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Resumen Arfuch
Resumen Arfuch
Barthes es un discípulo de Saussure, quien hace más de 50 años, declaró que la lingüística sería una parte de los
signos, a la cual llamó Semiología. La lingüística estudió de que manera los hombres dan sentido a los sonidos, pero
quedó estudiar cómo le dan sentido a lo que no es sonido. Barthes estudia, el cómo significan los objetos. Él analiza
los objetos sincrónicamente (en un momento y un lugar determinado).
Comunicar es diferente a significar, que quiere decir que un objeto no solo informa, sino que transmite un sistema
de signos estructurados, sistemas de diferencias, oposiciones y contrastes. Barthes considera el sentido y el
significado, como la misma cosa
Un objeto no es simplemente alguna cosa denotada, sino que transmite connotaciones. Hay dos tipos de
connotaciones (lectura que tiene un agregado social o cultural):
- Connotaciones existenciales, el objeto adquiere apariencia de “una cosa” inhumana, obstinada en existir, fuera del
hombre. Es la forma semántica del objeto. El objeto nos “es dado”.
- Connotaciones tecnológicas, se define el objeto como lo que es fabricado, material finito, estandarizado,
normalizado, normas de fabricación de calidad etc. En ese momento es un elemento de consumo, su función es una
finalidad de uso, es el mediador entre la acción y el hombre.
Objeto es todo aquello que está construido por el hombre en forma masiva, industrial y con una función. Los
objetos siempre sirven para algo: funcionan como mediadores entre la acción y el hombre, y le permiten estar al
hombre de una manera activa en el mundo. Se percibe el objeto (por connotación tecnológica) como un útil
funcional (algo que sirve para…). Barthes no incluye la connotación existencialista en su análisis. Los objetos,
también comunican información, ya que siempre hay un sentido que va más allá de la función, del uso del objeto
(ejemplo: el teléfono con disecador, tiene un sentido –teléfono viejo-, independiente de la función –llamar-). El
sentido es independiente de la función. El sentido es un producto social, un hecho de la cultura (no es natural, ya
que fue constituido social y culturalmente, y nos fue heredado). No hay ningún objeto que escape al sentido. Todo
objeto tiene un sentido y cuando no lo tiene o parece no tenerlo, tiene el sentido de no tener sentido (ejemplo:
objetos inútiles). Para encontrar objetos sin sentido habría que llegar a estados totalmente asociales. La
semantización del objeto se produce cuando el objeto es producido y consumido por una sociedad de hombres.
Cuando el objeto se torna social, es cuando adquiere sentido (una vez que se pone en uso el objeto. Es decir que, el
sentido es dado por la función desde que se produce hasta que se consume. No hay objeto sin función, esto hace
que se signifique a sí mismo. El objeto se vuelve signo en si mismo. El objeto nace para cumplir una función y es la
necesidad de cumplir su función, lo que hace dotar de características al objeto. Para Barthes el objeto no solo es un
útil funcional, que media entre el hombre y la acción. Considera que el objeto es un signo lingüístico. La función
deviene en signo, es decir posee significantes (morfológicas, simbólicas o de clasificación - forma, color, etc.-), y
significados (significado es aquello que va a “despertar” el objeto, en los usuarios).
Hay que alejarse del objeto para mirar con imparcialidad el sentido del objeto porque hacemos una lectura
espontanea (que tiene una carga social). El obstáculo de la evidencia nos permite alejarnos del objeto, para
desnaturalizar el significado y poder analizarlo analíticamente (el cine la publicidad nos permite alejarnos del objeto
porque el director plantea sistemas alternativos de significados). Al recurrir a “corpus” artificiales se puede aislar los
significantes de los significados.
Barthes plantea el retorno a la función, es decir, volver a la función más allá del sentido. Es así como lo vemos los
objetos en la vida, dado que sabemos que son una construcción social y cultural, por lo que naturalizamos el
sentido, ya que se constituyen como signos de convención, sensibilidad colectiva, una normalidad compartida.
También el objeto tiene un eje simbólico y de clasificación; es decir, el objeto es un signo definido por una
coordenada simbólica y otra de clasificación:
- C. simbólica: son los múltiples sentidos que puede tener un objeto. Todo objeto significante tiene por lo menos un
significado (Ferrero Roger: exclusivo, propaganda embajador, caro, especial, etc.).
- C. clasificación (taxonómica): es la que posibilidad de definir el sentido de un objeto por oposición a otro objeto.
Surge de la clasificación de los objetos, sugerida o impuesta por una sociedad.
Los significantes del objeto pueden ser:
- Simbólicos: cuando un objeto (significante) remite a un solo significado
- Relaciones desplazadas: quiere decir que un objeto significa por medio de uno de sus atributos. Existen dos tipos
de desplazamientos; por metáfora, en donde se desplaza en signo, o por metonimia, es decir, por desplazamiento
del sentido.
Cuando en x situación, hay composiciones de objetos se llama sintagmas, es decir varios objetos se complementan
para significar una sola cosa. La información transmitida por este sistema de objetos es ambigua porque no
depende del emisor sino del receptor y como el objeto es polisémico, se ofrece a muchas lecturas, estas dependen
del nivel cultural, de los saberes del lector etc. Hay una lectura social y una lectura individual. Barthes habla del
significado social y no el individual
Se puede decir que el objeto se presenta siempre como un útil funcional, aunque la función sustenta siempre un
sentido, hay una lucha entre la actividad de su función y la inactividad de su significación. A nuestros ojos el objeto
siempre es funcional, y es funcional en el mismo momento que lo leemos como un signo (la transición del objeto
desde signo a función).
Austin – Como hacer cosas con palabras
Toma como objeto “los usos del lenguaje cotidiano”. Analiza la lengua en circunstancias de uso
Analiza filosóficamente el lenguaje a partir de sus condiciones de uso
Hay ciertos verbos, que no son constatativos (descriptivos), no son verdaderos ni falsos, ya que no describen
ninguna realidad preexistente, aunque tampoco constituyen un sinsentido. Estos verbos realizativos, la posibilidad
del acontecimiento están ligados al decir. Son realizativos porque realizan una realidad en cuanto son pronunciados
como tales (ejemplo: La realización de una promesa supone aunar persona “prometiendo”). El hacer está
supeditado al hacer.
El lenguaje es performativo, no describe la realidad, si no que lo construye (le da forma). Cuando hablamos
“construimos” el mundo.
Austin toma de Saussure el que el lenguajes no es una nomenclatura. Significar es ordenar culturalmente
Los verbos realizativos ponen en evidencia que el lenguaje es performativo y no nomenclaturado
Todo el lenguaje es performativo
Todo acto de habla va a realizar simultáneamente tres cosas:
-Acto locucionario: decir algo que signifique algo. Es el acto más básico en donde decir es hacer
-Acto ilocucionario: el acto que genera el enunciador al enunciar. Puede corresponderse con la intención de las
palabras del locutor o no. Se corresponde por la intención. Está relacionado con la convención (acuerdo lingüístico
que dice que hay ciertas formas convencionales para dar a entender al otro lo que quiero generar en el receptor)
-Acto perlocucionario: la consecuencia efectiva del enunciado
La lengua funciona como mediador entre dos sujetos
No solo es n instrumento de comunicación (la lengua) sino también que es un elemento de acción
Con las palabras se pueden hacer acciones
Hay enunciados que nos son considerados relevante para el estudio porque no predican verdad y falsedad, que son
concretos (descriptivos). Estos verbos con llevan una acción. Austin intenta romper con este esquema y estudiar
otro tipo de enunciados que no predican verdad o falsedad. Enjunciados en primera persona singular, no se pueden
comprobar empíricamente. Estos enunciados son los realizativos o performativos (prohibir, prometer, bautizar,
fundar, jurar, etc.)
Para Austin la lengua adquiere sentido a partir de la amalgama entre el acto ilocutorio y el locutorio.