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LA LENGUA RITUAL DE LA REGLA DE OCHA - Andrés Rodríguez Reyes

Durante la trata negrera fueron traídos a Cuba africanos de los más diversos grupos étnicos,
fundamentalmente bantúes, yoruba, ewe-fon, carabalí, etc. Con la introducción de estos esclavos a
la Cuba colonial y española, elementos de diferente origen etnocultural entraron en un largo,
espontáneo y contradictorio proceso de integración que dio como resultado nuestra nacionalidad
cubana.

En lo que respecta a los esclavos de origen yoruba, su forzada inmigración comenzó en la


segunda mitad del siglo XVIII, y fueron asentados fundamentalmente en las provincias de Matanzas
y la Habana, por ser estas las provincias de mayor ritmo de desarrollo azucarero en esa época.
Manuel Moreno Fraginals señaló que "a fines del siglo XVIII Matanzas carece de significación en la
industria azucarera. En 1827 produce ya el 25% del azúcar cubana. Cuando la crisis de 1857 el
azúcar de Cárdenas, Matanzas y Colón representa el 55.56% de la producción total de la Isla".

Estos esclavos fueron conocidos en Cuba por la denominación étnica de lucumí, la cual
abarcaba tanto al grupo yoruba como al grupo takua, nombre por el que los yoruba conocían a los
nupe, tribus con las cuales tenían estrechos lazos de afinidad histórica, lingüística, cultural y
religiosa.

La integración de los esclavos yoruba, como la de todos los esclavos africanos al contexto
esclavista español, fue un largo y doloroso proceso de transculturación, pues como escribiera
Fernando Ortiz: "Llegaron amarrados, heridos y trozados como las cañas en el ingenio y como éstas
fueron molidos y estrujados para sacarles su zumo de trabajo. No hubo elemento humano en más
profunda y continua trasmigración de ambientes, de culturas, de clases y de conciencia".

Sometidos a las terribles condiciones de vida y explotación esclavista comenzó, por una
parte, todo un espontáneo proceso de integración de los más diversos elementos africanos entre sí,
y por otra, su interrelación con elementos occidentales, en particular con la religión católica. Las
prácticas mágico-religiosas de origen yoruba tuvieron como producto transcultural a la regla de
ocha o santería cubana.

En sus rituales, los iniciados de la regla de ocha tratan de comunicarse, fundamentalmente,


con orishas o antepasados. Así, en el proceso comunicativo que tiene lugar en los rituales de la
santería, el orisha o el antepasado, deviene en una suerte de interlocutor hipotético con el cual es
posible comunicarse no sólo a través de una lengua ritual determinada y del español, sino también
mediante sistemas de adivinación, estados de posesión, etcétera.

Esta lengua ritual está conformada fundamentalmente por los remanentes de los dialectos de
las lenguas yoruba y takua ( nupe) en Cuba, conocidos en Cuba por la denominación genérica de
lucumí. Estos remanentes presentan diferencias respecto a sus fuentes originales como resultado:

a) De la integración irregular de los dialectos lucumí en nuestro país.


b) Del empobrecimiento y desfiguración de sus formas y estructuras debido al contacto lingüístico con
el español.
c) De la reducción de las esferas de comunicación a la ritual.

La integración, conservación y difusión de estos remanentes lingüísticos resultó ser irregular,


pues la forzada convivencia de estos esclavos con los representantes de otros grupos étnicos
africanos en las condiciones de barracones y dotaciones de esclavos favoreció la integración
espontánea de las formas dialectales de las lenguas anteriormente citadas. Y ello resultó una lógica
causa de los posibles préstamos lexicales, en la lengua ritual de la regla de ocha, de otras lenguas
africanas, entre las que podemos citar a la bantú, arará (ewe-fon), carabalí y otras.

Entre sus iniciados no existe una comprensión homogénea de las formas de la lengua ritual,
ya que muchos de los elementos y estructuras fonéticas, gramaticales y lexicales originales se
simplificaron o se perdieron, al efectuarse esa transmisión de forma oral o por medio de las libretas
de santo. En estas últimas con una estructura fonética, sin reglas estipuladas, han tratado de
conservar los diferentes vocablos, frases, rezos y cantos en esta lengua.
CARÁCTER IRREGULAR EN LA INTEGRACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS REMANENTES
LINGÜÍSTICOS YORUBAS EN CUBA

Después de la muerte de los auténticos hablantes de la lengua yoruba, la conservación de


sus remanentes ha tenido lugar en relación con las prácticas de la regla de ocha, por ser utilizados
en la lengua ritual de las mismas. Estos remanentes se han ido transmitiendo a través de las
generaciones de iniciados en forma oral, por boca de padrinos y madrinas, o por medio de las
llamadas libretas de santo donde junto a rezos, cantos, descripciones de ritos o de fórmulas
mágicas, encontramos verdaderos vocabularios de esta lengua.

Desde el punto de vista de su distribución territorial la integración, conservación y difusión


de los remanentes lingüísticos yoruba representan una amalgama irregular. Y es común observar
en las distintas ceremonias y fiestas de santos que en ocasiones sus conocedores no comprenden
ciertas palabras, frases o textos enteros en los rezos y cantos de santeros de otras casas o
localidades.

A pesar de que en numerosas casas de santo de nuestra provincia, Matanzas, los


informantes señalan la posible ascendencia tribal de sus antepasados en el orden ritual: oyó,
egwardo, entre otros, hasta ahora no ha sido posible diferenciar los remanentes de los distintos
dialectos de la lengua yoruba que fueron introducidos en Cuba.

Dicha irregularidad también puede ser comprobada al analizar el vocabulario de la jerga


religiosa. En él podemos encontrar:

a) Presencia de variantes fonéticas de la misma palabra, lo cual podría ser explicado por la
manifestación de diversas variantes dialectales, por errores de pronunciación de los hablantes no
nativos en el proceso de transmisión oral, o por errores en la escritura fonética de los vocablos lucumí.

Ejemplo:
güiro-abuá, awá, agüé.
Estas resultan variantes de la palabra yoruba agbé (vaso, calabaza hueca usada como vasija) en la
que encontramos el sonido /gb/ no característico del español.

b) Uso de diferentes formas lexicales para designar un mismo objeto, proceso o fenómeno. Estas
podrían ser diferentes variantes dialectales, o variantes fonéticas desfiguradas por la transmisión
espontánea entre hablantes no nativos.

Ejemplo:
Jicotea (tortuga)
lucumí: achabkua, ayapa, ayagua, ajún.
yoruba: awum, ijapá.

Carnero
lucumí: abó, abuó, aboreone, abután.
yoruba: àgbò, àgutàn.

Es imprescindible destacar que el proceso de integración espontánea e irregular de estos


remanentes lingüísticos se ve acompañado por un franco proceso de empobrecimiento o
desfiguración de sus remanentes. Muchos de sus elementos y estructuras fonéticas, gramaticales y
lexicales se simplificaron o se perdieron en ese transmitir espontáneo de las generaciones.

No es de extrañar entonces que el español penetre paulatinamente en las prácticas mágico-


religiosas de la regla de ocha, pues la cantidad de auténticos conocedores de los remanentes
lingüísticos yoruba se reduce cada vez más con el paso del tiempo. Así, esta "lengua" en función de
designar los objetos, acciones y fenómenos relacionados con las prácticas mágico-religiosas, ha
adquirido en ocasiones connotaciones semánticas singulares.

Ejemplo:
Hacer un amarre: Trabajo de magia amorosa para atraer a una persona.
Dar un despojo: Purificar al creyente de malas influencias.
Coger el santo: Estado de posesión del creyente por el orisha.

En los rituales de la santería es frecuente escuchar frases como las siguientes:

Le pedimos al santo iré‚ y aché‚


Deben de hacer ebó para librarse de la ikú.
Obatalá quiere eyelé‚ fun fun melli.

Que significa:
Le pedimos suerte y gracia divina al santo.
Deben hacer un trabajo mágico para librarse de la muerte.
Obatalá quiere dos palomas blancas.

Este tipo de frases híbridas, pronunciadas imitando la entonación de los viejos negros
bozales, también se encuentra en la actividad verbal de los orishas o santos que tiene lugar en los
estados de posesión, donde ocurre una transformación absoluta del creyente, pues: "[...] el poseso
cede su lugar como individuo, desplaza su personalidad y la pone en función de aquello que desea
o esta obligado o compulsado a representar [...]"

El destino de los remanentes lingüísticos yorubas en la regla de ocha ha estado marcado por
las interferencias del español con el cual ha estado en estrecho contacto. Y estas interferencias se
han reflejado en los diferentes subsistemas de la lengua, como por ejemplo en el fonológico. En
primer lugar esto sucedió debido a los cambios que produjo la no coincidencia de los sistemas de
fonemas del yoruba y el español. Podemos recordar aquí la transformación del sonido yoruba (s) por
el español (ch).

Ejemplo: i e -----> iché (trabajo)

Además una seria repercusión en el destino de los remanentes yoruba lo tuvo el hecho de
que bajo la influencia del Español estos perdieron el carácter politonal de su acento, el cual tiene la
capacidad de diferenciar las palabras. Por ejemplo, en el yoruba moderno: rà (con acento tonal bajo)
significa amarrar con cuerda; ra (con acento tonal medio) significa acabar, parecer, raspar; rá (con
acento tonal alto) significa arrastrarse.

La pérdida del carácter politonal del acento provocó serios cambios en el nivel léxico de estos
remanentes lingüísticos empleados en la lengua ritual de la santería, pues existen palabras que
agrupan significados en ocasiones contradictorios.

Ejemplo:
Lucumí
oro: sagrado, mes, misa, ceremonia religiosa, palabra, cantos y toques de tambor Yoruba.
òro: nombre de un árbol que da frutos comestibles.
orò: costumbre, hábito.
orò: mugido de un toro.
oró: estímulo.
oro: palabra, conversación, fantasma.
oró: riqueza, salud, tesoro, opulencia.

REDUCCIÓN DE LAS ESFERAS DE COMUNICACIÓN DE LA LENGUA YORUBA EN CUBA

La lengua introducida en Cuba por estos esclavos de origen africano sufrió serios cambios en
las nuevas condiciones sociohistóricas, al reducirse a aquellas palabras y frases que están
relacionadas con la actividad de diferentes rituales, a la práctica de yerberos y curanderos, y a la
cocina.

En sí, el proceso fundamental de la reducción de las esferas de comunicación de la lengua


yoruba en nuestro país se manifiesta en que esta, de medio vivo de comunicación cotidiana, ha
pasado a ser utilizada como lengua ritual de la santería, y según sus iniciados es un lenguaje
adecuado y necesario para dirigirse a todas las fuerzas sobrenaturales que invocan y adoran. En lo
que respecta a los remanentes lingüísticos yorubas, su carácter mágico está determinado por el alto
valor emocional-expresivo y sugestivo-pragmático que poseen, ya que son capaces de transmitir y
provocar entre los practicantes toda una gama de emociones, sentimientos y estados sicológicos
que están asociados a las ideas y representaciones mágico-religiosas, y además, porque ayudan a la
formación de la atmósfera sicológica colectiva necesaria para el desarrollo del culto.

El carácter tradicional y estereotipado de las ideas y representaciones mágico-religiosas en


cuestión conforma un profundo trasfondo contextual en el plano del pensamiento de los iniciados,
que está asociado al empleo de las palabras, rezos y cantos en "lengua". La palabra apoya y
complementa al elemento ritual, resultando ser un factor importante en el proceso de
desencadenamiento de los estados de posesión, pues al escuchar esa lengua de orishas, los
iniciados sienten gravitando sobre todo su ser el aliento vivo de los dioses africanos.

Se debe destacar que los remanentes lingüísticos yorubas empleados en los distintos rituales
de la regla de ocha no desempeñan una función auténticamente criptográfica, ya que no siempre
poseen un significado semántico específico para muchos de los iniciados que se sirven de ellos. En
muchas ocasiones estos sólo tienen una idea general sobre lo que repiten en momentos
determinados del culto. De esta manera se observan con frecuencia verdaderas situaciones
seudocomunicativas desde el punto de vista lingüístico, lo cual puede ser profundizado por la
presencia en estos rituales de un contenido esotérico, llamado también latente o subyacente por
diferentes autores, y el que se manifiesta en una dialéctica de lo expresado y lo no expresado, de la
clara lectura y de lo evocado. De ahí que la efectividad de la comunicación dependa de:

El grado de iniciación y jerarquía ritual.


Las funciones rituales ejercidas.
La experiencia en la práctica religiosa.

Este hecho anteriormente expuesto también puede ser provocado por la irregularidad
existente en la integración, conservación y difusión de los remanentes lingüísticos yoruba en la
lengua ritual de la regla de ocha.

En Cuba los estudios sobre dichos remanentes se han encaminado fundamentalmente a la


recopilación de palabras, frases, rezos y cantos en esta lengua para complementar o ilustrar la
descripción de distintos rituales. Esto conlleva a que en la actualidad sea necesario realizar
investigaciones acerca de la evolución histórica de la lengua ritual de la regla de ocha o santería
cubana, profundizando en la descripción de su estructura interna y de su funcionamiento en las
prácticas mágico-religiosas.

En el estudio de los procesos comunicativos en la regla de ocha es necesario tener una visión
amplia que permita considerar que tanto la palabra, como el paso de baile, determinado gesto o
ritmo, la tirada de caracoles, "amarres", "limpiezas" y ceremonias, no son más que eslabones en ese
trascendental diálogo que transcurre entre hombres, deidades y antepasados. Este es el adecuado
punto de vista para comprender el proceso global de comunicación que tiene lugar en estas
prácticas mágico-religiosas.

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