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Expte.

: 1370/19 caratulado: "Marín FRANCISCO JAVIER - HOMICIDIO


CULPOSO y su acumulada MARIN, FRANCISCO JAVIER S-EJERCICIO
ILEGAL DE ACTOS DE UNA PROFESION S/ RECURSO DE
CASACION"

________________________________________________________

SENTENCIA N° 324

En la ciudad de Concordia, Provincia de Entre Ríos, a los veintiseis días del


mes de noviembre del año dos mil diecinueve, se reúne los Sres. Vocales
Subrogantes de la Sala I de la Cámara de Casación de la Provincia, Dres.
Dario Perroud, Anibal Lafourcade y Silvina Gallo, a los fines de iniciar la
deliberación y dictar sentencia en los autos: "MarínFRANCISCO JAVIER -
HOMICIDIO CULPOSO y su acumulada MARIN, FRANCISCO JAVIER S-
EJERCICIO ILEGAL DE ACTOS DE UNA PROFESION S/ RECURSO DE
CASACION".

Habiendo sido oportunamente realizado el sorteo de ley, el orden de votación


resultó el siguiente: Silvina Gallo, Dario G. Perroud y Anibal Lafourcade.

De las constancias resulta que;

I- Mediante Sentencia dictada por el Tribunal de Juicio y Apelaciones de la


Ciudad de Paraná -en su integrción unipersonal- a cargo del Dr. Alejandro J.
Canepa, en fecha 1 de febrero del 2019, se resolvió: "I.- NO HACER LUGAR
al pedido de Suspensión del Juicio a Prueba efectuado por la Defensa Técnica
del procesado, por las razones expuestas en los considerandos que anteceden.-
II.- DECLARAR que FRANCISCO JAVIER MARIN, ya filiado, es autor
material y responsable del delito de EJERCICIO ILEGAL DE ACTOS DE
UNA PROFESIÓN y DE HOMICIDIO CULPOSO, EN CONCURSO REAL
y, en consecuencia, CONDENARLO a la pena de TRES (3) AÑOS DE
PRISIÓN DE CUMPLIMIENTO CONDICIONAL, CON MAS LA
INHABILITACION ESPECIAL POR EL PLAZO DE CINCO (5) AÑOS
PARA EL EJERCICIO DE LA MEDICINA Y DE LA PSICOLOGÍA -arts.
247, 84 y 55 del Código Penal-.-...-"

II- a) Recurrieron en Casación, en fecha 7 de febrero de 2019, -cfr. fs. 853/861


vta.- los Dres. Leopoldo L. F. Lambruschini y Julio Federik, defensores del
encausado Francisco Marín.

Comienzan su expresión, refiriéndose a la procedencia formal del recurso y


señalan tres motivos de agravio.

En primer lugar, sostienen que la condena resulta de una valoración arbitraria


de la prueba que se aparta de la sana crítica racional en su apreciación, lo que
conduce al tribunal a formular erróneas apreciaciones jurídicas.

Consideran que la sentencia se sustenta en una construcción argumental


parcial e incompleta, por cuanto no puede explicar racionalmente desde el
punto de vista médico cómo es posible que la lesión hepática y los problemas
sanguíneos que sostiene, tuvo el paciente, habría causado las convulsiones y
posterior muerte.

Manifiestan que es equivocada la inferencia de que las lesiones en el hígado y


los problemas sanguíneos sean anteriores a la muerte del paciente, basándose
para ello, únicamente en el resultado del informe autópsico y anatomía
patológica.

Resaltan que se descartan, sin valorar, otras pruebas, particularmente la de los


médicos y peritos que declararon -Aguirre, Brunner y Guzman- que son
contestes en señalar que en vida, el Sr. Eyssartier no tuvo ninguna lesión o
problema hepático. Que ello, además fue reafirmado por el informe del
Cuerpo Médico Forense de la CSJN (cfr. informe fs. 443 puntos 6 y 7).

Explican, que el informe autópsico se realiza sobre un cadáver y que por lo


tanto sus órganos y funciones han sido alterados por el propio hecho de la
muerte y que es propiamente este hecho el que explica la congestión del
hígado, los trombos en la sangre, congestión de los pulmones, concluyendo
que dichas enfermedades son sobrevinientes a la muerte y no preexistentes.

Por otra parte, desde el punto de vista jurídico, afirman que la conducta
omitida por Marín -falta de controles de sangre, falta de historia clínica-
aparece como conducta inidónea a los fines de evitar el resultado lesivo.

Como segundo motivo de agravio indican, que la sentencia se extralimita al


aplicar una pena de inhabilitación para el ejercicio de la psicología, por cuanto
los hechos que fundamentan la sentencia son exclusivos de la actividad
médica y ninguna relación guardan con el ejercicio de la psicología; aclaran
también, que el ejercicio ilegal de una profesión no prevé penas de
inhabilitación.

Agregan como último agravio, la negativa a conceder la suspensión del juicio


a prueba solicitada, respecto del hecho subsumido en el tipo penal de ejercicio
ilegal de una profesión. Explican, que el pedido de suspensión del juicio a
prueba fue realizado cuando las causas estaban separadas previo a la
acumulación dispuesta y que se tratan de dos hechos jurídicamente
independientes.

Hacen formal reserva del caso federal y en relación al primer motivo de


agravio, solicitan se dicte la absolución del Sr. Marínpor el delito de
homicidio imprudente por el cual fuera condenado. Respecto al segundo
motivo de agravio, peticionan se deje sin efecto la pena de inhabilitación
impuesta para el ejercicio de la profesión de psicólogo, y finalmente, por el
tercer motivo de agravio, requieren se deje sin efecto la pena impuesta por el
delito de ejercicio ilegal de una profesión y se otorgue la suspensión del juicio
a prueba conforme fuera oportunamente solicitado.

II- b) Asimismo recurrió por igual vía el Dr. Marcos Rodriguez Allende,
abogado apoderado de la parte querellante, cfr.fs. 862/872.

Interpone el planteo impugnativo contra el punto IIº de la sentencia,


acreditando los requisitos para su admisibilidad formal y procedencia
sustancial.

Hace una transcripción de la sentencia respecto de los motivos con los que se
construyó la decisión que ataca, pautas mensuradoras de los arts. 40 y 41 del
C.P..

Invoca una incorrecta aplicación de la norma de fondo al valorar, los


agravantes que existen en la persona de Maríndesde un punto de vista
estrictamente dinámico y no estático, lo que tuviera repercusión directa en el
quantum de la pena y que concluyera en la arbitraria e ilógica decisión
jurisdiccional.

Individualiza las agravantes que fueran valoradas al efectuar las conclusiones


finales en el debate y sostiene que la pena a aplicar, resulta de cuatro (4) años
y seis (6) meses de prisión más las accesorias legales.

Hace expresa reserva del recurso extraordinario previsto en la Ley 48 y


asimismo, deja planteada la reserva de acudir ante la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, prevista en el art. 52, sig. y cc. de la CADH.
Por todo ello, solicita el dictado de un fallo modificando el quantum de la
pena aplicada por el sentenciante.

III- En la audiencia intervino por la Defensa Técnica, el Dr. Leopoldo L. F.


Lambruschini, en representación del Ministerio Público Fiscal la Sra. Fiscal
Laura Cattáneo y por el Querellante Particular el Dr. Marcos Rodriguez
Allende.

En uso de la palabra, el Sr. Defensor técnico, ratifica el escrito oportunamente


presentado. Luego, procede a desarrollar el motivo de agravio relacionado con
la arbitraria imputación de la conducta y del resultado. En ese aspecto, refiere
que la sentencia condenatoria construye su argumentación con una
interpretación errónea de una prueba única, lo cual es descartado por el resto
de la prueba producida en el debate. Señala que la hipótesis sostenida en la
sentencia es que dentro del tratamiento dispensado por Marína Eyssartier, se le
suministró al paciente dos drogas, las que requería de controles periódicos de
sangre para conjurar los peligros derivados de los efectos adversos de las
mismas –problemas hepáticos y sanguíneos-; que la sentencia sostiene que
esos controles no fueron realizados durante el tratamiento y conforme los
informes autópsicos y de anatomía patológica, se encontraría probado que el
paciente habría sufrido esos efectos adversos y que esto produjo su muerte.

Continuando con su análisis, el Dr. Lambruschini, indica que la hipótesis


adolece de errores. Así, observa que si bien no se encuentra controvertida la
causa de muerte, cabe preguntarse qué produjo el estado convulsivo
prolongado respectivo, y destaca que todos los peritos intervinientes
coincidieron que nunca Eyssartier tuvo encefalopatía. Destaca que la sentencia
en orden a la producción del resultado es parcial e incompleta porque no
puede explicar cómo es posible que la lesión hepática y los problemas
sanguíneos -que sostiene tuvo el paciente- haya producido las convulsiones y
luego su muerte, si nunca desarrolló una encefalopatía.
Entiende que la sentencia también introduce nuevas hipótesis sobre otra serie
de patologías que podrían haber causado las convulsiones, pero no existe
ninguna prueba de que el paciente haya padecido estas patologías.

Refiere que la sentencia introduce estas patologías desconociendo de qué se


tratan y algunas de ellas son abiertamente contradictorias con la conclusión a
la que arriba la sentencia; es decir que la sentencia incorpora hipótesis al azar,
sin pruebas de que el paciente haya padecido las patologías, sin saber de qué
se trata estas patologías, las cuales son contradictorias con lo que la sentencia
concluye.

Luego de una disgresión jurídica referente al sistema de imputación objetiva,


indica que el juicio de probabilidad no puede extenderse a si una persona
padeció o no una enfermedad, esto no es un jurídico hipotético, sino un hecho
que debe ser acreditado con grado de certeza, cosa que no sucede en este caso,
en relación a las patologías que introduce la sentencia de condena.

Entiende que es falso que el paciente haya padecido una lesión hepática o
problemas sanguíneos que haya dado lugar a un cuadro convulsivo.

Refiere que la sentencia extrae del informe autópsico y de anatomía patológica


la existencia de lesiones en el hígado y de problemas sanguíneos –trombos- y
que a partir de ello colige que estos problemas eran anteriores a la muerte del
paciente, o sea preexistentes a ella, problemas que la víctima habría tenido en
vida. Indica que tal inferencia es equivocada, pues soslaya el extremo de que
el informe autópsico es hecho sobre un cadáver y sus órganos y funciones han
sido alterados por el propio hecho de muerte. Que el hecho de muerte es el que
explica la congestión del hígado, los trombos en la sangre, la congestión en los
pulmones.

Destaca que esto fue expresado por los peritos, a los cuales la sentencia hace
referencia. Cita al respecto los dichos de Aguirre y Brunner.
Sostiene que los peritos que depusieron en el debate señalaron con claridad
que el Sr. Eyssartier en vida no tuvo ninguna lesión o problema hepático y
remarca al respecto que Brunner fue contundente al referir que las lesiones
hepáticas se producen tras muchísimo tiempo, por ingerir muchos
medicamentos, lo cual no es el caso de un hombre joven, señalando además
que la hepatoxicidad no produce convulsiones.

Destaca que esto es reafirmado por el informe del Cuerpo Médico Forense de
la CSJN, completamente soslayado en la sentencia, del que surge que la
medicación indicada por el encartado no causó la muerte a la víctima; y que
Brunner señaló que en la anatomía patológica no figuraba ninguna
hepatoxicidad.

Concluye que la conducta omitida por Marín –por falta de controles de sangre
y falta de historia clínica- aparecen como inidóneas a los fines de evitar el
resultado lesivo; la realización de la conducta debida no hubiese descubierto
ningún problema hepático o sanguíneo, porque nunca existieron. Entiende que
no existe el nexo de evitación, por lo que no puede afirmarse que exista
creación de un riesgo desaprobado; que la imputación objetiva del resultado –
lógicamente-, la conducta omitida por Marín- no puede explicar
normativamente la producción del resultado.

En relación al segundo agravio referente a la imposición de la pena de


inhabilitación, entiende que esta se ha extendido indebidamente al ejercicio de
la psicología. Recuerda que el ejercicio ilegal solo contempla penas privativas
de libertad, y que la pena de inhabilitación solo se corresponde con el delito de
homicidio imprudente, producido a raíz de la actividad médica desarrollada
por Marínal haber prescripto drogas y no realizar controles de sangre para
conjurar los efectos de esta droga; que ello ninguna relación guarda con el
ejercicio de la psicología; que por ello, la sentencia se extralimita aplicando
una pena de inhabilitación para el ejercicio de esta profesión.
Finaliza su informe manteniendo la reserva del Caso Federal.

A su turno, el representante del querellante particular Dr. Rodriguez Allende,


ratifica en un todo el recurso presentado, y remarca que el único punto que
pone en agravio es en referencia a la cuantía de pena aplicada al condenado.

Afirma que del análisis de la determinación judicial de la pena a partir de los


arts. 40 y 41 del CP, el Juez para llegar a la condena impuesta a Marínrealiza -
en cuanto a los agravantes y atenuantes-; efectúa una errónea ponderación en
relación a los agravantes, ya que el grado de culpabilidad y la gravedad del
hecho es de tal magnitud que supera el monto de tres años que permite la
modalidad condicional.

Entiende que de las agravantes se puede analizar que la víctima era una
persona joven, definido por el imputado como una excelente persona, capaz,
trabajadora; que había iniciado recientemente una relación sentimental; con un
altísimo grado de confianza en su psicólogo y psiquiatra –lo cual se evidencia
con la duración del tratamiento: 6 años-.

Indica que otro elemento que considera como agravante es el padecimiento


prolongado, con fuertes y prolongadas convulsiones sin que se hayan
realizado los estudios clínicos y dosajes específicos, para saber cuál era la
causa de esos padecimientos prolongados y convulsiones adosadas con
enormes e importantes pérdidas de conocimiento durante mucho tiempo.
También destaca que el sentenciante refirió al sufrimiento inusual de
Eyssartier, lo cual era inexplicable.

Además, entiende que deben considerarse agravantes -desde la óptica del


imputado-, y en este sentido, se observa la clara inobservancia de las normas
de las buenas prácticas médicas, ya que de la prueba surge que las
convulsiones y pérdidas de memoria eran a raíz de su inobservancia. Destaca
que faltó una historia clínica, la cual jamás fue llevada.
Indica que otro de los agravantes a considerar es la falta de respuesta o el caso
omiso que hizo el imputado a los familiares de Horacio, quienes comunicaban
-a quien habían depositado la confianza-, respecto al desmejoramiento de la
víctima.

Entiende que otra de las agravantes es que ejerció clandestinamente -sin tener
las autorizaciones administrativas vigentes- la psiquiatría y la psicología, en
una suerte de consultorio. Destaca que atendió no solo a Eyssartier, sino a
muchas personas que concurrían por problemas de salud mental, quienes
creían que estaban ante un psicólogo o psiquiatra.

Afirma que la condena fue autosuficiente al demostrar que se estaba ante un


ejercicio ilegal de la profesión, que esto no constituye una doble valoración,
sino una agravante concreta y puntual.

Por ello, entiende que en lo que hace al quantum de la pena, debe ser revisado.
Señala que los agravantes son de tal peso y seriedad que perforan
holgadamente la pena. Solicita se anule la pena determinada y se condene al
encartado a la pena de 4 años y 6 de prisión más el doble de inhabilitación.

Por su parte, la representante del Ministerio Fiscal, peticiona le rechazo de


ambos recursos, en el entendimiento que la sentencia ha arribado a la
conclusión condenatoria con argumentos certeros sin apartarse de las reglas de
la sana crítica racional.

Destaca que cuando se medica a una persona con psicotrópicos se requiere de


seguimientos que exigen los prospectos y además, así lo han ratificado los
peritos intervinientes en la causa. Todos coinciden que por la alta toxicidad de
los medicamentos se requiere de controles previos y posteriores para verificar
el impacto sobre el organismo.
Señala el Juez que pese a tales recomendaciones, Marín no hizo seguimiento
con análisis de laboratorio o seguimiento clínico, y no escuchó las
advertencias de los familiares; hizo caso omiso a las señales del
desmejoramiento y padecimientos que indicaban que el paciente iba en
absoluta desmejoría, y que tampoco hizo un seguimiento histórico mediante
historia clínica.

Destaca que el Juez analizó lo que no hizo Marin, es decir el seguimiento que
requiere el suministrar psicotrópicos. El magistrado determinó que el nudo
gordiano que debía dilucidar era si esa administración de psicotrópicos, sin
seguimiento ni control, podía o no provocar, por distintas causas, convulsiones
al paciente que pudiera llevarlo a la muerte.

Indica que para responder a ello, el Juez consideró, en primer lugar lo


manifestado por los peritos, tal como lo manifestado por la Dra. Portnoy ( a fs.
75), o la Dra. Guzmán -perito de la CSJN-. Además tuvo en cuenta el
magistrado un artículo científico. También consideró el Juez el resultado de
los estudios anátomo-patológicos sobre las muestras de la autopsia, de los que
surgen problemas hepáticos y renales -a los cuales la defensa no hace
mención-.

Señala que los peritos no descartan la encefalopatía hiperamonemica, sino que


no la constatan porque no se hizo el dosaje de amonio en el cadáver, no se
sabe si lo tenía o no.

Tuvo en cuanta además el magistrado la testimonial del Dr. Aguirre en el


debate, cuando explica su sospecha de que el paciente tenía problemas
hepáticos.
Además destaca que Brunner indicó que la hepatotoxicidad se controla en las
personas vivas, por ello no pudo constatar en el cadáver esta patología, él dice
que de una autopsia no surge ese dato.

Señala que de las testimoniales, el Juez se pudo ilustrar respecto al


desmejoramiento del paciente, y a raíz del aporte dado por los peritos, no pudo
descartar que las crisis que haya tenido Eyssartier hayan sido convulsiones, las
cuales no fueron tenidas en cuenta por Marín.

Observa que el Juez a la encefalopatía hipermonemica la menciona como una


causa más -no como la única causa-. El juez deja en claro que los testigos la
han descartado pero ello por cuanto no tuvieron constancia, pero que según
doctrina médica científica que tiene en cuenta, no descarta que también podría
haber sido la causa de la muerte.

Indica que el magistrado concluyó que los psicofármacos necesitan que


durante su prescripción se someta a estudios de laboratorio por su alta
toxicidad, mencionando los cuadros que puede provocar y que en
consecuencia de esos efectos pueden producirse convulsiones. Destacó que en
la autopsia se advierten trombos y necrosis, la primera debido a la presencia
prolongada de psicotrópicos; y que ello era fácilmente advertible con la
realización de análisis que le imponen la lex artis; por lo que Marín no se hizo
cargo de los riesgos que esos medicamentos introdujeron en el organismo de
Eyssartier. Remarcó que para hacer frente a esos peligros de toxicidad la lex
artis fija pautas de comportamientos que no fueron cumplidas; Maríncreó un
peligro jurídicamente desaprobado sin neutralizar los problemas que generaría
suministrar la medicación.

Señala que la sentencia al analizar la imputación del resultado concluye que


todos esos peligros se reprodujeron en el cuerpo y organismo de Horacio,
concluyendo que todas la causas de una posible convulsión se relacionan con
el consumo de psicofármacos, y a eso lo extrae de los testimonios de peritos y
del análisis de la bibliografía médica y prospectos. Destaca que cualquiera de
los efectos - y no uno específico- adversos de las drogas, hubiese causado una
convulsión. Marin, en su posición de garante, y con una actuación diligente,
los hubiera detectado a tiempo.

Indica que cuando analiza el juez la imputación objetiva del resultado, ingresa
en la fase de la causalidad y estando ante un supuesto de comisión por
omisión, deben analizarse cursos causales hipotéticos, y para esa casual
hipotética, opta por la teoría de la evitabilidad y en función de ella, advierte
que hay distintas posturas y no todas exigen una posibilidad rayana a la
certeza, sino que hay otro sector doctrinario dentro de la teoría que se
conforma con una elevada probabilidad de que la acción omitida haya evitado
el resultado; y el juez opta por esta vía y para ello menciona y transcribe fallos
que comparten tal posición. Entiende que esto no es arbitrario, es una vertiente
doctrinaria aceptable, que fue citada por el Juez. Cita la casa "NEMEC" de la
Cámara de Casación Penal Sala I. No obstante ello, también el juez deja en
claro que cualquiera sea la teoría dogmática utilizada, en todos los casos la
imputación del resultado debe caer en el ámbito de protección de la norma.

Refiere que no encontró el magistrado la posibilidad que otro riesgo haya


producido el resultado fatal, desplazando aquel creado por el propio imputado.

Entiende que el juez ha valorado correcta y fundadamente el material


probatorio y por ello debe descartarse la arbitrariedad.

Respondiendo el segundo agravio referente a la inhabilitación para el ejercicio


de la profesión de médico y de psicólogo, entiende que debe atenerse a la
vinculación del hecho con la inhabilitación que el juez dispone; que existe
vinculación entre el hecho imputado y la inhabilitación dado que se le imputa
una conducta indebida de psicoterapia, dado que lo que fue a buscar la víctima
en Marínfue un psicólogo y eso quedó demostrado.
Destaca que el encartado comenzó a atenderlo como psicólogo y se atribuyó
una especialidad propia, y en el marco de la psicoterapia lo empezó a medicar;
que la profesión de psicólogo fue lo que hizo que Eyssartier concurriera al
consultorio de Marin.

Concluye que por eso es coherente la sentencia, porque Marín delinquió


haciendo uso de ambas profesiones.

Respecto al tercer motivo de agravio relacionado con la denegación de la


probation, entiende que el juez lo contesta correctamente con el precedente
"GIMENEZ NESTOR, VILCHES OMAR" del año 2009. Especificó que en el
mencionado, el Procurador entendió que no podía separarse en caso de
concurso de delitos y conceder la probation por uno de ellos, condenándose
por el otro.

Señala que el juez consideró acertadamente que el caso se enmarcaba en el


párrafo cuarto del art. 76 bis del CP, y que en consecuencia requiere anuencia
fiscal, lo que en el presente supuesto no existió.

Luego, ingreso a responder el agravio de la parte querellante, la que sólo


disiente con la determinación de la pena a la que arribara el magistrado. Así
dice, que el juez valoró correctamente los parámetros y adecuó la pena en el
marco de las disposiciones que rigen al respecto, ponderando la gravedad del
injusto y la medida de la culpabilidad.

Señala que el juez analiza las distintas teorías, e ingresa a la escala penal por
el mínimo -para respetar las garantías del imputado- y teniendo en cuanta
todas las agravantes del caso y las atenuantes que hace valer, fija el baremo en
la mitad, dando claros y sobrados fundamentos de las operaciones que realiza
para determinarla.
Solicita en consecuencia la confirmación de la sentencia en todos sus
términos y se carguen las costas a los impugnantes.

Por último, al cierre de la audiencia se le concedió la palabra al Sr. Eyssartier,


quien en síntesis señaló razones por las que consideraba necesaria la revisión
del cuantum de la pena fijada.

IV- Estudiados los autos, se plantearon las siguientes cuestiones:

PRIMERO: ¿Qué corresponde resolver respecto del recurso de casación


interpuesto por los Defensores del acusado contra la sentencia dictada por el
Tribunal de Juicio -en su integración unipersonal- de la ciudad de Paraná?.
Subsidiariamente, y en el caso que no prospere el primero ¿Qué corresponde
resolver respecto del recurso de casación interpuesto por el representante de la
parte Querellante, especificamente en cuanto a la medida de pena impuesta?

SEGUNDO: ¿Cómo deben imponerse las costas? ¿Deben regularse los


honorarios profesionales?.

A LA PRIMERA CUESTIÓN PROPUESTA, LA VOCAL GALLO, DIJO:

Reseñados los agravios en los que se apoya las impugnaciones casatorias,


habiéndose analizado la pieza sentencial cuestionada, así como la totalidad de
la causa venida al contralor de este Tribunal "ad quem" en virtud de la
amplitud revisora impresa a partir de los Fallos "Albizzatti" "Casal", he de
adentrarme al estudio de las cuestiones centrales que conforman la crítica de
los casantes.

En concreto, las planteadas por la Defensa recurrente son: A) arbitrariedad en


el análisis y valoración de la prueba respecto a la figura de Homicidio
Culposo, lo que conduce a apreciaciones jurídicas erróneas desde el sistema de
imputación. B) improcedencia de la inhabilitación impuesta en referencia al
ejercicio de la profesión de psicólogo. C) denegación de la peticionada
suspención de juicio a prueba respecto al hecho tipificado bajo la conducta
descripta por el tipo penal del art.247 C.P.

La formulada por la parte Querellante es: A) el agravio por la medida de pena


impuesta, considerándola desproporcionada en relación al hecho y
culpabilidad del autor, indicando como justa una respuesta punitiva mayor, la
que determina en 4 años y 6 meses.

Así las cosa, comenzaré por fijar la plataforma fáctica que nos ocupa
conforme a los recursos planteados:

PRIMER HECHO: "Sin poder precisar fechas exactas, pero aproximadamente


desde el año 2006 a diciembre del 2012, en el consultorio del encartado sito en
calle Echagüe Nº 1031 de esta ciudad de Paraná, atendió en consultas como
profesional de la psicología (no contando con la matrícula del Colegio de
Psicólogos de Entre Ríos que lo habilite para el ejercicio profesional) y
también como especialista de la Psiquiatría (no contando tampoco con el
reconocimiento u otorgamiento de la especialidad de psiquiatría por parte del
Ministerio de Salud de la Provincia de Entre Ríos) en las mismas consultas a
Horacio Martín Eyssartier. Que diagnosticó a Eyssartier como padeciendo
"Trastorno de la Personalidad no especificado" (301.9) conforme el Manual de
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales - Edición Cuarta (DSM
IV su sigla en inglés), habiéndolo medicado durante todo el tratamiento
brindado con Valproato de Magnesio (Logical 400 mg), en una dosis diaria de
aproximadamente 800 miligramos, no habiéndole indicado realizar los
controles de laboratorio periódicos y/o mensuales -tal lo aconsejado por una
correcta praxis médica- teniendo en cuenta el diagnóstico del paciente y la
droga utilizada. Respecto a ésta especialmente en lo atinente a los efectos que
el uso prolongado pueden provocar, pudiendo resumirse ellos en dos grandes
grupos: a) las alteraciones de ciertas funciones orgánicas como consecuencia
de su ingesta (hepáticas o sanguíneas que son las más comunmente asociadas),
y b) impredecible concentración de la droga en sangre y por ende la
imposibilidad profesional de planificar o prever cambios conductuales
incluyendo algunos potencialmente riesgosos, a lo que debe sumarse la falta
de registros en un historial clínico personalizado a los fines de poder
reconstruir en una relación ordenada y detallada, todos los datos y
conocimientos, tanto anteriores, personales y familiares, como actuales,
relativos al paciente, como también evaluar los distintos cambios evolutivos
que este vaya mostrando, apartándose irrazonablemente de esta forma de los
protocolos y criterios actuales de la ciencia médica, y cuyo actuar negligente e
imprudente contribuyera sustancialmente en el desencadenamiento de la
muerte de Eyssartier en fecha 31/12/2012, por paro cardiorrespiratorio de
origen neurológico por enclavamiento del tronco cerebral en el agujero
occipital, luego de haber presentado un estado convulsivo prolongado, según
diagnóstico de autopsia A-001-13-2 (fs. 27/31) e informe complementario del
médico forense de los Tribunales de San Salvador (fs. 473/476), todo ello
consecuencia de una práctica médica no ajustada a los principios que rigen la
praxis profesional exigible (Lex Artis)"..-

SEGUNDO HECHO: "No obstante no contar con la matrícula del Colegio de


Psicólogos de Entre Ríos que lo habilite para el ejercicio profesional de la
psicología, y no contando tampoco con el reconocimiento u otorgamiento de
la especialidad de Psiquiatría por parte del Ministerio de Salud de la Provincia
de Entre Ríos a través de la Coordinación de Registro y Fiscalización de
Profesionales de la Salud, ejerció actos propios de dichas especialidades.
Atendió en consultas como profesional de la Psicología a Horacio Martín
Eyssartier, brindándole un tratamiento donde el mismo pudiera reflexionar
sobre su vida a los fines de lograr su independencia familiar y también lo
atendió como especialista de la Psiquiatría en las mismas consultas. Que
diagnóstico a Eyssartier como padeciendo "Trastorno de la Personalidad no
especificado" 301.9 según el DSM IV de la American Psychiatric Association,
habiéndolo medicado durante todo el tratamiento brindado con Valproato de
Magnesio y Clobazam. Que dichos actos se llevaron a cabo en el consultorio
del encartado en calle Echagüe Nº 1031 de esta ciudad de Paraná durante,
aproximadamente, los años 2006 a diciembre del 2012. Asimismo, se arrogó
públicamente las calidades de Psicólogo y Psiquiatra que no posee,
estampando en las recetas que emitía con la prescripción de medicamentos a
sus 46pacientes el sello aclaratorio de su firma que decía: "Francisco Javier
Marín Lic. en Psicología Médico MP 8289 Psiquiatría"; actos que realizó, por
ejemplo, en las prescripciones médicas efectuadas a su paciente Lucas Julián
Zacarías, de fechas 06/06/2012, 08/05/2012, 15/06/2012, 12/09/2012,
02/10/2012, 05/10/2012, 01/11/2012 y 03/12/2012, todas utilizadas para
adquirir los medicamentos prescriptos en la Farmacia "Rivadavia", de esta
ciudad de Paraná".

Detallados los agravios antes referenciados y en el marco de una revisión


integral, pasaré a señalar, los hechos relevantes acreditados sin que haya
existido contradictorio alguno respecto a ellos.

a) Horacio Martín Eyssartier, fue paciente del imputado Francisco Javier


Marín, desde mediados del año 2006 hasta su deceso en diciembre de 2012,
con diagnóstico y tratamiento por salud mental. Fue medicado desde 2009 con
Valproato de Magnesio (Logical 400mg) para la deshabituación a la
benzodiacepina y excepcionalmente clobazam (Karidium). El diagnóstico fue
"Trastorno de la personalidad no especificado" [301.9] según el DSM IV de la
American Osychiatric Association (confrontar declaración del imputado
fs.95/97 y vta.). No hubo práctica de dosajes sanguíneos ni historia clínica
(confrontar ampliación de declaración de imputado 495/496vta), ratificadas en
el plenario donde hizo alusión a fichas (acta fs.660vta7664vta), la existencia
de la mismas no fue acreditada por elemento alguno (allanamiento ni
presentación del imputado). Marín en su descargo -fs.496- hizo referencia a
esa relación profesional y dijo: "...conocimiento de años de este paciente y en
la confianza que mutuamente existe en la relación médico paciente".

b) Causa del deceso, autopsia -fs.27/31-, estudios anatomopatológicos -


fs.46/47-, informe químicos -fs.48/49-. En síntesis la muerte se desencadena
por paro cardiorespiratorio de origen neurológico por enclavamiento del
tronco cerebral en el agujero occipital sin evidencias cadavéricas de
participación de terceros. Habiéndose producido el deceso por un estado
convulsivo generalizado que duró lo suficiente como para originar la anoxia
orgánica (falta de respiración celular), la alteración de los mecanismos
regulatorios de la coagulación sanguínea (trombo mixto encontrado) y
finalmente un enclavamiento del tronco cerebral, significando que el
contenido cerebral se introduce a través del agujero occipital quedando
comprimidas estructuras vitales alojadas en esa porción del sistema nervioso
central.

c) Secuestro en el escenario del suceso (31/12/12), de "...dos tabletas de


pastillas marca Logical 400 con dos pastillas cada una." (fs.49), medicación
prescripta por el encartado conforme sus propias declaraciones y prueba
(recetas).

d) Marín, cuenta con título de médico y matrícula habilitante para su ejercicio;


no reviste la especialidad en psiquiatría y si bien cuenta con título de
psicólogo no cumple con la obligación de matriculación -Leyes Provinciales
Nº3818 y modifs. y 5336-.

Continuando, abordaré el primer agravio -A) arbitrariedad en el análisis y


valoración de la prueba respecto a la figura de Homicidio Culposo, lo que
conduce a apreciaciones jurídicas erróneas desde el sistema de imputación-.

Así, cabe señalar que los peritos actuantes -Guzman, Aguirre, Brunner,
Modad, Portnoy- han coincidido en sus informes, tanto en lo referente a la
necesidad de los análisis de laboratorios para el control del efecto del
medicamento en el cuerpo del paciente (detectar toxicidad, tolerancia al
medicamento, adherencia a la medicación, etc.) así como la clínica (síntomas
expresados por el paciente o familiares -testigos-; y signos que percibe el
médico tratante).

Así, la Dra. Guzmán (neuróloga) señala que pueden ser múltiples los factores
que desencadenen un cuadro convulsivo (ej. una lesión cerebral que puede ser
tumoral, un accidente cerebrovascular, una infección, un traumatismo, factores
tóxicos, metabólicos como pueden ser una hipoglucemia, hipocalcemia,
hiponatremia (disminución del sodio), una encefalopatía heperamonémica.
Status convulsivos son crisis convulsivas que no pueden ser controladas. Una
persona en la que se descartó epilepsia, puede luego presentarla, dio ejemplos
de ello e incluso sostuvo que puede serlo a consecuencia de un efecto adverso
de una droga, concretamente el valproato de magnesio. Las crisis convulsivas
pueden ser focales o generalizadas, focales cuando afectan un sector del
cuerpo, pueden conservar el nivel de conciencia, (ej. una persona puede referir
que se le sacude un brazo o una pierna) en esos casos se hacen estudios para
determinar si hay una descarga o una lesión que lo justifique. La
manifestaciones del paciente o familiares que pueden hacer sospechar de la
existencia de convulsiones, son: cambios de conductas, pérdidas de
conocimiento, sacudidas, se muerde la lengua al dormir, incontinencia de
esfínteres, se levanta a la noche y empieza a caminar y lo tratan de despertar le
preguntan y no responde. Señaló que el médico debe efectuar un control del
paciente, clínico y de laboratorio. Refirió a la necesidad y deber de llevar
historia clínica, definiéndola como el registro del estado del paciente y su
evaluación/evolución.

Por su parte la Dra. Portnoy (psiquiatra) sostiene que es poco frecuente usar
Valproato de magnesio para la deshabituación a la benzodiacepina, que a la
hora de sustituir lo habitual es por otra benzodiacepina. En cuanto a la
subluxación de hombro es difícilmente relacionable con un trastorno de la
personalidad. La profesional especificó que del análisis del caso, se puede dar
cuenta que hay un cuadro de conducta y cambios de comportamientos
observados por el círculo que frecuentaba al peritado (Eyssartier) que no son
descriptos como ataques, pero hablan de la mirada perdida, de la agresión
hacia sí mismo o hacia objetos, son descriptos como ataques o pérdidas de
conciencia. Siempre que se suministra un psicofármaco hay un control previo,
luego controles periódicos en los que se va viendo la tolerancia, la necesidad
de ajuste de la dosis etc.. Indicó que historia clínica se debe llevar siempre, es
el registro -más o menos formal- de la evaluación y seguimiento del paciente,
incluso señala que está pautado cuanto tiempo se debe conservar la historia
clínica cuando se termina el tratamiento o el paciente lo abandona.

A su tiempo, el Dr. Brunner (médico cirujano, especialista en medicina legal-


laboral, forense, licenciado en criminología y criminalística, abogado)
confirma el informe autópsico en lo que refiere a la causa del deceso. Señala
que el peritado tomaba anticonvulsionante por ello resultaba llamativo el
status convulsivo. Dice que la primera explicación es la no adherencia al
medicamento o que sea refractario a la droga (pero esto último se hubiera
visto en los primeros momentos, no es el caso de Eyssartier que la tomaba de
forma crónica). Luego señala otra posibilidad, que el medicamento se
mantenga por mucho tiempo y el paciente haga una tolerancia, y en
consecuencia una convulsión; reafirma, el ser humano hace tolerancia a las
drogas, más las patologías crónicas, por lo que deben hacerse estudios
clínicos. Refiere que al no haber historia clínica cuesta mucho saber que tenía
el paciente. Indicó haber realizado pericias por mala praxis y ser la primera
vez que se encuentra sin historia clínica en la cual poder basarse.

Por su parte, el Dr. Aguirre (especialista en medicina legal), confirmo los


resultados autópsicos.

La Dra. Modad (especialista en psiquiatría), refirió que el Valproato de


Magnesio es una de las alternativas en los tratamientos para la deshabituación
de las benzodiacepinas. La práctica correcta y habitual, cuando se medica ese
tipo de drogas es el dosaje de laboratorio y la clínica, ello permite ver -entre
otras cosas- si se impregnó la medicación, si está en rango terapéutico y de
acuerdo a ello se ajusta la dosis. Previo al suministro debe efectuarse un
estudio para conocer el estado basal del paciente, y ver si esta en condiciones
o no de recibir la medicación. Evolucione clínicamente o no el paciente, los
dosajes son de tipo periódico, como control de rigor. Señaló que los síntomas
que al profesional de la salud le pueden indicar que el paciente sufre
convulsiones están dados por la clínica, lo referencial, el testigo. Los episodios
convulsivos están en relación a lo que el testigo manifiesta, que puede ser lo
que habitualmente dicen los pacientes que se cayó y perdió la conciencia, se
mordió la lengua, se cayó y no responde a estímulos, se orinó, pérdida de
control de esfínteres, movimientos involuntarios de tipo tónico, pero la
manifestación generalmente no las hace el paciente, es el testigo o el tercero
que comunica lo que transitó el paciente. Añadió que no todas las
convulsiones están acompañadas de un trastorno del sensorio o de la
consciencia, hay pacientes que no pierden la consciencia y tienen crisis de tipo
no convulsivo, o sea no hay una alteración motora pero sí hay una alteración
de los aspectos sensoriales que son las crisis parciales complejas, por ejemplo.
Manifestó que el auto flagelo puede forma parte de las características de los
trastornos de la personalidad, las autolesiones, pero no la pérdida de
conciencia. Cualquier paciente -aunque no tenga epilepsia- pude presentar un
status convulsivo, ej. las encefalopatías, los tumores, los traumatismos, las
entidades son múltiples. Dijo que es un deber profesional llevar historia
clínica y que es importante para poder seguir una continuidad terapeútica y
para poder hacer cambios con una planificación en una estrategia terapeútica a
corto mediano y largo plazo.

De lo expresado por quienes conocían a la víctima -sus amigos Correa, Elias y


Cuesta- en términos generales surge que Horacio comenzó a andar mal
alrededor de los 20años. Que estuvo en tratamiento y nunca lo vieron bien,
estaba desmejorado. Que Horacio les había comentado que le habían
recomendado alejarse del grupo de amigos e irse a vivir solo. Señalaron -entre
otras cosas- que Horacio llegó un día sucio y no pudo explicar que le había
pasado. Que mientras comían Horacio se quedaba con la mirada fija -como
tildado- luego volvía en sí y retomaba la conversación. Escucharon
comentarios que Horacio se desmayaba. Por ahí uno estaba hablando con él y
"se iba de la situación" sin poder determinar si se distraía o era por su
problema. Estaba decaído, con una personalidad pasiva. Se sentaba siempre
pensativo. Que cuando se reunían a comer aparecía con problemas en las
extremidades producto de que se caía y se golpeaba.

En sentido general coincidente con aquellos, su novia durante los dos meses
anteriores al deceso, Ana Estela López, detalló un episodio que presenció
expresando que estaban durmiendo, de pronto escuchó un ruido, se despertó y
lo vio a Horacio caminando en su habitación mirando un punto fijo, que lo
hablaba y no reaccionaba, se chocaba la cama y lo que se le cruzara, en ningún
momento le respondió de lo que le pasaba, le hablaba y no había forma que
respondiera, después de ese momento se sentó y se durmió de nuevo; al otro
día cuando se despertó, le dijo que le pasaban esas cosas hace mucho tiempo,
pero que estaba en tratamiento y que estaba mejor. El episodio duró minutos,
luego se sentó y se durmió; al otro día le dijo que estaba controlado, que
estaba mejor, no recuerda bien su explicación. La situación fue horrible, ella
se puso a llorar, no sabía qué hacer en ese momento, o si él se iba a poner
agresivo.

De lo expuesto reiteradamente por Horacio Eyssartier (padre), surge que su


hijo comenzó con pseudos desmayos -fijaba la vista y se desplomaba-. Que se
descartaron problemas neurológicos y se le sugirió consulta con un psicólogo,
mencionándoles a Marín. Que él, ante cada descompostura de su hijo iba a
consultarlo a Marín y le decía "Francisco, un día lo voy a encontrar muerto".
Recordaba que cada vez que su hijo se lastimaba, se caía y se sacaba el
hombro, iba a la consulta con Marín con el cabestrillo y Marín le decía "si se
va a vivir a Ushuaia se cura" tiene "mamitis aguda". Que los síntomas que
presentaba su hijo eran: se desplomaba, perdía el conocimiento por dos
minutos, en las caídas de la cama al suelo se sacaba el hombro, tenía la mirada
perdida, se tambaleaba y se caía. Durante los últimos años sufrió una
decadencia física, había adelgazado y tenía frío andaba siempre abrigado.
Refirió que su hijo se sentía mal y pedía una consulta con su médico Marín y
éste se la daba para el mes o dos meses. Señaló que su hijo tenía períodos de
vida normal y otros que se descomponía con frecuencia. Que las
decomposturas se fueron dando con mayor reiteración, con pérdida de
conocimiento momentáneo, se levantaba y decía que se había mareado. Las
descomposturas le producían lesiones, tuvo varias luxaciones del hombro, la
última fue dos meses antes de su muerte y lo atendieron en el Hospital San
Martín. Le consta que su hijo iba a las consultas con Marín lesionado, porque
él lo llevaba hasta la puerta. Recordaba que en una oportunidad llevó a Marín
a la casa de su hijo (año 2008) por una descompostura "fea" que había tenido.

Lucio Alejandro Eyssartier (hermano de la víctima), fue concordante con su


padre y amigos de Horacio en el relato. Precisó que su hermano sufría
descomposturas de noche y durante el día, eran como un"clic" giraba al
cabeza, quedaba rígido, piel pálida y fría, sudor frío, contracturado, había que
agarrarlo para que no se cayera. Si estaba sólo, se golpeaba o lastimaba (tuvo
un tajo cerca del ojo, se lastimó con una madera, metió una pierna en un
agujero, tuvo una crisis en una entrevista de trabajo, en el gimnasio etc).
Luego de esas descomposturas que perdía la conciencia quedaba muy
cansado, agotado, luego se recuperaba sin saber lo que había sucedido. Él
mismo habló con Marín y le preguntó si en esas descomposturas/crisis se le
morían neuronas y Marín le dijo que no, que no afectaba en nada. Que en esas
crisis padecidas por su hermano, su padre llamaba a Marín, pero éste lo
tomaba como algo normal, le decía a su hermano "si ud. se va a vivir sólo se
va a curar" "ud. se descompone porque le tiene miedo a los cambios" "ud.
tiene una crisis de angustia". Señala otros signos como pérdida muscular, frío,
temblor de manos, palidez. Que su hermano había tenido una crisis el 24 de
diciembre y le había pedido consulta a Marín, el que le había dado turno para
enero. Le consta que Marín tenía conocimiento de las descomposturas porque
además de suponer que su hermano se lo comunicaba, su padre y él se lo
informaban y recibían como respuesta de Marín un turno para una entrevista
psicológica, porque la medicación seguía siendo la misma.

Así estos testigos son contestes, en que Eyssartier presentaba crisis y las
describen, señalan los familiares directos que Marín estaba en conocimiento
de ello. Incluso refieren que tenía un turno otorgado para enero por una crisis
acontecida el 24/12/12. Lo que no ha sido en ningún momento negado por el
encartado.

El Juez sentenciante, ha merituado la declaración del Médico Marín, así como


todos los testimonios brindados en el plenario, los estudios efectuados, los
prospectos de los medicamentos recetados a Eyssartier por Marín, el Manual
para el Tratamiento Farmacológico de los Trastornos Mentales en la Atención
Primaria de la Salud de la OMS, el libro "Psicotrópicos y Estupecaientes" de
la ANMAT; lo que indefectiblemente y en concordancia con los peritos
actuantes especifican controles previos al suministro del fármaco, seguimiento
de laboratorio y clínica que el médico debe efectuar al paciente durante el
tratamiento, comunicación e información al paciente y la familia. Refiriendo
al manual el Juez transcribe: "....Los síntomas de la sobredosis de ácido
valproico son: hipotención, somnolencia, convulsiones, coma, depresión
respiratoria, discracia sanguínea".
Luego en un examen y valoración global y riguroso de las probanzas concluye
con certeza, que Marín no realizó ninguno de los controles en los seis años
que atendió la salud mental de Eyssartier, a quien medicó psicofármacos en
forma crónica; así como tampoco llevó registro alguno del caso (historia
clínica), ni atendió a los signos y síntomas que observaba y le eran
informados.

Lo determinante en el caso es establecer si esas omisiones, por parte de quien


introdujo el riesgo en el organismo de su paciente, contribuyó al fatal
desenlace.

En esa faena, Eyssartier encuentra la muerte como consecuencia de un estado


convulsivo generalizado que duró lo suficiente como para originar anoxia
orgánica, alteración de los mecanismos regulatorios de la coagulación
sanguínea y finalmente un enclavamiento del tronco cerebral, produciéndose
el deceso por un paro cardio respiratorio de origen central o neurológico.

Para desandar el camino, la pregunta que se impone necesaria es: ¿qué es lo


que puede provocar un estado convulsivo generalizado?. Los especialistas en
la materia fueron claros, contundentes y coincidentes, en que ese tipo de
convulsiones pueden tener su origen en múltiples factores. Así, en lo
particular, la Dra. Guzman reseñó que puede tener su origen en factores
tóxicos, metabólicos, como pueden ser una hipoglucemia, hipocalcemia,
hiponatremia, una encefalopatía heperamonémica e incluso sostuvo que puede
serlo a consecuencia de un efecto adverso de una droga, concretamente el
valproato de magnesio. Dijo que en los casos de trastornos metabólicos,
corregido ese factor metabólico desaparece el cuadro convulsivo. El Dr.
Brunner, por su aprte, refirió que entre esos múltiples factores que pueden ser
causantes de un status convulsivo, se encuentran antecedentes de
convulsiones, la tolerancia por parte del paciente a la droga administrada y la
consecuente falta del efecto buscado con la utilización de la misma.
Así las cosas, surge del material analizado por el sentenciante, no cuestionado
por la Defensa y reconocido por el propio encartado, que Eyssartier desde el
año 2004 estaba siendo medicado con psicofármacos (dijo Marín que cuando
comenzó a atenderlo presentaba una dependencia al clobazan y que desde
2009 le prescribió Valproato de Magnesio -Logical 400mg- hasta la fecha de
su deceso 31/12/12 para la deshabituación y en ocasiones excepcionales
Karidium (clobazan).

El sentenciante tiene presente que tales medicamentos, conforme lo expuesto


por los especialistas, pueden ocasionar efectos adversos (toxicidad y trastornos
metabólicos) por ello se indican los controles de laboratorios, porque incluso
los pacientes pueden ser asintomáticos a ellos. Nada de ello hizo Marín. Pero
además, los peritos dijeron que el status convulsivo puede tener su origen -
entre otras variables- en factores tóxicos, trastornos metabólicos, etc.

Brunner refirió que con los dosajes que deben ser efectuados, podía verificarse
la adherencia del paciente al tratamiento, la tolerancia a la droga y así
adecuarse la dosis. Señalando que entre las múltiples causas que pueden dar
origen a un status convulsivo se ubicaban la falta de adherencia al tratamiento,
también la tolerancia a la droga. Es decir, Marín pudo -habiendo efectuando
los análisis de laboratorios- advertir estas circunstancias en Eyssartier y/o en
su caso adecuar la dosis.

A todo lo antes señalado, debemos tener presente que también existieron


signos y síntomas, conocidos por Marín respecto a las denominadas
"descomposturas" sufridas por Eyssartier, las que revelan coincidencias con lo
que los peritos denominan convulsiones focales o el aura denominada por
Brunner. Ello, sin observarse la efectivización de análisis de laboratorios de
control y/o derivación para repetición de estudios neurológicos, existiendo tal
información, siendo coincidentes los peritos en que una epilepsia puede
desarrollarse en la adultez, e incluso la neuróloga Guzman dijo que los
estudios para demostrar una epilepsia pueden dar un falso negativo.
Se debe tener presente, tal como lo refiriera el propio Marín en su descargo -
fs.496-, "...conocimiento de años de este paciente y en la confianza que
mutuamente existe en la relación médico paciente".

El Juez sentenciante, ha efectuado un detallado y extenso análisis de las


variantes exigidas por la lex artis y confirmada por los peritos actuantes en la
causa, cuando se implementa en un paciente crónico un tratamiento con
psicofármacos, concluyendo que en el caso, Marín en su calidad de
profesional de la salud no cumplió con ninguna de ellas a lo largo de años para
con su paciente Eyssartier, no realizó los estudios de laboratorio, no llevó
consignado historia clínica alguna en referencia a su paciente (respecto de ello
Brunner en su declaración indicó que era la primera vez, que en las causas de
responsabilidad médica no se encontraba con una historia clínica en la que
basarse), no registró ni actuó pese a las comunicaciones de "crisis" que se le
efectuaban por el paciente y sus familiares (es más, días antes del
fallecimiento de Horacio Martín Eyssartier -en Navidad- éste tuvo una
descompensación por lo que existió una comunicación con Marín y un turno
otorgado para enero, produciéndose el deceso el 31 de diciembre).

El Vocal sentenciante ha sido claro, luego de un análisis conglobante del


suceso que nos convoca, expresando -en síntesis- que: "...En el caso, no se
encuentra controvertido, porque en su gran medida tales premisas han sido
reconocidas por el propio imputado, que Horacio Martín Eyssartier venía
tomando psicotrópicos -por lo menos- desde el año 2004 hasta su muerte en el
2012 (8 años); que al momento de iniciar el tratamiento con Marín aquel
tomaba Clobazam, respecto al cual había manifestado un cuadro de
dependencia, por lo que había que "deshabituarlo" -según el tratamiento
indicado por Marín-, y para ello, no solo le siguió recetando el clobazam, sino
que luego continuó el tratamiento con el valproato de magnesio, existiendo en
algunos períodos una interacción medicamentosa entre ambos, por la receta e
ingesta concomitante de los mismos, como también lo refirió Marín en su
declaración de fs. 95/97 a la cual se remitió y ratificó durante el debate. En
ningún período de dicho tratamiento; es decir, ni antes -cuando inició la
relación y conoció que Horacio estaba tomando clobazam- ni durante el
mismo -esto es, cuando decide continuar con dicha droga, modificarla y hasta
prescribirle ambas juntas- le indica ningún control de laboratorio -ni ningún
otro- para conocer el estado de su organismo. No se interesó ni siquiera por
saber cuáles podrían haber sido los efectos que la -por él mismo definida-
dependencia al clobazam pudieren haber provocado en el organismo de
Horacio, o incluso los que podrían ocasionar la continuidad de esa droga, o el
cambio de la misma por otro psicofármaco, o incluso la interacción conjunta
de una benzodiacepina con el valproato de magnesio, lo cual -como transcribí-
se encuentra contraindicada. Pero lo más paradigmático es que dichas
recomendaciones, asumidas como "buena práctica médica", surgen del propio
prospecto; es decir, de la información más básica y elemental que se da al
paciente que consume tales drogas, y por tanto, el médico debe conocer. ...
Marín dejó a Horacio en "piloto automático" durante todo el tiempo del
tratamiento (6 años), ya que ni siquiera le modificó las dosis de las drogas
prescriptas, aún ante la evidencia notoria y reconocida por el propio Marín en
su presentación de fs. 95/97, de su cuadro clínico de Horacio, al que definía
como de un desmejoramiento continuo, ya tres años antes de su muerte. Marín
mismo declaró que Horacio Eyssartier tenía "una tendencia a aferrarse las
sustancias, un constante desasosiego, y tensión muscular"; a la vez que surge
del testimonio de los Sres. Horacio Ariel Eyssartier y Lucio Alejandro
Eyssartier que ellos mismos también le hacían saber a Marín de las
complicaciones físicas y psíquicas que observaban en Horacio, que le
describían sus crisis de ausencia, sus desmayos, sus golpes -se hizo hincapié
en su tendencia a luxarse el hombro- y todo otro dato clínico que pudiere
facilitarle a aquel un mejor análisis para decidir la continuidad y/o
modificación del tratamiento. ... En el caso, independientemente del
diagnóstico emitido por Marín a Eyssartier -Trastorno de la Personalidad No
Especificado-, lo cierto es que tampoco se puede saber mucho (o nada)
respecto del "efecto terapéutico buscado", ya que Marín no solo no llevaba
una historia clínica de dicho paciente, sino que ni siquiera fue encontrada y/o
aportada -por él mismo- la más mínima anotación sobre el caso de Horacio,
aún para plantear su exoneración en la presente causa, lo que resulta un claro y
evidente indicio de que la misma no existía. Por otro lado, también es
importante destacar que los peritos advierten sobre los controles específicos
que deben relaizarce ... Debe decirse que tales recomendaciones aludidas por
los peritos intervinientes en el presente debate, no son solo producto de su
propia concepción de la ética y de la "buena práctica médica", sino que
también son indicados por organizaciones de reconocido nivel nacional e
internacional, en lo que hace específicamente a la administración y/o
prescripción de psicofármacos, y también -más sencillamente- en lo que hace
a la atención primaria de la salud mental. .... La falta de una historia clínica
adecuada, sea como fuere que Marín pretendiera llevarla (fichas, grabaciones,
etc.) le impidió que en las -según el imputado- escasas veces que Eyssartier lo
visitó en los últimos años del tratamiento (y de su vida), aquel pudiera revisar
y analizar su evolución concreta, "porque no es lógico que los médicos se
acuerden de lo que le da a cada uno de sus pacientes" (Dr. Brunner), y de esa
manera tomar decisiones respecto de la persona de Horacio. En tal sentido, y
con tales fines en miras, todos los peritos consultados fueron categóricos
respecto de la necesidad y obligatoriedad de llevar una historia clínica del
paciente. A falta de tal seguimiento histórico (falta de historia clínica), clínico
(caso omiso a las evidencias corporales y conductuales manifestadas por el
propio Eyssartier y sus familiares), y orgánico (falta de análisis de laboratorio
que visibilizaran el impacto del tratamiento en su organismo), Marín siguió
recetándole la misma dosis del mismo medicamento, en el convencimiento de
que como le daba el mínimo, mal no le podía hacer, y que como tampoco se lo
daba como antiepiléptico, o alguna otra patología específica, porque
justamente su trastorno de la personalidad era "no especificado", todos
aquellos estudios que la unanimidad de los peritos consultados coincidieron en
la necesidad de realizar, él no los consideró importantes, contraviniendo -
entiendo- con tal conducta, la "buena práctica médica" y la llamada "lex
artis"....".

En cuanto a los resultados de los estudios anatomopatológicos, surge que


evidenciaron una isquemia aguda de miocardio (fs.46/47), a lo que se refirió la
Dra. Guzman en su declaración durante el plenario. También determinaron
una congestión hepática y renal. El Dr. Aguirre, en relación con la
metabolización de los medicamentos en general y en especial los psicotrópicos
señaló: "...la mayoría de los medicamentos se transforman, se inactivan, se
metabolizan en el hígado y la mayoría se eliminan por vía renal; por lo que
debe conocerse el funcionamiento de la glándula hepática y del sistema
excretor...".
Asimismo, la acreditación en el cadáver de trombo organizado, indica varias
posibilidades. Al decir de Brunner, una de ellas "...se relaciona con la
disfunción cardíaca, con el paro cardio respiratorio que ha ido enlenteciendo el
flujo sanguíneo y se empiezan a formar coágulos, el organismo ha empezado a
perder oxígeno.". En cuanto a ello, el Dr. Aguirre quien efectuó la autopsia,
sostuvo ante la pregunta de la Fiscalía "...si la existencia de esos trombos, en
las muestras anátomo patológicas, podían determinar un mal funcionamiento
de la enzima hepática? señaló: es probable, no siendo la única causa de que se
formen coágulos sobre todo en un cadáver que a esa altura estaba rígido, pero
ante el antecedente de una medicación con una posible hepatotoxicidad que
produce una disminución de plaquetas, una alteración del número de
plaquetas, lo cual lleva a un desequilibrio en la fluidez de la sangre, asocia de
que es probable que ese hígado no estaba funcionando bien, ergo efecto
colateral de ese medicamento..".

El sentenciante aborda el tema específico de los trombos, en ese aspecto


analiza las expresiones de los forenses Aguirre y Brunner, la autopsia y el
informe anatomopatológico, lo expresado por los restantes peritos, así como
material científico de relevancia -el que cita-. De ese análisis conglobante, el
Juez concluye: " ...Pero Aguirre introduce también otro elemento, cual es que
como consecuencia de un daño hepático y/o renal, se puede generar un
"desequilibrio en la fluidez de la sangre", teniendo en cuenta que al joven
Eyssartier le fue también descubierto una isquemia aguda de miocardio en el
estudio anátomo-patológico de fs. 45/47, advertido también por la Dra.
Guzmán en su declaración durante el debate. Entonces, al decir del Dr.
Aguirre, una mala metabolización del valproato de magnesio en el organismo
puede llegar a generar una alteración de las funciones neurológicas; y por ello
es que afirmó que "tengo que conocer la salud renal, ya que la mayoría de los
medicamentos se transforman, se inactivan, se metabolizan en el hígado y la
mayoría se eliminan por vía renal por lo cual debe conocerse el
funcionamiento de la glándula hepática y del sistema excretor". Al respecto, el
Dr. Brunner, ....; expresó durante el debate que "la existencia de trombos
organizados se relaciona con la disfunción cardíaca, con el paro
cardiorrespiratorio que ha ido enlenteciendo el flujo sanguíneo y se empiezan
a formar coágulos, el organismo ha empezado a perder oxígeno. Todos esos
mecanismos de auxilio, terminan volviéndose en contra si la noxa no deja de
actuar". Entonces, como dice Aguirre, una persona con daños o problemas en
el hígado o riñón, provocado (o no) -lo desconocemos por la falta de estudios-
por la toxicidad del/de los medicamento/s (psicotrópicos) que toma desde
hacía -por lo menos- 8 años, es capaz de producir trombos en su organismo,
los cuales enlentecen el flujo cardíaco y forman coágulos (solidificación de la
sangre) -según Brunner-, siendo Eyssartier una persona con una isquemia
aguda de miocardio: obstrucciones en las arterias que impiden el normal
tránsito de oxígeno en sangre, que pueden afectar el cerebro; todo lo cual se
podría haber prevenido (o descubierto), también, con los análisis de
laboratorio, y otros de carácter clínico recomendados por la "buena práctica
médica". Veamos si no, lo que dice también el Dr. Brunner en su pericia de fs.
473/475, cuando da contestación al pto. 4 y afirma que "Los efectos
secundarios de la droga, como así también la baja adherencia del paciente al
tratamiento se pueden prever realizando los dosajes correspondientes en
sangre, en especial los que orientan a la hepatotoxicidad y a las alteraciones
enzimáticas. Por ese motivo, se deben solicitar pruebas de función hepática
antes de prescribir el valproato de magnesio, un hepatograma completo nos
mostrará el estado previo del hígado antes de suministrar la medicación, y el
mismo se debería repetir en los pocos meses de ingesta, de esta forma se podrá
corroborar la función hepática y si esta ha sufrido alguna alteración debido al
medicamento"; de hecho, durante el debate resaltó que "la hepatotoxicidad se
mide en las personas vivas y se controla en forma sanguínea, cuando se
comienza a indicar la droga, y luego ir controlando cada 6 meses o un año,
para ver si el hígado no ha sufrido algún tipo de alteración", por ello es que en
su pericia (pto. 3) no encuentra "hallazgos en la autopsia que puedan atribuirse
a las contraindicaciones directas que presenta el valproato de magnesio".
Brunner omite referirse a la necrosis de epitelios tubulares, pero de la
literatura científica podemos conocer que ésta puede ser clasificada como
tóxica o isquémica, la primera de las cuales se produce cuando las células
tubulares están expuestas a una sustancia tóxica (en el caso: benzodiacepina y
ácido valproico), y la segunda cuando aquellas no reciben suficiente oxígeno
(trombos-coágulos-isquemia), una condición a la que son muy sensibles
debido a su alto metabolismo; por lo que la prevención primaria y el
diagnóstico temprano de cualquier lesión renal de tales características es de
importancia central, dado que el paciente puede ser clínicamente asintomático
(cfr. Revista de Nefrología Argentina, ISSN 2591-278X, Edición marzo 2018;
en:
http://www.nefrologiaargentina.org.ar/numeros/2018/volumen16_1/Articulo_
01_marzo.pdf) ..... ". Así el Dr. Cánepa explica y fundamenta las razones por
las que aparecen con mayor explicación y rigorismo científico las
conclusiones a las que arribara el Forense Aguirre, considerando el completo
cuadro del peritado frente a lo expuesto por Brunner.

Del amplio, categórico, lógico y fundado análisis, basado en la ciencia, el Juez


prístinamente concluyó que Marín durante los últimos años de vida de
Eyssartier introdujo en él un riesgo -la medicación-, cuyos efectos no controló
conforme lo previsto en la práctica médica, incluso aconsejado en el propio
pospecto del medicamento.

Cualquiera de dichos riesgos incorporados a través de la medicación sin el


seguimiento adecuado (toxicidad, problemas de metabolización, adherencia al
tratamiento, niveles de absorción, tolerancia a la dosis, alteraciones
enzimáticas) ello debido a la omisión de controles de laboratorios; otros tales
como (existencia de convulsiones previas, de una adicción medicamentosa
previa) debido a la omisión o falta de registro de los síntomas y signos
visualizados durante años en su paciente; pudieron ser base del status
convulsivo que padeció Eyssartier y que lo llevó a la muerte. A lo que se suma
que por indicación del propio Marín durante las sesiones de terapia que
mantuvo con Eyssartier, tendiente a lograr su independencia, fue proponiendo
herramientas, entre ellas el vivir solo, lo que indefectiblemente obstaculizó en
el caso la presencia de terceras personas que puedan auxiliarlo en las
convulsiones que lo llevaron a la muerte. Al respecto Marín sostuvo que en el
primer contacto (2005) que tuvo con Horacio Martín Eyssartier, éste le dijo:
"...que quería realizar un tratamiento en el cual pudiese realizar una reflexión
sobre su vida debido a sus dificultades en el logro de su independencia."
(confrontar fs.95vta.).

Por ello, tal como lo indica el sentenciante, el contralor de los efectos del
psicotrópico por quien debía -Marín- a través de las prácticas de laboratorio, la
clínica, el registro del historial médico farmacológico del paciente, el registro
de los síntomas referidos tanto por el paciente y sus familiares,
indefectiblemente desde lo científico hubiera disminuído el riesgo del
desenlace fatal que padeció Horacio Martín Eyssartier (quien en el vínculo
con su médico tratante confiaba expresándole a sus familiares "mamá, yo con
Francis voy a salir").

Clara y concordantemente, el plenario recrea una conjunción de múltiples


omisiones por parte del imputado, concretadas durante un tratamiento que
tuvo una continuidad de años y en el que se observaba la desmejoría del
paciente. Dato que entiendo relevante, toda vez que ha quedado claro no se
trata de una única actitud omisiva en una relación médico/paciente fortuita o
de muy corto plazo. Incluso una de las omisiones en las que incurrió el
imputado -concretamente la de llevar historia clínica, ficha, registro del
paciente- dificulta sobremanera el análisis del caso y poder concluir en una
probabilidad rayana con la certeza. Fueron seis años de incorporar en el
paciente un medicamento de riesgo "Logical 400" sin los controles y sin
asiento de la clínica ni registro del paciente y de tratarlo en terapia.

En éste punto la sentencia no aparece arbitraria, pues además de ser una


derivación razonada de los hechos y basada en los conocimientos aportados
por los peritos y la ciencia de la salud, aplica la teoría y fundamenta su
resolución en la "Teoría de la disminución del riesgo", avalada por parte de la
doctrina y jurisprudencia. Stratenwert, quien mantiene esta teoría sostiene
"...en el delito de omisión tiene que bastar que la acción exigida al menos haya
disminuído el peligro de producción del resultado".

Por otra parte, vale señalar que las críticas de la que es destinataria esta
doctrina, no difieren de las que puede efectuársele a la teoría dominante que
estima la existencia de una relación de causalidad o cuasicausalidad cuando la
acción omitida hubiera evitado el resultado con una probabilidad rayana en la
seguridad. Así, aparece claro que ambas operan con la probabilidad y que la
diferencia entre ellas es puramente cuantitativa. Además, la certeza en el
ámbito de lo hipotético resulta imposible, pues el proceso no se viabilizó -
exteriorizó- en el mundo real.
Así, profundizando el análisis del presente abordaje, el caso que nos ocupa
involucra una de las cuestiones más difíciles de la dogmática de la
imprudencia y más concretamente, de la imputación objetiva, pues se enfrenta
a la cuestión de la conducta alternativa ajustada a Derecho. Ahora, toda vez
que el problema se suscita aquí en el ámbito de la omisión, el debate gira en
torno a la denominada "causalidad hipotética". A la dificultad que presenta
este grupo de casos se suman las distintas soluciones a que puede arribarse
según que el pronunciamiento judicial acoja una u otra de las teorías
propuestas por la doctrina para resolver aquellos, a saber, la teoría de la
evitabilidad y la teoría de la disminución del riesgo.

Sabido es que gran parte de los autores acuden a la causalidad hipotética para
explicar la imputación objetiva del resultado en la comisión por omisión. Ya
la sola denominación plantea un problema a nivel terminológico porque lleva
a pensar que estaríamos frente a un elemento que vendría a sustituir la
causalidad empírica en la omisión.- Seguramente no sea del todo acertado
emplear la expresión causalidad -hipotética-, cuando en realidad se está
aludiendo a un criterio de imputación objetiva que nada tiene que ver con la
causalidad empírica. Como sostiene Silva Sánchez, "se trata de un criterio de
imputación objetiva del resultado, que se superpone a la relación de garantía,
como otros lo hacen con respecto a la causalidad en la comisión activa". (S. S.
El delito de omisión, 1986, p. 371).- De tal modo, si hemos de seguir
utilizando la expresión "causalidad hipotética", por lo asentada que se
encuentra, debe quedar claro que este criterio no sustituye a la causalidad en
sentido naturalístico.

Pero amén de la cuestión terminológica, el problema central que plantea la


"causalidad hipotética" es el de la incertidumbre que genera la utilización de
"cursos causales hipotéticos". Por eso alguna doctrina prescinde del recurso a
los juicios hipotéticos en el ámbito del derecho penal.- Gimbernat niega su
relevancia insistiendo en que tampoco en la comisión por omisión "hay que
preguntarse si la acción omitida hubiera evitado el resultado, sino únicamente
si la omisión de aplicar una medida de precaución ha hecho posible que el
foco de peligro superara efectivamente el riesgo permitido (ya que se habría
mantenido dentro de éste, si se hubiera adoptado aquella medida) y si, a su
vez, ese foco de peligro (ya prohibido) ha causado efectivamente el resultado".

Retomando el tema de la incertidumbre derivada de la utilización de cursos


causales hipotéticos, debemos destacar que se da tanto en la acción como en la
omisión. Entiendo que se da un paralelismo entre la causalidad hipotética y la
denominada conducta alternativa ajustada a derecho. Mientras que en la
comisión activa se acude a esta fórmula para negar la imputación del resultado
cuando no se puede afirmar que la conducta correcta hubiera podido evitarlo,
en la comisión por omisión se exige que la acción no realizada por quien se
hallaba en posición de garante fuera capaz de evitar el resultado. Pero el quid
de la cuestión y lo problemático del tema para ambos grupos de caso es la
misma: ¿cómo decidir si no queda claro que la acción alternativa indicada o
alternativa correcta hubiera podido evitar el resultado? Si existen dudas,
tendríamos que renunciar al empleo de juicios hipotéticos como algún sector
de la doctrina propone? Sobre el punto, Sancinetti por ejemplo, sostiene que
rechazar la incidencia de los cursos causales hipotéticos en la responsabilidad
penal no puede ser razonable, (SANCINETTI, «¿Son irrelevantes los cursos
causales hipotéticos para la responsabilidad penal?», en SANCINETTI
(comp.), Causalidad, riesgo e imputación, 2009, pp. 601).- Y es que
necesariamente deberemos operar con ciertos límites del conocimiento y
partiendo también de la premisa que algunas actividades en las que el grado de
incertidumbre es muy elevado, verbigracia en la cuestión penal médica.- Es
más sencillo, claramente, afirmar la idoneidad ex ante de un comportamiento
para impedir un resultado que pretender establecer desde una perspectiva ex
post que efectivamente dicha conducta hubiera evitado el resultado, y afirma
Mir Puig "se trata de un juicio hipotético sometido inevitablemente a un
margen de error"(MIR PUIG, Derecho Penal. Parte General, 10ª ed., 2016, p.
340).-

Si bien con distintas versiones y matices hay básicamente dos posturas que
pretenden dar respuesta a la cuestión de la incertidumbre en los supuestos de
causalidad hipotética.- Una que parte de extrapolar los resultados de la teoría
de la evitabilidad, empleada en la comisión activa para solucionar los casos de
comportamiento alternativo correcto o ajustado a Derecho, al ámbito de la
omisión, que tal vez se pueda afirmar domina en Alemania y España (Jakobs,
Mir Puig). En líneas generales sostienen que la imputación del resultado
requiere que se pueda establecer, desde una perspectiva ex post, que la
conducta indicada e idónea (ex ante) habría logrado evitar el resultado con una
probabilidad rayana en la seguridad. La otra postura, se conforma para la
imputación del resultado en la comisión por omisión con poder constatar que
la conducta idónea hubiera disminuido el riesgo de producción del resultado
(Stratenwerth, Rudolphi, entre otros).- En principio, no se trata más que de
trasladar la teoría del incremento del riesgo -Roxin- empleada para resolver
los casos de comportamiento alternativo correcto, al ámbito de la omisión,
convertida ahora en la teoría de la disminución del riesgo. (Cabe advertir que
Roxin, sólo se identifica con esta postura cuando la reducción del riesgo que
era de esperar según un juicio ex ante, se ve confirmada también ex post, es
decir, que realmente supusiera una reducción del riesgo.).- Obviamente, los
autores que rechazan la teoría del incremento del riesgo en la comisión activa,
la refutan también en su formulación como teoría de la disminución del riesgo.

La posible vulneración del principio in dubio pro reo ha sido uno de los
argumentos recurrentes utilizados por los detractores de la teoría del
incremento del riesgo para invalidar los resultados a los que se llega a partir de
la misma. Pero Frisch, incluso en contra de la teoría, respecto de esta
argumentación refiere que "cuando se trata de averiguar la relación
normativamente correcta entre conducta y resultado está fuera de lugar
pretender basar dicha relación en el principio in dubio pro reo. Y no solo por
la generalidad de este enunciado, sino porque el principio in dubio pro reo
siempre presupone la solución a la cuestión de las exigencias normativas
determinantes, no pudiendo por sí mismo ofrecer esta solución. Por otro lado,
desde la filas de la teoría del incremento del riesgo se apunta que el peligro de
infringir el principio in dubio pro reo planea también sobre todas aquellas
versiones de la teoría de la inevitabilidad que no exigen un 100% de seguridad
en cuanto a que la conducta indicada hubiera evitado el resultado. La versión
más extendida de esta teoría se conforma, como es sabido, con una
probabilidad rayana en la seguridad, por tanto, renuncia a la certeza absoluta y
puede ser objeto del mismo reproche de vulnerar el principio in dubio pro
reo.- Mario Villar, en las Dos caras de la Teoría del Incremento del Riesgo,
nos dice: "Una vez que se ha seleccionado racionalmente la teoría más
correcta o aceptable se pasa a discutir si aplicada esa teoría pueden probarse
sus extremos en el caso real. Las exigencias probatorias que derivan de la
teoría no pueden usarse para convalidarla o descartarla como tal. La teoría es
la que determina qué debe ser probado y no a la inversa ...claro está que la
TIR ejerce una influencia sobre el campo de aplicación del in dubio pro reo,
pués lo que se debe probar es menos que lo que se exige con la teoría de la
causalidad o la TCR. Pero lo menos que se debe probar, se debe probar de
acuerdo con el baremo o estándar de prueba que sea exigido en el sistema
procesal penal en cuestión.- Si lo que se cuestiona es que exija menos
elementos a ser probados, no puede discutirse extrapolando una
argumentación del nivel de la prueba procesal, sino en el de la racionalidad de
la teoría confrontada con otras teorías..."

Otro argumento contrariando la teoría del incremento del riesgo ha sido que se
convierte a los delitos de resultado en delitos de peligro. Ahora, quienes
defienden la teoría referida exponen que para imputar objetivamente el
resultado no basta con haber incrementado el peligro para el bien jurídico por
encima del riesgo permitido, sino que además se exige que se haya producido
efectivamente la lesión de aquel.

Sin lugar a dudas, de singular peso en favor de la teoría del incremento o


disminución del riesgo es el problema de carácter político-criminal que se
plantea en algunos supuestos, que radica en que si no se castiga por delito
consumado, al tratarse de una imprudencia y no preverse el castigo de la
tentativa imprudente como tal, la conducta queda impune. Autores como
ROXIN consideran esta consecuencia inadmisible y se conforman, para
condenar por homicidio imprudente, con que la conducta omitida hubiera
evitado probablemente la muerte (Así lo expone en relación al caso de los
pelos de cabra, en tanto la falta de desinfección hubiera incrementado el riesgo
de producir el resultado lesivo, o que la desinfección probablemente hubiera
evitado la muerte de las trabajadoras).-

En nuestro caso, ninguna duda cabe, en primer lugar acerca de la posición de


garantía que el imputado tenía respecto de la víctima, es más, se trata de una
cuestión incontrovertida.-Y ello con respecto a la vida y la salud del joven
Eyssartier.- El problema radica en la imposibilidad en términos naturalísticos
de establecer un nexo causal entre la conducta indicada (omitida) y el
resultado producido.

Debemos tener presente que en el derecho penal médico se debe partir de una
situación de riesgo previo. Es decir, aún si se actúa de modo correcto nada
puede garantizar certeramente o con probabilidad rayana en la certeza la
supervivencia del paciente, va de suyo que las obligaciones son de medios no
de resultados: lógico resulta que a pesar de una correcta actuación se produzca
la muerte de un paciente.

No se puede justificar la posición del imputado, quien lejos de poner el menor


empeño en el seguimiento de su paciente ha desatendido diría que casi
escandalosamente su actividad médica. El fundamento de la responsabilidad
de Marín está basado en que su omisión -por fuera del riesgo permitido- no ha
disminuido el riesgo y de tal modo ha contribuido con el resultado, debiendo
serle reprochada su conducta a través de la teoría de la imputación objetiva. Es
que en virtud de la imputación objetiva del resultado por la teoría de la
disminución del riesgo, cabe imputar objetivamente el resultado una vez que
se constata que el autor generó el riesgo desaprobado aunque no sea seguro
que la conducta omisiva -ajustada a derecho- lo hubiera evitado. No se trata de
una infracción de peligro, sino de resultado, es precisamente el peligro que no
disminuye el riesgo y con él, se coadyuva a la producción del resultado.
Queda claro que sin resultado no puede existir delito de imprudencia, y en este
caso, el fatal resultado está fuera de toda duda.

La imputación del resultado a la omisión del garante no puede dejar de reflejar


el desvalor de la infracción de la norma de conducta y la perturbación del
orden jurídico que se intenta evitar con la prohibición. Se trata de poder
afirmar que el resultado producido es expresión del mensaje prescriptivo
contenido en la norma de conducta, esto es, que el resultado refleja en
términos comunicativos el contenido de desaprobación sobre el riesgo
plasmado en la omisión. Debemos preguntarnos si la conducta indicada
hubiera mantenido el riesgo por debajo de lo permitido. Se trata de comprobar
que dicha conducta era realmente idónea ex ante para mantener el riesgo
controlado. Ello no ocurrirá si existía otro riesgo que no podía ser tenido en
cuenta al configurar la norma de cuidado y que determinaba la inidoneidad de
la conducta para evitar el resultado desde un primer momento. Son supuestos
de norma de cuidado erróneamente configurada. En el caso, si Marín hubiera
llevado a cabo los controles, atendido desde el punto de vista clínico los
signos y síntomas referenciados y llevado un historial clínico y no obstante
ello no se hubiera podido evitar el fallecimiento, entonces nos encontraríamos
ante un caso de norma de cuidado mal configurada.- Luego, y habiendo
confirmado la idoneidad de la conducta ex ante, es preciso examinar si ha
aparecido un nuevo riesgo procedente de la propia víctima o de terceros, pero
en todo caso concreto, real e individualizable, capaz de explicar el resultado
con abstracción de los riesgos generales de la vida, pues éstos ya han sido
tenidos en cuenta a la hora de formular la propia norma de conducta. De
existir un nuevo riesgo, y no poder descartar que el mismo haya podido
adelantarse al riesgo inicial, no queda otra alternativa que negar la
responsabilidad por el resultado respecto al garante omitente. En efecto, el
resultado no podrá ser imputado porque no se sabe con certeza cuál de los
riesgos se ha proyectado finalmente en el mismo o, incluso, si ha dado lugar a
una situación de concurrencia de riesgos en la que ambos se proyectan en el
resultado. Desconocer cuál de los riesgos se ha realizado en el resultado
impide imputar el resultado, siempre que se trate de una duda razonable.

La relación de riesgo no requiere demostrar, con un cien por ciento de


seguridad, que la acción indicada hubiera evitado el resultado. Tampoco es
recomendable acudir a fórmulas como la de la probabilidad rayana en la
seguridad, por las dificultades de comprobación empírica que plantean.
Téngase en cuenta que ni siquiera en los delitos de acción cuando se trata de
afirmar el nexo causal entre conducta y resultado se opera con una certeza
absoluta. Más bien se admite la relación causa-efecto sin exigir un nexo de
causalidad conforme a leyes científicas de un 100% de probabilidad (siendo
suficiente un nexo de causalidad estadística o probabilística). Tal como
acertadamente señala SILVA SÁNCHEZ, refiriéndose a la praxis médica pero
pudiéndose extrapolar a otros ámbitos, "se tiende a aceptar una causalidad
estadística basada en la probabilidad elevada de que un factor determinado (A)
haya dado lugar a la producción de un resultado (B) y en la ausencia de
explicaciones alternativas. El nexo de imputación objetiva entre conducta y
resultado no pretende dar cuenta en términos científico-experimentales de una
determinada relación, sino de fijarla en términos razonables y comprensibles
para una Sociedad (el lenguaje de la imputación es jurídico-social, no
científico-experimental)".

Por tanto, no es necesario demostrar empíricamente que la acción considerada


ex ante como idónea para evitar el resultado efectivamente lo hubiera evitado
(ex post), sino que basta con que el sujeto no la haya realizado, estando en
posición de garante y teniendo capacidad individual para llevarla a cabo. En
nuestro caso, la conducta omitida era idónea -aunque no infalible- para
mantener el riesgo por debajo del permitido y además, el resultado producido
es expresión del mensaje prescriptivo contenido en la norma de conducta.
Dicho de otro modo, llevar a cabo las conductas que Marín omitió, era lo que
la lex artis indicaba, aún cuando admitamos que las posibilidades de
neutralización del riesgo fueran mínimas. Además cabe descartar la aparición
de un nuevo riesgo, que pudiera haberse realizado en el resultado, procedente
de la propia víctima o de terceros. No se dan explicaciones alternativas
capaces de generar dudas acerca de cuál de los riesgos ha podido realizarse en
el resultado ya que la "discusión familiar" como factor explicativo del
desenlace fue correctamente descartada por el a quo.

Tal como se ha dicho, entre la infracción de la norma de cuidado y el resultado


debe establecerse, una relación de sentido, que se excluye cuando aparece un
nuevo riesgo que desplaza al inicial o se podría haber adelantado al mismo
(incertidumbre). En caso de duda razonable, acerca de cuál de los riesgos se
ha podido realizar en el resultado, no cabe imputar el resultado al riesgo no
controlado por el primer agente. La mera constatación fáctica de que se ha
producido el resultado no es suficiente. Es necesario establecer una relación de
sentido (juicio normativo) que permita conectar el resultado con el
comportamiento activo u omisivo penalmente desaprobado. Es cierto que el
contenido de la relación de sentido que permite imputar el resultado es
mínimo, pues basta con que no exista una explicación alternativa A partir de
ahí procede el castigo por imprudencia: hay necesidad y merecimiento de pena
porque son conductas de elevada gravedad y en la imprudencia si no se imputa
el resultado es imposible poner de manifiesto la importancia de cumplir la
norma de cuidado.-

Cito nuevamente a Villar, quien afirma que "...cuando interviene un deber


especial, o una relación especial, el criterio es cualitativo y sólo la certeza de
la inutilidad de la conducta conforme a derecho hace no imputable el
resultado. En estos casos, cualquier grado de probabilidad de que el resultado
no se produjera con la acción conforme a derecho hace imputable el resultado,
porque la norma mantiene un baremo de exigencia superior por la especial
situación del autor con relación a los bienes jurídicos en juego en la actividad
o ámbito en que se desarrolla su conducta".-

Por todo lo antes dicho, a manera de cierre, comparto la síntesis conclusiva a


la que arribara el Dr. Cánepa -quien en la presente contienda se ubica en una
situación excepcional y privilegiada propia de la inmediación del debate-:
"Concluyendo, como hemos visto a lo largo de la presente cuestión, tanto las
benzodiacepinas (clobazam/"karidium"), como el ácido valproico (Logical)
son psicofármacos compuestos por psicotrópicos utilizados normalmente en
las especialidades de neurología como de psiquiatría, ambos -más allá de su
acción terapéutica específica- poseen efectos adversos que pueden
considerarse "dañinos" al organismo por lo cual, independientemente de la
dosis y de la patología y/o diagnóstico, necesitan -o por lo menos así lo
recomienda la "buena práctica médica"- de un seguimiento clínico y de
laboratorio, incluyendo análisis determinados y completos (entre los
mencionados a lo largo de la presente: hematograma, hepatograma) ya que su
propia toxicidad o su interacción entre ellos puede provocar cuadros tales
como hiponatremia, hipocalcemia, problemas de coagulación,
trombocitopenia, encefalopatías -entre otros también referidos por los peritos
y la literatura médica citada-, todo lo cual, y como consecuencia, puede
provocar edemas cerebrales, convulsiones o, más grave, estatus convulsivos;
por lo que los análisis referidos son generalmente indicados antes y durante el
tratamiento con cualquiera de aquellas drogas, a modo de prevención, y como
forma de evaluar la respuesta del paciente al mismo. Marín conocía de propia
mano que el joven Eyssartier venía tomando desde hacía ya dos años antes de
aceptarlo como paciente, una benzodiacepina, respecto de la cual presentaba
un cuadro de adicción; por lo que no solo que le siguió prescribiendo la
misma, sino que luego -sin solución de continuidad- se la cambió por el
valproato de magnesio y hasta en algunos períodos, hizo que ambas
interactuaran en su organismo. Marín también conocía los padecimientos
físicos y psíquicos de Horacio, y todos los síntomas que tanto él mismo como
sus familiares le fueron refiriendo a lo largo de todo el período de la relación
médico/paciente. Aún así, ni antes de comenzar el tratamiento indicado
(deshabituación a una benzodiacepina), ni durante el mismo, Marín le indicó a
Horacio la realización de ninguno de los estudios y/o análisis recomendados;
es decir, no le interesó conocer cuál era el estado general del paciente para
saber cómo se encontraba el mismo a nivel orgánico como producto de la
referida adicción -advertida por el propio Marín-, tampoco como iba
impactando o reaccionando la continuidad de la misma droga durante la
deshabituación, ni -por último- tampoco cuál era su estado al momento de
modificarle la droga (por el valproato de magnesio) y luego de consumirla,
aun cuando lo medicó con ellas durante 6 años. Luego Horacio muere como
producto de una convulsión generalizada y prolongada -denominada "estatus
convulsivo"- que le genera un paro cardiorrespiratorio por enclavamiento del
tronco cerebral, y se advierte de su autopsia y estudio anátomo-patológico que
su organismo presentaba: trombos organizados (coágulos), necrosis de
epitelios tubulares en el riñón y una isquemia aguda de miocardio; las
primeras de las cuales pueden ser consecuencia de la ingesta prolongada de los
psicotrópicos indicados -conforme he ejemplificado a lo largo de la presente-,
y la tercera, combinada con la aparición de aquellos coágulos, puede haber
tenido un efecto importante sobre la circulación de la sangre; todo lo cual
también responde a alguna de la sintomatología clínica que presentaba el
propio Horacio, tal y como se da cuenta también a lo largo de la presente
cuestión. Todo ello era fácilmente advertible y cognoscible a partir de los
estudios y análisis unánimemente recomendados, para que Marín -con tal
información- pudiera tomar las medidas adecuadas al tratamiento de Horacio,
ya sea modificando las drogas prescriptas y/o sus dosis, o suspendiéndolo
temporariamente, o aun prescribiéndole estudios adicionales y/o
complementarios, o hasta para derivarlo a algún (otro) especialista. Es decir,
tal y como está redactado en la imputación, al apartarse irrazonable y
negligentemente de la "buena práctica médica" en lo referido al tratamiento
con psicofármacos, Marín se privó de conocer las alteraciones de sus
funciones orgánicas (generación de trombos, necrosis renal, isquemia de
miocardio), y la impredecible concentración de tales drogas en sangre (que no
metabolizaban correctamente -trombos-, que tampoco podía excretar
correctamente -necrosis de epitelios tubulares- o que los valores de calcio y
sodio en la sangre, cuya baja producen los psicotrópicos prescriptos, también
podía acarrearle mayores y futuros problemas), y de ahí la imposibilidad de
planificar su tratamiento o incluso prever los cambios conductuales que
pudieren percibirse en Eyssatier. Si a todo ello le sumamos, que en los últimos
4 años -justamente cuando le modificó el tratamiento y el psicofármaco- las
consultas -según Marín- se hicieron más esporádicas, la falta de registros en
los que dicho profesional pudiere llevar ordenada y detalladamente un
historial clínico personalizado de aquel, le impidieron también evaluar y
comparar sus cambios evolutivos (físicos, psíquicos y orgánicos) durante todo
el período de tratamiento -6 años- para así cumplir incluso -y también- con las
buenas prácticas (médicas) de prescripción. Lo verdaderamente paradojal del
caso, que muestra también la displicencia profesional de Marín -por lo menos
respecto del joven Eyssartier- fue que ni siquiera siguió la "buena práctica
médica" en las recomendaciones que le daba a su paciente, ya que quien se
presentaba, y se presentó en el juicio como un profesional de la salud mental,
no siguió ni siquiera las más elementales pautas que para todo tratamiento
psiquiátrico recomiendan las Leyes de Salud Mental Nacional (Nº 26.657) y
Provincial (Nº 8.806), cuando en el art. 7.d de la primera se le reconoce al
paciente el "derecho" de "recibir tratamiento y ser tratado con la alternativa
terapéutica más conveniente, que menos restrinja sus derechos y libertades,
promoviendo la integración familiar, laboral y comunitaria"; mientras que el
art. 2 de la segunda establece también que "Toda persona que padeciera
sufrimientos en su salud mental tiene derecho a recibir tratamiento médico-
psicológico. (…) Entre las alternativas terapéuticas conducentes al fin
propuesto se privilegiarán las que menos restrinjan la libertad del paciente y
menos le alejen de su núcleo familiar y comunitario". Todo lo contrario a lo
recomendado por Marín, si recordamos lo relatado por sus familiares y amigos
(su padre, su hermano y sus amigos Javier Correa y Mariano Damián Elías)
respecto de cómo Horacio se iba aislando cada vez más, por recomendación
de su propio médico: "de repente, nos dijo que ya no podía juntarse más con
nosotros", refirieron sus amigos de la infancia. En definitiva, Marín -como
médico tratante- nunca se hizo cargo del riesgo que introdujo en su paciente al
prescribirle los psicofármacos citados, sin ningún tipo de otra recomendación
y/o estudio, y sin conocer su estado general de salud y su capacidad orgánica
para recibirlos y metabolizarlos correctamente; poniendo siempre como
excusa que la dosis era baja, que no se trataba de un tratamiento para epilepsia
y que, si no estaba de acuerdo, Horacio podía cambiar de médico. Los
primeros dos argumentos -entiendo- han sido echados por tierra por los
mismos peritos intervinientes, y el segundo parecería ser de orden
contrafáctico, implicando que "si Horacio seguía el tratamiento es porque le
hacía bien, de otra forma hubiese buscado otro médico"; lo cual resulta de una
frivolidad sorprendente, habiendo sido ejemplificado no solo por los
familiares de Horacio, sino por las palabras de cierre del debate pronunciadas
por el propio Marín, el grado de familiariedad, confianza y dependencia que
aquel tenía con su médico. No puede perderse de vista que en general, los
destinatarios de los servicios profesionales (médicos) -y Horacio Eyssartier lo
era- ponen una especial confianza en los conocimientos del profesional y en la
adecuada puesta en práctica de las recomendaciones y/o tratamientos
indicados; es decir, que existe una confianza específica en que prescribirá
correctamente las dosis de medicamentos y/o de que examinará correctamente
al paciente; y también una confianza -que podríamos llamar- "cualificada" de
esas terceras personas en su profesional tratante, por cuanto en su propia
génesis se halla la asunción por éste del cuidado del paciente, sobre todo
porque dicho cuidado goza de una protección estatal, ya que -como vimos- es
el Ministerio de Salud de la Provincia quien otorga las matrículas y, con ello,
autoriza el ejercicio de la profesión de médico y de sus especialidades, en
virtud de una presunción de conocimiento de determinadas materias y dominio
de ciertas técnicas. Un último argumento esbozado por la defensa respecto a
que una situación de estrés pudiera haber provocado el estado convulsivo que
llevó a la muerte a Horacio, en función de las discusiones que los testigos
Irma Antonia Volpe, Julio Martín Moreira y Jorgelina Moreira declararon
haber escuchado desde su patio lindero, aquel 31/12/2012, también -a mi
criterio- debe ser refutada, puesto todos ellos dijeron que tales discusiones
eran habituales, sin señalar que ésta haya tenido ninguna particularidad, o
siquiera una virulencia inusual, respecto de cualquiera de las anteriores, por lo
que no lo considero un cuadro relevante como para que haya contribuido
sustancialmente a la muerte de Horacio. En definitiva, entiendo que de
acuerdo a las probanzas indicadas, valoradas a través de la sana crítica
racional, ha quedado certera y materialmente comprobado este último hecho
atribuido al imputado, y que éste, con su conducta, contribuyó sustancialmente
-tal cual la imputación- al desencadenamiento de la muerte de Horacio
Eyssartier, cuestión por la que fue concretamente acusado en la audiencia de
debate, ..."

Ingresando al segundo agravio propuesto por la Defensa técnica de Marín - B)


improcedencia de la inhabilitación impuesta en referencia al ejercicio de la
profesión de psicólogo-, entendiendo la Defensa que el sentenciante se
extralimitó.

Corresponde partir de lo expuesto por el Dr. Cánepa, así dijo: "...una de las
normas infringidas por Marín (art. 84 CP) prevé la imposición de una
inhabilitación especial por un plazo que va de 5 a 10 años, entendiendo, en
función de las mismas premisas explicadas anteriormente, que ya el mínimo
cubre las expectativas de prevención general y especial invocadas, sobre todo
por cuanto la inhabilitación lo será para ambas profesiones -medicina y
psicología- ostentadas por el acusado, lo que implica desde ya un período
prolongado de inactividad de aquellas ocupaciones que conforman su sustento
económico personal y, presumiblemente, también familiar."

Del contexto probatorio, surge y así lo expresó el Dr.Cánepa, que Marín


comenzó tratando psicológicamente a Eyssartier. Terapias en las que
suministraba herramientas para hacer frente a situaciones de la vida "...los
consejos que Marín le daba a su paciente Eyssartier que se reflejaron en las
decisiones que éste último tomó en vida, como irse a vivir solo y alejarse de su
grupo de amigos de la infancia".

Entiende Creus, que la inhabilitación sólo es aplicable respecto de las


actividades legal o reglamentariamente reguladas, ya sea para su habilitación,
siendo éste el caso de actividades profesionales como las que nos ocupan.

En el contexto reseñado en el plenario, resulta imposible escindir las prácticas


desplegadas por Marín sobre Eyssartier a quien asistía profesionalmente desde
la terapia (psicólogo) y con medicación (diagnóstico "Trastorno de la
personalidad no especificado" [301.9] según el DSM IV de la American
Osychiatric Association y medicándolo con Valproato de Magnesio -Logical
400mg- para la deshabituación a la benzodiacepina y excepcionalmente
clobazam -Karidium-); siendo el resultado una consecuencia de esas
conductas conjuntas, por lo que resulta pertinente la inhabilitación en ambas
actividades, dado que el ejercicio de las mismas en simultáneo y
contemporáneamente desembocaron en la introducción de riesgos -no
monitoreados conforme las buenas prácticas-.

Vale señalar, que durante el proceso se acreditó que Marín diagnosticó y


medicó a Eyssartir, tenía conocimiento de las descomposturas y frente a ello
recibían como respuesta un turno para una entrevista psicológica,
manteniéndose siempre la medicación.

Concluyendo, entiendo que resulta aplicable la inhabilitación respecto de


ambas profesiones, porque los riesgos no autorizados creados por el imputado
provienen del ejercicio abusivo de ellas y se encuentran vinculados
estrechamente al hecho criminoso.

En referencia al tercer agravio sostenido por la Defensa técnica de Marín- C)


denegación de la peticionada suspención de juicio a prueba respecto a hecho
tipificado bajo la conducta descripta por el tipo penal del art.247 C.P.-,
entiendo que el sentenciante dio amplio tratamiento en el desarrollo de la
primera cuestión, voto que comparto.

En el caso, como ha sido advertido de la revisión integral del proceso, el


ejercicio ilegal de ambas profesiones -psiquiatría y psicología- y el homicidio
culposo tienen un mismo sujeto activo -Marín- de allí la conexión subjetiva, e
incluso Eyssartier es sujeto pasivo de ambas conductas. Las causas se
iniciaron a raíz de la denuncia de Horacio Eyssartier -padre de la víctima- y
dispuesta la acumulación de los procesos, no existió oposición alguna de las
partes en aquella oportunidad. Además, la Defensa peticionó la suspensión del
juicio a prueba en forma parcial -solo abarcativa de uno de los delitos
concursados-, lo que mereció la oposición fundada de la Fiscalía y la
desestimación por el Juez luego de la valoración y fundamentación en el caso
concreto.

Asimismo, es de resaltar que el caso de concursos se encuentra


especificamente legislado por el art. 76 bis segundo párrafo "En los casos de
concurso de delitos, el imputado también podrá solicitar la suspensión del
juicio a prueba si el máximo de la pena de reclusión o prisión aplicable no
excediese los tres años" -caso Zair STJ-; derecho del que no hizo uso ni
petición Marín.

Además, corresponde tener presente el criterio Jurisprudencial sostenido en el


precedente "GIMENEZ, NESTOR M. - VILCHES, OSMAR A. s/ TENT. DE
ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA DE FUEGO Y OTS.
RECURSO DE CASACION".- (Expte.Nº 3431, L. III, pág. 185 Año 2009)
"...En definitiva, siendo el dictamen fiscal fundado, la Cámara no ha incurrido
en vicio alguno al dotarlo de validez y resolver en función del mismo, por lo
que corresponde, rechazar el recurso materia de agravio.- Sin perjuicio de lo
expuesto, reiterando que no es materia de agravio, es preciso señalar que se
comparte la apreciación efectuada por el Señor Procurador General a fs.
513/515, cuando señala (a modo de "obiter dictum") la incoveniencia de
separar en la forma que se ha hecho, la imputación dirigida al sospechoso
NESTOR M. GIMENEZ mediando concurso real, a propósito de otorgar la
probation por algunos hechos y rechazarla por otros.- " Voto de la
Dra.Mizawak, al que adhirieron los Dres.Chiara Díaz y Carubia.

En cuanto al agravio interpuesto por el representante de la querella, Dr.


Rodriguez Allende, en lo estrictamente pertinente al monto de la pena
aplicable, debo señalar, conforme lo ya dicho en referencia a la pena por esta
Sala en el precedente "ROGNONI, DIEGO ENRIQUE - AMENAZAS,
DESOBEDIENCIA JUDICIAL, HURTO SIMPLE, ROBO SIMPLE,
VIOLACION DE DOMICILIO Y ROBO CALIFICADO S/ RECURSO DE
CASACION" EXPTE.N° 25/18 - SENTENCIA Nº 16- 13/03/19- (voto del Dr.
Perroud) el que me permito transcribir parcialmente "La individualización de
la pena impone la tarea de establecer cuál es la dosis de poder punitivo que
corresponde ejercer en el caso concreto, cuyo destino es la persona como ser
individual y que importa quitarle un trozo de vida, si por ello entendemos al
menos privarlo del disfrute de libertad plena, de la cual no podrá gozar durante
la condena.- La individualización de la pena consiste, siguiendo a Ziffer, en la
fijación por el Juez de las consecuencias jurídicas del delito.- ... La elección
del quantum, por ello, no es un dato intrascendente sino muy por el contrario
tan importante como la afirmación de la culpabilidad y de tal modo, las
circunstancias que se tuvo en miras al decidir la pena deben ser explicitadas
para permitir el adecuado conocimiento de las partes al respecto y el control
de la fundamentación en la Alzada si correspondiere.- ...Respecto de los
arts.40 y 41 la CSJN ha dicho que "...no se trata de un mero cálculo
matemático o una estimación dogmática, sino de la apreciación de los aspectos
objetivos del hecho mismo y de las calidades del autor, que permitirá arribar a
un resultado probable sobre la factibilidad de que el sujeto vuelva o no a
cometer un injusto penal. No es una limitación a la facultad del juez para
analizar y decidir sobre aquellos aspectos que les han sido sometidos a su
conocimiento, sino de ajustar la elaboración judicial a pautas ordenadoras a
tener en cuenta al momento de fallar." Fallos 320:1463.- En Maldonado y en
Gramajo, hicieron remisión al precedente antes señalado, pero sin incluir en la
fórmula las "cualidades del autor" que se asociaba a la peligrosidad.-
...También ha sostenido la Corte que "La medida de la pena no puede exceder
la del reproche que se le formule a la persona por haber escogido el ilícito
cuando tuvo la posibilidad de comportarse conforme a la norma, o sea, que la
pena debe ser proporcional a la culpabilidad de autor, y esta culpabilidad se
determina según el ámbito de audeterminación que éste haya tenido para
ejercer su conciencia moral en la concreta situación en que hubiese actuado y
en relación a sus personales capacidades para esa circunstancia" (CSJN,
07/12/2.005, M., D.E. y OTRO S/ ROBO AGRAVADO).- La CIDH por su
parte también ha fijado, al menos pautas básicas sobre dosificación de las
sanciones penales. El Tribunal ha expresado que en todos los casos se debe
individualizar la pena de conformidad con las características del delito -que
permitan fijar su particular gravedad- y la participación y culpabilidad del
acusado (Casos "Hilaire, Constantine y Benjamín y otros vs. Trinidad y
Tobago" sentencia de 21/06/2002. Serie C No. 94, párr. 106; "Caso Raxcacó
Reyes vs. Guatemala" sentencia de 15/09/2005, párr. 68. y "Boyce y otros vs.
Barbados" sentencia de 20/11/2007, párr. 50).-...Señalado el marco que debe
ser tenido en cuenta como norte para la resolución del caso y coincidiendo con
Hörnle en cuanto sostiene que "Un sistema jurídico penal que prevea un
control ilimitado de la corrección de la medición de la pena es poco menos
que inconcebible. Ya por razones teóricas, las inevitables inseguridades en la
valoración de procesos cuantificadores excluyen la cognoscibilidad y la
revisabilidad de una única pena puntual correcta."… "esta vinculación
material específica en el ámbito de la medición de la pena sólo existe para el
juez de Casación, no para el juez que conoce en primer instancia, cuya tarea es
optar por un pena concreta individual. Dado que, desde la perspectiva de la
elaboración, el contexto de decisión es completamente distinto al de la
perspectiva de control, desde las manifestaciones del tribunal de casación no
puede desarrollarse una teoría de la medición de la pena, inmediatamente
trasladable al juez que juzga en primera instancia", (Tatjana Hörnle, "La
concepción anticuada de la culpabilidad en la jurisprudencia y doctrina
tradicionales de la medición de la pena"),...".

Así, corresponde adentrarme, a verificar la plausibilidad o no de los agravios


expuestos en torno a la imposición de pena dispuesta por el sentenciante al
encartado Marín.

El Juez, al tiempo de decidir el quantum sancionatorio, ingresó a la escala


prevista en forma abstracta (uno a seis años -arts. 84, 247 y 55 C.P.) por el
mínimo -así lo señaló- es decir (un año). Luego refirió en forma específica y
detallada diversos aspectos, a los que consideró agravantes y atenuantes (arts.
40, 41 C.P.), concluyendo en la construcción del monto que aplicó (tres años
de prisión de cumplimiento condicional; inhabilitación especial por cinco años
para el ejercicio de la medicina y de la psicología y reglas de conducta por el
período de la condena).

El querellante, sostiene que el Juez para llegar a la condena impuesta a


Marínrealizó una correcta evaluación en cuanto a los agravantes y atenuantes,
considerando errónea la ponderación que efectuó de los agravantes,
entendiendo que el grado de culpabilidad y la gravedad del hecho es de tal
magnitud que supera el monto de tres años que permite la modalidad
condicional.

En concreto, el querellante no se disconforma con las atenuantes evaluadas y


valoradas, tampoco señala ni en su escrito ni en la audiencia, la existencia de
otras agravantes diferentes a las consignadas por el sentenciante, su agravio se
limita a la ponderación que de ellas realizó el Juez.

Tampoco aduce razones, por las que considere que en el caso concreto la pena
condicional y las normas de conducta impuestas resulten insuficientes.

Asimismo, tanto en su escrito promocional y apertural del recurso como en la


audiencia, no efectúa crítica concreta alguna. Se dedica ha transcribir y/o
referir lo dicho por el Juez concluyendo que el quantum debe ser mayor, sin
efectuar precisiones en las que apoye su postura. Así, el recurso deviene en
una mera disconformidad, basado en una diferente y subjetiva valoración de
las mismas agravantes, sin asumir cabalmente la refutación de los argumentos
que llevaron al magistardo a establecer el monto y modalidad de la pena
impuesta.

En síntesis, cerrando la primera cuestión, entiendo que ambos recursos deben


ser rechazados conforme los argumentos precedentemente desarrollados.
Imponiéndose la confirmación de la pieza sentencial, tal como fuera
peticionado por la representante del Ministerio Fiscal Dra. Cattáneo. Así
voto.-

El señor vocal Dr. Dario G. Perroud, expresa su adhesión al voto precedente.

En igual sentido el Vocal Dr. Anibal Lafourcade adhiere por análogas


consideraciones.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PROPUESTA, LA VOCAL GALLO, DIJO:

En relación a las costas y atento el resultado al que se arribara, corresponde


imponerlas al vencido en el proceso -condenado Marín- (arts.584, 585 y
ccdtes.del C.P.P.).

En cuanto a los honorarios, el Dr. Rodriguez Allende ha presentado escrito


solicitando su regulación por la intervención que le cupo en esta etapa
procesal de casación en su calidad de abogado representante del querellante
Eyssartier.

Al respecto, el trabajo a justipreciar se refiere al escrito interponiendo el


recurso -fs.866/878- y su intervención en la audiencia mediante
videoconferencia en fecha 26/11/19, no siendo receptado el agravio por esa
parte sostenido. Conforme ello, y teniendo en cuenta lo normado por la Ley
7046 en su art.97 inc.5) y art.588 del C.P.P., estimo justo y razonable regular
la cantidad de 25 juristas, equivalentes a quince mil quinientos pesos
($15.500-) toda vez que el valor del jurista asciende a -$620- conforme Res.
Nº 2947 de Caja Forense.

No se regulan honorarios a los Sres Defensores por no haber sido petición -art.
97 inc.1º de la Ley 7046-. Así voto.

El señor vocal Dr. Dario G. Perroud, expresa su adhesión al voto precedente.

En igual sentido el Vocal Dr. Anibal Lafourcade adhiere por análogas


consideraciones.

No siendo para más, se da por finalizado el acto, y por los fundamentos


expuestos, queda acordada por unanimidad la siguiente:
SENTENCIA:

I- NO HACER LUGAR a los Recursos de Casación interpuestos por la


Defensa técnica del Sr. Marín y del Querellante Eyssartier; contra la Sentencia
dictada en el marco de estos actuados en fecha 01/02/19 (fs.700/851), por el
Tribunal de Juicios y Apelaciones Nº3 de la ciudad de Paraná, en
consecuencia, SE CONFIRMA.-

II- DECLARAR las costas a cargo del vencido Marín,(arts.584, 585, 587 y
ccdtes.del C.P.P.).

III- REGULAR honorarios profesionales al Dr. Rodriguez Allende en 25


juristas -equivalentes a quince mil quinientos pesos ($15.500)- (valor del
jurista $620 conforme Res. Nº 2947 de Caja Forense).

IV- TENER PRESENTES las reservas del caso federal interpuestas por ambos
recurrentes y ante la corte interamericana de derechos humanos por el
querellante.

V- PROCEDASE a hacer entrega al encausado Marín de copia íntegra del


presente acto sentencial.

VI- PROTOCOLÍCESE, notifíquese y, oportunamente, devuélvase la presente


causa al Tribunal de origen.
SILVINA I. GALLO DARIO G. PERROUD ANIBAL LAFOURCADE

VOCAL VOCAL VOCAL

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