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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL


ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERÍA MECÁNICA Y
ELÉCTRICA
DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA EN COMUNICACIONES Y
ELECTRÓNICA: UNIDAD PROFESIONAL “ADOLFO LÓPEZ
MATEOS”

CARRERA: INGENIERÍA
ASIGNATURA: HUMANIDADES V. El Humanismo Frente a la Globalización
SEMESTRE: 9

PROFESORA: DIANA MARINA NERI ARRIAGA

Unidad III: Inserción de México en la Globalización.

El/la estudiante analizará y explicará las condiciones en que se dio la inserción de México a la
globalización y sus consecuencias.

III.1 Impactos de la Globalización en las condiciones de vida.


III.2 La educación como factor de desarrollo.
III.3 La reconsideración del humanismo a través de la educación.
III.4 Ética y valores en una sociedad global.

PROPUESTA DE EVALUACIÓN:

1) Participación 60% consiste en participar directamente en clase a través de la interacción


de los videos y lecturas solicitadas, además de elaborar un taller que será presentado a
través de tres equipos en las fechas correspondientes.
2) Ensayo 40% a partir de varias propuestas alternas al capitalismo como único modelo
económico.

SEMAN PENDIENTE A ENTREGAR TEMAS


A DE
TRABA
JO
13 y 17 Revisar el texto (primera clase) LA GLOBALIZACIÓN Y SU IMPACTO EN III.1
de mayo MÉXICO: ENTREVISTA CON TIMOTHY HEYMAN Impactos de
Marisol García Fuentes: presente en este documento: la
http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103- Globalizació
40141998000300020 n en las
condiciones
Ver este breve video: https://www.youtube.com/watch?v=4KQsKVW18YM de vida.
El futuro de la izquierda y la derecha | Darío Sztajnszrajber |
TEDxRiodelaPlataSalon

OPCIONAL: Revisar el texto: Impacto de la globalización en las sociedades


latinoamericanas: ¿qué hacer frente a ello? Jacques Chonchol (se encuentra
en el presente documento)

SEGUNDA CLASE: (primera parte) Dos videos (la mitad del grupo mirará un
vídeo y se lo compartirá a sus compañeros)
2

1) Eduardo Galeano: "No vale la pena vivir para ganar, vale la pena vivir
para seguir tu conciencia"
https://www.youtube.com/watch?v=ICsnSAyJABY
2) https://www.youtube.com/watch?v=q4rhXPFbbTo Naomi Klein:
"Hay que responder con cambios radicales al capitalismo"
Segunda parte: Lectura necesaria para compartir con el grupo Cómo ser un
anticapitalista hoy, Erik Olin Wright (se encuentra en el presente documento)

Opcional: Revisar el texto: https://www.eldiario.es/theguardian/formas-


vivir-anticapitalista-mundo-capitalista_0_845165921.html Diez formas para
vivir una vida anticapitalista en un mundo capitalista

21, 23, Entrega de glosarios: autores y palabras. La educación


25 como factor
mayo Formar tres equipos de trabajo, cada uno de estos revisará el texto que se de
acompaña al presente, titulado: Tres teóricos, tres movimientos sociales desarrollo.
alternativos y la construcción sociopolítica, del autor: Juan Manuel Ramírez
Sáiz. La
reconsiderac
Se solicita revisar las propuestas teóricas altermundistas de: Raúl Zibechi, ión del
uruguayo; Boaventura de Sousa Santos, portugués; y John Holloway, humanismo
irlandés-mexicano, cada equipo presentará a sus compañeros sus a través de la
reflexiones, pero a través de un taller, por eso se sugiere que educación.
metodológicamente, vean los pasos para esto. El taller de cada equipo debe
durar una hora y tiene que contar como mínimo con una dinámica de
introducción, presentación y objetivos del taller, introducción a la reflexión,
dinámicas de trabajo, recapitulación y cierre.

Empiezo con algunos ejemplos sencillos que se derivan de los siguientes


links:
https://dosideas.com/noticias/metodologias/337-12-consejos-para-hacer-
un-buen-taller

http://awsassets.panda.org/downloads/hacer_talleres___guia_para_capaci
tadores_wwf.pdf

https://www.academia.edu/16743986/Formato_para_la_estructura_de_u
n_curso_o_taller

Para facilitar la dinámica y el desarrollo de la reflexión, te sugiero además


de trabajar los elementos teóricos del texto, revisar para cada autor, alguno
o todos los videos que a continuación se te proponen:

John Holloway
1) Ver el vídeo: Cambiar el mundo sin tomar el poder, El significado de
la revolución hoy
https://www.youtube.com/watch?v=grhXymcGUUM
2) John Holloway y Enrique Dussel / Cambiar el mundo sin tomar el
¿Poder? / Encuentro del Buen Vivir
https://www.youtube.com/watch?v=GRzZVIUqi3Q
3

3) https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37644226
Cherán, el pueblo de México que expulsó a delincuentes, políticos y
policías
4) Documental - Cherán, tierra para soñar
https://www.youtube.com/watch?v=DnV_T4c_lKI
5) Cherán, vivir sin partidos políticos
https://www.youtube.com/watch?v=4HnntFCg8Js

Raúl Zibechi
1) Artículos diversos que hablan de su análisis:
http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Ra%FAl%20Zibec
hi&inicio=0
2) https://www.youtube.com/watch?v=d94KzsYOp0c Zapatistas -
Crónica de una rebelión / Zapatistas - Chronik einer Rebellion
3) https://www.youtube.com/watch?v=uFVJ6wyK3JE El Fuego y la
Palabra (película completa)
4) https://desinformemonos.org/los-cambian-mundo-los-
movimientos-sociales-raul-zibechi/
5) Red indígena de telecomunicaciones en México ofrecerá internet y
telefonía vía satélite: https://es.globalvoices.org/2018/08/31/red-indigena-de-
telecomunicaciones-en-mexico-ofrecera-internet-y-telefonia-via-satelite/

Boaventura de Sousa
1) Otra Vuelta de Tuerka - Pablo Iglesias con Boaventura de Sousa
(programa
completo)https://www.youtube.com/watch?v=RsDRnp1h8j4
2) https://www.youtube.com/watch?v=xjgHfSrLnpU Conversa del
Mundo - Silvia Rivera Cusicanqui y Boaventura de Sousa Santos
3) https://www.youtube.com/watch?v=DLIEm_6Smds Enrique Dussel
- Buen Vivir
4) Boaventura de Sousa Santos sobre la crisis en Venezuela
https://www.youtube.com/watch?v=LsEjLHWloMw
5) 10 razones del Túmin | Juan Castro | TEDxBarriodelEncino
https://www.youtube.com/watch?v=TCKKa_8vG9k
6) http://www.tumin.org/ pagina de información sobre el Tumin
7) https://www.economiasolidaria.org/noticias/congreso-tequio-caso-
exitoso-de-economia-solidaria-en-mexico información sobre el tequio
en México. Redes de intercambio con moneda social. Una realidad |
María de Juan Sanchís | TEDxLaValldUixo
https://www.youtube.com/watch?v=xVXGAy12H9M

Bibliografía general de apoyo:


1) http://www.redalyc.org/pdf/325/32512614.pdf el movimiento
social altermundista
2) ¿Qué significa ser un Verdadero Revolucionario hoy en día? - Slavoj
Zizek https://www.youtube.com/watch?v=k-8oD9TwpYs
4

Semana Trabajo sobre ensayo: Establecimiento de marco teórico, revisión Ética y


del 21 y entrega. valores en
al 24 una sociedad
global.
mayo Se propone que en tres cuartillas y a partir de los siguientes ejes se
elabore un ensayo que pretenda establecer argumentativamente una
postura sobre:

1) ¿Qué les queda a los jóvenes hacer ante el panorama económico,


político y social del siglo XXI?
2) ¿Es posible hacer un nuevo modo de política más allá de los partidos
y le gobierno?
3) ¿Qué es el buen vivir? ¿Cómo podríamos organizar nuestra sociedad
a través del buen vivir?
4) ¿Qué significa vivir siguiendo nuestra conciencia?
5) ¿Cómo ser un revolucionario hoy en día?
6) ¿es posible cambiar el mundo sin tomar el poder? ¿Cómo? ¿de qué
manera?
7) La propuesta zapatista como un modo de resistencia y transgresión
ante la globalización.

Primera revisión de borrador de ensayo


Semana Entrega final de trabajos y firma de calificaciones.
del 28
abril al
31 de
mayo

MATERIAL DE APOYO:
Impactos de la Globalización en las condiciones de vida.

Estud. av. vol.12 no.34 São Paulo Sept./Dec. 1998


http://dx.doi.org/10.1590/S0103-40141998000300020
NUESTRA AMÉRICA

Impacto de la globalización en las sociedades latinoamericanas: ¿qué hacer frente a ello?

Jacques Chonchol

VIVIMOS EN UN MUNDO que está cambiando muy rápidamente y de una manera tan compleja que es difícil
discernir cuales son los cambios más significativos y los que tendrán mayor influencia en la sociedad del
mañana. Aunque existan evidentemente ciertas coincidencias en los análisis del presente y sobre sus
perspectivas para el futuro, hay frente a la importancia de los diferentes factores apreciaciones divergentes.
Conviene sin embargo no olvidar, a este respecto, que los caminos de la historia pueden ser muy diversos y
casi imposibles de preveer. ¿Quién predecía, por ejemplo, a comienzos de los años 80 el desmoronamiento
interno del bloque socialista que se produjo como consecuencia de ese proceso de reestructuración y de
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reorganización llamado Perestroika que inició Gorbachov en 1985? ¿Y quién podría predecir todas la
consecuencias que ello acarreó no sólo para los ex-países socialistas sino también para el resto del mundo?
Si seguimos a Paul Kennedy y sus excelentes reflexiones sobre las perspectivas del siglo XXI (1), las grandes
tendencias de la sociedad contemporánea que se destacan más son las siguientes:
 la explosión demográfica aún en expansión, el 95% de la cual se concentra en los países en desarrollo,
y el aumento rápido de una población que no podrá ser sustentada según los modos y niveles actuales
de consumo de los recursos naturales;
 la revolución de las finanzas y de las comunicaciones que ha llevado a una rápida internacionalización
de las economías y al rol dominante de las sociedades multinacionales en el contexto de esta nueva
economía;
 la disminución de las tierras agrícolas como consecuencia de la extensión de tierras arables ocupadas
por ciudades, caminos e infraestructuras, así como por los procesos de erosión, degradación y
desertificación de muchas de las tierras que se usaban anteriormente. Este hecho se observa
simultáneamente con la necesidad de aumentar la productividad de las tierras aún disponibles para
evitar que la malnutrición y el hambre aumenten. Al mismo tiempo, observamos las posibilidades que
ofrece la revolución bio-tecnológica para esta finalidad de aumentar la productividad de las tierras
utilizadas;
 la nueva revolución industrial, que significa la robótica, la automatización y las consecuencias de este
fenómeno en la situación y condiciones del empleo de la fuerza de trabajo;
 las amenazas contra el medio natural que significan las nuevas formas de vida y de producción,
particularmente en los países desarrollados y sus efectos de imitación en los países en desarrollo;
 la erosión del poder de los Estados nacionales sin haberse aún encontrado un sistema político de
sustitución apropiado para enfrentar los grandes desafíos del futuro.
Si seguirmos por otra parte, al conjunto de grandes especialistas de la ciencia, de la geopolítica y de la cultura
reunidos por el proyecto Leonardo (2), podemos destacar, entre otras, las tendencias: los fuertes impulsos hacia
el fundamentalismo religioso, la mestización masiva de la humanidad en lo étnico y en lo cultural; la apertura
hacia el espacio que rodea el planeta tierra, el que constituye ya la nueva frontera, en lo científico, lo industrial
y lo económico; la urbanización hacia las grandes metrópolis; el impacto de la producción en el medio ambiente;
la desmaterialización creciente de la economía; la existencia de largos períodos de desequilibrio que están
conduciendo a movimientos masivos de población; el proceso de integración y de enriquecimiento global junto
con una distribución extraordinariamente desigual de la riqueza y de los ingresos; la internacionalización
creciente de las ciencias, de las tecnologías y de los sistemas productivos con sus aspectos positivos y
negativos; la relocalización y nueva distribución de los centros de poder y de decisión.
En relación con todos estos cambios que estamos viviendo día a día, con diferentes grados de intensidad y de
conciencia, se ha hecho usual hablar del proceso de globalización a que estamos sometidos. Si bien esto es
evidente en muchos aspectos de nuestras sociedades, particularmente en lo que se refiere a la rapidez de
difusión de las informaciones y de ciertas tecnologías así como en la internacionalización de las finanzas y de
los sistemas de comunicación y de transportes, lo es mucho menos en otros aspectos como la difusión de la
cultura, de los niveles de conocimiento y de la igualdad de oportunidades.
A fin de aclarar las formas de esta globalización y sus efectos sociales, examinaremos las principales tendencias
en las transformaciones institucionales, siguiendo para ellos en gran parte las reflexiones de la UNRISD (3),
pero también de otros especialistas. Entre estas tendencias:
 la expansión de la democracia liberal;
 el dominio que ejercen las fuerzas de mercado;
 la terciarización de la economía;
 la integración de la economía global;
 la transformación de los sistemas de producción y de los mercados de trabajo.
 la velocidad del cambio tecnológico;
 la revolución en los medios de comunicación de masas y el consumismo.
En apariencia estas transformaciones son neutras y en parte independientes las unas de las otras, pero en la
realidad cada una tiene sus ramificiones sociales complejas que benefician a algunos grupos y a otros les
imponen privaciones y dificultades.
La expansión de la democracia liberal
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El comunismo se ha derrumbado completamente en la Europa Oriental, en la antigua Unión Soviética y en


muchos otros países los sistemas multipartidistas han reemplazado a los regímenes autoritarios de partido único
o dominados por los militares.
La búsqueda de la libertad y el pluralismo no se reducem sólo a lo político, mas también se expresam en lo
económico. Pero esta libertad económica llevada a un extremo y sin instituciones que resguarden el interés
colectivo de la sociedad y el bien común, lleva a profundas desigualdades, ya que mientras unos acumulan
poder y riquezas, otros no tienen con que satisfacer sus necesidades esenciales. Por otro lado, un libertad
económica sin resguardo abre paso a todo tipo de corrupciones y al tráfico de productos como drogas y armas,
lo que atenta contra las necesidades de la sociedad.
La expansión de la democracia en la medida en que no es sólo formal da paso a una participación mayor de los
distintos grupos sociales en la resolución de sus problemas y posibilita la existencia de una sociedad civil más
poderosa por el peso de la opinión pública internacional. Las organizaciones de la sociedad civil pueden ampliar
y profundizar los lazos de solidaridad de la ciudadanía mundial, pero también pueden convertirse en focos de
rivalidades tradicionales y crear nuevos antagonismos étnicos o divisiones territoriales.
El dominio de las fuerzas de mercado
Los giros hacia la democracia y la libertad han estado acompañados o precedidos de cambios económicos
significativos, debiendo mencionarse entre ellos, particularmente, la importancia que han adquirido a nivel
mundial las fuerzas del mercado y de la empresa privada. Este resurgimiento del liberalismo económico tuvo su
origen en los países industrializados, particularmente en el Reino Unido y en los Estados Unidos, que se
embarcaron en los años 80 en una serie de reformas radicales tendientes a reducir la intervención del Estado
en la economía, privatizar las empresas públicas, liberalizar los precios, eliminar los reglamentos en torno a los
servicios básicos, controlar la inflación y abrir sus economías.
Este proceso de cambio que se ha denominado ajuste estructural se inició, como dijimos, en los países
industrializados, pero desde entonces se ha extendido por todo el mundo. A nivel internacional el auge de las
fuerzas de mercado ha fortalecido considerablemente el poder de los inversionistas internacionales y de los
países acreedores, así como el de las dos instituciones financieras más importantes: el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Al mismo tiempo, y consecuentemente, se ha debilitado la posición de
los países que dependen fundamentalmente del capital extranjero o de la ayuda externa. También se han
producido cambios profundos al interior de los países: los propietarios del capital junto con algunos grupos de
administradores y ejecutivos profesionales han adquirido mayor poder, en tanto que la clase trabajadora
organizada lo ha perdido.
Otro efecto de la liberalización económica ha sido el desencadenamiento de una competencia feroz tanto al
interior de las naciones como entre ellas mismas. Esta situación ha aumentado a menudo la eficiencia de la
producción, pero también ha abatido los salarios y ha hecho que aumenten el desempleo y la pobreza.
Por otra parte la gente más pobre ha visto sus problemas agravarense por la retirada sistemática del Estado de
la economía, el cual ha ido reduciendo constantemente los subsidios concedidos anteriormente a bienes
básicos, como los alimentos y el transporte, a la vez que ha recortado los servicios de bienestar social.
La terciarización de la economía
En la actualidad presenciamos una transformación que abarca todos los ámbitos de la vida, lo que algunos
llaman el tránsito de la sociedad industrial moderna a la sociedad post-moderna, suministradora de servicios.
Este proceso puede describirse como terciarización, como la desvinculación de la economía de su sustancia
material, lo que se denomina la desmaterialización (4).
Este proceso tiene consecuencias tanto para los países industriales como para los países en desarrollo. En los
países industriales el aporte de la producción primaria de la agricultura y la minería se ubicaba al comienzo de
la Revolución Industrial en cerca del 80%. Con el avance de la industrialización se ubicó entre 1850 y 1900 por
debajo del nivel del 40% y hoy se mueve en alrededor del 2%, a pesar de que naturalmente la producción
agrícola ha aumentado en forma considerable en términos absolutos. Paralelamente el sector secundario, el de
transformación de los productos primarios en mercancías elaboradas y semi elaboradas aumentó de cerca de
10% (artesanía e industria casera tradicional) a cerca de 50% entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Desde entonces esta proporción se ha venido reduciendo hasta un 15% a 30%, pese a la creciente producción
industrial. Al mismo tiempo el sector terciario, el de los servicios, ha incrementado su importancia y no solamente
crece en términos absolutos sino relativos, alcanzando hoy un volumen de 60 a 70%.
En este sector terciario los componentes principales son:
 comercio mayorista y minorista, rama hotelera y gastronómica;
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 transporte, almacenamiento y comunicaciones;


 sistema financiero, seguros, sector inmobiliario y servicios profesionales;
 servicios personales y sociales;
 servicios públicos.

La integración de la economía en escala global

Junto con la expansión de la democracia liberal, la signifación creciente en el sistema económico de las fuerzas
de mercado y la terciarización de la economía se ha venido produciendo una integración acelerada de la
economía mundial. El aspecto más destacado de esta integración es la movilidad del capital. El sistema
computarizado de negocios hace girar enormes sumas de dinero por encima de las fronteras nacionales. El
crecimiento de un mercado mundial de capitales y de servicios financieros escapa completamente al control de
los gobiernos y de los Bancos Centrales. Se estima en más de US$ 1.200 billones el volumen de los
movimientos de capital que circulan permanentemente según las variaciones de los tipos de cambios, lo que es
el terreno de una especulación financiera sin límites.
La mundialización del capital ha acelerado la internacionalización de las inversiones y, en consecuencia, del
sistema productivo, al mismo tiempo que se integran por grandes regiones los flujos comerciales. A su vez, por
la vía del crecimiento externo se ha estimulado la mundialización de las empresas, de las estrategias y de los
mercados: inversiones directas en el extranjero, deslocalizaciones, fusiones, alianzas entre empresas. Así, cada
grupo industrial o financiero importante persigue hoy día una estrategia en todas las regiones del mundo. Por
otra parte, la necesidad de las empresas en proceso de internacionalización de tener acceso fácil al mercado
financiero mundial ha amplificado la capitalización bursátil. La tendencia dominante es la multinacionalización
de los accionistas. Al mismo tiempo los grupos industriales se han convertido en grupos financieros, decidiendo
y arbitrando permanentemente entre los capitales comprometidos en las diferentes actividades de sus filiales.
Los actores predominantes de esta integración económica son las empresas transnacionales. Las 37 mil
matrices de empresas transnacionales con mas de 200 mil filiales por todo el mundo controlan casi el 75% de
todo el comercio mundial de mercancías, productos manufacturados y servicios. Una tercera parte de este
comercio se realiza al interior de las empresas, haciendo que sea muy difícil para los gobiernos y para los
organismos de comercio internacional ejerceren sobre ellas cualquier tipo de control. En estas circunstancias
es menos probable que la liberalización del comercio genere mercados libres y competitivos, y en cambio es
mas probable, que de como resultado una competencia administrada.
La integración de la economía mundial es muy positiva para aquellos países suficientemente poderosos para
aprovechar las oportunidades que ofrece el crecimiento acelerado, pero funciona en detrimento de los países y
regiones más débiles, los cuales frente a una competencia dura son vulnerables a las fuerzas del capital.
Dentro de este proceso de integración de la economía a escala mundial lo más significativo ha sido, en estos
últimos 10 años, el crecimiento explosivo del sistema financiero internacional.
Durante siglos la economía internacional consistió en primer lugar en la exportación y importación de
mercancías. Los servicios en cambio no eran exportables pues quedaban ligados a su lugar de origen. Si
mostraban una dimensión internacional, como el transporte, los seguros o los créditos, siempre se vinculaban
al comercio de mercancías y operaban para facilitarlo.
Pero dos causas motivaron desde mediados de los años 80 un cambio estructural cualitativo en la economía
mundial. Por una parte, las innovaciones revolucionarias en el área de la micro-electrónica y de las
telecomunicaciones. La creación de redes globales fue técnicamente posible y ahora es una realidad, en
especial la incorporación de bolsas comerciales. Esto facilitó eliminar el enraizamiento local de los servicios y
hacerlos operables a nivel internacional. Por otra parte, los extraordinarios desequilibrios observados desde los
años 80 en las balanzas comerciales de los grandes países de la economía mundial exigió para su equilibrio la
importación y exportación de capitales. Los elevados excedentes en la balanza comercial por parte de Japón,
la República Federal Alemana y algunos países de la OPEP arrojaron capitales gigantescos que buscaron
posibilidades rentables de colocación y las encontraron en países con grandes déficits como los Estados Unidos
o Gran Bretaña.
Otra transformación significativa que se ha producido es en la naturaleza de las empresas productivas.

La transformación de los sistemas


de producción y de los mercados de trabajo
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Las empresas más dinámicas en este mercado cada vez más integrado tienden a utilizar unidades de
producción más pequeñas, más flexibles y autónomas, más especializadas en ciertas funciones específicas y
subcontratar gran parte del trabajo que deben realizar con otras empresas. Para los trabajadores o empleados
en los sectores de alta tecnología, especialmente en los países industrializados, este cambio puede significar
mejores condiciones de trabajo y de ingreso. Pero también les permite a muchas empresas mayores renunciar
a sus obligaciones sociales con su fuerza de trabajo, además de traspasarle el riesgo económico a empresas
mas pequeñas. Esta especialización flexible permite una respuesta más rápida a las condiciones cambiantes
del mercado, pero también origina un ámbito extremadamente precario para muchas de las empresas
subcontratadas y para muchos de los trabajadores.
Igualmente negativo es el hecho de que estos métodos de trabajo han debilitado la relación entre la expansión
del producto y el crecimiento del empleo, dando por resultado un crecimiento sin o con escasa oferta de empleo.
Por ello, aún cuando se pase de una situación de recesión a un período de gran crecimiento, la oferta de empleo
puede no aumentar significativamente.
Este ámbito más flexible de utilización de la mano de obra implica también una tendencia hacia el empleo a
tiempo parcial e inseguro, tendencia que está aumentando aún en los países desarrollados. En Gran Bretaña,
por ejemplo, el 20% del total de la población ahora ocupada trabaja a tiempo parcial; en Francia Alemania,
Holanda, Luxemburgo y España, la mitad o más de la oferta de empleo generada en el decenio de los 80 era
para los trabajadores contratados a tiempo parcial. Muchos de estos nuevos empleos precarios están siendo
ocupados por mujeres quienes cada vez más desean o necesitan trabajar fuera del hogar. En los países
industrializados las mujeres constituyen actualmente entre el 40% y 50% de la fuerza laboral y trabajan con mas
facilidad a tiempo parcial y por salarios inferiores. En Europa el pago a las mujeres en empleos no agrícolas
representa solamente entre el 70% y el 80% de lo que se paga a los hombres; en el Japón el 50%.
En Estados Unidos, así como en otros países industrializados, como muy bien lo ha señalado Robert Reich, el
ex ministro de trabajo del presidente Clinton (5), tres grandes categorías de empleos se observan: los de los
servicios de producción corriente, los servicios personales y los servicios de los manipuladores de símbolos.

Los primeros corresponden a los de los trabajadores corrientes que trabajan en fábricas junto con otros de su
misma categoría. Son dirigidos en sus actividades por procedimientos standards y reglas codificadas, sus
supervisores son a su vez controlados por otros supervisores que los controlan con computadoras. Los salarios
de los trabajadores corrientes varían en función de su tiempo y cantidad de trabajo. En 1990 representaban la
cuarta parte de los empleos norteamericanos y su proporción tiende a declinar.
Los de servicios personales, la segunda categoría de trabajadores, implican también tareas repetitivas y
simples: empleados de comercio, de hoteles, de agencias inmobiliarias, servidores de restoranes, cajeros,
secretarias, enfermeras, mecánicos y servicios de todo tipo. Su salario es también función del número de horas
y de la cantidad de trabajo realizada. En 1990 los servicios personales representaban un 30% de los empleos
y su proporción aumenta rápidamente.

Los servicios de los manipuladores de símbolos, la tercera categoría de ocupaciones, incluyen todas las
actividades de identificación y resolución de problemas y de intermediación estratégica. En esta categoría se
clasifican los investigadores, ingenieros, informáticos, abogados de firmas, consejeros financieros o fiscales
especialistas de organización publicistas, encargados de mercado etc. El conjunto de los manipuladores de
símbolos no constituyen sino el 20% de los empleos norteamericanos en los anos 90.
Las tres categorías cubren tres de cada cuatro empleos en los Estados Unidos. El cuarto restante está
representado por los agricultores, empleados públicos y otras categorías cuyos ingresos están protegidos por
el Estado de los efectos de la competencia internacional.
Entre las tres categorías examinadas la diferencia de los ingresos han estado aumentando. Mientras los
ingresos de los primeros y segundos bajan o se mantiene en términos relativos y absolutos, los de los terceros
aumentan considerablemente y las diferencias se hacen cada vez mayores.
En lo que respecta a los países en desarrollo la transformación de los sistemas de producción se refleja en el
hecho de que el sector informal y precario está en todas partes en rápido crecimiento.

La mayor flexibilidad, menores remuneraciones de este sector, así como su capacidad para adaptarse a la baja
de los costos de producción, parecen estar en consonancia con el modelo económico actual. En muchos países
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en desarrollo el sector informal está absorbiendo ahora el 60% o más de la fuerza de trabajo urbana. No obstante
que las empresas informales pueden parecer muy dinámicas, muchas veces sólo sirven como último recurso
para conseguir empleo, lo cual significa que constituyen un refugio para el ejército de reserva de los
desempleados.

La velocidad del cambio tecnológico


La fuerza propulsora de la mayoría de estos nuevos sistemas de producción se encuentra en el ritmo acelerado
del progreso tecnológico, sobre todo en los campos de la electrónica, las comunicaciones y el transporte.

El progreso tecnológico en las telecomunicaciones ha dado por resultado la reducción significativa de sus
costos. La tecnología de los computadores está transformando la velocidad y la índole de las comunicaciones.
En el sector manufacturero ha habido avances semejantes impulsados por los computadores. Entre 1982 y
1992 el número de robots industriales en uso en el mundo aumentó en más de 10 veces. El transporte también
se ha transformado, sobre todo en los viajes aéreos: entre 1960 y 1990 los costos de operación por milla de las
aerolíneas a escala mundial se redujeron en más de un 60%. Casi una cuarta parte de las exportaciones de
manufacturas a nivel internacional corresponden a las que ahora se envían por vía aérea.
Estos hechos han tenido repercusiones económicas y sociales enormes, transformando las relaciones de
trabajo, suprimiendo empleos en algunas partes y creando otros en otros lugares. Ahora, por ejemplo, muchas
empresas pueden generar empleos en países lejanos sobre procesamiento de datos, empleos que son muy
intensivos en el uso de la mano de obra y que es conveniente para ellas realizar donde su costo es inferior.

La revolución en los medios


de comunicación de las masas y el consumismo

Uno de los efectos más notables de las nuevas tecnologías de comunicaciones es el ímpetu que se le ha dado
al desarrollo de los servicios de informaciones y noticias a nivel mundial. La palabra escrita y la prensa están
siendo transformados por la computación, pero los desarrollos verdaderamente revolucionarios han tenido lugar
en la televisión y en el sistema de video. Actualmente hay más de 1.200 millones de aparatos de televisión en
uso por el mundo.
La televisión puede ayudar a difundir el conocimiento y la comprensión; donde la gente produce sus propios
programas puede favorecer y apoyar el fortalecimiento de la cultura y de los idiomas locales. Pero también
permite un proceso de imperialismo cultural por parte de los medios de comunicación con un numero muy
reducido de países que producen programas que se transmiten por todo el mundo.
Los Estados Unidos exportan más de 120 mil horas anuales de programación televisiva tan sólo a Europa y el
comercio mundial de la programación está creciendo a una tasa anual de mas de 15%. En muchos países el
potencial de la televisión para promover el consumismo y erosionar los valores tradicionales ha creado una
fuerte resistencia.
La habilidad para transmitir informes instantáneamente desde los discos de satélites también repercute de
manera significativa en la cobertura de las noticias, no sólo incrementando la variedad y la velocidad de los
flujos de información, sino también modificando el curso de los acontecimientos

El costo político de la globalización

Aparentemente estos procesos que acabamos de describir operan independientemente unos de otros y son
parte de la marcha inevitable del progreso humano. Pero en la realidad son interdependientes y están
conformados por fuerzas políticas poderosas las que determinan quiénes se benefician y quiénes se perjudican.
De todas estas fuerzas los principales beneficiarios han sido el gobierno de los Estados Unidos y los grandes
capitalistas de ese país y del sistema internacional.
La nueva estrategia económica de dicho gobierno se hizo sentir después de 1981 cuando la administración del
presidente Reagan redujo los impuestos directos al ingreso, a los intereses y a las ganancias transfiriendo más
carga a los impuestos indirectos para atraer inversiones de capitales. Del mismo modo, cortó los gastos de
previsión y los gastos sociales. Esto se impuso como el modelo que todos debían seguir.
10

En casi todas partes los gobiernos, independientemente de su posición politica, respondieron del mismo modo:
cortando las previsiones y los gastos sociales, privatizando las empresas públicas y tratando de que el gobierno
funcionase más como una empresa privada orientada hacia el mercado.
Tanto los gobiernos como las empresas también fueron afectados profundamente por la globalización de las
finanzas internacionales.
Los gobiernos, que se endeudan con los mercados financieros internacionales, tienen de mantener
calificaciones favorables sobre riesgo y solvencia, por lo que llegan a depender crecientemente de la disciplina
de las fuerzas del mercado internacional y se vuelven muy sensibles a los pronunciamientos de las agencias
que califican la confiabilidad de los bonos. Los operadores del mercado escudriñan constantemente las políticas
de los gobiernos, especialmente aquellas que pudieran afectar las tasas de retorno del capital (como la tasa de
inflación y el riesgo que el gobierno deje de cumplir sus compromisos) y pueden responder rápidamente
transfiriendo grandes cantidades de capital líquido por todo el mundo. Los grandes inversionistas institucionales,
como los fondos de pensiones y las compañías de seguros, así como las tesorerías de empresas, se mantienen
en alerta constante para reducir los riesgos al mínimo y maximizar las ganancias.
Estos flujos han erosionando constantemente la autonomía nacional. Anteriormente las fronteras nacionales
correspondían casi completamente con los límites de la autoridad política; la actividad económica y el comercio
internacional servían como lazo principal entre las naciones autónomas. Ahora se tiene una economía global
más integrada, en la cual no solamente el intercambio sino también la producción y el financiamiento están
organizados y articulados a una escala planetaria.
Esto no sólo ha constituido un capitalismo mundial, sino que también ha contribuido a reestructurar el Estado.
En forma desigual, pero acumulativa, los Estados-nacionales han tenido de adaptarse a las fuerzas económicas
internacionales y, en muchos casos, de subordinarse a ellas. Los gobiernos responden a estas nuevas
condiciones convergiendo hacia lo que se ha llamado el Estado de la competencia.
Este nuevo sistema financiero global opera fuera del control de cualquier gobierno y crecientemente establece
su propia agenda trabajando sistemáticamente en favor de los intereses de los operadores financieros; en
oposición, a los de los fabricantes, productores o de los planificadores gubernamentales, enfatizando además
el corto plazo en vez del largo plazo. Las economías nacionales se han desligado cada vez más de los procesos
sociales. La nueva ley es la ley de la selva, sólo el más apto puede sobrevivir.
Este nuevo ambiente para las finanzas y el comercio internacional ha coincidido hasta cierto punto con un mayor
multilateralismo de la política económica, ligando a los gobiernos de los países desarrollados y a los organismos
como el FMI y el Banco Mundial. El desarrollo de estas instituciones financieras fue influido preferentemente
por la crisis de endeudamiento de principios del decenio de los 80. Los Estados Unidos, junto al FMI y el Banco
Mundial, encabezaban una coalición compleja de los principales intereses acreedores procedentes
principalmente del Grupo de los Siete.
Todos estos países ricos y los organismos internacionales representan hoy un conjunto de fuerzas políticas y
sociales que están tratando de lograr algún consenso internacional sobre los componentes esenciales de la
cooperación internacional. Esto implica un cambio en el tipo de Estado nacional que se desea siguiendo los
lineamentos neo-liberales, con menos intervención por parte de los gobiernos y los servicios relacionados con
el bienestar social menos generosos. A la vez se pretende darles mayor peso a economistas, administradores
financieros y oficiales de los bancos centrales, tecnócratas neo-clásicos, quienes creen que dejándole rienda
suelta a las fuerzas del mercado se producirá el mejor resultado y quienes tienden a pensar de la misma forma
en lo que se refiere a los asuntos de la cooperación económica internacional.

Antes de 1982 la expresión ajuste estructural no significaba nada para la mayoría de los funcionarios, ni para
los científicos sociales, pero a finales de ese mismo decenio era una expresión muy común en la mayoría de
los países en desarrollo. Los programas de ajustes estructurales son utilizados como método principal para
promover la aplicación de los modelos de desarrollo neoliberales en los países endeudados del Tercer Mundo.

Los países en desarrollo quedaron en una situación particularmente vulnerable por el endeudamiento masivo
en que se vieron envueltos durante los años 70 y principios de los 80. Esa situación aumentó el poder de los
países acreedores, notablemente los Estados Unidos y el Reino Unido, justo cuando en éstos últimos se iniciaba
el predominio de políticas que adoptaban las ideas del libre mercado, convergencia desafortunada que permitió
que los puntos de vistas neo-liberales sobre el ajuste estructural dominaran el debate sobre el desarrollo en los
años 80. Sin las crisis de la deuda los economistas neo-liberales no habrían tenido tanta mano libre en los
11

países en desarrollo. Además si los gobiernos de Reagan y de Thatcher no hubieran durado tanto tiempo,
probablemente se habría tratado de solucionar la crisis de la deuda de forma mucho menos recesiva.
Como consecuencia de todo esto el ajuste estructural no es algo neutro sino un experimento radical de la
economía neo-liberal y los gobiernos de los países en desarrollo quedaron sometidos a un apremio intenso para
que abandonaran sus proyectos nacionales de desarrollo económico y arriesgaran el futuro de sus pueblos
participando sin protección alguna en los mercados internacionales.
Los donantes y las instituciones financieras internacionales además de medidas de estabilización tradicionales
como reducir los déficit presupuestarios, limitar el monto del dinero en circulación para reducir la inflación,
aumentar el incentivo para las exportaciones y reducir las importaciones, aplicar políticas económicas
deflacionarias incluyendo la restricción de los salarios, fijar la tasa de cambio a un nivel adecuado, exigieron
reformas como las siguientes:
 reducir drásticamente las barreras al comercio exterior, exponiendo a los productores locales a la
competencia con los productores extranjeros;
 reducir o abolir los subsidios y los controles de precios, a fin de eliminar las llamadas distorsiones a los
precios locales de bienes y servicios;
 retirar los controles sobre los movimientos de capital;
 privatizar las empresas del Estado;
 favorecer la inversión privada extranjera, retirándole los controles existentes;
 reducir al mínimo la intervención estatal, no sólo en la administración de la economía sino también a la
dotación de los servicios sociales.
Los asesores neo-liberales se imaginaban un país ideal en el cual la economía sería autorregulada en su mayor
parte a través de la competencia abierta entre firmas privadas; su sector público sería relativamente pasivo,
proporcionando un mínimo de servicios necesarios para conducir eficientemente los negocios privados y para
proteger a los miembros más débiles de la sociedad.
Desafortunadamente para ellos esa imagen no correspondía a la realidad en ningún lugar del mundo ya fuera
en los países industrializados del Norte o en los países en desarrollo. La mayoría de los países industrializados
tenían Estados intervencionistas que protegían a los grupos de intereses locales, bastante más de lo que el
modelo ideal neo-liberal lo permitía (aún allí donde los paladines de este modelo económico habían tenido a su
cargo los programas de reformas durante muchos años). Además, los países en desarrollo que habían aplicado
con éxito programas de ajustes orientados hacia la exportación, tales como la República de Corea y Singapur
tenían Estados fuertes y sectores privados sumamente oligopólicos.

No obstante eso, en muchas ocasiones los organismos internacionales trataron de imponer de manera rígida
sus recomendaciones de política a sociedades que eran muy complejas y diversas. El Banco Mundial dedicó
una proporción creciente de sus fondos a préstamos condicionados a que se aplicara el ajuste estructural; otros
organismos de desarrollo y donantes bilaterales también condicionaron su ayuda a que los gobiernos receptores
de esta última aceptaran la agenda neo-liberal. Esta red cada vez más estricta de condicionalidad cruzada les
dio a los patrocinadores de la ayuda internacional una influencia sin precedentes en el diseño tanto de la política
macroeconômica cuanto de la social de los países en desarrollo.

El costo social de la recesión y la reestructuración


Las políticas de ajuste han ocasionado en los países deficitarios una situación de recesión, puesto que los
gobiernos han restringido la demanda, recortando o reduciendo los salarios y disminuyendo los gastos públicos.
Por otro lado, al fomentar el alza de las tasas de interés, se han reducido la inversión y restringido las nuevas
oportunidades de empleo. Por lo tanto la estabilización y el ajuste han implicado penurias para la población en
general. Anteriormente los gobiernos podían justificar estos sacrificios alegando que sólo serían temporales y
que las correcciones al curso de la economía en un momento dado se traducirían en una prosperidad mayor.
Pero desde principios del 80 la situación ha cambiado. Las condiciones económicas y globales no han permitido
que se recuperaran muchos de los países donde se han aplicado políticas deflacionarias para tratar de manejar
la crisis económica. Al mismo tiempo sus pueblos han tenido de soportar el trastorno social que se deriva de la
reorganización radical de la economía para orientarla hacia el mercado libre. La mayoría de la población en los
países sumamente endeudados de África y América Latina sufren una drástica caída en sus niveles de vida.
Entre 1980 y 1990 sus ingresos per capita disminuyeron marcadamente y para la gente más pobre la caída fue
aún más estrepitosa, con salarios mínimos rebajándose a menudo de 50% o más. Mucha gente del sector formal
12

perdió sus empleos y tuvo que buscar trabajo en condiciones más precarias y mal pagadas en el sector informal.
La población también se perjudicó por los recortes en los servicios del sector público.
Los partidarios del ajuste justificaron los recortes en los servicios públicos, el incremento en el desempleo y la
agudización de la pobreza, alegando que eran productos colaterales de la modernización económica, tan
penosos como inevitables. Ellos esperaban que hubiera un costo social de corto plazo contra las ganancias
económicas de largo plazo. Pero lo que no previeron fue que las repercusiones sociales por si mismas podrían
frustrar los efectos económicos deseados.
La teoría económica neoliberal supone, por ejemplo, que un mercado no regulado dará por resultado mayor
eficiencia y equidad. Con esto se ignora el hecho de que algunos individuos no necesariamente pueden estar
tratando de maximizar sus propios intereses económicos. Supone también que todos tienen acceso a la
información precisa y al día sobre los precios y sobre oportunidades que pueda ofrecer el mercado pero, en la
mayoría de los casos, eso no es lo que sucede.
En general la teoría reduce al mínimo el papel de la organización y de las instituciones sociales en la
conformación de los resultados económicos, así como el balance de poder entre los que ganan y los que
pierden.
La crisis y el ajuste estructural también han conducido a que se incrementen las diferencias sociales en casi
todos los países con algunas excepciones, que son las de los países que no han seguido al pie de la letra las
condiciones del ajuste neo-liberal.
En los Estados Unidos todos los indicadores muestran que desde los comienzos de los años 80 la brecha entre
ricos y pobres se ha venido acentuando considerablemente, y esto continuó en los años 90, a pesar de que la
economía empezó a recuperarse. Entre 1989 y 1993, mientras el 50% de población de menor ingreso vio sus
niveles de vida empeorar, el 50% superior las mejoró. En 1993 la brecha existente entre ricos y pobres es un
12,4% mayor que la que existía en 1989. Entre 1979 y 1990, nos dice Luttwak (6), el número de activos que
trabajaba a tiempo completo y que no ganaba lo suficiente para hacer vivir una familia de cuatro personas por
encima del nivel de pobreza se había multiplicado por dos, pasando de 7,8 a 14,4 millones. Y agrega, en 1980
los directores de empresas que figuraban en las listas de grandes sociedades establecidas por Business
Week percibían en promedio US$ 625 mil, 42 veces el salario medio de los obreros fabriles corrientes. Pero en
1991 estos ingresos de los directores habían aumentado a US$ 2.466 mil, 104 veces más que los salarios de
los mismos obreros.
Por su parte, Phelps (7), profesor de la Universidad de Columbia y uno de los grandes expertos norteamericanos
en la economía política, señala: si bien en los Estados Unidos la tasa de desempleo es menor que en Europa,
no hay que olvidar que el salario medio de los trabajadores no ha mejorado en los últimos 20 años, que el de
los menos calificados ha bajado en un 25% y que entre estos últimos la tasa de desempleo pasó de 5% a
comienzos de los años 70, a 12% hoy día. Parte de la población, especialmente entre los jóvenes de las minorías
étnicas, ha salido del mercado de trabajo dedicándose al comercio de drogas y otros tráficos callejeros, lo que
ha aumentado la criminalidad. En cierto modo, esto constituye para ellos su propio Estado providencia, lo que
hace que en las prisiones de ese país haya 1,5 millones de hombres en edad de trabajar, lo que representa el
1% de la fuerza de trabajo (7).
En el caso de América Latina donde globalmente a comienzos de los años 90, el 39% de los hogares se
ubicaban bajo la línea de pobreza y en ciertos países como Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala y Honduras
se superaba ampliamente este porcentaje en términos de la población involucrada, los progresos de otros
países para disminuir la pobreza se han hecho más limitados desde 1994 como es el caso de Argentina, Costa
Rica y México. En el caso de Argentina, donde se privilegió el control de la inflación el crecimiento económico
fue acompañado de un incremento del desempleo que se atribuye fundamentalmente al proceso de reforma (8).
En el segundo semestre de 1997 tenía una tasa de desocupación de más de 16%, que afectaba a más de dos
millones de personas. En Buenos Aires, una de las ciudades más ricas de América Latina, 150 mil personas
viven como ocupantes ilegales en casas tomadas. El 46% de ellas son desempleadas. En Perú el subempleo y
el desempleo alcanza hoy al 50% de la fuerza de trabajo.

Otros estudios, como el de la agencia Alemana de Prensa DPA (9), indican que los trabajadores
latinoamericanos de bajos ingresos alcanzan a cubrir mensualmente con su salario sólo el 51% de sus
necesidades básicas, debiendo buscar en el sector económico informal lo que les falta para poder subsistir. En
comparación con 1995 la situación empeoró en 1996, lo que explica la extensión de las protestas sociales que
se han visto últimamente en Venezuela, México, Bolivia, Ecuador, El Salvador y Argentina.
13

En México, designado antes de la crisis de fines de 1994 como el modelo de la nueva política económica neo-
liberal, sobre una población de 100 millones de personas, el 10% controla el 70% del ingreso nacional, mientras
que el 90% restante se distribuye el 30% que resta. De 37 millones de activos, 21,5 millones no tienen trabajo
fijo y de los 15,2 millones que perciben salario regular, la inmensa mayoría gana menos de US$ 3 diarios. La
revista norteamericana Forbes publicó, en Julio de este año, la lista de los 15 multimillonarios mexicanos que
se beneficiaron con las privatizaciones fraudulentas de los últimos años. A fines de 1995, US$ 24,6 mil millones
de propiedad de mexicanos estaban depositados en los bancos norteamericanos, el doble que a fines de 1994
(10).

En el conjunto de América Latina entre 1991 y 1996 la economía regional creció en 3%, la misma cifra de
aumento en promedio de la pobreza, según un seminario del BID sobre Desarrollo Social que se celebró en
Washington. De los 470 millones de latinoamericanos, 235 millones son pobres; el desempleo llegó a un
promedio de 16,3% y el salario mínimo se depreció en 30% entre 1980 y 1996, destacan los estudios del BID.
También ponen de relieve que el 60% de los niños viven en hogares de extrema pobreza y que 20 millones
trabajan en talleres clandestinos donde son explotados. El 51,5% de ellos no terminan sus estudios primarios y
los que lo hacen tardan en promedio diez años cuando se requieren sólo seis.
El BID advirtió igualmente de que el 41% de los pobres sufren grados de desnutrición que se traducen en una
reducción del tamaño y del peso de sus hijos. A nivel mundial, el número de pobres aumenta en 25 millones
cada año y actualmente la cuarta parte de la población mundial vive en la pobreza extrema.

Las bases de una nueva política


para enfrentar las consecuencias de la globalización
En este nuevo contexto de un sistema internacional dominado por las tendencias hacia la globalización, el
debilitamiento de los Estados naciones, el dominio de las fuerzas del capital supranacional y la reducción de los
hombres al nivel de consumidores ¿qué debería hacerse para recuperar la iniciativa y contribuir al
establecimiento de un mundo menos desigual y más solidario?
Lo primero que nos parece necesario afirmar es que no se debe, frente a las consecuencias sociales negativas
de la globalization, pretender oponerse a ella mediante reacciones nacionalistas de tipo defensivo. Pensamos
que ello sería utópico y se tiene todas las de perder. Pero tampoco se trata de aceptar ciegamente como un
paquete todo lo que arrastra consigo actualmente la palabra globalización.
Este es un proceso bastante avanzado, imposible de retrogradar totalmente, en que es preciso discernir los
aspectos positivos de los negativos; aceptando y apoyando los primeros, debemos tratar de corregir los
segundos mediante políticas que sólo muy parcialmente podrán ser nacionales, pero que en lo fundamental
deben ser internacionales. Hay entonces que crear conciencia y juntar fuerzas para ello. Esto será una tarea
ardua, difícil y larga a menos que, como es perfectamente posible, ciertas crisis internacionales del sistema
financiero que se vislumbran, aceleren el proceso de cambio.
La globalización de los mercados, y dentro de ella la búsqueda de la competitividad en dichos mercados, está
llevando hoy día en todas partes a la disminución de los salarios reales, al desmantelamiento de los sistemas
de protección social, al incremento brutal del desempleo, junto con la precarización de las ocupaciones y el
deterioro de las condiciones de trabajo. En la ideología dominante esto se considera indispensable para ser
competitivos y, simultáneamente, se ve como aumentan por todas partes los salarios y beneficios de los
ejecutivos de las empresas. Mientras más se grava el trabajo en las grandes empresas más sube el valor de
las acciones y los salarios de los ejecutivos. Esto es inaceptable desde el punto de vista de la equidad y de las
condiciones de un sistema democrático. No sólo debe ser denunciado con vigor, sino debe ser corregido
mediante sistemas impositivos o utilizando otros mecanismos. Hay aquí un plan de acción en que una política
de desarrollo y progreso social tiene un gran trabajo por delante.

Pero también en la globalización actual, como vimos, la lógica financiera se impone sobre la lógica de la
economía real. El poder financiero que se denomina el mercado se hace cada vez más autónomo frente a las
sociedades y a la economía real e impone sus normas de rentabilidad a las empresas y a los Estados.

Desde comienzos de los años 90 las operaciones diarias en las bolsas internacionales se calculan en una cifra
que supera largamente los US$ 1.200 billones. Una mínima parte corresponde a inversiones reales o se hace
en función del comercio internacional de mercancías. El gran volumen está constituido por colocaciones
14

netamente especulativas en los mercados de intereses, divisas y mercancías. Este comercio especulativo ha
sido bautizado como un capitalismo de casino.

Ya a comienzos de los años 70, para evitar esta especulación y permitir a los gobiernos recuperar su autonomía
en materia de políticas macroeconômicas, el economista James Tobin, premio Nobel de Economía, propuso
imponer a las transacciones ligadas a los cambios monetarios un impuesto de transferencia bastante moderado
con el fin de desencentivar la especulación. Su idea, después de ser calificada de irrealista, ha sido retomada
en varias ocasiones pero siempre ha encontrado enemigos en los medios interesados en que no se la lleve
adelante.

En Octubre de 1995 un grupo de expertos y especialistas de la economía y de las finanzas internacionales, de


la más alta calificación, estudió a fondo esta idea a la luz del estado del conocimiento existente en materia de
los movimientos de los capitales y de la experiencia de ciertos países y la encontró muy positiva. El proyecto
recibió el apoyo de personalidades tan diversas como Jacques Delors (presidente entonces de la Comisión
Europea), de Boutros Boutros-Ghali (secretario general de las Naciones Unidas) y de Barber Conable
(presidente del Banco Mundial de 1986 a 1991). Sin embargo, una conspiración del silencio le sigue rondando.

Esto demuestra la posible existencia de mecanismos de control de la especulación financiera que tanta
instabilidad crea en las economías, si los gobiernos deciden enfrentar este problema. Aquí hay otra bandera de
lucha que se deberá enarbolar como uno de los postulados básicos en el mundo globalizado actual. El poder
aparentemente irresistible de los mercados financieros sólo existe por la actual sumisión de los gobiernos a
estos mercados financieros. Como lo decía en febrero de 1996, en Davos, Hans Tietmeyer, el presidente
del Bundersbank, "los mercados financieros desempeñarán cada vez más el rol de gendarmes. Los políticos
deben comprender que están en lo sucesivo bajo el control de los mercados financieros y no solamente de sus
electores nacionales" (11). Este verdadero trasto-camiento de los valores democráticos es inaceptable y los
gobiernos deberán reaccionar colectivamente frente a ello.

Una tercera bandera de lucha que se deberá profundizar y desarrollar es la de las nuevas relaciones entre la
economía, la sociedad y el trabajo. Las nuevas formas de organización del trabajo productivo en las economías
globalizadas están conduciendo rápidamente a una división de los trabajadores en un núcleo central cada vez
más reducido de trabajadores permanentes a tiempo completo dotados de polivalencia profesional y de
movilidad. En torno a este núcleo gira una masa considerable de trabajadores periféricos con una proporción
significativa de precarios e intermitentes con horarios y salarios variables. A estos trabajadores periféricos se
agrega una proporción cada vez más importante de trabajadores externos, es decir, prestatarios de servicios
pretendidamente independientes, pagados por tarea, cuyos horarios de trabajo varían según las necesidades
del momento. Estos independientes no están protegidos ni por la legislación del trabajo ni por las prestaciones
sociales y están expuestos a todas las vicisitudes de la coyuntura. En 1993 las mayores 500 empresas
norteamericanas no empleaban sino 10% de asalariados permanentes a tiempo completo.

La externalización permite al capitalismo restablecer, para una parte creciente de los activos, las condiciones
sociales de comienzos del siglo XIX. Ello conduce a un gran número de trabajadores, para poder sobrevivir, a
un aumento considerable y extenuante de su jornada de trabajo.
Por otro lado como lo han señalado numerosas investigaciones la creencia que la aceleración del crecimiento
y la recuperación de las crisis creará un gran número de nuevos empleos se revela cada vez más falsa. La
automatización creciente de los sistemas de producción y de los servicios a fin de hacer a las empresas más
competitivas están haciendo desaparecer gran número de empleos y aumentando en todas partes la cesantía.
Más de 800 millones de activos estaban desempleados o subempleados en el mundo en 1994, según la
Organización Internacional del Trabajo (12).

Todo esto hace que el tipo de sociedad en la cual los hombres podrán esperar tener un porvenir y una seguridad
estables mediante un trabajo asalariado, crecientemente remunerado, está desapareciendo rápidamente. La
educación, aún altamente calificada, ya no es una garantía suficiente para asegurar dicho porvenir.
15

La economía de la sociedad capitalista globalizada ya no está en condiciones de asegurar a todos la plenitud


de los derechos económicos mediante un ingreso suficiente ligado al trabajo asalariado y los derechos sociales
y de protección derivados de dicho trabajo. Algunos ya hablan que en el próximo siglo estaremos en la sociedad
donde el 20% más rico se bastará a si mismo (13). No se necesitará más mano de obra. Un quinto de los que
buscan empleo bastará para producir todas las mercaderías y realizar todas las prestaciones de servicios de
alto valor que puede ofrecer la sociedad mundial. Estos dos décimos de la población participarán así
activamente en la vida social, los ingresos y el consumo en los diferentes países. El resto tendrá que sobrevivir
como pueda.

Otros hablan de un crecimiento por regiones enclaves (14). Un eminente especialista japonés del nuevo modelo
de desarrollo capitalista, hablando de China, India, Malasia, México y Brasil, considera que el capitalismo
impulsa en la era post-industrial zonas económicas especiales cuyo ingreso será 10 o 20 veces más alto que el
de los habitantes del resto del país. Estas zonas tendrán que ser defendidas contra la inmigración no del exterior,
sino que de su propio país, de los campesinos sin tierras expulsados por el éxodo rural.

El modelo de industrialización que permitió el desarrollo de Occidente y del Japón y que facilitó la urbanización
convirtiendo en asalariados a las masas rurales ya no existe más. Desaparece aún en China donde se ha hecho
obsoleta y no competitiva la industria tradicional que hacía vivir antes de la época del comunismo de mercado a
110 millones de asalariados a los que aseguraba el mínimo vital en materia de comida, alojamiento y servicios
(15).
Ante esta nueva situación será pues necesario buscar las formas de superar la sociedad salarial en que el rol
del individuo en la sociedad estaba fundamentalmente determinado por su inserción en el trabajo remunerado.
Este será, sin duda, el gran desafío del siglo XXI y un elemento esencial de toda política de equidad.

Las relaciones sociales, los lazos de cooperación, el sentido de cada vida será producidos en el futuro
principalmente por actividades que no estarán dirigidas a la valorización del capital. El tiempo destinado al
trabajo productivo dejará de ser, para la mayoría, el tiempo social dominante.

¿Cómo enfrentar esta nueva situación? La reflexión apenas comienza a este respecto. El desafío es substraer
al poder del mercado, del capital y de la economía los campos de actividad que se abren por el tiempo liberado
del trabajo productivo. Y al mismo tiempo que cada ser humano reciba un ingreso que le permita cubrir sus
necesidades esenciales y no tener que, para sobrevivir, la necesidad de plegarse a la desvalorización de su
trabajo, que resulta de las nuevas condiciones del capital. Varias ideas se han adelantado a este respecto (16):
garantizar a todos un ingreso suficiente de base, un mínimo vital, que no les obligue a tener que emplearse por
salarios de miseria en cualquier condición y que puede o no estar ligado a la obligación de un trabajo social de
interés colectivo; combinar la redistribución del trabajo con el control individual o colectivo del tiempo libre;
favorecer la creación de nuevas modalidades de cooperación y de intercambio en las cuales la cohesión y los
lazos sociales se creen al margen del sistema de salarios etc.

Hay aquí todo un campo de reflexión, de experimentación y de acción en el cual se tiene una gran tarea por
delante.

Además de estos tres grandes campos de acción que se dan en el marco de la actual globalización de
orientación neoliberal o neoconservadora y que se debe luchar por modificar significativamente, a saber: la
distribución del ingreso en el seno de la nueva economía en favor del trabajo, y no en su desmedro como ocurre
hoy día; la regulación de la libre circulación financiera y la búsqueda de nuevas relaciones entre la economía,
la sociedad y el trabajo en un mundo en que el trabajo asalariado se ve cada más marginalizado y desvalorizado;
existen muchos otros aspectos en que, sin duda, una nueva política tiene una gran importancia.

Una de ellas es la búsqueda de un nuevo equilibrio entre la economía, la cultura y la política. La idea de que el
aumento del ingreso y de la riqueza económica es la clave de todas las formas de progreso, no solamente de
comodidad material, sino también de la educación, de la salud, de la vivienda, de las condiciones de vida y de
la cultura, debe ser profundamente revisada. Si el crecimiento económico tiene una contrapartida de destrucción
de los recursos naturales y de empeoramiento del medio ambiente en que viven los hombres, ello no es
16

aceptable y comienza a ser cada vez menos aprobado. Por otro lado, hay que combatir la creencia de que la
economía está naturalmente orientada al progreso de la cultura. Hay que dejar de aceptar el hecho de la
subordinación creciente de la cultura y de la política a la economía, como si este fuera un hecho natural derivado
de las necesidades de la propia sociedad. De medio la economía se ha convertido en fin. No hay más que
observar en la vida de todos los días el hecho de la reducción de la calidad a la cantidad, el fetichismo de las
cifras que caracteriza la pasión por el dinero y que se extiende al conjunto de indicadores de la calidad de vida,
el lugar cada vez más exclusivo del trabajo remunerado como elemento de acceso a una identidad y a
un status social (17).
Considerando las amenazas que pesan sobre la cultura y sobre el medio ambiente y el dominio del dinero sobre
la sociedad, hay que rechazar el imperio del laisser-faire. No se puede aceptar que sean
los libres consumidores, a menudo manipulados por la publicidad, los que orientan toda la producción y que el
respeto de la democracia debe conducir a los poderes públicos a no intervenir. Porque, a pesar de lo que se
dice, la política interviene constantemente, ya sea para orientar la utilización del suelo urbano o rural, lo que
determina un cierto tipo de urbanismo o de ruralismo; ya sea por las inversiones en infraestructura de transportes
y comunicaciones que favorecen o al auto particular o al transporte colectivo; ya sea dando un marco jurídico a
los sistemas audiovisuales etc. El papel del Estado y de los servicios públicos, son esenciales en la orientación
de la sociedad en todos estos aspectos y es aquí donde un debate democrático debe imponerse. No se puede
aceptar, por otra parte, que con el pretexto de hacer estos servicios más eficientes se impongan a veces criterios
de racionalidad mercantil de corto plazo o la voluntad de producir economías.

La destrucción del medio ambiente bajo el efecto de un desarrollo incontrolado de actividades económicas
manifiesta con evidencia que la naturaleza no puede ser tratada como una mercadería.

Independientemente de los problemas del medio ambiente existen numerosos otros bienes y servicios en los
cuales la producción y la distribución no pueden ser reguladas por el mercado: la educación, la salud, la
seguridad ciudadana. En todos estos campos el simple cálculo económico de rentabilidad no puede ser
suficiente para determinar lo que se hace o lo que no se hace; los procedimientos de evaluación deben
considerar muchas otras variables sociales, culturales y ambientales.

Este es otro campo de acción en que una política y criterios de orientación adecuados deben ser rápidamente
elaborados para una nueva sociedad adaptada a los tiempos que vivimos.

Notas
1 Paul Kennedy. Preparing the XXIst century. Harper Collins Publishers, 1993.
2 Leonardo. Publicación conjunta y simultánea de cuatro grandes periódicos europeos, como son El Pais, Le Monde, La
Republica y The Independent, con motivo de la exposición universal de Sevilla.
3 UNRISD, Instituto de Investigaciones de la las Naciones Unidas para el Desarrollo Social. Ver su publicación Estados
de desorden: los efectos sociales de la globalization. Genebra, 1995.
4 Ulrich Menzel. La revolución post-industrial. Revista D+C, n. 5,1995; Revista de Desarrollo y Cooperación,publicada en
Frankfurt, República Alemana. Para los párrafos siguientes nos hemos basado fundamentalmente en este texto.
5 Robert Reich. Ver su obra The work of nations. New York, 1991.
6 Edward N. Luttwak. The endangered American dream. Simon and Schuster, 1993.
7 Entrevista a Edward Phels, publicada en el diario Le Monde bajo la rúbrica Les grands entretiens du monde. Junio 1996.
8 CEPAL. Panorama social de América Latina en 1995, cuadros 8, 9 y 10 del anexo estadístico.
9 Ver el Mercurio, 25 Julio 1996.
10 Jaime Aviles, redactor en jefe del periódico La Jornada, artículo publicado en Le Monde Diplomatique, Agosto 1996.
11 Libro de André Gorz anteriormente citado, p.36.
12 Ver particularmente Jeremy Rifkin, The end of work. New York, Ediciones G.P. Putnam's Sons, 1995. Existe traducción
al castellano.
13 Hans-Peter Martin & Harald Schumann. La piège de la mondialisation. Paris, Ediciones Acte Sud, 1997.
14 Keinichi Ohmae. De l'Etat nation aux Etats region. Paris, Dunod, 1996.
15 André Gorz, obra citada, p. 45.
16 Ver particularmente los libros de André Gorz y de Jeremy Rifkin.
17 Bernard Perret & Guy Roustang. L'economie contre la societé. Paris, Edition Le Seuil, 1993.
17

Jacques Chonchol, engenheiro agrônomo, dirige atualmente o curso de doutorado sobre Estudos de Sociedades Latino-
Americanas da ARCIEC, Santiago do Chile.
Tomado de: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103-40141998000300020

LA GLOBALIZACIÓN Y SU IMPACTO EN MÉXICO: ENTREVISTA CON TIMOTHY


HEYMAN
Marisol García Fuentes
Más que un proyecto político o ideológico,
la globalización es para muchos el efecto
natural de dos procesos antiguos: el
comercio y la innovación tecnológica. Hay
quienes la culpan de todos los males, pero
si la economía mundial ha estado de capa
caída, es por otras razones. ¿Saldrá bien librado nuestro país de esta coyuntura?

La globalización, en la que México ha sido pionero entre los mercados emergentes, ha sido un factor de
estabilidad mundial durante los últimos años. Entendida como una eliminación de barreras ideológicas y
geográficas que propicia el intercambio no solo de bienes y servicios, sino también de ideas, personas,
información y capital, la globalización ha desalentado —desde el fin de la Segunda Guerra Mundial— nuevos
conflictos a gran escala. Además, ha contribuido al aumento del pib per cápita global y a la reducción de la
pobreza.
Timothy Heyman, presidente de Franklin Templeton Servicios de Asesoría México, atribuye este proceso a la
tecnología. “Esta —explica— propicia el crecimiento económico. En las últimas décadas, los dispositivos
inteligentes y las telecomunicaciones han derrumbado grandes barreras geográficas. El avance de estas
tecnologías contribuyó a la caída de regímenes comunistas y socialistas, socavando el proteccionismo y
abriendo economías.”
En entrevista con Comercio Exterior, el también profesor de Finanzas del itam y autor de ocho libros, entre
ellos Inversión en la globalización (Milenio, 1998), sostiene que el beneficio más claro de la globalización ha
sido el aumento del comercio a niveles récord entre economías desarrolladas, en vías de desarrollo y
transicionales. Otro beneficio es el movimiento eficiente de personas para laborar donde hay necesidad de
mano de obra y trabajadores calificados, ya sea por razones demográficas o económicas.
Sin embargo, reconoce que este proceso también ha dado lugar a un cambio en los patrones de producción y
comercio, incluyendo el reemplazo, en los países desarrollados, de obreros por robots o por mano de obra
barata de los mercados emergentes. Si bien es innegable el aumento del ingreso gracias a la globalización,
este no ha sido parejo. Desde 1891, ha habido dos picos de desigualdad en los mercados desarrollados y
emergentes: en la década de 1920 y ahora, dice Heyman.
Como beneficiario de la globalización, México cuenta 12 tratados de libre comercio que abarcan 49 países. Los
más importantes son el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Tratado de Libre
Comercio México-Unión Europea (TLCUEM). La cercanía con Estados Unidos, los bajos costos de producción
y la infraestructura nos han hecho líderes en producción automotriz, electrónica y otras manufacturas.
En México no hay un rechazo generalizado del libre comercio ni de la migración. Sin embargo, sí hay indignación
por la desigualdad y la corrupción, y se acumula el resentimiento contra los políticos, explica el experto. Como
en otros países —y particularmente en Estados Unidos, con la campaña de Trump y su llegada a la
presidencia—, los populistas comienzan a atribuir todos los problemas a la globalización y asumen posturas
contrarias a la migración y el libre comercio. Lo mismo sucede con el fenómeno del Brexit en Europa, donde
algunos atribuyen los problemas a la migración.
Heyman reconoce que el crecimiento de la economía mundial no es el esperado; atravesamos el ciclo
económico adverso más largo desde la década de 1970. Advierte que la estabilidad y la prosperidad ganadas
desde la Segunda Guerra Mundial podrían retroceder si las propuestas populistas se contagian y triunfan
simultáneamente en distintos lugares del mundo. Habla, incluso, de una ola desglobalizadora, que se ve
reflejada en el decremento del comercio global y el aumento de las restricciones que se imponen.
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Nacionalismo económico y protección comercial son las propuestas de los críticos de la globalización
para recuperar los empleos manufactureros y estimular el crecimiento de las economías. ¿Qué opina de
este planteamiento?
Hay confusión entre los críticos de la globalización que creen que es el libre comercio o el movimiento de
personas lo que ha contribuido a la desaceleración de la economía mundial. No es así. La causa del bajo
crecimiento en los últimos siete u ocho años fue la crisis económica de 2008, en la que, por una serie de razones
ligadas a la innovación financiera, vino un sobreendeudamiento en el mundo. La economía no crece porque,
sencillamente, la gente tuvo que pagar sus deudas en vez de gastar, y tardó muchísimo tiempo en saldarlas.
La tónica normal de la historia humana es el comercio y la innovación tecnológica. Si tomamos la definición
técnica de desempleo, vemos que en Estados Unidos la tasa se ubica hoy en 4.7%, es decir, es menor a la de
la crisis de 2008. Cerrar las fronteras al libre movimiento de bienes y personas haría que decrecieran las
economías. En ese país, hay una demanda enorme de gente calificada; caer en el extremo de comprar solo los
bienes que ahí se producen tendría una serie de efectos que van contra el crecimiento económico.
Automatización, inmigración o comercio exterior. ¿Cuál de estos factores Tiene mayor peso a la hora
de explicar la reducción del empleo industrial en las economías avanzadas?
Posiblemente de manera intencional, los populistas están señalando ciertas causas para avanzar en sus
programas políticos. Definitivamente, la reducción del empleo industrial obedece a la automatización, lo que no
implica que no se creen empleos de otro tipo. De hecho, en Estados Unidos el sector manufacturero ya solo
genera el 7% del pib y el 12% del empleo. Esa ha sido la tónica desde hace muchos años, cuando más del 20%
del empleo correspondía a la agricultura y ahora representa apenas un 2%. Hoy la gente vive ese cambio que
ocurre en las economías desarrolladas, porque así es la innovación; no implica que estén desapareciendo los
trabajos, sino que son de otra naturaleza.

¿Cuáles son los desafíos de la llamada cuarta revolución industrial y cómo hacerles frente?
Existen muchas controversias sobre el número de revoluciones industriales. Tenemos la del vapor, a finales del
siglo XVIII, cuando surgen las máquinas textileras y los transportes basados en vapor, como el ferrocarril y los
barcos. Luego surge el telégrafo, en los 1850. Posteriormente aparecen la electricidad, la telefonía y la
combustión interna. En la década de 1920 tenemos los productos de línea blanca basados en la electricidad, la
producción masiva de vehículos de combustión interna y la radio. Luego, en 1950 surgen las computadoras y
en 1976, la microcomputadora. Posteriormente, aparece internet, que se popularizó en 1990. Al mismo tiempo
viene la fusión de las telecomunicaciones con la tecnología, las microcomputadoras y la televisión.
Llevamos ya más de cinco revoluciones y la gente habla incluso de una más, que está transformando los
procesos de manufactura a través de los mecanismos electrónicos 3D. En suma, hay un proceso de innovación
científica desde el siglo xviii que se ha ido acelerando. Es algo irreversible y que hoy aplica a todos los procesos,
no solo los industriales, sino también los servicios, el Gobierno, los negocios y hasta a las finanzas.

¿Qué papel juegan el conocimiento, la inversión en tecnología y la innovación en el entorno actual de


los negocios?
Siempre ha habido innovación y tecnología, y para que las empresas (invento financiero del siglo xvii) continúen,
deben seguir innovando. Hoy existe un rango más amplio de tecnologías que afectan de manera más compleja
los procesos de negocios. Si una empresa quiere sobrevivir, debe pensar en cómo innovar en cada uno de sus
ciclos: desde la obtención de insumos y la producción hasta la forma de vender.
A lo largo de la historia se ha observado que los ciclos de globalización dependen de dos procesos: los inventos
tecnológicos y la apertura de los mercados. Cuando se tienen ambos factores se observa un enorme
crecimiento, por ejemplo en 1989, cuando cae el muro de Berlín.
¿Qué comportamiento se espera del comercio internacional y los acuerdos comerciales en el futuro
inmediato?
Enfrentamos dos hechos importantes a nivel global: la elección de Donald Trump y el Brexit. Para México lo
más importante es Estados Unidos, que lanza señales mezcladas. Tenemos personajes claramente
proteccionistas, como ciertos asesores del presidente Trump, y gente aparentemente menos proteccionista,
como el propio secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien señaló que una empresa de autopartes que controla
logró ser competitiva gracias a las subsidiarias que tiene en México.
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Destaca la corriente que apela a una renegociación del TLCAN y propuestas como el impuesto fronterizo
ajustado o bat (border-adjustment tax), que alienta las exportaciones y desalienta las importaciones mediante
un sistema impositivo.

Son complejidades que mucha gente no entiende, que dependen de las actividades legislativas y otros factores
de los que no conocemos el timing. No sabemos con certeza cómo van a ser los acuerdos comerciales con
Estados Unidos o con Europa, pero es probable que su ritmo de cambio será mayor que nunca.

Cómo ser un anticapitalista hoy


20/01/2016 | Erik Olin Wright
[Este artículo resultará a la vez útil y polémico para muchos de nuestros lectores. Por eso lo publicamos.

Por un lado, su descripción de las cuatro lógicas que han animado históricamente el anticapitalismo (destruir, domar,
escapar y erosionar) nos ayuda a entender las lógicas que “no son la nuestra”, a abrir la mente a otras formas de
anticapitalismo. En este sentido resulta particularmente interesante el análisis de las “utopías reales”.
Por otro lado, el autor valora cada una de estas formas de anticapitalismo y hace una propuesta de cómo pueden
combinarse en una alternativa viable. Esta parte resultará polémica: “Así que, ¿cómo ser un anticapitalista en el siglo XXI?
Renunciar a la fantasía de aplastar el capitalismo. El capitalismo no es dinamitable, al menos si se quiere construir
realmente un futuro de emancipación... Domar y erosionar el capitalismo son las únicas opciones viables.”
Pero no es necesario compartir esta propuesta para sacar provecho del artículo. Quienes crean que sigue siendo necesario
mantener la perspectiva de destruir el capitalismo pero consideren que no es un posibilidad cercana, seguramente verán
la conveniencia de combinar esta perspectiva con el reconocimiento de la utilidad de la lucha por reformas (como hacía la
socialdemocracia histórica) y de construir “utopías reales” (como hacen algunas corrientes anarquistas y autónomas) como
formas de ganar batallas parciales en la guerra de posiciones que hay por delante. Y en todo caso tratar de entender otras
lógicas y experiencias es siempre un ejercicio saludable. Redacción.]

El anticapitalismo no es simplemente una postura moral contra la injusticia, sino que se trata de construir una alternativa.

Para muchas personas la idea de anticapitalismo parece ridícula. Después de todo, las empresas capitalistas nos han
traído fantásticas innovaciones tecnológicas en los últimos años: los teléfonos inteligentes y el streaming de películas;
coches sin conductor y redes sociales; pantallas Jumbotron para los partidos de fútbol y juegos de vídeo que conectan
miles de jugadores de todo el mundo; cada producto de consumo concebible está disponible en Internet para una entrega
a domicilio rápida; aumentos asombrosos de la productividad del trabajo gracias a las tecnologías de automatización
nuevas, etc.

Y si bien es cierto que el ingreso se distribuye de manera desigual en las economías capitalistas, también es cierto que el
conjunto de los bienes de consumo disponibles y asequibles para la persona media, e incluso para los pobres, se ha
incrementado drásticamente en casi todas partes. Basta con comparar los Estados Unidos en el medio siglo entre 1965 y
2015: el porcentaje de estadounidenses con aire acondicionado, coche, lavadora, lavavajillas, televisor y agua corriente ha
aumentado enormemente. La esperanza de vida es más larga; la mortalidad infantil, más baja.

En el siglo XXI, esta mejora de los niveles de vida básicos también se ha producido en las regiones más pobres del mundo:
las condiciones materiales de millones de personas que viven en China desde que abrazó el libre mercado han mejorado
de forma muy significativa. Es más, miremos lo que pasó cuando Rusia y China intentaron una alternativa al capitalismo.
Aparte de la opresión política y la brutalidad de esos regímenes, fueron fracasos económicos. Así pues, si usted se
preocupa por mejorar la vida de las personas, ¿cómo se puede ser anticapitalista? Ese es un relato, el relato estándar.
He aquí otro relato: el sello distintivo del capitalismo es la pobreza en medio de la abundancia. Esta no es la única cosa
que va mal con el capitalismo, pero es su defecto más grave. La pobreza generalizada –especialmente entre los niños,
que claramente no tienen ninguna responsabilidad de su situación– es moralmente reprobable en las sociedades ricas
donde podría ser eliminada fácilmente. Sí, hay crecimiento económico, innovación tecnológica, aumento de la productividad
y una difusión hacia las clases bajas de los bienes de consumo, pero junto con el crecimiento económico capitalista viene
la miseria para muchos, cuyos medios de sustento han sido destruidos por el avance del capitalismo, la precariedad de los
que están en la parte inferior del mercado de trabajo, y el trabajo alienante y tedioso para la mayoría.

El capitalismo ha generado enormes aumentos en la productividad y una riqueza extravagante para algunos, pero muchas
personas todavía luchan para llegar a fin de mes. El capitalismo es una máquina de ampliación de la desigualdad, además
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de una máquina de crecimiento. Por no hablar de que cada vez es más claro que el capitalismo, impulsado por la búsqueda
incesante de ganancias, está destruyendo el medio ambiente. Ambas cosas están ancladas en las realidades del
capitalismo. No es una ilusión que el capitalismo ha transformado las condiciones de vida materiales en el mundo y ha
aumentado enormemente la productividad humana; muchas personas se han beneficiado de esto. Pero igualmente, no es
una ilusión que el capitalismo genera grandes daños y perpetúa formas innecesarias de sufrimiento humano.

La cuestión fundamental no es si en promedio han mejorado las condiciones materiales en el largo plazo en las economías
capitalistas, sino más bien si, mirando hacia adelante desde este punto de la historia, las cosas serían mejores para la
mayoría de la gente en un tipo alternativo de economía. Es cierto que las economías centralizadas, autoritarias, estatales
de Rusia y China del siglo XX fueron en muchos aspectos fracasos económicos, pero esas no son las únicas posibilidades.
Donde radica el verdadero desacuerdo –un desacuerdo fundamental– es en la cuestión de si es posible tener la
productividad, la innovación y el dinamismo que vemos en el capitalismo sin tener que sufrir los daños que causa. Margaret
Thatcher anunció a principios de la década de 1980 su famosa consigna “no hay alternativa”, pero dos décadas después,
el Foro Social Mundial declaró “otro mundo es posible”.

Sostengo que otro mundo –uno que mejoraría las condiciones del bienestar humano para la mayoría de la gente– es sin
duda posible. De hecho, elementos de este nuevo mundo ya se están creando hoy en día, y existen formas concretas para
pasar de aquí a allí. El anticapitalismo es posible, no simplemente como una postura moral ante los daños y las injusticias
del capitalismo global, sino como una actitud práctica hacia la construcción de una alternativa de mayor bienestar humano.

Los cuatro tipos de anticapitalismo

El capitalismo engendra anticapitalistas. A veces, la resistencia al capitalismo cristaliza en ideologías coherentes que
ofrecen tanto diagnósticos sistemáticos de la fuente de los daños como prescripciones claras sobre cómo eliminarlas. En
otras circunstancias, el anticapitalismo se impregna de motivaciones que a simple vista poco tienen que ver con el
capitalismo, como las creencias religiosas que llevan a las personas a rechazar la modernidad y buscar refugio en
comunidades aisladas. Pero siempre, siempre que exista el capitalismo, habrá descontento y resistencia de una forma u
otra.

Históricamente, el anticapitalismo ha estado animado por cuatro lógicas diferentes de resistencia: destruir el capitalismo,
mitigar el capitalismo, escapar del capitalismo y erosionar el capitalismo. Estas lógicas a menudo coexisten y se
entremezclan, pero cada una de ellas constituye una forma distinta de dar respuesta a los daños causados por el
capitalismo. Estas cuatro formas de anticapitalismo se pueden considerar como variables a lo largo de dos dimensiones.
Una se refiere al objetivo de las estrategias anticapitalistas –trascender las estructuras del capitalismo o simplemente
neutralizar las peores lacras del capitalismo–, mientras que la otra dimensión se refiere al objetivo principal de las
estrategias: si el destino es el Estado y otras instituciones en el nivel macro del sistema o las actividades económicas de
las personas, organizaciones y comunidades a nivel micro. Tomando estas dos dimensiones en conjunto obtenemos la
tipología que se expone a continuación.

1. Destruir el capitalismo

Dada la forma en que el capitalismo devasta las vidas de tanta gente y dado el poder de sus clases dominantes para
proteger sus intereses y defender el status quo, es fácil entender el atractivo de la idea de aplastar el capitalismo. El
argumento viene a decir lo siguiente: el sistema está podrido. Todos los esfuerzos por hacer la vida tolerable dentro de él
fallarán en el futuro. De vez en cuando puede que sean posibles pequeñas reformas que mejoren la vida de las personas,
cuando las fuerzas populares son fuertes, pero estas mejoras serán siempre frágiles, vulnerables a los ataques y
reversibles.

La idea de que el capitalismo se puede convertir en un orden social benigno, en el que la gente común puede vivir una vida
floreciente, con sentido, en última instancia es una ilusión, ya que, en su esencia, el capitalismo es irreformable. La única
esperanza es destruirlo, barrer los escombros y luego construir una alternativa. Como proclaman las palabras finales de la
canción obrera Solidaridad para siempre: “Podemos crear un mundo nuevo a partir de las cenizas del viejo”.

Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo es posible para las fuerzas anticapitalistas acumular poder suficiente para destruir el
capitalismo y reemplazarlo por una alternativa mejor? Esta es sin duda una tarea de enormes proporciones, porque el
poder de las clases dominantes, que hace de la reforma una ilusión, también bloquea el objetivo revolucionario de una
ruptura en el sistema. La teoría anticapitalista revolucionaria, inspirada por los escritos de Marx y ampliada por Lenin,
Gramsci y otros, ofrece un argumento atractivo acerca de cómo podría tener lugar esto. Si bien es cierto que la mayor parte
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del tiempo el capitalismo parece inexpugnable, también es un sistema profundamente contradictorio, propenso a las
disrupciones y crisis. A veces, esas crisis alcanzan una intensidad que hace que el sistema en su conjunto se vuelva frágil
y vulnerable a los desafíos.
Las versiones más fuertes de la teoría, consideran incluso que tendencias subyacentes en las “leyes de movimiento” del
capitalismo que hacen que la intensidad de este tipo de crisis que debilitan el sistema aumenten con el tiempo, por lo que
a largo plazo el capitalismo se vuelve insostenible; destruye sus propias condiciones de existencia. Pero incluso si no hay
una tendencia sistemática de las crisis a volverse cada vez peores, lo que se puede predecir es que periódicamente habrá
intensas crisis económicas capitalistas en las cuales el sistema se vuelve vulnerable y las rupturas se hacen posibles.

Esto proporciona el contexto en el que un partido revolucionario puede conducir una movilización de masas a tomar el
poder del Estado, ya sea a través de elecciones o a través de un derrocamiento violento del régimen existente. Una vez
con el control del Estado, la primera tarea consiste en remodelar el Estado en sí para que sea un arma adecuada de
transformación socialista, y luego usar ese poder para reprimir a la oposición de las clases dominantes y sus aliados,
desmantelar las estructuras fundamentales del capitalismo y construir las instituciones necesarias para un sistema
económico alternativo.

En el siglo XX, varias versiones de esta línea general de razonamiento animaron la imaginación de los revolucionarios de
todo el mundo. El marxismo revolucionario infundió esperanza y optimismo a las luchas, ya que no solo significaba una
condena poderosa al mundo tal como existía, sino que también proporcionaba un escenario plausible de cómo podría
realizarse una alternativa emancipadora. Esto dio a la gente coraje, manteniendo la creencia de que estaban del lado de
la historia y que el enorme compromiso y los sacrificios que tuvo que hacer en sus luchas contra el capitalismo ofrecía
perspectivas reales de éxito. Y a veces, en raras ocasiones, estas luchas culminaron en la toma revolucionaria del poder
del Estado.

Los resultados de esas revoluciones, sin embargo, nunca dieron lugar a la creación de una alternativa igualitaria,
emancipadora y democrática al capitalismo. Mientras que las revoluciones realizadas en nombre del socialismo y del
comunismo demostraron que era posible “construir un mundo nuevo sobre las cenizas del viejo”, y que en ciertas formas
específicas mejoraban las condiciones de vida materiales de la mayoría de las personas por un período de tiempo, lo que
evidencian los intentos heroicos de ruptura en el siglo XX es que no producen el tipo de nuevo mundo imaginado en la
ideología revolucionaria. Una cosa es acabar con las viejas instituciones; y otra muy distinta construir nuevas instituciones
de emancipación a partir de las cenizas.

El motivo de que las revoluciones del siglo XX nunca dieron lugar a una emancipación humana robusta y sostenible es,
por supuesto, una cuestión muy debatida. Algunas personas argumentan que el fracaso de los movimientos revolucionarios
se debió a unas circunstancias desfavorables, históricamente específicas, de los intentos de ruptura de todo el sistema:
revoluciones ocurridas en sociedades económicamente atrasadas, rodeadas de enemigos poderosos. Algunos sostienen
que los líderes revolucionarios cometieron errores estratégicos, mientras que otros dan la culpa a las motivaciones de los
dirigentes: los líderes que triunfaron en el curso de las revoluciones estuvieron motivados por deseos de estatus social y
poder en lugar del empoderamiento y el bienestar de las masas.

Otros sostienen que el fracaso es intrínseco a cualquier intento de ruptura radical en un sistema social, porque hay
demasiadas partes móviles, demasiada complejidad, y demasiadas consecuencias no deseadas. A resultas de ello, los
intentos de ruptura del sistema tenderán inevitablemente a originar tal caos, que las élites revolucionarias,
independientemente de sus motivos, se verán obligadas a recurrir a la violencia generalizada y la represión para mantener
el orden social. Este tipo de violencia, a su vez, destruye la posibilidad de un proceso genuinamente democrático y
participativo de construcción de una nueva sociedad.
Independientemente de qué explicación es la correcta (si es que alguna lo es), la evidencia de las tragedias revolucionarias
del siglo XX muestra que destruir el capitalismo no funciona como una estrategia para la emancipación social por sí sola.
Sin embargo, la idea de una ruptura revolucionaria con el capitalismo no ha desaparecido por completo. Incluso si ya no
constituye una estrategia coherente de ninguna fuerza política significativa, se nutre de la frustración y la rabia de vivir en
un mundo de tales desigualdades agudas y potencialidades no realizadas del bienestar humano y en un sistema político
que parece cada vez más antidemocrático y e irresponsable. Para transformar realmente el capitalismo, las visiones que
se basan en la ira no son suficientes; en cambio, se necesita una lógica estratégica que tenga alguna posibilidad real de
alcanzar sus objetivos.

2. Domar el capitalismo

En el siglo XX, la principal alternativa a la idea de destruir el capitalismo fue la domesticación del mismo. Esta es la idea
central que inspira a las corrientes anticapitalistas dentro de la izquierda de los partidos socialdemócratas. Este es su
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argumento básico; el capitalismo, cuando se le da rienda suelta, causa grandes daños. Genera niveles de desigualdad que
son destructivas para la cohesión social; destruye puestos de trabajo tradicionales y abandona a la gente a su suerte; crea
incertidumbre y riesgo para las personas y comunidades enteras; daña el medio ambiente. Estas son todas las
consecuencias de las dinámicas inherentes a una economía capitalista.
Sin embargo, es posible construir instituciones paliativas capaces de neutralizar significativamente estos daños. No hay
que dar rienda suelta al capitalismo; puede ser domesticado mediante políticas estatales bien elaboradas. Sin duda, esto
puede implicar fuertes luchas, ya que implica la reducción de la autonomía y el poder de la clase capitalista, y no hay
garantías de éxito en este tipo de luchas. La clase capitalista y sus aliados políticos afirman que los reglamentos y la
redistribución concebidos para neutralizar estas presuntas lacras del capitalismo va a destruir su dinamismo, paralizar la
competitividad y socavar los incentivos. Estos argumentos, sin embargo, son simplemente racionalizaciones egoístas del
privilegio y del poder.

El capitalismo puede ser objeto de regulación y redistribución significativa para contrarrestar sus efectos nocivos y aun así
proporcionar beneficios adecuados para que funcione. Lograr esto requiere movilización popular y voluntad política; nunca
se puede confiar en la benevolencia ilustrada de las élites. Pero en las circunstancias adecuadas, es posible ganar estas
batallas e imponer las restricciones necesarias para una forma más benigna del capitalismo. La idea de domesticar el
capitalismo no elimina la tendencia subyacente del capitalismo a generar daños; simplemente contrarresta sus efectos.
Esto es como una medicina que se ocupa de manera efectiva de los síntomas en lugar de las causas subyacentes de un
problema de salud. A veces eso es suficiente. Los padres de los bebés recién nacidos se ven a menudo privados del sueño
y suelen tener dolor de cabeza. Una solución es tomar una aspirina y afrontar la situación; otra es deshacerse del bebé. A
veces, neutralizar el síntoma es mejor que tratar de deshacerse de la causa subyacente.

En la que a veces se llama la “edad de oro del capitalismo” –más o menos las tres décadas posteriores a la Segunda
Guerra Mundial–, las políticas socialdemócratas, sobre todo en aquellos lugares en los que se implementaron más a fondo,
hicieron un buen trabajo moviéndose en dirección a un sistema económico más humano. Fueron tres grupos de políticas
de Estado, en particular, las que contrarrestaron de manera significativa los daños del capitalismo: los riesgos graves –
especialmente en torno a la salud, el empleo y los ingresos– se redujeron a través de un sistema bastante completo de la
seguridad social obligatoria y financiada con fondos públicos. El Estado proporcionaba un conjunto amplio de bienes
públicos (financiados por un sistema fiscal robusto) que incluía la educación básica y superior, la formación de habilidades
profesionales, el transporte público, actividades culturales, instalaciones de esparcimiento, la investigación y el desarrollo
y la estabilidad macroeconómica. Y, por último, el Estado creó un régimen de regulación para frenar las más graves
externalidades negativas del comportamiento de los inversores y las empresas en los mercados capitalistas: la
contaminación, los peligros de los productos y los riesgos laborales, el comportamiento depredador del mercado, etc.

Estas políticas no significaban que la economía dejó de ser capitalista: los capitalistas eran básicamente libres de asignar
capital sobre la base de las oportunidades lucrativas del mercado, y aparte de los impuestos, se apropiaron de los
beneficios generados por esas inversiones para utilizarlos como desearan. Lo que había cambiado era que el Estado
asumió la responsabilidad de la corrección de las tres fallas principales de los mercados capitalistas: la vulnerabilidad
individual a los riesgos, la baja provisión de bienes públicos y las externalidades negativas de la actividad económica
privada que maximiza el beneficio. El resultado fue una forma de funcionamiento razonablemente buena del capitalismo
con las desigualdades mitigadas y conflictos apagados. Los capitalistas pueden no haber preferido esto, pero funcionó
bastante bien. El capitalismo había sido, al menos en parte, domado.

Esa fue la edad de oro, un vago recuerdo en las duras primeras décadas del siglo XXI. En todas partes, hoy en día, incluso
en los bastiones de la socialdemocracia de Europa del Norte, ha habido llamamientos para hacer retroceder los derechos
asociados a la seguridad social, reducir los impuestos y los bienes públicos, desregular la producción y los mercados
capitalistas y privatizar los servicios públicos. En su conjunto, estas transformaciones se engloban en el
llamado “neoliberalismo”. Diversos factores han contribuido a la disminución de la voluntad y la aparente capacidad del
Estado para neutralizar los daños del capitalismo.

La globalización ha hecho que sea mucho más fácil para las empresas capitalistas destinar las inversiones a lugares del
mundo con menos regulación y mano de obra más barata, mientras que la amenaza de la fuga de capitales, junto con una
variedad de cambios tecnológicos, ha fragmentado y debilitado el movimiento obrero, mermando su capacidad de
resistencia y movilización política. Combinada con la globalización, la creciente financiarización del capital ha llevado a un
aumento masivo de la desigualdad de riqueza y de los ingresos, lo que a su vez ha aumentado la influencia política de los
opositores al Estado socialdemócrata. En lugar de estar domado, el capitalismo se ha desatado.

Tal vez las tres décadas de la “edad de oro” fueran tan solo una anomalía histórica, un breve periodo en el que las
condiciones estructurales favorables y un poder popular robusto abrieron la posibilidad de instaurar un modelo
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relativamente igualitario. Antes de ese periodo, el capitalismo era un sistema voraz, y bajo el neoliberalismo se ha
convertido una vez más en rapaz, volviendo al estado de cosas normal para los sistemas capitalistas. Tal vez a largo plazo
el capitalismo no es domesticable. Los defensores de la idea de rupturas revolucionarias con el capitalismo siempre han
afirmado que domar el capitalismo era una ilusión, una distracción de la tarea de construir un movimiento político para
derrocar el capitalismo.

Pero tal vez las cosas no son tan graves. La afirmación de que la globalización impone fuertes restricciones a la capacidad
de los Estados para recaudar impuestos, regular el capitalismo y redistribuir la renta es un reclamo político eficaz porque
la gente se lo cree, no porque las restricciones son realmente tan limitadas. En política, los límites de lo posible siempre
son fruto, en parte, de la creencia en los límites de lo posible. El neoliberalismo es una ideología, respaldada por poderosas
fuerzas políticas, más que un teorema científicamente exacto de los límites reales a que nos enfrentamos a la hora de
hacer del mundo un lugar mejor. Si bien puede suceder que las políticas específicas que constituían el menú de la
socialdemocracia en la “edad de oro” se han vuelto menos eficaces y necesitan repensarse, domesticar el capitalismo
sigue siendo una expresión viable del anticapitalismo.

3. Escapar del capitalismo

Una de las respuestas más antiguas a la expansión del capitalismo consiste en escapar de su dominio. Escapar del
capitalismo puede no haber cristalizado en ideologías anticapitalistas sistemáticas, pero tiene una lógica coherente: el
capitalismo es un sistema demasiado poderoso para destruirlo. Domesticar verdaderamente el capitalismo requeriría un
nivel de acción colectiva sostenida que no es realista y, de todos modos, el sistema en su conjunto es demasiado grande
y complejo para controlarlo eficazmente. Los poderes fácticos son demasiado fuertes para desalojarlos, y siempre
organizarán la oposición y defenderán sus privilegios. No se puede luchar contra el ayuntamiento. Cuanto más cambian
las cosas, más permanecen igual.
Lo mejor que podemos hacer es tratar de aislarnos de los efectos dañinos del capitalismo y tal vez escapar por completo
de sus estragos en algún entorno protegido. Puede que no seamos capaces de cambiar el mundo en general, pero
podemos librarnos de su red de dominación y crear nuestra propia microalternativa en la que vivir y realizarnos. Este
impulso de escapar se refleja en muchas respuestas conocidas a los daños del capitalismo. El movimiento de los
agricultores hacia la frontera oeste en Estados Unidos en el siglo XIX fue, para muchos, una aspiración a una agricultura
de subsistencia estable y autosuficiente en lugar de la producción para el mercado. Escapar el capitalismo está implícito
en el lema hippie de la década de 1960, “turn on, tune in, drop out” [conecta, sintoniza, libérate]. Los esfuerzos realizados
por ciertas comunidades religiosas, como los Amish, para crear fuertes barreras entre ellos y el resto de la sociedad,
implicaban zafarse a sí mismos en la medida de lo posible de las presiones del mercado.

La caracterización de la familia como un "refugio en un mundo sin corazón" expresa el ideal de la familia como un espacio
social no competitivo de la reciprocidad y el cuidado en el que uno puede encontrar refugio del mundo competitivo y
descorazonado del capitalismo. Y, en formas limitadas en el tiempo, escapar del capitalismo aún se encarna en caminatas
de larga distancia en la naturaleza salvaje. Escapar del capitalismo normalmente implica evitar el compromiso político y sin
duda los esfuerzos organizados de forma colectiva por cambiar el mundo. Especialmente en el mundo de hoy, el escape
es sobre todo una estrategia de estilo de vida individualista. Y a veces es una estrategia individualista dependiente de una
riqueza capitalista, como en el estereotipo del exitoso banquero de Wall Street que decide “renunciar a la carrera de ratas” y
trasladarse a Vermont para abrazar una vida de simplicidad voluntaria mientras vive de un fondo fiduciario amasado a base
de inversiones capitalistas.
Debido a la ausencia de actividad política, es fácil descartar la estrategia de escapar del capitalismo, sobre todo cuando
refleja privilegios alcanzados dentro del propio capitalismo. Es difícil ver en el senderista que camina a una región remota
con su costoso equipo de senderismo para “alejarse de todo” como una expresión significativa de oposición al capitalismo.
Aun así, hay ejemplos de esta actitud que tienen relación con el problema más amplio del anticapitalismo. Comunidades
intencionales pueden estar motivadas por el deseo de escapar de las presiones del capitalismo, pero a veces también
pueden servir de modelos para formas más colectivas, igualitarias y democráticas de la vida. Sin duda, las cooperativas,
que pueden estar motivadas principalmente por el deseo de escapar de los lugares de trabajo autoritarios y de la
explotación de las empresas capitalistas, también pueden convertirse en elementos de un desafío más amplio al
capitalismo. El movimiento “Do It Yourself” [hazlo tú mismo] y la “economía del compartir” pueden estar motivados por los
el estancamiento de las rentas individuales durante un periodo de austeridad económica, pero también pueden apuntar a
formas de organización de la actividad económica que son menos dependientes del intercambio en el mercado. Y más en
general, el estilo de vida voluntariamente simple puede contribuir al rechazo más amplio del consumismo y la preocupación
por el crecimiento económico en el capitalismo.

4. Erosionar el capitalismo
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La cuarta forma de anticapitalismo es el menos conocida. Se basa en la siguiente idea: todos los sistemas socioeconómicos
son mezclas complejas de muchos tipos diferentes de estructuras económicas, relaciones y actividades. Ninguna economía
ha sido –ni nunca podría ser– puramente capitalista. El capitalismo como una forma de organizar la actividad económica
tiene tres componentes fundamentales: la propiedad privada del capital; la producción para el mercado con el fin de obtener
beneficios; y el empleo de trabajadores que no poseen los medios de producción. Los sistemas económicos existentes
combinan el capitalismo con toda una serie de otras formas de organizar la producción y distribución de bienes y servicios:
directamente por los Estados; dentro de las relaciones íntimas de las familias para satisfacer las necesidades de sus
miembros; a través de redes y organizaciones de base comunitaria; mediante cooperativas que pertenecen a sus miembros
y son gestionadas democráticamente por ellos; a través de organizaciones no lucrativas orientadas al mercado; a través
de redes peer-to-peer [de igual a igual] que participan en procesos de producción colaborativos; y muchas otras
posibilidades. Algunas de estas formas de organización de las actividades económicas pueden considerarse híbridas, al
combinar elementos capitalistas y elementos no capitalistas; algunas son totalmente no capitalistas y algunas son
anticapitalistas. Calificamos un sistema económico complejo como este de “capitalista” cuando la dinámica capitalista es
dominante en la determinación de las condiciones económicas de la vida y el acceso a los medios de sustento para la
mayoría de la gente. Esa dominancia es inmensamente destructiva.

Una forma de desafiar al capitalismo es la construcción de relaciones económicas más democráticas, igualitarias y
participativas en los espacios y grietas de este complejo sistema, siempre que sea posible, y luchar para ampliar y defender
esos espacios. La idea de erosionar el capitalismo imagina que estas alternativas tienen el potencial, a largo plazo, de
expandirse hasta el punto en que el capitalismo se ve desplazado de este papel dominante. Una analogía con un
ecosistema natural podría ayudar a aclarar esta idea. Pensemos en un lago. Un lago consiste en una masa de agua dentro
de un paisaje, con determinados tipos de suelo, manantiales y el clima. Una gran variedad de peces y otras criaturas viven
en sus aguas, y varios tipos de plantas crecen en y alrededor de ella. En conjunto, todos estos elementos constituyen el
ecosistema natural del lago. (Se trata de un "sistema" en el que todo afecta a todo lo demás en su interior, pero no es como
el sistema de un solo organismo en el que todas las partes están conectadas funcionalmente en un todo coherente,
estrechamente integradas.) En este ecosistema, es posible introducir una especie exótica de peces que no se encuentra
"naturalmente" en el lago. Algunas especies exóticas son engullidas de inmediato. Otras pueden sobrevivir en un pequeño
nicho en el lago, pero no cambian gran cosa en la vida diaria del ecosistema. Sin embargo, ocasionalmente una especie
exótica puede prosperar y finalmente desplazar a las especies dominantes.

La visión estratégica de la erosión del capitalismo imagina la introducción de las variedades más vigorosas de especies
emancipadoras de actividad económica no capitalista en el ecosistema del capitalismo, consolidando su desarrollo
mediante la protección de sus nichos y encontrando la forma de ampliar sus hábitats. La esperanza es que con el tiempo
estas especies exóticas puedan extenderse fuera de sus estrechos nichos y transformar el carácter del ecosistema en su
conjunto. Esta forma de pensar sobre el proceso de trascender el capitalismo es similar a la historia popular, estilizada,
que se cuenta sobre la transición de las sociedades feudales precapitalistas al capitalismo en Europa. Dentro de las
economías feudales, en el último período medieval, surgieron relaciones y prácticas protocapitalistas, especialmente en
las ciudades. Inicialmente esto implicaba una actividad comercial, la producción artesanal regulada por los gremios y la
actividad bancaria. Estas formas de actividad económica llenaban nichos y eran a menudo muy útiles para las élites
feudales. A medida que se ampliaba el alcance de estas actividades en el mercado, adquirieron gradualmente un carácter
más capitalistas y, en algunos lugares, erosionaron progresivamente la dominación feudal establecida en la economía en
su conjunto. A través de un proceso largo, sinuoso, de varios siglos, las estructuras feudales dejaron de dominar la vida
económica de algunos rincones de Europa; el feudalismo había sido erosionado. Este proceso puede haberse visto
salpicado por convulsiones políticas e incluso revoluciones, pero en lugar de constituir una ruptura de las estructuras
económicas, estos acontecimientos políticos han servido más para ratificar y racionalizar los cambios que ya habían tenido
lugar dentro de la estructura socioeconómica.

La visión estratégica de la erosión del capitalismo ve el proceso de desplazamiento del capitalismo de su papel dominante
en la economía de una manera similar: actividades económicas no capitalistas alternativas surgen en los nichos en los que
sea posible dentro de una economía dominada por el capitalismo; estas actividades crecen con el tiempo, tanto de forma
espontánea y, sobre todo, a resultas de una estrategia deliberada; luchas que implican reemplazar al Estado, a veces para
proteger estos espacios, otras veces para facilitar nuevas posibilidades; y, finalmente, estas relaciones y actividades no
capitalistas se vuelven lo suficientemente prominente en la vida de los individuos y las comunidades que el capitalismo ya
no puede decirse que domina el sistema en su conjunto. Esta visión estratégica está implícita en algunas corrientes del
anarquismo contemporáneo. Si el socialismo revolucionario propone que hay que utilizar el poder del Estado para destruir
el capitalismo, y la socialdemocracia sostiene que el Estado capitalista puede servir para domar el capitalismo, los
anarquistas en general han argumentado que es preciso evitar el Estado –tal vez incluso darle la espalda– porque al final
solo puede servir de aparato de dominación, no de liberación. La única esperanza para una alternativa emancipadora al
25

capitalismo –una alternativa que encarne los ideales de igualdad, democracia y solidaridad– es construirla desde los
cimientos y trabajar para ampliar su ámbito de influencia.

Como visión estratégica, la erosión del capitalismo es a la vez atractiva y descabellada. Es atractiva porque sugiere que
aun cuando el Estado parece muy poco propicio para el avance de la justicia social y el cambio social emancipatorio,
todavía que se puede hacer mucho. Podemos seguir con la idea de construir un mundo nuevo, pero no sobre las cenizas
del viejo, sino dentro de los intersticios del viejo. Es inverosímil porque parece tremendamente improbable que la
acumulación de espacios económicos emancipatorios, dentro de una economía dominada por el capitalismo, podría
desplazar alguna vez realmente el capitalismo, dado el inmenso poder y la riqueza de las grandes empresas capitalistas y
la dependencia de los medios de sustento de muchas personas con respecto al buen funcionamiento del mercado
capitalista. Seguramente si las formas no capitalistas de emancipación de las actividades y las relaciones económicas
crecieran alguna vez hasta el punto de amenazar el dominio del capitalismo, simplemente serían aplastadas.
Erosionar el capitalismo no es una fantasía. Pero solo es plausible si se combina con la idea socialdemócrata de domar el
capitalismo. Necesitamos una manera de vincular la visión de abajo arriba, la visión estratégica centrada en la sociedad
del anarquismo, con la visión de arriba abajo, la lógica estratégica estatalista de la socialdemocracia. Tenemos que domar
el capitalismo de manera que lo haga más erosionable, y erosionar el capitalismo de manera que lo haga más domable.
Un concepto que nos ayudará a vincular estas dos corrientes de pensamiento anticapitalista es el de las utopías reales.

Utopías reales

“Utopía real” es una expresión contradictoria en sí misma. La palabra “utopía” fue acuñada por primera vez por Tomás
Moro en 1516 mediante la fusión de dos prefijos griegos –eu, que significa bueno, y ou, que significa no– en una única
vocal, la u, y la colocándola delante de la palabra griega que designa el lugar, topos. Utopía es así el buen lugar que no
existe en ningún lugar. Es una fantasía de la perfección. Entonces, ¿cómo puede ser “real”? Puede ser realista para buscar
mejoras en el mundo, pero no la perfección. De hecho, la búsqueda de la perfección puede socavar la tarea práctica de
hacer del mundo un lugar mejor. Como dice el refrán, “lo mejor es enemigo de lo bueno”. Existe, pues, una tensión inherente
entre lo real y lo utópico. Es precisamente esta tensión lo que intenta a capturar la idea de una “utopía real”. El punto es
mantener nuestras aspiraciones más profundas de un mundo justo y humano que no existe, y a la vez participar en la tarea
práctica de construir alternativas reales posibles en el mundo tal como es, que también prefigura el mundo como podría
ser y que nos ayude a avanzar en esa dirección. Por tanto, las utopías reales transforman el “ningún lugar” de la utopía en
el “aquí y ahora” de crear alternativas emancipatorias del mundo que podría ser en el mundo tal como es.

Utopías reales se pueden encontrar allí donde los ideales emancipatorios se encarnan en instituciones existentes y en
las propuestas de nuevos diseños institucionales. Ambos son elementos constitutivos de un destino y una estrategia. He
aquí algunos ejemplos.
Las cooperativas de trabajadores son una utopía real que surgió paralelamente al desarrollo del capitalismo. Tres ideales
emancipatorios importantes son la igualdad, la democracia y la solidaridad. Todos ellos están obstruidos en las empresas
capitalistas, donde el poder se concentra en manos de los propietarios y sus delegados, los recursos internos y las
oportunidades se distribuyen de manera extremadamente desigual, y la competencia socava continuamente la solidaridad.
En una cooperativa de trabajadores, todos los activos de la empresa son propiedad conjunta de los propios empleados,
que también gestionan la firma según el principio de una persona, un voto, de manera democrática. En una pequeña
cooperativa, esta gobernanza democrática puede ser organizada en forma de asambleas generales de todos los miembros;
en las cooperativas más grandes, los trabajadores eligen delegados a los consejos de administración para supervisar la
gestión.

Las cooperativas de trabajadores también pueden encarnar características más capitalistas: pueden, por ejemplo, contratar
a trabajadores temporales o ser inhóspitas para los posibles miembros de determinados grupos étnicos o raciales. Las
cooperativas, por lo tanto, encarnan a menudo valores bastante contradictorios. Sin embargo, tienen el potencial de
contribuir a erosionar el predominio del capitalismo cuando expanden el espacio económico en el que pueden operar los
ideales emancipatorios anticapitalistas. Las agrupaciones de cooperativas de trabajadores podrían constituir redes; con
formas adecuadas de apoyo público, esas redes podrían ampliarse y profundizarse para constituir un sector de mercado
cooperativo; ese sector podría –en ciertas circunstancias– ampliarse hasta poner en tela de juicio el predominio del
capitalismo.

Las bibliotecas públicas son otro tipo de utopía real. Esto podría parecer a primera vista un ejemplo raro. Las bibliotecas
son, después de todo, una institución duradera que se encuentra en todas las sociedades capitalistas. En Estados Unidos,
el vasto sistema de bibliotecas públicas fue obra en gran medida de Andrew Carnegie, uno de los despiadados “barones
ladrones” de la Edad Dorada. Sin duda no era anticapitalista y, en todo caso, vio su filantrópico apoyo a las bibliotecas
como una manera de fortalecer el capitalismo como sistema. Sin embargo, las bibliotecas encarnan principios de acceso
26

y distribución que son profundamente anticapitalistas. Existe una gran diferencia entre las formas en que una persona
adquiere el acceso a un libro en una librería y una biblioteca.

En una librería, uno busca el libro que desea en un estante y comprueba el precio, y si se lo puede permitir y lo desea
suficientemente, va a la caja, entrega la cantidad necesaria de dinero y se va con el libro. En una biblioteca, uno va al
mostrador (o, más probablemente en estos días, a un terminal de ordenador) para ver si el libro está disponible, encuentra
el libro, va al mostrador de registro, muestra su tarjeta de la biblioteca y se va con el libro. Si el libro ya está prestado, se
inscribe en la lista de espera. En una librería, el principio de distribución es “a cada cual según su capacidad de pago”; en
una biblioteca pública, el principio de distribución es “a cada uno según su necesidad”. Es más, en la biblioteca, si hay un
desequilibrio entre la oferta y la demanda, aumenta la cantidad de tiempo que uno tiene que esperar hasta obtener el libro;
los libros que escasean se racionan por tiempo, no por precio. Una lista de espera es un dispositivo profundamente
igualitario: un día en la vida de todo el mundo se considera moralmente equivalente. Una biblioteca bien dotada de recursos
tratará la longitud de la lista de espera como una señal de que se deben solicitar más ejemplares de un libro en particular.
Las bibliotecas también pueden convertirse en servicios públicos de usos múltiples, dejando de ser simples depósitos de
libros. Las buenas bibliotecas proporcionan espacio público para las reuniones, a veces lugares para conciertos y otros
espectáculos, y un lugar de encuentro agradable para la gente. Por supuesto, las bibliotecas también pueden ser zonas de
exclusión, inhóspitas para cierto tipo de personas. Pueden ser elitistas en sus prioridades presupuestarias y en sus reglas.
Las bibliotecas reales pueden reflejar por lo tanto valores bastante contradictorios. Pero en la medida en que encarnan los
ideales emancipatorios de la igualdad, democracia y comunidad, las bibliotecas son una utopía real.

Un último ejemplo de una utopía real existente son las nuevas formas de producción colaborativa peer-to-peer que han
surgido en la era digital. Tal vez el ejemplo más conocido es la Wikipedia. Una década después de su fundación, Wikipedia
había destruido un mercado de trescientos años de edad, el de las enciclopedias; ahora es imposible producir una
enciclopedia generalista comercialmente viable. Wikipedia se produce de una manera completamente no capitalista por un
par de cientos de miles de editores no pagados de todo el mundo, que contribuyen al bien común global y lo ponen a la
libre disposición de todos. Se financia a través de un tipo de economía de donaciones que ofrece los recursos de
infraestructura necesarios. Wikipedia está llena de problemas – algunas entradas son maravillosas, otras terribles–, pero
es un ejemplo extraordinario de cooperación y colaboración a muy gran escala que es altamente productiva y organizada
sobre una base no capitalista. Hay muchos otros ejemplos en el mundo digital. Si imaginamos este modelo de colaboración
que se extendiera al mundo de la producción de bienes, no sólo de información, entonces es posible imaginar una
producción colaborativa P2P [peer to peer] invadiendo el dominio del capitalismo.

También se pueden encontrar utopías reales en las propuestas de políticas de cambio social y públicas, no solo en las
instituciones realmente existentes. Este es el papel fundamental de las utopías reales en estrategias políticas a largo plazo
para la justicia social y la emancipación humana. Un ejemplo es una renta básica incondicional (RBI). Una RBI proporciona
simplemente a todas las personas, sin condiciones, un flujo de ingresos suficiente para cubrir las necesidades básicas.
Permite un nivel de vida modesto, pero culturalmente respetable, sin lujos. De paso también resuelve el problema del
hambre entre los pobres, pero lo hace de una manera que aporta un bloque de construcción de una alternativa
emancipadora.

La RBI doma directamente uno de los males del capitalismo: la pobreza en medio de la abundancia. Pero también expande
el potencial de erosión a largo plazo de la dominación del capitalismo mediante la canalización de recursos hacia formas
no capitalistas de la actividad económica. Consideremos los efectos de una renta básica en las cooperativas de
trabajadores. Una de las razones por las que las cooperativas de trabajadores son a menudo frágiles es que tienen que
generar ingresos suficientes no solo para cubrir los costes de las materias de producción, sino también para proporcionar
una renta básica para sus miembros.
Si se garantiza una renta básica con independencia del éxito en el mercado de la cooperativa, las cooperativas de trabajo
serían mucho más robustas. Esto también significaría que supondrían menos riesgo para los préstamos de los bancos.
Por lo tanto, con cierta ironía, una renta básica incondicional ayudaría a resolver un problema del mercado de crédito para
las cooperativas. También potenciaría un aumento masivo de la participación en la producción colaborativa P2P y muchas
otras actividades productivas que no generan ingresos propios del mercado para los participantes.

Doma y erosión
Así que, ¿cómo ser un anticapitalista en el siglo XXI?

Renunciar a la fantasía de aplastar el capitalismo. El capitalismo no es dinamitable, al menos si se quiere construir


realmente un futuro de emancipación. Uno personalmente puede ser capaz de escapar del capitalismo saliéndose fuera
de la red y reducir al mínimo su participación en la economía monetaria y el mercado, pero esto no es una opción atractiva
27

para la mayoría de las personas, especialmente las que tienen hijos, y sin duda tiene poco potencial para fomentar un
proceso de emancipación social más amplio.

Si uso se preocupa por la vida de los demás, de una manera u otra tiene que hacer frente a las estructuras e instituciones
capitalistas. Domar y erosionar el capitalismo son las únicas opciones viables. Es necesario participar tanto en los
movimientos políticos para domar al capitalismo a través de políticas públicas como en los proyectos socioeconómicos de
erosionar el capitalismo a través de la expansión de formas emancipatorias de la actividad económica. Debemos renovar
una democracia social progresista fuerte que no solo neutralice los daños del capitalismo, sino que también facilite
iniciativas para construir utopías reales con el potencial de erosionar el predominio del capitalismo.
2/12/2015

https://www.jacobinmag.com/2015/12/erik-olin-wright-real-utopias-anticapitalism-democracy/
Erik Olin Wright es profesor de sociología en la Universidad de Wisconsin, Madison, adscrito al marxismo analítico, investigador de las
relaciones de clase en el capitalismo contemporáneo y autor de muchos libros. Su último título es Alternatives to Capitalism: Proposals
for a Democratic Economy.

REFLEXIÓN TEÓRICA

Tres teóricos, tres movimientos sociales alternativos y la construcción


sociopolítica
Juan Manuel Ramírez Sáiza a
El Colegio de Jalisco, México, correo electrónico:
juanmanuel.ramirez@coljal.edu.mx

RESUMEN:
En la primera parte del ensayo, aclaro los dos términos principales implicados en él: construccion o cambio
sociopolítico y movimiento social alternativo. En la segunda, presentó los datos biográficos de los tres autores
considerados y cómo se inscribe su pensamiento en la interpretación de los planteamientos de los tres movimientos
alternativos. En la parte central, establezco tres ejes con base en los cuales analizo: a) los movimientos sociales
abordados, b) el tipo de transformaciones que implica el cambio sociopolítico intencionado por dichos movimientos,
y c) los medios utilizables por ellos para lograr las mutaciones sociopolíticas que plantean.
Palabras clave: construcción o cambio socio-político; movimiento social alternativo

ABSTRACT
The first part of this essay clarifies the two key terms around which it revolves: sociopolitical construction or change, and alternative social
movement. The second part presents biographical information about the three authors and how their thinking fits into the interpretation
of the proposals of the three alternative movements. The main section of the essay established three lines of analysis: a) the social
movements being examined, b) the type of transformation involved in the sociopolitical change being promoted by these three
movements, and c) the means at their disposal to effect the sociopolitical changes that they are promoting.
Key words: sociopolitical construction or change; alternative social movement.

INTRODUCCIÓN

Este ensayo consta de tres partes: en la primera, aclaro los dos términos principales implicados en el tema de estudio,
es decir, el significado de los conceptos de “construcción o cambio sociopolítico” y el de “movimiento social
alternativo”; en la segunda parte, presento resumidamente los datos biográficos de los tres autores considerados en
este trabajo: Raúl Zibechi, uruguayo; Boaventura de Sousa Santos, portugués; y John Holloway, irlandés-mexicano;
además, argumento cómo se inscribe su pensamiento en la interpretación y la valoración de los planteamientos en
los tres movimientos alternativos, aquí estudiados; y en la parte central, establezco tres ejes con base en los cuales
analizo tres asuntos: a) los movimientos sociales abordados: el indígena, el ecologista y el feminista; b) el tipo de
transformaciones, que implica la construcción o el cambio sociopolítico, pretendidas o intencionadas por dichos
movimientos, y c) los medios o recursos utilizables por los movimientos, para lograr las mutaciones sociopolíticas
que plantean.

De acuerdo con el enfoque anterior, no pretendo llevar a cabo un estudio directo sobre la trayectoria sociopolítica de
los movimientos sociales recién aludidos ni acerca de la evolución de sus demandas, sino una
indagación, mediada por la opinión de los tres autores citados (Zibechi, Sousa Santos y Holloway), en torno a la
estrategia sugerida por los primeros. Esta estrategia incorpora las transformaciones que los movimientos sociales
28

plantean y los medios que ellos que proponen para alcanzarlas. Es decir, intento sistematizar y valorar el aporte que
los tres autores realizan sobre los movimientos sociales seleccionados, no del que efectúan dichos movimientos
sobre su propia acción.

Estos tres autores comparten una influencia ideológica que ellos reconocen abiertamente. Esta es la originada en el
Foro Social Mundial (FSM), cuyos planteamientos acerca del impacto de las redes de movimientos fueron decisivos
para sus análisis. Para numerosos actores sociales, este foro -sobre el que se abunda más adelante- opera como un
lugar de encuentro abierto y plural, de expresión y debate de ideas, de intercambio de experiencias y de vinculación
operativa.

El periodo de estudio comprende de 1990 a 2010. En este lapso de 20 años, los tres movimientos sociales, que
considero, desplegaron las acciones más significativas, y los tres teóricos seleccionados formularon sus
interpretaciones sobre las propuestas de estos movimientos.1 De hecho, las principales obras de los tres autores se
publicaron en el primer decenio de este siglo.

Los dos conceptos implicados

Paso a definir los dos términos centrales de mi ensayo. En primer lugar, entiendo por “construcción o cambio
sociopolítico”, el resultado de la intervención significativa de un actor colectivo, favorable al orden existente o a su
transformación, que afecta la estructura de la organización social o el funcionamiento de las instituciones básicas del
Estado. Supone una modificación observable en ambas -la estructura social o las instituciones del Estado- durante
un periodo específico.2 Acerca de la transformación del orden institucional existente, así como sobre la edificación o
creación de una nueva sociedad, existe una abundante literatura, de corte social y político. Ambos tipos de cambios
son planteados no sólo por los pensadores críticos -como Bloch, Berdiaeff, Krotz, Lechner, Marcuse- sino también
por otros teóricos -Mannheim y Skinner, entre otros. Sus propuestas respectivas incluyen las relaciones que se
entablan entre el Estado y la sociedad, es decir, las intermediaciones existentes entre ambos. En sus posiciones más
estructuradas han dado origen a planteamientos sobre “utopías”.3

El segundo concepto central de este trabajo es el de “movimiento social alternativo”. Retomo este término de la teoría
accionalista y, en particular, de Touraine y Melucci.4 Sus planteamientos sobre la “acción colectiva”, en cuanto
proceso social, señalan que ésta puede conllevar elementos de distinto alcance e impacto en la estructura de la
sociedad. Con base en su propuesta, pueden distinguirse tres tipos de movimientos: a) restauradores o
fundamentalistas: son los que pretenden reconstruir o volver a un pasado que consideran mejor; es decir, quisieran
retornar o retrotraer la sociedad a estadios “anteriores” en el terreno ético-religioso o político; b) defensivos y
reivindicativos: los primeros constituyen una respuesta a una intervención previa, principalmente del Estado o de otro
grupo antagónico, que afecta los intereses de sus integrantes. Son, además, reivindicativos cuando implican
iniciativas grupales para obtener la atención de una demanda o corregir y ajustar el sistema económico o político,
promoviendo cambios parciales en el orden social constituido; c) transformadores o alternativos: se proponen
modificar las relaciones sociales de dominación y aspiran a establecer cambios radicales en la estructura
socioeconómica y en el régimen político e instaurar un orden social nuevo. La intervención de este actor colectivo
alcanza el nivel de “movimiento social alternativo”, cuando acumula fuerza social, obtiene consenso y legitimidad
hacia sus causas, intenta provocar procesos de cambio y cuenta con una propuesta a los conflictos relevantes de la
sociedad.5 En este caso, sus prácticas son innovadoras, es decir, constructoras de realidades inéditas tanto en el
terreno social y económico como en el cultural y político.6 Son movimientos no institucionalizados y que transforman
el orden establecido o el sistema imperante. Las innovaciones que introducen estos movimientos pueden estribar en
los temas o planteamientos que formulan, en las formas de lucha que llevan a cabo y en los proyectos de sociedad
y de actuación política que avizoran.7 De una manera genérica y vaga, estos movimientos son llamados
frecuentemente “nuevos” movimientos sociales, con base en un criterio fundamentalmente temporal, es decir, los
surgidos con posterioridad a los sesenta del siglo pasado.

Los tres autores

A continuación, aludo muy brevemente a los datos biográficos de los tres teóricos en cuestión, su esquema básico
de pensamiento o sus ideas centrales, y su “encuentro o contacto con los movimientos alternativos recientes.
Boaventura de Sousa Santos -en adelante, Sousa Santos-, nació en Quintela, Portugal, el 15 de noviembre de 1940.
Es un académico destacado por su producción en el campo de la sociología jurídica. Ha sido defensor sistemático
29

de la importancia de los movimientos cívicos para el control democrático de la sociedad y el establecimiento en ella
de formas de democracia participativa. Estos dos principios adquirieron notable difusión a raíz de la intervención de
Sousa Santos, desde enero de 2001, en las sucesivas reuniones anuales del FSM, realizadas inicialmente en Porto
Alegre, Brasil. A través de dicho foro, Sousa Santos establece y mantiene cercanía con los numerosos tipos de
movimientos en él participantes. Critica las versiones elitistas y procedimentales de la democracia representativa
liberal. Es partidario de la democracia radical, emancipadora e intercultural. Sus conceptos centrales giran en torno
al sujeto y al diálogo multicultural. Según Sousa Santos, “la interculturalidad se basa en el reconocimiento de las
asimetrías de poder entre las culturas, reproducidas durante una larga historia de opresión”. Este autor, teniendo en
cuenta las contracciones estructurales que acusa el capitalismo, reconoce que no estamos viviendo su crisis final y
que éste tiene una capacidad enorme de regeneración.8

John Holloway nació en 1947 en Dublín, Irlanda. Es doctor en Ciencias Políticas. Desde 1991, es profesor e
investigador de la Universidad Autónoma de Puebla, México. Sus planteamientos teóricos centrales son cercanos al
marxismo crítico. Pero él prefiere definir su pensamiento como “contribuciones a la teoría del cambio social”.
Reconoce el aporte sociopolítico de los movimientos sociales, en particular del zapatismo. Los títulos de dos de sus
obras de 2002: Cambiar el mundo sin tomar el poder y Agrietar el capitalismo resumen polémicamente su aportación
más importante. En su obra son centrales los conceptos de “poder” y de “revolución”. En el primer caso, distingue “el
poder sobre” -que es el que domina y subyuga la creatividad humana-, y el “poder hacer” -que corresponde a la
potencia creativa de los hombres. Por ello, centrarse en el “poder hacer” -y no en “el poder sobre”- es ver el mundo
como lucha, como creación e instauración de la sociedad sobre sí misma. Respecto a la revolución, Holloway precisa
que ésta no debe reducirse al “asalto al poder” sino privilegiar su “disolución” o ruptura. Plantea que hay que pensar
el capitalismo como una construcción, una pared o un muro. Y su rechazo consiste en detectar sus grietas, en percibir
sus fracturas, así como descubrir la fuerza de la gente común, que es “capaz de” ir en contra del poder y de sostener
que “la única forma de cambiar el mundo es hacerlo nosotros mismos aquí y ahora”.9

Raúl Zibechi nació el 25 de enero de 1952 en Montevideo, Uruguay. Conoce la mayor parte de los movimientos
sociales de América Latina, especialmente los de la región andina y, en particular, los urbanos de Argentina, los
campesinos de Paraguay y las comunidades indígenas de Bolivia, Perú, Chile y Colombia. Según Zibechi, a diferencia
de los movimientos de Europa y de Estados Unidos, el común denominador a los de la región andina es su carácter
territorializado y el predominio de la asamblea, como órgano colectivo de decisión -por ejemplo, las Juntas de Buen
Gobierno en Chiapas, los cabildos en las regiones nasa en Colombia, los cuarteles aymaras en el altiplano boliviano,
etc. Es decir, en su concepción, los términos de territorialidad y de comunidad son centrales.10Al respecto este autor
advierte que, “en los estudios sociológicos del llamado primer mundo, la categoría de “territorio” no aparece en el
contexto de los movimientos sociales sino en el ámbito del Estado y sus instituciones. Y el concepto de “comunidad”
es abstracto, y es referido a las diferentes formas de relación de individuos bajo un denominador común. En América
Latina ambas categorías operan como la columna vertebral de la experiencia de vida de muy diversos tipos de
movimientos. Triunfa la lógica comunitaria frente a la asociación y prevalecen los principios de reciprocidad y
redistribución.11

Por parte de los tres teóricos -Sousa Santos, Holloway y Zibechi-, sus comentarios valorativos sobre los movimientos
alternativos de América Latina, abarcan la mayoría de éstos, pero destacan especialmente los dedicados a tres de
ellos: el indígena, el ecologista y el feminista. Mi apreciación sobre las valoraciones de los tres autores, acerca de
los planteamientos de los movimientos alternativos, se basa en los tres recién citados.

Los ejes en torno a los cuales gira el presente estudio

Estos ejes permiten analizar y valorar el pensamiento de los tres autores, sobre las aportaciones que los tres
movimientos efectuaron al cambio sociopolítico. Como ya apunté en la introducción, los ejes son:
1. Precisar los movimientos alternativos más importantes, desplegados en el periodo de estudio (indígena,
feminista y ecologista o ambientalista).
2. Argumentar las transformaciones necesarias que, de acuerdo con los tres autores aludidos, implican, para
los movimientos alternativos, la construcción sociopolítica.
3. Analizar los principales medios sociopolíticos que, según los tres estudiosos referidos, los movimientos
sociales alternativos establecen para lograr la construcción social señalada.
30

El primero de estos tres ejes remite a los sujetos o actores que van a ser analizados; el segundo responde al “qué”
o a la realidad que es objeto de transformación; y el tercero se centra en “cómo” o bajo qué supuestos va a ser
alcanzado o conseguido. Aporto ahora una presentación esquemática de cada uno de los tres ejes, recién aludidos.

Eje 1: Precisar los movimientos alternativos más importantes (indígena, feminista y ecologista o
ambientalista)
En las obras de Sousa Santos, Holloway y Zibechi se encuentran numerosas referencias a distintos movimientos -
Movimiento de los Sin Tierra o mst, obrero, juvenil, urbano popular, entre otros-, pero destacan los dedicados al
indígena, al feminista y al ecológico o ambiental. Aporto una caracterización genérica de ellos, correspondiente a su
situación prevaleciente en América Latina, y la ejemplifico aludiendo a algunos casos demostrativos de su actuación.
En primer término, el movimiento indígena se trata de un movimiento fundamentalmente defensivo o reactivo. Sus
demandas - en especial por la tierra y los valores identitarios- y formas de lucha iniciales han evolucionado, así como
sus vínculos con otros movimientos locales, regionales, nacionales e internacionales.
Lucha por la dignidad étnica, por mantener la propiedad colectiva de sus tierras y por el reconocimiento de su derecho
a la diferencia. Privilegia la comunidad local y la participación en ella de sus integrantes. Replantea la problemática
asociada a las demandas históricas de autonomía regional, de autogobierno y de respeto a los sistemas
socioculturales de los grupos étnicos.12 La demanda por la visibilidad es también central en este movimiento. Lo que,
según Holloway, antes era considerado como una marca vergonzosa -como la raza o la condición cultural- lo está
convirtiendo en una insignia de orgullo.13

El movimiento indígena tuvo un papel decisivo en las movilizaciones desplegadas en Bolivia y Ecuador por un
constitucionalismo “transformador”, un nuevo proceso constituyente y una nueva constitución.14 En México, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, ezln, en 1994 modificó sustancialmente los planteamientos sectoriales de este
actor, sus formas de relación con la sociedad mexicana y su presencia internacional.
Por su parte, el movimiento feminista es un movimiento “extraordinariamente diverso”,15 pero su gran lucha ha
consistido en hacer visible aquello que no lo era: la explotación y la opresión de que es objeto la mujer. Es un
movimiento proactivo. Intenta poner fin a la dominación masculina. Es una rebelión de género contra las reglas
impuestas por el machismo cultural. Ha dado a las mujeres mayor sensación de su propio poder: “poder-para”, poder-
hacer.16 Reivindica para las mujeres las mismas libertades y los mismos derechos que para los hombres en todas
las esferas de la vida institucional: económica, cultural, social, etc.17 En el terreno político-partidario, exige la paridad
en el número de cargos de elección popular, detentados por las mujeres, en relación con la de los hombres. Es el
movimiento potencialmente más revolucionario porque llega en sus demandas a la raíz de la sociedad patriarcal y al
núcleo de “lo que somos “como sociedad profundamente desigual.18
Del conjunto de los movimientos feministas, la Marcha Mundial de las Mujeres constituye una muestra relevante de
la capacidad de movilización, propuesta y negociación por parte de organizaciones de mujeres de numerosos países
articulados en este amplio frente. Esta Marcha se originó en el año 2000 a partir de grupos feministas de carácter
local, articulados en redes, coordinadoras y coaliciones regionales y nacionales, incluida la de México.

Por lo que hace al movimiento ecologista o ambientalista, se trata de un movimiento amplio y diversificado; es
proactivo, y en él predomina la acción directa como método de lucha. Aspira a corregir las formas de relación
destructivas entre la acción humana y su entorno natural y a conservar la naturaleza. Lucha contra el daño al entorno
causado por el hombre y por revertir el desarrollo incontrolado. Induce la cultura de que la especie humana es un
componente de la naturaleza, no como algo separado de ella. Son, a la vez, localistas y globalistas. Piensan y actúan
simultáneamente en ambos niveles.19

Greenpeace es una de las organizaciones ecologistas más conocida. Es el principal denunciante de la contaminación
del ambiente en el mundo. Suele utilizar procedimientos llamativos e impactantes y recurre a tácticas de presión e
incluso confrontativas sobre los gobiernos. Lleva a cabo acciones de resistencia civil pacíficas que buscan denunciar,
concientizar e involucrar a la opinión pública a fin de obtener soluciones urgentes. En 2010, en Bolivia, en la Cumbre
de los Pueblos sobre el Cambio Climático y su declaración de Tiquipaya demostraron la defensa de la Madre Tierra
y de la riqueza de los bosques que estamos perdiendo.

En México, los afectados por la construcción de presas hidroeléctricas han reclamado con tenacidad su derecho a
participar en las decisiones sobre este tipo de obras, a conservar el lugar donde habitan y el medio que les rodea.
En el repertorio de las acciones desplegadas, destaca el recurso a tribunales, nacionales e incluso internacionales,
ante la manipulación de que son objeto las consultas públicas, que son requisito legal, y el resarcimiento de los daños
31

que provoca la reubicación forzada de los habitantes. Son ejemplo de ello en Jalisco los afectados de las presas de
Arcediano, La Yesca y El Zapotillo.20

Para precisar las características y especificidad de estos movimientos alternativos, es menester aludir a cuatro rasgos
que éstos comparten, en distintos grados.21 Sus rasgos definitorios son ser autónomos, plurales, propositivos y anti-
sistémicos.22 Estos rasgos explicitan el concepto de movimiento alternativo definido previamente.
Estos movimientos son autónomos porque muestran la capacidad de individuos, pueblos y entidades sociopolíticas
de asumir sus intereses y acciones mediante normativas propias. Estas son opuestas a la dependencia o la
subordinación heterónoma.23 La autonomía es un impulso hacia la autodeterminación.24 Son autónomos porque uno
de los rasgos de estos movimientos es operar con iniciativa propia, y de hacer explícita una voluntad de acción
independiente. Este despliegue de autonomía, como todo proceso instituyente, es siempre “proyecto de” autonomía,
pues no se logra ser autónomo de una vez para siempre.25

Otra característica de estos movimientos es el ser plurales. El pluralismo asume dos modalidades distintas pero
complementarias. Por una parte, remite a las articulaciones existentes entre movimientos sociales que comparten
demandas idénticas o similares en diferentes partes del mundo. Esta tendencia es sectorial y valora los aspectos
comunes o la identidad básica existente entre los movimientos sectoriales, por ejemplo, el obrero, el estudiantil, etc.
Por otra parte, se está incrementando la relación entre distintos tipos de movimientos sociales; esto implica el pasaje
a la intersectorialidad, a otra “política de inter-movimientos”, basada en acuerdos amplios y a diferentes escalas entre
ellos.26 En este caso, buscan la convergencia o articulación entre ellos, por ejemplo, entre el campesino y el
magisterial.
Asimismo, los movimientos alternativos son propositivos dado que son actores o agrupamientos portadores de un
proyecto transformador de la parte de la realidad sociopolítica, que es objeto particular de su actuación -indígena,
feminista, ecologista, etc. Deben poseer capacidad de propuesta alternativa a la realidad vigente, y la de incidir en la
construcción de un orden nuevo emergente con independencia del Estado.27

Además de lo anterior, estos movimientos son anti-sistémicos porque cuestionan el orden sociopolítico vigente y el
control ejercido sobre él por el Estado. Pero no intentan obtener el poder existente.28 La meta de su pluralidad y
diversidad no es tomar el poder estatal sino modificar las relaciones de poder desde abajo.29 Sin embargo no todos
los movimientos tienen que luchar contra todas las formas de poder, ni tampoco es posible privilegiar, en abstracto,
la lucha contra una modalidad específica de él.30
De acuerdo con los tres autores abordados -Zibechi, Sousa Santos, y Holloway-, los cuatro rasgos considerados -
autónomos, plurales, propositivos, y anti-sistémicos- no se dan de manera homogénea sino en grados diferentes en
los tres movimientos que son objeto de valoración -indigenistas, ambientalistas y feministas. Cada uno de ellos posee
su propia dinámica, su historia particular de aciertos y errores.

Eje 2: Las transformaciones necesarias

De acuerdo con los tres autores en estudio, existen ciertas transformaciones que implican, para los movimientos
alternativos, la construcción de un orden político y/o la edificación de una nueva sociedad. Según Zibechi, Sousa
Santos y Holloway, dichas transformaciones requeridas presuponen romper los vínculos con el orden social existente.
Los tres tipos de movimientos alternativos considerados -el feminismo, el ecologismo y el indigenismo- “implican una
visión del mundo en contraste con la actual”, es decir, la de un nuevo orden sociopolítico.31Siguiendo a nuestros tres
autores, los cambios requeridos para dichos movimientos son:
a. producir agrietamientos en la estructura del capitalismo
b. construir espacios alternativos
c. transformar el sistema de valores

Estas tres transformaciones implican cambios sustantivos en las sociedades correspondientes. Su logro significa
mutaciones centrales en su estructura y funcionamiento. A continuación, las considero esquemáticamente.
La primera transformación, agrietar el capitalismo, retoma el término “agrietamiento” a partir de Holloway. De estos
tres autores, es el que ha desarrollado más ampliamente este tema y, como indiqué, ha publicado un libro polémico
con el nombre de esta transformación.32 La cuestión de las grietas o del agrietamiento del capitalismo recorre todo
este libro. Es relacionado por el autor con múltiples asuntos como: la rebelión en la vida cotidiana, las relaciones de
dominación, la creación de un mundo nuevo, la transformación de la sociedad, la grieta central, etcétera.
32

Según Solís Gadea, estas diferentes cuestiones se resumen en dos centrales: “qué significa exactamente agrietar el
sistema de dominación; y qué sigue después de su agrietamiento”. 33 Para Holloway, una grieta es un momento de
ruptura de las relaciones de dominación. Es un espacio de negación-y-creación, de rechazo y de “otro hacer”, no
sometido a las reglas del trabajo alienante y, bajo este aspecto, un “hacer contra el trabajo”. Conforme este autor,
producir agrietamientos o fisuras en la estructura del capitalismo es el recurso anti-sistémico más importante.34

En relación con la cotidianeidad, las grietas son formas de rebelión, y ésta significa tomar la iniciativa y construir
ahora anticipaciones de otro mundo. Mantiene viva la perspectiva de una transformación de la sociedad. La noción
de grieta resalta que la gente común está construyendo los cimientos de otros mundos posibles. En síntesis, agrietar
el capitalismo es romperlo, de tantas maneras como podamos; y tratar de expandir o agrandar sus fisuras,
multiplicarlas e impulsar su confluencia.

Holloway afirma que estos experimentos son posiblemente los embriones de un nuevo mundo, los movimientos
intersticiales a partir de los cuales podría crecer una nueva.35 Sus formulaciones sobre una “nueva sociedad” o las
“anticipaciones de otro mundo” apuntan hacia una realidad en construcción. Por ello, el autor enfatiza que “la grieta
es una insubordinación del aquí-y-ahora, no un proyecto para el futuro”.36

El autor establece una relación subordinada entre las grietas o las fisuras, no antagónicas o no principales, y el poder
o la dominación implicados en cada caso; es decir, la importancia de las dos primeras depende de los segundos.
Holloway lo señala en los siguientes términos: “Necesitamos algo más que multiplicar grietas; tal vez hay que buscar
las fallas o una falla central en la dominación que estamos tratando de agrietar”.37 En el caso de la falla central, el
autor estaría manteniendo la tesis clásica sobre la contradicción principal entre capital y trabajo; es decir, entre el
carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiarse el producto del trabajo.

La segunda transformación, construir espacios alternativos, remite a las opciones y a las transformaciones que se
registran en la lucha política como resultado de la intervención -efectiva, aunque sea apenas visible- de las
actividades cotidianas de miles de personas. Como sostiene Sousa Santos, ellas provienen principalmente del
encuentro y de las nuevas conexiones logradas entre la democracia representativa, la participativa y la
comunitaria.38 La coexistencia de la democracia representativa con la democracia participativa es una de las tesis
sostenidas por los Estados liberales. Pero, en los hechos, la participativa casi nunca es vinculante para las
instituciones políticas que formalmente la reconocen. La principal característica de la democracia comunitaria es el
autogobierno en territorios autónomos locales y departamentales, devolviéndoles poder a las comunidades
autogobernadas.39

Hoy coexisten, de iure y de facto, la democracia participativa y la comunitaria en el caso de Bolivia, de acuerdo con
la reforma de su Constitución de 2009. Su vigencia y aplicación en México están limitadas a un número muy reducido
de estados federados -Oaxaca y Chiapas, por ejemplo-, y está ausente en la Constitución política del país.

Como ejemplo de los ámbitos alternativos ya “liberados”, Holloway alude a los Caracoles, comunas indígenas
autónomas, instauradas por el ezln en Chiapas a partir de 2003. La validez del ejemplo utilizado por este autor estriba
en la existencia de un proyecto de autonomía y en la voluntad explícita de hacerlo efectivo por parte de las comunas
implicadas.

Por su énfasis en la construcción de este tipo de espacios alternativos, Holloway lamenta que el FSM -que, como ya
señalé, es lugar de encuentro de los movimientos sociales de casi todo el mundo- “no ofrezca ninguna propuesta
viable, y que se reduzca sólo a la organización de debates (mundiales, regionales o nacionales), cuando es tiempo
de pasar a la acción”. Es decir, Holloway considera que el FSM privilegia el debate de ideas y no tanto la puesta en
práctica de los proyectos políticos.

Sobre la relación existente entre los cambios graduales y los estructurales, Sousa Santos sostiene que la
transformación radical de la sociedad en el corto plazo “no es el único criterio del éxito de las alternativas no
capitalistas […] Las alternativas...implican transformaciones graduales […] Los cambios graduales y las pequeñas
alternativas abren puertas hacia transformaciones estructurales también graduales”.40 Es decir, según este autor, es
compatible la combinación de los cambios estructurales y graduales con los proyectos de transformación de la
sociedad.
33

Finalmente, corresponde abordar algunas consideraciones sobre la transformación del sistema de valores. Según
Castells, los movimientos alternativos “no buscan tomar el poder sino producir cambios en la mente de la
gente”.41 Aspiran a transformar la sociedad mediante la mutación de valores, si bien, dichos movimientos “tienen
efectos lentos e intersticiales en cuanto al cambio de mentalidad”.42 En este contexto, Zibechi y Hardt sostienen que
los movimientos en cuestión plantean un cambio civilizatorio antes que político o económico.43

Para favorecer el cambio de valores, las posiciones de los tres autores analizados oscilan entre dos enfoques: a) el
acercamiento de las alternativas y b) el anti-imperialista. El primero de ellos se centra en la creación de “espacios
liberados” dentro del capitalismo -por ejemplo, los ya citados “Caracoles” zapatistas en Chiapas. Según Fougier, el
enfoque anti-imperialista consiste en una versión radical y anti-occidental de la des-globalización. Sostiene que la
globalización es una continuación de la colonización.44 Al respecto, Sousa Santos plantea el concepto de
“interculturalidad descolonial”, bajo el supuesto de que el colonialismo no es un artefacto cultural desligado del
capitalismo y que éste y el colonialismo son dos modos de expresión distintos pero que se pertenecen mutuamente.45

Eje 3: Analizar los medios para la construcción o edificación socio-política

“Medios” es un término equivalente a los recursos aplicables, los instrumentos, los mecanismos o la estrategia
empleable. De los posibles medios a utilizar por los movimientos alternativos -económicos, sociales, entre otros-, me
centro en los que poseen carácter político-cultural. De este tipo es, por ejemplo, la traducción inter-cultural e inter-
política, planteada expresamente por Sousa Santos en el caso de los movimientos alternativos. Según este autor, la
diversidad del mundo no puede ser captada por una teoría general. Esto implica “el reconocimiento de que nadie ni
ninguna teoría tiene recetas universales para resolver los problemas del mundo o construir una sociedad mejor”. Ante
esta limitante de las teorías generales, el propio de Sousa Santos establece que la alternativa a la teoría general es
el procedimiento de la traducción inter-cultural e inter-política. Dicha traducción hace posible la inteligibilidad mutua
entre las experiencias del mundo, sin que ellas pierdan identidad ni autonomía, y sin reducirlas a entidades
homogéneas; es decir, garantizando su comprensibilidad y manteniendo sus rasgos propios.46

“La traducción intercultural e interpolítica avanza en la medida en que se conciben y concretan acciones colectivas
inter-movimientos que combinan la lucha por la igualdad con la lucha por el reconocimiento de las diferencias”.
Respecto a la relación que debe existir entre ambas -la igualdad y la diferencia-, establece el siguiente imperativo
intercultural: “Tenemos el derecho a ser iguales cuando esa diferencia nos inferioriza; tenemos derecho a ser
diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza”.47

En el caso de los movimientos alternativos, esta traducción tiene como objetivo, afirma Sousa Santos, “aumentar el
inter-conocimiento entre ellos y maximizar sus posibilidades de articulación”.48 Para superar las limitaciones que
enfrenta la consecución de dicho objetivo, Sousa Santos plantea dos principios orientadores de su acción:

1) Las deficiencias en la cultura o en la política propia pueden ser parcialmente superadas con las contribuciones de
otras culturas o políticas, y 2) la traducción recíproca tiene como objeto consolidar alianzas y construir acciones
políticas inter-movimientos.49 El fundamento de ambos principios se encuentra en la intensificación de las
articulaciones entre movimientos similares en diferentes partes del mundo. Sousa Santos define este proceso como
el paso de un movimiento a “una convergencia de movimientos” o la emergencia de un movimiento convergente. Sus
objetivos son la comprensión y la confianza recíprocas, y la promoción de acciones políticas conjuntas. Lo anterior
significa que el mayor grado de incidencia de los movimientos sociales suele ser proporcional a su mutuo
conocimiento y articulación.50

En la historia reciente de los movimientos altermundistas, la realización en Porto Alegre, Brasil, del primer encuentro
del FSM en enero de 2001, estableció el pasaje de la política de movimientos a la de inter-movimientos, basada en
acuerdos amplios y a diferentes escalas.51 Dicho foro marcó la capacidad de abarcar la diversidad y la pluralidad de
los movimientos sociales. Para lograrlo, la experiencia del FSM podía haber sido determinante. Porque nunca antes
los movimientos sociales habían “calibrado” ni “experimentado” el nivel de su presencia y actuación en el ámbito
mundial. Pero, como argumenta Fougier, “la Carta de Principios” del FSM, a través del cual éste se autodefine, no
pretende establecer los medios adecuados para transformar la sociedad.52De acuerdo con Zibechi, el FSM transfirió
este asunto a las diferentes ideologías, posiciones y tácticas de lucha, que existen a su interior. Por ello, la gran
experiencia de convergencia -que significaron las posteriores reuniones anuales del FSM-, dejó abierto el tema de la
34

traducción inter-cultural e inter-política a la vigencia del principio de “la igualdad y la diferencia”. Según explicita Sousa
Santos, dicho principio debe normar la relación entre los movimientos altermundistas.53

CONCLUSIONES

Frente al primer-mundismo o al enfoque europeizante de los que adolecen buena parte de los análisis sobre los
movimientos alternativos de América Latina, es indudable el acierto que implica considerarlos a partir del “encuentro”
con ellos y valorando sus propias visiones -como sucede con Zibechi-, o por estudiosos comprometidos con la
realidad sociopolítica de este continente- como son los casos de Sousa Santos y Holloway.
Los planteamientos de estos autores sobre los tres movimientos alternativos estudiados, significan aportaciones
centrales para precisar las transformaciones que implica la construcción de un orden político y/o la edificación de una
nueva sociedad, es decir, agrietar el capitalismo, construir espacios alternativos y transformar el sistema de valores;
igualmente sucede con los formulados acerca de los principales medios inter-culturales e inter-políticos necesarios
para alcanzar dichas metas. En Holloway, “hablar de grietas” constituye un recurso metafórico válido, como lo es
referirse, con el de “la infraestructura”, a las fuerzas productivas y a las relaciones de producción; e idénticamente a
“la superestructura”, en cuanto instancia política de la sociedad. La pertinencia de este recurso es que permite acotar
la debilidad o fracturas del capital, así como la de re-afirmar la capacidad de todo hombre y mujer de actuar en contra
del poder, de producir y aumentar sus grietas.

En el caso de Sousa Santos, es decisiva su aportación sobre la necesidad de democratizar la democracia y sus
instituciones, no reduciéndolas a los procesos electorales. También es agradecible su énfasis en las experiencias
cotidianas de articulación de la democracia comunitaria con la participativa, sobre todo en municipios y comunidades
indígenas. Y es, al mismo tiempo, realista y esperanzador, cuando señala que la combinación de la lucha por la
igualdad con la lucha por el reconocimiento de las diferencias sería la garantía de que las deficiencias en la cultura
o en la propia política pueden ser parcialmente superadas con las contribuciones de otras culturas y políticas.54
Por lo que se refiere a Zibechi, existe un aparente equívoco cuando afirma que, como constitutivo de los movimientos
alternativos, “es el pasado el que inspira la acción [...] para retornar, regresar y restaurar lo perdido/ olvidado”.55 Este
rescate o reconocimiento a la vigencia del pasado es relativizado, cuando él mismo sostiene que dichos movimientos
son portadores de “un mundo otro” (sic), es decir, de un proyecto trasformador y no sólo de medios para luchar por
la conquista del poder político del Estado.56

REFERENCIAS
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1Raúl Zibechi, “Los movimientos sociales de América Latina: tendencias y desafíos”, Revista OSAL, 9 (enero de 2003).
2L. Baca et al., Léxico de la política (México: FLACSO-CONACYT-F.H. BÖLL-FCE, 2000).
35

3Aldo Maffey, “Utopía”, en Diccionario de política, editado por N. Bobbio, N. Mattecci y G. Pasquino (México: Siglo XXI, 1988).
4Alain Touraine, Actores sociales y sistemas políticos en América Latina (Santiago: PREALC, 1987); Alberto Melucci, Acción colectiva,
vida cotidiana y democracia (México: El Colegio de México, 1999).
5G. Arrighi, T. Hopkins e I. Wallerstein, Antisystemic Movements (Londres-Nueva York: Verso, 1989); Eddy Fougier, Altermondialisme,

le nouveau mouvement d’emancipation? (París: Editions Lignes de Reperes, 2004).


6Touraine, Actores sociales.
7Melucci, Acción colectiva.
8Boaventura de Sousa Santos, De las dualidades a las ecologías (La Paz, Bolivia: Red Boliviana de Mujeres Transformando la

Economía REMTE, 2012): 142.


9John Holloway, Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo (Buenos Aires: Herramienta Ediciones, 2011): 67.
10Raúl Zibechi y Michael Hardt, Preservar y compartir. Bienes comunes y movimientos sociales (Buenos Aires: Mardulce, 2013): 82.
11Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 82.
12Héctor Díaz-Polanco, “Autonomía y cuestión territorial”, Revista Estudios Sociológicos, X, 28 (enero-abril de 1992): 77.
13Holloway, Agrietar el capitalismo, 29, 160.
14Sousa Santos, De las dualidades, 159.
15Manuel Castells, “Enredados para la libertad. Movimientos sociales en la era de Internet”, en Pensar desde la resistencia

anticapitalista y la autonomía, editado por Rafael Sandoval (Guadalajara: UDEG-CIESAS, 2015).


16John Holloway, Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución, hoy (Buenos Aires- Caracas: Herramienta

Ediciones, 2005): 32, 160; Holloway, Agrietar el capitalismo, XIV.


17Manuel Castells. La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 2: El poder de la identidad (Madrid: Alianza, 1988):

201, 203.
18Castells. La era de la información, 160, 201, 203; Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 22-23.
19Castells. La era de la información, 152; Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 110-111.
20Mario Alberto Velázquez García, “Los movimientos ambientales en México”, en Los grandes problemas de México. Vol. VI:

Movimientos sociales, coordinado por Ilán Bisberg y Francisco Zapata (México: El Colegio de México, 2010): 275-335.
21Touraine, Actores sociales.
22Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 15-17, 61.
23Rafael Miranda, Dolores Camacho y Jorge Alonso, comps., Tarántula. Institución y hacer pensante por la autonomía (México:

Publicaciones de la Casa Chata, 2014): 239, nota 4.


24Holloway, Agrietar el capitalismo, 44.
25Miranda, Camacho y Alonso, Tarántula, 240.
26Sousa Santos, De las dualidades, 136, 138-139, 141, 158.
27Miranda, Camacho y Alonso, Tarántula, 239.
28Arrighi, Hopkins, y Wallerstein, Antisystemic movements, 1; Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 78-79.
29Miranda, Camacho y Alonso, Tarántula, 241.
30Sousa Santos, De las dualidades, 132, 139; Holloway, Agrietar el capitalismo, 6.
31N. Bobbio, N. Matteucci, y G. Pasquino, Diccionario de ciencia política, Suplemento (México: Siglo XXI, 1988): 458.
32Holloway, Agrietar el capitalismo.
33Héctor Raúl Solís Gadea, “Jorge Alonso y la indignación de Ayotzinapa”, Milenio, Guadalajara, Jalisco, 21 de septiembre de 2015.
34Holloway, Agrietar el capitalismo, 35.
35Holloway, Agrietar el capitalismo, 12-13, 44, 72, 283.
36Holloway, Agrietar el capitalismo, 29.
37John Holloway, en Sandoval, Pensar desde la resistencia, 93.
38Sousa Santos, De las dualidades, 144.
39M. Cameron, E. Hershberg y K. Sharpe, eds., Nuevas instituciones de democracia participativa en América Latina (México: FLACSO,

2012): 309.
40Sousa Santos, De las dualidades, 94-95.
41Castells, “Enredados para”, 58.
42Castells, “Enredados para”, 47.
43Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 55.
44Fougier, Altermondialisme, 104-129.
45Sousa Santos, De las dualidades, 151-152.
46Sousa Santos, De las dualidades, 154-155.
47Sousa Santos, De las dualidades, 157.
48Sousa Santos, De las dualidades, 153.
49Sousa Santos, De las dualidades, 157.
50Sousa Santos, De las dualidades, 141, 154, 158.
51Sousa Santos, De las dualidades, 138.
52Fougier, Altermondialisme, 71, 78-79, 87, 89, 97.
53Sousa Santos, De las dualidades, 157.
54Sousa Santos, De las dualidades, 157.
55Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 56-57.
56Zibechi y Hardt, Preservar y compartir, 58.

Juan Manuel Ramírez Sáiz. Doctor en Ciencia Política por la UNAM. Profesor investigador de El Colegio de
Jalisco.

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