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I. Introducción
El presente texto busca abrir la discusión sobre el tratamiento y significado del Paisaje en
diferentes momentos y espacios de Lima Virreinal, siendo consciente que es un tema poco
tratado, no pretende agotar las posibles fuentes de información al respecto del mismo, sino
más bien generar nuevos puntos de interés, que puedan constituirse en temas de investigación
posterior.
Nos interesa determinar no solo los vínculos con el tema tratado si no develar desde donde
lanzan sus pociones teóricas los autores, cual es su ideología, cuales son la fuentes consultadas,
y resaltar sus sesgos descriptivos interpretativos, ademas buscamos establecer un análisis
comparativo de los diferentes enfoques que se manejan y establecer conclusiones así como
determinar las probables ausencias temáticas.
siendo un momento culminante las reformas urbanas borbónicas del siglo XVIII, que dieron
un nuevo impulso a las intervenciones paisajistas en la ciudad Considerando que la fundación
de Lima, respondió a una lógica urbana basada en la aplicación racional de una cuadricula que
se superpuso a los sistemas naturales pre existente. Es sumamente importante encontrar los
periodos en la historia de la Arquitectura que se constituyen como puntos de quiebre de esta
implantación urbana en favor de aportar nuevas sensibilidades a de afinidad a esta relación
dialéctica de Arquitectura y Paisaje.
II. Apuntes sobre el paisaje de Lima Colonial
Carmen Pena López en su texto Paisajismo e identidad. Arte español nos hace un análisis
interpretativo, sobre el tema, aporta una definición de paisaje como medio de expresión del
Artista y herramienta fundamental para como construcción de identidad, Nos dice que el
paisaje es el resultado de la mirada humana, sobre un espacio ambiental, la naturaleza existe sin
el hombre, el paisaje no, delata sentimientos e ideas de los artífices que intervienen en ella,
escultores, artistas, Arquitectos. La idea que el paisaje es una proyección de sentimientos e
intenciones tendría su clima en la pintura y literatura del romanticismo, del siglo XVIII, en las
ideas de lo pintoresco y lo sublime, adquiriendo el paisaje un protagonismo estético.
Cada paisaje o fragmento del mismo, tiene un sentido del tiempo, aun teniendo una cualidad
principalmente espacial, es en esencia imagen de la historia de ese espacio.(Pena López 2010)
Lo pintoresco se consolidad como concepto en las teorías de arte a partir de los escritos de
Willian Gilpin a fines del siglo XVIII, paso a ser identificado como una categoría estética que
oscilaba entre lo bello y lo sublime.
Gilpin, describe el paisaje Ingles, aproximándolo a los principios generales de la pintura, donde
reconoce la infinita variedad de colores y formas que puede proporcionar la naturaleza virgen,
pero que pocas veces llega a producir un conjunto integralmente armonioso, siempre hay algo
que no debería ser como es. De este modo lo pintoresco adquiere valor normativo
Es conocido que en los viajes turísticos a Inglaterra, se difundían al viajero no solo los lugares
de interés público, sino también sus puntos de observación. Surge el turismo pintoresco
como experiencia estética controlada. Y lo pintoresco constituye un camino para domesticar lo
desconocido y reorganizar lo desestructurado. La expresión artística proporciona un
instrumentó mediador para reacomodar la realidad de acuerdo a cánones preestablecidos.
Cuando Rugendas llega a Lima encontró una serie de motivos ya establecidos por otro autores
, en el campo de la Pictórica entre ellos Pancho fierro. Se habían recogido imágenes de Lima y
el rio Rímac desde la alameda, imágenes del repertorio arquitectónico y situaciones de la vida
callejera, las imágenes de las tapadas o escenas de la vida conventual
En Lima Rugendas recapitulo con sus dibujos, áreas temáticas bien conocidas y además un
viaje al altiplano, donde hizo anotaciones del barroco andino, encontrando valiosos registros,
observa detalles puntuales denotando un interés especial por este lenguaje artístico de
características regionales, a pesar que en ese momento en el mundo occidental el barroco había
sido superado por el neoclásico, Rugendas persiste en admiración por el barroco.
Otro campo de interés fue la representación del pasado pre hispánico donde se sirvió para
ilustrar una serie de monumentos entre ellos ollantaytambo.
Rugendas, al llegar al final de su expedición or América, había conseguido armar una serie
guion temático, sobre los más diversos aspectos de temas vinculados a su geografía y a sus
habitantes, una obra dedicada a América pintoresca, que modelo de acuerdo a sus expectativas
y necesidades.(Pablo Diener, 2007)
Nos interesa ilustrar como se está construyendo el ideario estético paisajista a partir del
cuestionamiento del modelo dicotómico del urbanismo virreinal, entre la Naturaleza y Artificio
y la repercusión de dicho ideario en la construcción de nuevas prácticas de la Arquitectura y
paisaje
Gabriel Ramón Joffre. Y su texto “La plaza, Las Plazas, Las Plazuelas: Usos del espacio
público en Lima Colonial”
El Autor nos cuenta su interpretación critica a manera de Micro historia de cómo la sociedad
colonial Limeña, se relacionaba con el rio Rímac y con los paisajes ribereños, y nos relata
cuales eran los significados de los imaginarios que de esta relación de tención fluctuante que se
producían en los Siglos XVI – XIX.
La noción del ámbito ribereño que se relacionaba con lo peligroso, nocivo y de evacuación de
lo residual del valle y la urbe limeña duro hasta fines del siglo XVIII, donde paso a una visión
dual, por una parte la visión comentada continuo viéndose como un elemento peligroso para la
ciudad, se empezó a reconocer las propiedades benéficas que podría brindar la ciudad como
instrumento que propiciaba salubridad y recreación para sus habitantes.
Bonilla Di Tolla Enrique, y otros. Guía de Arquitectura y Paisaje - Lima y el Callao. Junta de
Andalucía –URP, 2009
A diferencia del esquema de ciudad abierta, la muralla fijó límites definidos. La trama se
ordeno a partir de caminos que unían el área urbanizada con las nueve puertas de la ciudad: de
Monserrate, del Callao, de San Jacinto, de Juan Simón, de Santa Catalina, de Cocharcas, de
Barbones, de Maravillas y de Martinete. La muralla propicio así ejes prioritarios y relativamente
irradiados que después se fueron rellenando al interior del recinto.
Además del confinamiento de la muralla, otro factor que limitaba el crecimiento de Lima
fueron los terremotos
que obligaron durante su historia a la reconstrucción de la ciudad. Uno de los más cruentos se
produjo en donde un fuerte movimiento sísmico destruyo casi totalmente Lima y fue seguido
de un maremoto (tsunami) que desapareció el Callao Colonial. La ciudad tuvo que ser
reconstruida de sus escombros y adquirió esa fisonomía tan particular que se proyecto al siglo
XIX e inclusive el XX.
Quizá uno de los que más gravito en el embellecimiento de Lima fue el virrey Manuel Amat y
Junyent, que influido por las ideas de la Ilustración y del Rococo Francés, realizo obras
públicas, como el Paseo de Aguas, la remodelación de la Alameda de los Descalzos y la
construcción de la Plaza de Acho. Todas estas obras se desarrollaron en el sector de San
Lázaro o Abajo El Puente, que hoy conocemos como el Distrito del Rímac. Más tarde otro
ilustrado de gusto neoclásico, el Presbítero Matías Maestro, proyectara extramuros de la ciudad
el primer Cementerio, (Bonilla Di Tolla, 2009)
Lima fue trazada como todas las ciudades españolas; manzanas en damero y una plaza central
cuadrada, cerrada: la Plaza de Armas. Allí se levantó el Palacio del Virrey, la Catedral, el Palacio
Arzobispal y el Cabildo. Por su clima templado, sin cambios bruscos ni lluvias, por su paisaje
arcilloso, desértico, y sus primeros habitantes compuestos en su mayoría de andaluces, Lima
tomó desde un principio la fisonomía de una ciudad musulmana. La construcción de grandes
paredes de adobe, lisas y coloridas, tuvo tres lujos exteriores: las amplias portadas señoriales, la
ventana de hermosas rejas y los balcones de madera tallada como galerías salientes y
suspendidas. Balcones de modalidad única en América y que tienen por modelo los
mucharabíes del Cairo, de Damasco o de Alepo. Estos balcones, aislados o en largas hileras,
son una de las características más pintorescas de las viejas calles de Lima. Pero la riqueza
arquitectónica de la ciudad no consistió, precisamente, en la casona solariega de amplios pare-
dones, sino en sus innumerables templos y conventos.
Entre los siglos XVII y XVIII Lima llegó a su apogeo, los edificios religiosos se multiplicaron y
adquirieron su máxima categoría, Las iglesias, monasterios y viejas casonas reflejan hoy, a pesar
de los numerosos terremotos y restauraciones que han sufrido, todo el carácter de sus pasadas
épocas. Los modelos renacentistas del siglo XVI y principios del siglo XVII no son muy
numerosos, sin embargo están intactas algunas bellas portadas como la de la Catedral, el
Imafronte de San Francisco, la portada de la Casa de Pilatos, etc. La arquitectura barroca del
siglo XVII y principios del siglo XVIII fue la arquitectura limeña por excelencia; las
modalidades del barroquismo andaluz y del churrigueresco se mezclan, con medida y gracia, a
los caracteres locales de la raza indígena, a las formas de los materiales arcillosos de
construcción, a la placidez y holgura del medio y al clima que permite la exposición a la
intemperie de una arquitectura de volúmenes blandos y de fina carpintería.
Al hablar anteriormente de los templos, éstos no pueden considerarse sin los conventos en que
la magnitud de los patios y riqueza decorativa causa la más grande admiración. Soberbios
azulejos del siglo XVII cubren los altos zócalos de los claustros y arquerías mudéjares,
desarrollando su elegante ritmo en esos espacios abiertos, quietos y floridos que evocan po-
derosamente los siglos pasados.
Fue en las residencias señoriales, cuya lista podría ser muy extensa, tiene interés la casa
corriente de la colonia; de un solo piso, que forma calles típicas de paredones llanos, de
portadas sencillas y de ventanas batientes salientes y forjados. Sobre esas casas, surgiendo de
las azoteas un tipo de ventana tan antiguo como la fundación de Lima, especie de claraboya
llamada "teatina".
Si a esta fisonomía y sabor artístico de conventos, templos y casas, se agregan obras de otro
orden pero del mismo carácter como el Paseo de Aguas, el Puente de Piedra, de estructura
romana, la Plaza de Toros, cuyo redondel es uno de los más antiguos del mundo, la Alameda
de los Descalzos, la Sala del Tribunal de la Inquisición, con las viguerías más ricamente talladas
de la colonia, se comprenderá la atracción que tiene la ciudad de Lima por su honda y
sonriente personalidad. (Velarde, Héctor, 1947)
Willey Ludeña Urquizo, en sus textos: “Paisaje y Paisajismo Peruano, Apuntes para una
historia critica” y “Concierto Desierto Barroco”
Define las nociones de Paisajes y Paisajismo, nos revela que no se ha escrito una historia
solida sobre del paisajismo en la historiografía peruana y Latinoamericana que se ocupe de
hacer un análisis crítico a estos temas relevantes. Realiza a continuación una reseña critica
sobre el paisajismo, en cada uno de los periodos históricos: Paisaje Pre inca e Inca, Paisaje
colonial, Paisaje republicano, y paisajismo del siglo XX, termina el texto con serie de
conclusiones planteando básicamente, la complejidad del tema, revelando los pocos y
alentadores avances que se han realizado en nuestro medio, en la Arquitectura y su relación de
afinidad e identificación con Naturaleza y el Paisajismo.
Por tratarse de una ciudad que se constituye como antípoda verde de la esencia árida del
desierto, la ciudad hispánica es, en su radical y exaltada artificialidad, una forma de artefacto
desértico dominado por la lógica ambiental y estética del urbanismo seco de raíz árabe-ítalo-
ibérica. Una forma compulsiva de secularizar el paisaje natural. Este es el urbanismo cuyo
máximo valor –desde los tiempos de Ur, Uruk, Eridu, el Mileto de Tales hasta las
cuadriculadas bastides medievales y la geometrizada ciudad ideal renacentista– provenía de su
capacidad de anteponerse, de la manera más radical posible, como objeto distinto a la esencia
ambiental y morfológica de la incierta naturaleza preexistente. Arquitecturas a pie de vereda,
calles sin árboles, parques urbanos ausentes, plazas con vacíos esculpidos hasta el detalle,
jardines cautivos y enmacetados al interior de casonas y conventos: he aquí parte de los
atributos típicos del paisaje que, como el de la ciudad colonial y luego republicana, se tornaría
con el tiempo más árido y polvoriento. Un preanuncio dramático de lo que vendría luego con
la Lima polvorienta de cientos de barriadas a su alrededor.
La Lima del damero de Pizarro, que luego sería rodeada de una muralla por cerca de 300 años,
no sólo fue en realidad un extraño mecano de casi 214 hectáreas que se sobrepusieron en el valle
del río Rímac vía un violento proceso de extirpación de la naturaleza (de idolatrías), sino
también la cuadriculada superficie desértica convertida en ciudad seca que dio inicio a un
proceso histórico de desertificación desde adentro. (Ludena Urquizo, 2004)
III. Conclusiones
No hace falta realizar análisis demasiados profundos para determinar que el territorio de la
ciudad de Lima presenta una relación esquiva y ajena a las practicas paisajísticas, lo podemos
comprobar observando cual es su relación con el rio Rímac, o comprobando la escases de
áreas verdes en relación a la población de habitantes. Quizás la razones históricas de este
desencuentro entre naturaleza y artificialidad, estén en la Arquitectura y urbanismo practicados
en Lima colonial, por lo cual su análisis nos puede aportar consideraciones para no solo
entender lo que sucededlo en el pasado si no explicar el presente.
El tema específico del Paisaje en Lima Virreinal, es efectivamente como apunta Willey Ludeña
muy poco tratado en los análisis historiográficos, sin embargo se pueden rastrear aspectos
vinculados al mismo tratados por diferentes autores que se ocupan del espacio urbano, las
imágenes ribereñas, los jardines y alamedas pudiendo encontrar un hilo conductor que
podemos desenredar para darle un tratamiento más integral que involucre diferentes
referencias y temáticas.
Los textos de Ramón Joffre y Isaac Saez, desarrollan líneas en común, analizan los usos
sociales de los espacios libres urbanísticos, sea la plaza mayor o los espacios ribereños, siendo
relevante las normativas y prácticas urbanísticas de las autoridades, ejercidas desde el poder,
que tenían como misión fundamental , regular y mantener el orden jerárquico, el espacio
urbano visto como un sistema racional regulado, para tener bajo control a la población,
teniendo muy poca relación con prácticas paisajistas y muy pocas consideraciones con la
naturaleza.
En la pintura fue importante las contribución de los viajeros como Rugendas y otros que
captaron los diferentes accidentes naturales, pero también detalles arquitectónicos
generalmente enmarcados dentro del barroco con rasgos mestizos, en este sentido es
importante la visión de Héctor Velarde que resalto el carácter de la arquitectura limeña como
muy cercana a la estética pintorescas, es decir como paisaje urbano.
Después de revisar los textos seleccionados, nos queda claro que aún queda mucho camino
por delante, se presentan varios temas que podrían ser motivos de investigaciones mas
especificas. Creemos que es fundamental seguir abordando los temas vinculados al paisaje, de
ponernos en sintonía con las nuevas sensibilidades contemporáneas, buscar mejorar e integrar
el espacio urbano de Lima con sus escasas áreas verdes y desiertos.
IV. Bibliografía
3. Willey Ludeña Urquizo, Paisaje y Paisajismo Peruano, Apuntes para una historia
critica. Textos – Arte N° IV, diciembre del 2008, facultad de Arte de la PUCP Lima
Peru, Pag 59 -84
7. Gabriel Ramon Joffre. La plaza, Las Plazas, Las Plazuelas: Usos del espacio público en
Lima Colonial
8. Gabriel Ramon Joffre. En los Arrabales de la civilización, la otra ciudad según los
higienistas del Novecientos.
11. Paisajismo e identidad. Arte español, Carmen Pena Lopez . estudios geográficos vol.
LXXI, 2010, 269 PP505-543
12. Ludena Urquizo, Wiley. Lima: Con-cierto de-sierto barroco. ARQ (Santiago) [online].
2004, n.57, pp. 10-13