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¡Bogotá, bienvenidos al siglo XXI!

Discurso de Posesión de Claudia Nayibe López Hernández

Alcaldesa Mayor de Bogotá 2020 - 2023

Bogotá, 1 de enero de 2020

Parque Metropolitano Simón Bolívar.

Gracias a todos por madrugar hoy para acompañarme en este momento tan especial de la vida al

posesionarme como la primera mujer, mujer diversa, electa como Alcaldesa Mayor en la historia de

Bogotá. Gracias infinitas a mi ciudad y a sus maravillosos ciudadanos y ciudadanas por haberme

confiado esta oportunidad única y maravillosa, que voy a honrar, con todo nuestro equipo de

gobierno, cada día en los próximos 4 años.

El pasado 27 de octubre Bogotá eligió el cambio, no sólo el cambio de gobierno, de prioridades, de

estilo, de liderazgo, sino el cambio de historia. A sus 481 años de fundación, en 2019, Bogotá eligió a

la hija de una maestra, a la mayor de 6 hermanos, a la niña que pudo salir adelante con el amor

infinito de sus padres y su familia ampliada, a la adolescente que con disciplina y un crédito del Icetex

pudo educarse, a la profesional que a punta de merito, tenacidad y acción colectiva logró abrirse paso

en la academia y el servicio público. A la primera mujer, mujer diversa, en ser electa al segundo cargo

de elección popular más importante del país.


Excepto por la última frase, ese breve resumen de mi vida es el mismo que pueden contar millones de

mujeres, jóvenes y familias de nuestro país, que siempre hemos sido mayoría en la vida y en la

ciudadanía, pero habíamos sido minoría en el poder público y la representación política. Ese es el

cambio de historia que marcó y eligió Bogotá. Es ese cambio de rumbo y protagonistas no sólo en

Bogotá sino en muchas otras capitales y municipios del país lo que nos inspira la enorme ilusión y

esperanza que sentimos hoy de que al fin llegó nuestro tiempo, al fin llegó nuestra oportunidad, y

vamos a honrarla con pasión, transparencia, empatía y fuerza serena.

Tarde, pero al fin, Colombia avanza en la democratización incluyente que le ha sido tan esquiva, tan

luchada y tan costosa. Han tenido que pasar centurias para tener elecciones más o menos pacíficas,

más o menos transparentes, para que al fin converjan en coaliciones mayoritarias esas mayorías

ciudadanas de familias como las nuestras, para que al fin una mujer, una ciudadana sin cuna ni

apellidos sino con merito y hecha a pulso llegue hasta aquí. Dos décadas adentro del siglo XXI

parece que al fin estamos dejando el siglo XX.

A diferencia de la democratización de Colombia, que ha sido lenta, violenta y dolorosa, la de Bogotá

ha sido siempre vertiginosa, audaz y generosa. Todos los matices, todos los colores, todas las

posibilidades han sido bienvenidas en la democracia bogotana. Pero aún en esa Bogotá, la inclusión

y representación de los jóvenes y las mujeres nos había sido muy esquiva. Este será el primer, pero

no el único gobierno liderado por una mujer.


El gobierno que hoy empezamos es, por encima de todas las cosas, un gobierno de coalición

ciudadana. Hoy llega la ciudadanía a la Alcaldía Mayor de Bogotá. Hoy no solo hacemos eco sino que

somos parte las mayorías ciudadanas que se han tomado las calles con las demandas y

aspiraciones apenas elementales y plenamente legítimas de los jóvenes, de las mujeres, de los

movimientos cívicos, de los grupos étnicos, de quienes reivindican la diversidad sexual y la igualdad

no sólo ante la Ley sino ante la vida, de los movimientos ambientalistas y animalistas; de las cientos

de miles de personas que han salido espontáneamente a las calles a expresarse al ritmo de las

cacerolas, más allá de los partidos y caudillos políticos. Hoy llega al gobierno, esa ciudadanía.

Esta ciudad nos está hablando. Cada calle, cada plaza y cada parque habla, canta, se mueve para

demandar la ciudad y el país que sueña y se merece la ciudadanía del siglo XXI. Vamos a cuidarnos

entre todos. No vamos a permitir que nos roben la esperanza, no vamos a permitir que nos roben más

vidas de esta nueva generación que hoy sale a la calle a pedir a gritos que no los dejemos

estancados en los mismos debates y protagonistas del pasado, que les soltemos esas amarras y les

demos las oportunidades y capacidades para participar en la vida pública y política, en el desarrollo

economico y sostenible que demanda el siglo XXI.

No vamos a permitir, de ninguna manera, el abuso de poder de ninguna autoridad contra esa legítima

expresión ciudadana. Bogotá es una ciudad que acoge, cuida y potencia a todo aquel que quiera

expresarse, que quiere salir adelante. Nuestra tarea será facilitar esta expresión y la canalización de

esos sueños en realidades y oportunidades, con todas las garantías y, por supuesto, tomando atenta

nota de las demandas de cambio que nos competen como gobierno y administración de la ciudad.
Soy plenamente consciente de que ese anhelo de cambio es continuo y le pertenece a la ciudadanía,

no a los gobiernos. Soy plenamente consciente de que gané en una ciudad, y hoy, apenas unos

meses después, me posesiono en otra, y que cada día tendré el desafío de saber interpretar a mi

ciudad para gobernarla bien. Tengo también la profunda convicción de que este año en Bogotá y en

Colombia los ciudadanos no sólo votaron y se movilizaron por un cambio de gobierno sino sobre todo

por un cambio de era.

Con razón los ciudadanos le reclaman al gobierno humildad para enmendar y liderazgo para

transformar. Pero tengo la convicción de que más allá de los legítimos reclamos a los gobiernos de

turno, los jóvenes en las calles nos piden a todos, con toda razón, un cambio de era, un nuevo

contrato social intergeneracional, que sea a su vez un pacto definitivo por la igualdad, la

transparencia, el desarrollo sostenible y la reconciliación de Colombia.

Necesitamos canalizar y aprovechar, para el beneficio colectivo, toda esa fuerza arrolladora de los

jóvenes que hoy se están expresando. La vitalidad, la alegría, la creatividad, el ingenio y la

imaginación de una generación puesta al servicio de la convivencia, de la innovación, del

emprendimiento, de la cultura ciudadana, de la reconciliación y del desarrollo sostenible es lo que va

a desarrollar en todo su potencial a Bogotá y a su región. Ese es nuestro reto, impulsar en y desde

Bogotá ese nuevo contrato social e intergeneracional que reclaman nuestros jovenes y mayorías

ciudadanas. Impulsar en y desde Bogotá un gran acuerdo nacional sobre los jóvenes. Una agenda

que responda eficazmente a sus aspiraciones legítimas y apenas elementales de educación pública
de calidad, de cuidado, de medio ambiente, de cómo profundizar las libertades y los derechos para

cerrar las brechas de las desigualdades y exclusiones, y de cómo ejercer los deberes y la

responsabilidad compartida en el espacio físico y social de lo público.

Este es el momento de construir confianza, empatía y acción colectiva para hacer de Bogotá y

nuestra región un ejemplo global de reconciliación, cultura ciudadana y desarrollo humano, incluyente

y sostenible. No caemos en la vanidad de creer que ese cambio y propósito apenas está empezando

con nosotros, pero sí tenemos la certeza de que el punto de llegada debe ser el cumplimiento de la

agenda y objetivos de desarrollo sostenible que como humanidad nos trazamos cumplir en el año

2030. Tenemos estos cuatro años de gobierno y una década de contínua acción colectiva para

cumplir cinco grandes metas: la primera, vivir sin miedo; la segunda, generar oportunidades, empleo y

educación pertinente, gratuita y de calidad; la tercera, liberar más tiempo para la familia, la creatividad

y el desarrollo, no para el trancón; la cuarta, reverdecer la ciudad para respirar, movilizarnos y vivir

con calidad de vida; y la quinta, hacer de Bogotá Región el mejor hogar de los colombianos.

Tenemos todo para lograrlo. Tenemos unos nuevas generaciones más libres y exigentes, una

ciudadanía diversa y crítica, creativa y productiva, tenemos talento en todas las áreas, riqueza en

toda la naturaleza, liderazgos de hombres y mujeres extraordinarias y tenemos al fin las mayorías

para dirigir el rumbo y hacer realidad las aspiraciones que reclamamos en las calles. Esta es nuestra

oportunidad de impulsar aquí y ahora ese nuevo contrato social e intergeneracional y hacerlo realidad

en el marco de las competencias locales de una ciudad como Bogotá y de las regionales que
debemos construir en primer lugar con nuestros conciudadanos de Cundinamarca y adicionalmente

con los de Boyacá, Tolima y Meta con quienes hacemos parte de la región central de nuestro país.

En primer lugar, tenemos que ocuparnos de un desarrollo humano seguro y verdaderamente

incluyente para los desafíos del siglo XXI.

Vamos a construir una ciudad que sea segura para todos, en donde haya prevención y sanción eficaz

a las violencias basadas en género y la violencia intrafamiliar. Espacios públicos seguros y libres de

riñas, alcoholismo y drogadicción. Tenemos que trabajar mancomunadamente para bajar el robo y la

impunidad que hoy atormentan a nuestra ciudad.

Para lograr una ciudad sin miedo vamos a hacer de la Cultura Ciudadana el eje transversal de la

seguridad y la convivencia. Doscientos años de democracia nos dieron derechos y libertades

individuales que ahora tenemos que transformar en desafíos y logros colectivos, como sociedad.

Tenemos mucho por aprender de nosotros mismos, de lo que hacemos y de cómo nos comportamos,

y mucho por cambiar. Yo soy la primera persona dispuesta a aprender y a cambiar y, así, convocar a

la construcción de una visión compartida de ciudad, convivencia y cultura ciudadana con la que

desterremos de una vez y para siempre el racismo, el clasismo, el machismo y la xenofobia, a través

de una pedagogía de la igualdad; sembremos en la ciudadanía una cultura ambiental y promovamos

nuevas masculinidades que erradiquen el acoso callejero, el acoso en el sistema de transporte de la

ciudad y la violencia de género por parte de parejas. Construyamos juntos una ciudad en la que se

pueda vivir sin miedo, en paz, con justicia y seguridad; una ciudad cuidadora.
La gestión de la seguridad y convivencia basada en nuestra mutua confianza y cultura ciudadana

será mi tarea directa como primera autoridad y jefe de la policía de la ciudad. Tenemos que garantizar

que la formación, la operación y el control de la Policía se ajusten a los principios de los derechos

humanos, la cultura ciudadana y el ejercicio legítimo de la autoridad. Necesitamos urgentemente tejer

vínculos de confianza entre la ciudadanía y las autoridades; por eso vamos a trabajar de manera

coordinada con el Gobierno Nacional y con las demás instituciones de seguridad y justicia, para que

puedan cumplir mejor sus funciones, tener mayor bienestar y respaldo, pero también se ciñan al

deber de ejercer su autoridad de manera legítima y transparente, bajo los preceptos que dicta la

Constitución.

Desde hoy convoco al conjunto de jueces, fiscales, defensores y personeros para que, junto con

comisarios, inspectores y demás operadores de justicia a cargo de la alcaldía, trabajemos en equipo,

comprometidos con darle respuestas efectivas a las necesidades de justicia ciudadana.

Somos la capital de la reconciliación de Colombia, por eso trabajaremos por el fortalecimiento de una

institucionalidad que se comprometa con las víctimas del conflicto y contribuya con el proceso de

reintegración y reincorporación. Estamos comprometidos con las víctimas del conflicto por eso

apoyaremos, en articulación con el Gobierno Nacional, el proceso de estabilización socioeconómica,

a partir de la generación de ingresos y el acceso a una vivienda digna.


Para poder convivir sin miedo y reconciliados tenemos también que poder acceder a las

oportunidades y capacidades esenciales de cuidado, salud y educación que fundamentan la

verdadera inclusión en la vida. Mientras asistimos a este acto está naciendo la generación del medio

milenio. La que llega a la vida en 2020 y cumplirá 18 años en el 2038, cuando Bogotá cumpla 500

años de fundada, y llegue orgullosamente a ser una ciudad madura, de medio milenio. Nuestra mayor

responsabilidad como sociedad y como gobierno será cuidar los primeros cuatro años de vida, los

más importantes para su futuro bienestar, de las presentes y de esa nueva generación de niños y

niñas del medio milenio. Como senadora fui la orgullosa ponente de la Ley que convirtió en política de

estado garantizar a todos nuestros niños y niñas sus 8 derechos fundamentales de primera infancia.

Como alcaldesa será mi obsesión que todos nuestros en efecto reciban la ruta de atención familiar,

social e institucional que les hace realidad esos 8 derechos en sus primeros 5 años de vida. Que

tengan el amor, el cuidado, el estímulo, la salud y educación que necesitan, que les de las bases

solidas que necesitarán para desarrollar plenamente su potencial a lo largo de la vida.

Que la educación que reciban desde la primera infancia, pasando por la básica y media hasta las

diferentes formas de educación superior sean un derecho y no una lotería y que les de efectivamente

las capacidades pertinentes para la vida, la ciudadanía, la innovación y el trabajo del siglo XXI.

Para ello formularemos la Agenda Educativa 2030 y haremos la mayor inversión y apuesta social en

la historia de Bogotá que tendrá como norte el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con la

participación directa de los docentes. Promoveremos la transformación pedagógica en Bogotá con los

maestros y maestras y trabajaremos para que ellos sean los ciudadanos más respetados y admirados

de nuestra sociedad. Crearemos la Agencia de Ciencia, Innovación y Educación Superior para


garantizar más de 20.000 cupos gratuitos en programas técnicos, tecnológicos y profesionales

pertinentes para aprovechar las oportunidades de innovación y empleo de Bogotá y la región. No

queremos más jóvenes endeudados con Icetex; no queremos más jóvenes que ni estudian ni

trabajan. Vamos a garantizar educación superior gratuita con conexión a empleo. Vamos a ofrecer

reentrenamiento educativo y laboral a los mayores de 45 años para que no los rechacen en el

mercado laboral.

Queremos una adultez y vejez digna, autónoma e integrada a la sociedad. Lucharemos contra la

exclusión relacionada con la edad. En Bogotá no puede seguir siendo una tragedia ser mayor de 45

años para educarse y emplearse. Ofreceremos opciones de educación para adultos y personas

mayores para su reentrenamiento educativo y laboral. Apoyaremos los procesos de reenganche

laboral. La vejez no es sinónimo de incapacidad y por eso las personas mayores no serán dejadas a

un lado.

La política social de Bogotá estará orientada a superar la pobreza evidente y oculta, a combatir la

feminización de esa pobreza, a eliminar las barreras que limitan la autonomía y el bienestar, y a

fortalecer las capacidades que aseguren a los ciudadanos libertad individual y movilidad social.

Queremos mujeres empoderadas y autónomas. Vamos a combatir las violencias basadas en género

de forma directa, constante y articulada. Implementaremos y fortaleceremos estrategias para la

promoción del derecho a una vida libre de violencias, a través del empoderamiento y la autonomía

económica, física y emocional de las mujeres. Implementraremos por primera vez en nuestra ciudad y
en Colombia un sistema distrital de cuidado, que releve de los hombros de las mujeres la

responsabilida del cuidado de la familia, y la institucionalice y comprarta con la institucionalidad

pública y la privada.

La salud, como derecho habilitante, priorizará la prevención y la atención en el hogar. Seguiremos

mejorando los enfoques poblacionales, de género y diferenciales para que el conjunto de políticas,

servicios e inversiones sociales garanticen derechos y construyan autonomía y bienestar saludable.

Garantizar el acceso universal a la cultura, a las artes, a la recreación y al deporte será una prioridad

de nuestra administración. Allí el mundo se hace inmenso y se llena de posibilidades; allí se

fortalecen las capacidades y las competencias de pensamiento crítico, creativo, innovador,

desafiante, individual y coelctivo. Además de la red de equipamientos culturales, la comunidad será el

espacio fundamental para la vivencia artística y cultural. Seremos socios en la dignificación,

cualificación y formación de los agentes culturales y los artistas de la capital y apoyaremos con

decisión la formación de públicos.

En el año 2038, cuando Bogotá cumpla 500 años, la generación que hoy nace será una generación

de ciudadanos más libres y democráticos, más innovadores y creadores, más productivos y

empáticos, y esta será una ciudad que compita entre las mejores en cultura ciudadana, innovación y

desarrollo sostenible.
En tercer lugar tenemos que ocuparnos de nuestra casa común y un desarrollo ambientalmente

sostenible entender que somos una parte más de una vasta región que es una realidad en la

geografía, en la ecología, en la vida y en la ciudadanía, pero a la que le falta ser también una realidad

en la institucionalidad. Con humidad y generosidad debemos crear e integrarnos institucionalmente

en la región metropolitana de la Sabana de Bogotá. Para que podamos tener las herramientas de

ordenamiento ambiental, territorial, de transporte, servicios públicos y seguridad que necesitan

nuestros ciudadanos tanto en Soacha como en Bosa, en Chía como en Suba, en la Calera como en

Usaquén, para mencionar sólo algunos ejemplos.

Esta región metropolitana tiene una de las maravillas únicas de nuestro planeta: ¡el sistema de

paramos más grande del mundo! Desde Chingaza hasta Sumapaz. Gracias al cual tenemos agua que

nos cae por gravedad. Si a Bogotá le tocará bombear agua 2.600 metros hacia arriba para surtir a

casi 10 millones de personas simple y sencillamente no existiría. Preservar ese ecosistema de

páramos, único en el mundo, con toda la estructura ecológica que se deriva del mismo, con sus

cerros, sus cuencas, sus ríos, sus humedales, sus reservas es nuestra primera tarea. Y eso implica

también acordar unos criterios metropolitanos de ordenamiento territorial para evitar y corregir la

expansión desordenada, segregada e insostenible que tiene hoy la huella urbana y de movilidad de

Bogotá y la región metropolitana.

Tenemos que reverdecer a Bogotá. Reconciliarnos entre nosotros mismos, con los animales y con las

plantas, en juego está la supervivencia y la posibilidad del futuro. Hay mucho por aprender, mucho

por cambiar en nuestros hábitos de vida: la forma en que producimos y consumimos, la manera en

que usamos el agua y el aire, la forma en que manejamos los residuos y el modo en que escogemos
y usamos los combustibles. Promoveremos el reciclaje, valorización y aprovechamiento de los

residuos orgánicos e inorgánicos en todo el ciclo productivo, contribuyendo a disminuir la huella

ambiental de la aglomeración urbana y humana más grande del país.

Aprender a cuidar el medio ambiente también es aprender a cuidarnos y a ejercer la ciudadanía

ambiental. Tenemos que preservar la estructura ecológica urbana y rural de Bogotá, tenemos que

proteger la biodiversidad, pues nos necesitamos diferentes. No se trata de una opción, es una

necesidad vital. Por eso apostamos por un ordenamiento territorial incluyente y democrático que

distribuya equitativamente las cargas y beneficios para contar con espacio público y equipamiento

urbano de calidad, en una ciudad compacta y sin poner en riesgo el futuro. Por eso promovemos la

vivienda social asequible, la movilidad multimodal, regional y limpia, basada en una red de metro y

regiotrams que mejoren nuestra calidad de vida y movilidad.

Tenemos que reducir el trancón y la contaminación si queremos ser una ciudad con calidad de vida y

verdadero desarrollo sostenible. Mientras que nuestra ciudad ha crecido al 4% según el último censo,

los municipios más próximos de la región han crecido al 35%. En consecuencia, 2 millones de

colombianos entran y salen de Bogotá a diario. La pregunta es cómo logramos que entren, salgan y

circulen sin quemar gasolina y diésel que nos está matando a todos la calidad del aire, la salud, y la

paciencia en el trancón infinito en todas las entradas y salidas de la ciudad. Y la respuesta es

ampliando esas vías de acceso y usando la red férrea que es un patrimonio público abandonado en

pasto, y la única alternativa para lograr tener una red de Regiotrams por la que puedan entrar carga y

pasajeros en un modo de transporte publico, masivo, limpio y sostenible, en vez de que la única
alternativa sean individuales camiones y carros quemando combustible, contaminando y atascados

en un trancón infinito.

El Regiotram de Occidente desde Facatativá hasta el centro, que gracias al liderazgo de la

Gobernación de Cundinamarca y la cofinanciación del Gobierno Nacional ya se contrató, el del Norte

desde Zipaquirá hasta Gran Estación, y el del sur desde allí hasta Soacha, que tendremos que

estructurar y contratar serán la alternativa de transporte público, masivo, limpio, multimodal y

sostenible que necesitan Bogotá y la región metropolitana.

Esa red de Regiotrams se conectará e integrará al interior de Bogotá con la primera línea de metro

que vamos a hacer completa desde Kennedy y Bosa hasta Suba y Engativá. ¡No vamos a permitir

que Suba y Engativá queden por fuera de la primera línea de metro y sigan peor de embotelladas de

lo que están hoy por 30 años más! De esa manera lograremos, otra vez tarde pero al fin, tener una

red de metro y regiotrams que sean la base del sistema de transporte masivo en Bogotá, en vez de

que esa base sea Transmilenio. Como en cualquier otra ciudad de escala metropolitana con más de 7

millones de habitantes, los sistemas de buses como Transmilenio y SITP, que debemos mejorar para

el usuario, transitar a energías limpias y cuidar porque son un patrimonio de nuestra ciudad, deben

alimentar la red de metros pesado y ligeros, en vez de tratar de reemplazarlos como base del sistema

de transporte público. Así decidimos en democracia que fuera el pasado 27 de octubre y así lo

haremos.
Nuestra siguiente prioridad es construir el cable de San Cristóbal, desde el Portal del 20 de julio

idealmente hasta la zona de Juan Rey y La Flora entre San Cristóbal y Usme. También

estructuraremos el tercer cable en Usaquén para que los ciudaanos de la zonas altas y populares de

Usaquen se conecten al Regiotram del norte. En vez de un Transmilenio por la carrera Séptima

nuestra alternativa será hacer de la séptima un moderno corredor ecológico. Debemos ser

conscientes que en el corto plazo no tendremos metro sino más trancón por la obra de construcción

del metro y que, por lo tanto, tenemos que mejorar y dignificar el transporte en Transmilenio, el SITP,

las ciclorrutas y los medios alternativos de transporte.

La movilidad de Bogotá tiene una doble cara. Por un lado somos una de las ciudades más trancadas

y atrasadas en materia de metro, pero por otro lado somos un ejemplo global de movilidad alternativa,

peatonal y en bici. Bogotá moviliza hoy entre el 6% y el 11% de sus viajes diarios en bicicleta, y

sumados con los viajes a pie, se llega hasta cerca del 30% de viajes peatonales y en bici. Bogotá ya

es un ejemplo global de movilidad alternativa. Hace más de 20 años cuando se empezaron las

ciclorutas parecía razonable que se compartiera anden con cicloruta. El éxito en la cantidad de

usuarios y viajes en estos años hacen que esa combinación sea indeseable e insostenible. Muchos

andenes hoy son tan congestionados y riesgosos como una avenida.

Por eso tenemos que pasar a otro nivel, independizar el anden de la cicloruta y dejarlo sólo para

peatones, y el ciclocarril segregado en vía solo para bicis o patinetas. Seguir ampliando la red de

ciclorutas, interconectándola mejor, y dotándola de mejor seguridad, infraestructura y servicios a los

usuarios nos permitirá duplicar el número de viajes en bici, a la vez que mejoramos la seguridad y
calidad de transito para los peatones en los andenes. Si a eso le sumamos continuar el reemplazo de

la flota de Transmilenio y SITP y dar incentivos adecuados para que los vehículos particulares

también hagan tránsito a energías más limpias Euro VI como gas y eléctrica podemos consolidar en

una década un sistema de transporte limpio que o destruya nuestros pulmones, la calidad del aire y el

medio ambiente.

Ese conjunto de medidas logrará que Bogotá no solo cumpla los objetivos de desarrollo sostenible

relacionados con calidad de aire, medio ambiente y movilidad sostenible sino que además se

consolide como un ejemplo global de movilidad alternativa en bici.

Lograr todo esto ni es ciencia ficción ni es física nuclear, ni siquiera es un problema de plata sino

fundamentalmente un desafío de acuerdo ciudadano, que es posible si en vez de atascarnos en

peleas para parar y deshacer, nos proponemos corregir, mejorar y avanzar. Aunque este fue uno de

los temas más polarizantes en el pasado debate electoral, las mayorías ciudadanas que se

expresaron en varias candidaturas no sólo la nuestra, fueron contundentes: tenemos que avanzar en

vez de desandar, y así lo vamos a hacer.

El tiempo que le quitemos al trancón pasará a ser tiempo para al disfrute con la familia, la creatividad

y la productividad. Necesitamos promover más empresa, más formalización, más emprendimiento y

más empleo. Vamos a apostar por la doble inclusión: social y productiva. Los avances de Bogotá en

materia de desarrollo económico y social son muy positivos. Hace 20 años el 31,7% de los habitantes

de la ciudad eran pobres y el 7,1%, pobres extremos, hoy estas cifras bajaron a 12,4% y 2,5%. Para
seguir mejorando vamos a apostar por aumentar la inclusión productiva para que la gente pueda

mejorar sus ingresos con oportunidades de empleo y de emprendimiento, tener movilizdad social y

autonomía económica.

Por último, nuestra quinta gran meta, también inspirada en el camino que marcan los Objetivos de

Desarrollo Sostenible, es unirnos, aliarnos, para hacer de Bogotá y su región el mejor hogar de los

colombianos. Sin dejar a nadie atrás, construiremos este sueño conjuntamente con la ciudadanía, los

servidores públicos, las organizaciones sociales y comunitarias, los empresarios y emprendedores,

los formadores de opinión, la región, la nación y la cooperación internacional. Una alianza genuina y

democrática reconoce a los actores, ayuda a empoderar a los débiles, a controlar a los poderosos y a

encontrar el bien común con diálogo y solidaridad.

Nuestra respuesta a la política tradicional es darle voz a la ciudadanía para que vote y priorice la

inversión de sus impuestos a través de presupuestos participativos. Aplicaremos los mandatos de la

Consulta Anticorrupción que votamos casi 12 millones de colombianos. Publicaremos las

declaraciones de renta y de conflictos de intereses de todos los altos funcionarios, que serán elegidos

por meritocracia, por su capacidad de trabajo, por su hoja de vida y por su capacidad de servir y

escuchar a los ciudadanos.

Bogotá necesita un gobierno que escuche y encuentre soluciones de común acuerdo con los

ciudadanos. Llegamos a construir con nuestro vecinos y conciudadanos la Región Metropolitana de la

Sabana de Bogotá que necesitamos.


La asociatividad de Bogotá con los municipios vecinos no da más espera: la preservación del mayor

sistema de páramos del mundo, la garantía de abastecimiento de agua, la seguridad alimentaria, la

eficiencia del sistema de movilidad y la seguridad del territorio, son prioritarios para el bienestar de los

más de 9 millones de habitantes en la región metropolitana y casi 11 en la región central. Incluiremos

en los modelos de compras institucionales de la alcaldía a la agricultura campesina, familiar y la

pequeña producción rural como un medio para mejorar las capacidades productivas y de generación

de ingresos con nuestra región metropolitana y central.

Además de un gobierno dialogante y transparente los ciudadanos necesitan un gobierno inteligente,

que evalúe el impacto económico y social de los grandes proyectos de ciudad para priorizar

intervenciones y desarrollar mejores políticas públicas basadas en evidencia. La buena gerencia, el

manejo transparente del presupuesto así como el fortalecimiento fiscal y equitativo de la ciudad hacen

parte de nuestro ADN.

Permitanme terminar con una reflexión personal y un aprendizaje de toda nuestra coalición en la

campaña que nos trajo hasta aquí. Durante los últimos meses aprendimos muchas cosas, pero sobre

todo yo aprendí una lección crucial para el resto de mi vida. En el momento más difícil de la campaña

aprendí a parar, a escuchar, a aceptar con humildad mis equivocaciones, y a corregir el rumbo

cuando se hizo necesario. Aprendí a enfocar mi fuerza de manera firme pero serena, y mi trabajo

colectivo de una manera mucho mas empática. Prometo mantener ese rumbo, y escuchar,

detenerme y corregir el rumbo las veces que sea necesario para que este camino que hoy
emprendemos lo recorramos juntos, aunque en muchas cosas pensemos diferente. Tenemos que

aprender a sentir empatía y construir confianza. Confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad

de cambiar bara bien propio y colectivo. Confianza en que a los otros, a pesar de las diferencias, los

anima la misma buena fe y constructivos propósitos.

Como la única manera de líderar en la vida es liderar con el ejemplo, he cambiado en lo personal, y

hemos cambiado y mejorado en lo colectivo dentro de nuestra coalición. Y para empezar hoy con una

muestra más de que este cambio no es casuistico sino un propósito de vida y acción colectiva, por

iniciativa de nuestra maravillosa bancada Verde, esta tarde le propondremos con todo respeto pero

con mucha convicción a todos los concejales de nuestra ciudad que escojan a Carlos Fernando

Galán como el Presidente de esa corporación en este primer año, cediendo esa dignidad que por su

votación y mayorías le correspondería a la bancada Verde.

¿Competimos con Carlos Fernando y Bogotá para la Gente? Si, tenemos diferencias? Si. ¿Pero es

mucho más lo que nos une, que lo que nos separa, en los principios y en los propósitos? Sin duda.

¿Podemos entonces en medio de las diferencias confiar el uno en el otro? Por supuesto! De eso se

trata construir empatia y confianza, así se hace, así se ejerce la cultura ciudadana con la que

queremos inspirar a millones más de nuestros ciudadanos. Aprendamos a reconocer lo mucho que

nos une, aprendamos a valorar y respetarnos en la diferencia, a construir empatía y confianza en vez

de pugnacidad y desconfianza constante.


Donde quiera que esté espero que este gesto mutuo entre el Verde y Bogotá para la Gente honre la

memoria de Guillermo Perry, que sé que nos propuso y conversó varias veces, tanto a Carlos

Fernando como a mi, que más allá de la legítima competencia reconocieramos que somos parte de

una misma generación, que nos animan sueños comúnes y que nosotros mismos y nuestra sociedad

entera se beneficiaría mucho más de nuestra empatica acción colectiva, que de nuestra legítima

competencia pasajera.

Solo con empatía y confianza es posible la enorme acción colectiva que requiere lograr la

reconcilaición, inclusión, y desarrollo sostenible que nos hemos propuesto sembrar en nuestra alma, y

en el de nuestra ciudad y nuestro país, de una vez por todas y para siempre.

¡Así ganamos, y así empezamos, liderando con el ejemplo!

Bogotá, muchas gracias por confiarme su presente y su futuro. Prometo honrar esa confianza y dar

todo de mi para que nuestra Bogotá sea en los próximos 4 años una ciudad y región más cuidadora,

incluyente y sostenible. Para que juntos celebremos en el año 2030 logramos ser la generación que

recibe la admiración local y global por haber sellado en el transcurso de una década nuestro nuevo

contrato social intergeneracional por la reconciliación y que logramos cumplir los objetivos de

desarrollo sostenible. Y para que desde hoy sepamos y construyamos este nuevo relato de Nación,

de que gracias a esa tenacidad, acción colectiva, confianza y empatía, las actuales generaciones,

vimos nacer, crecer y empoderarse a la generación del medio milenio, que en el 2038 estuvo al fin

desprendida de las tragedias y viejos debates del pasado del siglo XX y estuvo en cambio llena de
vida, capacidaddes y oportunidades para poner a toda Colombia como referente global en el siglo

XXI. ¡De esa magnitud es lo que juntos vamos a construir! Nos demoramos un poco, pero al fin

llegamos. ¡Bienvenidos al siglo XXI!

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