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¿Usted viene por el anuncio?

¿Usted viene por el anuncio?

De Marc CAMOLLETI

Reparto
Irene: pintora
Berta: la sirvienta (busca un novio)
Lili: la dueña (alquila piso)
Sofía: profesora de piano
Espartaco: viene a posar
Oscar: anuncio sentimental (novia)
Bernardo: busca piso
Juan: quiere aprender piano

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¿Usted viene por el anuncio?

PRIMER CUADRO
Irene: Berta.. ¡Berta! ¡Bertaaaaaaa!
Berta: ¿Me llamaba?
Irene: Si… ¡haz callar ese piano…! ¡Es inaguantable.. ¡No se
puede trabajar en estas condiciones! Dile que lo deje, por
favor.
Berta: Señorita… Irene no puede trabajar…
Ya está… la ventaja que tiene la pintura sobre la música,
es que la pintura no hace ruido. Eso sí, la pintura tiene
mal olor… la música en cambio no tiene olor, pero hace
ruido, mientras que la pintura…
Irene: ¡Bueno…! Está bien. ¡Está bien…!
Berta: ¿Necesita algo más Irene?
Irene: Necesito un hombre…
Berta: ¿¡Un hombre…!?
Irene: Un hombre, sí. ¿No sabes lo que es un hombre?
Berta: Imaginese…
Irene: bien, necesito urgentemente un hombre…
Berta: ¡Oh! ¡Jamás me hubiese imaginado que usted fuese así!
Irene: cuando digo que necesito un hombre, no me refiero a un
hombre… hombre.
Berta: ¡ah! Usted quiere uno de esos…
Irene: no Berta, no has entendido te... quiero decir que necesito
un hombre especial… ¡necesito un Espartaco para posar!
Berta: ¿para posar dónde?
Irene: ¡En su palacio!
Berta: Ahh… ¿y quién es Espartaco?
Irene: Un esclavo liberado. Un esclavo que da un festín.
Berta: ¿Un festín? Se espabiló el esclavo… ¿¿eh??
Irene: “Festín en el palacio de Espartaco”. Ese es el motivo de
mi cuadro para el concurso… está muy adelantado… a
pesar de la música… y de la falta de Espartaco.

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: ¿Ves, ahí, en el fondo esos dos negros? ¿Están bien


verdad…?
Berta: Un poco oscuritos…
Irene: Porque es de noche…
Berta: ¡…por eso no los veía! Oy… están desnudos…
Irene: Naturalmente…
Es el lugar de Espartaco… aquí se va a recostar…
Berta: ¿Frente a todos esos tipos desnudos?
Irene: Naturalmente… puesto que él también estará desnudo…
Berta: ¿Y por qué se va a recostar?
Irene: Para cenar…
Berta: ¿Va a cenar desnudo?...
Irene: Tranquilizate… lo importante es que yo necesito a mi
Espartaco enseguida, de lo contrario no podré terminar el
cuadro, para presentarlo en el concurso.
Berta: ¿Y es muy importante eso?
Irene: Fundamental para mi carrera… si mi Espartaco gusta…
tendré muchos pedidos, lloverá el dinero…
Berta: Ni si quiera puedo imaginarme cómo es el tipo de
hombre que usted necesita…
Irene: ¿Espartaco? Musculoso, los pectorales y los dorsales
desarrollados, el vientre tableta, las fosas nasales
dilatadas, mirada olímpica… frente que denote
inteligencia y el mentón, voluntad…
Berta: Yyy… digo yo, ¿dónde va a encontrar un tipo así?
Irene: No sé, hace ocho días que recorro todas las academias y
no lo encuentro. (Se escucha música de piano) ¿¡¡¡Otra
vez!!!?
Berta: se está entrenando para dar clases a sus alumnos…
Irene: si no tiene.
Berta: justamente, se entrena por si llega a tenerlos… está en las
últimas, y hay que vivir…

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: Que ponga un anuncio por palabras…


Berta: ¿Un anuncio por palabras? Que buena idea, señorita.
Irene: En agradecimiento por la buena idea, podría dejar de
tocar… (Se deja de oír la música)
Berta: ¡Oh! Me parece que la oyó. Digame.. si la señorita Sofía
puede poner un anuncio por palabras, ¿por qué no pone
usted uno para encontrar a Espartaco?
Irene: ¿Le parece?
Berta: A mi, los anuncio por palabras, siempre me han dado
resultado… una vez encontré una cafetera italiana de
ocasión…
Irene: Si, pero entre una cafetera italiana y un hombre
desnudo…
Berta: No hay mucha diferencia.
Irene: Me parece una buena idea. Dirigirse mañana a…
Berta: ¿¿¿“Bus. Mod. Comp. Par. Pos???” ¿¿Qué quiere decir
eso??
Irene: ¡Es una abreviatura! “Busco modelo comprensivo para
posar Espartaco… precio a convenir.”
Berta: ¿Hay que pagarle a ese hombre para que pose desnudo?
Que oficio raro…
Irene: Y voy a agregar “P.P.S.”
Berta: ¿Y eso que quiere decir?
Irene: Pies perfectos solamente
Berta: Usted piensa en todo señorita…
Irene: ¡En un hombre desnudo, el pie es muy importante…!
Berta: ¿El pie?
¡¿Qué cosa eh?! A mi no se me hubiera ocurrido que el
pie tenía importancia. ¿Quiere que vaya a poner el
anuncio?
Irene: No, iré yo… así descanso un poco. Es desesperante oir
ese piano todo el día. ¡Basta! ¡¡Basta!!

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Berta: ¡Vete al diablo y dejame en paz…!


Irene: Oiste lo que dijo? ¡¡Esto no puede seguir así!! No
aguanto más…
Lili: Pero que pasa, Berta, esto ya es intolerable. ¡No tengo
por qué soportar este alboroto! Piano… gritos… y este
olor… ¡Dios mío, que olor!...
Berta: Es la pintura…
Lili: Lo sé, ¡pero estoy harta! Harta, ¿entiende?
Berta: Sí, señora
Lili: Esto no puede continuar… ¡estas chicas van a volverme
loca! ¡Haga callar ese interminable concierto!
Berta: Bien señora… Señorita… a la señora Lili, le duele un
poco…
Lili: ¡¡Mucho!!
Berta: Mucho la cabeza… y le pide que interrumpa
momentáneamente…
Irene: ¡Definitivamente!
Berta: …¡definitivamente!
Sofía: ¿Qué?
Berta: Ya está
Lili: Berta, acabo de decir, “definitivamente”… ¿¿sabe lo que
eso significa??
Berta: ¿Va a impedir definitivamente a la señorita Sofía, que
toque el piano?
Lili: Si…
Berta: Señora, no haga eso…
Lili: Lo haré. Y a la otra le impediré que apeste mi casa…
Berta: Señora, son artistas…
Lili: He sido demasiado tolerante, ¡pero no aguanto más! ¡Se
terminó! Alquilaré el apartamento amueblado y me iré…
es decir, nos iremos usted y yo al campo…
Berta: ¿Al campo? A mi… lo que me gustaría es casarme…

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Lili: ¡Cállese! Usted irá conmigo al campo… voy a poner un


anuncio clasificado para alquilar el piso. ¡No lo demoro
un minuto más! ¡¡“A.P.I.H.S.M.!!” ¿Qué mas podría
poner?
Berta: ¿Por dónde anda?
Lili: En S.M.
Berta: ¿S.M? pero la señora dijo que iba a alquilarlo
amueblado…
Lili: Sí…
Berta: En abreviatura… “S.M.”, quiere decir sin muebles…
Lili: ¡Berta! ¡Por favor! “S.M.” quiere decir “sol mediodía”.
Berta: Ah! ¿Si? ¿Que me dice?... No hay nada que hacer, hay
que acostumbrarse a las abreviaturas…
Lili: Y voy a agregar “P.P.S”
Berta: Ah, eso ya lo sé. “P.P.S.” Pies perfectos solamente. ¡Me
parece bien! ¡Así no estropea el piso!...
Lili: Pero Berta… “P.P.S.” quiere decir “para persona sola”…
Berta: “Para persona sola”… lo que es la abreviatura, ¿eh?... no
hay nada que hacer… ¡hay que ver con las
abreviaturas!…
Lili: ¿Ni una palabra a las chicas, eh?… Voy a poner el
anuncio. ¿No le parece una excelente idea?
Berta: Estupenda… yo creo más en los anuncios por palabras
que en el horóscopo… una vez encontré una mágica
cafetera italiana de ocasión.
Lili: Bueno, está bien. ¡Qué olor a pintura! Abra las ventanas
de ese cuarto para que se ventile. (Sale Lili y entra
Sofía).
Berta: ¡Estas artistas!... ¡Son todas unas chifladas!
Sofía: ¿Qué pasa Berta, que a cada rato me hacen callar?
Berta: La señora no quiere oir más ruido… digo, música…

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Sofía: Yo tengo que trabajar… ¡He alquilado ese cuarto y


dentro de él hago lo que yo quiero!
Berta: Sí, pero el ruido sale afuera…
Sofía: Si tuviese alumnos sería distinto… antes de pasar a la
práctica les enseñaría teoría…
Berta: Primero, ¿y después?...
Sofía: Por su puesto que después tendrían que tocar, pero las
lecciones me hubiesen proporcionado suficiente dinero
como para mudarme.
Berta: Nadie sabe que usted da lecciones… Ponga un anuncio
clasificado. En un buen diario…
Sofía: ¿Le parece?...
Berta: Los anuncios por palabras son formidables. Créame, yo
una día encontré una mágica cafetera italiana de ocasión.
Hágalo. Yo se lo llevo al diario enseguida.
Sofía: ¿Usted cree que los anuncios sirven para algo?...
Berta: No le dije que yo encontré una cafetera…
Sofía: Puede que tenga razón… ¿Tiene papel?
Berta: Aquí…
Sofía: ¿Pero qué pongo?
Berta: Ponga “B.A.L.P”
Sofía: ¿Qué?
Berta: Es abreviatura…
Sofía: ¿Y qué quiere decir?
Berta: “Busco alumnos lecciones de piano”.
Sofía: ¡Qué bien! Pero podríamos poner un poquito más…
“Busc. Alum. Lecc. Pia.”…
Berta: Si le parece, ponga también la dirección y “Dirigirse
aquí”.
Sofía: Perfecto… Voy a poner también “P.P.S.”
Berta: “Pies perfectos solamente”…
Sofía: ¿Pies perfectos solamente? ¿Por qué?

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Berta: ¡Y que se yo! Será por los pedales…


Sofía: ¡Qué ocurrencia!
Berta: ¡Ah!... ya sé… “Para persona sola”…
Sofía: No, en términos musicales, “P.P.S” quiere decir “para
preparar solistas”. Abreviado, naturalmente.
Berta: No hay nada que hacer, ¡hay que ver con las
abreviaturas!
Sofía: La cara que pondrán éstas cuando me vean recibir
alumnos… ¿porque usted, cree que vendrán, verdad?
Berta: Seguro… No hay nada mejor que un anuncio
clasificado… Ya verá…
Sofía: Ya que le tiene confianza a los anuncios… y se queja
siempre de no encontrar novio… ¿por qué no pone un
anuncio buscando un marido?
Berta: ¿Yo?
Sofía: Anímese, Berta… No diré una palabra a nadie. Hasta
luego… voy a poner mi anuncio.
Berta: Hasta luego… Bien mirando… puede que tenga razón…
Y digo yo… si encontré una buena cafetera… por qué no
voy a encontrar un marido, aunque no esté en tan buen
estado…
Qué pongo, puedo anunciar: “Busco casamiento,
caballero correcto bajo todo aspecto”,
“Bus.cas..cab.cor.baj.tod.aspe.” Digan lo que digan, la
abreviatura es fenómenal… ¡Ah! Y tengo que poner
“P.P.S”… “Por paseo sentimental”… digan lo que digan
los anuncios por palabras son fenomenales. Voy al
diario.

APAGÓN

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¿Usted viene por el anuncio?

SEGUNDO CUADRO
Sofía: Berta ya son las tres y aún no ha venido nadie…
Berta: No hay que perder esperanzas, señorita… alguien tiene
que haber leído el anuncio… vendrán alumnos a
montones…
Sofía: usted es muy buena, Berta.
Berta: no, solo que me gusta que la gente sea feliz… por
ejemplo, la casera es un poco… rara, pero a mi me gusta
que sea feliz. La señorita Irene también es un poco
rara… y usted…
Sofía: ¿qué?
Berta: también es un poco rara, ¡pero me gustan los artistas!
(llaman a la puerta)
Sofía: ¡han llamado!
Berta: si.
Sofía: (entusiasmada) creo que puede ser, ¿mi primer alumno?
Berta: seguro.
Sofía: ay, Berta. ¡Que alegría!
Berta: voy a abrir.
Sofía: ¡nooooo! Déjeme a mi, estoy segura que es para mi… ¡lo
presiento!
Berta: yo también señorita. (Se va por la puerta de la cocina.
Mientras tanto Sofía ha ido a abrir)
Sofía: (su voz) ¿señor?
Espartaco: (su voz) vengo por…
Sofía: (su voz) ¿por el anuncio?
Espartaco: (su voz) exactamente…
Sofía: (su voz) pase, señor.
Espartaco: (entrando) gracias señora
Sofía: (entrando a su voz) señorita.
Espartaco: oh, perdón…
Sofía: no hay por qué.

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Espartaco: muy amable… y bien, le diré que leí su anuncio…


Sofía: me alegra mucho señor.
Espartaco: yo también señorita. Hubiese tenido que llegar más
temprano… pero el tráfico está insoportable… el autobus
venía piano, piano…
Sofía: (riendo) piano piano (haciendo una gracia). Comenzó en
el camino, que bien… (Ríe, Espartaco la mira sin
comprender). Siéntese…
Espartaco: gracias… ¡yo soy Espartaco!
Sofía: ¿cómo?
Espartaco: ¿no se lo parezco?
Sofía: si, si… siéntese.
Espartaco: gracias…
Sofía: creo necesario darle algunas explicaciones… mi sistema
me ha dado siempre exelentes resultados… comienzo por
sesiones que no duren más de una hora.
Espartaco: si… es mejor… sobre todo si usted se coloca en una
posición difícil…
Sofía: ¿cómo?
Espartaco: le digo por la anquilosis…
Sofía: ¿por la anquilosis…?
Espartaco: y por los calambres… uno puede ser fuerte, pero… el
calambre es el calambre…
Sofía: bueno, ya veremos cuando llegue el momento.
Espartaco: siempre se dice eso, pero cuando llega el momento ya es
demasiado tarde…
Sofía: trataremos de que no ocurra… bueno, como le decía, mi
método consiste en comenzar por la teoría… me imagino
que usted no tendrá inconveniente…
Espartaco: si usted lo prefiere… yo nunca llevo la contraria… estoy
a su disposición. Pero, antes, si me lo permite, como en

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el anuncio no había nada especificado, me gustaría


aclarar algunas cosas…
Sofía: encantada, de qué se trata?
Espartaco: me molesta hablar de esto, pero no hay más remedio,
¿verdad?
Sofía: lo escucho.
Espartaco: respecto a las condiciones… ¿en cuánto calculó la hora?
Sofía: es muy amable de su parte señor, llevar la conversación a
este terreno… tan delicado…
Espartaco: así es… pero hay que vivir. Y es mejor hablar antes que
después…
Sofía: es preferible…
Espartaco: todo trabajo merece un buen salario.
Sofía: agradezco su comprensión, señor.
Espartaco: la caridad bien entendida empieza por casa… ¿no le
parece?
Sofía: le repito que usted es muy amable, pero a decir verdad,
todavía no lo he pensado…
Espartaco: pero… ¿tendrá una idea, verdad?
Sofía: bueno, habitualmente, yo… aplico la tarifa…
Espartaco: (poniéndose de pie) ah, no… no… si aplica la tarifa no
hay nada que hacer…
Sofía: ¿por qué?
Espartaco: la tarifa es un chiste… todo el mundo cobra por encima
de la tarifa…
Sofía: ah… bueno… si es así, diga usted el precio.
Espartaco: (volviendo a sentarse) Digame una cifra… ¿le parecería
cien euros?
Sofía: ¿cien euros?
Espartaco: si, ¿le conviene?
Sofía: si, señor… y le agradezco mucho…

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Espartaco: de acuerdo, entonces… y no tiene por qué


agradecerme…
Sofía: muy amable, señor…
Espartaco: (poniéndose de pie) Perfecto… estoy a sus órdenes…
comenzamos cuando usted quiera.
Sofía: Yo siempre empiezo por la teoría…
Espartaco: Si, ya me lo dijo… y perdóneme que la vuelva a
interrumpir… ¿cuántas sesiones cree que haremos?
Sofía: depende.
Espartaco: ¿por lo menos podremos contar unas diez sesiones?
Sofía: oh… seguramente mucho más…
Espartaco: ¿usted cree?
Sofía: estoy absolutamente segura… yo estudié cuatro años
para graduarme.
Espartaco: entonces debe tener mucha práctica y en diez sesiones
terminaremos.
Sofía: no quiero contradecirlo, pero me extrañaría mucho que
consiguiéramos algo con solo diez sesiones…
Espartaco: (vuelve a sentarse en el sillón) vamos, vamos… si no le
alcanzan diez sesiones es porque se distrae…
Sofía: de ningún modo señor.
Espartaco: si, si… se ve… tiene tendencia a charlar… y el tiempo
vuela…
Sofía: pero señor…
Espartaco: le advierto que a mi me gusta la charla… se lo digo
porque hay que cuidar los euros…
Sofía: no se preocupe por eso, y continuemos… mi método se
apoya en principio, en la teoría…
Espartaco: si, ya sé… ya me lo dijo… y discúlpeme que la vuelva a
interrumpir, quiero aclarar algunos puntos…
Sofía: usted dirá.

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Espartaco: ¿quisiera saber si la hora corre desde que yo llego y


empezamos a hablar?
Sofía: por su puesto señor. Conversar sobre el tema forma parte
de mi método…
Espartaco: me tranquiliza que usted lo diga, porque ya hace veinte
minutos que estoy aquí… lo que quiero decir que ya son
veinte euros…
Sofía: por ser el primer día podríamos hacer una excepción…
Espartaco: no… no… ya se comió buena parte de la hora y todavía
no hemos hecho nada constructivo…
Sofía: hay que ir punto por punto, señor… comprendo su prisa
y su deseo de avanzar en el mundo misterioso del arte…
Espartaco: bah, el arte…
Sofía: no sea modesto. Veo que usted está bien dotado…
Espartaco: no es usted la primera que me lo dice…
Sofía: ¿ha visto que tengo buen ojo…? Bien, como le decía, mi
método…
Espartaco: …comienza con la teoría… ya me lo dijo. Y perdóneme
que la interrumpa (Sofía sentándose en una silla a la
derecha)
Sofía: ¿qué desea preguntar?
Espartaco: quisiera saber si en algún momento nos viéramos
obligados a interrumpir el trabajo.
Sofía: no entiendo.
Espartaco: usted considera que toda hora comenzada es hora que se
paga.
Sofía: si usted lo desea…
Espartaco: para mí, una hora es una hora…
Sofía: me parece justo…
Espartaco: estamos de acuerdo entonces, 100 la hora, y en caso de
interrupción la hora comenzada se paga. Otra cosa…

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¿usted cree que vamos a necesitar mucho más que diez


sesiones a 100 euros?
Sofía: sí.
Espartaco: perfecto. A mi me gustan las cosas claras… una vez
fijadas las condiciones éstas son inmovibles. Lo que se
ha dicho, dicho está y uno se entrega al trabajo, con la
alegría en el corazón…
Bueno, empecemos ¿dónde me pongo?... ya va a ver si
tengo músculos y fuerza…
Sofía: no lo dudo, pero si usted me permite que aplique mi
método como yo lo entiendo, todavía no hemos llegado a
la manifestación de la fuerza…
Espartaco: ¿ah, no?
Sofía: no.
Espartaco: como usted quiera, ya que el precio está fijado en 100
eurtos la hora y que toda hora comenzada se paga…
Sofía: (cortando) mi método se apoya…
Espartaco: primero en la teoría… (Pasea por la habitación en una
pose clásica de boxeador)
Sofía: ¿qué hace?
Espartaco: porque la falta de luz, da tonos verdes a la piel.
Sofía: ¿qué dice?
Espartaco: imagínese, uno ha visto tanto… miro una ventana y ya lo
sé todo… la costumbre… a propósito, ahora que habla de
luz… mire mis manos, (seguro) ¿qué le parecen?
Sofía: un poco gruesas…
Espartaco: ¿un poco gruesas?... es la primera vez que me dicen
semejante cosa.
Sofía: perdóneme… pero las encuentro un poco fuertes. No
estamos aquí para decirnos galanterías, ¿verdad?
Espartaco: de acuerdo, pero… se puede criticar todo, menos mis
manos.

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Sofía: Un poco de ejercicio les vendrá bien. Les dará agilidad…


y desaparecerán los rollitos.
Espartaco: ¿rollitos?... no diga eso, señora. Esto es puro músculo.
Sofía: puede ser… pero todo ese músculo puede molestar…
Espartaco: ¿molestar?... ¿pero qué dice? Escúcheme señora… yo no
soy susceptible, pero no trate de denigrarme…
Sofía: señor…
Espartaco: (categórico) ¡¡¡no!!!
Sofía: oh señor, lamento esa observación que hice…
Espartaco: está bien, dejemos eso… pero le digo que es puro
músculo, y puede creerme.
Sofía: le creo.
Espartaco: y cuando vea mis abdominales, me extrañará mucho si
no se queda asombrada porque todos se quedan
boquiabiertos…
Sofía: ¿usted se burla de mi, señor?
Espartaco: no señora, no me burlo. Lo va a comprobar ahora
mismo… (saca su camisa fuera de los pantalones)
Sofía: ¿pero, qué hace?
Espartaco: le voy a mostrar mis abdominales, porque me parece que
usted cree que exagero…
Sofía: le oigo señor, le creo…
Espartaco: no. (Sigue únicamente la camisa) no me cree.
Sofía: le aseguro que si…
Espartaco: bueno ya lo veremos después. Porque usted primero es
teoría…
Sofía: justamente, y le ruego que se siente y que no me guarde
rencor por lo que he dicho de sus manos…
Espartaco: (seguro de sí mismo) no le guardo rencor, señora… se
que usted bromeaba… manos como éstas no las
encuentra usted fácilmente. (las tiende frente a ella)
Sofía: (sin mucha seguridad) es posible.

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Espartaco: es seguro. ¿No es verdad que son hermosas?


Sofía: magníficas… (De pronto se da cuenta y las mira bien).
Perdón… pero… extienda sus dedos…
Espartaco: ¿los diez?
Sofía: sí.
Espartaco: ah, no, no puedo.
Sofía: ¿cómo dice?
Espartaco: dije que no puedo (sube el tono).
Sofía: es lo que había oído.
Espartaco: ¿entonces por qué me hace repetir? ¿Para mortificarme?
Sofía: en absoluto… ¿de modo que usted no puede separar
estos dos dedos?
Espartaco: por su puesto que no… se me rompieron las falanges en
una semifinal de boxeo.
Sofía: usted es boxeador…
Espartaco: era… por eso, cuando le digo que es todo músculo y
nada de rollitos debe creerme…
Sofía: lo creo… pero si usted no puede abrir estos dos dedos,
no podrá tocar.
Espartaco: vamos señora… ¿y mi mano derecha? ¿Se olvidó de mi
derecha? Para tocar yo uso la derecha…
Sofía: su mano derecha no puede estar en todas partes…
Espartaco: le estoy diciendo que hago todo con la derecha.
Sofía: le aseguro que limitará mucho. A ver… a ver… me
parece que el pulgar de la derecha es muy corto.
Espartaco: que lista… claro que es corto… no tengo nada más que
la falange… me falta el falangín y la falangete… un día
erré el golpe.
Sofía: ¿boxeando?
Espartaco: no, cortando carne… cuando trabajaba en la carnicería le
erré el golpe a un hueso de jamón… yo no sentí nada… y
no va a creer lo que le digo… casi (mostrando el dedo) le

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pongo el pedazo de dedo en el paquete de la clienta…


hasta creo que lo pesé.
Sofía: ¿de modo que usted es carnicero?
Espartaco: era, antes del boxeo.
Sofía: caramba… esto es un inconveniente…
Espartaco: ¿qué?
Sofía: que tenga las manos en ese estado…
Espartaco: no se preocupe, yo estoy muy cómodo.
Sofía: sólo podremos acercarnos a cierta…
Espartaco: esto que usted dice, que no… pero siempre me han
asegurado que mis manos eran ideales… cuando están un
poco cerradas así… ¿ve? Tienen una vida bárbara. Usted
ya se habrá dado cuenta… además son muy ágiles…
(mueve los dedos, o lo que queda de ellos)
Sofía: en efecto. En fin, trataremos de arreglarnos con eso…
como le decía, mi método…
Espartaco: ¿otra vez?
Sofía: escúcheme…
Espartaco: perdóneme que la interrumpa, hizo muy bien de
especificar en el anuncio P.P.S.
Sofía: ¿verdad que si?
Espartaco: si… ahora, hay que desconfiar… la gente ya no sabe lo
que es la perfección…
Sofía: ajá, continue.
Espartaco: diga Vd.… (se sienta en el sofá y se desata los zapatos)
Sofía: (se pasea. Habla en profesora) le diré que mi método
consiste en hacer conocer a los grandes maestros de otras
épocas. Éstos se pueden dividir en tres categorías… para
no fatigar a los alumnos no me remontaré a la época de
los trovadores… (Espartaco se ha sacado los zapatos y
los calcetines y pone los pies sobre la mesa. Sofía se
vuelve) ¿qué le pasa? ¿Le duelen los piés?

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: no. No… durante su letanía me preparé para mostrarle


que soy un buen Espartaco. Es inútil especificar P.P.S.
soy conocido por la perfección. (Tendiéndole los pies).
Mire esto.
Sofía: Por favor, señor…
Espartaco: Pero mírelos. Mire que hermosura de pies y que
limpitos… Da gusto. Es lo que se llama “pie de seda”…
y no huelen… lo que se dice: la perfección. Y puede
usted constatar que todos los dedos están intactos…
(Mueve los dedos)
Sofía: Sí ya veo.
Espartaco: Parece que no le gustan mucho…
Sofía: Sí, sí… vio…
Espartaco: Honestamente… diga la verdad… ¿ha visto pies tan
perfectos?
Sofía: (un poco azorada) No, pero…
Espartaco: Cuidados, acicalados… verdaderas maravillas. Con estos
pies se puede hacer cualquier cosa…
Sofía: Cualquier cosa, menos tocar un piano…
Espartaco: (riendo) A lo mejor… quién sabe…
Sofía: Por favor señor, póngase los zapatos.
Espartaco: ¿sin los calcetines?
Sofía: Póngase todo.
Espartaco: ¿todo?
Sofía: se lo ruego señor.
Espartaco: como usted quiera. Yo nunca llevo la contra… y puesto
que son 100 euros la hora y que toda hora comenzada se
paga, vuelvo a vestir mis maravillas y a esperar
juiciosamente que usted quiera ver el resto… (Se vuelve
a poner los calcetines y los zapatos)
Sofía: ¿ver el resto?

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: sí… al hombrecito entero… no puede negar que mis pies


son fantásticos…
Sofía: no lo dudo…
Espartaco: pues ya verá el resto…
Sofía: señor, por favor… basta de bromas. Estamos aquí para
trabajar.
Espartaco: es lo que estoy esperando… me preparo para empezar,
me quito los zapatos, los calcetines. P.P.S. impecable. Y
usted me para…
Sofía: señor, tengo derecho a no ver sus pies, ¿verdad?
Espartaco: de acuerdo. Pero para estar todo desnudo tengo que
empezar por un lado o por el otro.
Sofía: no tiene por qué desnudarse, señor. No creo que su
intención sea dar conciertos desnudos…
Espartaco: ¿dar conciertos? ¿De qué? A eso todavía no he llegado…
aunque le diré que toco muy bien el cuerno de caba.
Sofía: concretando, ¿quiere sí o no aprender a tocar el piano?
Espartaco: ¿aprender piano?... ¿para qué?
Sofía: para tocar, tiene que aprender…
Espartaco: yo no tengo ganas de tocar… ¡ah, usted quiere a
“Espartaco” tocando el piano?
Sofía: terminemos señor… mi paciencia tiene un límite, no
perdamos el tiempo…
Espartaco: oiga, oiga… modérese un poquito… porque me puedo
enojar. (fuera de sí) soy tranquilo, pero si me provocan…
(yendo hacia ella).
Sofía: cálmese, señor… y una vez más le pregunto: ¿quiere sí o
no aprender a tocar el piano?
Espartaco: No…
Sofía: hablo en serio señor…
Espartaco: yo también señora…
Sofía: ¿¿¿entonces no quiere aprender???

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: ¡¡¡NO!!!
Berta: (entrando) ¿pero qué pasa?
Espartaco: (furioso a Berta) ¡¡no quiero aprender a tocar el piano!!
Sofía: ¿entonces por qué no lo dijo antes?
Espartaco: ¡porque no me lo preguntó! Y ahora no se que mosca le
ha picado y me habla del piano…
Sofía: pero esto es una locura… ¿no quiere aprender el piano?
Espartaco: ¿es sorda usted? ¡No! ¡Le digo que noo!
Sofía: ¿entonces qué hace aquí?
Espartaco: ¿es lo que le pregunto?
Sofía: esto es demasiado… Berta haga salir a este individuo
inmediatamente.
Espartaco: ¿individuo, yo? Mire señora… estuve escuchando todas
las tonterías que dijo… pero ahora se acabó. Si cambió
de idea, me lo dice… me paga y me voy…
Sofía: ¿pagarle?... ¿pagarle qué?
Espartaco: (mirando el reloj) cuarenta minutos de sesión… lo
convenido es “hora comenzada, hora que se paga.
Sofía: ¡perfecto!... eso es lo convenido.
Espartaco: ¿y?
Sofía: entonces usted me debe 40 euros a mi…
Espartaco: ¿qué está diciendo?... ¿he oído mal?
Berta: tranquilízese, señor… debe haber un error…
Sofía: eso es seguro… ¡pero qué energúmeno! ¡Échelo!
menudo alumno… (entra a su cuarto y cierra la puerta de
un golpe)
Espartaco: (precipitándose sobre la puerta de Sofía) ¿qué alumno?...
¿y mi dinero?
Berta: espere… es un error, yo lo voy a arreglar…
Espartaco: ¡mi tiempo vale dinero! ¡Que me paguen o hago un
escándalo!
Berta: dígame señor, usted vino por el anuncio de…

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: claro que vine por el anuncio… (sale Lili de su


habitación, en robe de chambre)
Lili: ¿ahh, usted vino por el anuncio?
Espartaco: ¡y si no que estaría haciendo aquí! (a Berta) ¿quién es
usted?
Berta: justamente, la persona que puso el anuncio…
Lili: no se ponga nervioso señor, y discúlpeme… lamento
mucho haberlo hecho esperar… me acosté un momento
porque no pensé que iba a venir tan temprano… déjenos
Berta…
Berta: Bien señora… (sale)
Lili: ¡estoy segura de que nos entenderemos perfectamente!
Espartaco: ¡así lo espero!
Lili: todo va a marchar bien…
Espartaco: va a marchar bien, si estamos de acuerdo en el precio.
Lili: seguramente estaremos de acuerdo. Ya vamos a recorrer
todo esto juntos… pero antes póngase cómodo…
siéntese…
Espartaco: gracias… (va a sentarse y se queda de pié) ¿Usted es la
dueña de la casa, verdad?
Lili: si, señor… de la casa, de los muebles, de todo… ¿le
gustan?
Espartaco: ¿qué?
Lili: los muebles…
Espartaco: no están mal… (se sienta)
Lili: me alegro que le gusten… pero si usted tiene su cama y
está acostumbrado a ella puede traerla…
Espartaco: ¿usted quiere que me acueste?
Lili: ¿llegado el caso tendrá que hacerlo, verdad?
Espartaco: como usted diga…
Lili: muy bien… ah… olvidé presentarme… yo soy Lili
Gomez. ¿No le recuerda nada mi nombre?

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: (pensando) no…


Lili: soy “la gran zezeta”.
Espartaco: ¿¿¿¿no????
Lili: sí.
Espartaco: ya me parecía que la conocía… claro, usted es “la gran
zezeta” (de pié le da la mano) mis felicitaciones…
Lili: muy gentil de su parte… ¿usted me vio en “Sodoma y
Gomorra”?
Espartaco: no, yo no… mi abuelo sí, la vio, como quince veces y me
contaba… estupenda, decía, estupenda.
Lili: ¿nunca le habló del final? ¿Cuando salía llevando el
cuerno de la abundancia?...
Espartaco: sí… me decía… “jamás he visto a alguien que lleve tan
bie un cuerno…”
Lili: ¡estaba sublime! ¡Ah!... ¡tiempos! En aquella época era
muy bonita…
Espartaco: todavía está muy bien…
Lili: ¿le parece?
Espartaco: no hay más que verla…
Lili: ¡oh! ¿Quiere tomar una copita de licor??
Espartaco: bueno… una vez no hace costumbre…
Lili: perfecto. (toma una bandeja de la mesita que está debajo
de una ventana con un botellón de licor y copas. La pone
cerca del sofá y se sienta en él, al lado de Espartaco) Para
decir verdad, ¡me retiré en plena gloria…!
Espartaco: le diré que estoy encantado de haber conocido a una
artista como usted…
Lili: oh… muchas gracias… (le ofrece licor)
Espartaco: (bebe) a su salud… (deja el vaso y se levanta) bueno…
vamos al grano… ¿usted buscaba un Espartaco?
Lili: este… yo busco…

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: (cortando) ¡no busque más! ¡Yo soy Espartaco! ¡Y como


Espartaco brindo por la Gran Zezeta!!... (toma el vaso
que aún no bebió y bebe) salud.
Lili: muchas gracias, muchas gracias. ¿Quiere que visitemos
la casa?
Espartaco: como le parezca…
Lili: quiero que vea, el piso le da el sol todo el día… (gracias)
cuando sale, naturalmente, la casa está muy tranquila…
buen barrio…
Espartaco: si, no está mal…
Lili: usted me preguntará, sin duda, por qué quiero alquilar la
casa…
Espartaco: no. Yo no pregunto nada. (mira el reloj, impaciente)
Lili: le diré que justamente con lo que me dejaron mis cuatro
maridos tengo suficiente como para poder disfrutar de la
vida. El tercero me dejó una casa de campo, rodeada de
bosques, donde pienso dar fiesta.
Espartaco: (mundano) ¿ah, si?
Lili: (haciéndose la mimosa) fiestas campestre,
naturalmente…
Espartaco: claro.
Lili: el campo, con fiestas, es otra cosa. Quiero que sepa que
cometí la tontería de alquilarle habitaciones a unas
muchachas… pero se irán…
Espartaco: (mirando su reloj) ah… bueno…
Lili: se lo advierto para que usted no se sorprenda si llega a
encontrarse con ellas…
Espartaco: ya vi a una, mientras la esperaba a usted, y me pareció un
poco rara… maniática…
Lili: lo lamento mucho…
Espartaco: (mira su reloj) con usted veo que hay seriedad.

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¿Usted viene por el anuncio?

Lili: las muchachas de hoy no tienen la clase que teníamos las


de época… y ya que estamos de acuerdo, si le parece,
vamos a comenzar…
Espartaco: (nervioso) con mucho gusto. Ya perdí más de una hora
esperándola.
Lili: lo lamento…
Espartaco: no se preocupe… pero antes de comenzar me gustaría
que aclaremos la cuestión de dinero.
Lili: me parece bien… iré directamente al grano… yo pensé
en mil quinientos.
Espartaco: ¿¿¿mil quinientos???
Lili: (sonriendo) mil quinientos por mes… por supuesto…
Espartaco: usted piensa en más de un mes…
Lili: eso depende de usted…
Espartaco: yo lo que usted diga… la verdad que no había pensado
en el arreglo mensual, pero…
Lili: yo prefiero por mes y no por día… yo sé que hay quien
cobra como en hotel, por día…
Espartaco: también hay hoteles que cobran por hora…
Lili: eso no… esta es una casa decente… prefiero el sistema
mensual.
Espartaco: de acuerdo señora. No quiero regatear… pero como
usted es muy correcta, yo también quiero serlo, y debo
advertirle que a veces tengo calambres…
Lili: ¿ah, si?
Espartaco: si…
Lili: cuando bailaba yo también tenia calambres… no se
preocupe por eso… y vamos a lo nuestro…
Espartaco: ya era hora… ¿comenzamos?
Lili: si. Dígame una cosa, ¿usted leyó detenidamente el
anuncio?
Espartaco: por supuesto.

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¿Usted viene por el anuncio?

Lili: el anuncio decía P.P.S


Espartaco: lo sé, lo sé. Ya lo verá usted misma…
Lili: perfecto… estoy encantada de que nos entendamos tan
bien, y tan rápidamente. (Va a abrir la ventana mientras
Espartaco se sienta en el sofá y vuelve a sacarse los
zapatos) como verá hay un gran ventanal… es como un
verdadero atelier de un artista…
Espartaco: no abra la ventana señora… yo no tengo pudor… pero no
me gusta desnudarme con la ventana abierta…
Lili: (se vuelve) ¿qué dice?... ¡oh! (Espartaco ha puesto los
pies desnudos sobre la mesa)
Espartaco: fíjese en estos pies. Me extrañaría mucho si les
encontrara menor defecto… mire… perfectos desde todo
punto de vista…
Lili: ¿le duelen?
Espartaco: no… ¿por qué?... al contrario… estoy orgulloso. Mire la
punta de las uñas… y fíjese que musculosos… esto sí
que es buena mercadería. Dígalo usted que está
acostumbrada a ver estas cosas. Reconozca que son
lindos.
Lili: muy lindos.
Espartaco: y esto no es nada… verá que sorpresa va a tener cuando
le muestre mis abdominales… una maravilla. No le digo
más.
Lili: (sin mirar) no lo dudo… no lo dudo… pero continuemos
con lo nuestro. Allá, al fondo del corredor, está la
cocina… (Abre y cierra la puerta) lejos, por los olores. A
continuación el cuarto de la criada. Aquí los cuartos de
las inquilinas de que le hablé… pero le aseguro que lo
molestarán por poco tiempo… (Mientras ella habla
Espartaco se ha quitado la chaqueta, la corbata y la
camisa. Cuando ella se vuelve, lo encuentra en una pose

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¿Usted viene por el anuncio?

física de Apolo) y por aquí… (viendo a Espartaco)….


¡Oh!.... pero…
Espartaco: corta la respiración… eh?
Lili: ¡oh! Si, si…
Espartaco: siempre me sucede igual… mi figura quita el aliento…
esto es un Espartaco de lujo…
Lili: si, pero…
Espartaco: (cortándole) ¡no diga nada! ¡Mire primero! Después
toque… tocando podrá comprobar que no es víctima de
una alucinación.
Lili: ¿¿¿¿pero..????
Espartaco: (girando lentamente sobre sí mismo) observe el juego del
epigastrio… nada de estómago, en efecto…
Lili: si… es un bombón…
Espartaco: pero que le voy a contar a usted… ¡los dorsales que
habrá visto usted en su vida!
Lili: pero señor…
Espartaco: le diré que posé “Una noche en la luna”. Yo estaba
recostado así (se recuesta)… rodeado de tres vírgenes
completamente desnudas. Mi dorsal ocupaba toda la tela.
Era la parte más importante de la obra.
Lili: ¿¿sí??
Espartaco: le digo que mi dorsal es una maravilla. (Se pone de pié y
hace maniobrar el brazo) mire como se estira suavemente
cuando jugar el deltoides. (Lili baja la mirada cohibida)
no, abajo no… el deltoides está aquí, en la espalda…
(como sigue con la mirada baja, le dice más fuerte) ¡¡en
la espalda le digo!! (ella levanta la mirada) eso es.
Observe el vaivén del gran dentelete trabajando. Ni un
gramo de grasa… ¡músculo y piel! Le falta la palabra al
gran dentelete.
Lili: oh, si…

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: estaba seguro que le iba a gustar… y todavía no vio lo


mejor.
Lili: ¿ah, no?
Espartaco: no. Va a ir de sorpresa en sorpresa… de asombro en
asombro… va a ver un derecho anterior y un vasto
interno donde podrán trabajar sus ojos hasta quedar
bizca… (se saca rápidamente el pantalón, antes que Lili
pueda insinuar el menor gesto. Si se sacara algo más
quedaría totalmente desnudo) ¿qué me dice? ¿Sofocante,
no? (queda con un pantaloncito corto de lamé dorado).
Lili: ¡¡¡¡¡sofocante!!!!!
Espartaco: ¿qué me dice…? (se golpea la parte externa del músculo)
superior, verdad? Venga, toque aquí…
Lili: ¿que toque?
Espartaco: ¿si, no puede creerlo, verdad?
Lili: estoy realmente turbada…
Espartaco: ¡no tenga vergüenza…! (vuelve a pegarse) le aseguro
que es un placer tocar…
Lili: ¿pero se dá cuenta de lo que me está pidiendo?...
Espartaco: vamos, vamos… no se haga la melindrosa… (Le toma la
mano y la hace golpear) ¿qué le parece? ¿Puro nervio,
eh?... puro músculo…
Lili: (avergonzada, pero en el fondo le agrada) sí… sí…
Espartaco: ¿comestible, eh?
Lili: (retira la mano, menuda) ¡Oh!...
Espartaco: (abriendo la pierna) ¿y qué me dice de este vasto
interno? Alargado, flexible, y magníficamente fundido
con el ligamento de la rodilla. Toque… (ella duda) toque
le digo… (ella toca tímidamente con la punta de los
dedos y retira la mano enseguida como si le diera
corriente eléctrica) ¿qué me dice? ¿No es hermoso todo
esto?

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Lili: (cohibida) muy hermoso…


Espartaco: ha tenido suerte al encontrarme…
Lili: sí, sí…
Espartaco: y ahora verá cuando me arqueo… cuando me arqueo es
un verdadero festival. Mire… (Toma una posición de
discóbolo. Da un grito) Aaaaaay!!
Lili: ¿qué le pasa?
Espartaco: (doblado en dos, se queja como un niño) ¡¡aay!!
Lili: ¿¿pero que le pasa??..
Espartaco: el calambre!
Lili: Póngase derecho
Espartaco: (gritando) ¡¡no puedo!!...
Lili: trate de caminar…
Espartaco: no puedo!.. sosténgame. ¡Ay! ¡¡Este maldito calambre!!
Lili: trate de hacer un esfuercito…
Espartaco: en esta posición.. imposible…
Lili: ¿¿entonces que puedo hacer por usted??
Espartaco: ¡masajearme…!
Lili: ¿¿¿masajearlo???
Espartaco: si… ahí atrás..
Lili: (con dos dedos) ¿asi?
Espartaco: ¡noo! Con toda la mano. Bien fuerte para que el músculo
se estire..
Lili: (frotándole la espalda) ¿¿así??
Espartaco: ¡sí…! Hononononoonon!
Lili: ¿le hago mal?
Espartaco: no importa, siga masajeando.. (en un grito) aie..aie…
(timbre)
Lili: (con sobresalto) ¡han llamado! ¡Que horror..!
Espartaco: no se preocupe.. siga masajeando..
Lili: ¿pero no puede quedarse aquí?
Espartaco: ¿por qué?

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Lili: no le digo que llamaron… (timbre) no quiero que e vean


con usted… vestido así… desnudo así… y en esa
posición…
Espartaco: ¿y qué quiere que yo haga?
Lili: trate de enderezarse..
Espartaco: no puedo… el calambre me paraliza… ¡masajes! ¡Por
favor!..
Lili: ¿más?
Espartaco: si, no pare… y si tiene reflex, mejor..
Lili: (lo suelta) tengo en mi habitación.. venga… allí podrá
acostarse y le daré un mejor masaje. (acerca un sillón que
tiene rueditas invisibles, lo empuja y el queda ahí
sentado)
Espartaco: aie aie ai aie, por favor, en estos momentos necesito
suavidad, mucha suavidad y dulzura. Sufro mucho…
(vuelve a sonar el timbre)
Lili: ¡el timbre! (hace rodar el sillón hasta su cuarto)
Espartaco: despacio… despacio… (vuelve a sonar el timbre)
Lili: vamos a la camita… le daré un buen masaje con reflex
(empuja suavemente el sillón y salen.
Espartaco: ay… ay… despacito (se oye nuevamente el timbre).

APAGÓN

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TERCER CUADRO
El timbre sigue sonando insistentemente.
Lili: (saliento de su habitación) ¡¡¡Berta!!!! ¡¡¡Bertaa!!!...
Espartaco: (se escucha su voz) señora… ¡¡no me deje solo!! ¡Me
duele!
Lili: (hablando hacia el interior) en mi casa no quiero
hombres con calambres… (cierra la puerta)
¡¡¡Bertaaaaa!!!
Berta: (entrando) ¿me llamaba señora?
Lili: por supuesto. ¿No oye el timbre?
Berta: voy señora.
Lili: ¡no! Usted vaya a masajear a ese individuo..
Berta: ¿¿a masajearlo??
Lili: Si. Y échelo a la calle. No quiero inquilinos con
calambres. (sale, recoge la ropa y zapatos de Espartaco y
se va a la habitación de Lili)
Oscar: (se escucha su voz) pensé que no había nadie.. toqué
tanto el timbre…
Lili: llega a tiempo señor…
Oscar: me alegro entonces…
Lili: vino un señor antes que usted.. que francamente me ha
decepcionado…
Oscar: ¿ah, sí?
Lili: si, no me agradó.
Oscar: ¿ah, no?
Lili: si. Acostado.
Oscar: ¿acostado?
Lili: en mi cama…
Oscar: pero…

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Lili: tranquilícese… no me conviene nada ese hombre… le


dan calambres… figúrese que me pasé una hora
masajeándolo.
Oscar: (asombrado) ¡¡oh!!... perdón, señora… ¿usted es la
persona que puso el anuncio?
Lili: sí señor… pase…
Oscar: (costernado) es que…
Lili: (haciéndole avanzar por la fuerza) pero, entre… el
camino está libre…
Oscar: (mirándola costernado) ¡me lo imagino!....
Lili: no se lo puede imaginar… usted no sufre de calambres,
¿no? (Oscar está mirando hacia la puerta asustado como
para irse)
Oscar: no… yo no…
Lili: se lo pregunto porque acabo de tener esta experiencia tan
dolorosa… que, ahora desconfío.. es muy humano,
¿verdad?
Oscar: por supuesto, señora… (mira hacia la puerta, amaga a
salir) si me permite, señora…
Lili: (muy suave) no le permito nada… ahora me va a
acompañar a tomar una copita de Chartreuse.
Oscar: (quiere irse) no, yo no bebo… muchas gracias.
Lili: (lo vuelve a traer) venga para aquí, pruebe una copita de
licor.
Oscar: es que no bebo.. el alcohol me hace mal…
Lili: cómo le va a hacer mal… usted parece muy sanito… no
como este ordinario con calambres… (Teniéndole la
copa) ¡A su salud!
Oscar: ¡salud!.. (beben)
Lili: pero póngase cómodo… quítese el abrigo… (ella misma
le quita el abrigo y lo pone sobre una silla).

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¿Usted viene por el anuncio?

Oscar: (vuelve a tomar el sombrero) permítame que me ponga el


sombrero, estoy muy resfriado…
Lili: ¿¿resfriado?? (le sirve) beba otra copita que le sentará
bien…
Oscar: (siempre con las flores en la mano) gracias… (bebe)
Lili: qué flores más bonitas… ¿son para mi?
Oscar: esto… le diré…
Lili: que delicadeza… presiento que usted me va a
conquistar… y mis exigencias serán minimas con alguien
que me agrade. (sonríe muy amable) y no se lo puedo
ocultar… usted me es muy simpático…
Oscar: (de mala gana) gracias, señora…
Lili: tan fino… traerme flores… (le sirve) ¿otra copita?
Oscar: gracias… (bebe) en fin, señora… veamos… ¿usted es la
persona que puso el anuncio?
Lili: sí, ¿por qué?
Oscar: de modo que usted misma es la que quiere…
Lili: si… ¿no cree que estas cosas deben tratarse
directamente?
Oscar: (consternado) no digo lo contrario, pero…
Lili: (bromeando) yo ya soy mayorista…
Oscar: ya lo creo que lo es… de modo que…
Lili: chist.. no hable… todavía no ha visto nada. (cruza la
pierna sin intención pero dejando ver mucho)
Oscar: he visto suficiente, no me muestre más…
Lili: todavía no le he mostrado nada…
Oscar: no vale la pena que se moleste…
Lili: sí, sí. Le mostraré todo. No quiero ocultarle nada… usted
tiene derecho a ver hasta el último rinconcito… verá que
limpito que está todo. Tengo la manía de la limpieza.
Oscar: (la mira desconfiado, quiere irse) sí, sí… pero…

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¿Usted viene por el anuncio?

Lili: soy muy cuidadosa… y aquí estará como en su casa (le


palmea la mano afectuosamente) se lo aseguro…
Oscar: no le digo lo contrario, pero…
Lili: mire, a cualquier otro le hubiera exigido un pago de mil
quinientos euros…
Oscar: (asustado) ah, usted exige que le paguen…
Lili: por supuesto… no estoy muy necesitada, pero en este
momento unos euritos mensuales no les vienen mal a
nadie…
Oscar: ¿así que mil quinientos euros mensuales?
Lili: con derecho a usar el trastero… y tengo dos entradas…
la principal y la de servicio…
Oscar: señora… usted está diciendo disparatases…
Lili: ¿le parece caro? No se preocupe por eso… ya le he dicho
que usted… con mil doscientos, me conformo.
Oscar: pero señora… mírese al espejo… (Lili se pone de pie y
se mira al espejo)
Lili: ¿qué tengo?
Oscar: y ahora, ¡míreme a mí!
Lili: (se vuelve, y se acerca) lo estoy mirando… y lo
encuentro muy bien… tiene exactamente el tipo que a mi
me gusta… ¡ah.. me olvidaba! Tendrá que pagar además
el gas y la luz.
Oscar: (consternado) ah, ¿eso no está comprendido?
Lili: no. Dependerá de lo que usted consuma. Puesto que lo
dejaré solo como un hombrecito (rie graciosamente)…
Oscar: ah…
Lili: yo me iré a vivir al campo… (coqueta) dónde me
dedicaré a dar fiestas. Solo nos veremos una vez por
mes.
Oscar: ¿solamente una vez?

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¿Usted viene por el anuncio?

Lili: sí. Para que me de mis mil doscientos… pero si alguna


vez me necesita, puedo pasar una noche aquí…
Oscar: no… ¡gracias!
Lili: como usted quiera… ¿de acuerdo entonces?
Oscar: (se va) no. De ningún modo. Adiós, señora…
Lili: (reteniéndolo) ¿¿pero no va a visitar la casa?? Ya le he
dicho que… yo, estoy conforme con usted…
Oscar: estoy seguro que está conforme conmigo, porque no creo
que sus candidatos hagan cola…
Lili: señor, le estoy haciendo un ofrecimiento muy
razonable…
Oscar: no señora… no es razonable…
Lili: bueno, por ser usted, con mil euros me conformo.
Oscar: usted se conforma y yo disparo.
Lili: ¿todavía le parece caro?
Oscar: no es cuestión de precio, señora…
Lili: ah, bien, entonces tome otra copita. Es bueno, ¿verdad?
(le ha servido)
Oscar: excelente… por lo menos esto justifica el viaje. (bebe)
Lili: estoy segura que nos pondremos de acuerdo…
Oscar: en esto estoy de acuerdo (le larga el vaso)
Lili: ¿otra copita? (le vuelve a servir)
Oscar: si insiste… (bebe) da calor interior…
Lili: para el resfríado es excelente. (sirve otra copa)
Oscar: ¿ah, si? (Bebe de golpe otra copa)
Lili: es fuerte, pero muy sano…
Oscar: ¿es sano?
Lili: si. (oscar le extiende la copa. Ella le sirve)
Oscar: (ya está bebiendo) ah… si está hecho con hierbas voy a
tomar otra… (ella le sirve, el bebe). Da mucho calor..
¿eh?...
Lili: quítese el abrigo…

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¿Usted viene por el anuncio?

Oscar: no, no…


Lili: cuando salga tendrá frío.
Oscar: ya me voy.. uff.. que calor (se quita el abrigo y con el se
quita al mismo tiempo la chaqueta, sin darse cuenta. Se
ha quedado en camisa) con la cahaqueta solo, estoy
mejor… mucho mejor.. ¿puedo tomar otra?
Lili: encantada (le sirve)
Oscar: se ve que está hecho con hierbas… (se quita la corbata)
yo tenia miedo que me emborrachara… y fijese que no…
(da un grito muy alegre) ju ju ju uuuyyyy… (se
desabrocha la camisa) da calor, ¿no? (sigue con el
sombrero puesto. Se vuelve a servir) se ve que esto está
hecho con hierbas… (bebe)
Lili: ¿estamos de acuerdo, entonces?
Oscar: si… de acuerdo… esto está hecho con hierbas… (se sirve
y bebe). Uju ju ju juyy..
Lili: ¿me va a pagar los dos mil euros?
Oscar: ¿pero qué dice señora? Usted es la que me tendría que
pagar a mi…
Lili: ¿yo?
Oscar: si, usted.
Lili: no comprendo.
Oscar: señora… mirémonos cara a cara. ¿Cual de los dos es el
que se vende?
Lili: yo no vendo, alquilo… ¡y usted debe pagar!
Oscar: (completamente borracho) ¿¿me ha mirado bien???
Lili: si… muy bien…
Oscar: parece que no… (se desabrocha el pantalón)
Lili: ¿que hace?
Oscar: me quito el pantalón.
Lili: pero, que manía…

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¿Usted viene por el anuncio?

Oscar: para mostrarle mis piernas… para que vea que estoy en
perfecto estado. Yo soy deportista señora… jamás
bebo… y soy campeón pedestre… (se tambalea) si yo me
vendriera valdría más que mil euros… aunque solo tenga
que verla una vez por mes…
Lili: esto es insensato… (Oscar se pone a trotar en su lugar sin
avanzar). ¿¿Pero, que hace??
Oscar: una demostración señora… (se pone a correr por la
habitación con el sombrero puesto, en calzoncillos, y
camisa) yo corro muy ligero… (corre un poco titubeante)
y con usted detrás mucho más ligero… búsquese otro,
señora… (está completamente borracho) yo, no me
casaré jamás con usted… su piso, sus muebles y su licor
se los mete usted en la baulera…
Lili: ¡¡está completamente loco!!
Oscar: usted está loca.. mírese al espejo, cacatúa… (se agarra a
ella para no caer)
Lili: ¡Dios mío! (lo empuja y él cae completamente sobre el
sofá) ¡¡Berta!! ¡¡Socorro!! Bertaaaaaaaa!
Berta: (entrando) ¿me llamaba señora? (viendo a oscar) oh,
¿que es eso?
Lili: ¡un loco!
Berta: (muy tranquila) ¿está muerto?
Lili: no. Está borracho.
Berta: ¿y por qué está desnudo?
Lili: no lo sé.
Berta: ah, bueno… (observa) está bastante bien formado el
hombre.
Lili: no sea impúdica… y llévelo a su pieza a dormir a la
mona…
Berta: ¿a mi pieza?
Lili: si. (señalando su cuarto) ¿y cómo está el otro?

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¿Usted viene por el anuncio?

Berta: también desnudo… sigue sin poder moverse… y hay que


seguir masajeándolo.
Lili: ¿¿todavía?? Voy para allá… usted ocúpese de éste…
Berta: bien señora.
Lili: ¡decididamente no tengo suerte con los inquilinos! (abre
la puerta de su habitación y se oye a Espartaco)
Espartaco: ay… ¡un masaje por favor! (Lili entra y cierra la puerta,
Berta detrás de Espartaco lo toma por debajo de los
brazos para llevárselo)
Berta: está bastante bien formado este hombre… bastante
bien… pero qué pesado… ( lo lleva arrastrando y sale
por segunda izquierda con él, mientras suena el timbre)
Lili: ya voy, ya voy… (vuelve y sale hacia el hall de entrada)
Irene: por fin… hace una hora que llamo. (entra seguida de
Berta) ¿nadie preguntó por mi?
Berta: nadie señorita.
Irene: si Espartaco no viene… no podré terminar mi cuadro
para presentarlo al concurso.. (timbre) ¿han llamado?
Berta: sí señorita…
Irene: es él, seguro que es él.
Berta: voy a abrir.
Irene: no, deje, voy yo. (llaman nuevamente, Irene sale).
Berta: buena suerte señorita (viendo la ropa de oscar se la lleva)
¡Dios mío! ¡No hay más que ropa de hombre
desparramada por toda la casa! (se va por la tercera
izquierda con la ropa)
Irene: (solo voz) Buenas tardes señor…
Bernardo: (solo voz) buenas tardes señorita…
Irene: (solo voz) ah, muy bien… pase…
Bernardo: (entrando) muchas gracias.
Irene: (entrando detrás de él) lo esperaba… estoy muy atrasada.
Bernardo: si molesto puedo volver otro día…

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: en absoluto. Prepárese… vamos a comenzar enseguida.


(mirándolo) ¿No trajo sus cosas?
Bernardo: no me pareció prudente hasta saber si nos vamos a poner
de acuerdo en el precio, etc.
Irene: seguramente estaremos de acuerdo...
Bernardo: así lo espero señorita… (mirando con curiosidad a su
alrededor) ¿esta es la habitación más grande del piso?
Irene: sí. Desgraciadamente le da el sol todo el día.
Bernardo: ¿no le gusta el sol?
Irene: cuando trabajo no. Bueno… si no le molesta, vamos a
empezar enseguida…
Bernardo: me gustaría saber el precio.
Irene: ¿Quinientos le parece bien?
Bernardo: (mirando el piso) estupendo… de acuerdo
Irene: pero antes quisiera examinarlo bien para saber si me
conviene…
Bernardo: ¿examinarme?
Irene: ¿no leyó bien el anuncio?
Bernardo: sí, ¿por qué?
Irene: decía P.P.S… Y quiero comprobarlo.. muestre…
Bernardo: ¿que muestre qué?
Irene: vamos… dese prisa… ya le he dicho que estoy muy
atrasada… no me haga perder más tiempo.. quítese los
zapatos…
Bernardo: ¿¿que me quite los zapatos??
Irene: los zapatos y los calcetines…
Bernardo: señorita…
Irene: ¡¡¡no discuta!!!! (da unos pasos hacia el ventanal)
Bernardo: (resignado) bueno… es tan difícil encontrar un piso
barato… (quitándoselos) ya está…
Irene: (volviendo) y los calcetines… muéstreme sus pies.
Bernardo: ¿¿para que quiere ver mis pies?? ¿Usted es pedicura?

38
¿Usted viene por el anuncio?

Irene: (con sorna) oh.. ¡qué gracioso!... ¿es un chiste?...


Bernardo: bueno, le mostraré mis pies… ya que insiste… pero le
aseguro que me da vergüenza… (se quita los calcetines
del pie izquierdo)
Irene: supongo que es la primera vez que le muestra los pies a
una mujer…
Bernardo: no… pero una revisión, así, en detalle… no es común…
Irene: (examinando) el izquierdo está bien…
Bernardo: a propósito señorita… ¿tiene cocina a gas?
Irene: sí… ¿por qué?
Bernardo: para saber…
Irene: oiga, si sigue con esa lentitud, llegará la noche y no
habremos hecho nada. Tratemos de hacer algo esta tarde,
aunque más no sea unos pincelazos… después dejamos y
lo invito a cenar… mañana nos volvemos a encontrar y
le metemos duro y parejo toda la tarde…
Bernardo: (que no sale de su asombro) la verdad… no se que
decir…
Irene: ¿por qué?... ¿le cansa?
Bernardo: no, no es eso…
Irene: entonces, muéstreme el derecho.
Bernardo: ¿qué derecho?
Irene: el pié.
Bernardo: ah.. (quitándose el calcetín, levanta la pierna) aquí tiene
el derecho.
Irene: mueva los dedos…
Bernardo: por si le interesa le diré que en el dedo chico tengo un
callito que cuando hay tormenta me hace sufrir mucho…
Irene: bien… a ver el izquierdo… (Bernardo muy solícito
levanta la pierna izquierda quedando con los dos pies en
alto)
Bernardo: ¿muevo los deditos?

39
¿Usted viene por el anuncio?

Irene: no… no hace falta… ¡está muy bien!


Bernardo: ¡me alegro que sean de su agrado! ¿Puedo volver a
calzarme?
Irene: de ningún modo.
Bernardo: es que ahora me gustaría visitar el piso.
Irene: ¿por qué?
Bernardo: y…
Irene: (cortando) bueno… si le interesa… y tenemos tiempo,
luego lo veremos… quítese la chaqueta y la camisa…
quiero ver sus pectorales.
Bernardo: no… me da vergüenza…
Irene: pero, dígame, ¿siempre le cuesta tanto trabajo quitarse la
camisa delante de una mujer?
Bernardo: siempre no… pero… soy muy tímido y usted me
cohíbe… me da ordenes… si por lo menos me tratara
con dulzura…
Irene: oh… parece mentira… no lo hubiera creído… usted es
como un niño… (tratándolo como a un niño) no tenga
vergüenza… conmigo es distinto… venga para aquí
malcriado… (lo ayuda a quitarse la chaqueta) quítese el
saquito… y la corbatita (se la saca ella) y muéstreme sus
fuertes pectorales…
Bernardo: no… los pectorales, no…
Irene: pero… que cosa rara… nunca he encontrado una persona
como usted.. y le aseguro que he visto cualquier cantidad
de hombres desnudos… parece mentira que haga tanta
historia por tan poca cosa… si no quería no hubiese
venido.
Bernardo: de acuerdo… pero no pensaba que me iba a encontrar
con una persona tan abierta como usted. (irene le agarra
la nariz con los dedos cariñosamente, la sacude)

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: chiquilín… (él se hace el mimoso, ella le saca la camisa


del pantalón y le palpa el vientre)
Bernardo: me hace cosquillas…
Irene: los abdominales parecen fofos…
Bernardo: (retorciéndose) ay.. déjeme…
Irene: tengo que ver de qué ángulo lo voy a tomar. (cara de
asombro de él) no ponga esa cara de asustado. Nunca le
he hecho mal a nadie.
Bernardo: lo creo… pero todo esto así… tan de golpe…
Irene: dese vuelta (le saca la camisa lo hace poner de espaldas y
le da dos palmadas, que lo sobresaltan) los dorsales están
un poco mejor…
Bernardo: ¿le parece?
Irene: sí… sáquese la camiseta. (El duda y ella se la saca de un
golpe)
Bernardo: ¡¡no!! (Se la quita y se la pone como cubriéndose los
pechos)
Irene: ahora el pantalón
Bernardo: pero me voy a quedar desnudo…
Irene: es lo que yo quiero…
Bernardo: ¿aquí?... ¿en medio del living?
Irene: si… y nos instalaremos allí… en ese sofá!
Bernardo: ¿¿¿cómo??? (la mira con cara rara)
Irene: sí. Quítese el pantalón. Desvístase totalmente.
Bernardo: todo desnudo… desnudo… desnudo?
Irene: ¿¿pero en qué idioma hablo?? Acuéstese y relájese
bien… si se pone tenso no me sirve…
Bernardo: ¿cómo?
Irene: recuenrde que está en un festín…
Bernardo: ¿¿¿¿¿en un festín??????

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: por su puesto… y no ponga cara de esclavo… no se


olvide que está liberado… lo quiero bien relajado…
revolcándose en el vicio… bien lujurioso, ¿está claro?
Bernardo: clarito… usted si que no tiene complejos, eh?
Irene: ¡no!... ¡en absoluto!
Bernardo: se nota… ¡es la primera vez que me encuentro con una
mujer como usted!
Irene: ¡de verdad?
Bernardo: ¡se lo aseguro! Mujeres como usted no se encuentran
todos los días…
Irene: ¿quiere decir, que le agrado?
Bernardo: mucho…
Irene: me alegro… bueno desvístase!
Bernardo: (señalando el pantalón) y bueno, me largo… me lo quito.
Irene: me parece bien (va a su habitación mientras él se saca el
pantalón. Vuelve con una túnica blanca muy corta
prendida de un solo hombro. La túnica lleva en la parte
de abajo un galón dorado, como algunas pantallas)
Póngase esta túnica (se la da)
Bernardo: oiga… oiga… oiga…
Irene: ¿qué?
Bernardo: ¡usted tiene ideas raras!
Irene: ¿por qué? Si no se pone la túnica no podrá hacer nada…
Bernardo: ¡¡¡que mente retorcida!!! Lo que es a usted, franqueza no
le falta… ¿eh?
Irene: (impaciente) vamos, póngasela..
Bernardo: ¿pero qué voy a hacer yo metido dentro de esto?
Irene: no se preocupe. Yo tengo suficiente imaginación.
Bernardo: ah, eso sí. Imaginación no le falta…
Irene: no discuta más…
Bernardo: (señalando la túnica) entonces.. a la romana..?
Irene: si.

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¿Usted viene por el anuncio?

Bernardo: le confieso que antes me hubiera gustado visitar el


piso…
Irene: (cortándole) ¡qué idea fija! Lo visitará después… cuando
terminemos…
Bernardo: ¿estamos solos, verdad?
Irene: si… ¿pero eso qué importancia tiene?
Bernardo: oiga… oiga… oiga…
Irene: (impaciente) ¡¡vamos…!! Vamos, chiquito..
Bernardo: bueno, bueno… (se pone la túnica, queda ridículo. Irene
retrocede y lo observa unos instantes de distintos
ángulos)
Irene: las pantorrillas son un poco delgadas… amiguito… hay
que cuidar más el material de trabajo.
Bernardo: ¿cuidar qué?
Irene: su cuerpo.
Bernardo: ¿le parece que mi cuerpo es material de trabajo?
Irene: ¿usted no lo cree así?
Bernardo: a decir verdad, nunca había pensado en mi cuerpo desde
ese ángulo…
Irene: bueno.. Inclínese…
Bernardo: (inclinándose hacia adelante) ¿así?
Irene: no… hacia atrás… arqueado.
Bernardo: ¿quiere que me arquee?
Irene: si. (Bernardo echa la cabeza hacia atrás y se arquea.
Irene le da una palmada en el vientre y él se sobresalta)
el vientre sobresale demasiado.. acuéstese ahí, en el
sofá…
Bernardo: no… me da vergüenza… hay mucha luz…
Irene: la luz la apagamos…
Bernardo: menos mal.
Irene: y colocaremos un foco que ilumine justo el sofá.

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¿Usted viene por el anuncio?

Bernardo: ¡peor todavía!... (se acerca) oiga… por qué no vamos a


su cuarto.. sería más íntimo…
Irene: mi cuarto es muy chico…
Bernardo: no se necesita mucho espacio…
Irene: no, necesito campo para retroceder… tengo que tomar
distancia para verlo bien…
Bernardo: (se pone de pie) oiga… oiga… oiga…
Irene: ¿qué? (Bernardo la mira sin contestar, está dispuesto a
atacar)
Bernardo: es terrible usted.. (Bernardo la mira con sensualidad y
avanza un paso) terrible… (se acerca más, la mira y
luego se decide, le rodea la cintura con sus brazos)
terrible..
Irene: ¿¿qué hace?? (el la apreta más) suélteme…
Bernardo: ah, no… ahora no…
Irene: ¿pero que le pasa?
Bernardo: le estoy tomando el gusto…
Irene: déjeme… (Señalando el sofá) y acuéstese ahí…
Bernardo: con usted si, si no… ¡no!
Irene: ¿conmigo?
Bernardo: sí. Venga con su toque romántico bonito…
Irene: ¡¡usted está loco!!
Bernardo: (agarrándola) por usted…
Irene: vamos… vamos… no se haga el loquito conmigo…
Bernardo: he hecho todo lo que usted quería… tengo derecho a
elegir el dormitorio en lugar de quedarme aquí en el
living.
Irene: ya le he dicho que mi habitación es demasiado chica…
Bernardo: ¿pero la cama será lo bastante grande, verdad?
Irene: no sea grosero.
Bernardo: no lo soy. Yo le obedecí en todo. Ahora hágame caso a
mi.

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: un momento… un momento… aquí hay algo que anda


mal…
Bernardo: (contento) al contrario… todo anda bastante bien…
Irene: aclaremos una cosa… ¿usted vino por el anuncio,
verdad?
Bernardo: sí…
Irene: entonces no proteste ni se queje… ¡obedezca! (entra en
su cuarto. El la sigue, cuando llega a la puerta choca con
ella que sale)
Póngase este casco y acuéstese en el sofá, como le dije
(le entrega un casco de gladiador)
Bernardo: ah, no, yo no me pongo eso… con ese cazo en la cabeza,
no voy a poder moverme…
Irene: usted no tiene que moverse… tiene que quedarse
quietecito… para que yo lo capte bien…
Bernardo: ¡oh! ¡¡Esto es una locura!!!
Irene: pero… dígame, señor… ¿usted vino o no vino por el
anuncio?
Bernardo: (gritando) s¡í! Vine por el anuncio, pero hay ciertas cosas
que… (se arranca la túnica y queda en calzoncillos, con
el casco puesto)
Sofía: (saliendo de su habitación) ¿usted vino por el anuncio?
Bernardo: ¡¡siii, vine por el anuncio!!
Sofía: ¿y qué hace desnudo?
Bernardo: (señalando a Irene) ¡ella me obligó!
Sofía: ¡¡oh!! (mirando a Irene) ¡que vergüenza! ¡Esto es el
colmo! ¡Robarme los clientes!
Irene: pero... ¿usted no vino a posar..?
Bernardo: no…
Irene: (arrancándole el casco) entonces, váyase al diablo…
(sale furiosa)

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¿Usted viene por el anuncio?

Sofía: (a Irene) ya me las pagarás… venga señor… venga


conmigo a mi habitación… (le señala su cuarto)
Bernardo: ¿¿pero en qué casa me he metido??
Sofía: allí estaremos más tranquilos…
Bernardo: sí... sí… esa mujer me pareció medio torturadora…
Sofía: es una loca… (mientras van caminando) yo comienzo
siempre, por la teoría…
Bernardo: ¿y la práctica?
Sofía: la práctica vendrá después…
Bernardo: ¡¡otra torturada!! (salen, suena el timbre)
Irene: Berta… han llamado…
Berta: esto ya no es una casa.. Es un manicomio..
Irene: berta... ¿Sofía esperaba a alguien?
Berta: creo que a un alumno.
Irene: ¡¡ah!! (Timbre)
Berta: discúlpeme, voy a abrir…
Irene: no, voy yo… esta vez es para mí…
Berta: bien (mira a su alrededor) ¡mas ropa masculina!
(mientras la recoge) dentro de poco mi cuarto va a
parecer el guardarropa de un teatro… (mutis con la ropa)
Juan: (desde adentro) vengo por el anuncio…
Irene: pase… lo estaba esperando. (Entra Juan seguido de
Irene) llega con bastante atraso…
Juan: ¿no me diga?... vine “pretíssimo y allegreto” (ríe)
Irene: dispongo de poco tiempo… desvístase enseguida. (Juan
se vuelve a mirar como si hubiese hablado a uno que está
detrás de él)
¿Qué busca?
Juan: ¿a quién le hablaba? (ríe)
Irene: a usted.
Juan: ¿a mi?
Irene: si.

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¿Usted viene por el anuncio?

Juan: ah… que divertido…


Irene: desvístase…
Juan: ¿¿yo?? Que me desvista… ¿¿yo??
Irene: si, usted…
Juan: pero.. que divertido… no esperaba esto… (ríe)
Irene: no va a empezar a discutir, ¿no?
Juan: no… como voy a discutir, si me parece bestial… (ríe)
Irene: bueno… solo le pido un chispa de nteligencia en la
mirada.
Juan: ¿y usted cree que bastará con una chispita?
Irene: yo pondré lo demás… extraeré el máximo de ella…
Juan: ¡bestial!
Irene: ¡desvístase!
Juan: ¿ya?
Irene: sí. (Entra a su habitación. El se saca el pantalón y la
remera y queda con un calzoncillo roas, bastante
femenino. Irene vuelve con la túnica) póngase esta.
Juan: (mirando la túnica) ¡oh! ¡Que maravilla! ¿Y para qué?
Ahh, comprendo lo que propone…
Irene: no le pido tanto… no se esfuerce…
Juan: agarré, agarré… usted se remonta a los orígenes… toma
el problema desde la base, comienza por la rítmica…
¡me parece bestial!
Irene: (sin comprender) ¿por la rítmica? Bueno.. póngase la
túnica…
Juan: regio… (Ella entra en su cuarto, el se pone la túnica
frente al espejo con actitudes muy femeninas. Frente al
espejo se arregla el cabello) ¡me queda bestial! ¡Que me
diría mamá si me viera de túnica! Es evidente que la ropa
es lo importante… crea el ambiente… estos son métodos
modernos… como el audiovisual… lo encuentro

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¿Usted viene por el anuncio?

bestial… no hay nada que hacer, el modernismo


avanza… (Vuelve a Irene) ya estoy, ¿que tal?
Irene: ¿a ver…? Perfecto.
Juan: ¿le parece?
Irene: sí. Póngase esto.
Juan: ay… no… con eso voy a parecer un hombre… (ríe)
Irene: ¿no, por qué?
Juan: bueno, como quiera… (irene vuelve a su habitación. El
se coloca frente al espejo) bestial… no quiero ni pensar
lo que diría papá si me viera…
Irene: (volviendo) tome esto. (le da un escudo que ha traido)
Juan: ¿qué es eso? Ah.. un escudo… pero qué divertido…
Irene: quítese los mocasines… (Juan con los mismos pies arroja
los mocasines uno por vez, muy femeninamente)
Juan: ya está
Irene: acuéstese ahí… (señala el sofá. El se acuesta, ella lo
palpa) pero usted… no es muy llenito…
Juan: no, soy más bien vasiíto… (rie) estoy a dieta… como por
puntos…
Irene: ¿a ver los bíceps?
Juan: casi no tengo bíceps,
Irene: realmente, la naturaleza no ha sido muy pródiga con
usted e materia de músculos…
Juan: ¿encuentra?... (ríe) le diré que me doy masajes…
Irene: parece completamente amorfo.
Juan: ¡ay… que grosera!
Irene: (lo observa) ¿qué puedo hacer con esto??... (le mira las
piernas)
¿Pero no tiene pantorrillas?
Juan: ¿tampoco?
Irene: no…
Juan: según usted, ¿qué me queda?

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¿Usted viene por el anuncio?

Irene: los pies… lo único que están bastante bien son los pies.
Juan: algo es algo (ríe)
Irene: me las tendré que arreglar para que quede en primer
plano.. tengo una idea, incorpórese… (el se sienta)
levante una pierna.
Juan: ¿así?
Irene: más alto…
Si.. ahora la otra.. (lo hace y pierde el equilibrio)
Juan: pierdo el equilibrio…
Irene: apóyese en el respaldo… eso me evitará ver su cara, que
es muy inferior a sus pies.
Juan: qué chocante es usted…
Irene: levante las dos piernas…
Juan: ¿así?
Irene: sí.
Juan: (lo hace) ¡ya está!
Irene: ¿ve? Así mantiene el equilibrio…
Juan: si, pero con esta postura… ¿a dónde vamos?
Irene: a ninguna parte… usted se queda ahí y posa.
Juan: ¿poso? Perdóneme, pero esta postura me tumba…
Irene: tiene razón. Creo que estaría mejor si estuviera acostado
en mi cama…
Juan: ¿en su cama? Me parece bestial…
Irene: vamos…
Juan: ¡bestial! Lo que se divertiría el abuelo si me viera con
usted en la cama… ( ella lo empuja a su habitación.
Entran. Lili abre la puerta y empuja a Espartaco, éste sale
agarrándose la cintura)
Lili: ahora que puede tenerse de pie salga de mi habitación.
Ya no puedo más. Hace una hora que lo estoy
masajeando. (llamando) ¡Bertaaa!
Espartaco: no es culpa mía si me dio el calambre…

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¿Usted viene por el anuncio?

Berta: (entrando) ¿llamó señora?


Lili: ocúpese de este hombre…
Berta: otro… Ya tengo uno señora… (lili entra a su habitación
y cierra la puerta) ¿ya puede pararse?
Espartaco: sí… pero todavía me duele… ¡masajéeme un poquito!
Berta: ¿más?
Espartaco: sí, la espalda.
Berta: ¿así?
Espartaco: sí… buena musculatura, ¿eh?
Berta: formidable… (con admiración). Lástima que tenga
calambres. (contempla extasiada el cuerpo del hombre.
El se vuelve y advierte la actitud de ella y se dispone a
sacar partida). Qué buena musculatura…
Espartaco: usted también tiene un buen cuerpo…
Berta: (coqueta) ¿usted cree?
Espartaco: soy un gran conocedor. A ver… dese vuelta… tiene un
posterior de primer orden…
Berta: (se cotonea) ¿le parece?
Espartaco: ¡es de campeonato! (Le da una palmada en la cola)
Berta: ¡¡epa!! (le da una cachetada)
Espartaco: no lo tome mal… hablo científicamente…
Berta: ahh... si es así…
Espartaco: y qué buenos pectorales…
Berta: ¿le parece?...
Espartaco: si. El derecho tan bueno como el izquierdo.
Berta: (le da una bofetada) cuidado, ¿eh?
Espartaco: hablo científicamente.
Berta: ah... si es así…
Espartaco: las pantorrillas también están muy bien…
Berta: porque ando mucho en bicicleta.
Espartaco: sáquese los zapatos… (berta saca un pié del zapato y se
lo tiene)

50
¿Usted viene por el anuncio?

Berta: P.P.S…. perfecto, ¿verdad?


Espartaco: me parece que usted y yo acabaremos por entendernos…
Berta: lo que yo quiero es casarme (haciendo pucheritos) puse
un anuncio buscando marido y no vino nadie… ¡con lo
bien que cocino!...
Espartaco: en estos tiempos de happiness no basta cocinar para
encontrar marido…
Berta: ah... ¿no basta?
Espartaco: no… hay que ser “pop”, usar minifalda,
mostrar…mostrar todo lo que se tiene…
Berta: ¿hay que mostrar?
Espartaco: ahora, no se pierde tiempo con recetas de cocina… se va
más rápido al grano. A ver, quítese el vestido…
Berta: ¿usted habla científicamente, no?
Espartaco: claro…
Berta: ah, bueno… (Quitándose la prenda) ¡ya está! (es como si
no se hubiera quitado nada. Tiene puesta otra prenda que
la cubre lo mismo que la anterior)
Espartaco: ¿y eso qué es?
Berta: una enagua…
Espartaco: ¡oh!.. quítesela.
Berta: ¿científicamente hablando, no?
Espartaco: sí.
Berta: ah, bueno. (se la quita) ¡ya está! (tiene puesta otra
prenda)
Espartaco: ¿tiene otra?
Berta: sí al viso…
Espartaco: no por favor… quítese eso también…
Berta: bueno (se la quita y lleva puesta otra)
Espartaco: pero usted no es una mujer, es una cebolla.. ¿qué es eso?
Berta: me gusta la lencería… y como me pienso casar, llevo
puesto el ajuar… ¿le gusta la combinación?

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: no, esta combinación no camina… (se acerca con


intención de sacársela) fuera la combinación… (Berta da
un paso atrás y le da un puñetazo en el vientre que casi
moquea, el se agarra la barriga) ¡Aay!...
Berta: pero que te habías creído… ¡avívate! Qué me iba a
desnudar delante suyo… mis perfecciones se las
mostraré al que se case conmigo… (recoge su ropa) tú
vete a cuidar los calambres... (se va por la puerta de su
habitación)
Espartaco: (hacia la puerta) no se vaya, espere… (Berta le da un
portazo en la nariz. Irene saca a Juan de un empujón.
Sale como tirado y va a caer en brazos de Espartaco)
Irene: ¿¡¡por qué no me dijo antes que no venía por el
anuncio!!? (cierra la puerta)
Sofía: (aparece dándole un empujón a Bernardo) pero que se ha
creído… ¡¡¡que hace aquí si no vino por el anuncio!!!
(cierra de golpe la puerta)
Bernardo: le estoy diciendo que sí… que vine por el anuncio…
Espartaco: (avanza hacia Bernardo) no señor, el que vino por el
anuncio soy yo…
Bernardo: (viendo a Juan de túnica) ¿y esto que es?
Espartaco: es lo que yo pregunto…
Bernardo: ¿usted vino por el anuncio?
Juan: sí señor.
Bernardo: (mirándolo de arriba abajo) ¡veo que para conseguir piso
acepta usted peticiones de una inmoralidad escandalosa!
Juan: (gritando) no le permito, caballero…
Espartaco: un momento, ¡el que vino por el anuncio, soy yo! (oscar
entra por segundo término izquierdo un poco alegre
todavía)
Oscar: ah, no… por el anuncio vine yo…

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¿Usted viene por el anuncio?

Espartaco: despacito… vamos a aclarar.. ustedes no tienen carnet


del sindicato, no se pueden presentar.
Oscar: yo me niego a afiliarme.
Juan: yo ya estoy afiliado…
Espartaco: ¿usted? (lo mira) ¿en qué sindicato está afiliado usted?
Juan: qué le importa a usted… (da unos pasos y vuelve) soy
afiliado y además estoy psicoanalizado… “mersún”…
(da media vuelta)
Espartaco: ¿qué ha dicho?
Juan: (achicándose) nada…
Oscar: ¡¡yo estoy orgulloso de no pertenecer a ningún
sindicato!!
Espartaco: ¿entonces son aficionados?
Juan: (alegre) yo sí…
Espartaco: ¿a qué?
Juan: soy diletante.
Espartaco: ¿le cambiaron el nombre?
Juan: ¡ah! (hace un montón de desprecio y se sienta en el sofá
cruzando las piernas y arreglándose la túnica)
Espartaco: (lo mira un instante y luego se dirige a los otros) de
modo que no están afiliados… y están en calzoncillos…
dispuestos a posar… ¡esto les va a costar muy caro…!
Juan: está bien… (se vuelve a sentar) ¡qué hombre bestial!
Espartaco: (lo mira) pero digo yo… ¿de que nacionalidad viene a
ser este tipo? (luego se dirige a los otros) señores no
hablemos más aquí, el único profesional soy yo… los
demás sobran… (Lili sale de su cuarto)
Lili: (viendo a los cuatro hombres desnudos) ¡oh!... ¡oh!...
¡¡oh!!... ¿Cuatro hombres desnudos en mi casa?... ¡¡esto
es increíble! ¿Señores puedo preguntarles qué hacen en
mi casa, desvestidos… así?...

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¿Usted viene por el anuncio?

Oscar y Bernardo: (a un tiempo) ¡yo vine por el anuncio! (se


miran)
Juan: (de pie) no les haga caso señora… yo vine por el
anuncio…
Espartaco: (cortando) ¡por el anuncio vine yo!
Sofía: (saliendo de su habitación) ¿dónde está el que vino por el
anuncio?
Irene: (saliendo de la habitación) ¿quién vino por el anuncio?
Juan, Oscar, Bernardo, Espartaco: (a un tiempo) ¡¡¡¡YO!!!!
Berta: (entra vestida) ¿qué sucede señora?
Lili: ya lo ve. Cuatro hombres desnudos que dicen que han
venido por el anuncio clasificado…
Oscar: yo vine por el anuncio sentimental.
Berta: ¿qué? (lo toma de un brazo) entonces este es el mío…
señora, yo puse un anuncio clasificado buscando marido.
Oscar: (le da el ramo que está sobre la mesa) me alegro que sea
usted.
Berta: (a Oscar) venga, venga conmigo… (Lo lleva a su cuarto)
Lili: pero, entonces, ¿cuántos anuncios hay?
Juan: ¡qué equívoco bestial! ¿No encuentra? Yo vine para
tomar lecciones de piano.
Sofía: ¿usted?... ¡es mío! (llevándolo a su habitación) venga por
aquí… le diré… la primera lección, yo empiezo siempre
por la teoría… (Espartaco se agarra la cabeza)
Juan: bestial, ¿y cuando podré tocar?
Sofía: ¿tocar? Más adelante…
Juan: ¿más adelante? Bestial… qué divertido, si abuela me
viera en esto… (Salen)
Espartaco: yo soy Espartaco.
Irene: (ejecutiva) para mí.
Espartaco: mire que pectorales… y cuando muestre el dentelete…
se va a quedar bizca…

54
¿Usted viene por el anuncio?

Irene: no me haga perder tiempo. (Llevándolo a su habitación)


por aquí…
Bernardo: y yo… si no es mucho pedir… me gustaría visitar el
piso…
Lili: (cortando) entonces usted es el mío…
Bernardo: (disparando en calzoncillos) ah, noo…
Lili: (corriendo detrás) yo soy la que alquila el piso…
Bernardo: ah, bueno… dígame, tiene cocina a gas?
Lili: por su puesto… y tiene calefacción central… dos
entradas y trastero… (Señala su habitación antes de
entrar él se detiene)
Bernardo: ¿me permite, antes de acompañarla a visitar el piso me
ponga el pantalón?
Lili: si lo prefiere…
Bernardo: prefiero… (Entran a la habitación de Lili. Sale Berta con
minifalda muy exagerada. Trae una maleta en la mano,
viene del brazo de Oscar, que viene vestido con abrigo y
sombrero puesto. Al salir estornuda. Trae el ramo de
flores en la mano. Van a salir. Berta se detiene, le da la
maleta a Oscar)
Berta: un minuto, consorte mío… (va al teléfono y marca un
número)
Hola… anote, por favor… S.N.C.P.T.S (a Oscar) la
abreviatura… (Oscar va a contestar y estornuda)
“se necesita criada para todo servicio”… no hay nada
que hacer… los anuncios por palabras, son un fenómeno.
(Mientras sigue hablando con él, cae el telón).

FIN

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