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Clotilde Pascual PDF
Clotilde Pascual PDF
1- El síntoma
2- La demanda del Sujeto entendida como Demanda primordial.
3- El Padre en la Neurosis obsesiva.
Tanto para Freud como para Lacan, el síntoma en las neurosis, tiene dos
ejes articulados entre sí.
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Esto Freud lo manifiesta en el texto: Inhibición, síntoma y angustia de
1926.
I-Antes de Freud:
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c- En el texto de I.S.A. de 1926, donde trata de la formación de un superyó
feroz y sádico en el obsesivo.
Asimismo hay una regresión de la libido hacía la fase sádico anal, con todo
el tema de retención, ya que las demandas del Otro o el deseo son vividas
como una exigencia de la que el sujeto intenta escapar negando o
destruyendo su propio deseo.
III-Lacan:
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Es en Variantes de la cura tipo de 1955 y sobre todo en El mito individual
del neurótico de 1953, que Lacan reinterpreta el caso del Hombre de las
ratas. Les doy algunos de los ejes que nos da Lacan para empezar:
4-Por otra parte, al ser reducido el deseo a la demanda y ser ésta vivida
como exigencia, como ya hemos dicho, se aplica a matar simbólicamente la
posible demanda del Otro, es decir lo que Lacan denomina la muerte de la
demanda.
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posponer enfrentarse a esa desilusión fundamental de no ser el Falo del
Otro, que le daría si se enfrentara, como resultado no estar tan preocupado
por el deseo del Otro y enfrentarse al suyo propio. Por la duda misma, el
esto o aquello, mujer pobre, mujer rica, en el caso del Hombre de las ratas,
el obsesivo se mueve en torno a un eje fijo ya sea en un sentido o en otro.
En El Mito individual del neurótico, Lacan trata del Hombre de las ratas
en referencia a los trabajos de Freud sobre la Novela Familiar del
neurótico de 1909 y propone la noción de mito para hacer valer la historia
del caso. El mito que todo sujeto se fabricaría, que sería lo que vela lo
imposible de decir de la verdad del sujeto y por otra parte indica el lugar de
esta verdad.
Las dos situaciones en el caso, son las de las “faltas” del padre, la deuda del
juego, y la elección falsa de la mujer rica que es la propia madre del
paciente.
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La angustia surge cuando el montaje de un Padre Ideal cae, por el
encuentro traumático con el goce del Otro (capitán cruel) con la evocación
de un goce anal colocando al capitán cruel en el lugar del Padre. Este padre
aparece entonces como cobarde y gozador. Situado como rival en un eje
imaginario, el paciente se sitúa en una agresividad especular y se
identifica a este padre. A falta de diferenciarse de él y ante el temor a su
propia agresividad, desea por y para el padre, se hace su escudero,
tomando a su cargo las faltas de éste: la deuda y la duda, constituyendo
sus síntomas. Es así que el sujeto invierte mucho tiempo para reducir este
padre gozador, y esto lo encontramos en todos los sujetos obsesivos que se
sitúan en su fantasma, como el que tendría que colmarle o matarle
simbólicamente.
Por otra parte el analista, como Freud, en este caso es situado como Ideal
para borrar la división subjetiva. Lo que se evita en otros términos es la
castración. En la cura existe el riesgo de que toda ella quede soldada en la
petrificación de esta oscilación, y que el síntoma quede congelado.
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II punto: Voy a tratar de la articulación entre el DESEO Y LA
DEMANDA EN LA NEUROSIS OBSESIVA
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De esta relación del sujeto y este Otro y de la interpretación por parte del
sujeto de sus respuestas a sus demandas, quedará una huella que dará
como resultado una estructura determinada. Así cada una de las tres
estructuras clínicas son respuestas diferentes a la frustración de la Demanda
primordial.
Por lo tanto, todo lo que quiere el obsesivo es anular el deseo del Otro,
hasta el punto de pensar en su muerte. Antes de este deseo de muerte del
Otro, tendrá también una particular relación con su propia muerte, con la
muerte de su propio deseo. Su aspiración es ser un desierto de deseo, para
hacer contrapunto a interpretar haber sido un objeto de goce del Otro, o
también podemos decir haber sido demasiado deseado, lo que le hacía
padecer, por la interpretación que daba de ser atrapado. Ante esto, el
obsesivo hace una denegación del deseo del Otro, y de su propio deseo. El
obsesivo, tiene simbolizado el deseo del Otro, pero no quiere saber nada de
él. Lo vive como una amenaza.
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Si el obsesivo actúa así, es porque su demanda es una demanda de muerte
simbólica para que le dejen en paz. Lacan dice que esto es así porque su
deseo es destruir el Otro del deseo para convertir al Otro en un otro
semejante, peligroso, y engancharse a éste como pareja imaginaria, en una
rivalidad y agresividad: O tú o yo.
Trata del sentimiento agudo de culpa que tiene algunos pacientes por sus
pensamientos de tipo obsceno. Esta culpa es una paradoja en la neurosis
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obsesiva porque el sujeto piensa que estos pensamientos se le imponen y
que poco puede hacer para que no sea así. Es decir se pone más como
víctima que como responsable.
Es por ello que notamos que para el obsesivo el Otro le viene dado como
otro terrorífico cuya demanda se le convierte en exigencia, en mandato
super-yoico y por ello lucha para mantenerlo a distancia, anularlo o
provocar la muerte de su demanda, y por consiguiente de su deseo.
Lacan comentaba, que el sujeto odia en el Otro, ese algo de él mismo que
depende del Otro, de la respuesta a su demanda y lo que no quedó
satisfecho en esa respuesta. Sólo, atravesando esa dependencia tejida de
amor y de odio logrará llegar al: Allí donde fui, (Falo imaginario del Otro,
que le consuela o le sostiene), debo llegar a ser (Falo simbólico) para él
mismo y para poder perderlo por la castración simbólica.
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III EL PADRE EN LA NEUROSIS OBSESIVA Y LA DEUDA
SIMBÓLICA
Sabemos que esto le lleva a sus propios síntomas, la duda también entre
una mujer pobre y una rica, y la deuda imposible a saldar de sus gafas que
le lleva a lo imposible de saldar su deuda simbólica con su padre. Es decir
no puede aceptar el don del padre, el falo simbólico, porque esto
significaría enfrentarse a su propio falo, es decir pasar de la duda de ser o
no ser el falo, a tenerlo para poderlo perder. De esta forma, decíamos que el
sujeto se carga con las faltas del padre, hasta llegar a lo que se conoce
como el trance obsesivo, que es una defensa frente al goce, desviando el
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interés a rituales y otros pensamientos, en un desplazamiento y en una
regresión de la libido a un estadio sádico anal. Sin embargo en este trance,
que culmina en un reto al padre mostrándose desnudo y creyendo que este
padre le mira, el sujeto se muestra como una víctima en relación al padre.
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En términos lacanianos, diríamos que Freud conduce al sujeto a no
desviar más la atención por los síntomas, que le saca del estadio
imaginario y le conduce a un significante articulado al goce.
Lacan pone de relieve en el texto citado del Mito individual del neurótico,
como Freud utiliza sus herramientas de análisis: la repetición, lo que se
repite a nivel de síntoma y de goce (rata), la transferencia y la
rememoración, que permiten la reconstrucción en análisis de su historia
traumática.
Ante estas demandas sin sentido, lo que le retorna a través del síntoma es la
matriz pulsional de la relación con el Otro. Detrás de la duda, está el ¿Que
quiere el Otro de mi?, que le aparece como algo peligroso. El dilema para
el sujeto sería: O me conformo con los ideales del Otro y me identifico a
ellos, o me sitúo como desecho de este Otro.
De esta duda el hombre de las ratas puede salir por el enunciado simbólico,
es decir por las asociaciones que tienen que ver con el significante rata, que
desvelan su forma de goce y que van a producir una separación entre él
como sujeto y el objeto del cual gozaba, es decir lo separan de la
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confusión con el objeto. Este significante rata se le revela como el
significante al cual se asoció el paciente cuando a los tres años el padre dijo
refiriéndose a él: “Este niño será un gran hombre o un criminal”. El temor
de ser un criminal se evidencia cuando va a ver a Freud y piensa que éste se
va a dar cuenta de sus impulsos asesinos.
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