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Harry, el forajido
Harry Altahir Almela Sánchez (Caracas, 22 de septiembre 1953) – Prematuramente fallecido en Mariara,
Venezuela, 24 de octubre 2017. Licenciado en Educación, ensayista, poeta y editor que perteneció a la
generación de los ’80, como una de sus voces más representativas. En 1991 fundó la editorial “La Liebre
Libre”. Fue merecedor de una cantidad notable de premios literarios. Publicó los poemarios: “Cantigas”,
“Muro en lo blanco”, “Fértil miseria”, “Frágil en el alba”, “El terco amor”, “Los trabajos y las noches”,
“Palabra o indigencia”, “Cuaderno de bitácora”. “Antología 1983-2000, “Instrucciones para armar el
meccano”, “La patria forajida”, “Silva a las desventuras en la zona sórdida” y “Contrapastoral”. Con este
poemario, “La patria forajida” obtuvo el premio Bienal de poesía “Miguel Ramón Utrera (2004) auspiciado
por la Secretaría de Cultura del Estado Aragua. (1)
Con respecto a la lectura del poemario de Harry Almela “La patria forajida”, me
permito comenzar con la siguiente anécdota, en la que se destaca mi primer y fugaz
encuentro con el mundo de la poesía de la mano de la siempre recordada Zoila
Paternina – mi Profesora de Castellano y Literatura - en el Ciclo Diversificado “Saúl
Albano Moreno” de esta ciudad una tarde de un viernes cualquiera de 1988. El “Club
de Literatura Saulista” se complacía en presentar “Un encuentro Poético” – así rezaba
la publicidad realizada por los estudiantes a mano alzada en un amarillento papel bond
– y en el cual se anunciaba la presencia del Poeta Harry Almela.
“Caminamos
como mariposas heridas
por un dardo de limones.
Vivimos
como personajes habitando
un cuento equivocado.
Dormimos
como un búho en el techo
comiéndonos el corazón.
Morimos
como peces
recién sacados del agua. (2)
Es necesario recalcar que este primer encuentro con la poesía, abrió las puertas
al mundo del arte, las letras y la literatura, que luego de treinta años redescubro con la
misma pasión de aquel joven estudiante de bachillerato de la ex – y muy añorada -
República de Venezuela. La primera impresión que tuvimos aquella tarde de 1988 fue
que aquel señor al que los más letrados llamaban con solemnidad “Poeta”, actuaba
como un autentico forajido. Años más tarde, pude comprobar que no estábamos
equivocados y que el término “entendido en su acepción clásica, hace alusión al
hombre que vive desterrado o extrañado de su patria o casa, que no respeta las normas
y convenciones sociales” (3) - le calzaba perfectamente a nuestro autor.
“siempre
seremos
los desterrados
nosotros
los rebeldes
de la tribu
apartados
pieza de leprosos
al margen de toda
dignidad.” (4)
“en la noche
despertaremos
con terror
bajo las sabanas” (5)
Cabe destacar que desde la patria forajida – publicada en el año 2006 por su
editorial “La liebre libre” - la poesía de Harry Almela da un vuelco, pero su espíritu
sigue anclado en ese final doloroso, terminante, ese suplicio que significa ser “patria”
en medio de la tragedia, dolor que lo consumió y lo llevó a retirarse al patio de su
infancia, Mariara, tierra que lo vio crecer como poeta y que prematuramente le abrió las
puertas a la inmortalidad. (6)
En el caso particular de la vida del poeta, señalamos que desde esos tiempos de
su infancia, “Mariara fue una comarca de falsos equilibrios entre la cultura campesina
heredada de la antigua hacienda del Conde de Tovar y de las posteriores siembras de
añil y algodón en sus extensas vegas hacia el sur, hacia los bordes del lago de Valencia;
del entresijo existente entre la mula del agricultor y las bicimotos de la nueva y vistosa
clase obrera, deviene el carácter tan propio de este pueblo atiborrado de latas de aceite,
sacos de trigo y leche en polvo provenientes de la “Alianza para el progreso” de
Betancourt y Kennedy que buscaba frenar el franco avance de la revolución cubana en
América latina. Un desolado mundo en el que una mañana terminó siendo la parte final
de uno de sus poemas. (7)
En otro orden de ideas, destaca Wolf, Carmen (2017) “La patria forajida es un
canto universal, escrito con una lúcida economía de lenguaje. Duele hasta las lágrimas
leerlo, sobre todo cuando se asiste a los tentáculos de la impostura con fusil al hombro,
esa madrastra insaciable:
“quédate allí
sentada
esperando
nuevas víctimas
ganados
para un nuevo
desatino
no esperamos
mejores augurios”. (8)
Así mismo, “La Patria Forajida” expresa nostalgia, la búsqueda de algo que ya
no es o lo que una vez fue, ¿Qué es la patria hoy en día? Y el mismo Almela sentencia:
“La patria es algo que limita y el nacionalismo en estos tiempos de “madre vieja” es
una cosa terrible. La patria puede ser un gancho que te agarra, te fija a un sitio y no te
permite ver otras cosas o pasearte por otros escenarios. (9) Por eso le canto:
“vete,
déjame en paz,
déjame tranquilo”. (10)
“Este es el canto
de la patria forajida
su registro y su paréntesis
el punto y coma
de la frase que nos falta
el áspero candor de su cifra
la marca
en la mejilla
el amargo sabor
de su alimento”. (12)
En palabras del mismo autor, el poemario “es una queja a esa camisa de fuerza
que puede significar seguir viviendo en el mismo país. Creo que más que intentar
volver a unas raíces, me siento sanamente exiliado, y no me quejo ni lloro por ello, sino
que lo he aceptado como parte del proceso de fortalecimiento de mi persona y de lo que
escribo”. (13)
“Vamos errantes
con un ambiguo sabor
en la lengua
mientras pasa
o llega
lo que un dia
fue nuestro
sin saberlo”. (14)
Se debe agregar también que este libro de Harry, el forajido es de esos que
quien aspire leerlo, pretenda salir ileso de su lectura, ya que conserva el rumor rebelde
muy característico de su estilo irreverente. Su escritura proviene de palabras, frases o
situaciones que llegaron a él cómo sonidos y que luego escribió borradores, revisó
muchísimo y solo mostró cuando estaba muy maduro.
Es por esto que Harry Almela fue, es y será para las futuras generaciones un
“desterrado”, “forajido”, la “voz que clama en el desierto”, “desheredado que bregó el
presente sin árbol sagrado a dónde regresar, cuya dura palabra supo proscribirlo,
mientras esperaba en el rincón de las semillas, como suave coro de repudiados,
huérfanos de padre y madre en el cruce de una sed” (16). Un poeta “irreverente, el que
muchas veces dislocado, fuera de lugar y de tono, trató de sacudirse del lugar y el
tiempo que habitaba”. Hernández, (2018). Su mirada, la que siempre recogió y
recorrió las calles del país, se detuvo en estas líneas finales: “en un viaje sin retorno
(…) nada se salva / en la tormenta // ni este libro (…) quién avisa / que ya llegó la hora
(…) en la ventana abierta / que ya no somos (…) patria mía sin mí (…) su canto que
anuncia / la muerte (…) en el fondo del espejo roto (…) no hay / final feliz / que nos
consuele”. (17)
“No hay
final feliz
que nos consuele”
“nos consume
lo que no llega” (18)
(2) Almela, H (1983) “Cuadernos del fondo de la casa” Secretaria de Cultura del estado Aragua.
(7) Almela, H. (2011, Julio 16) “Almandoz: un pasante latinoamericano”. El Nacional. p.L. 2.
REFERENCIAS:
Almela, H (1983) “Cuadernos del fondo de la casa” Secretaria de Cultura del estado
Aragua.
https://letralia.com/ciudad-letralia/cronicas-del-olvido/2018/11/05/harry-almela-la-
primera-y-la-ultima-linea/