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Laboratoria

Una empresa con enfoque social

Material adaptado con fines pedagógicos por la profesora Mónica


López

Laboratoria existe para impulsar una


economía digital que sea más diversa,
inclusiva y competitiva y que abra
oportunidades para todas las personas por igual (Laboratoria, 2019). Es una organización sin fines de
lucro centrada en formar a jóvenes mujeres de bajos recursos como programadoras y expertas en
desarrollo web, con el objetivo de impulsar su inserción laboral en el sector digital. Fundada en 2014 por
Mariana Costa Checa, Herman Marin y Rodulfo Prieto, actualmente promueve la formación de mujeres
en Lima, Chile, México y Brasil (Wikipeddia, 2019).
En la era digital la clave del éxito no está en la tecnología, ni en las habilidades tecnológicas, sino
en contar con talento que pueda aprender de forma continua y adaptarse al cambio. Estas personas
están en todas partes y en Laboratoria las descubren, para que mejoren su futuro, su lugar de trabajo y
nuestra región” (Laboratoria, 2019).
El primer programa formativo piloto incluyó la participación de 15 mujeres. Durante 6 meses
recibieron un curso intensivo para aprender los principales lenguajes de programación y a trabajar con
los principales productos digitales (Wikipeddia, 2019). La organización actualmente trabaja en dos áreas,
la educativa y la de prestación de servicios lo cual les permite dar sostenibilidad al emprendimiento
(Wikipeddia, 2019).
Este emprendimiento social capacita a mujeres que no pudieron acceder a la educación superior
y las convierte en desarrolladoras web. “Nosotros nos enfocamos en desarrollo web front-end, que es
toda la interfaz de una página web, de una aplicación web o móvil. Ellas aprenden de usabilidad,
principios de diseño, HTML, CCS, un poco de Java Script y el uso de un manejador de contenidos”, nos
dice Mariana Costa, una de las fundadoras de Laboratoria (Romainville Izaguirre, 2019).
De lunes a viernes, 40 jóvenes se dan cita en las oficinas de Laboratoria, todas con el fin de
aprender no solo a sumergirse en los vericuetos de la tecnología, sino también a ser líderes y dueñas de
su propio aprendizaje. Durante seis meses, ellas llevarán cursos de inglés, desarrollo personal, e incluso
recibirán visitas de personas que ya se encuentran laborando (Romainville Izaguirre, 2019).
En estas cuatro paredes, Laboratoria despliega sus esfuerzos para acercar a más mujeres a la
industria tecnológica y mejorar su programa educativo, con el apoyo de voluntarios y del Concytec, que
les ha permitido fortalecer el proyecto y llevarlo a Arequipa. Además de Telefónica y de Google,
empresas con las cuales tiene una alianza estratégica (Romainville Izaguirre, 2019).

Un poco de historia
Mariana Costa, se graduó de una maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York, estudió
Administración Pública y Desarrollo, viajó a Kenia tres meses, aprendió que los mosquitos son el animal
que más personas mata, y entendió por qué las instituciones de los países en desarrollo son
especialistas en fallar una y otra vez a sus ciudadanos. Hizo amigos de todo el mundo y el día de su
graduación recogió orgullosa su diploma con la plena seguridad de que, con su trabajo, ayudaría a hacer
del mundo un lugar mejor (Peon, 2019). Tenía claro que cambiar el mundo desde la élite política de USA
era una utopía, así, después de casi una década viviendo fuera de su país y a pesar de todos sus miedos,
ésta parecía la mejor oportunidad de regresar y tratar de hacer algo por el lugar que la vio nacer y
crecer: Lima, Perú “¿Cómo será regresar? ¿Trabajaré en el gobierno? De repente me voy a la sierra,
siempre he querido hacer algo fuera de Lima” es lo que pensaba en ese momento (Peon, 2019).
Herman, el programador y bajista ecuatoriano y su compañero de vida no estaba de todo
convencido. “¿Irnos de aquí?” “¿Pero qué haría yo en Lima?” Herman tenía años trabajando como
desarrollador web en distintas campañas sociales en Estados Unidos. Había desarrollado tecnología para
movimientos a favor de incrementar la ayuda humanitaria en África, y de aprobar el matrimonio
homosexual en Estados-Unidos. Pero, un día apareció con una propuesta: “¿y si ponemos algo nuestro?
Empezar a hacer proyectos de tecnología con impacto social. “¿Tecnología con impacto social?” (Peon,
2019). La idea era atractiva pero no dejaba de ser arriesgada, era mejor tener un impacto trabajando

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desde la elegante comodidad del Banco Mundial en Lima o algo por el estilo; pero antes de desanimarse
apareció por una de esas suertes únicas en la vida, Rodulfo, un venezolano triatleta amigo de Mariana,
la buscó porque se mudaría a Lima – su esposa, Ana María, trabajaba en P&G (Procter & Gamble) y la
mandaban de Directora de Marketing a Perú. Al inicio le ayudaron a buscar trabajo pero un día hicieron
la gran pregunta “Rodulfo, ¿y si te unes a nosotros?” (Peon, 2019)
En septiembre de 2013, llegaron los tres a Lima. Mariana consiguió un trabajo en una ONG
estadounidense que tenía sede en Lima con horario flexible que le permitía involucrarse en Ayu (sí se
llamó inicialmente el proyecto), Herman y Rodulfo se dedicaban al proyecto con toda su energía.
Pasaron semanas dándole vueltas a diferentes ideas: una red social para compartir y debatir noticias,
como si fuese fácil competir con Facebook y Twitter; o una plataforma para evaluar empleadores, como
si tuvieran fondos para sostenerla hasta que generase tracción. El tiempo pasaba y había gastos que
cubrir, fue ahí que lograron que una compañía contratara sus servicios para desarrollar la plataforma de
su universidad corporativa. Luego, con ayuda de la familia vino un hotel y una compañía de seguros para
hacer sus websites, sin quererlo, se convirtieron en una agencia de desarrollo web (Peon, 2019).
En Ayu aprendieron a vender sin miedo cosas de las que poco sabían, a sobrevivir las angustias
de tener plata solo hasta fin de mes en la cuenta, y a enfrentar los miles de retos de construir un equipo.
Necesitaban developers, tenían poca plata para ofrecer y ningún nombre que los respaldara. Buscaron
en las redes sociales, en las universidades y en las comunidades de software, se dieron cuenta de la
enorme demanda que había por este talento y lo difícil que era encontrarlo. Poco a poco, armaron el
primer equipo de desarrollo que fue realmente diverso en términos de su contexto académico: dos
practicantes de San Marcos, un amigo mexicano que había aprendido todo lo que sabía por su propia
cuenta, y otro que decía que nada de lo que sabía venía de su universidad. El equipo de developers fue
creciendo y tenían en común su contexto académico heterogéneo, y por supuesto, su sexo, todos eran
chicos, lo mismo ocurría en todas las otras empresas que hacían tecnología en ese momento (Peon,
2019).
Por Internet conocieron el modelo de los bootcamps en EEUU: una nueva forma intensiva de
capacitar a developers en tres meses para cubrir la inmensa demanda por talento; también aprendieron
sobre Black Girls Code, una organización que enseña programación a niñas de color en Estados Unidos.
Mientras tanto, en Lima, emergía una nueva especie: los emprendedores sociales. Jóvenes como Vania,
Juan Diego e Irene que estaban construyendo modelos de transformación social mediante la danza, la
intervención comunitaria y el reciclaje. Fue así como surgió la mejor idea del mundo: construir un
emprendimiento social que formase a jóvenes como developers, para suplir esa enorme demanda, que
se enfocase específicamente en mujeres, ya que había tanta necesidad de traer diversidad de género al
sector, y que se debía aprovechar la flexibilidad del mercado para formar a mujeres que aún no habían
podido comenzar una carrera profesional con la que estuviesen satisfechas (Peon, 2019).
Prestaron un salón de clases en el coworking donde trabajaban, consiguieron laptops donadas, y
convencieron a un grupo de 15 jóvenes, a las que llegaron mediante instituciones amigas, de apuntarse
al programa. Así, en cuestión de pocas semanas, comenzaron su primera clase de desarrollo web e
iniciaron lo que sería un movimiento latinoamericano de mujeres en tecnología (Peon, 2019).
Ese primer piloto fue una experiencia enorme “… ver a las estudiantes escribir código y llenarse
de orgullo al mostrar sus productos fue la certeza que con este proyecto estabamos cambiando el
mundo” comenta Mariana. Muchísimas cosas salieron mal en ese producto viable mínimo, de hecho,
solo tres egresadas salieron a conseguir trabajo formal como developers tras el programa (muchas eran
menores de 18 todavía). Sin embargo, el equipo aprendió más de lo que pudieron pensar en cuatro
meses, por ejemplo, que Laboratoria no era para todo el mundo: debían encontrar a mujeres con ganas
de salir adelante, dispuestas a perseverar por construir una carrera en tecnología. Debían innovar en
cómo facilitar su aprendizaje, logrando que el tiempo en Laboratoria se pareciera de manera cercana a
lo que harían una vez en el trabajo, en otras palabras, empezaron a conocer mejor el mercado, a
entender las necesidades de las empresas para convertirse en su principal fuente de talento tech (Peon,
2019).
Con cada bootcamp fue mejorando cada parte del proceso. Nació el salón de clases ágil, las
Hackathones de empleabilidad, fue creciendo el equipo y formando la cultura de trabajo con la que
soñaban. Estaban creando una nueva forma de aprender, intensa para las estudiantes y el equipo,
donde todos dejan todo en la cancha. Estaban impulsando a empresas a apostar por una fuente de
talento distinta a su norma. A la vez, trataban de levantar el financiamiento para subsistir mientras
pensaban en cómo generar un modelo de negocios que los lleve a la sostenibilidad sin perjudicar el
impacto. Ana María, la esposa por la que Rodulfo se mudó a Lima, se unió a liderar las operaciones.

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Tomaron la decisión de cerrar Ayu, en el mercado ya existen muchas agencias de desarrollo web, pero
Laboratoria es única, pensaron (Peon, 2019).
Hasta el 2014 solo tenían 15 egresadas, pero en el 2019 se graduarán 130 chicas. "Es un logro
importante", dice Costa, ya que eso reafirma el potencial que existe en el emprendimiento. "Realmente
nos hemos enfocado en crecer rápido y en hacer crecer el impacto del programa”, añade (Romainville
Izaguirre, 2019). Hoy por hoy ya son 1300 egresadas en total.

El trabajo
Laboratoria tiene dos áreas, una educativa y otra orientada a la prestación de servicios, la
segunda le permite dar sostenibilidad al emprendimiento. “Trabajamos con Telefónica, Liderman, La
Victoria Lab, del grupo Interpol, la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas UPC, La Positiva y otras
más” (Romainville Izaguirre, 2019).
Además, cuentan con programas piloto en México y Chile, que empezaron a funcionar en junio
de este año. La cofundadora explica que la currícula es parecida a la que tienen acá, solo que es más
reducida. "Son menos horas de clases y son grupos un poquito más pequeños", dice. En el Perú, por el
momento, solo tienen presencia en Lima, la filial en Arequipa se encuentra temporalmente cerrada
porque la demanda de esta mano de obra especializada no es muy alta (Romainville Izaguirre, 2019).
Sus esfuerzos le han merecido el reconocimiento de diversos sectores, solo el año pasado
obtuvieron un premio en el concurso Kunan 2014 y el Google Rise Adwards. Precisamente, este último
premio les dio la oportunidad de conectarse con organizaciones que hacen cosas similares en el mundo
y recibir un apoyo financiero (Romainville Izaguirre, 2019).

El Bootcamp
Desde su creación, cerca de más de 1300 mujeres han postulado a Laboratoria, pero no todas
han pasado el proceso de selección integral, que dura aproximadamente dos meses y consta de varias
etapas, desde la publicación y convocatorias por redes sociales, tales como un examen de razonamiento
matemático y abstracto, procesos de entrevistas, dinámicas, reuniones familiares y un curso en línea de
programación (pre work) para poder ser admitidas para participar en el bootcamp (Laboratoria, 2019).
El bootcamp consta de 6 meses a tiempo completo para aprender Desarrollo Web o Diseño UX
despertando el manejo de la incertidumbre, adaptabilidad y aprendizaje continuo. Al final se genera la
conexión con empresas y solo se paga el entrenamiento después de conseguir el empleo. Actualmente
el promedio del valor del curso está en S/13500 soles. Es solo para mujeres porque faltan demasiadas en
el sector tecnológico y es intenso para poder aprender mucho en poco tiempo. Pueden postular desde
los 18 años en adelante sin límites, el requisito principal es ser mujer, no contar con estudios o no
ejercer los estudios realizados, contar con tiempo completo por al menos 6 meses y comprometerse a
desarrollar la carrera tecnológica.
Es un formato intensivo, presencial y con 5 horas diarias de cursado obligatorio de lunes a
viernes, esta parte del programa no se puede hacer online y requerirá tiempo completo de dedicación
por parte de la participante, ya que deberá estudiar y practicar en casa diariamente después de las
clases.
El diseño de enseñanza se basa en la agilidad, autonomía, el feedback (retroalimentación), la
cooperación, la tolerancia al error y la reflexión.
Dependiendo de tu desempeño técnico y la inclinación personal de la participante podrá obtener
un perfil de UX Designer, Frontend Developer y Prototypers:

FrontEnd Developer: Los desarrolladores front-end son los encargados de traducir el diseño de
las páginas en código para construir la interfaz de los sitios. Al ser los encargados de diagramar la
estructura semántica del contenido, codificar el diseño en hojas de estilo y agregar las interacciones con
los usuarios, deben contar con un conjunto variado de habilidades y conocimientos.
UXDesinger: es quien diseña la experiencia de usuario. Se refiere a todo lo que experimenta una
persona al interactuar con una plataforma digital. Cada elemento, contenido, función y respuesta, tiene
una influencia en la UX, ya que puede hacer más fácil y grato el uso de una interfaz. El foco de la
experiencia de usuario es responder de la mejor forma posible a las necesidades y comportamientos de
las personas.
Prototyper: Es quien transfiere el diseño realizado por el UX designer a código, para ser usado en
desktop, tabletas y móviles usando HTML, CSS y librerías de jQuery.

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Al egresar las participantes tienen la oportunidad de trabajar con el área de empleabilidad, la
que generará las conexiones para que puedan ir a diversas entrevistas de trabajo y así comenzar a
trabajar. Solo si terminan el programa y consiguen trabajo en el área tecnológica, las participantes están
comprometidas a pagar el entrenamiento.
Otra de las ventajas es que además, formarán parte de la comunidad de egresadas que les
permitirá seguir creciendo a nivel personal y profesional, generar relaciones con otros/as developers y
estar al tanto de las últimas actualizaciones de la industria.
De las 30 egresadas que tiene Laboratoria en la última promoción, 20 ya están incorporadas en el
mundo laboral. Con un salario promedio inicial de S/.1.200, ellas trabajan en Telefónica, Laboratoria
Servicios, Etiqueta Negra, DGT Alliance, Staff Digital y Women In Technology, entre otros. (Romainville
Izaguirre, 2019).

Para las empresas


Laboratoria tiene una buena fuente de talento para cubrir las posiciones que las empresas
requieren, pero también ofrecen un programa de capacitación para introducir la cultura de aprendizaje
dentro de las empresas enfocado en aprovechar el talento oculto que ya poseen dichas empresas; el
programa está dirigido a los equipos, sin embargo, cuentan también con un programa para preparar a
los altos mandos en este enfoque de aprendizaje y tecnología.
Los pilares de estos programas son:
 Potenciar la mentalidad de crecimiento (Growth Mindset)
 Apertura a la experimentación
 Capacidad de aprender
 Manejo de incertidumbre
 Trabajo en equipo
El modelo de trabajo, el enfoque social los premios recibidos, impulsaron mucho a la empresa,
pero, son las exposiciones de las graduadas, con sus proyectos realizados en 4 días, el gran evento
esperado. En este evento, representantes de grandes empresas son invitados para entrevistarse con las
postulantes, conocerlas y saber si son aptas para sus empresas, nada mejor que ver el trabajo, el
desenvolvimiento y conversar con tu candidata para saber si la contratas o no.
Laboratoria trabaja a través de contacto directo con las empresas que confían en ellos,
mantienen contacto permanente por medios virtuales a través de su página web, aplicaciones, pero las
redes sociales son su gran medio de difusión en el caso de las interesadas en el entrenamiento.

El hoy y el mañana
En los últimos años, como buen startup y en palabras de Mariana “Hemos vivido en la montaña
rusa que nos lleva de la felicidad máxima cada vez que vemos a nuestras egresadas despegar en sus
carreras y a nuestro equipo hacer cosas increíbles, hasta la depresión absoluta cuando fallamos en
conseguirles los mejores empleos o pensamos que nos quedaremos sin dinero a fin de mes”.
Hoy son más de 80 personas en cuatro países: Perú, México, Chile y Brasil con más de 1300
egresadas que han empezado a cambiar lo que significa ser programador en América Latina, y hoy
inspiran a miles de mujeres más a seguir sus pasos. Son proveedores de talento para más de 300
empresas, contribuyendo a que cada vez más mujeres sean creadoras de tecnología y diseñadoras del
futuro. Lograron conseguir aliados para financiar su crecimiento, abrir nuevas líneas de negocio y,
formar un equipo y una cultura de trabajo de la que se sienten orgullosos (Peon, 2019).
Bibliografía
1. Laboratoria. (05 de nov de 2019). https://www.laboratoria.la/. Obtenido de https://www.laboratoria.la/
2. Peon, A. (08 de 11 de 2019). impact.empodera.org. Obtenido de https://impact.empodera.org/laboratoria-la-turbulenta-historia-de-
crear-y-hacer-crecer-un-emprendimiento-social-en-america-latina/
3. Romainville Izaguirre, M. (8 de nov de 2019). elcomercio.pe. Obtenido de https://elcomercio.pe/economia/peru/laboratoria-empresa-
social-apuesta-mujeres-195958-noticia/
4. Wikipeddia. (08 de nov de 2019). wikipedia.org. Obtenido de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Laboratoria

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