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Ejercicio 12.4.1.

¿HACIA DONDE ME ESTOY DIRIGIENDO EN EL CAMINO


DEL AMOR Y LA PAREJA?

Imagina que eres un viajero en el camino del amor y la pareja y que estás yendo en
busca de algún lugar donde el cielo sea siempre azul.

Has cruzado un ancho bosque y el río ya quedó atrás. Caminas ligero, al mismo tiempo
sientes en la espalda el peso de tu mochila, como si una fuerza te impidiera avanzar
hacia delante.

Ves el camino y el horizonte por delante de ti y sientes la mochila por detrás.

¿Dónde están tu presente y tu futuro?

¿Y dónde está tu pasado?

El presente está en el paso que estás dando en este momento, el futuro está en el
horizonte y el pasado lo guardas en la mochila.

Cada uno de nosotros soporta en su espalda el peso de situaciones vividas en forma de


mochila emocional.

Cada experiencia dolorosa que vivimos en el mundo de las relaciones nos deja huella
de una forma u otra, una huella que no queremos volver a experimentar.

Del mismo modo cada experiencia placentera también nos deja huella, una huella que
queremos volver a repetir.

El contenido de la mochila son esos recuerdos y experiencias de diferentes tamaños


que de alguna manera no hemos soltado porque tenerlas consigo nos da identidad.

La propuesta del ejercicio es que te detengas en tu camino en un lugar tranquilo en el


que no seas interrumpido:

Te voy a pedir que abras tu mochila y te rodees de los recuerdos de tu historia


amorosa (fotos, cartas, regalos, etc). Si conservas recuerdos materiales no importa.
Basta con que los traigas desde tu memoria y tus sentidos.

Ten a mano papel y lápiz.

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Recorre ahora esos recuerdos. Si estás mirando viejas fotografías pon tu
atención en las emociones que se despiertan.

¿Qué imágenes vienen a tu mente? ¿Qué palabras?

Elige uno de esos episodios y empieza a recorrer de nuevo el camino que viviste al lado
de esa persona.

Cierra los ojos y permite que surjan imágenes de esa persona, su voz, los episodios que
viviste a su lado. Permanece allí a su lado el tiempo que sea necesario. No hagas
esfuerzos por recordar ni tampoco te exijas estar allí. Simplemente toma lo que viene.
Cuando lo creas suficiente, despídete de ella, regresa al presente y abre los ojos.

Ahora en el presente, y después de ese encuentro, trata de darte cuenta de qué cosas
amaste de esa persona. Y también, qué cosas amó ella de ti.

Si quieres repetir ese encuentro con otra persona puedes hacerlo.

Cuando hayas terminado estos recorridos, tómate el tiempo que necesites para
escribir dos listas:

• En una, las cosas que pudiste y supiste amar.


• En la otra, las cosas por las que fuiste amada o amado.

Luego léelas y observa tus emociones.

¿Qué dicen de ti esas listas? ¿Qué sentimientos despiertan? ¿Cómo te


ves?

Hay personas que se sienten orgullosas, oras agradecidas, otras aliviadas, otras
reconfortadas, etc.

¿Cuáles son, según tus sentimientos, los principales actos de amor que
has protagonizado en tu vida? Anótalos.

Ahora en una hoja nueva escribe qué cosas sientes que mereces a estas
alturas de tu vida como un ser que ama y es amado.

Antes de escribirlas observa si esas cosas nacen de tu mente o de tu corazón. Intenta


discernir lo que realmente sientes de aquello que tu mente de dice que debes sentir.
Haz el ejercicio sin exigencias de ningún tipo. Permite que emerjan todas las creencias
y pensamientos que anidan en tu interior y obsérvalas con amor y respeto. Todas esas
partes forman parte de ti y todas tienen el mismo derecho a expresarse y estar en el
papel.

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Tómate unos instantes e imagina cómo sería, o como es, una vida afectiva
en la que tu capacidad amorosa pudiera expresarse libremente y en la
que pudieras recibir lo que sientes que mereces.

Escríbelo.

Al pie pon la fecha del día en que lo haces.

Conserva estas hojas y vuelve a ellas de vez en cuando. Añade y corrige lo que creas
conveniente según vayas descubriendo cosas nuevas.

Lo que tienes entre tus manos es un mapa del territorio amoroso a explorar a partir de
este momento de la vida.

No olvides que tú eres el protagonista de ese camino que estás recorriendo. Mientras
no pierdas la referencia interior no corres peligro de extraviarte en el camino del amor
y la pareja.

Cuando estás en conexión con tu interior, con tu Yo Esencial, siempre habrá alguien
con quien encontrarse a lo largo del camino con quien encontrarse para viajar en
compañía.

Recuerda que el mapa no es el territorio.

El verdadero territorio de tu vida amorosa no puede reducirse a textos o dibujos en un


papel. El territorio es una experiencia abierta y dinámica.

Para recorrer el camino hazte de vez en cuando estas dos preguntas:

1. ¿Hacia donde me dirijo?


2. ¿Quién me acompaña?

Siempre en este orden. No inviertas jamás el orden de estas preguntas. Recuerda que
la persona que más ama es aquella que está más centrada en si misma.

Buen camino y mucho amor.

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