ENSAYO: ¿QUÉ ESCONDE LA INFANCIA?

ENSAYO: LEY 21.160 IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS SEXUALES CONTRA MENORES DE 18 AÑOS

“¿Qué esconde la infancia?”

“Todo en el mundo se trata sobre sexo, excepto el sexo. El sexo se trata de poder”
Oscar Wilde

Algunos profesionales en la materia como los psicólogos recomiendan que los niños no deberían
guardar secretos.
¿Qué tanto podría esconder un niño?
Secretos de oscuros que guardan una infancia dura.
Dolor, rabia, desconsuelo.
Confusión.
Shhh
Este ensayo trata sobre la ley número 21.160, que fue promulgada el 11 de julio del año 2019, y la
cual declara imprescriptibles los delitos sexuales cometidos contra menores de edad. Pues se
introduce un nuevo artículo en el Código Penal que garantiza a las víctimas el poder ejercer las
acciones necesarias para llevar ante la justicia los hechos que afecten la integridad física y
psicológica de los menores de edad, sin estar limitadas por plazos de tiempo para perseguir a los
agresores.

Anteriormente, el código legal establecía que la prescripción para este tipo de delitos se aplicaba en
plazos de entre cinco y diez años después de que la víctima alcanzara la mayoría de edad.

Pero ahora, con la ley promulgada, esto indica que no caducará la acción de poder realizar una
denuncia respecto del secuestro o sustracción de un menor, así como también la tortura, tratos
crueles, inhumanos o degradantes, todos ellos con ocasión de un acto de violación, acceso carnal a
un menor, estupro u otros delitos sexuales.

Para comenzar, refirámonos de manera adecuada sobre el maltrato infantil, pues el abuso sexual
conforma uno de sus principales subtipos.

Por lo tanto, podemos decir que se ejerce violencia sexual mediante toda acción que imponga
comportamientos sexuales a otra persona mediante el uso de la fuerza, intimidación, manipulación,
dominación, amenaza o cualquier otro tipo de acto que limite su libertad sexual. En el caso de niños,
niñas y adolescentes, por lo general –según datos de la Corporación Miles– ocurre en la comunidad,

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la escuela, las instituciones del Estado y, lo más grave y frecuente, en el hogar de los menores, siendo
perpetuados por un familiar o allegado a la familia.

En la ceremonia realizada luego de la promulgación en el Palacio de La Moneda, el Presidente

Sebastián Piñera, expresó que desde ahora en adelante, “el tiempo no será nunca más un cómplice
de los abusadores, ni un aliado de la impunidad” ¿Pero si el silencio ya no será más su cómplice,
ahora lo será la justicia? O mejor dicho, la falta de ella… Y continuó con “A partir de hoy, la
responsabilidad de los que abusan de nuestros niños será imborrable, igual como es imborrable el
dolor que ellos causaron a nuestros niños. Todos sabemos que denunciar un abuso sexual es algo
muy difícil y, especialmente, para aquellos que sufrieron los abusos sexuales durante su niñez o su
adolescencia”.

Pues cómo olvidar, ya que los casos abundan, tales como el de la Pequeña Sophie o los Casos
Sename, dónde niños han muerto a manos de sus abusadores, siendo los Gobiernos –el anterior, el
actual y probablemente el que vendrá– y nosotros mismos, cómplices y testigos de tan aberrantes
delitos. Qué según prescribe la nueva legislación, la imprescriptibilidad abarca también a “todas las
acciones civiles, de forma tal de perseguir también la responsabilidad de los cómplices y
encubridores”. Qué lástima que hasta la fecha muchos de estos casos no consiguen la justicia
añorada.

La discusión sobre la prescripción de los delitos sexuales no debería originar revuelo sólo cuando
casos como estos causan justificada conmoción e indignación social. Pues si bien son denuncias que
debemos tener presente en la mente, así como los innumerables otros casos que continúan en
silencio mientras cada uno se revela, el debate debe ir más allá de la indignación que causan estos
crímenes, cuestionando el sentido de aplicar la prescripción en ellos.

El abuso sexual en menores de edad, a pesar de ser un tema tratado desde siglos atrás como casi
un tema tabú, es uno de los tipos de maltrato infantil cuya investigación inició hace apenas algunas
décadas. Es por esto, que el hecho de que la violencia sexual se haya transformado en un problema
de tipo mundial, quiere decir que es algo que a pesar de estar en pleno siglo XXI, hay conductas que
no merecen ser comparadas ni con las de animales.

La violencia sexual trata de una transgresión a los derechos humanos fundamentales, y que es la
forma de maltrato más traumática en los niños con consecuencias a corto y largo plazo tanto para
la víctima, como para su familia y la sociedad, pues esto se convierte en un problema para la salud

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mental pública. Ámbito que está muy descuidado en Chile, somos una sociedad enferma, que no
tiene los medios, tiempo ni interés en tratar los problemas de salud mental. Los cuáles cuando no
se tratan de manera oportuna en la niñez, se transforman a largo plazo en personas adultas con
problemas de conductas sociales del tipo psicópatas sexuales, entre muchas otras derivaciones.

Se da de manera más frecuente, con una estimación del 70% de los casos de acuerdo a Miles, en
que la violencia sexual es cometida por una persona en quien el niño, niña o adolescente confía, es
decir, por alguien cercano a su núcleo familiar, en especial a figuras paternas (padre, tío, hermano,
primo, vecino, sacerdotes). Y también por otra parte, se puede dar por parte de desconocidos, a
través de artimañas para conseguir ganarse la confianza de menor.

A lo largo de la historia se han creado diferentes prototipos de abusadores, cayendo muchas veces
en la generalización; sin embargo, dicho grupo es muy diverso, heterogéneo y no necesariamente
pueden distinguirse con facilidad pues pueden poseer una conducta que pareciese intachable. Se
pueden observar ciertas tendencias y establecer algunos comportamientos, pero la verdad es que
así como la identidad de la víctima puede ser cualquiera, la del abusador también.

Tal ha sido en los últimos años en Chile, que cientos de testimonios han salido a la luz pública,
respecto a una serie de denuncias en contra de sacerdotes pertenecientes a la Iglesia Católica, por
abusos sexuales cometidos algunos en los años setenta, ochenta y noventa aproximadamente en
contra de niños pertenecientes a las iglesias en cuestión. Casos que ya prescribieron y no tuvieron
la oportunidad de lograr la justicia que merecían. Personas ya adultas, en las que la secuela del
trauma vivido cuando pequeños fue tan inmenso, que recién pasados largos años, fueron capaces
de atreverse a revelar que fueron abusados por estos pederastas, en un lugar supuestamente
sagrado –para quién predica esta religión– y en dónde sus padres me imagino dejaban con la mayor
tranquilidad y confianza a sus hijos.

La prescripción a menudo se justifica desde la perspectiva del acusado para que pasado un cierto
tiempo de cometido el abuso, pueda simplemente “continuar tranquilamente con su vida”, sin el
temor de ser perseguido penalmente. Desde un aspecto práctico, también se señala la dificultad de
investigar crímenes mucho tiempo después de que han ocurrido, y el consiguiente riesgo para el
debido proceso del acusado.

Muchas de estas denunciar llegaron demasiado tarde, y no se ha podido lograr hacer justicia por lo
mismo. Pero consiguieron algo muy importante, y fue poner en debate el asunto de la prescripción

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en los delitos sexuales, en particular, cuando se cometían contra personas menores de edad. Y
finalmente se logró llegar a buen puerto con la promulgación de esta ley.

Las consecuencias de la violencia sexual pueden manifestarse a corto, mediano o largo plazo, y
afectar la salud física y mental de los niños afectados. En promedio, las víctimas de abuso sexual
tienen muchas más probabilidades de sufrir de depresión, trastorno por estrés postraumático e
inclinaciones suicidas en adolescente. Es frecuente también que los niños tengan comportamientos
destructivos o arriesgados, en tales se presentan como conductas agresivas, sexualizadas,
temerosas, entre otras. Y ya como adulto puede repercutir, el tener un número más alto de parejas
sexuales, consumo de drogas y alcohol, problemas de estabilidad emocional, etc.

Es decir, la persona, el niño en camino de ser adulto, el adulto que fue ese niño abusado, solo busca
la autodestrucción.

Pues ya dando como concluido este ensayo, puedo aseverar que el país no cuenta con leyes claras
y duras que castiguen el abuso sexual contra menores.

No me sorprende cuando cada día aparece un hecho noticioso, dónde en el artículo aparece que un
sujeto que violó a su sobrino pequeño o a su vecinita de cuatro años que era reiterativo, y junto a
esa información leer <<el detenido tenía 2 condenas previas por violación>>. Pero ¿cómo es posible
que un acto de tal bajeza podría haberse evitado y no haya sido así? Las leyes son tan permisivas,
que les da la satisfacción de cometer los delitos pues saben que no pasaran mucho tiempo en la
cárcel. Ellos no tienen nada que perder. Los niños de Chile sí.

En los crímenes de violencia sexual, estos argumentos no pueden negar el derecho fundamental de
las víctimas al acceso a la justicia ante crímenes tan graves. En estos casos, la evidencia empírica
muestra que, especialmente cuando los perpetradores son o han sido figuras de autoridad o incluso
miembros de la misma familia, las víctimas tienden a postergar mucho tiempo la denuncia o la
revelación de lo ocurrido, por estar bajo amenaza, confusión o incluso influencia a no denunciar de
su entorno cercano.

Desde mi ignorancia de acuerdo a la psicología y sus temas, siempre manifiesto que las personas
capaces de violentar sexualmente a niños no deberían tener oportunidad de reinserción social. Esas
conductas no son rehabilitables. Son personas enfermas, creo que todos podemos llegar a ese
consenso, pero su enfermedad no tiene cura. Son un peligro para la sociedad. Pero tampoco tengo
la respuesta de qué hacer con estas personas.

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Desgraciadamente, solo actuar desde una perspectiva legal no es suficiente. La violencia sexual está
radicada en un sistema de desigualdad de género que conceptualiza a los hombres como seres
dominantes y a las mujeres les da la postura de sumisas. La llamada cultura machista de Chile. Las
niñas, adolescentes y mujeres somos quienes corremos el riesgo de sufrir mayor violencia sexual a
lo largo de nuestras vidas.

Por lo cual es fundamental que el gobierno y el Estado de Chile, se focalicen en entregar mayor y
mejor calidad en la educación sexual y en la sensibilización de la población en general sobre esta
problemática, con el fin de producir un cambio cultural.

Para terminar, solo repetir que el abuso sexual en menores de edad es una experiencia traumática
que deja secuelas imborrables que repercuten para toda la vida de esa persona. Y que la infancia de
estas personas, esconde mucho dolor, abandono, descuido, negligencia. Solo queda ofrecerles la
mayor cantidad de ayuda posible, en terapia psicológica y contención. Para reencontrarse con ese
niño lastimado y sanarlo.

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BIBLIOGRAFIA

leychile.cl, Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Ley núm. 21.160 declara imprescriptibles
los delitos sexuales cometidos contra menores de edad,
https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1134001
bcn.cl, Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Guía legal sobre: Imprescriptibilidad de los
delitos sexuales contra menores de 18 años
https://www.bcn.cl/leyfacil/recurso/imprescriptibilidad-de-los-delitos-sexuales-contra-
menores-de-18-anos
mileschile.cl, Corporación Miles, Violencia Sexual, http://mileschile.cl/cms/wp-
content/uploads/2019/01/capi%E2%95%A0%C3%BCtulo-violencia-sexual.pdf
t13.cl, Tele 13, Las denuncias por delitos sexuales observaron un aumento de casi un 25% en
2018, https://www.t13.cl/noticia/nacional/delitos-sexuales-aumentaron-25-2018
Acuña, M. A. (2014, marzo) Abuso sexual en menores de edad: generalidades, consecuencias y
prevención, Med. leg. Costa Rica vol.31
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152014000100006

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