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La América Profunda busca su sujeto

De cómo entiende la filosofía Rodolfo Kusch

Carlos Cullen

Como una forma de pensar en haber trenzado todas las cintas,


y celebrar el bicentenario de la sino en que lo que se dio en llamar
Revolución de Mayo, este artículo filosofía no es el corpus real… Hay
se propone reflexionar sobre el que destrenzar las cintas, para tren-
filosofar en América desde una zarlas de acuerdo con un corpus
aproximación al pensamiento de realmente nacional y que no se
Rodolfo Kusch.1 molesten los danzantes. El estado
En una mesa redonda sobre la actual de la cuestión se reduce a la
filosofía nacional sostuvo Kusch danza propia, o sea, a cometer el
que “la cuestión es la danza propia”. ridículo de dar pasos inadecuados.
Porque nos pasa como en la “danza Y en esto va la responsabilidad del
de la trenzas navideñas en la pensador” (Kusch, IV: 24). Es que
Quebrada, se continúa trenzando y la repetición a partir de un corpus
destrenzando lo que está deposita- (problemas, en definitiva) que no
Rodolfo Kusch. do en el corpus. Pero puede ocurrir es real, es mera repetición.
lo peor: aceptar el filosofar como Pensar, en cambio, tiene que
pensamiento y no como reitera- ver con la danza propia, donde se
1. Citamos los textos de Kusch en la edi- ción, pero entonces, los pies se nos actualiza lo importante y lo digno
ción Obras completas, en cuatro volúmenes, entreveran porque hemos perdido de ser pensado. El tema es que se
que publicó la Editorial Fundación Ross el ritmo del conjunto. Está por actualiza como un relato de un
de Rosario, entre 1998 y 2003. Se cita el medio el que nuestra danza no sea verdadero descenso al infierno filo-
volumen y las páginas. la adecuada… El problema no está sófico, es decir, ese “subsuelo patrio

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–que es un horizonte negro–, esa
pre-patria donde quedó enterrada
nuestra verdad, y que cierto reno-
vado afán de pulcritud nos impide
escarbar” (Kusch, IV: 25). Es desde
este descenso, verdadera hybrys
o robo prometeico del fuego del
logos hegemónico, desde donde
puede emerger la transfiguración,
es decir, un pensamiento creador.
Lo que ocurre es que este
“subsuelo”, esta pre-patria, esta tras-
tienda, este corpus real, no es otro
que el de la América Profunda, ese
cuerpo del Inkarri, desgarrado y se-
parado de su cabeza, que –enterra-
do en el fondo de América– crece
continuamente, buscando integrar
su fragmentación. En ese corpus
real confluyen “indios, porteños y volcar lo desfavorable en favorable
dioses”; se trata del pensamiento y, de una vez por todas, fundar
implícito de América, que no es una nación, que no podrá ser tal
otro que el pensamiento indígena sino equilibrando o reintegrando,
y popular, donde habita la reserva desde esta América Profunda,
de sentido, donde se da el qué, la telúrica, vegetal, demoníaca,
cosa, el asunto que hay que pensar, popular en definitiva, el equilibrio
y, entonces, sí pensaremos danzan- de lo humano, en una civilización
do, siguiendo el ritmo de conjunto que ha olvidado que el hombre es
y sin estorbarnos los pies. “mitad cosas y mitad dioses”, que
Por eso filosofar es meternos, es conjunción de opuestos, que,
de alguna manera, a danzar, como la pareja, está para el fruto y
despojándonos de los miedos (al que, desde la indigencia, espera la
ridículo, en definitiva) que nos quinta creación.
traban los pies, descendiendo al
infierno hediento y tenebroso del La condición reconocer
subsuelo patrio, de la América el miedo original
Profunda, dejándonos “meramente Meternos en la danza propia
estar” en el “codo a codo con la co- implica “cometer el ridículo” de dar
munidad, es decir, con el pueblo”, pasos inadecuados, precisamente
y entonces sí, desde ese magma porque nos animamos a reconocer
primario se puede intentar, lúdica- “ese miedo original que el hombre
mente, acertar con el fundamento, creyó dejar atrás después de crear

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su pulcra ciudad”. “Este miedo de suspendemos ese “inútil” afán de


ser primitivos en lo más íntimo –de ser alguien. ¿No será que tenemos
que nos salga el indio un poco he- miedo de sentirnos seres vivientes,
dientos, no obstante nuestra firme y de fracasar cuando retomemos la
pulcritud, comprende también el vida plenamente? ¿Será que que-
temor de que no se nos aparezca remos ocultar nuestro mero estar
el diablo, los santos, dios o los aquí, como quien oculta su pobre-
demonios.// Y sentimos desamparo za irremediable? Sin embargo la
porque nuestra extrema pulcritud barbarie ‘“nos seduce’ y de alguna
carece de signos para expresar este manera sabemos que, en América,
miedo” (Kusch, II: 16) . Se trata de se plantea ante todo un problema
encubrir una “ira que nadie quiere de integridad mental, y la solución
ver, la ira divina que está a flor de consiste en retomar el antiguo
piel. Entonces nos refugiamos –y mundo para ganar la salud. Si no
no nos animamos a danzar– en esa se hace así, el antiguo mundo con-
íntima relación entre el mercader tinuará siendo autónomo y, por lo
y el ser, que define a Occidente: tanto, será una fuente de traumas
“así, la ira de dios fue reemplazada para nuestra vida psíquica y social”
por la ira del hombre, un hombre (Kusch, II: 4).
que ahora era un ser parmenídeo, En algún sentido es instaurar
redondo y esférico, que proyectaba una gran duda sobre el corpus
su perfección en un progreso ilimi- extraño, sobre estos sucedáneos
tado a base de atadas de géneros mercantiles de la ira de dios,
(…) Quizás, si desapareciera el mentirosas baratijas que escon-
mercader, desaparece la dinámica y den como una prótesis nuestra
la expansión de una cultura basada radical indigencia, que –en todo
en el afán de ser alguien. Entonces caso– solo logra reprimir, en un
habría que volver a tener miedo a pulcro patio de objetos, el hedor
los rayos y a los truenos, es decir, a de nuestro subsuelo, la presión
la ira de Dios” (Kusch, II: 138) . del opuesto ausente, de la divini-
Curiosa situación: no nos ani- dad misma, que emerge o retorna
mamos a danzar porque tenemos cada vez que nos dejamos estar
miedo de que así perdamos nues- sin afanarnos por ser. Es decir,
tro “ser alguien” y no seamos nada, cada vez que nos animamos a
que se manche nuestra pulcritud, sentir la otra mitad de nuestra
que nos estanquemos, sin progre- verdad. Por eso, como dice Kusch,
so y sin dinámica. Pero en realidad entre “ese miedo y la Enciclope-
lo que tenemos es miedo de que dia, está nuestra piel. Se trata de
se nos aparezca la ira de dios, la lo que hay detrás de la piel. De
que sabemos que emerge en el la piel hacia fuera, sabemos, y
mero estar, ese “recinto sagrado” sabiendo nos domiciliamos en el
que nos envuelve cada vez que mundo (…) ¿Y qué pasa de la piel

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para adentro?” (Kusch, II: 27). En es, muchas veces, el no ser solo
algún sentido, comienza la danza. europeos. El hedor nos molesta.
Es que este miedo supone algo “Por eso somos los libertinos de
así como suprimir, no solo la tesis la limpieza, y creamos pomposa-
“natural” del mundo, sino tam- mente la libertad, la sociedad, la
bién la ilusión de una “reducción cultura y la ciencia, para borrar el
trascendental”. Y esta epojé no es la miedo a ser hedientos. Y nuestro
angustia ante la “nada del mundo”, hedor está en creer solamente en
sino saber que estamos, meramen- nuestro mero estar aquí, que es
te estamos, no más. el ciclo del pan, la paz y el amor,
Se trata, entonces, de la como lo piensan los parias, que
supresión del miedo a pensar, es lo mismo que ese mero estar
para pensar desde el miedo que hediento indígena. Nuestros
nos constituye. En este sentido, padres de la patria quisieron hacer
es especialmente significativa la un mundo libre en que se juegan,
contraposición entre pulcritud
y hedor, con que se introduce
América Profunda, y que tan No nos animamos a danzar porque tenemos
marcadamente evoca esas otras
distinciones: las cosas físicas y las
miedo de que así perdamos nuestro “ser alguien”
cosas técnicas, la cosa pensante
y la cosa extensa. En realidad,
esta distinción de lo pulcro y lo y no seamos nada (...).
hediento hace al modo como
queremos disimular y conjurar el
miedo original que nos produce por ejemplo, las verdades inesta-
la existencia (es lo que esperamos bles de la bolsa de comercio, pero
del “ser parmenídeo” o del “cogito henos aquí que descubrimos la
cartesiano”). Kusch lo llama de di- vocación por las verdades estables
versas maneras: vivir en el patio de de los miserables. Quizás de ahí se
los objetos, de las esencias, del ser explique nuestro juego oficial, el
alguien, de la historia. En el fondo esmero mestizo por la apariencia,
nos da vergüenza tener miedo, las buenas maneras, la perfecta
es decir, ser hombres. Y por eso, constitución, el gran arte o las
lavamos el cuello de nuestras ca- pomposas bibliografías, cuando en
misas. Por eso, Kusch nos propone verdad nos estamos revolviendo
pensar “al modo antiguo”, es decir, en el banco de la plaza, cautivos
sondeando vivencias inconfesadas, en esa vivencia primitiva de estar
por ejemplo: el resentimiento, que aquí, pidiendo el sueldo para tener
si en los europeos (y aquí está la pan, o el prostíbulo para resolver el
fecundidad de su filosofía) es el no amor, o la policía para tener paz…”
ser más que europeos, en nosotros (Kusch, II: 214).

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Recuperar un pensar total, pequeña”. Se trata de romper una


no episódico represión de lo emocional, que lle-
Nosotros, como dice Kusch, va al pensamiento a estar siempre
quedamos en medio de la danza “saliendo”. Es un pensar de “entran-
con una condición inversa a la cia”, no de “saliencia”. Y por eso, “de
de Guaman Poma, aquel descen- entrañas, no de máscaras”.
diente de indios y catequista que ¿Por qué molesta tanto apelar
“quería ser objetivo y no dejaba de a la totalidad del pensar? Senci-
ser subjetivo”. A nosotros nos pasa llamente porque implica hacerse
que tenemos el ritmo demasiado cargo de lo “impensable”, de lo
marcado por la objetividad y nos “trascendente”, de lo “irracional”, que
cuesta recuperar un “margen de describen un área o zona, residuali-
subjetividad”, necesario para oler la zada y marginada –marcada, como
Biblia o adorar los cuatro vesti- las fronteras con lo bárbaro– para
dos de Quetzalcoatl. “¿Tenemos recién entonces poder constituir un
libertad, –se preguntaba Kusch–, sujeto pensante, que –como punto
para asumir cualquier filosofía?” de partida incuestionable– permita
(Kusch, II: 271). Se trata de animar- edificar un discurso lógico, un sis-
nos a un pensar de la totalidad, de tema de conceptos o de abstrac-
la globalidad, y no perdernos en ciones, un repertorio de temas que
lo episódico y en lo anecdótico. canónicamente hay que recorrer
Se trata de entrar a un espacio de para alcanzar la ansiada plenitud
“historia grande” y no de “historia humana de “ser alguien, por fin”.
¿Por qué molesta o turba ape-
lar a la totalidad del pensar, aun
cuando el mercado de la filosofía
se ha planetarizado? Sencillamen-
te porque implica hacerse cargo
de las deformaciones o “distorsio-
nes” que el suelo y la gravitación
le ponen al absoluto filosófico,
describiendo un área o zona,
sistemáticamente negada, desde
donde es posible crear el mundo
de vuelta, justamente porque se
desconstituye el cogito, no porque ha
inventado al hombre, sino porque
lo ha “borrado”, y es de esta “borra-
dura de lo humano por el cogito de
lo cual hay que hacerse cargo.
¿Por qué molesta o turba apelar a
la totalidad del pensar, aun cuando

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ya en la fragua de la filosofía “occi- una mera excusa para el devenir


dental” parece haberse ablandado del ser (para asegurar su retorno
el dogmatismo, la unidimensiona- al poder) y no, como en verdad se
lidad, la identidad, el apriorismo trata, de aquello que tensiona el
y el platonismo? Sencillamente puro hecho de vivir, el mero estar,
porque implica hacerse cargo del no más, indigentes, deconstituidos
“sentido en el cual se instala la vida y desabrigados, posibilitando –en
del grupo”, que son los símbolos, el acierto lúdico de los símbolos,
que señalan la gesta cultural de que encuentran los opuestos– un
cada pueblo para remediar el puro estar-siendo que es ya una cues-
hecho de vivir, con “astucia” ante tión de humanidad, y que marca
la trascendencia, que ofrece su algo así como el a priori de toda
mano y pone sus reglas de juego, reflexión filosófica.
lo cual describe una zona o área Pues bien, Kusch apela a la
que es el eje fundante o esencial totalidad del pensar, porque de eso
en torno al cual la filosofía puede se trata en América. Y esto implica
tender un margen de racionalidad, cruzar la frontera de la parcialidad
justamente en tanto sea el discurso racionalizadora, y este cruce tiene
de esa cultura de un pueblo que mucho de descenso al infierno de
encuentra su sujeto, y ese sujeto, el lo residual, lo marginal, lo natural,
filósofo, se sepa deformado por la lo obvio. Implica también deconsti-
gravitación del suelo, y orientado tuir al sujeto, no para reemplazarlo
por los aciertos fundantes, que son por un no-sujeto (que esconde
los símbolos de su cultura. siempre un “cogito ampliado,
Pero no asumimos la filosofía esperándome en alguna esquina)
como un episodio más de la cultu- sino para sumergirse en el “magma”
ra popular, es decir, el episodio por primario del mero estar, previo a la
el cual su discurso encuentra el su- oposición del sujeto y el no-sujeto,
jeto. En cambio, preferimos apostar el ente y el ser, el ser y la nada.
a un “posmodernista y posindus- Pero implica, sobre todo, operar
trialista no-sujeto, llamado estruc- pensando, en el codo a codo con
tura, o sistema o diferencia, o una la comunidad, la gesta y la decisión
“otredad” siempre sustraída, que de crear el mundo de vuelta, es
nos impide pensar con los otros, decir, de hacer cultura.
que siempre sudan su cotidianei- Este pensar residual para la ra-
dad presionada por lo opuesto, zón, sin sujeto constituido, pero que
que obliga a operar pensando un opera pensando, es lo que Kusch
centro salvador, que es creación llama el pensamiento indígena y
de futuro, porque supone el caos popular en América. La apelación
y la negación, y no la “astucia de la a lo indígena y popular, y por
razón”, que cree –como el nostal- mismo a lo mítico y lo simbólico,
gioso Odiseo– que la negación es es, en Kusch, la apelación a “toda la

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la globalidad, seminal, que implica


negatividad. Poniendo, justamente,
un límite entre el afuera y el aden-
tro, entre la saliencia y la entrancia.
Saltando al ruedo de la danza sa-
grada, nos quedamos sin “yo pien-
so”, nos quedamos sin “ser alguien”,
con la piel para adentro, sin saber
qué hacer con los gliptodontes, las
enfermedades, los abajos. Al dejar
las cosas, el ritmo de la negatividad
comienza a mostrarnos los dioses.
Y, literalmente, nos encontramos
deconstituidos, como mero estar,
no más, sin yo y sin “camisas pul-
potencialidad del pensar” y es, por cras”, en una desnudez originaria,
lo mismo, la apertura a todo lo hu- sin poder afirmarnos ni en sucedá-
mano –tan todo como la negación neos ni en prótesis.
o trascendencia que implica lo ab- Se trata, en definitiva, de rastrear
soluto. Se trata de ubicar o reubicar “la borradura de lo humano”, ese
la ciencia y la tecnología, la econo- hueco que deja el afán de ser
mía y la política, sencillamente en alguien, y sospecharlo en el “pá´mí”
su seminalidad que las trasciende. del porteño o el pacha del indio.
Se trata de recuperar lo sapiencial, Y no es meramente la borradura
que si se ha opuesto a lo científico del “autor” delante del “texto”, o la
es solo porque lo científico se ha ilu- del significado delante de la del
sionado con autonomizarse, no por- significante –que también, en
que lo sapiencial no haya deforma- algún sentido, desconstituyen al
do siempre lo científico. Y aunque sujeto–las que ahuecan al cogito
ubiquemos ahora las tecnologías que se creía tan sólido después de
y la investigación de punta en la Descartes y de Kant.
guerra de las galaxias, sigue siendo En realidad es una caída, y una
que eso es parcial y anecdótico –y caída junto con los dioses, como
por lo mismo injusto– en relación dice Kusch. En buena medida
al mero estar, no más, que siempre la cuestión tendrá que ver con
tantea el fruto en la conjunción de la constitución de un sujeto así
los opuestos. deconstituido y desde esta de-
constitución (nunca al margen, o
Indigencia originaria de un creyendo que se la puede negar).
sujeto deconstituido La deconstitución del sujeto
Superado el miedo, tratando de es el punto último de la reflexión
seguir un ritmo de un pensar de de Kusch, el que considero más

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fecundo, “mejor dicho, nos vamos En el estar reina la inquietud, la


al otro extremo del código, aquel accidentalidad, el mero acontecer,
en que, al cabo de una antropo- lo que está de pie y siempre en
logía de la finitud, cabe pensar en situación de caer. Porque “ser” es
la indigencia originaria del sujeto, estar sentado, y de lo que se trata
más aún, a su fundamental y origi- es de danzar, tambalear, al ritmo de
naria deconstitución. Se trata de la la negatividad, habiendo dejado
nada del sujeto, frente a la cual, lo más allá del “límite” los objetos, las
que se diga de este, de su logos o seguridades, la buena pulcritud y la
su esencia, es todavía prematuro y segura ciudad.
posiblemente falso” (Kusch, IV: 7). Pero es el magma vital. Aquí
Se trata pues, de algo más serio todo se remueve. En realidad es la
que la reducción trascendental (o ira de los dioses que ha desperta-
la deducción): es la deconstitución do. Y los dioses también caen con
desde donde, “en medio de la ne- nosotros. Y comienza entonces la
cesidad de remediar el hecho puro transfiguración.
de vivir (y no construir objetos o
intuir esencias) el sujeto ensaya la
nominación de alguna divinidad. No asumimos la filosofía como un episodio más
Es el campo del estar donde se vive
una indigencia que va desde el
pan hasta la divinidad. Ahí se exige
de la cultura popular, es decir el episodio por el cual
el símbolo, para ensayar el acierto.
Se trata del nosotros. Y entonces sí, su discurso encuentra el sujeto.
la experiencia originaria para ser”.

El magma originario del mero Llegados aquí comienza el


estar, nomás retorno, o el ascenso, o la transfigu-
Caídos, nos sabemos entrampa- ración. Aparece una nueva fuerza
dos por el ser, que nos hizo parcia- de crecimiento que compensa “lo
lizar la existencia, negando como inteligible y lo perceptible en el
doxa, apariencia o simplemente juego cósmico de lo innombra-
mal, todo lo que tenía que ver con ble”… En realidad solo desde la
el mero estar. En el estar recupe- indigencia original, meramente
ramos la ira de los dioses, y no ya estando, descubrimos “lo que
la mentirosa ira del hombre, que domicilia”, un mundo que simple-
identificó el ser con el mercader. mente “así se da”, y que nos da ese
El ser institucionalizó, dice margen de seguridad interna que
Kusch, una parcialización. El reposo, necesitamos para crear. Es que
como resultado de un dinamismo, llegamos a la fuente.
y, en el fondo, como “potencia” o Y esto plantea un mentís
como poder de sí mismo. –quizás el último– de que seamos

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culpables de haber perdido “el es”. Atahualpa. Y, precisamente porque


Justamente la “circularidad nos no sabemos qué hacer, creamos
redime de la culpa”. Porque la culpa los símbolos, buscando dar con el
es un problema de los que quieren acierto fundante. Se trata de inven-
sentirse seguros. En cambio la tar los dioses.
negatividad, el mero estar, es la to- Y aquí, en este domicilio exis-
talidad del pensar, esa otra manera tencial, en este despojo donde hay
de lograr la seguridad. Se trata de puro nosotros, aparece la nece-
la instalación en este mundo “que sidad de entendernos como una
así se da”. Es lo que logra “ese indio historia trunca, que desde el Popol
que nos sale” buscando el centro. Vuh avanza por el Martín Fierro y se
Aquí entendemos –instalados pretende cerrar en el Facundo.
en ese “así se da”– que el estar es Ese Popol Vuh es la creación, la
puente para ser, pero no pozo del quinta creación desde la indigen-
cual podamos sacar todo lo que es. cia, la espera de la creación.
En realidad es la fuente que puede Ese Martín Fierro, ese canto sin
borrar y transfigurar las constitucio- ruido, ese dispersarse a los cuatro
nes ya logradas. Es vivir de cara a vientos. La fuerza para crear, pero la
los dioses, caídos con ellos. no creación.
Circularidad que descubrimos Y el Facundo, que sencillamente
“como una sístole y diástole del opone el orden al caos y constitu-
hecho puro de vivir: por un lado el ye un ser como remedio al estar.
despliegue de la acción , por el otro “Es que falta esa incitación a la
simultáneamente una manera de creación, que yace en el fondo del
regresión hacia la fuente para saber Martín Fierro. Ver lejos y crear el
el fundamento de todo el proceso, mundo al fin, vencer las frustracio-
o sea el de estar, no más, en una nes en las cuales nos embarcan
instalación socializada asumida en siempre, y decir, al fin, así somos,
la ingenuidad del juego” (Kusch, III: pero sin tapujos. Es probable que
367). Es que detrás de toda cultura entonces asome el mendigo. Pero
está el suelo (Kusch, III: 109). afirmar que somos mendigos y
Y aquí entendemos el nuevo partir de ahí ya es una forma de
paso. Ensayamos una palabra que crear el mundo. Es lo que estamos
es, justamente, el tercero excluido viviendo al fin” (Kusch, II: 698).
de la lógica del ser. Es decir, la con- La danza ritual termina con una
junción de los opuestos, el centro, esperanza. Es el destino equilibra-
lo que nos permite no ya decir ni dor que Kusch le ve a América. Se
afirmar, sino –desde la negatividad, trata, por de pronto, del equilibrio
desde el estar, desde lo ya dado– macho-hembra, para que se dé
sencillamente consagrar. el fruto.
Comienza el saber de salvación. Se trata del destino de Améri-
Comenzamos a oler la Biblia, como ca: ser hombres sin sucedáneos y

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negar, entonces, esa maldición de religiosa, su discurso filosófico,


tener que parecernos a Occidente. que no sea solo “pa-mí” sino que
La esperanza, además, de que es para todos, que implique una
la nación se constituye desde el alternativa civilizatoria real para los
hogar, desde el domicilio existen- hombres, y no solo la resistencia
cial y no a sus espaldas y en su de lo humano en América. Pues la
desprecio, o con la secreta inten- resistencia, si bien es el modo en
ción de negar este mero estar, esta que se conserva el sujeto cultural,
indigencia original, este pueblo puede, a la larga, frustrarlo en su
que meramente está, para el fruto. posibilidad humana plena.
Se trata de lograr un signo América en la búsqueda de una
que abarque a todo el hombre…, cultura originaria no es otra cosa
¿cuándo lo lograremos? que la “persistencia de lo america-
Kusch, como pocos, nos enseña no en resolver lo humano en su
a ver y saber plantear los problemas expresión más original, que es la
que tiene América en la búsqueda que gira en torno a la problemática
de su propio pensar. Uno de estos de la constitución del sujeto, pero
problemas –si no el central– consis- precisamente en tanto que apunta
te en el desfasaje, en América, entre a un modo peculiar de fundar un
el sujeto de la cultura y el sujeto logos” (Kusch, IV: 17). Esta persisten-
pensante. Esto significa fundamen- cia tiene toda la fuerza trágica de
talmente dos cosas: por un lado, una oposición al destino civiliza-
“que no obstante ser nosotros los torio que parece montarse sobre
sujetos pensantes, la presión del una “borradura de lo humano”.
otro hace que no podamos asumir Solo que lo trágico, en América,
el sujeto cultural, y, por consiguien- no consiste en rivalizar con los
te, no logramos hacer filosofía… En dioses llenándonos de culpa, sino
Latinoamérica no somos el sujeto que consiste en habitar con ellos,
de la cultura, sino solo sujetos pen- los fastos y los nefastos, sin sentir
santes” (Kusch, III: 184). vergüenza por ser humanos, pero
Pero, por otro lado, también sig- sin ilusionarse tampoco con ser
nifica que el sujeto de la cultura, a “civilizados”. ¿Es que nos seduce
quien Kusch sin ninguna hesitación finalmente la barbarie?
llama “pueblo”, el que se totaliza con
el gesto cultural y así efectiviza su “A la filosofía, al fin de cuentas,
cultura (GHA), no logra constituirse solo le corresponde detectar el
sino por la negatividad y la sustrac- eje fundante o esencial en tor-
ción, sin poder desplegarse plena- no al cual tiende un margen de
mente en una subjetividad pensan- racionalidad, porque si se limita
te, capaz de darse su objetividad, totalmente a lo racionalizable no
su institucionalidad, su expresión comprende todo el fenómeno”
artística, su representación (Kusch, III: 258).

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