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EN LA ARGENTINA
MODERNA
sandra gayol
Gayol, Sandra
Honor y duelo en la Argentina moderna. - 1a ed. - Buenos Aires :
Siglo XXI Editores Argentina, 2008.
288 p. ; 21x14 cm. (Historia y cultura, dirigida por Luis Alberto
Romero)
ISBN 978-987-629-042-5
isbn 978-987-629-042-5
Introducción 11
3. Honor y política 77
Las injurias de la política y la política de
la injuria 80
La dinámica de la injuria 97
Notas 239
dio una broma equívoca que Luro contestó con otra del
mismo género, que entonces aquél replicó a éste con un
término ofensivo que puso al Dr. Luro en el caso de dirigir
un golpe de mano a que se refiere el Dr. Roseti, siguiendo a
esto una breve riña. Aceptada la proposición de acudir a un
tribunal de honor por ser el primer deber de los padrinos
buscar soluciones decorosas y pacíficas, se resolvió suspen-
der la conferencia hasta las 3 p.m. de ese mismo día. Hay
otra conferencia, a las 5.30, y no habiéndose podido arribar
a ninguna solución pacífica, se pasó a tratar de las condicio-
nes en que debía efectuarse. Luro propuso el sable (tan co-
múnmente aceptado entre nosotros) mientras que los del
señor Artayeta elegían la espada de combate y se entró de
lleno en la discusión. Que aun si era cierto que Artayeta no
tenía amistad sino una ligera relación con Luro, sus bromas
no habían salvado los límites de la urbanidad, que no había
habido riña, por no entrar el pugilato en los gustos, ni en
los hábitos de Artayeta, se propone un tribunal para que
fije el arma pero los padrinos de Luro se oponen…1
los criterios que sostenían las diferencias y las jerarquías sociales hasta
ese momento. Los marcos de referencia “tradicionales”, los espacios
y las experiencias de sociabilidad que funcionaban como garantes de
la posición social y como canales de acceso al poder político fueron
rápidamente sometidos a revisión, cuestionados o relativizados por la
aparición de otros nuevos. ¿Sobre qué virtudes asentar la reputación?,
¿cómo fabricar la diferencia y, a la par, ganar respeto social y político?
La preocupación por la diferencia, el afán por instaurar las jerarquías
e imponer criterios distintivos naturalmente no eran nuevos, pero sí
adquirieron a partir de 1880 un vigor y una intensidad inusitados. En
la fiebre por el dinero, la transformación de la riqueza en el factor
más gravitante de estratificación social, la vocación por el ascenso, lo-
grado por algunos y anhelado por todos, las elites vieron una ame-
naza real o imaginaria a su existencia, lo que desató un frenesí por
marcar su distinción y una disputa por fijar e imponer criterios a par-
tir de los cuales se dirimieran las jerarquías de prestigio. La retórica
del honor y la praxis del duelo tienen que inscribirse en este hori-
zonte de referencias.
La sociedad, sabemos, funcionaba de manera plural. Es decir, coe-
xistían colectivos sociales relativamente autonomizados en sus jerar-
quías, sus patrones de comportamiento y sus formas de sociabili-
dad.13 Es muy conocida la distinción que realiza José Luis Romero
entre las nacientes clases medias alertas y sensibles a las pautas de
comportamiento de las elites y las clases periféricas, suburbanas, hos-
tiles a los gustos y valores de aquéllas.14 En una ciudad llena de con-
trastes, entonces, e imposible de someter a un único patrón cultural,
hubo sin embargo problemas, temores y fascinaciones que surcaron a
sus habitantes y que se relacionaban con la necesidad de crear valores
de referencia comunes, conocidos por todos y básicamente comparti-
dos, y de construir la diferencia y la distancia social y política. Exacta-
mente en este cruce de necesidades y desafíos la noción de honor y la
práctica del duelo cobran todo su sentido.
El argumento central que sostiene este libro es que el honor pro-
veyó un lenguaje y un repertorio de valores indispensables en la diná-
mica social y política. En un espacio social muy desordenado y en un
espacio político en proceso de ampliación y altamente competitivo,15
introducción 17
agradecimientos