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MORA JOSÉ

Lengua y Literatura, Agosto 2018

Texto: “La Valla”


Autor: Eduardo Liendo.

“ANHELOS REALIZADOS.”

Estamos ante la presencia de uno de los mejores relatos de Eduardo Liendo el cual
se presta para variadas interpretaciones, una de ellas podría ser que a veces nuestros sueños
pueden estar entreverados con los de otra persona. Nuestro personaje principal de la historia
desea ardientemente saltar la valla de la prisión y fugarse. Lo dice muy claro: “el reto de la
vida tenía la forma de esa cerca metálica, de no más de cinco metros de altura, enclavada
en el patio de la prisión”, “mi intención se fijaba en tratar de precisar cuál podía ser el
punto más vulnerable de la valla…” Insiste en ello a lo largo de todo el relato. Por supuesto
que quiere ser libre, pero más allá de eso desea hacerlo saltando la valla y burlando al
guardia que permanentemente lo amedrenta con su actitud de hombre duro y arma de
reglamento. La prueba está en que no obstante obtenida la libertad por la vía legal, el
hombre sigue preso, pero esta vez de un anhelo no realizado, de un sueño no cumplido, de
una valla transformada en obsesión de fuga y a la vez de libertad. Y la pregunta de siempre:
¿quién le causa el conflicto a nuestro protagonista, quien le impide saltar la valla? Plutarco
Contreras, el cual también tenía guardado en su interior un sueño, un anhelo no realizado y
es solo al final, en un giro inesperado que este se cumple. Muchas veces, cumplir nuestro
anhelo puede significar que el otro cumpla el suyo, por lo que es importante y debemos
tener cuidado con lo que anhelamos y con las personas que se puedan involucrar. Cuando el
protagonista salta la valla, (cumple su anhelo) se siente despejado del insistente
pensamiento que lo ofuscaba; pero muy tarde para darse cuenta, ya que el viejo guardia –
Plutarco Contreras - también cumple el suyo… -“Lo siento —dijo antes de disparar— yo
también esperé mucho tiempo esta oportunidad”.

En el relato, se identifica la siguiente antítesis: PRISIÓN – LIBERTAD: El


personaje de "La valla" se encuentra prisionero en un calabozo y desde las primeras líneas
asume la voz del relato para informar al lector su condición: “Desde la tarde que me
suspendieron la incomunicación y salí del calabozo para recibir en el patio un poco de sol
y de brisa salobre”. Luego, en el desarrollo de las acciones, obtiene “la costosa libertad
de forma legal y burocrática” pero esta no era más que una simulación, porque había
quedado prisionero de la valla y del miedo a saltarla. Es una libertad física, pero a la vez
una prisión emocional.

Con relación a las gradaciones, podemos encontrarlas en las siguientes acciones:


Acción 1: Visita la prisión, solicita hablar con el puma y lo espera hasta que termina sus

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obligaciones. Acción 2: Antes de irse, con recelo le pide un favor, entran al patio y el
guardia se coloca en su sitio habitual de vigilancia. Acción 3: Se trepa en la valla metálica y
salta. Al caer, siente una súbita liberación. Acción 4: Se da vuelta para despedirse, y ve la
terrible mirada del puma que lo apuntaba con el arma.

Denotamos un paralelismo en los siguientes fragmentos, donde la valla adquiere su


dimensión de reto y es este elemento quien genera la acción en el cuento de Eduardo
Liendo: “Desde la tarde que me suspendieron la incomunicación y salí del calabozo para
recibir en el patio un poco de sol y de brisa salobre, la valla adquirió su dimensión de
reto”. “Pero una noche, durante un sueño intranquilo, reapareció la valla con su reto”.

En cuanto a los personajes y sus relaciones, identificamos al PRISIONERO, del


cual en la narración no se da detalles de su aspecto físico. Es un Personaje arbitrario, que
“responde a una noción de persona, verosímil de acuerdo a ciertas normas de la realidad”
(p.190) Bustillo, Carmen. Por otro lado da la sensación de ser un tipo de esos a los que se
tilda de buena gente. Obtiene la libertad de forma legal, consigue un trabajo, piensa casarse
y entabla una relación de amistad con el guardia (Hasta le regala un “llavero de plata con
la cara de un puma”). En definitiva, aparte de las razones por las que estuvo preso,
aparenta ser un tipo tranquilo, paciente y con expectativas de un futuro mejor. Su deseo es
saltar la valla de la prisión y fugarse, en definitiva, ser libre.

Este anhelo lo comunica de forma explícita: saltar la valla y burlar al guardia “el
reto de la vida tenía la forma de esa cerca metálica, de no más de cinco metros de altura,
enclavada en el patio de la prisión”, “mi intención se fijaba en tratar de precisar cuál
podía ser el punto más vulnerable de la valla…” Todas sus acciones dentro de la cárcel
estaban orientadas hacia realizar su anhelo: Saltar la valla. “Cada vez que salía al patio
durante esa hora vespertina, mi intención se fijaba en tratar de precisar cuál podía ser el
punto más vulnerable de la valla, según la colocación del guardia (el puma) y el momento
más propicio para saltarla”. No está presente en este personaje el elemento ser y parecer.

PLUTARCO CONTRERAS (EL GUARDIA) También es un personaje


arbitrario. El texto nos da una detallada descripción del puma, “era un hombre en el que
fácilmente se podían apreciar la fiereza y la rapidez de decisión. Por su aspecto físico
resultaba un llamativo híbrido racial: una piel parda, curtida por el mucho sol, ojos grises
de brillo metálico y el pelo marrón ensortijado” además sabemos que era un hombre en el
que fácilmente se podían apreciar la fiereza y la rapidez de decisión, “el puma no permitía
el dialogo ni siquiera a distancia. Estaba hecho para ese oficio, sin remordimientos”. A el
no le temblaría el pulso en el cumplimiento de sus obligaciones como vigilante de la prisión
y adicionalmente, como una jugada del destino, coincide con nuestro protagonista en
aquello de realizar sus anhelos. Su deseo es ser guardián. Estaba hecho para ese oficio y
cumplía con su deber. El trabajo de un guardia es brindar seguridad, custodiar y si algo se
sale de lo establecido, debe accionar según los reglamentos. Por eso dispara, pero también
porque internamente desea cumplir su anhelo, su sueño: disparar y lo comunica al final de
la historia: “yo también esperé mucho tiempo esta oportunidad” y una vez que el
prisionero salta la valla, dispara sin vacilar. De igual forma, en este personaje no está
presente el elemento ser y parecer.

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Con relación al tiempo en el relato, encontramos alternancia ya que las acciones se
desarrollan entre el presente y el pasado: “De nuevo el tiempo había recuperado su perdido
sentido y mis reflejos comenzaron a adaptarse nuevamente a la prisa de la ciudad. La
memoria de los días inmóviles se fue desdibujando. Pero una noche, durante un sueño
intranquilo, reapareció la valla con su reto”. Va al pasado: “La única ocasión que me
aproximé con temeridad hasta la línea límite, marcada a unos dos metros antes de la valla,
se escuchó un seco y amenazador grito del puma: ¡alto!” “Una vez lo esperé hasta que
terminó sus obligaciones, conversamos un rato y yo le ofrecí como regalo un llavero de
plata con la cara de un puma”. Me di vuelta para despedirme, y apenas tuve tiempo de ver
la terrible mirada del puma que me apuntaba con el arma. —Lo siento —dijo antes de
disparar— yo también esperé mucho tiempo esta oportunidad.

La narración se nos presenta en primera persona. Alguien nos cuenta su experiencia


carcelaria - el personaje principal - . El hombre que estuvo preso, quien narra la historia,
nos cuenta y nos hace participes de su anhelo, su obsesión: saltar la valla de la prisión y
fugarse. Este narrador es igual que el personaje.

Finalmente, los personajes del cuento "La valla" del escritor Eduardo Liendo (1994)
logran realizar sus anhelos: el prisionero saltar la valla, sentirse liberado y el guardia,
disparar. Cuando el protagonista salta la valla, se siente despejado del insistente anhelo que
lo ofuscaba; pero muy tarde para darse cuenta, sufre la ráfaga de fuego del guardián de la
prisión, quien de la misma manera estaba realizando su anhelo particular.

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