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Domingo 2º de Adviento; ciclo C

(Baruc 5,1-9) "Dios mostrará su resplandor en ti"

(Fil 1,4-6.8-11) "Rezo siempre con gozo por vosotros"

(Lc 3,1-6) "Preparad el camino del Señor"

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

Homilía en la Parroquia de Santa María Dolorosa (9-XII-1979)

--- Conversión

--- Disponer el alma

--- Vocación

--- Conversión

San Pablo dice a los Filipenses: “En todas mis oraciones pido con gozo por vosotros, a causa de vuestra
comunión en el Evangelio desde el primer día hasta ahora...” (Fil 1,4-5).

Me permito repetir las palabras del Apóstol: “Testigo me es Dios de cuánto os amo a todos en las
entrañas de Cristo Jesús” (Fil 1,8).

En la liturgia del domingo de hoy, que es el II del período de Adviento, se repite muy frecuentemente la
misma palabra invitando, por así decirlo, a concentrar sobre ella nuestra atención. Es la palabra:
“preparad”. “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas... Y toda carne verá la salud de Dios”
(Lc 3,4.6). La hemos escuchado hace poco en el Evangelio según San Lucas, y antes aún en el canto
solemne del aleluya.

La Iglesia toma hoy esta palabra de labios de Juan Bautista. Él enseñó así, predicó de este modo, cuando
la palabra de Dios descendió sobre él en el desierto (cfr. Lc 3,2). Él la acogió y “vino por toda la región del
Jordán predicando el bautismo de penitencia” (Lc 3,3). La palabra “preparad” es la palabra de la
conversión -en griego le corresponde la expresión “metanoia”-, por lo que se ve que esta expresión va
dirigida al hombre interior, al espíritu humano.

--- Disponer el alma

Y de este modo es necesario comprender la palabra “preparad”. El lenguaje del Precursor de Cristo es
metafórico. Habla de los caminos, de los senderos que es necesario “enderezar”, de los montes y
collados que deben ser “allanados”, de los barrancos que es necesario “rellenar”, esto es, colmar para
elevarlos a un nivel adecuadamente más alto; finalmente, habla de los lugares intransitables que deben
ser allanados.

Se dice todo esto en metáfora -tal como si se tratase de preparar la acogida de un huésped especial al
que se le debe facilitar el camino, para quien se debe hacer accesible el país, hacerlo atrayente, y digno
de ser visitado.

Esta metáfora espléndida de Juan, en la que resuenan las palabras del gran Profeta Isaías que se refería
al paisaje de Palestina, expresa lo que es necesario hacer en el alma, en el corazón, en la conciencia, para
hacerlos accesibles al Huésped Supremo: a Dios que debe venir en la noche de Navidad y debe llegar
después constantemente al hombre, y por último llegar para cada uno al fin de la vida, y para todos al fin
del mundo.

Éste es el significado de la palabra “preparad” en la liturgia de hoy. El hombre, en su vida, se prepara


constantemente para algo.

Por esto se ve que vivimos preparándonos siempre para algo. Toda nuestra vida es una preparación de
etapa en etapa, de día en día, de una tarea a otra.

--- Vocación

Cuando la Iglesia, en esta liturgia del Adviento, nos repite la llamada de Juan Bautista pronunciada en el
Jordán, quiere que todo este “prepararse” de día en día que constituye la trama de toda la vida, lo
llenemos con el recuerdo de Dios. Porque, en fin de cuentas, nos preparamos para el encuentro con Él. Y
toda nuestra vida sobre la tierra tiene su definitivo sentido y valor cuando nos preparamos siempre para
ese encuentro constante y coherentemente. “Firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la
buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús” (Fil 1,6). Esta “obra buena” comenzó ya en
cada uno de nosotros en el momento de la concepción, en el momento de nacer, porque hemos traído
con nosotros al mundo nuestra humanidad y todos los “dones de la naturaleza”, que pertenecen a ella.
Esta “obra buena” comenzó mucho más en cada uno de nosotros por el bautismo, cuando fuimos
convertidos en hijos de Dios y herederos de su Reino. Es necesario desarrollar esta “obra buena” de día
en día con constancia y confianza hasta el fin, “hasta el día de Cristo”. De este modo toda la vida se
convierte en cooperación con la gracia y en maduración de esta plenitud que Dios mismo espera de
nosotros.

Efectivamente, cada uno de nosotros se parece al agricultor de que habla el Salmo responsorial de hoy:

“Los que con llanto siembran/ en júbilo cosechan. Van y andan llorando/ los que llevan y esparcen la
semilla,/ pero vendrán alegres trayendo sus gavillas” (Sal 125/126,5-6).

Esforcémonos para ver así toda nuestra vida. Toda ella es un adviento. Y precisamente por esto es
“interesante” y merece la pena de ser vivida en plenitud, es digna del ser creado a imagen y semejanza
de Dios: en cada una de las vocaciones, en cada situación, en cada experiencia.

Por esto adquieren una particular elocuencia y actualidad las palabras del Apóstol en la segunda lectura
de la liturgia de hoy: “rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros a causa
de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy; firmemente
convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo
Jesús. Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento
perfecto y todo discernimiento, con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día
de Cristo, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Fil
1,4-11).

-Os recomiendo la participación en la Santa Misa festiva.

-Os recomiendo la instrucción religiosa.

-Finalmente, os recomiendo a los jóvenes. Actuad de modo que puedan ser atendidos, ayudados,
iluminados, animados, amados, lanzados hacia grandes ideales.

Os deseo una buena preparación para la fiesta de Navidad.


Deseo todo bien para el alma y para el cuerpo.

Deseo la paz de la conciencia.

Deseo la gracia del Adviento.

El Señor está cerca.

DP-412 1979

***

Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva

“Jerusalén, despójate de tu vestido de luto... Ponte a la cabeza la diadema de la gloria perpetua, porque
Dios mostrará tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo”. En el Adviento la Iglesia nos invita, no sólo a
celebrar el aniversario del nacimiento de Jesús Niño, sino, y como consecuencia de ello, a vivir con más
fe y con más amor al Señor durante la espera de su segunda venida gloriosa. Desde esta perspectiva a la
que aluden las palabras del profeta Baruc, el pasado, el presente y el futuro están indisolublemente
unidos. Toda nuestra vida es un adviento, una espera alegre y esforzada para el encuentro definitivo con
Cristo.

La llegada de Cristo en esta Navidad y su venida gloriosa al final de los tiempos constituirá una explosión
de alegría para nosotros si buscamos esa conversión que el Espíritu Santo por boca del Bautista propone.
La conversión implica una reorientación radical de toda la vida, que es posible porque contamos con la
ayuda de Dios “La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él
nuestros corazones: ‘Conviértenos, Señor, y nos convertiremos’ (Lc 5,21). Dios es quien nos da la fuerza
para comenzar de nuevo” (CEC, 1432).

Dios se acerca en esta Navidad y nos dice: “Preparad el camino”. Pero, en ocasiones, esa voz “grita en el
desierto” porque hay a nuestro alrededor otras voces que nos seducen y convencen que la realización
personal y la felicidad están en la acumulación de poder adquisitivo, de influencias, en la mesa bien
abastecida, la satisfacción sexual sin distinguir entre lujuria y amor, la comodidad egoísta que huye de
compromisos estables... Estas voces crean expectativas que no responden a nuestras necesidades más
profundas y cuando nos plegamos a ellas nos movemos en un mundo de engaño. El Espíritu del Señor
nos pide que enderecemos lo que está torcido y “todos verán la salvación de Dios”.
“Una voz grita en el desierto”. De alguna forma y en determinados momentos nos hemos vuelto sordos y
hemos dado más crédito al ruido exterior que a esa voz de Dios. Una voz que no es bulliciosa ni
desconsiderada con nuestra dignidad: la voz del “dulce huésped del alma” (Secuencia de Pentecostés),
que, como el murmullo de una fuente, nos llama continuamente y que percibimos en los pliegues más
recónditos de la conciencia.

La llamada de Dios en este Adviento lleva implícita la fuerza para ese cambio radical de vida, pues el
mayor castigo sería no llamar y permitir que los hombres se entreguen a su corazón obstinado. ¡Abrir el
Evangelio y abrirse personalmente a su mensaje de salvación! ¡Tratemos de huir del estrépito ambiental
que impide oír la voz de Dios! Liberémonos de la prisión del yo, y de los falsos profetas de nuestro
tiempo que cierran la salida para el encuentro con Jesucristo que llega en esta Navidad en la tierna figura
de un Niño y al que alaban todas las jerarquías élicas y los coros celestiales.

***

Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

«El Señor vendrá...»

I. LA PALABRA DE DIOS

Ba 5, 1-9: «Dios mostrará su esplendor sobre tí»

Sal 125: «El Señor ha estado grande con nosotros»

Flp 1, 4-6.8-11: «Manteneos limpios e irreprochables para el día de Cristo»

Lc 3, 1-6: «Todos verán la salvación de Dios»

II. LA FE DE LA IGLESIA

«La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como
felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras
fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» (1817).

«La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo
hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas
al reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la
espera de la bienaventuranza eterna» (1818).

III. TESTIMONIO CRISTIANO

«El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho hijo del hombre para acostumbrar al hombre
a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la Voluntad del Padre» (S.
Ireneo de Lyón) (53).

Cada uno de nosotros estaba torcido. Por la venida de Cristo, ya realizada, lo que estaba torcido en
nuestra alma se ha enderezado. ¿De qué te sirve a tí que Cristo haya venido históricamente en la
humanidad si no ha venido también a tu alma? Roguemos pues para que cada día se realice en nosotros
su venida de manera que podamos decir: Vivo, pero no yo; es Cristo quien vive en mí (Orígenes, In. Lc.
22, 1-5).

IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA

A. Apunte bíblico-litúrgico

Las tres lecturas convergen en un mismo mensaje: Esperanza. «Todos verán la salvación de Dios»
(Evangelio). «Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, contempla a tus hijos... gozosos, porque Dios se
acuerda de ellos». Son bellísimas imágenes de la esperanza en Baruc.

«Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará
adelante hasta el día de Cristo Jesús». La salvación anunciada se realizó y se realiza en Cristo (Segunda
lectura).

B. Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica

La fe:

Los preparativos para la venida del Salvador: 552-524.

La esperanza, virtud teologal: 1817-1821.

La respuesta:

La virtud de la esperanza: 2090-2092.

La oración «venga a nosotros tu Reino»: 2816-2821.


C. Otras sugerencias

La antífona de Entrada: «Pueblo de Sión: mira el Señor que viene a salvar a los pueblos. El hará oir su voz
gloriosa en la alegría de vuestro corazón», son la respuesta al «a Tí levanto mi alma...» del primer
domingo.

Apoyados en el texto de Baruc (Primera lectura) contemplamos que «Dios se acuerda de nosotros» «nos
ama» nos conduce por los caminos de la historia, por en medio de tribulaciones y dificultades, como un
Dios salvador y liberador en Jesucristo.

La virtud de la esperanza se alimenta en la oración: «venga a nosotros tu Reino».

***

Domingo 2º de Adviento; ciclo C

El Precursor: Preparad el camino del Señor

“En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y
Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene,
bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de
los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios»” (Lucas 3,1-6)

I. Pueblo de Sión: mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír la majestad de su voz,
y os alegraréis de todo corazón.

Mira al Señor que viene...Iba a llegar el Salvador y nadie advertía nada. El mundo seguía como de
costumbre, en la indiferencia más completa. Sólo María sabe; y José, que ha sido advertido por el ángel.
El mundo está en la oscuridad: Cristo está aún en el seno de María. Y los judíos seguían disertando sobre
el Mesías, sin sospechar que lo tenían tan cerca. Pocos esperaban la consolación de Israel: Simeón,
Ana...Estamos en Adviento, en la espera.
Y en este tiempo litúrgico la Iglesia propone a nuestra meditación la figura de Juan el Bautista. Este es
aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del
Señor, enderezad sus sendas.

La llegada del Mesías fue precedida de profetas que anunciaban de lejos su llegada, como heraldos que
anuncian la llegada de un gran rey. «Juan aparece como la línea divisoria entre ambos Testamentos: el
Antiguo y el Nuevo. El Señor mismo enseña de algún modo lo que es Juan, cuando dice: La ley y los
Profetas hasta Juan Bautista. Es personificación de la antigüedad y anuncio de los tiempos nuevos. Como
representante de la antigüedad, nace de padres ancianos; como quien anuncia los tiempos nuevos, se
muestra ya profeta en el seno de su madre. Aún no había nacido cuando, a la llegada de Santa María,
salta de gozo dentro de su madre. Juan se llamó el profeta del Altísimo, porque su misión fue ir delante
del Señor para preparar sus caminos, enseñando la ciencia de salvación a su pueblo».

Toda la esencia de la vida de Juan estuvo determinada por esta misión, desde el mismo seno materno.
Esta será su vocación; tendrá como fin preparar a Jesús un pueblo capaz de recibir el reino de Dios y, por
otra parte, dar testimonio público de Él. Juan no hará su labor buscando una realización personal, sino
para preparar al Señor un pueblo perfecto. No lo hará por gusto, sino porque para eso fue concebido. Así
es todo apostolado: olvido de uno mismo y preocupación sincera por los demás.

Juan realizará acabadamente su cometido, hasta dar la vida en el cumplimiento de su vocación. Muchos
conocieron a Jesús gracias a la labor apostólica del Bautista. Los primeros discípulos siguieron a Jesús por
indicación expresa suya, y otros muchos estuvieron preparados interiormente gracias a su predicación.

La vocación abraza la vida entera y todo se pone en función de la misión divina. De la respuesta que Juan
dé más tarde, hace depender el Señor la conversión de muchos de los hijos de Israel.

Cada hombre, en su sitio y en sus propias circunstancias, tiene una vocación dada por Dios; de su
cumplimiento dependen otras muchas cosas queridas por la voluntad divina: «De que tú y yo nos
portemos como Dios quiere -no lo olvides- dependen muchas cosas grandes». ¿Acercamos al Señor a
quienes nos rodean? ¿Somos ejemplares en la realización de nuestro trabajo, en la familia, en nuestras
relaciones sociales? ¿Hablamos del Señor a nuestros compañeros de trabajo o de estudio?.

II. Plenamente consciente de la misión que le ha sido encomendada, Juan sabe que ante Cristo no es ni
siguiera digno de llevarle las sandalias, lo que solía hacer el último de los criados con su señor; para ese
menester cualquiera servía. El Bautista no tiene reparo en proclamar que él carece de importancia ante
Jesús. Ni siquiera se define a sí mismo según su ascendencia sacerdotal. No dice: «Yo soy Juan, hijo de
Zacarías, de la tribu sacerdotal de...». Por el contrario, cuando le preguntan: ¿Quién eres tú?, Juan dice:
Yo soy la voz que clama en el desierto: Preparad los caminos del Señor, allanad sus sendas. Él no es más
que eso: la voz. La voz que anuncia a Jesús. Esa es su misión, su vida, su personalidad. Todo su ser viene
definido por Jesús; como tendría que ocurrir en nuestra vida, en la vida de cualquier cristiano. Lo
importante de nuestra vida es Jesús.

A medida que Cristo se va manifestando, Juan busca quedar en segundo plano, ir desapareciendo. Sus
mejores discípulos serán los que sigan, por indicación suya, al Maestro en el comienzo de su vida pública.
Este es el Cordero de Dios, dirá a Juan y a Andrés, indicando a Jesús que pasaba. Con gran delicadeza se
desprenderá de quienes le siguen para que se vayan con Cristo. Juan «perseveró en la santidad, porque
se mantuvo humilde en su corazón»; por eso mereció también aquella formidable alabanza del Señor: En
verdad os digo que no ha salido de entre los hijos de mujer nadie mayor que Juan.

El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal -cuando
vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo- , debemos procurar no ser el centro. Lo
importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado: Sólo Él tiene palabras de vida eterna, sólo
en Él se encuentra la salvación. La actitud de Juan es una enérgica advertencia contra el desordenado
amor propio, que siempre nos empuja a ponernos indebidamente en primer plano. Un afán de
singularidad no dejaría sitio a Jesús.

El Señor nos pide también que vivamos sin alardes, sin afanes de protagonismo, que llevemos una vida
sencilla, corriente, procurando hacer el bien a todos y cumpliendo nuestras obligaciones con honradez.
Sin humildad no podríamos acercar a nuestros amigos al Señor. Y entonces nuestra vida quedaría vacía.

III. Nosotros, sin embargo, no somos sólo precursores; somos también testigos de Cristo. Hemos recibido
con la gracia bautismal y la Confirmación el honroso deber de confesar, con las obras y de palabra, la fe
en Cristo. Para cumplir esta misión recibimos frecuentemente, y aun a diario, el alimento divino del
Cuerpo de Jesús; los sacerdotes nos prodigan la gracia sacramental y nos instruyen con la enseñanza de
la Palabra divina.

Todo lo que poseemos es tan superior a lo que Juan tenía, que Jesús mismo pudo decir que el más
pequeño en el reino de Dios es mayor que Juan. Sin embargo, - qué diferencia! Jesús está a punto de
llegar, y Juan vive fundamentalmente para ser el Precursor. Nosotros somos testigos; pero, ¿qué clase de
testigos somos? ¿Cómo es nuestro testimonio cristiano entre nuestros colegas, en la familia? ¿Tiene
suficiente fuerza para persuadir a los que no creen todavía en Él, a quienes no le aman, a los que tienen
una idea falsa acerca de Jesús? ¿Es nuestra vida una prueba, al menos una presunción, a favor de la
verdad del cristianismo? Son preguntas que podrían servirnos para vivir este Adviento, en el que no
puede faltar un sentido apostólico.

Mira al Señor que viene...Juan sabe que Dios prepara algo muy grande, de lo cual él debe ser
instrumento, y se coloca en la dirección que le señala el Espíritu Santo. Nosotros sabemos mucho más
acerca de lo que Dios tenía preparado para la humanidad. Nosotros conocemos a Cristo y a su Iglesia,
tenemos los sacramentos, la doctrina salvadora perfectamente señalada... Sabemos que el mundo
necesita que Cristo reine, sabemos que la felicidad y la salvación de los hombres dependen de Él.
Tenemos al mismo Cristo, al mismo que conoció y anunció el Bautista.

Somos testigos y precursores. Hemos de dar testimonio, y, al mismo tiempo, señalar a otros el camino.
«Grande es nuestra responsabilidad: porque ser testigo de Cristo supone, antes que nada, procurar
comportarnos según su doctrina, luchar para que nuestra conducta recuerde a Jesús, evoque su figura
amabilísima. Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: éste es
cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de
los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama».

Quizá el mundo ahora, en muchos casos, tampoco espera nada. O espera en otra dirección, de donde no
vendrá nadie. Muchos se hallan volcados hacia los bienes materiales como si fueran su fin último; pero
con ellos no llenarán su corazón jamás. Hemos de señalarles el camino. A todos. «Conocéis -nos dice San
Agustín- lo que cada uno de vosotros tiene que hacer en su casa, con el amigo, el vecino, con su
dependiente, con el superior, con el inferior. Conocéis también de qué modo da Dios ocasión, de qué
manera abre la puerta con su palabra. No queráis, pues, vivir tranquilos hasta ganarlos para Cristo,
porque vosotros habéis sido ganados por Cristo».

Nuestra familia, los amigos, los compañeros de trabajo, aquellas personas a quienes vemos con
frecuencia, deben ser los primeros en beneficiarse de nuestro amor al Señor. Con el ejemplo y con la
oración debemos llegar incluso hasta aquellos con quienes no tenemos ocasión de hablar.

Nuestra gran alegría será haber acercado a Jesús, como hizo el Bautista, a muchos que estaban lejos o
indiferentes. Sin perder de vista que es la gracia de Dios y no nuestras fuerzas humanas la que consigue
mover las almas hacia Jesús. Y como nadie da lo que no tiene, se hace más urgente un esfuerzo por
crecer en la vida interior, de forma que el amor de Dios sobreabundante pueda contagiar a todos los que
pasan por nuestro lado.

La Reina de los Apóstoles aumentará nuestra ilusión y esfuerzo por acercar almas a su Hijo, con la
seguridad de que ningún esfuerzo es vano ante Él.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

***

San Juan Diego Cuachtlatoatzin

Ante la voces que pretenden negar la historicidad de Juan Diego, y en el marco del proceso de
canonización del beato indio, la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, decidió crear en
1998 una Comisión histórica para analizar su fundamento. Nombró como presidente de la Comisión
histórica al profesor de Historia eclesiástica en las Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana,
Fidel González Fernández, reconocido como uno de los máximos expertos en la materia. La Comisión
solicitó la cooperación de unos 30 investigadores de diversas nacionalidades que ofrecieron una
contribución decisiva no sólo para justificar la historicidad de Juan Diego, sino incluso para aportar nueva
luz a la historia de México. El padre González expuso los resultados de este trabajo en un Congreso
extraordinario celebrado en la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos el 28 de octubre de
1998, obteniendo un éxito positivo en la resolución de las dudas presentadas sobre la problemática
histórica.

Quizá uno de los trabajos más originales del padre González, quien ha sido asistido en esta labor por
otros miembros de la comisión, Eduardo Chávez Sánchez y José Luis Guerrero Rosado (cf. «El encuentro
de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego», Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp.) es la presentación de
27 documentos o testimonios indígenas guadalupanos y 8 de procedencia mixta indo_española. Entre
todos ellos, destaca el «El Nican Mopohua» y el llamado Códice «Escalada».

«El Nican Mopohua», del escritor indio Antonio Valeriano, constituye un testimonio privilegiado del
proceso de transculturación del cristianismo de la Nueva España. Sin embargo, la cuestión acerca de la
historicidad de su contenido y de cuanto en él es revestimiento literario o parte de un entorno cultural
sigue siendo discutido con vehemencia. Cada palabra de los 218 versos del «Nican Mopohua» tiene sus
significados dentro de la filosofía y mitología nahuas así como cristianas respectivamente. Al ser untexto
literario, no tiene un valor histórico, sin embargo, ofrece el testimonio de la cosmovisión india del
momento, algo mucho más importante para esa cultura que lo que podría haber sido una crónica
fechada. Por otra parte, su autor un indígena de raza tecpaneca pura, fue un testigo, pues vivió entre
1520 y 1606. Los historiadores afirman que era sobrino del emperador Moctezuma. A los trece años
__en 1533, testimonio de la impresionante labor que realizaron los misioneros__ ya entró a estudiar en
el colegio de San Cruz de Tlatelolco, fundado por el obispo Juan de Zumárraga. Fue, por tanto, uno de los
primeros indios en hablar latín y gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Tenía 11 años en 1531,
año de las apariciones, y 28 en 1548, cuando murió Juan Diego.

Por otra parte, el Códice «Escalada», firmado por el indio Antonio Valeriano y el español fray Bernardino
de Sahagún, recién descubierto, constituye un testimonio directo de la historicidad de Juan Diego, pues
contiene una especie de «acta de defunción» del indígena.

Dado que todavía no se han encontrado documentos históricos relativos a los veinte años que siguieron
a las apariciones de Guadalupe, quienes se oponen a ellas aseguran que este «silencio» documental es
prueba de que no existieran. Se olvida, sin embargo, que muchas fuentes indígenas fueron destruidas,
como dos autoridades indiscutibles de la primera hora, fray Bernardino de Sahagún y Gerónimo de
Mendieta declaran. Además, no hay que olvidar otros elementos históricos como los incendios (el del
Archivo del Cabildo de México de 1692) o la llamada «crisis del papel» que invistió a la Nueva España
durante mucho tiempo y que obligó como algo normal a la reutilización del papel ya usado, incluso de
documentos de archivo, para nuevos usos sea en el comercio como en la escritura.

Preguntas sin responder

Los antiaparicionistas, sin embargo, no pueden explicar con elementos históricos algunos aspectos
decisivos de la historia de México sin tener en cuenta el milagro de Guadalupe. Como, por ejemplo, el
que, después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del
mundo político nahuatl, en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se
levantara en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la
Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.

No explican tampoco cómo Guadalupe se convirtió en señal de una nueva historia religiosa y de
encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.
La historicidad del beato ha quedado tan fundamentada que el presidente dela Comisión creada por la
Congregación romana para las Causas de los Santos, Fidel González, está estudiando los orígenes sociales
de Juan Diego. No se sabe si era un noble indio o un «pobre» indio. Se trata de una confusión provocada
por las traducciones del «Nican Mopohua» al castellano. Existen otras muchas pruebas históricas sobre
la existencia de Juan Diego, como, por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a los pueblos
mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta tradición, en esos casos suele obedecer a cánones
bien precisos y, en el caso de Guadalupe, siempre confirma la figura histórica y espiritual de Juan Diego.
Quien quiera profundizar en el aspecto histórico del vidente de Guadalupe, puede leer a continuación el
artículo inédito escrito por una de las personalidades más competentes en la materia, Fidel González,
presidente de la Comisión histórica sobre Juan Diego constituida por la Santa Sede. ZS99121909

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LA DOCUMENTACION HISTORICA SOBRE LA VIRGEN DE GUADALUPE Y JUAN DIEGO

Estudio inédito de uno de los máximos expertos en la materia (1) Por Fidel González, mccj

Presidente de la Comisión Histórica sobre Juan Diego nombrada por la Congregación romana para las
Causas de los Santos y profesor de Historia eclesiástica en las Universidades Pontificias Urbaniana y
Gregoriana) ROMA, 19 (ZENIT)._ En los comienzos de la presencia misionera cristiana en México y en
otros lugares del Nuevo Mundo, se constata un choque entre el mundo religioso y cultural precortesiano
y el cristiano llegado de Europa. Sin embargo vemos que se va a dar un encuentro no exento de dolor.
Ahora bien, Guadalupe es la expresión más lograda de este encuentro y el indio neo_cristiano Juan
Diego Cuauhtlatoatzin un eslabón que lo representa, o como es llamado por el "Nican Mopohua", el más
importante documento de indígena sobre el hecho guadalupano, su "mensajero"(2). Así lo han percibido
tanto la "traditio" india como la española, la criolla y la mestiza. En este sentido el hecho guadalupano y
la misión del indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin tienen un marcado sentido eclesial y misionero. En el
Acontecimiento guadalupano se muestra los comienzos dramáticos de la historia del continente
americano. La reciente publicación en México por la prestigiosa editorial Porrúa del libro en colaboración
de F. González Fernández, E. Chávez Sánchez, J. L. Guerrero Rosado señala esta problemática al investigar
documentalmente el tema guadalupano. Elargumento guadalupano ha sido objeto de apasionados
debates históricos desde que a finales del s. XVIII un académico español, Juan Bautista Muñoz (3),
seguido luego por dos mexicanos, el extravagante fraile dominico fray Servando Teresa de Mier y a
finales del siglo XIX el erudito Joaquín García Icazbalceta pusieron en duda desde posiciones y por
motivos muy diversos la historicidad del hecho guadalupano. Desde entonces la polémica va a
predominar en la historiografía guadalupana sobre la investigación documental. 1. TESIS
CONTRAPUESTAS

En la historia de la controversia guadalupana se encuentran tesis contrapuestas. Algunas quieren vaciar


el Acontecimiento guadalupano de su historicidad reduciéndolo a un mero símbolo de valor variable.
Sintetizamos algunas de estas tesis.

a) Para algunos "Guadalupe" es un mito religioso que representaría las antiguas tradiciones religiosas
mexicanas sincretísticamente asumidas por el catolicismo. La Virgen de Guadalupe sería la transposición
católica de una "divinidad" pagana y Juan Diego uno de los personajes del mito. b) Otros
antiaparicionistas creen que "Guadalupe" es un instrumento catequético usado por los misioneros en la
evangelización de los indígenas; habrían aplicado al caso mexicano la tradición española que usaba el
teatro, las escenificaciones y los pasos procesionales con tal fin dando lugar a una rica tradición
escultórica e iconográfica.

c) Otros ven "Guadalupe" como una creación del naciente "Criollismo" a partir del siglo XVII, una
afirmación de poder frente a los peninsulares españoles. Habría nacido así el nacionalismo mexicano con
raíces criollas y la Virgen de Guadalupe como su símbolo. Solamente en un segundo tiempo se daría
espacio al "indio Juan Diego" y a los indios, que no habrían sido recordados como protagonistas en el
hecho hasta entrado el siglo XVIII. La misma Independencia mexicana habría sido proclamada bajo este
símbolo (4). d) Para otros antiaparicionistas la duda nace de la falta de fuentes exhaustivas en los
primeros veinte años; pesa mucho sobre ellos el llamado "silencio documental franciscano",
especialmente el de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la diócesis de México, y el de otros
cronistas de la época, sumamente fieles en la transmisión de los hechos más importantes de la conquista
y de la evangelización (5).

e) Algunos no niegan la historicidad de "Guadalupe". Sin embargo para ellos lo fundamental sería el
simbolismo guadalupano (6).

f) Para algunos lo interesante en el hecho guadalupano es el drama de la conquista y las diversas


actitudes de los misioneros y del mundo indígena en los primeros momentos de la evangelización.
También, y por motivos opuestos, algunos seguidores del idealismo filosófico leen bajo este prisma el
hecho guadalupano interpretándolo dialécticamente y como una creación del sujeto.
g) Existen numerosas publicaciones de carácter divulgativo donde prevalece el aspecto devocional sin
ninguna preocupación de carácter histórico. h) Algunas de estas visiones, aplicadas al hecho
guadalupano, pueden llevar a un fideísmo y en algunos casos incluso a soslayar el problema de la
racionalidad de la fe y de su nexo con la historia, y en otros a la reducción de "Guadalupe" a puro
símbolo o a mero sentimiento sin ninguna relación con los hechos históricos.

II. PROBLEMATICA SOBRE LA HISTORICIDAD DE JUAN DIEGO.

1. La Causa de beatificación de Juan Diego ocasión de nuevos estudios y debates

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio "vidente" de Santa María de Guadalupe, nació al parecer hacia el
1474 y murió en 1548. Algunas fuentes primitivas indígenas guadalupanas, y más tarde las "españolas",
lo llaman explícitamente "embajador_mensajero" de Santa María de Guadalupe. Fue beatificado en la
basílica de Guadalupe de la ciudad de México el 6 de mayo de 1990 por Juan Pablo II durante su segundo
viaje apostólico a México. La historia de su Causa está estrechamente unida al de del hecho
guadalupano. Desde un punto de vista jurídico se abrió un proceso en 1666 para reconocer el hecho. La
petición fue firmada por el Obispo de Puebla, Gobernador de la Arquidiócesis de México, sede vacante, y
por el virrey de la Nueva España (7). Las «Informaciones» fueron solamente leídas en 1667 por la
Sagrada Congregación de Ritos sin dar, que conozcamos, una respuesta (8)

En el siglo XVIII, en 1739 el erudito Lorenzo Boturini Benalluci recogió muchos documentos sobre el
hecho guadalupano durante su viaje a la Nueva España con el objetivo de publicar su historia; muchos de
estos documentos se perdieron cuando Boturini fue expulsado de la Nueva España. Algunos de estos
documentos de Boturini aparecerán más tarde en archivos y colecciones privadas

Benedicto XIV acogió las peticiones de las autoridades eclesiásticas yciviles de la Nueva España y declaró
la Virgen de Guadalupe en 1754 como patrona principal de la Nueva España y de los Dominios de la
Corona de España. Por su parte la Sagrada Congregación de Ritos concedió misa y oficio especiales para
el 12 de diciembre, solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe (10). En 1894 los obispos mexicanos
obtuvieron la concesión por parte de la Sagrada Congregación de Ritos de la coronación canónica de la
Virgen de Guadalupe (11) entonces fueron presentadas de nuevo las «Informaciones Jurídicas de 1666»
y otros nuevos datos como respuestas a las "animadversiones, (12). En las primeras décadas del siglo XX
los obispos de México y de muchas otras partes del mundo solicitaron a Pío X y luego a Pío XI la
declaración de la Virgen de Guadalupe como Patrona del Continente Americano y de las Filipinas (13). A
partir de 1974, V Centenario de la hipotética fecha del nacimiento de Juan Diego, los obispos mexicanos
y más tarde los latinoamericanos pidieron su canonización ~ Durante su primera Visita pastoral a México
en 1979 Juan Pablo II presentó también a Juan Diego como un personaje histórico, importante en la
historia de la evangelización de México. Se llegó así a su beatificación en la basílica de Guadalupe en
México por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990. Sin embargo la beatificación, llevada a cabo con el
método de las llamadas beatificaciones "equivalentes" ("equipolenti"), suscitó una polémica sobre la
historicidad del acontecimiento guadalupano y sobre la misma figura de Juan Diego. Dado que muchos
obispos pedían su canonización, a principios de 1998 la Congregación para la Causa de los Santos
nombró una comisión histórica encargada de investigar más a fondo la problemática histórica (15). Parte
de los resultados de tal estudio han sido recogidos en el volumen de F. González Fernández, E. Chávez
Sánchez, J. L. Guerrero Rosado. Las dudas y objeciones han constituido un estímulo positivo para esta
investigación. La obra presenta una serie de documentos de procedencia diversa, que a nuestro
entender, afirman de manera convergente el hecho guadalupano. Ha sido preocupación de los autores
examinar críticamente esta documentación. Ofrecen también algunas hipótesis razonables para explicar
algunos vacíos, como el llamado "silencio guadalupano" de algunos personajes eclesiásticos y civiles del
siglo XVI.

III. METODOLOGIA USADA

La investigación tenía como objetivo inmediato llegar a un dictamen histórico sobre la historicidad de
Juan Diego en vistas de su proceso de canonización. Dadas las características peculiares del tiempo, del
ambiente y de la naturaleza de la documentación se tenían que estudiar los distintos problemas
históricos respetando la índole de tal documentación. Para alcanzar tal propósito se siguieron los
criterios del método usado en laCongregación vaticana para las Causas de los Santos: investigar el asunto
"plene ac rite", es decir, con los criterios de la metodología crítico_histórica en archivos y bibliotecas;
averiguar si las fuentes eran dignas de fe, total o parcial, y en qué medida; y ver si en tales fuentes se
podían encontrar aquellos elementos que pudiesen ofrecer un fundamento histórico para llegar a un
juicio sobre la historicidad del acontecimiento guadalupano de México y de su nexo con el indio Juan
Diego. En este orden de cosas había que tener presente la naturaleza y la diversa tipología de las fuentes
históricas y literarias, y por lo tanto, la metodología adecuada que debía aplicarse a cada caso.

Las fuentes históricas y literarias proceden fundamentalmente de tres matrices culturales distintas: las
"estrictamente indias e indígenas"; las "españolas y europeas"; y las "mestizas" donde se dan cita los dos
elementos anteriores en manera diversa. El tratamiento de cada fuente lo impone la fuente misma y su
naturaleza, es decir, el objeto debe prevalecer sobre los "a priori" del investigador; hay que ver también
los datos según la totalidad de sus factores, sin eliminar o descuidar alguno, y, finalmente, hay que tener
en cuenta también el influjo de la moralidad en la dinámica del conocimiento de los hechos. Por todo
ello hay que tener en cuenta la historia y la cultura mexicana prehispánica. la de los conquistadores y
misioneros españoles y el proceso evolutivo histórico que se da en la Nueva España o México desde el
siglo XVI en adelante. Además, para dar un justo valor a las fuentes históricas hay que tener en cuenta
los hechos de interculturación de los dos mundos: su lenguaje cultural, el valor de sus tradiciones y el
método de su transmisión (16). Las fuentes indígenas

El momento histórico en el que se desenvuelven los hechos guadalupanos mexicanos explica la escasez
relativa de documentos guadalupanos directos de la primera hora. Sin embargo, tenemos el recurso de
noticias e informes fidedignos tempranos, tanto indígenas como españoles, pertenecientes a los
primeros veinte años tras los hechos, o de otros, que a partir de mediados del siglo XVI, abordaron el
tema recurriendo a documentos o testigos antiguos, como es el caso de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y,
sobre todo, las «Informaciones Jurídicas de 1666», que recogieron muchos de estos testimonios, entre
ellos de gente contemporánea que conoció a testigos de los hechos y a sus protagonistas.

En la historia de la documentación cobran especial relieve los códices indígenas, por lo que es necesario
su interpretación adecuada. En una carta, recientemente descubierta, del erudito italiano del siglo XVIII
Lorenzo Boturini, el autor enumera los documentos que pretende recuperar, y busca la intervención de
personas competentes para que le sean entregados(17). Muchas fuentes indígenas fueron destruidas,
como dos autoridades indiscutibles de la primera hora, fray Bernardino de Sahagún y Gerónimo de
Mendieta declaran (18).

Hay una fuente documental, no siempre debidamente valorada, y que en el caso guadalupano mexicano
tiene una capital importancia: la transmisión oral o la tradición. Ya en el siglo XVI un observador atento
como el jesuita p. José de Acosta, conocedor de las realidades de México y de Perú, se preguntaba sobre
el valor de las tradiciones y de la transmisión oral en su correspondencia con el padre jesuita mexicano
p. Juan de Tovar (19). Un siglo más tarde el lingüista y catedrático mexicano, Luis Becerra Tanco, volvía
sobre el mismo argumento (20). Ambos testimonios subrayan el valor positivo de tal tradición y método.
En 1578, el misionero dominico fray Diego Durán reconocía el error de haber destruido los códices
indígenas. La validez y fiabilidad de este tipo de transmisión han sido confirmadas por los modernos
investigadores nahuatlacos como Miguel León Portilla (22). Por ello es necesario tener presente la
importancia de la tradición oral como fuente histórica entre los pueblos de cultura principalmente oral,
como lo eran los pueblos mexicanos. La tradición oral en esos casos suele obedecer a cánones bien
precisos.

Observaciones sobre las fuentes indígenas y sobre las fuentes "mestizas" o mixtas
En la obra de F. González Fernández, E. Chávez Sánchez, J. L. Guerrero Rosado (23) se presentan 27
documentos o testimonios indígenas guadalupanos de diversa procedencia, valor e interpretación, entre
los que destaca el "El Nican Mopohua"; y 8 de procedencia mixta indo_española o mestiza, entre los que
destacan los pertenecientes a don Femando de Alva Itlilxóchitl y el llamado Códice "Escalada",
recientemente descubierto. Ante todo hay que establecer su procedencia, su cronología, y su finalidad.
Entre las fuentes indígenas la principal es sin duda "El Nican Mopohua", atribuido al escritor indio
Antonio Valeriano, de cuya paternidad hoy día los mejores investigadores ya no dudan (24). El
Documento tiene una estructura poética y se trata "de un testimonio privilegiado del proceso de
transculturación del cristianismo de Nueva España, el cual sigue manteniendo un valor y una actualidad
ejemplar para la introducción a filosofías y teologías mexicanas, así como para la praxis teológico y social
y para la pastoral eclesiástica en el México actual y en otros países de América" (25). Sin embargo, la
cuestión acerca de la historicidad de su contenido y de cuanto en él es revestimiento literario o parte de
un entorno cultural sigue siendo discutido con vehemencia.

El documento de Antonio Valeriano fue dado a conocer en su texto náhuatl por Lasso de la Vega en
1649. "Es un texto complejo y simple a la vez quese convirtió en el paradigma para otros relatos
posteriores y que influye decisivamente en el proceso religioso de México. En este texto en náhuatl lo
que más destaca, como ya lo había expresado el historiador y nahuatlaco A. María Garibay es el
extraordinario mensaje de la maternidad espiritual de María, principalmente hacia lo pobres y los
desamparados" (26). Por todo ello, el documento va estudiado en su contexto cultural, en "la
configuración literaria del acontecimiento guadalupano" (27) "teniendo presente las reflexiones
filosóficas y recensiones teológicas del acontecimiento guadalupano" (28), y la "cosmovisión náhuatl
(tolteca_azteca) y cristiana. Cada palabra de los 218 versos del "Nican Mopohua" tiene sus significados
dentro de la filosofía y mitología nahuas así como cristianas respectivamente" (29). La complejidad y la
amplitud de la cosmovisión náhuatl y del profundo intento de inculturación cristiana por obra de los
misioneros son temas que necesitan un conocimiento y un estudio atento. Para entenderlo hay que
tener presente todos los datos que nos ofrecen las fuentes históricas y literarias de los siglos XVI y XVII
en la Nueva España (30).

En la interpretación de las fuentes indígenas guadalupanas hay que tener en cuenta también que estas
no son "puras" en el sentido cultural y lingüístico sino que proceden ya de indígenas cristianos o que han
entrado en contacto con el mundo cultural español y misionero. Estos contactos se reflejan en las
fuentes, sea en el contenido como en el lenguaje. Por ello, para entender estas fuentes se debe tener
presente el rico mundo literario náhuatl de temas religiosos, filosóficos y de ciencias naturales producido
por indígenas y por españoles después de 1521. No hay que olvidar la procedencia humanista de
muchos frailes misioneros y de muchos conquistadores. Tal humanismo cristiano se encontró con la
sabiduría tradicional india. Antonio Valeriano es un ejemplo (31). Frailes misioneros, conquistadores y
sabios indígenas nos han legado numerosas investigaciones lingüísticas y filológicas: "artes o gramáticas,
vocabularios, doctrinas cristianas, catecismos, sermonarios, devocionarios, confesionarios, traducciones
de la Biblia, anales y relatos orales, compilaciones de cartas, poemas e himnos sagrados, textos sobre
agricultura, medicina, conjuros y hechizos, fiestas y bailes, educación y sociedad y economía y otras
obras a través de los siglos de la Colonia y de la Independencia hasta los tiempos actuales en los que
nuevo textos en náhuatl incluyen vocablos e ideas especialmente diseñadas para significar conceptos
hebraico_cristianos. Esta rica literatura, largo tiempo desdeñada por los investigadores, es pródiga en
implicaciones en el contexto de la historia de las ideas y de procesos de aculturación a nivel de las
creencias y prácticas religiosas así como en ideas modernas y filosóficas" (32). Estos principios y
experiencias deben tenerse presentes no solamente en el caso especifico del "Nican Mopohua", sino
también en la ricaliteratura escrita en lengua náhuatl acerca del acontecimiento guadalupano (33).

Hay que notar también que la lengua náhuatl es rica en expresiones literarias para hablar poéticamente
de la cosmovisión mesoamerícana y narrar hechos de su historia. Esta lengua además era la lengua
"franca" de Mesoamérica usada por numerosos poetas, cronistas y literatos en tiempos antiguos y en los
tiempos inmediatamente posteriores al acontecimiento guadalupano. Los hechos y el mensaje de la
doctrina cristiana fueron también expresados en ella con la misma metodología, los mismos acentos y el
mismo desarrollo del pensamiento filosófico de los antiguos "tlamatinime", los sabios mexicanos
creadores de cantos, crónicas y poesía. Este aspecto de la inculturación náhuatl cristiana explica el estilo
y el contenido de estos documentos indígenas.

Llamamos fuentes "mixtas indo_españolas o mestizas" a aquellas fuentes, donde encontramos la


presencia de un elemento mestizo determinante o una mezcla cultural por razón de su autor, como en el
caso de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (descendiente de español y de indígena); o porque los autores
firmantes del mismo documento son un indígena y un español, como en el Códice "Escalada" (firmas del
indio Antonio Valeriano y del español fray Bernardino de Sahagún); por la lengua usada (nahuatl, como
en el Códice "Escalada", o por otros elementos como autor, composición o lengua que indican la
presencia de un mestizaje cultural, que ya no es ni el puramente indígena prehispánico, ni el español
importado. Entre estas fuentes hemos catalogado algunas de capital importancia, pero donde ya
encontramos presente un nuevo tipo de acercamiento y de juicio cultural, fruto de la nueva situación.
Entre ellos recordamos el "Nican Motecpana" de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el "Inim Huey
Tlamahuizoltica", el mapa de Alva Ixtlixóchitl, el "Inim Huey Tlatnahuizoltzin" [atribuido a Juna González],
el testamento de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, el llamado Códice "Florentino" [de fray
Bernardino de Sahagún], el testimonio de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl respecto a favores a los
habitantes de Teotihuacán, y el importante Códice "Escalada" con un testimonio guadalupano directo y
una especie de "acta de defunción" de Juan Diego, el vidente guadalupano (34).

En relación a las fuentes españolas y europeas en general


Los documentos del siglo XVI de "procedencia española" a favor de Guadalupe son numerosos; pero
también aquí nos encontramos con la misma problemática de lectura de los documentos de procedencia
india o mestiza escritos en náhuatl o en castellano.

La mayor parte de los documentos presentados en apoyo del acontecimiento guadalupano pertenecen a
la segunda parte del siglo XVI y crecen cada vez más hasta nuestros días. Frecuentemente estos
documentos se refieren directa o indirectamente al culto dado a la Virgen de Guadalupe en la capilla a
Ella dedicada en las faldas del cerro de Tepeyac a las afueras de la Ciudad de México. Tales fuentes no
siempre se refieren al hecho directo de las apariciones; a veces se trata de documentos circunstanciales
en los que se recuerda "Guadalupe" de paso; otras veces estos documentos tienen como objeto
donaciones o actos de devoción guadalupana; otras se refieren a cuestiones juridícas relativas al
santuario de Guadalupe o a controversias relacionadas con las apariciones y con el culto. En algunas no
siempre aparece con claridad una referencia a las apariciones o al vidente Juan Diego. También aquí hay
que estudiar el origen, el destinatario, el contexto y la finalidad del documento para entender su
propósito y alcance. De hecho algunos de estos documentos no tienen como finalidad el tema
guadalupano directo sino más bien otras cuestiones; pero el hecho de una afirmación "guadalupana" en
un documento, que no tiene por objeto directo "Guadalupe", "Juan Diego" o las apariciones, les da un
mayor valor. En la citada obra "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego" han sido
presentados y analizados documentos "guadalupanos", todos pertenecientes a la época que va a partir
de la mitad del siglo XVI (hacia 1555 en adelante) y llegan hasta 1630: 9 testamentos, 2 documentos
relativos a donaciones, 2 de carácter jurídico (controversias), 11 referencias guadalupanas en crónicas de
la época, algunas de especial valor (35), las Actas de Cabildo entre 1568 y 1569, el llamado mapa de
Uppsala, algunos testimonios iconográficos primitivos (36), peticiones de indulgencias y privilegios,
concesiones de gracias por parte de la Santa Sede a partir de Gregorio XIII; documentos que muestran la
importancia del santuario de Guadalupe en el virreinato de la Nueva España; y los testimonios de los
jesuitas relativos a Santa María de Guadalupe. Nuevos documentos, fruto de una investigación de
archivo, están enriqueciendo los estudios sobre la historicidad guadalupana y juandieguina. Entre ellos
habría que destacar los documentos hallados en el archivo del antiguo "Convento del Corpus Christi" de
la Ciudad de México y que se refieren a unas pruebas legales de "pureza de sangre" y descendencia de
caciques de dos candidatas a la vida monacal. Tales documentos, aún inéditos en su totalidad han sido el
punto de partida para la investigación de la genealogía de Juan Diego (37). La investigación en otro
archivo desconocido hasta hace poco a los investigadores, el del antiguo convento dominico de
Chimalhuacán (fundado 1529), ha dado como resultado el hallazgo de un importante material relativo a
los primeros años de la conquista y a algunos protagonistas de la misma, tanto indios como españoles.
En este material aparece el entorno cultural y familiar de Juan Diego, con estrechos vínculos con el lugar
del convento y con la fundación del mismo convento . La documentación "española" crece a partir de
finales del siglo XVI en documentos de índolemuy diversa. Esta riqueza de fuentes no nos impide
plantearnos algunos problemas como la falta de documentos conocidos, anteriores a 1548, es decir
pertenecientes a las dos primeras décadas inmediatamente sucesivas a 1531, fecha que la tradición y el
resto de los documentos dan al acontecimiento guadalupano: ¿existen documentos de estos primeros 20
años aún perdidos en archivos o bibliotecas? Los antiaparicionistas esgrimen este "silencio" documental
como su argumento más fuerte; mientras que los aparicionistas ofrecen varias hipótesis para explicarlo.
De todas maneras habría que aplicar aquí el principio jurídico de que el "silencio" no afirma ni niega
nada. La cuestión está abierta (39).

Las fuentes "españolas o europeas" crecen a partir del segundo arzobispo de México, el dominico Alonso
de Montúfar (desde 1554 a 1573). El guadalupanismo de los arzobispos mexicanos desde Montúfar es
indiscutible. A lo largo del siglo XVII "Guadalupe" se une cada vez más con la conciencia católica
mexicana. La experiencia religiosa católica constituye sin duda la base más fuerte de la identidad católica
nacional mexicana. En este juicio coinciden la mayor parte de los autores guadalupanos sea
aparicionistas como antiaparicíonistas. Como escribe un autor: "En términos socioculturales, la
veneración de la Virgen de Guadalupe permite a los indígenas, gracias a las circunstancias particulares de
su aparición a un pobre indio; la reivindicación de sus reclamos de respeto y de reconocimiento dentro
de la sociedad colonial y de su participación de la esperanza de la salvación [...] La Virgen de Guadalupe
no fue propiedad de los conquistadores ni de los indios; se tornó en elemento decisivo en el largo
proceso de formación de una cultura mexicana mestiza, con un marcado distanciamiento del mundo
hispano de donde provino. Su doble origen hispano_indio reflejaba la disposición sociocultural de los
mestizos, incluso de los criollos en la Nueva España..." (40).

En la segunda mitad del siglo XVI, y con mayor fuerza a lo largo del siglo XVII, la Guadalupe mexicana es
llevada por los frailes misioneros y por los pobladores españoles a lo largo de la geografía de la actual
Latinoamérica: desde el norte de México hasta Santa Fe de Argentina (de donde es patrona), pasando
por Guatemala, Perú, etc.

Unas conclusiones y una reflexión a partir de los datos de esta historia Los resultados del examen de las
fuentes muestran una convergencia en lo esencial:

1. Que en los comienzos de la presencia española en México, y precisamenteen el valle del Anáhuac,
después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo
político "nahuatl", en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levanta en
seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de
España coincide sólo en el nombre (41). 2. Que con una fuerza increíble la ermita de Guadalupe se
convierte en punto de atracción devocional, en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro
entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición (42).
3. En tomo a la primitiva ermita se desarrolla una "devotio" creciente, ya sea de parte de los indios como
de los españoles, criollos y mestizos, y que ninguno __tampoco los influyentes frailes misioneros
mendicantes__ pudieron frenar. Esta "devotio" se convierte en el punto de convergencia de los
diferentes grupos, "la casa común de todos" que reconocen en María, la "madre de Aquel por el que se
vive" (como la llama el "Nican Mopohua"), la Madre de todos.

4. Esto viene progresivamente señalado por las fuentes: con más fuerza por las indígenas y
progresivamente por las españolas. Las indígenas hablan muy pronto de las apariciones e indican con
claridad al indio Juan Diego; las españolas son más lentas al principio en las referencias juandieguinas y
subrayan más el centro del evento que es la mediación de la Virgen María. 5. Entre las fuentes, la
tradición oral entre los indígenas ocupa un lugar privilegiado (43).

6. Las fuentes: orales, escritas, representaciones (pinturas, esculturas...) y arqueológicas muestran como
en tomo al hecho guadalupano se desarrolla una creciente atención y "devoto", a la cual va íntimamente
ligada la veneración popular del vidente Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin, considerado como
"embajador de la Virgen María". Las representaciones iconográficas de las apariciones y de Juan Diego
siguen cánones precisos que encontramos en los primeros códices indígenas de la segunda mitad del
1500 y en algunas estampas de los comienzos del 1600. Vemos a menudo a Juan Diego representado con
la aureola de santo; en los códices indígenas es presentado con los signos reservados para lo sagrado;
entre estas pinturas destaca el fresco del convento franciscano de "Ozumba" (Estado de México) de los
primeros años del siglo XVII, donde se representa la historia de la primera evangelización de México; en
él se puede ver la aparición de la Virgen de Juan Diego en el Tepeyac. Queda la duda si la parte referente
a Guadalupe sea un añadido posterior al resto. Sin embargo ello no le resta valor al testimonio. Hay que
subrayar también el hecho de que el mural se halla en el pórtico exterior de uno de los más antiguos
conventosfranciscanos y que en su iglesia conventual uno de sus altares fue dedicado en el s. XVII a la
Virgen de Guadalupe.

7. En los lugares vinculados a la vida de Juan Diego se conserva una memoria viva entre los indígenas, ya
a partir del siglo XVI, con signos crecientes de veneración. Sobre el lugar donde la tradición decía que
surgía su casa natal se levantó una iglesia en honor de la Virgen. Las excavaciones arqueológicas han
confirmado la existencia de una casa indígena de finales del s. XV o principios del XVI debajo y en los
aledaños del templo. Otro hecho significativo ya constatado en el siglo XVII por un documento de la
época es que era muy común entre los indios del lugar bautizar a sus hijos con aquel nombre compuesto
(no muy común en otros lugares). El hecho que su tumba no haya sido aun encontrada no despierta
asombro, en cuanto que frecuentemente muchos sepulcros, también de personajes importantes, tanto
indígenas como españoles (conquistadores, obispos y misioneros) permanecen anónimas (44).
Actualmente se están realizando excavaciones arqueológicas junto a la antigua "capilla" de indios en
Guadalupe; tal capilla fue construida en los primeros años del 1600 y es diferente de la "ermita" o iglesia
de la Virgen de Guadalupe; en aquel lugar fueron encontradas algunas sepulturas. Parece ser también
que una "capilla" haya sido erigida sobre el lugar donde se levantaba la casita de Juan Diego en el
Tepeyac, no lejos de la ermita de la Virgen. La tradición, que ya se recoge por escrito a mediados del siglo
XVII, habla de que Juan Diego se retiró a la "ermita". El hecho es normal en la tradición cristiana, pero
también lo era entre la indígena mexicana. Muchos príncipes mexicanos y gente del pueblo cuando
envejecían y no tenían fuerzas para luchar en las guerras estimaban como un gran honor retirarse para
servir en los templos de su religión cumpliendo también los servicios más humildes. Algunos continúan
tal tradición después del bautismo retirándose a servir iglesias y conventos. Muchas veces se llaman a sí
mismos "pobres", "mazehualtzin"; Juan Diego se llama a sí mismo de esta manera en algunos
documentos indígenas. Un caso típico conocido es el de don Femando Cortés Ixtlixóchitl, cacique de
Texcoco, que ayudó Cortés en la conquista y que se retiró a vivir sirviendo en la iglesia de un convento.
Se retira después a Toluca. Parece también fundado el hecho que haya estado en el convento de San
Vicente Ferrer Chimalhuacán; según consta por algunos documentos de archivo. En un inventario de la
última década del s. XVIII o de la primera del XIX conservado en dicho archivo se dice que hasta hacía
poco se conservaba un fresco o mural pintado en el lado del evangelio del presbiterio de la iglesia
conventual narrando su conversión cristiana; tal mural fue borrado en una lamentable reestructuración
del templo llevada a cabo bajo uno de los párrocos de finales del s. XVIII y comienzos del XIX. Para
algunos técnicos del INAH el fresco se encontraría aún bajo el yeso blanco.

8. Está todavía abierta la cuestión de los orígenes sociales de Juan Diego. Sí se trata de un pobre indio en
el sentido sociológico. La confusión arranca de la interpretación de la traducción de Becerra Tanco (siglo
XVII) del "Nican Mopohua". En él se presenta a Juan Diego como "macehualtzintli icnotlapatzintli", que
Becerra Tanco traduce como "un indio plebeyo y pobre, humilde y cándido". Por otra parte, la expresión
enuncia un lenguaje cortés y casi "protocolario" en el uso lingüístico de notables indios, como se ve a
través de otros documentos indígenas. La expresión se podría por consiguiente traducir: "un indito, un
pobre hombre del pueblo" o "un indio, un noble pobrecito" (45).

10. Los franciscanos al principio permanecieron más bien hostiles ante la aceptación del culto de la
Virgen de Guadalupe; hay que leer los motivos de tal hostilidad a la luz de su conocida metodología
misionera frente al mundo cultural y religioso indígena y al miedo de un comprensible sincretismo (46).

11. Las "Informaciones de 1666" es uno de los documentos más seguros, por su naturaleza jurídica, por
su objetivo, por su destinatario y por la calidad de los testigos, sobre todo indios, que nos dan
abundantes noticias transmitidas por su tradición oral relativas al acontecimiento guadalupano y a su
paisano Juan Diego (47).
Es innegable el profundo sentido mariano de la espiritualidad española que llega a México a través de
conquistadores y misioneros españoles. También es innegable la devoción de muchos de ellos a la Virgen
de Guadalupe de Extremadura, en España. Muchos de los conquistadores y misioneros de la primera
hora procedían de aquella región española. Tal devoción los acompaña. La Virgen "pertenece" a la
historia épica de la reconquista española; con frecuencia en la conquista militar del Nuevo Mundo y en la
"conquista espiritual" del mismo, para usar el titulo del conocido libro de Robert Ricard (48), les
acompaña esta mentalidad que se muestra en devociones e iconografías. En este sentido cabe el juicio
de Richard Nebel de que la Virgen: "era garante de sus victorias, tal como lo había sido en España" (49).
El mismo autor citado se pregunta: "¿por qué entonces la Virgen deviene también en una figura central
del cosmos religioso de los conquistados?". ¿Fue sólo una función "compensatoria" o "sustitutoria",
como sugiere el autor citado? Nebel afirma que "en términos socioculturales, la veneración de la Virgen
de Guadalupe permite a los indígenas, gracias a las circunstancias particulares de su aparición a un pobre
indio la reivindicación de sus reclamos de respeto y de reconocimiento dentro de la sociedad colonial y
de su participación de la esperanza de la salvación" (50). A nuestro parecer, y a la luz de la
documentación histórica y de la antropología religiosa, los indios neobautizados veneran bajo la
advocación de Virgen de Guadalupe la personahistórica de María de Nazaret, Madre de Jesús, Verbo
Encamado en su seno (como lo indica claramente la iconografia del "ayate" guadalupano y las
indicaciones precisas de los documentos indígenas), y no simplemente la transposición de un símbolo
que podía tener ya desde sus comienzos un significado ambiguo (51).

Para los más antiguos documentos guadalupanos a nuestra disposición Guadalupe no es una simple
sustitución; fue un acontecimiento histórico, percibido como tal. Tal historicidad llena de contenido un
símbolo que hace razonable una práctica y una devoción mariana de la envergadura de Guadalupe. El
acontecimiento guadalupano, por ello, afirma sin duda la catolicidad del anuncio cristiano y la capacidad
inculturadora del mismo llevada a cabo por los misioneros.

La cultura de un pueblo, es decir la balanza de su historia, es la expresión vivida de lo que ha construido


el pueblo. Muchos documentos eclesiásticos de los papas, a partir de León XIII, y de los obispos
latinoamericanos (a partir del Concilio Plenario Latinoamericano de 1899 y a lo largo del siglo XX) hablan
del "catolicismo" como un rasgo característico del pueblo latinoamericano: "En nuestros pueblos, el
Evangelio ha sido anunciado, presentando a la Virgen María como su realización más alta [de la Iglesia
como instrumento de comunión, Puebla n. 280_281].Desde los orígenes __en su aparición y advocación
de Guadalupe__ María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del
Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en comunión. María fue también la voz que impulsó
a la unión entre los hombres y los pueblos. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del
continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la historia latinoamericana,(52). "Madre y
educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa María de Guadalupe, a través del Beato Juan
Diego, se ofrece un gran ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada" (Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 24) (53). ___________________________________________
NOTAS

(1) Cf. los resultados de la reciente investigación histórica sobre el argumento en: Fidel González
Fernández, Eduardo Chávez Sánchez, José Luis Guerrero Rosado, "El encuentro de la Virgen de
Guadalupe y Juan Diego",Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp. ISBN 970_07_1886_7. (2) III
CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Puebla", n. 282; n. 446;
"simboliza luminosamente el Evangelio encamado en nuestros pueblos": IV CONFERENCIA GENERAL. I)EL
EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Santo Domingo", n. 15.

(3) JUAN BAUTISTA MUÑOZ, "Memoria sobre las Apariciones y el Culto de Muestra Señora de Guadalupe
de México", en ERNESTO DE LA TORRE VILLAS Y RAMIRO NAVARRO DE ANDA, "Testimonios Históricos
Guadalupanos", Ed. FCE México 1982, p. 692: disertación ante la Academia de la Historia que lo recibió
como miembro el 18 de abril de 1794; en ella se sostenía por primera vez, que el Acontecimiento
guadalupano carecía de fundamento histórico por el argumento que desde entonces siempre se ha
repetido: el silencio de quienes deberían haber hablado. Muñoz ignoraba la mayor parte de los
documentos guadalupanos. Fray Servando Teresa de Mier se hallaba por entonces recluido en un
convento de Burgos. Este extravagante fraile dominico había predicado en México un sermón
guadalupano lleno de absurdos, como la identificación por parte de la antigua mitología mexica de
personajes míticos o dioses como divinizado Quetzalcóatl con Santo Tomás o la de Jesucristo con
Huitziopochtli, o que en la capa de Santo Tomás se había pintado la imagen de la Virgen María y otras
lindezas por el estilo. Todo ello le había merecido un juicio por la Inquisición y su destierro a España. El
fraile entrará en contacto con Muñoz y se mostrará antiguadalupano, mezclándose en la vida política de
la insurgencia mexicana y cambiando de opinión según como soplaban los vientos: sobre la compleja,
confusa y enredada personalidad del fraile con frecuentes mentiras en sus escritos (llegó a escribir que
había sido creado Nuncio del Papa en los nuevos Estados de México y América y Arzobispo): cf. ALFONSO
JUNCO, "El increible fray Servando. Psicología y Epistolario", Ed. Jus (=Col. Figuras y episodios de la
historia de México, N. 66). México 1959. Joaquín García Icazbalceta fíe un gran erudito, pero también
profesaba una gran antipatía por los indios: en 1883 el arzobispo de México Pelagio Labastida le pide su
opinión sobre Guadalupe y así escribe una famosa carta en la que se muestra dudoso sobre Guadalupe:
JOAQUIN GARCIA ICAZBALCETA, "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe
de México", publicada por orden del arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos,
México 1896. Sobre la historia de la historiografía antiaparícionista cf. F. GONZALEZ FERNANDEZ, E.
CHAVEZ SANCHEZ, J. L. GUERRERO ROSADO, "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego", pp.
3_2 5. Citaremos a continuación como: "El encuentro...".
(4) En 1995 apareció la obra de STAFFORD POO1, "Our Lady of Guadalupe. The Origins and Sources of a
Mexican Natioanal Symbol 1531_1797", The University of Arizona Press, Tucson & London 1995. El autor
sostiene, comoya el título indica, el origen simbólico, religioso y nacional de Guadalupe como
instrumento del "criollismo", a partir de mediados del siglo XVII para imponer su propia afirmación de
poder de frente a los peninsulares españoles y dar un fundamento religioso en el contexto católico del
tiempo a una "mexicanidad" que con el tiempo desembocaría en la Independencia. Por lo tanto para ni
las apariciones ni Juan Diego tendrían una base histórica; serían simples símbolos fabricados que con el
pasar del tiempo se impondrían en la devoción y opinión pública mexicana como un hecho histórico. La
obra que contiene sin duda muchos elementos válidos. Sin embargo la tesis del autor parte de una serie
de tesis enunciadas a priori y que intenta demostrar de manera forzada excluyendo todo documento
contrario o interpretándolo de manera parcial.

(5) Entre estos autores se encuentra Joaquín García Icazlbalceta, el conocido erudito mexicano del s. XIX,
el cual no se cerrada al hecho en sí mismo: "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe de México, publicada por orden del arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y
Dávalos", México 1896. Son conocidos sus sentimientos poco favorables al mundo indígena y las
polémicas suscitadas por su carta así como las dudas y contradicciones sobre algunos aspectos de su
publicación. Cf. en "El encuentro", pp. 10_12.

(6) Cf. RICHARD NEBEL, "Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe. Continuidad y transformación
religiosa en México", Traducción del alemán por el Pbro. Dr. Carlos Wamholtz Bustillos, arcipreste de la
Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, con la colaboración de la señora Irma Ochoa de Nebel, Fondo
de Cultura Económica, Primera edición en español 1995; primera reimpresión 1996; titulo original:
"Santa María Tonantzin de Guadalupe _Religiose Kontinuittit und Trassformation in Mexiko", Neue
Zeitschrifi fu Missionswissenschaft, 1992. La obra apareció en alemán en 1992; cf. también: RICHARD
NEBEL "Nican Mopahua. Casmovisión Indígena e Inculturación cristiana", en HANS _ JUROEN PRIEN (ed),
"Religiosidad e Historiografía. La irrupción del pluralismo religioso en América y su elaboración metódica
en la historiografía", Frankfurt am Main: Vervuert, _ Madrid: Iberoamericana, 1998.

(7) Pero el asunto llevaba años de preparación con algunas investigaciones de la autoridad eclesiástica
mexicana enviadas a la Santa Sede; lo demuestra un documento fechado en 1658 y conservado en la
Biblioteca Apostólica Vaticana, fondo Chigiano: F IV 96 ff 16, titulado: "Historica narratia... imaginis SS
Virginis Mariae vulgo de Guadalupe in Indiis nuncupate quae Mexici, mirabili modo... anno 1531
apparuit DD fr Joanni de Zumarraga". Sobre el iter de aquellas Informaciones Cf. CONCGREGATIO PRO
CAUSIS SANCTORUM, 184, "Mexicana Canonizationis Seria Dei Ionnis Didaci Cuauhtlatoatzin Viri Laici (14
74_1548), Positio superfamae santictatisvirtutibus, et cultu ab immemorabili praestito ex officio
concinata", Romae 1989, Doc. IX.
(8) "Positio", Doc. X, 1.

(9) "Positio", Doc. Xl, 5.

(10) "Positio", Doc. XII, 9.

(11) "Positio", Doc XII, 8.

(12) Esta documentación presentada por los obispos mexicanos se encuentra aún totalmente inédita,
depositada en el archivo de la Congregación para las Causas de los Santos (Vaticano).

(13) Juan Pablo II concederá tal patronazgo, en parte ya concedido y declarará "festividad" litúrgica el 12
de diciembre, en la Basílica de Guadalupe en ocasión de la entrega del Documento Final del Sínodo
Especial de los Obispos para América, en enero de 1999.

(14) Cf. "Positio", Doc XIII, 119. La Congregación para la Causa de los Santos informó al entonces
arzobispo de México, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, de los pasos necesarios en tal sentido el 8
de junio de 1982: Carta S. Congregación para la Causa de los Santos al cardenal Ernesto Corripio
Ahumada el 8 de junio de 1982, prot. N. 1408_3/1982. Fue nombrada entonces una comisión histórica
que preparó el material necesario en tales casos. El 19 de enero de 1984 se nombró un postulador en
Roma y se llevó adelante el proceso canónico ordinario exigido en tales casos desde el 7 de enero de
1984 hasta el 23 de marzo de 1986. La Congregación Romana para la Causa de los Santos aprobó el
camino andado el 7 de abril de 1986. El primer postulador de la Causa fue el P. Antonio Cairoli O.F.M.
que seria sustituido después de su muerte por el P. Paolo Molinari S.J.. en 1989. Tratándose de una causa
inminentemente histórica el trabajo fue realizado en este campo: Cf. Carta S. Congregación para la Causa
de los Santos al cardenal Ernesto Corripio Ahumada el 8 de junio de 1982, prot. N. 1408_3/1982, pp.
XVI_XXIV; XIX. Se llegó así a la preparación de una "Positio" con los elementos necesarios para demostrar
la historicidad del Siervo de Dios Juan Diego, su "fama de santidad" y su fecundidad eclesial. Esta
"Positio" tiene sin duda el mérito de haber ofrecido documentos importantes en tal sentido; sin
embargo, dejaba sin resolver algunos problemas de carácter histórico y ofrecía numerosas dudas desde
un punto de vista metodológico y de la critica histórica, como relevaron algunos consultores
historiadores (cfr "Relatio et Vota" de los consultores historiadores del 30 de enero de 1990 y de los
consultores teólogos del 30 de marzo de 1990).

(15) Nombró como presidente de la Comisión histórica al profesor de Historia eclesiástica en las
Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana, p. Fidel González Fernández mccj, consultor de la
misma Congregación vaticana y uno de los consultores más críticos de la antigua "Positio". Dicha
Comisión, formada entre otros por el historiador mexicano Dr. Eduardo Chávez Sánchez y el conocido
estudioso guadalupano Lic. José Luis Guerrero Rosado, solicitó la cooperación de unos 30 investigadores
de diversas nacionalidades que aportaron notablemente con sus datos en el estudio de la problemática.
El p. F. González expuso los resultados en un Congreso Extraordinario celebrado en el Dícasterio Vaticano
de los Santos el 28 de octubre de 1998, obteniendo un éxito positivo en la resolución de las dudas
presentadas sobre la problemática histórica.

(16) Cf. "El encuentro", pp. 283_297.

(17) Hemos visto la carta original en el Archivo de Chimalhuacán Chalco, Edo de México, dentro de una
documentación denominada Códice Teresa Franco, en honor de la investigadora del INAH (Instituto
Nacional de Antropología e Historia, México), responsable de la reorganización y restauración de dicho
archivo, totalmente desconocido al público de los investigadores hasta hace pocos años. Entre los
restauradores destaca la labor del Lic. Augusto Vallejo de Villar, que nos introdujo al Archivo y su
documentación. Hemos transcrito dicha carta en la obra: "El encuentro", pp. 283_284. Que sepamos es
la primera vez que se da a conocer.

(18) Cf. FRAY BERNARDINO DE SAHAGUN, «Historia general de las Cosas de la Nueva España», Ed. Porrúa
(=Col. "Sepan Cuántos... N. 300), México 1982, pp. 18_19; FRAY GERONIMO DE MEND1ETA, "Historia
Eclesiástica Indiana", Ed. Porrúa (=Col. Biblioteca Porrúa N. 46), México 1980 , p. 630; lo reproduce
literalmente también FRAY JUAN DE TORQUEMADA, "Monarquía Indiana", Ed. Porrúa (=Col. Biblioteca
Porrúa N. 41, 42 y 43). Introducción de León Portilla, México 1986, 3 vols., T. III, p. 449; otras causas de la
escasez de fuentes de archivo serán indicadas a lo largo de este escrito: cf. algunos datos en "El
encuentro", pp. 284_285: como robos, incendios (recordamos el del Archivo del Cabildo de México de
1692, la legislación sobre el papel, su reciclaje para usos comerciales etc.).

(19) Cf. en ANGEL MARIA GARIBAY K.., «Fray Juan de Zumárraga y Juan Diego _ Elogio Fúnebre», Ed. Bajo
el signo de "ábside", México 1949, pp. 11_14. (20) LUIS BECERRA TANCO, «Origen milagroso del
Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe», en ERNESTO DE LA
TORRE VILLAR Y RAMIRO NAVARRO DE ANDA, «Testimonios históricos guadalupanos», Fondo de Cultura
Económica, México 1982, pp. 323_326. (21) FRAY DIEGO DURAN, «Historia de las Indias de la Nueva
España e Islas de Tierra Firme», Ed. Porrúa (=Colección Biblioteca Porrúa N. 36 y 37), México 1967, 2
vols.: T. I, p. 6. Abundan los testimonios sobre la destrucción de muchas antigüedades y códices
indígenas. Una lista de algunos de esos testimonios puede verse en ROBERT RICARD, "La conquista
espiritual de México", Fondo de Cultura Económica, México, México, cd. de 1986, pp. 106_108; se citan
los testimonios de Sahagún, Durán, Mendieta, Dávila Padilla y Burgoa, entre otros.

(22) MIGUEL LEON PORTILLA, "El destino de la palabra. De la oralidad y los glifos mesoamericanos a la
escritura

alfabética", Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1996, pp. 19_71. (23) "E1 encuentro", pp. 143_189.

(24) Cf. "El encuentro", pp. 143_189. Cf. la bibliografia crítica sobre esta fuente en la obra citada. Además
JL

GUERREO O., "El Nican Mopohua Un intento de exégesis", Universidad Pontificia de México, 2 vols.,
1998: Editorial Realidad, Teoría y Práctica, Cuautitlán, Estado de México 1998.

(25) Richard Karl NEBEL, "Nican Mopohua. Cosmovisión indígena e inculturación cristiana", 238.

(26) NEBEL Ibidem, 236.

(27) NEBEL, Ibidem, 238.

(28) NEBEL, lbidem, 239.

(29) NEBEL, Ibidem, 240.


(30) En este sentido la obra que consideramos más importante sobre el asunto es la citada del conocido
estudioso guadalupano J. L. GUERRERO, "El Nican Mopohua. Un intento de exégesis", Universidad
Pontificia de México, 2 vols., 1998.

(31) Antonio Valeriano (1520_1606), autor del "Nican Mopohua", era un indígena de raza tecpaneca
pura. El historiador eclesiástico mexicano, el jesuita p. Cuevas, dice que era sobrino del emperador
Moctezuma y que nació en 1520 en Azcapotzalco, población muy cercana al Tepeyac, pero vivió en
México desde 1526. A la edad de 13 años entró en cl colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado por
Zumárraga, primer obispo de México, inaugurado en 1533, siendo así Valeriano uno de los estudiantes
fundadores. Entre suscompañeros latinos, como los llama Sahagún, y "fundadores" destacan: Martín
Jacobita, de Cuauhtitlán [el probable lugar de nacimiento de Juan Diego] y amigo de Valeriano; Pedro de
San Buenaventura, de Tlatilulcuo; Andrés Leonardo. De ellos salieron entre otras obras: Códice de
Chimalpopoca; Anales de Cuauhtitlán; Anales, los Himnos de los dioses, el Relato de las Apariciones de la
Virgen de Guadalupe... Antonio Valeriano fue gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Persona
altamente dotada; fue el primer graduado en latín y griego. Su padre fue contemporáneo de Juan Diego
y él mismo lo fue también [de modo que pudo escuchar de sus labios la historia guadalupana: tenía 11
años en 1531, año de las apariciones, y 28 en 1548, fecha de la muerte de Juan Diego]. Adquirió una
gran autoridad entre indios y españoles como hombre honrado y erudito y de él decía el obispo Fuenleal
que "era tan hábil y capaz que hacía gran ventaja a los españoles". Sahagún lo califica como "el principal
y más sabio" (entre los alumnos de aquella escuela). Fue honrado también con honores y cargos por el
rey de España Felipe II. Escribe su relato sobre Guadalupe cuando aún vivían muchos de los testigos del
acontecimiento; su firma aparece en el Códice guadalupano "Escalada". Cf. "Enciclopedia Guadalupana",
dirigida por Xavier Escalada, México 1995: Voz "Antonio Valeriano", pp. 49_50.

(32) NEBEL, Ibidem, 244.

(33) NEBEI., Ibidem, 245.

(34) "El encuentro", pp.329_352.

(35) Destaca una especie de diario del 1619 de la monja Ana de Cristo, compañera de la primera monja
fundadora de un convento en las islas Filipinas, Jerónima de la Asunción: cf. en "El encuentro" p. 399.
(36) Como la Virgen de Echave del 1606. el mural del convento de Ozumba de principios del s. XVII y el
grabado de Stradanus del 1622: cf. "El encuentro", pp.395_400.

(37) Los estudios sobre la genealogía del indio vidente no han sido todavía publicados en el momento de
redacción de estas notas. (38) El archivo, hoy propiedad de la parroquia de San Vicente Ferrer de
Chímalhuacán, fue reorganizado y restaurado por miembros del INAH [Instituto Nacional de
Antropología e Historia de México]. Entre los documentos guadalupanos destacan: un poema inédito
latino sobre María de Guadalupe [Ramo Album Códice], algunos sermones guadalupanos,
correspondencia del investigador y erudito guadalupano del s. XVIII, Boturini y otros documentos
indirectos guadalupanos de la primera época del convento en los que se nos confirman noticias y nos
dan base para lareconstrucción de la genealogía y estudios sobre la procedencia de Juan Diego. (39)
Hemos afrontado el problema en "El encuentro", pp. 23 5_277, ofreciendo varias hipótesis. Un aspecto
que podría ayudar también a explicar la falta de muchos documentos de archivo o los vacíos de archivo
de esta época es la llamada "crisis del papel" que invistió a la Nueva España durante mucho tiempo,
debido a la política prohibicionista de la Corona y que obligó como algo normal a la reutilización del
papel ya usado, incluso de documentos de archivo, para nuevos usos sea en el comercio como en la
escritura.

(40) NEBEL, Ibidem, 237_23 8: "La que antes era la banderas de los conquistadores españoles se volcó
contra ellos en la guerras de independencias. '¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!'
era uno de los gritos de batalla de las hueste rebeldes. Así, la Virgen se transforma en un símbolo de la
continuidad de la vida y de las culturas en México. Representa un punto culminante de las fuerzas
religiosas y creadoras de la nación mexicana. Por eso no es sorprendente que haya sido punto de parada
de movimientos sociales, culturales, religiosos y políticos, que ya desde el siglo XVII favorecieron en buen
grado, tanto su evolución hacia la independencia de España, la madre patria, como el surgimiento de
una conciencia nacional 'mexicana'".

(41) Sobre los orígenes mexicanos de este nombre extremeño_español dado a la Virgen mexicana
existen teorías divergentes: desde quiénes sostienen que fue la corrupción castellana de un nombre
indígena hasta la teoría más común que el nombre fue explícitamente elegido (como aparece ya en el
"Nican Mopohua") para dejar claro que se trataba de la Virgen Maña, venerada por los recién llegados
españoles (buena parte de ellos extremeños) bajo aquella advocación tan querida para ellos, y no de una
representación de un culto prehispánico: cf. S.L. GUERRERO, "El Nican Mopohua Un intento de exégesis",
vol. II, p. 585_589.
(42) Tal contraposición, irreconciliable humanamente, era reconocida por: FRAY TORIBIO DE BENAVENTE
MOLTOLINIA, "Memoriales...", p. 31. (43) Cf. ejemplo de la tradición totonaca (México), recogida por el
estudioso p. Ismael Olmedo, en "El encuentro", pp. 289_291. (44) VICENTE DE PAULA ANDRADE,
"Estudio Histórico sobre la Leyenda Guadalupana", 1908, en "Positio", I, pp. 173_ 177.

(45) J. L., GUERRERO, "El Nican Mopohua Un intento de exégesis". México 1996, 101405, 117.

(46) Entre los muchos ejemplos que se podrían poner, baste recordar la actitud iconoclasta de fray Diego
de Landa, provincial franciscano, misionero y obispo de Yucatán (muere en 1579), gran defensor de los
indios y al mismo tiempo figura muy controvertida. Fue uno de los impulsadores en Yucatán del proceso
contra nativos idólatras, ordenando también la destrucción de códices, libros y esculturas mayas para
borrar toda idolatría: cf. LOPETEGUI, sj _ ZIIJBILLAGA s.j., "Historia de la Iglesia en la América española.
Desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX", BAC, Madrid 1965, pp.498_499.

(47) La intención de incoar un verdadero proceso canónico de beatificación en el sentido actual


comienza a abrirse camino a finales del s. XVII. Los intentos del guadalupanista Boturini en ese sentido a
mediados del s. XVIII, se basan en la base de una "fama sanctitatis" popular de Juan Diego,
especialmente entre la población india pero también en la española_criolla. Tal fama parece ser
precedente a los conocidos decretos de Urbano VIII sobre el culto a los santos (1634). Sin embargo, tales
disposiciones cooperaron a suspender cautelosamente formas explícitas de culto, pero sin llegar nunca a
erradicarlo de la mentalidad popular, como lo demuestran los numerosos documentos de la segunda
mitad del siglo XVII en adelante. (48) Robert, RICARD "La conquista espiritual de México", trad. española
FCE, México 1986.

(49) NEBEL, Ibidem, 237.

(50) NEBEL, Ibidem, 237.

(51)' El titulo de la obra de Richard NEBEL, "Santa María Tonantzin. Virgen de Guadalupe. Transformación
y continuidad religiosa en México", México 1995, mantiene esta posición ambigua.

(52) III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Puebla", n. 282;
n. 446; "simboliza luminosamente el Evangelio encarnado en nuestros pueblos".
(53) CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Santo Domingo", n.
15.

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