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Soberanía
Así, está formado por la suma de super (encima) más el sufijo anus, que puede
traducirse como procedencia, y del sufijo ia. Partiendo de ello podríamos
determinar que el significado, por tanto, de dicho concepto es el de la cualidad que
tiene el soberano, es decir, aquel que tiene autoridad sobre el resto.
Por ejemplo: «Argentina volvió a reclamar la soberanía sobre las Islas Malvinas»,
«No podemos decir lo que hay que hacer en un territorio sobre el que no tenemos
soberanía», «El presidente centroamericano prefirió no hacer declaraciones sobre
el conflicto ya que dijo no tener intención de involucrarse en la soberanía de un
país extranjero».
En este sentido es importante que subrayemos que existen una serie de diversos
tipos de soberanía. Así, nos encontramos con la soberanía nacional que es la que
establece que el poder está en manos del pueblo y que este se ejerce a través del
conjunto de órganos de tipo constitucional que son representativos de aquel citado
pueblo.
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De esta manera, un ejemplo ocurre en España. En este país se establece en su
Carta Magna, y más exactamente en su artículo 1.2, se establece que la
soberanía nacional reside en el pueblo español y que precisamente de él es de
donde nacen los poderes respectivos del Estado.
Jean Jacques Rousseau sostuvo que quien tiene el derecho a ejercer soberanía
siempre es el pueblo. Sin embargo, cada individuo se enfrenta a la dualidad de
actuar como soberano pero también como súbdito de manera simultánea. Las
personas se involucran a la hora de crear la autoridad mientras que, a la vez,
están sometidas a esa misma autoridad que ayudaron a desarrollar.
Estas características hacen, para Rousseau, que todos los ciudadanos sean
iguales y puedan conducirse con libertad. No hay una persona específica que
mande, sino que las órdenes son emanadas de un sujeto sin determinar que viene
a representar la voluntad de la gente.
Además de todo lo citado, podemos determinar que soberanía es una palabra que
en la antigüedad se empleaba como sinónimo de soberbia o de orgullo. Una
acepción esta que, en cierta medida, va en consonancia con el término soberano
con el que está en relación, que era el que “estaba por encima del resto”.