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Conclusiones

Hemos podido concluir que existe una desproporcionada conceptualización en el ámbito

gubernamental acerca del desarrollo regional, y a su vez de una muy marcada y real falta

de consenso político en torno a la necesidad imperiosa de descentralizar y democratizar

las instituciones gubernamentales; así mismo, la crisis del sistema de planificación y la

preocupación existente por los problemas de corto y plazo han restado audiencia y

credibilidad al discurso pronunciado por los entes gubernamentales en las regiones, el

cual a su vez no ha logrado comunicar las posibles ventajas económicas y sociales que a

mediano y largo plazo representarían para las regiones.

Finalmente, es por demás oportuno poner de manifiesto la íntima relación entre la política

de descentralización y el combate a la pobreza. En consecuencia, en la medida en que el

país se centralice, y se debiliten las gobernaciones y las alcaldías, el combate a la pobreza

se hará más difícil de lo que resulta hoy. De allí entonces, que dentro de la

institucionalidad territorial para la superación de la pobreza, la política de

descentralización debe estar en lugar preferente. No hay otra forma mejor para acercarse

al ciudadano y hacerle partícipe de la solución de sus problemas más anunciantes. Por

todo ello, la descentralización y el combate a la pobreza son caras de una misma moneda.

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