INTRODUCCION:
Esta parábola trata de lo que le pasa a una persona después de partir de este
mundo. Cuando mueras necesariamente tienes que identificarte con uno de
estos dos hombres. Los personajes que encontramos aquí se denominan el rico y
el mendigo, Lázaro.
Veamos en primer lugar:
I. DOS HOMBRES ANTES DE LA MUERTE V. 19-21
1. El Rico antes de la muerte. V. 19. Este era un hombre que amaba el dinero. El
pecado no está en tener dinero, sino en ponerlo en lugar de Dios. En querer
tener a las riquezas en el mismo estándar de Dios. V. 13. Pero este pecado de
amar al dinero no se aplica solamente a ricos, también una persona pobre puede
amar al dinero. Tenerlo como su Señor.
Este hombre se vestía de púrpura y de lino fino, desplegaba su personalidad
enriquecida. Mostraba al mundo su dinero, se vestía con la mejor tela de la
época, y no solo eso, sino que su casa era un festín, hacía cada día un banquete.
No una comida especial, sino un banquete esplendoroso. Este hombre era
religioso, creía en la Biblia, conocía la Biblia, conocía los profetas y patriarcas. Lo
vemos en el v. 23 reconoció a Abraham, en los versículos 24, 27, y 30 le llama
padre. Reconocía que Dios existía, pero amaba más su dinero que al creador. No
pensaba en la eternidad futura, sino en el presente ahora. Este hombre lo tenía
de todo, no le faltaba nada terrenalmente hablando.
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Seguramente muchos hablaron bien de él allí en su funeral, seguro hablaron de
sus éxitos, de sus logros, de sus negocios, de su generosidad, de su liderazgo, de
sus dádivas y limosnas, de su religiosidad. Pero, olvidado por el cielo.
La muerte no tiene que ver si eres rico o pobre, exitoso o fracasado. No te va a
preguntar si te quieres ir o no. La verdadera garantía de una persona cuando
parte de este mundo, es tener a Cristo en su Corazón.
Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a
vida.”
Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
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En tercer lugar,
III. DOS HOMBRES DESPUÉS DE LA MUERTE. V. 23-31
1. El rico después de su muerte. V. 23-
Este hombre rico no pudo comprar su boleto para el cielo, ni su dinero, ni su
fama, ni sus éxitos, ni su religiosidad, ni su generosidad lo pudieron salvar.
Inmediatamente muere va al lugar de los impíos, al hades, lugar de tormento.
No va al purgatorio, no deja de existir, no se esfuma, no va a la reencarnación.
Inmediatamente muere va al lugar de tormento. Tormento desesperante,
tormento en llamas v. 24 c.
El v. 23 nos dice que estaba consciente. Estaba despierto. No estaba en el limbo,
no estaba aniquilado. Podía ver y sentir. Estaba en tormento.
Está en un lugar separado. V. 23 b. Lejos de los santos redimidos. Separado de
las bendiciones de Dios. Lejos de todo el gozo y de toda la felicidad. Separado de
la misericordia y de la gracia de Dios. No una separación temporal, sino eterna,
por los siglos de los siglos.
En el v. 24. Vemos su grito desesperante. Todavía no clama a Dios, todavía no
muestra signos de arrepentimiento, aunque ya no hay oportunidad, el clama a
Abraham para que envíe a su siervo Lázaro. Está gravemente atormentado.
Él solo pide una gota de agua, no un vaso, simplemente una gotita que sea capaz
de refrescar su lengua. Este hombre que vivió suntuosamente cada día, pidiendo
una gota de agua. Con eso él estaría conforme. Y a veces nosotros con tanto, no
estamos conforme, y no somos felices, queremos más y más, pero allí en el lugar
de tormento, una gota de agua es mucho más que suficiente para aquellos que
se encuentran allí. Ahora el mendigo es el que en vida era rico, ahora suplica por
una gota de agua, aquel que hacía banquete cada día con esplendidez.
Muchos dicen que el infierno es simbólico. Pero si el cielo es real, el infierno
también es real.
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En el v. 25 vemos la respuesta de Abraham. La situación se ha revertido.
Este hombre está en un lugar que no puede escapar. V. 26.
En el v. 27-28 el hombre rico hace otro ruego. Él pide que la felicidad de Lázaro
sea interrumpida para que vaya a un viaje misionero.
Fil. 1:21-23. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en
la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque
de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con
Cristo, lo cual es muchísimo mejor.
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3. Debemos velar por las necesidades de los hermanos en la fe. ¿Dónde
estaban los hermanos en la fe de este mendigo?