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MÉTODO EULERIANO.
Para este método se monitorea el flujo en un punto específico. La ventaja sobresaliente es,
por supuesto, el hecho de que se puede instalar un aparato autoregistrador por un largo
período de tiempo; sin embargo, las mediciones eulerianas tienen sus desventajas.
A menos que se despliegue un gran número de correntómetros sobre una región costera y
obtenga registros simultáneos, es imposible observar líneas de flujo, y por lo tanto, un simple
“mooring” no dará el dato necesario para estudiar un problema dado.
Algunos de los instrumentos que emplean el método Euleriano son los ADCP (Acoustic
Doppler Current Profiler), los cuales transmiten impulsos acústicos a la columna de agua. Las
partículas en suspensión que arrastran las corrientes provocan ecos que se escuchan con el
instrumento.
Los Ecos más profundos se asignan a las profundidades. Esto permite al ADCP formar perfiles
verticales de velocidad de corriente que se mueven hacia el instrumento y responden con
frecuencias diferentes, que las que se alejan. Este “efecto Doppler” acústico, hace posible
medir la velocidad de la corriente y su dirección de forma muy exacta.
MÉTODO LAGRANGIANO:
Para este método se puede utilizar cualquier objeto que pueda ser arrastrado por las
corrientes superficiales.
Se pueden emplear objetos tan sencillos como cubetas a las cuales les colocan un GPS con
el fin de poder obtener la trayectoria de la corriente en un intervalo de tiempo. Sin embargo,
este tipo de objetos es afectado por viento y oleaje lo que influye en el vector resultante de
dirección, es por ello que se empezó a emplear el uso de derivadores en forma de cruceta.
Los paneles de las crucetas quedan situadas por debajo de la superficie del agua lo que
disminuye el arrastre por viento y aumenta el arrastre debido a las corrientes marinas.