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HORA SANTA

ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN Y LA PAZ

SUBSIDIO LITÚRGICO
1

Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


PRESENTACIÓN
Jesucristo es llamado por el profeta “Príncipe de la paz” (Is 9, 5) y el rostro de la Misericordia
del Padre, quien lo ve a Él ve al Padre (Cfr. Jn 14, 9). Y la paz es una tarea por excelencia
del ser humano: hacer la paz, y esto es, posibilitar el poder con‒vivir con el otro en
reciprocidad, como hermano, en paz consigo mismo y con Dios. El Papa Francisco nos dice:
“la búsqueda de la paz… es un trabajo siempre abierto, una tarea que exige el compromiso
de todos”.
Los tiempos actuales son difíciles ya de por sí de una pandemia que parece inacabable y ante
la ola de violencia y de inseguridad que pasamos en nuestro México, los Obispos en unión
con el Vicario de Cristo y de toda la Iglesia, nos exhortan a “tejer en Cristo nuevas
relaciones: de la Fragmentación a la Unidad” de nuestra patria azotada por los males de
estos tiempos. Esto es un llamado a nuestra conciencia cristiana para orar juntos por la justicia
y la reconciliación para pedir por la paz. La sangre derramada de hermanos y hermanas por
hacer el anuncio de la Buena Nueva es la sangre de Jesús que cae a la tierra para hacerla fértil
y emprender un camino por la paz. Y nos siguen invitando nuestros pastores a que: “estemos
unidos en este momento en que la indignación de nuestro pueblo, ante la barbarie de la
violencia, nos están abriendo una puerta para la paz”.
Este material puede servir para fomentar: el “espíritu de comunión”, el perdón y la reconciliación, la
justicia y la paz deseada para nuestra patria y entre nosotros, y se presenta como un instrumento para
orar sin descanso, ante Jesús de rodillas, para pedir: que el Dios de la paz, de la Reconciliación y
justicia nos muestre el rostro de la Misericordia del Padre, que aumente nuestra fe, perdone nuestro
pecado, y atienda nuestras súplicas ante las necesidades de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica.
Es un material noble, porque puede utilizarse conforme se vaya presentando la ocasión, es decir:
 Pueden usarse las oraciones que cada quien crea conveniente.
 Se pueden usar otro tipo de cantos si lo prefieren.
 Pueden suprimirse: frases, lecturas, preces, invocaciones, etc.
 Puede terminar el momento de adoración en el momento que sea oportuno.
Que Dios siga acompañando nuestro desempeño Pastoral, todos nuestros proyectos y siempre con esa
conciencia de hacer la voluntad de Dios, como dice el apóstol: “…trabajen con temor y temblor por
su salvación” (Flp 2, 12).
Que nuestra Madre Santísima, la Virgen María de Guadalupe proteja con su manto a cada uno de
nosotros que formamos el Cuerpo Místico de Cristo y que somos Iglesia, acompañe nuestro caminar
hacia la casa del Padre.

Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


HORA SANTA
ORACIÓN POR LA JUSTICIA,
LA RECONCILIACIÓN Y LA PAZ
“BIENAVENTURADOS LOS QUE BUSCAN LA PAZ,
PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS”
(Mt 5, 9)

I. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO


(DE RODILLAS)

CANTO DE ENTRADA
ALTÍSIMO SEÑOR
ALTÍSIMO SEÑOR, QUE SUPISTE JUNTAR A UN TIEMPO EN EL ALTAR, SER
CORDERO Y PASTOR, QUISIERA CON FERVOR, AMAR Y RECIBIR A QUIEN POR
MI QUISO MORIR.

1. Venid, hijos de Adán al convite de amor que hoy nos da el Señor de este Divino Pan,
de tan dulce sabor, de tal gracia y virtud que da alegría, que da salud.
2. Los ángeles al ver tal Gloria y Majestad, con profunda humildad adoran su poder, sin
ellos merecer la dicha de probar al rey del Cielo hecho manjar.

II. PRESENTACIÓN AL SEÑOR


Lector/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. AMÉN.

JACULATORIAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


Lector/. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.
Todos/. El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

Lector/ Adoremos y demos gracias en cada instante y momento.


Todos/ Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Lector/ Santísimo Sacramento, amor del Eterno Padre.


Todos/ Alumbra mi entendimiento para que mi alma se salve.

III. ACTOS DE FE, ESPERANZA Y AMOR AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


ACTOS DE FE:
Lector/ Creo en Jesús Sacramentado
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.
Creo, Señor mío y Dios mío, que está presente en el Santísimo Sacramento del altar.
Creo, Señor Jesús, que moras con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Creo en ti, y creo por los que no creen.
Creo, Señor Jesús, pero aumenta mi débil fe.
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Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


(SILENCIO)

Padre nuestro…, Ave María…, Gloria al Padre.

CANTO

¡OH, BUEN JESÚS!


¡OH, BUEN JESÚS! Yo creo firmemente que por mi amor estás en el altar, que das tu Cuerpo
y Sangre juntamente al alma fiel en celestial manjar, al alma fiel en celestial manjar.

1. Indigno soy, confieso avergonzado, de recibir la santa Comunión, Jesús, que ves mi
nada y mi pecado, prepara Tú mi pobre corazón, prepara Tú mi pobre corazón
2. Espero en ti, piadoso Jesús mío, oigo tu voz, que dice: “Ven a mí”; porque eres fiel,
por eso en ti confío, todo, Señor espérolo de ti; todo, Señor, espérolo de ti.

JACULATORIAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


Lector/ En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.
Todos/ El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

Lector/ Adoremos y demos gracias en cada instante y momento.


Todos/ Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Lector/ Santísimo Sacramento, amor del Eterno Padre.


Todos/ Alumbra mi entendimiento para que mi alma se salve.

ACTOS DE ESPERANZA:
Lector/ Espero en Jesús Sacramentado.

Espero en ti, Jesús mío, único Camino de salvación.


Espero en ti, Jesús mío, porque tú me invitas diciéndome: “¡Aprendan de mí!”
Espero en ti, porque eres mi Redentor.
Espero en ti, porque eres mi intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en ti, porque eres el verdadero tesoro de las almas.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!

(SILENCIO)

Padre nuestro…, Ave María…, Gloria al Padre.

Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


CANTO
ESTÁS AQUÍ

Estás aquí, aunque no te pueda ver, pues escondes tu gloria y majestad. Estás aquí, revestido
solamente del amor, bajo la forma de un pan; con sencillez te me vienes a entregar y en mi
interior vas haciendo maravillas: corazón con corazón, en profunda comunión me haces
templo de la Santa Trinidad.

JACULATORIAS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Lector/ En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.


Todos/ El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

Lector/ Adoremos y demos gracias en cada instante y momento.


Todos/ Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Lector/ Santísimo Sacramento, amor del Eterno Padre.


Todos/ Alumbra mi entendimiento para que mi alma se salve.

ACTOS DE CARIDAD:
Lector/ Amo a Jesús Sacramentado.

Te amo, Jesús mío, como a nadie.


Porque tú me has amado infinitamente.
Porque té eres mi mejor amigo.
Porque tu dijiste: “nadie tiene amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13)
y lo hiciste.
Porque tú te entregas con todo a mí en tu Cuerpo y en tu Sangre.
Porque tú me llenas de tus dones.
Porque tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e ingratitudes.
Porque tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama sin medida.
Porque tú me has dado por madre a tu misma Madre…, María.
Te amo por los que no te aman.
(SILENCIO)

Padre nuestro…, Ave María…, Gloria al Padre.

CANTO
YO SOY EL PAN DE VIDA
1. Yo soy el Pan de vida, el que viene a mí no tendrá hambre, el que crea en mí no tendrá
ser. Nadie viene a mí, si mi Padre no lo llama.
YO LO RESUCITARÉ; YO LO RESUCITARÉ, YO LO RESUCITARÉ EN EL DÍA
FINAL.
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2. El Pan que yo les daré es mi Cuerpo, vida del mundo; el que coma de mi Carne tendrá
vida eterna, tendrá vida eterna.
3. Mientras tú no comas el Cuerpo del Hijo del hombre y no bebas de su Sangre, y no
bebas de su Sangre, no tendrás vida en ti.

(DE RODILLAS ANTE JESÚS SACRAMENTADO)

IV.- CONTEMPLACIÓN A LA LUZ DE LA PALABRA


PAZ:
En arameo “shalom” que sugiere la recuperación de la felicidad del hombre, anterior al
pecado: armonía con Dios, consigo mismo, con los demás, con la Naturaleza.

Dios es un Dios de Paz:


† “…Pues habla Yahvé de paz para su pueblo…; Justicia y Paz se abrazan; Justicia
marchará delante de él, y Paz sobre la huella de sus pasos” [Sal 85 (84)];
† “…poniendo alabanza en los labios: ¡Paz, paz al de lejos y al de cerca! ―dice
Yahvéh―. Yo le curaré”
† “Los curaré y les descubriré una corona de paz.., las naciones se estremecerán de
tanto bondad y de paz como voy a concederle” (Jer 33, 6);
† “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se
complace” (Lc 2, 14);
† “Él ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la
paz…” (Hch 10, 36);
† “El Dios de la paz sea con todos ustedes” (Rm 15, 33).
† “Que Él, el Señor de la paz, les conceda la paz siempre y en todos los órdenes. El
Señor sea con todos ustedes” (II Tes 3, 16).
† “En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además
pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin
hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz” (St
3, 17).
† “Así nunca se acaban sus obras, y de él bien la paz sobre la haz de la tierra” (Eclo 38,
8).

Dios autor de la Paz:


† “Miren que yo tiendo hacia ella, como río la paz” (Is 66, 12);
† “… dice Yahvé Sebaot y en ese lugar daré yo paz…” (Ag 2, 9).

El Mesías será la Paz:


† “Él se alzará y pastoreará con el poder de Yahvéh, con las majestad del nombre de su
Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la
tierra. Y él será la Paz” (Miq 5, 3).
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† “Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que
los separaba, el odio” (Ef 2, 14).

Gran paz para los que guardan los mandatos de Dios:


† “Mucha es la paz de los que aman tu ley, no hay tropiezo para ellos” (Sal 119 [118].
165).
† “¡Si hubieras atendido a mis mandatos, tu dicha habría sido como un río y tu victoria
como las olas del mar” (Is 48, 18).

La benignidad trae la paz:


† “Una respuesta suave calma el furor, una palabra hiriente aumenta la ira. Lengua
mansa, árbol de vida, lengua turbulenta rompe el corazón” (Prov 15, 1).

No hay paz para los malos:


† “No hay paz para los malvados, dice Yahvéh” (Is 48, 22).
† “Los malos son como mar agitada cuando no puede calmarse, cuyas aguas lanzan
cieno y lodo. «no hay paz para los malvados» ―dice mi Dios―” (Is 57, 20).
† “Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre inocente. Sus proyectos son
proyectos inicuos, destrucción y quebranto en sus caminos. Camino de paz no
conocen, y derecho no hay en sus pasos. Tuercen sus caminos para provecho propio,
ninguno de los que por ellos pasan conoce la paz” (Is 59, 7).

Se encuentra en Cristo:
† “A ustedes, gracia y paz abundantes por el conocimiento de nuestro Señor” (II Pe 1,
2).

Jesucristo mensajero de Paz:


† “Mi paz les dejo, mi paz les doy. La paz que yo les doy no es como la que da el
mundo” (Jn 14, 27);
† “… Cuando entren en un pueblo o en una casa… al entrar saluden así: «que haya paz
en esta casa…»” (Mt 10, 11-13).

Jesucristo resucitado deja el don de la Paz:


† “Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo:
«la paz sea con ustedes»” (Lc 24, 36);
† “La paz sea con ustedes…” (Jn 20, 26);
† “Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación.
Pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

A ella fuimos llamados:


† “Y que la paz de Cristo presida su corazones, pues a ella han sido llamados formando
un solo Cuerpo” (Col 3, 15).

Se nos exhorta a la Paz:


† “… en lo posible, y en cuanto dependa de ustedes, en paz con todos los hombres”
(Rm 12, 17);
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† “Procuremos, por tanto, lo que fomente la paz y la mutua edificación” (Rm 14, 19);
† “Por lo demás, hermanos, alégrense; sean perfectos; anímense, tengan un mismo
sentir; vivan en paz, y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes” (II Cor 13,
11).
† “… Poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”
(Ef 4,3);
† “Procuren la paz con todo y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hb 12, 14).

Luchamos por un Evangelio que es de Paz:


† “¡en pie! Pues: ceñida su cintura con la verdad y revestidos de la Justicia como coraza,
calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz” (Ef 6, 14).

La Paz se alcanza con la oración:


† “Presenten a Dios sus peticiones mediante la oración y la súplica, acompañada de la
acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará sus
corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Flp 4, 6).

Invitación a pedir la Paz:


† Pidan la paz para Jerusalén; ¡en calma estén los que te aman, haya paz en tus muros,
en tus palacios calma! Por amor de mis hermanos y de mis amigos, deja que diga ¡la
paz contigo! (Sal 122 [121]).

Buscar la paz:
† “Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”
(Mt 5, 9).
† “…apártate del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella” (Sal 34 [33]).

La da el Espíritu Santo:
† “Pues las tendencias de la carne son muerte, más las del espíritu son vida y paz…”
(Rm 8, 6).
† “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad” (Gal 5, 2).

La da Cristo:
† “Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo:
«la paz con ustedes»” (Lc 24, 36).

V. REFLEXIÓN BÍBLICA
(Alguien hará la lectura del Evangelio y el dirigente la reflexión)

Del Evangelio según San Juan. 14, 27.

Mis paz les dejo, mi paz les doy; no se las doy como la da el mundo. Nos se turbe su
corazón ni se acobarde. - Palabra del Señor -.

Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


(LECTURA EN SILENCIO):

“Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina (México)que, en
estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones
sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y
narcotráfico” (Mensaje del Papa antes de la bendición Urbi et Orbi, el domingo 22 de abril
2022. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor).

La paz aparece como el gran don que Jesús nos deja. No la impone, es puro Don. En esto
coincide con la idea de Shalom en Israel. Pero el versículo termina diciendo «no se turbe su
corazón…» ¿Y por qué iba a turbarse? ¿No nos está hablando de paz?
Si la primera frase habla de la paz que nos deja, en la segunda habla de «mi paz les doy».
¿Una paz «Made in Jesús»? Y en efecto, para subrayar que es una paz especial, añade:
«No se las doy como la da el mundo». ¿Cómo la da el mundo? El mundo no la da, la impone.
En efecto, todo dictador que se precie de tal se consideraría a sí mismo como el que ha traído
la paz a su pueblo y siempre lo celebran. Pero la paz no se puede imponer, sencillamente
porque deja de serlo.
Sociológicamente se habla indistintamente de «período de paz» o «período de tranquilidad».
Pero ¿son lo mismo? ¿Qué es «tranquilidad»? La ausencia de conflictos. Es decir, de esta
paz‒tranquilidad es puramente negativo. Es la paz que reina en una «zona residencial»: allí
no te cruzas con nadie. Lo único que perturba son los ladridos de los «perros fieles» al extraño
que se acerca. Todo es tranquilidad, silencio. Pero con frecuencia los vecinos ni se conocen;
eso sí, no se molestan: «bien supremo» que provoca el aislamiento más tonto y empobrecedor
que se pueda imaginar.
Tranquilidad dicen las malas lenguas que puede derivar de tranca: si alguien está detrás de
mí con una arma amenazándome, y ustedes me avisas «¡Ten cuidado, no te muevas…!» yo
me encojo y ni respiro. Si nadie se mueve porque todos se sienten amenazados, todo está
«tranquilo», «en paz». Es decir, eta paz apunta a que yo no experimente ninguna amenaza,
que nada me perturbe, que nada me espante, que me sienta seguro.
A todos se nos ha dicho en alguna ocasión y no precisamente con mucho agrado: ¡Déjame
tranquilo!» o «¡Déjame en paz!», frase que interpretamos como un «¡Vete a molestar a otra
parte!», por no decir otra frase más expresiva. Además, el «tono» con que la decimos no es
precisamente muy «pacífico».
Puede haber muchas manifestaciones en nuestro país por la paz. Pero ¿será la paz lo que nos
preocupa o la seguridad? En estos tiempos hay un conflicto bélico que amenaza al mundo
entero y perturba nuestra seguridad.
Es decir, ni la «paz del mundo» ni el modo de «darla» ―que consiste en imponerla― tienen
nada que ver con la que al parecer trae Jesús. Esta es una paz que no consiste precisamente
en la ausencia de conflicto, sino en algo positivo: poder vivir la reciprocidad de la
fraternidad ―la fraternidad mutua, en la que no sólo me siento hermano de los demás, sino
que los demás e sienten hermano mío y pueden contar conmigo―. Esto trae consigo la
necesidad de superar conflictos y desavenencias para podernos encontrar.

(SILENCIO: PARA ESCUCHAR A DIOS)

Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


VI. ORACIÓN: HABLO AL SEÑOR
(TODOS)

Señor Jesús, Príncipe la Paz concédenos a todos nosotros


ser artesanos de paz allí donde estemos:
en la familia, en la escuela, en el trabajo,
en las comunidades, en cualquier ambiente;
«lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de Ti,
Nuestro Maestro y Señor. A ti gloria y alabanza,
hoy y por los siglos de los siglos. Amén
Hazme Señor Jesús, Mensajero de Tu Paz.
Danos el Don de TU PAZ.
(DE PIE)

VII. CONTEMPLACIÓN
Alternando con el que dirige

Lector/ Señor, que no sea vana nuestra oración y engañosa nuestra esperanza de paz.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, resucitado derriba los muros de la enemistad que dividen hoy a los hermanos.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, socorre a las mujeres víctimas de la violencia pública y familiar.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, salva a los niños que sufren por los conflictos y les roban su infancia.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, sostén a los que se esfuerzan por combatir el mal con el bien.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, afianza a los gobernantes con espíritu noble y recto, y valientes en la búsqueda
de la paz.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, concédenos a todos nosotros ser artesanos de paz donde quiera que estemos.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, enséñanos a construir caminos de solidaridad y una mejor convivencia.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, danos la sabiduría para saber que un mundo sin violencia no es utopía.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que formemos una sociedad basada en el servicio a los demás.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que la verdadera paz se logre cuando luchemos por la justicia a través del
diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que construyamos amistad social y hagamos nuestra la cultura del
diálogo.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
(SENTADOS)

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VIII. REFLEXIÓN PERSONAL
(SILENCIO)
En mi vida
LA PAZ INTERIOR
La paz interior es condición básica para cualquier crecimiento espiritual. Es el estado
espiritual que, por una parte, refleja que nuestra vida está en conexión con Dios, que ha puesto
su centro en Dios, que descansa en Dios. Pero, por otra parte, permite esa misa relación.
Hasta que no tengamos paz en el corazón no podremos abrirnos a la presencia de Dios. Por
eso, lo primero que se pide para alguien es la paz: “El Señor vuelva hacia ti su rostro y te dé
la paz” (Nm 6, 26), o es el primer saludo en las celebraciones religiosas cristianas: “La paz
esté con ustedes”, o el primer saludo entre judío: Shalom aleijem, o entre musulmanes:
salamu alaykum (ambos significan: “la paz esté con ustedes”).
Esta paz no consiste en la calma mortecina del que está sin inquietudes. Esto es propio más
bien del que vive al margen de Dios. El mundo suele favorecer esta tranquilidad psíquica, el
estar «sin problemas», en «equilibrio». Por el contrario, la vida cristiana es agonía, lucha,
combate doloroso, afrontamiento de dificultades. Y en el combato conocemos nuestra
fragilidad, nuestras, y cosechamos a veces triunfos, pero otras muchas veces fracasos. Sin
embargo, esto es lo que nos permite abrirnos a la acción de Dios en nosotros, de modo que
la paz espiritual es perfectamente compatible con este estado de lucha. Es más: sólo es posible
combatir con éxito estando en paz. Porque el éxito en el combate cristiano no es no caer, sino
no perder la paz. Nuestra concupiscencia, nuestras heridas, nuestra pobreza, nos llevará a
caer. Cristo nos acoge con misericordia siempre. Por eso es clave no perder la paz ni la
alegría, aprovechando así las derrotas como trampolín para un ascenso mayor.
La paz tampoco es el resultado de que todo te vaya bien en la vida ni el resultado de una
lucha ascética al estilo de los estoicos que, tras menospreciarlo todo y evitar deseos y
pasiones, logran la ataraxia. El que tiene paz, ama, lucha, sufre y se alegra. Pero no descansa
en sí.
En efecto, la paz es un don de Dios. No se busque en otro sitio. La paz ya nos la ha dado
Cristo para siempre: «la paz les dejo, mi paz les doy» (Jn 14, 27). El problemas, por tanto, es
nuestro, nuestra falta de fe para acoger esta paz profunda que nos regala Cristo mediante el
Espíritu Santo. La única condición es aceptar a Dios, su voluntad, estar dispuestos a servir y
obedecer incondicionalmente a Dios destruyendo los obstáculos que lo impiden.
(DE PIE)

IX. PRECES

Lector/ Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que dio al mundo la paz por
la venida de su Hijo y fruto de su Resurrección, envió al Espíritu de Paz, y
digamos:
R. / Rey de la paz, escúchanos

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L 1. Oremos por la santa Iglesia de Dios, por el Papa Francisco, por los obispos, los
sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y religiosas, seminaristas y laicos, para
que fieles a su llamado desde el bautismo, sean testigos incansables de la paz.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 2. Oremos por los gobernantes de todas las naciones, especialmente por los de nuestro
País, para que en comunión con la sociedad, trabajen por el bien común, respeten la
vida, la familia y la dignidad humana y luchen por poner fin a la cultura de la muerte.
R. / Rey de la paz, escúchanos

L 3. Oremos por nuestra nación, por las familias de nuestra sociedad que sufren los
horrores de la violencia, para que recobren la paz y obtengan la tranquilidad y la
libertad verdadera.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 4. Oremos por quienes han muerto víctimas de la violencia, el terrorismo y la guerra,
para que Dios les haya dado la paz eterna en la gloria del cielo.
R. / Rey de la paz, escúchanos

L 5. Oremos por los que hacen el mal, para que reconozcan la maldad de sus acciones y
vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser
humano, independientemente de su religión, origen o posición social.

L 6. Oremos por todos nosotros fieles hijos de Dios, para que sintiéndonos inspirados por
el ejemplo de Cristo, estemos abiertos al amor y al servicio de los más necesitados
siendo una luz para todos de fraternidad, caridad, justicia y paz.
R. / Rey de la paz, escúchanos
ORACIÓN
Dios no sólo de la paz, sino la paz misma, a quien los sembradores de la discordia no
pueden comprender, ni aceptar quien ama la violencia, concede a los que trabajan por la paz
perseverar en su propósito de hacer el bien, y a los que la obstaculizan, olvidarse del odio,
para que su corazón sane. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. AMÉN.

(GUÍA)
Señor y Dios Sacramentado, mi vida es expresión de tu divinidad y sé y siento que fui hecho
a tu imagen, ¡bendito y alabado seas! Pero también, Señor, por mi libertad, la miseria, la
fragilidad, la debilidad y el pecado me agobian y confunden transformando mi interior en un
mundo de borrascas, desaliento, impaciencia, ansiedad, soledad, estrés e indecisión.
Te pido perdón delante de tu cuerpo y sangre en la hostia consagrada, porque reconozco que
busqué la paz del mundo. Olvidé tus palabras que me dicen: “Mi paz les dejo, mi paz les doy,
no como la da el mundo”.
Es verdad, Señor, en el mundo se pierde y se maltrata tu paz. Señor, dame la gracia y la fuerza
para caminar siempre hacia Ti, para recibir tu paz que da serenidad, alegría y felicidad.
Así sea.
(DE PIE)
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X. CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS
1er Coro:
Dulcísimo Jesús, Redentor nuestro, mírame en actitud humilde ante tu altar. Quiero
pertenecer del todo a Ti. Y para poder hoy unirme más íntimamente contigo, me consagro
espontáneamente a tu Sagrado Corazón.
2do. Coro:
Entre tantos que no te conocen; entre tantos que te blasfeman y no te aman; entre tantos que
reniegan de su condición cristiana, yo quiero, respondiendo a tu gracia, rendirme del todo a
tu amor.
1er Coro:
Con esta mi oblación a tu Corazón, quiero cooperar contigo en la salvación de mis hermanos:
de los que se apartaron de Ti, de los que viven sin tu Gracia, de los que esparcen el error y
atacan al Reino de Dios.
2do. Coro:
Quiero corresponder a mi vocación bautismal viviendo conforme a tu Evangelio. De esta
manera todos mis pensamientos, deseos y acciones, serán dignos de Ti, de modo que pueda
repetir siempre: “Todo por Ti, Corazón Sacratísimo de Jesús”.
1er Coro:
Así reconozco tu realeza y tu dominio de amor sobre mí. Renuevo mis promesas del
Bautismo; renuncio a Satanás, y me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los
derechos de Dios y de tu Iglesia.

Todos:
Divino Corazón de Jesús, te ofrezco todo mi ser con todas mis pobres obras, a fin de obtener
que todos los hombres te reconozcan como su Salvador y su Señor, de modo que todos juntos
podamos cantar: Alabado sea el Divino Corazón de Jesús, por quien nos vino la salvación.
A Él la gloria por los siglos de los siglos. AMÉN.

XI. CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE MARÍA


1er Coro:
¡Oh, Señora y Madre mía! Con amor filial me entrego y confío a tu Corazón Inmaculado.
2do. Coro:
Me consagro del todo a Ti para que formes en mí a Jesús, el Hijo del Padre, y, con la acción
del Espíritu Santo, me lleves hasta la plenitud de la vida divina, que te llenó enteramente a
Ti.
1er Coro:
Me pongo en tus manos, humilde Sierva del Señor, para que me acompañes en el camino de
la fe y sepa yo responder siempre a Dios con la misma generosidad tuya.
2do. Coro:
Tú, que fuiste la discípula perfecta del Señor y guardabas, meditándolo en tu Corazón, todo
lo que en Él veías, enséñame a mirar de continuo a Jesús, hasta salir una copia perfecta suya
por la asimilación de sus palabras y sus sentimientos.
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Pbro. Lic. Francisco Javier Montes Ramírez


1er Coro:
Enciéndeme en amor a la Iglesia, y haz que me entregue y trabaje, en la medida de mis
fuerzas, por la causa del Reino.

Todos:
Desde el Cielo, donde reinas, protégeme, guárdame e intercede por mí. Enciérrame en tu
Corazón de Madres, hasta que goce contigo de la Redención plena de Jesucristo en los
esplendores de la Gloria. AMÉN.

ORACIÓN POR LA PAZ


“Señor Jesús, Tú eres nuestra paz,
mira nuestra patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones
de quienes nos gobiernan.

Toca el corazón de quienes


olvidan que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte,
dales el don de la conversión

Protege a las familias, a nuestros niños,


adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.

Que como discípulos misioneros tuyos,


ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti,
nuestros pueblos tengan vida digna.

María, Reyna de la paz, ruega por nosotros”.

(DE RODILLAS)

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XIV. COMUNIÓN ESPIRITUAL
(TODOS)

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento
del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma. Pero
ya que no puedo hacerlo ahora sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi
corazón. Concédeme poder encontrarme en el rostro de cada uno de mis hermanos. No dejes
que me extravíe siendo piedra de tropiezo para todos ellos. Que no sea escándalo con mis
acciones dentro de tu Iglesia, nuestra Madre, tu Cuerpo Místico. Que no consienta yo, ser
alguno que divida la comunidad con mi falta de prudencia y sensatez; ni que sea yo, el juez
y el verdugo de mi hermano, por sus malas acciones. Señor, Jesús, como si ya hubieses
venido, te abrazo y me uno del todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me aparte de Ti.

XV. BENDICIÓN SOLEMNE CON EL SANTÍSIMO SACRAMENTO


CANTO

CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES


1. Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor, Dios está aquí: venid,
adoradores, adoremos, a Cristo Redentor.

GLORIA A CRISTO, JESÚS, CIELOS Y TIERRA BENDECID AL SEÑOR; HONOR Y


GLORIA A TI, REY DE LA GLOREIA. AMOR POR SIEMPRE A TI, DIOS DEL AMOR.

2. Por nuestro amor oculto en el Sagrario, su gloria y esplendor, para nuestro bien; se
queda en el Sagrario, esperando al justo y pecador.
3. ¡Oh gran prodigio del amor Divino! Milagro sin igual, prenda de amistad, banquete
al peregrino do se come al Cordero Celestial.
4. Dios bondadoso, Rey de las victorias, a Ti loor sin fin. Canten tu poder, autor de
nuestras glorias, cielo y tierra hasta el último confín.

(Bendición con el Santísimo por el Sacerdote o Diácono)

P. / Les diste el pan bajado del cielo.

T. / Que contiene en sí todo deleite

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OREMOS:

Señor Nuestro Jesucristo, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu
Pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre;
que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos.

O bien:
Dios y Padre nuestro, concédenos celebrar dignamente al Cordero Pascual, muerto por
nosotros en la cruz y oculto en este sacramento, para que, terminada nuestra peregrinación
en la tierra, podamos contemplarlo cara a cara en la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro
Señor.

O bien:
A quienes creemos y confesamos que en este sacramento está realmente presente Jesucristo,
el cual para redimirnos nació de la Virgen María, padeció muerte de cruz y resucitó de entre
los muertos, concédenos, Dios nuestros, obtener de él nuestra salvación eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:
Dios nuestro, que este sacramento, por medio del cual te dignas renovarnos, nos llene de tu
amor y nos ayude a llegar algún día a la gloria de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO


XVI. PRECES PARA DESPUÉS DE LA BENDICIÓN
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombres.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Gran Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendita sea María, Madre de la Iglesia.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios, en sus Ángeles y en sus Santos. AMÉN.

O bien:
Cristo, Maestro y Salvador nuestro.
Cristo, Mesías enviado.

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Cristo, Fuente de la divina sabiduría.
Cristo, Buena Noticia.
Cristo, Médico de los enfermos.
Cristo, Palabra de verdad.
Cristo, Luz de los pueblos.
Cristo, Pan bajado del cielo.
Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros.
Cristo, Presencia permanente entre nosotros.
A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. AMÉN.

CANTO DE SALIDA

¡TU REINARÁS!
1. ¡Tú reinarás! Este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe; ¡Tú reinarás! ¡Oh rey
bendito! Pues tú dijiste: “¡REINARÉ!”

REINE JESÚS POR SIEMPRE, REINE SU CORAZÓN: EN NUESTRA PATRIA, EN


NUESTRO SUELO QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN. EN NUESTRA PATRIA, EN
NUESTRO SUELO QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN.

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