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actitudes
hábitos de adaptación,
conductas adictivas
y relaciones sociales
Como especie, el género humano es gregario, pasa la vida en compañía de otros seres
de la misma especie. Se organiza en varias clases de agrupamientos sociales, pueblos,
ciudades y naciones, dentro de los cuales trabaja, comercia, juega, se reproduce e
interactúa de diferentes formas. A diferencia de otras especies, combina la socialización
con cambios deliberados en el comportamiento y organización sociales a través del
tiempo. En consecuencia, las pautas de sociedad humana difieren de un lugar a otro, de
una era a otra y de una cultura a otra, haciendo del mundo social un medio muy complejo
y dinámico
LA CONDUCTA:
El hombre se desenvuelve en medio de dos realidades distintas que se interrelacionan:
su medio material y su medio social. Por esta razón, a través de los siglos, pensadores
filósofos y científicos han desarrollado distintas disciplinas del conocimiento para explicar
su relación con la naturaleza y su papel dentro de la sociedad. El ser humano al vivir en
la sociedad se ve en la necesidad de organizarse en todos los sentidos, creando
estructuras sociales diversas y dinámicas, entidades estas como la forma propia que
observa cada cultura para organizar su convivencia: familiar, trabajo, educación,
gobierno, ciudad, etc. El ser humano es social por naturaleza, por lo que vive en grupo
con otros individuos, con la intención de protegerse, ayudarse y cooperar en la realización
de propósitos comunes; creando al mismo tiempo las condiciones dignas para el
crecimiento y desarrollo de su comunidad, así como la realización personal de todos y
cada uno de quienes componen dicho grupo. Desde que somos pequeños aprendemos
a comportarnos dentro de la sociedad y a identificar las normas y convenciones que
debemos seguir para ser considerados miembros de ella. La sociedad es el entorno
propio de la persona. Solo en ella puede desarrollarse y vivir plenamente, gozando de
sus ventajas, como son la compañía, la educación, la diversión, la seguridad, el trabajo
colectivo, la protección y la creación de instituciones.
Es difícil saber cómo debe ser el comportamiento normal infantil ya que existe una gran
variedad de conductas entre los niños, y cada una de ellas responde a un tipo de carácter,
de la cual depende en gran mayoría a su temperamento y a sus circunstancias
particulares, parece ser que sí existen en parte genéticamente tales temperamentos.
Conductas adaptativas
Entendemos como conductas adaptativas a todas aquellas que permiten a aquel que
las realiza adaptarse de manera más o menos eficiente al medio que le rodea, de
manera que su realización resulta una ventaja y facilita la supervivencia y el ajuste y
bienestar del sujeto.
Las aptitudes.
Pensamientos obsesivos alrededor del objeto de la adicción Ya sea una sustancia, una
actividad o un objeto, la persona está constantemente pensando en ello; en crear las
oportunidades para hacerlo, en cómo conseguir los medios, en cómo ocultar su
conducta.
Sobre todo en las primeras fases de la adicción, el sujeto se justifica ante sí mismo y los
demás su comportamiento, pasando a ocultarlo ante quienes le rodean.
Alta comorbilidad con otros trastornos psicológicos
No solo al dejar de consumir una sustancia a la que se es adicto aparecen los síntomas
de abstinencia.
Lo mismo sucede con las conductas; cuando se dejan de realizar por determinado
tiempo, aparecen síntomas como irritabilidad, depresión, ansiedad, inquietud o ira.
El ser humano, al igual que muchos animales, tiende a vivir en sociedad. Las relaciones
sociales e interpersonales constituyen una auténtica necesidad para lograr un desarrollo
adecuado y expansivo de la personalidad, aunque también pueden ser una fuente de
conflictos.
El recién nacido comienza su vida de relación de un modo también activo, ya que no sólo
conecta con los demás a través de la satisfacción de sus necesidades elementales que
ve cubiertas por la madre, sino que grita o llora reclamando lo que desea. La primera
infancia está marcada por una intensa dependencia de los demás, ya que el niño moriría
si no fuese por las relaciones que mantiene con los demás.
Esta dependencia se mantiene en menor grado durante las posteriores épocas de la vida,
prácticamente en todos los ámbitos: la educación, el trabajo, la familia, etc., de tal modo
que las relaciones sociales resultan imprescindibles para lograr el desarrollo de las
propias aptitudes y de la personalidad. Además hay que considerar la influencia
sociocultural que recibimos a través de la transmisión directa por parte de personas
próximas o mediante los medios de comunicación social. Se puede decir que el hombre
actual vive bajo la influencia de un continuo bombardeo de estímulos entre los que
destacan los que se refieren a la conducta social y a los hábitos de otras personas. Se
produce entonces un aprendizaje sociocultural paulatino por el que cada persona va
reteniendo parte de la información que recibe y modelando unas formas de respuesta
más o menos estructuradas, a la vez que se adapta en mayor o menor medida a una
serie de patrones de conducta de su medio sociocultural.
En este aprendizaje influyen también factores de imitación, que actúan de un modo más
ostensible cuanto mayor sea la admiración y proximidad que se mantiene con una
persona determinada. Por ejemplo, es frecuente que los hijos imiten los gestos y
expresiones de sus padres. También suelen adquirir durante la infancia gran parte de sus
creencias, formas de comportamiento, costumbres y tradiciones, que más tarde, con la
llegada de la adolescencia, pondrán en tela de juicio.
La vida de relación puede constituir, por diversos motivos, una fuente de problemas para
el niño. Muchas veces se produce una cierta discordancia entre los modelos
socioculturales que se le ofrecen, con lo que el niño se siente incapaz de elaborar un
patrón educacional a este nivel que tenga suficiente coherencia. Tal es el caso de los
niños que tienen padres que se contradicen mutuamente en planteamientos
fundamentales sobre las relaciones interpersonales o sociales, que no actúan de acuerdo
con las teorías que predican; o de niños que encuentran en los profesores del colegio o
en sus amigos patrones socioculturales distintos, incluso opuestos, a los ofrecidos por su
ambiente familiar. En todos estos casos se puede producir una falta de orientación más
o menos grave causada por estas contradicciones que da lugar a que el niño no pueda
aspirar a conseguir unas pautas de comportamiento coherentes en sus relaciones
sociales, ya que no sabe bien lo que los demás esperan de él. La consecuencia puede
ser una personalidad mal estructurada, con un fondo importante de inseguridad en sí
mismo, que se manifiesta especialmente dentro del campo de las relaciones sociales.
En otras ocasiones los problemas derivan de la dificultad que surge ante la necesidad de
adaptarse a determinados ambientes o transformaciones sociales. Por ejemplo, el
cambio de domicilio a un nuevo país con costumbres y patrones de comportamiento en
las relaciones sociales muy distintos a los que anteriormente se venían desarrollando,
exige un esfuerzo de adaptación más o menos intenso que, de no lograrse, puede
ocasionar problemas de incomunicación, aislamiento, falta de integración social e incluso
trastornos del tipo de la depresión. La incomunicación prolongada por disminución o
ausencia de relaciones interpersonales es un factor que favorece extraordinariamente la
aparición de numerosos trastornos psicopatológicos que varían desde los trastornos por
ansiedad a la depresión o a síndromes paranoides; pero también se puede producir el
fenómeno en sentido inverso, ya que una de las principales manifestaciones de la casi
totalidad de los trastornos psicopatológicos es el deterioro de la vida de relación.