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¿ASIA DONDE TE PUEDE CONDUCIR LA CODICIA?

LECURA BIBLICA, 1TIMOTEO.6:3-10LUCAS.16:19-31


Introducción: Hace más de un siglo, hablando a la que entonces era la congregación más
grande de toda la Cristiandad, Charles Spurgeon dijo: “Creo que es anticristiano e
impío, para cualquier cristiano, vivir con el objetivo de acumular riquezas. Usted dirá,
'¿No se supone que debemos esforzarnos todo lo que podamos por conseguir tanto dinero
como podamos?' Pudieras hacerlo. No me cabe duda que, al hacerlo, usted puede servir a
la causa de Dios. Pero lo que dije es que vivir con el objetivo de acumular riquezas, es
anticristiano”.

Al pasar de los años, el mensaje que se predica en algunas de las iglesias más grandes
del mundo ha cambiado. De hecho, hay un nuevo evangelio que se predica hoy día. A
este mensaje se le han adscrito muchos nombres, tales como evangelio de “decláralo
y recíbelo”, el evangelio de, el evangelio de “la salud y las riquezas”, el “evangelio
de la prosperidad” y “la teología de la confesión positiva”.

Sin importar cuál sea el nombre utilizado, la esencia del mensaje es la misma. En
pocas palabras, este “evangelio de la prosperidad” enseña que Dios quiere que los
creyentes sean sanos físicamente, ricos materialmente, y felices personalmente. Así lo
dice uno de los defensores de esta doctrina Robert. “Creo que es la voluntad de Dios
que todos prosperen, porque así lo veo en la Palabra, y no porque lo haya visto
funcionar poderosamente en otra persona. No pongo mis ojos en los hombres, sino
en Dios que me da el poder para hacer riquezas”. Los maestros del evangelio de la
prosperidad animan a sus seguidores a orar –incluso a demandar a Dios– un
florecimiento material.

1. V: 19. Este es un relato verdadero, y no una parábola, el Señor va a ilustrar con una
historia real lo que ocurre a una persona en la vida real cuando lo único que le
preocupa es lo material, los bienes, riquezas… y no se toma el tiempo para
preocuparse por su alma. Jesús establece hasta donde llega la riqueza del rico y la
ostentosidad de su estilo de vida. “Se vestía de púrpura y de lino fino” (v. 19b).
Púrpura simboliza riqueza y poder. “Romanos tenían ciertos estándares para designar
los que podían llevar el color púrpura y cuánto púrpura podían llevar”. El tinte de
color purpúreo es caro, restringiendo aún más su uso. El hombre también lleva lino
fino – otra marca de riqueza. “y hacía cada día banquete con esplendidez”. La imagen
es de un banquete servido a diario. “En un país donde gente común apenas lograba
comer carne una vez a la semana.
2. V: 20. “Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la
puerta de él, lleno de llagas”. La puerta sirve ambos para mostrar la riqueza del
hombre y para hacer de barrera para visitantes no queridos – aislando al hombre rico
de las realidades duras del mundo al otro lado de su puerta. La puerta también
simboliza la distancia que separa a Lázaro del mundo de este hombre rico. Lázaro no
tiene puerta – ni siquiera tiene una casa. Echado justo a la puerta del hombre rico,
pocos metros físicos le separan a él de la casa del hombre rico, pero el mundo del
hombre rico no es más accesible que la luna. ¿Cómo ha de sentirse Lázaro al ser tan
pobre rodeado de tanta riqueza? Hoy, riqueza y pobreza a menudo coexisten en
proximidades cercanas, creando gran resentimiento por parte de gente que no tiene
dinero ni esperanza.
3. V: 21. “y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los
perros venían y la lamian las llagas”. La condición de Lázaro es exactamente
opuesta a la del hombre rico. Está enfermo – cubierto de llagas. Tiene hambre – desea
saciarse de las migas que caen de la mesa del rico. En banquetes, gente se limpia la
grasa de las manos con un pedazo de pan y lo tira al suelo. Desear este pan sucio es
señal de suma miseria – de degradación. Nos recuerda al hijo pródigo, que deseaba
comer los desperdicios que se les daba a los cerdos.
¿Puede Usted recordar algún momento en que se encontró mirando hacia dentro desde
afuera? – Necesitando algo de comer – o alojamiento para refugiarse del frío – un
tanque de gasolina – una palabra cariñosa – y nadie le dio nada. Muchos de nosotros,
como el hombre rico en esta parábola, nunca hemos tenido una experiencia así. Sin
embargo, millones, como Lázaro, sufren a diario a causa de este intenso deseo. ¡Otro
ejemplo de la miseria de Lázaro! Las únicas criaturas que se dan cuenta de él son los
perros que vienen a lamer sus llagas. El hombre rico seguramente es consciente de que
Lázaro está a su puerta, pero no hace nada para ayudar. Puede considerar que es
caritativo solo por no haberle echado a la fuerza de su propiedad.
4. V: 22. “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de
Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Al morir fue a un lugar distinto.
Sí nos sorprende saber de la muerte del hombre rico, porque sus recursos le proveían
acceso a buena comida, alojamiento, y cuidado médico. Al final, sin embargo, todos
morimos.
“y fue sepultado”. El hombre pobre murió, pero no aparece ninguna mención de su
entierro. En esa cultura, un entierro apropiado se consideraba algo muy importante.
No ser enterrado como es debido sería la última indignidad para una vida llena de
indignidad.
El hombre rico muere y es enterrado, seguramente con gran pompa y ceremonia.
No obstante, Jesús nos dice que el hombre pobre: “fue llevado por los ángeles al seno
de Abraham”
5. V: 23. “Y en el hades alzo sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno”. El hades es sinónimo del infierno, es el destino
final, lo que el Señor está diciendo es: “las personas que están aquí disfrutando, unos
de pobrezas, otros de riquezas, según en quien hayan puesto su confianza cuando
estaban en vida y en su corazón, al morir ellos van a ir a un lugar, y en ese lugar a
donde ellos vallan, van a estar conscientes y con todas sus facultades mentales”.
“ustedes preocúpense por el mañana, pero sobre todo por lo eterno, no hagan cosas
injustas que para Dios es abominable porque miren lo que pasa cuando el ser humano
muere, miren para donde pueden ir”
¿Por qué razón el rico se va al infierno, y Lázaro al seno de Abraham? No es pecado
ser rico, ni tampoco hay virtud en ser pobre por lo que viene más adelante entendemos
que el rico puso su confianza en las riquezas, y se olvidó de pensar en lo eterno y que
el pobre si bien es cierto la desgracia en la que vivió, y le duro toda la vida. Al morir
fue a un lugar distinto aquí hay una enseñanza más, ¿Qué pasaría y toda su vida
hubiera que afrontar ese problema situación crítica en la que vives, te pasas la vida
orando y mueres igual?...a veces hay circunstancias que son asi, que no cambian, no
es que Dios tenga menos o más misericordia, pero lo que si podemos estar seguros de
que cuando vallamos al cielo, nosotros estaremos siendo consolados para la eternidad
“Jesús no contó este relato para enseñarnos del Infierno (aunque está implícito). Nos
la contó para enseñarnos del valor la vida aquí en este mundo y en el mas aya.
6. V: 24. “Padre Abraham, ten misericordia de mí” (v. 24a). El hombre rico está
acostumbrado a tratar con gente de influencia, por eso dirige su súplica hacia “Padre
Abraham,” la persona de alto estatus, en vez de a Lázaro, la persona de quien espera
recibir alivio. Sus palabras, “Padre Abraham,” nos recuerdan que, antes en este
Evangelio, Juan Bautista advirtió “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y
no comencéis a decir en vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre: porque
os digo que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham” (3:8). “y
envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua;
porque soy atormentado en esta llama” (v. 24b). El hombre rico conoce el nombre de
Lázaro. Nos preguntamos si conocía el nombre de Lázaro mientras éste se encontraba
a su puerta, el hombre rico ve a Lázaro solo como el hacedor de sus recados. Le pide a
Abraham que mande a Lázaro con una gota de agua.
7. V: 25. “Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida.” Hace pensar que el
hombre rico es castigado por ser rico y el hombre pobre es premiado por ser pobre. El
pecado del hombre rico, sin embargo, no fue su riqueza sino la dureza de su corazón.
La presencia de Lázaro en su puerta le rindió la oportunidad de cumplir un servicio
importante, pero no sintió compasión ni tomó ninguna acción. “Sus bolsillos
profundos estaban bien cosidos al tratarse de otros, y así se había cosido su destino”
“recibiste tus bienes en tu vida” (v. 25a). “Confiado con las riquezas del mundo, el
hombre rico se premió a si mismo generosamente… De hecho, ha sido pagado en
pleno y no puede esperar más. Lázaro ha sido estafado gravemente en su vida, pero
ahora aparece un nuevo equilibrio “y Lázaro también males” (v. 25b). De la misma
manera, la pobreza de Lázaro no es la clave de su salvación aunque, en este
Evangelio, Jesús muestra un profundo afecto hacia pobres y vulnerables.
“más ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado”. Sus circunstancias ahora han
sido reversadas, pero hay algunas diferencias sutiles:
• En vida, la separación iba en una sola dirección. Lázaro no podía acercarse al pobre
pidiendo ayuda, pero el hombre rico tenía la libertad de ofrecerla. En muerte, sin
embargo, les separa una gran sima que corta acceso en dos direcciones. Aún si Lázaro
quisiera ayudar. Los Fariseos no pueden ignorar que la parábola se dirige a ellos.
Consideran su prosperidad como premio de Dios por su buena conducta. En vez, este
relato advierte que, si son como el hombre rico en vida, serán como él en la muerte
también. Relata una gran reversa, retando su teología que considera riqueza señal de
favor de Dios y pobreza señal de su descontento.
Conclusión: Este relato no es un cuento de niños, sino un aviso. “De alguna manera,
Cristo nos espera allí con el pobre Lázaro”. Debemos preguntarnos si estamos
dispuestos a ver Lázaro a nuestro alrededor. Debemos preguntarnos qué es lo que
hemos hecho últimamente para proveer a nuestra vida espiritual y no ser codiciosos
hebreos. 13:5. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis
ahora; porque él dijo: No te desamparare, ni te dejare”

1. Deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes.


"voraces fariseos, no poseen más moral que la de la codicia; las constructoras
acechaban con codicia esos terrenos"
2. 2.
Deseo vehemente de poseer o lograr una cosa inmaterial, en especial algo bueno.
"codicia de saber; nuestro equipo no mostró codicia alguna y, con un esquema
temeroso y excesivamente defensivo, no llegaron a inquietar al rival"

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