d e s i g n a al Tem-
plo del Dios-Puma, peña ubicada en las alturas que Quillu-avispa.—Avispa amarilla.
c i r c u n d a n a la ciudad del C u s c o , d e b i d o a que en su Quinilla.—Bajo su aspecto de árbol indeciso, medroso de grosor
c u m b r e los inkas c a v a r o n u n a c a n a l e t a t i t u b e a n t e : ver¬ y estatura, la modesta quinilla disimula, además de
t i e n d o en ella chicha de m a í z , y con m e n o s frecuencia m a d e r a s c o n s i s t e n t e s y d u l c í s i m o s frutos, un p o d e r cu¬
sangre de vikuña, 'durante ceremonias ya perdidas r a t i v o que se diversifica de a c u e r d o a las d o l e n c i a s con¬
nuestros antiguos a v e r i g u a b a n el futuro. tra las que es e n v i a d o y se r e p a r t e e n t r e h o j a s , p é t a l o s ,
raíz, c o r t e z a o savia. Sin e m b a r g o el c o m ú n de los
Q'ero. —Vaso c e r e m o n i a l t a l l a d o en u n a pieza de m a d e r a de pre¬
m o r t a l e s t e m e a la quinilla. S o l a m e n t e los brujos ma¬
ferencia oscura. Comunidad campesina cusqueña si¬
yores, la gente a u t o r i z a d a se atreve a requerirla: el
t u a d a en las c ú s p i d e s de la c i u d a d de P a w k a r t a m p u ,
á n i m a , la madre que rige los a s u n t o s de este árbol es
ya d e n t r o de las selvas que b o r d e a n a q u e l l a s s e r r a n í a s .
u n a j o v e n de c a b e l l o s l a r g o s que c a n t a e n t r e las pie¬
L o s i n t e g r a n t e s de esta c o m u n i d a d han rechazado in-
d r a s de las c a t a r a t a s : su c a n t o es b i e n h e c h o r , sus l a b i o s
d e s m a y a b l e m e n t e el más m í n i m o " a p o r t e de la civili¬
son m o r t a l e s . L o s n a t i v o s a s e g u r a n que la quinilla "es
zación" impuesta por los conquistadores españoles.
v e g e t a l de oir, no de t o c a r " .
T r a s la frontera de sus costumbres y sus t e r r i t o r i o s ,
los Q'eros visten hasta hoy c o m e inkas y h a b l a n c o m o Qoylluriti.—Qoyllur: estrella. Riti: nieve. Nombre keshwa de
inkas y viven c o m o i n k a s , i n a c c e s i b l e s al t i e m p o de los una m o n t a ñ a coronada de sempiternos hielos.
virakocha. M á s de 4 0 0 años han sido d e r r o t a d o s por
la t e n a c i d a d t o d a v í a vigente de los Q'eros.

Oespichhvay.—Qespi, en keshwa, es cristal, transparente, prístino,


y por lo t a n t o libre. Chiway es el apareamiento que
las aves r e a l i z a n con exclusivos fines.de procreación.
¡Qespichiway!, r e m a r c a d o así, con m a t i c e s de reque¬
rimiento, de invocación, significaría "textualmente":
Aparéame con el cristal así como las aves que quieren
procrear. O bien: Aparéate conmigo, casémonos con
el cristal, matrimoniémonos con lo prístino, tengamos
hijos transparentes, libres. El poeta cusqueño Ángel
Avendaño, p a r a quien el k e s h w a se e x p r e s a m á s me¬
diante paisajes que mediante conceptos, coincidiendo
también en ello con J o s é María Arguedas, no desa-
cierta ni exagera cuando traduce (o reduce) ¡Qespi-
chiway! por ¡Libérame!

Quichagarza.—Kicha: excremento flojo, diarrea. La kichagarza


es una garza espigada, pequeña y gris que d e b e su

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R
— s —
Raymiyáwar.—Raymi: fiesta, celebración. Yáwar: sangre. Fiesta Sachavaca.—Vaca salvaje. Tapir. Danta. Rumiante de gran
De la S a n g r e . fortaleza y mayor timidez, absolutamente inofensivo.
Pachamama.—Especie de boa. Anaconda gigantesca que algu¬
Renaco.—Árbol descomunal, de ramas henchidas y enrevesadas
nos confunden sin razón con la yakumama. Ambas
al infinito, crece sin cesar a ras de t i e r r a h a s t a o c u p a r
c o i n c i d e n en fortaleza y l a r g u r a , son g r u e s a s c o m o un
la d i m e n s i ó n de un b o s q u e g r a n d e . Se sabe que la sa¬
árbol grueso. Pero la yakumama vive en el agua t a n
via del renaco es el m á s p o d e r o s o c o a g u l a n t e .
exclusivamente como la sachamama existe en tierra.
Renaquílla.—Planta p a r á s i t a , mediocre de tamaño, sus ramajes ex¬ E s t a ú l t i m a , a d e m á s , p o s e e dos a l e t a s , u n a a c a d a l a d o
t i e n d e n m a r a ñ a semejante a la m á s p e r n i c i o s a del re¬ de la c a b e z a , a m a n e r a de orejas.
naco: con ella la renaquílla se adhiere y estrangula al Sajino.—Jabalí encollarado por una franja blanca de cerdas que
árbol eventual que la sustenta. son grises en el resto del c u e r p o . E s t e p u e r c o salvaje,
a diferencia de la huangana, su p a r i e n t e más p r ó x i m o ,
Ronsoco.—El roedor más grande de la naturaleza: suele, en su
m a d u r e z , b o r d e a r los 120 c e n t í m e t r o s de Jargo y e x c e - no t r a n s i t a en m u c h e d u m b r e sino en p a r e j a , huye en

der los 100 kilos de p e s o . Crines pardas y gruesas vez de a t a c a r y es irremisiblemente a s u s t a d i z o y ve¬
c u b r e n su c u e r p o . L o s c a z a d o r e s p e r s i g u e n al ronsoco getariano.
ú n i c a m e n t e e n tierra. L a s m e m b r a n a s que s e anchan Saltón.—Pez gigante desprovisto de escamas, dientes y espinas.
entre sus d e d o s h a c e n que este a n i m a l , si c o n s i g u e re¬ P e s e a los dos m e t r o s que h o s p e d a n los cien kilos de
fugiarse en el agua sea v e r d a d e r a m e n t e i n a l c a n z a b l e . su c u e r p o , el s a l t ó n a c o s t u m b r a i m p u l s a r s e , casi v o l a r ,
h a s t a los cinco m e t r o s sobre la superficie de los ríos.
Runasimi.—Simi: lengua. Runa: hombre. La Lengua del Hom¬
Sapote.—Árbol de altura desmesurada. Fruto del mismo árbol:
bre. L o s inkas l l a m a b a n runasimi al i d i o m a que los
su pulpa suave y dulce blanquea insospechadamente
conquistadores españoles, no sabemos todavía por qué,
dentro de una envoltura corrugada de color verde-
denominaron quechua.
sombra.
Saqsawma.—Cabeza Gris. Cabeza jaspeada, de piedra. Nombre
de la fortaleza c u s q u e ñ a que los c o n q u i s t a d o r e s hispa¬
nos malentendieron como S a c s a y h u a m á n (en b u e n de¬
cir: S a q s a y w a m a n : C a b e z a de H a l c ó n ) . El C u s c o , en¬
t o n c e s , s a g r a d o en su esencia p o r ser la C a p i t a l de los
Inkas, de los Hijos del Dios Padre Sol, era t a m b i é n
s a g r a d o en sus c o n t o r n o s : la c i u d a d c a b í a e x a c t a m e n t e
en la forma de un p u m a , de un o t o r o n g o , u n a de las
divinidades del Imperio lnkaiko. Cusco era Qosqo,
Ombligo Del Mundo, sí, pero además Dios-Puma,
Dios-Uturunqu, Otorongo-de-Piedra. El pecho de la
Ciudad Sagrada se i n s t a l a b a en el Wakaypata, la ac¬
tual Plaza de Armas, y la calle Pumakurku (colum-

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na-vertebral-del-puma) conducía y conduce has¬ a g r e g a a sus c a r n e s g r a t a s una a u s e n c i a total de esca¬
ta la F o r t a l e z a de Saqsawma, C a b e z a G r i s , C a b e z a Jas¬ m a s y e s p i n a s , p o s e e sobre el d o r s o tres cuchillas de
p e a d a de la C i u d a d - D i o s - P u m a . Y la cola de aquel h u e s o , a g u d o s e s p o l o n e s que o c a s i o n a n d e s á n i m o e n t r e
tigre de piedra divina e s t a b a h e c h a de agua, la cola los p e s c a d o r e s m á s n e c e s i t a d o s y e m p e c i n a d o s .
del p u m a era de e s p u m a s : el río W a t a n a y .
Shirúi.—Protegido por una caparazón rugosa e infranqueable, es¬
Shansho.—Gallinácea pequeña de nombre onomatopéyico. Es
te pez h a b i t a e x c l u s i v a m e n t e lagos y c e n a g a l e s . Tres
tan d e s a f i n a d a en sus c a n t o s c o m o fina en sus c a r n e s .
veces más pequeño que la shiripira, suele ser confun¬
Shapaja.—Palmera desmedida de grosor, estatura, hojas y ramas.
d i d o con ella p o r c u l p a de sus c a r n e s amarillas.
Frutece almendras numerosas y desordenadas, no tan
aprovechables p o r su p u l p a , m u y discreta de gusto y Shuyu.—Shuyo. Famoso por su voracidad, sus dientes afilados,
p r o t e í n a s , c o m o p o r el a i r a d o c o m b u s t i b l e que su acei¬ y su c o r a z a de e s c a m a s , este pez q u e prefiere vivir al
te p r o d u c e . La shapaja t e c h a todas las casas mejor f o n d o de los lagos a p a r t a d o s y de las c i é n a g a s circun¬
que n a d i e . Sus hojas a n c h u r o s a s , e n t r e t e j i d a s de fibras d a d a s d e b o s q u e s h u r a ñ o s , e s c a p a z d e a m b u l a r sobre
a p r e t a d a s y r e c i a s , son i n v u l n e r a b l e s al filo p e r s i s t e n t e la t i e r r a durante varios días deslizándose como ser¬
del sol e i n s i d i o s o de los a g u a c e r o s . p i e n t e y d e j a n d o t r a s de sí un r e g u e r o de flemas ama¬
Shapra.—Nativo de la n a c i ó n del m i s m o nombre. Una difundida rillentas, lentas.
c a l u m n i a o c c i d e n t a l s o s t i e n e que los s h a p r a ni siquie¬
Sitúlli.—Planta plantanácea que frutece en manojos orlados de
ra son p o l í g a m o s sino que sus e s p o s a s p e r t e n e c e n in¬
grandes flores rojas.
d i s t i n t a m e n t e a t o d o s los v a r o n e s de la c o m u n i d a d .
Shapshico.—Diablo. Duende. Aparición. Demonio. Songárinchi.—Flauta de madera renegrida, larguísima, con cuyas
Shebón.—Palmera elevada. Sus frutos agradables de carne y pe¬ d i s o n a n t e s a b r u p t a s y e n s o r d e c e d o r a s los g u e r r e r o s de
sados de c a s c a r a d o b l e g a n r a m a s e n o r m e s a u n q u e frᬠla n a c i ó n a m a w a k a se d a n á n i m o en las g u e r r a s y ale¬
giles. Será d e b i d o a ello que las hojas del shebón sue¬ gría de las fiestas.
len usarse para c o n s t r u i r pamacaris, para techar em¬
Supay-oqoíe.—Culo-del-Diablo. Fruto alargado y rojo que es
b a r c a c i o n e s y no v i v i e n d a s .
ofrecido, ¿ntre hojas o s c u r a s y a n c h a s , p o r las r a m a s
Shibé.—Bebida preparada con h a r i n a de y u c a disuelta en agua no
de un árbol l l a m a d o parinari.
siempre azucarada.
Shirimpiáre. —Ver: Shirikaipi. Suri.—Gusano comestible que nace y se alimenta del cogollo de
Shiringa.—Jebe. Balata. d i v e r s a s palmeras,. En v e r d a d el suri n a c e de los hue¬
vos que un c o l e ó p t e r o , el papási, i n s e r t a en la c o r t e z a
Shirikaipi.—Cigarrillo casero, manufacturado con hojas enteras o
de las p a l m a s , p r e f e r e n t e m e n t e en ei aguaje. Y cuan¬
d e s h i l a c h a d a s de t a b a c o s i l v e s t r e . Así c o m o los hechi¬
do el suri m u e r e , de sus r e s t o s n a c e el papási. N a c e el
ceros " g e n e r a l i s t a s " d e l a a m a z o n i a son d e n o m i n a d o s
papási de los restos del suri y p o n e los h u e v o s de los
katziboréri, los "especialistas" en chupar shirikaipis,
que el suri n a c e . . .
a q u e l l o s que a p e l a n al t a b a c o f u m a d o p a r a sus cura¬
ciones o rituales, son conocidos como shirimpiáre.
Shiripira.—Aparentemente fácil de capturar a causa de su peso
.y su t a m a ñ o (dos kilos que no s o b r e p a s a n los 60 cen¬
tímetros) este habitante de los ríos grandes, aunque

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T Taperibá.—Ciruelo gigante de carnes agridulces y corazón espi¬


n o s o , c a t a l o g a d o p o r m u c h o s c o m o e l fruto m á s sabro¬
Tabaquerillo.—Diminuto pájaro carpintero denunciado por un so de la n a t u r a l e z a .
fulgor d e plumas humosamente rubias, color tabaco Tarawi.—Taráhui. Pese a su pico c u r v o , de oro d e s c o l o r i d o , y al
soleado. plumaje negro con que intenta ocultar aquel frescor
de frutas de su c a r n e , esta g a l l i n á c e a se a l i m e n t a sólo
Tagua.—Fruto del cual presume cierta palmera llamada yarina.
de caracoles.
Su interior blanquecino, translúcido, r e m o t o , ha dado
a la tagua n o m b r a d í a de marfil vegetal. Taricaya.—Tortuga rápida, espigada, mediana, comestible en sus
h u e v o s y en su c a r n e .
Tampu Mach'ay.—Templo Del Agua ubicado en los alredores de
Tatatáo.—Pájaro m e d i a n o , de r a p i ñ a . A b r e el pico y las alas, du¬
de la c i u d a d del C u s c o , m á s allá de la F o r t a l e z a de
r a n t e el día, sólo p a r a c o m e r . C u a n d o o s c u r e c e , aun¬
Saqsawma y de Q'enqo, el Templo del D i o s - P u m a .
que n o s i e m p r e , c a n t a : ¡ta-ta-taoooo!, ¡ta-ta-taooo! Por
Los conquistadores virakocha bautizaron a Tampu
eso los n a t i v o s , d e s m e m o r i a d o s , n o p u d i e n d o n o m b r a r
Mach'ay c o m o L o s B a ñ o s de La P r i n c e s a . P e o r hicie-
al t a t a t á o con su n o m b r e p r i m i g e n i o y v e r d a d e r o , pro¬
ron en L i m a con la W a k a Q o l l a n a , Waka: L u g a r Sa-
v i s i o n a l m e n t e l o n o m b r a n con s u p r o p i o c a n t o .
grado, Qollana: principal, que hasta hoy es conocida
como la "Huaca Juliana". Tibe.—Ave zancuda, blanca. Miniatura de garza o gaviota de
río, a discreción.
Tangarana.—Hormiga roja, grande, despiadada, venenosa en ex¬
Tiríri.—Nombre genérico de siete variedades de un pez p e q u e ñ o ,
tremo. V i v e d e n t r o de un á r b o l b l a n c u z c o y a r r u g a d o
gordo, cubierto p o r u n a c a p a r a z ó n grisácea. Habita
i g u a l m e n t e l l a m a d o tangarana. L o s c a n c e r b e r o s de las
prisiones selváticas lo utilizan como instrumento de ciénagas y lagunas.

castigo. En la C o l o n i a P e n a l de El Sepa, a orillas del Tiwakuru.—Pajarillo canoro de nombre onomatopéyico y plumas


Urubamba, los reclusos conocen a la tangarana como n e g r a s que sólo c l a r e a n en su p e c h o . Su pico congre¬
El Á r b o l De L o s Suplicios. Innumerables reos, casi ga los v a r i o s m a t i c e s del rojo. Prefiere c o m o n i d o la
siempre p o l í t i c o s , saben que la m u e r t e es p r e f e r i b l e a c o p a de las wimbras en v e r a n o , y como alimento, en
la tangarana. Los verdugos desnudan al recluso, lo cualquier estación, todo tipo de hormigas.
u n t a n con m i e l , lo atan al árbol y g o l p e a n el t r o n c o Tohé.—Genérico de varias solanáceas de savia a l u c i n ó g e n a y flo¬
con un p a l o : millares de m a n d í b u l a s v o r a c e s y rojas res m a r f i l e ñ a s , grandes, acampanadas. L a m á s difun¬
b r o t a n e n t r e los r e s q u i c i o s de la c o r t e z a y sofocan el dida es la Datura Speciosa, mejor dicho el Tohé Mu-
c u e r p o y los a l a r i d o s de la v í c t i m a . E s t a es d e s a m a r r a ¬ llaca. O t r a s de sus v a r i a n t e s h a n sido designadas, a
da de i n m e d i a t o y l i b r a d a de las m o r d e d u r a s . L o s car¬ capricho, como Solanum Bicolor, Cornuda Odorata
celeros saben bien que es entonces cuando empieza y/o Datura Insignis. Los brujos amazónicos agregan
r e a l m e n t e el castigo: infinidad de llagas p u r u l e n t a s y los p o d e r e s del tohé a b e b e d i z o s b a s a d o s en j u g o de
negras a t o r m e n t a r á n d u r a n t e meses a l c o n d e n a d o . ayawaskha.

Tantoótzi.—Una de las dos casas que edifica toda familia asha- Tokón.—Mono g r a n d e , t a n t o c o m o su cola p o d e r o s a y peluda: de
nínka. En el t a n t o ó t z i vive el jefe con sus m u j e r e s e ella se sirve m á s que de sus e x t r e m i d a d e s p a r a defen¬
hijos. Su otra v i v i e n d a , la kaápa, es c o n s t r u i d a prime¬ derse o desplazarse, a f e r r á n d o s e a u n a r a m a e impul¬
ro y está d e s t i n a d a e x c l u s i v a m e n t e a los h u é s p e d e s . sándose a otra, casi v o l a n d o por entre los á r b o l e s .

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Tortuga-kaspi.—Arbol-tortuga, así llamado a causa de su corteza — u —
agrisada y rugosa.
Vcuashéro.—Ave canora y diminuta, de nombre onomatopéyico.
Trompetero.—Ver: Móntete.
Uchusanango.—Sanango picante. Brebaje ligeramente alcohólico
Tunchi.—Pajarito canoro y nocturno. Pocos lo han visto, mu¬ que los brujos e l a b o r a n m a c e r a n d o , de a c u e r d o a cada
chos lo han e s c u c h a d o , t o d o s le t e m e n . Si un tunchi caso, los vegetales más diversos, según los requeri¬
silba es p o r q u e alguien ha m u e r t o o va a m o r i r inde¬ m i e n t o s específicos de su a p l i c a c i ó n : ya c o m o t ó n i c o ,
fectiblemente en los a l r e d e d o r e s de esa n o c h e . ya c o m o m e d i c i n a o c o m o h e c h i z o .
Tupaq Amaru.—En keshwa, en runasimi: Serpiente-Dios-Resplan- Unchala.—Ave del tamaño de una paloma grande. Su canto es
deciente. N o m b r e d e u n o d e los R e y e s I n k a s . U n des¬ a r m o n i o s o y p e r s i s t e n t e y sus p l u m a s de un rojo oscu¬
cendiente suyo, José Gabriel C o n d o r c a n q u i , adoptó el recido.
nombre de T u p a q A m a r u II y j e f a t u r ó en 1781 una
de las mayores sublevaciones c o n t r a los conquistado¬ Urkulútu.—Lechuza.
res e s p a ñ o l e s . Sofocada la r e b e l i ó n , T u p a q A m a r u fue Urus.—Uros. Miembros de la nación del mismo nombre, hoy
s u p l i c i a d o y d e s c u a r t i z a d o en el Wakaypata, actual Pla¬ totalmente desaparecida, que habitaron la altiplanice
za de A r m a s del C u s c o . E n t e r r a r o n su c a b e z a en las d o n d e p e r s i s t e el L a g o T i t i k a k a . Se dice que ellos fun¬
cercanías de la Ciudad Sagrada y dispersaron sus d a r o n la c i u d a d del Cusco: que los primeros Reyes
m i e m b r o s en s e c r e t o , bajo d i s t i n t a s t i e r r a s , en los con¬ I n k a s , M a n k o K a p a q y M a m a O q l l o p e r t e n e c í a n a la
fines del a n t i g u o I m p e r i o de sus antecesores. nación Uru.

Tuta-cuchillo.—Cuchillo-de-la-noche. Mono nocturno. Ante


la c e r c a n í a del p e l i g r o , es d e c i r del h o m b r e , c o r t a pa¬
los y r a m a s y los arroja d e s d e lo alto de la o s c u r i d a d .

Tzangapilla. —Zangapilla. Arbusto que florece una sola vez y no


sabe dar m á s de una flor. F l o r del a r b u s t o del m i s m o
nombre: sus g i g a n t e s c o s pétalos anaranjados, insolen¬
tes de c o l o r y p e r f u m e , e m a n a n un calor i n s o p o r t a b l e
al t a c t o . La flor de tzangapilla p u e d e vivir v a r i o s días
arrancada de su rama: generalmente al séptimo sus
p é t a l o s se d e c o l o r a n del t o d o , se v a c í a n de a r o m a y
caen d e g o l p e , fríos, c o m o p e q u e ñ o s a n i m a l e s m u e r t o s .

Tziho.—En idioma ashanínka: gallinazo.

Tzipíbo.—Shipibo. Aborigen de la nación amazónica del mismo


nombre.

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v
w
Valdez, Zacarías.—Cauchero que trabajó a las órdenes de Fermín
Wakamayu.—Papagayo.
Fitzcarrald. A u t o r del opúsculo titulado "El Verda¬
dero F i t z c a r r a l d A n t e La Historia" editado en 1944, Wakapú.—Ver: Huacapú.

Zacarías Valdez describe a lo largo de sus páginas, Wakapurana.—Ver: Huacapurana.


tan c o l m a d a s de o r g u l l o como carentes de ortografía, Walo.—Ver: Hítalo.
a l g u n o s de los c r í m e n e s y fechorías que sus c ó m p l i c e s , Wanakawre.—Cerro a cuyas faldas se e x t i e n d e la c i u d a d del Cus¬
los " p i o n e r o s " de e n t o n c e s , c o m e t i e r o n so p r e t e x t o de co. L o s h e r m a n o s M a n k o K a p a q y M a m a O q l l o , naci¬
llevar p r o g r e s o y civilización a los nativos. d o s y c r i a d o s en la n a c i ó n de los urus, o b e d e c i e n d o al
Dios Sol salieron del L a g o T i t i k a k a p r o v i s t o s de una
Varayoq.—Alcalde. Principal autoridad de las comunidades in- v a r a de o r o : allí d o n d e ésta se c l a v a r a sin esfuerzo de¬
kas o Ayllus que p u e b l a n la Cordillera de los A n d e s bían ellos fundar u n a ciudad, el Qosqo, destinada a
peruanos. ser c o r a z ó n d e un imperio ilimitado. Manko Kapaq

Virote.—Dardo envenenado, diminuto, c a p a z de abandonar y re¬ y su esposa-hermana deambularon desde el altiplano

tomar su c o n d i c i ó n m a t e r i a l a fin de a t r a v e s a r cual¬ h a s t a la c o r d i l l e r a a n d i n a b u s c a n d o en vano el sitio

quier d i s t a n c i a , c u a l q u i e r t i e m p o , c u a l q u i e r m u r o , escu¬ s e ñ a l a d o por el Sol. Casi sin e s p e r a n z a p r o b a r o n en

d o , p r o t e c c i ó n , hasta c l a v a r s e en c a r n e s e n e m i g a s , has¬ la c u m b r e del cerro Wanakawre: la v a r a de o r o , al

ta llegar al b l a n c o d i s p u e s t o p o r el brujo que dio forma p r i m e r i n t e n t o se h u n d i ó en la tierra y d e s a p a r e c i ó .

al virote y a esa forma dio á n i m a y a esa astilla anima¬ Wapapa.—Ver: Huapapa.

da le c o n c e d i ó d e s t i n o y t r a s c e n d e n c i a . Waqaypata.—Lugar-Donde-Se-Llora. Nombre inka de la Plaza


de A r m a s del C u s c o d o n d e los c o n q u i s t a d o r e s injusti-
Virotear.—Lanzar un virote. Hechizo de efectos casi siempre ciaron a Tupaq Amaru.
mortíferos. Waqrapona.—Ver: Huacrapona.
Wayrcnga. —Ver: Huairanga.
Wikungu.—Ver: Huicungu.
Willaq Umu.—Supremo sacerdote de los inkas. Máxima autori¬
dad religiosa e n c a r g a d a de p r e s i d i r las p r i n c i p a l e s ce¬
remonias.
Willkamayu.—Río Sagrado. Nombre inka del Urubamba cuyas
aguas, al j u n t a r s e con las del río T a m b o forman el
Ucayali. E s t e y el M a r a ñ ó n d a n o r i g e n al A m a z o n a s ,
r í o - m a r de las selvas s u d a m e r i c a n a s .
Wimbra.—Huimbra. Árbol espigado, de tronco esmeralda que
se a b r e en u n a c o p a no m u y a m p l i a , p e d a n t e y rumo¬
rosa. Es i m p r o b a b l e no e n c o n t r a r en lo alto de las
wimbras algún nido de un pájaro silbador y nervioso
llamado tiwakuru.
Witoto.—Huitoto. Miembro de la nación del mismo nombre.
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z —

Zui-zui.—Pajarito canoro, onomatopéyico de nombre y celeste


Yaku-jergón. —Serpiente. Jergón-de-río.
de plumaje.
Yakumama.—Serpiente gigante que vive en los ríos. Madre-De-
Las-Aguas. Zúngaro.—Nombre que se concede sin reparos a todo pez fluvial
s i e m p r e que sea g r a n d e , que su c a b e z a o c u p e un espa¬
Yanaboa.—Anaconda. Boa Negra. cio i d é n t i c o al del c u e r p o r e s t a n t e , y esté d e s p o s e í d o

Y orina.—Palmera de frutos denominados tagua o marfil vegetal. de e s p i n a s y e s c a m a s .

Sus a n c h a s hojas t e c h a n casi t o d a s las v i v i e n d a s sel¬ Zuri.—Ver: Suri.


váticas.

Y ora.—Miembro de la n a c i ó n a m a z ó n i c a del m i s m o nombre. Los


ocidentales designan a los yora, sin razón conocida,
como amawakas.

Yungurúru.—Perdiz gigante. Sus huevos celestes son idénticos


en v o l u m e n y sabor a los de las gallinas.

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DEDICATORIA

A Eduardo Portugal, Fernando Llosa


y Juan Carlos Domenack.

A Moisés Lemlij.
A Gustavo Valcárcel, Juan Gonzalo Rose,
Arturo Corcuera y Reynaldo Naranjo.

A Turati y Alfredo G o n z á l e z Teja.


Porque sin sus c o n s e j o s y a m i s t a d yo no h u b i e r a
p o d i d o e m p r e n d e r este libro.
Por más, por m u c h o más.

César Calvo S.

Barcelona, Junio de 1979

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"Y esto, que no es nada, es todo"

INO MOXO

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