Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En 2009 El New York Times hizo público que un equipo científico que estudia
cómo afecta el sueño en la memoria, ha descubierto que percibir un aroma
conocido puede ayudar a un cerebro dormido a recordar mejor las cosas
aprendidas la noche anterior. Durante su investigación los expertos descubrieron
que el olor a rosas -aplicado a la nariz de los participantes mientras estudiaban, y
después mientras dormían- mejoró en torno a un 13% sus resultados en una prueba
de memoria.El nuevo estudio, publicado en la revista Science, es el primer
ensayo riguroso acerca del efecto del olor en la memoria humana durante el
sueño. Los resultados, ayuden o no a los estudiantes a memorizar para los
exámenes, esclarecen la panorámica sobre qué hace el cerebro dormido con
el material aprendido recientemente, y ayudan a comprender qué hace falta
para que este proceso se efectúe con éxito.Hace tiempo que los investigadores
saben que el sueño es crucial para asentar nuevos recuerdos, y estudios realizados
en los años ochenta y noventa demostraban que la exposición del cerebro dormido
a ciertas señales -por ejemplo, un chasquido- podía mejorar el proceso. Pero hasta
hace unos años los científicos no han empezado a entender cómo es posible este
fenómeno.“Por aquel entonces, la idea no gozó de aceptación entre los científicos
porque no tenía sentido”, comenta Robert Stickgold, catedrático adjunto de
psiquiatría en la Universidad de Harvard (EE UU), que no ha participado en la
investigación. El nuevo estudio, añade, “no sólo demuestra que el sueño es
importante para la memoria declarativa, sino que también nos permite observar
exactamente cuándo y cómo podría ocurrir este proceso”.
En la investigación, neurocientíficos de dos instituciones alemanas (la Universidad
de Lübeck y el Centro Médico de la Universidad de Hamburgo-Eppendorf), hicieron
que grupos de estudiantes jugaran con una versión de concentración, memorizando
la situación de parejas de cartas en un ordenador. Mientras aprendían la localización
de cada pareja, los estudiantes recibían un soplo de aroma de rosas en la nariz a
través de las mascarillas que llevaban puestas. Los investigadores suministraron la
fragancia en soplos porque el cerebro se adapta con rapidez a los olores fuertes del
ambiente y empieza a dejar de percibirlos.
Se cree que, durante el sueño profundo, el cerebro asimila con más eficacia los
datos, las cifras y las localizaciones aprendidas recientemente. Este estado de
reposo normalmente se produce durante los primeros 20 minutos de sueño, y puede
durar una hora o más y reaparecer en una o más ocasiones a lo largo de la noche.
Los investigadores emitieron ráfagas de olor a rosas durante esta fase de onda
lenta; el olor no interrumpía el sueño, y los estudiantes no lo recordaban.
“Utilizamos un aparato para percibir el inicio de la fase lenta del sueño y emitir el
aroma” en soplos breves y alternos, comenta Born, y añade: “Supongo que a
algunos estudiantes no les sería ndemasiado difícil desarrollar algo parecido”. Para
eso están los departamentos de ingeniería”.