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(CENTRO MEDICO
PAITILLA, S. A.), SONIA PORTILLO H., XIOMARA R. DE
ROVIRA, RAMÓN CRESPO BERGES, ROBERTO ENRIQUE
MALEK BOURDETT Y BRENDA VIDAL VALLADARES DE
MALEK RECURREN EN CASACIÓN EN EL PROCESO
ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA QUE ROBERTO ENRIQUE
MALEK BOURDETT Y BRENDA VIDAL VALLADARES DE
MALEK LE SIGUEN A CLÍNICAS Y HOSPITALES, S. A.
(CENTRO MEDICO PAITILLA, S. A.) Y OTROS. MAGISTRADO
PONENTE: JOSÉ A. TROYANO. PANAMÁ, TREINTA Y UNO (31)
DE JULIO DE DOS MIL (2000).
ANTECEDENTES
De acuerdo a las constancias del proceso, los señores ROBERTO ENRIQUE MALEK y
BRENDA VALLADARES DE MALEK, actuando en sus propios nombres y en
representación de su menor hijo ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES, el día 2
de octubre de 1990, presentaron ante el Juzgado de Turno, correspondiéndole luego de
reparto al Juzgado Séptimo del Circuito, demanda ordinaria de mayor cuantía en contra de
CLINICAS Y HOSPITALES, S. A.; y los Doctores RAMON CRESPO BERGES; SONIA
PORTILLO H. y XIOMARA M. DE ROVIRA, a fin de que fuesen condenados a pagarle a
los demandantes, la suma de B/.850,000.00 por razón de los daños y perjuicios materiales y
morales, sufridos por ocasión de la negligencia médica en que incurrieron los demandados
en la proyectada operación de adenoides que debió efectuarse al menor Roberto Enrique
Malek en el Centro Médico Paitilla.
De acuerdo a los demandantes, tanto el Hospital Centro Médico Paitilla como los Doctores
Ramón Crespo Berges, Sonia Portillo y Xiomara Meneses de Rovira incurrieron en una
actuación imprudente y negligente en el cumplimiento de sus obligaciones médicas y
profesionales para con el menor Roberto Enrique Malek Valladares y esa actuación
irresponsable produjo graves daños y perjuicios, materiales y morales, al menor y a sus
padres.
Efectuado el traslado de la demanda la misma fue contestada por los demandados quienes
negaron los hechos fundamentales de la reclamación impetrada.
Concluidas las fases pertinentes del proceso ordinario, correspondióle al Juez Séptimo del
Primer Circuito Judicial de Panamá, Ramo Civil, dictar la sentencia N° 26 de 15 de abril de
1996 (Tomo VIII, fs. 3870-3992), por la cual CONDENA de manera solidaria a
CLINICAS Y HOSPITALES, S. A. (Centro Médico Paitilla); al doctor RAMON CRESPO
BERGES; y a las doctoras SONIA PORTILLO H. y XIOMARA M. DE ROVIRA, a
pagarle a los demandantes la suma de B/.21,592.68 en concepto de daños y perjuicios
materiales y la suma de B/.200,000.00, en concepto de daños y perjuicios morales, así
como también el pago de las costas que fueron fijadas en la suma de B/.22,159.68.
La referida sentencia fue apelada por todos los demandados y una vez surtidos los trámites
procesales, el Primer Tribunal Superior de Justicia, previo un análisis del origen del
proceso y de las argumentaciones de las partes, profirió la sentencia de fecha 5 de agosto de
1998 (fs. 4257-4303), mediante la cual REFORMA la sentencia N° 26 de 15 de abril de
1996, dictada por el Juzgado Séptimo del Circuito de lo Civil en el sentido de variar la
condena en concepto de daños y perjuicios morales, la cual redujo a la suma de
B/.100.000.00, así como las costas de primera instancia que se fijaron en B/.18,409.26,
declarando además, no probadas las excepciones de improcedencia en la reclamación y de
caso fortuito que habían sido alegadas en segunda instancia.
Es contra esta sentencia que, tanto la parte demandante como los demandados
individualmente, han interpuesto recurso de casación que la Sala se avoca a analizar de
manera separada.
PARTE DEMANDADA
Y XIOMARA DE ROVIRA
Según las casacionistas, la sentencia infringió el artículo 769 del Código Judicial y los
artículos 1101, 986, 1644a y 1644 del Código Civil.
Señalan las casacionistas en esta primera causal, que el Tribunal Superior, sin que exista
contrato alguno, dió por probada su existencia, incurriendo en error al reconocer un hecho
que no existe ni consta en el proceso.
Traemos esto último a colación por cuanto se advierte que la sentencia de primera instancia
reconoció la existencia de un contrato consensual, por un lado, entre el médico cirujano que
intervino y los padres del menor, y por otro lado, entre las anestesiólogas y los padres del
menor, quedando de relieve y probado un acuerdo de voluntades, no escrito, con los
profesionales mencionados, relación ésta de la que nace el contrato al cual hace referencia
la sentencia recurrida del Tribunal Superior.
Para mayor claridad, transcribimos una de las reflexiones que sobre este aspecto de la
contratación expuso la sentencia de primera instancia:
"De otro lado, tampoco se puede alegar que la presente reclamación era
improcedente por cuanto primero tenía que procederse por la vía penal y
obtenerse una sentencia penal condenatoria, dado que la parte actora no está
reclamando daños y perjuicios por la comisión de un delito. Los daños que
reclama la parte actora son por culpa o negligencia en la ejecución de un
contrato y no existe norma alguna que obligue a obtener previamente una
sentencia penal en estos casos." (F.4,302)
En cuanto a la documentación que consta de fojas 251 a 258, según el recurrente fueron
ignoradas completamente por el Tribunal ya que en ellos consta la relación contractual
entre Clínicas y Hospitales, S. A. y la Sociedad de Anestesiólogos, S. A. con lo que se
demuestra que las demandadas Xiomara de Rovira y Sonia Portillo eran subordinadas de
esta sociedad que fue la que contrató la prestación del servicio a los padres del menor,
agregando además, que esta sociedad no fue demandada.
En efecto, de las pruebas antes mencionadas se desprende que quien contrata con Clínicas y
Hospitales, S. A. la prestación del servicio de anestesiología es la Sociedad de
Anestesiólogos, S. A., quien a su vez ejecutó el servicio para los padres del menor a través
de las anestesiólogas Xiomara de Rovira y Sonia Portillo a quienes el Tribunal Superior, al
igual que el Tribunal de Primera Instancia, consideraron directamente responsables de los
perjuicios causados a los demandantes y ello, contrario a la opinión del recurrente, previo
análisis y valoración de las pruebas existentes en el proceso, incluyendo la que alega no
fueron tomadas en cuenta, lo que es infundado pues, repetimos, el Tribunal de Primera
Instancia valoró estas pruebas que fueron luego consideradas por el ad-quem, como
pasamos a ver.
Para la Sala es claro que estamos en el presente caso frente a responsabilidades directas e
indirectas de las que se debe responder. Las primeras a no dudarlo, corresponden a quienes
ejecutaron directamente los hechos negligentes que causaron el daño, es decir, a las
doctoras DE ROVIRA y PORTILLO y las segundas, esto es, las indirectas, corresponden a
las personas a nombre de quienes actuaron, es decir, a la Sociedad de Anestesiólogos, S. A.
siempre y cuando se pruebe en el proceso el grado de responsabilidad en que incurrió.
Pero es del caso, que en el presente proceso la persona jurídica antes referida ni siquiera fue
demandada, por lo que mal podría la sentencia referirse a ella. No obstante, el hecho de que
la demanda no se haya incoado en contra de esta sociedad, ello no implica que las
demandadas DE ROVIRA y SONIA PORTILLO, demostrada su responsabilidad directa y
negligente, no puedan ser condenadas a pagar los daños y perjuicios que causaron, tal como
lo dispone el artículo 986 del Código Civil, que dice:
Hacemos alusión a esta norma que en nuestra opinión fue aplicada correctamente en la
sentencia, contrario a la opinión del recurrente quien alega además, que se omitió la
aplicación del artículo 1644 relativo a la responsabilidad extracontractual cuando en
concepto de la Sala esta norma no es de aplicación ya que si bien las anestesiólogas, a título
personal, no suscribieron ningún contrato con los demandantes, la intervención que
desplegaron antes y durante la operación fue con conocimiento de los demandantes pues la
intervención de ellos era imprescindible y dicha intervención causó daños de los cuales
deben responder de acuerdo al Tribunal Superior, y ello es así pues se generó una
responsabilidad contractual que deriva del contrato consensual celebrado verbalmente, que
en el caso de los profesionales de la medicina, por la propia naturaleza de las obligaciones
que encierra, siempre subyace aunque no exista un contrato escrito entre el médico y el
paciente.
La existencia del referido contrato médico quedó claramente expuesto en la sentencia del
Juez a-quo, sentencia que como ya quedó expresado fue avalada por el fallo del Tribunal
Superior, que la Sala comparte cuando la primera de las sentencias, respecto al punto
debatido, aclara la situación de la relación contractual indicando:
1) Las partes, es decir, el menor y sus padres y las demandadas no se conocieron a través
del hecho dañoso. Está probado que previa a la operación, las anestesiólogas conocieron al
menor al hacerle, de manera no adecuada, y de manera negligente, una evaluación pre-
anestésica, de acuerdo a los informes periciales que militan a foja 895 (Tomo II) del
cuaderno de pruebas de la parte demandante. Igualmente, de acuerdo a las declaraciones
rendidas por la señora Malek (fs. 1371-1393), ella conocía a la Doctora Portillo antes de
iniciarse la operación;
En adición a lo anterior, a fojas 439 del Tomo I del expediente, consta la manifestación del
Dr. Ramón Crespo, uno de los demandados, manifestación realizada en la diligencia de
Inspección y reconstrucción de los hechos en la que también estuvieron presentes las
doctoras ROVIRA y PORTILLO, y en la que se da cuenta del conocimiento que tuvo del
paciente a quien le prestaría sus servicios. En este sentido manifestó el Dr. Crespo, lo
siguiente:
"...el niño llegó al salón de operaciones, es más, desde que el niño llegó al
hospital, porque llegaron tarde los familiares a la hora que se le había
puesto, yo entré con el niño al salón de operaciones, en todo ese proceso le
dije a la Dra. PORTILLO de quién se trataba y le di una historia breve de
quién y qué eran los antecedentes que me había dado el familiar de este
niño, así que eso quedó, yo le comenté a ella esos hechos..."
Luego entonces bajo estos parámetros, la Sala tiene que descartar que los daños
ocasionados surgieron de una responsabilidad extracontractual, sino todo lo contrario.
Por otra parte, también señala el casacionista en esta causal que la sentencia del Primer
Tribunal Superior dio por probada la existencia de un daño moral causado tanto al menor
como a sus padres, sin que en el expediente conste ninguna prueba de que las demandadas
causaron daño moral a los demandantes.
A todo lo largo de la sentencia recurrida, respaldada por las constancias procesales, quedó
demostrada la negligencia con que actuaron todos los médicos demandados que
intervinieron en la operación, de donde surge la responsabilidad solidaria de reparar el daño
causado.
A tales efectos, a fojas 1371-1393 consta además la declaración de los señores Roberto
Malek y Brenda de Malek, declaración en la que se aprecia la incertidumbre, preocupación
e intranquilidad familiar en la que se vieron envueltos los demandantes y su hijo por razón
de los resultados de la operación a que éste fue sometido y en la que se le originó el daño
causado, daños que quedó plenamente demostrado tal cual consta, entre otros, en la
documentación que milita a fojas 154, 156, 2356, 2373 a 2391, y el informe de peritos que
consta de fojas 985 a 987 del expediente.
Si bien algunos autores consideran que habiéndose demostrado el daño material causado en
la víctima, no se requiere probar el daño moral, para otros, en cambio, el daño moral no se
presume y su reconocimiento requiere por lo menos prueba de indicios, que en el caso sub-
júdice, lo constituyen los suficientes elementos probatorios con que se acreditó el daño
causado a la víctima (el menor), así como la relación de parentesco de esta con los
demandantes lo que hace concluir a la Sala, la existencia de afectación crítica en la que se
vieron subsumidos, hechos éstos que en cualquier forma producen en el responsable del
daño moral la obligación de repararlo, obligación ésta que tiene fundamento en el artículo
1644a del Código Civil.
Después de analizados los elementos a que hace referencia la primera causal del recurso de
casación en el fondo, se concluye que la misma no se ha probado, así como tampoco la
violación a los artículos alegados.
En el primero y segundo motivos se alega que la acción interpuesta contra las Doctoras
Xiomara de Rovira y Sonia Portillo, al momento de presentarse la demanda (2 de octubre
de 1990) y de su notificación a las demandadas (26 de octubre de 1990) y la fecha en que
ocurrió el hecho y lo supo la agraviada (13 de octubre de 1989), la acción estaba prescrita
por haber transcurrido en exceso el término de 1 año que es el que contempla nuestra
legislación para reclamar daños y perjuicios cuando se trata de responsabilidad
extracontractual.
Pero además de ello, en el proceso existe, como ya lo analizamos con anterioridad, prueba
suficiente de aceptación por las propias anestesiólogas de su participación en la operación y
de la relación previa, que tuvieron con los padres del menor y con éste antes de la
operación, lo que pone en evidencia que se dio un servicio de anestesiología y que el
mismo fue consentido de manera directa por quien lo dio y por quien lo recibió. Así se
desprende de las pruebas aportadas al proceso y que fueron presentadas como
contrapruebas por las propias demandadas, y de los documentos que dan razón del servicio
de anestesiología prestado al menor Malek que forman parte de la cuadrícula del mismo,
visibles a fojas 151, 153, 154, 156, 1309, 1310, entre otras.
Aclarado lo anterior y partiendo del hecho de la existencia de una relación contractual entre
las demandadas y los demandantes y retomando el tema de la prescripción alegada por las
recurrentes, que según ellas fue indebidamente desestimada por el Tribunal Superior, la
Sala coincide con el análisis del ad-quem por cuanto que el término de prescripción
aplicable en el presente caso no corresponde al de las acciones por responsabilidad
extracontractual, es decir de áquellas que surgen de la culpa o negligencia de que trata el
artículo 1644 del Código Civil y que exige recurrir primero a la vía penal y obtenerse una
sentencia condenatoria, para luego, dentro de un año a partir de su ejecutoria, accionar por
la vía civil, como sugieren las recurrentes.
En opinión de la Sala la acción se presentó dentro del término legal para interrumpir la
prescripción de las acciones que se originan del incumplimiento de las obligaciones
contractuales, es decir dentro del término de siete años desde que ocurrió el hecho, término
que señala el artículo 1701 del Código Civil, aplicable al presente caso dado que no existe
señalado un término especial de prescripción, razón por la cual se reitera lo manifestado en
la sentencia recurrida al indicar que "... tampoco se puede alegar que la presente
reclamación era improcedente por cuanto primero tenía que procederse por la vía penal y
obtenerse una sentencia penal condenatoria, dado que la parte actora no está reclamando
daños y perjuicios por la comisión de un delito. Los daños y perjuicios que reclama la parte
actora son por culpa o negligencia en la ejecución de un contrato ..." (Fs. 4,302).
En el tercer y cuarto motivo el recurrente hace alusión a que el Tribunal Superior tampoco
aprobó la excepción de caso fortuito, negándose a aplicar las normas sustantivas civiles que
la regulan.
Sostienen que durante el proceso operatorio se dieron hechos sobre la condición y reacción
del menor que no se pudieron prever ni evitar y que pese a ello y de ser reconocidos por el
ad-quem, no reconoció la excepción alegada.
Sobre los hechos relativos al caso fortuito la sentencia de primera instancia manifestó:
"...se considera que, tal cual lo deja señalado el Juez A-Quo, estos últimos al
decidir continuar con el procedimiento de cirugía, que era electivo, pese a
que en el entendimiento de los mismos el paciente al serle inducidos los
gases anestésicos había experimentando "bradicardia y paro cardíaco",
actuaron de forma negligente, ya que, como también lo tiene afirmado el
Sentenciador primero, ante tal eventualidad, y tomando en consideración,
además, que se trataba de una cirugía electiva, el sano juicio aconsejaba
suspender el procedimiento quirúrgico, o bien, consultar con los padres del
menor sobre si debía o no seguirse el mismo (pues, no se puede dejar de
lado, que la responsabilidad civil, en el caso que nos ocupa, es de naturaleza
contractual, ya que ha quedado demostrado en autos que hubo entendimiento
entre los padres del menor y el doctor RAMON CRESPO BERGES para
que este último llevara a cabo la operación de adenoides en la CLINICA
HOSPITAL PAITILLA)." (Fs. 4298)
De lo expuesto se desprende con claridad que una cosa fueron los hechos sobrevinientes al
iniciarse la operación que podrían catalogarse de caso fortuito, como lo son que el menor
experimentó "bradicardia y paro cardíaco", situación ésta si se quiere imprevista, y otra que
a pesar de haberse dado estos hechos imprevistos e inevitables, aún así, y tratándose de una
cirugía electiva, es decir que podía perfectamente suspenderse sin peligro para el menor,
optaron los médicos continuar con la misma, causándole al paciente los daños que
originaron la reclamación que nos ocupa y que no tienen que ver con evento de naturaleza
fortuita, por lo que la Sala considera acertado el juicio de valor emitido por el Tribunal
Superior en cuanto a la responsabilidad que le atañe a los demandados por cuanto que como
bien lo indica el Autor y Profesor JAVIER TAMAYO JARAMILLO al tratar la fuerza
mayor, pero aplicable también al caso fortuito en relación con la culpa del obligado, hace la
siguiente distinción que la Sala igualmente comparte:
"CULPA ADICIONAL PERO INDEPENDIENTE DEL FENOMENO.
Normalmente se dice que, para que la fuerza mayor tenga poder liberatorio,
debe no ser imputable a culpa del agente; sin embargo, no se hace una
distinción que es importante, ya que, a veces, el fenómeno que constituye la
fuerza mayor puede ser imprevisible e irresistible y no ser imputable a culpa
del sujeto, pues ni en su causa ni en sus efectos hubo negligencia por parte
suya; mas a la producción del daño puede concurrir otra culpa de aquel,
independiente del fenómeno que se alega como fuerza mayor. En tales
casos, el demandado tampoco podrá liberarse de su responsabilidad..... En
este caso, será responsable aunque la fuerza mayor no le sea imputable ni en
su causa ni en sus efectos; esto es lógico, ya que el daño le es imputable
jurídicamente." (JAVIER TAMAYO JARAMILLO. "De la Responsabilidad
Civil". Editorial Temis, Bogotá, págs. 336-337)
Esta causal la fundamentan en cinco motivos y señalan como infringidos los artículos 770 y
967 del Código Judicial y los artículos 986 y 34d del Código Civil.
En este sentido, el Tribunal Superior realizó el siguiente análisis, tomando como referencia,
además, el juicio valorativo del Juez a-quo:
"Es importante anotar aquí, que el Juez A-quo deja aclarado "que ex profeso
se dejó pendiente la calificación de la conducta de los médicos para ser
calificada ahora en este punto", ya que dicha calificación como se recordará
quedó sin definir cuando fue abordado el tema N° 11 donde el Juez primario
sólo hizo manifestación en torno al segundo aspecto del mismo, es decir,
"que frente a la situación crítica que tuvo el paciente, el equipo médico actuó
diligentemente y con buen criterio, aplicando las técnicas y tratamientos
efectivos para superar y controlar las reacciones del organismo en el
paciente".
Ahora bien, antes de hacer el pronunciamiento sobre el tema en examen, el
Juez de la instancia inferior considera necesario, igualmente, "recordar que
la imprudencia es una conducta de manifestación positiva, consistente en la
acción que realiza el sujeto en circunstancia en que debía abstenerse o que al
realizarla, se aprecia que actuó de manera inadecuada, precipitada o
prematura. La negligencia se manifiesta como una conducta omisiva, que
contraviene las normas que imponen determinado comportamiento solícito,
atento y sagaz, es decir, que actúa con negligencia el sujeto que no toma las
debidas precauciones ante una circunstancia que la prudencia y el buen
juicio sugieren ese accionar".
Teniendo como norte la anterior premisa, el Juzgador de primer grado
estima que, contrario a la actuación desplegada por los galenos frente a la
crisis que experimentó el paciente al recibir la anestesia, existen claras
referencias en el expediente de que la conducta de estos últimos al decidir
"continuar con la cirugía" luego de que el menor ROBERTO ENRIQUE
MALEK VALLADARES presentara bradicardia marcada y paro cardíaco-
respiratorio "no fue la más adecuada".
Es más, en palabras del Juez A-quo, tal decisión es considerada como una
actuación "precipitada o prematura" por parte de los médicos tratantes del
menor ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES, si se toma en
consideración la opinión de reputados especialistas que intervinieron en el
peritaje N° 1, los cuales, al dar respuesta a la primera pregunta del
cuestionario, "contestaron de manera casi unánime, diciendo que se trata de
una cirugía electiva, que no pone el (sic) peligro la vida del paciente si no se
realiza".
Y es que, a juicio del Sentenciador del primer nivel jurisdiccional, la
decisión que asumieron los demandados de continuar con el procedimiento
podría haber tenido algún tipo de justificación en el supuesto de que el
cirujano ya hubiese "comenzado su labor de corte y extracción de los tejidos
y órganos afectados", pero no así cuando el imprevisto se presentó "antes de
haber cortado los tejidos u órganos afectados, entonces la prudencia y el
buen juicio aconseja la conveniencia de suspender el procedimiento".
Por todo lo anterior, el Juez de la primera instancia concluye este punto del
debate suscitado entre las partes declarando, enfáticamente, "que se
configuró una conducta imprudente de parte de los sanitarios cuando
decidieron continuar el procedimiento. Es decir, que hubo imprudencia y
negligencia de parte de los sanitarios cuando decidieron continuar el
procedimiento, muy a pesar de que tenía la impresión diagnóstica de que el
paciente había sufrido un paro cardíaco-respiratorio"." (Fs.4280-4282)
"Continuando con los puntos relevantes que se debaten en la presente
encuesta, tenemos que la definición del tercero de ellos es resaltado como
sumamente importante, de allí que se haga necesario, en el concepto del Juez
A-quo, escudriñar el amplio y complejo caudal probatorio traído por las
partes del proceso a propósito de establecer sí(sic) el menor ROBERTO
ENRIQUE MALEK VALLADARES al serle suministrado los gases
anestésicos presentó paro cardíaco respiratorio como lo alegan los
demandantes, o bien, como lo señalan los demandados en sus respectivos
escritos de contestación, "simplemente, lo que el paciente presentó fue una
bradicardia marcada o reflejo vagal".
La primera información que a juicio del Juez A-quo se da sobre este tercer
punto de discusión la trae la certificación o nota informativa suscrita por "las
propias anestesiólogas que participaron del acaecimiento, mismas que ahora
figuran como personas demandadas" (ver fojas 156-158 y también fojas
256-258), pues, luego de revisar el contenido de los referidos documentos
privados, advierte que tales demandadas "confesaron expresamente que el
menor Malek, una vez canalizada la vena "... presenta bradicardia
marcada..." y en párrafo separado declaran que, "A las 6:17 a.m. el paciente
presenta paro-cardíaco respiratorio...", lo cual demuestra que el paciente
sufrió primero, los rigores de la bradicardia marcada y poco después, paro
cardíaco-respiratorio".
Se ha de agregar que, en palabras del Juez de la primera instancia, no sólo
las Doctoras anestesiólogas que atendieron al menor ROBERTO ENRIQUE
MALEK VALLADARES el día 13 de octubre de 1989 dejan confesado lo
anterior, sino que, igualmente existe prueba en el expediente de que el otro
demandado que estuvo presente como médico cirujano del menor en
cuestión, o sea, el Doctor RAMON CRESPO BERGES también hizo lo
propio, cuando en nota informativa o certificación que milita a fojas 259-260
dejó señalado que "...posterior a la intubación presentó bradicardia y paro
cardíaco...", confesión ésta que fue hecha de manera consciente, reflexiva,
espontánea y razonada, casi ocho (8) días después de ocurrido el
acaecimiento, esto es, el día 22 de octubre de 1989".
Fuera de los documentos privados de los que se ha hecho mérito, en los que
se repite, a criterio del Juez A-quo, los médicos demandados reconocen o
confiesan que el menor ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES al
ser inducido a anestesia general "presentó bradicardia marcada y paro
cardíaco", se cuentan otros elementos probatorios de la misma naturaleza
que dan similar información, entre los que menciona: el documento privado
de fojas 261-262 suscrito por los Doctores FRANCISCO BRAVO y
KATHYA FERGUSON G., la nota o certificación de fojas 41 que aparece
firmada por el Doctor CESAR PINILLA CH. y la nota informativa del
Doctor JAVIER E. DE LEON, cuya lectura es legible a fojas 264 del
expediente.
Ahora bien, resulta necesario señalar, que el Juez del conocimiento en la
solución del punto tercero en estudio no se limitó a apreciar los comentados
elementos probatorios que lo llevaron a la convicción de que el menor hijo
de los demandantes "presentó bradicardia y paro cardíaco" al serle
suministrados los gases anestésicos, sino que, también su enjuiciamiento
valorativo abarcó otros medios de pruebas y contrapruebas destinados a
demostrar lo contrario, advirtiendo el Tribunal, en este sentido, que el Juez
A-quo presta especial atención al informe pericial que rindiera en su
momento la Doctora CARMEN BAES DE ULLOA, quien de manera
enfática deja consignado al dar respuesta a pregunta que le fuera formulada
"que bajo ninguna circunstancia el paciente presentó paro cardíaco
respiratorio".
En torno a dicho informe pericial, el Juez del grado inferior, reconociendo,
como cuestión previa, "que ciertamente viene basado en reglas y principios
científicos que orientan la especialidad o tema sobre el que se opina", lo
tilda, a renglón seguido, de incongruente, pues a su entender, el dictamen en
cuestión "no se ajusta a la realidad consignada en la Historia Clínica y otras
pruebas aportadas a este expediente, desde que las mismas anestesiólogas y
el cirujano tratantes del paciente han dejado consignado por escrito que la
inducción a la anestesia se inició a las 8:15 a.m. y a las 8:17 a.m. el mismo
presenta paro cardíaco-respiratorio", razón por la cual considera, "que la
opinión emitida por la perito no genera convicción suficiente para desvirtuar
lo consignado en las pruebas hasta ahora apreciadas y valoradas".
Es importante anotar, por último, en relación al punto de discusión en
estudio, que el Juez de la causa hace mención de que los galenos
demandados en declaraciones que posteriormente rindieron en el expediente
(ver fojas 941-978, fojas 1626-1645 y fojas 1664-1689) "se han retractado
de varias anotaciones que hicieran en esos documentos y no sólo eso, hoy
día confiesan que las notas o certificaciones informativas que a la sazón
extendieron no reflejan la realidad de lo que ocurrió", esfuerzo éste que, por
lo demás, a su juicio resultó del todo fallido. Esto es así, ya que en el
concepto del Juez A-quo, las declaraciones comentadas de ninguna manera
pueden "cambiar una realidad que quedó consignada por escrito, equivocada
o no, esa fue la impresión diagnóstica que se tuvo y aún cuando en gracia de
discusión se aceptara que ese diagnóstico no fue correcto, ello no cambia
para nada lo que se vivió al momento en que se suscitaron los hechos base
de esta controversia judicial. Hemos anunciado en esta misma sentencia que
con motivo de destacar posibles errores y omisiones consignados en las
anotaciones hechas por escrito, pueden surgir miles de explicaciones, pero
tales explicaciones parecen vanas, pues la Historia Clínica y varios
documentos que conforman este expediente, indican que la impresión
diagnóstica que tuvieron los médicos tratantes fue que el paciente presentó
paro cardíaco-respiratorio". (fs.4271-4274)
Finalmente, la Sala es de opinión que los peritajes y dictámenes fueron apreciados por el
Tribunal Superior en sí mismos y en relación con el resto de las demás pruebas aportadas al
proceso, dando como resultado, a manera de conclusión, que lo medular para determinar la
responsabilidad no es el haberse probado que el procedimiento de anestesiología utilizado
por las demandadas fue el correcto y que al menor lo rodearon algunos antecedentes
clínicos no comunes desde su nacimiento, sino que lo verdaderamente importante e
influyente para el caso, fue la determinación negligente e imprudente que tomaron las
demandadas frente a la situación crítica que sobrevino al paciente al momento de iniciarse
la operación de continuar con la misma a pesar de la reacción que presentó y del contenido
de su historial clínico y el de sus padres.
Por todo lo expuesto, la Sala estima que no se ha producido el error de derecho en las
mencionadas pruebas y se desestima la causal invocada.
Se señalan como infringidos, los artículos 770, 872, 873, 884, 889, 891, 904, 945 y 967 del
Código Judicial y los artículos 986, 988, 989, 990, 992, 1644 y 1644-A, del Código Civil.
Tanto la causal única invocada, así como la alegada infracción a disposiciones legales
adjetivas y sustantivas, la sustenta el recurrente en veinticuatro motivos, que en lo medular
se refieren a los siguientes aspectos:
1) Que el Tribunal Superior valoró indebidamente una serie de testimonios que daban fe de
que en ningún momento el menor Malek sufrió paro cardiaco ni hubo paro respiratorio al
momento de iniciarse la intervención.
3) Que el Tribunal Superior tampoco valoró como debía la historia clínica del menor, ya
que manifestó que la misma acredita que el paciente sufrió un paro cardiaco-respiratorio,
cuando ello no es así porque en el formulario de salida N° 45509 consta que el diagnóstico
fue "Hipersensibilidad a la anestesia" (F. 153).
4) Que el Tribunal Superior no valoró como ordena la ley, una serie de informes periciales
de médicos y especialistas que demuestran que el menor no sufrió paro cardiovascular, que
no hubo falta ni negligencia, que lo ocurrido fue una bradicardia, es decir una disminución
de la frecuencia cardíaca.
En primer lugar la Sala observa que al analizar el recurso de casación anterior, propuesto
por las demandadas, Doctoras De Rovira y Portillo, se refirió a la causal probatoria de error
de derecho en la apreciación de la prueba y en esa oportunidad, se analizaron las mismas
pruebas que ahora se tildan de indebidamente valoradas, por lo que sin entrar en mayores
detalles, se reitera lo manifestado por la Sala al tratar el mismo tema en el que se dejó
sentada la correcta valoración que, bajo la sana crítica, realizó el Tribunal Superior al
analizar algunas de las pruebas a las que ahora hace mención el recurrente, en conjunción
con otras pruebas aportadas al proceso y que determinaron la negligencia con que actuaron,
no sólo el Dr. RAMON CRESPO, sino también las Doctoras De Rovira y Portillo.
Es importante insistir que de acuerdo a la sentencia de primera y segunda instancia, para los
efectos de la negligencia y culpabilidad de los daños causados, no se suma a las reacciones
que tuvo el menor al aplicarse la anestesia que le produjo "bradicardia y paro cardíaco",
sino la decisión de los galenos de continuar con el procedimiento de cirugía pese a las
reacciones que experimentó el menor, conclusión a la que llegó el ad-quem "luego de
revisar el material probatorio que fue tomado en consideración en este sentido, en el que
debe recordarse, quedan incluidos, el historial clínico del menor ROBERTO ENRIQUE
MALEK VALLADARES y las certificaciones expedidas por los propios galenos ..." (Fs.
4297-4298).
Por otra parte, en cuanto a los daños que sufrió el menor hay que aclarar que el Tribunal
Superior reconoce "que el menor ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES ha
experimentado una recuperación sustancial" (f. 4302), pero ello no implica que hubo
ausencia de daño que debe ser indemnizado, razón por la cual el Juez ad-quem avala, de
manera expresa, la decisión del Juez de primera instancia al proferir condena en contra de
las demandadas ...", condena que tuvo su sustento en el análisis valorativo de las pruebas
que en base a la sana crítica lo hizo concluir de la siguiente manera:
Sobre estas pruebas, en especial sobre la prueba de la existencia de los daños evidentes que
experimentó el menor, el juzgador de instancia recogió las impresiones que a continuación
se transcriben:
Como se indicara anteriormente, no obstante que las condiciones de salud del menor
mejoraron, no puede por ello desconocerse que a raíz de la operación el menor fue afectado
tal cual lo informa el Doctor ROBERTO BENDAÑA (f. 1704) al rendir dictamen sobre la
Inspección Corporal que realizó y en el que indica:
La Sala se ha tomado el trabajo de analizar las pruebas a que se hace referencia en las
partes del fallo transcritas y que sirvieron de base a la sentencia del Tribunal Superior y no
tiene más que colegir que los supuestos errores que el recurrente le atribuye a las pruebas
que se estiman mal valoradas, no tienen fuerza suficiente para desvirtuar las conclusiones a
las que se llegó y por tanto se estima que el juzgador de segunda instancia no incurrió en
error de derecho en la apreciación de la prueba, ya que fueron valoradas de acuerdo a la
sana crítica, ni incurrió tampoco en la violación de los artículos citados por el recurrente,
situación que conlleva a desestimar la causal probatoria invocada.
RECURSO DE CASACION DE
CLINICAS Y HOSPITALES, S. A.
El recurso interpuesto es en el fondo y se invocan dos causales.
"PRIMERO: Con infracción del precepto legal sustantivo que establece que
los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan y sus
causahabientes, la sentencia atacada erróneamente condena a CLINICAS Y
HOSPITALES, S.A. por el cumplimiento de obligaciones que en ningún
momento asumió, desconociendo que las prestaciones de naturaleza médica
estaban a cargo exclusivo de los doctores RAMON CRESPO BERGES,
SONIA PORTILLO y XIOMARA DE ROVIRA, pues habían sido
contratados para estos efectos por los padres del menor ROBERTO
ENRIQUE MALEK para la práctica de una cirugía de adenoides.
SEGUNDO: La sentencia impugnada responsabilizó a CLINICAS Y
HOSPITALES, S.A. por los actos médicos ejecutados por los profesionales
independientes, doctores RAMON CRESPO, SONIA PORTILLO Y
XIOMARA DE ROVIRA, infringiendo así la regla legal que estatuye que
las obligaciones que nacen de los contratos sólo tienen fuerza de ley entre
las partes que lo han suscrito y deben cumplirse a tenor de los mismos.
TERCERO: Para condenar a CLINICAS Y HOSPITALES, S.A. por los
cargos que formulan los demandantes, la sentencia censurada sostuvo,
erróneamente, que existía una presunta responsabilidad solidaria por las
situaciones médicas que ejecutaron los profesionales de la medicina
RAMON CRESPO BERGES, SONIA PORTILLO y XIOMARA DE
ROVIRA, respecto a su paciente ROBERTO ENRIQUE MALEK, con lo
cual se violó el canon legal sustantivo que preceptúa que la concurrencia de
dos o más deudores no implica que cada uno de éstos debe prestar
íntegramente las cosas objeto de la misma, pues para que ésto tenga lugar, es
necesario que el carácter solidario de la obligación esté expresamente
determinado.
CUARTO: Con desconocimiento del principio legal que dispone que en las
obligaciones solidarias el acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los
deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente, la sentencia
recurrida, por error, atribuyó una responsabilidad solidaria a CLINICAS Y
HOSPITALES, S.A. por las actuaciones profesionales que ejecutaron los
médicos RAMON CRESPO BERGES, SONIA PORTILLO y XIOMARA
DE ROVIRA en relación con su paciente ROBERTO ENRIQUE MALEK,
pese a que entre esa entidad y los citados facultativos no existían vínculos
obligacionales de solidaridad.
QUINTO: Las anteriores infracciones incidieron sustancialmente en la parte
dispositiva de la sentencia impugnada."
(Fs.4451-4452)
En el apartado correspondiente a las disposiciones legales infringidas, el casacionista cita
los artículos 976, 1108, 1024 y 1031 del Código Civil.
En relación con este punto, la sentencia recurrida estimó (f. 4298) que acreditada la
negligencia y la obligación de pagar los daños causados por los Doctores RAMON
CRESPO BERGES, XIOMARA DE ROVIRA y SONIA PORTILLO, esta obligación y
consecuente condena es "extensiva, de igual forma, al establecimiento hospitalario donde
fue internado el menor ENRIQUE MALEK VALLADARES, o sea, CLINICAS Y
HOSPITALES, S. A. ..." y fundamenta su criterio en autores conocedores del tema, citando
especialmente los siguientes comentarios:
Por ello, la Sala comparte el análisis realizado en la sentencia de primera instancia respecto
a la responsabilidad de la demandada, cuando indica que "Clínicas y Hospitales, S. A. está
obligada a responder de los actos imprudentes en que incurrieron los sanitarios el día 13 de
octubre de 1989, desde que por una parte ofrecen el servicio de anestesia a través de una
sociedad que contrata con ellos y de otra parte, Clínicas y Hospitales, S. A. tiene la potestad
de ofrecer las instalaciones y demás facilidades hospitales (sic) a un grupo de médicos
escogidos y seleccionados por su prestigio, de modo que no cualquier sanitario tiene acceso
a las instalaciones de ese Hospital, únicamente pueden usarlas los médicos que la
administración ha reconocido y aprobado".
A no dudarlo, Clínicas y Hospitales, S. A. hizo uso de esa facultad de manera tácita dentro
del servicio hospitalario que prestó a los demandantes y lo jurídico es que responda junto
con los que de manera negligente causaron el daño ya que la intervención de estos últimos,
realizada en el hospital o centro médico en cuestión tuvo lugar gracias a la permisión de
Clínicas y Hospitales, S. A. que permite la participación de ellos en sus instalaciones
hospitalarias, que dicho sea de paso, cobró los servicios hospitalarios que prestó, como son
los medicamentos, enfermeras, anestesiología, etc., (f. 151-144) circunstancias éstas que sin
lugar a equívocos, ponen de relieve la existencia de la relación contractual entre las partes y
la responsabilidad que recae en Clínicas y Hospitales, S. A. en virtud de la culpa "in
elijendo" e "in vigilando" que tiene que asumir con respecto a los Doctores que
intervinieron y que es la demandada quien los escoge y permite ejercer la medicina en sus
instalaciones, lo que incluye no sólo al cuerpo de anestesiólogos, sino también al cirujano.
Sobre esta obligación que asumen los centros hospitalarios, para la mayoría de los autores y
entendidos en materia de responsabilidad médica, se traduce en una responsabilidad directa,
tal como nos explica el abogado Salvadoreño ROBERTO ENRIQUE RODRIGUEZ en su
monografía titulada "Responsabilidad en el ejercicio profesional: a propósito de la
denominada malpraxis médica.", en la que indica lo siguiente:
Por otra parte, también subsiste para Clínicas y Hospitales, S. A., aunque sea por hechos de
otras personas, como los anestesiólogos que intervinieron, la obligación de seguridad por la
cual debe responder al menor y sus padres.
En cuanto a esta obligación de seguridad que recae en los centros hospitalarios, que a
diferencia de la responsabilidad del médico, es una obligación de resultado y no de medio,
el tratadista JAVIER TAMAYO, citado por SERGIO YEPES RESTREPO, en su obra La
Responsabilidad Civil Médica, nos indica lo siguiente:
"Esa obligación es, en principio, de resultado, en relación con los daños que
sufre el paciente que no ha desempeñado ningún papel activo en la
producción del perjuicio, como cuando un tercero o cualquier objeto del
hospital lesionan al paciente; pero es de medio en relación con los daños que
éste sufra cuando ha desempeñado un papel activo en la producción del
hecho, como cuando el enfermo, al levantarse, sufre una fractura. En este
último caso, la víctima deberá probar alguna falla en el instrumental o una
defectuosa información suministrada por el hospital."
Repetimos, en el presente caso, los servicios hospitalarios que prestó Clínicas y Hospitales,
S. A., incluían el servicio de anestesiología que fue proporcionado, de acuerdo a las
pruebas, de manera negligente por las demandadas Doctoras Anestesiólogas Xiomara de
Rovira y Sonia Portillo y por el Doctor Ramón Crespo Berges que fue quien ordenó e
intervino en la operación quirúrgica del paciente, utilizando para ello las instalaciones y
servicios hospitalarios de Clínicas y Hospitales, S. A.
Indica la recurrente que se le está atribuyendo responsabilidad solidaria pese a que entre
ella y las facultativas demandadas, no existían vínculos obligacionales de solidaridad.
Veamos lo que con respecto a este punto dejó sentado a fojas 4300 - 4301, la sentencia
recurrida:
Por su parte, la sentencia de primera instancia, que sirve de sustento al fallo recurrido, con
respecto a la obligación solidaria que abarca a Clínicas y Hospitales, indicó:
Sobre esta responsabilidad conjunta que recae en los profesionales de la medicina que
intervinieron hay pruebas suficientes en el expediente y, en especial, se cuenta con la propia
certificación firmada por las demandadas, Dras. SONIA PORTILLO y XIOMARA DE
ROVIRA, en la que aceptan la decisión de continuar, conjuntamente con el cirujano, con la
operación que resultó con hechos dañosos al paciente, certificación en la que de manera
expresa dejan constancia de lo siguiente:
"...
Se solicitó urgentemente la presencia de un cardiólogo quien opina, al
examinarlo, que el paciente había recuperado su ritmo cardíaco a FC-160X1:
se le administra además Bicarbonato, y decide esperar a que recupere
espontáneamente. Al recuperar sus movimientos y frecuencia respiratoria y
cardica, (sic) se decide, en conjunto con el cirujano, continuar con la
cirugía." (F. 256) (Enfasis de la Sala)
"Por ello la equidad impone que en caso de que un grupo en el curso de una
acción colectiva cause daño a alguien, sin que sea posible establecer con
certeza el autor del perjuicio, se deba considerar responsable a todos los
participantes de la acción.
...
El doctrinante Jorge Bustamante Alsino, después de analizar la
responsabilidad colectiva, señala que esta teoría es perfectamente aplicable
al trabajo médico en equipo. Este autor considera que si un paciente sufre un
menoscabo en el cuerpo o en la salud por causa de la indebida aplicación de
un equipo médico, surge la responsabilidad colectiva de todos los
integrantes si no es posible identificar al autor del daño..." (ob. Cit. Pág. 71-
72).
En líneas anteriores hicimos referencia a la participación que tuvo cada uno de los
demandados quienes tuvieron en común a un mismo acreedor (el paciente y sus padres) y
quienes en equipo participaron en un mismo hecho en el que conjuntamente actuaron de
manera negligente ocasionando los daños y perjuicios que son reclamados en este proceso.
Para los efectos de la solidaridad, la Sala no puede pasar por alto, en primer lugar, la
participación y responsabilidad colectiva de los demandados y en segundo lugar, que ésta
es ejercitada en un acto médico, por profesionales de la medicina, en un salón de
operaciones en el que se pone en juego la vida de una persona, razón suficiente para que el
menor descuido o negligencia sea visto, tratado y juzgado con interés especial, sin que esto
sea considerado como apreciación a-priori ni adversa, sino para resaltar el hecho de que es
la salud y el ser humano, como interés general, lo que se debe anteponer ante cualquier otro
interés.
Es por ello que en el caso específico de la solidaridad, si bien ella es admitida sin reservas
por la doctrina y la mayoría de las legislaciones, como la nuestra, en la responsabilidad
extracontractual o aquiliana sin necesidad de determinación expresa, no se puede
desconocer que fuera de este tipo de responsabilidad también existe la necesidad de
salvaguardar el interés general cuando se dan ciertas circunstancias como por ejemplo, que
varios sujetos están relacionados, aunque por diversos contratos, con un mismo acreedor a
quien de manera conjunta causan un daño que proviene del mismo hecho, como puede
ocurrir en las intervenciones médicas que se realizan en equipo o colectivamente y no es
posible deslindar la medida en que han contribuido al daño que en conjunto causaron.
Lo anterior nos lleva a que si bien desde el punto de vista contractual la solidaridad no tiene
cabida ya que el artículo 1024 del Código Civil excluye expresamente esta posibilidad,
salvo que la obligación así lo determine expresamente, en el caso bajo estudio es claro que
se dió la circunstancia anotada anteriormente, ya que concurrieron varios deudores que
aunque adquirieron la obligación separada e indirectamente, por la naturaleza de la
obligación misma, la forma en que la llevaron a cabo y la culpa o negligencia en que
incurrieron al operar al menor MALEK, es de resaltar que todos convergieron en un mismo
y sólo acto, y todos estaban relacionados con el mismo paciente, aunque repetimos, por
diversos contratos.
Ante tales circunstancias, la Sala tiene necesariamente que colegir que los demandados
lesionaron el específico deber de cuidado que la profesión médica les exige en relación con
el riesgo que la actividad conlleva por tratarse, repetimos, de la salud y la vida de una
persona y si en la actividad que desplegaron se demostró que actuaron conjuntamente, sin
la posibilidad de deslindar el grado de responsabilidad entre ellos, lo correcto es que los
demandados respondan solidariamente. Esta situación, como es lógico, permite a los
demandantes dirigirse contra cualquiera o todos los obligados, a pesar de que tratándose de
responsabilidad contractual el artículo 1024 del Código excluye la presunción de
solidaridad. En el caso bajo estudio habría que admitirla por la naturaleza de la relación
contractual, las circunstancias especiales antes explicadas en que se causó el daño y el
interés jurídico a tutelar, aunque la voluntad de las partes no lo hayan manifestado así
expresamente.
La anterior posición de la Sala viene fundamentada en que hoy día existe una tendencia
marcada a atenuar la rigurosa aplicación del artículo 1024 del Código Civil en lo que se
refiere a dejar determinada expresamente la solidaridad en las obligaciones contractuales, si
es que las responsabilidades que de ellas surgen son de naturaleza y características
especiales e indeterminables por la plurabilidad de sujetos pasivos de la obligación
reclamada, siendo que lo correcto y buen juicio aconseja es que el perjudicado pueda
reclamar íntegramente la obligación a uno o todos los responsables, como si se tratare de
una obligación solidaria.
"....Si bien el artículo 1137 del Código Civil dice que la solidaridad procede
cuando la obligación expresamente la establezca, la jurisprudencia actual
reiterada y muy numerosa, no exige con rigor e imperatividad el pacto
expreso de solidaridad, habiéndose de esta manera dado una interpretación
correctora al precepto citado, para alcanzar y estimar la concurrencia de
solidaridad tácita pasiva, admitiéndose su existencia cuando del contexto de
las obligaciones contraídas se infiera su concurrencia, conforme a lo que
declara en su inicio el artículo civil 1138, por quedar patente la comunidad
jurídica con los objetivos que los recurrentes pretendieron al celebrar el
contrato. Resulta suficiente que aparezca evidenciada la voluntad de los
contratantes de haberse obligado <in solidum> (Sentencias de 26 julio de
1989 [RJ 1989, 5780], 11 octubre 1989 [RJ 1989, 6906]. 29 abril y 19
diciembre 1991 [RJ 1991, 3066 y 9409] y 26 enero 1994 [RJ 1994, 445],
entre otras muy numerosas y con referencia expresa a los contratos de
arrendamiento de obras, Sentencias de 7 octubre 1982 [RJ 1982, 5546] y 7
enero 1984 [RJ 1984, 340]). (STS 17 octubre 1996 [RJ 1996, 7115]). En
parecidos términos STS 1 marzo 1996 (RJ 1996, 1988)." (Pág. 1356 Código
Civil Español)
...
"Una manera consolidada y pacífica la doctrina de esta Sala (SS. 11 de
febrero 1927; 23 junio 1956 [RJ 1956, 2721]; 5 mayo 1961 [RJ 1961, 2310];
30 marzo 1973 [RJ 1973, 1131]; 7 enero y 7 abril 1984 [RJ 1984, 340]; 26
junio 1989 [RJ 1989, 4785] Y 11 OCTUBRE 1989 [RJ 1989, 6906]), en la
que se viene sustentando la tesis de que el art. 1137 del Código Civil, ha
merecido una interpretación correctora de dicha drástica y rigurosa
normativa en orden a exigir una expresa manifestación en favor de la
solidaridad precisando una explícita constatación en favor de la solidaridad,
admitiendo también su existencia cuando las características de la obligación
permiten deducir la voluntad de los interesados de crear una <obligatio>
generadora de responsabilidad solidaria y de modo especial cuando se trata
de facilitar y estimular la garantía de las demás partes contratantes. (STS 26
enero 1994 [RJ 1994, 445])." (Pág. 1357 Código Civil Español)
...
"La jurisprudencia viene atenuando el rigor del último párrafo del citado
precepto, bastando que aparezca de modo evidente la voluntad de los
contratantes de haberse obligado <in solidum> o resulte dicha solidaridad de
la propia naturaleza de lo pactado -así SSTS 12 noviembre 1955 (RJ 1956,
205), 2 MARZO 1981 (RJ 1981, 879), 14 febrero, 15 marzo y 7 octubre
1982 (RJ 1982, 1377 y 5546,) 7 y 30 abril 1983 (RJ 1983, 2104 y 2200), 26
abril 1985 (RJ 1985, 1991), 20 octubre 1986 (RJ 1986, 5943), 27 mayo
1987, etc.-. (STS 26 julio 1989 [RJ 1989, 5780]). En igual sentido las SSTS
19 julio 1989 (RJ 1989, 5761) y 13 febrero 1989 (RJ 1989, 832)." (Pág.
1357 Código Civil Español)
Así, se sostiene que mientras que la obligación solidaria nace de la ley, como en el caso de
la responsabilidad extracontractual o por voluntad de las partes, caso de responsabilidad
contractual, la obligación "in solidum", "por el contrario, tiene lugar independientemente de
toda disposición de la Ley. Nace por la fuerza misma de las cosas, impuesta por la
necesidad de situaciones, cuando, en efecto, de esas situaciones surge una obligación en la
que varias personas deben el todo." (Idem. pág. 411)
De acuerdo a la doctrina y dado que en las obligaciones "in solidum" el perjudicado puede
demandar por el todo a cualquiera de los deudores "sin que rijan los efectos propios de las
obligaciones solidarias; se alude así a una solidaridad imperfecta, porque no lo es en rigor
en su sentido estricto. .... Desde el punto de vista práctico y de la efectividad de la
satisfacción a la víctima, sus efectos son similares a los de la solidaridad plena o perfecta.
Es decir, la responsabilidad incide indistintamente y por el todo sobre ambos" (Idem. IV
Tomo, págs. 329-330).
Esta "obligación al todo" es a la que nos referimos líneas anteriores al hacer referencia a las
obligaciones "in solidum" pero que el autor las asimila, estas últimas, a las solidarias, para
evitar confusiones y diferenciarlas de las "obligaciones al todo", justificando la existencia
de éstas de la siguiente manera:
"...si la solidaridad en materia civil tiene que ser establecida por la ley, por el
testamento o la convención, la práctica muestra sin embargo una serie de
casos en los que, sin existir solidaridad, cada uno de los deudores o de los
responsables del daño debe pagar la totalidad de la indemnización como si
sólo él hubiera causado el daño...
.........................................
Se ha creado así una figura de carácter pretoriano que la jurisprudencia y la
doctrina francesa han denominado obligación 'in solidum', pero que nosotros
preferimos denominarla 'obligación al todo', ya que nuestro artículo 1568 del
Código Civil identifica los vocablos 'obligación solidaria' o in solidum...,
diremos que en Colombia existen, de un lado, las obligaciones solidarias o in
solidum (C.C. art. 1568) y, del otro, las obligaciones al todo.
En la práctica, ambas obligaciones permiten a la víctima reclamar la
totalidad de la indemnización a todos o a cada uno de los responsables, en la
medida que, desde el punto de vista de la causalidad, cada uno de los
responsables, causó la totalidad del daño" (subraya la Sala) (Idem. Págs. 45-
46).
Para la Sala lo antes expuesto tiene su razón de ser por cuanto que en este tipo de
obligaciones lo que ocurre es que tanto los médicos intervinientes, así como el centro
hospitalario, llevan implícito en sus obligaciones al prestar el servicio, el deber de cuidado
en relación con un mismo objeto y riesgo, deber de cuidado que al ser lesionado sin la
posibilidad de deslindar la medida en que cada uno de los demandados ha contribuido al
daño, lo justo es que los perjudicados puedan dirigirse contra uno o todos los obligados por
la totalidad de la indemnización que corresponda.
Concluye la Sala, por las razones que se han dejado expuestas, que las violaciones a los
artículos citados por la recurrente no se producen, por lo que se desestima el vicio de
ilegalidad formulado en el recurso de casación que se examina.
Como consecuencia de los cargos que se señalan en los motivos anteriormente transcritos,
la parte recurrente alega la violación de los artículos 773, inciso primero; 967, 823, inciso
primero; y 845, inciso primero, todos del Código Judicial y los artículos 986; 989, inciso
primero; 990, 992, inciso primero; 1100; 1644; 1645, incisos primero y cuarto; y 1644a,
inciso quinto, todos del Código Civil.
La Sala debe referirse, entonces, a cada una de las pruebas mencionadas en el motivo
segundo.
Considera la Sala que de acuerdo con el artículo 967 del Código Judicial, este dictamen
pericial no constituye prueba de que los citados doctores no hayan incurrido en negligencia,
puesto que aún aceptando que la reacción sufrida por el paciente MALEK fuera
impredecible como alegan, luego de haber ocurrido la primera manifestación de la misma y
tratándose de una cirugía electiva que aún no se había iniciado, lo prudente hubiera sido
posponer la misma hasta que se hicieran estudios más profundos sobre dicha reacción y no
continuar con dicho procedimiento.
2) Dictamen pericial rendido por los Doctores MARCO LOPEZ, WALTER VALVERDE,
CLAUDE DE LOPEZ, CARMEN BAEZ DE ULLOA, JORGE SINCLAIR, PEDRO
GONZALEZ, ADRIANA VELASQUEZ y LUIS NUÑEZ (fs. 2918-2929, Tomo VI): En
este dictamen los peritos señalan que la reacción que presentó el paciente MALEK se debió
a los medicamentos de anestesia la que, por su naturaleza, era impredecible, aclarando
también que el cuadro neurológico final que presentó fue producto de un edema cerebral
que no fue consecuencia de un paro cardíaco.
Esta corporación de justicia estima que este peritaje tampoco exime de responsabilidad a
los doctores demandados, puesto que se refiere a los procedimientos de reanimación que
recibió el paciente luego de experimentar cada una de las dos reacciones; pero no justifica
por qué se prosiguió con la intervención quirúrgica, luego de que el menor sufriera la
primera de ellas.
3) Dictamen rendido por los Doctores PEDRO GONZALEZ y LUIS NUÑEZ (fs. 2057-
2063, Tomo IV): En esta prueba los peritos describen el proceso de administración de
anestesia que recibió el paciente MALEK, aclarando que el mismo fue sometido a una
evaluación pre-anestésica "correcta y adecuada"; concluyendo que consideran que "... las
acciones médicas que se adoptaron ante las condiciones que presentaba el paciente
MALEK VALLADARES sí fueron adecuadas y prudentes". (F. 2062)
La Sala estima que este peritaje tampoco aporta ningún elemento nuevo de convicción en
cuanto a la conducta de los profesionales de la medicina demandados en este proceso.
4) Dictamen rendido por los Doctores PEDRO GONZALEZ y LUIS NUÑEZ (fs. 1395-
1399, Tomo III): Se trata de un informe pericial en el que se hace una explicación de cada
una de las clases de evaluación pre-anestésica que se practican.
Además, se señala que cuando el paciente MALEK ingresó al Centro Médico Paitilla, la
evaluación pre-anestésica para los pacientes ambulatorios como él, "... la practicaba el
anestesiólogo correspondiente antes del ingreso del paciente para la cirugía, utilizando a
este respecto la modalidad de una evaluación preanestésica (sic) verbal, desarrollada por
una entrevista entre el médico y el paciente".
Continúan manifestando que si bien al menor MALEK se le realizó una evaluación pre-
anestésica, no se utilizó el formulario con el que cuenta el Centro Médico Paitilla con ese
propósito.
Indican también que a dicho paciente "... no se le llegó a dar una anestesia total para
provocar en él un nivel de analgesia que permitiera realizar la proyectada cirugía, porque el
evento se presentó inmediatamente después de la intubación sin llegar a alcanzar el plano
de anestesia quirúrgica". (Fs. 573-574)
Concluyen diciendo que si el menor MALEK, "... hubiera presentado paro cardíaco, la
rápida respuesta y breve duración del evento así como la estabilización de sus signos vitales
junto con la evaluación de un especialista, hacía factible la continuación del
procedimiento". (F. 279)
a) Que "... observó recuperación del evento antes de los cinco minutos que establece como
promedio de recuperación, según la prueba de Collins, Esto es, signos vitales estables y
ausencia de signos neurológicos". (F. 655)
b) Que, de acuerdo con esos resultados, sí podía continuarse con una cirugía electiva como
la que requería el menor MALEK.
La Corte estima que la opinión de los peritos de que podía continuarse con la cirugía luego
de que el menor sufriera la primera reacción a la anestesia, tratándose de un procedimiento
quirúrgico electivo y no de urgencia, no es suficiente para demostrar que los Doctores
RAMON CRESPO, XIOMARA DE ROVIRA y SONIA PORTILLO no actuaron
negligentemente.
Esta corporación de justicia observa que las conclusiones de este peritaje son bastante
generales, razón por la cual no influyen directamente en el punto controvertido.
Una vez analizados todos los informes periciales atacados por la parte recurrente, la Sala
concluye que el Tribunal Superior no incurrió en error de derecho en cuanto a su
apreciación, razón por la cual descarta este primer cargo.
Como causa de este error, la parte recurrente alega que el Tribunal Superior no apreció la
fuerza probatoria de los documentos consultables a foja 1493 (Tomo III) y a fojas 251-255
y 256-258 (Tomo I).
En segundo lugar, el recurrente afirma que la sentencia de segunda instancia no le dio valor
probatorio al documento consultable de fojas 251 a 256 del expediente, el cual consiste en
un contrato denominado "Servicios de Anestesiología y Reanimación", suscrito entre
CLINICAS Y HOSPITALES, S. A. y SOCIEDAD DE ANESTESIOLOGOS, S. A.
La parte recurrente sostiene que este documento es prueba de que la encargada de prestar el
servicio de anestesiología al menor MALEK, era esta sociedad de anestesiólogos y no
CLINICAS Y HOSPITALES, S. A., razón por la cual no se debió condenar solidariamente
a esta última.
En primer lugar, es preciso señalar que ya la Sala dejó aclarado el punto correspondiente a
la responsabilidad solidaria que le cabe a CLINICAS Y HOSPITALES, S. A., cuando
analizó la primera causal de este recurso.
d) Que dicha sociedad tiene la obligación de cumplir "todos los reglamentos, normas y
procedimientos del Centro Médico Paitilla". (F. 252)
f) Que CLINICAS Y HOSPITALES, S. A., por intermedio del Centro Médico Paitilla,
cobrará a los pacientes que reciban servicios del Departamento de Anestesiología de
acuerdo a la tarifa establecida por la primera.
Por último, el recurrente se refiere al documento visible a fojas 256-258. Se trata de una
certificación expedida a solicitud de los familiares del menor MALEK, por las Doctoras
SONIA PORTILLO y XIOMARA DE ROVIRA, en un papel membretado de la Sociedad
de Anestesiólogos, S. A.
En relación con esta prueba se debe indicar que la misma ya fue analizada cuando se
resolvió la causal primera del recurso de casación interpuesto por las Doctoras SONIA
PORTILLO y XIOMARA DE ROVIRA, razón por la cual no es necesario un nuevo
análisis de la misma.
Ahora bien, como último cargo la parte recurrente señala en el motivo quinto que la
sentencia impugnada incurrió en error de derecho en cuanto a la apreciación de la prueba,
cuando condenó a la suma de cien mil balboas en concepto de daño moral, sin tomar en
consideración los parámetros legales preestablecidos para su tasación en el inciso quinto del
artículo 1644a del Código Civil.
"Ahora bien, no obstante que, por las razones que se han dejado anotadas,
esta Superioridad avala la decisión del Juez de primera instancia al proferir
condena en contra de los demandados, se considera necesario reformar la
sentencia apelada a fin de ajustar el monto del daño moral (pues, en el caso
de los B/.21,592.68 asignados por dicha resolución judicial en concepto de
daños y perjuicios materiales, la suma en cuestión se compadece con el
contenido de la prueba documental visible a fojas 1000-1016 del
expediente), señalando el mismo en la suma de B/.100,000.00.
Tal ajuste, agrega el Tribunal, se hace tomando en consideración que las
reacciones de las personas son impredecibles, que las obligaciones de los
médicos son de medio y no de resultado y, además, por razón de que el
menor ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES ha experimentado
una recuperación sustancial." (F. 4302)
No obstante, la Sala estima que si bien la víctima y sus padres vivieron momentos de
angustia y desesperación que afectó sus sentimientos y alteró su vida familiar, afectación
ésta que debe ser indemnizada, no se puede perder de vista que estos momentos fueron
mitigados, como bien lo indica la sentencia recurrida, con la recuperación de su salud que
experimentó el menor ROBERTO ENRIQUE MALEK VALLADARES.
Para la estimación del daño moral o extrapatrimonial la Sala no puede desconocer ciertos
elementos que son inherentes al mismo, ni tampoco puede desconocer que sus causas y
objetivos son completamente distintos al daño patrimonial. Así, por ejemplo, con respecto
al daño moral que es el que nos interesa en estos momentos, ZANNONI, autor argentino,
nos explica lo siguiente:
"... Pero, a su vez, también es justo que la reparación del agravio o daño
moral esté en relación con la magnitud del perjuicio, del dolor o afección
cuyo menoscabo, lesión o ataque se repara.
... Cada juez, en cada caso concreto, teniendo en consideración las
circunstancias del hecho, la conducta del agente, la situación existencial,
individual y social, de la víctima o damnificados, etc., condena a la
reparación equitativamente (lo que no significa arbitrariamente, o en
ausencia de normas jurídicas, o en base a sus puros sentimientos como
erróneamente se cree); es decir, procurando que la condena realice la justicia
conmutativa." (EDUARDO A. ZANNONI. "El daño en la Responsabilidad
Civil". Astrea, Argentina. 1993, págs. 352-353).
Esta facultad que la ley (art. 1644a del Código Civil) ha puesto en manos del juzgador ya
ha sido reconocida anteriormente por esta corporación de justicia, en los términos que se
transcriben a continuación:
"En tercer lugar el recurrente objeta el monto del daño moral al que fue
condenado, indicando,.., que el juez marítimo no tomó en cuenta los
parámetros que establece el artículo 1644a del Código Civil para la
cuantificación de esta clase de daño.
El citado artículo indica que para la reparación del daño moral el juez debe
tomar en cuenta, "los derechos lesionados, el grado de responsabilidad, la
situación económica del responsable, y la de la víctima, así como las demás
circunstancias del caso"; lo que significa que el monto de la indemnización
dependerá, en gran medida, del buen juicio del juzgador, quien, en
consecuencia, deberá velar porque no se produzca un enriquecimiento ilícito
a favor de la víctima, pero sin olvidar sus sufrimientos y angustias".
(Sentencia de 14 de septiembre de 1999, PROCESO MARITIMO
MANUEL A. MUÑOZ -VS- ASTILLEROS BRASWELL
INTERNATIONAL, S.A.) (Enfasis de la Sala)
Por las mismas consideraciones anteriores, antes de concluir la Sala debe señalar que no
entrará a resolver el fondo del recurso de casación interpuesto por la parte actora, por
cuanto que lo objetado en este recurso es la cuantía del daño moral, la cual, según su
concepto, debía ser la que estableció el juzgador de primera instancia, es decir, la suma de
B/.200,000.00.
Como se puede observar, este tema ya fue analizado por la Sala al estudiar la causal que
ocupa su atención en estos momentos, lo que la exime de la necesidad de tener que dictar
un nuevo pronunciamiento.
Por ejecutoriada esta resolución y cumplido todos los actos complementarios para su
ejecución, se ordena el archivo del expediente, previa anotación de su salida en el Libro
respectivo.
Cópiese y Notifíquese.
Secretario Encargado